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El Club de las Excomulgadas
Argumento
¿Cómo puede un hombre superar a una mujer infiel? Dulce venganza…
Para Cutter Standifer, la bonita pelirroja que abrió un café en Two Mule,
Texas, era “la única”. Hasta que la pilló en una posición comprometedora con el
peor mujeriego de la ciudad. Para tensar aún más sus rígidas normas, su hermana
pequeña acaba de casarse con el mismo maldito bastardo que destrozó su mundo y
está viviendo en pecado con él y otro hombre.
Esa fatídica mañana, todo lo que Katie Grissom quería hacer era utilizar la
reputación de chico malo para forzar a Cutter a que luchara o dejara la relación que
tenían. Pero ella fue demasiado lejos, deliciosamente demasiado lejos, dándole a
Cutter una visión que vivía para lamentar.
Cuando Cutter le ofrece una aventura sin compromiso, ella salta hacia la
oportunidad, ya sea con la esperanza de romper la rígida muralla que ha construido
alrededor de su corazón... o para sacarlo de su sistema para siempre.
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La bandera de Texas es conocida como la "Lone Star Flag" (de ahí el apodo del
estado "El Estado Estrella Solitaria"). Esta bandera fue introducida al Congreso de la República de Texas el 28
de diciembre de 1838, por el senador William H. Wharton. Fue aprobado el 25 de enero 1839 como la bandera
final nacional de la República de Texas. Cuando Texas se convirtió en el 28 estado de la Unión el 29 de
diciembre de 1845, la bandera nacional se convirtió en la bandera del estado.
La bandera, volando en los hogares y empresas en todo el estado, es muy popular entre los residentes de Texas
y se trata con un alto grado de respeto y estima en Texas.
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El Club de las Excomulgadas
Advertencia: Cuando un vaquero súper duro finalmente deja ir a la única
mujer que ha amado espera que el amor a conseguir sea lo suficientemente caliente
como para derretir su frío, frío corazón. Juguetes, sexo por delante y detrás es sólo
el principio...
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Uno
Cutter Standifer metió su dedo en el cuello de su camisa de vestir y tiró de
este. La maldita cosa se sentía apretada. Y cada vez que miraba hacia la novia y el
novio, solo se ponía más apretada.
Su hermana pequeña había querido casarse a la luz del sol, por lo que
habían elegido el césped en el lado sur de la casa frente al jardín de rosas de su
madre. Había tenido paisajistas trabajando alrededor día y noche para limpiar la
maleza en los cantaros de flores. Nadie encontraría defectos en el jardín, la casa o
con la celebración que él había pagado. Sin embargo, si no terminaban rápido, todo
el mundo vestido con su mejor traje de domingo estaría empapado en sudor.
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El Club de las Excomulgadas
El estómago de Cutter se apretó y miró hacia otro lado. No fue hasta que la
pareja de novios se había arrastrado por el pasillo hacia la casa y la recepción que
pudo moverse.
Añadido al hecho de que Justin Cruz se veía como el gato que se comió al
canario y Cutter se sentía como si su cabeza estuviera a punto de explotar.
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El Club de las Excomulgadas
sosteniendo una cerveza Shiner Bock en un gran puño— Seguro que se ven
acogedores. Me pregunto si planean bailar el primer vals en una maldita línea de
conga.
—Cutter, maldita sea, no quería decir una cosa por eso. Conoces mi boca.
—Sólo digo que se ven felices. Ojala estuviera así de malditamente feliz.
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El Club de las Excomulgadas
Cutter apoyó la Shiner en la mesa de la recepción y se quitó la chaqueta de
su esmoquin, luego rodó lentamente las mangas de su camisa inmaculadamente
blanca. El esmoquin estaba sólo a unos centavos por encima del dinero que había
dispuesto para la farsa de la boda de su hermana. Ensuciarlo un poco le daría algo
de satisfacción. Hacer desaparecer la sonrisa cada vez mayor en la cara de Wade le
daría aún más.
—¿Fuera?—ofreció Wade.
A los tejanos les gustaba un poco de drama en las bodas. El hecho de que
Dani estuviera casándose con el chico malo más grande del pueblo había sido
suficiente para garantizar que todas las invitaciones que había enviado hubiesen
sido respondidas con un entusiasta sí.
Ahora Cutter les iba a dar otro espectáculo para mantenerlos hablando por
años.
Tal vez si no hubiera tomado una cerveza tras otra antes de la ceremonia,
tratando de enfriar su temperamento, no estaría tan ansioso por asegurarse de que
todo el mundo supiera que no estaba de acuerdo con las cosas. Más importante
aún, desde su punto de vista, él no quería que nadie le prestara demasiada atención
al hecho de que el padrino de la boda era tan sentimental con la novia como el
novio.
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golpearon los tablones del porche. Antes que alcanzara el primer escalón hacia la
tierra, se dio la vuelta.
Esta vez, Wade se agachó bajo el puño, subiendo con una amplia sonrisa.
Cutter gruñó y hundió sus hombros, levantando sus puños más alto y
apuntando hacia el lugar en la mandíbula de Wade que sabía que pondría fin a su
parloteo. Especular sobre el matrimonio de su hermana era una cosa. Mencionar el
nombre de Katie Grissom en su presencia era la gota que colmaba el vaso. Ella no
había sido invitada a la boda. Era la última persona en Texas que debería estar allí.
Wade también lo sabía.
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El Club de las Excomulgadas
Ahora que Wade parecía dispuesto a tomar en serio su culo gritón, Cutter
tomó profundas y regulares respiraciones y se instaló en la posición de luchador,
dejando que sus rodillas se relajaran un poco mientras se balanceaba de lado a lado,
buscando una apertura para golpear a Wade con un perverso gancho de derecha.
Pero Wade se agachó, viniendo por debajo de los brazos de Cutter, y golpeó
ambos lados de sus costillas con codazos rompe huesos.
Detrás de ellos, pasos crujieron sobre la madera del porche mientras más y
más invitados a la boda se empujaban fuera para ver lo que era todo este alboroto.
Susurros y risas suaves, marcados por gemidos cada vez que un golpe aterrizaba,
Él les había fallado a sus padres. Falló en mantener a Dani a salvo. Falló en
proteger su honor. Ella había dejado a Justin seducir sus pantalones, y luego dejó
que Rowe la convenciera de que su pequeño y travieso trío podría funcionar. Y no
sin importar cuántas veces hubiese tratado de abordar la conversación, decirle todas
las razones por las que no podía funcionar, por las que no debía funcionar, no había
sido capaz de convencerla.
Esta era una lección que ella tendría que aprender por su cuenta. Pero él
había tenido que exponer las consecuencias que habían hecho daño a ambos. Él no
quiso darle su parte de la herencia, así como su visto bueno de acuerdo a la
voluntad de sus padres.
Ellos habían previsto que ella sería vulnerable a los cazafortunas como Cruz,
pero gracias a Dios, nunca se habían preocupado por ella follando por ahí con dos
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hombres. Vivir con ambos en pecado. Mancillar el nombre de su familia.
Por primera vez, Cutter estaba ferozmente agradecido de que sus padres no
estuvieran allí para ver el día de su boda. Él había hecho todo lo posible, intentó
hacerla entrar en razón. Pero cuando se mantuvo obstinada, le había dado la boda
que su madre hubiera querido.
Dani había sido una visión en blanco. Ramitas pequeñas de flores de color
rosa formaban una corona en su cabeza, y las rosas rosadas que llevaba en sus
brazos habían igualado el suave y feliz color en sus mejillas.
Wade salió del camino y se echó a reír, luego conectó otra ráfaga de dobletes
contra las costillas de Cutter.
Cutter sintió los nudillos de Wade golpear con fuerza y volvió a respirar
jadeando, pero no pudo evitar lanzar una mirada hacia la multitud alineándose a lo
largo de la barandilla del porche.
Vio un atisbo de seda azul real, una figura esbelta estando de puntillas para
ver por encima del hombro de otro espectador. ¿Se había atrevido a aparecer hoy de
entre todos los días?
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donde rodaron, hundiendo puños en los lados de cada uno.
Cutter clavó los talones de sus botas en el suelo y dio sacudidas, girándolos a
ambos de nuevo. Esta vez, su puño conectó con la mandíbula frágil de Wade y el
hombre se desinfló debajo de él, sus brazos cayendo a los costados.
Cutter agarró el cuello de su camisa con una mano y levantó la cabeza y los
hombros de Wade, echando hacia atrás su brazo para asestar un golpe final y
—Dani está enfadada —dijo Justin en voz baja— Estás empezando una
pelea en su boda
—¿Hemos acabado?
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Cutter le dio una mueca.
¿Qué demonios estaba haciendo allí? ¿Y por qué quedarse a ver la pelea?
¿Había estado preocupada por él? ¿Siquiera le importaba una mierda lo que le
La idea de que todavía pudiera estar llevando una antorcha por su cuñado
comió un agujero en su estómago.
—Mejor nos limpiamos antes que Dani nos vea —dijo Wade, arrastrándose
de rodillas.
*****
Que él no estaba feliz por la elección de hombres de Dani era evidente para
cualquiera que tuviese ojos, pero luchar parecía una reacción excesiva. Incluso para
Cutter.
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El hecho de que ella hubiera capturado su mirada un par de veces cuando
había enfocado a las personas reunidas en las barandillas no había querido decir
nada. No la había estado buscando a menos que fuera a preguntarle qué estaba
haciendo aquí.
Ella había caído en la boda. No por Justin. Hacía tiempo que habían
terminado. Y ella estaba feliz por él, el bastardo. Justin la había usado como lo hizo
con todas las chicas que alguna vez habían tenido la desgracia de dar un paseo a
través de su camino.
No es que pudiera guardar rencor contra el hombre. Ella había caído por el
calor sofocante en sus ojos y había querido utilizarlo y forzar a Cutter para
molestarse o salir de la olla en cuanto a su propia relación casual. No había
Él se volvió rápidamente sobre sus talones y fue pisoteando fuera del porche.
Ella había mirado hacia atrás para encontrar a Justin detrás suyo, abrochándose los
pantalones.
Pero él había sabido acerca de ella y Cutter y el hecho de que habían estado
saliendo durante meses. Todo el mundo lo sabía.
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Y todo el mundo había descubierto rápidamente por qué Cutter la había
dejado caer como una roca después de ese día porque alguien la vio dejar a Justin
en su camioneta, la que había dejado aparcada la noche anterior en el salón.
Ella había estado arruinada, marcada como una más de las fáciles
conquistas de Justin. Después de que él hubiera dejado de llamarla, otros hombres
habían tratado de llenar sus zapatos, pero ella ya se había quemado y su corazón no
había sobrevivido a las consecuencias de su error.
Ella había llegado tarde y se sentó a un costado detrás de las altas urnas
llenas de lirios durante la ceremonia. Había corrido al baño cuando la banda
comenzó a tocar la primera nota en el salón de baile de la vieja casa. No fue hasta
que estuvo segura de que todos estaba profundamente en sus bebidas que había
comenzado a mezclarse, siempre con un ojo para ver dónde estaba Cutter.
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había enviado un escalofrío de calor a través de su cuerpo diferente a todo lo que
había sentido en mucho, mucho tiempo.
Las bodas eran siempre montañas rusas. Felices y tensos momentos para los
participantes, conmovedores recuerdos para los observadores. Había agarrado un
pañuelo de papel en su mano durante toda la ceremonia, envidiando las sonrisas
que la novia, el novio y el padrino de bodas habían compartido.
Todo el rato no podía dejar de pensar que ella podría haber estado allí
arriba, de pie exactamente donde estaba Dani, mirando a los ojos de Cutter
La infidelidad no era algo que Cutter perdonaría alguna vez. Ella no podía
perdonarse a sí misma. Así que había estado un poco borracha. Había estado más
que un poco frustrada con la lentitud con la que Cutter había llevado su cortejo. El
enfado creció más cuando bebió esa fatídica noche con el hecho de que él llevaba
las riendas en su relación y no parecía darse cuenta de que ella no estaba contenta
con el ritmo.
Justin no había tenido que trabajar tan duro para llevarla a la cama. Pero
incluso antes de que él saliera de ella, supo que acababa de cometer el mayor error
de su vida.
Katie salió de la sala de baile, y se dirigió por el pasillo hacia la sala de estar
y la puerta principal. Se había torturado a sí misma lo suficiente con los
remordimientos. Ya era hora de volver a casa.
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Cutter chasqueó la lengua.
—Entonces, ¿dónde está tu cita? Tal vez deberías volver a su lado. —Su
Katie tiró de su mano, tratando de romper su agarre, pero él era más fuerte,
más decidido a mantenerla captiva de lo que ella estaba a escapar. Un lado de su
boca se arrastró en una mueca desagradable.
—Muy bien, así que caí en tu fiesta sola. Estaba a punto de irme.
—No, estoy feliz por él. Aunque realmente creo que Dani se merece algo
mejor.
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Katie deseaba que no hubiera tenido el perverso impulso de ir
completamente desnuda cuando se había vestido. No había forma de que Cutter se
perdiera el hecho de que sus pezones estaban apretados clavándose en su pecho.
Katie abrió la boca para decirle que se fuera al infierno, pero la ira en su
expresión tensa la detuvo. ¿Lo quería lo suficientemente loco para acompañarla a la puerta
o lo suficientemente loco como para hacerle soltar algo de la tensión vibrando a través de su
cuerpo?
¿No era esto exactamente lo que había querido cuando se puso el pequeño vestido esta
mañana, renunciando a cada trozo de ropa interior por una lujosa capa de loción para
asegurarse de que todas las curvas se deslizaban bajo el roce de una palma callosa?
Katie bajó su mirada y tiró una mano libre para deslizar los botones de su
camisa abiertos, uno a uno. Cuando la abertura expuso su pecho bronceado y sus
crispados y castaños rizos, se deslizó dentro de esta y acarició su palma sobre su
piel caliente y sudorosa.
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—Parece que tienes una elección —susurró él.
Su rostro se inclinó hacia el de ella, y sus labios se separaron. Pero en vez del
beso que anhelaba, él acarició la nariz en su pelo junto a su oído.
Ella se quedó inmóvil mientras su cuerpo se tensaba aún más contra ella y la
mano se deslizaba hacia adelante, sobre la parte superior de su muslo justo antes de
deslizarse entre sus piernas.
Su aliento silbó entre sus dientes mientras sus dedos se deslizaban sobre su
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coño liso y en su humedad.
Sus fuertes y gruesos dedos trazaron los pliegues externos rasurados, luego
se metieron entre ellos para deslizarse sobre los sensibles labios interiores. Un solo
dedo se sumergió dentro de su entrada y se arremolinó.
Katie miró por encima de su hombro, pensando rápido. Ella sabía que esta
no era la respuesta a todos sus problemas, pero no estaba retrocediendo del desafío
en su cara rígida. Si alguna vez esperaba otra oportunidad... esto era todo.
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Capítulo Dos
Cutter siguió el movimiento sexy y lento de las caderas redondeadas de
Katie todo el camino por la escalera. Para el momento en que sus pequeños tacones
de fóllame golpearon en los suelos de madera del pasillo de arriba, su cuerpo estaba
tan duro como una pared de ladrillos con su polla incrementándose contra la parte
delantera de sus pantalones.
Mientras subía, miró cada centímetro de su contorno, desde los gruesos rizos
rojos que caían hasta la mitad de su espalda pasando por la suave pendiente de sus
hombros, la hendidura de su cintura estrecha, la exuberante curva de su culo y
finalmente, la larga extensión de piernas elegantes que sabía eran más fuertes de lo
Tenerla aquí a su merced, por fin, parecía aumentar cada uno de sus
sentidos depredadores. Maldición, podía olerla, incluso desde tan lejos. La mezcla
crujiente y femenina de perfume y almizcle lo atraía como un sabueso a una huella
fresca.
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Sacudió su cabeza y esperó a que ella continuase hacia abajo, más allá de la
siguiente y la siguiente habitación. Al final del pasillo, ella no le dio otra mirada,
sino que giró el pomo de la puerta y entró, tirando hacia arriba del dobladillo de su
corto vestido incluso antes de que él lograra cerrar la puerta detrás de ellos.
Así que estaba ansiosa. Una vez más, no le importaba. Sólo su urgencia y su
lujuria importaban.
Ella lo había traicionado, y lo hizo con el único hombre por el que nunca la
perdonaría. El viejo recuerdo de los ojos entrecerrados con triunfo de Justin cuando
había caminado a grandes zancadas detrás de Katie, metiendo su polla de nuevo en
sus jeans azules, había sido suficiente para matar su relación para siempre.
Pero si ella quería darle un poco de liberación, ¿quién era él para rechazarla?
Joder. Ella había sido sexy como el infierno cuando él había estado viéndola,
pero de una manera tímida, coqueta. Esta Katie había aprendido una cosa o dos
acerca de cómo despertar a un hombre. Tiró de sus pezones y un suave suspiro
escapó de su boca redondeada.
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Su propia boca se hizo agua. Su polla se sacudió, gruesa e insistente. Se
quitó los zapatos, empujó hacia abajo sus pantalones y calzoncillos y salió de ellos.
Cutter abrió el cajón de su mesilla de noche y sacó un condón. Con precisión, rasgó
el paquete y palmeó el círculo de látex. Sabiendo que ella miraba, cubrió
lentamente su polla, dándose un solo y duro golpe con el puño antes de que la
siguiera sobre el colchón. Agarró ese muslo suavemente curvado y giró sus caderas,
con las dos manos abriéndola mientras descendía sobre ella, y empujaba su polla
directamente en su centro.
Sus ojos color avellana se abrieron, entendiendo ahora que esto iba a ser
todo sobre él o estaría terminado.
Cutter cerró sus ojos, dejó su cabeza caer hacia atrás, apagando la visión de
ella, concentrándose sólo en la sensación de un coño mojado rodeándolo, tratando
de que no le importara en qué cuerpo se hundía mientras empujaba una y otra vez.
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traición, pero nada desde entonces, debido a que no se habían acercado a los
recuerdos que tenía de cómo se sentía deslizarse dentro de su coño mojado y
apretado. Ellas no habían olido igual, no se habían sentido tan suaves... no se
habían sentido correctas. Y malditamente seguro que no había querido hablar con
ellas, no como lo hacía con Katie.
Cuando abrió los ojos, miró hacia abajo. La cabeza de Katie todavía estaba
Pero, ¿qué podía decir y no hacer las cosas peor? De ninguna manera iba a
consolarla. Ella conseguiría señales mixtas, y él no quería que pensara que ellos
tenían la oportunidad de reanudar su relación. Ellos habían terminado.
Cutter dirigido una mirada hacia Rowe, cuyos ojos se abrieron sobre Katie.
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—Dile que estoy en camino.
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¿Qué había estado esperando? Ella había medio esperado que él le diera una
mirada fría y luego la ignorara como había hecho cada vez que se encontraban por
casualidad en el pueblo. Había esperado que él, al menos, le ofreciera un saludo
cortés, una oportunidad para que ella se acercara y se disculpara, porque la culpa la
había perseguido durante tanto tiempo.
En su lugar, la había usado como una puta. Y ella lo permitió, porque sentía
que le debía algo por su traición.
Pero estaban empatados ahora. Y él había dejado muy claro que esta era la
única cosa que alguna vez tendrían. Katie escuchó la puerta del baño abrirse y
cerrarse, oyó el ruido de sus pasos alrededor de la habitación, de nuevo al armario y
a la puerta.
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—Quédate aquí. —Entonces la puerta se cerró, y ella abrió los ojos para
asegurarse de que estaba sola.
Gritos de ánimo, aullidos de risa y ella supo que el ramo había sido arrojado
a los brazos de alguna otra chica.
Katie se arrastró fuera del colchón sintiéndose agotada, y fue al baño para
lavarse la humedad goteando por sus muslos.
Se vistió, deseando tener más que llevar que el fino vestido de seda. ¿Todo el
mundo había sabido que ella estaba desnuda debajo de este? Aquella mañana sólo le había
importado que Cutter se diera cuenta.
Se puso sus sandalias y corrió por la puerta. Tendría que escabullirse por la
parte trasera y llegar a su coche antes de que nadie supiera que se había ido. A
Cutter no le importaría que no le hubiera obedecido. Él acababa de ser liberado de
tener que mirarla de nuevo.
*****
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dentro, y le palmeó el hombro. Luego corrió alrededor de la parte delantera de la
camioneta y abrió la puerta para Dani, a quien besó en la mejilla y le dio un guiño.
Sin duda, él volvería a la fiesta con el resto de los invitados y bailaría con
una cadena de damas, lo suficiente para que nadie comentara cuando él se deslizara
por la puerta para unirse a Dani y Justin mientras ellos hacían las maletas para su
viaje a México.
Ella había hecho su cama. Esperaba como el infierno que fuera feliz, porque
Cuando la camioneta se alejó, forzó una sonrisa en sus labios y aceptó las
felicitaciones de sus amigos por una gran boda. Incluso Wade se acercó y pasó un
brazo alrededor de su hombro.
—Y siempre luces como un perro herido —Wade levantó una ceja marrón
oxidado— ¿De dónde salió escapando Katie?
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expresión destrozada cuando él la había dejado sola en su dormitorio?
—Deja que te traiga una bebida. Y entonces tal vez voy a borrar esa sonrisa
de tu cara para siempre.
Cutter tomó otro largo sorbo de su cerveza y estrelló la botella sobre la mesa.
Wade se había desviado del rumbo, siguiendo el dedo curvado de una cierta rubia
que había estado viendo, y dejando solo a Cutter para cocinarse a fuego lento en
Cutter hizo una mueca y tomó otro trago de su cerveza. La Katie que pensó
había conocido nunca habría sido tan audaz. De vuelta en el día, ella podría haber
encontrado su mirada a través de la pista de baile y haberle dado una sonrisa
tímida. Una invitación que habría sido incapaz de rechazar.
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No había salido mucho. Después de que finalmente hubiera aceptado su
invitación, ella no había salido con nadie más en absoluto. Había pensado que su
reclamo fue impactante. Y había empezado un lento cortejo, haciéndolo todo bien,
él había pensado. Después de la primera cita, la había dejado con un beso. Cuando
ella lo había invitado a cenar, había mantenido sus manos sobre todos los lugares
seguros... su espalda, la parte superior de sus caderas. Ellos habían visto una
película en la oscuridad, y se habían besado. Él había permanecido en el infierno de
las bolas azules durante semanas hasta que una noche ella lo había acorralado en su
sofá, deslizando una rodilla sobre su regazo estableciéndose con una obstinada
inclinación a su barbilla.
—Entonces, ¿hay algo mal contigo? Algo que no me estás diciendo. Porque
si hay un problema…
—¿Eres así de cuidadoso con todas las chicas con las que has salido?
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centímetro de distancia de la de ella, él había susurrado.
Su respuesta había sido un toque rápido de sus labios contra los suyos, y
entonces toda la charla había terminado.
Tanto tiempo como le había tomado llevarla a ese punto, no podía conseguir
sacar sus pantalones lo suficientemente rápido. Él los empujó más allá de sus
caderas, se puso un condón y se arrodilló en el suelo. Tiró de ella hacia arriba,
guiando sus caderas sobre él con sus manos, tratando de recordar no clavar sus
dedos demasiado profundamente en su suave trasero, pero necesita su resbaladizo
sexo para deslizar su polla, porque no sabía cuánto tiempo más podría contenerse.
Ella había agarrado sus hombros con fuerza, sus ojos muy abiertos y un
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poco salvajes. Sus pechos habían temblado delante de sus labios y besó sus pezones
otra vez, dándole a cada uno una chupada rápida, antes de envolver sus brazos
alrededor de su espalda y llevarla hacia abajo.
Ella había estado tan hermosa. Su pelo rojo flotando arriba y abajo con sus
movimientos indefensos, su mirada avellana trabada con la suya, hasta que su coño
apretó con fuerza alrededor de su polla y sus ojos se cerraron.
Ella había gruñido, pero negó con la cabeza, el ceño dibujado entre sus cejas
no le preocupó ni un poco, porque él sabía que ella todavía estaba profundamente
en el interior de su orgasmo. Los pulsos tiraban de él y la humedad sedosa de
excitación lubricaba su polla, lo habían tirado directamente a un orgasmo tan
fuerte, que gimió y bombeó hacia arriba, lanzándose en ella mientras lo miraba con
sus ojos salvajes.
Después de esa noche, él había dado un paso atrás. No sabía por qué. Tal
vez ese pequeño toque de ferocidad sensual que ella había mostrado lo había
tomado por sorpresa. No estaba seguro de si la conocía realmente. No sabía si
podía complacerla. Él la había puesto en un pedestal y eso lo había inclinado,
derribando sus ideas preconcebidas de lo que quería en una esposa y una
compañera. Había querido a alguien como su madre. Alguien que pudiera cocinar.
Alguien predecible, que estuviera ahí cuando la necesitara, pero que estuviera
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contenta con lo que él le daba... hijos, una bonita casa, un nombre orgulloso.
Cutter había sabido que ella estaba confundida, incluso dolida por su
retirada, pero pensó que habían llegado lo suficientemente lejos para que ella le
diera tiempo para pensar y sentirse cómodo con la idea de que esta criatura sensual
podría ser suya.
Al final, ella había mostrado sus verdaderos colores, y se dijo una y otra vez
que se alegraba de no haber cometido el error de pedirle que se casara con él.
Una silla raspó junto a él, y él se volvió, frunciendo el ceño mientras Rowe
se instalaba en el asiento a su lado.
—Mira, no pude dejar de notar, que algo no estaba bien... Ahí arriba. —
Rowe miró hacia otro lado, luego sus mejillas se hincharon mientras dejaba escapar
un profundo suspiro— ¿Lastimaste a Katie?
—Katie es una buena persona. Lo sé todo sobre el error que cometió. Pero
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ella ha sufrido.
—Justin lamenta haberse acercado alguna vez a ella. Has sido decente con él
sobre la boda.
—Dani no necesita nada más, pero ella estaba feliz de que te pusieras de pie
por ella. Justin quería que yo te dijera algo... acerca de Katie.
—No quiero oír ni una maldita cosa sobre ella, sobre todo si viene de él.
—Rowe, nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero no eres un amigo.
Aléjate ahora.
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que seas feliz. Justin y yo queremos la paz entre nosotros. Vas a escuchar aquí, o
podemos llevarlo fuera donde voy a tener que gritártelo.
Cutter dejó la botella sobre la mesa junto a él, y quitó sus dedos de esta.
Cuanto antes se lo dijera Rowe, más rápido podría emborracharse.
—Termina.
—Casi termino. Sólo pensé que deberías saber. Fue la única vez. Ella no
respondió a sus llamadas después. Le dijo que se fuera al infierno cuando él pasó
por su café. Ella lo lamentó. Fue un momento de debilidad. Ella era vulnerable a
Justin, y él sabe cómo explotar la debilidad.
—Y aún así, simplemente le regalas a la chica que amas. A él. ¿No crees que
te manipuló un poco también?
Rowe gruñó.
—Síp, estoy seguro de que lo hizo. —Se volvió hacia Cutter, suavizando su
expresión— Pero el secreto es que él me ama. Sé que te asusta, pero él nos ama a
los dos. Él no va a ninguna parte. —Rowe se puso de pie y miró a Cutter,
suavizando su expresión— Lo que tienes que averiguar es si tú eres feliz solo.
¿Prefieres aferrarte a tú enfado por el resto de tu vida y nunca saber lo que podrías
haber tenido con ella? —Rowe miró hacia el salón de baile y levantó la barbilla—.
Gracias por la boda, pero tengo que tomar un avión.
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Cutter hizo una mueca.
—No creo que me vaya a acostumbrar nunca a eso, ustedes dos y Dani.
—Oh, creo que entrarás en razón. Pero tenemos mucho que demostrarte, y
tú tienes que tener la cabeza en un lugar mejor. Habla con ella.
Cutter negó con la cabeza y levantó su cerveza. La última cosa que quería
hacer era hablar con Katie. Él le había mostrado dónde se encontraba exactamente
ella con él. Además, ella probablemente sólo le cerraría la puerta en sus narices.
Sin embargo, no podía olvidar cómo había lucido cuando se había movido
para abrazarlo con sus piernas, su rostro se suavizó, color floreció en sus mejillas, y
su mirada brillante y llena de esperanza... hasta que él la había rechazado.
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El Club de las Excomulgadas
Ella había dejado que ese bastardo romántico de Cruz hiciera su camino a su
cama y no había manera de que alguna vez pudiera confiar en ella.
Pero se había sentido bien deslizarse dentro de ella otra vez... cálido y
húmedo, perfecto. Ella siempre se había sentido simplemente correcta yaciendo
dentro de sus brazos. Tal vez estaría dispuesta a ser amigos con derechos. No era
como si ella fuera demasiado particular sobre con quien se acostaba.
Tal vez podía comenzar con una disculpa. No es que realmente lo dijera en
serio. Pero si eso significaba que podía conseguir un poco de dulce liberación, con
una mujer que sabía que era compatible con él al menos de una manera... bueno,
¿por qué no?
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Capítulo Tres
Katie no sabía por qué había decidido abrir el restaurante hoy. Había
publicado una nota más temprano esa mañana para que los clientes supieran que
estaría cerrado. Podía haberse quedado en casa, con las ventanas cerradas y
revolcándose durante todo el día en la autocompasión.
Había dejado al personal libre por el día. Así que era la única camarera,
cajera y cocinera. No es que hubiese estado muy ocupada desde que había girado la
Él ya le había contado otra de sus historias sobre los viejos tiempos en Two
Mule, antes de que las carreteras estuvieran pavimentadas, cuando los hombres
todavía ataban los caballos a un riel de enganche en la parte delantera del salón.
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El Club de las Excomulgadas
meterlos a los dos en la misma habitación, despojados de la ropa y los viejos
resentimientos tal vez él le daría una segunda oportunidad.
Cutter no estaba dispuesto. Sólo había tomado lo que le había ofrecido. Sin
ataduras.
Ella no podía sentirse avergonzada por lo que había permitido que sucediera
porque había tenido tanta necesidad de tocarlo. Sin embargo, ahora, pensaba que
tal vez estaba lista para dejarlo ir.
Katie le dio a Cutter su espalda y pasó hacia una mesa que ya había
limpiado, decidida a ignorar el calor que sentía picando su espalda de arriba abajo.
—Tú ya has dejado claro tu punto —murmuró— No hay nada que discutir.
—No vamos a hacer esto aquí —dijo, poniendo su mano sobre las de ella y
el paño húmedo.
Sus muslos se frotaron contra ella, y ella tomó una respiración profunda,
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El Club de las Excomulgadas
inclinándose hacia atrás para evitar que el pecho de él tocara el suyo.
Él se detuvo y la miró de frente, de pie tan cerca otra vez, que su aliento
cálidos lavó sobre su rostro.
—Maldita sea, Katie, no pelees conmigo. Todo lo que quiero hacer es hablar
y no quiero público.
Tal vez había venido a disculparse, pero sus muslos frotaron los de ella otra
vez, y sintió su polla, engrosándose debajo de sus jeans.
Ella lo miró fijamente, y luego miró alrededor de su hombro hacia Ole Win,
quien estaba fingiendo leer su periódico, pero mirando en su dirección por encima
de sus gafas de lectura.
Él la siguió, tan cerca que golpeó su parte trasera cuando ella se detuvo para
levantar el saliente del mostrador. La puerta de la cocina osciló y Cutter la empujó
hacia adelante, hacia la cabina del congelador en la parte posterior.
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El Club de las Excomulgadas
Ella la abrió y se dio la vuelta mientras él la seguía dentro, agachándose porque era
más alto que la altura del techo.
—Habíamos terminado.
Su mirada se estrechó.
Sus párpados bajaron mientras miraba hacia abajo por su cuerpo. Entonces
él se acercó.
—¿Por qué demonios debería importarte? ¿Me vas a pedir una cita? —dijo
ella, levantando su barbilla.
—No exactamente. —Se inclinó sobre ella, su mano se deslizó por debajo de
su pelo. Su palma estaba cálida contra su cuello frio.
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El Club de las Excomulgadas
Katie llevó una mano a su pecho para apartarlo, pero él era tan inmovible
como una roca sólida.
—Estás diciendo que deberíamos follar. Dime, ¿estás pensando que podrías
pasar por aquí cada vez que estés caliente?
—Síp.
—Sería estúpida si dejo que se trate todo sobre ti y tus necesidades de nuevo.
Ella había estado devastada, pero todos esos momentos llorosos estaban en
el pasado. La ira estalló, lo suficientemente caliente como para derretir el hielo
cubriendo las paredes. ¿Él creía honestamente que era tan puta que iría por una propuesta
como esta?
Pero si quería algo de ella ahora... Bueno, ¿no estaba en una posición de negociar
por más? ¿Quería arriesgar su corazón con él de nuevo? ¿Si él incluso estaba considerando
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El Club de las Excomulgadas
tener una aventura con ella, quería decir eso que en algún lugar muy dentro de él, aún le
importaba?
Dios, era patética. El cruel giro de su boca no traicionó una sola onza de
compasión o afecto. Sin embargo, su cuerpo reaccionó, como era previsible, a su
presencia.
¿Podía hacer esto? ¿Comenzar una relación estrictamente sexual sin perderse a sí
misma y a su autoestima? Ella todavía lo quería. ¿Y no se merecía placer para sí misma?
—Yo no estoy ofreciendo volver. Esta vez, no estoy en esto a largo plazo.
—Sin mentiras. Sin juegos. Nada más que placer entre nosotros. Durante
tanto tiempo como ambos queramos esto.
Él asintió con la cabeza, sus caderas acercándose hacia las de ella, su polla
presionando contra su vientre.
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El Club de las Excomulgadas
—De acuerdo. Sin promesas. Pero... sólo te acostarás conmigo. Sin novios.
Durante el tiempo que esto dure.
Su rostro se endureció.
—Yo no traiciono.
Su mirada se apartó.
—Les diré que estamos tomando las cosas con calma. Sólo saliendo otra
vez.
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El Club de las Excomulgadas
Su boca se cernía sobre la de ella ahora, y luego sus labios se frotaron. No lo
dejaría marcar el ritmo de nuevo. Ella tomó su labio inferior con sus dientes y
mordió suavemente.
—Te deseo.
Katie sintió su primera sonrisa del día burlar las comisuras de sus labios.
Ella negó con la cabeza. Los únicos hombres con los que lo había “hecho”
en Two Mule fueron él y Justin. Ambos en su casa. Ahora que lo pensaba, nunca
había tenido a Cutter en su cama. Un escalofrío le mordió la espalda y se
estremeció.
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El Club de las Excomulgadas
—¿Tienes frío?—susurró contra sus labios.
—Prepárame algo para comer. —Él la sostuvo mientras ella dejaba caer sus
piernas y se ponía de pie por su cuenta.
—Algo rápido.
—¿Ole Win?
Katie le hizo a Cutter una empanada frita, que se devoró con patatas fritas.
Todo el tiempo mientras ella se movía tras el mostrador, su mirada nunca dejó su
cuerpo.
Ole Win aún no se había movido, pero había dejado caer toda pretensión de
leer su periódico. Su atención saltaba de Katie a Cutter y de regreso, como si
estuviera viendo su telenovela favorita.
Katie vertió una taza de café para Cutter y la deslizó a través del mostrador.
Su mano capturó su muñeca, y su pulgar frotó contra su pulso latiendo.
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El Club de las Excomulgadas
Ella no miró en su dirección, atrapada por el calor construyéndose en la
expresión de Cutter.
—Tus llaves.
—Sube.
—¿Qué?
Katie parpadeó, pero saltó sobre el mostrador y osciló sus piernas a su lado,
frente a él.
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El Club de las Excomulgadas
agarró su cintura deslizando hacia arriba su camiseta.
Katie dejó caer los brazos a sus costados, dejando a Cutter mirar fijamente
hacia sus pechos.
—Cutter, por favor —gimió ella. No otra vez. No lento. Su coño palpitaba,
derramando líquido desde su interior. Necesitaba su polla, la necesitaba rápido.
—¿Por favor qué, Katie? —dijo, acariciando con la nariz su vientre bajo
mientras él agarraba su cinturilla con las dos manos y arrastraba hacia abajo su
ropa.
Él levantó la cabeza.
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El Club de las Excomulgadas
—Mi turno, primero.
Él tiró sus pantalones aún más allá, apenas pasando sus rodillas. Sus manos
se posaron en sus muslos, sus dedos se hundieron suavemente en su piel.
Katie gimió ante la nota de orden en su voz, algo que nunca había
escuchado de él antes. Algo que Justin había hecho, lo que había demolido por
completo las reservas que había tenido acerca de tener sexo con él.
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El Club de las Excomulgadas
hubiera dado lo que necesitaba, y entonces había odiado a Cutter porque la había
hecho vulnerable a un aprovechado como Justin.
—No voy a parar hasta que grites, así que mejor no te retengas. —Su voz fue
tensa y dura.
Cutter se detuvo con sus dedos profundamente dentro suyo, entonces deslizó
sus labios fuera de sus dientes y mordió suavemente su clítoris.
Incluso a sus propios oídos, su grito fue desigual, una nota desolada
desapareciendo lentamente en el silencio que siguió. Katie se combó contra el
mostrador y se quedó mirando la luz fluorescente, zumbando en el techo.
Cutter le quitó las botas, despojándola de sus jeans y bragas el resto del
camino, luego abrió sus pantalones y los tiró justo un poco más abajo de su trasero.
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El Club de las Excomulgadas
redondeada punta penetrándola.
—Cambié de opinión.
—Entonces quiero que sea rápido —dijo ella, mordiéndose el labio inferior,
Ella parpadeó. No era algo que alguna vez hubiera experimentado antes,
orgasmos múltiples. Pero tal vez el hecho de que su excitación se había extendido
por todo el maldito día la hacía más sensible, más receptiva de lo habitual. La
tensión sensual se curvó alrededor de su núcleo de nuevo. Ella asintió lentamente, y
luego clavó los dedos en sus hombros cuando él giró y se dirigió hacia la mesa más
cercana.
Esta vez no pareció importarle cuando ella enrolló sus piernas alrededor de
su cintura. Se relajó contra la madera fría mientras él bombeaba en ella con cortos y
contundentes golpes que sacudieron la mesa y la empujaron por el suelo de linóleo.
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El Club de las Excomulgadas
Katie inclinó sus caderas, ayudándolo a profundizar sus embestidas. Cutter
gruñó y se acercó, apretando los lados de la mesa, su pecho justo por encima del de
ella. Él miró abajo hacia donde sus cuerpos estaban desnudos. Entonces su mirada
estrechada barrió de regreso hacia arriba.
—¿Tomas la píldora?
Ella consideró mentir para aliviar su mente, pero respiró hondo y sacudió la
cabeza.
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El Club de las Excomulgadas
Cuando levantó la vista, sus ojos estaban abiertos de nuevo, mirándola y el
calor llenó sus mejillas.
Algo cruzó su rostro, una expresión tan fugaz que no podía decir si era
arrepentimiento o incredulidad, pero no tenía tiempo para reflexionar sobre eso,
porque él se enderezó, soltando la mesa y parándose con los pies clavados,
continuó bombeando dentro de ella.
Ahora nada impedía cualquiera de sus puntos de vista. Pero ella no tenía
nada a qué aferrarse y sus manos rozaron sin descanso a lo largo de la superficie de
la mesa mientras sus respiraciones se acortaban, y la tensión se hacía más cercana.
Eso fue todo lo que tomó, Katie jadeó, sus manos aterrizaron en sus pechos,
apretándolos con fuerza mientras su polla se estrellaba en ella.
—Jesús... Joder...
Katie se sentía de la misma manera, quería gritar, pero se mordió los labios
y contuvo sus gritos, cerrando los ojos con fuerza y girando su cabeza de lado a
lado hasta que las convulsiones ondulando arriba y abajo por su canal
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El Club de las Excomulgadas
desaceleraron.
—Hay mil maneras en las que quiero tomarte, Katie. —Su voz era ronca
mientras la rozaba con el papel nuevo.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Cuatro
No había ningún quizás al respecto, pensó Cutter mientras ingresaba en su
camino de entrada una noche, una semana después. Katie había jugado. Ella le
había entregado todo a él. Acomodándose a todos sus caprichos... con entusiasmo.
Lo cual le había hecho preguntarse si las cosas hubieran sido diferentes entre
ellos la primera vez si él le hubiera dado una pista de cómo de dispuesto estaba a
experimentar.
Pero Katie nunca lo dejaba descansar. Era como si quisiera embutir tantas
experiencias como pudiese. ¿Temía que él lo terminara antes de que ella estuviera
saciada?
Ella había sido la última persona a la que llamó. Abrió los mensajes
enviados y se dio cuenta que la mayor parte eran para ella. ¿Y para qué? Para hacer
una cita. Para hablar de lo que querían para la cena. Para decirle que bajara la
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El Club de las Excomulgadas
sombrilla de su patio porque una tormenta se acercaba y no quería que se volara.
Cosas que un hombre que estaba en una relación haría. Cosas que había hecho con
ella antes. Y había caído fácilmente en el mismo patrón.
Subió los escalones, mirando la pequeña camiseta que se extendía sobre sus
senos. Sus pezones eran pequeños guijarros bajo la tela de algodón suave. Sus
piernas estaban desnudas debajo de los diminutos pantalones cortos, y supo que
había dejado fuera cualquier ropa interior, porque eso era lo que él prefería. Y ella
siempre se acomodaba a sus preferencias.
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El Club de las Excomulgadas
que sostenía en un puño.
Katie se lamió los labios y entonces su boca se estiró en una sonrisa. ¿Cómo
era posible que su expresión fuera tan abierta, tan feliz cuando sabía que él lucía tan oscuro
como los nubarrones que llenaban el cielo de la tarde?
Él arqueó una ceja y ella rodó los ojos, pero agarró el dobladillo de su suave
camiseta de color rosa y se la pasó por la cabeza, luego empujó hacia abajo sus
pantalones cortos y los pateó fuera.
—¿Mejor?
La mirada de Cutter viajó por su cuerpo, haciendo una pausa para tomar
nota de la tirantez de sus pequeños pezones, de color rosa. Apostaría dinero a que
si ella abría sus muslos, vería la humedad glaseando su piel pálida.
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El Club de las Excomulgadas
¿Estaba perdiendo la calma sobre sus intenciones?
—Estoy esperando.
Katie soltó una risa nerviosa luego se dirigió hacia el sofá, con color lavando
sus mejillas y pecho. Pero se inclinó sobre el brazo del sofá.
—Me alegra oír eso —espetó él— Pero eso no significa que vaya a parar.
—Jesús.
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El Club de las Excomulgadas
dedo dentro.
—¿Es doloroso?
—Arde.
Los labios de Cutter temblaron, colocó la punta del tapón anal contra su ano
y lo empujó suavemente al interior.
*****
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El Club de las Excomulgadas
mientras lo empujaba lentamente dentro suyo. Sin embargo, mientras más
profundo entraba, más amplio se volvía y los delicados músculos que rodeaban su
entrada quemaron.
—¡Espera!
—Ya he terminado. Lo usarás esta noche. Ahora, ¿qué hay para cenar?
Katie se levantó cautelosamente del brazo del sofá y empujó hacia atrás su
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El Club de las Excomulgadas
cabello antes de mirar hacia Cutter. Todavía estaba completamente vestido, pero
sus rasgos estaban tensos, su mirada se estrechó mientras observaba su expresión.
Ella levantó su barbilla y aunque no quería darse la vuelta y darle una vista
de su trasero con el tapón instalado cómodamente en su entrada trasera, lo hizo de
todas formas, caminando lentamente hacia la cocina.
Pero sintió su espesor a cada paso y se dio cuenta que mientras él había
estado presionando en su culo, su sexo se había hinchado y líquido goteaba por sus
muslos.
Y el hijo de puta tenía que saberlo también. Ella esperaba como el infierno
que estuviera tan incómodo y caliente como ella.
—¿Puedo tomar uno para ti? —preguntó, sosteniéndolo como una porción
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El Club de las Excomulgadas
de pizza y tomando un bocado.
Era la primera vez que ella había mostrado algo de irritación, y Cutter
sonrió. Se dirigió hacia ella y se arrodilló, luego volvió su silla hacia él.
Katie la miró con recelo, pero apoyó la palma de su mano contra la suya, y
él apretó y tiró de ella hacia arriba. Cuando ella estuvo pecho a pecho con él, la
envolvió en sus brazos y se estiró a su alrededor para ahuecar su trasero. Empujó la
base del tapón y sintió una ráfaga de su aliento contra su hombro. Él sonrió de
nuevo.
—¿Cutter?
—¿Sí, nena?
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El Club de las Excomulgadas
—No creo que pueda tomar mucho más.
—Ve de nuevo a la cama. Estaré ahí en un minuto. Sólo voy a poner los
platos en el fregadero.
Él le dio una mirada rápida, la misma mirada que había utilizado para
detener cualquier argumento en los últimos días.
Ella había sacado las mantas de la cama y yacía en el centro de las sábanas
blancas de su lado, frente a él, un brazo sobre su vientre, el otro curvado debajo de
su cabeza.
Katie gimió.
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El Club de las Excomulgadas
Ella rozó su rostro, luego se sentó y se subió sobre las almohadas,
acomodándose a sí misma para que su trasero estuviese levantado y sus rodillas
separadas.
Katie arrastró aire en sus pulmones, sin soltar el aliento hasta que sacó el
tapón.
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El Club de las Excomulgadas
tratando de expulsarlo, pero él cubrió la base y lo presionó más profundo mientras
un calloso pulgar rozaba la piel sensible de su perineo.
—¡Sí! —ella gritó, lanzándose hacia atrás, luchando contra su agarre porque
él la sostenía firmemente, controlando los fuertes, agudos y apremiantes empujes
que se revolvían en el mojado fluido inundando su canal.
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El Club de las Excomulgadas
a través de sus dulces paredes, y su calor sedoso rodeándolo. Ya su excitación
producía un flujo constante de humedad, filtrándose para mojar la base de su polla
y la parte baja de su vientre.
Los sonidos que hacían juntos sólo avivaron las llamas. Exuberantes y
succionantes agarres, afiladas y húmedas bofetadas mientras su vientre y muslos se
estrellaba contra su trasero.
Cutter se inclinó más cerca, acortó sus embestidas y se estiró para agarrar
una esquina de su hombro y envolver el otro puño en su pelo.
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El Club de las Excomulgadas
entonces cubriendo su boca para frotar sus labios en tóxicos círculos.
Cutter sonrió, gustándole el humor irónico en su voz y sintió alivio por que
se estaba recuperando. Había pensado empujarla más allá de su zona de confort,
pero Katie era fuerte, obstinada, y poco dispuesta a dar marcha atrás ante un
desafío.
—Voy a matarte.
—Síp, porque puedes ver todo y lo único que puedo hacer es yacer aquí
como una muñeca inflable.
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El Club de las Excomulgadas
A regañadientes, sacó su polla, la cual sintió frío cuando el aire la golpeó. Luego
poco a poco sacó el vibrador y se echó fuera de la cama para ir al baño. Cuando
llegó a la puerta, miró por encima de su hombro.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Cinco
Katie desató el delantal de su cintura y lo levantó sobre su cabeza.
Ole Win miró sobre la parte superior de sus gafas de lectura mientras se
acercaba a su lado.
Ni una sola vez habían abordado el tema de su aventura con Justin. Eso se
alzaba entre ellos, cada vez más grande y más feo cuanto más lo ignoraban.
Mientras caminaba por la acera hacia la tienda de comestibles, la luz del sol
que generalmente impulsaba su ánimo, golpeó en su cabeza sin protección. La
transpiración se rompió en su frente y labio superior, y su estómago se revolvió.
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El Club de las Excomulgadas
contra el cubículo y la otra contra su rodilla.
—Vamos a limpiarte.
Katie ahuecó sus manos bajo el grifo y luego tragó un pequeño y frío sorbo.
Cuando ella miró en el espejo, Dani estaba sonriendo suavemente detrás de ella.
—¿Saber qué?
Dani sacudió la cabeza, una sonrisa triste curvando su boca. Ella tomó la
mano de Katie y la sacó del baño, luego a propósito la arrastró por un pasillo. Ella
se detuvo frente a un estante de kits de embarazo y Katie tragó saliva.
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El Club de las Excomulgadas
No había manera de que Katie fuera a ser vista de pie delante de las pruebas
de embarazo. Para la hora de la cena, todo el maldito pueblo pensaría que ella
había sido preñada. Y no había manera de que pudiera ser verdad.
Cerró los ojos. Estúpida, estúpida. Por supuesto, ella había sabido que podía
quedar embarazada. Ninguno de los dos había mencionado usar un condón, y
había pensado que a lo mejor Cutter pensaba que ella había estado mintiendo
cuando le dijo que no estaba tomando la píldora, ya que ¿por qué más irían sin
protección cuando sea que hacían el amor?
No era porque él esperara atraparla. ¿Pero cuál era su motivo? Katie no quería
examinar muy de cerca porque pensaba que sabía.
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El Club de las Excomulgadas
los juegos que ella y Cutter jugaban.
Katie estudió su propio reflejo. Círculos oscuros debajo de sus ojos, la piel
de tono verde. Parecía como si tuviera gripe.
—¡Oh, Dios mío! —Dani chilló, luego agarró las dos manos de Katie y saltó
arriba y abajo— ¡Oh, Dios mío!
—Si no hay una segunda maldita banda púrpura, entonces la respuesta sería
sí.
—No quiero que Cutter sienta como que tiene que hacer algo. Ese no es
nuestro acuerdo.
—¿Acuerdo?
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El Club de las Excomulgadas
—Es una larga historia. Nada bonita. ¿Podemos terminar las preguntas?
Tengo que sentarme y prefiero un lugar que no huela a vómito.
—Háblame de este acuerdo —dijo Dani cuando el coche se salió del límite
del pueblo.
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El Club de las Excomulgadas
cuadrado mentón no había mucho parecido de familia entre Dani y su hermano.
—Gracias.
—Justin fue tras de ti para sacar la frustración por mí. Pensó que no tenía
una oportunidad en el infierno para acercarse a mí porque Cutter nunca lo
aprobaría a él como un galán. No es muy inteligente, pero cuando se trata de
emociones, los hombres no se ven muy profundos. Era todo sobre venganza.
—Le gustas, pero el hecho de que estabas viendo a Cutter te hizo aún más
atractiva como objetivo —Dani se encogió de hombros—Nunca dije que mi
hombre fuera perfecto. Pero está cambiando. Eso es lo que los hombres hacen
cuando se enamoran. Tratan más duro de descifrar a las mujeres.
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El Club de las Excomulgadas
Katie se enderezó en su asiento.
—Estaba listo para escupir uñas. Él estaba allí cuando me declaré a Justin.
—¿Tú te declaraste?
—Fue una cosa del momento. Cutter entró en la cocina de Rowe y nos
encontró a los tres casi desnudos y luciendo como que habíamos pasado la noche
haciendo... bueno, exactamente lo que habíamos estado haciendo... y él dijo que
esperaba un anillo. Pensó que Rowe daría el paso, pero elegí a Justin. En realidad
—No, te envidio por tener a alguien que te ama. Dos me parece... egoísta.
—Ahora, háblame de este acuerdo —dijo Dani, tomando asiento, con una
pierna doblada debajo de ella y la otra colgando.
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El Club de las Excomulgadas
la recepción, los labios de Dani se curvaron y sus ojos bailaban.
—Estás en un mal lugar. Le has dado todo lo que quería sin hacerlo trabajar
por nada. No tiene ninguna motivación para cambiar.
Dani resopló.
—Es posible que le vendas eso a Cutter, pero yo soy una mujer. Y sé hasta
—Nunca dejé de hacerlo. Supe tan pronto como Justin... terminó... que
había cometido un gran error.
Katie alzó su mirada, sabiendo que las lágrimas estaban brotando, pero
demasiado triste para importarle que la hermana de Cutter pudiera verla.
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El Club de las Excomulgadas
—Katie, cometiste un error. Te arrepentiste. ¿Alguna vez le dijiste que lo
sientes?
—Si no crees que mereces más, ¿no piensas que tú hijo si?
—No sé si podría vivir con él y no estar con él, sabes lo que quiero decir?
Puedo ser bastante fea también cuando estoy herida.
—Tienes que decirle lo del bebé. Empezar por ahí. Pero no te atrevas a
dejarle planificar todo esto. No le dejes tomar el control, porque él lo querrá, y
entonces se aislará del daño, de cualquier posibilidad de volver a amarte de nuevo.
Él me hizo eso después de que nuestros padres murieron. Me dejó fuera en el frío.
—¿Qué hay de ti? Tú tienes este bebé, su sobrina o sobrino, ¿no crees que es
hora de todos ustedes pongan a un lado los resentimientos también?
—Síp. Y creo que voy a empezar ahora mismo. —Se levantó de la mesa y se
dirigió al teléfono.
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El Club de las Excomulgadas
—¿Qué estás haciendo?
—Cutter tiene que saber dónde estás —dijo Dani por encima de su
hombro— Es un gran momento para que le dé mis noticias.
—Los chicos saben. Ellos son los que me dijeron que consiguiera el test.
—¿Cómo lo descubrieron?
—Bueno, a menos que hubiera una falla en el condón, este bebé es de Rowe.
Justin se casó conmigo. Prometí que el primer niño sería de Rowe.
—Cutter, soy Dani. Katie está por aquí en el rancho conmigo, sin un coche.
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El Club de las Excomulgadas
¿Puedes pasar a recogerla? —Colgó el teléfono— Le dejé un mensaje. No debería
tomarle mucho tiempo comprobarlo. Nunca está sin su móvil.
—No le gusta hablar conmigo. Todavía está enfadado. Pero está a punto de
superarlo.
—¿Por qué esta cosa tiene que ser por algo? ¿Dos muchachas no pueden
encontrarse para cotillear?
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El Club de las Excomulgadas
—¿No vas a preguntar de qué estábamos hablando? —dijo Dani lentamente,
cruzando sus brazos sobre el pecho.
—No.
Katie suspiró aliviada, contenta de que los dos estuvieran hablando ahora.
—Quiero que seas feliz —dijo él, con voz ronca— Lo sabes, ¿verdad?
—Lo soy, Cutter. Te lo juro. —Ella se echó hacia atrás en su abrazo y miró
su cara— Pero te necesito en la vida de este bebé. ¿Puedes hacer eso por mí?
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El Club de las Excomulgadas
fija.
—No lo sé. Para ser honesto, todavía estoy loco como el infierno.
—No puedo prometer que alguna vez vaya a ser su mejor amigo. Pero no
voy a tomar un giro hacia ellos.
Katie asintió, pero recogió su bolso y se dirigió hacia la puerta con Cutter
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El Club de las Excomulgadas
sobre sus talones.
Minutos más tarde cuando se retiraron por el camino del rancho, que era
más de un camino de grava, Cutter le dirigió una mirada.
—Ella no está pensando muy lejos. ¿Qué pasará cuando el niño vaya a la
escuela? ¿Qué pasará cuando tengan al siguiente? ¿El nombre de quién llevarán los
niños?
—¿Lo amarás?
Ella se encogió de hombros y miró por la ventanilla del lado del pasajero.
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El Club de las Excomulgadas
—Sólo doy conversación.
—No, pero espera que les des a ella y a los chicos un respiro. Por el bien del
bebé y porque te echa de menos.
Se detuvo junto a la casa, y ella no espero por él. Abrió la puerta y se deslizó
de su asiento, sin mirar atrás mientras se dirigía directamente dentro.
La casa estaba vacía y las sombras dentro se alargaban por la puesta de sol.
Los pasos de Cutter sonaron a través del suelo de roble mientras la seguía
hasta la sala de estar y hacia arriba por las escaleras. Ella se dirigió a la habitación
al final del pasillo, ya desabrochándose su camisa.
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El Club de las Excomulgadas
Cutter cerró la puerta detrás de ellos y se dirigió hacia la cómoda, vacío sus
bolsillos y dejó caer su reloj en una bandeja en la parte superior. Se acercó a la
cama y se sentó en el borde para quitarse las botas.
Piel a piel, ellos no podían pretender que no ardían el uno por el otro. Ella se
había convencido en las semanas que se habían estado viendo que eso significaba
algo. Tal vez sólo había estado engañándose a sí misma.
Ella apartó las mantas y las lanzó hacia el final de la cama, luego se deslizó
por las sabanas frías y se tendió en diagonal sobre el colchón.
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El Club de las Excomulgadas
Su sonrisa era cálida, llenando su boca con su dulce aliento.
Él levantó la cabeza.
Rodó sus glúteos, cavando su polla dentro de ella, pero sólo un par de
Sus manos ahuecaron sus pechos, y sus dedos tiraron de sus pezones hasta
que se hicieron puntas.
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El Club de las Excomulgadas
manos a ambos lados de sus hombros para que pudiera frotar sus pezones doloridos
contra su pecho.
Sus manos ahuecaron sus nalgas y las apretó, separándolas y ella echó la
cabeza hacia atrás. Tenía el pelo pegado a sus hombros, su respiración era irregular,
pero no podía parar, no quería ceder el control.
Ella sabía lo que estaba pidiendo. Algo que resistió hasta el día de hoy. El
Podía pensar que él había triunfado todo lo que quisiera, a ella realmente no
le importaba. Se enderezó y bajó de sus caderas. Él se enderezó, y se arrastró detrás
de ella, presionando entre sus hombros hasta que ella se inclinó y apoyó sus manos
sobre el colchón.
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El Club de las Excomulgadas
La risa baja y sucia de Cutter sonó detrás suyo y entonces su polla estaba
deslizándose en su pliegue, balanceándose arriba y abajo. Estaba enorme e
hinchada, la cresta alrededor de la punta raspando deliciosamente arriba y abajo, y
luego apuntó su polla directo hacia su agujero, y ella respiró hondo.
Él se quedó inmóvil detrás suyo, sus dedos clavándose con fuerza en su culo.
Ella se estiró con una mano entre sus piernas, ondulando su estómago hasta
que tomó sus bolas. Las masajeó suavemente, tirando de ellas, acariciándolas, hasta
que un escalofrío pasó través de él y dentro de ella.
Ella apretó su culo alrededor de su polla, entonces se curvó más y frotó sus
bolas, tirando de él hacia ella.
—Déjalo, Katie.
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El Club de las Excomulgadas
—No estás lista.
—¿Quién lo dice?
Pero él ya lo había hecho. Si esta era la última vez que estarían juntos, ella
quería que fuera memorable.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Seis
La polla de Cutter estaba a punto de explotar. Sin embargo, ella no sabía lo
que le pedía.
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El Club de las Excomulgadas
ella se quedó inmóvil salvo por el temblor, y lo único que impedía que se cayera a
la cama era su polla dura y los dedos que todavía rellenaban su coño.
Cutter lamió la parte superior de sus dedos, luego deslizó su lengua entre
ellos y acarició de arriba abajo las costuras.
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El Club de las Excomulgadas
interiores. Mientras burlaba su sexo con besos, coló dedos en su entrada,
empujándolos suavemente dentro y girándolos, arremolinándolos dentro y fuera.
—Quédate aquí —dijo él, forzando la voz para no temblar porque se sentía
tan seco como ella.
Se detuvo junto a esta, y miró hacia abajo. La cabeza de Katie yacía sobre
sus brazos cruzados, su rostro alejado. Los silenciosos sollozos que sacudían su
espalda lo hicieron vacilar.
¿La había herido después de todo? ¿O era esto algo más? Ella había estado
actuando extraño, un poco alejada, desde que la había escoltado de la cocina de
Dani.
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El Club de las Excomulgadas
A él no debería importarle. Sabía que esto no iba a durar para siempre.
Algún día pronto, él tendría que romperlo de todos modos porque ella no podía
tener un lugar permanente en su vida.
No, él nunca podría olvidarlo. Perdonar no parecía tan difícil ahora como
entonces.
Él tenía la intención de tumbarse, cerrar los ojos y descansar para estar listo
para la siguiente ronda, porque era codicioso y quería más y más. De alguna
manera había llenado su necesidad de ella, llegando al final de la atracción que
llameaba tan brillante como el sol de Texas cada vez que se tocaban.
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El Club de las Excomulgadas
Sin embargo, una vez que se acostó a su lado, no pudo resistir la tentación
de deslizarse más cerca. Se acercó por detrás y apretó sus labios contra su hombro.
Luego envolvió un brazo por su cintura y la atrajo hacia sí hasta que su espalda le
calentó el vientre.
—No lo lamento. Quiero decir... sobre estar de acuerdo con esto. Pero no
fuimos inteligentes. Verás, estaba en casa de Dani porque ella y yo teníamos cosas
de qué hablar. Un secreto para compartir.
—Estoy embarazada. —Ella soltó una breve carcajada que sonó más como
un sollozo— Gracioso, ¿no?
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El Club de las Excomulgadas
—Te casarás conmigo.
Sin embargo, cuando Katie salió, su barbilla se inclinó alta. Sabía que no
debía discutir con una mujer cuando su espalda estaba erguida. Ella bajaría de su
caballo alto cuando tuviese la oportunidad de pensar en ello. Su oferta era lo único
que tenía sentido.
A lo largo del viaje a su casa, él la miró por el rabillo del ojo. Pero la postura
rígida de Katie nunca se relajó y no miró en su dirección ni una vez. Eligió un tema
seguro.
De modo que de eso había sido la sesión de chismes de la tarde. Ella había
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mentido.
—¿Al doctor?
—Nunca apartaría a un niño de ti. Pero te estás adelantando. Puede ser una
niña.
—¿Eso crees?
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haber golpeado el frío que ella le había dado antes, y con ellos, la ira siempre
conducía a una crisis de otro tipo. Sus latidos comenzaron un lento y determinado
repiqueteo.
Cutter maldijo entre dientes, decidido a seguirla, pero luego vaciló. Eso es
exactamente lo que ella esperaba que él hiciera. Golpeó con el camión en marcha
atrás y salió tranquilamente fuera de su camino de entrada, dejando a Katie
mirándolo desde su porche.
*****
Llamaron a la puerta principal. Katie sacó el tapón del fondo del fregadero y
se quitó los guantes de plástico. Cutter no había resistido mucho tiempo.
Ella había aprovechado el tiempo para preparar una comida ligera, algo que
esperaba la mantendría calmada esta vez. Y había pensado largo y tendido sobre lo
que él había dicho. Cómo lo había dicho. Tal vez Dani estaba equivocada.
—Ya voy —dijo en voz alta. Ella puso su cara en líneas evasivas y abrió la
puerta. Sólo que no era Cutter de pie en su porche— Justin, ¿qué diablos estás
haciendo aquí?
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La oscura y melancólica mirada de Justin Cruz se apoderó de ella. Un
músculo se flexionó a lo largo de su mandíbula, y luego su mirada cayó lejos.
—He hecho un lío de cosas entre tú y Cutter. Quiero hacer las cosas bien.
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Un motor se escuchó en la distancia y ambos se volvieron para ver el gran
camión negro de Cutter gritando por el camino.
Su estómago se hundió. Esto era tan parecido a la otra vez, ella y Justin
viéndose culpables como el infierno y la cara de Cutter tan oscura como una nube
de tormenta mientras aparcaba el camión en ángulo, bloqueando la salida de
Justin.
—No deberías haber hecho eso —susurró ella, capturando los rasgos
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apretados de Cutter.
*****
—Tengo que decir, tienes algo de valor al presentarte aquí —gruñó Cutter.
—No debiste venir a cualquier lugar cerca de Katie. Te la tiraste una vez. No
voy a dejar que lo hagas de nuevo.
—Sobre eso...
—No vayas allí —Cutter espetó— No, si no quieres comer a través de una
maldita pajita por el resto de tu vida.
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Justin salió del rango de los furiosos golpes de Cutter.
—He amado a Dani desde que era una jovencita. Nunca pensé que tuviera
una oportunidad. No contigo velando por ella. Sabía que no era lo suficientemente
bueno.
—No sucederá. Dani es mi esposa. Ella va a tener más hijos. Alguno será
mío. Tienes que superar esto.
—No tengo que superar ni una maldita cosa. —Cutter apretó sus puños y se
agachó más abajo, decidido a poner fin a la lucha ahora.
—Dani te quiere en nuestras vidas. Voy a hacer lo que haga falta para que
eso suceda. Si eso significa dejar que me utilices de saco de arena para deshacerte
de la bilis que has almacenado, que así sea. —Justin dejó caer sus manos a los
costados.
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Cutter levantó su puño, Justin tendría que protegerse a sí mismo, aunque
sólo fuera por instinto. Se volvió y golpeó a Justin en la mejilla.
Detrás de él, una puerta crujió y se estrelló. Pasos corrieron hacia los dos
hombres.
Katie cayó de rodillas al lado de Justin y acunó su rostro entre sus manos.
Las manos de Cutter cayeron. Su ira se desangró mientras veía las lágrimas
trazando el rostro de Katie. Retrocedió y se volvió, dirigiéndose hacia su camión.
—¿A dónde crees que vas? Tienes que ayudarme a meterlo dentro.
—Ya he terminado.
Cutter cerró los ojos un instante y luego se enfrentó a ella. Cerró su corazón,
cerró las emociones hirviendo dentro suyo. Se dirigió hacia ellos, se inclinó y
agarró el brazo de Justin para tirar al idiota en posición vertical. Luego lo echó por
encima de su hombro llevándolo como un bombero y se arrastró detrás de Katie a
su casa.
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una toalla mojada en la cocina. Está sangrando por todo mi sofá.
Cutter gruñó, pero hizo lo que le dijo, escuchando con sólo la mitad de su
atención como Katie hacia la llamada.
Los ojos de Katie se llenaron, y Cutter se apartó de ellos dos para mirar por
la ventana. No le gustaban las emociones a punto de explotar en su interior, siendo
la vergüenza la que subió primero. Él había querido matar a Justin para sacarlo de
su vida, de la vida de Katie y de la de Dani.
—Estaré fuera —dijo él, y salió por la puerta principal. No iría lejos porque
sus piernas se sentían débiles, por lo que se dejó caer en los escalones. Una
sensación de vacío frío se instaló en su estómago y empezó a temblar.
Cutter miró sus manos, las magulladuras en sus nudillos. Había querido
matar a Justin. Pero cuando el otro hombre había caído, había pensado que había
sucedido y se había sentido mal del estómago.
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permitido albergar su ira, el que había conducido un espigón entre él y Katie.
Cutter cerró los dedos en puños luego los dejó caer a sus rodillas.
—Tienes razón. Pero dudo que viniese por la razón que tú piensas.
—¿De verdad quieres? —La voz de Rowe mantuvo un borde de ira y una
profunda veta de exasperación— ¿O quieres seguir cargando alrededor tu ira?
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—En realidad no. Pero cuando los vi allí de pie juntos. Lo perdí.
—Lo mismo te digo. —La mirada de Rowe volvió hacia él— Ambos vamos
a ser padres. Justin va a ser el tío de tu hijo. ¿No crees que sea hora de dejarlo ir?
Cutter asintió.
—Quiero.
—No lo sabía. No hasta que Justin golpeó el suelo, y pensé que lo había
matado. Quería retroceder. No quería que ella me mirara como si fuera una especie
de monstruo. No quiero ser ese hombre.
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—Empieza con “lo siento”.
*****
Katie observó a Justin tropezar fuera de la casa, su brazo sobre los hombros
de Rowe como soporte. Dani le dio una mirada de preocupación.
—Katie, lo siento.
Ella abrió la boca para decirle que sí, pero su garganta se cerró. Asintió con
la cabeza y mantuvo su rostro lejos de él así no vería las lágrimas goteando por su
cara.
Un profundo suspiro sonó detrás de ella, pasos arrastrando los pies hacia la
puerta. Ella esperó, pero Cutter no la abrió.
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inclinada, los hombros caídos. Ella nunca había visto a Cutter cualquier cosa
excepto fuerte y la vista le desgarraba el corazón.
—No.
Katie sintió una oleada de alivio fresco sobre ella. El dolor en su voz era
todo lo que podía haber esperado. Cutter no estaba frío o apartado. Y ya no estaba
enfadado. Ella se levantó sobre sus extremidades temblorosas y caminó lentamente
—No necesito que cambies. Sólo necesito que estés conmigo. Para no
dejarme fuera. Te amo, y nunca te decepcionaré otra vez.
—Vas a serlo. Y me casaré contigo. Pero tengo que saberlo... ¿Alguna vez
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me volverás a amar?
Ella no sabía que había estado llorando hasta que sus pulgares barrieron la
humedad de su cara.
—Mírame, nena.
Katie apretó los labios, parpadeó las lágrimas y lentamente levantó su cara.
—Tengo que hacer esto bien. ¿Quieres casarte conmigo, Katie Grissom? Te
*****
Cutter pensó que el cielo debía estar lleno con los placeres simples. La
cabeza de Katie, acurrucada en su hombro mientras dormía era uno de ellos. Él
podría acostumbrarse a esto, anhelarlo como una droga, convertirlo en un hábito
que nunca querría romper. Ni por un momento pensó que todos sus problemas
estaban detrás de ellos. Todavía tenía que hacer las paces con Dani y sus hombres.
Por mucho que se pegara en su buche, él haría todo lo posible por aceptar a Justin
en el círculo de su familia.
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bajado los puños. Sólo un hombre enamorado se sacrificaría tanto.
—¿Voy a necesitarlo?
Él gruñó, satisfecho de que estuviera burlándose otra vez. Cutter deslizó sus
brazos por debajo de ella, y ahuecó su culo. Luego flexionó sus caderas y se empujó
dentro de ella.
—¿Demasiado rápido?
Recordó una vez cuando pensó que tenía que ir despacio con ella, e hizo una
mueca.
—Eso está bien. Yo no lo soy. —Onduló debajo de él, meciendo sus caderas
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hacia arriba para llevarlo más profundo. Sus piernas se abrieron más, sus rodillas se
levantaron y se acurrucaron contra sus caderas.
—¿Te asusto?
Muy pronto ella llevaría una marca que todo el mundo podría ver en la
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curva de su vientre, donde su hijo descansaría debajo de su corazón. Calidez llenó
su pecho mientras miraba hacia ella, viendo el suave color inundando sus mejillas,
la ruptura de sudor en su frente, y su boca jadeando alrededor de sus respiraciones
trabajosas.
Su ánimo fue justo lo suficiente para mandarlo sobre el borde. Reunió sus
Fin
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01 - Montando
02 - Desenfrenado
¿Duro… o tierno? Si juega bien sus cartas, no tendrá que elegir.
Dani Standifer llega a casa a su rancho familiar de West
Texas un día antes, dispuesta a continuar donde lo había
dejado con Rowe Ayers, su amor del instituto. Sin
embargo, cuando abre la puerta de la cabaña que era su
nidito de amor, está claro que le espera un día muy largo.
Rowe está con alguien más... otro hombre. Y no cualquier
hombre, Justin Cruz, el chico malo con quien ella
compartió un salvaje encuentro, años atrás.
Justin había esperado este momento durante mucho
tiempo. Él sabe de su reputación, pero desde que sedujo a
Rowe, ha sido un hombre de sólo un vaquero, esperando
el regreso de Dani para que empiece la dulce satisfacción
de sus necesidades y las de Rowe. Si ella está preparada
para el desafío.
Para su propia sorpresa, Dani descubre que está más que
lista para tener a ambos hombres en su vida, tan pronto
como ella y Rowe le enseñen a Justin una o dos lecciones sobre el amor.
Su pequeño pueblo puede no estar listo para su tipo de relación. Y el hermano de Dani,
Cutter, que tiene un rencor de un kilómetro de profundidad contra Justin crea una
complicación que podría romper los cimientos que ellos tres han construido...
Advertencia: Agárrate para el rodeo de tu vida con ruda acción hombre-sobre-hombre,
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calientes escenas m/m/f y tener un caso de bragas derretidas amando a cada sexy cowboy
mientras intenta de la mejor manera encender el interior de su mujer.
03- Perdón
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Próximamente
Compromiso de Cuatro
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Delilah Devlin - Sin Perdón- Serie Amantes de Lone Star III
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