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EXTINCION UNILATERAL DEL CONTRATO

 Enviado el 24/11/2016
contratos extincion contractual
I. Introducción

El Código Civil derogado no contenía una regulación sistemática de la extinción del


contrato por voluntad de una sola de las partes, más allá de los concretos supuestos de
revocación, rescisión o resolución, que contemplaba en los diversos contratos particulares
que disciplinaba.

La razón por la que Vélez Sarsfield había omitido una regulación de manera general, que
fuera comprensiva de los distintos modos de extinción del contrato por la voluntad de una
sola de las partes, al parecer, se debía a que ello sería contrario al principio del pacta sunt
servanda, expresamente consagrado en el art. 1197 (1).

Consideramos que la extinción del contrato por voluntad de una sola parte, que nosotros
denominamos desistimiento unilateral, constituye —en principio— una conducta lícita
(salvo los casos en que medie una prohibición legal, contractual o cuando implique el
abuso de una posición dominante), por lo que debe ser materia de regulación legal
autónoma.

Precisamente, una de las novedades introducidas por el Código Civil y Comercial ha sido
regular de manera expresa la extinción unilateral de contrato, abarcadora de los distintos
modos unilaterales de extinción.

No obstante, anteriormente se había criticado esta intención de regular la extinción


unilateral del contrato de un modo genérico. En este sentido, Mosset Iturraspe había
expresado, refiriéndose al entonces Proyecto de Código Civil y Comercial, que "preferimos
que cada medio extintivo vaya acompañado de sus efectos propios, con la mención de
sólo lo considerado necesario. La innovación —sin precedentes— nos parece poco
feliz" (2), y que "tratar en común los tres medios extintivos —rescisión, resolución y
revocación— a pesar de las muy claras diferencias que existen entre ellos, en orden a la
producción de efectos, nos parece un desacierto grave. Lejos de ayudar a esclarecer las
figuras, conduce a una mayor confusión" (3).

En verdad, los diversos modos extintivos unilaterales son heterogéneos, lo que se


manifiesta en que algunos tienen efectos retroactivos y otros operan para el futuro,
algunos son automáticos y otros requieren de una declaración de voluntad de la parte,
unos requieren que se configure una causa para extinguir y otros no la necesitan porque
son ad nutum, algunos son renunciables y otros no, y en algunos existe un deber
indemnizatorio derivado de la extinción del contrato y otros no generan responsabilidad
indemnizatoria.

Pero sin desconocer el carácter heterogéneo de los distintos modos de extinción del
contrato, ello no impide que pueda haber una regulación legal que contenga los aspectos
de funcionamiento que sean comunes a todos ellos, sin perjuicio de que subsistan sus
propias diferencias específicas.

El Código Civil y Comercial contiene la genérica regulación de la extinción del contrato por
voluntad unilateral, en los arts. 1077 al 1082.
En los Fundamentos Explicativos se expresa que "en relación a la extinción, modificación y
adecuación del contrato se siguen las pautas del Proyecto de 1998, con algunas
adaptaciones". A su vez, en los Fundamentos del Proyecto de 1998 se dice que "se
agrupan en reglas comunes generales para la extinción por declaración de una de las
partes", y que "...Todo ello clarifica el sistema, evita la necesidad de incurrir en
repeticiones inútiles al tratar cada uno de los modos de extinción del contrato y,
naturalmente, rige a los contratos en particular, cuya regulación puede ser descargada de
tales reiteraciones".

La regulación genérica de la extinción del contrato por voluntad unilateral, que contiene el
Código Civil y Comercial, es la que se transcribe a continuación.

Art. 1077. — Extinción por declaración de una de las partes. El contrato puede ser
extinguido total o parcialmente por la declaración de una de las partes, mediante rescisión
unilateral, revocación o resolución, en los casos en que el mismo contrato, o la ley, le
atribuyen esa facultad.

Art. 1078. — Disposiciones generales para la extinción por declaración de una de las
partes. Excepto disposición legal o convencional en contrario, se aplican a la rescisión
unilateral, a la revocación y a la resolución las siguientes reglas generales:

a) el derecho se ejerce mediante comunicación a la otra parte. La comunicación debe ser


dirigida por todos los sujetos que integran una parte contra todos los sujetos que integran
la otra;

b) la extinción del contrato puede declararse extrajudicialmente o demandarse ante un


juez. La demanda puede iniciarse aunque no se haya cursado el requerimiento previo que
pudo corresponder; en tal situación se aplica el inc. f);

c) la otra parte puede oponerse a la extinción si, al tiempo de la declaración, el declarante


no ha cumplido, o no está en situación de cumplir, la prestación que debía realizar para
poder ejercer la facultad de extinguir el contrato;

d) la extinción del contrato no queda afectada por la imposibilidad de restituir que tenga la
parte que no la declaró;

e) la parte que tiene derecho a extinguir el contrato puede optar por requerir su
cumplimiento y la reparación de daños. Esta demanda no impide deducir ulteriormente una
pretensión extintiva;

f) la comunicación de la declaración extintiva del contrato produce su extinción de pleno


derecho, y posteriormente no puede exigirse el cumplimiento ni subsiste el derecho de
cumplir. Pero, en los casos en que es menester un requerimiento previo, si se promueve la
demanda por extinción sin haber intimado, el demandado tiene derecho de cumplir hasta el
vencimiento del plazo de emplazamiento;

g) la demanda ante un tribunal por extinción del contrato impide deducir ulteriormente una
pretensión de cumplimiento;
h) la extinción del contrato deja subsistentes las estipulaciones referidas a las
restituciones, a la reparación de daños, a la solución de las controversias y a cualquiera
otra que regule los derechos y obligaciones de las partes tras la extinción.

Art. 1079. — Operatividad de los efectos de la extinción por declaración de una de las
partes.

Excepto disposición legal en contrario:

a) la rescisión unilateral y la revocación producen efectos sólo para el futuro;

b) la resolución produce efectos retroactivos entre las partes, y no afecta el derecho


adquirido a título oneroso por terceros de buena fe.

Art. 1080. — Restitución en los casos de extinción por declaración de una de las partes. Si
el contrato es extinguido total o parcialmente por rescisión unilateral, por revocación o por
resolución, las partes deben restituirse, en la medida que corresponda, lo que han recibido
en razón del contrato, o su valor, conforme a las reglas de las obligaciones de dar para
restituir, y a lo previsto en el artículo siguiente.

Art. 1081. — Contrato bilateral. Si se trata de la extinción de un contrato bilateral:

a) la restitución debe ser recíproca y simultánea;

b) las prestaciones cumplidas quedan firmes y producen sus efectos en cuanto resulten
equivalentes, si son divisibles y han sido recibidas sin reserva respecto del efecto
cancelatorio de la obligación;

c) para estimar el valor de las restituciones del acreedor se toman en cuenta las ventajas
que resulten o puedan resultar de no haber efectuado la propia prestación, su utilidad
frustrada y, en su caso, otros daños.

Art. 1082. — Reparación del daño. La reparación del daño, cuando procede, queda sujeta
a estas disposiciones:

a) el daño debe ser reparado en los casos y con los alcances establecidos en este
Capítulo, en el Título V de este Libro, y en las disposiciones especiales para cada contrato;

b) la reparación incluye el reembolso total o parcial, según corresponda, de los gastos


generados por la celebración del contrato y de los tributos que lo hayan gravado;

c) de haberse pactado la cláusula penal, se aplica con los alcances establecidos en los
arts. 790 y siguientes.

II. Denominación común: desistimiento unilateral

 1. Generalidades
El contrato puede extinguirse antes de su cumplimiento por la decisión común de ambas
partes y, en determinados casos, también, por la voluntad de una sola de ellas.

Si ambos contratantes deciden de común acuerdo ponerle fin al contrato se configura el


desistimiento bilateral, que se denomina distracto o mutuo disenso. Cuando la extinción de
la relación contractual se produce por la voluntad de una sola de las partes facultada para
ello, se conforma lo que podemos denominar de manera genérica: el desistimiento
unilateral.

Es un principio establecido que los contratos son obligatorios y se celebran para ser
cumplidos (art. 959) (4). Las partes quedan vinculadas por el contrato, siendo que el
convenio celebrado es intangible en su contenido. Es por ello que una de las partes no
puede unilateralmente pretender desligarse de la relación contractual por su sola voluntad.
La voluntad expresada por los contratantes al momento de celebrar el contrato "ata la
voluntad futura" de aquéllos (5).

De allí que, una vez celebrado, el contrato sólo puede ser dejado sin efecto antes de su
cumplimiento, mediante el "distracto" o contrario consensus. Es decir que las propias
partes, de común acuerdo, pueden decidir la extinción del contrato que habían realizado.
La regla es que las partes contratantes sólo por mutuo acuerdo, es decir, por otro contrato,
y en la medida en que no perjudiquen a terceros, pueden ponerle fin al contrato celebrado
por ellas (arts. 959, segunda parte, y 1076).

Si bien esto constituye la regla, advertimos que además puede el contrato extinguirse por
la decisión de una sola de las partes contratantes, sin que sea preciso que medie el
consentimiento o conformidad de la otra.

El desistimiento unilateral es de carácter excepcional, por cuanto deroga el principio en


virtud del cual el contrato sólo puede disolverse por voluntad concordante de las partes (6).

Es lo que acontece en diversos supuestos. Así, por ejemplo, cuando una de las partes
incurre en incumplimiento, la no incumplidora tiene la facultad de resolver el contrato y
desligarse del mismo (art. 1083); una compraventa con pacto de retroventa puede ser
dejada sin efecto por el vendedor si se arrepiente del contrato (art. 1163); el comodante
puede dejar sin efecto el comodato celebrado sin plazo cuando quisiere (art. 1536, inc. e],
in fine) y, si tiene plazo, puede hacerlo antes de su vencimiento, si necesita la cosa en
razón de una circunstancia imprevista y urgente; o si el comodatario la usa para un destino
distinto al pactado (art. 1539, incs. a] y b]); el mandante puede revocar el mandato siempre
que quiera (art. 1329, inc. c]); en el contrato de obra el comitente puede desistir del
contrato por su sola voluntad, aunque la ejecución haya comenzado (art. 1261); el contrato
de depósito si fue contratado por tiempo indeterminado se acaba cuando cualquiera de las
partes lo quisiere (art. 1359, a contrario sensu), etcétera.

La extinción por voluntad unilateral deriva, según los casos, de una resolución, rescisión,
revocación, arrepentimiento, desistimiento propiamente dicho, etc., por cuya virtualidad se
opera la extinción del contrato por voluntad de una sola de las partes con anterioridad a su
cumplimiento, que era el momento en que éste naturalmente debía alcanzar su fin.

 2. Terminología
La decisión de una de las partes de extinguir el contrato por su única voluntad, debiendo la
otra parte acatar la decisión de aquélla, configura una conducta que puede ser
denominada desistimiento unilateral.

El vocablo "desistir" etimológicamente proviene del latín "desistere", y el Diccionario de la


lengua lo define como "apartarse de una empresa o intento empezado a ejecutar", y
también como "abdicar o abandonar un derecho" (7).

Aplicado el concepto al ámbito contractual, se advierte que desistir implica apartarse o


separarse de un contrato celebrado y vinculante, siempre que exista una autorización
contractual o legal. Si no mediara tal autorización para desistir, ya fuera contractual o legal,
no correspondería el desistimiento "unilateral", por cuanto la parte que no se ajustara a la
ley del contrato incurriría en incumplimiento, en la hipótesis de que decidiera desconocerlo
por sí sola, sin tener facultades para ello. En tal caso, sólo sería posible el desistimiento
"bilateral" o "distracto", y en la medida que con éste no se perjudiquen derechos adquiridos
por terceros en virtud del contrato, porque con relación a estos terceros tal desistimiento
sería ineficaz.

La denominación desistimiento unilateral está referida a "todos" aquellos supuestos en que


el contrato se extingue por voluntad de una sola de las partes antes de que el contrato
alcance su fin, que es el cumplimiento.

Son diversos los modos por los cuales se puede extinguir el contrato por voluntad
unilateral: revocación, rescisión unilateral, resolución, desistimiento propiamente dicho,
renuncia, denuncia, disolución, arrepentimiento.

Se trata de modos de extinción heterogéneos, porque tienen regímenes jurídicos distintos,


aunque presentan una característica común, consistente en la circunstancia de que, en
todos ellos, el contrato se extingue por la voluntad de una sola de las partes, sin depender
de la conformidad de la otra.

Advertimos que el vocablo "desistimiento" puede ser usado en distintos sentidos. La


expresión "desistimiento unilateral", como extinción unilateral del contrato, es utilizada en
el derecho español y en el derecho italiano. En estos ordenamientos jurídicos, en cambio,
la palabra "rescisión" es empleada para aludir, entre otros supuestos, al instituto de la
lesión, que en nuestro Derecho está legislada en el art. 332 del Código Civil y Comercial,
considerándola como un supuesto de nulidad.

El Código Civil y Comercial, al igual que el Código de Vélez Sarsfield, emplea la palabra
"desistimiento" para referirse a dos supuestos concretos de extinción de contrato, el
contrato de obra (art. 1261) y la transacción (art. 1643).

Algunos autores, como Piantoni, consideran que el desistimiento es una facultad extintiva
unilateral, pero que no lleva aparejada la eximición de responsabilidad a cargo del que la
ejerce, configurando una responsabilidad intermedia entre la no responsabilidad y la
responsabilidad por incumplimiento contractual. Es decir, el que desiste tiene un deber de
indemnizar a la otra parte (8).

Para nosotros, la decisión de una de las partes de extinguir el contrato por su única
voluntad, debiendo la otra acatar la decisión de aquélla, conforma una conducta que
denominamos desistimiento unilateral, cualquiera que fuera la figura jurídica por la que se
concrete esa extinción. El desistimiento unilateral abarca, en nuestra terminología, todos
los modos unilaterales de extinción del contrato (revocación, rescisión unilateral,
resolución, denuncia, renuncia, etc.).

Se trata sólo de una cuestión terminológica. Es un mero rótulo, o denominación, abarcador


de todos los modos unilaterales de extinción del contrato.

En el análisis que desarrollamos, opinamos, incluso, que la palabra "desistimiento" puede


ser susceptible de tres sentidos:

a) Sentido específico. Cuando la ley expresamente denomina a la ruptura unilateral del


contrato como desistimiento, lo que acontece en el contrato de obra y en la transacción.

b) Sentido amplio. Comprende toda extinción del contrato por voluntad unilateral, ya sea
mediando la existencia de justa causa o bien ad nutum, es decir, sin que medie justa
causa.

c) Sentido estricto. Todo supuesto de extinción del contrato por voluntad de una sola parte
ad libitum o ad nutum, es decir, sin necesidad de expresar la existencia de una justa causa
que lo justifique.

 3. El desistimiento en el Código Civil y Comercial

El Código Civil y Comercial emplea el verbo "desistir" en dos textos únicamente, referidos
a la transacción y al contrato de obra.

El art. 1261 preceptúa que "el comitente puede desistir del contrato por su sola voluntad,
aunque la ejecución haya comenzado...". En este caso se alude a la rescisión del contrato
de obra por la voluntad unilateral del comitente. Se trata de un supuesto de rescisión
unilateral legal, por cuanto la ley faculta al comitente a dejar sin efecto el contrato. El
desistimiento del contrato de obra implica el ejercicio de la facultad de rescisión que le
compete al comitente establecida en la norma legal citada. Se desiste de la obra
rescindiendo el contrato.

A su vez, el art. 1643 prescribe que la transacción, "si recae sobre derechos litigiosos sólo
es eficaz a partir de la presentación del instrumento firmado por los interesados ante el
juez en que tramita la causa. Mientras el instrumento no sea presentado, las partes
pueden desistir de ella". Vale decir que los interesados tienen la facultad de "desistir" de la
transacción celebrada mientras ella no sea presentada al juez.

En estos casos "desistir" significa arrepentirse, "apartarse del intento empezado a


ejecutar", conforme a la definición del Diccionario de la lengua.

Podemos decir, por lo tanto, que "desistir" es la voluntad de extinguir "la relación nacida
del contrato", por ejemplo, del acuerdo transaccional celebrado (art. 1643) o de la
ejecución de la obra (art. 1261), pero ese desistimiento debe concretarse a través de un
modo extintivo "del contrato", como sería la revocación, la resolución, la rescisión, etc.
Extinguiéndose el contrato se pone fin a la relación nacida de él.

El desistimiento, más allá de que tenga numerosas aplicaciones, es de carácter


excepcional, por cuanto el contrato sólo puede disolverse, antes del cumplimiento, por el
distracto, y no por voluntad de una sola parte.
Asimismo, si bien el desistimiento se ejercita a través de diversos modos de extinción, la
voluntad de desistir y el ejercicio del desistimiento unilateral presenta particularidades que
pueden ser sistematizadas en cuanto al fundamento, naturaleza jurídica, legitimación
activa, legitimación pasiva e, incluso, puede ser clasificado y subclasificado.

Esto es, precisamente, lo que hace el Código Civil y Comercial, en sus arts. 1077 a 1082,
siguiendo en general los lineamientos del Proyecto de 1998.

Por la determinación de una de las partes de la relación contractual se provoca su


extinción, aunque cuando se trata de una relación plurilateral puede provocarse la
extinción parcial sólo para el que desiste, pero no necesariamente para los restantes
miembros de la relación; por ejemplo, la salida de alguno de los socios por renuncia y los
restantes socios deciden continuar con la sociedad. En tal caso no hay extinción, sino
reducción (9).

 4. Concepto

Se ha dicho por Díez Picazo y Gullón que se denomina desistimiento unilateral a la


"facultad de cualquiera de las partes de poner fin a la relación obligatoria mediante un acto
enteramente libre y voluntario, que no tiene que fundarse en ninguna causa especial" (10).
Por su parte, expresa Rodríguez Marín que "desistir" es "extinguir" o, lo que es lo mismo,
"concluir una relación contractual por voluntad de una parte" (11). Para Messineo, el
desistimiento es un poder (ius poenitendi) de cada una de las partes; es el medio para
disolver la relación nacida del contrato por su sola voluntad e iniciativa de una de ellas, sin
necesidad de demanda judicial ni de juicio; basta que el que desiste comunique a la
contraparte su decisión (12).

Por nuestra parte, conceptuamos al desistimiento unilateral como el acto jurídico unilateral
de una de las partes contratantes que tiene por objeto extinguir la relación contractual,
siempre que se encuentre legitimada por la ley o por el contrato para hacerlo, aunque
también puede operar en los contratos innominados —que son los que carecen de
regulación legal— cuando son de duración indeterminada, sin necesidad de que exista una
justa causa, en algunos casos, o bien, sólo si media la existencia de una justa causa, en
otros.

Desde ya señalamos que el desistimiento unilateral en el ámbito de los contratos de


consumo tiene previsiones específicas, en la legislación respectiva que tutela al
consumidor, que es el débil jurídico de la relación contractual (13).

 5. Figuras jurídicas extintivas unilaterales

La extinción del contrato por voluntad unilateral se efectiviza a través de diversas figuras
extintivas, algunas de la cuales requieren para su configuración la existencia de una justa
causa y otras que no la requieren.

Podemos mencionar como figuras extintivas unilaterales a la revocación, rescisión


unilateral, resolución, desistimiento propiamente dicho, arrepentimiento, denuncia,
disolución y renuncia.

El Código Civil y Comercial dispone:


Art. 1077. — Extinción por declaración de una de las partes. El contrato puede ser
extinguido total o parcialmente por la declaración de una de las partes, mediante rescisión
unilateral, revocación o resolución, en los casos en que el mismo contrato, o la ley, le
atribuyen esa facultad.

III. Revocación

 1. Concepto

La revocación es un acto jurídico por el cual se extingue un acto unilateral mediante la


declaración de voluntad del propio autor de dicho acto. También puede haber revocación
de contratos, que son actos bilaterales, por una de las partes contratantes, en
determinados supuestos contemplados por la ley.

La revocación es un modo de extinción de los actos jurídicos unilaterales, y en algunos


casos de contratos, en cuya virtud el autor de la declaración de la voluntad, en los actos
unilaterales, o una de las partes, en los contratos, "retrae su voluntad, dejando sin efecto el
contenido del acto o la transmisión de algún derecho" (14).

Señala Mosset Iturraspe, que quien revoca retrae su voluntad originaria que concurrió a
dar nacimiento al negocio y ocasiona la cesación de los efectos desde ese momento, o
sea in futurum, ex nunc. Las consecuencias ya producidas quedan firmes entre partes y
frente a terceros (15). Rodríguez Marín expresa que "consiste la revocación en una
declaración de voluntad, es decir, un acto jurídico unilateral, por el que se deja sin efecto
otro cuya existencia o subsistencia depende de aquella misma voluntad, ya
absolutamente, ya concurriendo ciertas causas legales que hacen posible la
revocación" (16). Asimismo, Klein señala que "se ha calificado la revocación como un
reflejo del ius poenitendi, es decir, de una facultad de retractar o retirar una voluntad ya
manifestada y eficaz; y se caracteriza por ser un negocio unilateral, que debe provenir del
autor del propio acto que se quiere retirar, es ejercitable extrajudicialmente, no suele estar
condicionado a causas o circunstancias sobrevenidas, pero, sobre todo, está reservado a
desplegar su eficacia frente a otros negocios unilaterales y, por regla general, queda
excluido de los contratos" (17).

 2. La revocación en el Código de Vélez y en el Código Civil y Comercial

1) El Código derogado se refería a la revocación en el art. 1200, pero utilizando el término


en forma incorrecta. En efecto, dicho artículo aludía al distracto, preceptuando: "Las
partes... pueden también por mutuo consentimiento revocar los contratos, por las causas
que la ley autoriza".

En el texto mencionado se empleaba equivocadamente el término "revocar", en razón de


que el distracto no es un supuesto de revocación sino de rescisión bilateral. Ello es así,
dado que la revocación es siempre un acto unilateral, en tanto que el distracto es un acto
bilateral, es un "mutuo consentimiento", un contrato posterior, para extinguir el contrato.
Para la revocación del contrato no se necesita el mutuo consentimiento, no debe
celebrarse un nuevo contrato (extintivo), porque lo característico de la revocación es que
se trata de una extinción por voluntad de una sola de las partes.

En la nota al art. 1200, Vélez Sarsfield expresaba que las partes "pueden revocar los
contratos por mutuo consentimiento en los casos que la ley autorice; es decir, si el contrato
es hecho por un incapaz, por violencia, dolo, etc., y en tal caso el contrato se juzga no
haber tenido lugar".

Pese a que utilizaba el término "revocar" se refería a la rescisión bilateral o distracto,


puesto que exigía el "mutuo consentimiento", a la vez que los ejemplos que mencionaba
estaban referidos a distintos supuestos de nulidad. Sin embargo, era correcto el art. 1200
cuando decía que se pueden revocar los contratos "por las causas que la ley autoriza".
Debe estar expresamente contemplada en la ley la facultad de revocar.

El actual Código Civil y Comercial al hablar del distracto, simplemente señala que "el
contrato puede ser extinguido por rescisión bilateral", sin incurrir en el error de confundir la
terminología con la palabra revocación.

2) También el Código derogado hablaba de que "todo acreedor puede demandar la


revocación de los actos celebrados por el deudor en perjuicio o en fraude de sus
derechos", en los arts. 961 y sigtes. Aquí se refería a la acción revocatoria, pauliana o de
fraude, que es un supuesto de inoponibilidad, y no a la revocación como medio de
extinción de las obligaciones.

El Código Civil y Comercial, al referirse al fraude, no emplea la palabra "revocación", sino


"inoponibilidad", preceptuando en el art. 338 que "todo acreedor puede solicitar la
declaración de inoponibilidad de los actos celebrados por su deudor en fraude de sus
derechos...".

3) En los arts. 3824 y sigtes., el Código de Vélez regulaba la "revocación de los


testamentos y legados". El Código Civil y Comercial dispone en el art. 2511, empleando en
forma correcta el término revocación, que "el testamento es revocable a voluntad del
testador y no confiere a los instituidos derecho alguno hasta la apertura de la sucesión. La
facultad de revocar el testamento o modificar sus disposiciones es irrenunciable e
irrestringible".

El testador puede revocar el testamento o el legado cuando quiera, porque tratándose de


actos mortis causa, sólo producen efectos a partir de la muerte del causante y hasta
entonces nadie adquiere ningún derecho; por lo tanto, resulta legítima la revocación por
parte del único titular del derecho, por su sola voluntad.

4) En el Código de Vélez, los arts. 1848 y sigtes. se referían a la revocación de las


donaciones por inejecución de los cargos, por ingratitud y por supernacencia de hijos. El
Código Civil y Comercial también regula la revocación de las donaciones, por dichas
causales.

El art. 1569 dispone: "La donación aceptada sólo puede ser revocada por inejecución de
los cargos, por ingratitud del donatario, y, en caso de habérselo estipulado expresamente,
por supernacencia de hijos del donante...".

El art. 1570 establece: "La donación puede ser revocada por incumplimiento de los cargos.
La revocación no perjudica a los terceros en cuyo beneficio se establecen los cargos...".

El art. 1571 preceptúa: "Las donaciones pueden ser revocadas por ingratitud del donatario
en los siguientes casos: a) si el donatario atenta contra la vida o la persona del donante, su
cónyuge o conviviente, sus ascendientes o descendientes; b) si injuria gravemente a las
mismas personas o las afecta en su honor; c) si las priva injustamente de bienes que
integran su patrimonio; d) si rehúsa alimentos al donante...".

5) El Código de Vélez mencionaba la revocación del mandato en los arts. 1963, inc. 1º,
1972 y 1973. El art. 1963, inc. 1º, prescribía que el mandato se acaba "por la revocación
del mandante", y el art. 1970 establecía que "el mandante puede revocar el mandato
siempre que quiera". Además, se disponía que la revocación del mandato puede ser tácita.
El art. 1971 preceptuaba: "El nombramiento de nuevo mandatario para el mismo negocio
produce la revocación del primero, desde el día en que se le hizo saber a éste", y el art.
1972 disponía que "interviniendo el mandante directamente en el negocio encomendado al
mandatario, y poniéndose en relación con los terceros, queda revocado el mandato, si él
expresamente no manifestase que su intención no es revocar el mandato".

Cabe señalar que la regla que establecía el art. 1972 no rige en las procuraciones
judiciales, toda vez que el art. 53, inc. 1º, in fine, del CPCCN establece que "la sola
presentación del mandante no revoca el poder". No hay en este supuesto una revocación
tácita, prevaleciendo la norma procesal, en razón de que el art. 1870, inc. 6º, del Código
de Vélez disponía que las reglas del mandato se aplican "a las procuraciones judiciales en
todo lo que no se opongan a las disposiciones del Código de Procedimientos". De allí que,
al haber una norma específica distinta en el Código de Procedimientos, rige ésta y no la
normativa del mandato contenida en el Código Civil.

El actual Código Civil y Comercial ha simplificado la minuciosa regulación, estableciendo


en el art. 1329 que "el mandato se extingue:... c) por la revocación del mandante".

6) En el Código de Vélez, el art. 1925 mencionaba la revocación del poder. Al respecto


expresaba, que "aunque el mandatario haya sustituido sus poderes, puede revocar la
sustitución cuando lo juzgue conveniente".

El Código Civil y Comercial establece en el art. 379, que "el poder otorgado por varias
personas para un objeto de interés común puede ser revocado por cualquiera de ellas sin
dependencia de las otras", y el art. 380 dispone que "el poder se extingue:... c) por la
revocación efectuada por el representado...".

El Código derogado en los arts. 1681 y 1682 aludía a la revocación del mandato conferido
al administrador de la sociedad. El art. 1681 establecía: "El mandato para administrar la
sociedad puede ser hecho en el contrato primitivo, o después de constituida la sociedad. Si
el mandato ha sido dado por una cláusula del contrato, no puede ser revocado sin causa
legítima, y el socio que lo ha recibido puede, a pesar de la oposición de los otros socios,
ejecutar todos los actos que entren en la administración del fondo común". A su vez, el art.
1682 disponía: "Habrá causa legítima para revocar el mandato, si el socio administrador
por un motivo grave, dejase de merecer la confianza de sus coasociados, o si le
sobreviene algún impedimento para administrar bien los negocios de la sociedad".

El Código Civil y Comercial no regula el contrato de sociedad.

7) El art. 1150 del Código de Vélez se refería a la revocación de la oferta, aunque


utilizando la expresión "retractación". Así, expresaba que "las ofertas pueden ser
retractadas mientras no hayan sido aceptadas...", salvo las excepciones que allí se
establecían.
En igual sentido, el Código Civil y Comercial establece que "la oferta dirigida a persona
determinada puede ser retractada si la comunicación de su retiro es recibida por el
destinatario antes o al mismo tiempo que la oferta" (art. 975). En realidad, más que
revocación de la oferta, lo que se consagra es la posibilidad de su retirada.

8) También se utiliza el término "revocación" en la estipulación a favor de tercero,


estableciendo el art. 1027 que "el estipulante puede revocar la estipulación mientras no
reciba la aceptación del tercer beneficiario; pero no puede hacerlo sin la conformidad del
promitente si éste tiene interés en que sea mantenida...".

9) Se habla de revocación de la aceptación en los contratos de consumo celebrados fuera


de los establecimientos comerciales y a distancia, preceptuando el art. 1110 que "el
consumidor tiene el derecho irrenunciable de revocar la aceptación dentro de los diez días
computados a partir de la celebración del contrato...". Técnicamente no es una revocación
sino de un supuesto de resolución por arrepentimiento (18).

Como puede advertirse, el término "revocación", como medio extintivo de actos jurídicos
unilaterales, está utilizado correctamente cuando se alude a la revocación de los
testamentos y legados, a la revocación de la oferta, de la estipulación a favor de tercero o
de la aceptación. En cuanto a la revocación como modo de extinción de los contratos, se
emplea el término cuando se habla de la revocación de la donación o de la revocación del
mandato.

 3. Sistematización

Siguiendo a López de Zavalía, podemos decir que la revocación puede tener tres
significados: primordial, traslaticio e histórico (19).

1º) En su significado primordial, la revocación es la extinción de un acto unilateral por


medio de otro acto unilateral. En este sentido se revocan los testamentos, se revoca el
poder, por cuanto en ambos casos se trata de actos unilaterales. Puede revocarse una
oferta, que también es un acto unilateral.

2º) La palabra "revocación" es utilizada también en el ámbito de los contratos. Se habla de


la revocación de la donación por inejecución de los cargos, por ingratitud y por
supernacencia de hijos y se habla asimismo de revocación del mandato.

En estos casos, el vocablo tiene un uso traslaticio, toda vez que la revocación es propia de
los actos unilaterales, pero se la utiliza traslativamente en el ámbito contractual, debido al
paralelismo que existe entre las donaciones y los testamentos.

Pensamos que también puede hablarse de la revocación del comodato, aunque se trata de
una rescisión unilateral, cuando el comodante decide ponerle fin, si es un contrato sin
plazo determinado de duración, o cuando el comodante tiene una necesidad urgente e
imprevisible de la cosa prestada o cuando hay un uso indebido de la cosa por el
comodatario, atento a que el comodato tiene un paralelismo con la donación dado su
carácter gratuito. Lo mismo con relación al depósito.

En este sentido, dice Mosset Iturraspe que "el ámbito más común de la revocación está
dado por los contratos unilaterales, o sea aquellos que producen obligaciones a cargo de
una sola de las partes; en ellos la revocación se acuerda a veces con amplitud y otras
restrictivamente; así ocurre en el depósito, comodato, donación, etc." (20). No obstante
ello, puede haber revocación de contratos bilaterales, en el caso del mandato oneroso, que
es bilateral.

3º) Cuando se alude a la acción revocatoria, pauliana o de fraude, la palabra tiene un


significado histórico y que técnicamente no corresponde a una causal extintiva del contrato
sino a un supuesto de "inoponibilidad".

 4. Revocación ad nutum y con causa

La revocación como modo extintivo de actos jurídicos unilaterales o de determinados


contratos se ejercita en algunos casos sin necesidad de que exista una causa que autorice
a revocar, por lo que la revocación es ad nutum o ad libitum y, en otros casos, se precisa
para poder revocar la existencia de una justa causa.

Al respecto, dice Llambías que "a veces la revocación puede hacerse valer ad libitum,
como ocurre en el testamento, el mandato y las ofertas aún no aceptadas. Otras veces la
revocación sólo se admite en función de la existencia de causas autorizadas por la ley: es
el caso de la donación si media inejecución de los cargos impuestos, ingratitud del
donatario, o supernacencia de hijos al donante cuando éste se ha reservado
expresamente esa facultad" (21).

 5. Revocación de contratos: terminología artificiosa

Conforme hemos señalado, el término "revocación" se emplea para la extinción de actos


jurídicos unilaterales. Por eso, es correcto hablar de la revocación del poder, o del
testamento o legado, o de la oferta, o de la aceptación, que son actos unilaterales que se
extinguen por otro acto unilateral de su propio autor.

En el ámbito de los contratos, el empleo es por razones históricas en los concretos casos
en que se lo utiliza, y la distinción con la rescisión unilateral y con la resolución se torna
artificiosa.

a) La revocación de la donación requiere la existencia de una causa para su procedencia,


por ejemplo, el incumplimiento del cargo impuesto al donatario, y además tiene efecto
retroactivo, el donatario debe devolver los bienes donados o su valor, lo que ha llevado a
sostener "que más que hablar de una revocación cabría aludir a una resolución por
incumplimiento" (22).

Se ha afirmado que la revocación de la donación no es resolución por incumplimiento o


pacto comisorio. Como lo señalan Garrido y Zago, "es más apropiado hablar de revocación
en las donaciones, aunque ella sea motivada por los presupuestos que establecen los arts.
1849 (constitución en mora en el cumplimiento de los cargos o condiciones), 1850
(inejecución de los mismos), etc., y lo hacemos fundamentando nuestra posición en que el
titular del derecho lo ejerce revocando un acto válido por él acordado y no resolviendo su
obligación en función de un incumplimiento derivado de prestaciones recíprocas. Creemos
innecesaria la similitud de la revocación con la resolución fundada en la causalidad,
cuando se trata de instituciones que tienen rasgos diferentes" (23). Para López de Zavalía,
"en el sistema de nuestro Derecho, no puede confundirse la potestad revocatoria ex art.
1849 con la potestad resolutoria ex art. 1204 (24), y se encarga de señalar las numerosas
diferencias de régimen entre ambas.
Consideramos que, aunque no se trate de un supuesto de resolución por incumplimiento,
no deja de ser una resolución, dado que la extinción es con causa y tiene efecto
retroactivo.

b) En cuanto a la revocación del mandato y la renuncia del mandatario, son ad nutum, y


tienen efectos ex nunc, por lo que se trata de casos de rescisión unilateral legal, al igual
que la revocación del depósito y del comodato.

 6. Fundamento de la facultad de revocar

La revocación ad nutum reconoce como fundamento el elemento confianza, que justifica la


revocación del poder o del mandato, cuando aquélla desaparece.

La revocación (o la retirada) de la oferta se fundamenta en la circunstancia de que el


legislador quiere colocar al ofertante en una situación de igualdad con relación al
destinatario de la oferta que goza de la facultad de aceptarla o rechazarla; de allí que, de
la misma manera, el ofertante tiene la facultad de mantener la oferta o de revocarla
mientras no sea recibida por el destinatario (art. 975).

La revocación del testamento o del legado se fundamenta en el hecho de que se trata de


actos mortis causa, que sólo producen efecto a partir de la muerte del causante. Hasta ese
momento nadie tiene ningún derecho adquirido, por lo que el titular del derecho, que es el
testador, puede revocar sus disposiciones cuantas veces lo desee hasta el momento de su
muerte.

Cuando la revocación sólo tiene lugar si se configura una causa que la autoriza, por
ejemplo, la revocación de la donación requiere el incumplimiento del cargo, la ingratitud del
donatario o la supernacencia de hijos, dicha causa será la justificante de la revocación.

 7. ¿Es válido el pacto de irrevocabilidad?

La regla es la irrevocabilidad de los contratos, por lo que el derecho de revocación es de


carácter excepcional y opera únicamente en los casos expresamente contemplados por la
ley.

En los supuestos en que se prevé legalmente la posibilidad de revocación del contrato, se


plantea la cuestión de la validez del pacto de irrevocabilidad que puedan convenir las
partes. Con relación a esta cuestión, señala Rodríguez Marín que cualquier pacto de
irrevocabilidad que pueden establecer las partes en una relación contractual en donde
tiene cabida la revocación es considerado por algunos sectores de la doctrina como
contrario a la esencia del contrato en particular (Sánchez Román, Manresa Navarro), y
para otros como posible si no contraría la verdadera finalidad del negocio y no va contra la
moral (Pérez González y Alguer) (25).

Por nuestra parte, compartimos el primero de los criterios mencionados, en el sentido de la


invalidez del pacto de irrevocabilidad, por contrariar éste la esencia del contrato, para el
cual la ley ha previsto la facultad de revocación, salvo que la propia ley, a su vez,
permitiera la posibilidad de dicho pacto, como acontece en la hipótesis del mandato
irrevocable contemplado en el art. 1330, que se remite a lo normado en el art. 380, incs. b)
y c), y siempre que se configuren los extremos que dicha norma legal allí establece.
Establece el art. 380: "c)... un poder puede ser conferido de modo irrevocable, siempre que
lo sea para actos especialmente determinados, limitado por un plazo cierto, y en razón de
un interés legítimo que puede ser solamente del representante, o de un tercero, o común a
representante y representado, o a representante y un tercero, o a representado y tercero;
se extingue llegado el transcurso del plazo fijado y puede revocarse si existe justa causa".

En cambio, no sería válido un pacto de irrevocabilidad en un contrato de donación, que


vedara al donante su derecho a revocar la donación por la causal de incumplimiento de los
cargos, por ingratitud o por supernacencia de hijos, o la que no permitiera al mandante la
facultad de revocar ad nutum el mandato, salvo en el señalado supuesto del art. 1330.
Incluso, aun en la hipótesis del mandato irrevocable, puede ser revocado por el mandante
si mediara justa causa.

Tampoco sería válida la cláusula de irrevocabilidad de la estipulación a favor de tercero,


con relación al estipulante, mientras no reciba la aceptación del beneficiario, aunque no
puede revocar sin la conformidad del promitente si éste tiene interés en que sea
mantenida, conforme a lo normado en el art. 1027.

Por otra parte, aun cuando se admitiera que el ius revocandi fuera renunciable, con el
argumento de que puede renunciarse a todos los derechos, lo cierto es que renunciada la
facultad de revocar, por la retractación de la renuncia se volvería al régimen de la
revocabilidad (26).

En sentido concordante con lo que sostenemos, refiriéndose al contrato de mandato,


Mosset Iturraspe expresa que "en la revocación está comprendido un interés superior a las
partes; que aun renunciado por el mandante o convenida la irrevocabilidad existe y puede
ejercitarse. Es un interés que apunta a mantener en cabeza del mandante el poder de
llevar adelante sus propios asuntos; la facultad de poner fin a una relación de colaboración
en la cual ya no cree; el derecho a recuperar los negocios delegados. Y esto malgré lui,
aun a pesar de su propia declaración en contrario; sin admitir el recurso a la invocación de
la propia torpeza o el volver sobre los propios actos" (27). Señala que la norma que
establece la revocabilidad del mandato "es imperativa, con base en el orden público y la
moral social".

 8. Efectos

La característica de la revocación está dada por la circunstancia de que tiene operatividad


extintiva para el futuro, in futurum o ex nunc, es decir, a partir del momento de la
declaración de voluntad del revocante, sin afectar los efectos ya producidos del acto que
se revoca (28).

Así lo establece expresamente el Código Civil y Comercial en el art. 1079, inc. a),
disponiendo que "la rescisión unilateral y la revocación producen efectos sólo para el
futuro".

Está claro que el donante que revoca la donación no tiene ningún deber de indemnizar al
donatario.

En el caso de la revocación del mandato, en algunos casos existe un deber de indemnizar,


que el Código Civil y Comercial establece en el art. 1331.

IV. Rescisión unilateral


 1. Concepto

La rescisión es un modo de extinción de un contrato válido que se deja sin efecto para el
futuro (ex nunc), en razón del acuerdo de las partes (rescisión bilateral), o de la voluntad
de una sola de ellas, autorizada por la ley o por la propia convención (rescisión unilateral),
posterior a su celebración (29).

Etimológicamente la palabra rescisión proviene del latín, de los términos "rescindere" y


"rescissio", que equivalen a deshacer un contrato.

La rescisión ha sido confundida en ocasiones con la nulidad. En el "droit coutumier"


francés existía una distinción puramente procesal o formal entre los conceptos de nulidad y
rescisión, toda vez que la "action en nullité" se fundaba en las ordenanzas y costumbres y
la "action en rescission" se fundaba en el Derecho Romano y requería la obtención previa
de las cartas de la Cancillería y el pago de las tasas. En el Código Napoleón esta
diferencia desapareció empleándose indistintamente los términos de "nullité" y "rescisión",
lo que motivó que dicha confusión pasara al resto de los Códigos latinos, incluso al
argentino de Vélez Sarsfield, que en algunos artículos utilizaba la expresión "rescisión"
para referirse a la nulidad. Sin embargo, los autores posteriores adquirieron la costumbre
de reservar el nombre de "rescisión" para la acción por lesión.

En el derecho español, la rescisión se encuentra delimitada para los casos de lesión y de


fraude a los acreedores (art. 1291, CCiv. español) (30). En el Derecho italiano se admite la
rescisión cuando el contrato ha sido concluido en estado de peligro o por lesión (arts. 1447
y 1448, Código italiano) (31).

En nuestro derecho se distingue entre nulidad y rescisión, estableciéndose regímenes


jurídicos distintos. Sin embargo, en el Código de Vélez Sarsfield, en los arts. 858 a 861 —
referidos a la nulidad de la transacción—, el art. 2022 —referido a la nulidad de la fianza—
y el art. 3536 —referido a la nulidad de la partición por donación o testamento—, nuestro
Código Civil derogado empleaba la palabra "rescisión", pero en el sentido de nulidad. En el
Código Civil y Comercial vigente ya no se incurre en dicha confusión.

Por otra parte, es preciso señalar que la lesión en nuestro derecho constituye un supuesto
de nulidad y no de rescisión, a diferencia de lo que acontece en el derecho español, toda
vez que el art. 332 expresa que puede demandarse la "nulidad" por lesión y no la
rescisión, precisamente porque el vicio causante de la lesión es concomitante con la
celebración del acto, como acontece con las nulidades, y no sobreviniente como ocurre
con los supuestos de rescisión.

 2. Clases

Pueden distinguirse tres clases de rescisión: bilateral o distracto, unilateral prevista o


voluntaria, y unilateral legal.

La rescisión bilateral es el distracto y no configura desistimiento unilateral, sino que se


trata de un nuevo contrato celebrado entre las partes para extinguir uno anterior. La
rescisión unilateral es la realizada mediante la declaración de voluntad unilateral de una
sola de las partes, por la que se pone fin al contrato. La facultad de rescindir
unilateralmente el contrato puede ser convencional o legal.
En materia de rescisión la regla es el distracto o rescisión bilateral, por lo que la rescisión
unilateral tiene carácter excepcional, ya que en principio el contrato no puede extinguirse
sino por la voluntad concordante de las partes. De allí que para poder rescindir el contrato
unilateralmente, una de las partes debe estar autorizada por el propio contrato, o por la ley,
ya sea en forma expresa o tácita, o por aplicación analógica.

a) Rescisión unilateral convencional. La rescisión unilateral convencional, prevista o


voluntaria, es la que está contemplada en el contenido contractual, habiéndose pactado
expresamente en una cláusula que cualquiera de las partes o solamente una de ellas,
pueda dejar sin efecto el contrato por su sola voluntad. Por ejemplo, si en un contrato de
duración, ya sea por tiempo determinado o indeterminado, se faculta a uno de los
contratantes a rescindir unilateralmente el contrato.

Aun cuando es una sola parte la que rescinde, la rescisión tiene naturaleza convencional
atento a que concurren las voluntades de ambos contratantes, la del que rescinde, que es
actual, y la de la otra parte que soporta la rescisión, que ha dado por anticipado su
consentimiento (32).

b) Rescisión unilateral legal. La rescisión unilateral es legal cuando la facultad rescisoria


de una, o cualquiera de las partes, deriva de la ley. Por ejemplo, la ley autoriza al locatario
a rescindir unilateralmente el contrato luego de transcurridos los primeros seis meses de la
locación (art. 1221, inc. a], aunque incorrectamente habla de resolución, en lugar de
rescisión).

Es también un supuesto de rescisión legal, el desistimiento en el contrato de obra (art.


1261).

Configuran supuestos de rescisión unilateral legal los que se dan en el ámbito de los
contratos de duración indeterminada, como acontece en el depósito por tiempo
indeterminado (arts. 1358 y 1359), en el comodato sin término de duración pactado (art.
1536, inc. e]), en el contrato de servicios por tiempo indeterminado (art. 1279), contrato de
suministro (art. 1183), cuenta corriente bancaria (art. 1404), cuenta corriente (art. 1432),
contrato de agencia (art. 1492), contrato de concesión (art. 1508) y contrato de franquicia
(art. 1522, inc. d]), todos de duración indeterminada (33).

Asimismo, constituye rescisión unilateral legal el supuesto contemplado en el contrato de


trabajo (arts. 232 y 245, ley 20.744), etc.

c) Rescisión unilateral tácita o por analogía. También puede haber rescisión unilateral sin
que medie un pacto expreso, ni una norma legal expresa en ese sentido, pero que puede
considerarse tácitamente establecida, como acontece en el ámbito de los contratos
innominados de duración indeterminada.

 3. ¿Es renunciable la facultad de rescisión unilateral?

La cuestión no puede plantearse en la hipótesis de rescisión unilateral convencional,


porque en lugar de pactarse la renuncia a la facultad de rescindir, basta que no se dijera
nada al respecto, de manera tal que ante la falta de pacto expreso el contrato no pueda ser
rescindido en forma unilateral por ninguna de las partes.

En el ámbito de la rescisión unilateral legal, la validez de la renuncia a la facultad de


rescisión conferida por la ley, dependerá de que la norma legal autorizante sea imperativa
o meramente supletoria (34). En otros términos, si la facultad rescisoria legal constituye
una cláusula esencial o natural del contrato.

La revocación de la aceptación en los contratos de consumo celebrados fuera de los


establecimientos comerciales y a distancia, que la ley confiere al consumidor, es
irrenunciable, porque es de orden público, como expresamente lo consagra el art. 1110,
disponiendo además que "las cláusulas, pactos o cualquier modalidad aceptada por el
consumidor... que tengan por resultado la imposibilidad de ejercer el derecho de
revocación se tienen por no escritos". Por nuestra parte consideramos que, aunque la ley
habla de revocación de la aceptación, se trata de un supuesto de resolución de contrato
por arrepentimiento (35).

Lo mismo acontece con la facultad de rescisión que la ley concede al locatario para
rescindir anticipadamente el contrato de locación de inmueble, que no puede ser
renunciada, ni modificada su condición de ejercicio, salvo que lo fuera en beneficio del
propio locatario.

Cuando no está en juego el orden público, rigiendo la autonomía privada, podría ser válida
la renuncia a la facultad de rescindir unilateralmente el contrato, conferida por la ley, en los
contratos de plazo determinado. En este sentido, se ha señalado que la posibilidad de
rescisión anticipada podría ser excluida convencionalmente en los supuestos de contrato
de obra, depósito y comodato (36).

Esto es así en la medida en que no se trate de un contrato de consumo, en cuyo caso la


renuncia a la facultad legal de rescindir establecida a favor del consumidor (arts. 1117 y
988, inc. b]) constituirá una cláusula abusiva que se la debe tener por no escrita.

En los contratos de duración indeterminada, la facultad rescisoria unilateral, que deriva de


la ley en los contratos nominados o de los principios generales del derecho en los
innominados, no puede ser renunciada, porque se trata de una cláusula esencial en ese
tipo de contratos, para evitar la perpetuación del vínculo.

 4. La rescisión unilateral en los contratos de duración indeterminada, de larga duración, de


consumo, de adhesión y distribución comercial

Desarrollamos este tema en §§ XIV al XIX, a los que nos remitimos.

 5. Efectos

La rescisión unilateral se ejercita ad nutum, sin necesidad de tener que expresar una
causa para rescindir. Los efectos de la extinción del contrato por la rescisión unilateral son
ex nunc, es decir, se generan para el futuro y no tiene efectos retroactivos (art. 1079, inc.
a]).

El ejercicio de la rescisión unilateral puede o no determinar para el que rescinde


consecuencias indemnizatorias, dependiendo del caso concreto de que se trate.

En el caso de la rescisión legal del contrato de locación de inmueble, por ejemplo, el


locatario debe pagar al locador las indemnizaciones tarifadas en la ley (art. 1221); el
comitente que rescinde el contrato de obra debe las indemnizaciones contempladas en el
art. 1261. No corresponde indemnización alguna en la rescisión del depósito o del
comodato. En los casos de los contratos de duración indeterminada, si el ejercicio de la
rescisión incausada es abusivo existe un deber indemnizatorio a cargo de la parte que
rescinde.

V. Resolución

 1. Concepto

La resolución es un modo de extinción del contrato que se produce en virtud de una causa
prevista por las partes, expresa o tácitamente, o contemplada en la ley, sobreviniente a su
celebración, que opera con efecto retroactivo (ex tunc), aunque, en ciertos casos, los
efectos recíprocamente cumplidos quedan firmes.

El Código Civil y Comercial, en el art. 1079, inc. b), dispone: "La resolución produce
efectos retroactivos entre las partes, y no afecta el derecho adquirido a título oneroso por
terceros de buena fe".

La palabra resolución proviene del latín "resolvere", de "re" y "solvere", que significa
"soltar" o "desatar" (37).

 2. Especies

La resolución puede ser automática o provocada. La automática se produce de pleno


derecho o ipso jure, porque así lo dispone el ordenamiento jurídico, sin necesidad de
ningún otro requisito adicional. En la provocada, la resolución no es automática, sino que
el ordenamiento jurídico atribuye a una de las partes o a cualquiera de ellas la facultad de
resolver el contrato. En este último caso, pueden distinguirse la resolución facultativa y la
opcional.

Conforme lo expresa López de Zavalía, la resolución puede ser automática, facultativa, u


opcional (38).

a) Resolución automática. La resolución es automática cuando se produce por el


advenimiento de una condición resolutoria o por un plazo resolutorio. En este caso la
resolución se origina independientemente de una nueva declaración de voluntad, con la
sola producción del hecho sobreviniente previsto.

En la condición resolutoria las partes han subordinado la resolución del contrato a la


realización de un "hecho futuro e incierto" (art. 343). Cumplida la condición resolutoria, se
produce la resolución sin necesidad de una nueva declaración de voluntad (art. 348), y si
la condición resolutoria no se cumple, el contrato queda consolidado.

El plazo resolutorio tiene lugar cuando la extinción del contrato queda diferida al
vencimiento de un plazo (art. 350).

Aunque el Código Civil y Comercial no ingresa a tratar las clases de plazo, por entender
que es una cuestión afín a la doctrina, según se expresa en los fundamentos explicativos,
cabe señalar que "puede ser cierto o incierto"; es cierto cuando "fuese fijado para terminar
en designado año, mes o día, o cuando fuese comenzado desde la fecha de la obligación,
o de otra fecha cierta", y es incierto el que ha sido "fijado con relación a un hecho futuro
necesario, para terminar el día en que ese hecho necesario se realice" (como lo
preceptuaban los arts. 566 a 568 del Código de Vélez). Cuando el hecho futuro, cierto o
incierto se realice, opera la resolución automáticamente.

b) Resolución facultativa. La resolución facultativa supone además de la producción de un


evento, una declaración de voluntad de la parte a favor de la resolución.

El pacto comisorio es un supuesto de resolución facultativa, porque además del evento


constituido por el incumplimiento del deudor, es facultativo para el acreedor resolver el
contrato (arts. 1083 y sigtes.).

También la resolución es facultativa en la lesión sobreviniente o imprevisión, donde el


hecho autorizante de la resolución está constituido por la circunstancia de que la
prestación de una de las partes "se torna excesivamente onerosa, por una alteración
extraordinaria de las circunstancias existentes al tiempo de su celebración..." (art. 1091).

Otro supuesto de resolución facultativa es el de la acción redhibitoria (art. 1056), cuyo


evento que faculta a resolver el contrato está dado por los defectos ocultos de la cosa,
"que hacen a la cosa impropia para su destino por razones estructurales o funcionales, o
disminuyen su utilidad a tal extremo que, de haberlos conocido, el adquirente no la habría
adquirido, o su contraprestación hubiese sido significativamente menor" (art. 1051). Si bien
el vicio debe existir al tiempo de la adquisición, éste se hace evidente con posterioridad a
la celebración del contrato.

La frustración de la finalidad del contrato autoriza a la parte perjudicada a declarar su


resolución (art. 1090).

c) Resolución opcional. La resolución es opcional cuando la propia parte es la que da lugar


al evento que la autoriza a resolver. Puede mencionarse como supuestos de resolución
opcional la señal o arras penitenciales (art. 1059, segundo supuesto), los pactos de
retroventa y de reventa (arts. 1163 y 1164).

La diferencia con la resolución facultativa reside en que en ésta la producción del hecho
que autoriza a resolver no depende de la voluntad de la parte, mientras que en la
resolución opcional la propia parte que resuelve es la que origina la producción del evento
que la autoriza a resolver el contrato.

 3. Características

Para poder resolver el contrato debe configurarse la causa prevista en la ley o por las
partes. En el pacto comisorio, la causa que legitima la resolución es el incumplimiento del
deudor; en la imprevisión, es la excesiva onerosidad sobreviniente; los vicios ocultos de la
cosa, en la resolución por vicios redhibitorios, etc.

La resolución, a diferencia de los otros modos extintivos, tiene como característica que
opera retroactivamente (art. 1079, inc. b]), aunque en los contratos bilaterales la
retroacción no alcanza a las prestaciones recíprocamente cumplidas (art. 1081, inc. b]),
como ocurre en los casos de resolución por pacto comisorio, o por excesiva onerosidad
sobreviniente.

No debe confundirse con la nulidad, cuyos efectos una vez declarada también son
retroactivos, porque ésta deriva de un vicio concomitante que existe en los elementos del
acto jurídico en el momento mismo de su celebración, en tanto que la resolución deriva de
una causa sobreviniente "que es independiente de la constitución misma del acto" (39).

 4. ¿Es renunciable anticipadamente la resolución?

Al igual que en la rescisión, ello dependerá de si la facultad de resolver afecta o no al


orden público.

No obstante que la resolución por el incumplimiento constituye un efecto natural del


contrato, las partes pueden convencionalmente prohibir o limitar la facultad resolutoria. Así,
pueden pactar que en caso de incumplimiento no se siga la vía resolutoria sino únicamente
la del cumplimiento, o que sólo determinados incumplimientos autoricen la resolución y
otro no, o que si bien sea posible la resolución se prohíba la vía extrajudicial, o que no se
puedan reclamar daños y perjuicios, etcétera. "Vale decir que puede prohibirse o limitarse
la facultad resolutoria contractualmente. En general no se encuentra en juego el orden
público, por lo que rige la autonomía privada" (40).

Con relación a la excesiva onerosidad sobreviniente, si se considera que la normativa es


de orden público, no sería válida una renuncia anticipada a su invocación. Dicen Flah y
Smayevsky que "resultaría improcedente la renuncia generalizada y anticipada de
invocarla, al inicio de la contratación" (41).

Por nuestra parte compartimos el criterio contrario, que considera que el caso imprevisible
no afecta el orden público, por lo que es renunciable (42). Ello es así por la sencilla razón
de que si se puede renunciar a las consecuencias del caso fortuito, con mayor razón
también puede renunciarse a la aplicación de la teoría de la imprevisión.

La solución que propiciamos es la que ha seguido el Código Civil y Comercial, dado que
uno de los requisitos de procedencia es la ajenidad del caso imprevisible, lo que no ocurre
cuando el riesgo ha sido asumido por la propia parte, que es afectada por la excesiva
onerosidad sobreviniente, como lo dice en forma expresa el art. 1091. Si la parte afectada
asume el riesgo de la excesiva onerosidad sobreviniente, ello implica una renuncia
anticipada de la acción.

Cuando la resolución opera en el ámbito de los contratos de consumo, el consumidor no


puede renunciar a su facultad de resolver el contrato (arts. 1117 y 988), como tampoco en
el supuesto de la revocación de la aceptación en los contratos celebrados fuera de los
establecimientos comerciales y a distancia (art. 1110), que consideramos como un
supuesto de resolución y no de revocación.

 5. Efectos

La resolución produce los siguientes efectos (43):

5.1. Extintivos

La resolución tiene efectos extintivos del contrato, y opera retroactivamente, atento a que
el art. 1079, inc. b), establece que "la resolución produce efectos retroactivos entre las
partes...".
La característica esencial de la resolución es que tiene efectos retroactivos. Sin embargo,
resulta llamativo que el Código Civil y Comercial, modificando en este punto al Código de
Vélez, haya establecido en el art. 346 que "la condición no opera retroactivamente,
excepto pacto en contrario". Vale decir que el cumplimiento de la condición resolutoria no
tiene efecto retroactivo, salvo un pacto en contrario, lo que contradice el régimen
específico de la resolución.

Dejando de lado el nuevo régimen de la condición resolutoria, la resolución tiene efectos


retroactivos, pero en el caso del pacto comisorio y de la excesiva onerosidad
sobreviniente, la retroacción no es absoluta, porque no alcanza a las obligaciones
recíprocamente cumplidas. Al respecto, el art. 1081, inc. b), dispone que en los contratos
bilaterales, "las prestaciones cumplidas quedan firmes y producen sus efectos en cuanto
resulten equivalentes, si son divisibles y han sido recibidas sin reserva respecto del efecto
cancelatorio de la obligación".

5.2. Liberatorios

Además, la resolución tiene un efecto liberatorio porque se extingue el contrato, quedando


liberadas las partes de sus obligaciones contractuales.

5.3. Recuperatorios

La resolución tiene efectos recuperatorios, porque las partes deben restituirse mutuamente
lo que cada una hubiera recibido de la otra. El art. 1080 establece que "si el contrato es
extinguido total o parcialmente por rescisión unilateral, por revocación o por resolución, las
partes deben restituirse, en la medida que corresponda, lo que han recibido en razón del
contrato, o su valor, conforme a las reglas de las obligaciones de dar para restituir, y a lo
previsto en el artículo siguiente".

En el caso de la resolución, la extinción del contrato tiene efecto retroactivo, por lo que
corresponden las restituciones mutuas entre las partes, limitándose la retroacción, en el
caso de los contratos bilaterales, a las prestaciones recíprocamente cumplidas, que
quedan firmes.

5.4. Resarcitorios

También, en algunos casos, produce efectos resarcitorios, como en el caso de la


resolución por incumplimiento de una de las partes, que genera la obligación del deudor de
indemnizar los daños y perjuicios sufridos por el acreedor.

En el supuesto de la resolución por pacto comisorio, existían dos tesis. Una sostenía que
sólo se indemniza el interés negativo, a fin de colocar al contratante en la misma situación
en la que se habría encontrado de no haberse celebrado el contrato, porque la resolución
del contrato resulta incompatible con el interés de cumplimiento. Otra tesis, a la que nos
adherimos, sostenía que puede reclamarse el interés positivo, comprensivo del lucro
cesante, que fue lo que resolvió la mayoría en el fallo plenario "Civit, Juan c. Progress SA y
otro" (CNCiv., en pleno, 22/2/1990, JA, 1990-III-49, y LA LEY, 1990-B, 474) (44).
Adviértase que la resolución, aunque extingue el contrato, no puede hacer desaparecer el
daño, que deriva, no de la resolución, sino del incumplimiento.

El Código Civil y Comercial recepta la doctrina del plenario "Civit" en el art. 1081, inc. c),
que alude al valor de las ventajas de no haberse realizado la prestación, a lo que se
agrega la utilidad frustrada, o sea, el lucro cesante, y otros daños, que equivalen al daño al
interés positivo.

En la resolución por arrepentimiento, en caso de señal o arras, quien entregó la señal la


pierde en beneficio de la otra parte, y quien la recibió debe restituirla doblada (art. 1059).
También hay deberes indemnizatorios en la resolución por vicios redhibitorios (arts. 1040 y
1057).

VI. Otros modos extintivos unilaterales: terminología

 1. Desistimiento propiamente dicho

El art. 1261 se refiere a la extinción del contrato de obra por voluntad unilateral del
comitente de la obra y denomina a este modo extintivo como desistimiento, diciendo que
"el comitente puede desistir del contrato por su sola voluntad, aunque la ejecución haya
comenzado". También en el art. 1643 habla del desistimiento de los interesados en una
transacción sobre derechos litigiosos antes de ser presentada al juez, al preceptuar en la
parte final de la norma que "las partes pueden desistir de ella". En ambos casos, se trata
de extinción del contrato por voluntad unilateral, sin necesidad de expresar justa causa
para hacerlo, es decir, ad nutum.

La palabra "desistimiento" se encuentra empleada en un sentido propiamente dicho,


porque puede tener otro significado más amplio, como comprensiva de toda extinción del
contrato por voluntad de una sola de las partes.

Aunque a estos casos de extinción unilateral del contrato se los denomine "desistimiento",
constituyen supuestos de rescisión unilateral legal.

 2. Denuncia

El término denuncia se utiliza en el ámbito laboral para significar la extinción del contrato
de trabajo por voluntad de una de las partes. Así, el art. 242 de la LCT, prescribe que "una
de las partes podrá hacer denuncia del contrato de trabajo en caso de inobservancia por
parte de la otra de las obligaciones resultantes del mismo que configuren injuria y que, por
su gravedad, no consienta la prosecución de la relación".

La denuncia del contrato de trabajo, ya sea por el empleador o por el trabajador, constituye
un supuesto de resolución.

 3. Disolución

La extinción del contrato de sociedad por las diversas causas que se indican en la ley (art.
94, ley 19.550) se denomina disolución.

Corresponde diferenciar entre el contrato de sociedad y la sociedad como persona jurídica


creada. El contrato constitutivo de la sociedad puede ser resuelto, rescindido o anulado,
según las circunstancias, pero la organización o sociedad como persona jurídica en él
originada sólo puede ser disuelta y liquidada patrimonialmente (45). La disolución no pone
fin a la sociedad, toda vez que "la problemática relativa a la extinción del ente societario...
comienza con una causal de disolución (legal o convencional) en el ámbito de la relación
interna (sociedad-socios), que abre el proceso de liquidación a los efectos de realizar el
activo y cancelar el pasivo, para concluir con la partición entre los socios del eventual
remanente que resulte de la tarea liquidatoria antedicha. Sólo el procedimiento
mencionado concluye la relación societaria y pone fin a la persona jurídica... Producida
válidamente una causal de disolución, la sociedad no se extingue inmediatamente ni como
contrato ni como persona jurídica, sino que entre uno y otro extremo se abre un período
liquidatorio" (46).

Conforme lo expresa López de Zavalía, la disolución total no opera la extinción de la


persona jurídica que sigue en el estatus de sociedad en liquidación (47). Vale decir que
una cosa es la causa de la extinción del contrato de sociedad que podrá ser rescisión,
resolución o nulidad, y otra cosa es la disolución de la sociedad como persona jurídica,
que se deriva como consecuencia de aquella causal extintiva del contrato.

Según el caso, la disolución de la sociedad puede ser por rescisión o por resolución, entre
otros motivos.

 4. Renuncia

El término renuncia puede tener distintos sentidos. Uno es la renuncia a un derecho, que
es un modo de extinción de derechos consistente en un acto jurídico por el cual se hace
abandono o abdicación de un derecho propio a favor de otro (48), como la renuncia a una
acción o la renuncia a una herencia. En otro sentido, hace referencia a la actuación de una
de las partes que constituyó una relación contractual mediante la cual se separa
produciendo generalmente su extinción, como la renuncia del mandatario, la disolución de
la sociedad por renuncia de uno de los socios (49).

Sostiene Rodríguez Marín (50) que la renuncia es "una facultad de extinguir


unilateralmente relaciones contractuales en los casos que expresamente así lo reconozca
el ordenamiento jurídico, por lo que deberán tenerse en cuenta todas las limitaciones por él
establecidas".

En nuestro derecho, el mandatario puede renunciar al mandato. El art. 1329 prescribe que
"el mandato se extingue... d) por la renuncia del mandatario". La renuncia del mandatario
es un supuesto de desistimiento unilateral, que configura una rescisión unilateral.

 5. Arrepentimiento

El Código Civil utiliza la denominación arrepentimiento, como otra causal de desistimiento


unilateral en el art. 1059, referido a la señal o arras, donde expresa que las partes pueden
convenir "la facultad de arrepentirse". Asimismo, se habla de arrepentimiento en los
supuestos de venta con pacto de retroventa y con pacto de reventa.

El desistimiento de los contratos de consumo constituye otro supuesto de ejercicio del


derecho de arrepentimiento, aunque la norma legal no utilice esta terminología (art. 1110).

La extinción del contrato por arrepentimiento, configura diversos supuestos de


resolución (51).

VII. Fuentes del desistimiento


El Código Civil y Comercial dispone que "el contrato puede ser extinguido total o
parcialmente por la declaración de una de las partes, mediante rescisión unilateral,
revocación o resolución, en los casos en que el mismo contrato, o la ley, le atribuyen esa
facultad" (art. 1077).

La facultad de desistir y, por ende, de terminar la relación obligatoria por la sola y libre
voluntad de una de las partes puede estar concedida por la ley (derecho legal de
desistimiento), estar pactada por las partes (cláusula o pacto de desistimiento), o derivar
de la aplicación de los principios generales del derecho en los contratos innominados de
duración indeterminada (52).

 1. Ley

La ley es causa de desistimiento unilateral, cuando en un contrato determinado autoriza a


una o a cualquiera de las partes a extinguir el contrato por su sola voluntad. Sin embargo,
la ley que autoriza a una de las partes a desistir del contrato puede imponerle a la parte
que desiste recaudos o limitaciones, como en el contrato de trabajo que debe cumplirse
con el preaviso; en el contrato de obra el comitente que desiste debe indemnizar a la otra
parte; en las locaciones de inmuebles el locatario debe esperar el plazo de seis meses
para poder desistir y cumplir con la indemnización legal, etcétera.

 2. Contrato

Esta facultad de extinguir el contrato unilateralmente también puede surgir del mismo
contrato, cuando las partes por mutuo acuerdo han incluido en el contenido una cláusula
que autoriza a cualquiera, o sólo a una de ellas, poder desistir de modo unilateral. Por
ejemplo, en un contrato de locación en el que se concede al locatario la facultad de desistir
el contrato cuando quiera.

El desistimiento es convencional porque se fundamenta en la voluntad de los contratantes.


Concurren la voluntad de ambas partes, la del que desiste que es actual y la de la otra que
ha sido dada por anticipado (53).

El principio de la libertad de configuración contractual posibilita que se pacte el


desistimiento unilateral, porque rige en esta materia la autonomía privada. Sin embargo,
"dicha disciplina convencional contiene límites en el sentido de que en los casos así
autorizados es obligatorio soportar el curso del término, el preaviso y cualquier otro efecto
de carácter patrimonial para el supuesto de que se trate" (54).

 3. Principios generales del derecho

Algunos autores consideran que si no hay autorización legal o contractual, no corresponde


el desistimiento unilateral, debiendo en tal caso solicitarse al juez la fijación del plazo de
vigencia del contrato, si éste no tiene plazo determinado. Farina expresa, al respecto, que
"el derecho potestativo tiene que ser otorgado expresamente por la ley. En materia
contractual sólo se da excepcionalmente en los casos en que una norma explícita autoriza
a una parte a rescindir unilateralmente el contrato; así como también cuando la ley permita
revocar un acto jurídico unilateral: revocación de un poder, de un testamento, revocación
de una oferta antes de ser aceptada (art. 1150, CCiv.). En nuestro ordenamiento positivo
no existe norma alguna que otorgue un derecho potestativo a favor del concedente o del
distribuido, pese a lo cual la mayoría de las sentencias se lo atribuyen" (55).
Por nuestra parte, consideramos que en casos no contemplados por la ley, por tratarse de
contratos innominados de duración indeterminada, y a falta de previsión contractual al
respecto, la facultad rescisoria unilateral deriva por aplicación de los principios generales
del derecho.

Nosotros nos referimos a la hipótesis de los contratos innominados de duración


indeterminada, en los que por su naturaleza no hay ninguna previsión legal, y que tampoco
se ha contemplado la facultad rescisoria unilateral en el contrato, haciendo derivar la
fuente autorizante de la aplicación analógica de los contratos nominados de duración
ilimitada y de los principios generales del derecho que no permiten una vinculación
perpetua entre las partes.

En sentido concordante a lo que sostenemos, en el derecho italiano, Bianca señala que:


"Se pregunta si, a falta de previsión legal específica, la parte puede igualmente contar con
la posibilidad de desistir del contrato de ejecución sucesiva o periódica. La respuesta debe
ser negativa si el contrato tiene un término de duración establecido por las partes o
establecido de cualquier otra forma; si, por el contrario, el contrato no tiene una duración
mínima, o si el término de tal duración ya se superó, se considera que cada una de las
partes está en libertad de desistir, dejando a salvo el respeto del principio de buena fe (56).

También se ha expresado que "en los contratos atípicos, por ende, carentes de regulación
específica, resalta por su importancia el ejercicio de la facultad rescisoria unilateral en los
contratos de distribución comercial. En los mismos se deberá estar a los plazos y
condiciones libremente convenidos por las partes, pero en los contratos sin plazo o bajo
condiciones abusivas (art. 1071) la ruptura no puede ser intempestiva y si lo fuera,
corresponderá resarcir el daño ocasionado" (57).

VIII. Fundamentos del desistimiento

El fundamento del desistimiento consiste en determinar la razón por la cual la relación


jurídica contractual, vinculante para las partes, puede ser extinguida unilateralmente por
una de ellas, pese a que el contrato está produciendo sus efectos propios.

El fundamento de la facultad de desistir varía según los casos (58).

1º) La duración indeterminada del contrato

El Código Civil y Comercial contempla la facultad de extinguir el contrato cuando es de


duración indeterminada, como en el contrato de depósito por tiempo indeterminado (arts.
1358 y 1359), en el comodato sin término de duración pactado (arts. 1536, inc. e], y 1541),
en el contrato de servicios por tiempo indeterminado (art. 1279), contrato de suministro
(art. 1183), cuenta corriente bancaria (art. 1404), cuenta corriente (art. 1432), contrato de
agencia (art. 1492), contrato de concesión (art. 1508) y contrato de franquicia (art. 1522,
inc. d]), todos de duración indeterminada. "La razón estriba en que no se debe permitir que
una relación perdure para siempre, aunque a la hora de la constitución del contrato no se
estableciera un plazo de finalización" (59).

Señala Piedecasas que "el contrato no posea un plazo de vigencia/agotamiento,


expresamente formulado, no significa que sea perpetuo. La Corte así lo ha expresado en
un importante precedente respecto de un contrato mercantil, donde advierte que no debe
confundirse estabilidad con perpetuidad... La circunstancia de que el contrato de concesión
deba ser estable no puede significar que deba esperarse indefinidamente su
extinción" (60).

2º) El elemento confianza

En el contrato de trabajo y en el contrato de mandato, en caso de revocación del mandante


(art. 1329, inc. c]) o de renuncia del mandatario (art. 1329, inc. d]).

Al respecto se ha expresado que "la confianza es una cuestión (elemento o pauta) que
cobra relevancia en materia contractual. Sin perjuicio de ello, en determinados contratos su
trascendencia es notoria (no así en toda clase de contratos). Ello ha llevado a sostener, en
el caso concreto y atendiendo a sus particularidades, que cuando el contrato 'supone' una
relación de confianza y ésta ha desaparecido, ello puede ser determinante de la extinción
del contrato... El contrato de concesión, en virtud del cual el concesionario vende
productos fabricados por el concedente, supone obviamente una relación de confianza, y
si ésta ha desaparecido la extinción del contrato aparece como justificada" (61).

La Corte Suprema de la Nación, en el caso "Automóviles Saavedra c. Fiat", sostiene que


"no debe perderse de vista que en el contrato de concesión comercial, que obliga a una
mutua cooperación entre las partes, la confianza es un elemento que lo caracteriza; es de
suma relevancia el elemento fiduciario en la concesión mercantil. Ello porque la elección
del concesionario depende de sus cualidades personales, de sus características técnicas y
comerciales, de su solvencia patrimonial y, fundamentalmente, del prestigio de su
empresa".

3º) La prevalencia de intereses de uno de los contratantes

Que autoriza a desistir a una de las partes, lo que acontece en el supuesto de


desistimiento del comitente en el contrato de obra (art. 1261), para evitarle posibles
perjuicios o situaciones económicas desfavorables posteriores a la celebración del
contrato; o la facultad del depositante en su condición de dueño de la cosa de reclamar la
restitución de ella se haya o no designado un término de duración del contrato (art. 1358,
in fine); o la del locatario para dejar sin efecto el contrato de locación de inmuebles luego
de transcurridos los seis primeros meses de la relación locativa (art. 1221), porque es la
parte débil del contrato y se le facilita salir de la relación si ésta le fuera perjudicial.

4º) La excesiva onerosidad económica sobreviniente

En los contratos onerosos (art. 1091), que produce la alteración o desaparición de las
bases objetivas del negocio, quedando la parte afectada facultada a extinguir el contrato
pidiendo su resolución o su adecuación.

5º) El incumplimiento

Por una de las partes del contrato con prestaciones recíprocas (art. 1083), que faculta a la
no incumplidora a resolver el contrato, para dejarlo sin efecto (pacto comisorio o resolución
por incumplimiento).

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