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Karl Popper es uno de los filósofos de la ciencia más importantes del siglo XX.

Algunas
de sus obras más importantes son: “La lógica de la investigación científica” (de 1934,
aunque no se convirtió en una obra relevante hasta que se tradujo al inglés en 1959); “La
sociedad abierta y sus enemigos” (de 1945, con un enfoque más político); o “Conjeturas
y refutaciones” (de 1963).

Aunque desarrolló su actividad y su pensamiento en estrecha relación con el Círculo de


Viena, en realidad, no se puede decir que Popper pertenezca a este grupo filosófico. Esto
se debe en buena medida a que en sus textos se critican algunos de los postulados del
positivismo lógico, ya que, al contrario de lo que este sostiene, para Popper la observación
ya está de partida impregnada de teoría, y no puede aceptarse que exista una observación
que funcione como una tábula rasa.

A partir de la teoría de Popper podemos ver claramente la diferencia entre el inductivismo


(que extrae conclusiones generales a partir de lo particular) y el deductivismo (lo
contrario, es decir, parte de una observación general y una teoría previa que se asume
para poder dar respuesta a los casos particulares): él asume esta última porque entiende
que la ciencia funciona mediante intentos de refutación, que necesitan de una carga
teórica a priori.

Una de las aportaciones principales de Popper es su intento de discernir lo que es ciencia


de lo que no lo es, es decir, lo que se denomina “demarcación”. Para ello, desarrolla el
criterio de falsabilidad, que veremos en qué consiste.

El método científico es el principio último de la racionalidad humana, y se fundamenta


en dos prácticas: las conjeturas (es decir, las hipótesis), que son de carácter teórico, y las
refutaciones, de carácter práctico y empírico. Estas suponen una contrastación negativa,
puesto que no reconoce que pueda haber un criterio suficiente de verificación. El avance
de la ciencia consiste por lo tanto en contrastar, no corroborar. La ciencia no es nunca un
sistema de enunciados ciertos e irrevocablemente verdaderos sino todo lo contrario. Es
un sistema conjetural de hipótesis que no son ciertas, sino corroboradas y contrastadas.
La ciencia nunca llega a la verdad, se aproxima a ella, asintóticamente podríamos decir,
proponiendo sistemas hipotéticos o conjeturales. Entonces, no es tanto que una ley o una
teoría sea verdadera, sino que es adecuada, válida para cada caso en cada momento, antes
de que vuelva a ser refutada por otra mejor. Debido a esto, el papel de la ciencia es más
descriptivo que explicativo, puesto que trata de dar cuenta de fenómenos, y no tanto de
alcanzar una explicación última válida para siempre y para todos los casos.

Se trata por lo tanto de una visión acumulativa de la ciencia, en tanto que no hay un gran
cambio de paradigma, como defenderá después Thomas Kuhn, sino que esta se construye
mediante ese proceso doble de conjetura-refutación. Esta metodología, que puede llegar
a considerarse incluso una cosmovisión, conlleva una actitud crítica con respecto a las
leyes científicas imperantes, y de hecho, cuanto más crítica mejor.

Revisemos a continuación el primer capítulo de Conjeturas y refutaciones, titulado


justamente así.

Popper se pregunta cuándo debe ser considerada ciencia una teoría, es decir, plantea ya
de partida el problema de la demarcación.

Sorprende que diga que no le preocupa tanto la verdad como si es ciencia o pseudociencia,
como si ambos términos (ciencia y verdad) no fuesen necesariamente de la mano, y es
que como ya hemos dicho, para él no es tanto así.

Le preocupaba la diferencia que existía entre el psicoanálisis, el marxismo o la psicología


del individuo de Alfred Adler y las ciencias físicas, que se consideran
paradigmáticamente ciencias frente a las otras, de las que se duda de su cientificidad.

El poder explicativo sería el supuesto nexo entre las 3 teorías (capacidad para explicar
todos los fenómenos del campo del que se ocupan).

Los casos explicados bajo una de esas tres teorías, buscaban la confirmación, observaba
Popper. Y esa fuerza aparente, dice, es lo que intuía como una debilidad.

Apunta una diferencia al explicar el caso de la teoría de Einstein: esta tiene la capacidad
de predecir, y no solo de explicar. Si falla en sus predicciones, se considera errónea o
refutada. Es decir, que no para todos los casos es válida la teoría (como sí que era el
psicoanálisis).
-Algo que para Popper hace de una teoría una BUENA teoría, es que cuanto más
restrictiva mejor. “Cuanto más prohíbe una teoría, mejor es”.

-Una teoría que no es refutable por nada concebible, no es una buena teoría. La
irrefutabilidad de una teoría por tanto no es una virtud sino un vicio.

-Un test válido/verdadero/valioso es aquel que trata de refutar, no de confirmar. Cuando


un test, en su intento de refutar una teoría, falla, es decir, no puede probar que la teoría es
falsa, es entonces cuando deben tomarse en cuenta y considerarse corroboradores.

La vaguedad de una predicción hace que la teoría pueda explicar cualquier fenómeno,
pero de manera insatisfactoria, pues ningún fenómeno o teoría podrá refutarla en ningún
caso.

La preocupación de Popper no tiene tanto que ver con el sentido, la verdad o


aceptabilidad, sino con trazar una línea divisoria entre los enunciados o sistemas de
enunciados de las ciencias empíricas y los de la metafísica, religión o pseudo-ciencia.
Esto es justamente lo que Popper llama problema de la demarcación.

Si llamamos “enunciado observacional” no solo al enunciado que expresa una


observación real, sino también al que expresa algo que se podría observar, entonces (y
de acuerdo con el Tractatus, 5 y 4.52), toda proposición genuina es una función de verdad
de enunciados observacionales, y por tanto deducible de estos.

Aquí aflora la importancia del carácter predictivo que tiene para Popper la ciencia.

Este carácter predictivo significa que las proposiciones que pertenecen a la ciencia son
deducibles a partir de enunciados observacionales verdaderos. (Vemos así el Carácter
deductivo).

De todo lo dicho se extraen las siguientes CONCLUSIONES:

1. Es fácil obtener confirmaciones o verificaciones para casi cualquier teoría, si son


confirmaciones lo que buscamos.
2. Las confirmaciones solo tienen validez si son el resultado de predicciones
riesgosas, es decir, que pongan en riesgo la teoría.
3. Toda buena teoría implica prohibición; cuanto más prohíbe una teoría, mejor es.
4. Una teoría que no es refutable por ningún suceso concebible no es científica (la
irrefutabilidad no es una virtud de una teoría, como se cree a menudo, sino un
vicio).
5. Cualquier test realmente valioso de una teoría será un intento para desmentirla.
6. Lo que hace que una teoría se confirme con los resultados de un test realmente
valioso, que ha intentado refutarla (elementos de juicio corroboradores).
7. Cuando se demuestra la falsedad de una teoría, a menudo se reconfigura o se
introducen elementos ad hoc para volver a validarla. En tal caso, la teoría pierde
status científico.

*Todo lo anterior se resume: el criterio para establecer el status científico de una


teoría es su refutabilidad o su testabilidad.

II

Para Popper, la teoría de la relatividad de Einstein es un ejemplo que satisface el criterio


de refutabilidad. El psicoanálisis no, porque es irrefutable. Esas teorías no científicas
describen hechos. Sin embargo, Popper reconoce que en los planteamientos de teorías no
científicas (metafísica, pseudo-ciencia, religión) puede haber gran cantidad de
conocimiento válido, reinterpretable desde la ciencia. Planteadas de forma mítica o
primigenia, ese conocimiento puede tener validez como planteamiento inicial o intuitivo,
pero en ningún caso tendrá elementos de juicio empírico con los que respaldar su status
científico. (Ejemplo: el atomismo planteado ya en Grecia). Aquí se ve claramente el
problema de la demarcación.

Verificabilidad, significatividad y carácter científico en general coinciden.

Para Popper, el problema del significado es un problema verbal, un pseudo-problema.

El criterio de demarcación de Wittgenstein equivale a un problema de verificabilidad; es


la deducibilidad a partir de enunciados observacionales (que es un criterio estrecho y
demasiado amplio, poco concreto). No permite excluir, por ejemplo, a la astrología, que
también se fundamenta en observciones.

El problema de la demarcación está estrechamente ligado, como decíamos, con el de la


inducción. Para Hume no es posible justificar lógicamente la inducción: el intento de
justificar la práctica de la inducción mediante la experiencia conduciría a un regreso al
infinito.

Popper no está de acuerdo en la crítica de Hume a la causalidad, que se fundamenta en


una explicación de corte psicológico (y lógico, como se ve después) basada en la
costumbre y el hábito. La propuesta de Hume sería por lo tanto psicológica y no filosófica.

Hume se equivoca, según Popper, en:

1. El resultado típico de la repetición: el proceso se abrevia y deja de ser consciente; se


convierte en fisiológico. La repetición puede crear así expectativas inconscientes. Solo se
hacen conscientes si algo va mal o no se espera (pone el ejemplo del reloj que podemos
oír que se ha parado).

2. Génesis de los hábitos/costumbres: para Popper no se originan en la repetición, sino


que comienzan antes de que la repetición pueda tener alguna importancia. Aunque solo
fuesen hábitos como tal después de haberse repetido sistemáticamente, no podemos
inferir de ahí que las prácticas se realicen solo cuando ya se ha consolidado el hábito;
surgen antes de que esto pase. *En sintonía con el principio causal de razón suficiente de
Schopenhauer.

3. Carácter de las experiencias (“creer en una ley” o “esperar una sucesión”): La creencia
no implica necesariamente una conducta determinada. No hace falta la repetición
sistemática para un determinado comportamiento. Un solo suceso que realmente nos
impresione o nos sorprenda ya es suficiente para crear el hábito o cierta expectativa.

Estos serían argumentos empíricos en contra de la teoría de Hume, pero también los hay
puramente lógicos:

La idea principal de Hume se sustenta en el argumento (*implícito) de la


semejanza/similitud. (Una semejanza asumida entre sucesos).
Esta crítica parece psicológica, pero en realidad lo que la hace lógica es que la repetición
planteada por Hume nunca puede ser perfecta (igual), y por ello la mayor o menos
semejanza de un suceso con otro será algo subjetivo, que dependerá de cómo se perciba
y de un determinado punto de vista. Eso quiere decir que deberá haber un punto de vista
antes de que haya alguna repetición. La causalidad por lo tanto no sería una ley universal
que afectase a todos los objetos e individuos por igual, pues antes de que pueda haber
repetición alguna (y con ella causalidad), debe haber un punto de vista. La similitud entre
sucesos sería un producto sujeto a interpretaciones.

Cuando Hume refutó el problema de la inducción, se enfrentó con uno nuevo: ¿entonces
cómo conocemos, cómo obtenemos realmente nuestro conocimiento? O bien no hay
ningún procedimiento inductivo, o bien lo hay y no tiene validez lógica, conduciendo a
un regreso al infinito. Cualquiera de las dos, implicaría un conocimiento irracional.

Hume abandonó la teoría lógica de la inducción y asumió el sentido común, volviendo a


admitir humildemente la inducción por repetición bajo una teoría psicológica.

Popper invierte la teoría de Hume: Lo que explica la repetición para nosotros es que
tenemos una propensión a esperar regularidades y buscarlas. (*Aunque entonces la
postura de Popper sería tan subjetiva como la de Hume, la cual critica precisamente por
eso. Si cada cual espera una cierta regularidad, entonces habría una multiplicidad de leyes
causales distintas). Para Popper no hay repetición en el mundo captada por el sujeto, sino
que es el sujeto el que a partir de ciertas leyes busca que haya repeticiones en el mundo.
(*Vemos aquí una clara similitud con el “giro copernicano” de Kant).

Popper reconoce que, además de funcionar así, debe hacerlo. Dice: “Debemos tratar
activamente de imponer regularidades al mundo. Debemos tratar de descubrir similitudes
en él e interpretarlas en función de las leyes inventadas por nosotros. Debemos saltar a
conclusiones. Quizá tengan que ser descartadas luego, si la observación muestra que son
erradas”.

Esto conduce a una teoría de ensayo y error, de conjeturas y refutaciones. Los intentos
por imponer interpretaciones al mundo son lógicamente anteriores a la observación
de similitudes.

Popper se pregunta qué acontece primero, si la hipótesis o la observación, a lo que


responde “un tipo más primitivo de hipótesis”. Y si nos remontamos a las teorías y mitos
más primitivos llegaremos al final hasta expectativas inconscientes, innatas. Puede haber
habido “expectativas” sin que tengan que ser necesariamente conscientes. Afirma: “El
niño recién nacido espera ser alimentado, protegido y amado”.

Las expectativas serían en ese sentido un cierto tipo de conocimiento, que podría ser
psicológico a priori, o genéticamente a priori. Es decir, anterior a toda experiencia
observacional. Una de las más importantes expectativas es hallar una regularidad. Es una
expectativa instintiva, que es psicológicamente a priori y que “corresponde muy de
cerca a la ley de causalidad que Kant consideraba como parte de nuestro equipo mental
y como válida a priori.

La esperanza de hallar regularidades no es solo psicológicamente a priori, sino también


lógicamente a priori; es anterior a cualquier experiencia observacional, y a todo
reconocimiento de semejanzas (y toda observación implica el reconocimiento de
semejanzas).

A pesar de poder explicarse a priori, no es válida a priori, pues puede fracasar en la


experiencia, en el ambiente “letal” que no estaría en congruencia con esa expectativa, y
por tanto no hallar ese tipo de regularidades.

Ahí está precisamente el error de Kant, que habiendo planteado bien la crítica a la teoría
de Hume de la causalidad, pensaba que al operar a priori, hacía necesario el éxito de
nuestro conocimiento causal. Pero no reconoció la posibilidad de que este fallase en el
medio en el que se aplica, pues puede fracasar. Kant tenía razón al decir que “nuestro
intelecto no extrae sus leyes de la naturaleza, sino que impone sus leyes a la naturaleza”,
pero erró al pensar que por ello necesariamente estas leyes causales son siempre
verdaderas o válidas. Porque “la naturaleza, muy a menudo, se resiste exitosamente”.

*Crítica a Popper: el falsacionismo no es suficiente como criterio de demarcación, porque


asume una noción cuantitativa, y no cualitativa a la hora de evaluar el status científico.
Es decir, que según una teoría se hace endeble, al ser falsada y después añadiéndole leyes
auxiliares, va perdiendo status científico, pero ¿cuál es el punto en el que deja de ser
ciencia? No se sabe, queda un vacío ante esa pregunta.

Bajo el prisma de Popper habría que asumir por lo tanto que la aceptación de una ley por
parte de la ciencia es solamente tentativa, es decir, que en realidad todas las leyes y teorías
son conjeturas.

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