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Módulo 1, tema 1. Del síntoma Trauma al síntoma Fantasía.

Los conceptos en PSA siempre se construyen a partir de un hecho clínico. El hecho clínico que da
nacimiento al PSA es el encuentro con la histeria y son conceptos para operar en la clínica.
INCC-REPETISIÓN-TRANSFERENCIA-PULSION. El síntoma requiere de estas cuatro aristas; pero
habrá algo que escapa siempre a la conceptualización. La clínica desborda el ordenamiento
conceptual.
El pasaje del trauma a la fantasía. La primera conceptualización freudiana tiene a la histeria como
paradigma clínico. Tendencia a la descarga del aparato psíquico (sin posibilidad de descarga a
cero por el motor del deseo constante y porque existe otra tensión: el afecto, la suma de
excitación/ anterior concepto de pulsión); principio de placer que gobierna (sin el más allá).
Freud parte de 2 teorías: teoría de la defensa. Al principio sucede que separa la representación
del afecto y este va a parar a “otro lado” (se sostiene en toda la obra y práctica actual); teoría de
la seducción como VSPT (implica una vivencia sexual prematura y traumática que ha acontecido),
ésta cae tempranamente porque “ya no les cree a sus neuróticas” ya que no todas podrían haber
padecido todas algo similar. Habría confundido la ficción con lo realmente acontecido; nace así la
fantasía: realidad psíquica. La fantasía se haya de la mano del Trauma; ésta articula la
satisfacción de la pulsión parcial y a los primeros objetos de deseo. La fantasía tiene la función de
defensa: contra la propia práctica sexual infantil; y la función de satisfacción: entiéndase como
prolongación misma de la práctica sexual infantil.
Los síntomas son la práctica sexual del neurótico, sostenidos en una fantasía de satisfacción
inconsciente. Ésta se relaciona con la práctica sexual infantil y su misma defensa.
El acto masturbatorio se componía en esa época: pulsión y deseo. Acto masturbatorio con
contenido. Al unir estos campos heterogéneos no se separan: la fantasía le da una trama a esa
satisfacción sexual. El empuje de la pulsión parcial queda soldado a un deseo sexual infantil e
inconsciente.
La fantasía tiene la lógica del fantasma Lacaniano. La fantasía como soldadura se entiende como
el soporte de los síntomas neuróticos. Freud ubica 9 fórmulas que dan cuenta de la relación de la
fantasía con el síntoma.
La relación síntoma-fantasía en relación con el deseo inconsciente y trama representacional;
ligado al sentido del síntoma:
1) El síntoma histérico es el símbolo mnémico de ciertas vivencias e impresiones
traumáticas.
2) El síntoma histérico es un sustituto producido por conversión del retorno de las vivencias
traumáticas.
3) El síntoma histérico es, como lo son otras formaciones, expresión del cumplimiento de
deseo.
4) El síntoma histérico, es la realización de una fantasía inconsciente al servicio del
cumplimiento de deseo.
En relación con la pulsión:
5) Sirve a la satisfacción sexual y figura una parte de la vida sexual de la persona.
6) Corresponde al retorno de una satisfacción que aconteció en la vida infantil y desde
entonces reprimida.
7) Nace como compromiso entre 2 mociones pulsionares.
8) Puede asumir la subrogación de diversas mociones, pero no puede faltarle el contenido
sexual.
Las Reglas del análisis: En una situación de análisis hay una sola singularidad que debe primar:
ésta es la del paciente. Para que esto suceda el analista debe comprometerse a respetar las
reglas de abstinencia y neutralidad.
Es posible extraer tres objetivos básicos que perseguiría la Regla de abstinencia:
1‐ la frustración que impone el analista procura en el paciente cierto grado de padecer que
funciona como "fuerzas pulsionantes del trabajo analítico";
2‐ exponer al paciente a cierto padecer objetivo mediante frustración en el campo de la
transferencia vuelve actuales conflictos pulsionales que son así pasibles de influencia analítica.
3‐ la denegación de la satisfacción pulsional permite alcanzar el "propósito analítico" que Freud
lo define en 1914, en diferentes lugares, en los siguientes términos:
...Para él [el médico], el recordar a la manera antigua, el reproducir en un ámbito psíquico, sigue
siendo la meta...Se dispone a librar una permanente lucha con el paciente a fin de retener en un
ámbito psíquico todos los impulsos que él querría guiar hacia lo motor, y si consigue tramitar
mediante el trabajo del recuerdo algo que el paciente preferiría descargar por medio de una
acción, lo celebra como un triunfo de la cura
...Si su cortejo de amor fuera correspondido, sería un gran triunfo para la paciente y una total
derrota para la cura...Ella habría conseguido...actuar, repetir en la vida algo que sólo deben
recordar, reproducir como material psíquico y conservar en un ámbito psíquico...
...Las mociones inconscientes no quieren ser recordadas, como la cura lo desea, sino que
aspiran a reproducirse...
En este sentido, imponer la frustración a la satisfacción es la estrategia fundamental de la
técnica analítica. Impedir las satisfacciones sustitutivas persigue el objetivo principal de hacer de
la transferencia la vía regia de la elaboración, el motor de la cura, evitando que se convierta en
el campo de la satisfacción.   En Recordar, Repetir y Reelaborar, Freud hace hincapié en la relación
entre transferencia y repetición: “Volvemos esa compulsión inocua y, más aún aprovechable si le
concedemos su derecho a ser tolerada en cierto ámbito: le abrimos la transferencia como la
palestra donde tiene permitido desplegarse con una libertad casi total, y donde se le ordena que
escenifique para nosotros todo pulsionar patógeno que permanezca escondido en la vida
anímica del analizado...
Y en Sobre la dinámica de la transferencia de 1912 dice:   ...los fenómenos de la transferencia...nos
brindan el inapreciable servicio de volver actuales y manifiestas las mociones de amor
escondidas y olvidadas de los pacientes.
Principio de Neutralidad: Por tentador que pueda resultarle al analista convertirse en maestro,
arquetipo e ideal de otros, crear seres humanos a su imagen y semejanza, no tiene permitido
olvidar que no es esta su tarea en la relación analítica, e incluso sería infiel a ella si se dejara
arrastrar por su inclinación...
Entonces, mientras que debido a la Regla de Abstinencia el analista es compelido a impedir la
satisfacción pulsional del paciente, es en la observación del Principio de Neutralidad en lo que
quedará impedido de buscar las propias satisfacciones en los tratamientos que conduce. Es
decir, el Principio de Neutralidad es una imposición de abstinencia para el analista.
Por otra parte, los desarrollos en relación con la Atención Flotante también se vinculan
íntimamente a la posición de neutralidad.
...Por tanto, no se hace excepción a la regla de tomar siempre lo primero que al enfermo se le
pase por la mente, aún a costa de interrumpir la interpretación de un sueño ...esa técnica es muy
simple...consiste meramente en no querer fijarse (merken) en nada en particular y en prestar a
todo cuanto uno escucha la misma "atención libremente flotante"... uno fija (fixieren) un
fragmento con particular relieve, elimina en cambio otro, y en esa selección obedece a sus propias
expectativas o inclinaciones. Pero eso, justamente, es ilícito [...] Mientras uno toma apuntes o
traza signos taquigráficos, forzosamente practica una dañina selección en el material, y así liga
un fragmento de su propia actividad espiritual que hallaría mejor empleo en la interpretación de
lo escuchado...
La experiencia mostró pronto que la conducta más adecuada para el médico...era que él mismo se
entregase, con una atención parejamente flotante...evitase en lo posible la reflexión y la
formación de expectativas consientes...Por cierto este trabajo de interpretación no podía
encuadrarse en reglas rigurosas y dejaba un amplio campo al tacto y a la destreza del médico; no
obstante, cuando se conjugaban neutralidad y ejercitación se obtenían resultados confiables...

Punto 2: la tarea del analista va hacia la fijación. Las reglas se dan en el marco de una neurosis
artificial creada en el campo de transferencia tomando al analista como objeto. En la base de la
transferencia se haya el cliché: condiciones de amor y satisfacción pulsional que se articularán en
el campo de transferencia. Esta articulación hace posible dirigirse e intervenir sobre el cliché. Éste
tiene 2 dimensiones: la vertiente del deseo inconsciente y sus redes de determinación que
posibilitan el despliegue asociativo; el despliegue del ICC del saber no sabido. Pero el otro
despliegue implica la satisfacción pulsional en juego en el síntoma. El concepto de fijación es
central; la operación del analista es dirigirse, vía neurosis artificial, a incidir sobre los puntos de
fijación que comandan la neurosis y la formación del síntoma. Ésta segunda dimensión del cliché
produce, en el campo de la cura, la detención de las asociaciones, el cese del recuerdo; etc. Es la
que da lugar a la elaboración de Repetición “en acto” (pero sólo desde Mas allá del principio del
placer).
Otra perspectiva: La tarea del analista y la fijación se excluyen, ¿cómo? Del lado del analista: su
quehacer es excluyente de sus puntos de fijación para que la cura no sea dirigida desde los
propios puntos de fijación del analista.
La formación del analista se sostiene en 3 pilares: formación académica, el dispositivo de
supervisión y el propio análisis del analista. El analista en tanto posición depende del
entrelazamiento de esos 3 pilares.
Módulo 1, Tema 2: Síntoma- Transferencia perspectiva Lacaniana, centrada en el primer Lacan. Se
refiere a esto como un momento en el que se centran en los ejes imaginario y simbólico.
El caso Dora es paradigmático (1905); la conferencia 27 tiene 10 años más de elaboración teórica
y conceptual donde Freud se encuentra con el hecho clínico del Caso Dora, donde Freud no trata a
la Transferencia.
Lacan plantea en el Seminario 2 que es un peligro reducir al sujeto al YO (discute esto con la
APA). El sujeto es siempre escindido. También habla del Eje simbólico e Imaginario; en el
esquema L. y lo utiliza para distinguir entre Sujeto (S) y Yo (a). El Yo, por lo tanto, no es la
totalidad del sujeto; ojo con ver al Yo como completo, pues siempre es escindido.
El otro Semejante (a’) es aquél otro con el que el Yo se relaciona de forma imaginaria y a través
del lenguaje. La relación signada por el eje simbólico es la relación entre el Sujeto incompleto y
el Otro (A). Este Otro, es aquél del Discurso que funda al sujeto; dentro de esa relación Lacan
ubica al inconsciente. EL ICC Freudiano se ubicaría en el lugar del eje simbólico. El eje simbólico
puede aparecer de diversas formas, como manifestaciones del inconsciente, dentro del dispositivo
analítico.
El lenguaje en su dimensión imaginaria hace obstáculo al surgimiento del contenido inconsciente.
La acción analítica debe ir contra a esa especie de retracción inconsciente.
Todo análisis propone un desarrollo de verdad. Lacan propone pensar el caso Dora como un
movimiento dialéctico. Dora desarrolla su verdad, cuenta determinadas cosas y el analista debe
abstenerse de responder desde el sentido común, desde una opinión/ valor personal, desde
semejante, de a’. Debe responder entonces tratando de hallar una relación al Gran Otro. Esto se
llama “Inversión dialéctica” como la antítesis a la propuesta discursiva del paciente. Esto da lugar
a un “nuevo desarrollo de verdad” (síntesis).

La ética del Psicoanálisis


La regla de abstinencia: es la respuesta frente al obstáculo que trae la transferencia. Como
correlato se ubica el deseo del analista en la enseñanza Lacan; ambos términos tienen cosas en
común pero no son sinónimos. Hablar en términos de ética implica pensar en una ética que se
distingue de una técnica porque PSA no se basa en ningún protocolo, sino principios que
orientan al analista.
Nos encontramos en el momento de los “escritos técnicos” con la orientación que marca la
posición del analista; es el momento del levantamiento de las Resistencia. La resistencia al
levantamiento de las resistencias se cataloga como el tercero. En el segundo momento Freud
haya a la transferencia articulada a la Resistencia; esto marca el límite al arte de la
interpretación (momento 1). El analista se piensa en relación con el manejo de la transferencia
donde éste se haya en el centro de la neurosis artificial en calidad de objeto; más ya no alcana
sólo con la interpretación: porque luego de analizar los sentidos en la línea de manifestaciones
del inconsciente, seguía restando algo (la satisfacción pulsional que excede a la interpretación).
¿cómo se maniobra con ese obstáculo?
El modo de posicionarse del analista determina la experiencia analítica diferenciándose del campo
de Psicoterapias. La primera operación del analista trata de sustituir la neurosis vulgar que
implica una satisfacción autoerótica cerrada en sí mismo; la operación es que pase al campo del
otro e incluya al analista; esta neurosis es entonces artificial y tiene al analista como centro.
Desde allí será posible intervenir.
Ahora bien, el analista queda en calidad de objeto. El objeto total está relacionado a los objetos
prohibidos del Edipo, en relación con la persona. Mientras que el objeto parcial está relacionado
a la pulsión: oral y anal. Lacan luego añada a la mirada y a la voz. La pulsión no ama al objeto,
sino que lo necesita para satisfacerse en su recorrido y el objeto parcial sirve para sostener ese
recorrido pulsional. Una vez fijado, no es modificable.
¿Qué se representa en acto en el análisis? Se hacen presentes fragmentos de manera
displacentera, son fragmentos penosos de la vida real.
La transferencia tiene 2 caras: la positiva en la vertiente del amor, motor y apertura del
inconsciente; el analista se articula por falso enlace en relación con los representantes psíquicos
reprimidos. Así se piensa al analista como objeto total.
Mientras que la negativa implica la conjunción con la Resistencia y es la cara de obstáculo. Pero
este obstáculo es fecundo y fundamental porque encausa el trabajo. Se harán presentes en el
análisis aquellos factores del orden pulsional; es el objeto de la pulsión y lo que vela a la neurosis
misma. Aquí habla del cierre del inconsciente y presencia del analista. Se debe hacer presente
aquello que no puede ser dicho porque se remite al circuito. Para sortear los obstáculos se
sostiene la regla de abstinencia y deseo. Del lado del analista también habla de la atención
puramente flotante sin fijación alguna.
El deseo del analista es un operador Lacaniano para abordar la díada transferencia pulsión:
despeja el ideal del objeto y lleva la demanda a la pulsión. El deseo del analista es una X y
funciona como enigma a la transferencia ofertándose como lugar vacío; para que el sujeto hable
libremente. Así trata de hacerse causa del deseo, porque encausa un trabajo psíquico. El analista
deberá abstenerse, también, del deseo de dar sentido para sostener esa X.

Módulo 1, Tema 3: FANTASÍA-FANTASMA.


La ética del PSA implica un “saber hacer ahí” con el síntoma, lo que lleva a un “duelo por el otro”.
Lo que resta luego de hacer caer los sentidos es saber hacer algo con los restos de aquello
irreductible (goce). Por el contrario, la ética histérica es creer que otro la puede sacar de su
problema, pero no hay otro completo que tenga el saber respecto a la satisfacción y el goce. No es
universal. La posición histérica se basa en creer que ese otro no está barrado.
El deseo del analista implica la abstención del dar sentido porque de hacerlo rompe la incógnita.
Para esto debe analizarse para no caer en dar sentido desde su fijación. Debe vaciarse del goce
masoquista, del goce del superyó y de su propio fantasma: modo de goce en forma de argumento
con el que miro al mismo. Es el marco que hace a mi propia subjetividad.
Lacan: El esquema Lambda.
El Yo debe ser constituido porque no nacemos con un Yo. Se nace con un cuerpo fragmentado y al
espejo se reconoce como unidad, se unifica el cuerpo (Más la libidinización de ese cuerpo). Otro
simbólico (A) debe sancionarlo como tal. Del lado de a’ el Yo mismo es su propio semejante, el Yo
se constituye en el otro semejante. El eje imaginario justamente implica la devolución del otro de
forma invertida, como algo constante y dialéctico.
El eje simbólico es lo que se trata en análisis, no interesa lo que el analizante quiere contar, sino lo
que quiere decir. Del eje de lo imaginario están los distintos enunciados, lo dicho y la palabra
vacía, la palabra común. Mientras que del lado del eje simbólico aparece la enunciación, el decir y
la palabra plena: se trata del valor simbólico del decir con algo que se dice más allá de querer ser
dicho.
El lenguaje es un código de sinsentidos. Lacan invierte la noción de Significado y Significante de
Saussure. La imagen sería el Significante y no es acompañado de significado, porque sólo cobra
significado al estar junto a otro significante: S1 + S2. Pero sólo S2 es aquél que da sentido a S1.

: El Significado.
ARBOL: El Significante.
El lenguaje es un sinsentido, pero nosotros se lo otorgamos constantemente. Nuestro fantasma
trata de aquello singular desde donde la otorgamos sentido a todo, el marco con el que
interpretamos cada escena. La palabra es aquello singular desde donde se habla el lenguaje. La
palabra es la significación que damos dentro del sinsentido del lenguaje.
El lugar del otro es el lugar de la alteridad; como lo inconsciente que se presenta como otro en sí
mismo, algo que habla y lo desconozco. El analista va a ocupar el lugar del Otro porque va a ser
escuchado desde un lugar particular. El paciente sabe que el analista dice algo de sí y espera
aquella palabra porque a partir de esa dialéctica se continúa construyendo el análisis.
Lenguaje- diacronía (sigue y continúa)
Palabra- sincrónica (aparece y tiene efecto disruptivo, más no continuo).
LACAN. Deseos y fantasmas.
La pregunta neurótica. Freud lee a la neurosis con la clave Edipo castración; mientras que Lacan
pretende trasladar a las neurosis para ser leídos bajo la clave del sujeto al mensaje en la dialéctica
del sujeto al otro. El sujeto se dirige al otro para hacerse nombrar, para hacerse reconocer, y en
esa direccionalidad le otorga el poder determinante con relación a los nombres del ser del sujeto.
Para lacan en sujeto (emisor) no recibe sino su mensaje en forma invertida, es decir como
respuesta del otro (receptor). El mensaje del sujeto se constituye como tal a partir de la respuesta
que recibe del otro/ a partir de pasar por el campo del otro. “El sujeto recibe su propio mensaje no
en lo que emite, sino en lo que recibe como respuesta del campo del otro”.
Otro camino que toma Lacan para hacernos pensar esta dimensión del sujeto al otro y del poder
determinante del otro, es a través de la fórmula de la necesidad y la demanda que tiene como
resultado el Deseo: el Resto. Por ejemplo, si suponemos que un bebé llora por determinada
necesidad, ese llanto se constituye como llamada a partir de que otro lo interpretó como una
demanda (en este caso alimenticia). Interpretar es darle una versión probable a ese llanto, pero
nunca es exacta u absoluta. Por eso deja como resto eso que llamamos Deseo. Este no son
propiamente las ganas de algo, sino que es un resto entre el llanto (en respuesta a la necesidad) y
lo que se interpretara de eso.
“El lenguaje la da un marco al Ser”, la da un marco entre significantes que lo nombran; pero no
nos nombra del todo, hay algo inasimilable del significante respecto del ser porque ninguna
representación es absoluta. Es en este sentido que el lenguaje tiene un agujero, una falta, un
vacío. El agujero deja como resto aquello que llamamos Deseo. En decir, entonces, que el Deseo es
el motor que resta de toda interpretación que venga del otro del lenguaje.
Por otro lado, Lacan propone pensar que Falo no significa Pene, sino que representa una presencia
respecto de una ausencia, un tener o no tener; una representación psíquica de la diferencia. Es un
ordenador de la posición del sujeto en relación con la dialéctica del ser y el tener, es un
significante. Ahora bien, hay una dialéctica/ un entrecruzamiento entre lo simbólico y lo
imaginario por lo cual este último le resta una Gestalt/ una forma/ una imagen al significante Falo,
produciendo allí muchas veces una confusión.
En la histeria femenina se puede llegar a suponer y a buscar, en quien supone que lo tiene, aquello
que le falta. El derrotero de la neurosis es confundir al significante falo con el pene y asumir
entonces que lo tengo/ o que no lo tengo y buscar aquello que me faltaría a nivel del Ser, en quien
se suponga que lo tenga (otro u otra). Pag, 254. Mientras que el problema de los histéricos
masculinos sería suponer que tienen algo, cuando en realidad no (justamente, al poner a nivel de
sinónimos los significantes pene y falo).
Dice Lacan “déjenlo hablar al Yo que cuando tropiece vamos a tener la oportunidad de dejar
entrar al síntoma”. Se refiere a que el Yo es una forma de hacer algo con la pregunta y no querer
dejar que se desarrolle para no encontrar la verdad de la estructura que es que esa pregunta no
tiene Respuesta a nivel del Lenguaje. El síntoma hace de esa pregunta un enigma.
Conferencia 23, los caminos de formación de síntoma. Lo somático es lo que hace que el síntoma
se repita. Lo somático, para Freud, es una referencia a la pulsión y la fijación de aquella a una
determinada zona erógena del cuerpo. Esto hace que determinadas zonas sean más propensas a
que allí se constituya un síntoma. Si bien para la pulsión no hay objeto predeterminado, una vez
que se fije, éste no cambiará.
La fantasía enlaza los 2 elementos del síntoma y constituye la realidad psíquica. Ésta es la realidad
que cuenta para el neurótico; no importa si un evento sucedió o no; lo que importa es la huella
que eso haya dejado en su realidad psíquica. Ahora bien, el síntoma es un destino de la pulsión y la
eliminación de aquél no alcanza para la cura porque la capacidad de repetición del síntoma es
parte de su componente pulsional. Es decir, que si no tocamos la modalidad de satisfacción que se
juega en el síntoma, se repetirá. Por más de que se analicen e interpreten todos los sentidos del
síntoma, el factor pulsional permanecería no susceptible de cura. El síntoma, entonces, debe
descomponerse: separar los elementos (el sentido del síntoma y lo pulsional) que están unidos en
el plano de la fantasía (realidad psíquica). A partir de la fantasía se establece un objeto, pero para
devenir un síntoma deben cumplirse 3 condiciones:

 Dejar energía sin descargar (de forma motriz u asociativa), flotando.

 No lograr sublimar aquella energía que quedó flotando/ no lograr desviarla a otra meta.

 Que aquella fantasía pase a ser inconsciente.


Es así, como el síntoma se pone en juego a ser la nueva vía de esa descarga.
El conflicto entre las instancias se genera ante una R. intolerable para el Yo porque es de carga
hiper intensa y penosa de afecto; pero aquello no desaparece, sino que se separa el afecto de la R.
y por el mecanismo de Represión es desalojada de la CC. El cuantum/ la suma de excitación/ el
factor económico libidinal tiene un destino también: puede ir al cuerpo y dar lugar a un síntoma
conversivo histérico; o bien puede desplazarse re R. nimia en R. nimia en el plano del pensamiento
por Falso Enlace dando lugar a una idea obsesiva como síntoma. El síntoma siempre implica un
Retorno de algo Reprimido y acorde al modo en el que retorne se dan las coordenadas para definir
los tipos clínicos dentro de la estructura neurótica.
Ahora bien, la Represión en el obsesivo es una defensa aún menos lograda que en la Histeria, por
lo cual se necesita constantemente reforzarla; es decir sostener la defensa con más defensas. ¿Por
qué? Porque en la histeria el afecto se va al cuerpo y la R. al inconsciente; pero en la obsesión el
afecto queda desplazándose entre R. en el plano de la CC. Por lo tanto, se hace aquello más
peligroso para el Yo porque está rondando por la CC, de forma constante, es así como el Yo haya la
“solución” de desplazarla constantemente.
Según Freud, el obsesivo oculta la R. de una vivencia sexual activa y placentera y ante aquello
aparecen síntomas de defensa primaria donde se encuentran los escrúpulos, la vergüenza, la
desconfianza que constituyen los rasgos de carácter del obsesivo. Pero estos síntomas como
defensa primaria fallan; es estas fallas lo que encontramos es un retorno de aquellas 1° vivencias
sexuales infantiles ya desfiguradas, no siendo reconocibles para el sujeto. Nos encontramos,
entonces, con recuerdos que implican ciertos reproches que el obsesivo se hace a sí mismo. Ante
esa defensa se genera el síntoma propiamente dicho; se produce como formación de compromiso
entre 2 instancias ante el conflicto. Mientras que a nivel del pensamiento se observan rituales,
ceremoniales, acciones obsesivas, mandatos, prohibiciones; se constituye “su propia religión”.
Pero nuevamente fallan y esas “medidas preventivas” derivan en “compulsivas”. El obsesivo tiene
una compulsión a pensar.
Inhibición, síntoma y angustia. En la pag. 93 Freud define al Yo como una parte diferenciada del
Ello; es la parte organizada del Ello y sus elementos están organizados entre sí, mientras que los
del Ello están dispersos y sueltos. El Yo es un lenguaje articulado que trata de responder al
principio del placer, pero falla en su función: tratar de organizarse en relación con las exigencias
pulsionales del Ello, del Superyó y de la realidad exterior. En este sentido es un intermediario
entre sus 3 vasallos. Falla respecto a las exigencias de satisfacción del ello, debido a que éstas no
se doblegan ante la organización del lenguaje articulado del Yo. El síntoma es la sustitución que
permite la satisfacción pulsional. EL Yo es la sede de la angustia y ésta es una señal que le trata
de avisar al Yo sobre el peligro que conlleva la satisfacción pulsional y genera que se
desencadene en el aparato una operación de defensa de la cual saldrá como efecto el síntoma.
El síntoma se percibe como un huésped mal recibido, un cuerpo extraño, algo que nos incomoda;
posee un carácter de “extraterritorialidad” respecto del Yo. ¿cómo se las arregla el Yo con este
intruso? No para de reprimirlo como exigencia pulsional, pero al mismo tiempo lo incorpora
porque debe otorgarle un uso a lo ineliminable; es decir que se debe incorporar a toda la
organización del aparato y, además, se haya un beneficio secundario. Al encontrar este beneficio,
lo fija y le otorga resistencia: resistirá para no irse. Así se genera una lucha constante contra el
síntoma como defensa secundaria. Esto es visible en las neurosis obsesivas. Se entiende así,
además, a la clínica de la neurosis como la clínica del conflicto (las instancias psíquicas tienen
intereses opuestos) después de que Freud postule Más allá del Principio del Placer dándole lugar
al “tercer Freud”.
"Inhibición, síntoma, y angustia". Apunta Freud que los síntomas son satisfacciones sustitutivas
(Más allá del principio del placer). El obsesivo ejecuta un acto y busca su opuesto (aporta las dos
versiones). Es la época donde Freud trabaja la regresión de la libido a los primeros objetos
sexuales y a las fases anteriores de la organización sexual infantil. Cuando hablamos de regresión
pulsional estamos refiriéndonos a la separación de pulsiones que antes estaban integradas. Como
analizaremos más tarde, la vida pulsional mostrará una ambivalencia y una regresión y fijación en
la fase anal. Aparecerá también una relación sadomasoquista interiorizada presente en forma de
tensión entre el yo y un superyó cruel. Al contrario que en la histeria que hace una regresión hacia
los primeros objetos sexuales, la neurosis obsesiva lo realiza hacia fases anteriores de la
organización sexual (fase preliminar de la organización fálico-anal). Por ello entre sus síntomas
existe una suerte de impulso que de amoroso se transforma en sádico, sorprendiendo al sujeto.
En la segunda tópica de "Más Allá del Principio del Placer" y en "Inhibición, síntoma y angustia",
quedará claro el papel del erotismo anal, el masoquismo primario y la compulsión a la repetición,
efectos de la pulsión de muerte. Esta famosa experiencia de seducción freudiana será revisada por
Lacan cuando afirma que se trata del encuentro del sujeto con el Otro, momento en el cual el
sujeto queda como mero objeto en el circuito del deseo del Otro (lugar donde se constituye) La
angustia está localizada aquí, en este encuentro.
En la formación de síntomas de la neurosis obsesiva intervienen tras la represión otros
mecanismos defensivos que no se observan en la histeria de angustia ni en la histeria de
conversión y son:  La regresión, con la que el yo se defiende del complejo de castración
empujando la libido a etapas anteriores de satisfacción que no comporten tal riesgo  Las
formaciones reactivas, que consisten en rasgos del carácter que el yo desarrolla exageradamente
obedeciendo al superyó como la hipermoralidad o la limpieza excesiva.
Después del período de latencia, la llegada de la pubertad es también decisivo en la neurosis
obsesiva porque, siguiendo el camino marcado por el desarrollo sexual en la infancia, los nuevos
impulsos libidinosos emprenden también la regresión y surgen en forma de tendencias agresivas y
destructoras (carácter sádico-anal). Mientras el yo se resiste contra los impulsos violentos y
crueles, el superyó insiste en reprimir esta sexualidad que adopta formas tan repulsivas. Además,
las representaciones obsesivas desagradables son conscientes, por lo cual el yo se cree inocente
porque permanece incomunicado con el Ello a causa de la represión, pero a la vez se siente
abrumado por los sentimientos de culpa ya que permanece abierto a las influencias del superyó el
cual está al tanto de las pulsiones reprimidas. El yo no busca sustraerse de la crítica del superyó.
De hecho, hay N.O sin ninguna CC de culpa. El yo se ahorra percibirla mediante una nueva serie de
síntomas. Tales síntomas significarán al mismo tiempo satisfacciones de mociones pulsionales
masoquistas, que también recibieron un refuerzo desde la regresión. La tendencia de la N.O
consiste en procurar cada vez mayor espacio para la satisfacción sustitutiva a expensas de la
denegación. Estos síntomas cobran más tarde el carácter de satisfacciones. El resultado de este
proceso es un yo extremadamente limitado, obligado a buscar sus satisfacciones en los síntomas.
CAPÍTULO 6 En el curso de las luchas pueden observarse dos actividades del yo en la formación
del síntoma. Éstas son el anular lo acontecido (anulación) y el aislar (aislamiento). La primera tiene
gran campo de aplicación, mediante un simbolismo motor quiere hacer desaparecer, no las
consecuencias de un suceso, sino el suceso mismo. En la N.O nos encontramos con la anulación de
lo acontecido sobre todo en los síntomas de dos tiempos. La tendencia a anular se revela como
una de las principales fuerzas motrices de la formación de síntoma. En el caso del historial del
hombre de las ratas, puso la piedra para hacer daño y luego sucesivamente el acto que anula el
acontecimiento primero (devuelve la piedra en su lugar), es patognomónico de la neurosis
obsesiva.
La otra técnica es el aislamiento. Recae también sobre la esfera motriz, y consiste en que, después
de un suceso desagradable o de un acto propio relacionado con su neurosis, se interpola una
pausa en la que no está permitido que acontezca nada, no se hace ninguna percepción ni se
ejecuta acción alguna ni ejecutar ningún otro acto para evitar que los pensamientos relativos a ese
suceso o actividad entren en contacto asociativo con otros pensamientos (Si me caso, le pasa algo
a mi padre en el más allá).
Son técnicas auxiliares del yo que nos muestran en la neurosis obsesiva lo fallido del esfuerzo
defensivo. Consiste en mostrarnos cómo cada vez el yo está más lejos de cumplir su función.
Encontramos un yo cada vez más limitado. El yo en la neurosis obsesiva siente así ese sentimiento
de culpa por fracasar en su función. Aquí hay una diferencia con la melancolía, pues, en la
melancolía hay consentimiento de la culpa. El neurótico obsesivo halla dificultad en obedecer a la
regla psicoanalítica fundamental. Su yo es más vigilante y son más tajantes los aislamientos. Tiene
demasiadas cosas de las cuales defenderse. Luego apoya esta compulsión a concentrarse y a
aislar: mediante acciones mágicas de aislamiento que se vuelven tan llamativas como los
síntomas. El aislamiento es una cancelación de la posibilidad de contacto (tabú del contacto), un
recurso para sustraer a una cosa del mundo, y cuando el neurótico aísla también una impresión
mediante una pausa, nos da a entender que no quiere dejar que los pensamientos referidos a ello
entren en contacto asociativo con otros.
El punto de arranque tanto de las fobias, como de la histeria de conversión, como de la neurosis
obsesiva es la destrucción del complejo de Edipo, y en todas, el motor de la renuencia del yo es la
angustia de castración. Pero sólo en las fobias saldrá a la luz esa angustia. En la neurosis obsesiva
el severo superyó deja a los enfermos atormentados por una voz que no para.
1920 la preocupación es por la conclusión de la cura. Hacia el final de la cura ¿Qué se hace con la
actitud del psicoanalista? Hay distintas reglas: para el analizante la asociación libre; para el analista
la neutralidad y abstinencia sostenida en la antes de la atención parejamente flotante.
Previamente debe autoanalizarse para no analizar desde su propia fijación, desde su propio
fantasma.
La escisión constitutiva del sujeto, la escisión estructural del yo se intenta sustituir con un objeto
(similar a lo planteado por Freud con el objeto perdido, la satisfacción plena como imposible y el
deseo como motor naciente).
En recordar, repetir, reelaborar se plantea que no todos los olvidos son iguales. Lo olvidado a
través de la represión, lo olvidado de forma estructural y lo olvidado que se construye en análisis.
La reelaboración es lo más parecido a la concepción de "construcción" (1937). Implica tocar algo
de la pulsión con lo simbólico_ afectar la Pulsión con lo simbólico. Introduce la ruptura con la
teoría del recuerdo: apelar a eso olvidado como causa del síntoma; ya no se trata de llenar lagunas
mnémicas para hallar solamente sentidos y nexos. Esto sucede porque el factor pulsional excede y
repite la creación de síntomas.
El obstáculo, en los escritos técnicos los obstáculos se dan por resistencia y transferencia, por el
cierre del ICC y la resistencia a la interpretación. Pero que a la vez es lo que permite la repetición
en acto de vivencias del contenido penoso.
Las formas de defenderse son causa de la castración del otro escindido ya que no existe ese otro
completo no existe la satisfacción plena por estructura.
El deseo del analista es una función no se sabe que quiere porque no sostiene al otro. Mientras
que el deseo histérico sostiene un otro completo sería el otro que logró y tiene eso que yo no
logro; o el otro que me lo sacó; hay otro que me va a permitir o no me permite la completud.
El deseo del analista acompaña hacer el Duelo por el otro. El analista no debe identificarse con
aquel sujeto que sabe, es decir con Aquel lugar que le brinda la analizante al terapeuta porque
considera que él si tiene el saber, considera que tiene la respuesta a la satisfacción.
¿Que es la angustia? Allí donde debería haber algo, hay nada. Es la ausencia de significación. Algo
irrumpe y el sujeto no cuenta con las herramientas simbólicas para significarlo e inscribirlo. El
sujeto tambalea con sus saberes simbólicos y no sabe qué hacer. Depositará aquel saber en el
analista.
El objeto a: Oral. Anal. Voz. Mirada.
La Pulsión se presenta en análisis a través del sufrimiento por algo. Aquello por lo que se dice
sufrir implica la cara del sentido. Mientras que el sufrimiento estructural remite al goce, a la
Pulsión.
Implican los modos en los que un objeto es rodeado por la Pulsión y cómo se presentifica. El sujeto
intenta buscar satisfacciones sustitutivas. Si no existiera el Deseo del analista cómo operador, el
sujeto podría utilizar al análisis como satisfacción sustitutiva y no querer dejarlo. Por esta razón
debe abstenerse del deseo de dar sentido por tener el supuesto saber, sino podría interpretar
desde su fantasma. Su ser debe quedar fuera y ser soporte del objeto, no está en posición de
objeto ni sujeto, sino de función X.…
Luego de 1920 la angustia se modifica una tercera vez.
1) angustia frente a una VSPT realmente acontecida.
2)la represión genera el desprendimiento de angustia.
3) la angustia de castración desencadena la represión para no encontrarse con la castración, la
falta.
La angustia señal tiene sede en el yo e implica la señal ante el terror de que se repita lo que fue
traumático. La angustia Traumática remite a la irrupción desligada de cualquier representación.
Deja una marca que luego se repite, esta es la marca del goce.
La cadena de significantes es ese principio de realidad o escena psíquica en la que el sujeto se
sostiene. Esto funciona como una barrera cuando algo y rompe y el sujeto no lo puede tramitar es
porque escapa de su marco límite de significantes. Aquella irrupción pulsional sin ligadura debe
ligarse alguna representación porque urge habilitar algo para reparar esa Barrera protectora que
desbordó. La angustia traumática quedará del lado de la cara ICC, con sede en el ello debido a que
lo traumático ha de reprimirse
Mientras que la angustia señal tiene sede en el Yo, implica un marco y tiene que ver con una
expectativa de angustia. Puede ser visible generando inhibiciones para no llegar a la angustia
traumática, o puede tener forma de formaciones del inconsciente, recuerdos, retornos, etc.
El peligro es el desvalimiento psíquico y es estructural. Cuando algo irrumpe y el sujeto queda en
un desamparo no puede alcanzar a defenderse y es así cuando se genera al encuentro con el
desvalimiento. La angustia traumática está ligada un instante traumático y eso funciona como
marca de goce. Es lo que se articulará en forma de compulsión a la repetición.
El instante traumático fija la represión primaria, mientras que la secundaria está del lado de la
angustia señal que motorista la defensa para no hacerse con aquello que tememos.
La irrupción de goce paraliza el principio de placer porque no puede bajar ni ligar las magnitudes
de estímulo ya que faltan representaciones para responder y así lograr tramitar. Por lo tanto,
fracasan las defensas y las formaciones como posibilidad de tramitación sustitutiva. Es así que el
instante traumático es el lugar propio del más allá del principio de placer el peligro es lo que
ocasiona en la vida psíquica.
¿Qué es el objeto a el objeto a? es un agujero, pero con bordes, aunque nada discursivo, nada de
significante. Es una plusvalía porque implica un Plus de goce. Rodea un objeto oral, anal, invocante
u ectópico. Lo que no es del orden del del sujeto, lo es del objeto, como una "sustancia episódica
de goce".
Al igual que la fantasía, el fantasma une 2 elementos heterogéneos: el deseo inconsciente con el
objeto a que bordea la pulsión. El antecedente Freudiano es la Fantasía "pegan a un niño": se trata
de una persona que relata una fantasía hasta que en un punto dice "no sé más", es decir una frase
al borde del agujero/ una frase al borde del vacío significante; concretamente no sabe nada más
sobre eso.
La primera fantasía se relata como que pegan a un niño y no sé nada más, esa es la que se marca
el límite. Está del lado de la represión Primaria.
En la segunda se dice que el padre pega el niño odiado por mí, esta sale en el análisis e implica
celos edípicos, fantasías de orden sádico ya que pegan al niño que yo celo. Está del lado del
retorno de lo reprimido.
La tercera fantasía se constituye puramente en análisis "soy pegado por el padre". Implica una
fantasía erótica y masoquista. Vía regresiva el ser pegado significa ser amado.
Esta es la estructura del fantasma.
El grafo del deseo: en el encuentro con el otro A y el lenguaje del sentido común, es que nos
constituimos. Necesitamos de ese otro, pero de ese encuentro algo resta, algo excede: el campo
del deseo ICC. manifestado como una pregunta neurótica gira en torno a ¿Qué querrá el otro de
mí? Es el deseo por el deseo del otro. Y no tiene respuesta porque ese otro también está borrado,
tampoco sabe su propio deseo, tampoco tiene la respuesta. Es un vacío, un agujero en la trama.
Frente a ese agujero sucede el fantasma como la respuesta anticipada al deseo del otro. El
fantasma estabiliza la estructura porque sino estaríamos en una incertidumbre constante.
Uno se sostiene de los argumentos que crea y el argumento máximo es el propio fantasma. Una
frase que sostiene la estructura neurótica y le da un marco al ser, pero cuando no alcanza para
responder fantasmáticamente se recurre al análisis.
En el texto "el axioma del fantasma" de Miller se habla del fantasma en sus tres dimensiones:
Respecto a la dimensión imaginaria se trata del marco con el que uno mira el mundo e interpreta;
es la pantalla o escenario con el que percibo al mundo. Respecto a la dimensión simbólica se trata
siempre de la misma frase o el mismo guion. Finalmente, la dimensión real es el axioma mismo, el
fantasma como fundamental y verdad Primera que sostiene todas las preposiciones. Es lo más
singular y lo más desconocido pero lo que sostiene todas las interpretaciones subjetivas y los
goces inconsciente. Es lo que permite operar de algunas formas y otras no.
Diferencias entre síntoma y fantasma: en síntoma habla, el paciente habla cómodamente de sus
síntomas porque tiene carácter extraterritorial. Mientras que, del fantasma y la Fantasía, como es
algo mucho más íntimo, es más complejo de nombrar y se construye puramente en análisis
porque es inconsciente, en este sentido es solidario con la transferencia.
Mientras que el síntoma es variable, el fantasma es monótono, es siempre igual, es siempre el
mismo guion. Mientras que el síntoma es retroactivo porque tiene dos tiempos, el fantasma es
actual, presente e instantáneo.
¿Qué es aquello que se repite siempre? Los mecanismos de defensa, dice Freud en "análisis
terminable e interminable" (1937). Entonces ¿qué hacer con eso a fin de análisis? l
Lo que se puede hacer es saber un poco más de Sí para advertirse de cuál es mi compulsión a la
repetición/ para advertirse de Cuál es el fantasma con el que siempre practico el mismo guion,
para tener la posibilidad de decidir distinto.
Miller toma la conferencia 23 y propone subtítulos al texto Freud.
1) escapatoria de la libido. La libido está en el síntoma como un autoerotismo ampliado. Se
satisface en la Fantasía en los síntomas. Se trata de una satisfacción real con que produzca
sufrimiento. El síntoma como satisfacción se articula a los puntos de fijación.
2) ¿De Dónde sacan la fijación libido? de vivencias puramente contingentes de la infancia. Una
vivencia que no debe ser hiper particular sino común y así se fija la libido. Pero necesitamos
acontecimientos actuales, frustración y defensa para la Constitución de un síntoma, no alcanza
solamente con fijación.
3) las vivencias infantiles solo cobran importancia retrospectivamente. El punto de fijación es la
inmovilización de un monto libidinal y es un punto de atracción.
4) la satisfacción en el síntoma: el síntoma repite la modalidad fijada de forma censurada por la
defensa; en este sentido la causa del síntoma es la fijación más la defensa. A nivel defensivo se
tramita un conflicto psíquico con el uso de representaciones, mientras que a nivel de la
satisfacción está la fijación pulsional.
La satisfacción paradójica se percibe con padecimiento y algo extraño para el yo. Es autoerótica y
por eso es una suerte de retracción a un autoerotismo ampliado. Comienza a ocupar distintos
espacios de la vida del sujeto. Es una libido que enferma el cuerpo y al estar allí hace que no esté
en otros lugares. Resta para todo lo demás
5) Fantasma y realidad: las escenas pueden haber acontecido o no, son ficciones que cada uno se
arma. Sobre el punto de fijación se construyen las fantasías. Vía fantasía la libido se une a algún
argumento.
6) los fantasmas originarios: detrás de la fantasía de exclusión esta la escena de "todos me
excluyen" cuando realmente uno se excluye solo. Detrás de la fantasía de seducción está el deseo
por el deseo del otro. Detrás de la fantasía de la castración se haya la pregunta por la sexualidad
7) La referencia del síntoma: no es el sentido inconsciente, sino la fijación.
8) de la creación y el arte: la sublimación como un modo distinto de hacer con la satisfacción.
La alteración del yo, el triple estatuto:
1) El yo escindido de forma estructural, significa que no se tiende a yo como algo unificado.
2) La alteración del yo como mecanismo de defensa por un conflicto psíquico. Desde el ello como
compulsión a la repetición, del superyó como necesidad de castigo en la reacción terapéutica
negativa.
3) La ventajosa alteración como producto del Análisis donde no se intenta suturar la hiancia, pero
si hacer algo con el conocimiento de mi propia satisfacción paradójica. La dirección de la cura no
va o la unificación del Yo para corregir algo, eso es del campo de la psicoterapia.
El Yo del niño está en servicio de una poderosa exigencia de satisfacción, pero representa un
peligro. Debe decidir si desmentir el peligro o hacerse a la realidad. ¿Qué hace entonces? rechaza
la realidad objetiva, por un lado, pero por otro la reconoce y luego la defiende con mecanismos de
defensa. La desgarradura se presenta así y es constitutiva. El aparato trata de poner distintas
respuestas para esa hiancia como distintas respuestas de satisfacción para hacer algo con eso. El
análisis debe centrarse allí con la libido disponible para otros fines más no la satisfacción pulsional.
Las respuestas frente al conflicto del encuentro con la castración.
Fetichismo como característico de la perversión: se sabe de la falta, pero de la desmiente. Es así
que se detiene en aquello que lo vela. Por ejemplo, una bombacha tapa justo la falta.
Neurosis: mete al fantasma en la trama simbólica. El afecto puede tener distintos caminos.
Paranoia como paradigma de la Psicosis: lo que se rechaza regresa de afuera, de lo real.
La significación fálica, en términos de complejo de castración, remite una función simbólica. El
falo es un elemento que articula lugares. El complejo de castración y el complejo de Edipo son
argumentos a lo imposible. Aparece como prohibido lo que en realidad es imposible hay un objeto
de deseo prohibido pero la satisfacción plena es imposible a nivel pulsional.
Es un argumento para lo que hay y para lo que no hay. Delgado desarrolla Tres puntos textuales:
Interdicción: Cómo la previsión misma el Edipo ordena en leyes y orienta deseo cómo lo que se
puede y lo que no. El efecto de la prohibición que tiene sustituye a la madre por aquellas que no
estén prohibidas. Es un reforzamiento de la identificación primaria: esta es la incorporación del
lenguaje y la ley. Es incorporar la cultura del padre.
El Edipo como argumento de la neurosis abre la cadena significante del lenguaje. El significante
uno es el deseo de la madre y el significante dos es el nombre del Padre. Frente a la incógnita es
que aparece la significación fálica.
Los tres tiempos del Edipo: en el primer tiempo el niño está puesto como falo imaginario de la
madre. Está en posición de objeto fálico y coincide con el narcisismo primario de los padres, el
bebé debe ser objeto de amor.
En el segundo tiempo se haya la metáfora paterna que implica la caída de ese lugar con la
intersección del nombre del padre de la ley y de la prohibición. Se pregunta qué desea la madre
que no está todo el tiempo ahí. El falo es el significante de la falta y no hay nada que le completo.
Es el significante de lo que no hay.
En el tercer tiempo alguien debe encarnar la función paterna y el niño debe poder engancharse a
esa trama.
Las formas neuróticas del Deseo. En el seminario 5, parágrafos 20,22,26 Lacan toma el sueño de
la bella carnicera que es un sueño de una paciente atendida por Freud. Éste permite dar cuenta de
la identificación Freudiana histérica y El Deseo propio de la histérica: insatisfecho.
El otro, es otro barrado que no tiene todos los significantes, que no puede interpretar toda la
demanda significante y lo que resta de esa operación es el deseo. Es decir que el otro está barrado
porque no puede responder a esa demanda en forma absoluta. Si no habría falta, entonces no
habría deseo. El deseo es la metonimia de la falta en Ser; es lo que da cuenta de la falta en Ser
produciendo el deseo entre significantes.
El Fantasma es una de las modalidades de respuesta que tapona esa falta en el neurótico. ¿cómo
se juega el deseo en la histeria y obsesión? La histérica se encarga de sostener el deseo y padece
ser la que sostiene el deseo como deseo del otro; lo padece en su síntoma sonde no hace más que
mostrar que el deseo va más allá de la demanda. Mientras que, del lado del obsesivo, el deseo no
es insatisfecho, sino imposible porque el otro está completo, no está barrado, es absoluto y amo.
Para no saber sobre su deseo, lo transforma en demanda para poder darle al otro.
En “La dirección de la Cura” (1958) Lacan plantea que el deseo está más allá de la demanda. La
necesidad puede ser puesta en palabras y es así cuando se le da el estatuto de necesidad “quiero
comer/ necesito alimento/ dame de comer”; mientras que deseamos siempre aquello que nos
falta; si lo tuviésemos no lo desearíamos.
Así la histérica misma se transforma en falta para un hombre y que éste así la desee; cuando el
hombre la busca a ella, ésta se corre asegurándose que él siga deseando: se llama sustracción
histérica para generar deseo. El obsesivo se evade del deseo poniendo todo en el campo de la
demanda; le hace la vida imposible al deseo. El obsesivo intenta construir otro no tachado, otro
completo y es especialista en matar el deseo del otro. Mientras que la histérica produce
situaciones en que el deseo se ponga en juego con relación al otro para mantenerlo insatisfecho;
el obsesivo lo mata reduciéndolo a la demanda: “tus deseos son órdenes”. Se busca la completud
del otro para no confrontarse con la falta que es lo que le angustia, a diferencia de la histérica que
busca ubicar la falta en el otro.
Síntoma mensaje, síntoma Goce. Si entendemos que el síntoma es un sufrimiento, cuando
hablamos de síntoma mensaje pensamos en la dimensión del síntoma que interroga al sujeto:
“¿qué me pasa?, ¿qué tengo?”; así se transforma en un enigma, el colmo del sentido. Es así como
el síntoma mensaje quiere decir algo; mientras que el síntoma Goce es un querer gozar/
satisfacerse. El síntoma es el significante de un significado reprimido por el sujeto. El análisis
apunta a liberar ese sentido reprimido/ esa palabra.
En el texto “instancia de la letra” (1957) Lacan propone entender al inconsciente estructurado
como un lenguaje con cadenas significantes. Pero ahora, la concepción de síntoma ya no es el
significante de un significado reprimido, sino que es un significante de otro significante
enigmático. La interpretación ya no apunta a liberar el sentido reprimido, sino que es una
puntuación en la cadena de significantes para producir allí diferentes sentidos. Entonces el sentido
ya no es reprimido, sino producido como efecto de los significantes en análisis.
En los años 62,63 Lacan habla de otro cuerpo, de una nueva dimensión del cuerpo y del afecto
mayor: la angustia. Introduce una dimensión del sujeto producida por el choque entre el sujeto y
su encuentro con el lenguaje, pero es mítico. De aquel choque decanta una pérdida, un resto.
Lacan propone nombrarlo objeto A: objeto porque no es del orden del significante y es resto
porque escapa al sujeto y al otro, y funciona como causa del Deseo, en tanto localiza una pérdida
como tal. El fantasma viene a tratar de hacer algo con esa perdida, es una manera de hacer algo
con el resto generando una ficción, una pantalla y pone en juego ese objeto A en la comunicación
entre el sujeto y el otro; en la escena entre el sujeto y el otro.
Todo sujeto llega a análisis con una hipótesis, con un saber sobre su padecimiento que, de algún
modo, está al servicio de su satisfacción. Con mover algunos de estos saberes/ que se produzca
una inversión dialéctica, tiene un impacto directo en la satisfacción y el síntoma en el sujeto.
Cuando la pregunta neurótica se desencadena, las cosas no vuelven a ser como antes ya que
implica un nuevo desarrollo de verdad, principalmente porque se involucra haciéndose
responsable de la satisfacción que se obtenga allí (en la queja que trae al análisis). El sentido del
síntoma estará ligado a la fantasía porque ésta engloba al sentido y la pulsión (goce). Para Freud,
el neurótico no diferencia bien entre fantasía y realidad “tolo lo que yo haría”, “cómo quisiera
que… “; es constante. La fantasía suple el agujero/ el vacío/ lo que quedó perdido de aquella
mítica primera experiencia de satisfacción que es motor del deseo. Y el síntoma es lo somático/
zonático, más la soldadura del sentido sexual que aporta la fantasía y que une estos elementos
heterogéneos. Se le dice zonático porque refiere a una parte del cuerpo que se presta como el
medio de expresión para manifestar el conflicto y como descarga para aquello que no se logró
descargar.
Ahora bien, en relación con la fantasía como realidad psíquica neurótica, como la que cuenta,
Lacan nos trae la noción de fantasma. Se podría decir que casa uno lee la realidad desde su propio
marco fantasmático, desde su propia interpretación de la realidad y es algo único y fijado. Pero el
fantasma, para Lacan, siempre tiene un pie en el Otro porque el deseo del neurótico se sostiene
en el Otro “¿qué querrá el Otro de mí?, ¿qué pretende?”. El neurótico, a diferencia del psicótico,
posee su objeto en el campo del Otro porque se toma a ese otro como objeto pulsional: el otro es
mirada, es voz, es objeto anal, u oral. En cambio, el Psicótico, que no perdió míticamente ningún
objeto, no tiene la necesidad de salir a buscarlo en el campo del otro; esto se puede relacionar con
la característica de “La falta de sentimiento de la vida” que nombra Kraepelin. Mientras que en el
neurótico la voz es áfona y la mirada está velada por el fantasma, en el psicótico la mirada se hace
visible y es transparente para el otro dejándolo sin intimidad alguna, es totalmente invadido por
voces, por miradas y sus pensamientos pueden ser escuchados o impuestos por el resto. El
fantasma Lacaniano es, entonces, la relación del sujeto con el objeto de deseo; es la composición
del sujeto significante con el objeto A y genera que cada uno lea la realidad desde el marco de su
propio fantasma; razón por la cual nunca va a haber una lectura totalmente unívoca de la realidad,
sino que cada sujeto interpreta algo desde su propio fantasma, desde su propia subjetividad.
En el seminario 10 Lacan propone que el síntoma es goce en sí mismo, pag 139. “el síntoma no
puede ser interpretado directamente, se necesita para ello la transferencia, o sea, la introducción
del otro”. El síntoma como metáfora quiere decir que es interpretable porque tiene un sentido
como todas las formaciones de inconsciente, pero en el seminario 10 la cosa cambia porque Lacan
propone que el síntoma es Goce.
El síntoma es Goce, esto quiere decir que no puede ser interpretado, dice Lacan “El síntoma en su
naturaleza es Goce, goce revestido”. Se basta a sí mismo, es autoerótico, lo cual no tiene nada que
ver con el otro. Del otro lado, de la otra cara, estaría el otro con los sentidos y lo pasible a
interpretarse y analizarse; etc.
Ahora bien, algo sucede con ese goce autoerótico que hace que el sujeto deba ir a buscar ayuda
de alguien porque le molesta. A la esencia del síntoma natural es necesario que se le agregue algo
artificial: hacer creer a alguien que ese síntoma tiene un Sentido. Cuando una cree que su síntoma
posee un sentido, automáticamente implica al otro y es a partir de esta creencia que se puede
empezar a analizar e interpretar. Éste es el artificio del psicoanálisis. Al final del análisis esto se va
desintegrando para llegar al núcleo del síntoma. Cuando Lacan habla de un síntoma sin sentido
habla de un síntoma por fuera del ordenador simbólico del nombre del padre; porque hay una
parte que es puro Goce, que escapa de cualquier sentido, que escapa de cualquier significación
fálica y no tiene ningún tipo de beneficio para el sujeto.

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