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LOS VICIOS DEL CONSENTIMIENTO

-Análisis Personal-
Tarea 6.1 | Derecho de Contratos | Prof.: Ruddy Correa Domínguez
Disney Amador Meran | 100497425
MANDATO: En esta ocasión, usted debe hacer un análisis de manera personal, de cada
uno de los vicios del consentimiento, cuáles de ellos producen una nulidad absoluta y/o
relativa.
Con miras a establecer un marco contextual que nos permita hacer una mejor
valoración del tema y, por consiguiente, un análisis más claro y preciso, es necesario
que establezcamos una definición característica del “consentimiento” desde el punto
de vista del derecho de contratos: el consentimiento es definido por algunos
doctrinarios como “un acuerdo de voluntades sobre un punto de interés jurídico”, de
manera subjetiva, considero que cuando hablamos del consentimiento, nos
referimos a la esencia misma del contrato, pues el mismo es que sienta las bases sobre
las cuales se sostiene todo acto jurídico de naturaleza contractual y es ciertamente
ese concierto, unión, cohesión o encuentro de voluntades de dos o más personas que
convienen en obligarse en una relación contractual.
Otro punto interesantísimo que no se debe pasar por alto a la hora de hablar del
consentimiento, es que el legislador dominicano en el artículo 1108 del Código Civil,
aborda al mismo como uno de los elementos esenciales que debe presentarse para que un
contrato sea considerado como válido. Nos es sabido que un contrato es una fuente de
la cual emanan derechos y obligaciones, y a sabiendas de que el derecho se
fundamenta el relaciones que respeten el orden público, las buenas costumbres y las
libertades individuales, el consentimiento a la hora de asumir obligaciones jurídicas
es justamente un carácter que responde a esos criterios en los cuales se fundamenta
el derecho, por ello entiendo que la intensión del legislador al momento de calificarlo
como un requisito de validez de los contratos, era garantizar esos derechos
fundamentales y principios de derechos que se orientan a promover las libertades
personales.
Entrando en materia, es menester saber que no siempre que estemos frente a un
contrato se tratará de un consentimiento que responda a las convicciones y
principios de sus partes, porque puede existir un consentimiento viciado que
condiciona a la persona a celebrar un contrato alejado de sus intenciones originales
al no tratarse de una voluntad acorde con la libertad de la persona, al respecto, el
código civil en su artículo 1109 establece que “no hay consentimiento válido, si ha sido
dado por error, arrancado por violencia o sorprendido por dolo”, evidentemente,
cuando hay un consentimiento inválido, es porque el mismo ha sido dado por uno de
los vicios que el legislador en la supra citada norma ha establecido y que procedo a
analizar:
1. EL DOLO
Doctrinarios como el profesor Jean Domat han establecido que “el dolo es toda
manipulación para engañar a alguien”, por otro lado, algunas fuentes califican el dolo
como “engaño o fraude llevados a cabo con la intención de dañar a alguien”; dicho
esto, podemos establecer, con sumar claridad, que el dolo en materia contractual y
como vicio del consentimiento, existe cuando una de las partes emplea artimañas o
estrategias fraudulentas con el objetivo de beneficiarse por medio del engaño
causado a la otra parte.
De esto, el legislador dominicano ha establecido que “el dolo es causa de nulidad, cuando
los medios puestos en práctica por uno de los contratantes son tales que quede
evidenciado que sin ellos no hubiese contratado la otra parte”, así lo reza el artículo 1116
del Código Civil. Partiendo de esto y a sabiendas de que el dolo supone el ejercicio
de acciones fraudulentas, el legislador ha estatuido que la única forma de que un
contrato sea sancionado con nulidad por dolo, es que se pruebe que las estrategias
utilizadas por la parte que lo causa hayan sido determinantes para que la otra parte
decidiera contratarse, pero reitero, eso debe probarse, pues en ese mismo artículo se
establece que “el dolo no se presume, debe probarse”, así que la persona que alega el
dolo, debe aportar los elementos probatorios que demuestren que realmente existe.
Sobre ese punto, la doctrina ha establecido un criterio en el cual se abordan los
requisitos o elementos constitutivos del dolo, a saber:
1) Que el autor del dolo debe de actuar a sabiendas y de mala fe. Esto es
claramente que se requiere la existencia de la voluntad del autor
al momento de realizar la acción, por lo que, si se demostrase que
la misma es producto de una negligencia, inadvertencia o
inobservancia, el dolo quedaría descartado.
2) Presunción de la buena fe. Es imperante recordar que nuestro
sistema jurídico es un sistema garantista de derecho y que la
constitución misma en su artículo 69 de la tutela judicial efectiva y
el debido proceso instaura la presunción de inocencia,
extrapolando eso al aspecto de la presunción de la buena fe, todo
el proceso debe guiarse bajo la convicción de que la persona
acusada de cometer dolo debe ser tratada como quien actúa de
buena fe, hasta que se demuestre lo contrario.
3) Que el dolo sea reprensible, es decir, que se trate de una práctica
que, aunque suponga un engaño, esté normalizada por la
costumbre, lo que la convertiría en una práctica excusable por
calificarse como Dolo Bonus, denominados así por el derecho romano
los “engaños o estratagemas que desde el punto de vista moral romano
no son censurables”, por ello se dice que para que el dolo, para ser
considerado como vicio del consentimiento, debe exceder cierto grado
de gravedad.
El dolo como tal puede darse de varios tipos, tenemos el dolo bonus, que se trata de una
exageración sobre cualidades y valores del objeto del contrato que son consideradas como
no castigables. Como había referido, son acciones que no superan un grado de
gravedad para ser objeto de castigo; el dolo malus, que es justamente el que vicia el
consentimiento, pues son maniobras cuyo autor aplica a plena conciencia y con el objetivo
de engañar a una persona. Aquí el autor ha planificado causar un daño a la otra parte
del contrato; el dolo incidental, que lleva a persona a aceptar condiciones más onerosas,
es decir, existen puntualizaciones que la persona acepta debido a la estrategia
empleada por el autor, que le lleven a obtener a obtener beneficios menores de los
que les correspondían; y el dolo principal, que es aquel en que la voluntad de la
persona queda viciada de tal manera que la misma celebra un contrato bajo la
determinación de las artimañas del autor.
Sobre los efectos que causa el dolo en la relación contractual, el artículo 1116 del Código
Civil establece que el mismo es “causa de nulidad”, así las cosas, los efectos son los
siguientes:
1) Se produce la nulidad relativa del contrato con lo que se busca proteger
a la persona que ha sufrido el perjuicio en sus intereses legítimamente
tutelados, lo que deja sin efecto al mismo y hace pase como que el
mismo no ha existido.
2) La persona afectada tiene la prerrogativa de recurrir por medio de las
vías legales para que les sean reparados los daños sufridos.

2. EL ERROR
El error ha sido definido como una idea “consistente en la equivocada representación
mental de la realidad que sirve de presupuesto para la realización de un negocio
jurídico”, en términos simplistas, el error es una falsa convicción que se tiene sobre
algo o sobre alguien, en cuya convicción se atribuyen características que en el
contexto real no corresponden a ese algo o alguien.
Se han distinguido varios tipos de errores, los cuales procedo a enunciar:
1) Error obstáculo, que es aquel que impide la formación del contrato,
pues existen equivocaciones recíprocas entre las partes sobre sus
pretensiones en el contrato.
2) El error in negoito, que recae directamente sobre la naturaleza del
contrato. Se trata de una equivocación respecto al rol que
desempeña cada parte en el contrato y, por ende, respecto a las
obligaciones y derechos que sobrevendrían del mismo.
3) Error incorpore, aquel que recae sobre la cosa u objeto del contrato. Se
trata de una falsa asunción respecto al objeto del contrato, es decir,
a la cosa en torno a la cual se obligan las partes, sean ideas erróneas
sobre sus características, funcionamiento, especie, entre otros.
Partiendo de esto, es importante resaltar que cuando se habla del error como un
vicio del consentimiento, claramente nos referimos a un error incorpore, pues el
mismo legislador dominicano ha establecido que “el error no es causa de nulidad sino
cuando recae sobre la sustancia misma de la cosa que es su objeto”, así lo ha establecido
en el artículo 1110 del Código Civil. Así las cosas, resulta evidente que cuando el error
recae sobre la naturaleza del contrato o sobre cualquier otra circunstancia ajena a
la sustancia del objeto mismo, no es causa de nulidad ni se considera como vicio del
consentimiento en términos legales, debido a que nuestra normativa responde a un
principio de legalidad que exige que los hechos sancionables se encuentren
tipificados en una normativa.
En cuanto a los efectos del error:
1) Cuando se tratase de un error obstáculo, la nulidad será absoluta. Esto
quiere decir que la autoridad competente puede declarar su
nulidad de oficio por ser contrario al orden público, lo que hace
que el mimo no surta efecto alguno.
2) Cuando el error es en torno al objeto del contrato, la nulidad es relativa,
solicitada por la persona cuyos intereses legítimos se consideran
vulnerados y en aras de preservar a la misma.
3) Cualquier otro tipo de error que sea indiferente a la validez del
contrato, no le hace susceptible de nulidad.

3. LA VIOLENCIA
Dentro de las definiciones más simples que podemos obtener de la violencia, es la que la
califica como el “uso de la fuerza para conseguir un fin, especialmente para dominar a
alguien o imponer algo”. Desde mi punto de vista, se trata de un constreñimiento
ejercido contra una persona con el fin de doblegar su voluntad y hacerle incurrir en
acciones contrarias a esta.
La violencia puede ser física o psíquica, sin embargo, para los fines del análisis la que
pretendemos abordar es la violencia psíquica o moral, pues es la que se ajusta a las
concepciones legales de la violencia como vicio del consentimiento, la misma es
definida como “aquella que consiste en amenazar una persona con ocasionarle un mal
considerable”.
El Código Civil en su artículo 1112 establece que “hay violencia, cuando ésta es de tal
naturaleza, que haga impresión en sujeto de sano juicio, y que pueda inspirarle el temor
de exponer su persona o su fortuna, a un mal considerable y presente […]”, si nos
detenemos a observar detenidamente este artículo, nos damos cuenta que el espíritu
del legislador se orienta a calificar la violencia como vicio del consentimiento,
cuando la misma suponga presiones morales sobre una persona que se presta a
celebrar un contrato para evitar ser victima de un mal inminente.
Para que la violencia pueda ser considerada como vicio del consentimiento debe cumplir
con los siguientes criterios:
1) La violencia debe ser ilegitima, es decir, que la presión moral
ejercida contra la persona no devenga del ejercicio de un derecho,
sino que sea una acción totalmente contraria al derecho como tal.
2) La violencia debe ser determinante, lo que supone que la misma
condicione a la persona a celebrar el contrato y que se demuestre
que de no haber existido ese constreñimiento, la persona no se
habría contratado.
3) La victima es quien debe probar por todos los medios la existencia de
una violencia como tal. Nos es sabido que, en materia contenciosa,
quien acusa es quien debe aportar el fardo de la prueba, y este caso
no constituye una excepción a esa regla.
Cuando es demostrada la existencia de violencia en detrimento de una de las partes en
una relación contractual, los efectos que surte son los siguientes:
1) Cuando se trata de una violencia física, la nulidad es absoluta, pues la
voluntad no ha existido y, por consiguiente, el contrato es inválido.
2) Si se trata de una violencia moral o psíquica, el consentimiento queda
viciado y la nulidad aplicable es la relativa, la cual es exigida por la
parte afectada.
3) Además, la victima puede demandar en responsabilidad civil por los
daños sufridos y por constituir esta una falta.

4. LA LESIÓN
Si bien el artículo 1109 del Código Civil no enmarca la lesión dentro de los vicios que
invalidan el consentimiento, la misma constituye un vicio exclusivo del
consentimiento, pues solo procede en algunos contratos, así lo ha establecido el
artículo 1118 de la supra citada norma, al dictar que “la lesión no vicia las convenciones,
sino en ciertos contratos y respecto de determinadas personas […]”.
Por su parte, la doctrina define la lesión como “el perjuicio que se experimenta por la
celebración de un contrato conmutativo, cuando por causa de un error de apreciación o
bajo la presión de las circunstancias, se acepta cumplir una prestación de valor superior
al de la que se recibe”, en términos llanos, hay lesión en la relación contractual
cuando existe un perjuicio económico en detrimento de una de las partes donde la
otra sale siendo beneficiada.
Cabe resaltar que siendo la lesión un perjuicio de carácter económico, lógicamente ese
vicio solo es susceptible de afectar a aquellos contratos de los cuales se deriven ventajas
económicas es decir en los contratos a título oneroso. En ese sentido, es importante
mencionar algunos contratos en los que la lesión aplica como vicio del consentimiento:
1) Según lo dictado en el artículo 887 del Código Civil “Pueden
rescindirse las particiones por causa de dolo o violencia. También
debe haber lugar a la rescisión, cuando uno de los coherederos
sostuviese habérsele perjudicado en más de la cuarta parte […]”, al
tratarse la partición de una convención cuyo objeto son bienes
pecuniariamente valorables, procede la lesión como vicio del
consentimiento cuando una de las partes sufra perjuicios que
proporcionalmente causen beneficios a la otra.
2) Así mismo, según lo estatuido en el artículo 1674 de la
concurrentemente citada norma, “Si el vendedor ha sido lesionado en
más de siete duodécimas partes en el precio de un inmueble, tiene
derecho a pedir la rescisión de la venta […]”, el contrato de
compraventa es uno de los cuales puede ser rescindido por la
existencia de lesiones como vicio del consentimiento, cuando quien
vende ha sido lesionado con un pago mucho inferior a lo realmente
correcto de acuerdo con la norma.
3) El artículo 1118 del Código Civil establece que no solo se vician
ciertos contratos por lesión, sino que se da también respecto a
determinadas personas, es el caso de los menores emancipados pues,
según el artículo 1305 de la misma norma “la simple lesión da lugar a
la rescisión en favor del menor no emancipado, contra toda clase de
convenciones, y en favor del menor emancipado, contra todos los
convenios que excedan los límites de su capacidad […]”.
En vías conclusivas, es preciso mencionar que la lesión debe ser probada por quien la
alega y que de ser comprobada, surte como efecto la nulidad relativa del contrato, que en
este caso se llama rescisión y la acción debe iniciarse antes de cumplidos los dos años de
la celebración del contrato, pues este es el plazo de prescripción que el legislador ha
impuesto en el artículo 1676 del Código Civil.

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