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CUENTO HISTÓRICO

“LA VERDAD NO CONTADA”

Jacklym Vanesa Gómez González1.


Yuriza Zareth Gómez González2.
Jesús Eduardo Safar Villalba3.

"La educación debe trascender las paredes de la escuela para que, a partir de
la solución de problemas concretos, impacte a los actores del proceso de
formación y de esta manera sea posible que repliquen los avances formativos en
diferentes ámbitos del conglomerado social" (Perilla 2018). Con base en esto,
podemos enseñar un tema a través de la redacción de un cuento histórico, donde
niños, niñas y adolescentes familiarizarán los conceptos de sindicatos, huelgas,
pliego petitorio, mientras conocen la historia de su municipio.
Hace mucho tiempo, para ser exactos, 92 años; en un municipio de la costa
norte colombiana se dio uno de los hechos mas cruentos de la historia de nuestro
país, todo empezó cuando esta región se dio a conocer en el mundo por su oro
verde, para ese tiempo Ciénaga y su zona bananera tenía los cultivos mas
grandes de banano y era una fruta considerada exótica, las familias productoras
de Ciénaga y Santa Marta comenzaron a exportar la fruta en asocio de una
compañía francesa.
Después de la separación de Colombia con Panamá, la empresa Estado
Unidense United Fruit Company, llamada en ese entonces “La flota blanca”
porque poseía 90 barcos de vapor y llevaba la fruta a Estados Unidos y Europa,
para 1920 Colombia era la tercera productora de banano a nivel mundial, esta
empresa se instaló en Ciénaga y empezó a contratar personal para la construcción
de la línea férrea y los canales de riego, así como la preparación del terreno,
abono y siembra; la contratación de los jornaleros era un 70% trabajadores del
Magdalena y el 30% restante del Atlántico, Bolívar y Valledupar, para el año 1928
la empresa pasó de contar quince mil a veinticinco mil obreros.
Debido al aumento de trabajadores, la United Fruit Company, empezó a
desligarse de sus deberes con los trabajadores, aduciendo que los contratistas
eran los únicos responsables, la empresa comenzó a quedarle mal a los obreros
con sus salarios, a pesar que le pagan bien, estos pagos no eran en dinero, se

1
Licenciada en Educación Básica con énfasis en Ciencias Naturales, docente de Básica primaria en la
Institución Educativa Isaac J. Pereira. Email: gjacklym@gmail.com
2
Licenciada en Educación Preescolar, docente de Preescolar en la Institución Educativa Distrital La Revuelta.
Email: yurizareth_23@hotmail.com
3
Licenciado en Educación Artística – Música, docente de música en Universidad de Córdoba. Email:
pianosafar@hotmail.com
hacían a través de vales de consumo, los cuales se redimían en los comisariatos
de la empresa, además por el uso de los bonos les cobraban un 10%; es decir;
que lo que recibían luego obligatoriamente debían gastarlo con la empresa y
perder un 10% del dinero ganado con su trabajo.
Los trabajadores de la United se cansaron de esta situación, se reunieron y
decidieron que era hora de reclamar sus derechos; estos formaron un sindicato y
se adhirieron al colectivo Unión Sindical del Magdalena, Raúl Eduardo Mahecha,
hijo de un campesino tolimense, ayudó a la conformación del sindicato y el
después de escuchar las inconformidades de todos los trabajadores, si vio en la
tarea de organizar y priorizar las necesidades de todos los obreros y redactó un
pliego petitorio que consistía en nueve puntos.
El pliego petitorio fue aprobado un 6 de octubre de 1928 en una reunieron que
se realizó en el centro de Ciénaga, ahí los dirigentes campesinos de Orihueca,
Guacamayal, Tucurinca, Guamachito, Aracataca, Reten y Ciénaga, en una
asamblea y de manera unánime votaron para exigir a la United Fruit Company y a
los productores nacionales lo siguiente:

1. Seguro colectivo obligatorio


2. Reparación por accidentes de trabajo
3. Habitaciones higiénicas y descanso dominical
4. Aumento en 50 % de los jornales de los empleados que ganaban menos
de 100 pesos mensuales
5. Supresión de los comisariatos
6. Cesación de préstamos por medio de vales
7. Pago semanal
8. Abolición del sistema de contratista
9. Mejor servicio hospitalario.

El colectivo envió unos representantes ante la United Fruit Company, para que
le expusiera el inconformismo de los trabajadores y de paso les explicara que
pretendían lograr con el pliego petitorio. El 7 de octubre de 1928, Erasmo Coronell,
Nicanor Serrano y Pedro del Rio, viajaron a Santa Marta para presentarse ante
Thomas Bradshaw el gerente de la United Fruit Company, sin embargo, a pesar
de contar con cita previa, este se negó a recibirlos. Los negociadores dejaron el
pliego y pidieron al secretario le asigna una nueva fecha para hablar con el
gerente y regresaron a Ciénaga acordando regresar el 28 de octubre.
Hacia el 22 de octubre, Bradshaw les hizo saber que no podía considerar el
pliego de peticiones porque los delegados y los trabajadores a quienes el pliego
beneficiaba, no eran empleados de la compañía; Bradshaw se basó en una
Resolución del Ministerio de Industrias que “había conceptuado que los
trabajadores de los contratistas no eran de la empresa, por no existir entre
aquellos y el patrón un vínculo jurídico” La United Fruit Company permaneció
intransigente en este punto y se mantuvo durante la huelga que siguió.
Los representantes de los trabajadores decidieron esperar hasta el 28 de
octubre, día en que se reunirían con Thomas Bradshaw, sin embargo, el gerente
de la United Fruit Company, nuevamente rechazó la reunión con la de legación de
los trabajadores, alegando que tenía que presentar unos informes a sus
superiores en Estados Unidos y que estaba muy ocupado para atenderlos. El
secretario nuevamente reprogramó la reunión y quedó agendada para el día 6 de
noviembre, los representantes de los trabajadores, una vez mas regresaron a
Ciénaga sin una respuesta sobre el pliego presentado días atrás.
El 6 de noviembre Erasmo Coronell, Nicanor Serrano y Pedro del Rio, viajan
por tercera vez a Santa Marta, al llegar a la United Fruit Company, el gerente se
niega a reunirse con la delegación de los trabajadores, estos ante tanta
negatividad por parte de Bradshaw, le dejan un mensaje con el secretario
pretendiendo que en una próxima oportunidad el gerente los atienda y le dicen que
“si no se sientan para llegar a un acuerdo o a negociar, los trabajadores
iniciaran la huelga”, dicho esto salen de la empresa para reunirse con el comité
ejecutivo de la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena.
Frente a tal advertencia, Bradshaw informa a Estados Unidos la situación y
estos ordenan recoger toda la fruta, así que el 10 de noviembre, Thomas
Bradshaw da la orden de que toda la fruta de la zona sea cortada y embarcada,
debido a esto la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena, cita a una reunión
extraordinaria para el 11 de noviembre, ya que, temían que la compañía acabara
con la fruta y cerrara operaciones antes de que ellos declararan la huelga.
El 11 de noviembre en horas de la noche se da la reunión del comité ejecutivo
de la Unión Sindical, el comité negociador y los representantes de las 63 fincas,
todos ellos reunidos en Ciénaga en la casa de Cristian Vengal, quien dirigía la
Federación de Trabajadores del Ferrocarril, un líder respetado en toda la zona y
su casa fue la sede del comité durante la huelga. La reunión del 11 fue larga, las
discusiones que se generaron estuvieron agitadas, para las once de la noche ya
tenían una decisión tomada. A primera hora del 12 de noviembre todos los
trabajadores de la zona entrarían en huelga contra la United Fruit Company y los
productores nacionales. Las conclusiones de la asamblea y la decisión tomada se
expusieron en un cartel que fue reproducido y distribuido por toda la zona.
Los delegados de la asamblea corrieron la voz por los pueblos y
campamentos de la zona. A mediodía del 12 de noviembre todo trabajo había
cesado en las plantaciones de la zona. Los tres primeros días de la huelga, los
trabajadores se organizaron y formaron dos comisiones: un grupo se encargaría
de distribuir comida y el otro grupo, se encargaría de la vigilancia, para asegurarse
de que el banano no llegara al puerto. El primer grupo respondió al problema de
sostenimiento; recibieron apoyo de las cámaras de comercio de Ciénaga y
Barraquilla, así como de algunos dueños de almacenes, como el del jefe liberal
Juan Calderón, quien en varias oportunidades donó grandes cantidades de
comida a los huelguistas, sin el apoyo de los comerciantes, la huelga no hubiera
durado mucho, ya que los trabajadores no tenían dinero para los gastos que esto
implicaba, si no trabajaban, la United Fruit Company, no pagaba.
La United Fruit Company, no le dio importancia a la huelga y dijo que si no
querían trabajar, buscaba obreros que lo hicieran y contrato un grupo conocido
como “patas negras” para trabajar en Riofrio y Sevilla, ya que la fruta tenía el
tiempo para ser cortada y debía de manera urgente reemplazar a los huelguistas,
sin embargo a la buena organización del grupo de vigilancia, se presentaban sin
previo aviso a las plantaciones y destruían la fruta que los “patas negras”
cortaban, todo esto para sabotear a la United y obligarlos a sentarse a dialogar
con ellos.
Pese a los esfuerzos de los trabajadores, la United no daba su brazo a torcer,
entonces, los huelguistas decidieron tomarse el ferrocarril, familias enteras
acamparon con toldas y fogones improvisados sobre el ferrocarril, para que las
góndolas no pudieran pasa, cuando era necesario bloqueaban los rieles con
madera o piedras; los huelguistas siempre llevaban banderas rojas como símbolo
de su fuerza. Aunque la central de la compañía se encontraba en Santa Marta y
los cultivadores conservadores y trabajadores portuarios no entraron en huelga,
los huelguistas desarrollaron una eficaz red de comunicaciones, Ciénaga se
convirtió en el centro de los trabajadores, allí la Unión Sindical tenía salones de
reunión, una cooperativa y su imprenta.
Raúl Eduardo Mahecha operaba una maquina de impresión y con otras
personas publicaba el periódico Vanguardia Obrera, así como, volantes alusivos a
la huelga y varios periódicos liberales entre ellos El Diario de Córdoba editado
por Julio Charris, simpatizante de la huelga, los lideres de la huelga se mantenían
informados de los planes de la United Fruit Company por medio de los operadores
telefónicos y telegráficos de la compañía, muchos de ellos apoyaban la huelga
aunque decidieron no parar labores. La Unión Sindical de Trabajadores del
Magdalena, para expandir noticias de la huelga dependía de las estafetas, lo que
se llamaba “el correo rojo” y emitió cedulas y salvoconductos a nombre de
aquellos que apoyaban la huelga, para que estos pudieran transitar libremente por
los campos.
Todo lo que se vio en la gran huelga de 1928 fue asombroso, fue muy triste
como terminó todo, pero el hecho de que miles de personas estuvieran unidas y
que hayan creado un frente común para luchar, mostró lo que realmente puede
considerarse una extraordinaria movilización social, historiadores cuentan que casi
todos los obreros y cargadores de la zona estuvieron en la huelga, lo que se
puede calcular como 16.000 a 32.000 huelguistas, aunque los cálculos no son
precisos sobre el número exacto. Los trabajadores permanecieron en huelga
durante casi un mes, del 12 de noviembre hasta el 5 de diciembre. Durante ese
tiempo no se despacho banano, y los huelguistas se mantuvieron pacíficamente
esperando que la United. Fruit Company cediera y aceptara negociar.
Para el 14 de noviembre Ciénaga estaba militarizada, ya que cuando la huelga
inició el gerente de la United le envió un telegrama urgente al presidente Miguel
Abadía Méndez que decía “Desde hace varios días elementos irresponsables,
desvinculados absolutamente de gremios trabajadores obreros de esta
compañía, han venido planeando movimiento que bajo nombre de huelga
han hecho cristalizar desde las primeras horas de ayer tarde. Trátase de
verdadero motín, pues patrullas recorren región bananera concitando
desorden, amenazando con asesinato demás trabajadores que
voluntariamente deseen concurrir al trabajo, impidiéndoles violentamente
ejercitar libre derecho. Estimo esta situación revuelta peligrosa,
extremadamente grave”. El presidente inmediatamente informó al ministro de
guerra, quien no perdió tiempo y movilizó al General Carlos Cortes Vargas quien
estaba en barranquilla. El telegrama decía lo siguiente: “Amparar trabajadores
pacíficos están siendo hostilizados e instigados por revoltosos actúan en
esa zona… y asegurar conservación orden público”.
El general Cortés Vargas movió tres pelotones, estableció sus cuarteles en
Santa Marta y estacionó sus tropas en Ciénaga, Aracataca, El Retén, Fundación y
Orihueca y asumió el control del ferrocarril de Santa Marta. Durante todo el día
carros llenos de soldados armados con rifles y ametralladoras patrullaban los
campos. Pasado los días empezaron a arrestar a huelguista, los pequeños cuartos
donde los encarcelaban estaban atestados. El propósito de Cortes Vargas era
intimidar a los huelguistas y forzar a los trabajadores a rendirse e intercambiar
prisioneros por concesiones a la United Fruit Company.
Pasaban los días y los huelguistas notaban que los altos mando del ejército
estaban de parte de la United, el General cortes se había instalado en casa del
gerente de la compañía y esa acción hizo que los huelguistas vieran a Cortes
Vargas como un agente corrupto de un empresa extrajera, cuando el general se
paseaba por las calles de Ciénaga los obreros y gente que se encontraba en la
calle le gritaba “vendido, corrupto”, esto generó en Cortes Vargas temor hacia
los huelguista, los veía como gente potencialmente violenta, prohibió a los
soldados que se movilizaron solos, para donde fuera que se dirigiera debí
acompañarse de otros soldados, el temor del general no era tanto porque le
hicieran daño a los soldados, sino que temía se ganaran la simpatía de estos, ya
que en el fondo sabia esa era la intención de los huelguistas y la Unión Sindical de
Trabajadores del Magdalena, pues todo el tiempo estaban repartiendo panfletos
que decían lo siguiente:
“Soldados del Ejército Colombiano, compañeros del infortunio, ¡salve!. El
conmovedor espectáculo que presencia la zona bananera, en nuestros
hermanos del Regimiento, pobres parias que al igual que nosotros, lanzan el
grito desesperante de «Tenemos hambre»(...)
¿Qué delito han cometido los trabajadores de la región bananera, para que
sean tan cruelmente tratados por el ejército de nuestra patria?(...)
Soldados del Ejército Colombiano, ya habéis presenciado que vuestros jefes
y oficiales viven en completo contubernio con los yanquis, en sus
mansiones de la zona, los mismos que después de robarse nuestras
riquezas se apropian de nuestro suelo. No olvidéis a Panamá.
No olvidéis compañeros del regimiento, que si tal cosa sucede, volved las
armas contra los piratas de nuestra riqueza y contra aquellos nacionales que
cual el Iscariote de la leyenda, venden a nuestra patria. Marcadlos bien”.
 El 24 de noviembre los representantes de la Oficina General de Trabajo se
reunieron separadamente con la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena y
con la United Fruit Company. Los funcionarios convencieron a los delegados de
los trabajadores de retirar sus peticiones de pago dominical y de abolición de los
almacenes de la compañía y de aplazar los puntos sobre la seguridad social y la
compensación por accidentes hasta que el Ministerio de Industrias pudiera
dictaminar sobre su legalidad. Los trabajadores, sin embargo, insistieron que se
ratifica su derecho a negociar. Esa noche, la Oficina General de Trabajo encarece
a la United Fruit Company que negociará con los obreros y pagará compensación
por accidentes, aunque técnicamente la compañía no estaba obligada a hacerlo.
La United Fruit Company accedió a mejorar la vivienda de los trabajadores, a
construir hospitales de emergencia en Sevilla y en Aracataca y a establecer el
pago semanal, a no usar vales y subir ligeramente los salarios. El día siguiente el
comité negociador de los trabajadores aceptó la oferta de la compañía.
Cuando se pensaba que esto acabaría surgió un obstáculo grave: ¿cómo se
ratificaría el acuerdo? La Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena quería
firmar un pacto con la compañía, lo que daría una victoria substancial a los
trabajadores: la aceptación por parte de la compañía de sus poderes
negociadores. Esto no lo haría la compañía. La United Fruit Company insistió en
que había llegado a un acuerdo con el gobierno colombiano y no con los
trabajadores, y que haría efectivas sus concesiones solamente después de que
los trabajadores regresaran a laborar.
Muy a pesar de los esfuerzos de los trabajadores para mantenerse firmes en
la huelga y lograr que se les brindaran condiciones dignas para trabajar, la
negociación llegó a un punto muerto. Después de un par de días la preocupación
invade a los trabajadores, empezaban a preguntarse: ¿si ellos no podían obligar a
la compañía a que los reconociera, quizá sí podían lograr por lo menos un alza
salarial? Así que, por el alza salarial tratarían de negociar, ellos querían, un alza
del cincuenta por ciento o no se terminaba la huelga, la United Fruit Company
rechazó una vez más la demanda de los trabajadores.
El general Cortés Vargas empezó a dudar de la lealtad de sus hombres,
ocasionalmente escuchaba a soldados discutir con otros, había algunos que
mostraban simpatía por la huelga y otros que ciegamente apoyaban lo que él
decía, por eso, pidió un pelotón de contingencia, para reforzar a los soldados que
le mostraban lealtad, el contingente arribó el 30 de noviembre con 300 nuevos
soldados provenientes de Bogotá y Medellín.

La situación era tensa, a pesar de que nunca hubo enfrentamientos, el hecho


de que los trabajadores tuvieran en jaque a la multinacional, hacia que se sintiera
un ambiente hostil, durante la primera semana de diciembre la Oficina General del
Trabajo, se ofreció a mediar para hallar una solución y pidió a la Unión de
Trabajadores un cambio de delegados, sin embargo, la Unión se negó ya que se
sentían bien representados.
La Oficina General del Trabajo, quería acabar con la Huelga y se ideó que, si
podía hacer que los trabajadores cambiaran de delegados, iba a lograr que los
nuevos representantes llegaran a un acuerdo con la United, pero ante esta apatía
de cambio por parte del sindicato obrero la oficina se retiró, el 2 de diciembre el
general Cortes Vargas informó que había interceptado un mensaje del activista del
Partido Socialista Revolucionario, Tomás Uribe Márquez, urgiendo a los
huelguistas para que destruyeran las plantaciones de banano y sabotearan las
comunicaciones. No se sabe si el telegrama era auténtico o si era fabricado por
Cortés Vargas, por agentes de la United Fruit Company, o por otros interesados
en dispersar rumores de conspiración revolucionaria. Los ministros de Guerra e
Industrias reaccionaron precipitadamente y sintieron que era imperativo acabar la
huelga. Pidieron a la United Fruit Company contratar esquiroles y al general
Cortes Vargas defenderlos como fuera hasta lograr la exportación del cargamento
de banano. Los ministros pensaban que, si la compañía lograba cargar y enviar el
barco, la moral de los obreros se rompería y al fin la huelga acabaría.
Era la quinta semana de huelga, ya muchos comerciantes que en un inicio
habían manifestado su apoyo donando alimentos, se retiraron, estaban
empezando a sentir la difícil situación, la mañana del 3 de diciembre, los
delegados de los trabajadores regresaron a Santa Marta, Bradshaw los recibió,
pero fue tajante al decir que estudiaba la posibilidad de aceptar tres de los nueve
puntos, que los otros seis, nunca los aceptarían, los delegados dijeron que no. El 4
de diciembre empleados de la compañía y algunos productores nacionales,
escoltados por el ejercito comenzaron a corta el banano en varias fincas, los
huelguistas hicieron todo lo posible para detenerlos y lograron destruir parte de la
fruta que estaba lista para embarcar, al no destruirla toda, bloquearon los rieles,
luego rodearon a los soldados y a los trabajadores y trataron de convencerles para
que se les unieran. Eran veinticinco soldados al mando del teniente Enrique
Botero, los huelguistas después de rodearlos, se los llevaron hasta Sevilla, allí los
atendieron, les brindaron alimentos y les explicaron porque estaban en huelga,
estuvieron con ellos un poco mas de dos horas, hasta que un pelotón llegó a
rescatarlos. Ese día cargaron en los trenes 4000 racimos de fruta. Los huelguistas
sintieron rabia y frustración, y un desesperante miedo a la derrota.
El General Cortes Vargas, desplegó soldados por toda la zona bananera y asumió
el control del ferrocarril. Mientras tanto el comité ejecutivo de la unión sindical se
reunió en la noche del 4 de diciembre en ciénaga y decidieron que cincuenta
mensajeros llevaran instrucciones precisas a las plantaciones y caseríos de la
zona. Todos debían congregarse en Ciénaga el 5 de diciembre en la noche para
salir a primera hora de la mañana del 6 hacia Santa Marta con la finalidad de
exigirles al gobernador y al director de la oficina nacional del trabajo, que obligaran
a la United a negociar con los trabajadores y que firmaran el acuerdo aceptando el
pliego petitorio.
Los mensajeros cumplieron su trabajo y pasado el mediodía, hombres,
mujeres y niños comenzaron a llegar a Ciénaga. A las 2 de la tarde, ciénaga
parecía estar de fiesta; a esa hora llegó el primer grupo de trabajadores, venían de
pueblo viejo, traían consigo un retrato del libertador Simón Bolívar y una bandera
colombiana, improvisaron una banda de música que empezó a sonar mientras la
multitud se agrupaba en la plaza del ferrocarril y al unísono gritaban “Viva
Colombia libre”.
Así transcurrió la tarde en Ciénaga, en medio de un ambiente de fiesta, los
manifestante estaban atentos a la llegada del gobernador y el gerente de la
United, pues esos eran los rumores; sin embargo caía la noche y nunca llegaron,
así que decidieron instalarse en la estación del ferrocarril, para salir a primera hora
hacia Santa Marta, el General Cortes Vargas por su parte espero toda la tarde la
decisión que tomara el Gobierno central, el había expuesto que temía por la
seguridad no solo de sus soldados, si no de los habitantes de la zona y la
compañía extranjera, pues los obreros se habían amotinados y armado; esto era
mentira, no huelguista estaban totalmente desarmados.
Cayó la noche estaban reunidos cerca de 5000 trabajadores en la estación del
ferrocarril, en medio de una fogata, hablaban, reían, contaban chistes, pasaban el
rato esperando el amanecer para partir hacia Santa Marta, hacia las once treinta
de la noche la noticia que Cortes Vargas había estado esperando llegó. El decreto
legislativo número 1 de 1928 declaraba la ley marcial en la provincia de Santa
Marta y zona bananera; nombraba jefe civil y militar al general. A la una y treinta
de la mañana, marchó con sus tropas, solo con los 300 hombres que habían
llegado en días anteriores, a la plaza cercana al ferrocarril, donde estaban
congregados entre 2.000 y 5.000 huelguistas. Sonaron los tambores. Los soldados
se apostaron al costado norte de la plaza.
En voz alta un capitán leyó el decreto de estado de sitio, que prohibía
asambleas de más de tres personas. Los huelguistas y sus familias debían
dispersarse en forma inmediata, el general les dio cinco minutos, o los soldados
dispararían. Siguieron tres toques de corneta a intervalos de un minuto. Nadie se
movió, al contrario, los lideres dijeron “Cortes te regalamos esos cinco
minutos, de aquí no nos movemos”. Había temor, pero los obreros confiaban en
la justicia y calmaban a los temerosos diciéndoles “no se preocupen, los
soldados nunca dispararían a gente desarmada, no estamos haciendo nada”
los huelguistas eran demasiados y habían tratado bien a los soldados. Se oyeron
unos pocos gritos de la multitud: «¡Viva Colombia libre! ¡Viva el ejército!» ahí fue
cuando el general Cortés Vargas ordenó a sus soldados disparar…
Se escucharon ráfagas de ametralladoras y como sonaban los fusiles, se
escuchaba llanto, gritos, los ruidos cesaron, volvieron a cargar sus armas y
nuevamente el ruido infernal de las ametralladoras y los fusiles; no les importó
nada, ahí había niños, mujeres y adultos mayores, no les importó nada, aun así,
dispararon; lo que no creían los trabajadores que podía pasar sucedió. En las
horas siguientes los habitantes de Ciénaga se encerraron; los militares recogieron
los cadáveres, algunos los montaron al tren para llevarlos finalmente al barco y
arrojarlos al mar, otros fueron sepultados en fosas comunes; solo dejaron nueve
cadáveres tendidos en la plaza.
El general Cortés Vargas informó a sus superiores que estos nueve, más
cuatro más que murieron por sus heridas, fueron los únicos huelguistas muertos
en la noche del 5 de diciembre. Todos en Ciénaga sabían que era mentira, pero
nadie se atrevía a hablar no fueron nueve mas cuatro, fueron cientos, el
embajador de estados unidos años después confirmó que la cifra superaba los mil.
Los habitantes de Ciénaga decían que el ejército, dejó nueve cadáveres como
anuncio para los trabajadores, con esto les decía que los nueve puntos de su
pliego habían muerto.
Los días siguientes a la masacre fueron violentos, los militares buscaban al
resto de huelguistas, algunos habían logrado escapar cuando empezaron los
disparos como fue el caso de Raúl Mahecha y Erasmo Coronell, este último fue
asesinado a mediados de diciembre en Sevilla junto a otros trabajadores con los
que había alcanzado a huir, los militares no solo buscaban a los huelguistas,
también perseguían a aquellos colaboradores, que consideraban socialistas o
comunistas como Alberto Castrillon y Julio Charris, a quienes apresaron,
encarcelaron y juzgaron en un consejo de guerra dándoles 182 años de cárcel por
rebelión e instigar a la violencia, entre muchos otros cargos más.
Ciénaga y su zona bananera estuvo militarizada hasta mediados del año 1929,
la represión había triunfado sobre la negociación, y los trabajadores habían sido
derrotados. La organización sindical había desaparecido totalmente y los obreros
de la zona, hambrientos y con miedo, comenzaron a regresar a las plantaciones.
El gobierno le falló a los cienagueros, apoyó a una compañía extranjera y después
abandonó a su suerte esta zona, no fue sino hasta que Jorge Eliecer Gaitán, en un
debate en el Senado donde pidió explicaran los sucesos del fatídico 6 de
diciembre de 1928 dio a conocer a toda Colombia la infamia acaecida en Ciénaga
y su zona bananera y las arbitrariedades a las que la United Fruit Company
sometía a sus trabajadores, entre sus palabras están: “Dolorosamente sabemos
que en este país el gobierno tiene la metralla homicida para los hijos de la patria y
la temblorosa rodilla en tierra ante el oro americano”

BIBLIOGRAFIA

https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-
190/la-masacre-de-las-bananeras

Elías J, La masacre obrera de 1928 en la zona bananera del magdalena-


Colombia. Una historia inconclusa. Argentina 2011. Tomado de
https://www.redalyc.org/pdf/127/12719967004.pdf

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