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Psicoterapia I

Práctico 6: Lacan y la dirección de la cura

Lacan: La dirección de la cura y los principios de su poder

I ¿Quién analiza hoy?

La impotencia para sostener auténticamente una praxis se reduce al ejercicio de un


poder. El analista debe dirigir la cura pero no al paciente: la dirección de conciencia en el
sentido de guía, queda radicalmente excluida. La dirección de la cura consiste en primer
lugar en hacer aplicar por el sujeto la regla analítica, o sea las directivas cuya presencia
no podría desconocerse en el principio de lo que se llama “la situación analítica”. El
problema de la dirección se muestra, como no pudiendo formularse sobre una línea de
comunicación unívoca lo cual no obliga a quedarnos aquí por ahora para esclarecerlo más
tarde. Establezcamos únicamente que, de reducirlo a su verdad, ese tiempo consiste en
hacer olvidar al paciente que se trata únicamente de palabras, pero que esto no justifica
que el analista lo olvide a su vez. Es por el lado del analista por donde pretendemos
abordar nuestro tema. Digamos que en el depósito de fondos de la empresa común (el
análisis), el paciente no es el único que pone toda la cuota. El analista también debe
pagar

- Paga con palabras, si la transmutación que sufren por la operación analítica las eleva a
su efecto de interpretación;

- Paga con su persona, en cuanto que, diga lo que diga, la presta como soporte a los
fenómenos singulares que el análisis ha descubierto en la transferencia,

- Paga con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo, para mezclarse en una acción
que va al corazón del ser (en el análisis no puede involucrar su propio ser)

Los que pretenden contentarse simplemente con la eficacia del análisis, afirman que el
analista cura menos por lo que dice y hace que por lo que es. Se ha tomado al
psicoanálisis como una situación de dos donde el “yo-fuerte” del analista domestica al “yo-
débil” del paciente. Estas consideraciones constituyen desviaciones y las mostramos para
que, a partir de las dificultades que plantea proceder así, tengamos los temas de nuestra
ruta. Otro error del analista es interpretar a partir de la contratransferencia (lo que siente el
propio analista) lo que es seguro es que los sentimientos del analista sólo tienen un lugar
posible en este juego, el del muerto (no mostrar los sentimientos) y que si se le reanima,
el juego se prosigue sin que se sepa quién lo conduce. Por eso el analista es menos libre
en su estrategia que en su táctica. El analista es aún menos libre en aquello que domina
estrategia y táctica: a saber, su política, en la cual haría mejor en ubicarse por su carencia
de ser que por su ser. Para decir las cosas de otra manera: su acción sobre el paciente se
le escapa junto con la idea que se hace de ella, si no vuelve a tomar su punto de partida
en aquello por lo cual ésta es posible, si no retiene la paradoja en lo que tiene de
desmembrado, para revisar en el principio la estructura por donde toda acción interviene
en la realidad. La interpretación del analista va a ser recibida como proveniente de la
persona que la transferencia supone que es, el analista aceptará aprovecharse de ese
error a condición de que interprete ese efecto, si no fuera así el psicoanálisis quedaría
reducido a una sugestión grosera.

Práctico 8: Divergencias en el psicoanálisis freudiano

Freud: Nuevos caminos de la psicoterapia analítica (1919)

(Freud pasa revista del estado de su terapia y dice): Hemos formulado la tarea médica de
este modo: llevar al enfermo de neurosis a tomar noticia de las mociones reprimidas, esas
mociones inconscientes que subsisten en él, poniendo par ello en descubierto las
resistencias que en su interior se oponen a tales ampliaciones de su saber sobre su
propia persona. ¿Descubrir esas resistencias garantizará también su superación? No
siempre. Pero esperamos alcanzar esa meta aprovechando la transferencia del paciente
sobre la persona del médico. En otro lugar he aclarado las constelaciones dinámicas del
nuevo conflicto a través del cual guiamos al enfermo y con el cual hemos remplazado al
anterior conflicto patológico. Por el momento no sabría modificar nada de lo ya dicho.

Hemos llamado psicoanálisis al trabajo por cuyo intermedio llevamos a la conciencia del
enfermo lo anímico reprimido en él. ¿Por qué “análisis”? Significa desintegración,
descomposición. Es como el trabajo que hace el químico con las sustancias naturales en
el laboratorio. Los síntomas y exteriorizaciones patológicas del paciente son de naturaleza
compuesta, porque en su fundamento último, los elementos de esa composición están
formados por motivos, mociones pulsionales. Sobre esos motivos elementales el enfermo
no sabe nada. Le informamos cómo están compuestas esas formaciones anímicas tan
complejas, y reconducimos los síntomas a las mociones pulsionales que los motivan. Así
hace el químico cuando separa la sustancia básica, el elemento químico. Así también con
las exteriorizaciones anímicas no patológicas, le mostramos que su motivación está dada
por otros motivos pulsionales que él desconoce.

Esta comparación puede darnos una nueva orientación en nuestra terapia. Se nos ha
dicho que tras el análisis de la vida anímica enferma debe seguir su síntesis, la restitución
de lo que la división (análisis) ha destruido, digamos. La comparación con el análisis
químico tiene un límite, por el hecho de que en la vida anímica enfrentamos aspiraciones
sometidas a una compulsión de unificar y reunir. Si logramos descomponer un síntoma,
librar de cierta trama a una moción pulsional, ella no permanecerá aislada: enseguida se
insertará en una trama nueva. La psicosíntesis se produce en el analizado sin nuestra
intervención, de manera automática e inevitable. Creamos sus condiciones mediante la
descomposición de los síntomas y la cancelación de las resistencias.

Acotamos nuestra tarea terapéutica por medio de estos dos contenidos: hacer conciente
lo reprimido y poner en descubierto las resistencias. En ello somos activos. Pero
¿debemos dejar luego al enfermo librado a sí mismo, que se arregle solo con las
resistencias que le mostramos? ¿Debemos prestarle auxilio? Opino que esta clase de
actividad en el médico que aplica el tratamiento analítico está enteramente justificada.
Aquí se abre un nuevo campo para la técnica analítica, cuyo principal principio es: En la
medida de lo posible, la cura analítica debe ejecutarse en un estado de privación, de
abstinencia. No me refiero con esto a la privación de una necesidad cualquiera, ni a la
abstención de comercio sexual. Se trata de algo relacionado a la dinámica de la
contracción de la enfermedad y el restablecimiento. A saber:

El peligro amenaza desde dos lados. El primer peligro consiste en que el paciente se
empeña en procurarse en remplazo de sus síntomas nuevas satisfacciones sustitutivas,
que ahora no van acompañadas de padecimiento. Se vale para esto de la desplazabilidad
de la libido parcialmente liberada para investir las más diversas actividades, hábitos,
elevándolos a la condición de satisfacciones sustitutivas. Encuentra estos desvíos
nuevos, por donde se escurre la energía necesaria para la cura, y los mantiene en
secreto. La tarea es pesquisarlos uno por uno y pedirle que renuncie a ellos, por inocente
que parezca en sí misma la actividad productora de satisfacción. En estas situaciones la
actividad del médico debe exteriorizarse en una enérgica intervención contra las
satisfacciones sustitutivas.

En cuanto al segundo peligro que amenaza a la fuerza pulsional del análisis, es más fácil
de prevenir. El enfermo busca la satisfacción sustitutiva sobre todo en la cura misma,
dentro de la relación de transferencia con el médico, y hasta puede querer resarcirse por
este camino todas las renuncias que se le imponen en los demás campos. Sin duda es
preciso consentirle algo, pero no demasiado. En la cura analítica es preciso evitar la
malcrianza. Al enfermo tienen que restarle muchos deseos incumplidos de su relación con
el médico. Lo adecuado es denegarle aquellas satisfacciones que más intensamente
desea y que presenta con más urgencia.

Entonces, la actividad deseable del médico en la cura es mantener el estado de privación.


Pero la actividad no se agota allí: además, nos negamos de manera terminante a hacer
del paciente que se pone en nuestras manos un patrimonio personal, a plasmar en él su
destino, a imponerle nuestros ideales. No se debe educar al enfermo para que se
asemeje a nosotros, sino para que se libere y consume su propio ser.

Un último tipo de actividad es inteligir que las variadas formas de enfermedad que
tratamos no pueden tramitarse mediante una misma técnica. Por ejemplo, nuestra técnica
creció en el tratamiento de la histeria, pero las fobias nos obligan a sobrepasar la
conducta que observamos hasta el presente: no podrá dominar una fobia quien aguarde
hasta que el enfermo se deje mover por el análisis a resignarla: el nunca aportará al
análisis el material indispensable para la solución convincente de la fobia, hay que
proceder de otra manera.

Por último, con relación a la enorme miseria neurótica que hay en el mundo, lo que
podemos resolver es ínfimo desde el punto de vista cuantitativo. Las condiciones de
nuestra existencia nos restringen a los estratos superiores y pudientes de nuestra
sociedad. Nada podemos hacer a favor de las vastas capas populares cuyo sufrimiento
neurótico es más grave. Se crearán entonces sanatorios o lugares de consulta a los que
se asignarán médicos con formación psicoanalítica, quienes volverán más productivos a
hombres que de otro modo se dedicarían a la bebida. Estos tratamientos serán gratuitos.
Puede pasar mucho tiempo hasta que el Estado sienta como obligatorios estos deberes.
Cuando esto suceda, deberemos adecuar nuestra técnica a las nuevas condiciones. Nos
veremos precisados a buscar para nuestras doctrinas teóricas la expresión más simple e
intuitiva. Entenderemos que el pobre esta menos dispuesto que el rico a renunciar a su
neurosis, porque no le seduce la dura vida que le espera, y además la condición de
enfermo amerita la asistencia social. Cualquiera sea la forma de esta psicoterapia para el
pueblo, no cabe duda de que sus ingredientes más eficaces e importantes seguirán
siendo los que se tomen del psicoanálisis riguroso, ajeno a todo partidismo.

Ferenczi: Elasticidad de la técnica psicoanalítica

Ferenzci comienza hablando de los esfuerzos por hacer accesible a otros la técnica que
utiliza habitualmente en su psicoanálisis. Desde que Freud publica sus “consejos sobre la
técnica psicoanalítica” se poseen los primeros elementos de una investigación metódica
sobre el psiquismo. Así, cualquiera puede acceder a las insospechadas profundidades de
la vida psíquica de los demás, sean sanos o enfermos. El análisis de los actos frustrados
de la vida diaria de los sueños, y sobre todo de las asociaciones libres, los permitirá
aprender de sus semejantes muchas cosas que anteriormente sólo eran capaces de
captar algunos seres excepcionales.

Esta transformación del “arte del conocimiento humano” en una especie de oficio, será
mal recibida por artistas y escritores, porque se ven invadidos en su campo de trabajo, y,
luego de que se interesaron por el psicoanálisis, ahora lo ven como un método de trabajo
mecánico y poco seductor. Esta antipatía no sorprende porque la ciencia es, en efecto
una desilusión progresiva. Acá o en otro oficio, habrá siempre artistas excepcionales de
quienes esperamos el hallazgo de progresos y nuevas perspectivas.

Cuando se habla de una técnica psicológica al margen del análisis del psiquismo, éstos
son los métodos de laboratorios psicológicos. Esta “psicotécnica” está de moda. Pero en
el análisis se trata de algo más importante: de captar la tópica, la dinámica y la economía
del funcionamiento psíquico sin los laboratorios, pero con una pretensión de certidumbre
creciente, y sobre todo con una capacidad de rendimiento superior.

Hay en el interior de la técnica psicoanalítica muchas cosas que daban la impresión de


ser algo individual, difícilmente definible con palabras. En principio, el hecho de que en
este trabajo se le da más importancia a la “ecuación personal” que en el mundo científico.
El mismo Freud en sus primeras comunicaciones sobre la técnica, dejaba el campo libre a
otros métodos de trabajo en P.A. (psicoanálisis). Pero esta declaración viene de la época
anterior a que se consolidara la “segunda regla fundamental del P.A.”, o sea, que quien
desee analizar a los demás debe primero ser él mismo analizado. Cualquier persona que
haya sido analizada a fondo, que haya aprendido a conocer completamente y a dominar
sus debilidades y peculiaridades de carácter, llegará necesariamente a las mismas
constataciones objetivas, y en consecuencia, adoptará las mismas medidas tácticas y
técnicas. Tras la introducción de la segunda regla, las diferencias de técnica analítica
están por desaparecer.
Si tratamos de dar cuenta de ese residuo aun no resuelto de la ecuación personal,
podemos pensar en cuanto a las diferencias y los errores, que en el fondo se trata de una
cuestión de tacto psicológico, de

- Saber cuándo y cómo se comunica algo al analizado.

- Saber cuándo el material reunido es suficiente para sacar conclusiones.

- Cómo debe ser presentada la comunicación.

- Cómo puede responderse a una reacción inesperada del paciente.

- Cuándo callar y esperar otras asociaciones.

- Saber cuándo el silencio es una tortura inútil para el paciente.

¿Qué es el tacto? La respuesta a esta pregunta no es difícil. Es la facultad de “sentir con.”


Si conseguimos, apoyados en nuestro conocimiento,

- hacer presentes las asociaciones posibles del paciente, que éste no percibe aún, para
adivinar sus pensamientos estancados y sus tendencias que son para él inconcientes, y

- permanecer atentos a la fuerza de la resistencia,

Nos será fácil una comunicación oportuna. Uno de los resultados principales del P.A. es
enseñar a soportar un sufrimiento. Sin embargo, una presión inoportuna a este respecto,
si no tiene tacto, dará al paciente la excusa de escapar de nuestra influencia.

Estas medidas pueden hacer aparecer el análisis como “bondadoso”, a los ojos del
paciente, pero las raíces de esto son intelectuales. Sin embargo, está justificada esta
impresión del paciente, porque no hay diferencias entre el tacto que se nos exige y la
obligación moral de no hacer a otro lo que no se quiere recibir de los demás.

Esta capacidad de ejercer esta “bondad”, sólo significa un aspecto de la comprensión


analítica. Antes de que el médico haga una comunicación, debe retirar del paciente su
libido, y medir la situación: no debe dejarse guiar por los sentimientos.

Conviene concebir al análisis como un proceso evolutivo que se desarrolla ante nuestros
ojos, más que como el trabajo de un arquitecto que intenta realizar un plan preconcebido.
No se le debe prometer al paciente más que esto: si se somete al proceso, sabrá mucho
más sobre sí mismo, y si llega hasta el final, se adaptará mejor a las dificultades de la
vida, con una repartición de energía más oportuna. Podemos decirle que no conocemos
un tratamiento de los problemas psiconeuróticos y de carácter que sea el mejor y más
radical. No le ocultaremos que existen otros métodos que ofrecen expectativas de
curación más rápidas y seguras.

- Si el paciente nos dice que no cree en nuestro método, le explicaremos que nuestra
técnica renuncia a una confianza anticipada: el paciente sólo debe creernos si la
experiencia de su curación se lo autoriza. También debemos decir que dejamos la
responsabilidad de un eventual fracaso del tratamiento, atribuyéndola a la impaciencia del
enfermo, y que debemos dejar al paciente que decida en estas condiciones aceptar el
riesgo que supone la cura. Si no aclaramos todo esto desde el principio, se ofrece a la
resistencia del paciente un conjunto de armas temible, que pronto usará contra los
objetivos de la cura y contra nosotros.

- Si el paciente nos pregunta si la cura puede durar dos, tres, cinco o diez años, le
diremos que “todo es posible.” “Aunque un análisis de diez años equivale a un fracaso. No
podemos prometer un resultado cierto, así que sólo recordamos que casi siempre basta
con períodos más cortos. Pero si usted cree que los médicos desean hacer pronósticos
favorables, mejor considere esta cura como una experiencia arriesgada, que le costará
esfuerzo, tiempo y dinero; y si a pesar de todo usted desea desarrollar esta experiencia
con nosotros, deberá hacerla depende de su capacidad de sufrimiento. Reflexione antes
de empezar.”

- Si el paciente nos pregunta “cree usted doctor que su cura me ayudará eficazmente” no
debemos responder “sí”, es preferible decirle al paciente que ni siquiera el elogio de la
cura puede hacer desaparecer la sospecha secreta del paciente respecto a que el médico
es un hombre de negocios y quiere vender su método, su mercancía.

- Si el paciente pregunta “no cree usted, doctor, que su método podría perjudicarme?” Le
podemos preguntar su profesión y señalarle que en cualquier trabajo es preciso confiar en
el hombre que conoce su oficio, aunque no puedan excluirse definitivamente posibles
decepciones.

Toda esta preparación pesimista corresponde a las exigencias de la regla “sentir con.”

Respecto de la distancia entre el consentimiento consciente al sacrificio y el desagrado


oculto: Durante el análisis es bueno tener atención para captar las manifestaciones
ocultas o inconscientes que muestran la incredulidad o el rechazo, para discutirlas
rápidamente. Es comprensible que la resistencia del paciente no pierda ninguna ocasión
que aparezca. El analista debe prestarse en la curación, durante varias semanas, al papel
de “balancín” (personaje que desde cualquier posición vuelve a su posición vertical),
sobre el que el paciente proyecte sus afectos de desagrado. Si no hacemos esto, no nos
protegemos, y además nos entregamos a ello (a recibir las criticas) en cualquier ocasión,
por más que el paciente sea tímido. Recogeremos antes o después la merecida
recompensa a nuestra paciencia en forma de una naciente transferencia positiva.

No hay nada más perjudicial para el análisis que una actitud de maestro de escuela o de
medico autoritario. Nuestras interpretaciones deben tener el carácter de una proposición
más que el de una afirmación cierta, no sólo para no irritar al paciente, sino porque
podemos efectivamente equivocarnos. La modestia del analista no es una actitud
aprendida, sino más bien la expresión de la aceptación de los limites de nuestro saber.
Cualquier impaciencia por parte del médico cuesta al enfermo tiempo y dinero, y al
médico una sobrecarga de trabajo.
Acepto como mía la expresión “elasticidad de la técnica analítica.” Hay que ceder a las
ocurrencias de un paciente como si se tratara de un hilo extensible, pero sin abandonar la
atracción en la dirección de las propias opiniones, mientras la ausencia de consistencia de
una u otra de estas posiciones no quede plenamente demostrada.

El análisis no es un procedimiento sugestivo donde hay que preservar ante todo el


prestigio del médico. La única pretensión del analista es la de la confianza en la franqueza
y en la sinceridad del médico, y a esta no le perjudica el reconocimiento de un error.

Debemos esperar por parte de un analista analizado que el conocimiento y el control de


su mismo sean lo suficientemente fuertes para no claudicar ante las idiosincrasias. El
saber nos permite considerar a la persona más desagradable como un paciente con
necesidad de ser curado, y en cuanto tal, digno de nuestra simpatía. Poner en práctica
esa humildad forma parte de las tareas más difíciles de la práctica psicoanalítica. Sólo
una verdadera disposición para el “sentir con” puede ayudarnos, los pacientes
perspicaces desenmascararán rápidamente cualquier pose prefabricada. Se puede hablar
de una oscilación entre “sentir con”, “autoobservación” y actividad de juicio. Basándose en
un material justificativo puede por fin aventurarse una interpretación.

Una regla importante del análisis consiste en economizar interpretaciones. No decir nada
superfluo en general. El fanatismo de la interpretación forma parte de las enfermedades
iniciales del analista.

La opinión que mantuve al principio (de que siempre era el paciente quien podía ser
activo) me llevo a constatar que debemos contentarnos con interpretar las tendencias a la
actuación -ocultadas x el paciente- para apoyar los intentos de superar las inhibiciones
neuróticas, sin aconsejar medidas coercitivas, reglas de comportamiento, o prohibiciones.
Si somos pacientes, el paciente terminara preguntándonos si puede aventurarse en una
tentativa (por ej. rebasar una construcción fóbica). O sea, le corresponde al paciente
determinar, o al menos indicar, el momento de la actividad. Estas tentativas provocan
variaciones de tensión en los sistemas psíquicos, y son un instrumento de la técnica
analítica al lado de las asociaciones.

El concepto de translaboración tiene un elemento cuantitativo y otro cualitativo. La


reconstrucción paciente del mecanismo de la formación del síntoma y del carácter puede
repetirse en cuanto se produzca un nuevo progreso del análisis. Cada nueva comprensión
de las significaciones exige la revisión de todo el material precedente, lo que podría
cambiar fragmentos esenciales de la construcción que ya creíamos terminada. Esta será
la labor de una dinámica de la técnica, que atienda a todos los detalles, es decir la de
constatar las relaciones más finas entre esta translaboración cualitativa y el factor
cuantitativo (descarga de afectos.)

Parece retornar una forma especial del trabajo de revisión. Pienso en la revisión de las
experiencias vividas durante el tratamiento analítico. Paulatinamente el análisis se
convierte en un fragmento de la historia del paciente, y él lo repasa antes de separarse de
nosotros, cuando desvía su mirada del análisis para dirigirla hacia las implicaciones reales
de la vida.

Quiero señalar algunos detalles sobre la metapsicología de la técnica. El proceso de


curación consiste en gran parte en que el paciente coloque al analista (el nuevo padre) en
lugar del verdadero padre que ocupa un puesto tan destacado en su Super-Ego, y que a
continuación prosiga viviendo con este Super-Ego analítico. Pero quiero añadir que un
verdadero análisis de carácter debe dejar al margen, al menos de momento, cualquier tipo
de Super-Ego, incluido el del analista. Porque el paciente debe quedar libre de cualquier
lazo emocional, en la medida en que tal lazo supere la razón y sus propias tendencias
libidinosas. Los resultados que solo consistirían en la sustitución de un Super-Ego por
otro, deben ser considerados como transferenciales; no corresponden al objetivo final del
tratamiento: desembarazarse también de la transferencia.

En relación a la eventual metapsicología de los procesos psíquicos del analista durante el


análisis, podemos decir que sus implicaciones oscilan entre la identificación (amor objetal
analítico) por una parte y el control de sí o actividad intelectual por otra.

El resultado ideal de un análisis acabado, es precisamente esta elasticidad (de la libido,


en cuanto luego de una análisis debe quedar con movilidad libre) que la técnica exige
también al psiquiatra. Ello es un argumento más a favor de la necesidad absoluta de la
“segunda regla fundamental del psicoanálisis.”

El procedimiento que aplico y recomiendo, la ELASTICIDAD, no equivale a ceder sin


resistencia. Todos intentamos situarnos en la onda del paciente, sentir con él todos sus
caprichos, todos sus humores, pero nos atenemos también hasta el final a nuestra
posición dictada por la experiencia analítica.

La única base fiable de una buena técnica analítica es el análisis finalizado del analista.
En un analista bien analizado, los procesos de “sentir con” y de evaluación, se
desenvolverán no en el inconciente, sino en el preconciente. Por último, en cuanto a lo
dicho sobre el Super Ego, mi combate va contra la parte inconciente del super ego,
inconciente y por ello influenciable. No tengo nada que objetar a que un hombre normal
conserve en su preconciente modelos positivos y negativos.

Alexander y Ross: Capitulo 1: Desarrollo de los conceptos fundamentales del


psicoanálisis

Principios Psicodinámicos de la Terapia

La teoría psicoanalítica ha seguido el desarrollo de la teoría. La terapia consistió en llevar


a la conciencia el contenido psicológico reprimido. La hipnosis catártica era un
procedimiento, un recurso mediante el cual en estado hipnótico artificial el yo no
rechazara el material reprimido. Luego Freud advirtió que la movilización de lo reprimido
no era suficiente para curar los síntomas y que el yo debía experimentar cambios a fin de
volverse capaz de integrar en su sistema el material reprimido. El objeto de la terapia, por
consiguiente debe consistir en producir cambios en el yo. Con esa nueva orientación, se
trasladó a comprender el icc, el conocimiento simbolismo, traducir el lenguaje pictográfico
arcaico del icc en pensamiento verbal, hacia el estudio de los mecanismos de defensa del
yo. El descubrimiento decisivo respecto al modo en que cabe influir sobre las defensas del
yo, fue el fenómeno de la transferencia.

En la hipnosis catártica el factor terapéutico consistía en una intensiva experiencia


emocional. Pero Freud reconoció que la experiencia traumática no era el factor
patogénico. Lo que el paciente sentía como trauma, era un incidente trivial.

Luego las asociaciones liberes eran un recurso ideal para el estudio sistemático del
pasado del paciente. Siguió un periodo en que la reconstrucción genética del desarrollo
de la personalidad convirtiéndose en el objetivo de la terapia. Sin embargo, gradualmente
fue apreciándose cada vez más la importancia de las experiencias emocionales del
paciente en relación transferencial con el psicoanalista. El factor eficaz terapéutico no es
el recordar, sino el revivir las experiencias traumáticas en la transferencia.

El instituto de psicoanálisis de Chicago se emprendió una revaloración sistemática de los


efectos terapéutico. Este proyecto requería una experimentación con la técnica del
tratamiento. Se abandonaron la rutina de las sesiones diarias y la actitud pasiva y cada
detalle del tratamiento, la frecuencia de las entrevistas, sus interrupciones, y en lo posible
los detalles de la situación vital del paciente, fueron planeados de acuerdo con la
naturaleza del problema terapéutico.

La actitud del terapeuta hacia el paciente fue explorada también. Freud concebía neutral
al papel del analista. Para esta psicoterapia breve la personalidad del analista y sus
reacciones, a pesar de sus esfuerzos por permanecer impersonal, influyen en el curso del
tratamiento. El paciente siente esas reacciones, pero a menudo las interpreta mal, de
acuerdo con sus propias necesidades emocionales. Las investigaciones de Chicago
presentan particular atención a la mutua relacion emocional entre paciente y medico; el
concepto de experiencia emocional correctiva del paciente como factor central en el
tratamiento psicoanalítico ha evolucionado.

La esencia de esta teoría puede resumirse así: la condición neurótica es el resultado del
fracaso del yo en el cumplimiento de su función, consistente en encontrar gratificación
para las necesidades subjetivas, de un modo que mantenga la armonía entre los diversos
aspectos de la personalidad y el ambiente. Esa función de mediación entre necesidades y
deseos parcial o conflictuales y su adaptación a las condiciones ambientales son
problemas de integración.

La función integradora fue sometida por French a un estudio que trato de evaluar sus
variaciones cuantitativas. Así la facultad integradora varia de una persona a otra, y en la
misma persona sufre la influencia de diferentes factores. La excesiva intensidad de una
necesidad emocional, por ejemplo, interfiere con la integración efectiva.

Las emociones intensas y apremiantes tienden a buscar una gratificación inmediata y por
lo tanto interfieren con la función integradora efectiva. Las motivaciones de escasa
intensidad también pueden disminuir la facultad integradora. La ansiedad según su
intensidad, puede favorecer o paralizar la función integradora.

Otro factor que interfiere con la conducta adaptativa se relaciona con el mecanismo
básico de la represión.

La represión es la medida defensiva característica del débil yo. El impulso reprimido


buscara satisfacerse una salida en los síntomas.

La terapia psicoanalítica se revela como un proceso de reacondicionamiento. El yo es


inducido a enfrentar un impulso reprimido eliminando la angustia que suscito la represión.
Ello se logra reproduciendo la situación original, pero cambiando las condiciones de modo
que pierdan su efecto productor de angustia. Tan pronto como el paciente advierte que la
respuesta del analista a la expresión de sus impulsos es diferente de la de sus padres, se
aparta el efecto atemorizador. La finalidad de la terapia consiste primero en revivir la
situación interpersonal que condujo a las represiones originales, y segundo, en
proporcionar un nuevo tipo de experiencia adecuada para contrarrestar los efectos de las
respuestas paternas. Eso solo puede alcanzarse si el analista es capaz de reconstruir las
influencias patogénicas paternas y responder a las modificaciones emocionales del
paciente de una manera que contrarrestare y neutralice el influjo perturbador de los
padres. Se trata de un reacondicionamiento emocional.

Así las experiencias emocionales durante la terapia tendrán una influencia correctiva, cuto
resultado será la eliminación de las represiones. El paciente será capaz de encarar lo que
antes se encontraba reprimido a causa de la censura paterna.

Mediante su labor interpretativa, el analista ayuda al yo del paciente en la integración del


nuevo material liberado de la represión. Para hacer consciente lo que hasta ahora estaba
reprimido, es preciso reducir la angustia. Ello se logra mediante la experiencia emocional
correctiva y la comprensión, que tiene de por si un efecto reductor de la angustia. La
función del yo consiste en dominar mediante la comprensión. La función integradora se
basa en la estimación de la situación total. Por eso la labor interpretativa, al tratar con el
material puesto al descubierto acrecienta la autoconfianza del yo.

Del instituto de psicoanálisis de Chicago ha resultado una serie de recomendaciones


técnicas. La esencia de estas consiste en que, desde un principio el terapeuta debe estar
precavido contra el peligro inherente a las tendencias regresivas del paciente. Para
contrarrestar ese peligro el analista debe dar consecuentemente al paciente mayor
independencia posible.

Es indispensable la conveniente reducción de la frecuencia de sus sesiones, con


interrupciones más o menos largas. Animar al paciente a realizar fuera del tratamiento
nuevas experiencias vitales adecuadas para aumentar para aumentar la confianza en sí y
estimular esperanza, son también poderosos recursos para liberar al paciente de la
dependencia respecto del terapeuta.
Peresson: De la psicoterapia psicoanalítica a la psicoterapia breve

I. Freud

La sesión freudiana sigue los principios de la transferencia, la interpretación/construcción,


la ética y la terminación del análisis. Dichos principios atañen al analista, por ende es el
responsable de llevarlos adelante. El resultado debiera ser el alivio y resolución de lo
sintomático, además de una revisión de las identificaciones y las fijaciones libidinales.

Estos cuatro principios que sostienen la práctica a partir de su articulación con los
conceptos mayores de la teoría: inconsciente, sexualidad, represión, pulsión. Asimismo
hay que cumplir la regla analítica fundamental: la asociación libre por parte del paciente, y
la atención parejamente flotante por parte del analista.

El psicoanálisis exige una condición ética: el analista debe despojarse de aquello que lo
hace persona, por ende desestima que este sea un maestro de vida o un hacedor de
planes/programas de vida. Debe siempre dejarse sorprender por el relato del analizante,
para poder captar así lo que hay de singular en ese decir.

Otra cuestión fue su advertencia sobre el “furor curandis”, es decir, un empeño en


apresurar la cura a toda costa.Freud fue muy crítico de los intentos por acortar el análisis
o fijarle metas temporales, de hecho, cuando aplicó la fijación de un plazo, como caso
excepcional, calificó este recurso de “violento”. Solía decir que los intentos por acortar los
tratamientos se debían más al prejuicio de considerar a las neurosis como
“pseudoenfermedades”, y a la presión de la vida norteamericana, con el peligro de
convertir al psicoanálisis en un instrumento destinado a la adaptación del sujeto al modo
alienante de la época.

Con respecto a cómo concluye o debiera concluir un análisis, Freud se ha ocupado de ello
en diversos escritos:

 Se espera que el sujeto “se libere y consume su propio ser”

Tal y como lo expresa en “nuevos caminos de la terapia analítica”: “no se debe educar al
enfermo para que se asemeje a nosotros, sino para que se libere y consume su propio
ser”. El analista debe limitarse a intentar que el analizante encuentro en el análisis aquello
tan propio, que lo hace desemejante a cualquiera. Plantearía entonces un movimiento de
tres tiempos:

1) Retorno (síntoma, recuerdo o repetición)

2) Trabajo analítico (transferencia/interpretación)

3) Liberación (disponibilidad libidinal)

Esto se contrapone a las llamadas “Psicoterapias psicoanalíticas”, ya que no liberan, sino


que agregan y añaden ideales de la época al sujeto, lo cargan de identificaciones ajenas.
Lo dice muy claro: “nos negamos a hacer del paciente un patrimonio personal, a plasmar
por el su destino, a imponerle nuestros ideales a complacernos por haberlo formado a
nuestra imagen y semejanza”.

 La roca viva de la castración: aceptar y reducir

Otra propuesta sobre el fin del análisis se encuentra en “análisis terminable e


interminable”. Allí señala que el análisis busca ofrecer al analizante la incitación para
reexaminar y variar su actitud frente a la “roca viva de la castración”. No dice cuál es la
salida, porque para él no existe posición subjetiva que esté más allá de la castración, pero
si va a proponer que en análisis se puede hacer algo para que el sujeto no quede
totalmente agobiado por los efectos de la castración: la angustia y la envidia. Eso es
justamente en lo que falla el neurótico, o sea, en renunciar al goce extra (incestuoso), y en
aceptar la diferencia de los sexos.

Reexaminar y variar, apunta a:

- No hay resignación analítica frente a la roca viva


- Aceptar la castración: no hay un objeto que colme al otro sexo
- No hay elección de objeto que no lleve en si los rasgos de las “fijaciones edípicas”
- Puede lograrse algo si el neurótico revisa su posición de entrada en el análisis
(que para Freud está marcada por satisfacciones sustitutas que ofrecen los
síntomas, que es lo opuesto de la castración: aceptar una pérdida, renunciara un
exceso de satisfacción).

 La operación genuina: “la rectificación”

Dicha operación es la que da lugar a una neo-creación, un plus de subjetividad que no


existía antes, y que distingue al analizado del no analizado. Mediante el trabajo analítico,
se lograría poner fin al hiperpoder del factor cuantitativo. Mediante la
interpretación/transferencia, se modifica al sujeto no sólo a nivel de lo sintomático, sino
que se modifican las fijaciones libidinales (goce) originarias. Hay una reducción del poder
pulsional, que da lugar a un nuevo espacio para investir otros objetos.

 “Reestablecer la capacidad de gozar y de producir”

En uno de sus textos, Freud dice que para el tratamiento no puede plantearse otra meta
que la del restablecimiento de la capacidad de rendimiento y goce.No especifica quién, ni
cómo, no habla de modelos ni de metas, porque eso sería plantear un ideal, y el
psicoanálisis denuncia a los ideales. Lo único que aclara es que hay que restablecer, o
sea que hay un obstáculo que ha interferido o bloqueado el movimiento libidinal, hay
estancamiento libidinal.

La meta de un análisis es abordar el clisé, desanudarlo, rectificarlo, para poder así


efectuar esa recuperación libidinal. El amor narcisista, el goce autoerótico y las fijaciones
pre/edípicas del niño y la niña, constituyen esa trama identificatoria libidinal que constituye
ese clisé. La finalidad es que el neurótico pueda dar lugar a un amor que no se agote en
la repetición, y su libido pueda “dirigirse a un objeto real”.

Freud realiza un pasaje desde lo que consideraba un fin terapéutico (curación de los
síntomas) a otra instancia en la cual habría un fin propiamente analítico, para lo cual es
necesario que el análisis aborde una estructura inconsciente, dando como resultado
menos repetición, menos sujeción a la fantasmática inconsciente.

Se propone que el psicoanálisis no se agote en lo terapéutico, esto no significa


desconsiderar el sufrimiento sintomático, pero su trabajo clínico le fue enseñando que la
razón del sufrimiento sintomático es el resultado de las andanzas de todo sujeto por el
complejo de Edipo. Ya no se trata únicamente de lo sintomático, si no que se hace
necesario poner otras escenas, para revisar caso por caso las fantasías originarias. Esa
dimensión más allá de lo terapéutico es una invención del psicoanálisis, no hay ninguna
figura típica de ese final, no hay un modelo prototípico, ni extraordinario ni estándar del
sujeto psicoanalítico.

 Los tiempos corren, “Nuevos caminos…”

En este texto de 1918, Freud reflexiona sobre la aparición de los “nuevos síntomas”, en el
contexto de finalización de la primera guerra mundial. En este escrito hay tres cuestiones
principales:

a) Actividad del analista

b) Acortamiento del tiempo

c) Posibilidad de practicar el psicoanálisis fuera del ámbito privado

a) Es en respuesta a un cuestionamiento de Ferenczi. Ante todo, Freud propone aclarar a


que se hace referencia cuando se habla de “actividad”, destacando, en primer lugar, que
la actividad analítica debe acotarse a hacer conciente lo reprimido y poner en descubierto
las resistencias. Freud no elude la responsabilidad que tiene el analista en lo referido a la
“dirección de la cura” según Lacan, y lo que se desprende de ese postulado, que es NO
DIRIGIR AL PACIENTE.Hay responsabilidad del analista, y esa es la de dirigir la cura,
pero no al paciente.

b) Por un lado, dirá que son opiniones que provienen del prejuicio, que considera que las
neurosis serían enfermedades menores, livianas, artificiales y no verdaderas; sobre todo
teniendo en cuenta el contexto en el que escribía Freud. Por otro lado, ya se anticipaba a
una situación social que hace de la ideología de la eficiencia el valor supremo, y advertía
el peligro de subsumir el psicoanálisis al estilo de vida norteamericano, resaltando
siempre que se trata de un tratamiento del deseo inconsciente.

c) Su respuesta al respecto fue afirmativa, siempre y cuando se respetaran los principios


de la transferencia, la interpretación y la abstinencia del analista.
II. S. Ferenczi

Cuestionará la posición del analista en la dirección de la cura. Uno de sus planteos


conceptuales es la neocatarsis. Consiste en una propuesta de “flexibilidad” de la técnica
analítica, en donde se invitaba al paciente a levantarse del diván y realizar una
representación de aquello que no podía expresar en palabras.

Otra de sus propuestas es la mutualidad. Implica que durante algunos momentos del
trabajo analítico, el analista puede ubicarse en un plano de similitud con el analizante,
como un modo de que este último experimente que el analista padece como él y por él.

Es importante resaltar que estos aportes técnicos de Ferenczi siempre fueron pensados
en relación a la posibilidad de hacer una clínica del fin del análisis, no a inventar una
terapéutica que valga por sí misma. Propone la “elasticidad de la técnica analítica” y la
explica en estos términos: “ceder a las tendencias del paciente, como si se tratara de un
hilo extensible”. Reconoce la regla básica de la asociación libre, pero propone más
actividad, sin embargo, la iniciativa es del paciente, y es él quién decide.

III. Posfreudianos/ Escuela Americana/ P.B

El significante “posfreudiano” hace referencia no sólo a una generación que es posterior a


Freud, sino también:

a) Supone una reelaboración del psicoanálisis, que pone el eje en:

1. El yo adquiere una relevancia teórica tal, que acaba por dejar en segundo plano otros
conceptos freudianos tales como Inconsciente, sexualidad, repetición, transferencia,
pulsión, etc.

2. Se organiza una práctica que se orienta a partir de los límites y posibilidades del yo

3. Ello da lugar a un desplazamiento desde el foco en la dialéctica


transferencia/interpretación a ocuparse de las “resistencias del yo”.

4. La contratransferencia es una herramienta del psicoanalista, que se sustenta en el yo


“sano/maduro/integrado” del analista, que le permite proponer al paciente cuál es la
salida.

5. Teoría de las relaciones objetales: plantean que el objeto es hallable, y que una vez
hallado completa y satisface las necesidades del individuo.

b) Los posfreudianos agrupados en la teoría de las relaciones objetales, tienen una


impronta fuerte en el psicoanálisis inglés, mientras que la ego psicology tiene primacía en
el psicoanálisis norteamericano. Estas dos posturas se vuelven dominantes en la IPA.

a) Escuela de la relación de objeto

Consistía en leer al psicoanálisis freudiano desde la dupla sujeto/objeto, a tal punto, que
dejaban por fuera al Complejo de Edipo. Según esta teoría, la neurosis estaría causada
por la fijación libidinal a objetos parciales, que traen como consecuencia un síntoma, es
decir, una detención en el desarrollo de la “personalidad”, lo cual da lugar a una relación
neurótica, fragmentada, y distorsionada con la realidad. A estos planteos subyace la
suposición de que existe un desarrollo normal, que posibilita pasar del objeto parte al
objeto todo, en una relación de libertad y autonomía.

El objeto freudiano es un concepto de primer orden, pero no deben descuidarse dos de


sus características: es un objeto perdido de la pulsión parcial, o sea,

a) Es un objeto PERDIDO: Irremediablemente perdido, siempre anhelado.

b) Es un objeto PARCIAL: variable, propio de cada uno.

El objeto freudiano es novedoso, porque no es el objeto de conocimiento que está ahí


afuera, ya constituido, sino que se trata de un objeto parcial, azaroso, variable,
contingente. Es la meta de la travesía de la pulsión parcial y determina una particularísima
satisfacción para el sujeto que este tanto rechaza como anhela. El objeto freudiano porta
la dimensión de lo problemático, que:

a) Da cuenta de una satisfacción primera e inaugural, pero SIEMPRE PERDIDA

b) La llamada “primer experiencia de satisfacción” deja un agujero imposible de cerrar

c) Ese agujero, o falta freudiana, es resultado de la pérdida de ese objeto primordial, y ello
posibilita que aparezcan objetos separables del cuerpo como objetos parciales de la
pulsión parcial

d) Lo que encuentra el deseo humano, no es lo que busca, y esa insatisfacción es su


motor

e) En la vida amorosa/sexual el amado, el otro del amor, es un compuesto tanto de


ideales como de un objeto de satisfacción.

Por otro lado, la escuela inglesa tiene una teoría del objeto “de la solución”. Hay un pasaje
desde una elección de objeto parcial a una elección de objeto total, gracias a la
maduración biológica y psicológica. Se trata de un objeto único e integrado, del amor
genital/maduro/adulto.

Se trata de una lectura desde un

1. Evolucionismo biológico: porque parten de considerar que las necesidades primarias


corresponden a lo biológico y existen objetos en la realidad que corresponden a esas
necesidades.

2. Dualismo psicológico: se trata siempre de dos sujetos, el niño y su madre, donde esta
última completa y colma todas las necesidades del niño.

Es importante contrastar con la postura que tiene Freud al respecto: no existe una etapa
genital adulta en la cual la relación con el otro sexo estuviera desprovista de repeticiones
y síntomas, todo lo contrario, se ocupa de demostrar que la relación entre un hombre y
una mujer es siempre sintomática.

b) Psicología del yo

Consideran un yo desligado de las presiones del superyó y del ello. Han explotado unas
frases muy puntuales de Freud al respecto, en donde planteaba al yo como instancia de
síntesis. Pese a ello, destaca claramente que el yo autónomo es una ficción, el yo normal,
como la normalidad en general, es una ficción ideal.

Es cierto que hay ciertas frases que podrían ser contradictorias, pero lo que predomina en
su pensamiento es una idea de yo como obstáculo, como resistencia. Es una instancia
embargada por el narcisismo, y está dañada, fragmentada, escindida.

Anna Freud va a proponer que el análisis debe ser análisis de las resistencias, y que el yo
puede recuperar allí su autonomía, en la medida en que necesite menos energía que
dedicar a defenderse de su inconsciente o de sus pulsiones. La psicología del yo, así
planteada, es una referencia de capital importancia para las psicoterapias psicoanalíticas
y las psicoterapias breves.

La figura principal es Hartmann, y propone tres nociones claves:

1. Adaptación: Propone que “el psicoanálisis encara la cuestión de la adaptación en tres


formas: como problema de su psicología del yo, como meta terapéutica y como
consideración educacional”. Supone a la adaptación como una función esencial, ya que
hace a la relación recíproca entre el organismo y su medio, y por ende, propone a la
adaptación como la meta del psicoanálisis, desde la psicología del yo.

2. Autonomía del yo: sostiene que hay factores autónomos en la formación del yo,
compuesto por aparatos de autonomía primaria (percepción, motilidad y memoria), se
trata de aspectos innatos, primitivos y autónomos del conflicto pulsional. Asimismo
plantean una autonomía secundaria, es decir, áreas del yo que si bien surgen del conflicto
con el Ello, han podido sustraerse de la conflictividad y han pasado a cumplir una función
adaptativa para el yo.

De ello se desprende que la autonomía es lo que posibilita la adaptación del individuo,


considerando al Ello como lo desadaptativo.

3. Esfera libre de conflictos del yo: la noción de autonomía se relaciona directamente


con este concepto. Son áreas o esferas que no resultaron dañadas por los conflictos, que
no están involucradas en el conflicto, y que por eso pueden funcionar en forma estable y
relativamente independiente de las otras instancias psíquicas y del mundo exterior. Podría
decirse que Hartmann plantea dejar de lado la propuesta freudiana “hacer consciente lo
inconsciente”, para proponer en cambio: “restablecer o aumentar la autonomía yoica”.

En ese sentido, Zetzel plantea la “alianza terapéutica” como parte de la transferencia. Se


trata de una relación racional y relativamente no neurótica que entabla el paciente con el
analista, influye en la efectividad de las intervenciones técnicas de cualquier tipo, o sea,
no sólo analíticas.

Se la define también como compuesta por una “relación real” y por la “alianza de trabajo”.
La primera hace referencia al vínculo entre paciente y terapeuta, y la segunda a la
capacidad de ambos para trabajar conjuntamente según los objetivos acordados. Este es
el modelo considerado en casi cualquier modelo psicoterapéutico, alude al contrato que
establecen paciente y terapeuta respecto de la utilidad del tratamiento y el sentido del
mismo.

Zetzel plantea que es un factor fundamental del tratamiento, que permite distinguir al
paciente su relación real con el analista, de su neurosis de transferencia. Hay implícita la
suposición de porciones del yo relativamente conservadas, relativamente por fuera del
conflicto neurótico. Así, la noción de autonomía yoica cimienta la posibilidad de aliarse en
tratamiento con lo sano del paciente, y así trabajar sobre lo enfermo.

Alexander

Propone un yo autónomo. Aquel con capacidad de discernimiento para poder adaptarse


al medio, y establecer relaciones de objeto maduras, adultas, despojadas de toda la
fantasmagoría infantil y de las libidizaciones de objeto parcial.

Entonces: no hay psicoterapia psicoanalítica breve sin que la teoría del yo ocupe un lugar
central. Se trata de la postulación de una teoría del yo como autónomo, y habilitado para
realizar una alianza terapéutica con los aspectos sanos del mismo, separados de aquellos
dañados y comprometidos en la defensa. Esta alianza permitiría llevar a cabo un
contrato, un acuerdo entre el terapeuta y el yo sano, a partir del cual se organiza un
programa terapéutico con determinados fines u objetivos, los puntos sobre los cuales se
iba a trabajar.

Habla de la experiencia emocional correctiva, como instancia adecuada para reparar la


influencia traumática de experiencias anteriores. Configura, a partir de allí, la figura del
terapeuta como agente corrector, cuya respuesta a los síntomas del paciente ha de ser
diferente a la de sus padres infantiles, que son aquellas que dieron lugar al síntoma,
debiendo contrastarlas y neutralizarlas,con el fin de lograr un reacondicionamiento
emocional de aquellas pautas desfavorables infantiles. Se busca generar un cambio en la
estructura de la personalidad, una restauración del yo que propicie conductas adaptativas.

Lo eficaz no será recordar, sino revivir, vivenciar en el aquí y ahora con el analista otro
tipo de relación emocional. Para ello, se ha de mantener una posición ACTIVA en la
transferencia, o sea, la reeducación emocional se tramita mediante la contratransferencia
del analista alexandriano.

Una incompleta aproximación a la época


En los años 50, en Norteamérica, consumir se transformó en un ítem en la vida de las
personas, con el mismo valor que respetar al prójimo o amar a la patria. Correlativo a esa
relación individuo/objetos, es la idea de que hay que adelantarse al otro, que es mi
competidor, el que me desafía.

Es en esos años en donde surge la ideología de la Salud Mental, es decir, los ideales del
“buen vivir”. Se constituyó en el termómetro ideológico que regula lo normal, allí donde
antes era la política la que debía dar respuestas. Surgen allí las psicoterapias, es decir,
una suma de instrumentos, técnicas, dispositivos, que deben responder con la mayor
rapidez posible a darle solución al malestar de los desadaptados.

Se plantea que la adaptación supone un ser “libre” de conflicto, y en lo desadaptado se


condensa la suma de todos los problemas. Recordemos que del malestar freudiano nadie
quedaba exceptuado, y que el mismo era el costo que se pagaba por vivir
“civilizadamente” con los otros. La doctrina de la SM terminó en una dicotomía moralina
entre lo normal y lo anormal.

Lacan. Siempre Lacan…

Como lo plantea él, surgió una noción del yo absolutamente distinta de la que implica el
equilibrio del conjunto de la teoría de Freud, y que tiende a la re-absorción del saber
analítico en la psicología general. Correlativo a ello, puesto que teoría y praxis van de la
mano, la relación analítica, la dirección de la práctica, modificaron su orientación.

Práctico 9: "Psicoterapia Psicoanalítica breve" en la Argentina. Los “efectos


terapéuticos” en el psicoanálisis lacaniano

Fiorini: Teoría y técnica de psicoterapias

Capítulo II: Psicoterapia Breve, aportes para una teoría de la técnica

Avanzamos hacia una comprensión más totalizadora del paciente. Los métodos
“tradicionales” (psicoanálisis) resultan insuficientes para resolver problemas concretos y
estos fuerzan un replanteo y búsqueda de nuevos métodos, sobre todo a nivel
institucional. Surgen de la práctica clínica e institucional.

a) Modelo etiológico: se orienta a la comprensión psicodinámica de los determinantes


actuales de la situación de enfermedad, crisis o descompensación, esto no significa
desconocer los factores disposicionales históricos pero sí dirigirse específicamente a la
situación en que estos se actualizan. Esto implica jerarquizar el papel desempeñado por
las condiciones de vida del paciente, ocuparse del “afuera” del tratamiento (opuesto al
psicoanálisis). Por “condiciones de vida” se alude no sólo a los vínculos interpersonales
sino a la vivienda, trabajo, perspectivas de futuro, cultura, prejuicios, mitos, etc.
(comprensión social del paciente que complemente la comprensión psicodinámica). Así
una constelación compleja de múltiples factores correspondientes a diferentes niveles
potenciados mutuamente por encaje recíproco configura la estructura “enfermedad”. El
concepto de crisis como el momento de una estructura original asumida por las
contradicciones esenciales del sujeto en circunstancias específicas.

b) Relaciones entre psicopatología y comportamientos potencialmente adaptativos: la


terapia breve organiza sus recursos de modo elástico (“principio de flexibilidad”) que
contrasta con la técnica estricta y reglada del psicoanálisis y elabora su estrategia según
qué capacidades estén invadidas por conflictos o libres de ellos. Se orienta hacia el
fortalecimiento de las áreas del yo libres de conflicto.

c) Modelos motivacionales y cognitivos de la personalidad: la posibilidad de que


comportamientos ligados a motivaciones infantiles se autonomicen sugiere la necesidad
de entender al individuo como un sistema de múltiples motivaciones organizadas en una
estratificación funcional compleja, combinando autonomía, dependencia e
interpenetración. Esta multiponencia motivacional es una de las condiciones de eficacia
de la psicoterapia breve. Esta pluralidad causal hace indicado el empleo de técnicas de
diferente nivel y puntos de aplicación, lo cual deriva en la necesaria adopción de un
arsenal terapéutico multidimensional.

Partiendo de una evaluación del paciente exhaustiva y total, la acción terapéutica recurre
a: Ofrecer un clima permisivo que favorezca la catarsis de sus fantasías, temores, deseo
Favorecer el aprendizaje de la autoevaluación Alentar la asunción de roles que
fortalezcan Ayudarle en la elaboración de un proyecto personal Ejercer una influencia
sobre las pautas de interacción familiar

El terapeuta desempeña un papel esencialmente activo, se exige de él una gama amplia


de intervenciones. Orienta la entrevista. En el proyecto terapéutico establece ciertas
metas fundamentales, limitadas a alcanzar en plazos previsibles y esboza una estrategia
general que comprende a su vez objetivos tácticos escalonados. Esta orientación
estratégica es la focalización del esfuerzo terapéutico. El foco es aquella interpretación
central sobre la que se basa todo el tratamiento. Se lleva al paciente hacia ese foco
mediante interpretaciones parciales y atención selectiva, lo que significa omisiones
deliberadas. Recapitulando: la iniciativa personal del terapeuta, individualización,
planificación, focalización, flexibilidad definen parámetros específicos de la psicoterapia
breve y confieren a la técnica una estructura propia. Las intervenciones pueden ser:
Pedidos de información y emisión de información al paciente. Operaciones de encuadre
Esclarecimientos, señalamientos y confrontaciones Interpretaciones de diferente alcance
y profundidad.

El terapeuta debe transformar su comprensión de lo que ocurre en un nivel regresivo, de


proceso primario en formulaciones referidas a la problemática actual. Las interpretaciones
transferenciales no intervienen. El encuadre de la psicoterapia breve limita las
posibilidades de la regresión transferencial. El tiempo limitado hace indeseable el
desarrollo de una intensa neurosis transferencial. La consigna general es orientación
constante hacia la realidad, fortalecer en el paciente la capacidad de discriminación para
lo cual será necesario diferenciarla entre conductas transferenciales y conductas
adecuadas a la realidad, ayudarle a efectuar tareas integrativas inmediatas. Toda mejoría
deberá acompañarse de cambios en sus condiciones de vida. Aún a riesgo de un
reforzamiento autoritario por parte del terapeuta. Pero la psicoterapia no alude sólo a la
supresión sintomática y modificaciones superficiales y reforzamiento defensivo. Se
cuestiona la hipótesis de una directa equivalencia entre duración y profundidad de sus
efectos. Esta psicoterapia puede lograr modificaciones dinámicas de mayor alcance. La
experiencia emocional correctiva representa el tipo original de relación con un terapeuta
en cuanto objeto efectivamente bueno, permisivo, que ayuda. Limitaciones No puede
producir cambios en la estructura nuclear de la personalidad Pueden reforzar resistencias
incrementando la intelectualización Puede operar por sugestión e inducir al acting-out

Los pacientes que obtienen menor beneficio en general son los trastornos psiquiátricos
crónicos. Es más apropiada para cuadros agudos, situaciones de crisis o
descompensaciones. La terapia breve tiene un final abierto con lo cual admite cualquier
tratamiento posterior.

Capítulo VI: Concepto de foco

Este concepto tiene origen empírico: el trabajo terapéutico se orienta siempre hacia la
delimitación de un eje o punto nodal de la problemática del paciente. Incluso los pacientes
tienden a tener una focalización de su relato. En general el motivo de consulta se
transforma en el eje motivacional organizador de la tarea. Ligado al motivo de la consulta
se localiza cierto conflicto nuclear exacerbado. La focalización implica trabajar sobre
asociaciones intencionalmente guiadas (no libres). El foco tiene un eje central que es el
motivo de consulta. Esta es una situación que condensa un conjunto de determinaciones,
respetando la situación totalizada tal como se presenta. A partir de aquí es posible
deslindar una zona de componentes de la situación que podemos caracterizar como
aspectos carácterológicos del paciente. También es posible reconocer en la situación
aspectos histórico-genéticos individuales y grupales reactivados. Otra zona integrante de
la situación comprende el momento evolutivo individual y grupal. También una zona de
determinantes concurrentes del contexto social más amplio (condiciones económicas,
laborales, culturales, ideológicas)
Teniendo en cuenta todas estas zonas lo que haremos es reconfigurar una estructura,
construir un modelo de la situación que intente dar cuenta de los dinamismos,
articulaciones, encajes, potenciaciones y oposiciones propios de una totalización. El
concepto de situación en el que convergen las perspectivas dialéctica, materialista y
existencial puede aportar un modelo adecuado capaz de aproximarnos a una totalización
concreta, singular y en movimiento. Aquí hay aportes psicodinámicos, comunicacionales y
psicosociales. El foco como delimitación de una totalidad concreta sintética contiene esta
serie de componentes condensados en la situación estructurada. Reguladores del foco
Diafragmado operacional del foco: en muchos momentos de la tarea no se abarca la
totalidad de los componentes de la situación sino que se concentra por una especie de
diafragmado en alguno de ellos recortando alguna zona particular. La profundidad y
amplitud con que se explore cada zona y la totalidad depende de una serie de factores
reguladores. Desde el paciente y su familia: condiciones de vida culturales,
ocupacionales, geográficas, motivación para el tratamiento Desde el terapeuta y la
institución: esquemas teóricos, recursos técnicos, disponibilidades de personal y
espacios, estilos de supervisión. En cada momento, no obstante, la focalización adquirirá
una amplitud particular.

Este conjunto de reguladores delimita sobre la situación total un “cono de amplitud


variable”. El trabajo de foco sigue esta secuencia:

1. El paciente inicia la sesión aportando material disperso

2. Después de un tiempo de ese despliegue el terapeuta interviene para preguntar en una


dirección específica, o bien selecciona ciertos elementos significativos desde la situación-
foco.

3. El paciente recibe esta reformulación y comienza a operar con ella


4. Nuevas intervenciones tomarán ya elementos parciales, componentes de la situación.
En un movimiento donde se trabaja a la vez sobre los detalles y sobre el conjunto.

A lo largo del proceso terapéutico el foco puede ir modificándose. Si cada situación puede
entenderse como una estructura dotada de una organización interna peculiar, entonces es
comprensible que no se la pueda bordar por simple concentración masiva de estímulos
correctores sino en base a una planificación estratégica.

Fiorini: Intervenciones en crisis en psicoterapias psicoanalíticas: crisis vitales,


crisis accidentales. Caso clínico.

Recibo el llamado de una mujer: “Doctor, ¿Ud. podría darle una consulta a mi marido? Él
no llamaría. Está muy mal y me dijo que si yo me ocupo va”.

Hay quienes dicen que si no llama el paciente no hay que atenderlo, porque debe haber
demanda. No es práctico en salud mental colocar ese slogan siempre. Tiene importancia
saber quien demanda, pero no ponerlo como condición para dar la consulta.

Le doy una hora para los dos días siguientes. Viene a verme un hombre de 46 años, alto,
atlético, rubio, de ojos azules. Es como si no se le notara su altura ni el cuerpo atlético
porque esta como consumiéndose. Esta muy inseguro, le cuesta hablar y en la primera
entrevista tiene la voz temblorosa, de angustia. “Mire, yo en realidad vengo… mi mujer le
pidió la hora porque yo desde el 2 de enero (esto era en marzo) no volví a trabajar”.

Le digo que me cuente cómo es su trabajo. “Yo tengo una sociedad hace 15 años con un
primo de mi mujer y un amigo él. El último par de años se fueron sumando problemas y
decidí no volver. Hubo un cambio de la situación económica, del mercado de discos, hubo
un cambio en las condiciones de comercialización”.

Uno de los factores de la situación: el cambio económico.

Esta empresa se ve en la disyuntiva de cerrar o multiplicarse, optaron por lo segundo.

“En un año nos asaltaron 10 veces, y lo más terrible fue el último. Yo llevaba el dinero y
se me cruza un auto con gente armada y no sé que me paso (llora), yo creo que estuve
loco. Acelere el coche, me tiraron, me hirieron el hombro y me podrían haber matado”
(llora).

Esta llorando por la muerte de él, que bien pudo haber ocurrido, y él llora también porque
estuvo loco. Él está desesperado por rodo lo que ocurrió. El asalto fue el 20 de diciembre
y el 2 de enero decidió no ir más.

Empiezo a pensar que me está contando la historia de una fobia, ha tenido una situación
de peligro y la respuesta al impacto traumático fue el desarrollo de una fobia.
Yo hago una intervención diciendo que me parece comprender que me cuenta una
historia donde en dos años ha habido muchos cambios, que él no está tolerando esos
cambios y los peligros que conllevan. “No es solo eso, es que mi padre nos abandono
cuando yo tenía 10 años” (llora).

Él ve una relación causal entre una historia de abandono en su familia y esto que parecía
referirse al balazo.

“Yo tenía más problemas en el trabajo no solamente esto de los asaltos. Cometí errores
muy serios. Estaba a cargo de controlar la parte financiera, que era el pago de deudas por
crédito de bancos. Y no sé que me paso, pero durante 3 meses del año pasado me olvide
de esta tarea. Mi olvido costo como 20.000 dólares”.

Este error lo vamos a escuchar como los errores de Freud, como actos fallidos.

“Mis socios se enfurecieron y no que me querían ver más”.

Entonces le pregunto: “En enero dejo de ir, ¿Qué piensa Ud. y sus socios de esta
situación? ¿Qué piensa su mujer? “Ellos no sé, porque no hable más con ellos, mi mujer
dice que yo tengo que trabajar porque sino ¿de qué vamos a vivir?”.

El hombre está muerto de miedo, de angustia, no trabaja, no tiene dinero y el capital no es


recuperable.

Como el nivel de angustia era muy alto, estaba muy deprimido, le propongo, en la tercera
entrevista, medicarlo y el acepta. Por un tiempo, después se pudo ir suprimiendo la
medicación.

Si me centro en lo individual, digo: se trata de un individuo que ha dejado de trabajar por


A, B o C. si tengo una escucha grupal, digo: pero no solo él, además nadie llama y
estaban en vías de echarlo. A esto le llamo la dimensión grupal de la crisis.

“Mi padre era un hombre de mucho dinero, que tenía una sociedad con su hermana, muy
exitosa. Era una inmobiliaria. Hasta que un día se les ocurrió dedicarse a los caballos de
carrera. Vivian en el hipódromo, empezaron a salir de noche, a salir con mujeres de la
noche. Un día los dos dejaron a sus familias y se fueron con estas mujeres y sus fortunas
a “vivir la noche”. Mi madre se puso muy furiosa y dijo “de esto hombre no se habla nunca
más”. Era una mujer muy sargenta y teníamos que cumplirle en todo. Y así salimos mi
hermana y yo, sometidos, con poco carácter. Después de 5 o 6 años lo vimos algunas
veces, pero la verdad es que no sabemos qué paso. Cuando mi padre apareció había
perdido todo el dinero y tenía un aspecto miserable”.

Voy reconstruyendo la historia y la impresión que tengo es que el padre enloqueció.

Edad que tenía el padre cuando pasó todo esto: 45 años. Se abre una serie de
conexiones interesantes: cuando él se olvido de controlar las finanzas de la empresa tenía
45 años. Es posible que haya desarrollado una identificación inconsciente con el loco, por
la que cometió a la misma edad, algún equivalente simbólico de aquella locura (la pérdida
de 20.000 dólares y la locura de escapar cuando estaba rodeado de asaltantes). El tiene
mucho miedo de volver loco, como cuando huyo, pero también a un nivel de identificación
inconsciente, tal vez deseaba volverse loco por el elemento de unión al padre que podía
aportarle seguirlo en su locura.

En la tradición psicoanalítica podríamos dedicar mucha atención a esta historia, pero las
papas queman. Este hombre no concurre al trabajo. No vamos a descuidar esta historia,
pero debemos considerar la situación actual, el está sin trabajar.

Cuando le hago una interpretación no pude pensar conmigo, ¿Qué quiere decir esto? Que
no tiene ningún gesto de insight, que la interpretación no le trae asociaciones.

“Yo sé que mi mujer se está enojando, pero si yo tengo que perder también a mi familia la
perderé. Pero a trabajar no vuelvo”.

Esto es inquietante porque en realidad ahonda la dirección de seguir el camino del padre.

Le pregunto si ha tenido algún sueño, si ha pensado en alguna otra cosa del asunto y las
respuestas son negativas.

Lo único que aporta es: “Mi mujer se está enojando mas conmigo, y me dijo que si no voy
a trabajar se va a separar”. Este hombre está bloqueado, paralizado y tal vez, decido a
mantenerse en el camino del padre. Cuando le señalo e interpreto su actitud negativa,
asiente. Nos confirma que está en actitud negativa.

En esta situación, apelando a nuestra teoría de lo grupal en la crisis, decido citar a la


mujer. Él acepta. La mujer no estaba tan enojada como él decía, es una persona
compresiva y razonable. Pude comprobar la diferencia entre la proyección y lo que es el
otro.

“¿Uds. no podrían retirarse y recurar el capital?” “No, no podríamos”. ¿Qué se les ocurre
que se puede hacer en este momento?” La mujer dice: “Podría hablar yo con ellos”, y el
marido dice: “No quiero que te metas”. Recuerden la actitud negativa que él sostiene.
Creo que en esta situación el terapeuta debe ser activo.

Entonces digo: “Me parece constructiva la idea de que Ud., señora, hable con los socios.
Ud. se opone pero está en minoría” (como en una asamblea).

La mujer fue a hablar con los socios, tampoco estaban tan enojados como parecía. Ella
les explico que había desarrollado una crisis de angustia y ellos comprendieron. El los
pensaba mas enojados, pero este hombre siempre piensa que los otros son tan negativos
como él. Los socios dijeron que se trate y que cuando pueda concurra a hacer alguna
tarea. Vuelvo a hacer una sesión con él y la mujer y empezamos a pensar cuál podría ser
la tarea. Cuando los socios se enojaron con él porque había cometido ese error
financiero, le habían propuesto un trabajo afuera que era promover ventas de discos en
gasolineras, cosa que le había aterrado porque era en espacios abiertos y el padecía
agorafobia.
Cuando la mujer hablo con los socios le ofrecieron la misma tarea. Pero él dijo que no
podría ir a lugares desconocidos, hablar con gente desconocida, entonces ella se ofreció
a acompañarlo.

Luego de 3 meses le propuso a la mujer que se quede en la casa porque se iba a animar
a ir solo.

Participante: ¿Cómo en estas situaciones de crisis manejas lo transferencial? Este


hombre te esta avisando desde el primer momento de que tiene que decirle lo que tiene
que hacer.

Friorini: Este hombre tiene un carácter muy pasivo, siempre pide a otro que lo dirija. Se lo
ha pedido a la mujer, se lo ha pedido a los socios y me lo pide a mí. En las consultas
conmigo es un hombre pasivo, no trabaja con las interpretaciones. Desde el punto de
vista de las transferencias, está repitiendo su relación pasiva con el poder de otro.

Él nos ha contado una historia de una ausencia de padre. También no está mostrando
que ante un padre ausente él se ha identificado con aspectos enfermos del padre. Otra
lectura es que él puede venir a encontrarse conmigo a ver si encuentra alguna función
paterna no enferma y no ausente. Si viniera a encontrar alguna función paterna no
enferma, el vendría portador de alguna diferencia potencial. ¿En qué sentido? En que
cuando se reencontró a medias con ese padre, nunca pudo reencontrarlo. El padre
tampoco se ofreció al reencuentro de ellos.

Se quedo pasivo respecto de las figuras maternas y ausente de la función hijo en la


relación hijo-padre. La cuestión es que él puede venir con todas estas transferencias pero
también a ver si es posible construir alguna diferencia.

Una escena para crear diferencia es la de la asamblea, donde yo me uno a la mujer y


decidimos. Esa alianza de la mujer conmigo se puede leer como instauración de la
función paterna, con una pareja parental que en la historia de él estaba perdida.

Instaurar alguna diferencia no quita que va a haber que lidiar con las transferencias. Parte
de la pregunta es cómo podremos abordar las repeticiones de la transferencia, pero
sabiendo que no hay solo eso, que puede haber otros caminos en torno a lo que se repite
como transferencia.
Kesselman: Psicoterapia breve

I - ¿Por qué psicoterapia breve?

Hay muchas razones, pero creo que una de las respuestas esenciales es que las
necesidades actuales de masificar la asistencia psicológica son incompatibles con los
tratamientos psicológicos individuales prolongados.

Breve, sería entonces, la psicoterapia que se contrapone a la psicoterapia prolongada o


ilimitada.

De estas psicoterapias prolongadas propongo tomar, como ejemplo, el psicoanálisis para


comprender el papel que puede desempeñar en las limitaciones y posibilidades de
desarrollo de la psicoterapia breve y de los otros procesos correctores de duración y
objetivos limitados. Frente a la necesidad de masificar la asistencia psicológica, se le
plantearan, al psicoterapeuta, dos caminos: o tratará de hacer “psicoanálisis a todo el
mundo”, o intentara construir una solida teoría y técnica de los procesos correctores de
duración y objetivos limitados.

A) Psicoanálisis para todo el mundo

En cuanto a las limitaciones, quiero señalar, las dificultades que se le presentan a los
psicoterapeutas que se rebelan contra el “elitismo”, se proponen masificar la asistencia
psicológica tratando de realizar un camino imposible: “hacer psicoanálisis a todo el
mundo”. Esta salida suele ser la forma en que el psicoterapeuta trata de resolver la
contradicción entre su confianza en la idoneidad de los tratamientos largos y costosos
(como el psicoanálisis) y sus deseos de realizar una psicoterapia optima y
económicamente accesible a todos.

Es común que el psiquiatra novel admite la necesidad de analizarse y conocerse a sí


mismo a través de dicho tratamiento, para poder discriminar adecuadamente entre sus
propios conflictos y los de su paciente. Pero también es común que cuando debe realizar
asistencia psicológica a pacientes hospitalarios, por ejemplo, lo que suele hacer con ellos,
es una especie de psicoanálisis apurado. ¿Por qué le sucede esto? Tres razones:

a) No puede evaluar como optimas otras técnicas terapéuticas para los demás, si les
hace algo distinto de lo que considera lo mejor para sí mismo;
b) Al no tener información suficiente, no ve otro recurso que aplicar con los pacientes
el modelo que ha comenzado a aprender a través de su propio psicoanálisis;
c) Circulan habitualmente, en su medio ambiente profesional y de clase media,
afirmaciones acerca de que la terapia psicoanalítica es la única eficaz y que los
otros procesos psicoterapéuticos son ineficaces, que el psicoanálisis es costoso
pero profundo, y que las otras psicoterapias podrán ser gratuitas pero
superficiales.

Estas afirmaciones lo empujaran a abandonar el medio hospitalario una vez que comienza
a tener un número significativo de pacientes que le aseguren una práctica privada.
Vemos así, que el psicoanálisis ha provocado un retroceso en la construcción de
instrumentos adecuados para prestar asistencia psicológica a la gran masa de población.

Cinco exigencias del psicoanálisis

a) La extensión temporal: La curación es concebida como un trabajo entre psicoanalista y


paciente. Este trabajo se cumple poco a poco, en un desarrollo a lo largo de los años y se
lo conoce como elaboración.

b) La tolerancia al sufrimiento: El paciente debe ser capaz no solamente de permitir


acceso a su conciente de los aspectos más reprimidos y rechazados en su personalidad,
sino también de mantenerlos en su conciencia por más dolorosos que sean, recurriendo a
una disociaciones instrumental entre una parte de si mismo capaz de sufrir y otra parte
capaz de interesarse y pensar alrededor de su propio sufrimiento. Es lo que se conoce
como insight.

c) Vínculo cerrado analista-paciente: La relación debe desarrollarse en un ámbito cerrado


para favorecer la creación y el mantenimiento de un vínculo artificial caracterizado por
sentimientos de tipo infantil hacia el terapeuta, a través de esta regresión, el terapeuta es
trata como si fuese una figura parental. Esto afianzara la creación de un vínculo
fuertemente dependiente del análisis: la neurosis transferencial.

d) El costo del tratamiento: El pago de los honorarios es un índice del respeto que el
paciente guarda hacia su propio tratamiento.

e) Investigación “libre” o no directiva: Uno de los aportes más revolucionarios del


psicoanálisis: eliminar la función consejera. Surgió una línea “abierta” a las asociaciones
libres, actos fallidos y sueños, son una vía para llegar al icc. Se constituyo así una línea
de investigación psicoterapéutica no planificada previamente y, por lo tanto, sin límites
temporales fijos.

¿Qué hará el psicoterapeuta con estos axiomas ante la tares de prestar asistencia a todos
los sectores necesitados de la sociedad? Tendrá dos alternativas: emplear directamente
estas categorías o les da otra concepción recreándolas o creando nuevas categorías.

Está visto que el empleo de estas cinco exigencias en la confección de los encuadres de
la psicoterapia breve, ha tenido resultados poco provechosos, sobre todo en los medio
hospitalarios y en algunas instituciones privadas. Por otra parte, le ha ido demostrando al
psicoterapeuta la realidad del tremendo alejamiento que ha sufrido el psicoanálisis con
respecto a la cultura de masas.

El psicoterapeuta se ha visto tironeado por dos fuerzas: una que emerge de los
postulados científicos psicoanalíticos y otra que nace de los postulados de la cultura
popular.

El psicoterapeuta que se acerque a la realidad de todos los días se encontrara con el


hecho de que, si bien estas categorías de idoneidad y eficiencia del psicoanálisis son
reconocidas por la minoría de su clase social, en cambio, no son reconocidas en la gran
masa de la población.

Para la gente, en general, los tratamientos médicos poco eficaces, son los prolongados.
Frente al desarrollo de un tratamiento prolongado, el paciente tiene la convicción de que
su estado es grave o el terapeuta no es bueno. Y esto suele terminar en una consulta a
otro profesional o en busca de otra solución.

B) La labor creativa: teoría y técnica de los procesos correctores de duración y


objetivos limitados

Esta la posibilidad de que el psicoterapeuta sea capaz de una labor creativa al conferir
otra concepción a las categorías psicoanalíticas recurriendo a otras técnicas o a otras
disciplinas. Es posible la instrumentación de ciertas categorías psicoanalíticas y en lo que
se refiere a las cinco exigencias:

a) Extensión temporal: La psicoterapia breve debe tener una curación limitada, en lo


posible, a semanas o meses de duración.

b) La tolerancia al sufrimiento: No pretendemos la supresión de la angustia. Tampoco


creo que deba hacerse una apología del dolor exagerado. El dolor, la angustia, deben
adecuarse a la capacidad que cada sujeto tenga para sentir ese dolor y esa angustia
como valiosos, soportable y no como perjudiciales e insoportables. Creo que la angustia
insuficiente y la desmesurada se convierten en un freno del proceso de curación.

c) Vínculo cerrado analista-paciente: Este es un lujo que no siempre la psicoterapia breve


puede darse. Primero porque hay ciertos pacientes (niños, adolescentes) con quienes
este vínculo no es posible desde el momento en que no los consideramos totalmente
responsables como para hacerse cargo de sus peripecias y exigencias que deben
afrontarse en el tratamiento. Segundo, porque la psicoterapia breve, que requiere el
hallazgo de soluciones inmediatas, deberá incluir entrevistas a familiares y allegados del
paciente para solucionar los puntos de urgencia y las condiciones de seguridad del
tratamiento.

d) El costo del tratamiento: Aquí deberíamos discriminar según los tipos de pacientes, de
acuerdo a los recursos económicos. Creo que aquellos pacientes con buenos recursos
económicos deben pagar los tratamientos en una relación entre sus posibilidades y las
necesidades del psicoterapeuta. Si bien es cierto que el terapeuta tiene el derecho a
recibir su remuneración económica, también creo que al no tenerla se beneficia y gratifica
no solo con el aprendizaje allí obtenido sino con los beneficios de prestar asistencia
social.

e) Investigación “libre” o no directa: Creo que la libertad de la investigación puede y debe


mantenerse dentro de ciertos cauces y límites en una dirección que resulte del equilibrio
que reclaman las necesidades y posibilidades del terapeuta o institución, de los pacientes
y de la situación en que dicha relación se da. Pienso, así, que la psicoterapia breve, será
considerada como una de las formas de lo que podría llamarse planeamiento de la
psicoterapia o psicoterapia planificada de corta, mediana o larga duración, de acuerdo al
caso.

Dos características fundamentales

Parece entonces que toda posibilidad de masificar la asistencia psicológica, depende de


la capacidad para planificar dicha asistencia por una parte, y por la otra, de la eficacia de
utilizar todos los recursos de movilización y encuadres posibles de trabajo.

Los procesos correctos de duración y objetivos limitados, entre ellos las psicoterapias
breves, son el principal instrumento de la asistencia social, ya que son aptos para cubrir
todo el campo asistencial, sin sectores de privilegio. Dos características:

a) El planeamiento, la programación o la planificación general previa, que incluye la


noción de principio, desarrollo y final del proceso con metas claramente
establecidas;
b) La utilización de diversos encuadres y de diversos instrumentos de aceleración o
movilización adaptados a cada persona o grupo de personas asistidas o a distintos
momentos evolutivos de la misma persona o grupo de personas asistidas.

Creo que la diferencia fundamental radica en el hecho de que existan psicoterapias


planeadas o programadas y psicoterapias no planificadas o no programadas. Cada una
de ellas puede ser de corta, mediana o larga duración, según el caso.

II – Las bases de la planificación

La planificación es el trazado de un camino a recorrer entre agente corrector y sujeto de la


corrección, a través de una tarea que llamamos proceso corrector.

1. Noción de proceso corrector: es una tarea por la que un agente de la corrección asiste
psicológicamente al sujeto de la corrección, con un esquema instrumental, en una
situación determinada.

El agente corrector puede ser un individuo o grupo al igual que el sujeto.

Corrección implica cambio. Nuevas formas de enfrentar los conflictos psíquicos que
limitan sus capacidades.

La tarea se desarrolla alrededor de un marco de referencia y de un marco de trabajo. El


primero es el esquema de conceptos de que el agente corrector se sirve para operar la
transformación de un campo dado: Esquema Conceptual Referencial Operativo (ECRO).
El segundo es el que encuadra el campo de la relación entre sujeto y agente corrector y
este campo es el de las conductas desviadas.

El concepto de desviación de la conducta se refiere a las distintas variantes de la norma


patrón, que no puede ser una norma fija y universal. A partir de su ECRO, el agente toma
en cuenta la ubicación temporo-espacial, el rol y el estatus social, la edad, el sexo, etc. de
el o los sujetos de la corrección.
El proceso corrector toma así la característica de no poseer modelos fijos sino situaciones
y el sentido de la corrección lo da la operatividad funcional y social de la misma.

Todo proceso corrector presenta seis constantes. Se agrupan tres de cada lado del “cono
invertido” y los fenómenos registrados en cada una de ellas permiten rastrear el agente
corrector, la naturaleza de la desviación y a su vez permiten planificar el proceso de la
corrección.

a) Pertenencia: es la identidad de el o los sujetos actores de la corrección. Se mide por el


grado de responsabilidad a asumir el desempeño de la tarea.

b) Cooperación: es el grado de eficacia real con que cada sujeto de la corrección participa
para contribuir al logro o fracaso de la tarea.

c) Pertinencia: es la capacidad de centrarse en la tarea prescripta. Es lo que permite a la


tarea mantener en su eje el sentido verdadero de proceso.

d) Comunicación: parece ser el elemento más demostrativo para detectar y visualizar


trastornos en las relaciones humanas. Lo enfocamos desde 2 niveles de aproximación: el
de la teoría de la información y el de la dinámica de los niveles libidinosos. Siguiendo la
teoría de la información, delimitamos un circuito de trabajo con: emisor, receptor y
mensaje, para detectar en que parte está el malentendido. En cuanto a la dinámica de los
niveles libidinosos registramos el oral, el anal y el genital. Cada uno de ellos se
caracteriza por el tipo de relación que tiene el sujeto con los objetos de su interés.

e) Aprendizaje: es la adquisición de la capacidad de conductas alternativas para enfrentar


obstáculos. Aprender a pensar los sentimientos, las acciones y los pensamientos. A
relacionar nuestra conducta con la de los otros.

f) Telé: es ser humano sufre miedos básicos: el persecutorio (temor al ataque) y el


depresivo (temor a la perdida). Estos miedos producen una visión subjetiva de mundo
exterior, el cual es, a su vez, objeto de las proyecciones inconscientes de dichos miedos,
haciéndole sentir que, sin saber bien porqué, puede agruparse con ciertas personas y
rechaza otras. Estos no son encuentros afortunados o desafortunados sino “reencuentros”
en la relación con el mundo exterior. A esta atracción o rechazo la denominamos telé
positiva o negativa.

Los instrumentos técnicos utilizados por el agente corrector (interpretación,


esclarecimiento, dramatizaciones, etc.) están destinados a favorecer el manejo adecuado
que el paciente haga de sus miedos básicos y a disminuir su resistencia al cambio.

Para la corroboración o rectificación de hipótesis dinámicas (con las que intentamos


comprender y corregir a lo largo del proceso) nos valemos de ciertos universales
psicológicos suministrados por las teorías de las relaciones objetales y que aparecen
como variables generales de todo proceso corrector. Trataremos aquí de que nuestra
actividad correctora se centre en:

a) Disminución de los miedos básicos


b) Plasticidad en el juego de introyección y proyección
c) Volver explicito lo implícito
d) Favorecer la movilidad de roles
e) Favorecer la recreación de ideologías

Finalmente, las modificaciones obtenidas desde los iniciales trastornos que han aparecido
en la primera consulta o durante el proceso terapéutico permitirán que el agente tenga a
mano puntos iniciales de referencia de los cuales partir, de común acuerdo con su
paciente, para confeccionar el planeamiento de una tarea que periódicamente les habrá
de permitir la evaluación del proceso evolutivo y la confección del futuro proyecto.

Los procesos correctores pueden dividirse de acuerdo a su duración y objetivos en


limitados y no limitados. Los primeros pueden dividirse, a su vez, en aquellos que se
desarrollan con personas que solicitan asistencia psicológica para mejor su eficacia, para
efectuar un aprendizaje, pero no se consideran enfermos, y en los que se desarrollan con
personas que solicitan asistencia psicológica para curar su enfermedad. En este campo,
el agente corrector efectúa psicoterapia.

Los cuatro principios básicos para el planeamiento y ejecución de la tarea correctora

La logística, la estrategia, la táctica y la técnica. Se concibe el ataque y la lucha contra la


enfermedad en términos muy similares a los que se utilizaban un campo de batalla. El
agente corrector es visto como un soldado que tiene que combatir contra un enemigo (la
enfermedad) frente a la cual tiene que plantearse qué posibilidades de logro tiene. El
agente debe colocar a su objeto de estudio (el paciente) y el campo en el que se va a
trabajar (la relación terapéutica) en las mejores condiciones, para que su trabajo (la lucha
contra la enfermedad) sea lo más fructífero posible. Esto es la logística y la definimos
como la aproximación exploratoria al campo de trabajo que intenta las operaciones
necesarias para colocar al objeto de estudio y corrección en condiciones tales que
la experiencia sea fructífera.

Luego se puede diseñar una forma de atacar ese campo, de abordar y de relacionarnos
con ese objeto de estudio, una forma que nos indique que hacer, durante cuánto tiempo,
para llegar a donde, es decir a que meta y a través de cuales etapas. Esto es la
estrategia. Es el diseño de un plan de acción sobre el camino a recorrer para llegar a
nuestra meta u objetivo final, utilizando los datos que hemos obtenido en la etapa
logística.

La manera en que vamos a emplear este plan de acción, el tiempo en que lo vamos a
poner en movimiento, en el momento en que vamos a desarrollarlo. Esto es la táctica. El
plan de acción de se pone en movimiento en el momento y lugar adecuado.

Podemos utilizar muchos recursos para recorrer y operar sobre ese campo. Las
diferentes formas en que se utilizan los instrumentos para operar en el campo de
trabajo, o sea la sistematización de los distintos caminos para llegar a un fin recibe
el nombre de técnica.
Práctico 10: Psicoterapia sistémica. Fundamentos

Feixas y Miró: Aproximaciones a la psicoterapia. Una introducción a los


tratamientos psicológicos

Modelos sistémicos

Sobre la modificación de patrones de interacción interpersonal se centra el principal


aporte de los modelos sistémicos que vamos a revisar en esta sección. Históricamente, el
desarrollo de los modelos sistémicos ha estado unido a la evolución de la terapia familiar.
En la actualidad, su ámbito de aplicación es mucho más amplio y abarca también el
tratamiento individual y el de parejas.

El concepto básico que sirve para unificar los aportes de los distintos enfoques es el
concepto de sistema. El aspecto distintivo más característico del concepto de sistema es
su oposición al reduccionismo, el énfasis en las propiedades supersumativas que resultan
de la interacción de los elementos de un sistema.

Desarrollo histórico: el planteamiento terapéutico del psicoanálisis clásico es


exclusivamente intrapsiquico, por lo tanto, individual. A pesar de estas limitaciones, fue un
psa (Ackerman) el que publicó un artículo que obtuvo considerable repercusión y que
suele citarse como precursor de la tesis de que las actitudes actuales de los miembros de
la familia pueden influir en los síntomas de uno de los miembros.

La teoría del interaccionismo simbólico influyo notablemente en estos autores. Los


neopsicoanalistas ampliaron su marco conceptual al considerar el rol del ambiente
psicosocial actual en la génesis de la neurosis y al intentar abarcar fenómenos que se
escapaban de los planteamientos terapéuticos psicoanalíticos.

Los inicios de la terapia familiar vinieron de la mano del antropólogo Bateson y su equipo
del Hospital de Palo Alto, que trabajaban en la investigación sobre la comunicación entre
el esquizofrénico y su familia.

Los `60 suponen un importante desarrollo para el modelo sistémico. Jackson crea el MRI
(Mental Research Institute), que fue el primer centro que presentó programas de
formación en terapia familiar.

Trabajos de Minuchin permitieron el desarrollo de un estilo particular de terapia familiar


actualmente conocido como escuela estructural.

Grupo de Milán pone en marcha un centro de investigación en terapia familiar de amplias


repercusiones para el movimiento sistémico internacional.

Conceptos básicos: un sistema es un conjunto de elementos dinámicamente


estructurados, cuya totalidad genera unas propiedades que en parte, son independientes
de aquellas que poseen sus elementos por separado. Para entender el comportamiento
de un sistema es necesario tener en cuenta no sólo sus elementos y propiedades, sino
también las interacciones entre ellos y las propiedades que resultan de la totalidad. El
suprasistema hace referencia al medio en el que el sistema se desenvuelve, y el
subsistema son los componentes del sistema. En el sistema cerrado, sus componentes no
intercambia información con el medio externo, mientras que en los sistemas abiertos sus
elementos sí lo hacen, muestran la capacidad de adaptarse al medio. Los sistemas tienen
la propiedad de autorregularse a través de mecanismos de feedback (retroalimentación) y
feedfoward (antero-retroalimentación), que mantienen sus parámetros básicos de
funcionamiento.

El miembro de la familia que presenta el síntoma o problema se considera como una


expresión de la disfunción familiar sistémica. La resolución del problema se supedita al
cambio de la estructura familiar. Cambios en elementos diversos del sistema pueden
afectar favorablemente al problema, puesto que se concibe la familia como un todo
interconectado.

Los principios teóricos básicos de los modelos sistémicos en psicoterapia se formularon


en el marco de la teoría clínica de la comunicación. Sus principios básicos son los
siguientes: 1) Es imposible no comunicar, 2) En toda comunicación cabe distinguir entre
aspectos de contenido (nivel digital) y aspectos relacionales (nivel analógico), 3) La
incongruencia entre los dos niveles de la comunicación da lugar a mensajes paradójicos.
4) La definición de una interacción está condicionada por las puntuaciones que introduce
el participante.

Método terapéutico: Dentro del modelo sistémico los síntomas se consideran expresiones
disfuncionales del sistema familiar. La solución del problema se encuentra supeditada al
cambio en los patrones disfuncionales de interacción familiar. Y los procedimientos
utilizados para modificarlos son muy diversos y varían en función de las escuelas.

Las principales escuelas sistémicas:

La escuela interaccional del MRI. El cambio terapéutico no es esencialmente distinto de


las continuas transformaciones que sufren los sistemas en su evolución. La máxima de
esta escuela es que “la solución es el problema”, los problemas que llegan a consulta
psicológica son el resultado de una dificultad y la aplicación de una supuesta solución que
no ha servido para resolverlo sino que han tenido el efecto pragmático de obstaculizar el
proceso normal de transformaciones de la persona, cristalizándolo en un problema. Se
debe investigar la funcionalidad de la conducta problema para cortocircuitar el proceso
cibernético de feedback del que forma parte.

Los cambios que no suponen una modificación de la estructura del sistema y de su


funcionamiento cibernético se denominan “cambios-1”, mientras que aquellos que afectan
a los parámetros del sistema, se consideran “cambios-2”. Para lograr los cambios-2 los
terapeutas interaccionales emplean intervenciones paradójicas que contradicen el sentido
común. Estas intervenciones tienen el valor de producir cambios-2 en periodos
relativamente breves de tiempo. Se ha resaltado la necesidad de proponer este tipo de
prescripciones con una racionalidad definida, de acuerdo con el marco referencial de la
familia. Estas terapias son breves, se plantea el trabajo alrededor de 10 sesiones.
La escuela estructural/estratégica. En el núcleo de estas escuelas está la consideración
de la dinámica interaccional que se da en los sistemas triádicos. Postulan que los
sistemas se organizan en formas de alianzas y coaliciones, lo que requiere un mínimo de
tres miembros. La alianza supone la proximidad de dos (o más) miembros, en contraste
con un tercer miembro. Cuando esta proximidad se constituye en contra del tercero se
considera coalición, que por ser negadas son mucho más difíciles de detectar en la
entrevista que las alianzas, que son abiertas y fruto de las similitudes y proximidades
humanas.

Para Minuchin las familias tienen límites interiores y fronteras con el exterior. Las familias
aglutinadas tienen límites muy difusos entre los subsistemas y fronteras más bien rígidas,
es difícil mantener la individualidad dentro de la familia, a la vez que comprometerse
mucho con el mundo exterior. Las familias desligadas tienen límites y fronteras rígidas de
forma que es difícil compartir lo suficiente, existe excesiva individualidad y a veces
algunas necesidades afectivas quedan por satisfacer. Teniendo en cuenta estas ideas se
dibujan los mapas estructurales, que delinean los límites de los distintos miembros de la
familia dibujándose así las alianzas y coaliciones.

Mediante la redefinición positiva del síntoma se intenta proporcionar una lectura relacional
distinta de los hechos, que ponga en duda las estructuras del sistema. La prescripción de
tareas conjuntas para varios miembros de la familia en ocasiones se pone al servicio de la
promoción de alianzas alternativas a las existentes. En la desequilibración requiere al
terapeuta que forme una alianza intensa con un subsistema de la familia para obligar a
una reestructuración de límites.

La escuela de Milán ve a la familia como un sistema cibernético autorregulado, en el que


todos sus elementos están interconectados y donde el problema que se presenta a
consulta cumple una determinada función dentro de la lógica interna del sistema.

Ya desde el mismo contacto para la petición de consulta, el equipo de Milán comienza a


recoger información mediante una ficha telefónica para elaborar una hipótesis circular,
que contiene información relativa a la función específica que para cada miembro de la
familia cumple el síntoma del paciente identificado. La terapia comienza por parte del
equipo con una hipótesis previa acerca de los motivos por los que la familia busca ayuda,
lo que espera del equipo en función de su estructura actual.

El uso del espejo unidireccional permite asegurar en gran medida el logro de la condición
de neutralidad del terapeuta respecto de la familia, considerada como indispensable.
Mantenimiento de una “meta-posición” respecto a la familia. Posibilita la revisión in situ de
las hipótesis circulares mientras se las pone a prueba. Una de las intervenciones más
características que siguen es la de la confrontación positiva del síntoma. Esta intervención
sienta las bases para la prescripción paradójica, si lo que está pasando en la actualidad
tiene un valor positivo, mejor no cambiar y persistir con los síntomas.

Las terapias sistémicas no pretenden modificar directamente las conductas problemáticas,


sino los parámetros de los cuales la conducta alimentaria disfuncional es parte integrante.
Dicha evaluación parte del supuesto de que la conducta disfuncional es una expresión de
patrones de interacción interpersonal disfuncionales.

Las relaciones se manifiestan en el aquí y ahora. Los terapeutas familiares han creado
procedimientos de evaluación in situ. Los tratamientos en terapia familiar suelen tener un
número reducido y limitado de sesiones, no suelen ser más de veinte.

Recursos técnicos:

La reformulación trata de cambiar el marco conceptual o emocional en el cual se produce


una situación. Se intenta introducir un nuevo contexto en el que los hechos puedan
explicarse de n modo alternativo.

El uso de la resistencia ¿Por qué Ud. quiere cambiar? Desde el punto de vista teórico, el
tema de la resistencia apunta hacia el problema de conocer el (posible) valor funcional del
síntoma en el contexto de la vida del paciente. Este tipo de reflexiones ha dado lugar a lo
que se conoce como intervención paradójica. Consiste en que el “experto” prescriba de un
modo controlado y especifico aquello mismo que constituye el problema. Puede tomar las
siguientes formas: petición de cambio lento, prescripción de no-cambio, prescripción del
síntoma.

Otro procedimiento común es la prescripción de tareas que la familia debe seguir.


También se utiliza la ilusión de alternativas, uso de analogías y cuestionamiento circular,
donde la información sólo puede generarse por medio de un proceso de diferenciación. El
terapeuta adopta una forma de preguntar en la que selecciona ciertos fenómenos, los
pone en relación unos con otros, los compara y distingue.

Desarrollos actuales:

Se pretende comprender la conducta problema en el contexto de una secuencia de


conductas de los otros miembros de la familia en la cual el problema adquiere su
funcionalidad.

Las nuevas ciencias sistémicas (o cognitivas) conciben la realidad como un conjunto de


procesos interconectados y multidireccionales que simultáneamente se encuentran
articulados en distintos niveles de interacción y son mutuamente irreductibles entre sí.

Esta “revolución metodológica” se encuentra en el origen de los planteamientos


terapéuticos sistémicos y es retomada con una fuerza renovada con el nuevo aire
constructivista.

Esta nueva óptica constructivista no se traduce en una nueva escuela de terapia sino en
un cambio de orientación del movimiento sistémico en el que participan representantes de
varias escuelas. El mayor cambio producido por la adopción del constructivismo ha sido el
dejar el énfasis previo en las secuencias de conductas y centrarse en la atribución de
significados compartidos por la familia. Atreverse a entrar en la “caja negra”.
Esta visión constructivista sugiere que el cambio en la terapia implica la modificación del
significado, de las premisas o de las estructuras de conocimiento del sistema. El terapeuta
deviene un “constructor de realidades” o alternativas más viables para la familia. Los
pacientes acuden a terapia por ser inviable la realidad que ellos mismos han construido.
Todas las variedades de terapia se basan en la modificación de esos constructos. El
cambio en la terapia implica una reconstrucción de la historia que el sistema ha creado
alrededor del problema. Así, la conversación se mantiene hasta que se crea una nueva
“narrativa”.

Esta nueva perspectiva se conecta a nuestro juicio con la tendencia constructivista de


algunos modelos cognitivos (Sistema de Constructos Familiares).

Desde esta perspectiva, los conflictos familiares se ven como trastornos de negociación.
El propósito de la terapia es ayudar a la familia a hacer una nueva construcción de los
acontecimientos.

No todos los terapeutas familiares han seguido esta tendencia constructivista, lo que lleva
a percibir el movimiento sistémico en una encrucijada entre aquellos que entienden la
organización familiar en términos de alianzas de poder y conductas encadenadas
funcionalmente, y los que consideran la familia como un sistema de creencias compartido
en el cual tiene sentido el síntoma.

El modelo sistémico sea en su vertiente pragmática o en la constructivista, ha tenido un


desarrollo tremendamente expansivo en los últimos años y ha sido aceptado e muchos
contextos tanto privados como públicos por su eficiencia y flexibilidad en tratar problemas
de carácter muy distinto.

Formación del terapeuta: la formación en terapia familiar se plantea en base al estudio de


las teorías y de la práctica supervisada que, en este caso, se beneficia del apoyo
audiovisual y/o del espejo unidireccional.

Valoración crítica: la adopción de la TGS y la cibernética como modelo de


conceptualización nos parece una de las mayores ventajas del modelo sistémico. No
obstante esto, existen problemas en torno a la definición misma de sistema, porque no
está claro cuáles son los criterios que debemos seguir para designar un sistema.

Sluzki: Cibernética y terapia familiar. Un mapa mínimo

El primer objeto de estudio de la Cibernética fue los procesos de comunicación y control


en sistemas naturales y artificiales y el de la teoría general de sistemas.

Wiener, Ludwing von, Berialantly fueron los creadores de la disciplina.

Ambas disciplinas cibernética y teoría general de los sistemas) se desarrollaron durante


muchos años con convergencias que sorprenden aun más que sus diferencias como
referente conceptual del campo de la terapia familiar.
Luego surge la Nueva Cibernética como modelo crucial que esta proveyendo la terapia
sistémica un lenguaje que permite pensarse. Así la terapia familiar y las ciencias del
comportamiento en general, co-evolucionan con la nueva física, la nueva lingüística y la
nueva antropología en el desarrollo de una voluta conceptual revolucionaria que parece
caracterizar la segunda mitad del siglo XX: la autoreferencia.

La cibernética ha sido definida de varias maneras:

- Wainer: la ciencia de la comunicación y el control en el ser humano y la maquina


- Mc Oulloch: la describió como una epistemología experimental centrada en la
comunicación dentro del observador y entre el observador y el medio.
- Bateson: la nueva ciencia de la forma y los patrones de organización.

El campo de la cibernética evoluciono cómo evoluciona toda disciplina a los saltos.

Cibernética de primer orden

Apareció en la ingeniería de comunicación y de las ciencias de la automación y


computación como un esfuerzo a establecer los principios generales de regulación de
sistemas de todo tipo.

La impronta de la revolución conceptual generada en el siglo XIX por la segunda ley de la


termodinámica: partía de que la energía se gasta en el proceso de la transformación. Ese
gasto fue llamada entropía y los procesos tendientes a revertirla, entropía negativa.

Los primeros trabajos de la cibernética se centraron en los proceso de corrección de la


desviación, es decir en la retroalimentación negativa, postulando como los sistemas
operan para mantener su organización. La entropía negativa era el principio ordenador.
Los procesos centrales develados eran los de neutralización de la desviación, es decir, los
procedimientos que optimizan el logro de un objetivo dado: la homeostasis, en el sentido
de procesos autocorrectivos.

La noción de familia como sistema y la terapia familiar debe su impacto transdisciplinario


de estas ideas. Los trabajos en el campo de la terapia familiar de ese primer periodo
reflejan el énfasis de la antripia negativa: reglas familiares, mitos familiares, patrones
interactivos.

La segunda etapa en el desarrollo de la cibernética fue bautizada por Magoroh Mayuma


como segunda cibernética el énfasis se desplaza a los procesos de amplificación de la
desviación, la retroalimentación positiva y los procesos sistémicos de cambios. Este
énfasis conduce a una visión hemodinámica en contraste con la homeostasis de los
procesos sistémicos subrayando la dialéctica estabilidad-cambio.

En el campo de la terapia familiar esta nueva voluta epistemológica permitió la descripción


de actividades terapéuticas que hasta entonces habían sido solo definidas como estáticas
o de las que no se hablaba o escribía por simple carencia de lenguaje-conceptos.
Aparecen así las intervenciones generadoras de crisis movimientos desequilibrantes y
actividades provocativas deslindadas a empujar a la familia más allá del umbral y
desencadenar cambios cualitativos representadas en la clínica por las modalidades
terapéuticas.

Cibernética de segundo orden

El curso de las ideas de la cibernética experimento un cambio radical cuando la


fascinación por le estudio de los procesos recursivos condujo a incluir a la misma
cibernética entre los objetos de estudio.

Mead lo llamo cibernética de la cibernética, el observador es una cámara que registra lo


que ocurre afuera.

El contexto que favoreció el desarrollo de la cibernética de segundo orden incluye


ingredientes tales como el principio de la incertidumbre de la física quántica.

El observador es parte de lo que observa y toda descripción acerca de las observaciones


y modelos es necesariamente una descripción acerca de quién genera esa descripción.

Así el terapeuta familiar es un participante educado en un proceso de transformación


colectiva de significados.

La actividad terapéutica puede ser descrita como una actividad dialógica en la que de
manera activa el terapeuta busca insertarse en una visión del mundo aportada a la familia,
para generar propuestas de puntos de vista alternativos y/o de nuevas connotaciones con
las que el colectivo (terapeuta y familia) desarrolla nuevas perspectivas que no traen
consigo comportamientos sintomáticos o problemáticos. En la sesión el terapeuta
introduce así observaciones que pueden ser descriptas como diferencias significativas a
partir de las cuales surgen nuevas perspectivas compartidas que aumentan los grados de
libertad del sistema. La sesión de terapia parece una conversación con un especialista en
vas mas lados de las cosas que sabe acompañar al grupo para que el conjunto familia-
terapeuta vislumbre la naturaleza holográfica de múltiples perspectivas de las cosas o
incorpora al menos puntos de vista alternativos que permitan resoluciones originales de
problemas crónicos. Los descubrimientos y los cambios que resultan de la conversación
terapéutica son necesariamente propiedad de la familia consultante son el resultado de su
propia participación única en la co-evolucion de las ideas que se fueron dando entre el
terapeuta y la familia en el curso de la entrevista.

En este vaivén se fusionan los dos ingredientes rigor e información los así llamados
aspectos pragmáticos y estéticos de la terapia familiar sistémica.

La cibernética muestra claramente que ese territorio meta-disciplinario está en constante


cambio.
Terapia familiar estructural – Umbarger.

Capítulo 1: Carácter, contexto y cambio.

El genograma de la señora N.

Becky, de siete años, había sido derivada a la terapia por su maestra a causa de un
escaso ajuste en el aula. Se la veía a menudo llorosa, se quejaba de extrañar el hogar y
daba una impresión general de inmadurez en su conducta social. En lo demás era
inteligente y tratable. Los padres aceptaron la consulta porque les preocupaba la
frecuencia de conductas similares en casa. Acudieron a la entrevista inicial con Becky y
su hermano menor, de cuatro años. Ambos tenían educación universitaria, se mostraban
sensibles en el plano emocional y parecían llevar vida armoniosa. La señora N había
recibido psicoterapia individual, centrada en problemas relacionados con su familia de
origen.

En la primera mitad de la entrevista, la señora N se refirió una y otra vez a su genograma


y a su supuesta “herencia de ineptitud”, que en su familia materna se habría transmitido a
la hija mayor de cada generación, categoría a la que pertenecían ella, su propia madre, y
ahora la hija. Con la fuerza de convicción del sentido común, la señora N, sostenía que
esta herencia de incapacidad social se manifestaba ahora en Becky. Para definir esta
transmisión de la insuficiencia en el paso de las generaciones empleaba el término
“trasferencia simbiótica”, frase a la que adjudicaba importante sentido.

Situación Problema Intervención Otra intervención


estructural
La madre Mientras la madre “Señora N, “Sería bueno impedir que
solicitó a la dibuja, Becky se ¿puede usted siguiera haciendo eso
terapeuta levanta de su silla, pedir a su marido porque, vea usted, ella
utilizar la se acerca a la que le explique a está identificada con
pizarra para pizarra, agarra Becky que usted usted, ahora mismo
dibujar su una tiza y se siente cómoda, actúa inapropiadamente,
genograma empieza a que esta es una tal como usted le parece
familiar. garabatear. vieja historia suya que lo hace usted
y no necesita misma. Ella quiere ser
¿Cómo lograr que ayuda, y usted entonces como usted,
la hija deje de sabe muy bien lo aferrarse a su ineptitud”.
interrumpir a su que tiene que
madre y de hacer? Pida a su
aferrársele? esposo que haga
esto por usted”.
La observación de la terapeuta se pliega a esta preferencia por la comunicación indirecta;
no pide a la señora N tranquilizar directamente a su marido, sino tranquilizarlo por
intermedio de la hija y hacerlo participe como progenitor competente, por si mismo capaz
de trasmitir a su hija la seguridad de que la madre “está bien”.
El cuadro muestra también una intervención alternativa, meritoria desde una perspectiva
psicodinámica y que correctamente escoge cuestiones de identificación o de aprendizaje
de roles.

La intervención alternativa, si bien es correcta considerando constructos psicológicos


como el proceso de identificación, no modifica la organización familiar. En cambio, la
intervención estructural produce ese reordenamiento; coliga a los padres en una unión
jerárquica que cuestiona el enmarañamiento entre la señora N y su hija.

Este es el paradigma de causalidad, el paradigma del todo organismico, encarnado


en los principios de la teoría general de sistemas. En este paradigma la causalidad es
circular y la conducta no se entrama menos con el contexto de interacción, que con los
procesos mentales interiores. La terapia familiar estructural es derivado pragmático
de este paradigma organismico y como tal ha sido elaborada por MINUCHIN y sus
colaboradores.

Observaciones curiosas.

Aparecieron innumerables informes clínicos, sobre todo en terapia de niños,


demostrativos de que una persona podía conducirse bien en un escenario y mal en otro.
Los especialistas en orientación infantil advirtieron este fenómeno: los progresos
alcanzados en la terapia individual del niño se hacían más lentos, y aun revertían, cuando
aquel se reintegraba a su familia. No era invariablemente así. La inestabilidad del
cambio aparecía asociada con la vida en el contexto familiar. Otra observación que
no se conciliaba fácilmente por el paradigma analítico era la aparición secuencial de
varios niños sintomáticos en una misma familia. Si uno de los niños mejoraba, muy pronto
un segundo niño manifestaba síntomas, aunque por lo general los síntomas de un niño,
diferían de los síntomas del otro. Haley hizo una observación parecida en su tratamiento
de parejas: trataba con buen resultado los síntomas de un cónyuge, solo para encontrarse
poco tiempo después con que el otro se volvía sintomático.

En un estudio con adultos esquizofrénicos, con prescindencia de su patología interior


individual, se producían graves y perturbadoras alteraciones en el lenguaje y otras
conductas del paciente cuando era entrevistado junto a otros miembros de su familia.

Del carácter al contexto.

La elaboración del paradigma de la teoría general de sistemas facilitó muchísimo pasar


del interés exclusivo por el carácter individual a un enfoque del contexto de interacción. La
iniciativa para introducir una revolución en los paradigmas provino de la biología, la
cibernética y la teoría de la información, pero en las ciencias de la conducta pronto se
advirtió que algunas de aquellas “observaciones curiosas” se comprendían mejor
recurriendo a un modelo que considerara una causalidad circular y no lineal. Exactamente
esto es lo que contempla el paradigma “sistémico” u “organismico”, además de una
diversidad de nuevos conceptos clave sobre la interrelación de los individuos con su
contexto conductual. La insistencia en el holismo, en la integridad orgánica y la
complejidad de toda entidad viva suponía por otra parte una organización sistemática de
esa complejidad. Las partes interdependientes de toda entidad viva estaban en
consecuencia organizadas según pautas relacionales cuyo alcance era mayor y cuyo
sentido era diferentes de la mera adición de las partes. Cada sistema así organizado se
caracterizaba por determinadas reglas y rutinas operacionales, que definían la modalidad
de relación reciproca entre las partes subordinadas, y también la manera en que a su vez
influían sobre el designio del sistema global. De este paradigma sistémico de la actividad
humana se extrajeron los términos teóricos de la terapia familiar estructural.

Rasgos principales del paradigma sistémico.

- Sistema

Un sistema es un conjunto organizado e interdependiente de unidades que se mantienen


en interacción. Dos puntos interesan acá. En primer lugar, un sistema es aquí siempre un
sistema vivo. Como tal, existe en un estado de continuo intercambio con el ambiente. Esta
actividad de intercambio es el contexto dentro del cual la vida se organiza, se desarrolla,
cambia y, por último, muere. En el caso de las familias, el contexto de intercambio incluye
su clase social, su etnicidad, la cultura que la enmarca en su particular escenario
geográfico, y aun su tiempo dentro de la historia universal. En segundo lugar, la frecuente
referencia a las “partes” de un sistema y a su entrelazamiento significa que todo sistema
se compone de subsistemas o subunidades. Estas subunidades mantienen entre sí una
relación dinámica y están organizadas en torno de la ejecución de funciones que son
cruciales para la supervivencia del sistema total.

- Frontera

Una frontera se puede experimentar como unas interacciones gobernadas por reglas, que
de manera regular se producen entre personas durante periodos largos. En grupos
familiares, en cambio, la frontera es un fenómeno interactivo que acontece en el tiempo.
Estas fronteras concurren a consumar y a definir la separación entre las subunidades del
sistema total. Por ejemplo, puede ocurrir que por rutina los padres a lo largo del tiempo
prohíban a sus hijos enterarse de ciertas cuestiones acerca de su matrimonio. Esta
censura de información crea una frontera firme en torno de la subunidad conyugal. A la
inversa, puede suceder que por rutina, la familia entera admita y llame a muy diversos
tipos de amigos y de intereses a participar de la vida familiar. Esta es una frontera de
unidad familiar abierta.

Si no existieran fronteras, muchos desarrollos críticos del proceso familiar no se


producirían; no habría diferenciación progresiva de funciones en los individuos ni en las
distintas subunidades, y por lo tanto tampoco complejidad sistémica.

Las fronteras regulan el flujo de información y de energía de que un sistema vivo


requiere en su quehacer constante dirigido a mantener un equilibrio armonioso con
su contexto ambiental. Información denota las señales verbales y no verbales que
indican en cada caso, para cada parte del sistema, o para este en su totalidad, la medida
en que cumple ciertas metas o propósitos ideales. Por ejemplo, si los padres creen ser
ellos quienes deben comunicar a sus hijos la información sexual, emitirán señales de
desaprobación si un hijo trae a casa de la escuela un manual de educación sexual.
Energía es un fenómeno menos asible, y denota la fuerza emocional, la repetición y la
duración de cada señal. En el ejemplo que hemos dado: los padres acaso se enojen y
adopten una actitud punitiva, y recuerden al hijo la regla que prohíbe traer al seno de la
familia ese material de lectura.

- Realimentación y diseño sistémico

Entradas y salidas de información y de energía se vehiculizan por medio de un suceso


cibernético llamado lazo de realimentación. En el caso de las familias, estos lazos son
senderos de comunicación que cruzan las fronteras entre las unidades en un sentido y en
el inverso, dando señal a los miembros de esa unidad sobre su grado de conformidad o
de divergencia respecto del propósito general del sistema. Todo sistema está “en tren de
algo”, es decir, se encuentra en cierto estado de intercambios más o menos adaptativos
con el ambiente. El diseño de un sistema denota la meta de estos intercambios y el estilo
en que se llevan a cabo. Las familias llegan de diversas maneras a establecer estos
diseños supraordinarios de vida. Existe entonces un flujo y un intercambio continuos de
información y de energía a través de las fronteras de las partes interdependientes. Este
flujo se organiza sobre todo por medio de dos tipos de lazo de realimentación: los lazos
que promueven estabilidad u homeostasis en el sistema, y los que promueven crecimiento
y cambio.

- Realimentación y homeostasis

Los lazos de realimentación que promueven el equilibrio se pueden llamar lazos de


constancia, para indicar que la función de la actividad realimentadora es mantener un
estado de constancia o relativa mismidad en la modalidad de quehacer propio de la
familia. En términos más formales, estos lazos de realimentación se llaman lazos
reductores de desviación, entonces lazo promotor de homeostasis. Por ejemplo:

- Terapeuta: Ahora querría saber por Sara, por ella solamente. ¿Qué sucedió antes
que acudiera la policía?

- Hija: Eran las 6:30hs, y yo estaba escuchando la radio en mi habitación…


(empieza a producir un relato claro y audible de sucesos).

- Madre: (Se lleva la mano a la boca, y se la tapa por un instante).

- Padre: (Se lleva la mano a la boca, y se la tapa por un instante).

- Hija; Me parece haber dicho bastante por ahora… Realmente no recuerdo nada
más.

Los padres lograron dar señales a su hija de que se había apartado a distancia
inaceptable de la línea de base esperada. En silencio se taparon la boca, y Sara dejo de
hablar. Quedó callada, un poco confundida, otra vez en acatamiento a una norma familiar.
La homeostasis se había restaurado
- Realimentación y crecimiento

Los lazos de realimentación que promueven el crecimiento se pueden llamar lazos de


variedad, para indicar que el resultado de la actividad de realimentación es dar sanción a
la diversidad y a la diferencia, lo que lleva a crear nuevas líneas de base para la conducta.
En términos más formales estos lazos de realimentación se llaman lazos amplificadores
de desviación. El lazo amplificador de desviación promueve el crecimiento y la
diversidad. Esto es así: se produce un nuevo suceso o una nueva secuencia de conducta,
y suscita respuestas de refuerzo de los demás miembros de la familia, que aseguran la
supervivencia de la conducta nueva. Por ejemplo:

La madre y el padre parecían en completo acuerdo sobre lo ingobernables y silvestres


que eran sus dos hijos en edad de latencia, Karen y Tony. Mientras los padres hablaban
con el terapeuta, los niños no dejaban de levantarse de asiento una y otra vez, y corrían
en círculo en torno de aquellos, estirando el brazo para tocarlos cada vez. Al cabo, el
padre extendió los brazos, pilló a Tony y lo sentó con firmeza sobre sus rodillas. El niño se
tranquilizó. La madre, en cambio, seguía con sus airadas observaciones sobre Karen, y
decía que odiaba estar en contacto con los demás y que no era cariñosa. El terapeuta en
ese momento inició la siguiente secuencia:

- Terapeuta (se dirige a la madre): Me pregunto si usted no puede tener a su hija en


las rodillas, como hace su marido con Tony.

- Madre: Oh no! Karen no quiere saber nada. Odia que la toquen. Además, me
siento incomoda en esa situación.

- Padre (se dirige a su esposa): Deberías hacerlo… vamos, inténtalo. Karen,


siéntate en las rodillas de tu madre.

- Hija (se encamina hacia la madre y se le sienta en el regazo)

- Padre (se dirige a su esposa): Lo estás haciendo bien. Está muy bien así.

- Terapeuta: Observo que Karen parece más tranquila. Ahora sonríe.

- Madre (rompe a llorar, distiende su cuerpo): Esto es insensato, pero ella no es tan
mala.

La conducta nueva, de contacto físico tierno entre madre e hija, recibió varios refuerzos:
primero el padre alentó a su esposa para que aceptara la sugerencia del terapeuta,
después la hija mostró visible placer y por último la madre amplificó su conducta nueva
con sus lágrimas y un aminoramiento de su ira. Crecimiento y cambio en este campo
resultaran beneficiosos para la familia, antes que alcance otra meseta de invariabilidad
homeostática.

- Estructura
El término estructura denota pautas de interacción relativamente duraderas que concurren
a ordenar u organizar subunidades componentes de una familia, en relaciones más o
menos constantes. Estas alianzas y coaliciones pautadas entre miembros de la familia
son las estructuras que regulan su cotidiano flujo de información y energía.

- Estructura y proceso

Proceso designa una secuencia discreta y limitada en el tiempo, de conductas que


constituyen una transacción. Estructuras son procesos lentos de larga duración. También
se puede imaginar lo inverso, que los procesos son ordenamientos estructurales de
duración muy breve.

- Estructura y contenido

Contenido denota los temas particulares y los concretos atributos de la vida, que,
enhebrados, proporcionan sustancia temática a los conceptos de información y de
energía.

En primer término la teoría general de los sistemas 1) admite y examina las estructuras
creadas por la expresión transaccional de contenidos, y 2) destaca las operaciones
conductuales merced a las cuales un ítem discreto de contenido se abre paso a través de
una frontera y, transformado por el acto mismo de cruzarla, influye sobre el ambiente
interpersonal circundante.

- Cambio de contexto

El contexto dentro del cual ocurre un particular suceso biológico o psicológico denota
todas las propiedades de un sistema vivo, que se acaba de describir. Un contexto existe
1) cuando una colectividad de partes circunda a un componente focal particular, y
mantienen con él una relación aneja y dinámica, y 2) cuando las transacciones que
ocurren entre las partes responden a los principios de la teoría general de sistemas.

Si el contexto estructural se altera, el carácter individual se modifica. Esta posición invierte


los supuestos del paradigma psicoanalítico, según el cual el carácter individual es el lugar
del cambio terapéutico.

Capítulo 2: Los términos de la terapia familiar estructural.

La terapia familiar estructural convierte las abstracciones de la teoría general de sistemas


en descripciones de la vida cotidiana de la familia y en prescripciones para la intervención
terapéutica.

Concepción sistémica del desarrollo familiar normal.

Explicaba Minuchín (1974): “(…) una familia que funciona con eficacia es un sistema
social abierto, en transformación, que mantiene nexos con lo extrafamiliar, que posee
capacidad de desarrollo y tiene una estructura de organización compuesta por
subsistemas”. Los sistemas vivos se componen de “estructuras disipadoras”, es decir que
no se limitan a permanecer en un estado constante, como las estructuras de un cristal.
Las estructuras de un sistema vivo tienen que mantenerse siempre en un estado de fluir, y
esto las vuelve aptas para alcanzar órdenes nuevos de complejidad y niveles nuevos de
organización adaptativa. Las estructuras antiguas se disipan y, en fluir de su disipación,
son reemplazadas por otras nuevas que a su turno y a su tiempo desaparecerán también.

“Una estructura nueva es siempre el resultado de una inestabilidad. Nace de una


fluctuación. Mientras que por lo común las fluctuaciones son seguidas por una respuesta
que retrotrae el sistema a su estado imperturbado, en el punto de formación de una
estructura nueva, por el contrario, las fluctuaciones se amplifican”.

A fin de examinar la evolución de los sistemas familiares, Minuchín y Fishman tomaron de


Koestler el término holón: lo introdujeron para describir entidades que son en sí mismas
un todo, y simultáneamente son una parte de un todo supraordinado. Holón se puede
emplear para describir colectividades extensas, o el holón de los hermanos, o la unidad
de dos personas, por ejemplo el holón de una madre con su hijo (lo que permite evitar
términos patognómicos como simbiosis). Para el terapeuta “la unidad de intervención es
siempre un holón”.

“Cada holón es un todo y una parte al mismo tiempo, no más lo uno que lo otro y sin que
una determinación sea incompatible con la otra ni entre en conflicto con ella. Cada holón,
en competencia con los demás, despliega su energía a favor de su autonomía y de su
autoconservación como un todo. La familia nuclear es un holón de la familia extensa, esta
lo es de la comunidad, y así. Cada todo contiene a la parte, y cada parte contiene también
el “programa” que el todo impone. La parte y el todo se contienen recíprocamente en un
proceso continuado, actual, corriente, de comunicación e interrelación”.

Un ser humano se tiene que considerar existiendo primeramente en un contexto


interpersonal. Se entiende que la identidad individual se desarrolla en principio por su
interacción con el contexto interpersonal.

Minuchín: “(…) la vida psíquica del individuo no es en totalidad un proceso interior. El


individuo influye sobre su contexto y recibe el influjo de este en secuencias de interacción
de constante recurrencia. (…) Sus acciones están gobernadas por las características del
sistema (…)” (1974)

Tres puntos importantes cabe destacar aquí. En primer lugar, este modelo concede a la
actividad individual el poder de alterar el contexto en que se sitúa. Esto armoniza con un
modelo genuinamente cibernético. En segundo término: el pasaje de Minuchín (1974)
presenta total compatibilidad con una concepción sistémica de la conducta, a saber, que
el individuo participa de continuo en una reciprocidad con el ambiente, y que ambos se
influyen entre sí según el modelo de la circularidad de la causa y el efecto. Por último: la
experiencia interior de un individuo cambia cuando lo hace el contexto en el que vive. La
idea de que un contexto modificado lleva a modificar el carácter individual es un axioma
de la terapia familiar estructural que se sitúa en marcada contraposición a los modelos de
cambio sustentados por otras escuelas de psicoterapia.
La familia es un sistema abierto en transformación; se mantiene en continuo intercambio
de entradas con lo extrafamiliar y se adapta a las demandas, en cada caso diferentes, del
estadio evolutivo en que se encuentra. Por otra parte, este proceso de socialización
individual y de desarrollo familiar es, por naturaleza, conflictivo; de ahí que siempre sea
preciso encontrar un equilibrio, una norma que preserve tanto al individuo como al
sistema. En el interior del sistema familiar se desarrollan pautas de transacción
destinadas a asegurar que la conducta de los miembros individuales se regule en armonía
con el guion general, el que comanda la supervivencia de la familia en el mundo
circundante. Estas pautas se mantienen merced a dos fuentes de constreñimiento. La
primera es genérica y proviene de las reglas universales que gobiernan la organización
familiar. La segunda fuente de constreñimiento es específica: la configuración en extremo
personalizada que una familia imprime con el paso de los años a las diversas rutinas
cotidianas que pone en práctica en el curso de su vida.

Para resumir: no existe sistema familiar abierto, adaptativo, que no se diferencie en


holones o subsistemas. Estos se constituyen por el desarrollo de transacciones
conductuales así genéricas como individualizadas. La repetición de estas transacciones
asegura la durabilidad y viabilidad del subsistema. Las metáforas de frontera y de
estructura se emplean para describir el ordenamiento reciproco de estos subsistemas y el
grado de contacto que entre ellos mantiene. La perduración de los subsistemas es
relativa, y obligadamente alterna con la necesidad en que está el sistema total de
responder a una pauta de estructuras disipadoras, que son reemplazadas por otras
nuevas, más complejas. De esta manera “el desarrollo de la familia normal incluye
fluctuaciones, periodos de crisis y su resolución en un nivel más elevado de complejidad”.

Concepción sistémica de la patología familiar

Desarrollo normal: “La familia está sujeta a presiones internas que provienen de los
cambios evolutivos de sus propios miembros y subsistemas, y a presiones externas, que
provienen de la necesidad de adecuarse a las instituciones sociales significativas que
influyen sobre sus miembros. En respuesta a estas demandas de dentro y de fuera, los
miembros de la familia tienen que operar constantes transformaciones de su posición
reciproca, de suerte que puedan crecer al tiempo que el sistema familiar mantiene su
continuidad”.

De esto se sigue que la patología connota un déficit acusado y persistente en la


negociación razonable de esas presiones. “Parece entonces que el rótulo de patología
conviene reservarlo a familias que frente al stress incrementan la rigidez de sus
pautas de transacción y de sus fronteras, y evitan explorar alternativas o son
renuentes a hacerlo”. La operación de una familia es normal si se adapta a las
inevitables presiones de la vida de manera de preservar su continuidad y facilitar
reestructuraciones.

La ausencia de crisis sistémica caracteriza a la familia inmovilizada por las


combinaciones homeostáticas de una fase evolutiva que pierde más y más actualidad a
causa de demandas de cambio que provienen del interior del grupo familiar o del
ambiente más vasto.

En los diversos casos que los estructuralistas describen se disciernen cuatro categorías
principales de patología familiar: patologías de frontera, de alianza, de triangulo y de
jerarquía. Cada una hace su parcial aporte nocivo en las demás categorías.

- Patología de fronteras

Perturbaciones solo se generan cuando las conductas de frontera de quienes participan


en los subsistemas se vuelven inadecuadamente rígidas o débiles, y de ese modo
estorban un intercambio adaptativo de informaciones con los subsistemas circundantes.
Minuchín sostuvo que la dimensión de frontera va de lo desacoplado a lo enmarañado,
extremos entre los cuales se extiende un dominio normal.

En la familia desacoplada, hay excesiva distancia interpersonal; las fronteras que separan
a los subsistemas son rígidas, y es escaso el potencial de reverberación.

En la familia enmarañada, la frontera que la circunda suele ser rígida y cerrada, con
tendencia a dejar fuera el mundo externo y a aprisionar a sus miembros, manteniéndolos
cautivos en los entrampamientos de los subsistemas que tienen fronteras que por ser
difusas no promueven la autonomía individual.

- Patología de alianzas

Estas son de dos tipos principales: desviación de conflictos o designación de chivo


emisario, y coaliciones intergeneracionales inadecuadas.

En las alianzas que consuman una desviación del conflicto se observa la pauta de dos
padres que manifiestan una total ausencia de conflicto entre ellos, pero están sólidamente
unidos contra un hijo individual o una subunidad de hijos. La desviación del conflicto
reduce la presión sobre el subsistema de los cónyuges, pero a todas luces impone tensión
a los hijos.

- Patología de triángulos

Cada ordenamiento tiende a enfrentar dos miembros de la familia con un tercero, si bien
otros miembros se pueden sumar a cualquiera de los bandos. Los estructuralistas han
sostenido que por su naturaleza los triángulos tienden a ser inestables, a resolverse
periódicamente en ordenamientos de dos contra uno. Si esos dos son los padres,
estamos frente a un caso de desviación. Si son un progenitor más un hijo, es un caso de
alianza intergeneracional. Esta estructura de alianzas, si perdura lo suficiente, resultará
muy gravosa para los dos bandos, y se producirá una conducta sintomática.

- Patología de jerarquías
La inversión de las jerarquías de poder se considera a menudo la más destructora fuerza
para la estructura de la familia. Haley la ha indicado como fuente principal de
perturbación.

Concepción sistémica de la terapia familia

Tiene problemas la familia porque se ha atascado en la fase homeostática. En


consecuencia, el terapeuta tiene que “hacer que la familia ingrese en un periodo de
torbellino creador en que lo existente encuentre reemplazo mediante la búsqueda de
nuevas modalidades. Es preciso introducir flexibilidad aumentando las fluctuaciones del
sistema, y en definitiva, llevándolo a un nivel de complejidad más elevado”. Para
transformar el sistema, hay que desequilibrarlo primero. Si no hay crisis, no se
experimenta la necesidad de alternativas: si estas faltan, no hay complejidad, y si la
complejidad está ausente no hay crecimiento: solo un estancamiento desdichado.

Un plan con miras al cambio estructural

El abordaje estructural considera la familia como un organismo: un sistema completo que


funciona mal. El terapeuta socava la homeostasis existente, produce crisis que empujan al
sistema a abordar una organización mejor para su funcionamiento (…) el orden antiguo
tiene que ser socavado para que se pueda formar el nuevo”.

Para Minuchín y Fishman, la meta del cambio estructural es siempre “convertir a la familia
a una concepción diferente del mundo, que no haga necesario el síntoma, y a una visión
de la realidad más flexible y pluralista, que admita una adversidad dentro de un universo
simbólico mas complejo”.

El cambio estructural supone tres objetivos: 1) cuestionar las normas homeostáticas


prevalecientes a fin de 2) introducir flujo y crisis en el sistema, una inestabilidad que
habilitará a las personas a tener conductas y sentimientos diferentes en relación con ellos
mismos y con los demás, y 3) desarrollar de esa manera nuevas rutinas de conducta, o
nuevas secuencias constitutivas de las nuevas estructuras sistémicas. La evolución de
estos nuevos ordenamientos estructurales sobreviene cuando las nuevas secuencias de
conducta se repiten en el tiempo y con fuerza emocional.

En resumen: El terapeuta interviene en el ordenamiento homeostático prevaleciente, de


manera de producir crisis o flujo. Esta crisis demanda, modalidades nuevas de conducta,
que el terapeuta alienta. Una conducta nueva habilita en los miembros de la familia
sentimientos e imágenes diferentes acerca de ellos mismos. Esto obedece al lazo
cibernético que conecta a cada individuo con el grupo más vasto. Conductas e imágenes
nuevas hacen posible el surgimiento de nuevas secuencias de transacción entre
miembros de la familia. Como estas secuencias nuevas se producen en el interior de los
constreñimientos que dan forma a un sistema vivo, es muy probable que sean repetidas y
pasen a integrar las rutinas familiares. Las consecuencias de esa repetición son la
formación de un conjunto nuevo de estructuras y de una nueva meseta de equilibrio.

Símbolos del diagnostico estructural


El mapa de una familia es un diagrama de su organización. Es estático, y en cambio la
familia está en movimiento constante. Pero el mapa de la familia es un potente artificio de
simplificación, que permite al terapeuta organizar la diversidad del material que recoge.

Minuchín ha propuesto una serie de símbolos útiles en el proceso de confección del


mapa.

- Fronteras

Las fronteras en cualquier sistema son las reglas que definen quién participa en él, así
como el grado en que los extraños pueden acceder al sistema. Estas conductas
gobernadas por reglas originan tres tipos de frontera:

1. Una frontera franca o abierta, que se representa con guiones: -----

2. Una frontera cerrada o rígida, que se representa con una línea llena: _____

3. Una frontera difusa, que se representa por medio de puntos: ……..

- Alianzas y filiaciones

Estos símbolos de mapa se pueden emplear también para figurar la cualidad de las
transacciones usuales entre dos miembros de la familia:

1. Una alianza franca y amistosa, que se presume es normal, se figura con una línea
doble: Marido ≈ Esposa

2. Una afiliación enmarañada o sobreinvolucrada se figura con tres líneas: Madre ≡


Hijo varón.

3. Una afiliación débil se figura con puntos: Padre . . . . Hija

4. Una afiliación conflictuada, por ejemplo un conflicto entre hermanos, se designa


con este símbolo: hermana -˫ hermano

5. Una coalición de varios miembros de la familia contra otro miembro, o contra


varios, se figura con llaves. Madre padre
hija hijo

Desviación de conflictos

Una observación frecuente es que dos miembros de una familia preservan su relación
desviando su conflicto incipiente para hacerlo pasar por un tercero. Por ejemplo: un padre
y una madre con tensiones ambos en su trabajo, pueden evitar atacarse entre sí en el
hogar si se unen para atacar a un hijo, con lo cual desviaran el conflicto entre ellos. Un
desvío así se representa: Padre = Madre

Hijo
Capítulo 3: Coparticipación y diagnostico.

Entrar en coparticipación con un grupo familiar quiere decir establecer contacto con él y
experimentar después las peripecias de ese contacto, los infinitos caminos por los cuales
este es aceptado, es resistido y es respondido por la familia como un todo, y por sus
miembros individuales. “En terapia familiar el diagnostico se alcanza por el proceso
interaccional de la coparticipación”.

El proceso de contacto y de respuesta al contacto es inevitable porque entrar en


coparticipación con una familia necesariamente importa intervenir en su vida. Por eso el
acto de coparticipación lleva a descubrir los secretos del sistema, a experimentar y
percibir las pautadas modalidades con que admite la novedad (el terapeuta) en su vida.
De esta manera, el acto de coparticipación es un acto de diagnostico.

Hacer coparticipación consiste en parte en insertarse, descubrir la modalidad en que se


desempeña la familia, y después, a veces, elegir adecuarse a esas reglas. Pero entrar en
coparticipación como estrategia diagnostica demanda también intentar una alteración de
esas reglas y observar la reacción de la familia. Entrar en coparticipación con una familia
no se recude a un inocente gesto social o a una especial manera de establecer una
relación entre cliente y terapeuta. Un diagnóstico sistémico preciso y de eficacia
terapéutica se obtiene en principio en el empeño de alterar el sistema con el cual uno
hace coparticipación. Singulariza a la perspectiva sistémica, obtener el diagnostico por
observación de la respuesta de la familia a intervenciones de tratamiento; de una manera
circular se revisan después las formulaciones iniciales y los consiguientes pasos
terapéuticos, y estas alteraciones entre terapeuta y familia, que avanzan en espiral y con
una relativa continuidad. No se hace diagnostico de la familia como si se tratara d una
entidad estática, sino que el foco de la experiencia diagnostica es el proceso de
interacción de aquella con el terapeuta, agente de cambio.

Diagnostico y actividad del terapeuta

Este enfoque considera una causalidad circular que, combinada con la teoría general de
sistemas, impone al terapeuta participar él mismo en la activación de los lazos de
realimentación de la familia y en la suscitación de las estructuras latentes que gobiernan
la vida familiar.

La actividad que demandan las técnicas de coparticipación obedece a dos supuestos: que
ningún extraño se cruza en la vida de una familia sin tropezar con las reglas de admisión
de esta, pero que de todas maneras no debe vacilar en llamar a las puertas de la familia.
La vacilación en llamar a las puertas es características de muchos procedimientos
diagnósticos tradicionales, si bien es cierto que echar estas abajo difícilmente proporcione
al terapeuta de orientación sistémica la información que le hace falta.

- Para entrar en coparticipación: las maneras de llamar a la puerta

Hay maneras formales e informales de describir la actividad de coparticipación del


terapeuta. Las maneras informales son las que consideran el estilo y la postura
personales del terapeuta en su empresa de entrar en coparticipación con la familia y
producir cambios en ella.

Una vez que el terapeuta conoce y aprecia la maravillosa y diversa complejidad de su ser
como individuo, se le ofrecen muchas opciones para introducirse en una determinada
familia. Si el terapeuta se conoce bastante, y tiene conciencia de su origen familiar, podrá
guiar sus maniobras por la percepción de que hay familias semejantes a la suya, y otras
que son por completo diferentes.

Hay posturas que son útiles para hacer coparticipación y que ayudan durante toda la
terapia. No serán más que descripciones nominales, y ninguna tendrá la elegancia de una
prescripción teórica. Pero son guías valiosas en el momento de reflexionar sobre los roles
de que uno dispone, estando ya en su tarea.

Posturas

Ingreso: La neutralidad del observador científico es en sí un mito, pero el terapeuta puede


aspirar a mantenerla si teme enzarzarse emocionalmente en la lid: es el peligro de esta
postura. Tiene, sin embargo, muchas ventajas; no es la menor la posibilidad de
convertirse en un antropólogo que visita una comunidad y que observa en silencio las
reglas a que obedece al intentar hacer algo con esta persona que se ha colado en ella.

Inducción: el converso. No hay como ser un converso para descubrir los males de la
conversión y los constreñimientos de la fe. Un buen terapeuta en ocasiones hará
coparticipación convirtiéndose a los usos de la familia. En tono, el lenguaje, en
gestualidad, respetará las reglas de esta congregación para alcanzar genuina experiencia
de la estrictez de su fe. Esta postura es sobre todo fecunda en las sesiones iniciales, en
que la familia está dispuesta a incorporar al terapeuta, pero sólo si acepta ser como son
sus miembros. En los casos en que la coparticipación se hace inducción, el último en
enterarse suele ser el terapeuta.

Para hacerse cargo del papel: directores y guiones. El terapeuta de familia tiene que
hacer papel de director, pero dejar a la familia que escriba el guion latente. Destacamos
latente, porque el guion cotidianamente actuado parece terrorífico y merece la peor critica.
Por eso algún terapeuta puede dar en creer que tiene necesidad de escribir para la
familia un drama enteramente nuevo. Esto no solo es descortés, y a menudo imposible,
sino que ignora la circunstancia de que si uno se toma el trabajo de considerarlo, la familia
tiene pensado un guion, uno que es bueno, pero desde luego que necesita de ayuda para
su producción. El peligro de esta postura es que el terapeuta se crea en la obligación de
escribir el argumento cuando todo lo que hace falta es una dirección firme para el guion
que la misma familia viene posponiendo desde hace demasiado tiempo.

La ventaja de esta postura es que permite asumir sin dilaciones el liderazgo que conviene
a un terapeuta. La familia demanda asistencia porque no ha resuelto sus propios
problemas y en consecuencia ha acordado contratar los servicios del terapeuta para que
le procure orientaciones nuevas. El terapeuta, como Minuchín lo señala, es alguien que
“expande contextos”, una persona que activamente sugiere a la familia caminos
alternativos para mirar la realidad y conducirse dentro de su propio sistema, con arreglo a
un guion a que la propia familia ya ha dado principio. Por el acto de adoptar este
liderazgo, el terapeuta forma una unidad nueva, que es la familia más el terapeuta, y en
esa unidad son posibles los cambios.

En 1981, Minuchín y Fishman propusieron clasificaciones nuevas de las maniobras de


coparticipación, según “diferentes posiciones de proximidad”. Se enumeran tres
posiciones, ordenadas sobre un implícito continuo de participación emocional y maniobras
de apoyo. En la posición de cercanía el terapeuta brinda apoyo y convalidación; envía a
la familia la inteligencia que de su sufrimiento ha alcanzado y se deja inducir a la
concepción de la realidad que es propia de esta familia.

Un paso más allá se sitúa la posición intermedia, en que el terapeuta hace


coparticipación como alguien que escucha de manera activa, pero neutral. Consiste en
prestar una atención sostenida a fin de que las personas puedan narrar los detalles de su
historia. El terapeuta no solo asiste a la familia para que elabore las diversas
consecuencias de sus rutinas de vida, sino que inicia intervenciones, por lo común sobre
aspectos que caracterizan al proceso de la conducta de la familia, y no sobre el contenido
de las historias familiares.

La posición distante encuentra también al terapeuta en una postura de neutralidad


emocional, pero se muestra muy directivo en sus intervenciones. El terapeuta crea
contextos nuevos de conducta orientando a las personas hacia escenarios diferentes para
su interacción.

La coparticipación es un acto de afiliación que desemboca en el diagnostico y en el


cambio, y después en un diagnostico revisado. Aunque cobra prominencia en los
momentos iniciales del contacto con una familia; interviene en todos los estadios del
tratamiento.

Tipos de actividad del terapeuta

Una guía útil para el terapeuta es considerar que cada uno de sus pasos constituye una
intervención. Así se aprecia cabalmente que ninguna esfera de contacto con la familia
carece de significación diagnostica. Minuchín caracterizó las intervenciones en dos
clases: las que procuran acomodación a las estructuras prevalecientes de la familia; y
maniobras de reestructuración, destinadas a modificar pautas familiares.

Resumen: no hay diagnostico sistémico completo sin empeño activo del terapeuta por
modificar el funcionamiento de la familia y por observar el modo en que la familia trata esa
interferencia.
Minuchín: Una familia anoréxica

Con respecto a las “familias anoréxicas”, señala una característica predominante: los
límites entre las personas son demasiado débiles como para definir y proteger. Las
familias anoréxicas están atrapadas en la especie de dependencia donde la entrega, la
lealtad y el bienestar del grupo son fundamentales. Este es un terreno fértil para la
respuesta somática a la tensión psicológica.

Va a plantear que para que desaparezcan los síntomas es necesario que la paciente
adquiera la autonomía propia de una muchacha de 16 años, y que la dependencia de
Loretta y la preocupación de su madre son elementos interactuantes de la misma pauta.
Minuchín hace un análisis de las características familiares, de modo de ajustar el sistema
terapéutico en torno de ello. Asimismo, intenta enviar el mensaje de que Loretta debe ser
la dueña de su propia experiencia.

Señala, como uno de los problemas, un exceso de apego entre la paciente y su madre,
que relaciona con el poder de la figura materna en la cultura italiana. Se propone “eliminar
el exceso de apego, aceptando al mismo tiempo las normas de los Genotti”. Acto seguido
intenta desafiar la definición de la maternidad en esa familia.

Minuchín se propone componer un tema terapéutico que será la arena en la que desafiará
la realidad de esa familia: En lugar de “somos una familia con una niña anoréxica y padres
eficaces”, la terapia irá por la vía de “son una familia que quedó estancada en su
desarrollo y debe cambiar para adaptarse al cambio de sus hijas adolescentes”. Propone
que será un tema que irá construyendo en conjunto con la familia, en sus términos y
transacciones. Atribuye a Loretta el papel de estabilizador del grupo.

En un momento del trabajo, dice que intenta obtener apoyo para fortalecer la posición de
Loretta como líder del subsistema fraternal. Llega a decirles abiertamente “No veo que
haya nada malo”. También señala en el escrito que “como padre reconozco y respeto el
miedo de los padres”. Puede decirse, que como terapeuta, se posiciona a nivel
imaginario, o desde su yo.

Menciona una búsqueda por descentralizar a Loretta como padeciente, sus intervenciones
apuntan a re-enunciar el problema: la negociación de reglas para desarrollarse. Otra de
las cosas a las que apunta en sus intervenciones es a “hacer vinculaciones” entre los
padres, de modo de producir mayor distancia entre la madre y las hijas, y aumentar la
cercanía entre el padre y Loretta.

Apoya la conducta de Loretta como resistencia adecuada al sobre-control ejercido por sus
padres. Dice que su misión es bloquear el hábito familiar de transformar los problemas de
control de la conducta en chantaje emocional. Nuevamente se posiciona desde un eje
imaginario.

Llegado un momento, señala que una de las frases dichas por la madre puede utilizarse
para vincular el síntoma de Loretta con el funcionamiento de la familia, transformando su
inapetencia en una transacción personal. Este re-encarnamiento haría posible retirar el
síntoma del cuerpo de Loretta para dejarlo en manos de todos los miembros de la familia.

Le señala a Loretta que está atada a su madre, incapaz de tomar decisiones, de tener
iniciativas. Que está librando una batalla para crecer en la peor de las maneras:
matándose a ella misma para probar que su madre está equivocada. La inapetencia es un
símbolo de su dependencia, y se ha unido a la paciente en su lucha por la conquista de
autonomía. Dentro este marco, negocia un acuerdo con ella, comerá pero sola, sin su
familia, y se pesará cada vez que vaya a sesión, siendo su peso un secreto entre ellos
dos. Una vez pactado esto, avanza hacia el final de la sesión centrando el foco en la
apetencia reenmarcada como una cuestión de autonomía.

Muy significativo que diga: “Creo Loretta que no debes aumentar mucho de peso, porque
tu cara luce mejor alargada…pero quizás deberías aumentar 4 kilos”. También le indica
como tarea que debe hablar con su padre dos veces durante media hora.

Al finalizar, Minuchín concluye que hasta que se iniciaron los síntomas, la familia vivía en
un medio más o menos previsible y era más o menos funcional. Al entrar las hermanas
mayores en la adolescencia, sus exigencias pusieron en peligro la organización de la
estructura implícita de la familia. En ese contexto Loretta desarrolló un síntoma de
rebelión que también implicaba una acrecentada dependencia. Fue un cambio sin cambio,
pues su enfermedad implicaba una preocupación y un sobre-control que eran comunes en
la familia, al tiempo que su rebelión se limitaba a la alimentación. Es esto lo que se
denomina un cambio de primer orden, el individuo cambia de modo que las pautas del
sistema se mantienen.

En ese contexto de crisis, el mundo ya no era previsible, y todos necesitamos coherencia


y significación, de modo que Minuchín ofrece nuevas metáforas para significar esos
cambios. Como puede verse, se trata de una posición de yo a yo, que es opuesta a un
psicoanálisis lacaniano.

M. Buzzoni & Tocho: Algunas consideraciones sobre el modelo de psicoterapia


familiar de S. Minuchín (texto prácticos)

Es una línea de investigación basada en la aplicación de la teoría de la comunicación y la


teoría de los sistemas en el ámbito psicoterapéutico. Desde una perspectiva interaccional,
el énfasis está puesto en determinar el modo en que se formarían los problemas dentro
de un sistema familiar, y en buscar el método para solucionarlos mediante técnicas
efectivas, en un tiempo acotado.

Desde un modelo de salud, va a hablar de cambio, y no de curación. Este es uno de los


signos distintivos de la terapia orientada hacia la resolución de problemas, por eso esta
terapéutica es denominada estratégica-estructural.
Este enfoque se ha centrado y ha enfatizado la importancia de los factores interaccionales
en la determinación de modalidades de relación disfuncionales. El acento está puesto en
la forma en que el individuo se relaciona con los demás, más que en sus procesos
internos individuales.

Tomando en cuenta el marco conceptual desde el cual se estructura el modelo, y


simultáneamente, la dimensión de cambio a la cual apuntan sus recursos técnicos, puede
decirse que en este modelo terapéutico basado en el paradigma interaccional, donde el
marco conceptual se deriva de la teoría de la comunicación, y algunas teorías de la
interacción humana, el objetivo terapéutico principal es introducir cambios en las pautas
de comunicación e interacción. Así, Minuchín comenzará a atender a familias para
cuestionar los aspectos disfuncionales de la llamada “homeostasis familiar”.

Posición teórica  Objetivos y métodos.

Minuchín entiende a la familia como un sistema complejo, que funciona dentro de una
homeostasis que por momentos resultaría disfuncional. La terapéutica que él propone
intentará socavar la homeostasis existente, provocando una crisis dentro del sistema,
para que este mismo elabore una organización mejor, menos disfuncional. Busca
provocar cambios en el sistema como un todo, al mismo tiempo, cuestiona la realidad que
la familia acepta, y lo hace con una orientación hacia el crecimiento. Se considera
constructivista, ya que apunta a la creación y/o reestructuración de los vínculos.

Las técnicas que utiliza llevan a reorganizar a la familia mediante el cuestionamiento de


su organización. Como estrategias de intervención el terapeuta estructural cuestionará el
síntoma, la estructura de la familia, y la realidad que hasta el momento se construyó. El
terapeuta cuestionará los argumentos dados por la familia, y dirá que el problema no es el
paciente identificado sino ciertas pautas de interacción de la familia que han quedado
cristalizadas, es decir, rígidamente establecidas y perpetuadas bajo un determinado modo
de funcionamiento.

De esta manera, se plantea a todos los miembros de la familia como igualmente


sintomáticos, la tarea del terapeuta será cuestionar la definición que la familia da del
problema, así como la índole de su respuesta. El objetivo es modificar o re-encuadrar la
concepción que la familia tiene, moviendo a sus miembros a que busquen respuestas
afectivas, cognitivas y de conducta diferentes.

Respecto del cuestionamiento de la estructura familiar, se hace referencia a que la


concepción del mundo que tienen los miembros de la familia, depende de la posición que
ellos ocupan dentro de los distintos niveles que conforman la organización familiar. El
terapeuta coparticipará de la familia, asociándose con algunos de sus miembros, y pasará
a formar parte del sistema que intenta transformar. Hará un mapa familiar, que señala la
posición recíproca de sus miembros, donde se ponen de manifiesto las alianzas,
coaliciones, y conflictos explícitos e implícitos, y cómo se agrupan para la resolución de
los problemas. De este modo se realiza un análisis de la proximidad y la distancia entre
cada uno de sus miembros, las coaliciones, alianzas excesivas o escasas.
El terapeuta podrá trabajar conformando nuevos subsistemas y utilizar técnicas como la
fijación de fronteras, el desequilibramiento, o la enseñanza de complementariedad entre
otras. Es necesario elaborar nuevas pautas de interacción entre los miembros de la
familia, las técnicas utilizadas aquí podrán ser ofrecer nuevos constructos cognitivos,
intervenciones paradojales, encuadramiento nuevo dado por el terapeuta, a partir de los
datos que la familia aporta de su realidad conflictiva y estereotipada.

El enfoque estructural de Minuchín se basa en que una familia no se reduce a los


aspectos psicodinámicos de los sujetos que la conforman, sino que sus miembros se
relacionan de acuerdo con ciertas disposiciones que gobiernan sus transacciones. La
estructura familiar no es una entidad inmediatamente observable, el diagnóstico de ella se
obtiene en un proceso experimental de asociarse con la familia. Las bases de la terapia
consisten en crear un sistema terapéutico y situarse como líder a través de las técnicas de
asociación.

El diagnóstico que se produce recae sobre las pautas de interacción familiares, y se


modifica constantemente, a medida que la familia intenta acomodarse o resistirse a la
participación del terapeuta. Se trata de un diagnóstico evolutivo, y es inseparable de la
terapia planteada.

Luego del diagnóstico, hay un segundo momento de re-estructuración, donde el terapeuta


debe mantener el poder para imponer intervenciones reestructurantes. La unión y la
reestructuración son interdependientes, operando el terapeuta como actor y director, ya
que también se usa a sí mismo, incorporándose a la dinámica familiar: participa de
coaliciones y alianzas, debilita o fortalece límites, plantea desafíos.

El terapeuta no concibe al portador del síntoma como el paciente individualizado, sino que
sostiene que la causa está en ciertas interacciones disfuncionales que son producidas por
la misma organización del grupo familiar. La meta terapéutica apunta a dar mayor
amplitud para las fluctuaciones, para que la familia avance hacia una forma más compleja
de organización que permita enfrentar las situaciones actuales. Para ello será necesario
tomar en cuenta los estilos de comunicación que prevalecen en la familia.

Minuchín analiza a las familias y ve que en ellas se da una tendencia a mantener su


organización inalterada, pero al ser sistemas abiertos, responden también a diferentes
entradas con una nueva reestructuración, y el resto es cómo volverse un elemento
irritante para provocar que se dé un cambio positivo, es decir, que provoque una
reestructuración del sistema más eficaz, más tolerable para todos sus miembros.

Ejemplo de una de sus intervenciones es considerar al alcoholismo como resultado de


una cadena de transacciones y no como el mero resultado de una producción individual.
Se trataba de una familia en donde el padre era alcohólico y violentaba a su mujer y su
hija.

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