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Ahora bien, esto solo es posible en las empresas que tienen una cultura
corporativa claramente orientada hacia la atención de sus empleados como
clientes internos, para promover un clima laboral sustentado en equipos humanos
altamente motivados.
El enfoque del empleado como cliente interno nos ofrece una mejor visión de este
tema, porque se basa en los parámetros que utilizamos para atender de manera
artística a los clientes externos: genuino interés y conocimiento de sus
necesidades, comunicación efectiva para influir positivamente en ellos, y la
búsqueda deliberada de lealtad y preferencia por la empresa.
No son los únicos, pero los siguientes son 4 pilares gerenciales fundamentales
para que haya felicidad en el trabajo:
La mayoría de los empleados en muchas empresas afirman que son muchas más
las veces que sus jefes critican su desempeño y señalan sus errores que aquellas
en las que reconocen y agradecen sus aportes.
Vivimos inmersos en una cultura, por lo menos en Hispanoamérica, orientada
hacia la supervisión como una actividad de control y castigo. Esta visión se basa
en la desconfianza: una de las principales raíces de la infelicidad en las relaciones
laborales, e interpersonales en general.
Pero los paradigmas que se deben superar para lograr este equilibrio no son
pocos ni simples. La mentalidad supervisora dominante suele expresarse en estos
términos "tus conflictos familiares los debes dejar en tu casa, no los traigas al
trabajo". Pero esto es simplemente una ilusión de búsqueda de seudo control.
En la actualidad las empresas que tienen una visión de sus empleados como
clientes internos consiguen más caminos de conciliación que las que siguen
pensando en la gente como "recurso humano". La felicidad en el trabajo debe
verse como un valor, que solo se genera cuando hay consistencia entre lo que se
le da a los clientes externos e internos.
2. Entable relaciones. Todos los días dedique tiempo a los empleados, debe
valorarlos también como personas y no solo como un "recurso" con el tilde de
humano (pero sin el trato). Averigüe que es lo que les gusta, cuáles son sus
intereses, que disfrutan hacer, etc.
Todos hemos sido empleados y hemos pasado por todas las fases naturales de
este proceso, comenzando con la parte más alegre: “La iniciación”.
Es aquí donde nos sentimos motivados por nuestro nuevo empleo donde, en
ocasiones, no planeamos permanecer por mucho tiempo, sin embargo, en algún
momento las cosas cambian. Esta etapa suele durar aproximadamente de 6 a 12
meses.
Después del primer año, viene “La adaptación”: En esta etapa ya sabemos si el
trabajo y la empresa nos agrada y si nos desempeñamos bien ahí.
Las razones principales por la cual un empleado permanece en una empresa, son
porque se identifica a sí mismo con las actividades que esta realiza, disfruta lo que
hace, se siente con la capacidad y el apoyo por parte de su gerente para
desarrollarse en ese lugar.
Una vez claro lo anterior, ¿Por qué se van?
Ante estos escenarios muy reiterativos y comunes, no me resta más que aclarar
que todos los seres humanos por naturaleza tenemos el deseo y la ambición de
tener desarrollo y mejores oportunidades.
Por último, recuerde que, en una organización de éxito, todos son necesarios,
pero nadie es indispensable, por ello, si su empresa tiene un buen sistema usted
logrará reemplazar ese capital humano por otro de igual o mejor competencia e
idoneidad.
Jesus Soto M
Twitter: @jvsotom
www.zomoz360.com