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El Club de las Excomulgadas
Aviso Excomulgado
Argumento
Una noche diabólica... ¿o una oportunidad en el cielo?
Los hijos adoptivos de Sam Logan tienen mala reputación en Two Mule,
Texas. La mayor parte ganada. Cuando se hace evidente que no planean renunciar
a perseguir a cada mujer en el pueblo en cualquier momento cercano, él emite la
única cosa que sabe que no van a poder resistir: un desafío. Encontrar una esposa.
Ellie pensó que iba a ser una seca solterona antes de que Johnny finalmente
desenredara su lengua lo suficiente como para pedirle una cita. Pero en lugar de
enseñarle usos mejores para esa lengua, sus hermanos la han llevado al rancho. Al
principio, está furiosa... después intrigada cuando comienza a preguntarse cómo
sería tener no sólo un vaquero sexy dedicado a su placer, sino cuatro...
Advertencia: cuatro guapos vaqueros. Cuatro opciones. ¿Será una sola noche
sórdida o una oportunidad en el cielo mientras saborea cada exquisito centímetro de los
hermanos Logan?
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La bandera de Texas es conocida como la "Lone Star Flag" (de ahí el apodo del estado "El
Estado Estrella Solitaria"). Esta bandera fue introducida al Congreso de la República de Texas el 28 de diciembre de 1838,
por el senador William H. Wharton. Fue aprobado el 25 de enero 1839 como la bandera final nacional de la República de
Texas. Cuando Texas se convirtió en el 28 estado de la Unión el 29 de diciembre de 1845, la bandera nacional se convirtió en
la bandera del estado.
La bandera, volando en los hogares y empresas en todo el estado, es muy popular entre los residentes de Texas y se trata con
un alto grado de respeto y estima en Texas.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Uno
—Muchachos es hora de que encuentren una esposa.
Por su parte, los ojos de Killian se estrecharon. Las comisuras de sus labios
se movieron. Probablemente le hizo gracia la reacción de Johnny y no quería
dejarlo descolgado demasiado rápido, pero ya estaba alineando todas las razones
por las que la idea de Sam era ridícula. Era rápido de esa manera.
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El Club de las Excomulgadas
—¿Una esposa, has dicho?
Sam gruñó, haciendo caso omiso de la única palabra que le había llamado la
atención a su hijo.
—Esta es la tercera vez esta semana que hemos tenido estofado —murmuró.
No para cambiar de tema, sino para señalar un hecho evidente.
—Esta casa extraña el toque de una mujer. —Lo había dicho. Sentando al
gran gorila en la sala justo en la mesa de la cena. Imposible de ignorar.
—Se ha ido. Tres años. La echo de menos todos los días. Sé que ustedes
también. Pero la vida continúa. Ustedes son hombres ahora. Tienen una
obligación. El rancho es un negocio familiar. Todos necesitan familias.
—¿Creen que sentía que Gracie era una soga alrededor de mi cuello?
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El Club de las Excomulgadas
—No, señor, pero... —las manos de Johnny se apuñaron sobre la mesa—.
Demonios, ¿cómo vamos a encontrar a alguien como ella?
Sam sacudió su cabeza y le dio a los gemelos una ligera sonrisa. Esos dos
siempre podían ver el humor en cualquier situación.
—Pensé que les daría dos opciones. Sé que uno no puede orinar sin el otro
yendo también. Y hay malditas pocas mujeres solteras por estos lares. ¿Suficiente?
—Cuando todos asintieron, se aclaró la garganta—. Estaré fuera de la ciudad por
los próximos cuatro días. Subasta en Abilene. La casa es suya.
Johnny miró alrededor de la mesa a sus hermanos, cuya atención había sido
atrapada desde el primer momento en que Sam había dejado firmemente su
pronunciamiento. Estaban acostumbrados a comer en silencio, llenando sus
vientres vacíos al final de un largo y duro día de trabajo. Las palabras de Sam
hicieron eco en el silencio que siguió, y flotaron en el aire como una nube de olor
agrio. Por lo menos para la imaginación de Johnny. La idea de tomar una esposa,
tener a una mujer alrededor de manera permanente, le hizo picar.
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debería haber sido terrible, pero no lo fue debido a sus aventuras recientes, así como
a las relaciones no convencionales surgiendo como setas estrangulando todo Two
Mule, Texas.
—¿Podemos sacar pajitas para ver quién consigue ensillarse con una?
Johnny sabía de qué se trataba esto. Por el destello pedregoso en los ojos de
Killian, él también. Al parecer, también lo hacían los gemelos, que se movieron
incómodos en sus sillas, las mejillas ruborizándose de un rojo oscuro.
—No estoy diciendo que fuera un pecado, lo que ustedes dos hicieron —dijo
Sam—. La chica estaba deseosa y ustedes eran jóvenes. Sin embargo, se corre la
voz. La gente decente mantendrá a sus mujeres lejos de ustedes. Lo mejor es hacer
su movimiento rápido antes de que todo el mundo escuche el chisme y les cierren
las puertas en sus caras. Esta es una vida muy dura. Un hombre necesita sus
comodidades. ¿Necesito decir más?
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El Club de las Excomulgadas
Los cuatro hombres más jóvenes negaron.
Una mujer. Tenía que encontrar una mujer. No ofrecería ninguna discusión.
Al igual que en cualquier otra cosa, llegaría a eso con tranquila eficiencia.
No le tomaría mucho tiempo a los otros tres encontrarlo. La puerta del baño
se abrió mientras se peinaba hacia atrás su pelo mojado. Mace se deslizó en el
interior mientras Killian se apoyaba en el marco de la puerta y Jason se quedaba
parado detrás de él, con las manos en los bolsillos.
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El Club de las Excomulgadas
Johnny se volvió y disparó una mano para sujetar el cuello de la camisa de
Mace.
—No quise decir eso, hermano. Pero infiernos, ¿una esposa? ¿No
deberíamos tomarnos nuestro tiempo? ¿Hacer lo correcto? Es un paso malditamente
grande.
Johnny lo dejó ir, pero se quedó con sus puños en las caderas.
—Supongo que tienes razón —murmuró Mace—. Así que, ¿cuál es el plan?
¿Por qué siempre veían a él en busca de un plan? En este caso, era el menos
calificado para decidir. Pero como siempre, Johnny apretó los dientes y lo mantuvo
simple.
—Por supuesto que no. Pero, ¿desde cuándo hemos rehuido un desafío?
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Miró por encima de su hombro, mientras los gemelos se dirigían por el pasillo,
riendo y empujándose uno a otro hacia las escaleras.
Esa había sido la parte fácil. Ser buenos ciudadanos había sido la parte más
difícil. Ninguno había tenido los mejores ejemplos de masculinidad en sus vidas
para modelarse a ellos mismos después. No hasta Sam. Y Sam tenía sus problemas.
Era condenadamente, casi un ermitaño. Gruñón como el infierno con otras
personas. Más aún después de que Gracie hubiera fallecido.
Johnny había crecido más como Sam que los otros, pero no se había dado
cuenta de que era un problema hasta que llegó a tratar con el sexo opuesto.
Mientras que los gemelos y Killian nunca tuvieron ningún problema para encontrar
compañeras dispuestas, Johnny se había acostado con algunas. Su mirada seria
parecía asustar a las mujeres.
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Y si no se desanimaban con la forma en que las miraba, no tenía un pico de
oro. De hecho, no era capaz de poner dos palabras coherentes juntas, y mucho
menos encontrar una manera de poner a una mujer a gusto en su compañía.
—¿Con qué?
Lo que era una lamentable y maldita verdad que todos sabían demasiado
bien. La sangre les había fallado.
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Johnny maldijo entre dientes.
—¿Cómo ayudarías? ¿Vas a lisonjearla por mí? ¿Vas a decirle que gran
partido soy?
—Bueno, lo eres. Corres el riesgo de heredar una cuarta parte del Double
Tree. Y he visto cómo te miran las mujeres.
Killian sonrió.
—Sólo cito los hechos. No eres difícil de mirar. Y eres alto. A las chicas les
gusta eso. Y les gusta tu cabello. Les agradas mucho hasta que les das esa mirada
de mil yardas como si estuvieras disparando con el cañón de rifle.
—Esto no va a funcionar.
—Simplemente estás esperando que tropiece con una mujer y eso será el
final de esto. Estarás liberado de la responsabilidad.
—Tal vez.
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—Viéndote tratar de hablar dulce con una mujer… síp, va a ser lo más
divertido que he tenido en un tiempo. Entonces, ¿dónde quieres empezar?
La forma en que Killian lo dijo daba a entender que pensaba que Johnny se
había vuelto loco. Tal vez lo había hecho. Pero ella era la primera mujer en la que
había pensado cuando Sam había mencionado el estofado.
—Pero es cruel.
Johnny rastrilló su cabello con sus dedos y deseó haber pensado en traer una
banda de goma para atarlo. Sin embargo, Killian había dicho que a las chicas les
gustaba el pelo largo y lacio. No sabía por qué lo había conservado. Era el rasgo
más evidente que lo distinguía de sus hermanos. El último vestigio de la herencia
que había arrojado fuera cuando había huido de la vida en la reserva.
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Killian se empujó a través de la puerta de la cafetería. Johnny la atrapó antes
de que se estrellara en su cara, pero no dijo una palabra. Ya podía sentir su cuerpo
tenso ante la idea de hablar con la mujer.
Ahora mismo, sus mejillas eran color de rosa, una fina capa de sudor
brillando en su frente. Johnny miró fijo preguntándose, no por primera vez, si ella
sabría como todo lo que cocinaba.
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Ellie echó hacia atrás un mechón de su pálido pelo que le caía sobre sus ojos
color avellana con el dorso de su mano y luego miró hacia arriba. Su mirada
sobresaltada se encontró con la de él por un segundo, entonces rápidamente se
disparó hacia su hermano antes de desaparecer.
—Te miró a ti también. Hubiera mirado la cara fea de Ole Win si hubiera
tomado un asiento justo en frente de ella.
—Está cocinando sobre una estufa. Por supuesto, sus mejillas son de color
rosa.
Killian gruñó.
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—Sólo uno de nosotros puede casarse con ella, pero ya que eres un poco
retrasado en la arena del cortejo, es posible que necesites que una persona vea por
tus intereses. Puedo cerrar este trato para ti, hermano.
Johnny pensó en todas las veces en que había ensayado la línea de apertura
perfecta, pero se sentaba mudo cuando la atención de Ellie aterrizaba justo sobre él.
Podría utilizar un poco de ayuda.
—Digamos que estoy de acuerdo en dejarte ayudar. ¿Nadie más tendría que
saber?
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La puerta de la cocina se abrió de golpe y Ellie salió campante, con una
toalla sobre su hombro y una jarra de agua en su mano. Tomó dos vasos de debajo
del mostrador y puso uno delante de cada hombre.
—Supongo que no he tenido suerte —dijo, con tono enérgico—. ¿Qué será?
Tenemos pastel de carne y macarrones esta noche.
—Sólo pastel. Johnny aquí ha estado diciendo una y otra vez cuán bueno es
tu pastel.
—¿Lo hace? —Su mirada como cuchillo se desvió hacia Johnny y la sintió
rozar contra su mejilla. Ella se acercó más, su rostro a centímetros del suyo—.
¿Qué dices, vaquero? ¿Quieres que le ponga crema encima?
Tragó saliva ante su ronroneo gutural. Ningún sonido que alguna vez le
oyera hacer. Su polla se agitó y sus mejillas se calentaron.
—Vainilla —gruñó.
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Su mente se quedó en blanco durante un segundo.
—Sabe que no puedo decir una palabra que tenga algo de sentido a su
alrededor.
—Hasta que este lugar cierre. No comas ese pastel demasiado rápido.
—Estará pasado.
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Johnny bajó la cabeza y se volvió para ver a Ellie mientras rellenaba vasos,
haciendo una pausa para compartir una palabra o un chiste rápido. Tenía una
forma con sus clientes. Un destello descarado. Con sus otros clientes de todos
modos. La mayoría de las veces, simplemente lo ignoraba. O se burlaba de él, como
esta noche, hasta que no podía pensar por estar tan condenadamente duro.
Su cabeza se inclinó hacia atrás riendo de algo que una pareja le dijo, luego
se volvió para atraparlo mirándola.
Por una vez, no dejó que su mirada se deslizara fuera. Le sostuvo la mirada,
dejándole que notara a donde miraba, y luego quemó un rastro lento hacia abajo
por su cuerpo.
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Capítulo Dos
Ellie esperaba como el infierno que cualquiera que la mirara ahora
atribuyera sus mejillas rosadas al hecho de que había estado trabajando sobre una
estufa caliente. Lo último que quería era que la gente supusiera que era el poderoso
efecto que los dos hombres sentados en el mostrador tenían sobre ella.
Para ella, Killian tenía más sentido. Era fácil estar a su alrededor. Fácil
coquetearle. Johnny la asustaba casi hasta la muerte. Sus silencios y su expresión
estoica dejaban ver poco de lo que pensaba, y era por eso que de rato en rato cedía
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a la tentación de burlarse de él, sin piedad, hasta que su mandíbula afilada se
cerraba y se quedaba de esa manera. La chispa de ira, ya sea para ella o para sí
mismo, era por lo menos una reacción. La prueba de que llegaba a él.
Esta noche, había sido un poco más cruel de lo normal, su estado de ánimo
alimentado con la intensa atracción por ambos hermanos. Killian Logan había
coqueteado con ella delante de Johnny, pero llamó la atención sobre su hermano.
¿Por qué había hecho eso? Le inquietaba. Le daba comezón. Así que le había dado
vuelta a las cosas yendo tras el hermano, asegurándose de poner a Johnny tan
incómodo que sus cejas se juntaron por encima de esa mirada salvaje, y su rostro se
endureció como una piedra. Incluso su piel era de un tinte rojo más oscuro. Tal vez
había ido demasiado lejos.
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Tal vez eso era todo. Estaba descubriendo una atracción latente hacia los
chicos malos dentro de sí misma. O tal vez sólo necesitaba tener sexo y ellos
parecían la apuesta más fácil.
Ellie dio un paseo por la sala, la jarra de agua su excusa para tomarse su
tiempo antes de volver a la barra y servir pastel a los dos vaqueros robustos que
todavía la observaban en la forma en que un par de perezosos gatos mirarían a un
ratón.
Dos trozos redondos de helado después, deslizó sus platos a través del
mostrador.
—¿Café?
Recién salida de sus agrias burlas, dio un rápido asentimiento y les sirvió a
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ambos tazas humeantes. Cuando colocó una taza delante de Killian, él se estiró por
esta, sus dedos ásperos como lija deslizándose sobre los suyos antes de que tuviera
la oportunidad de irse. Ella malditamente casi la deja caer.
¿Dios mío, querían decir lo que estaba pensando? Imágenes de los tres, desnudos
y retorciéndose en una cama tenían su respiración acortada. Maldita sea, no te
desmayes ahora.
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Ellie respiró hondo y bajó su mano para limpiarla en su cadera.
A las seis y media, Ellie dio otra mirada furtiva al reloj. Johnny y Killian se
habían removido sin descanso en sus taburetes y luego se fueron, prometiendo verla
cuando cerrase. Al menos no había tenido que fingir que no estaba consciente de la
tensión arremolinándose en la habitación.
Ole Win era el último cliente. No había conseguido apurarlo hacia la puerta.
Su periódico estaba pegado a su nariz, pero su mirada se posaba en ella. ¿Había oído
la audaz invitación de Killian Logan? El viejo cascarrabias era el mayor chismoso de
los alrededores. Si esperaba el tiempo suficiente, la vería yéndose con los dos
hombres y su reputación estaría hecha trizas.
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Cindy Luckadoo llenó el último salero.
Se ocupó detrás del mostrador profiriendo insultos. Maldita sea si ella les
ofrecía crema también. Cuanto más rápido comiesen, más rápido podría salir por la
puerta y ver si Killian y Johnny habían hablado en serio.
Mientras observaba a ambos hombres comer sus postres, cerrando los ojos
en éxtasis, sacudió su cabeza. Eran hermosos. Mientras Killian y Johnny estaban
cortados con un sello más resistente, estos dos eran adonis rubios. Un par
coincidente que podría hacer suspirar a cualquier mujer.
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—¿Tienes una cita?
—¿Cuál es su asunto?
—Lo que sea que esté pasando a través de sus mentes en este momento…
—Bueno, no lo estoy —Al menos, no para ustedes dos esta noche. Tal vez—. Y
tienen que apurarse porque voy a cerrar en cinco minutos.
—Voy a estar afuera —dijo a su hermano, luego le dio a ella un rápido guiño
antes de girar hacia la puerta.
Levantó su cabeza para lacerar a Ole Win con una última mirada
exasperada.
Deambuló hacia afuera, pero dio una mirada por encima de su hombro al
salir, como si tuviera miedo de haberse perdido algo.
Anticipación puso su corazón a palpitar con fuerza. Ellie miró hacia Cindy
que estaba enderezando las servilletas en un soporte mientras trataba de ser sutil
observando al vaquero todavía sentado en el mostrador.
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Ellie se aclaró la garganta.
—De hecho, lo hice. —Su sonrisa era feliz, pero algo en sus ojos insinuaba
travesuras.
Una raspadura sonó detrás suyo, la valla sonó. Miró hacia atrás, pero algo
se dejó caer sobre su cabeza, cegándola. Manos agarraron sus muñecas, y dejó de
lado la bolsa de basura y trató de darse la vuelta, pero fue arrastrada hacia atrás
contra un pecho duro. Antes de que pudiera tomar una profunda respiración para
gritar, sus manos fueron puestas en libertad, y fuertes brazos envolvieron su
estómago, cortándole el aire.
—Shhh, soy yo, Mace Logan —llegó una voz burlona junto a su oído—.
Vamos a jugar un pequeño juego.
¿Plural? Ellie se retorció con fuerza dentro de su abrazo, pero sus brazos de
acero no cedieron un ápice.
—Mira, idiota, es mejor que me dejes ir antes de que esto vaya demasiado
lejos. No creas que no voy a presentar cargos.
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—No hay motivo para eso. Juro que no te haremos daño. No vamos a hacer
nada que no quieras.
—¿Acaso Killian te metió en esto? —¿Era esto lo que había tenido en mente
cuando le había dicho que estuviera lista?
—No, pero parece que todos teníamos más o menos la misma idea.
Ellie pisoteó su mocasín sobre su bota, se giró dentro de sus brazos, entonces
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Ellie dio un gruñido de exasperación.
¿Eso crees?
—¿A qué?
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Killian le dio una sonrisa torcida.
—No digas esa palabra para mí. Lo que estoy en este momento es loco. Esta
fue una idea tonta.
Johnny golpeó el volante con su mano. Había huido. Supuso que esa era
respuesta suficiente.
—Vámonos a casa.
—¿Vas a darte por vencido? ¿Sólo así? —Su boca fruncida, entonces su
cabeza se volvió hacia Johnny—. Tal vez quiere que le demos un poco de caza para
apreciarla cuando la atrapemos.
—Vámonos a casa.
Killian suspiró.
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—Estoy más triste de lo que puedo decir por qué esto no funcionó.
Realmente estaba considerando manosear su piel de almidón.
—No vas a darte por vencido tan fácil, ¿verdad? ¿Qué hay de Sam?
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dispuesta mujer. Una mujer atractiva, con las mejillas sonrosadas y una mirada de
lince. Ahora tendría que escuchar los sonidos que sus hermanos hacían mientras
entretenían a una chica. Y sería una chica, pensó con amargura.
¿Qué demonios estaba haciendo Ellie aquí? ¿Y con los gemelos? ¿Y de qué demonios
Ellie estaba sentada en una silla de la cocina, sus manos detrás como atada.
Cuando su cabeza giró en su dirección, sus ojos chispeaban de ira y un furioso
rubor coloreaba sus mejillas.
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Mace y Jason levantaron la vista de dónde se arrodillaban al lado de ella,
atando otro nudo.
—Bonitos nudos.
Ellie farfulló.
—Desátame ahora.
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—Sabes que no quisieron hacerte ningún daño —dijo Killian, su tono
uniforme y por una vez sin una pizca de humor astuto.
Johnny se adelantó, agarró los brazos de la silla y le dio la vuelta con fuerza,
tirándola para que lo mirara directamente. Luego se inclinó tan cerca que estaban
casi nariz con nariz.
El silencio los encerró por fin, cuando las risas de los gemelos se
desvanecieron. Sabía que todos lo miraban fijo, esperando a ver cómo iba a resolver
este problema. Su enfoque se estrechó mientras la miraba. Esto era entre ellos dos.
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A pesar de cómo había sucedido, este momento había sido inevitable. Por una vez,
las palabras adecuadas se derramaron.
—Tal vez no lo hicieron correctamente, pero eso no quiere decir que esto
tenga que acabar mal.
Su pecho se movía con sus respiraciones cortas. Sus pezones como perlas
contra la camiseta delgada tensada por la posición de sus brazos.
—No apruebo la forma en que te trajeron, pero estás atrapada aquí ahora.
—¿Quieres hacer esto bien? —dijo en voz baja—. Llévame a casa ahora.
—La verdad ahora. Esto es lo más divertido que has tenido, ¿no es así? O
podría ser.
Más que un poco sorprendido por las consecuencias, Johnny luchó con la
repentina oleada de calor rugiendo a través de su cuerpo. La visión de ella,
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temblando de rabia, atada y vulnerable, disparó lujuria directamente a través de él.
¿Qué demonios decía eso acerca de la clase de hombre que era?
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Capítulo Tres
Ellie se ahogó en ese beso, arrastrada por el movimiento de sus firmes labios.
¿Cuatro hombres guapos empeñados en tenerla? ¿Ellie Harker? Si esto fuera una
novela romántica, como las traviesas que prefería, la determinación de la
protagonista se marchitaría bajo sus fuertes voluntades ahora mismo.
Pero entonces, ¿dónde estaría? ¿Una única noche sórdida con los chicos Logan?
¿Una reputación manchada con pocas esperanzas de encontrar a un hombre decente dispuesto
a pasar por alto la mancha? Apretó sus dientes alrededor de su lengua y mordió, luego
abrió los ojos.
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—¿Acaba de morderlo? —dijo uno de los gemelos, luego se echó a reír.
Las manos de Johnny sujetaron sus hombros, dándole un firme pero suave
apretón de advertencia.
—Simplemente nos está recordando que tiene opciones, incluso si está atada
a una silla, ¿verdad, cariño?
—¿Una esposa?
—Una prueba... —repitió tontamente. ¿De verdad acaba de decir que la querían
no como un juguete, sino como una esposa? —¿Elegir?
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Negó. —Están locos.
Gruñó, sin dar crédito a su encanto natural, tan locuaz como cualquier
vendedor de autos usados tratando de deshacerse de lo peor en su lote.
Su expresión se suavizó.
—Cariño, estás llena de descaro, pero he visto la forma en que nos miras. La
forma en que lucías cuando Johnny te besó.
¿Se había dado cuenta de eso? Señor, casi se había derretido en un charco.
—Debes pensar que soy una gran puta incluso para considerar su propuesta.
—Si fueras una puta, no habrías sido nuestra primera opción. Queremos
niños, y queremos saber que son nuestros.
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La sonrisa de Killian se estiró ampliamente.
Ellie se relajó contra el duro respaldo de la silla y cerró los ojos. Para mayor
privacidad. Puesto que no le permitirían ninguna. Sabía que esperaban su
respuesta.
Sabía cuál debería ser su respuesta, lo que una buena chica diría, pero
entonces estaría de vuelta en el punto de partida; preguntándose cuándo
comenzaría el resto de su vida. Y esto se sintió como un nuevo comienzo. Aunque
se dijo a sí misma que esto era probablemente sólo una elaborada y sexy trampa
Abrió los ojos, en busca de la mirada fija de Johnny primero, como si fuera
natural buscar su aprobación.
Johnny apoyó su trasero contra uno de las encimeras, viendo como Ellie
tomaba el control de la cocina, marchando como un general mientras gritaba por
cacerolas, ollas e ingredientes, que los hombres saltaban con entusiasmo a ofrecer.
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No él, sin embargo. Observaba, permaneciendo en silencio. Tenso
interiormente, porque luchaba contra la excitación. Alguien, tal vez varios, estarían
compartiendo su cama una vez que hubiera hecho su elección. Comprendía que
ahora estaba afirmándose a sí misma para que supieran que no sería metida en algo
que no quería.
Estaba bien con eso. Al menos, había dejado de insistir en levantar cargos.
No es que una o dos noches en la cárcel no fuera una mala idea para sus dos
hermanos adoptivos más jóvenes. Mace y Jason habían ido demasiado lejos. Como
siempre lo hacían. Empujando los límites de la tolerancia de la gente con sus
travesuras de espíritu libre.
Y, sin embargo, Ellie parecía a gusto con ellos, los tenía colgando sobre ella
¿A cuál elegiría al final? ¿Cómo se decidiría el concurso? ¿Sería el que fuera mejor en
la cama? ¿Quién era más amable? ¿Quién la trataba más como a una reina?
Perdería con seguridad porque no podía ser de otra manera a como era. Por
ella, sin embargo, anhelaba ser el mejor hombre. Quería ser el hombre quien la
llamara “esposa”.
Ellie levantó la vista entonces y le dio esa mirada. La que había tenido a los
otros hombres correteando bajo sus órdenes.
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todos estaban sentados a la mesa y engullendo la comida que había creado a partir
de cero. Sam no tendría ninguna queja sobre su cocina.
—Sam tendría nuestros pellejos por lo que esos dos patanes hicieron —
murmuró Johnny.
—Sam nunca los adoptó a todos —continuó cuando nadie saltó a responder
su pregunta.
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—Yo no —espetó él—. Sam es un buen hombre.
Johnny podía ver lo incómoda que estaba y le dio a su hermano una mirada
de reproche.
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Una ceja arqueada.
—Ser amigos, disfrutar del sexo; ¿por qué tiene que ser sobre el amor? Son
sólo las hormonas.
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Ellie sonrió, luciendo un poco avergonzada.
—¿En serio?
Killian le dio un ceño fruncido, luego le dio a Ellie una sonrisa fácil.
—Una mujer puede sentirse solitaria para charla de chicas —dijo Johnny,
ignorando la mirada de advertencia de Killian. Ellie tenía derecho a saber, desde el
principio, como sería.
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El Club de las Excomulgadas
¿Eso Significaba que lo estaba pensando? Un pie se conectó con su espinilla.
Killian resopló.
—¿Quieres decir que vas a seguir con esta farsa? Hemos tenido nuestra cita.
Hice su cena. Ahora me gustaría ir a casa. Tengo que trabajar por la mañana. Una
cafetería que dirigir.
—Tampoco te vas. —Johnny se levantó lentamente, hasta que una vez más,
la empequeñecía.
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El Club de las Excomulgadas
más, su lengua salió para humedecer sus labios.
—¿En plural?
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El Club de las Excomulgadas
Johnny comenzó a ir en su busca.
—Déjame hablarle primero. Es una dama y esto tiene que ser más que un
poco chocante. Estás luciendo demasiado cruel como para lograr que haga algo
diferente a correr más rápido.
—Me dirijo a ver a Zach —dijo Johnny, citando el nombre de uno de sus
peones para hacerlo parecer menos como una mentira—. Me aseguraré de que no
necesita una mano en el granero. Ustedes… los platos.
Con eso, salió por el camino opuesto, a través del cuartito de la entrada de la
cocina. A lo lejos podía ver a Ellie caminar con la cabeza alta, los brazos
balanceándose, Killian caminando hacia atrás a su lado. No podía oír lo que estaba
diciendo, pero seguro que no parecía que Killian estuviera logrando cambiar su
opinión.
Maldita sea, ¿podrían haber salido peor las cosas? Se volvió hacia el granero, a
cosas que entendía mucho mejor que la mente femenina.
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El Club de las Excomulgadas
—¿Te parece que estoy escuchando una palabra de lo que tienes para decir?
—Cariño…
—No soy así. No soy alguna desesperada y caliente mujer... alguna puta que
va a saltar de cama en cama para decidir quién es el mejor amante.
—Oh, te quiere aquí. Sólo que no tiene mucha experiencia con las mujeres.
No sabe cómo pedirlo.
—No, pero somos cercanos. Lo conozco mejor que nadie. Vino aquí al
mismo tiempo que yo. Desde el mismo día en la corte. Sam se sentó en la parte de
atrás mientras el juez nos condenó a...
—¿Por qué?
—Robo de alimentos.
Tragó duro y miró hacia otro lado. La idea de estos dos hombres fuertes y
orgullosos estando lo suficientemente hambrientos como para robar hizo un corte
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profundo.
—Johnny no sabe cómo pedir lo que quiere. —Su voz bajó—. Espera a ver
lo que se le ofrece, ya que no cree que se merezca más. Si esperabas que te pidiera
que te quedes, estarías esperando toda tu vida. Eso no quiere decir que no lo quiera.
Ellie envolvió sus brazos sobre su vientre. Un abrazo que sólo ella podía
darse. Johnny parecía un sueño imposible.
—No me importaría estar ahí para asegurarme que las cosas funcionan entre
ustedes. Que los dos encuentran una manera de comunicarse.
—Creo que si tiene problemas para hablar contigo ahora, será un maldito
mudo cuando te tenga debajo de él. Lo conozco. He tenido años leyéndolo.
Juzgando sus estados de ánimo. No hay mucha expresión para leer, pero puedo ver
lo que le agrada, lo que le da miedo, lo que lo impulsa. Ponte a mi altura, Ellie. ¿Lo
quieres?
—¿Caliente?
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Agachó su cabeza para mirar fijo hacia sus pies antes de continuar.
La verdad era que, tenía miedo. Johnny era más intenso, más que cualquier
hombre al que había conocido. Sólo habían intercambiado una docena de palabras
a través de los meses, pero esas pocas eran las que recordaba. ¿Podría manejar ese tipo
de intensidad de manera permanente?
—¿Y si no quiero tomarlo con calma? Tal vez no quiero estar en control.
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El Club de las Excomulgadas
—Yo tampoco. Pero no podemos dejar que esto vaya demasiado suave.
Tenemos que mantener a Johnny lejos de la tierra firme. Tiene que pensar que debe
que competir por tu afecto. ¿Eres tímida sobre desnudarte alrededor de un grupo de
hombres?
—Johnny se irrita más cuando ellos están jugando alrededor. Va a ser más
propenso a quebrarse si están en la mezcla.
Soltó un bufido.
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El Club de las Excomulgadas
—¿Y eso es algo malo? —preguntó, sus ojos arrugándose en las esquinas.
—No hay garantías en la vida, Ellie. A veces tienes que caminar por el
borde.
Registró su mirada firme, pero no encontró las respuestas allí. Sólo el tiempo
diría sus verdaderas intenciones. Lentamente, deslizó sus brazos alrededor de su
espalda y se relajó dentro de su abrazo.
—Síp. —Sus labios se torcieron de nuevo—. Parece oscuro como una nube
de tormenta. ¿Estás lista para esto?
—A cada paso del camino. —Y entonces la besó, tomando su boca con una
confianza que hizo que sus rodillas se doblaran.
Su boca frotó contra sus labios hasta que abrió, aceptando el empuje de su
lengua.
Fue extrañamente tranquilizada tanto por su magistral beso como por lo que
había dicho. No tenía ni idea de cómo iba a funcionar, ni de que debía esperar, pero
por una vez, simplemente se soltaría. ¿Qué era lo peor que podría pasar?
Tendría una noche que nunca olvidaría con cuatro vaqueros guapos. Una
aventura sensual que nunca habría imaginado emprender.
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de su deseo golpeando suavemente contra su vientre.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Cuatro
Johnny estaba de pie, su espalda contra la pared, piernas separadas mientras
escuchaba el sonido del agua corriendo. Se preguntó si ella esperaba que se
quedaran dormidos antes de terminar.
—Dale una oportunidad para relajarse —dijo Killian desde la cama, donde
estaba sentado, apoyado contra la cabecera—. Hemos empujado duro llevándola
tan lejos. Deja que la idea ahonde.
Johnny no quería más que estrellar la puerta en las caras sonrientes de sus
hermanos, pero abrió más amplio, admitiéndolos. Killian había dicho que ella
quería esto. Ser el objeto de sus atenciones combinadas. Una fantasía.
Johnny aún no se quitaba sus botas, sin saber si podría estar en la misma
habitación cuando las cosas se desarrollaran. La idea de todos los demás en un
enjambre con ella, lo hacía sentirse incómodo. No porque realmente pensase que
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El Club de las Excomulgadas
era sórdido, sino porque no estaba seguro de que tendría lo necesario para entrar en
el juego. Nunca había hecho algo así, ni siquiera había visto una película porno
para ver una escena de ménage que luciera así. No es que no entendiese cómo
podría funcionar.
Su pecho subió; una respiración profunda sopló entre sus labios apretados.
Que sus pensamientos estuviesen tan cerca de los suyos casi lo hizo sonreír.
No era tan dueña de sí misma como le gustaría pretender. La mano apretada con
fuerza cerrando la toalla dejaba traslucir su nerviosismo.
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El Club de las Excomulgadas
Johnny se apartó fuera de la pared y se le acercó por detrás, colocando sus
manos suavemente sobre sus hombros.
—Si algo no te gusta todo lo que tienes que hacer es decirlo y nos
detendremos.
Su mirada dejó la vista de sus bonitos pezones rosados para dar una
advertencia a sus hermanos. Pero ni uno ofreció un comentario sucio.
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El Club de las Excomulgadas
Los ojos de Killian se estrecharon mientras miraba. Se dio la vuelta en la
cama, dejando caer sus piernas por el borde, y se levantó. Se dirigió hacia ella, sus
manos levantándose justo cuando estuvo al frente para ahuecar su rostro. Se inclinó
y le dio un suave beso, luego levantó la cabeza para mirar a Johnny.
Los otros habían visto más de ella que él, pero esta vista de su trasero era
casi perfecta. Su cuerpo era pequeño, su cintura profundamente mellada por
encima de bonitas y ardientes caderas. Sus nalgas eran exuberantes y redondas en
forma de corazón, pensó, luchando por encontrar las palabras para catalogar sus
Sus nalgas se sacudieron un poco por sus piernas rígidas, pero lo siguió,
dejando que la llevase hacia los gemelos. Cuando dejó caer su mano, dio un paso
atrás, volviendo a ocupar un puesto junto a Johnny mientras los gemelos se
acercaban, intercalándose entre sus pechos desnudos.
Se enfrentó a Mace.
Johnny maldijo en voz baja. Estaba a punto de tener relaciones sexuales con
los gemelos, pero no podía siquiera distinguirlos.
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El Club de las Excomulgadas
—Mace es el mayor idiota. Yo no tanto.
Mace se levantó de puntillas y se rió entre dientes mientras hacia lo que sea
que estaba haciendo; ¿acariciando su trasero? Su mirada nunca dejó la de su hermano
cuando se retiró. Luego agarró la cinturilla y jaló los pantalones hasta los muslos.
Jason se rió y dejó caer las manos. Empujó hacia abajo sus pantalones y dio
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El Club de las Excomulgadas
un paso sobre ellos mientras liberaba sus pies. Luego la giró para que lo enfrentará
mientras su hermano se deshacía de sus pantalones también.
Jason agarró su culo y la levantó de sus pies. Sus piernas colgaron por un
momento, luego se levantaron para abrazar su cintura.
Johnny sintió que todo su cuerpo se apretaba ante la intimidad del abrazo,
celoso como nunca antes porque no había sido el primero en sentir ese agarre.
Johnny deseaba ser quien mirara allí. Haría mucho más que mirar.
—Así es —dijo Jason, rozando sus dedos a través del pelo claro que cubría
su montículo—. ¿Pero realmente quieres ser capaz de distinguirnos?
—Porque ya estoy...
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El Club de las Excomulgadas
—Eso también. Iba a decir temblando. —Sus brazos aterrizaron sobre el
colchón, dedos hundiéndose en la cama mientras su espalda se arqueaba
ligeramente en respuesta a la lenta e íntima caricia.
Johnny se maldijo a sí mismo y tiró fuera de sus botas, con prisa ahora para
asegurarse de que Ellie estaba bien con lo que estaba pasando, y porque no quería
perderse nada.
***
Ellie se retorcía como un animal salvaje. Todo era demasiado. Eso lo dijo,
pero los gemelos se rieron. Ya había olvidado cual era cual, pero uno estaba
arremolinando un dedo en su coño y otro acariciaba la palma de su mano por
encima de su aceitoso vientre inferior y montículo.
Killian la hizo callar, sus dedos pellizcando su pezón más duro hasta que
ella tomó su mano sobre éste y trató de arrastrarla.
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El Club de las Excomulgadas
con un pulpo, demasiadas manos y dedos arremolinándose y pellizcando.
¿Y dónde diablos estaba Johnny? ¿Se había disparado fuera de la habitación con
disgusto? Dio un sollozo irregular luego sintió el colchón inclinarse una vez más.
Johnny se hizo visible en el lado opuesto a Killian. Pero no se detuvo. La levantó,
luego se deslizó detrás de ella, reclinándola y tomándola contra su pecho, estirando
sus largas piernas a ambos lados de las de ella mientras se sentaba contra un
montón de almohadas.
Negó con la cabeza, incapaz de responder. Todo su cuerpo estaba tan tenso
que se sentía frágil.
Killian se estiró entre sus piernas y levantó uno de los muslos, el gemelo a su
lado levantó el otro. La abrieron, instándola a doblar sus rodillas, luego
empujándolas hacia su pecho, donde las manos más oscuras de Johnny llegaron
para deslizarse en el interior del doblez para sostenerla arriba y abierta.
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El Club de las Excomulgadas
Su sexo estaba expuesto para que todos lo vieran, sus labios divididos, aire
fresco tamizando sobre su carne resbaladiza.
El gemelo cerniéndose sobre su sexo acarició con un dedo sobre sus pliegues
externos, luego pasó la punta a lo largo de los plegados bordes rosados del conjunto
interior. Cuando se detuvo, ella maulló.
Johnny tiró suavemente sobre sus muslos, abriéndolos más. Killian metió un
dedo en su boca luego utilizó la punta mojada para girarla sobre su clítoris. Esta
vez, su respiración siseada no era porque la sensación la sacudió, sino porque se
sentía tan condenadamente bien.
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El Club de las Excomulgadas
Su boca se deslizó por su mejilla, luego encontró la de ella, atrapando sus
gemidos, tomando su aliento. Su lengua se encontró con la suya para jugar, la
punta empujando la de ella, luego retirándose, entonces acariciando cada vez más
profundo.
Cuando se calmó, abrió los ojos para encontrar a tres hermanos observando
Se maravilló sobre lo extraño que era encontrarse aquí. Tres hombres que
apenas conocía se cernían a su alrededor, sus cuerpos tensos por la excitación,
pollas que sobresalían contra sus vientres; excitadas por la vista de ella.
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El Club de las Excomulgadas
Envolvió sus dedos alrededor de él, excitada al descubrir que aún no estaba
satisfecho. Estaba grueso, largo, completamente recto. Su boca se hizo agua.
Una mano se posó sobre una de sus nalgas, deslizándose sobre su piel. Otra
ahuecó su coño, presionando contra este con firmeza. Pulsó hacia atrás, dándole
permiso a cualquier hermano para continuar, frotándose sobre la palma áspera y
abrió su boca para chupar la cabeza de la polla justo en frente suyo.
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penetrándola desde atrás. Ahuecó las bolas, amasando suavemente las esferas
duras, rodándolas en su palma, luego agarrándolas para tirar con más fuerza,
calibrando su comodidad por la profundización de su respiración y los temblores de
sus muslos.
—Eso es, nena. Diablos —dijo el gemelo, bombeando más rápido, más
profundo, deslizándose sobre su lengua, empujando contra la parte posterior de su
garganta.
Se atragantó.
Johnny maldijo a su lado. Lo que significaba que Killian estaba jugando con
su coño. Eso estaba bien. Que Johnny observe. Le daría un espectáculo que nunca
Jason se rió entre dientes. Sus dedos acariciaron su vientre, luego se lanzó
hacia su coño de nuevo, dedos haciendo un túnel en la parte superior de sus
pliegues mientras Killian hundía otro dedo dentro de ella.
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El Club de las Excomulgadas
Una vez más, gritó, pero mantuvo sus labios envueltos alrededor de los
bordes de sus dientes. Miró arriba hacia Mace, cuyo rostro era una máscara tensa,
manchas rojas coloreaban sus mejillas.
—¿Lo tragarás?
¿Cómo espera que responda con la boca repleta de su polla? Le guiñó un ojo.
Ante el primer chorro caliente, dio un grito ahogado, casi tan excitada por
su explosión como él. Con su cabeza lanzada hacia atrás, su expresión retorcida en
exquisita agonía, sintió un cierto orgullo al ser responsable.
Cuando Mace liberó su polla lentamente, ella se sentó sobre sus piernas,
pasándose la parte posterior de su mano por la boca, moviendo su mirada de un
hombre a otro, finalmente llegando a Johnny, cuyo rostro era cualquier cosa menos
pedregoso.
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El Club de las Excomulgadas
Sus ojos ardían con calor. La piel cubriendo sus mejillas estaba tensa,
revelando los afilados y altos bordes.
Cuando su cabeza fue dejada caer por encima del borde del colchón y sus
muslos fueron apartados, tuvo una idea de lo que vendría después.
Pero su risa murió cuando sus piernas fueron empujadas hacia arriba juntas
hasta que sus muslos se presionaron contra su pecho. No entendía que quería Jason
hasta que gel frío fue frotado alrededor de su pequeño agujero trasero.
Empujó su lengua contra la polla de Killian, sus manos contra sus caderas
para desplazarlo, pero él tercamente empujó hacia adelante y se mantuvo inmóvil
dentro de su boca.
—Está bien, ya sabes. No te van a follar ahí. No con sus pollas, cariño. Esto
es para ti.
¿Esto era para ella? Murmuró en voz alta alrededor de su polla, alarmada
mientras el dedo giraba y giraba y la tensión la apretada con fuerza. Cuando el
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El Club de las Excomulgadas
dedo empujó contra la apertura, metiendo la punta justo en el interior, pensó que
iba a morir. No era virgen allí, ni mucho menos, su último novio la había
engatusado durante meses hasta que había cedido. No era algo que realmente
hubiese disfrutado.
Y ahora todos estaban mirando su culo, viendo a uno de los suyos hacer
algo sucio mientras estaba completamente a su merced. Continuó dando quejas
apagadas.
—¿Te duele?
—¿Lo hace?
—¿Tienes vergüenza?
—¿A ti no te daría?
—Es diferente. Somos hombres. Chicos hetero —dijo, dándole una mirada
mordaz—. Nos gusta hacerlo, no recibirlo.
—¿Estás segura?
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El Club de las Excomulgadas
Los dedos de Jason se arremolinaron de nuevo sobre su agujero, y se esforzó
por levantar su cabeza y lanzarle una mirada fulminante.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Cinco
Ellie giró su cabeza para mirar a Johnny, quien se inclinaba contra la
cabecera de la cama con sus brazos cruzados sobre el pecho. Por la tensión en su
mandíbula cuadrada, sabía sin tener que preguntar que él sería el primero, tal vez el
único en reclamar su coño esta noche.
Tragó duro, luego gimió, los músculos de su cuello ardiendo por el esfuerzo
de sostener su cabeza hacia arriba. La dejó caer sobre el borde del colchón otra vez,
tanto para aliviar la tensión como para ocultar su propia expresión. Verían en un
instante lo mucho que lo quería.
—¿Comprendes ahora?
—Déjanos tomar las decisiones esta noche, ¿de acuerdo? Nos encargaremos
de ti.
Y entonces se inclinó sobre ella, una vez más, guiándose a sí mismo dentro
de su boca. Esta vez, cuando los dedos de Jason jugaron con su culo, agradeció que
su rostro estuviese oscurecido incluso si tenía que cerrar los ojos para no ser cegada
por las bolas de Killian balanceándose.
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El Club de las Excomulgadas
los profundos gemidos que él daba mientras penetraba su boca.
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El Club de las Excomulgadas
—Johnny es más afortunado de lo que imagina —susurró contra su boca.
—¿Vas a decirle?
—Es por eso que encenderemos el aire acondicionado. —Le guiñó un ojo,
luego le tendió la mano.
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—Vamos. —Tiró de ella hacia arriba—. Sin ropa. Esa es la regla.
Resopló y se echó a reír, mirando hacia atrás para ver a Johnny deslizándose
Killian la apretó.
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El Club de las Excomulgadas
Su mano enganchó la de ella y dio un paso atrás, dejando que su mirada lo
recorriera, hasta que cada parte de su cuerpo se ruborizó. Su pecho estaba cubierto
de pelo castaño oscuro que se estrechaba sobre su vientre, luego se desplegaba de
nuevo hacia su ingle. Su polla era gruesa, de color rojizo, y ligeramente curvada
hacia arriba.
Johnny gruñó.
Ellie sacudió la cabeza y se dio la vuelta, alejándose lo más rápido que pudo
sobre piernas temblorosas, la suave risa de Killian la siguió hasta la sala de estar.
Quizás Killian sólo tenía un poco de razón. Estaba empezando a pensar que
a Johnny le gustaba compartir a su mujer más de lo que jamás admitiría. Le daba la
oportunidad de liberarse de su quietud, una razón para afirmar una posesividad que
nunca se dejaba a sí mismo sentir.
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El Club de las Excomulgadas
Tal vez ser una esposa entre los Logan no era el tipo de relación que siempre
había soñado tener, pero no iba a mofarse de ello por más tiempo. Podría ser su
más salvaje fantasía hecha realidad.
***
Sin embargo, verla tomar a Killian y a Mace no había sido tan placentero.
¿Fue porque no había estado tocándola? Se había sentido como un voyeur, mirando a la
mujer que quería siendo utilizada. Había terminado con gemidos guturales que le
habían molestado al borde de la violencia. ¿Lo había estado pinchando? ¿Era un tonto
al pensar que ella incluso le había dedicado un pensamiento?
Se pasó una mano por el pelo, caminando con fuertes pisotones por el
pasillo. Sabía que Killian la deseaba, pero al principio lo había hecho parecer como
si estuviera preparando esto para él.
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El Club de las Excomulgadas
Vaciló en el pasillo, agarrando su polla y preguntándose si sería más sabio
masturbarse antes de ir, pero entonces oyó la risa venir desde la sala de estar. La de
ella.
Mace sonrió.
Johnny sintió sus ojos estrecharse, irritado de que los gemelos tuvieran su
atención, y que consiguieran hacerle olvidar por un momento que estaba tan
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El Club de las Excomulgadas
desnuda como ellos. Él no podía ignorarlo. Sus pechos eran encantadores, globos
redondos, con pezones rosados como algodón de azúcar. Su vientre estaba
ligeramente redondeado, femeninamente. Su montículo estaba cubierto de finos
rizos pálidos. Por todas partes donde miraba era suave y femenina, y puesto que la
había abrazado, sabía que el aroma era igual de dulce.
—Cerveza, ¿alguien?
Una mujer que parecía no tener la modestia que se quejaba que sus
hermanos no poseían.
Ella se sentó entre los gemelos, sus piernas estiradas y juntas, los dedos de
los pies apuntando hacia el fuego.
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—Hace picar. —Se quejó.
—Supongo que podría —dijo, poniendo los ojos en blanco—. Pero entonces,
no estaría exactamente descansando, ¿verdad?
—Tal vez estaría más segura con Johnny —dijo Killian, pensionando los
labios.
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El Club de las Excomulgadas
Johnny sintió su respiración venir más rápido, vapor levantándose de su piel
caliente.
—Tengo opciones, ¿no? —dijo ella, su expresión casi tan maliciosa como la
de Killian.
Johnny sabía que había sido manipulado. Que todos en la sala se habían
asegurado de que no pudiera echarse atrás en el desafío. Se estiró hacia un costado,
sintió el golpe de la botella fría contra su palma. Esperó mientras Mace se deslizaba
lejos, entonces se arrodilló a su lado y luego se sentó con sus piernas estiradas.
Tomó un lento sorbo de su cerveza.
Ella tragó, pero echó hacia atrás su cabello. Luego se puso de rodillas y se
inclinó hacia Johnny, sin encontrar su mirada mientras se agarraba de sus hombros
y se subía encima de él. Sus rodillas se acurrucaron cerca de su cadera. Su coño
suspendido sobre su sexo.
Estaba tan húmeda, tan caliente, que casi gimió en voz alta. Pero forzó su
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rostro en una máscara, observando cada expresión, cada movimiento mientras
trabajaba su camino abajo por su polla.
—Retrocedan —espetó.
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—¿Qué vas a hacer al respecto? —preguntó Mace, sonriendo como un
mono—. Esto es demasiado divertido.
Ellie miró a Killian. Algo parecía pasar entre ellos. ¿Desde cuándo estos dos se
habían unido lo suficiente como para leerse las mentes el uno al otro?
Johnny comenzó a preocuparse cuando ella frunció los labios. ¿Esperaba que
la besara? Así las cosas, él estaba colgando de un hilo.
—Me gustaría dejarlos solos para que terminen su cerveza, pero puede ser
que se olviden de nosotros.
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El Club de las Excomulgadas
Johnny rompió el beso. La visión de sus labios y su desenfocada mirada lo
llenaron de un sentido de posesión. Había puesto esa mirada allí. Asintió hacia
Jason.
Cuando tragó, ella suspiró. Jason la bajó de nuevo por la polla de Johnny.
Ella apoyó la cabeza contra su hombro.
—Kill…
—Síp, ¿Johnny?
Killian se echó a reír, pero rápidamente arrancó las cervezas de sus manos.
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Jason pasó por encima de su pierna para alejarse.
Johnny cerró sus ojos, oró por control, pero ya era demasiado tarde. Su
caliente humedad rodeaba cada pulgada de él, sutiles contracciones ondularon a lo
largo de su eje. Se hizo hacia atrás, casi liberándose, entonces se estrelló hacia
adelante, gruñendo duro, ya incapaz de controlar su respiración más de lo que
podía controlar el aceleramiento en su ingle que alimentaba sus urgentes
movimientos.
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El Club de las Excomulgadas
fricción, tensión apretando sus bolas, sus muslos, hasta sentir que estaba cerca, sus
empujes acortándose y afilándose.
Le dio lo que necesitaba, poniendo sus rodillas más cerca, deslizando una
mano por debajo de su culo para mantenerla presionada, entonces golpeando más
duro. Ella gimió audiblemente y su cuerpo se puso rígido. No pudo contenerse un
momento más, empujando su cara contra su hombro para ahogar su grito mientras
—¡Mierda! ¡Mierda!
—Me imagino que Ellie es una buena mujer. No hay mucho de qué
preocuparse. Y no has estado con nadie en mucho tiempo, ¿verdad?
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Killian, pero no mirar a los ojos de Ellie, y todavía la estaba follando.
—No necesito ningún hombre que haga lo correcto por mí. No por
obligación.
—¿Terminaste?
—Estoy bien. Sólo... sólo dame un poco de espacio. Y necesito una toalla o
tendrás que lavar esta alfombra.
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Johnny se apartó para darle privacidad, entonces apuntó miradas
fulminantes hacia el resto de los chicos.
—Fue bueno.
Ella resopló.
—No era como lo imaginaba tampoco... pero estaba bien con ello. Hasta
que derramaste agua fría sobre mí.
—No te dejaría.
Su expresión se suavizó.
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El Club de las Excomulgadas
—Creo que esa es otra primicia. Una sonrisa genuina. Eres un hombre
guapo, Johnny Logan.
—Para que no vayas pensando que voy a ser fácil de aquí en adelante.
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Capítulo Seis
Ellie sintió un tirón en su pelo, y se estiró hacia atrás para espantar los dedos
cuando tiraron de nuevo. Murmuró y se acurrucó más profundamente en la calidez
rodeándola.
Le dirigió una mirada perniciosa, notando por primera vez que estaba
vestido. ¿Había venido para llevarla de regreso a casa? Sintió que su expresión caía.
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El Club de las Excomulgadas
Pasó rápidamente a través de una ducha y se vistió con sus jeans y su
camiseta de la cafetería. Cuando paseaba por el salón hacia la puerta, oyó un
relincho.
—¿Van a montar?
Johnny tiró de sus riendas, guiando a su caballo junto a las escaleras, luego
pateó liberándose de su estribo y le tendió la mano.
Johnny curvó sus dedos dos veces, un gesto que estuvo tentada a decirle que
podía funcionar mejor con un perro, pero contuvo su comentario agrio, porque no
quería echar a perder la sorpresa.
Johnny le dio una mirada reconfortante por encima de su hombro, pero esa
mirada también logró hacer que se calentara por todas partes.
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—No voy a dejar que nada te pase —dijo, su voz un gruñido oxidado.
—Es hermoso.
—¿No lo crees?
Se encogió de hombros.
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—Te lo dije. No estoy dando nada por sentado.
Arrugó la nariz. —Un poco. Debes pensar que soy una cobarde.
Killian sacó una manta fina de una alforja y la extendió en el suelo. Johnny
trajo una bolsa de papel desigual y un termo y se arrodilló sobre la manta. Sacó tres
manzanas y un trozo de queso.
—Esto está bien. Sólo lo suficiente —le aseguró, feliz de que hubieran
planeado pasar un tiempo a solas con ella—. ¿No hay nadie más por aquí?
Killian sonrió.
—Nadie más que nosotros. Enviamos a los peones a controlar otras cercas.
Ven a tomar asiento. Vamos a alimentarte.
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dulce y gimió. No se había dado cuenta de lo hambrienta que estaba.
—Basta.
—¿Así que has vuelto al argumento de ventas? ¿Vamos a hablar del pastel
otra vez?
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El Club de las Excomulgadas
—¿Aquí?
—Te alimentamos.
Los labios de Johnny temblaron. Ese toque de humor era más sexy que
cualquier otra cosa que se le ocurriese en este momento. Y ya que no parecía en
desacuerdo con la idea que Killian propuso, ella se reclinó sobre sus brazos.
Se quedó sin aliento y los miró. Ambos muy guapos. Los dos cuerpos se
tensaron, como si esperaran su consentimiento antes de saltar a la acción. La idea
de esto era una deliciosa burla que se tamizó a través de su mente.
La luz del sol, la hierba fresca; dos hombres bien constituidos, sus pieles más
oscuras cubriendo su frente y espalda. Se abanicó la cara y miró hacia otro lado.
—¿Los dos...?
Killian le tomó la mano y la jaló hacia su boca. Le besó los nudillos, luego
abrió sus dedos y enroscó los suyos entre ellos.
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El Club de las Excomulgadas
—Sé que amas a Johnny. Pero creo que también hay espacio en tu corazón
para mí. Hemos hablado de ello. Por ahora, él es tu número uno. Pero si crees que
podríamos darle a esto una oportunidad, me gustaría ser parte.
Hizo caso omiso de la parte acerca de amar a Johnny ya que era tan
impactante, y no quería pensar en ello con los dos hombres mirándola.
Se encogió de hombros.
—Suena egoísta. Como que estoy sacando más de esto que ustedes.
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—¿Qué pasa si nunca siento tanto por ti como lo hago por él? —susurró, sin
levantar la vista.
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—Sam dijo que teníamos la casa para nosotros durante cuatro días.
—Lo hizo. Y puesto que sólo le tomó un fin de semana atraer a su Gracie,
pensó que nos daría un par de días de más, porque somos un poco lentos.
El destello de humor había vuelto a sus ojos, y ella sintió que su boca se
extendía lentamente en una sonrisa en respuesta.
—Sonidos de humedad.
—Así será.
Lleno su visión y se situó tan cerca que ninguna parte de su cuerpo no estaba
cubierta. Dio la bienvenida a su peso y aspiró su fresco aroma masculino. Con los
codos plantados, ahuecó su cabeza y la besó, frotando sus labios contra los de ella
en un círculo lento hasta que se derritió, suspirando. Su lengua se deslizó entre sus
labios y jugó con la de ella.
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perlándose tensamente y enredándose en el suave pelaje sobre su pecho. Cuando su
polla cavó en su vientre, su piel tembló. Su coño se humedeció, suavizándose con
lujuria. Cuando se apartó y se centró a sí mismo entre sus piernas, ella abrió
voluntariamente, gritando cuando se condujo en su interior.
—Nada se ha sentido alguna vez tan bien, Ellie —dijo, un tono áspero en su
voz.
Pasó sus dedos por su abundante cabello, entonces hundió sus uñas para
rastrillar su cuero cabelludo.
—¿Tienes dolor?
Se rió y se levantó sobre sus brazos, mirando hacia abajo entre sus cuerpos.
Siguió su mirada, observando mientras él empujaba en ella una y otra vez.
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Movió sus caderas, frotando la punta de su polla ligeramente curvada contra
su lugar feliz mientras continuaba conduciéndose en ella.
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—Sabes lo que voy a hacer.
Un dedo mojado con gel se deslizó entre sus nalgas y frotó contra su ano.
Killian ahuecó su pecho y jugó con la punta, retorciéndola con fuerza, luego
tirando una y otra vez hasta que picó. Pero el dolor la distrajo, le permitió aliviarse
alrededor de la intrusión de los dos dedos que Johnny empujaba ahora. Ella
onduló, sólo una ondulación superficial porque ardía, pero todavía parecía
demasiado bueno para ignorarlo.
—Como sí… —detrás suyo, oyó el chasquido del látex, y gimió incluso
antes de que las manos de Johnny buscaran su culo de nuevo.
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—Oh… oh… oh...
Ella dio una risa breve y tensa, pero se concentró en aliviar sus músculos.
Dolía. Sin embargo, estaba clavada por delante y detrás a dos hombres que
había deseado durante mucho tiempo. Y las respiraciones de Johnny, en ráfagas en
su oído, hablaban de lo excitado que estaba. No podía negarle nada.
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El Club de las Excomulgadas
pero empezó a mover sus caderas también, igualando el ritmo de Johnny.
Ellie se aferró a Killian, sacudida por delante y por detrás, tan abrumada por
las sensaciones que todo su cuerpo se estremeció. Suaves empujes en su coño. El
acero duro de Johnny arando en ella desde atrás. Ardía y dolía, y estaba tan
malditamente húmeda, tan caliente, que se sintió al borde de una enorme
explosión.
Entreabrió sus ojos para encontrar su mirada marrón. Tenía la cara roja, el
sudor abriéndose camino por su frente y labio superior.
—Buena locura —se quejó—. Estoy tan... —se mordió el labio mientras
Johnny empujaba más duro—. Llena. Estoy apretada. Caliente. Cuando me corra...
El cual debió haber sido tomado como una señal para los fuegos artificiales.
Empujaron, trabajando ahora en oposición, Johnny empujaba, Killian se retiraba,
meciéndola adelante y atrás.
Estaba floja entre ellos, gimiendo, colores estallando detrás de sus ojos
cerrados, los sonidos disminuyendo cuando todo se oscureció.
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Cuando despertó, se encontró contra el pecho de Johnny, su muslo
levantado por encima de él para abrirla mientras Killian la limpiaba con un paño
desde atrás.
Tal vez pensó que ella quería cerrar las piernas por amor a la modestia, pero
el aire fresco rozando entre sus piernas era un alivio.
—¿Vas a dormir?
La ayudó, torpemente. Cuando por fin se vistió, miró el caballo que condujo
hacia ella.
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El Club de las Excomulgadas
—Voy a necesitar un largo baño cuando lleguemos a casa.
La idea le atraía, pero no era tan fácil como había imaginado. Después de
que le pateó la espinilla y lo embistió con su codo, por fin estuvo a horcajadas
delante de él, la cabeza de la silla de montar entre sus piernas.
¿Estaba tratando de convencerla de decir que no? ¿O advirtiéndole una vez más, como
lo había hecho durante la cena; sólo para asegurarse de que sabía lo que le esperaba?
Había vivido en Two Mule lo suficiente como para saber cómo olía el corral
del ganado cuando el viento cambiaba de dirección. Esto no era tan malo.
Él asintió.
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El Club de las Excomulgadas
—Ya sabes por qué.
—Uh, huh. Eso es correcto. Uno de ustedes quiere una esposa; una que
pueda hornear un pastel.
—Entonces, ¿qué?
—¿Caliente?
—Eso también.
—Me burlé y te insulté casi todas las veces que nos encontramos —dijo,
dándole una cara de pocos amigos.
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El Club de las Excomulgadas
Su boca tiró en una sonrisa suave.
—Sí.
Eso la dejó sin aire. Fue muy concreto. Tan visual. Ella en un vestido
blanco. Él esperándola al final del pasillo de la iglesia. Todos sus hermanos
alineados junto a él para darle la bienvenida a la familia.
Una vez que llegó allí, la ayudó a bajar de la silla, poniéndola sobre sus pies
el tiempo suficiente para tirar de las riendas sobre la barandilla del porche.
Entonces la tomó en sus brazos y subió por las escaleras.
Sin ser informada, porque por una vez, estaba en perfecta sintonía con sus
deseos, se estiró para abrir la puerta y él la llevó dentro.
El viaje por el pasillo hacia el dormitorio tomó sólo tres respiraciones cortas.
Sus ropas una docena. Cuando ambos yacían desnudos, uno frente al otro en la
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El Club de las Excomulgadas
cama, se sentía como una primera vez.
Sus ojos brillaban de cruda emoción. Los suyos se llenaron cuando sus
dedos se cerraron alrededor de su pecho. Cuando tomó la punta en su boca, por fin,
enhebró sus dedos por el pelo grueso y sedoso para anclarlo ahí.
Su risa fue baja y picara cuando se abrió paso por su vientre, mordiendo su
piel, haciendo una pausa para hundir la lengua en su ombligo, antes de deslizarse
hacia abajo directamente hacia su coño.
—Estoy ahí —susurró ella con dureza, la sangre corriendo hacia su cabeza.
—Ponte de rodillas.
Él gruñó.
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El Club de las Excomulgadas
—¿Una marca?
—Usarás eso en tu dedo. Quiero tu culo caliente cada vez que te sientes.
Señor, la embistió tan fuerte que la barra superior golpeo la pared, y todo su
Ella estaba más cerca. La fricción ardió a través de su canal. Fuego líquido
se filtraba, recubriéndolo, el sonido húmedo de su polla golpeteando tan crudo, que
aumentaba su excitación.
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El Club de las Excomulgadas
Sus caderas golpearon dos veces más, luego se sacudió en su contra.
Ellie gimió y se acurrucó más cerca. Mientras iba a la deriva en una nube
Lo que sentía por Johnny se había estado gestando desde hacía mucho
tiempo, pero no podía imaginar un futuro sin el otro hermano de pie a su lado. El
hecho era que, Johnny había necesitado seguridades primero. Detrás de la máscara
estoica, su corazón había estado abierto y listo para el amor. Killian bromeaba y
engatusaba, pero sus maneras fáciles escondían un pasado igual de doloroso. Haría
falta tiempo para ganar su amor y confianza.
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El Club de las Excomulgadas
—Dímelo directamente —susurró—. ¿Estás seguro que deseas compartir?
—Te amo.
Por una vez, ni siquiera estuvo tentada a ofrecer una broma inteligente. La
felicidad había suavizado cada borde.
—También te amo.
***
Sam Logan entró en la casa en silencio, a escondidas, porque sabía que algo
estaba pasando. Las dos camionetas estacionadas en ángulos locos en el camino de
entrada advertían lo suficiente.
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El Club de las Excomulgadas
Oyó la risa suave viniendo desde la cocina, y se asomó por la puerta para ver
a tres de sus muchachos sentados en la mesa de la cocina, luciendo estrujados pero
felices.
—Ojalá estuvieras aquí para verlo, cariño. Todos tus sueños se hacen
realidad.
Una brisa suave le tocó la cara como el movimiento ligero de unos dedos.
Tal vez ella lo sabía, después de todo. Cerró los ojos y se entregó a la imagen de su
rostro, iluminado por la alegría, mientras el viento acariciaba su piel.
—No pasará mucho tiempo, cariño. Tenemos un poco más de trabajo que
hacer.
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Fin
El Club de las Excomulgadas
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Delilah Devlin - Un Final de Cuatro- Serie Amantes de Lone Star VI
El Club de las Excomulgadas
01 - Montando
Es escurridizo cuando se está desnudo…
Cuando Bobby Blackhawk y Cale Yancey ven a un coche
saliéndose fuera de la carretera hacia un arroyo helado, tienen
solo unos minutos para sacar a la hermosa conductora con vida.
Y sólo hay una manera de salvarla de la hipotermia: llevarla a
su cabaña aislada, desnudarse... y esperar como el infierno a que
cuando se despierte no destruya la casa con sus gritos.
Katherine Duvall abre los ojos en una cama extraña, y los
hormigueos que llenan su cuerpo no son del todo debidos a la
circulación restaurada. Estaba acurrucada entre dos magníficos
hombres, un gigante brusco y dulce, y el otro un nativo
americano sexy y juguetón. Habiendo dejado a su novio
retozando con otra mujer, ella no está tan sorprendida como
podría haberlo estado.
De hecho, estos dos solitarios vaqueros podrían ser los perfectos
02 - Desenfrenado
¿Duro… o tierno? Si juega bien sus cartas, no tendrá que elegir.
Dani Standifer llega a casa a su rancho familiar de West Texas
un día antes, dispuesta a continuar donde lo había dejado con
Rowe Ayers, su amor del instituto. Sin embargo, cuando abre
la puerta de la cabaña que era su nidito de amor, está claro que
le espera un día muy largo. Rowe está con alguien más... otro
hombre. Y no cualquier hombre, Justin Cruz, el chico malo
con quien ella compartió un salvaje encuentro, años atrás.
Justin había esperado este momento durante mucho tiempo. Él
sabe de su reputación, pero desde que sedujo a Rowe, ha sido
un hombre de sólo un vaquero, esperando el regreso de Dani
para que empiece la dulce satisfacción de sus necesidades y las
de Rowe. Si ella está preparada para el desafío.
Para su propia sorpresa, Dani descubre que está más que lista
para tener a ambos hombres en su vida, tan pronto como ella y
Rowe le enseñen a Justin una o dos lecciones sobre el amor.
Su pequeño pueblo puede no estar listo para su tipo de relación.
Y el hermano de Dani, Cutter, que tiene un rencor de un
kilómetro de profundidad contra Justin crea una complicación
que podría romper los cimientos que ellos tres han construido...
Advertencia: Agárrate para el rodeo de tu vida con ruda acción hombre-sobre-hombre, calientes
escenas m/m/f y tener un caso de bragas derretidas amando a cada sexy cowboy mientras intenta de
la mejor manera encender el interior de su mujer.
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El Club de las Excomulgadas
03- Perdón
¿Cómo puede un hombre superar a una mujer infiel? Dulce
venganza…
Para Cutter Standifer, la bonita pelirroja que abrió un café en
Two Mule, Texas, era “la única”. Hasta que la pilló en una
posición comprometedora con el peor mujeriego de la ciudad.
Para tensar aún más sus rígidas normas, su hermana pequeña
acaba de casarse con el mismo maldito bastardo que destrozó
su mundo y está viviendo en pecado con él y otro hombre.
Un año más tarde, todavía no puede perdonar a su ex novia.
¿Y olvidar? Olvidar, infiernos. Está listo para mandar a sus
normas al montón de estiércol más cercano y tomar lo que
nunca tuvo de ella... total satisfacción.
Esa fatídica mañana, todo lo que Katie Grissom quería hacer
era utilizar la reputación de chico malo para forzar a Cutter a
que luchara o dejara la relación que tenían. Pero ella fue
demasiado lejos, deliciosamente demasiado lejos, dándole a
Cutter una visión que vivía para lamentar.
Cuando Cutter le ofrece una aventura sin compromiso, ella
salta hacia la oportunidad, ya sea con la esperanza de romper
04 - Compromiso de Cuatro
Hay una niña salvaje atrapada en su interior, y ellos están
empeñados en liberarla...
Como la bonita hija de la prostituta del pueblo, Shanna Davies
siempre se esforzó por ser correcta. Pero no puede evitarlo. Su
novio, Bo Crenshaw, ha tentado a jugar a su indomable espíritu
demasiado a menudo. Es el momento de mandar al infierno a
Dodge y comenzar una nueva vida, donde nadie conozca su
pasado. Después de que ella cumpla su última y perversa
fantasía.
Shanna es la primera de Bo para todo. Primer beso, primera
relación sexual, primer amor. Sin embargo, nunca ha logrado
convencerla de que la acepta...a la chica buena y a la mala....
tal y como es. Así que, ¿ella quiere una despedida memorable?
No hay problema. Va a darle una que la hará pensar dos veces
en irse.
En la noche señalada, Shanna espera nerviosa. Sin embargo,
una vez que cruza el umbral, la posibilidad de entregarse a una
noche de pasión desenfrenada con Bo y los tres hermanos
Kinzie le hace la boca agua....y drena su coraje.
Pero ella lo pidió y ahora no es como si fuera a parpadear
primero en este juego de la gallina sexual...
Advertencia: cuatro vaqueros lujuriosos demostrarán que un poco de dominación es la manera de
romper a una obstinada mujer de tomar las decisiones. Un montón de azotes, órdenes, y dobles
penetraciones pueden mantener a una chica en sus dedos de los pies, en su espalda, su abdomen, sus
rodillas...
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El Club de las Excomulgadas
05 - Rasgando La Piel
Uno para el recuerdo... uno para la curación... y uno para
sellar su corazón para siempre.
Chrissi Page ha tratado de encontrar un hombre que
caliente su cama de la manera en que los hermanos
Kinzie hicieron una vergonzosa noche hace años. Ha
fracasado miserablemente, dejándola sin otra opción más
que guardar su fuego interior... y mantener a raya a su
chica mala interna.
Ella había sido débil, incapaz de elegir entre tres
hombres que llegaron a ella de diferentes maneras. Y
cuando la acusaron de ser una calienta pollas la ira se
desbordó en una pasión tan profunda que todavía está
tratando de olvidar.
Desde esa noche, Ezra, Cade y Joshua han estado de
juerga con casi la totalidad de la población femenina
disponible en Two Mule, Texas. Sin embargo, nada
borra la atracción que aún sienten por Chrissi. Y cuando
06 - Un Final De Cuatro
Una noche diabólica... ¿o una oportunidad en el cielo?
Los hijos adoptivos de Sam Logan tienen mala
reputación en Two Mule, Texas. La mayor parte
ganada. Cuando se hace evidente que no planean
renunciar a perseguir a cada mujer en el pueblo en
cualquier momento cercano, él emite la única cosa que
sabe que no van a poder resistir: un desafío. Encontrar
una esposa.
El mayor, Johnny, está realmente agradecido. Ha
tenido su ojo puesto en Mean Ellie Harker durante
mucho tiempo, y el desafío de Sam es la patada en el
culo que necesitaba para invitarla a salir. Excepto que
antes de que pueda hacer su movimiento, sus hermanos
la secuestran justo delante de sus narices. Ahora, en
lugar de ser una cuestión de ganar, tiene que competir
por la mujer de sus sueños.
Ellie pensó que iba a ser una seca solterona antes de
que Johnny finalmente desenredara su lengua lo
suficiente como para pedirle una cita. Pero en lugar de enseñarle usos mejores para esa
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El Club de las Excomulgadas
lengua, sus hermanos la han llevado al rancho. Al principio, está furiosa... después
intrigada cuando comienza a preguntarse cómo sería tener no sólo un vaquero sexy
dedicado a su placer, sino cuatro...
Advertencia: cuatro guapos vaqueros. Cuatro opciones. ¿Será una sola noche sórdida o una
oportunidad en el cielo mientras saborea cada exquisito centímetro de los hermanos Logan?
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Próximamente
Delilah Devlin - Serie Amantes de Lone Star VII
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