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La tierra está en sus manos

Miguel Samper Strouss

El Espectador, 9 de abril de 2018.


Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/la-tierra-esta-en-sus-manos-columna-749000

La gestión eficiente de la tierra está en manos de la Corte


Constitucional. Acabar con la única herramienta que ha servido en
las últimas décadas para impulsar la economía agraria es obligar a los
campesinos a quedarse estancados en la impotencia de leyes obsole-
tas que han impedido el desarrollo del campo.

Cuando llegamos a la Agencia Nacional de Tierras, que acababa de


ser creada, en mayo del 2016, lo primero que hicimos fue revisar los
pendientes que nos heredaba el Incoder, institución que entraba en la
recta final de su liquidación.

El panorama era caótico: más de 180.000 solicitudes de adjudica-


ción de baldíos sin tramitar; 35.000 requerimientos de formalización
que estaban en curso; más de 900 solicitudes de constitución de
territorios colectivos para comunidades indígenas o afrodescendientes
estancadas; un inventario de 4.000 predios de la nación sin ningún
tipo de caracterización, medición ni estudio jurídico; y más de 5.000
procesos agrarios en curso, varios de los cuales llevaban hasta medio
siglo (¡medio siglo!) esperando una respuesta del Estado.

Si bien afrontamos este rezago con toda prontitud, nos dimos a la


tarea de implementar, al tiempo, una innovadora metodología que nos
permitiera solucionar masivamente todas las dificultades que día a día
viven los campesinos, empresarios y comunidades étnicas en el cam-
po. Ideamos una forma de intervenir el territorio en la cual, una vez la
Agencia entra a un municipio determinado, recorre cada finca, toma
ahí las decisiones a que haya lugar, y no sale de la zona hasta no dejar
ordenada toda la propiedad rural.

Teníamos entonces dos frentes de acción, uno para atender el rezago


y otro para intervenir el campo por oferta. Esto nos obligó a ordenar
la casa y revolucionar la gestión de la tierra sobre tres pilares: transpa-
rencia, cercanía y eficiencia.

Frente al primero, dotamos de herramientas a una figura sin paralelo


en el Ejecutivo como es la Oficina del Inspector de Tierras. Además,
hemos publicitado hasta la saciedad y trabajado con las juntas de
acción comunal para que los campesinos no se dejen estafar: todos los
trámites ante la Agencia son absolutamente gratuitos.

Frente al segundo, los funcionarios de la Agencia, por técnicos que


sean, no saben quién ha sido el vecino de un campesino al que se le va
a formalizar la propiedad. No saben por dónde pasa la cerca. Por eso
el trabajo se hace desde el territorio, no desde los fríos escritorios de
las oficinas capitalinas. Con la Agencia las decisiones se toman en los
predios y con las comunidades.

Finalmente, para lograr una mayor eficiencia acortamos los tiempos.


Unificamos innecesarios procesos en uno realmente efectivo, pues
enfrentábamos 53 rutas laberínticas de atención. Y, por supuesto, re-
dujimos los costos, pues formalizar un predio costaba en promedio 15
millones de pesos. Hoy un millón y medio. Todo esto se logró gracias al
Decreto 902 de 2017 que hoy estudia la Corte Constitucional.

Gracias a la expedición de este Decreto podemos llenar el campo de


propietarios. En pocos meses 37.500 familias campesinas se han con-
vertido en dueñas de sus fincas con todas las de la ley, lo que equivale
a una extensión de 1’470.000 hectáreas. Esto es como si hubiéramos
titulado, en tiempo récord, casi 13 veces una ciudad del tamaño de
Bogotá o 38 veces una del tamaño de Medellín.

Además, iniciamos la estrategia de ordenamiento masivo y social de la


propiedad en 23 municipios de la mayor vulnerabilidad y este año ini-
ciaremos en otros 20. Vamos a intervenir más de 71.000 predios, para
brindar seguridad jurídica en estos municipios de una vez por todas.

Repito: esto es lo que está en juego. Todos estos esfuerzos dependen


del resultado del análisis de la Corte Constitucional sobre el Decreto
902. Por primera vez en la historia de este país se está poniendo en
marcha una solución masiva, rápida y a bajo costo de los problemas
que existen en el campo. De ello depende que la tierra no vuelva a
transformarse en un barril de pólvora que estalle en el resurgimiento
del conflicto. Sobre eso está decidiendo la Corte Constitucional.

Si el Decreto 902 de 2017 es considerado constitucional, nuestro


compromiso es que la tierra siga quedando en manos de quien lo
merece: los campesinos que la trabajan, los empresarios que llevan
desarrollo al campo y las comunidades étnicas que quieren afianzar su
pervivencia en el territorio. Nuestra obligación es, en últimas, que la
tierra quede en las mejores manos.

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