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desechables 1
Por Gazir Sued
(Doctor en Filosofía)
En el mundo hecho mercado, la Universidad del Estado pasa a ser administrada como si fuera un
negocio privado, y la educación superior pública, en principio y práctica, deja de pensarse como
derecho social consagrado para imaginarse privilegio de algunos cuantos escogidos. Desde esta
mezquina óptica empresarial el estudiantado es valorado como clientela, y el saber, si acaso,
preciado como objeto de consumo. Cada vez menos profesores son empleados permanentemente
y, de entre los pocos contratados éstos lo son a medias, a tarea parcial a pesar de su disposición
explícita, preparación y experiencia para ocupar plazas a tiempo completo. Estos profesores sin
plaza son tratados como fichas desechables en el tablero del juego empresarial, ciudadanos de
segunda o tercera categoría en sus dominios institucionales.
32% de la fuerza laboral docente (uno de cada tres profesores) en la Universidad de Puerto Rico,
cae bajo esta realidad. En el recinto de Río Piedras, por ejemplo, 37% de los profesores no tienen
plaza. Los profesores sin plaza que trabajan a tarea parcial cobran 70% menos por la misma
tarea, situando los salarios bajo los índices de pobreza establecidos por el Negociado del Censo
de los Estados Unidos.
La fragilidad e incertidumbre laboral tienen efectos dramáticos. La mordaza psicológica para
denunciar estas críticas condiciones es apenas un ejemplo. El menosprecio por la labor
investigativa de estos profesores, así como el bloqueo institucional al desarrollo efectivo de su
trabajo intelectual, son consecuencias de esta política administrativa. Ni igual paga por igual
trabajo, ni respeto a la libertad de cátedra, ni aportación patronal al Plan Médico, ni beneficios
marginales, entre otras negaciones, son signos del desprecio institucional por estos profesores
tenidos por desechables.
El adjetivo calificativo desechable resulta más preciso para comprender el eufemismo
institucional del profesor sin plaza, o contratado a tarea parcial. Desechable es significante del
menosprecio institucional. Para la Universidad, administrada bajo el modelo de empresa en clave
neoliberal, hasta ahora, poco importa la deplorable condición de estos profesores, siempre
candidatos al exilio (in)voluntario. Desechables, pues, nosotros, profesores marginados,
discriminados y maltratados, contratados a medias y muy a pesar nuestro; siempre en riesgo de
desempleo, habitando existencialmente la injusticia, la incertidumbre laboral y la pobreza…
¿Hasta cuándo?
1
Artículo publicado en El Nuevo Día, el viernes 5 de diciembre de 2008.