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I.E.S.

SANTA ROSA – LOS ALTOS


PROF. DE EDUCACIÓN SECUNDARIA EN QUÍMICA

2DO PARCIAL DE
PSICOLOGÍA EDUCACIONAL

“Trastorno del Espectro


Autista – Autismo”

Alumnas: Ramirez Lilen y Ramirez Tatiana


Porfesora: Antonella Brizuela Castro

Trastorno del Espectro Autista - Autismo


Año: 2019

Consignas:
1- Definir los problemas de aprendizaje.

2- Definir y complementar información sobre el trastorno asignado.

3- Revisar y explicitar de que manera se desenvuelven en el Sistema Educativo.

4- Explicar razones a favor del aprendizaje basado en la cooperación.

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Desarrollo de las consignas:
1. La dificultad de aprendizaje son un grupo heterogéneo de trastornos, que se
manifiestan en el uso y adquisición de algunas capacidades, cómo leer, escribir,
razonar, hablar, etcétera. Estos trastornos son usualmente debido a una disfunción en
el sistema nervioso y tienen una continuidad a lo largo de toda la vida del sujeto.
Pueden manifestarse de forma simultánea tanto mediante problemas en conductas de
autorregulación de interacción social, cómo también a través de déficits sensoriales,
retraso mental, trastornos emocionales severos o a influencias externas. Si son
diagnosticados y tratados tempranamente, aunque no se curan, pueden tratarse con
mucho éxito, y con una intervención profesional y acompañamiento de la familia, se
puede lograr que los jóvenes vivan con sus limitaciones de la manera más
productiva posible y no se sientan frustrados.

2. El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno neurobiológico del


desarrollo que ya se manifiesta durante los tres primeros años de vida y que
perdurará a lo largo de todo el ciclo vital. Se trata de una discapacidad del desarrollo
que puede provocar problemas sociales, comunicacionales y conductuales
significativos. A menudo no hay indicios en el aspecto de las personas con TEA que
los diferencian de otras personas, pero es posible que quienes tienen un TEA se
comuniquen interactúen se comporten y aprendan de manera distinta a otras
personas.

Las destrezas de aprendizaje, pensamiento y resolución de problemas de las


personas con TEA pueden variar: hay de personas con muy altos niveles de
capacidad y personas que tienen muchas dificultades. Algunas necesitan mucha
ayuda en la vida diaria, mientras que otras necesitan menos. Actualmente el
diagnóstico de TEA incluye muchas afecciones que solían diagnosticarse por
separado: incluyen el trastorno autista, el trastorno generalizado del desarrollo no
especificado de otra manera y el síndrome de Asperger. Hoy en día a todas estas
afecciones se las denomina trastornos del espectro autista.

El autismo no es una enfermedad sino un síndrome clínico, presente desde los


primeros meses de vida y que incluye alteraciones en conducta, comunicación
verbal y no verbal, e interacción social y emocional anómala. El niño autista
habitualmente muestra un retardo importante en la adquisición del lenguaje, usa las
palabras en adecuadamente y sin un adecuado propósito comunicativo. El autismo
no representa un solo proceso patológico sino un cortejo sintomático que puede
deberse a diferentes enfermedades.

El autismo representa una disfunción de uno o más sistemas cerebrales, aún no bien
identificados y en la mayoría de los casos obedece a encefalopatía estática (daño

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cerebral permanente e inmutable qué los efectos en su desarrollo dependen de la
parte del cerebro involucrada). El pronóstico del trastorno varía desde mínimo o
nulo lenguaje y pobres capacidades para la vida diaria, hasta el logro de grados
universitarios y funcionamiento totalmente independiente.

Si bien es cierto que el autismo refleja encefalopatía estática, esto no significa que
sus manifestaciones clínicas no cambian con la maduración y que sean ajenas a las
intervenciones terapéuticas. Al contrario, mientras más temprano sea el diagnóstico
y más tempranas, enérgicas y organizadas las estrategias de tratamiento, mejor será
el pronóstico final.

Síntomas de un niño con autismo:


Hasta la fecha una de las mayores dificultades a las que se enfrentan los
especialistas es un habitual retraso en el diagnóstico. Aunque cada vez hay una
mayor sensibilización por parte de los profesionales y de la sociedad en general, hay
ciertos factores que dificultan el diagnóstico precoz como son la variabilidad
individual de cada niño, la variabilidad a lo largo del desarrollo, el miedo de los
médicos a equivocarse (son niños de aspecto normal) y la ausencia de criterios
diagnósticos consensuados para niños muy pequeños, menores de 3 años.

Los niños nacen ya con algunas habilidades. Les gusta mirar las caras imitar
presentan cierta sincronía motora y un santo que resulta informativo de lo que les
ocurre. Se dice que los niños pequeños son comunicativos antes que intencionales y
son sociales por naturaleza. Los niños antes de los 9 meses ya pueden seguir la
mirada de su madre.

En estas edades tan precoces ya hay unos signos tempranos de autismo. Los más
tempranos son el pobre contacto ocular, es un contacto visual reducido, La sonrisa
es escasa, responden a su nombre, no hay un seguimiento visual y con frecuencia
son niños muy tranquilos.

Más adelante aparecen signos como la no imitación o simbolización (dar de comer a


los padres, a los muñecos, ponerlos a dormir, etc.), La ausencia de atención
compartida como por ejemplo disfrutar de un cuento que lea su madre o padre, la
ausencia de juego con los demás o compartir con otros niños y el dedicar pocas, o a
veces ninguna, miradas a las personas.

Se trata de unos déficits tempranos que persisten en el tiempo, probablemente


porque tienen que ver con el aprendizaje social que está alterado.

Entre los 18 y los 36 meses de edad:


 Así, entre los 18 y 36 meses de edad se pueden percibir signos como

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 Sordera aparente, no responde a llamadas o indicaciones. Parece que oye
algunas cosas y otras no.
 No persigue por la casa a los miembros de la familia ni alza los brazos
cuando está en la cuna para que le levanten. Parece que ignora.
 Cuando se lo levanta de la cuna no sonríe ni se alegra de ver al adulto.
 No señala con el dedo ni mira al adulto para comprobar que éste está
también mirando donde él señala.
 No señala con el dedo para compartir experiencias ni para pedir.
 Tiene dificultades con el contacto ocular, casi nunca lo hace y cuando mira
hay veces que parece que "atraviese con la mirada", como si no hubiera nada
delante de él.
 No mira a las personas ni lo que están haciendo.
 Cuando se cae no llora ni busca consuelo.
 Es excesivamente independiente.
 Reacciona desproporcionadamente a algunos estímulos (es muy sensible a
algunos sonidos o texturas).
 No reacciona cuando se le llama por el nombre.
 Prefiere jugar solo.
 No dice adiós.
 No sabe jugar con los juguetes.

A partir de los 36 meses


 Tiende a ignorar a los niños de su edad, no juega con ellos ni busca
interacción.
 Presenta un juego repetitivo y utiliza objetos y juegos de manera
inapropiada; como por ejemplo gira constantemente los objetos, juega con
trocitos de papel delante de los ojos, alinea objetos,...
 Puede presentar movimientos esteriotipados o repetitivos como aleteo con
las manos, saltitos, balanceo, caminar de puntillas,…
 Ausencia de lenguaje, o este es repetitivo y sin significado aparente, con
tono de voz inapropiado. No dice cosas que antes decía.
 No existe imitación.
 Evita la mirada y el contacto.
 Parece cómodo cuando está solo y tiene problemas para aceptar cambios en
su rutina.
 Tiene apego inusual a ciertos objetos.
 Tiene muchas rabietas.
 Está en su mundo.
 No balbucea o no hace gestos de interacción con 12 meses.
 No dice palabras aisladas con 16 meses.
 No dice frases completas con 24 meses.
 Cualquier regresión o pérdida de habilidades adquiridas a cualquier edad.

A partir de 5 años:

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 Tiene dificultades para compartir intereses o juegos con otros niños/as.
 En recreos o situaciones sociales similares suele estar solo o abandonar
rápidamente los juegos con otros niños/ as por falta de habilidad para la
comprensión de “su papel” dentro del juego.
 Presenta una persistencia inusual a realizar determinados juegos o
actividades que, aun siendo propias de su edad, llaman la atención, llegando
a ser incluso obsesivas.

Para los niños/as con Autismo las rutinas son actividades que permiten obtener
información del mundo que les rodea y responder con seguridad a las demandas del
entorno. Como señalaría Sonia Martínez Sanchís, profesora Titular del
Departamento de Psicobiología de la Universidad de València (UV), Psicoterapeuta
y Máster en Neuropsicología Infantil, «las rutinas son, para las personas con
Autismo, puntos de anclaje a la realidad”.

“La exposición repetida a actividades libres o tareas de la vida diaria ofrece a los
más pequeños aprendizajes funcionales que les aportan experiencias significativas,
además de favorecer su desarrollo psicomotor, intelectual y social. Para ello, el
ambiente tiene que ser motivador y familiar favoreciendo el aprendizaje, como
puede ser el colegio o el hogar.”

Los niños/as con Autismo necesitan exactamente lo mismo que el resto de niños/as.
Esto es algo obvio pero que en ocasiones se olvida, es por ello que las rutinas y
tareas en el hogar deben ser las mismas que para el resto de niños/as. Todos los
niños/as desayunan, comen o cenan, todos los niños/as se duchan, juegan y van de
paseo… Todos los niños/as necesitan orden y estructura en su vida práctica, pero
para los niños/as con Autismo esto puede suponer el paso entre comprender lo que
se espera de él y por tanto poder participar o vivir en un ambiente hostil y
amenazante.

Autismo después de la infancia: Adolescentes y adultos

¿Podrá valerse por sí solo cuando sea adulto? ¿Podrá hacer una carrera
universitaria? ¿En qué trabajará? ¿Podrá formar una familia? Estas son solo algunas
de las preguntas más frecuentes que se plantean. Todas versan sobre el mismo
asunto: la preocupación sobre cómo será la vida del niño a medida que vaya
creciendo y el grado de autonomía que podrá alcanzar.

En realidad, existe muy poca información al respecto pues la mayoría de las


investigaciones científicas han centrado su mirada en el autismo en la etapa infantil.
Sin embargo, los niños con autismo van creciendo y mientras lo hacen, las
manifestaciones del trastorno también se modifican.

Los adolescentes con autismo:

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La adolescencia es una etapa compleja del desarrollo en la que ocurren diversos
cambios a nivel físico y psicológico, que pueden ser más o menos difíciles de
enfrentar. El adolescente con autismo no está exento de estos cambios, pero, a
diferencia del resto de sus coetáneos, le resulta mucho más difícil lidiar con ellos
porque tiene otros retos, vinculados con las relaciones interpersonales, el desarrollo
de habilidades sociales y el manejo de las emociones.

De esta manera, en la adolescencia el deterioro social y funcional puede ser más


acentuado que en la infancia. No obstante, un pequeño porcentaje logra realizar
avances en la comunicación y la interacción social. Muchos pueden esforzarse por
alcanzar cierto grado de independencia y autosuficiencia, aunque no siempre lo
logran.

El autismo en la adultez: Los cambios inesperados


En la vida adulta, una gran parte de los con autismo siguen necesitando ayuda
médica y tratamiento especializado, por lo que un 48% de ellos continúan viviendo
en el hogar familiar. De ellos, alrededor del 50% no participa en ningún programa
educativo o de fomento profesional debido a que posee una alta discapacidad
intelectual. También es frecuente que continúen teniendo dificultades en la
comunicación e interacción social, junto con intereses y actividades muy
restringidos.

Sin embargo, cada caso es diferente por lo que las personas con autismo que no
presenten graves problemas cognitivos y no tengan asociada ninguna otra
patología, tienen grandes probabilidades de mantener una vida adulta relativamente
normal y autónoma, con un trabajo estable y una familia.

3. Las competencias básicas establecidas en el currículo actual hacen referencia a


algunas de las capacidades en las que las personas con TEA presentan mayores
dificultades y que se relacionan con las características definitorias de este tipo de
trastorno, por ejemplo, la capacidad para integrar diferentes aprendizajes o para
generalizarlos de una forma efectiva y eficaz en diferentes contextos. Por ello, es
imprescindible realizar adaptaciones que permitan a este alumnado adquirir esas
habilidades. Sin embargo, las adaptaciones que se proponen no están dirigidas
únicamente a la adquisición de competencias en el alumno con TEA, sino que
pueden resultar beneficiosas para el resto del alumnado del grupo, que va a poder
desarrollar sus propias competencias aprovechando el apoyo de estas adaptaciones.
LA INCLUSIÓN DE NIÑOS CON AUTISMO EN LA ESCUELA COMÚN

Como ya sabemos, hablar de niños con autismo es hablar de niños que tienen
trastornos en el desarrollo de la interacción, comunicación social y aprendizaje:
Niños que progresan en su propio tiempo, no alcanzando a veces los mismos niveles
que la mayoría de las personas en los aprendizajes y habilidades, y que necesitan de
los apoyos físicos y humanos para lograr un mejor aprendizaje y estar más
conectados con el mundo exterior.

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Pero es también hablar de niños cuyo bienestar emocional, aumento de conductas
comunicativas y de destrezas cognitivas se puede obtener participando en ambientes
escolares donde la interacción con los otros niños y adultos les ofrezcan modelos de
identificación similares a los que tienen en su familia y en la sociedad.

Sin embargo,  poder ponerse en el lugar del otro para desde allí intentar entenderse,
realizar un trabajo cooperativo, aprender a escuchar y ser tenido en cuenta, no
solamente redunda en el bienestar de los niños con necesidades educativas
especiales, sino que la posibilidad de aprender, participar, comunicarse e interactuar
en un marco educativo que tenga en cuenta las diferencias permite transformar el
reto al que nos enfrenta la sociedad respecto de brindar igualdad de posibilidades,
sin discriminación.

Por lo tanto, un proyecto de inclusión educativa  supone trabajo de institución en su


conjunto. Si no existe un compromiso de toda la comunidad educativa (directivos,
docentes, padres y alumnos), los programas pedagógicos quedan separados de los
valores, tradiciones, mitos e ideologías que subyacen en la cultura de esa institución.
Cultura que muchas veces ha impulsado a la marginación y la exclusión.

Desde esta perspectiva, la educación resulta un elemento clave en la lucha contra la


exclusión social, orientada hacia el fortalecimiento en la escuela de los valores de la
solidaridad y la convivencia para lograr una sociedad más justa y menos violenta.

Especialistas coinciden en que la inclusión falla, sobre todo, a nivel escolar, en la


capacitación docente. Lo que no se comprende, aseguran, son “todos los tipos de
acceso que necesita un chico con TEA y, entonces, lo que falla es la accesibilidad
cognitiva”, porque las respuestas de un alumno con TEA pueden no ser ajustadas o
acordes al contexto social. Otro caso es el de Cecilia Mendoza, una joven
mendocina que tiene Asperger y que encontró en las artes plásticas la manera de
canalizar su talento –exhibió su obra en el C.C.Borges–, tras haber pasado por varias
carreras “tradicionales”, sin terminarlas.

Para los maestros, encontrar entre sus niños a alumnos con autismo supone un reto
personal y profesional, y al mismo tiempo, puede suponer para los demás
compañeros una oportunidad de enriquecerse y convivir con una persona diferente,
de la que aprender y con la que entender la diversidad con que se encontrarán en el
futuro en sus relaciones personales y sociales.

Las acciones enfocadas a los alumnos con autismo deben estar bien organizadas y
estructuradas, ser sencillas y estar orientadas a lo práctico y funcional. Conviene
contar con materiales que de manera visual muestren al niño las tareas a realizar.
Los dibujos, fotos y carteles hacen comprender a a los alumnos con autismo las
acciones y rutinas diarias, y también sirven como refuerzo motivacional,
recordatorio y anticipatorio.
Las personas con TEA necesitan apoyos para desarrollar sus habilidades de estudio,
y ser competentes en el aprendizaje de los contenidos escolares. Sus dificultades

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para pedir ayuda o expresar sus dudas, para planificarse (por ejemplo, para apuntar
en la agenda las fechas de exámenes o de entrega de trabajos y establecer los plazos
que necesitan para elaborarlos eficazmente), para seleccionar la información
relevante y desechar los datos que no son fundamentales, pueden producir una falta
de motivación frente a las tareas escolares en general, si no cuentan con estos
apoyos específicos que precisan.

Desde el aula se pueden establecer una serie de estrategias dirigidas a promocionar


la adquisición de las habilidades necesarias para el desarrollo de aprendizajes
exitosos:
 Elaborar un esquema común para todas las asignaturas y profesores, en el
que se estructuren las clases y la presentación de la información de una
manera similar y homogénea.
 Emplear técnicas de estructuración del trabajo a realizar, mediante la entrega
por escrito de un modelo de resolución de tareas básicas de cada materia,
explicadas paso a paso.
 Utilizar apoyos visuales, como vídeos e imágenes reforzadores de la
programación, especialmente en aquellas materias con mayor nivel de
abstracción.
 Ofrecer modelos de resúmenes explicados y elaborarlos conjuntamente con
la clase, ofreciendo una corrección pormenorizada y explicada de los
aspectos claves para su realización.
 Definir conceptos abstractos en términos concretos, ofreciendo multitud de
ejemplos y apoyos visuales para fomentar la comprensión, potenciando su
participación y la manipulación de realidades para que pueda comprenderlos
de forma tangible y pueda expresar sus dudas.
 Facilitar la adquisición de categorías conceptuales y técnicas de estudio
eficaces, proporcionando o elaborando apuntes y esquemas de forma
conjunta, y estructurados en bloques de contenidos (Ej. Un contenido de
vocabulario, un contenido de gramática, etc.)
 Elaborar los exámenes con preguntas y ejercicios concretos.

4. Cooperar significa trabajar juntos para lograr objetivos compartidos. En las


actividades cooperativas, los individuos buscan resultados que sean beneficiosos
para si mismos y, al mismo tiempo, para todos los otros integrantes del grupo. El
aprendizaje cooperativo es el uso educativo de pequeños grupos que permiten a los
estudiantes trabajar juntos para mejorar su propio aprendizaje y el de los demás

Relato de una madre de un niño con autismo:

Para Cintia Fritz, mamá de Lautaro (4), que tiene autismo, el camino es “arduo,
pero posible”. “Habíamos hecho un trabajo previo a la escolarización, buscando
antes a su integradora”. El año pasado contactó a once colegios privados
integradores en su zona, sin éxito. Y buscó la vacante en la escuela pública, “con

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mucha angustia: si una familia con un chico neurotípico tiene 33 posibilidades,
nosotros sólo dos”, describe con claridad. En CABA, la integración es obligatoria e
incluye que la integradora (no docente) la lleve la familia. El distrito escolar
aprueba su entrada al aula. “Tres días antes de empezar las clases, en la reunión
de padres, yo me presenté y les presenté a Lautaro. Les expliqué sus características
personales y me puse a disposición. Desde ese momento, todos lo quisieron y
Lautaro siempre fue uno más: hace sus actividades y sus compañeros se quieren
sumar. Imitan sus movimientos para ‘hablarle’, lo visten, lo acompañan, lo cuidan.
Su maestra es muy activa y el equipo terapéutico fue al colegio a darles charlas y
pautas. Las familias son muy amorosas y amables. Las mamás lo invitan”, describe.
Y agrega que “la experiencia es maravillosa. Sólo tengo un miedo: su estadía en
una escuela común es incierta, y aún nos falta que nos aprueben la permanencia
(que haga otra vez la misma sala). Esto es año a año”. (Fuente www.perfil.com).

En el campo educativo, el aprendizaje cooperativo permite superar dificultades


características en niños/as autistas, siendo necesario desarrollar estos modelos de
aprendizaje en todos los ámbitos de la persona autista. Con el apoyo de
profesionales, familia y amigos, los alumnos con TEA adoptan un papel activo en la
toma de decisiones, desarrollan sus capacidades, habilidades, deseos y expectativas,
consiguiendo: ciertos objetivos, mejorar experiencias, reducir la segregación social
y el aislamiento, aumentar oportunidades, promover capacidades y competencias.
Todos los alumnos tienen cabida en el aula, en situación de igualdad, reconociendo
sus diferencias individuales y valorándolas. Todos tienen derecho a ser incluidos en
aulas ordinarias, pudiendo aportar algo diferente en clase. Se trata de aprender a
vivir con la diferencia y estudiar cómo podemos sacar partido a esa diferencia.

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