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EL PROYECTO SIERRA EXPORTADORA Y EL MINIFUNDIO

WALTER GALLOSO – ASESOR LEGAL


Tratar sobre el minifundio, en el Perú, es a la vez retrotraernos a los usos y costumbres
ancestrales, de cómo se ha venido dando a lo largo del tiempo las transferencias del
derecho de propiedad, y las continuas subdivisiones de las unidades agrícolas, dentro
de una familia como consecuencia de la independencia de los hijos u otras causas, que
determinan la necesidad de dotarles de una unidad de producción como fuente de
trabajo o subsistencia, frente a la existencia del derecho de propiedad de grandes
extensiones agrícolas denominadas el latifundio, extremos que tanto los propulsores de
cambios sociales como las experiencias existentes en nuestro país han buscado resolver
y que ha sido analizado por historiadores y analistas políticos en su transe de una
sociedad feudal a una sociedad capitalista, la cual conllevó al surgimiento de una
propiedad moderna, que generó su fraccionamiento o la disolución de la gran
propiedad feudal ( Ver José Carlos Mariategui; 7 ensayos de interpretación de la
realidad peruana; Economía agraria y latifundismo feudal, pag. 29; 13 edic., editora
amauta, Lima 1,968).

Dentro de este contexto, al promulgarse el primer Código Civil en el Perú, va a


establecer la ocupación como uno de los modos de adquirir los inmuebles sin dueño;
en las reglas sobre sucesiones trato de favorecer a la pequeña propiedad al regular sobre
las particiones igualitarias de las sucesiones; por otro lado comienza a surgir a los
finales del siglo XIX las primeras regulaciones de la implementación de un medio de
publicidad para quien detentaba derecho de propiedad de un predio, mediante la
creación de los Registros públicos cuya importancia en la organización y desarrollo
económico del país es indiscutible (Soria Alarcón, revista folio real, año III, Nº 7
Febrero 2,002 pag. 65); quien señala : “ El incremento permanente del tráfico
inmobiliario y el valor de los predios, junto a una necesidad – también cotidianamente
real y exigente - , de inversiones masivas de bienes de capital es que la sociedad se ve
forzada a estar adecuadamente organizada, dotada medios o instrumentos legales y
técnicos que satisfagan idóneamente las necesidades del tráfico y faciliten al
propietario la obtención de capitales que necesita para la transformación y
tecnificación de la explotación del suelo”.

En el Perú, durante la década del sesenta, se inicia un proceso de reforma agraria, que
buscó conforme lo establece en su artículo 1º del Decreto Ley 17716, establecer (…)”
un proceso integral y un instrumento de transformación de la estructura agraria del país,
destinado a sustituir los regímenes del latifundio y minifundio por un sistema justo de
propiedad tenencia y explotación de la tierra(…)”.

Desde la perspectiva contenida en dicha norma, lo que se buscaba era cambiar la


estructura del derecho de propiedad y de tenencia de la tierra agraria, sustituyendo el
latifundio con la creación de las Cooperativas Agrarias o las denominadas SAIS,
otorgándoles el derecho de propiedad de las tierras agrícolas a los campesinos
organizados y expropiando a las empresas y personas naturales que venían teniendo la
explotación económica de las mismas, asimismo, buscaba tal como se expresa en la
norma eliminar el minifundio.

Si bien es cierto, que se genera todo un proceso de cambio de titularidad en la


propiedad de la tierra, el proceso de reforma agraria,(del cual es harto conocido las
consecuencias económicas que generó en forma adversa ) no llega a consolidar un
proceso de desarrollo ni menos aún, se logra a generar una mejor producción y
productividad, por parte de sus conductores; máxime que no logró uno de sus objetivos
señalados en la norma citada; es decir contribuir al desarrollo social y económico de la
nación, consolidando como se esperaba generarle una estabilidad económica para el
hombre que trabajaba directamente la tierra, ni menos aún eliminó el minifundio.

Sin embargo, al revisar la legislación agraria, al retornarse a un estado democrático de


derecho, en el cual se busca que los predios agrícolas ingresen nuevamente al tráfico
económico, se comienza a emitir normas, que buscaban no solo garantizar la
titularidad sobre los predios rústicos, sino también buscaron disolver las cooperativas u
otras formas de organización que detentaban el derecho de propiedad de la tierra,
permitiendo tal y como lo establece el artículo 16 del Decreto Legislativo 653 la
parcelación o independización de los predios rústicos, limitando que las unidades no
sean inferiores a la superficie agrícola o ganadera mínima; exceptuando el
fraccionamiento de las unidades agrícolas menores de tres hectáreas, cuando estas áreas
sean destinadas al acopio, clasificación, envase, agroindustria, huertas, granjas entre
otros; estableciendo que “LOS REGISTROS PUBLICOS NO INSCRIBIRAN ACTO
O CONTRATO QUE LO INFRINJA(…) ,por otro lado, se emite el Decreto Supremo
Nº 018-91-AG, en cuyo artículo 5º, va establecer sin embargo la posibilidad de la
inscripción de unidades agrícolas menores a tres hectáreas.

Como pueden apreciar, el Estado o los gobernantes de turno lejos de resolver el


minifundio lo fueron alentando generando como consecuencia de ello, el abandono en
muchos casos de sus unidades productivas, o sus transferencias sobre todo en la costa,
que han sido adquiridas por empresas o personas naturales dedicadas a la
agroexportación, lo cual no ha sucedido en la sierra, que el minifundio se ha seguido
extendiendo.

Desde 1,990, el mercado mundial ha iniciado un capitulo de expansión en la producción


y el consumo gracias a la revolución tecnológica de la información y las
comunicaciones y el impulso de la ciencia. En esta nueva etapa (…) ha aumentado(…)
la exportación de nuevos productos agrícolas (…) y se ha producido una gran inversión
en este sector orientado a productos producidos en la costa ( ver Alan García; Sierra
Exportadora; noviembre del 2005 pag. 11 y ss.)señalando el autor en comento que
dentro de este buum de inversiones fue relegada la sierra, señalando que es necesario
que se incorpore a ella a “este proceso de globalización de (…) las exportaciones que le
darían empleo tecnología y modernidad (…)”; en otros puntos de su exposición señala
que si bien es cierto uno de los argumentos de que el “minifundio es el mayor
obstáculo, respondo que solo lo es cuando el producto sembrado no tiene valor como
ahora ocurre”, orientándose a establecer que es posible su viabilidad en la medida que
exista la posibilidad de un crédito del agro exportador o en su defecto por el Banco
agrario, o a que el campesino se asocie con un solo producto con una sola tecnología, y
se promueva para los minifundistas una cadena comercializadora de exportación;
precisando “¡Basta de prejuicios y obstáculos contra la agricultura moderna en la
sierra! La sierra no es un problema, la sierra es la solución de muchos de los
problemas nacionales.”. Sin embargo revisada las estadísticas, en el sector bancario
actualmente, aunque la cantidad de productores agropecuarios que solicitan crédito es
bastante baja, el nivel de éxito en la gestión es también muy bajo, pues en promedio
apenas el 5% de los productores que gestionaron un crédito pudieron acceder a él; y de
este universo el mayor éxito en el acceso al crédito se produce en aquellos productores
que cuentan con predios de superficies mayores siendo muy ínfimo los propietarios de
minifundios por la poca la rentabilidad, flujo de ingresos adecuados, etc; en todo caso
la viabilidad de este proyecto, se hará en la medida que se pueda reconcentrar la
propiedad de la tierra, mediante el impulso de clusters o cadenas productivas,
promocionando entre los agricultores de la sierra una cultura de la asociatividad la cual
ha tenido éxito en el sector agrario e impulsando la titulación y registro de estos predios
por intermedio del PETT.

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