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Paul Grice nació en 1913 en Inglaterra y murió en 1988.

Fue uno de los filósofos del


lenguaje más influyentes del siglo XX, con trabajos importantes sobre todo en el ámbito
de la pragmática. Su obra se recopiló en una obra titulada Studies in the Way of Words.
Aquí encontramos su artículo más famoso, Lógica y conversación.

Lo primero que nos dice Grice es que existen diferencias en el significado de ciertas
formas lógicas (los símbolos que se utilizan para operar en la lógica formal) cuando se
expresan con lenguaje natural (no, sí, todo, algún, etc.).

Hay dos elementos que permiten explicar lo que el hablante quiere decir con lo que
enuncia o profiere:

1) Por una parte, la intención del hablante de generar una reacción en el oyente, por
medio del reconocimiento de este último de las intenciones del primero, al llevar
a cabo una interpretación del otro acto de habla del emisor.
2) Por otro lado, la racionalidad propia de los hablantes o los emisores, que les
permite hacer lo posible porque sus interlocutores reconozcan las intenciones que
determinan el significado de lo que se dice.

Otra de las contribuciones importantes de Grice consiste en reconstruir las nociones


propias de la semántica a partir de las nociones pragmáticas y, en particular, a partir de la
caracterización de la noción de significado del hablante.

Recordemos que la semántica era aquella rama de la lingüística que estudia todo aquello
que tenga que ver con el significado del lenguaje, mientras que la pragmática es la rama
que atiende a la influencia que puede ejercer el contexto y las prácticas sociales en el
ejercicio de la comunicación.

Metiéndonos ya de lleno con el asunto, lo que dice Grice es que:

La proferencia de algo por parte de un hablante (esto es, lo que dice) es significativa para
un auditorio solamente si ese hablante dijo lo que dijo con las siguientes intenciones:

1) producir una respuesta en el auditorio

2) que el hablante reconociese que el auditorio tenía una predisposición a que ese
hablante les infundiera una respuesta
3) que lo segundo fuese en alguna medida la razón para lo primero, es decir, que
la razón por la que el hablante estuviera motivado a ejercer ese acto comunicativo fuera
a su vez que hubiera un reconocimiento por su parte de que el auditorio tenía ya de partida
una predisposición a reaccionar de ese modo.

Las respuestas que una conducta comunicativa pretende inducir en los oyentes son, según
Grice, de dos clases: cambio de creencias y realización de acciones.

El primer tipo de respuestas consiste en la modificación del sistema de creencias del


receptor en un sentido u otro (adición de creencias nuevas, revisión de las antiguas...).
Esto se produce mediante el discurso declarativo o, en su terminología, mediante
proferencias exhibitivas.

El segundo tipo, que consiste en la inducción de una disposición para una acción
determinada, está asociado a las modalidades imperativa e interrogativa, o mediante
proferencias protrépticas.

Para pasar del significado ocasional del hablante al significado de las oraciones Grice
utiliza dos nociones auxiliares, derivadas de la noción general de convención, que son las
de procedimiento y repertorio.

Un procedimiento sería una práctica convencional compartida por los miembros de una
comunidad para los que tiene un significado que en general no varía demasiado; y un
repertorio sería un conjunto de procedimientos que tienen una misma significación.

La teoría del significado de Grice se puede considerar como una teoría sobre el modo en
que los hablantes de una lengua utilizan expresiones con un significado regido por las
convenciones que sin embargo puede transmitir información que no está contenida de por
sí en ese significado, de manera que lo llega a modificar.

Por lo tanto, más que una teoría del significado lingüístico convencional o semántico, la
teoría de Grice es una teoría del significado comunicativo o sobre el significado en la
comunicación, ya que propone que existe una gran variación de significados según se
produzcan las interacciones comunicativas.
Grice hace hincapié en el carácter coordinado de la interacción comunicativa. Loa
hablantes que participan en una conversación deben coordinar sus acciones para facilitar
el proceso de transmisión de información del uno al otro. Para ello ajustan su
comportamiento a ciertas máximas, que pueden condensarse en un principio que el mismo
Grice recoge, y al que llama “Principio de cooperación”. Lo formula del siguiente modo:
«Haga que su contribución a la conversación sea, en cada momento, la requerida por el
propósito o la dirección del intercambio comunicativo en el que usted está involucrado».

Si un hablante no respeta este principio, el receptor puede extraer una de las dos siguientes
conclusiones: 1) el hablante no tiene intención real de comunicarse, o 2) el hablante está
contraviniendo aparentemente el principio de cooperación con la intención de introducir
nueva información en el proceso comunicativo.

Según la teoría de Grice, las máximas conversacionales se distribuyen en las cuatro


categorías tradicionales de cantidad, cualidad, relación y modo.

-Máxima de modo: ser claro o perspicuo

1) evite expresarse de una forma oscura

2) evite ser ambiguo

3) sea breve - evite ser innecesariamente prolijo

4) sea ordenado

-Máxima de relación: sea relevante o, más explícitamente, haga que su contribución a la


conversación sea relevante con respecto a la dirección del intercambio.

-Máxima de cualidad: trate de que su contribución a la conversación sea verdadera

1) no diga lo que cree que es falso

2) no afirme algo para lo cual no tenga pruebas suficientes.

Máxima de cantidad:
1) haga que su contribución a la conversación sea tan informativa como lo exige
la dirección del intercambio

2) haga que su contribución a la conversación no sea más informativa de lo que


exige la dirección del intercambio

Por su parte, lo que Grice llama implicaturas, puede definirse como aquellos enunciados
que el receptor infiere a partir de que el hablante dice algo, más que de lo que dice. Por
tanto se trata de algo que el hablante expresa sin decirlo, que es hacia lo que había
apuntado al principio.

Las implicaturas siempre se producen dentro de un determinado contexto y dependen


parcialmente de él. Se diferencian de las implicaciones estrictas (las de la lógica lógica)
en que éstas forman parte de lo que el hablante dice literalmente o se pueden deducir
lógicamente de ello.

Lo que una proferencia de un enunciado implica tiene por tanto dos aspectos: 1) lo que
se deduce del significado literal o sistémico y de la estructura lógica de la expresión, 2)
lo que la proferencia de la expresión en cuestión, en un determinado contexto, permite
inferir al auditorio de forma independiente de 1).

Además de depender del contexto, las implicaturas están conectadas con principio de
cooperación. Para poder inferir que el hablante está implicando pragmáticamente algo, el
oyente ha de suponer como condición que aquél se está ateniendo al principio de
cooperación: que todo lo que está diciendo es relevante para la comunicación, que no
miente, que no utiliza las palabras gratuitamente, etc. Es decir, los receptores deben
suponer que el hablante intenta decir algo que va en la dirección del intercambio
comunicativo, aunque sus palabras parezcan no hacerlo tomadas literalmente.

Clases de implicaturas
• Implicaturas convencionales: se derivan de los significados de las palabras. Así,
con un enunciado como Por fin lo han conseguido no sólo se enuncia la
consecución de un objetivo, sino que esta ha sido ardua y dificultosa.

• Implicaturas generalizadas: dependen de las máximas conversacionales, pero no


de un contexto específico de emisión. De Elena ha quedado con un hombre
inferimos que no ha quedado con un conocido ni con un familiar, pues en este
caso se hubiera empleado para designarlo el nombre propio, o la relación de
parentesco que los une De este modo, al usar el nombre común hombre puede
inferirse, pues, que ha quedado con un hombre con el que potencialmente puede
establecer una relación sentimental.

• Implicaturas particularizadas: dependen de un contexto específico de emisión.


En un diálogo como el siguiente -¿Qué te parece el profesor de Ontografía? -Es
educado, el interlocutor puede inferir, en ausencia de otras claves verbales
(entonación) o no verbales (gestos) que la única cualidad destacable del profesor
es su urbanidad.

Grice distinguió entre dos clases principales de implicaciones pragmáticas, las


convencionales y las conversacionales, dependiendo de la naturaleza de su conexión con
el contexto.

En las implicaturas convencionales, el contexto y las máximas de conversación tienen


menos importancia, puesto que se se basan en aspectos convencionales del significado de
las expresiones empleadas en una determinada proferencia o de las estructuras
gramaticales escogidas por el hablante para realizar tales proferencias. Las implicaciones
convencionales tienen en común con las implicaciones lógico-semánticas que dependen
de la estructura de las expresiones, pero, a diferencia de ellas, no son de naturaleza
veritativo-condicional (conectores y operadores argumentativos).

Un rasgo distintivo de las implicaturas convencionales es que son desmontables


(detachable), es decir, que, dada una oración portadora de una implicación convencional
siempre es posible encontrar otra, equivalente desde el punto de vista de sus condiciones
de verdad, que carezca de esa implicatura, como sucede en el caso de (a) son las 8 y (b)
solo son las 8.

Otra característica importante de las implicaciones convencionales, que las distingue de


las conversacionales, es que no son cancelables, es decir, que no se puede afirmar lo
contrario de lo implicado convencionalmente por una expresión adjuntando una cláusula
cancelatoria.

A diferencia de las implicaciones convencionales, las conversacionales se caracterizan


por una conexión más estrecha con el contexto y una relación más directa con las
máximas conversacionales y con el principio de cooperación. Según el grado de
dependencia del contexto, las implicaciones conversacionales se dividen en particulares
y generalizadas.

Para Grice, las implicaciones conversacionales particulares se caracterizan por proceder


de factores especiales inherentes al contexto de proferencia: "casos en los que una
implicatura es producida mediante la proferencia de p en una ocasión particular en virtud
de aspectos especiales del contexto" (1975, pág. 73). Esas implicaturas no dependen por
tanto ni del significado semántico de la expresión proferida, ni de la presencia en esa
proferencia de expresiones particulares. Dicho de otro modo, la proferencia en cuestión
no conllevaría la implicación conversacional particular si hubiera sido utilizada en otro
contexto. El origen de estas implicaturas es el respeto a las máximas conversacionales en
un determinado contexto.

En contraste con las implicaciones conversacionales particulares, las generalizadas se dan


cuando "se puede decir que el uso de ciertas formas de las palabras en una proferencia
llevaría consigo (en ausencia de circunstancias especiales) tal o cual implicatura o tipo de
implicatura" (Grice, 1975). Esto es, en las implicaciones generalizadas hay una mayor
independencia del contexto que en las particulares. Ahora bien, un problema con las
implicaciones conversacionales generalizadas es que se pueden confundir fácilmente con
las convencionales.

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