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LA NULIDAD DEL CONTRATO

La nulidad de los contratos es la consecuencia de un defecto en su formación


que lo hace ineficaz o insuficiente para producir los efectos jurídicos
perseguidos por las partes. La sanción puede ser de diversos grados: privarlo
de todo efecto (nulidad total), producir algunos efectos (nulidad parcial), o
producir efectos distintos de los perseguidos por las partes (conversión del
contrato).

CLASIFICACIÓN DE LAS NULIDADES

La doctrina ha clasificado las nulidades desde distintos puntos de vista.

A. Inexistencia, nulidad absoluta y nulidad relativa

La inexistencia es consecuencia de la falta de uno de los elementos de


existencia del contrato (consentimiento, objeto, causa, cumplimiento de
formalidades en los contratos solemnes, entrega de la cosa en los contratos
reales).

La nulidad absoluta se produce cuando se han violado normas imperativas o


prohibitivas que lesionen el orden público o las buenas costumbres (causa
ilícita), a menos que la ley contemple una sanción distinta.

La nulidad relativa es la sanción a la infracción de una norma que viola el


interés particular de una de las partes (incapacidad, vicios del consentimiento).

Por las razones que analizamos más adelante, la mayor parte de la doctrina
contemporánea rechaza el concepto de inexistencia, y la ausencia de uno de
los elementos de existencia del contrato produce, en principio, su nulidad
absoluta y excepcionalmente su nulidad relativa. De allí que solo se
contemplen nulidad absoluta y nulidad relativa.

B. Nulidad total y parcial

El vicio puede afectar la esencia del contrato, en cuyo caso procede la nulidad
total; en cambio, cuando solo determinada cláusula del contrato viola el orden
jurídico, la nulidad es parcial, y extingue las cláusulas violatorias del orden
jurídico (cláusulas abusivas, intereses que exceden del límite legal, canon de
arrendamiento superior al regulado), subsistiendo el resto del contrato. En
virtud del principio de la conservación del contrato, cuando a pesar de su
nulidad la manifestación de voluntad pueda tener una finalidad lícita, se
considera que hay otro contrato válido; hay un cambio cualitativo.
C. Nulidad textual y nulidad virtual

En muchos casos, la nulidad (sea absoluta o relativa) está consagrada


expresamente en la ley. "La obligación sin causa... no tiene ningún efecto" (Art.
1157 CC). "Aquel cuyo consentimiento (está viciado) puede pedir la nulidad del
contrato" (Art. 1146 CC).

La nulidad virtual no está expresada en ninguna norma jurídica; se deduce de


la interpretación de las normas que regulan una institución.

No existe ninguna diferencia en cuanto a sus consecuencias; so¬lo que las


nulidades virtuales son más difíciles de precisar por el Juez.

COMPARACIÓN CON INSTITUCIONES AFINES

A. Nulidad e inoponibilidad

La nulidad, una vez declarada, deja sin efectos, sin eficacia al contrato. La
inoponibilidad implica un contrato válido con plena eficacia entre las partes,
pero que carece de efectos respecto de terceros (el contrato contenido en el
contra-documento Art. 1362 CC), o respecto de ciertos terceros (el contrato de
transferencia de un derecho real sobre un inmueble, estipulado en un
documento no registrado Art. 1924 CC).

B. Nulidad y rescisión

La rescisión es la sanción a los contratos viciados por lesión, que solo se


admite en los casos y bajo las condiciones expresadas en la ley. (Art. 1350
CC). Su fundamento esta en un desequilibrio patrimonial en las prestaciones
recíprocas de las partes en un contrato conmutativo.

La parte lesionada tiene la elección entre exigir una modificación de la


prestación que restablezca el equilibrio patrimonial o desistir del contrato; y la
otra parte tiene el derecho de mantener el contrato, aceptando la disminución
(Arts. 1496 y 1498 CC).

Algunos consideran que la lesión es un vicio del consentimiento, aun en los


casos de no estar expresamente prevista en la ley, como lo dispone el artículo
1350 CC. Esta tesis es rechazada por la mayoría de ^os autores
contemporáneos. Solo en los contratos administrativos de tracto sucesivo se
admite la lesión como causa para la revisión del contrato y así lo admite la
doctrina administrativa y nuestra jurisprudencia.

En materia civil se rechaza la lesión no prevista en la ley como causa para


revisar las prestaciones que se han hecho excesivamente onerosas por el
transcurso del tiempo. Algunos autores patrios la admiten (Dr. Luis Felipe
Urbaneja).
La nulidad hace ineficaz el contrato; la lesión puede dar lugar; la modificación
del contrato por el Juez, para restablecer el equilibrio patrimonial.

C. Nulidad, disolución y revocación

El contrato válido puede ser terminado por la voluntad de ambas partes (Arts.
1133 - 1159 CC), figura que la doctrina denomina "disolución" y no "revocación"
como dice el artículo 1150 del Código Civil.

La revocación es la terminación del contrato por la voluntad de una sola de las


partes, cuando así lo permite la ley: la revocación de la donación entre
cónyuges (Art. 1451 CC).

La disolución y la revocación dependen de la sola voluntad de las partes, no se


requiere la intervención judicial, ambas implican un contrato válido, y su
fundamento está en la autonomía de la voluntad, el fundamento de la nulidad
está en la protección del interés particular de una de las partes o del interés
general; la disolución y la revocación por la voluntad de ambas partes, o de una
de ellas. En principio, la disolución y la revocación solo producen efectos hacia
el futuro; la nulidad borra los efectos del contrato viciado desde su inicio,
excepto en los contratos de tracto sucesivo que solo afecta el futuro.

D. Nulidad y resolución del contrato

"En el contrato bilateral, si una de las partes no ejecuta su obligación, la otra


parte puede a su elección reclamar la ejecución del contrato, o la resolución del
mismo" (Art. 1167 CC).

La nulidad, así como la resolución dejan sin efecto el contrato; y se diferencian


en que la nulidad afecta, tanto a los contratos unilaterales como a los
bilaterales; en cambio, la resolución solo procede respecto de los contratos
bilaterales. La nulidad supone un contrato defectuoso desde su nacimiento, la
resolución supone un contrato válido que por un hecho posterior a su
celebración da lugar a la acción resolutoria. El fundamento de la nulidad está
en proteger un interés general o particular; la resolución se fundamenta más
bien en restablecer el equilibrio patrimonial.

E. Nulidad y acción pauliana

Solamente están legitimados para intentar la acción pauliana los acreedores


cuyas acreencias sean de fecha anterior al acto fraudulento; la nulidad pueden
intentarla cualquier interesado, si es absoluta, y solo la parte perjudicada si la
nulidad es relativa.

La acción pauliana implica la existencia de actos fraudu-lentos efectuados por


el deudor insolvente en perjuicio de sus acreedores, las nulidades no implican
fraude, ni tienen relación alguna con la solvencia de las partes. La acción
pauliana solo aprovecha al acreedor que intenta la acción; la nulidad extingue
el contrato respecto de las partes y de los terceros, en la medida en que sean
oponibles a estos.

CRITERIOS PARA DISTINGUIR LA NULIDAD ABSOLUTA DE LA NULIDAD


RELATIVA

1. La doctrina clásica

Consideró que la nulidad relativa solo procede por incapacidad de las partes o
vicios del consentimiento (defectos de los requisitos de validez); la nulidad
absoluta procede cuando falta uno de los elementos de existencia
(consentimiento, objeto, causa o incumplimiento de formalidades en los
contratos solemnes que producían la inexistencia del contrato para los
partidarios de esta doctrina) y por ilicitud del objeto o de la causa (contratos
contrarios al orden público o a las buenas costumbres).

Este criterio es demasiado simple y no concuerda con algunas disposiciones


legales ni con las soluciones de la jurisprudencia.

Así, la venta de la cosa ajena debería estar viciada de nulidad absoluta


(ausencia de objeto), pero la ley, siguiendo a la doctrina, dispone que en este
caso la nulidad es relativa (Art. 1483 CC) "la nulidad establecida en este
artículo no podrá alegarse nunca por el vendedor".

En cambio, está viciada la nulidad absoluta, de inexistencia, la hipoteca


constituida por quien no es propietario (Arts. 1890 CC, 1893 CC y 1880 CC).

La venta de la cosa común por uno de los participes se limita al objeto que se
le adjudique en la partición (Art. 765 CC).

Por otra parte, la aplicación de este criterio puede conducirnos a soluciones


inaceptables.

En caso de violencia absoluta, se dice que no hay consentimiento; en


consecuencia la nulidad sería absoluta y cualquiera de las partes estaría
legitimada para intentar la acción, entre ellas quien ha sido el autor de la
violencia, lo que a todas luces es chocante e inaceptable. Lo mismo sucedería
con respecto a la causa ilícita, que podría alegarla quien incurrió en ella en
perjuicio de la parte que no ha violado el orden público ni las buenas
costumbres. Por ejemplo, el arrendatario que arrienda una casa para destinarla
a un prostíbulo, sin conocimiento del arrendador.

2. El orden público

El criterio según el cual la distinción debe hacerse en función del orden público,
cuya violación produce la nulidad absoluta, no explica satisfactoriamente la
nulidad relativa como consecuencia de la incapacidad. Las reglas relativas a la
incapacidad son de orden público; pero su violación solo genera una nulidad
relativa.

3. El interés protegido

Otro criterio ha sido determinar el carácter de la nulidad en función del interés


protegido; si es un interés general de la sociedad procede la nulidad absoluta,
si lo que se quiere proteger es un interés particular hay nulidad relativa.

Las normas sobre la capacidad de las personas protegen un interés general; en


cambio la incapacidad protege un interés particular. Así se explica que es nula
la estipulación por la cual el menor renuncia a oponer la minoridad, pues se
está violando el interés de la sociedad; en cambio, la nulidad de los actos del
incapaz es relativa porque tiene como finalidad proteger los intereses
particulares del incapaz.

4. El derecho de crítica o sanción de reacción

Tiene el mérito de haber destacado que la nulidad es una verdadera sanción,


que el juez debe analizar las circunstancias particulares que pueden viciar el
acto, para determinar si la nulidad es absoluta o relativa. Sin embargo, puede
conducir a una casuística que impide considerar una teoría general de las
nulidades.

CARACTERES DE LA NULIDAD ABSOLUTA Y RELATIVA

De acuerdo con la doctrina clásica los caracteres que distinguen ambas


nulidades son las siguientes:

1. Legitimación para intentar la acción

En la nulidad absoluta, la acción puede ser intentada por cualquiera de las


partes y por los terceros interesados. Inclusive el

Juez puede declarar de oficio la nulidad, cuando en un proceso exista prueba


de la ilicitud.

En la nulidad relativa solo está legitimada la persona cuyo interés particular ha


sido violado: el incapaz o su representante, la víctima del error, del dolo o la
violencia.

2. La nulidad absoluta no puede ser confirmada o convalidada por las partes,


estas tendrán que celebrar un nuevo contrato que no tenga el vicio que
produce la nulidad; y el nuevo contrato solo producirá efectos a partir de su
celebración. Por excepción, se permite la convalidación de la donación nula por
defecto de forma, cuando el donante ha fallecido (Art. 1353 CC). La nulidad
relativa es convalidable, en cuyo caso el contrato produce efectos desde su
celebración.
3. La nulidad absoluta puede ser alegada en cualquier estado y grado de la
causa por estar interesado el orden público. La nulidad relativa tiene que ser
alegada en el libelo de la demanda o en la contestación.

4. La acción de nulidad absoluta es, para parte de la doctrina imprescriptible,


porque el tiempo no puede convalidar la nada (ausencia de uno de los
elementos de existencia) ni puede convertir en lícito lo que viola la ley (objeto o
causa ilícita).

La nulidad relativa prescribe por el transcurso de cinco años, a partir del


momento en que se ha descubierto el error o el dolo, o que el incapaz ha
llegado a la mayoría de edad o ha sido rehabilitado.

5. La intervención judicial es necesaria en ambos casos para declarar la


nulidad del contrato. Sin embargo, algunos autores (especialmente los
partidarios de la inexistencia como una tercera categoría de la nulidad) han
opinado que cuando falta uno de los elementos de existencia (consentimiento,
objeto, causa, formalidades) no es necesaria la intervención judicial, tesis que
no resiste un análisis serio, por cuanto nadie puede hacerse justicia por si
mismo y cuando se plantea la nulidad por ausencia de uno de los elementos de
existencia es porque hay una apariencia de contrato, en el cual una de las
partes fundamenta su pretensión, y el juez tiene que constatar y declarar la
nulidad.

La intervención judicial no impide que las partes de mutuo acuerdo convengan


en la nulidad del contrato viciado, pero ello no afectará los derechos de los
terceros. En este caso se habla de abrogación del contrato y solo tiene efectos
para el futuro.

NULIDAD PARCIAL

Hay que tomar en cuenta la naturaleza de los intereses protegidos. En ciertos


casos, la declaratoria de nulidad del contrato podría afectar un interés legítimo
de una parte contratante, que no resulta lesionado por el vicio que afecta el
contrato. Si el contrato en su conjunto no está infectado de nulidad, puede
subsistir, eliminando aquella parte que viola el orden jurídico. En este caso,
estamos en presencia de una nulidad parcial. Por ejemplo, las llamadas
cláusulas abusivas generalmente no afectan el contrato en su integridad, y para
establecer el orden jurídico lesionado, basta declarar la nulidad de dichas
cláusulas violatorias del orden jurídico, dejando subsistente y plenamente
válido el resto del contrato que constituye un interés legitimo de la parte a quien
se quiere proteger.

Esta es una consecuencia del principio de la conservación del contrato, según


el cual toda manifestación de voluntad debe ser interpretada de manera que
pueda tener algún efecto.
Para determinar si la nulidad ha de ser total o parcial deben "ociarse en
consideración dos factores: a) la importancia del elemento Jo y b) mantener la
finalidad perseguida por la nulidad.

Si el elemento viciado no ha sido determinante de la voluntad partes, basta con


eliminarlo para que el resto del contrato surta plenos efectos. Si la tasa de
interés es superior a la máxima establecida por la ley, bastará con reducirla al
interés corriente en el mercado, como lo establece el artículo 1746 del CC. Es
el mismo principio que se prevé para la condición contraria a la ley o a las
buenas costumbres

RESPONSABILIDAD CONSECUENCIA DE LA NULIDAD DEL CONTRATO

En general, la nulidad del contrato no supone la culpa de ninguna de las partes.


Por excepción: La violencia y el dolo generan responsabilidad de quien ha
incurrido en ella, y quien ha incurrido en error inexcusable (Art. 1146 CC) es
responsable por el daño ocasionado a la otra parte, pues en ambos casos hay
culpa. De acuerdo con la doctrina predominante, estos casos se fundamentan
en la responsabilidad extracontractual.

CONCLUSIONES ACERCA DE LA TEORÍA DE LAS NULIDADES

Del estudio de la doctrina y la jurisprudencia, especialmente francesa, que es la


que más se adapta en esta materia a nuestro derecho, podemos establecer un
lineamiento de la teoría de las nulidades en el derecho contemporáneo.

1º) Hay dos especies de nulidad: Absoluta y relativa.

2º) Los criterios para establecer si la sanción es la nulidad absoluta ilativa


deben establecerse de acuerdo con las nociones de orden público, el interés
protegido y si afecta elementos de existencia o de validez del contrato.

3°) Estos criterios no pueden aplicarse de una manera rigurosa, hay que tener
en cuenta los fines perseguidos por el legislador. Sin llegar a los extremos del
"derecho de crítica", que puede conducirnos a una casuística en materia de
nulidades, hay situaciones específicas en las cuales no se puede concluir que
ante la ausencia de un elemento de existencia de un contrato, lo procedente es
la nulidad absoluta, sino relativa (falta de consentimiento por incapacidad
natural, incumplimiento de ciertas solemnidades). A veces el orden público solo
afecta la eficacia del contrato en ciertos aspectos, en otros priva el interés
protegido (capacidad de las partes, posibilidad de convalidar y de regularizar).

4º) Cuando se viola un interés general, se legitima a un mayor número de


personas para intentar la nulidad, que podemos calificar de absoluta. En
cambio, cuando se viola un interés particular, se restringe la legitimación a las
personas cuyo interés ha sido violado.
5º) La nulidad puede afectar solo determinadas estipulaciones del contrato, y
aun cuando haya sido violado el orden público, la nulidad es parcial y no le
resta eficacia al resto del contrato.

6º) La prescripción quinquenal se aplica a la nulidad relativa, y su fundamento


está en consolidar las situaciones de hecho en provecho de la estabilidad de
las relaciones jurídicas, y no en una simple renuncia de la acción de nulidad
relativa. La prescripción decenal se aplica tanto a la nulidad absoluta como
relativa, y se cuenta desde la celebración del contrato. Sin embargo, si el orden
público continúa siendo violado (contratos de tracto sucesivo), el punto de
partida no es el momento de la celebración del contrato, sino cuando cesa la
violación del orden público.

7o) En el derecho venezolano, la infracción a las buenas costumbres es de


mayor gravedad que la violación al orden público, al negársele la acción de
restitución a quien haya infringido el orden público.

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