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Argumento:

La consultora de diseño de software Elsie Meyers programa una entrevista


para un puesto en Consultoría Bennett, pero una fuerte tormenta de lluvia,
un bolso derramado y un encuentro casual con un pedazo de hombre
caliente que conoció en circunstancias muy comprometedoras hace unos
meses, pueden hacer de esa entrevista una fantasía erótica pura y simple.

Desde el momento en que John Bennett ve a Elsie y recuerda dónde la


conoció, sabe que ella sería una perfecta sumisa. Cuando se le cae la cartera
y un flogger se desliza fuera, la entrevista da un giro totalmente diferente
hacia territorio tabú. La bella pelirroja se encuentra sin Dom y John se
encuentra sin sumisa. En un encuentro sensual, John se encuentra
ofreciendo a Elsie un puesto diferente, entonces descubre que le gustaría
hacer que ese puesto sea permanente y convencer a Elsie de tomarlo.
1
La lluvia golpeaba sobre Elsie Meyers mientras se apresuraba hacia el
imponente edificio de oficinas, donde se encontraban las oficinas de la
Consultoría Bennett, en el centro de Tucson. Ella amaba la lluvia y su olor a
limpio, pero ahora daría cualquier cosa por que fuera un buen día seco del
desierto.

—¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea! —Murmuró cuando llegó a las
puertas de cristal y tiró de una para abrirla. En el espacio de tiempo que le
había llevado llegar desde su coche al edificio, quedó totalmente empapada.
Su camisa de seda color crema estaba pegada a su piel, y su falda malva de
lino, excursionaba encima de sus muslos, malditamente cerca de exponer
sus ligas, su pequeño secreto culpable: usar ropa interior sexy por debajo de
su ropa.

Gracias a Dios que se había recogido el pelo y estaba sujeto con un clip, por
lo que al menos no se veía como un caniche ahogado. Los rizos naturales de
su pelo rojo se volvían locos cuando se mojaba. Ya era bastante malo que
fuera a asistir a su entrevista de trabajo viéndose como si hubiera tomado
una ducha con su ropa puesta.

Tanto el guardia de seguridad como el empleado del mostrador de


información miraron con interés, pero no les hizo caso y dio pasos rápidos
hacia los ascensores. Respiró profundamente, mientras esperaba y sus
nervios saltaron cuando sonó. Mientras subía, se enganchó la correa de su
maletín negro de imitación caimán por sobre el hombro y tiró hacia abajo
de su falda, esperando verse medianamente presentable. Realmente quería
impresionar al dueño y CEO1 de la empresa, con su apariencia profesional-
tanto por eso.

1 Chief Executive Officer: Gerente ejecutivo

Una vez que se bajara en el piso de Consultoría Bennett, iba a encontrar un


cuarto de baño y retocar su maquillaje. Dios, ¿por qué no había pensado en
eso cuando estaba en el nivel inferior?
¡Porque vas a llegar tarde si no te apuras, es por eso!

John Bennett había accedido a una entrevista antes de tiempo esa noche,
porque el horario de trabajo actual de Elsie no le permitía el tiempo que
necesitaría para sentarse y discutir sus calificaciones con él. Ella era
consultora de diseño de software y su contrato iba a expirar pronto.

Cuando Elsie salió del ascensor, se congeló. ¡Maldita sea! Se abría


directamente a la zona de recepción, no a un pasillo en el que pudiera correr
hasta el baño y echar un vistazo a su maquillaje.

Acomodó su pelo hacia arriba y se encontró con que un rizo o dos se habían
escapado y dio un suspiro de frustración.

Una mujer de pelo gris de la misma edad y contextura que la abuela de


Elsie se levantó de su silla detrás del escritorio de la recepcionista, alzó las
cejas, por lo que Elsie se preguntó si la falda estaba al revés, o si su
maquillaje se había derretido por toda su cara.

—¿Acabas de dejar un concurso de camisetas mojadas? —, dijo la mujer


con diversión en su voz.

—Que…— Elsie miró su blusa crema de seda y sintió una bocanada de


calor en sus mejillas y las raíces de su cabello. La seda era prácticamente
invisible sobre su piel, su sujetador de satén se traslucía, tan claramente
como si no estuviera usando nada sobre él. Y, —Oh, Dios mío—, dijo al ver
sus pezones duros y en punta a través del material.

—Miró a la recepcionista con horror. —Yo…Yo…

—¿Sra. Meyers? —Una voz profunda y masculina vino desde la izquierda.

Su piel se erizó con más calor. Si se trataba de John Bennett, iba a morir de
vergüenza.

El suelo también podría tragársela en ese momento.

¡No dejes que sea Bennett! No dejes que sea…


—John Bennett—. Le tendió la mano cuando ella giró lentamente hacia él y
sus ojos se encontraron. —Justo a tiempo.

—Uhhh—, fue el único sonido que se las arregló para hacer mientras el
calor inundaba su cuerpo.

Una sensación zumbante se dirigió directamente a su estómago cuando le


estrechó la mano. Algo brilló en sus ojos azules, pero rápidamente se
desvaneció cuando la soltó.

Dios, el hombre era guapísimo. El pelo rubio cortado cuidadosamente,


amplios hombros por debajo de un traje caro y una corbata azul que hacía
juego con el azul de sus ojos.

Y parecía algo familiar...

Él amablemente mantuvo su mirada en su cara y no en la blusa mojada


mientras le soltaba la mano.

—¿Te vas por hoy, Teresa? —Le preguntó a la mujer de más edad que aún
tenía una expresión de diversión.

—Si no se me necesita, señor Bennett—, dijo la mujer que había llamado


Teresa, —voy a salir hacia esa tormenta encantadora. El resto del personal
ya se ha ido por hoy.

Bennett asintió y sonrió.

—Disfruta de tus nietos mientras tu hija está en la ciudad.

—Lo haré, esos pequeños monstruos—. Teresa miró a Elsie con una
sonrisa.—Nos

vemos el lunes.

Mientras Teresa apretaba el botón del ascensor para bajar, John hizo un
gesto hacia una puerta alta de caoba en la esquina de la amplia sala llena de
cubículos. —La calefacción esta encendida en mi oficina, así que debería
entrar en calor, Sra. Meyers.
No es que su cuerpo no estuviera en llamas ya de vergüenza y por la intensa
mirada en los ojos del hermoso hombre -y el hecho de que ella estaba
desnuda, prácticamente, de la cintura para arriba. Pensamientos de él
calentándola, personalmente, llenaron su mente y sus mejillas se pusieron
en llamas.

Elsie tomó una respiración profunda mientras apretaba la correa de su


cartera con una mano y caminaba delante de él, como le había indicado. Se
imaginó el calor de su mirada en la espalda mientras le precedía a su
oficina.

Después de que entró, se sintió como un autómata, mientras caminaba a


través de la puerta y se sentaba en uno de los sillones bien acolchados en
frente de su escritorio. Se sentó en el borde de su asiento, con la espalda
erguida, su maletín a sus pies. Gotas de agua corrían por su espalda,
terminando en la cintura de la falda. Iba a dejar una condenada mancha de
humedad en la silla cuando se pusiera de pie.

Y si su libido no se calmaba por estar cerca de John Bennett, la mancha de


humedad no iba a ser sólo de la lluvia.

Su oficina era toda de caoba con moqueta y tapicería de un rico azul


marino. Todo, desde el mundo a través de la ventana, a las estanterías de
libros con diversas formas de arte, era tal cual se imaginaba que la oficina
de un ejecutivo debería verse.

A través de los ventanales podía verse la lluvia derramándose sobre la


ciudad y gruesas gotas salpicaban en los cristales. La habitación olía a cera,
madera y alfombras nuevas.

El sonido de la puerta que se cerraba llegó a los oídos de Elsie y su corazón


latió en su garganta mientras las suaves pisadas venían de detrás de ella,
antes de detenerse al llegar a la silla a su lado. Para su sorpresa, él se sentó
en ella en lugar de detrás de su escritorio.

Cuando Bennett estuvo sentado, todavía la salvó de la vergüenza por no


mirar a su pecho. Se apoyó casualmente en la silla y le dio una sonrisa
devastadoramente apuesta que tuvo el efecto de hacer que sus pezones se
endurecieran y sus pliegues se pusieran más húmedos.

Oh, Dios mío.

A pesar de que sus pezones debían de estar parados hacia fuera como picos
de

montañas, despejó su garganta y se sentó más recta en su asiento, si eso era


posible.

—Es un placer conocerlo, señor Bennett—, dijo ella, arreglándoselas para


hacer salir las palabras de su boca por primera vez.

—Sí, un placer—, se hizo eco, — pero llámame John. ¿Puedo llamarte


Elsie? —Él la miró como si estuviera haciendo una valoración monumental,
aunque no miraba sus pechos. —Te he visto antes en alguna parte, pero no
acabo de recordar la ocasión.

—Te ves familiar para mí también—. Bueno, las palabras venían de la


cabeza a la boca.

Tal vez podría hacer esto. —Y Elsie está bien.

Maldita sea, la mujer era una preciosidad. Sin ser obvio al respecto, John
observó la parte superior de su cuerpo, sus delgados hombros, la elegante
curva de su garganta y sus delicadas facciones. Sus ojos color avellana casi
parecían cambiar de color, y los rizos que habían escapado de su pelo rojo
con puntas levantadas, se veían muy sexy.

Cuando la había seguido, había visto la forma en que su pequeño culo se


balanceaba, y había estudiado sus piernas largas y tonificadas. Se preguntó
exactamente lo que llevaba debajo de esa falda. Gracias a la lluvia, él sabía
lo que llevaba encima.

Ahora que estaba cara a cara con ella, no se había perdido que sus pezones
estaban duros y evidentes a través de su camisa transparente –gracias a Dios
por la lluvia- y las curvas de sus grandes pechos le hicieron agua la boca y a
su pene endurecerse.

Se removió en su asiento, tratando de aliviar la presión en contra del cierre,


y esperaba que no se viera en su regazo. Imágenes de su collar alrededor de
su garganta pasaron por su mente, su culo rosado por su látigo y él
conduciendo su polla dentro y fuera de su coño por detrás, mientras la
inclinaba sobre un banco de nalgadas.

Maldición. Tenía que poner sus pensamientos y su erección bajo control.

Para colmo, una fuerte corriente de tensión sexual chasqueó entre ellos
como un alambre eléctrico. Por la mirada en sus ojos y la forma tentativa en
que su lengua salió a lamer su labio inferior, estuvo seguro de que se sentía
atraída por él como él lo estaba por ella.

Sólo mirándola a ella y sus gestos, no tuvo ninguna duda de que sería una
excelente sumisa.

Para tener cierta apariencia de control, y para aliviar la tensión, comentó


sobre el clima y dijo que lamentaba que hubiera tenido que salir con tan mal
tiempo a la intemperie, a pesar de que eso no era lo que sentía. Parecía
demasiado malditamente deliciosa con su camisa pegada contra el pecho.

Le preguntó si le gustaba su posición actual.

—Ha sido un reto—, dijo con una voz de dormitorio que le hizo pensar más
y más sobre como sería desnuda, tal vez incluso atada a su cama. —Pero
realmente lo disfruté.

Siento que el proyecto esté llegando a su fin.

—¿Por qué estás interesada en un puesto en mi empresa de consultoría,


Elsie?—, le preguntó, dejando que su nombre se deslizara sobre su lengua y
disfrutando de su sabor.

Ella todavía estaba sentada rígidamente en su asiento, y se preguntó cómo


conseguir que se relajase.
—He tomado la decisión de que prefiero trabajar con una empresa de
consultoría que estrictamente por mi cuenta—, dijo.

—¿Por qué es eso? —Él estaba tentado de frotar su pene con una de sus
manos, dolía tanto. Fantasías salvajes de hacerla suya continuaban
tejiéndose a través de su cabeza.

Jesucristo, no podía recordar haber sido tan afectado por ninguna mujer.

Los ojos de Elsie pasaron del marrón avellana al verde cuando echó la
cabeza hacia un lado. Se preguntó si ella hizo el movimiento
conscientemente.

—Prefiero estar constantemente en el campo que tener descansos grandes


entre las consultas.

—Razonable—. Se inclinó hacia adelante y apoyó los antebrazos sobre los


muslos. —

¿Estarías interesada en una posición de consultoría interna? Estoy buscando


un diseñador de software para un proyecto de la casa—. Infiernos, el crearía
un proyecto para mantener a esta mujer cerca. Había convertido en una
regla no involucrarse con cualquiera de sus empleadas, pero si ella
trabajaba como consultora, no sería técnicamente una empleada...

—Sí—, dijo sin vacilar y su polla se agitó. Tenerla cerca... eso sería
peligroso y difícil, todo al mismo tiempo.

—¿Cuáles son tus calificaciones? —, preguntó.

—Déjame que te de mi currículum—. Elsie se inclinó para recoger el


maletín negro que había traído con ella.

Cuando empezó a sentarse, él la vio hurgar torpemente, como si las manos


le

temblaban. El cierre hizo un chasquido al abrirse.


Al momento siguiente dio un pequeño grito, mientras el maletín salía de su
alcance y el contenido cayó y rodó a través de su piso alfombrado.

—Déjame ayudarte—. John se levantó de su asiento y se arrodilló junto a


Elsie mientras ella frenéticamente recogía elementos para ponerlos en uno
de los bolsillos del maletín.

—Realmente, estoy bien—. Un sonido ahogado salió de su garganta cuando


levantó la vista para verlo sosteniendo un flogger de cuero y gamuza, que se
había caído de su maletín.

Fue en ese momento en que se acordó exactamente donde la había visto


antes.

—Uhhh... —la cara de Elsie flameaba, y su cerebro se tomó unas


vacaciones de pura vergüenza mientras trataba de formar una frase
coherente.

Ella todavía estaba de rodillas, mientras se ponía en cuclillas a su lado, a


pocos centímetros de distancia. Él no le dio el flogger de cuero negro y
rojo. En su lugar, agarró el mango con una mano y corrió con los dedos de
su otra mano a través de las tiras de gamuza.

Estaba tan cerca que sentía el calor de su cuerpo, y el latido de su corazón


subió un nivel por la forma en que sostenía el flogger, como si le fuera
familiar. Y si él...

Elsie se aclaró la garganta mientras acariciaba el flogger, y se encontraba


con su mirada.

—El Baile Fetiche, Las Vegas, hace dos meses—, dijo en voz oscura,
peligrosa y sensual.

El maletín se deslizó de sus dedos otra vez, pero ella apenas se dio cuenta
de los contenidos desparramándose.

Oh. Mi. Dios.


Ni una sola palabra salía de su boca, no era que su corazón dejara pasar
ninguna palabra.

De repente, parecía estar más cerca de lo que había estado antes y el olor
picante de su colonia causó que la agitación furiosa en su vientre
aumentara.

John tomó el flogger, lo deslizó por un lado de su cara y Elsie cerró los
ojos. Deslizó las correas de cuero suave más bajo, a lo largo de la curva de
su cuello hacia la apertura de la blusa mientras hablaba.

—Llevabas un corsé de cuero negro que apenas mantenía tus senos dentro,
y una correa de cuero negro que dejaba ver tu perfecto culo—. Mientras
continuaba, tembló son la sensualidad de sus palabras y la forma en que la
acariciaba con el flogger. Con sus ojos todavía cerrados, se imaginó todo
mientras él describía cómo había sido esa noche. —

Estabas usando los tacones altos más sexys que dejaban ver tus piernas
largas y hermosas mientras estaban abiertas, atada a una cruz de San
Andrés. Dios, te veías hermosa mientras estabas siendo azotada. Tu culo tan
rosado y perfecto para follarlo.

Elsie jadeó y se detuvo, reposó el flogger en la curva de su cuello.

—Llevabas el collar de otro Dom.

Se lamió los labios y abrió los ojos, pero no podía encontrar su mirada. Él
lo sabía.

Dios, él sabía.

—¿Todavía tienes un Dom, Elsie?—, le preguntó con esa voz profunda y


penetrante que hizo que su tanga se empapara más.

Ella sacudió la cabeza. La relación entre ella y Terry había terminado ni un


mes después del Baile Fetiche.

—Bien—. John la cogió con la guardia baja con su declaración y levantó la


mirada para encontrarse con la suya. Acarició el flogger desde la curva de
su cuello a la apertura de la blusa, pero esta vez fue más allá. —¿Estás
buscando una nueva relación, un nuevo Dom, Elsie?

Ella abrió su boca y luego la cerró. Ahora se acordaba de él. Había estado
de pie a un lado, observándola ser azotada por Terry, su Dom. John había
estado usando la misma sonrisa sexy pero oscura que inclinaba la esquina
de su boca, y había estado vestido con ajustados jeans negros y una camisa
sin mangas negra, de gamuza. Aún podía recordar sus bíceps finamente
tallados que estaban ocultos ahora por la chaqueta del traje.

—¿Eras tú, Elsie? — Repetía su nombre cada vez que hablaba con ella,
como un Dom haría. —Respóndeme.

Su voz era tan convincente, tan dominante, que ella no podría haberse
detenido a sí misma aunque lo intentara.

—Sí—, susurró.

John trazó el flogger alrededor de uno de sus pezones, haciendo que su


cuerpo se calentara más de lo que ya estaba. Abrió la boca y casi perdió el
equilibrio de donde estaba de rodillas, pero se mantuvo sujetando uno de
sus brazos. Sus bíceps flexionados debajo de sus dedos mientras su mano
rozaba su hombro y su cuello para ahuecar la parte posterior de su cabeza.

—Voy a darte un beso, Elsie—. Su boca estaba tan cerca de ella, ahora que
sentía el calor de su aliento como plumas sobre sus labios. —A menos que
me digas que no.

Su corazón cayó de su garganta y comenzó a latir como un loco contra su


esternón.

—Dime lo que deseas, Elsie—. Él acarició la comisura de su boca. —


Quiero que me lo digas.

Le tomó un gran esfuerzo, pero finalmente tuvo las palabras en un susurro.

—Yo…Yo quiero que me beses.


Una sonrisa de satisfacción masculina pura, curvó sus labios antes de que
reclamara su boca con la suya.

Al momento en que sus labios tocaron los suyos, gimió. Su lengua se


adentró en su boca, tocando y probando con pericia, bromeando y
experimentando con ella y su beso.

Él sostuvo la parte de atrás de su cabeza firmemente con una mano,


mientras con la otra agarró su culo tan apretado que el flogger que aún
sostenía se clavó en su carne.

Los gemidos que se levantaban en su interior, crecieron a medida que


intensificaba el beso, dominándola. Se entregó a él total y completamente.

Antes de que supiera lo que estaba pasando, le había bajado la espalda a la


alfombra mientras todavía la estaba besando. Una de sus rodillas se deslizó
entre sus muslos, separándolos y causando que la falda rodara hacia arriba,
casi hasta su coño.

John gruñó mientras continuaba jugueteando con ella, tentándola,


probándola con su beso. Mientras se sentaba a horcajadas, comenzó a
explorar su cuerpo con una de sus manos, palmeando sus pechos de a uno a
través de su blusa de seda húmeda, luego pellizcando cada uno de sus
pezones, casi tan duro como le gustaba. Se arqueó hacia él y dio un grito en
su boca cuando pellizcó sus pezones, tan fuerte que dolieron. Sí, eso fue
todo.

Los gemidos de Elsie se hicieron más fuertes mientras deslizaba su mano


por debajo de su pecho al muslo. Deslizó sus dedos hacia arriba y por
encima de la media a su liguero, y él sonrió contra sus labios.

John movió la mano más arriba de su muslo, y ella contuvo el aliento


mientras le susurraba en los labios: —¡Oh, cariño, ¿qué tenemos aquí?

Elsie se quedó quieta por debajo de John, pero su respiración rápida y la


oscuridad de sus ojos color avellana cuando levantó la cabeza, le dijeron
que quería esto.
Mierda, esto era una locura. Él estaba cruzando al territorio tabú por llevar
las cosas hasta ese punto con una mujer que estaba entrevistando. Pero se
sentía tan bien. Tan bueno. Y ella parecía sentir de la misma manera.

Contuvo la respiración audiblemente mientras pasaba rozando los dedos por


la piel desnuda de su muslo al lado de su liga, empujando la falda más
arriba. Se movía lentamente, dándole todas las oportunidades para poner fin
a lo que estaban haciendo.

En cambio, deslizó sus manos alrededor de su cuello y trajo su cabeza más


cerca de ella para que sus labios se encontraran. Él la besó suavemente
luego se apartó.

—Así no es cómo va el juego, ¿verdad, Elsie—, afirmó. —Tú haces lo que


te digo cuando te digo.

Sus ojos se abrieron, pero ella no discutió.

Algunas de las cosas que habían caído de su maletín rodaron por debajo de
su escritorio mientras él mismo se ajustaba, de modo que estaba más
firmemente sobre ella.

—Quiero ver tu cabello suelto—. Él movió la mano de su muslo y siguió


sus labios con la punta de los dedos.

—Pero la lluvia lo habrá puesto todo rizado.

Negó con la cabeza.

—No me obligues a decírtelo dos veces, Elsie. ¿Quieres ser castigada?

Se mordió el labio y sacudió la cabeza mientras ella se acercaba y echaba la


cara hacia un lado para tener acceso al clip. Lo deslizó libre, y algunos de
los rizos comenzaron a escapar.

Él sonrió y se arrodilló entre sus muslos para poder usar ambas manos para
ahuecar el cabello y lo extendió a su espalda como un halo de color rojo
fuego. Era largo y rizado, y adorable alrededor de su cara.
John miró el lugar que había subió la falda hasta la parte superior del muslo
donde casi podía ver su montículo. Apoyó su mano a un lado de su cabeza y
la observó. Tenía las mejillas rosadas, sus labios entreabiertos, hinchados
por sus besos, los párpados pesados y los ojos oscuros, por el deseo.

Apoyó una mano en el costado de su cabeza y llevó la otra de nuevo hacia


abajo, a su falda, donde la elevó más, manteniendo su mirada fija en ella.
Ella abrió la boca mientras sus dedos se deslizaban más alto.

—Pon tu mano sobre la mía, Elsie—. Sus palabras salieron más profundas y
ásperas de lo que había previsto. —Guía los dedos hacia donde quieres que
te toque.

Sus ojos se agrandaron y dudó. Él le dirigió una mirada firme, con la


intención de decirle que siga sus instrucciones. Si ella era una buena sumisa
y quería que fuera su Dom, tendría que obedecerle sin pausa.

Ella llevó su mano hacia abajo para cubrir la suya y él pudo sentir sus dedos
temblorosos mientras lo guiaba desde su liga hacia su montículo.

Jesucristo. No llevaba ropa interior.

Los rizos de su montículo le hicieron cosquillas en la palma mientras Elsie


movía su mano hacia abajo hasta que sus dedos descansaron en sus
pliegues.

Su corazón latía un poco más rápido y su polla le dolía más allá de toda
medida. ¡Qué ganas de bajar su cremallera y sumergirse en su coño, ahora!
Apenas podía contenerse.

Bromeó con sus dedos en los labios exteriores de sus pliegues, sin ahondar
en su humedad todavía. Y él sabía que iba a estar mojada.

—¿Qué quieres que haga ahora, Elsie?

La forma en que sus mejillas se volvieron más rosadas la hacía parecer aún
más deseable.

—Tócame. Frota mi clítoris.


John le regaló una sonrisa de aprobación y metió los dedos en sus pliegues
lisos.

—Estás tan condenadamente húmeda, Elsie—. Le acarició el clítoris y dio


un suave gemido.—¿Quieres que te folle?

Volvió a callar, con los labios entreabiertos, mientras otro gemido escapaba
de ella y trabó su mirada con él.

—¿Quieres?—, repitió. —Dilo, Elsie.

—Yo…— Su voz salió en un susurro ronco. —Yo…Yo quiero que me


folles, John.

Él sonrió, deslizó dos dedos en su canal y comenzó a bombear con ellos de


manera que los nudillos se encontraban con sus pliegues. Elsie gritó y
arqueó la espalda, levantando el pecho, llamando su atención sobre sus
grandes pechos bajo la blusa mojada. Bajó la cabeza y mordió un pezón
duro a través de la camisa y el sujetador y ella gritó por el dolor de su
picadura.

—¿Te gustó eso, Elsie? — Murmuró mientras movía la boca a su otro


pezón.

—Sí—. Ella jadeó mientras le mordió el otro pezón. —Mucho. Me gusta


todo lo que me estás haciendo.

Le dio otra sonrisa de satisfacción y golpeó los dedos dentro y fuera de su


coño, al mismo tiempo le mordió y chupó los pezones a través de su camisa
y el sujetador.

Gimió y se agarró a sus bíceps, clavando sus dedos en la chaqueta del traje.

—Oh, Dios mío—. Todo su rostro se ruborizó mientras se retorcía debajo


de él. —Estoy tan cerca de llegar.

—Ya sabes cómo funciona, Elsie—, dijo mientras deslizaba sus dedos de su
núcleo. —
No hay orgasmo sin mi permiso.

Se estremeció y gimió mientras traía los dedos entre ellos y se los ponía en
su boca.

Chupó los jugos y bebió del olor de su almizcle, mientras la miraba.

—Sabes tan jodidamente bien, cariño—. Apoyó las manos a ambos lados de
su pecho.

—Desabrocha la blusa.

Su garganta trabajó mientras tragaba, pero sus dedos se movieron de sus


bíceps a los botones de la blusa inmediatamente. Hurgó torpemente en los
botones de la prenda, pero poco a poco cayó abierta a un lado mientras
tiraba del dobladillo fuera de la cintura de la falda. El sujetador apenas
contenía sus pechos que casi desbordaban las copas.

Cuando la blusa estuvo desabrochada, la ayudó a levantarse en la medida de


lo que necesitaba para que pudiera deslizarse el material de sus hombros y
arrojar la blusa en una de las sillas.

Dios, amaba cuando una mujer llevaba un sujetador de cierre frontal. Lo


desabrochó y se mordió el labio inferior mientras él lo quitaba por completo
de ella, dejando sus senos libres, quedando desnuda de cintura para arriba.

—Maldita sea, eres hermosa—, dijo poco antes de inclinarse y lamer uno de
sus pezones. Elsie hizo un sonido entre la sorpresa y el placer, y luego se
quejó cuando su boca cubrió el pezón y se quejó de nuevo mientras mordía
el tenso brote.

Le gustaba el sabor de su piel, sus jugos. Y ahora quería probar todo de ella,
en particular su coño.
2
La mente de Elsie daba vueltas. No podía creer lo que estaba sucediendo.
Había venido a la oficina de John Bennett para una entrevista de trabajo, y
ahora estaba debajo de él mientras chupaba sus pezones y se burlaba de su
clítoris otra vez con los dedos. Su boca estaba caliente contra la piel fría y
el calor se extendía por todo su cuerpo.

Ni siquiera conocía a este hombre, pero se sentía como si su cuerpo lo


hiciera, y aunque lo intentara, no podía haber detenido todo lo que estaba
pasando. Ella no quería detenerlo.

Pasó de morder y chupar sus pezones a deslizar su boca en el centro de su


vientre, acercándose a la cintura de la falda.

—Arquea las caderas—, dijo mientras lamía un camino a lo largo del


material.

Cuando obedeció, llegó detrás de ella y le desabrochó la falda, bajó la


cremallera y le deslizó la falda de las caderas. Las chispas en su vientre se
volvieron más frenéticas a medida que la despojaba de su falda y la arrojaba
a un lado. Ahora todo lo que llevaba eran las medias, ligas y sus zapatos de
tacón. Su coño y el resto de su cuerpo estaban desnudos por completo para
él. Estaba nerviosa, sí, pero le gustaba la forma en que la miraba y no sentía
la necesidad de cubrirse. No, lo que quería era su boca y sus manos sobre
ella y su polla dentro de su núcleo.

La miró con evidente aprobación y presionó sus muslos con las palmas de
sus manos, extendiéndola más.

—Eso está mejor.

Mientras le sostenía la mirada, se quitó la chaqueta y la tiró sobre su falda.


Se aflojó la corbata, se la quitó, y terminó en la parte superior de su
chaqueta. Se desabrochó el primer par de botones de su camisa, suficiente
para tomarle el pelo con un atisbo de su piel dorada y sus músculos
abultados debajo de la camisa.
—Quiero que también te desnudes, John—. Su coño estaba poniéndose más
húmedo

bajo su mirada.

Él negó con la cabeza.

—Sólo cuando te hayas ganado el derecho. Voy a tener que castigarte. —Lo
miró con sorpresa. John le dedicó una mirada malvada. —Por follar con un
completo

desconocido.

Elsie abrió la boca para responder, pero las palabras le fallaron una vez más,
ésta vez mientras caía sobre ella. Hundió la cara en su coño, pasándole la
lengua desde el punto sensible entre el ano y el clítoris. Sin darse cuenta de
lo que estaba haciendo, ella enterró las manos en su suave pelo y se aferró a
él mientras lamía y chupaba sus pliegues y su clítoris. Metió los dedos de
una mano en su núcleo y comenzó a embestir con los nudillos en sus
pliegues como lo había hecho antes.

Y luego, para su sorpresa, deslizó un dedo de la otra mano en su ano.

Abrió la boca y arqueó sus caderas mientras golpeaba dentro de su coño y


su ano y lamía su clítoris. Todo su cuerpo estaba en llamas y se retorció
bajo su bienvenido asalto.

John levantó la cara de sus pliegues el tiempo suficiente para decir:

—Aprieta tus pezones, y quiero que los aprietes duro.

Vio cómo hizo lo que le instruyó y gritó cuando comenzó a lamer su


clítoris, golpeando en su interior desde ambas direcciones.

Los gemidos se derramaron de su garganta mientras pellizcaba sus pezones


y lo miraba entre sus muslos. Bolas de fuego se encendieron de las chispas
en su vientre y podía sentir el calor en cada terminación nerviosa de su
cuerpo.
—John—. No podía dejar de moverse, mientras dominaba su cuerpo. Un
clímax se

estaba construyendo tan rápido en su cuerpo, que tenía miedo de explotar.


—Voy a venirme. Por favor, déjame venirme.

—No, cariño—. Él levantó la cabeza y tuvo ganas de llorar porque no


estaba lamiendo su clítoris. —Eres una sumisa con experiencia. Sabes cómo
controlar tus orgasmos.

Elsie pensó que iba a gritar. Sí, se había vuelto buena frenando sus
orgasmos hasta que su Dom le daba permiso para venirse, pero no
recordaba haber estado nunca tan excitada, tener esa necesidad. Tal vez era
la situación, ella ni siquiera conocía a John.

Tal vez era la manera en que tomó el mando de su cuerpo. Fuera lo que
fuera, la tenía contorsionándose y lista para llegar al clímax en cualquier
momento.

Se pellizcó los pezones aún más duro, el dolor era tanto una distracción
como una adicción a la tortura que estaba infringiéndole.

—Pon tus manos en la alfombra, Elsie—. Levantó la cabeza otra vez. —Y


no te

muevas.

¿No te muevas? ¿Estaba loco?

Todo su cuerpo temblaba por la necesidad de llegar, mientras colocaba sus


manos sobre la moqueta. Se mordió el labio inferior y luchó por no moverse
mientras seguía golpeando con los dedos dentro y fuera de su ano y su
coño, mientras lamía su clítoris.

Las lágrimas se formaron en la parte trasera de sus ojos, la necesidad de


llegar al orgasmo era muy poderosa.

John se detuvo y retiró el dedo de su culo y los demás de su coño, antes de


empujarse a sí mismo sobre sus pies. Se estremeció por la pérdida del
contacto y por el alivio de no tener que luchar contra su orgasmo. Mientras
él se desabrochaba el cinturón y tiraba de él para sacarlo de sus pantalones,
la tormenta de fuego en su vientre se intensificó. ¿Iba a follarla ahora? ¿O a
castigarla?

—De rodillas, Elsie—, dijo, sosteniendo el cinturón en sus manos.

Ella se levantó para quedar de rodillas frente a él, su corazón latía como
loco. Caminó detrás de ella y se puso tensa, un temblor corriendo arriba y
abajo de su columna vertebral, a la espera de la azotaina que estaba segura
que se avecinaba. En cambio, llevó sus brazos a la espalda, envolvió el
cinturón alrededor de sus muñecas y la sujetó.

Tiró de la restricción, pero la tenía atada firmemente.

Él se movió, de modo que estuvo de pie a centímetros de su cara. Se


desabrochó el pantalón y sacó su pene largo y grueso.

John se sentía como si su erección fuera más grande, más fuerte, y doliera
más que nunca antes. Algo acerca de esta mujer sacaba a la bestia en él.
Tuvo el impulso primitivo de echarla abajo y follarla hasta que gritara lo
suficientemente fuerte como para que el guardia de seguridad, diez pisos
más abajo, la escuchara.

Tomó la salvaje melena roja de Elsie en un puño, y trajo sus labios a su


polla. Ella gimió mientras su lengua se arremolinaba alrededor de la cabeza
de su erección y no pudo reprimir un gruñido. La empujó más y deslizó su
boca sobre su polla.

—Eso es, cariño—, logró decir. —Tómame profundo.

Jesús, su boca se sentía tan caliente y húmeda. Hizo pequeños sonidos,


gimiendo de placer mientras aplicaba succión y a continuación, pasaba la
lengua por la

circunferencia de su pene. Cerró el puño apretado en su pelo y empezó a


empujar dentro y fuera, follando su boca, pero teniendo cuidado de no ir
demasiado lejos.
Miró hacia abajo para ver la mujer atada, mirándole con sus ojos avellana,
el color había cambiado hasta pasar casi al azul. El dolor en el pene no hizo
sino aumentar mientras miraba su erección deslizarse dentro y fuera, entre
sus labios.

Maldita sea, pero se estaba acercando al clímax, y eso era algo que él no
podía hacer.

Era el Dom, él tenía el control y no estaba dispuesto a dejarla ver como lo


perdía.

Cuando tomó todo lo que pudo de la humedad aterciopelada de su boca,


sacó la polla y trató de recobrar el aliento y mantener su cuerpo temblando
de necesidad sin que pareciera que eso era lo que estaba haciendo.

Mantente, Bennett. Mantén la calma.

Se veía tan hermosa con sus manos atadas a la espalda, sólo llevaba ligas,
medias y tacones, con el rostro inclinado hacia arriba, los labios
entreabiertos y los ojos color avellana, oscurecidos por el deseo.

No podría aguantar mucho más antes de tener que estar dentro de ella, tenía
que follarla con todo lo que tenía. Pero primero lo primero.

—Arrodíllate en esa silla, Elsie—. Hizo un gesto hacia la que ella había
estado sentada,

¿hacía que, minutos, horas? —De espaldas a mí y apoyada en el respaldo—.


Sus ojos se agrandaron mientras recogía su flogger de gamuza roja y negra
que había desechado anteriormente. —Es hora de tu castigo.

Elsie aún no podía creer que la iba a castigar por tener sexo con un
desconocido,

¡cuando él era el desconocido! Pero al mismo tiempo, se anticipó a la


picadura de su flogger, el fuego lento que con el tiempo la llevaría al cielo.

Y no tenía ninguna duda de que él sabía que eso era lo que ella quería.
John la tomó del brazo y la ayudó a ponerse de pie. Se paró con tanta gracia
como pudo con sus muñecas atadas a la espalda y se trasladó a la silla. La
ayudó cuando ella se subió a la silla y se arrodilló para quedar medio
colgando sobre el respaldo. La madera suave era fresca, pero dura por
debajo de su vientre.

Unos estremecimientos sacudieron su cuerpo al sentir el suave tacto del


flogger en la nuca, antes de que se perdiera en la curva de uno de sus
hombros, luego en el otro. Él acarició su espalda con las correas de gamuza,
arrullándola hasta relajarla, a pesar de que sabía lo que vendría pronto.

Sus movimientos lentos continuaron, mientras parecía acariciar cada curva


de su cuerpo. Llegó a su culo y dio un manotazo a la ligera, sólo tentando,
golpes sensuales del cuero sobre su culo. Se mordió el labio inferior,
previendo la primera bofetada dura del flogger.

—Tienes un culo muy hermoso—. Movió el flogger ida y vuelta sobre su


piel en un movimiento que aumentó su deseo de alcanzar el clímax.—Has
sido follada por el culo antes, ¿no es así, Elsie?—. Fue una declaración.

—Sí—, admitió Elsie sin ningún problema. Ella disfrutaba de las diferentes
sensaciones de saciedad.

Movió el flogger más abajo para acariciarle los muslos.

—¿Alguna vez has sido follada por más de un hombre a la vez?

Ella sacudió la cabeza, su larga cabellera susurrando a través de sus


hombros desnudos.

—No.

—Pero has fantaseado con eso—. Una vez más, una declaración.

Elsie vaciló y detuvo sus movimientos con el flogger.

—Sí—. Llegó la voz en un susurro ronco. —He tenido curiosidad de como


sería.
El flogger llegó a la parte trasera de sus rodillas y se encontró temblando.

—¿Te gustaría que haga los arreglos para hacer realidad tu fantasía, Elsie?

Su aliento se atascó en la garganta. ¿Quería? Era algo que ella había


imaginado más de una vez. ¿Que se sentiría al tener dos hombres en su
interior, al mismo tiempo?

—Respóndeme, Elsie—, dijo mientras movía el flogger de nuevo hasta su


culo. —

¿Quieres ser follada por mí y otro hombre? Quiero que me lo digas.

Tragó saliva.

—Sí— acertó a decir. —Quiero ser follada por dos hombres al mismo
tiempo.

—Ya veremos—, dijo antes de que el primer latigazo cayera sobre su culo y
ella gritara.

Chispas de fuego estallaron con el dolor del primer latigazo. El calor viajó
como un reguero de pólvora por todo su cuerpo, corriendo hasta las raíces
de su cabello. Incluso le zumbaban los oídos.

Y casi la hizo llegar al clímax al mismo tiempo.

Mierda, la golpeó más duro de lo que esperaba. Las lágrimas picaban detrás
de sus ojos mientras esperaba a que el lento fuego de placer rodara sobre
ella en la próxima ola, mientras le frotaba el culo con la mano. Su toque
hizo más daño, pero a la vez la tranquilizó.

—Te has portado mal, Elsie—. John se inclinó sobre su espalda y ella sintió
su ropa áspera contra sus muñecas atadas y su piel suave. —No debes estar
desnuda en la oficina del hombre con el que te entrevistas, a punto de dejar
que te folle—. Ella se estremeció cuando apartó el espeso pelo sobre uno de
sus hombros y la besó en la nuca.

—¿No es así cariño?


Ella asintió con la cabeza y gimió al mismo tiempo por los movimientos,
ligeros como plumas, que hacían sus labios sobre su cuello.

—Respóndeme, Elsie—. Dio una palmada a uno de sus senos y un rastro de


besos en su espalda.

—Sí—. Su coño estaba más húmedo con cada toque, cada movimiento que
hacía. —Yo no debería estar aquí.

—Pero tu lo quieres, ¿verdad, Elsie—. Una declaración de nuevo.

Todo su cuerpo vibraba con la necesidad de venirse. Con la necesidad


tenerlo dentro de ella.

—Dios, sí.

Soltó una risa suave que hormigueó a lo largo de su columna vertebral.

—Sin duda mereces el castigo. ¿No te parece?

—Sí—. Ella se retorció y tiró de las ligaduras de sus muñecas cuando sus
labios rozaron el lugar que le había golpeado en el culo. —Necesito que me
folles, John. Por favor.

—Uh-uh—. Él sacó la lengua y le lamió la piel que aún picaba. —Esa no es


la forma en que funciona.

Se apartó, y antes de que ella tuviera tiempo de tensarse en anticipación, le


espetó el flogger contra del otro lado del culo. Gritó una vez más, el calor
fluyendo a través de su cuerpo y su coño humedeciéndose cada vez más.

Fue todo lo que pudo hacer para detener su clímax mientras el placer seguía
al dolor.

Una vez más, le acarició el lugar que había azotado, y de nuevo presionó
besos suaves sobre su piel ardiente.

—Deberías ver lo hermoso que tu culo se ve cuando está rosado por tu


flogger—. Le pasó la lengua en la mejilla del culo. —¿Por qué llevas uno
en tu maletín, Elsie?

El calor en su cuerpo se amplificó.

—Lo… lo tomé de la casa de Terry, mi viejo Dom, y se me olvidó sacarlo


de mi maletín.

—¿O lo dejaste a propósito? me pregunto.

Ella miró por encima del hombro a tiempo para verlo moverse hacia atrás y
levantar el flogger.

John era magnífico. Su corto cabello rubio oscuro favorecía sus altos
pómulos, y sus anchos hombros y su pecho, parecían poderosos por debajo
de su camisa de vestir. Sus pantalones abrochados ocultaban la polla que
ella tanto quería tener dentro.

Sus miradas se encontraron.

—Cara hacia el otro lado, Elsie.

La tensión en su cuerpo se magnificó a pesar de que sabía que tenía que


relajar sus músculos. Iba a doler mucho más si no lo hacía.

Demasiado tarde. Dejó caer el flogger entre su culo y el muslo, una vez en
cada lado, en una sucesión rápida. Gritó, y la humedad inundó sus ojos. La
quemazón se intensificó cuando no se detuvo y golpeó la parte trasera de
sus muslos, luego el culo otra vez, en lugares que no la había azotado antes.
Cada vez estaba en una ubicación diferente.

Se sentó al borde del precipicio de su orgasmo con cada golpe, cada


quemadura y su resultante punzada de placer.

Cuando finalmente se detuvo, ella se hundió con alivio. El fuego arrasó su


cuerpo. La tensión en espiral en el vientre y el dolor en su vagina, la tenían
tan en el borde que no se necesitaba mucho para echarla sobre él.

Elsie oyó el crujir de la ropa y el sonido de algo que se abría. Sus pliegues
se pusieron lo suficientemente húmedos como para que sitiera la humedad
en el interior de sus muslos.

Gimió cuando él moldeó su cuerpo al de ella, la ropa áspera contra su piel


ardiente y su pecho presionando sus manos atadas con fuerza a su espalda.
La besó en la curva de su cuello, mientras frotaba su erección en sus
pliegues.

Un estremecimiento de deseo atormentó su cuerpo. Ella necesitaba tanto su


polla dentro, que casi podría gritar.

—¿Qué quieres que haga ahora, Elsie?— Murmuró mientras dejaba caer
besos por el hombro.

—Fóllame—. Un gemido se alzó en su interior por el contraste de sus besos


dulces y su carne ardiente. —Necesito tu polla.

—Es hora de la recompensa—, dijo poco antes de estrellar su polla en su


núcleo.

Gritó al sentir la exquisita sensación de tenerlo dentro de ella, estirándola,


llenándola.

Terry no tenía nada en comparación con este hombre, y ella había pensado
que Terry había sido grande.

Poco a poco, John comenzó a empujar dentro y fuera de ella y gimió con
cada

movimiento que hacía. Se quemó por los azotes, se quemó por la necesidad,
ardió por la forma en que se sentía en su interior.

—¿Alguna vez te han follado durante una entrevista antes?—, le preguntó


mientras seguía a su ritmo exasperantemente lento.

La idea era impensable.

—Por supuesto que no—. Las palabras eran un grito ahogado, mientras
salían de su garganta. —Ni siquiera he tenido sexo con ninguna persona con
la que he trabajado.
Los empujes de John aumentaron y dio un sonido de satisfacción cuando
sus bolas golpearon contra su coño.

—¿Por qué yo, Elsie?

—No sé—. Gimió y deseó tener las manos libres para poder agarrarse a la
silla y empujar hacia atrás, contra él, para encontrarse con cada uno de sus
golpes.

Redujo la velocidad.

—¿No lo sabes?

—Yo, eh... — Su mente daba vueltas por la necesidad de venirse y todas las
sensaciones bombardeándola a la vez. —En el… el momento en que
tomaste mi mano, sentí algo.

Movió las palmas hacia arriba de las caderas y agarró sus pechos mientras
aceleró una vez más, bombeando dentro y fuera de ella a un ritmo más
rápido.

—Yo te deseé en el momento en que vi la blusa pegada a tu piel, tus


pezones

empujando contra tu sostén. Quise follarte ahí, en ese mismo momento.

Elsie se quejó. La forma en que puso el énfasis en “follarte”, la hizo poner


más caliente.

Y ya estaba a punto de salirse de control.

Las chispas en su vientre se habían transformado en un fuego que consumía


su cuerpo.

La transpiración había estallado en su piel y estaba respirando fuerte y


rápido. Todo su cuerpo se estremeció con la necesidad de llegar al orgasmo
mientras bombeaba dentro y fuera de ella. Su polla era tan grande y dura,
tan sólida y larga. Llegó a cada punto sensible en su interior.
—Tengo que venirme. Por favor, John—, gimió ella. —Déjame venirme.

—Aguanta, cariño—. Sus embestidas se hicieron más fuertes, más


profundas.

Oh, Dios mío. ¿Podría durar mucho tiempo más? En el último par de años
como una sumisa, había aprendido a contener su orgasmo. Pero esto era
diferente. Era John, y él la llevaba a límites que nunca había sentido antes.

Le pellizcó los pezones duro y le susurró al oído.

—Vamos, Elsie. Córrete ahora.

Ella gritó. Su orgasmo la golpeó tan fuerte que pensó que iba a caer sobre el
respaldo de la silla. El calor que había estado sintiendo se arremolinaba en
un torbellino de fuego en su cuerpo y en su mente.

Todo lo que estaban haciendo y lo que le había hecho, magnificó el impacto


de su orgasmo. El hecho de que estaba follando con el hombre que la estaba
entrevistando y usando sólo tacones, medias y liguero, la quemadura de los
azotes contra su culo y los muslos, con las manos atadas a la espalda, la
sensación áspera de su ropa contra su piel, sus dedos pellizcando los
pezones, y su polla dentro y fuera embistiendo en un furioso ritmo, todo
estaba volviéndola loca.

Él se estrelló contra ella con tanta fuerza que empujó su vientre contra el
respaldo de la silla. Su mente seguía girando y el fuego resplandeciendo en
su cuerpo. Oleada tras oleada, su orgasmo viajó sobre ella desde los pies a
la cabeza, y el orgasmo no se detendría, no con él continuando los golpes
dentro ella.

Un sollozo escapó de su garganta. No podía soportarlo. La estaba


conduciendo más allá de lo que nunca había estado.

Cuando pensó que iba a gritar de nuevo, gritó John. Mantuvo las caderas
apretadas contra su culo ardiente y sintió el latido de su polla dentro de su
núcleo. Su coño, espasmo tras espasmo, apretó sobre su polla.
Con un fuerte gemido, movió las manos de sus pechos y las apuntaló en la
parte posterior de la silla, a cada lado de ella. Su peso presionado contra sus
muñecas atadas y la espalda. Se sentía cómodo, sólido, pero pesado.

Después de un momento, él se apartó y lo miró por encima del hombro para


verlo deshacerse del condón en el cesto de basura, al lado de su escritorio.
Sus ojos eran salvajes y su camisa estaba arrugada mientras metía la polla
de nuevo en los pantalones y subía la cremallera. Suspiró con decepción de
que no había estado desnudo con ella, pero al mismo tiempo, había sido
erótico sentir la aspereza de la ropa contra la piel sensible.

Su coño hizo espasmos mientras lo miraba y vio el brillo salvaje en sus ojos
cuando la alcanzaba. No sabía qué esperar mientras la ayudaba a ponerse en
pie, y se sorprendió gratamente cuando tomó su boca en un beso salvaje,
posesivo y dominante.

Una vez más su lengua la dominó, reclamándola, y era lo único que podía
hacer para ponerse de pie. Su cuerpo recubierto de sudor fue a estrellarse
contra el suyo, mientras la agarraba del culo y apretó su creciente erección
contra su vientre. Los olores de sudor y sexo y su aroma masculino picante
le llenaron los sentidos.

John llegó a su alrededor y le desabrochó el cinturón que unía sus muñecas


mientras la besaba. El cinto cayó al suelo con un ruido sordo. Sus muñecas
y los brazos estaban doloridos por tenerlos detrás. Los trajo entre los suyos
mientras rompía el beso y empezó a masajear sus muñecas y a trabajar su
camino hasta los hombros. Ella ya estaba como sin huesos por el orgasmo y
todo lo demás que había pasado, y su masaje le daba ganas de caer en un
charco de calor líquido.

Su sonrisa era tan condenadamente sexy mientras miraba hacia ella y luego
le rozaba la frente con los labios. Era unas buenas seis pulgadas más alto
que sus cinco pies y seis pulgadas de altura. Sólo sus grandes manos en los
brazos la mantuvieron en posición.

Mientras él la masajeaba le acarició el pelo e inhaló audiblemente.


—¿Una especie de flor de azahar, tal vez? Sea lo que sea, huele
condenadamente bien, cariño.

Elsie solo lanzó un profundo suspiro, temblando, y se apoyó en él,


disfrutando de su pecho duro y musculoso contra sus pechos suaves. Su
camisa tenía un olor limpio, almidonado, que se mezclaba con su aroma
especiado.

John pasó las manos por sus hombros hasta su cuello y luego le tomó la
cara.

—Eres tan hermosa, Elsie—. Pinceló besos en su nariz, sus mejillas, la


mandíbula, hasta la oreja. Cuando se alejó le deslizó los dedos en la cortina
de pelo y lo esponjó sobre sus hombros. —Me encanta tu pelo suelto—.
Dejó sus manos arrastrar de su pelo hasta el cuello. —Y me encantan las
pecas rociadas en tus hombros—, dijo mientras corría las palmas hacia
arriba y hacia abajo, de sus brazos al cuello.

Mientras miraba sus ojos azules, ella dio un suspiro saciado otra vez.

—¿A dónde vamos desde aquí?—, dijo en voz baja.

Acercó su boca sobre la de ella y le hizo cosquillas en los labios al hablar.

—¿Eres una sumisa del estilo de vida o una sumisa de dormitorio?

Cuando él se echó hacia atrás para mirarla a los ojos, sonrió.

—Definitivamente, sólo cuando se trata de sexo. De lo contrario, ten


cuidado.

Con una mueca, dijo:

—El flogger provocó tu respuesta a mí.

—Mi cuerpo ya estaba respondiendo a ti—. Ella dio una risa suave. —Pero
nunca soñé que esto podría pasar.

John ahuecó sus mejillas y la besó de nuevo.


—Jugamos que yo era tu Dom esta noche. ¿Vas a ser mi sub?

Ni siquiera dudó cuando respondió.

—Sí.

—Bien—. Levantó la cabeza y la miró. Con un guiño agregó, —Por cierto,


estás

contratada.

Elsie se echó a reír.

—¿Cuándo empiezo?

—Tan pronto como sea posible.


3
John no podía mantener su enfoque cuando hacía pesas en la sala de
ejercicio de su casa, trabajando en sus bíceps. Todo lo que podía pensar era
en Elsie Meyers y todo lo que habían compartido la noche anterior. Maldita
sea, había sido increíble.

Después de que la había ayudado a vestirse y recoger casi la totalidad de los


elementos de su maletín, había salido con ella hasta su pequeño coche
deportivo azul y le dio un último beso. Había estado oscuro para cuando
salieron de su edificio de oficinas, sólo el resplandor amarillo de la luz del
estacionamiento iluminaba su rostro húmedo. Seguía lloviendo, pero a
ninguno de ellos parecía importarle mientras su beso duraba.

De mala gana la dejó ir y se quedó mirando en la dirección en que su coche


se había dirigido, mucho después de que desapareció de la vista. Le había
pedido pasar la noche anterior con él, pero ella se había negado. En cambio,
se comprometió a ir con él esa noche.

El sudor le recorría la columna vertebral mientras bajaba el par de


mancuernas.

Flexionó sus bíceps, luego cogió el flogger de uno de los bancos de


entrenamiento. Pasó los dedos a través de las correas al recordar cuán
deliciosamente rosa se había visto su culo y luego lo caliente y apretado que
su coño había estado alrededor de su pene. El orgasmo que había tenido…
mierda, no recordaba nada tan jodidamente intenso en toda su vida.

Era sábado y una fiesta de bondage iba a tener lugar más tarde en la casa de
su amigo Aaron Richard, a partir de las ocho. Esa noche iba a cumplir la
fantasía de Elsie de dos hombres al mismo tiempo… pero luego no estuvo
tan seguro de que quisiera

compartirla. Estaba en deuda con su hermano Drew, el único de sus tres


hermanos que todavía era soltero, por el momento con las trillizas Nelson,
una noche casi tan caliente como la que había experimentado con Elsie
justo en su oficina. Era asombroso cómo una mujer podía eclipsar a
cualquier otra experiencia sexual que alguna vez había tenido.

Sólo de pensar en esta noche, tenía su pene llegando a alerta máxima y


presionando contra sus pantalones de gimnasia. Por lo menos el material
cedía algo… ayer su traje de negocios no lo había hecho y había sentido
como si su erección estuviera siendo estrangulada, mientras había
suministrado el castigo de Elsie y su placer.

Se ajustó la polla y tiró el flogger de nuevo en el banco antes de levantar


una pesa de gimnasia para trabajar en sus tríceps. Una mirada al reloj de la
pared de la sala de entrenamiento le dijo que se acercaba el mediodía. Iba a
ser un infierno de largo día.

*****

Las chispas seguían rebotando en el vientre de Elsie mientras miraba el


reloj de nuevo.

John había dicho que la recogería a las ocho, y se estaba acercando el


momento en que iba a llegar. No sabía qué hacer con ella antes de que él
llegara. Había comido un poco ya que dijo que no habría más que
entremeses en la fiesta a la que la estaría llevando. Él había sugerido que
salieran a cenar antes de la fiesta, pero ella ya había prometido a su
hermana que irían a comprar ropa, lo que le había dado la excusa perfecta
para recoger su conjunto.

Sus dedos le temblaban un poco al alisar la falda de su pequeño vestido


verde estilo halter, que hacía a sus ojos color avellana parecer más verdes,
resaltaba el color crema de su piel y mostraba la dispersión de pecas en los
hombros que a John, aparentemente, le habían gustado. Tan sólo recordar la
forma en que había rozando con los dedos sobre ellas la hizo estremecer y
el dolor entre sus muslos se intensificó. Se había arreglado el pelo recogido
en un nudo elegante, y lo imaginaba tirando de las horquillas y dejándolo
libre de nuevo.

Todavía no podía creer que había tenido sexo con el hombre con el que se
estaba entrevistando para un trabajo. En lugar de discutir sus calificaciones
como ingeniera de diseño de software, habían terminado por explorar sus
calificaciones como sumisa.

Teniendo en cuenta como se hacía cargo y lo independiente que era en la


vida, a veces le parecía extraño que ella fuera tan sumisa cuando se trataba
de sexo. En el momento en que estaba cerca de su Dom, sus cualidades de
sub salían y se reflejaban en dejar que él tomara el control.

Ella sólo había tenido dos Doms antes de John, y habían durado sólo unos
tres meses cada uno. Por alguna razón, ninguno de los dos había llenado
una necesidad dentro de ella que todavía no podía identificar. Se había
separado de forma amistosa y todavía consideraba a Terry y Jason como
amigos.

Cuando el timbre de la puerta dio su familiar trino, Elsie casi saltó de su


piel. Se miró en el espejo por última vez, utilizó laca de fuerza industrial
para contener un mechón que quería escapar, y luego se dio ligeros toques
con su perfume de azahar.

Respiró hondo, enderezó los hombros y se dirigió a la puerta principal. La


abrió y se derritió en el acto. John llevaba su sonrisa devastadoramente
sexy, con pantalones vaqueros negros y una camisa sin mangas de cuero
negro, igual que la que había estado usando cuando se habían visto en el
Baile Fetiche en Las Vegas. Tenía la sensación de que no le iban las
tachuelas plateadas. Simplemente no era su estilo.

—Hola, preciosa—, dijo mientras la tomaba por la cintura y la besaba


suavemente.

Elsie suspiró y apenas se contuvo de hundirse en su contra y envolver sus


brazos alrededor de su cuello. Podría besar a este hombre toda la noche.

—¿Quieres entrar por un momento?

John la siguió al interior de su amplia cocina donde ella sacó una botella de
Merlot y dos copas de vino. Apoyó el hombro contra la puerta mientras la
miraba verter la mitad de un vaso para cada uno.
Él tomó el vaso que le ofrecía y ella dijo: —Por los floggers.

Con una sonrisa, John sacudió la cabeza y chocó su copa con la suya. Tragó
saliva, dejando que el Merlot calentara su garganta. Luego, dejó el vaso y
metió la mano en el bolsillo de atrás.

—Tengo algo para ti.

Ella arqueó las cejas, luego sus labios se entreabrieron, mientras sacaba una
fina caja larga de joyería.

—No puedo aceptar nada, John—, dijo mientras le tomaba la mano y


apretaba la caja en su palma. —Apenas nos conocemos.

—Y hemos follado—, dijo con un brillo burlón en sus ojos. Sus mejillas se
calentaron de inmediato. —Sólo tienes que abrirlo.

Con la cara todavía caliente, levantó la tapa de la caja y dio un suspiro


suave.

—Es hermoso. Pero…

—¿Tenemos que empezar a contar los castigos ya?— Él levantó una ceja.

—No, pero…

—Este es tu collar—. Tomó la caja y extrajo de ella la gargantilla de


filigrana de oro que era de aproximadamente una pulgada de ancho y larga
como para ajustar alrededor de su cuello. —Quiero que lo uses para
demostrar que eres mía.

Elsie abrió su boca y volvió a cerrarla mientras se movía detrás de ella y


puso el collar alrededor de su cuello. Se ajustaba perfectamente. Y se sentía
bien.

John la tomó por los hombros y le dio la vuelta para mirarlo.

—Hermosa—, dijo con voz ronca con un deseo primario. —¿Usarás mi


collar, mi signo de propiedad?
Se llevó los dedos a la garganta y se tocó la delicada gargantilla.

—Sí.

Otra sonrisa sexy curvó la esquina de su boca.

—Me gusta tu pelo suelto—, dijo y extendió la mano como si fuera a sacar
sus

horquillas.

Elsie dio un paso atrás y sacudió la cabeza.

—Todavía no. Vamos a dejar eso para más adelante.

—Está bien—. Su mirada era intensa cuando llegó hasta ella. —Pero ven
aquí.

Instintivamente, ella obedeció, dando un paso en su abrazo y envolviendo


sus brazos alrededor de su cuello.

Agarró el material sedoso que cubría su culo.

—No sabes cuánto me excita verte llevar mi collar.

—Enséñame—, dijo mientras se elevaba a darle un beso.

John tomó posesión de sus labios, metiendo su lengua profundamente


dentro de su boca mientras frotaba su erección contra su vientre. Ella se
humedeció entre los muslos y más aún cuando él deslizó sus manos por
debajo de su vestido y palmeó su culo desnudo.

—¡Jesucristo!—. Tiró lejos de ella y la miró a los ojos. —Sólo llevas un


liguero de nuevo. Maldita sea, mujer. No sé si voy a ser capaz de esperar
para estar dentro de ti.

Ella le dio su traviesa sonrisa.

—¿Tal vez deberías follarme ahora?


Obviamente le dolió sacudir la cabeza, diciendo que no con ese
movimiento.

—Tienes que esperar por tu recompensa, y lo sabes.

Una mueca burlona comenzó a formarse en sus labios cuando deslizó la


mano frente a ella y metió los dedos en sus pliegues húmedos. Elsie quedó
sin aliento y se agarró a sus bíceps para mantenerse estable mientras frotaba
su clítoris, aumentando su necesidad con tanta fuerza que ella estuvo lista
para llegar al clímax en ese momento. Sabía que él no se lo permitía, así
que lo guardó para sí misma y sólo se revolvió contra su mano.

Finalmente, quitó los dedos de sus pliegues y los llevó por debajo de su
nariz para que pudiera oler su propio almizcle. Las chispas se volvieron
locas en su vientre una vez más y más humedad inundó su coño cuando
deslizó los dos dedos en su boca y los chupó. El mero acto puso sus rodillas
débiles mientras lo imaginaba bajando en ella de nuevo.

Con una sonrisa de satisfacción pura, se inclinó y la besó, y ella se probó a


si misma en su lengua. Él palmeó su culo desnudo otra vez.

—Mejor nos vamos antes de que te tire a sobre la mesa de la cocina y te


folle, aquí y ahora.

*****

El intestino John se apretó al llegar a casa de Aarón. Cuanto más se


acercaba la hora de compartir a Elsie, más resistencia sentía. Extraño. Él la
miró y ella parecía un poco rígida sentada en el asiento de cuero suave
como mantequilla de su Jaguar. Ella era tan malditamente hermosa, que
mirarla era como un puñetazo en el plexo solar.

La forma en que había recogido su pelo, dejando al descubierto su delicado


cuello, haciéndolo desear explorarlo con la boca y la punta de los dedos. Su
maquillaje, aplicado sólo lo suficiente como para acentuar sus pómulos
altos, y sus labios carnosos eran de un rojo intenso brillante, rogando para
que la bese.
Aarón tenía una casa amplia en las laderas y una cuenta bancaria
considerable por su talento para el comercio de acciones. Él había montado
en la última ola del mercado hasta su pico y rescatado todo antes de que el
mercado se estrellara. John logró salir antes de que fuera demasiado tarde,
pero no tan pronto como lo había hecho Aarón. El hombre tenía suficiente
dinero para hacer las más "interesantes" fiestas.

John aparcó el Jaguar a un lado de la ancha calzada circular, detrás de una


hilera de otros vehículos. La mayoría eran coches de lujo, ya que los
invitados se movían en el mismo círculo que Aarón y John. Lo que sucedía
en casa de Aarón se quedaba en casa de Aarón. Ninguno de los que
participaban en estos particulares encuentros tenía la intención de compartir
sus actividades con nadie fuera de su círculo.

John caminó alrededor de la parte delantera de su Jaguar, hacia el lado del


pasajero, abrió la puerta y ayudó a Elsie a salir del coche. Le tomó toda su
autodisciplina no sujetarla contra el coche y follarla en el capó, condenados
voyeurs. Teniendo en cuenta que no llevaba ropa interior debajo de ese
vestido sexy, todo lo que tendría que hacer sería descomprimir los
pantalones, sacar su polla, tirarla sobre el capó, empujar su vestido y
conducirse a su núcleo.

Sacudió las imágenes fuera, tomó la mano de Elsie y se dirigió a través de


la calzada de adoquines, a la casa de Aarón.

Elsie sostuvo su mano libre contra su vientre y apretó fuerte la mano de


John, mientras entraban en el vestíbulo de una casa hermosa que se veía
como si hubiera salido directamente de las páginas de una revista. Una
lámpara brillaba por encima, y delante de ella se extendía una habitación de
lujo con una amplia escalera, pinturas al óleo adornaban las paredes y bellas
obras de arte estaban dispuestas en toda la habitación.

La gente se mezclaba, bebiendo copas de vino y comiendo bocadillos


pequeños, galletas con paté, quesos de todas las variedades, frutas y postres
elegantes en miniatura. John le presentó varias personas y algunos hombres
besaron el dorso de su mano, otros simplemente se la estrecharon. La risa y
la charla giraban alrededor de ella y la habitación olía a perfumes, colonias
y alimentos.
No era como ninguna fiesta de bondage donde hubiera estado alguna vez,
sobre todo por la forma en que estas personas estaban vestidas. Parecía que
estaban simplemente en un evento de alto nivel social, con un montón de
lentejuelas, diamantes y otras joyas.

Sin embargo, existían diferencias sutiles. Como las mujeres con vestidos
muy cortos que apenas cubrían sus culos, escotes increíblemente
pronunciados y, obviamente, sin sostenes, ya que muchos de los pezones de
las mujeres eran grandes, duros y evidentes.

Debajo de algunos vestidos podía decir que tenían anillos en los pezones
por las líneas suaves del material. Se preguntó qué más estas personas
podían llevar bajo la ropa.

Otra pista era que algunas de las mujeres llevaban collares, pero también lo
hacían algunos de los hombres. La mayoría de los hombres llevaban
pantalones vaqueros o pantalones de agradable cuero negro. No había
perforaciones u otros signos evidentes de que estas personas estuvieran
involucradas en el mundo fetiche.

La casa tenía dos pisos, y se dio cuenta de los hombres y mujeres que
venían de arriba, viéndose un poco arrugados y caminando un poco raro,
como si acabaran de ser

azotados.

Los pensamientos de lo que podría estar pasando allá arriba la puso más
húmeda entre los muslos. Tal vez debería haber usado ropa interior.

John la guió a través de la multitud, su mano en la parte baja de la espalda.


Su toque era cálido y chisporroteaba a través de ella. Le resultaba difícil
creer que acababa de conocer al hombre ayer y había tenido relaciones
sexuales con él.

—Mi hermano Craig y su prometida Jessica—, dijo John, trayéndola de


vuelta a la realidad mientras la presentaba a un hombre de la edad de John,
y una mujer que parecía que no estar tan lejos de la escuela secundaria. Tal
vez un par de años en la universidad a lo sumo. Ella era hermosa, con el
pelo largo y oscuro y brillantes ojos verdes. Jessica tenía una sonrisa tan
brillante como sus ojos. No era de extrañar que Craig se hubiera enamorado
de la belleza.

Mientras se alejaban, John le dijo que Craig era profesor de universidad y


Jessica había sido una de sus alumnas. Elsie sonrió y negó con la cabeza,
preguntándose cómo habían conseguido estar juntos.

Después de que conoció a su hermano Craig, John le presentó a su otro


hermano, Dave, que era un oficial de policía. Estaba recién casado con la
mujer rubia de ojos azules que lo acompañaba, cuyo nombre era Erin. Ella
era amable y abierta, y a Elsie le gustó de inmediato.

Elsie empezaba a preguntarse cuántos hermanos tenía John cuando se


detuvieron delante de un trozo magnífico de hombre que casi le corta la
respiración. En lo que a ella tocaba, John era más guapo, pero este chico no
estaba nada mal. Tenía el pelo rubio ondulado que le llegaba hasta los
hombros y ojos marrones café. Su cuerpo era esculpido, la perfección
absoluta.

—Mi hermano Drew—, dijo John mientras el hombre se acercaba y le


tomaba la mano.

—Es entrenador personal profesional.

No era de extrañar que tuviera el cuerpo de un dios.

Elsie inclinó la cabeza para mirar a John y le sonrió.

—Así que… ¿Cuántos hermanos tienes?

—Ya has conocido a todos. Drew es el único que no está casado o


comprometido—.

John tomó sus manos entre las suyas. —Y vas a conocer a Drew mejor que
a cualquiera de ellos.

Los ojos de Elsie se abrieron como platos.


—¿Qué…

John la hizo callar con un beso rápido luego murmuró contra sus labios,

—Prometí hacer tu fantasía realidad.

Ella podría fácilmente perderse en sus besos, pero su mente estaba dando
vueltas. ¿John realmente iba a compartirla con su hermano?

Cuando levantó la cabeza, los labios de Elsie se abrieron para decir algo
cuando Drew la tomó por la cintura, la dio la vuelta para mirarlo. Y tomó su
boca en un beso absolutamente abrasador.

Oh. Mi. Dios.

El hombre sabía cómo besar, y mientras él apretaba su cuerpo contra el


suyo, ella sintió su dura erección en su contra. Ella se apartó, sin aliento, y
él le guiñó un ojo.

El corazón le latía con tanta fuerza que su pecho dolía mientras John le
tomaba la mano y la llevaba hacia la majestuosa escalera. Drew caminaba a
su otro lado y su vientre se retorció mientras los tres se dirigían al segundo
piso. Sus rodillas estaban temblando ahora, tanto que se preguntaba cómo
estaba incluso de pie.

En la parte superior de la escalera, en el rellano, John sonrió y estrechó la


mano de otro hombre de excelente aspecto.

—Elsie, este es Aarón, el dueño de este magnífico lugar de juegos.

Aarón era incluso más alto que los hermanos Bennett, que estaba en unos
buenos seis pies con dos más o menos. Aarón debía estar en seis pies con
seis, tenía los ojos grises como las nubes antes de una tormenta, y la
construcción de un jugador profesional de baloncesto, delgado y poderoso.
Le tomó la mano, y en vez de besar sus nudillos, volvió la palma hacia
arriba y la besó en el interior de su muñeca. Lanzó la lengua contra su piel y
la hizo estremecer.
Cuando la soltó, estaba temblando de la tensión sexual que los tres hombres
exudaban, y que la rodeaba. Ella miró a John, que ahora tenía un aspecto
tormentoso en sus ojos azules mientras miraba de Drew a Aarón y de nuevo
a ella.

—¿Por qué no te muestro mi habitación favorita?—, preguntó Aarón con


una sonrisa pecaminosamente deliciosa.

Oh, mierda.

John envolvió su brazo posesivamente alrededor de sus hombros mientras


caminaban por un pasillo largo, pero Drew ahuecó su culo en una mano y
sabía que John no podía ver a su hermano, más que percibir la sensación.

Elsie había estado en un montón de fiestas de bondage donde las cosas eran
más abiertas. Ella nunca había tenido sexo delante de nadie, nunca había
permitido a su Dom hacer nada más que azotarla en frente de un grupo de
personas. Ser azotada en público siempre le había encendido y el sexo con
Terry había sido absolutamente increíble, una vez que se habían ido.

Aquí las puertas estaban cerradas y todo era privado. Todavía podía oír las
órdenes que se gritaban, gemidos de éxtasis, así como los gritos, pero todos
los sonidos eran apagados. Mientras caminaban por el pasillo, pasaron
varias personas que parecían saciadas y bien folladas.

Su mente estaba fuera de control mientras los cuatro doblaban una esquina
y entraban en una hermosa habitación que era toda ricos burdeos y cremas.

Elsie saltó cuando Aarón cerró la puerta detrás de ellos y se oyó el


chasquido de la cerradura. Se alejó de John y miró a los tres hombres
poderosos que tenían aspecto salvaje en sus ojos... y se sintió como su
presa.

Tragó saliva y miró a John, quien la tomó en sus brazos y la besó en la


frente.

—¿Es esto lo que quieres, cariño?


Desde el hormigueo entre sus muslos a los pensamientos carnales que fluían
por su mente, su cuerpo estaba más que listo. Pero ella no estaba tan segura
de que su mente lo estuviera. Ya había tenido sexo anal, pero nunca había
estado con más de un hombre a la vez. ¿Y tres?

Tres magníficos, pedazos de hombres deliciosos.

La oportunidad de su vida.

—Vamos a tomarlo con calma, Elsie—. John le frotó las palmas hacia
arriba y hacia abajo de los hombros. —En cualquier momento que quieras
que nos detengamos,

puedes decir tu palabra de seguridad, y tú y yo volvemos a tu apartamento.

Ella miró a los ojos azul claro y dudó antes de asentir con la cabeza
lentamente.

—Computadora. Mi palabra de seguridad es computadora.

John le dio un beso como si nunca pudiera tener suficiente de ella. Al


mismo tiempo sintió dos fuertes manos de hombre aflojando los lazos de su
vestido, mientras que el otro hombre palmeaba su culo y apretaba los
globos.

—Maldita sea, ella tiene un gran culo—, se oyó la voz de Drew detrás de
ella, y sabía que tenía que ser él amasando las mejillas.

—Jodidamente precioso—, murmuró Aarón mientras apartaba los lazos, la


tomaba por la cintura y comenzaba a arrastrar sus labios a lo largo de su
columna vertebral desde la nuca.

John continuó besándola, su pecho contra sus senos, manteniendo la parte


superior del vestido para que no cayera por el momento.

Su cuerpo estaba en llamas, su mente girando y girando. Ella se perdió en


una tormenta de emociones, el tacto, el gusto, y el sonido. El conjunto casi
la abrumaba.
¡Computadora! ¡Computadora! ¡Computadora!

¡No... No, no, no!

Ella quería esto, y John se lo estaba regalando.

Su boca era hambrienta al igual que las manos y la boca de los hombres que
la tocaban por detrás.

Drew la besó en el hombro opuesto a donde Aaron jugueteaba con ella, con
los labios y la lengua.

Su falda se levantó mas allá de su culo y Drew dijo con voz áspera.

—Mierda. No lleva nada debajo de la ropa.

—Ni una maldita cosa, solo esas medias y tacones—, murmuró John contra
sus labios.

Él se apartó de ella para dejar que la parte delantera del vestido cayera hasta
la cintura.

El calor se precipitó a través de ella al sentir el contacto de seis manos


masculinas en su cuerpo, explorando, adorándola.

—Bonito y rosa. Buen trabajo, hermano—. Drew abrió sus nalgas. —No
puedo esperar a follarte el culo, nena.

Un hormigueo erizó su piel por la declaración de Drew, entonces hizo un


sonido ahogado de sorpresa cuando Aarón deslizó una de sus manos
alrededor de su muslo, a través de los rizos cortados de su montículo y en
su humedad resbaladiza.

—Maldita sea, está mojada—, dijo mientras acariciaba su clítoris.

John palmeó sus pechos llenos y tiró y apretó sus pezones duro, lo que la
hizo gemir más fuerte de lo que ya lo estaba haciendo.
Alguien tiró de su vestido, que susurró hacia abajo para aterrizar alrededor
de sus tacones.

—Perfecta—. Aaron acarició su oído mientras seguía acariciando su


clítoris. —Ella es tan jodidamente perfecta.

La boca de John tomó el lugar de una de sus manos, el calor y la humedad


sumándose a la furia de las sensaciones que rabiaban a través de su cuerpo.
Él continuó pellizcando y tirando del otro pezón mientras su mano libre se
deslizó por su vientre y entre sus muslos, donde metió dos dedos en su
núcleo y comenzó a golpear con los nudillos en sus pliegues.

—Oh... Dios—. Elsie no pudo decir nada más mientras los hombres
tomaban el control total de su cuerpo.

Agarró con las manos el cabello de John mientras chupaba su otro pezón y
continuaba bombeando con los dedos dentro y fuera de su coño.

Aarón se retiró de sus pliegues y apretó su cara con ambas manos, girando
un poco la cabeza para que estuviera mirando a un lado, mirando esos ojos
gris pizarra. Él dejó escapar un gemido antes de besarla con fuerza,
devastando su boca con la suya. Sabía diferente de Drew y John, los tres
hombres tenían su propio y único sabor masculino. Y

casi podía distinguirlos por el tacto de sus manos.

Drew frenó la exploración de su cuerpo mientras Aaron la besaba. Los


labios de Drew se movieron lentamente por su cuerpo, mientras los
presionaba contra la parte posterior de su rodilla, se deslizó a lo largo de su
muslo, y luego la mordió en la mejilla del culo, duro.

Elsie gritó en la boca de Aarón, pero se tragó el grito y sólo le dio un beso
más duro.

Ella dio otro grito cuando Drew trasladó uno de sus dedos al anillo apretado
de su ano y se abrió paso dentro de ella. Incluso sin la lubricación, el dedo
se sentía tan bien cuando llegó a su interior hasta ese punto dulce. Había
sido follada en el culo por sus otros Doms, pero esto... lo único que podía
pensar era, Oh, Dios mío, una y otra vez.

Aaron se mantuvo besándola, pero trasladó una de sus manos de nuevo a


sus pliegues y comenzó a acariciar su clítoris, frotando en círculos
alrededor de él, luego dando golpecitos de manera que la hizo estremecerse
con la necesidad.

Estaba bajo una sobrecarga sensorial. John amamantado y pellizcando sus


pezones, mientras que los dedos follaban su coño. Aarón le daba un beso
mientras frotaba su clítoris. Drew jugaba con los rizos de su pubis con una
mano mientras embestía con un dedo dentro y fuera de su ano con la otra.
Él mordisqueó la mejilla de su culo y John le mordió los pezones. Aarón,
incluso chupaba el labio inferior lo suficientemente fuerte como para doler.

Todo su cuerpo temblaba y podía sentir su orgasmo barriendo hacia ella


como una gran tormenta.

—Me voy a venir—, gritó contra los labios de Aaron. —Por favor, déjenme
venirme.

—No— La palabra de John fue definitiva, poderosa. —Si lo haces, serás


castigada.

Elsie luchó contra su orgasmo, pero los hombres nunca cedieron. Cuando
ya no pudo soportarlo más, lo único que pensó fue, ¿A quién le importa una
mierda ser castigado...?

¡Vamos, continúen!
4
Elsie arrancó su boca de la de Aaron y culminó con un grito que debió
haber desgarrado a través de la casa entera. El orgasmo la golpeó con la
fuerza de un tsunami y se sintió como si estuviera siendo estrellada contra
las rocas por la poderosa fuerza del agua.

Sentía un silbido en la cabeza y todo su ser quería disolverse y derramarse


en el piso como si estuviera hecho de agua.

Pero no podía dejarse ir y colapsar en una masa de huesos, como quería


hacer. Su cuerpo se resistió y se agitó contra los tres hombres, tratando de
conseguir que dejaran todo lo que estaban haciéndole.

Pero John cayó de rodillas, movió la mano de Drew fuera de su camino y


empezó a lamer y chupar, lavando su coño y lamiendo los jugos
desbordando de su cuerpo.

¡Hijodeputa! No la dejaría y las lágrimas rodaron por su cara y sollozó por


las excesivas sensaciones. Demasiado, ¡demasiado!

—P… por favor—, rogó. —No puedo aguantar más.

La cosa equivocada para decirle a un Dom. Si tú le dices que no puedes


soportarlo más, él te demostrará cuanto más puedes tomar.

Ese maldito Drew se mantuvo follándola en el culo con el dedo y Aarón


ahora palmeaba sus pechos mientras la besaba.

Al fin, cuando estaba segura de que iba a morir, John se detuvo y dejó de
lamer su coño.

Se levantó y tomó su rostro entre las manos, robándola de Aaron y


besándola con fuerza. Los otros dos hombres detuvieron el asalto a su
cuerpo y ella se perdió totalmente.
Se apoyó en John y comenzó a caer, pero él la cogió por los brazos y la
abrazó. Los olores de su almizcle y el olor de la testosterona y la colonia se
filtraban a través de sus sentidos.

John sacudió los rizos que se habían escapado de su clip fuera de su rostro.

—Fuiste una niña tan mala Elsie, voy a tener que buscar el castigo perfecto
para ti.

Todo lo que salió de su boca fue un gemido suave. Él la cogió en sus brazos
y dejó que su cabeza se recostara contra su pecho. ¿Qué habían hecho con
ella? Habían minado su fuerza como si la hubieran tomado para ellos
mismos.

Vagamente se dio cuenta de que los hombres estaban aún vestidos mientras
miraba a Aarón y Drew caminar por delante de ellos, y sentía la camisa de
gamuza suave de John contra su cuerpo. No había forma en que fuera salir
de esta casa por sus propios medios.

Tendría que llevarla a su casa. En este momento ni siquiera le importaba si


estaba desnuda cuando lo hacía.

Pero él se la llevó a un enorme cuarto de baño, todo en granito, caoba y los


accesorios más ricos que jamás había visto. La luz de las velas parpadeaba
en todas las superficies disponibles. Un inmenso hidromasaje tomaba una
de las esquina del cuarto de baño, Aarón ya lo estaba llenando de agua y dio
un leve zumbido cuando empezaron los chorros. La iluminación puntual era
baja y les dio una sonrisa cansada y muy saciada mientras miraba a los tres
hombres fornidos. ¿Cómo puede una chica tener tanta suerte?

Su mirada se fijó en John mientras él la miraba. Sí. ¿Y cómo tuvo tanta


suerte de encontrarlo a él? Se olvidaría de todo el mundo, siempre y cuando
pudiera estar con John.

Perezosamente vio Aarón y Drew quitarle sus zapatos de tacón alto. De


alguna manera descubrieron la manera de desabrocharle el liguero y lo
hicieron rodar hacia abajo, junto con sus medias, y las arrojaron encima de
sus zapatos.
John la acomodó en uno de los asientos en la bañera de hidromasaje de
granito. Fue una buena cosa que la superficie en que estaba sentada fuera
texturada, porque de lo contrario, se habría deslizado directo bajo el agua.

—Mmmmm ... — escapó de sus labios mientras miraba a los hombres


desvestirse.

Todos esos músculos y cuerpos firmes.

Sus ojos se abrieron. Y, ¡oh Dios mío! ¡Mira el tamaño de esas pollas!

Los tres hombres estaban dotados tan bien que ella no creía que fuera capaz
de tener los tres a la vez. Porque sabía que eso era exactamente lo que
habían planeado.

Si ese tipo de experiencia era algo parecido a lo que acababan de hacerle


pasar, no había manera de que fuera a sobrevivir. Por no hablar de que John
planeaba castigarla. Que era exactamente lo que iban a hacer con ella.

Los hombres se metieron en la bañera, John, por un lado de ella, Drew en el


otro y Aarón directamente enfrente. El hidromasaje era grande, pero aun
así, íntimo.

John puso su brazo alrededor de sus hombros y la besó en la parte superior


de la cabeza.

—¿Estás bien?

—Claro—. Se hundió contra él. —Si sentir como si hubieras sido golpeado
por un tsunami, y luego arrastrado hacia el mar es sentirse bien.

Soltó una carcajada baja.

—Oh mi amor, ni siquiera hemos comenzado todavía.

La forma en que Elsie lo miró con los labios entreabiertos y cómo sus ojos
se agrandaron, le hizo endurecer aún más bajo el agua. Esos hermosos ojos
castaños parecían más verdes en la luz de las velas.
Empezó a abrir la boca como si fuera a decir algo, pero la cerró,
conteniendo todas las palabras que podrían haber salido. Chica inteligente.
Sabía que si pedía clemencia sólo conseguiría más.

Si no supiera que la habían llevado al cielo y de vuelta, no la empujaría.


Pero él no tenía ninguna duda de que había disfrutado de todo lo que le
habían dado.

La besó suavemente, luego con más urgencia. A medida que el beso de


Elsie

aumentaba, emparejándose con el suyo, pudo sentir y percibir su cuerpo


más vivo, podía sentir su fuerza regresando. Envolvió sus brazos alrededor
de su cuello y se aferró mientras él profundizaba el beso e hizo suaves,
pequeños sonidos de gimoteos.

Cuando se alejó, sus labios formaron una pequeña mueca.

—Tengo algo sobre lo que esos labios se puede envolver ahora mismo—,
murmuró.

Elsie levantó una ceja y miró con ojos hambrientos, mientras él mismo se
elevaba hacia el asiento de al lado, de modo que su pene totalmente erecto
se encontraba fuera del agua revuelta de la bañera de hidromasaje.

Tomó a Elsie por los hombros y la movió para que se colocara de rodillas
entre sus muslos. Se acercó y cogió su erección con su pequeña mano y
llevó la boca más cerca.

Sus ojos permanecían fijos en él mientras que deslizaba su boca sobre su


pene.

John apretó los dientes y contuvo la necesidad inmediata de llegar al


orgasmo en su dulce boca. ¡Maldición! se sentía bien, como la seda
húmeda. Poco a poco comenzó a moverse arriba y abajo de su longitud
como lo hizo en su oficina. Jugueteó con sus bolas en una mano y entonces
se dio cuenta de que Drew se había acercado, había tomado su otra mano y
la había envuelto alrededor de su polla.
—Eso es, nena—, dijo Drew mientras movía su mano hacia arriba y abajo
de su

erección y seguía chupando la polla de John.

Aarón se trasladó al otro lado de ellos y agarró su otra mano, llevándola a


su polla, de manera que ella estaba recorriendo con sus manos arriba y
abajo, sobre las erecciones de Drew y Aarón y succionando la de John.

—Simplemente perfecto—, dijo Aaron en voz baja mientras inclinaba la


cabeza hacia atrás.

John sintió un loco afán posesivo sobre Elsie, pero lo mantuvo para sí
mismo mientras disfrutaba de la sensación de ella chupando y lamiendo su
polla. Tratando de alejar su mente del orgasmo construyéndose dentro de él,
tomó la parte de atrás del cabello de Elsie y quitó las horquillas. Las tiró a
un lado y resonaron en el piso del baño. Luego arregló el pelo rojo, de
manera que cayera sobre los hombros y se desplomara sobre su espalda.
Todo lo que llevaba era su collar de oro y su piel cremosa desnuda, al igual
que la ligera dispersión de pecas en los hombros. Dios, ella era hermosa.

Cuando supo que estaba en el filo del auto-control, llevó las manos a su
cara y tomó sus mejillas.

—Eso es suficiente cariño.

Drew tomó su mano y la llevó fácilmente hacia él flotando en el agua.

—Mi turno—, dijo mientras agarraba su pelo y acercaba sus labios a su


erección. A medida que ella lo tomaba en su interior, John quería matar a su
hermano. Este acto íntimo de Elsie debería ser suyo y sólo suyo.

Ella dio un suave gemido mientras se concentraba en chupar la polla de


Drew, John se distrajo bajando en el asiento de al lado y pellizcando y
tirando de los pezones de Elsie.

Gimió alrededor de su boca llena de polla y John aumentó la presión sobre


los pezones.
Aaron se acomodó detrás de ella, movió su pelo grueso a un lado y la besó
en la nuca antes de dejar que sus manos recorrieran su cuerpo. John miró a
su hermano Drew, cuya mandíbula estaba tensa y sus manos en puños en el
cabello de Elsie. De repente, Drew sacó de un tirón su erección de la boca
de Elsie.

—Eso estuvo muy bien, nena—, dijo con los dientes apretados. —Pero
tengo otros planes para mi polla y el lugar en donde la voy a poner.

John dejó escapar un gruñido bajo y Drew le miró con una expresión que se
volvió divertida, probablemente porque podía ver la posesividad en la
mirada de John.

Aarón ya estaba llevando a Elsie entre sus muslos y el estómago de John se


apretó mientras la veía bajar hacia él. Su cabeza se balanceaba y el cabello
flotaba en el agua turbulenta de la bañera de hidromasaje.

—¿Dónde la has encontrado?— Dijo Drew mientras retrocedía hacia abajo


para que su polla estuviera bajo el agua otra vez. —Ella es una condenada
muñeca.

Le tomó una gran cantidad de auto-control calmar los celos que rabiaban a
través de él, pero John forzó una mirada despreocupada en su rostro.

—Ella llegó para una entrevista de trabajo ayer. Las cosas fueron... bien.
Mejor de lo que cualquiera de nosotros se esperaba.

Drew dio un silbido.

—Voy a decir. Se puede entrevistar conmigo en cualquier momento.

John apretó el puño bajo el agua y Drew sonrió.

—Hay algo acerca de Elsie que se te ha metido debajo de la piel. Nunca te


he visto mirar o actuar de esta manera.

John contuvo el aliento, pero no se molestó en decir nada. En su lugar, echó


un vistazo a Elsie mamando a Aarón. Eso sólo hizo que el dolor en sus
entrañas fuera más intenso.
Se movió detrás de ella y la apartó de Aarón, que levantó una ceja y se
deslizó más abajo en la bañera de hidromasaje. La llevó hacia el lado
opuesto de la bañera y la sostuvo en sus brazos.

Elsie inclinó la cabeza para mirarlo y sonrió. Arrastró su boca sobre la de


ella y corrió sus labios a su oreja.

—Creo que has tenido demasiada diversión, disfrutaste demasiado de


chupar sus pollas.

Podría tener que castigarte un poco más duro de lo que había planeado.

A pesar de que hacía calor en el cuarto de baño, Elsie se estremeció. Los


tres hombres estaban secándola con la más suave y gruesa toalla que
recordaba haber sentido jamás.

En el momento en que terminaron, los extremos de su pelo estaban secos y


su piel sólo ligeramente húmeda.

—He decidido sobre el castigo de Elsie—. John miró a Aaron luego a


Drew. —Ella tiene que ser azotada por los tres por venirse sin permiso,
cuando estábamos

complaciéndola.

Y torturándome, pensó mientras su vientre estallaba por el miedo y la


anticipación. Ella siempre podía usar su palabra de seguridad si era
demasiado, pero quería vivir esa fantasía, por esta vez, era demasiado como
para dejarlo ir.

—Lo tienes—, dijo Aaron mientras se dirigía a una fornida silla cubierta de
terciopelo.

Vio con sorpresa como él la dio vuelta y dobló por la mitad para que se
posicionara como un banco de nalgadas. Movió algunas piezas ocultas de
madera y arregló un lugar para que estuviera de rodillas.

Ella miró a John, su corazón latiendo mucho más rápido ahora. Su


expresión se había vuelto severa, la expresión de un Dom listo para lidiar
con un castigo.

—En posición, Elsie.

Asumiendo automáticamente su papel de sub, Elsie dijo:

—Sí, John, —e inmediatamente cruzó la habitación hacia el banco de


nalgadas de terciopelo acolchado. Ella era muy consciente de su desnudez,
la única cosa en su cuerpo era el collar de filigrana de oro, marcándola
como propiedad de John.

Se arrodilló en el tablero acolchado y se inclinó sobre el respaldo del banco


de líneas simples. Su vientre apretado contra la cima y su culo estaba en el
aire. Todavía se sentía sensible debido a su flagelación de la noche anterior,
y ella sabía que esto iba a doler.

—¿Sabes por qué estás siendo castigada, Elsie?—, preguntó John mientras
permanecía de pie junto a ella y frotaba la palma de la mano sobre una de
las mejillas de su culo.

Elsie asintió con la cabeza, tratando de relajar su cuerpo mientras se


preparaba para lo que vendría.

—Llegué al clímax cuando se me ordenó que no lo hiciera—, dijo ella, puso


su cara de manera que la mejilla quedó apoyaba en el terciopelo acolchado.
La sangre corría a su cabeza y estaba empezando a sentirse un poco
mareada.

—Eso es correcto—, dijo poco antes de que su mano aterrizara en la mejilla


que había estado frotando.

Elsie gritó, y luego otra vez cuando azotó el otro lado de su culo. Eso
quemó condenadamente mucho. El calor barrió sobre ella, comenzando
como un dolor

candente, donde le había dado la palmada, para propagarse a través de su


cuerpo y la cara, alcanzando sus brazos, sus piernas.
Una bofetada tras otra cayó sobre su culo y lloró. No se atrevió a pedirle
que se detuviera o sólo la azotaría más. Poco a poco, el dolor se convirtió en
dulce placer que hizo a su coño mojarse y crecer una sensación de tirantez
en su vientre.

Dio un suspiro de alivio cuando John dio un paso atrás, pero se tensó de
nuevo cuando dijo.

—Drew, tu turno.

—Es un placer.

Elsie esperó la primera bofetada, pero en lugar de eso ella sintió sus labios y
su lengua en su culo ardiente, tranquilizándola. Y entonces él la mordió.

El dolor era intenso y la hizo gritar. Hizo suaves sonidos guturales mientras
la mordía de nuevo, chupaba su carne y luego, la mordía otra vez. Aún más
lágrimas rodaron por sus mejillas. Siempre le sorprendía cómo el dolor
podía convertirse en placer. Ella nunca antes había tenido un hombre
mordiendo su culo después de ser azotado, y a pesar del dolor, de alguna
manera era erótico.

Drew dejó de morder y colocó suaves besos en cada lugar que había
mordido, lo que la hizo gemir. Se apartó, y en voz baja dijo:

—Es tuya ahora, Aarón.

Elsie se apoyó en el banco de nalgadas. ¿Cuánto más podría tomar?

Aaron no se hizo esperar. La azotó rápido, a diferencia de los lentos,


metódicos golpes de John. Aarón era breve, afilado y agudo en cada
contacto en contra de su culo y los muslos. Ella gritó, dolorida, pero
queriendo venirse, al mismo tiempo.

De repente se detuvo la paliza y Elsie se sintió extrañamente eufórica a


pesar del dolor que se irradiaba por todo su cuerpo. Su coño dolía por que
John estuviera dentro de ella.
Quería sentir esa plenitud de nuevo mientras él la estiraba amplia y la
tomaba profundo.

Él la ayudó a pararse, la atrapó cuando se tropezó y la giró para que lo


enfrentara. Su beso fue fuerte y urgente, tomando su boca con la suya y por
un momento se perdió en el remolino de su mente por su beso.

John rompió el beso y lo cogió por el cuello mientras la agarraba por los
muslos y la levantaba para que pudiera envolver sus piernas alrededor de
sus caderas. Sus muslos quemaron por los azotes cuando los tocó. Por
encima del hombro vio a Aaron y Drew, ambos con un intenso deseo en sus
ojos. Los de Aaron eran de un marrón ahumado, mientras que los ojos
marrones y el pelo rubio de Drew parecían casi negros.

Cuando llegaron a la cama, John se volvió y los acomodó a los dos en la


cama enorme por lo que ella lo quedó horcajadas y él mirándola hacia
arriba. Ella contuvo la respiración. Nunca había tenido un Dom que se
permitiera a sí mismo quedar debajo de ella. Siempre habían estado en la
posición dominante.

Sus ojos azules eran intensos mientras los pliegues acunaban su polla,
mojándola. Un paquete de papel de aluminio cayó sobre la cama junto a
ellos y Elsie miró hacia arriba para ver a Drew ya enfundado y
distribuyendo una cantidad abundante de lubricante sobre su erección.
Tragó saliva, mirando la polla desnuda de Aarón, a sabiendas de lo que
venía después.

Con dedos temblorosos tomó el paquete de aluminio levantándolo de la


cama, lo abrió con los dientes y sacó la goma blanda. Con su corazón
latiendo con fuerza, ella retrocedió para poder rodar el condón hacia abajo,
sobre la erección de John. Estaba tan húmeda, tan caliente, tan lista para
este momento.

—Eso es, cariño—, dijo John mientras se levantaba y él la agarraba por la


cintura.

Contuvo la respiración mientras lentamente la deslizaba sobre su gruesa y


larga polla llenándola por completo.
Automáticamente empezó a cabalgarlo, amando la sensación de él
moviéndose dentro y fuera de su coño. Le encantaba que estuviera ahí, lo
amaba en su interior.

Entonces Aarón estuvo en frente de ella, de rodillas sobre la cama, y Drew


detrás, su pene empujando el anillo apretado de su ano.

Ella se tensó y sus ojos se abrieron. Esto estaba sucediendo realmente.

Sin embargo, John dijo:

—Puedes hacer esto, nena. Puede hacerlo y te va a encantar.

Elsie gimió cuando Drew separó sus nalgas, abriéndolas y empezó llenarla
desde atrás.

Había tenido un montón de sexo anal y había tenido tapones insertados,


pero nada tan grande como la polla de Drew. Sus músculos se cerraron
sobre él mientras se abría paso en su interior y gimió más fuerte cuando
estuvo completa y profundamente enterrado dentro de ella. Su culo
quemaba por el contacto de sus caderas contra su carne dolorida, pero el
dolor de su entrada y el dolor de los azotes se mezclaron en dulce placer.

—Oh Dios—, gimió. Las dos pollas estaban tan profundamente dentro de
ella que se sentía como si estuvieran casi tocándose.

Drew y John empezaron a follarla lentamente y gimió con cada golpe. Fue
diferente a todo lo que jamás había experimentado o esperaba experimentar
en su vida.

John llevó su cara hacia abajo y la besó con fuerza antes de que Aaron
empuñara su pelo y la atrajera hacia arriba, de tal manera que su pene se
presionaba contra sus labios.

Abrió la boca y lo dejó deslizar en su interior. Él la agarró fuerte del pelo


mientras follaba su boca y John y Drew follaban su coño y culo.

Movieron las manos sobre ella al mismo tiempo, manteniendo sus


movimientos lentos y rítmicos. Las sensaciones eran salvajes, intensas,
increíbles. Los tres hombres la llenaban por completo. Su culo y sus muslos
picaban, añadiéndose al placer del momento.

Su orgasmo se acercaba, otra tormenta aún mayor que la anterior. Ella sabía
que cuando llegara ese momento iba a perder todo el control.

Los hombres empezaron a follarla más rápido, construyendo lo que ya era,


en un pico alarmante en su interior. Sin pensarlo, comenzó a luchar contra
ellos, a luchar contra lo que estaban haciéndole.

—Aguanta, cariño—, dijo John mientras se elevaba, más y más duro.

Sus ojos se humedecieron y se tragó sus gemidos con la polla de Aarón en


el interior de su boca.

—Eso es—. John agarró sus caderas ardientes mientras Drew continuaba
golpeando en su culo. —Aguanta, aguanta.

Elsie estaba a punto de llorar. Todo su cuerpo estaba tenso y se sentía como
si fuera a explotar.

—Córrete ahora, cariño—, dijo John, y eso fue todo lo que le tomó.

El cuerpo de Elsie se sentía como si fuera a partirse. Aaron soltó un


gruñido, su corrida llenó su boca y tragó de forma automática mientras se
agitaba. Cuando Aarón sacó su polla de su boca, dejó escapar el grito que
no había sido capaz de dar rienda suelta hasta ese momento.

Sentía tanto el clímax de Drew y como el de John, sus pollas latiendo


dentro de ella mientras su cuerpo se apretaba en torno a los dos. Parecían no
terminar nunca, el placer y el dolor, hasta que finalmente se derrumbó,
mientras ellos rodaban a un lado y se encontró entre Drew y John.

La oscuridad cayó sobre ella y se desvaneció.


5
Elsie se acurrucó junto a John, mientras yacían en su cama. Tenía su brazo
alrededor de ella, y su rostro se apoyaba en su pecho musculoso. Estaba
absolutamente exhausta de la

"fiesta" de la noche anterior. El hecho de haber tenido sexo con tres


hombres, había volado su cabeza.

Pero ahora estaba abrazando al hombre con el que ella realmente quería
estar. Olía tan bien, tan masculino. Después de que se había desvanecido la
noche pasada, había despertado en los brazos de John y Drew y Aarón se
habían ido. La había ayudado a vestirse y habían ido directamente a su casa.
Se sentía como borracha, como si hubiera bebido demasiado, y no había
consumido nada con alcohol.

Una vez que llegaron a casa de John se dieron un baño de lujo y luego la
metió en la cama, sus enormes brazos envueltos alrededor de ella,
abrazándola con fuerza. Los olores de la ropa de cama limpia y el jabón del
baño de la noche anterior eran reconfortantes y junto con el olor masculino
de John, la hacían sentir como si estuviera en casa.

—Buenos días, cariño—, dijo John con voz ronca mientras apretaba los
labios en su cabello.

—Si, buenos—. Se acurrucó más cerca y descubrió que podría ser una
mañana muy buena si el tamaño de su erección era una indicación.

John bombeó sus caderas, frotando su polla contra su vientre, y ella dio un
suave gemido. El correspondió con un fuerte gruñido cuando la puso sobre
su espalda y se deslizó entre sus muslos. Estar sobre su espalda hizo que su
culo quemara

deliciosamente por los azotes de la noche anterior, sumándose al calor


húmedo en su coño.

Él acarició la curva de su cuello.


—Me gustaría poder follarte sin nada entre nosotros—, murmuró.

Estaba tomando la píldora, pero nunca tomaba riesgos, sin importar lo


mucho que confiara en un hombre. No hasta que ambos fueran plenamente
examinados.

John metió la mano en el cajón de su mesilla de noche y sacó un paquete.


En un momento había revestido su erección y se dirigió directamente a ella
antes de que tuviera la oportunidad de prepararse para llevarlo dentro.

Con un fuerte jadeo, ella arqueó su espalda y envolvió sus muslos alrededor
de sus caderas. Él bombeó su polla duro y rápido y Elsie dio gritos suaves
con cada golpe. La sensación de tenerlo dentro de ella y la quemazón
continua de su culo y los muslos, la condujeron más y más cerca de un
poderoso clímax.

Esta vez, dejó que la energía se disparara a través de ella, hasta sentir un
hormigueo en cada terminación nerviosa de su cuerpo. Profirió un grito
largo y John la siguió momentos más tarde con un fuerte gemido, unos
pocos golpes más de sus caderas y el pulso de su polla dentro de su núcleo.

John se hundió en su contra, pesado, pero bienvenido. Elsie dio un suspiro


de satisfacción y él levantó la cabeza y le dio una sonrisa sensual. Su
cabello rubio estaba desgreñado, sus ojos azules con los párpados pesados,
los músculos acordonados y poderosos mientras se apuntalaba por encima
de ella y tenía una sombra de una barba.

Nunca había visto a alguien tan sexy como estaba él en ese preciso
momento.

*****

Fue sólo cuestión de días antes de que John supiera que estaba locamente
enamorado de Elsie. ¿Amor a primera vista? Siempre había pensado que
eso era pura mierda. Ahora ya no podía imaginar la vida sin ella y su
personalidad dulce, los colores siempre cambiantes de sus ojos color
avellana y el cabello rojo fuego. Tan elegante y refinada durante el día, y
tan caliente y desenfrenada por la noche.
Había tenido un montón de relaciones, sobre todo de usar y tirar, donde él y
la mujer tenían una aventura y se separaban de manera amistosa. Nunca
había querido más que eso. Había muchas mujeres bonitas para disfrutar
como para estar atado a una.

Mientras miraba por la ventana de su oficina se preguntó que estaría


haciendo Elsie en ese momento. Habían decidido que no era una buena idea
que los dos trabajaran juntos.

Estarían haciéndolo como conejos todo el tiempo. Se frotó el pene a través


de sus pantalones. Ese conejo rosa con el tambor no tenía nada que ver con
ellos1 .

El cielo estaba nublado, amenazando con llover como lo estuvo el día en


que había entrado en su despacho. ¿Qué hacía? ¿Una semana? ¡Dios!
parecía que habían pasado meses en lugar de días.

En ese mismo momento, ella todavía estaba trabajando de consultora para


la empresa en la que su contrato estaba a punto de agotarse la semana
próxima. Ella le había dicho que, a menudo entre los empleos, se había
tomado tiempo libre, por lo general sus contratos eran lo bastante lucrativos
como para poder permitírselo.

Él sólo tenía que convencerla de que se tomara ese tiempo libre ahora y
pasarlo con él, en lugar de gastarlo en busca de un puesto a tiempo
completo, o incluso otro contrato de trabajo. No había tomado unas
vacaciones en quién sabe cuánto tiempo, y tenía un personal eficiente que
podría prescindir de él durante un par de semanas. Infierno, un mes,
incluso.

Sacó su teléfono celular fuera de su funda y pulsó el número de marcación


rápida en que había programado el celular de Elsie.

1 Se refiere al conejito de Duracell, que anda y anda sin parar.

Ella respondió al tercer timbrado, su voz baja y sin aliento mientras decía,
—Hola, John—, con su sexy voz de “fóllame” que lo ponía más duro que
nunca.
Se ajustó la furiosa erección a través de sus pantalones. Podía imaginarla en
su oficina ahora, de rodillas, chupando su polla.

—¿Qué estás haciendo, cariño?— Sus palabras siempre parecía ser bajas y
roncas cuando hablaba con Elsie. Sentía que estaba en la secundaria de
nuevo. Era como si apenas pudiera hablar a su alrededor.

John la imaginaba dando vueltas un mechón de su pelo rojo alrededor de un


dedo.

—Mirando a la pantalla del ordenador y pensando en ti.

Un gemido se levantó en su garganta que apenas contuvo.

—¿Y qué estabas pensando?

—Acerca de arrodillarme delante de ti en tu oficina, con todo tu personal


del otro lado de la puerta—. Sus palabras lo hicieron sollozar de nuevo. —
Sería tan caliente el hecho de saber que no tendrían idea de lo que estamos
haciendo… o tal vez estarían tratando de adivinar si me estoy tirando a su
jefe.

—Estás siendo una chica muy mala, Elsie—. No podía dejar de frotar su
erección a través de sus pantalones. —Burlarte de mí solo hará que seas
castigada.

—¿Quién, yo?—, dijo ella y él la imaginaba haciendo todo lo posible para


parecer inocente.—Nunca me burlaría de ti acerca de querer que vengas
aquí, donde estoy trabajando, y me lo hagas en la trastienda.

—Oh, definitivamente creo que te has ganado un castigo... o dos—. Se


inclinó hacia adelante jugando con una pluma sobre el escritorio. —¿Algún
plan para el primer par de semanas en febrero?

Se la imaginó metiendo un mechón de pelo detrás de la oreja.

—Bueno, no.
—¿Qué dices sobre esquiar en Colorado?— Para su sorpresa, en realidad se
sentía nervioso por preguntarle y por cuál podría ser su respuesta.

Una pausa.

—Yo, bueno... no sé esquiar.

Él sonrió. No estaba diciendo que no.

—Te voy a enseñar, cariño.

—Tengo un miedo de muerte a cualquier cosa rápida, John.

—Pista de esquí para conejitos1 , —dijo pensando en ese conejo rosa de


nuevo y casi rió. —Vamos a mantener la cosa lenta y fácil hasta que estés
lista para avanzar más rápido.

Al igual que en su relación. Cero a cien en cuanto a su corazón concernía,


pero sabía que tendría que ir más lento con ella.

—Claro—, dijo después de otra pausa, y dejó escapar un suspiro de alivio.


—Pero te advierto de antemano que no soy loca por la nieve.

—¿Qué hay de chocolate y palomitas de maíz sobre una alfombra de piel de


oso delante de una chimenea caliente?

Ella se echó a reír.

—Bueno, la idea definitivamente tiene sus ventajas.

—Bueno. Voy a hacer los arreglos necesarios—, dijo antes de que ella le
tirara un beso por el teléfono y él sonrió como un tonto.

*****

Una bola de nieve explotó en la cara de John y se limpió la nieve helada de


sus ojos con el dorso de su mano enguantada.
—Jovencita—, dijo con una sonrisa, el calor en su pecho calentando
cualquier

enfriamiento que la nieve pudiera causar. —Tendrás que pagar por ello.

—¿Jovencita?— Elsie le asestó una vez más, antes de que tuviera la


oportunidad de sacar su propia bola de nieve. —Yo era la capitana del
equipo de softball—. Le plantó una entre los ojos, pero no antes de que él le
diera con otra en el pecho. —Lanzador principal.

—Sí, bueno, yo era el tackleador de primera ofensiva—, dijo justo antes de


lanzarse por ella y abordarla en un banco de nieve.

Elsie reía nerviosamente mientras se retorcía debajo de él y trataba de


liberarse.

Mientras la miraba, ella le quitó el aliento. Sus mejillas rosadas por el frío,
los labios de rojo, y sus siempre cambiantes ojos de color avellana casi
azules como el cielo.

Más nieve se estrelló contra el costado de su cabeza y se echó hacia atrás


para ver que se había aprovechado de su lapsus y le dio bien con un puñado
de nieve.

Se retorció y se rió un poco más, pero aguantó y tiró de ella hacia abajo de
modo que estuvo debajo de él de nuevo y tenía sus manos enguantadas
clavadas sobre su cabeza en la nieve.

—Oye, no es justo—, dijo con un brillo en sus ojos.

1 Bunny slopes: son las pistas de sky para niños y principiantes. Bunny es
conejito.

—Todo vale en el amor y en la guerra—, dijo, mientras comenzaba a


hacerle cosquillas a través de su chaqueta de esquí, debajo de los brazos.
Había descubierto que era extremadamente cosquillosa.

Elsie se rió y gritó mientras luchaba en contra de su agarre.


—Noooooo—. Ella se reía tan fuerte que apenas podía hablar.

—Ese es tu primer castigo—, dijo mientras Elsie reía tan fuerte que estaba
teniendo dificultades para respirar. La dejó y detuvo las cosquillas para que
pudiera recuperar el aliento.

Su respiración subía y bajaba por debajo de su chaqueta de esquí.

—¿Por q…q…qué? — Sus labios estaban empezando a ponerse morados


por el frío. Él se haría cargo de eso.

En lugar de responder, la besó lentamente, dejando que su boca le calentara


los labios antes de besarla más profundamente. Elsie suspiró en su boca y
su cuerpo se relajó.

Liberó sus labios y le tomó la cara entre sus manos enguantadas, aún
sosteniéndola para poder tomarla más a fondo. Su pantalón de esquí
estranguló su pene y apretó sus caderas entre sus muslos. Hizo suaves
gemidos y envolvió sus brazos alrededor de su cuello.

Él la cogió por el culo, que probablemente estaba todavía dolorido de la


paliza de la noche anterior, que había sido por lo menos una semana
después de la última. Elsie envolvió sus piernas alrededor de sus caderas y
le sonrió mientras la llevaba hacia su cabaña.

Se encontraban en Aspen, quedándose en una cabaña propiedad de un


amigo de John.

Era enorme, apenas podría llamarse una cabaña según las normas
tradicionales, pero tenía una sensación acogedora.

Cuando estaban en la cabaña, John encendió un fuego en la enorme


chimenea que también servía como chimenea en el dormitorio principal.
Elsie se había desprendido de sus guantes y estaba temblando mientras él
alimentaba el fuego. A pesar de que habían tenido una cantidad ridícula de
diversión el último par de semanas en Aspen, la nieve todavía no era su
cosa favorita. Con Elsie, cualquier cosa era su favorita, siempre y cuando
pasara el tiempo con ella.
Él estaba enterrado con la mierda hasta el cuello cuando se trataba de Elsie.
Hasta encima de su cabeza.

Cuando la habitación estuvo calentita, ayudado por el sistema de


calefacción de primera que su amigo había instalado en la cabaña de lujo,
John la ayudó a salir de su traje para la nieve. Ella aún estaba fría y
mientras lentamente la ayudaba a quitarse la ropa, besó todas las partes frías
sobre su cuerpo que pudo encontrar.

Apartó su capucha y soltó su cabello. Elsie suspiró mientras comenzaba con


su nariz, antes de pasar a besar cada una de sus orejas.

—John—, dijo al final de un gemido. —Eres un hombre útil para tener


alrededor.

—¿Lo soy?— Él trajo la boca a sus labios y la calentó con un beso.

—Definitivamente.

Él levantó una ceja y se retiró.

—¿Y cómo es eso?

—¿Debería enumerar las formas?

—Me encantaría escucharlas.

Se pellizcó las cejas como si pensara profundamente.

—Vamos a ver... tienes excelentes habilidades de entrevistador y manejas


situaciones de grupo casi tan bien como trabajas persona a persona.

John sonrió y negó con la cabeza.

Sus ojos se volvieron de un gris ahumado.

—Por no hablar de tu capacidad de controlar una situación… caliente.


La llevó a la suave alfombra de falsa piel de oso delante de la chimenea tan
rápido que ella dio un grito de sorpresa. Tiró de la cremallera de su traje
para la nieve, a continuación le quitó las botas, le quitó el traje para la
nieve, su franela y luego su ropa interior.

Se retorcía un mechón de cabello con uno de sus dedos mientras lo miraba,


desnuda y bella a la luz del fuego. Cada vez que la miraba de esa manera, le
robaba el aliento. Su pelo rojo hacia los lados, en una ola de fuego sobre la
piel de oso pardo, vacilante luz del fuego en su piel pálida y cremosa. La
única cosa en ella era su collar de oro, el cual llevaba todo el tiempo para su
placer. Sus pecas salpicadas con delicadeza sobre sus hombros, sus pechos
eran grandes, sus pezones duros y maduros para saborearlos. Su mirada se
detuvo en los rizos de fuego entre sus muslos. Hablando de saborear...

—Estás chorreando—, dijo ella con una sonrisa burlona y John miró hacia
abajo para ver que todavía estaba en su traje para la nieve.

Resolvió el problema rápidamente. En un momento estaba desnudo, y entre


sus muslos.

Juntos, habían ido a hacerse las pruebas, por lo que ya no necesitaban


ningún tipo de barrera entre ellos. Maldita sea, amaba la adherencia sedosa
de su coño alrededor de su pene.

Se frotó su erección en un puño mientras la miraba y ella llegaba hasta él.


Él negó con la cabeza, extendió sus muslos amplios y bajó hacia ella.

Sabía tan dulce. Ningún vino podría coincidir con el sabor de sus jugos.
Ella gemía y se retorcía mientras le lamía y chupaba su clítoris. Golpeó con
los dedos dentro y fuera de su coño mientras implacablemente la empujaba
hacia el borde.

—John, por favor—, rogó.

Le encantaba cuando ella le rogaba.

—Este es el castigo por esa bola de nieve—. La miró mientras ella se


retorcía por la pérdida de contacto entre la boca y su coño. —No puedes
correrte hasta que yo diga.

¿Entiendes?

Tenía una expresión de dolor, pero asintió con la cabeza y empezó a


devorarla de nuevo. Ella sollozó, se retorció y lloró, pero no abandonó hasta
que él no pudo soportarlo más.

Metió la polla en su coño en un solo movimiento duro, lo que la hizo gritar.


Ella agarró su culo, clavándole las uñas profundo en su carne mientras se
metía duro. Sus gritos se hicieron más fuertes y más largos y el sudor
brillaba en su frente por luchar tan duro contra el orgasmo.

Su propio clímax se construía dentro de él, una concentración fuerte en la


ingle que amenazaba con dispararse a través de su cuerpo y salir por la
parte superior de su cabeza.

Cuando nada pudo parar su propio orgasmo, apenas pudo decir las palabras.

—Córrete, cariño—, antes de explotar dentro de ella. Ella gritó al mismo


tiempo que él lo hizo y sintió las fuertes contracciones de su coño alrededor
de su polla mientras palpitaba en su interior. Pensó que iba a desmayarse
por la intensidad de su orgasmo.

Momentos más tarde, la estaba abrazando a la luz del fuego, sin querer
dejarla ir.
6
Elsie negó con la cabeza mientras John entraba cojeando en su sala de estar
con sus muletas.

—Te ves tan lindo —, dijo con una sonrisa. —Y pensar que era yo quien
tenía miedo de partirse una pierna.

Le dirigió una mirada asesina y ella se burló de nuevo.

Cuando ya estaba instalado en el sofá con la pierna rota apoyada sobre una
silla, se acurrucó a su lado y puso su cabeza sobre su hombro. Se sentía tan
cálido y sólido, y olía a aire libre y a ese olor tan masculino que había
llegado a amar.

Se había roto la pierna de su último día en Aspen, cuando había decidido


que quería esquiar en una de las laderas más traicioneras. Eso es lo que
obtuvo por ser un He-man.

Elsie se serenó un poco. Había estado tan asustada por él cuando lo vio caer
por la pendiente. Era como si un pedazo de ella se hubiera estrellado contra
esa montaña.

Habían tenido que quedarse un día más para que pudieran enyesar la pierna
hasta arriba de su muslo. Habían cambiado sus planes y habían conducido
de vuelta, ya que no podía volar con su nueva pierna rota, y habían llegado
a Tucson hacía sólo una hora más o menos.

John le acarició el pelo que había dejado suelto sólo para él, a pesar de que
era rizado y rebelde como el infierno.

—Es el Día de San Valentín—, murmuró, su aliento cálido como plumas


contra su oído, lo que la hizo temblar.

—Oh, sí—. Con toda la "emoción" lo había olvidado. —Lo siento. No te he


comprado nada.
Volvió el rostro para que estuvieran lo suficientemente cerca para que él
cepillara los labios sobre los suyos.

—Hay una cosa que puedes darme.

La travesura brillaba en sus ojos y le llevó la mano hacia abajo para frotar
su erección.

—Apuesto a que si.

—Está en mi bolsillo de los vaqueros—, dijo, una chispa determinada en su


mirada.

—Uh-huh—. Para tomarle el pelo un poco más su dedo se deslizó en el


bolsillo más cercano a ella y le pasó los dedos a lo largo de su polla a través
del material fino de la parte interior del bolsillo.

—El otro lado—, dijo sonando como si estuviera apretando la mandíbula


por la tortura a la que lo estaba sometiendo.

Para complacerlo, y para divertirse un poco más, llegó a través de él y de


inmediato sintió un bulto que no tenía nada que ver con su erección.

Un cálido rubor se apoderó de su piel y se detuvo.

—Vamos—, dijo.

Ella encontró su mirada mientras excavaba y sacaba una caja de joyería que
hacía juego con la que le había dado antes, que había contenido la
gargantilla de oro. Sólo que ésta era del tamaño de una caja de anillo.

Su corazón latía con fuerza. No era lo que ella pensaba que era. No podía
ser. No.

Probablemente un par de pendientes para que coincidieran con la gargantilla


que estaba dentro de la caja.

—¿Cuándo tuviste tiempo para conseguirme algo?


—Lo recogí antes de irnos—, dijo en voz baja. —Ábrelo.

Elsie tragó saliva y levantó la tapa de la caja para ver un hermoso diamante
cuadrado, flanqueado por esmeraldas.

Su mirada saltó a la suya, sus labios se separaron, pero no tenía idea de qué
decir. Su mente giraba como si estuviera en un mundo de ensueño.

—Tu regalo del Día de San Valentín para mí, sería que dijeras que sí—.
John tomó la caja de su mano y sacó el diamante de la misma. Lo deslizó en
el dedo anular. —Di que te casas conmigo, Elsie.

—Yo… guau —. Sostuvo su mano contra la frente mientras lo miraba. —


Sólo han

pasado seis semanas, John.

—Lo suficiente para saber que eres la única mujer que quiero en mi vida—.
Deslizó sus dos manos entre las suyas. —Di que sí.

El calor se extendió por su cuerpo e incluso descongeló su mente y sus


palabras. Seis semanas había parecido toda una vida con John. Una vida
que quería seguir

compartiendo con él.

—No me dejes aquí, cariño—. Le acarició el costado de su cara. —


Podemos tener un compromiso tan largo como quieras, pero no voy a
dejarte ir.

Una sonrisa apareció en su cara y ella se lanzó contra su pecho y le echó los
brazos alrededor de su cuello.

Al mismo tiempo, casi le golpeó la pierna rota de la silla y se echó a reír.

—¿Eso sería un sí?

Movió su boca a la suya y le dio un beso a fondo, dejando que su boca, su


lengua, sus labios, le dijeran todo lo que quería que él supiera.
Cuando se retiró, ella sonrió y dijo de todos modos.

—Sí—. Se rió y lo abrazó de nuevo. —¡Definitivamente sí!— Entonces se


apartó, se detuvo y le dio una fingida mirada seria. —Con una condición.

John levantó una ceja.

—¿Y cuál es esa?

Elsie no pudo evitar una sonrisa burlona.

—De ahora en adelante tienes que dejar que alguien más haga todas tus
entrevistas. La única entrevista que estarás haciendo será a mí.

—Tú igual—. Él frotó el anillo en su dedo. —Te amo, cariño.

Ella dio un gran suspiro de felicidad.

—Te amo también—. Lo montó y empezó a desabrochar su cinturón. —


Déjame darte

tu otro regalo del Día de San Valentín...

Títulos de la serie TABOO:

01 – Tomando instrucciones

02 – Dominada por la ley

03 – Tomando el trabajo

04 – Tomándolo personalmente
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