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Esperanza Bosch, Victmia A...h:1Ter.

Virginia Ferreiro, Capilla Navan·0


con' la colaboración de Ioanna BlahopoL·: 1u

LA VIOLENCIA
CONTRA LAS MUJERES
El amor como coartada

,1 Prólogo ele Ana dP Miguel Alvarez

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6)ANTHROPOS
CAPl!l 1 <> 1

¿DE QUÉ 1IABI Af\IC > < 1)


HABLAMOS DE AMOR> IHU·Vl
DEL AMOR ROi\11\ N 11

1. Introducción

Podrá nu blarse t•I ~n i e le r 11

l. Francisco de Out\< dn ( 1r17n)


Anava. Edición dt Jo~t \t 111ud 111

11
Hablar de amor en ténni.!10:::. que vayan más allá de los pro-
pios de novelas o películas román ticas y sin caer en tópicos es
complejo, en primer lugar, porque se trata de un sentimiento
que consideramos universal y que , sin embargo, está sujeto a
aprendizajes culturales y condicionamientos sociales, y, en se-
gundo lugar, porque al hablar de amor no nos estamos refirien-
do a una entidad material o bservable'7""s ino a una realidad infe1i -
da, a un <;_Qnstructo psicológico, a un estado interno, o más bien
a una suma de estados, cuyos referentes exten ores no siempre
son obvios (se puede estar enamorado y no mostrar señal de
ello). En realidad, podria mos decir que existen tantos tipos de
amor como tipos de personas, y tantas definiciones como tipos
de amor. pesar de ello la literatura dedicada aJ tema, tanto
crq'uella de tipo c ientífico como la deno minada de autoayuda, es
cada vez más abundante.
En todo caso, y sean cuales sea n los elementos que cons ide-
remos como con titutivos de este poderoso enlimiento, el amo r
implica una relac ió n, un vínculo con a lgu ien o con alg;,y-un
vmcülo po len le que nos puede llevar a vece~ a actuar de manera
poco razona ble o, lnel uso, 11"raclonal. En pa labras de Mont e-
rrat Moreno Manmó n y Genoveva Sa!>tre (20 1O) el a mor seda
un con omerado diná mico cambiante de !>Cntimientos_¡ e n el
cual habtia al~nos e emento que permanecen otro~ 9.1-1e cam-
Jlliw.._En estesentido, m3s quehaolar de amor, de beríamos ha-
blar de a mores, pue to que, aunque tengan elem entos en co-
mún, u variabilidad, como ya hemos dicho, es ~norme, depe n-
diendo efe la persona que ama, del objeto al que va dirigido el
amor, del sistema cyltµra l en el que cada una está inmersa, y de
u na _gran cantidad de circun tancias diver as.
El a mor en el seno de la pareja helero exual (que es aquel en
el que e ha centrado nuestra n1vestlgac1on), es decir, e l senti-
miento de atracción física y comun ión con una persona del otro
sexo a la que no sólo deseamos, sino que admiramos, igealiza-
mos y hasta tal punto,¡eyest1mos de cualidades que, en muchas
""'Oülio nes, inventamos, e:::.tá su jeto a nues tro imaginario a base
de mjtm, q ue, a la manera de imperdibles, se agarra n fuertemen-
·k .con..,~yendo un entramado de expectativas, ilus iones, fan ta-
<,1,\:-, miedo..,, in~egun dades ... que, con c1eña facilidad , se con-
1,,ie1 len en l 1.-w..1r ntio11L'~ en la medida en que la realidad se ale ja

J 2
-
L,1da 'v L' Z m, b de rlue<,tro ideal. Pero, como ya se ha avanzado, y
se seguirá insistiendo a lo largo de estas página , éste, el del amor,
ha sido y es un concepto cambiante. Variacio nes que , por otra
parte, no podemos achacar a un solo factor, sino a la existencia
de un entramado de factores que provocan cambios fundamen-
tales. Las ideas y las costumbres a morosas, es decir, lo que está
permitido o prohib1do, no es en absolTil'.Oira:leeñdiente a~ ill_
ec nuc , o po 1 rco, o 1 eo g1co, o psicológico, en definiti -
va, de lo soCiar{MOreno Marimony Sastre, 20 IO).
Por tanto nos errcontramos ante un tema complejo, que per--
mite multitud de miradas poliédricas. De todas ellas, nuestro ob-
jetivo, como ya hemos expuesto en el preámbulo, es adentrarno
en la parte más oscura del am or, aquella que a la manera de lobo
disfra~ado de cordero permite y jus tifica la violencia contra aquella
mujer a la que se dice ama.r por encima de todas las cosas. Pero,
_ ¿se puede amar a guíen se malh--ata?, ¿se puede desQreciar en nom-
bre del amor? Millones de hombres en todo el mundo a 1 lo creen,
y m1Uones de mujeres son víctimas de esta creencia.
Por supuesto, el primer argumento que se nos ocurre es que
eso no es amo r, no amor auténtico. Sm embargo, deberíamo re-
conocer que para ser un engaño es un engaño muy extendido,
muy universal. Nosotras creemos, en la línea que proponen, enu-e
otras, autoras como Victora Sau, y cotno queda recogido en el
preámbulo, que esa confusió n entre amo r; dominación, control..j:_ \
abuso de poder es consustancial al sistema pallia.rcal, y está di rec-
Tamente relacionada con la necesidad de manteilfr..las.urnisióndc
laSñ'iuJeres )'~ engañQ de la 5qpedoridad ma cu li11a.
- - con base en esto, vamos a profundizar a lo largo de este
primer capftulo sobre el concepto de amor que rna nejamo
cómo se construye. Para ello necesitamo , en primL' r luga1, ha-
cer un reconi do previo po r el proceso de so iali1.ación.

2. El proceso de socialización diferencial


o cómo aprendemos a ser hombres o mujeres

Desde nues tros pri me1 O'> lJ .1ba jo'> hl'ffi <>'> ido abo rdando el
tema de la social i1ació11 v. pa1tiLul..1111 u: nte de la soc ialinción
difere nc ia l. Recordemo'l, por Litur '>ólo algw10 , Historia de la
misoginia (Bo:,cli , Fe n L'I y Gtl1 , 1999) , La 1 ·0~ de las invisibles
(Bo..,c h y Fl'n e1, 2002 ) o l l la hc111lfo patriarcal (Bosch, Fen er y

13
Alzamora, 2006). Sin em bargo, a pesar de ser un tema recurren-
te, entende mos que es una cuestió n tan crucial para encuadrar
adecuadamente el tema que nos ocupa que no podemos sino
volver a trata rla aunque sea de modo necesariamente breve.
Recorde mos que la socialización es el proceso ue se inicia
en el mo mento del nacim iento y perdura urante to a a Viaa;a
través del cua l las personas, en interacció n con o tras personas,
aprendemos e interio rizamos los valores, las acti tudes, las ex-
pectativas y los comportamientos caracteósticos de la sociedad
en la que he mos nacido y que nos permiten desenvolvemo (exi-
tosamente) en ella (Giddens, 200 J ). Es decir, es el proceso por el
q ue las personas aprendemos y hacemos nuestras las pautas de
comportamiento social de nuestro entorno. En el caso de que
una persona no s iga las pautas de compo rtamiento social esta-
blecidas se habla de desviación social.
De acuerdo con la teoria de la socializació n diferencial, las
eersonas, en nuestro proceso de iniciación a la vida social y cuJ-
1ural, y a partir de la influencia de los agentes socia lizadores,
adquirimos identidades diferenciadas de género que corulevan
estilos cognitivos, actitud inales y conductuales, códigos axioló-
gicos y mo rales y normas estereotípicas de la conducta asignada
a cada género (Walker y Barton, 1983).
- La socialización diferencial entre mujeres y ho mbres impli-
ca la consideración social de que niños y niñas son en esencia
(por naturaleza) diferentes y están llamados a desempeñar pape-
les taJ.Tibién diferentes en su vida adulta. As í, los gi ferentes a gen~
tes socializadores (el siste ma educati vo, la familia , los medios de
comunicació n, el uso del lenguaje, la religió n ..J tienden a aso-
ciar Lradk ionalmente la mascul inidad c9 n ..tlJ2ode1~Ja racionali-
dad y aspectos de la vida social pública como el trabajo remu-
nerado o la pQlítica (tareas productivas que responsa bilizan a
Tos varones de los bienes materiales) y la feminida d con la pasi-
vidad, la dependencia, la obediencia as ecto de la vida priva-
ª· co mo e cw a o o a a fectividad (ta reas de reproaüCció n que
~e ponsahillzan a las mlíjeres de los bienes emocionales) (AJ-
canlara, 200 2; Pasto1~ 1996; Rebollo, 20 1O). Para lograr e te fin
se fo mentan aprendizaje diferenciados en cuanto a responsabi-
lidade , habilidades destrezas. Es por lo tanto un proce o que
perpetúa las desigua ldades entre mujeres y hombres y la divi-
ió n sex11al del trabajo." Ade más, de una forma expl ícita unas

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A las niñas, c hicas, mujeres se las ha socializado para la re-
producción y para permanecer en el á_mbit~rivado. Y, en COñ=
secuencia, se esperaba de ellas que fueran exitosas en dic ho
á mbito, se las preparaba para ello y se las educaba para que su
fuente de gratificación y a utoestima proviillera del ámbito pri-
·-vaa o. En relac1on con ello: se fomentaba en ellas la esfera al'eCti-
----va---se re · ían sus libertades talentos ambiciones diversas
que facilita ban la a utopromoción; recibían poco estímulo y as-
tan te protección; se las orientaba hacia la intimidad, h acia lo
interior y lo microsocial; h acia La dependéncia; y el valor del tra-
bajo no se les inculcaba como una obligación prioritaria y ddi='
fii toria de su condición.
Como puede verse, y como ya a n alizamos e n un trab ajo an-
terior (Bosch, Ferrer y Alza mora, 2006), el esce nario de actua-
ción hacia el que se ha dirigido la socializació n tradicional pa ra
cada género ha sido diferente y, aunque ni el ámbito privado es
intrínsecamente negativo ni el público intrínsecamente po iti-
vo, el prestigio social de cada uno de estos dos mundo ha ido y
es aún hoy en dia clara mente dife rente. Así, e n la ociedad o ci-
dental las muje res han do minado el á mbito de lo privado, que
está menos valorado, y lo homlJres eraero público, que está
más valorado, y todas las expectauvas, prescnpc iones prohibi-
ciones continúan, al menos en cierto mod o, e ncaminadas en e e
sentido aún e n nuestros días. Esto es, en ciertos aspecto aún se
espera del varó n que se comporte de acue rdo con las pau tas
masculinas (muy valoradas) y rechace las pautas femeninas (poco
valoradas) mientras se espe ra de la mujer que se comporte d e
acue rdo con las pautas fe meninas, a unque es té rela tivam e nte
permitido que invada las m asculinas, siempre y cuando no aban-
do ne Las que le son propias.
E n definiti va, la socialización diferencial tradicional ha lle-
vado a que h o mbres y m ujeres adopten compo rta mie nto dife-
re nte y desarrolle n su actividad en á mbitos di fere ntes. Y estas
c.lile rc ncias entre hombres y mujeres (generada por la sociali-
1ació n d ife renc ial) contribuyen a confirmar la creencia de que
'>On dif e rentes y e comportan de forma dife re nte y contribu-
ye n ta mbié n a ju ti ficar la necesidad de contin uar socializán -
do lo..,/a!> d e forma diferente. Es decir, la socia lización diferen-
u a l C'> un p rot.C!>O qu e ~e a ut ojus tifica a sí mism o, con tod o lo
qtil' l· llo '> upon e.

I"
Pero la socializació n diferencia l no tiene efecto únicamen-
te sobre el á mbito preferente de actuación (pt~ o privado)
sino sobre muchos y diversos aspectos de la vida human a (por
no decir en todos) y, entre ellos, có mo no, so bre las relacione
afectivas y de areja .
si, si entendemos por socialización el proceso de incorpo-
ración e in tegración de las personas a l modelo social dominante
podemos convenir fácilmente en la importancia del mismo a la
hora de la cons trucción de la propia identidad, y por supuesto a
la hora de identificamos con eso que lla marnos amor.
De nuevo en este caso, los procesos de socialización han s ido y
aún son diferentes para mujeres y ho mbres. En el caso de la mu-
jeres, y a pesar de los indudables cambios acaecidos en las úl tim a
décadas (al menos en las sociedades occidentales), todo lo que
tiene que ver con el amor Oas creencias, los mitos ... ) sigue apare=--
ciendo con particular fuerza en su socialización, convirtiéndo e
en eje vertebrador y en parte prioritaria de su proyecto vital (Al ta-
ble, 1998; Ferreira, 1995; Lagarde, 2005; Sa npedro, 2005). Así, la
consecución del amor y su desarroUo (el enamoramiento, la rela-
ción de pareja, el matrimonio, el cuidado del o tro .. .) siguen siendo
el eje en tom o al cual gira de modo completo o casi comple to la
vida de muchas mujeres (hasta el punto de que «Sin él la vida
carece de sentido ») y así nos lo recu.erdan la Uteratura, el cine, la
mú ica .. . dirigidas a mujeres de todas las edades y condicione~;
mientras que en la vida de los varones lo priotitario sigue iendo el
reconocimiento social y, en todo caso, el amor o la relación e.le
pareja suele ocupar un segundo plano (recuérdese .la socializa-
ción prio1i taria de las mujeres hacia lo privado de los hombres
hacia lo público).
Como señala Aurora Leal (2007):

De forma esque má tica se dice que e n las c hJLas el a mor romanti-


co viene a ser el romance de la búsqueda, entrl'ga, fusión con la
otra persona, ansiedad, compromiso. r n lo'> chicm e l amo1 im-
plica cierta gana nc ia pero no co rn pium ete a!>p1:t.10::. nuclcare~
del yo personal. En las chicas el a mo1 rom.11tt1<.:o -,erfa una íorma
de organizar e l futu ro y una ccms111.1u H H\ de la i<lcn tidad per-.o-
na1. En los chicos el <1mo1 10111,11Hi<.o '-l' 1datio na con la se<lu -
ción, con e l a cLL''>O a 1.1.., mud1.1t h,1.., [ p ó3 l.

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El concepto de,ª-...mo1 romá11tico no sólo no es ajeno a la~
cialización de género sino que es impulsado y sostenido por ella
y la cons trucción social de este tipo de amor se ha fraguado des-
de una concepción patriarcal asentada e n las des igualdades de
género, la discriminació n hac ia las muje res y la sumisión de és-
tas a la heterosexualidad como única forma de relació n a fectivo-
sexual (Ruiz Repullo, 2009).
De este modo, durante todo el proceso de socialización son
muchos los mensajes recibidos por los niños y niñas, adolescen-
tes y jóvenes respecto a los roles que deben asumir en las rela-
ciones afectivas, lo que cada uno debe dar y espera recibir, de tal
m anera que engañados y engañadas por fa lsas promesas descti-
tas en canciones, películas, novelas, etc., se construyen relacio-
nes asimétricas, que presurublemente e ntrarán en crisis pron-
tamente, y cuyo resul tado final es, en muchas ocasiones, la utili-
zación de la violencia masculina como recurso cons iderado
«legítimo» para intentar mantener el staJu quo .
En este sentido, en una revisió n de trabajos sobre el tema,
Esther Oliver y Rosa Vaills (2004) nos recuerdan, entre otros
muchos, el análisis de Wendy B. Charkow y Eileen S. Nelson
(2000), quienes reflexionan sobre la socialización de los y las
adolescentes en EE.UU. y concluyen que a las mujeres jóvenes
se las socializa en el amor y la depende ncia, transmitiéndoles
que ellas tienen una responsabilidad en que la relación se man-
tenga y que la relación de pareja es básica para su supervivencia
y su felicidad (la pareja es su refugio e n un mundo convulso y es,
al mismo tiempo, su misión); en cambio, a los chicos se les so-
cializa en la autonomía y la independen cia. Es decir, según e tas
a utoras, en la socialización actual de los chicos y chicas esta-
do unidenses continuarían imperando lo m odelos de socializa-
ción diferencial tradiciona l según los cua les el papel de las mu-
jeres en el marco de la pareja y las relaciones afectivas eSde
sul'5o rdmac1on y cuidado y el de los varones es de dominació n e
independencia. Los modelos q ue nos llegan a través de las series
de televisió n, películas y libros de todo tipo y contenidos de In-
ternet dirigidos a público adolescente y postadolescente parecen
confirmar estas reflexiones.
Por su pa1te, en una investigación llevada a cabo por Charo
Alta ble ( 1998) con jóvenes de nuestro entorno se observó que
igualmente los roles en ti mentales de actividad-pasividad seguían

18
también pautas tradicionale-. de tténcro tk• modo qul.' 1,,.., d11t 1
tenclian a mostrar e n las rela ionL''> 'ic11ti11H: 11 t,dL''> quL' LOll'>l1111,111
(de modo imagina rio para el c-.tud io) u1 1 1ni p.l'>t'vO y L<HI JH 1 d11
min io del amor, mie ntras los chico-, c 1,111111.1y011t,111.1111c1ltc- .tt ti
vos y las preferian a ellas pas ivas y L'll '>ll'> h1 '> trn 1.1 p11·do 111111.11> 1
el sexo, aunque se observaban algu11,1., lt• 11dl llL1.1., .ti L.11111>111,
sobre todo en las ciudades y entre la., d ,1,1.·., 11a d1 1 11111 1 .
Investigacion es recien tes en rllH:'> ll o p.11 111d11111,111 11 l 1
actualidad estos hallazgos. As1, Mo11t '>L'11 .11 M1111 1111 M 11111lr111
Alba González y Ma rc Ros (2007) oh-. ·1" •'11l'll 1·111d1 11111 1111
versitarios/as que laschicas ecaractL'111,111por 1111111,111111.1 if,
lización d el a mor y un a entrega incond H.. 1011.d .1l,1t •l 11 lt 111 .1 111n
rosa, una valoración de la a utorrcnunLia p,11 ,1 111 1 ttr 111 1' 1111
persona, un elevado sentimie nto de prnt<.:<:L 1011 'r 1111d 11 lt l dt l 111111
por encima de la satisfacción de sus prop1.1'> 11t•11 .1d.1d1 1 1111
reses, u n concepto del am or que implica .,,K1 d1l ln d11 \11 1d11111
ficació n con el otro y entrega to tal a '> U" d<.:'>l'º"· 'r 1111 d1 1" 1h
conservar los vínculos de pareja por e n 1111.1 tl1 1 11 dq11 1 1 11111 l
tipo de cons ideraciones. En camb io, lo., d11 n., 1111 11 11 111 1111
disposición mucho m enor a la ren uncia to t.ll , l I 11 1ti 1¡., I" 1 n
nal y la entrega y una m ayor contención l' 111rn 1n11.d
E fectivamente, ho mbres y m ujcrc-., .ti h.d1c1 11ln • 1 11 1 1
dos de ma nera difere ncial e n el contt''C tn dL' l.1 M>• h d d 1 111111
cal, ente ndemos por am or y a ma1 co.,,1 ... dd11111t , d 11111111
que al realizar un análisis de es te ~cnti 11111: 1110 1.111 prnl 11 1l 1
vez ta n popular deberemos aplicw L111.1 ¡w1-.p11l1\ d
par a poder entenderlo y evaluar ~ ll 1111p.1l 1111·11 1111 t 1 1
su justa medjda, puntodevislaqu1.• l,1h1hl111p1 d i1 11 1d h
suele asumir. Ése debe ser nuC'> ll o pu11tt1 d1 p.11 t td 1
Relacio nad o con esto es imprnt.11111• 111111d 11 1111111
com o ya expusimos e n un trab<1jo ,1 111111rn d q111 11111 111 11
mas refe rencia (Bosch, Fcrr<.: 1 y 11.1111111 .1 . 100<1) 11 il 111 l 1lt
estudios de Blanca Cabral y a1 11w11 (, 111 1 1( 100 l l In
mente más vulnerables al padecimiento de comporta mientos
violentos y a la asunció n del rol de víctimas.
En palabras de_Siinone de Beauvoir (1949/2005):

Para todos los que tienen complejo de infe1ioridad, (la violencia)


se trata de un bálsamo milagroso: nadie es más arrogante, agre-
sivo o desdeñoso con las muje res que un hom bre preOCl;POOo
por su V1rthdad [p. 59).

Por otra parte, el psiquiatra Luis Rojas Marcos (1998) señala


que nuestra sociedad habría construido tres finnes racionaliza-
cione culturales para justificar la y:iolencia masrnlina contra
1as mujeres: el culto al «macbm,, la glo rificación de la co mEetiti-
vidad y el principio cüferenciador de los «Otros». Efectivamentd',
el machismo más rancio glorifica los atributos de mayor dureza
atribuidos a la masculinidad: la iinagen del hombre agresivo,
implacable, despiadado, seguro de í mis mo y sin concesió n al-
guna a lo sentimental. El con umo de alcohol ayudaría a reafir-
mar todo este conglomerado de valo res, o más bien anti valo re
machistas. E ta «Cultura machi ta » va a aprovec har a mpli fi-
car el potencial biológico agrc ivo masculino pa ra produc ir y
justificar a hombres duros y violento . Sin embargo, o rno han
demostrado los estucüos metaanalíticos sobre el tema , no exis te
evidencia científica rigurosa que demuestre que los hombre:, on
«por na turaleza» más violentos; lo que sí sabemos de manera
fehaciente es que durante el largo y complejo proc eso de socia li-
zación del que venimos hablando, aprendemos, entre otras co-
sas, a dar rienda suelta a las tendencias agresivas o a inhibirlas,
aprendemos a aju tamos a las exigencias sociales sobre lo que
significa ser hombre o m ujer, es decir, vam os construyendo nues-
tra identidad genérica (Jayme y Sau, 1996; Martínez Benlloch,
J998). Queda claro que esta forma de entender la masculinidad
y la fem inidad es sólo un reflejo de las actitudes socia les. Ante
todo ello, ¿es el amor posible?
Para Manuel Castells y Marina Subira t (2007), la imposi-
bilidade del amor están estrecham ente vin culadas con las for-
mac; rad icalmente d istintas en las que los ho mbres y las mujeres
cntien<lcn actua lmente el mundo y en q ue expe1imentan los
\ lllLL1l o~ LOn el otro :,exo. Poi· todo eUo, en ta nto no se logre rom-
~·r lo.., 1 ole.., -.cxuale-. a-,e ntados en la asimetria la opresión de
las mujeres, las posibilidades de encuentros amo rosos realmen-
te gratificantes son difíciles, sobre todo porque las mujeres se
han movido rápidamente de su tradicional posició n subo rdina-
da los hombres ya no saben situar se frente a eUas.

3. Los mandatos de género o qué es ser un hombre


m asculino y uua mujer femenina

Como acaba mos de comentar, d urante el proceso de socia-


lizació n y a través de los difer en tes age ntes socializadores (es-
cuela, medios de comunicación, familia ... ) nos Llegan toda una
serie de contenidos sobre aqueUos comportamientos, actitudes
y formas de ser y hacer que son considerados «adecuados»,
tanto en general como en cuanto a las relaciones interpersona-
les y amorosas, y que constituyen básicamen te una tra ns posi-
ción de los valores impe rantes en la soc iedad que nos rodea,
que no son otros que los del sistema patria rcal en lo que a las
relacio nes entre los ho mbres y las mujeres se re fiere (Alta ble,
1998; Charkow y Nelson , 2000; Moreno, González y Ros, 2007;
Oliver y Valls, 2004) .
Si bien en los próximos capítulos abordaremos con un poco
más de de tenimiento el concep to de p atriarcado y su releva ncia
en el mar co explicativo que proponernos, podemos avan zar que
el pa triarcado propone modelos normativos de lo que es ser un
ho mbre masculino y una mujer fem enina (modelos que, como
hemos visto, se aprenden durante el proceso de socialización) y
a los que autoras com o Marcela Lagarde (1 999, 2005) denomi-
nan mandatos de género .
En este marco, los varones se definirían como ser-para- í
(Lagarde, 2000) y, como recoge M.ª Ángeles RebolJo (20 10) , e n-
tre los m andatos de la m asculinidad estaría n la idea de ser rncio-
nal, a utosuficiente, controlador y proveedor, tener poder y éx.i to,
ser audaz y resolutivo, ser seguro y confiado en f mi mo, no
cuestionarse a sí mis mo o las no rmn" e idealc" grupales. De al-
gún modo, los mandatos de género m asculinos incluye n no po-
seer ninguna de las carac teti<., ticas q ue !>C les suponen a las mu-
jeres y contrapesar és ta5 con Sll'> opw:!>t05 (racionalidad por opo-
sició n a irraciona lidad, fu e 1.ta fren te a debilidad, ausencia de
emociones Írcnlc a l'm OI ivi<lad ...).

21
l: n eMc '>Cll ll<lo , com o er,;.ilct Ju.,et xu Ri'v ierc (2009) , l.1 '><>-
ciali1.acion ma!>culina hace hinca pié en que lo~ hombre~ no mue --
tren o esconda n las emocio nes, particu larmente las que se con-
ideran indicativas Je debilidad (así, les e taria permitido mos-
trar alegría u orgullo, pero no miedo o ttisteza). En esta línea,
tampoco el amor estará entre aquello que puedan expresar y, en
s u caso, se presentará como algo que do minan o controlan (y no
co mo el sentimiento arrollador e n que se convierte en su versión
femenina), como algo frente a lo cual están más desapegados (y
no con la dependencia que se les supone a las mujeres). De igual
modo, y como ya hemos comentado, el éxito masculino incluye
una combinac ió n de factores donde el am or a la pareja puede
ser una parte pero hay muchos otros elemen tos (el logro profe-
sional, económico, social...), de modo que la ausencia de amor
no estará tan fuertemente vinculada al fracaso personal com o se
s upone que lo está en el caso de las mujeres.

~
Las mujeres, por su parte, se definirían como ser-para-otros y
entre los mandatos de la feminidad esta rían: su pa pel como cui-
dadora y responsable del bienestar de otros/as (hasta el punto de
que éste se convertiría e n su rol central y su capacidad de entre-
ga y servicio a los demás en la m edida de su valía), desarrollando
unas tareas de cuidado que, además, se realizan sin reciproci-
dad, sin esperar nada a cambio e incluso renunciando a las pro-
pias necesidades o deseos; su (supuesta) predisposición al am or
(hasta el punto de cons iderarlas completas sólo cuando «perte-
necen » a alguien); su papel com o madres (hasta considerar que
su plenitud y satisfacció n sólo puede alcanzarse a través de la
maternidad); y s u aspecto físico (hasta considerar que es la be-
lleza lo que las hace vis ibles y aceptadas y valo radas socialmen-
te (Lagarde, 2000).
a ps1co og entina Clara Caria (2005) resume esta idea
en los términos siguientes:

La organización de nuestra sociedad pauiarcal ha preparado du-


ranLe siglos al género fe menino para tra nsita r por la vida al servi-
cio de las necesidades ajen as. Desde pequeñas, las mujeres a pren-
den a entrenarse para descifrar los deseos de quienes las rodean,
piimero los padres y las personas de su entorno, luego sus compa-
ñeros amoroso y finalmente sus hijos/as. De tanto profundizar en
los de~eos ajenos, suelen perder la ha bilidad para de~c i&-ar los pro-
pios y, de ta nto acomodarse para S3tisfacer aquéllos. tenninan

22
As í pues, la <..:on.,1de1,1L1or1.,111. 1 d d1 q111 r 1 " 111111 , 111111 1
viene dctenni nadn, entre ol1 n., i.1s 11 • poi d 11 111111:111111111 1111
portancia a las emocio ne.,, lo., ,de1..1"'· 1ll1111l.1d1111 l,1s 1 1 , 111
nes interper o na lcs, y el lo t,ulto en lo 1d.1lt\11 1 l,1 111 1b11111111 d1
responsabllidad en la crcauón y el m,111t l 1111111111111d1 11 \1111 11
los como en Ja con ·idcrnc:i<>n de e.,,,., l l l.1l 11111< l " " 1r, 1 111 1111
para la felicidad, uponc unn .,obH·d1111t 11 11111,d1 i' 11 11111 d1 11
relaciones, del a mo r , en '>U ca'>o, de'" ¡x 1d1d 1 (1\1111 1111 d
Neves, 2007; Jonásdó ttir, 1993; Ro mc w , 2001 , 1 I\ 111 1 1 00 ll
Para comprender mejor la co111pkn K111.i11l d.1d d1 < t11 111111
datos de género podemos rccuni1 ,1 l.1., p1 nplll 'lt,1 d1 1 p 111111 "
sociallEdgardSamp on( l991),quic11cxplit,1h.1 l.it rn1 11111 11111d1
las idJntidades de género (al igual que l.h ck 1,11.1) 11 11l u 1 11111111
la de otro que domina. Es de ir. l.1 1dt nt 1d.1d 111.1 11d111.1 d 11111
ria, como hemos comentado, como .1u tó110111.1. 111.lr p< 111 li 111
controladora. Pero para construirtL' <..: rnno pu -..011.1ln1111111 1rl 111
dad que cumpla estas caractetistic,L-.. lll'l.l''>llil'> qm 11.1\ 1 d 111 11
que asuma una identidad depcndient, y 1d.1t 1011.1d.11t>ll l 11ild 1
do y el servicio (La identidad femcnin.1)
Las personas tratamos de cu m p l11 to n In' 111.11111,1 111 d
nero y acercarnos lo má posible a lo., L,1r1011t d1 l,1 11 111111 d
o la masculinidad normativa , egun el t,1.,0, .11111 1 I 1111 clq
ser rechazadas o no reconocida rm n11es110 11111111111 111 I
Llo ret, 2007).
Volviendo a las palabras de Marcel.i 1 .1gi11 d1 ( l 1J 110 l
tidad de las mujeres ...

[ ... ] es el co njunto de camuc r1\l 1t ." '<ll 1.d1


tivasque lascaracteri7ancJc ma n1·1.11 11h 11 11t..\l1 d
con la vida vivida. Ln cxpc11c11u.1 p.11t1111111 1 t d1 1
por las condiciones de vida qut 11 1l l11'1 11 , Hl1111 d 1 1 1 1
tiva ideológica a pani1 dL• l,1 u1.d l " l.~ 1111q1 1 111 111 , "" 1 11•
sí y del mundo, de I()'> h rnlll' '> dt '" lll 1 "" 1 \do I• • lt11111 1
conocimiento, de u ,,1b1d111 t.1" d1 '" 1111111111 d1
Todos ello on hl'l h< ,., .1 p.11t11 111
m uje res cxii> le n . dl'\ll lll ll lp t 1
Y en el proceso de cons trucció n de b identidad femenina, en
el marco de una sociedad patria rcal, al que venimos haciendo
referencia, se ha n fij ado una serie de comportamientos como
propios de las mujeres (los roles femeninos tradicionales: madre
y esposa y, en de finiti va , cuidadora) y una sed e de caracteristi-
cas de personalid ad y actitudinales que guían y acompañan a
esos roles y entre las que destacan de modo particular, como ya
hemos comentando, el anteponer las neces idades de otros a las
propias, la sumisión, la pasividad o la falta de iniciativa. En defi-
nitiva, este proceso da cuerpo y forma a lo que se ha dado en
llamar la «ideología del altruismo femeni no».
Pero si las mujeres no cumplimos con estos mandatos, corre-
mos el riesgo de ser tachadas de egoístas, de malas madres o espo-
sas, en uno de los reproches más duro y d ifíciJcs de asumir, tanto si
quien lo hace es la sociedad (que no cue lio na o nos rechaza por
no cumplir nuestro mandato de género) como si lo hace una mis-
ma (dando lugar al tan temido y temible sentimiento de culpa).3
Como no podia ser de otro modo, la educa ión que las mujeres
hemos recibido iba dirigida a desarrollar las cualidade necc arias
para esos roles de esp osa y madre. Así, aprender a u id ar el aspec-
to físico, mantener la belleza, la capacidad de :,educir, el atra tivo
sexual, saber agradar complacer o n objeto de atrae r mantener
la atención del hombre que iba a a ti fa er nuestra:, nccesidadc:,
dar sentido a nuestra existencia formaban parte de ' a ins truc-
ció n, y todo ello desde la abnegación y la alegría (Nogueiras, 2005).
Lógicamente, el modelo de amor que se nos proponía encajaba
también en esos supuestos, implicando una renuncia personal, un
olvido de nosotras rnismas, una entrega total que potenciaba com-
portamientos de dependencia y sumisión al varón.
Así, el binomio a mor/sufrimien to no es ajeno al mandato de
género femenino y tiene ta mbién un lar go reco nido his tórico y,
por supuesto, ideológico.
Pongamos algunos ejemplos, primero de la música popular
y después de nuestra más reciente historia.

Suave que me estás matando


que estás acaba ndo con mi juventud,

L n ¡¡ n~ l i sis detallado de es1a cuestió n se desa1Toll6 en el trabajo El abor-


du¡t f<111 i111st<1 dt!i co11Cepw dt• culpa 1• su sig11iflcadn desde la psicología social
( f t' l1 CI, 20 10)

24
yo quisiera haberte sido infiel
y [pagarte] con una traición.
Eres como una espinita
que se me ha clavado en [mi] corazón,
suave que me estás sangrando
que me estás matando de pasión.
Yo que sufro por mi gusto
este cruel martirio que me da tu amor,
no me importa lo que me hagas
si en Lus besos vive toda mi ilusión.
Y que pase lo que pase
este pecho a man te es lo más de ti,
a unque yo quisiera no puedo o lvidar te
porque siempre vas dentro de mí.
Suave que me estás matando
que estás acabando con mi juventud,
yo q ufaiera haberte sido infiel
y [pagarte] con una traición.
Eres como u na espi ni~
que se m e ha clavado en [mi] corazón,
suave q ue me estás sangrando
que me estás m atando de pasión.
Letra de Espinita de Los Panchos.•

Durante los oscuros años del franquismo en España ( 1939-


1975), este mandato era clatisimo. El amor impücaba para las
mujeres entrega y sufrimiento, ya que en el marco del modelo de
famiJja única imperante, de una m anera m ás o menos explíc ita ,
se ordenaba a las mujeres aguantar cualquier situació n, por do-
lorosa que fuera . Se las instaba a someter e al ma rido con to tal
sumisión, a no q uejarse, a sufrir, pero ... con a legria. Ése era el
mensaje del nacional-catolicismo :

Os quejáis muchas veces las chicas de lo brutos, ác;pe ro<, e in-


comprensivos que son vuestros he nnanos. o '>aben te ner deli-
cadeza con vosorras, son egofstas. En su'> b1 o mas hacen daño; º"
en SUS explosiones de rabia la pagan c:on \ O'iOll , L<,.
Todo e to os parece una de~tn:ic. 1.1 v t.:~ u11 be neficio[ ... ] voso-
tra tenéis una labor que rc..11i1.11 u m ello . 1cnéis que Umar su~

4 . Obte nida en· hupJ/www. po 11.lidc:lct1 ..1,.wm/letr as/canc io ne:,/letr.:i_4b4 l3-


lo;.pa nt hos-e pi1111.1 html

25
asperezas, du lcifü.:ar ::.u b rusquedad, y con vuestro espuitu de
sacri ficio domar su egoísmo .
Pero ciertamente su manera de ser para vosotras es un bene-
ficio [ ... ] porque el día de ma ña na, unidas con un hombre seme-
jante a eUos en la aspereza y el egoísmo, constituiréis un hogar, y
en él, para ser felices. te ndréis q ue saber amoldaros a vuestro
marido, influe ncia rle con vuestra delicadeza y man eja rle con
vuestra dip lomacia [Enciso, 1958; p. 8 1].

La Sección Femenina de la Falange Española y de las JONS lo


tenia muy claro. Formada un año después de la fundación de este
partido, por iniciativa de un pequeño grupo de mujeres, la mayo-
ría parientes de los miembros masculinos del mismo, su tarea
inicial era apoyar la actividad paramilitar de sus compañeros, sin
contrariar; eso sf, su «esencia femenina». Cuando la actividad pa-
ramilitar se intensificó, los varones decicüeron integrar a la Sec-
ción Femenina en la estructura del partido (Arce Pineda, 2008).
De un texto forma tivo de la Sección Femenina como Leccio-
nes para los cursos de fonnación e Instructoras de Escuelas de Ho-
gar de la Sección Femenina (Delegación Nacional de la Sección
Femenina de la FET y de las JONS, 1942), hemos seleccionado a
modo de ejemplo para ilustrar estas ideas algunos fragmentos:

La misión as ignada por Dios a la mujer es la ma ternidad en el


hogar; a este fin natural hemos de subordinar cuanto haga y cuan-
to nosotras hagamos por ella. Es decir que su fi n IUstórico lo
cumplirá si n apartar se del fu1 natural que Dios le ha señalado, y
en el cumplimie nto de este fi n acumulará méritos de vida e terna
para salvar su alma [p. 36).
En cuanto a su inteligenc ia, la mujer es intuitiva en contraposi-
ció n al hombre, que es preferentemen te discu rsivo. La mujer es
profundamente im presiona ble y muy apasionada, lo que la hace
a pta para el sacrificio. La mujer descarga su energía en pequeñas
cantidades, y el h ombre en grandes dosis. La mujer re para la
pérdida más fácilme nte; es a pta para el trabajo constante y vario,
cuyo fru to conoce pronto. En suma, la mujer es capaz de todos
los sacrificios por a mor de un ser hu mano, condició n que la hace
especialmente apta para la crianza y educación de los IUjos, así
como para el gobierno y a rreglo del hogar [p. 16).
Diríase que una fuerza iITesistible empuja cons tantemen te a la
mujer fuera de ella misma, y así es: necesita a ·alguien a quien

26
asperezas, dulcifi...ar :.u brusquedad, y con vuestro espuitu de
sacrificio domar su egoísmo.
Pero ciertame nte su manera de ser para vosotras es un bene-
ficio [ ... ] porque el día de mañana, unidas con un hombre seme-
jante a ellos en la aspereza y el egoísmo, consti tuiréis un hogar, y
en él, para ser felices, tendréis que saber amoldaros a vuestro
marido, influenciarle con vuestra delicadeza y manejarle con
vuestra diplomacia [Enciso, 1958; p. 8 1].

La Sección Femenina de la Falange Española y de las JONS lo


tema muy claro. Formada un año después de la fundació n de este
partido, por inicia tiva de un pequeño grupo de mujeres, la mayo-
Lia parientes de los miembros masculinos del mismo, su tarea
inicial era apoyar la actividad paramilitar de sus compañeros, sin
contrariar; eso sí, su «esencia femenina». Cuando la actividad pa-
ramilitar se intensificó, los varones decidieron integrar a la Sec-
ción Femenina en la estructura del partido (Arce Pinedo, 2008).
De un texto formativo de la Sección Femenina como Leccio-
nes para los cursos de formación e Instntctoras de Escuelas de Ho-
gar de la Sección Femenina (Delegación Nacional de la Sección
Femenina de la FET y de las JONS, 1942), hemos seleccionado a
modo de ejemplo para ilustrar estas ideas algunos fragmentos:

La misión asignada por Dios a la mujer es la ma te rnidad en el


hogar; a este fin natural hemos de subordinar cuanto haga y cuan-
to nosotras hagamos por ella. Es decir que su fin histórico lo
cumplirá sin apartarse del fin na tural que Dios le ha señalado, y
en el cumplimiento de este fin acumulará méritos de vida ete rna
para salvar su alma [p. 36].
En cuanto a su inteligencia, la mujer es intuitiva en contraposi-
ción al hombre, que es preferentemente dfacursivo. La mujer es
profundamente impresionable y m uy apasionada, lo que la hace
apta para el sacrificio. La mujer descarga su energía en pequeñas
cantidades, y el hombre e n grandes dosis. La mujer repara la
pérdida más fácilmente; es apta para el trabajo constante y vario,
cuyo fruto conoce pronto. En suma, la mujer es capaz de todos
los sacrificios por amor de un ser humano, condición que la hace
especialmente apta para la crianza y educación de los hijos, así
como para el gobierno y arreglo del hogar [p. 16].
Diríase que una fuerza irresistible empuja constantemente a la
mujer fuera de eUa misma, y así es: necesita a 'alguien a quien

26
amar, en quien pcns:lr, p:..t ra 4u ie11 vivi1 y sacrificarse: un marido,
unos hijo . uno padres, hcrm.mo~. etc., y a falta de esto, algun
desgraciado, algun enkr mo, uiando meno~ un pen-o, un gato,
un pájaro ... , cualqu w1 LO'>a c11 q11c pueda desplegar este i11csi'>t 1
ble impulso que sic.!n te en lo lnllmu de su ser. Porque el gi .111
tesoro de la mujc1 es el Laud.d de '> l• v1d.1aft.•cu va1 p. 87).
El ho mbre, por lo gl•1w1.d, t111w tc.-1Hk11c1,1 .d d<''>Oltlen, pero ll
gusta tener una muje1 .il l.1dn q1 1l' le rn dl'llt' 1.1v1d.1 [ ... J Al ho111
bre no hay cosa que le 111olc,tt· ni.1' qul I< 1w1 qut• t''>IX'1.1r l'l!ll
todo a que eslé el almul·110, ,1 su 111u¡t 1 p.11.1 ,,1111 ,1 l.1t.dlc, c lt
Se impacienta si no en<.ucn11.1 'u trn h.11.1. 1'11 l <1111...,,1., 110 <
tán planchadas a pun to, etc. [p 901

Vemos, pues, cóm o lru. exigcn u.1.., l ll 1111111b1 l dl'I .111H11 110
son iguales para ellos que para ellu-..
Mucho tie mpo atrá , en s u o b1 a J 111tlu1, o tl1 111 1·d11c ac 11)11
(1762), Jean-Jacques Ro ussca11 ya habf.i . i t omt' l.lclo q11( '>l' .1t o
tumbrara a las mujeres a soportar el Yllgock,dt t I p111 1. 1p11 1, p1u
de este m odo lo sentirian meno . ycnc.ln 11i..., .di.\, llqm .11d11111.11

La blandura es la prenda prime1a y rn.1-. 1111poi 1,111 11 dt 11 11 1 11111


jer; destinada a obedecer a ta n im¡x: 1fct 1.1 u 1.1u11,1 l1111111 t rl
hombre, tan llena a veces de vicio'> v '> lt lllp1, t 11 ~.1t L1 de dt 11'
tos, desde muy temprano debe aprcndt:t ,1 p.idt·u 1 '1.1,1 1l 1111111
licia y a sopo rtar los agravios de '> ll m.11 1do \111 q11t ¡.11 dr l.. 1 1
flexible, y no por él, sino por ella . L.1 .K111ud y 1,1111q111 d1d el. 11
mujeres nunca logran olra co a que .1~>1,1v,11 '1 1 d.11 o " 1 I 11111
proceder de sus marido , lo cunlc'> .,,i1x11 q111 110 1111 é 11 l 1
armas con las que han de ~e r vencido., l p 9 J

Así pues, vemos cóm o c~ lc autor d .llhl poi '>l'llt.ad o t 111111 q1 1


lo s hombres eran violento<; b1 u to.., l,1., 1111qu t d e hl 111
s umisas y obediente , como qul' todo t•llo l I .1 11 11111 d ( 1111 1 h
Fen-er y Gili, 1999).
Para tennjnar, una nuc\.I c1t.1, qm• ,1111odo dt h11t1111d • 1111 1t
tra, señaJa clara me nte cuá l l l.l l'I tk . . 111111 d 1 l,1 11111¡11 11 1
paña durante la época fi..inq ubt.t " qlll d1lir1111 s p 1 11d11 111H11
y del matrimon io:
En cuanto respecta a Ja posibilidad de rela~iones ín ti1:11as c?n
tu marido, es importante recordar tus obLigac1ones matnm?rua-
les: si él sien te la necesidad de donnir, que sea así. no le presiones
0 estimules la intimidad. Si tu marido sugiere la unión, entonces
accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satis-
facció n es siempre más im portante que la de una mujer. Cuando
alca nce el momento culminan Le, un pequeño gemido por tu par-
te es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido
experimentar. Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inus ua-
les, sé o bediente y no te quejes [Sección Femenina, 1958].

Resulta realmente escalomante ... y poco más se puede añadir:

4. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de amor?

Como ya he mos adelantad o al inicio de este capítulo, del


amor se h a h ablado y se ha escrito de much as y variad as forma
y desde muchos á mbitos. Obvia m ente, la ps icología, e n ta n to
que ciencia que pre te nde estudiar la ac ti vidad e l comporta-
miento huma no, no ha quedado al marge n e n un te ma, por otra
parte, tan relevante.
Sin vocación de ser cxhau Uvas, va mo a recordar a conti-
nuación ·algunas propue ta más o me no recie ntes para tratar
de comprender este concepto desde este á mbito científico.5
En primer lugar, nos referiremos a Erich Frorwn ( 192 1- 1989).
Nacido en Frankfurt, estudió filosofía en la Universidad de Hei-
d elberg y realizó su formación psicoanalítica en el lnstituto Psi-
coanalítico de Berün. Posteriormente estableció contacto con la
Escuela de Frank.furt, donde trabajó e n estrech o contacto con
Herbert Marcuse, Walter Benjamín y Theodor Adorno. El ascen-
so del nazismo en Alemania Je obligó a emigrar, como a tan tos
otros, a Es tados Unidos, en 1934, de de donde se trasladó a Méxi-
co. Allí realizó un importante trabajo en el campo de la e nseñan-
za y d ifusión del psicoanálisis: dio clases en la Universidad Na-
cio na l Autónoma de México; dirigió la colección de Psicología y
P icoaná lisis de la prestigiosa edito rial Fondo de Cultura Eco-

"i. Pa1 a un am'í.lisis de las Leonas sobre e l amor desde un punto de vista más
">1. wlog1co puede con!>ullarse, poi ejemplo, el cap1LUJ0 2 del rexto de Jesus
(,n1m•z (2004).

28
nómica; practicó el psicoanálisis y a la vez upervi::.6 la p1 .11. l tL,1
de sus discípulos . Junto con Karen Homey, Harry S . Sulli v. 111 \.
A. Kardiner dio forma a la d enominada escuela neofn:L1<.l1a11.1
culturalista estadounidense. Publicó una gran cantida d de ob1 ,,..,
de entre las que, por su relación con la temática a tratar, d e<,t,tL'tl
rnos El miedo a la libertad (194 l) y El arte de amar ( 1956). Fa lk
ció en Suiza.
Para este a utor el amor es un arte y, por tanto, un a .H. ~ 11'111
voluntaria q ue se emprende y se aprende, no una pa!>ió n qu e ..,l'
impone contra la voluntad de quien lo vive. El a m or es, a-..í, dcL 1
sió n, elección y actitud. Desde su punto de vista, la m ayor1a de la
gente cae en el error de considerar que no hay nada que apn.~ 1 1
der sobre el amor, motivada, entre otras cosa s, por cons ide ra1
que el principal objetivo es ser amado y no ama r. E n esta lmc~1 , ..,¡
bien la mayoría de la gente identifica el amor con u na scnsnci611
placentera, para él, en cambio, al tratarse de un arte, requi c1c
esfuerzo y conocimiento.
Considera qu e una forma de pseudoamor, que no e<, ra1a y
uele experimentarse (y, más frecuentem ente, describi rse en lo..,
películas y las novelas) com o el «gran amor», es el am or ido/aturo .
Así, si Lma persona no ha alcanzado una sensació n adecuada dl'
identidad (de yoidad, según sus propios términos), tie nde a idcali
zar a la persona amada, está enajenada de sus propios po<lc1C'i
lo proyecta en la persona amada, a quien ado ra como a l \11111
mu ni bonum, portadora de todo amo1~ toda luz y tod::i dicha Fn
ese proceso, se p riva de toda sensación de fucn_a, se picrck a -.1
misma en la persona amad a, en lugar de encontrarse. P11\.''>IO qut:
a la larga ningun a persona puede responder a este tipo de cxpe
tativas de su adorador/a, inevita blemente se produc' u na d •<,i ll1
sió n, y para rem ediarla se busca un n uevo ídolo, a vece<, en u11<1
sucesión interminable. Lo característico de csle tipo <le a 11101 C'> ,
al comienzo, Jo intenso y precipitado de la experi encia a11101 o<,n,
pero, si bien se pretende que personifique la intens idad y la prn
fundidad, sólo demuestra el vacío y la dese peración dd idólat1 ,1.
O tra forma de pseudoamor descrita por es te autot c.., lo quL'
llama el amor sentimental. Su esencia consiste c11 4lll' 'iolo ..,e
experimen ta e n la fantasía y no en el aquí y nho1a c.k• l,11cl,1(1(>11
con otra persona real. La forma m ás común dl· C'> lC tip< > (k .1mor
es la que se encuentra en la gratificación amorn~a '> ll'>l 1tul 1v.1
que exp erimenta el/la consumidor/a de pelícu la:., nuvcl,1.., 10 11i.u1 .

29

_/
ticas y canciones de amor. Todos los deseos insatisfechos de amor,
unión e intimidad hallan satisfacción e n el consumo de tales
productos.
Estas propuestas nos avanzan una idea importante sobre la
que volveremos más adelante y es que en el amor hay mucho de
invención de la otra persona, de idealizació n, de necesidad de creer.
Olra fonna de a bordar el tema es la que nos propone Natha-
niel Branden (198 112009), gran defensor del amor romántico que,
basándose en su experie ncia como terapeuta, defenderá que este
tipo de amor es un camino hacia la felicidad y el autoconoci-
m iento, una posibilidad real y un re to as umible para aquellas
personas dispuestas a aposta r seriame nte por él.
De acu erdo con su planteamiento no hay diferencias entre
hombres y mujeres, da ndo a entender que los m ecanismos psi-
cológicos y emocionales de unos y otras son similares. En esta
línea, hará afirmaciones como que:

[ ... ] entre un ho mbre y una mujer con afinidades espirituales y


psicológicas, que se conocen y se e namoran, que han evolucio-
nado superando obstáculos y dificultades y que es tá n dispuestos
a luchar para que su amor perdure y «funcione», el amor román-
tico se convierte en el camino no sólo hacia la felicidad sexual y
emocional sino también hacia las cotas más altas del desarrollo
humano [Brande n, 198112009, p. 226).

Ante estas a firmaciones nos podríamos pregunlar si esto es


realmente posible, si esta especie de «yin.cana de dificultades a
sortear» o esta «escalada hacia la perfección» es entendida por
igual por ellos y ellas. La socializació n diferencial de género y la
asimettia de poder en las relaciones de pareja, a las que ya he-
mos hecho referencia, nos llevan a poner en duda este tipo de
planteamientos. Par ece, pues, como si las palabras de este autor
surgieran en un mundo ideal, en un contexlo neutro, pero ... la
vida no es así.
Pero el amor ta mbién ha sido explicado desde otros puntos
de vista, como Ja teoría del apego de l ohn M. Bowlby ( 1969/ 1998).
Este autor estudió medicina, especializándose en psiquiattia y
psicoanáU is. Trabajó con menores desadaplados y delincuen-
tes lo que, junto con algunas de sus experiencias fom1ativas (par-
ticularmente su relación con Melanie KJein, que fue su supervi-

30
ora y con quien manluvo u11.i Lont rnvc1 '> iJ .,ol)l e el 1o l dt l 1
madre en el tra ta m icnlo) su prop ia l''< pc1ic1Ki.t vil.ti (co 1111111\i
poco contacto con su mad re y un ingic.,o tt•111p1.1110 t•n l ll l i11 111
nado. como era, po r o tra parte, coslumb1t' t' llll t· l.1'> rc r-.011.1-; dt
su clase social de la épo a, y con a l ~1 u11.h p 1die.las impo1t.11llt
en su niñez), lo Uevó a inleresa rsc po i el de..,,11 1o lio dl' lo• 1
niños/as y, particularmente, pot encoi111.11 lo.., p.11101w.., el, 111111
acció n familiares involucrados en el de .... 111 olio ....11w v p.1tol11y1t n
A raiz de sus tra bajos pa1a la 01 r .11111.1u1111 M11 11d1.d dr l. 1
Salud (OMS) desarrolló e n la dc1...1d.1 d · 1950 '> 11 tt rn 1.1 -.olll t l.1
deprivación ma ternal, según la Ltta l d lwh..· dt "· " 111ll.111n 111111
apego o unión a su madre en los 6 p1 i11w1º" 1m "t .., de \. 1d,1, 11\ '
pérdida o ruptura tendría graves co n..,e1..11t•m 1,h F-.1.1 tt'«ll 1,1
neró mucha expectació n pero tambi ~n un 11111x11 1.111tt• 11•t•li 1i'11
hasta el punto de que la pro pia OM S le hi rn p11blit .11 lllt.1 1l1111 '
ción, ampliando y corrigiendo a lgunos ª"f'll'l to.., d<.· -.u tt 11111
En la década de 1960, a partir de eslO"> plnnte.11nit·n1n-. p11\11
y de las aportacio nes y observacio nes de campo de '> ll Lol,1b111.1cl11
ra, Mary Ainswo rth, desarrolló su teo1ía del .i¡x·go. ~t·~ 111 1 t ll.1, l.1
relaciones amorosas que una persona ma nticnt• e11 "" .ithilt1
basan en el estilo de apego (seguro, evi t.Hivo, an-.io-.o .11 11l11v.tl1 11
Le), es decir, en la calidad de la relac ión q ue l''·' 1x·1,011,l t11\11 d11
ran te su infancia con la persona print.ipal ql1e 1.i u 11dt1
La extens ión de esta teoría a la!:> rcl.H..1011c-. .ill·U1\,1 .1d11ll 1
proporciona, entre otra co as, un mar o p.11 .t l'"t11d 1.11 t I .1111n1
y las relaciones de pareja, considerando q ut.· C'I .111u 11 " 1í1 l 1
pre ión del vínculo o apego en ia ... 1d,tun11t .., .d1·t. l1\.,i... t' lllll p 1
sanas adultas y asum.iendo que lo.., \l lll ttloi., d t· p.11 j.1 1111pl h 111
una interacció n entre tres si'> tema i., dl'>t 11110.., ¡>l' In 1~ l,11 11111 11 In
el sistem a de apego (cuyo objeti vo t.'" lo~" .11 l.1 -.11 l1l 1t 1111 111 1
ció n de protección y eguridad ·mrn.1011.11) ti "'' 11111.1 • 11 (( 1
lacionado con la experien<.ia t'10t11...1) v d 1 t<11t.1 dl t11 1d 1.I•
(cuyo objetivo e reducir· e l -.ufr 111111 111 0 n l.1 11n 1 1d 111 d1 111
o tros y favorecer la cgi.11 id.id v b1t. m t,11 d1 t 111.. } (C 111111r.í' Z 1
piain, Orliz y Góme;:-Lop " 20 1 1)
De de el ámbi to de l.1 p.., 1 to l o~ 1 .1 111. 1d 111 1 1111 1.\.111 1 1 1111
(1993)apuntaque una dt• l,1.,w1.111d1 1111 1111111 11111111111 il 111 1111
tiene que ver con l.1p1q 1111t.tdl 111 ltl'l 1 q111 d1 1t11 11111 \11l1
1

activ idad huma tl.l " l.1 u111d11 1 e)( 1 1 111 pl 11 hl


bién y !>it.. m pr • .ti ,11111J1 pt. s .11 d1 qu 111 1t 1 11'.d1d.11 l1

~ 1
can contradecirlo, este autu r considera que la respuesta a esta
pregunta es afirmativa y que la aparentes con tradiccio nes que
encierra se resuelven si tenemos en cuenta que el amor puede
entenderse como actitud (predisposición positiva o atracció n
hacia otra persona, que incluye una tendencia a pensar, sentir y
co mportarse de cierto modo hacia esa perso na) , como emoción
(amor como sentimiento o pasió n que incluye, además, ciertas
reacciones fis iológicas) o como conducta (cuida r de la o tra per-
sona, estar con ella, atender sus necesidades ... ).
Años antes Dorothy Tennov ( 1979) ya había apuntado en esta
misma direcció n cua ndo señaló que el amor debía ser entendido
sie mpre como «Un complejo modelo de pensamiento, emoció n
y acción» (p. 173). En esta línea, los psicólogos sociales Robert
A. Baron y Donn Byrne (2005) lo definen como una «Combina-
ción de emociones, cogniciones y comportamientos que pueden
estar implicados en una relación íntima» (p. 329).
Esta diferenciación (y particula rmente las concepciones del
amor como actitud y como emoció n) co nduce a algunas de las
tipologías clásicas del amo r que presentaremos en el apartado
siguiente .
Pero, antes de llegar a esta cue ·tió n, nos parece impo rtante
señalar que los plant~amientos expuesto&en este texto se ubica n
en lo que se 'deno minan la perspectivas cultu ra listas del amo r.
És tas coinciden en cons iderar al amor como un con&tructo
social, aunque ha n mantenido posturas contrapuc5tas so bre su
origen y significado (Ubillos et al., 2001, 2003). Así, mientras en
a lgunos casos se sos tiene que esta construcción social sólo se da
en ciertas cuJturas y a partir de un determinado momento histó-
rico (Averill, 1988; Hendrick y Hendrick, 1986); ciertas investiga-
ciones antropológicas (como la de Jankowiak y Fis her, 1992)
posh rlan u carácter universal y su existenc ia transcultural. Ac-
tualmente, cada vez son más quienes (desde una perspectiva
culturalista, y tanto desde la psicología como desde la antropo-
logía ) apoyan la idea de que el amor es un fenó meno universal
a unque su significado pueda variar sensiblemente de un entor-
no cu ltural a o tro, e incluso a través del tiempo.
Ade más de ésta, exis ten otras formas de entender el a mo r
que e5tá n también actualmente muy presentes tanto en la litera-
tura científica como en los pro pio medios de comunicación.
Entre ella'> e:,ta lian , por ejemplo, la teoria evolucio nistas y bio-

.:u

químicas, que definen el amor como tm víncul o con ba:>e bioló-


gica, que tiene un carácter universal (que estaría presente en
cada individuo de cualquier cultura). Así, por ejemplo, la deno-
minada perspectiva sociobiológica del amor ofrece a rgumentos
sobre la funcionalidad biológica de la conducta amo rosa para la
persona como miembro de la especie, puesto que la ayu da a pro-
mover su supervivencia (A.rcher, 1988, 1996; Wilson, 1978).
Desde este punto de vista, las diferencias entre mujeres y
hombres en la conducta sexual y el amor estarían re lacionadas,
por una pa rte, con la selección sexual, tanto con la selecció n
intrasexual, o presión que los individuos de un sexo ejercen so-
bre los del otro sexo mediante la competició n, como con la lla-
mada selecció n epigámica, que se refiere a que si los individuos
de un sexo eligen a los del otro en función de ciertos atributos,
éstos deben ser más característicos de un sexo que del otro; y,
por otJ a part e, con la inversión parental, referida al gasto de tiem-
po, energía y riesgo de un progenitor en su descendiente, q ue
a umenta las probabilidades de supervivencia de és te y el éxito
reproduclivo, y que es mayor en las hembras que en los machos.
Se ha considerado que, de acuerdo con estos planteamien-
tos, los hombres tenderian a valo rar en mayor meruda el amo r
como diversión y los criterios de atractivo físico, atracción m u-
tua y amor para elegir a sus parejas (en consonancia con su menor
in versión parental y su orientació n positiva hacia el sexo casual
y hacia la o btención del mayor número posible de parejas sexua-
les) y las mujeres a valorar en mayor medida el amo r pragmá ti-
co y los criterios de poder social y estatus para elegir a sus pare-
jas (en consonancia con su mayo r inversión parental y el esfuer-
zo necesario para sacar adela nte a sus descendientes).
Entre los/as autores/as que se alinean en esla concepció n
estar fan , por ejemplo, la bioantropóloga Helen Fisher, autora de
obras como Anatomía del amor: historia natural de la monoga-
m ia, el adulterio y el divorcio (1 993) o Por qué amam os (2005).
Aunque, como ya hem os come ntado, nuestro trabajo no se
encuadra en estos planteamientos, y por ello no profun dizare-
mos en su análisis, no podemos dejar de preguntam o<, ~ i l;:.i !>e-
lección sexual y la inversión parental no podnan, qu i;j~, e~ t ar
más relacionadas co n los procesos de '>O ia li 1..ación d ife rencial
que con la func ionalidad biológica. Creemo'> que algunoi> de lo-.
argumentos ya aportados y a lgunos sobre lo!> que inc itl1rc1110'>

33
en Jos próximos capítulos nos aportan pistas interesantes en re-
lació n con este inten-ogante.
Otra pers pectiva para el estudio del amor es la que se aporta
desde la neurobiología al tratar de establecer la base neuronal y
neuroqufmica del amor, estudiando los circuitos neuronales, las
ár eas cerebrales activadas o desactivadas o las neurohormonas
implicadas en el amor y sus fases.
Por otra parte, aunque no estrictamente en e l ámbito de las
relaciones de pareja, en otros ámbitos relacionales (como el de
madre-hijo/a) se ha interpretado el amor en términos de instinto
(el famoso instinto maternal). En relación con esto, la filósofa y
feminista francesa Elisabeth Badinter ( 1981) ya señaló, no sin
polémica, en su libro¿ Existe el amor maternal? que, al contrario
que ocwTe en los animales, los seres humanos no poseemos ins-
tinto maternal.
Recordemos, en este sentido, que el ins tinto es una pauta
hereditaria de compo rtamiento entre cuyas características esen-
ciales están: ser común a todos los miembros de una especie
(con una variabilidad rrúnima entre individuos), ser adaptativa,
ser inna ta, ser favorable a la supervivencia y estar sometida a las
leyes de la evolució n.
Co mo señala la propia Badinter, en· la especie humana el
supuesto instinto maternal es, en realidad, un constructo cultu-
ral que no sólo no funciona igual para todas las mujeres (pode-
_mos observar, de hecho, variaciones importantes entre perso-
nas, pero también entre culturas) s ino que, en s u nombre, se
ejecutan comportamientos que pueden llegar a ir incluso contra
un instinto primordial como seria el de supervivencia.
Parafraseando a esta autora, y llevando su reflexión al tema de
las relaciones humanas, podríamos decir que las personas no te-
nemos instintos, tenemos amor, un sentimiento complejo, altamen-
te evolucionado y directamente relacionado con la inteligencia.
Volveremos más adelante sobre esta idea clave para nuestro
planteamiento .
Reto ma ndo la cuestión de estas diferentes concepcio nes so-
bre el amor, podemos decir que son, sin duda, interesantes, algu-
nas prometedo ras en muchos sentidos. pero alejadas del punto
de vista que nosotras mantenemos en este análisis y que corres-
ponde a la perspectiva fem inista que podemos describir to man-
do prestadas las palabras de Marcela Lagarde (2005) cuando dice:

34
[...Jen la visió n feminista, el amor e histórico sl1 cond1L 1011.1
do por las épocas y las culturas-, ~t.á. espccialilado<; poi gtm 11
- tiene normas y ma ndatos djfercntc.!. para lo~ varone~ y 1.1-. 1t1l1J1
res- y va de la ma no con el poder. El vínculo entre el rxxl11 "el
amor es central en la vi:.ión femini<,W del amor [p. 359 j.

Ire mos desarrollando alg uno-. <ll' l''>le>'> ,1-,pcuo., cn C<IPll Ul11
posteriores, pe ro ya pode mo~ a\.-,m1..11 4uc, lk-,de e-,t .1 u111,1d1
r ació n que as u mimos del .::uno r LOllHH 011<;t1uu Í!)ll h1-,t(ll 1L.1 ¡w111
también cultural, alcanza MI plt:no \l'llt 1do 1.i 111t m 11111 , , l.i 11 I
vancia de la socializa c ió n d ife re nc ial y tk• lm 111,111d.110-. dl yé11c
ro con la q ue hemos inic iado e te c.1p1tu l11
Desde es ta co ncepció n fc mi nic.,ta dl·I .1111111 '-t" .iv.1111111 t 1111
b ién algunos de sus princ ipale pcligt o-., qm 110 011 1111 º' q111
los q ue em anan de los m anda to-. que cnw1¡•l t I d 1 l.1 •.rn 11 d 1d
pa triarcal. Como resu m e E liz.abe th Ru<i'>C ll ( 19%)

Las teorias fe ministas contempw ..1 1 w.1~ \.1'11 t ll c•I 11,1d111111111 (


patriarcal) concepto de «amor• un elcmu1to1 l.1\< q11• h 111111.111
cido a la opr esión de las mujen!'.'>. De nu1e1 do ~mi 1 11 11 •lt I 1 , 1
«amor» es una construcción ~ocia! qul' el p.111 1.11 , 1d11111 d11 1p11
mantener el statu quo y que de:.de temp1.m~1 t·d.1d l." 1111' • • 1¡11 ll
den» a Lravés de los cuentos de had..1•,, lo.., 1111111 \ 111 .11<1 1
comunjcación.
Lo que no aprenden, pero p1 onto o l 11 d1• llr 11
que en cada relación camoro<,,\e h.t\ t.11111>1111 1111 1
poder, tanto indjvidual, entre amado .111 1.1d,1, 1;<1111n 1ul 1 1 11
tre la sexualidad individual y l.1 p<Jht11.1 1 11 11 d 1 1 d 1 (a 1
26 1-262].

E n defi ni tiva , como ocu r re con c;1..,1 todo lo d 1·11 1 , 1 1


cepto de a m o rqueseno 0 Ín !c.e-.0Li.drn t•11 11 \11 111 1111p1
d o por la ideología pa tria rca l qu e ll l· .1 11 11plll ll 1 l 1d111111111
ción d e un sexo, e l m asc ulin o, ... ohtl 1I11(1<1 1llt111111111• t
o rigen a unas r elac io ne de-.ipu.dl''i y .1 .. 111 1111 1t 1 q11
vere m os, puede n inco1po1.1t l.' 1mlu "ll 11111111 1 \tul
Se trata d e un amor a l q ul' '>t' k· li .111 IH H to 11111111 111 u
ca tivos (rom á n tico, p.l"1on.d
llamar cauti vo.
s. Clasificando Jo supuestamente inclasificable:
difere n tes tipos d e amo r

Además de intentar definirlo, desde la psicología se han he-


cho ta mbién multitud de intentos de clasificar los diferentes ti-
pos de amor.
En este sentido, a mediados de la década de 1970 el soció lo-
go canadiense John Lee (J 973, 1976) propuso una clasificación
que inclu ía seis arquetipos o tipos básicos de amor, tres primary
colours (Eros o amor pasional. Ludus o amor lúdico y Storge o
a mor amistoso) y tres secondary colours (Manía o amor o bsesi-
vo, Pragma o amo r pragmático y Ágape o amor altruista) forma-
dos como resultado de la combinación de los primarios, pero
con sus particulares propiedades y car acterísticas.
De acuerdo con la propuesta de este autor (descrita en Ubi-
llos et al., 200 1, 2003), las caracterís ticas de estos estilos o for-
mas de amor serían las siguiente :

Eros o amor pas ional: e pas io nal, e n ual , román ti o, ca-


racterizado por una pa ión irresi ti bie. on sentimientos inte n-
sos, intimidad, fuerte atracción f1s i a actividad exua l. La per-
sona que desaLTo Lia este estilo de amor lo valora muc ho pero no
está obsesionada por é l ni pre iona a u pareja hacia la inten i-
dad sino que permite q ue las cosa se vayan desarrollando entre
ellas. La característica de las personas que de arrollan este esti-
lo amoroso es la au toconfianza y alta a utoestima.
Ludw ; o amo r lúdico: se caracteriza por interacciones ca-
suales, con poca implicación emocional, ausencia de expectati-
vas futuras y evitación del com promiso, la intimidad o la inten-
idad. La persona que desarrolla este estilo de amor no tiene un
tipo fís ico preferido sino que le gusta todo tipo de compañero/a
y prefiere la cantidad a la calidad de las relaciones. Para muchas
personas este amor es moral mente negativo, sin embargo, quie-
ne lo desatTo!lan suelen ser personas que no intenta n herir a
otras, ino que generalmente ponen muy claras Las reglas del
juego an tes de inicia r la relación. Se trata, pues, del amor como
deporte, como juego, de la conquista amorosa.
Storgt! o amor amistoso: se caracteriza por un compromiso
dur..idero que se desarrolla lenta y prudentemente a partir de
1;ornpa1ti1 .Kti tudes \ vJlore-.; se ba~a en la intimidad, la amis-
tad, el com pañerismo y eJ cariño. La similitud en ténninos de
valores y actitudes con la pareja es para la persona que desarro-
lla este estilo de amor más importante que la aprui encia física o
Ja satisfacción sexual, por lo que busca más un compromiso a
largo plazo que un a pasionamiento a corto plazo.
Manía o amor o bsesivo: se trata de un amor posesivo y de-
pendiente compuesto de Eros y Ludus. Se caracteriza po r la in -
tensidad y la intimidad, pero también por los celos, la incomuni-
cación, y los «Sínto mas» físicos y psicológicos. Así, la persona
que desarrolla este estilo de amor tiene una fuerte dependencia
de la pareja , celos intensos, posesividad, desconfia nza y am biva-
lencia, así como baj a autoestima, y trata de forzru· a la pareja al
compromiso, sin poder esperar hasta que esta evolución ocurra
de un modo na tural.
Pragma o amor pragm ático: estilo de amor lógico y práctico,
compuesto de Ludus y Storge, que se basa en la búsqueda racio-
nal de la pareja ideal. La persona que desarrolla este estilo de
amor tiene en cuenta la edad, el nivel ed ucativo, el estatus so-
cial, la religión o la capacidad de ser un buen padre o madre . A
di ferencia de las personas que desarrollan el estilo Storge, en el
que puede sw·gir am or sin preocupación por las proyeccio nes de
futu ro de la pareja o por el bagaje familiar de ésta, la per sona
que desarrolla este est ilo de amor probablemente esta blecerá
condicio nes formales a ntes de desarrollar una relación. Usando
términos coloquiales, podríamos decir q ue éste es un amo r «más
guiado po r la cabeza que por el corazón ».
Ágape o amor altruista : es un estilo de amor compuesto de
Eros y Storge y se caracteriza por dar antes que obtener y por el
autosacrificio por el bien estar de la pareja, es un amor de re nun-
cia absoluta y entrega totalmente desinteresada, más bien idea-
lista, en el que la sexualidad y la sen.suaJidad no son relevantes .
Este estilo de amor ha sido desc1ito en ocasione como maternal.

Esta tipología ha sido ampliamen te empleada e n la inve li-


gación sobre el tema, entre otras cosa.s po rque Clydc l lcndrick y
Susan S. Hendrick ( 1986) e la boraron la !:...\cala de actitudes sobre
el amor para evaluar los ei c.stilo.s propuc'ito.s en ella (aunque
los con sideran como estilos .separados, -,in distinció n entre pri-
marios y secundarios) desde un abon.bje individual de las rela-
ciones a mo ro.sa.s ( Ubillm <'L al., 200 1, 2003).

37
Los análisis originales realizados por estos au tores con esta
escala e n diferentes muestras d e alumnad o universitario e n
EE.UU. mostraron que los estilos d e amor predominan tes e ran
Storge (66 % de los casos), seguido por E ros (34 %) y Pragma
(17 %) (Hendrick y Hendrick, 1993). Por su parte, S ilvia Ubi-
llos et al. (200 l) emplearon esta mi sm a escala e n muestras de
a lumnado universitario españolas y la tinoamericanas d e 15
países y observaron que los estilos de a mo r m ás aceptados eran
E ros y Ágape, mie n tras Ludus y Pragma ernn los que tenían
m enos aceptación.
Esta escala tam bié n ha sido empleada para a nalizar la rela-
ción e ntre estos estilos de amor y variables como el género, la
edad o diversos factores sociales culturales y estructu rales (But-
ler et al. , J995).
Este tipo de trabajos han llegado a la conclusió n de que las
mujeres conced e n más importa ncia a los estilos Storge y Prag-
ma, mie ntras los hombres conceden m ás importancia a Ludus y
Ágape (Bailey, Hend1ic k y Hendrick, 1987; Hall, Hendrick y Hen-
diick, 1991; Hendric k y Hendrick, 1986; Hendric k, Hendrick y
Dic ke, 1998; Ubillos el al. , 2001 ); y en relación con la edad, E ros
seria el estilo preferente entre las personas adultas jóvenes, mien-
tr as que con la edad se inc rem entaría la preferencia por estilos
como Storge o Pragma (Hendrick y He ndrick, 1986). Tambié n
factores sociales como la ratio entre hombres y mujeres (Gutten-
tag y Secord, 1999), el nivel de igualdad de género (Eagly y Wood,
1999) o el tipo d e c ultura individualista o colectivista (Dio n y
Dion , 1993), y factores individuales como las caracte1isticas de
person alidad, las actitudes o las creencias religiosas (H endrick y
Hendric k, 1987, J 988) modularian el estilo de amor predomi-
nante en cada e ntorno o grupo social.
En la segunda parte de este trabajo com enta re mos los resul-
tados que obtuvimos en nuestra investigación, realizada a partir
de la aplicación de esta escala .
Desde la psicología cognitiva y socia l, el psicólogo estado-
unidense Robert J. S te rnberg ( J986, 1988, 1989), basánd ose en
su propia biografía, propuso un esbozo de leo.ria general sobre
el amor que pretendía abarcar tanto su estruc tura como su diná-
mica y donde intentó que tuvieran cabida los dife rentes tipos de
amor. Concretamente, sugirió que el amor tiene tres compo nen-
tes basico :

38

tt
La iiuimidad ería el !:> Cnlimiento de ce rcarna, prnxi m1d.11l
comunicación y vinculoció n, el afecto cxi -.tcnt c c11 u11.1 1d.it 11111
que implica la capacidad para compa1 Li t L'lllo io tll''>, '>l nt1m1l 11
tos e ideas de modo que la per on.1 '>l' '> tl'lltL' tn mpr cnd1d.1.
desarrolla de modo gradual a mc<l1cl.1 qul' .1v.u11.1 l.1 1d .1u1 11
puede continuar aumentando (aunque -.11t rt 'l llllll llt o s 11c il
mayor en las p1imerns e tapa.-. <ll' la 1cl.H.11m )
La pasión seria la fue1-¿a moll i; tll· l.1.1 H 111111 .1.111 11 11 n· 1 d1
la atracción física y emocional, cons1\ ll' t 11 1111 l t ulo di• l 1 11 1
ción mental y física que inclu e el dcwn •1· 11.111111111 o lt.111,111
pareja. Suele ser muy inten ·a a l 1n1t 111 d1• l,1 11 l.1t 1<111 .,: l t 1 t ,
también de modo intenso aunque lm•po 11111d1• .1dt 111 l1•1 .1 1111
dida que la relación ava nza.
El compromiso sería la deci ión qui.' "' 111111.1 di 1111 11 1 11
guien y el esfuerzo que se hace para 111.111tc1lt 1 t' ., ,1111111 \. l 11111
plir con los acuerdos de pareja. Suele .iume nt.11 dt 111nd11 lt 11tt1
en los inicios de una relac ió n (mó!> len to q ll t ' l.1 111l11 111d 1d l1. ti 11
tualmente) y esta bilizarse posteriormente

Estos tres componentes ocupanan lo' \-1.: 1tiu d1 1111 1111 1


tico triángulo de modo que el área indiLa1 f.1 l.1 e .11111cl.11I d1 1111111
que siente una persona y su forma gco11wt 11t ,1 (dt ft1111l.1 i'"' l 1
interrelaciones entre los tre elemento-. dt''-l r 1to ) l u 11 1
nivel de importancia de cada uno <le l''>O'> l'I L' llll lll11
ció n amorosa.
enrollo
h1t1m1dflld

Encnpnc hamocnto Arnm 1atuu .Auu11 V• fo11


Pu1ó n Pa '''" • r ... ,, .. Dtt•I jHiiñtitii
Posteriormenle este autor (Stemberg, 1988) sugiere que la
combinación de estos tres elementos generatia diversas posibles
clase de amor, de modo que una relación basada en un solo ele-
mento seria menos probable que se mantuviera en el tiempo que
una basada en dos o en los tres. Las s iete formas de amo r que se
derivarían de las diferentes combinaciones son las siguientes:

Simpatía o cariño, donde existe intimidad, pero no amo r ni


compromiso. Se trata del cariño íntimo que caracteriza a las
verdaderas amistades, en las que se siente un vínculo y un a cer-
canía con la otra persona, pero no pasión física ni compromiso a
largo plazo (por ejemplo, los amigos y amigas que tenemos) .
Enamoramiento o encapricham iento, donde existe pasión,
pero no intimidad ni compromiso. Es lo que comúnmente se
conoce como «amor a primera vista » que puede desaparecer e n
cua lquier momento (por ejemplo, las relacio nes basadas en la
atracción física).
Sólo compromiso o «amor vacío», donde existe compromiso,
pero no hay ni intimidad ni pas ió n. Estas pe rsonas no sienten
nada una por la otra, pero sí hay algún ti po de acuerdo o vínculo
que las compromete (por ejemplo, los ma trimonios de co nve-
niencia).
Amor romántico, que incluye intimidad y pasión pero donde
no hay compromiso, por lo que e difíc il el ma nte nimiento de la
relación en el tiem po.
Amor sociable o de compmieroslas , que incluye intimidad más
com promiso pero sin pa ión. Se encuentra frecuentemente en
ma trimonios en los que la pasió n e ha ido, pero hay un gran
cariño y compromiso con el o tro. Suele suceder con las perso-
nas con las que se comparte la vida, aunque no existe deseo sexual
ni físico. Es más fuerte que el cariño, debido a la presencia del
compromiso (por ejem plo, la familia o los amigos profundos).
Amor fatuo o loco, que incl uye pasión más com promiso pero
sin intimidad o conocimiento entre los miembros de la pareja .
Suele darse en relaciones en las qu e el compro miso es mo tivado
en ~ u mayor pa rte por la pasión (por ejemplo, las relaciones ci-
nematográficas).
1mor com pleto o consumado , que incluye intimidad, más
pa!;ión, má', compromiso, y que cons tituitia la situación ideal
(aunque dificil de alca nzar y más aún de mantener), según este

. 40
modelo. E~te amor puede no ser permanente (por ejemplo, si la
pasión se pierde con el tiempo, puede convertirse en un amor
sociable).

Este autor de a rrolló una escala de 45 ítems ( 15 por cada


componente) que permitía evaluar tanto el índice de amor de
cada persona como el e tilo de la relació n (forma del triángulo
para cada persona) rea l e ideal. A partir de su ad ministración a
una muestra de l O1 personas (SO varones y 5 1 mujeres) conobo-
ró empíricamente la exis tencia de los tres componentes citados
y comprobó que tanto en la relació n real como en la ideal el
componente más importa nte para los ind ividuos que compo-
nían su muestra era la intimidad, segu ida por el compromiso y
la pasión (Sternberg, 1988).
En un trabajo realizado en España co n parejas jóvenes, Gon-
zalo Sen ano y Mercedes Carreña (1993) evaluaron La capacidad
descri pto ra, predictora y diagnóstica de la teoría del amor de
Stem berg, com parando los triángulos amaro os de los dos miem-
bros de la pareja a diferentes niveles (real e ideal y percibido por
uno mismo y por el otro). Los resultados obtenidos indicaron
que para las relacio nes esta blecidas no ha bía diferencias entre
los do miembros de la pareja en cu anto al valo r de los niveles de
intimidad, compromiso y pasió n, siendo la intimidad el com po-
nente más im portan te para ambos. Sin embargo, sí había algu-
nas dj ferencias en cuanto a lo que desearian (los varones más
int imidad, pasión y compromiso y las mujere más intim idad y
pasió n pero no más compromiso) y lo que considci-a ban una
relación ideal (para ellos una relación ideal sería aquélla con
niveles sim ilares de intimidad, pasión y com prom iso pa ra u no~
y otras; para ellas en una relación ideal su pa reja debeiian ~en­
tirse más comprometidos y apasionados q ue ellas). En cuanto a l
efecto del tiem po, mientras el compromi o e ma nte nía con'>-
tante, los o tros dos componentes se modifi caba n con e l tiempo.º
Por su parte, Carlos Yela (en Blanco, 20 11 ) in o r-porn tam-
bién como dimensiones del amo r la intimidad , l..i pa..,ión y el c.om-

6. OLros muchos trabajos ha n proíun<li1a<lo t•n t'''·' ~on~c: plu.llit.í uó n v


sus relaciones con diferentes variable., Pa1 a un .111.11"'' 111," <lc:1all.1<lo de c:-.1.1
cuestión puede revisarse. poi e¡c:mplt1, !'! 11 .1h.1¡0 dt• i\11d1 t-.1 H.irnm .,, H1'
marck Pinto (2008). ·

41
promiso; si bien en el caso de La pasión establece una difore11cia
entre pasió n romántica (idealización, pensamientos intrusivos,
creencia en la fuerza definit iva del amoc.) y pasión eró tica (esta-
do de activación fisiológica, deseo sexual, taquicardia ... ).
Tomando como base estos ele mentos, define el amor en los
términos siguientes:

El amor es, siquiera por definició n, la relac ión inte11Je rsonal más
ínLima. Surge tras una fase de ena moramiento recíproco, debido
principalmente al desarTollo J.e un extraordin a rio grado de inti-
midad (apoyo emocional y material, a utorrevelaciones recípro-
cas, compene tración, complcmentariedad de necesidades, com-
prensión mutua, comunicación ín tima abierta, conocimien to
mutuo, disponibilidad, en tendim iento, entrega, interdependen-
cia, receptividad, respeto, valoración del otro, el hecho de com-
partir - id eas, recuerdos, actividades, tiempo bienes, ilus iones,
proyectos, una jerga especial ...-) y un progresivo compromiso
[Yela, en Blanco, 201 J, p. 159).

Su análisis de la evoluc ió n de los tres compo nentes del amor


a lo largo del tiempo muestra la ex.istencia de tres fases e n las
relaciones amorosas (Yela, 1997):

Una primera fase corres ponderla a los primeros meses de la


relación (6 meses en el estudio empírico realizado) y se la deno-
rninaria fase de enamoramiento . En esta fase se produciría un
aumento vertiginoso de todos los compo nentes amorosos, en
especial de la pasión erótica (que alcanza aqui su punto máxi-
mo) y de la intimidad, siendo el compromiso el componen te de
menor importancia.
Una segunda fase intermedia se deno minaria de amor pasio-
nal y abarcaria desde la finalización de la fase anterior has ta los
4 aiios de relación aprox.imadamente (en el estudio empírico rea-
lizado). En ella la pasión erótica a lcanzarla su punto máximo
mientras la pasió n romántica seguiría aumentando. También
adquieren importancia el compromiso y la intim idad, que si-
guen aumentando.
Finalmente, la tercera fase llega a partir de los 4 años de
relació n más o menos, se de nomina ría amor de compaFzero y en
ella la pa ión erótica y la pasión romántica descienden pa uJati-
namente, mientras el compromi o y la intimidad alcanzan su
nivel máximo de inten sidad y protagon ismo.

42
ac tivación conductual emocion al que la persona rotula como
«amor» y que siente cuando interactúa con el objeto de a mor
apropiado o, incluso, cuando piensa en él.
To mando como base las propuestas de John Lee y Robert
Ste mberg, ya comentadas, a í como otras definiciones y estu-
d ios previos sobre el terna, Rozzana Sánchez Aragón (en Ku y
Sánchez Aragón , 2006) entiende el amor romántico o pasional
corno un continuo con cuatro posibles tipos, dos con un carác-
ter más positivo (atracción y enamoramiento) y dos con un ca-
rácter más negativo (amor obsesivo y amor desesperado) que se
definen del modo siguie nte (Sánchez Aragón , 2006):

Atracción, felicidad, goce, emoción, ilusió n, plenitud, senti-


das an te el pensamiento o la presencia de la perso na por la cual
se siente pasión así como el placer de satisfacer las necesidades
mu tuas, com partir actividades, conocerse, cuidarse, etc.
Enamoram iento, deseo in ten o de explorar, toca 1~ relacionarse
sexualmente, fantasea r e inqu ietar e por la posibil idad de ver a
la persona amada, lo que estimu la la ensualidad el a ntojo.
Amor obsesivo, invalidez ante la ausencia del objeto <le amorque
se manifiesta en ansiedad, urgencia de ver a la persona, agonía, inse-
gwidad. miedo, deseos de no vivir si no ·e alcanza la unión e perada.
Amor desesperado, búsqueda insis tente de interacción con el
obje to de amor, incluyendo estra tegias de persecuc ió n, obl igán-
dole a acompañarle, a compartir espacios, etc.

Éstas son sólo alguna de las muestras de tipos o tipologías del


amor con las que podemos encontram os en la literatura científica
obre el tema. Como vemos, muchas de ellas tienen importante
aspectos en común, incluyendo cierto nivel de arbitrariedad o una
coincidencia con los tipos de amor de los que solemos hablar en
términos más coloquiales. De entre ellos, sobresale, como ya po-
diamos suponer, el amor romántico, en sus diferentes versiones.

6. Te quiero más que a mi vida: primer acercamiento


al amor romántico

Como va hemos comentado, en e te texto partimo de una


co n~ ideración
cultura l1sta, cons iderando que el amor, y, particu-

44
larmente el amor román tico, es, fundamentalmente, una cons-
trucció n social y cul tural que depende en gran medida de cóm o
nos social izamo , y que en cada pe1iodo histórico se ha desan-o-
llado una concepción diferente del mismo (que, incluso, puede
ser expresada de Connas di tintas por perso nas de una mi ma
cultura).
Aunque ya podamos encontrar trazas en la li teratura de la
Roma clásica (recordemos, por ejemplo, las obras del poeta Ovi-
dio como Los anwres, Heroida , Arte de amar o Rem edios de amor),
como veremos más adelante, la concepción de amor romántico
no se generalizó en Occidente hasta fec has bastante recientes, y
en otras m uchas cul turas, aún no existe como tal.
Del mismo modo, los vínculos entre a mor, exualidad y, en
su caso, matrimonio son un fenómeno moderno, ya que anti-
guamente las personas solían casarse sin conocer e y con el fi n
de perpe tuar la poses ió n de un título, de una propiedad o de una
herencia en la familia o con el comeUdo de tener hijos que co n-
tinuaran con lo negocios familiares, es dec ir, la mo tivació n pre-
domina nte para el matrimonio era el interés (Gascó n, 2009). Una
vez casados, aunque en algunas ocas iones los espo os pudieran
Llegar a al bergar sentimientos de afecto y amor, po r lo general
eran casi dos desconocidos viviendo bajo el mi mo Lecho.
En definitiva, como señala Irene Meler (2009), las un ione
basada en la afinidad datan de lo que se denominó «revoluc ión
sentime ntal» o «revolución de los sentimientos » (Femá nde7,
1993; Sho 1ter, 1977) y la afinidad constituye una ba e endeble
para cimentar las uniones sentimentales porque se sustenta en
el amor pasión. Retomaremos esta idea en los próximo capítulos.
Centrándo no ahora en el amor ro mántico, las diferentes
clasificaciones que hemos visto en las página pre e<lcntes nos
han dado importantes p istas sobre en qué con islc. Recorde mos
algunos de los elementos c itado : pasión, '>Cn.,ualitlaJ, atracc ió n,
intensidad ... A e tas descripc io nes, mil., o me no'> científica o
comedidas, se unen otras muchas que prm-ic nc n del saber popu-
lar: mágico, salvado r, co mple to, inco ndil io na l, o mn ipotente,
indomable ... y a í has ta ca'> i d infinito, ~'l' nc ra ntlo unas expecta-
tiva imposibles, logica mcnlL', c.k cumpli r
Para la p~ il ó log,1 e 1 11\l''> l1 ~•,1<.li 11,1 '>obre el tema Auro ra Leal
esta n a mo ante 1411dc.1de: • lll1.t Í11 '> io11 , el complemento pe rfecto
entre do., pcrvm,1., • ( l L·a l \ Nie to, 2007, p. 75); Tomasa Luengo y ·

45
Carmen Rodríguez Sumaza (2009) ha blan de la existencia de un
«vínculo fusiona! romántico»; para Ma rie Lise Labouté (201 O)
podríamos hablar de «amor fusio naJ » e n el que cada parte de la
pareja se resguarda celosamente en el otro; para Femado García
Seigas y Elena Casado (2010) de un «am o r fusió n» donde la in-
d ividua lidad queda am ortiguada bajo u n nosotros que pesa de-
masiado; para el filósofo Alain Badio u (2010), la concepción ro-
má ntica del amo r se centra en el éxta is del encuentro (frente a
la concepció n jurídica del am or como contrato o la concepción
estática del amor como ilus ió n).
En cuanto a sus orígenes, suele cons iderarse que surgió en
los siglos xn y xrn con la tra dició n de l a mo r cortés entre los
trovadores (González y Santa na, 2001 ; Rougemont, 1997; Yela,
2000 ). De hecho, las canciones romántica actuaJes son herede-
ras lejanas de aquéllas.

Te regalo mi cintura
Y mis labios para cuando quieras besar
Te regalo mi locura
Y las pocas neuronas que quedan ya
Mis zapa tos desteñidos
El diario e n el que escribo
Te doy hasta mis suspiros
Pero no te vayas más
Porque eres tú mi sol
La fe con que vivo
La p otencia de mi voz
Los p ies con que ca mino
Eres tú a mor
Mis ganas de reír
El adiós que no sabré deci r
Porque nunca podré vivir s in ti
Si algún día decidieras
AJejarte nuevam en te de aquí
Ceo-arfa cada pue rta
Para que nunca pudieras salir
Te regalo mis silencios
Te regalo mi nariz
Yo te doy hasta mis hue~os
Pero quédate aquí
Porque eres tú mi sol
La fe con que vivo

46
La po tencia de mi voz
Los pies co n que cam ino
Eres tú a mor
Mis ga nas de reír
El adiós que no sa bre decir
Porque nunca podré vivir sin t i.
Le tra de Tu de S ha kir:.1.

Tal como hem os comentado en un tra ba jo a nte rio r (Bo.,di .


Ferrer y Gili, 1999), el amor coriés l'll'>.1l1,1h,1l'I amo r corno au
téntica base de la relación entre un hombr 1..• \ 111ia mujl'I, <.k '>v llll 11·
!ando amor y sexo (de hecho :,e tra taba ha hitua lrncnle dl• u11
am or pla tónico, to talmente inalcan1.1ble). E:-.ta nueva co nLL'P
ción cobró forrna primero en Provcn1,1 (a rx1rti1 de fin ak·., dl·I
siglo XI), extendiéndose ráp idamente poi toda Europa Ocudu1
tal. Las grandes protagoni tas eran la'> d.1111.1'> ele l.1cm te ( m 110
cuenta Helen Power ( J979), el culto a la dalll,\ l ' I el l.1 COllll ,1p.11t1
da al culto a la Virgen María. No o bs ta nte, c•\ i'> tc•n '> ul1ttl'lll<
estudios que deja n claro que el amor coi-t ., no fue inw 11t.1do p111
las mujeres, ni siquiera para ellas . Como tH>'> rcc. ue1 d.i (~n 11 ij•
Duby (1990), se tra tab a de un j uego e ntre l10mb11..''> co11 111.tll 1
dos rasgos misóginos. La mujer era con.. , ider¡1d.1 wnplt.:11H 1111
como una excusa, la falsa protagoni~ta .
Su característica más destacada no c1,1 u na r l' \ c' ll'llll.1~·1 111
ral hacia las mujeres, sino una con cpción tot,1lnw11t ( 011p11111
del amor. Éste no era algo que se die~e lib1 c•111t•nt l', 111 podt 1t 11
centrarse en el m atrimo nio feudal, y a unq ue e1,1 c 1c 1to qllt 1
dama adorada era una espo a, s iempre cr a la t''>Pº"·' de nt 1n por
lo ta nto toda la acció n e convertía en un juc't'º .11111 .p.1d11
peligroso, en el que el papel de la da ma co1hi ... t f.1 b.l'> lt .11111 111 1 11
resistirse a los envi tes del amado, hat ic11do t.r rllo l1111l.1p1t t 111 1
co11ejo amoroso que el aclo ~cx ua l L'n ' ' q11l·d.1h.1d,•,\ ,d111 1 1d11
y el gala nteo convertido en un !111 t•11 , . 1111• 1111 1 n, 11t1 n d1 1 Nlt
contexto, la mujer careu a <l L' 111d1\i id11.d1d.rd \ l I 1 t l l11 111il 11 1
que le adjudicaba toda u na -.e1i t• d l' \. 11 t ud t
Resulta evide nte qu t• l.i-. t,11,1Ltt•11 . . t1 t ." 111," tl1 t 1t ,11l 1
es te tipo de amor ~e conl 11 m.r n . , d d u 11d1· 11 . 1 t 1 1u dt 1111lit1pl
vía , como cue nto'> i11f.111t tll''· 1t l.1to l11t 1,11 111 , p \'1 11. ul 1 ,

7. Obtenida e n http /\H~\\ 11111 '' ¡ .,11 1 11 11 t l l l-4 9

7
ciones, publicidad y t!n general por medio de todos los mecanis-
mos de socialización a los que nos hemos referido a nteriormen-
te. Se trata de un tipo de afecto q ue debe er para toda la \ida (Te
querré siempre), debe ser exclusivo (No podré amar a nadie más
que a li), e incondicio nal (Te querré por encima de todo) y supone
un alto grado de renuncia (Te quiero m ás que a mi v ida).
Pilar San pedro (2005) caracteriza el a mor romántico consi-
derando que incluye como elementos prototípicos un inicio sú-
bito (amo r a primera vista), el sacrificio por el otro, las pruebas
de amor, la fusió n con el otro, el olvido de la pro pia vida y las
expectativas mágicas, como La de encontrar un ser absolutamente
complementario (la media naranja), o la de vivir en una simbio-
sis que se establece cua ndo los individuos se comportan como si
de verdad tuviesen necesidad uno del otro para respirar y m over-
se, formando así, entre ambos, un todo indisoluble.
A estas características JoseL'< u R.iviere (2009) añade las djfi-
cultades (en la conquista de la otra persona y/o en la ma teriali-
zació n del a mor), el sufrimiento (por la ausencia, por la presen-
cia ... ), la sublimación (el amor po r encima de todo), la renuncia
(a los p ropios deseos y/o a colocar los deseos de la otra persona
por encima de los propios), la fuerza supuestamente arrolladora
de los sentimientos, la enorme irr:iportan cia del proceso de ena-
moram iento (que en ocasio nes lleva a «estar ena morado/a de l
amor» más que de la o tra perso na), y el temo r a perder a la per-
sona amada , muy relacionado co n los celos de los que hablare-
mos más adelante.
Pero el amor romántico e ta mbié n, no lo olvidemos. una
experiencia fu ert e mente gcncri?adn (B urns, 2000; Dc nmark et
al. , 2005; Duncombe y Mnrsdcn. 1995; Rcd ma n , 2002; ch~d c r ,
2008). S i para lns mujc rc'> es C'>pcra, pa ivi<la<l, cui<la<lo, re-
nuncia ... para los hombre'> tie ne rnuc ho má'> que ve r con e l
héroe y el conq uis tado r, con el q ul' logra olcan1ar im pos ibles,
seducir, quebrar las no n11ns y 1 es is tcnc iu'>. Po<lt'mo-. ava n1:a r,
pues, que estarna frente a l mi to de CntL icnt,1/ lk ll,1 Du nn icnte
y el príncipe azul. Volvere mos sobre esta Cll l''>ti611 cua ndo a na-
licemos con deta lle los mito romu ntic.os en In cgu nda parte
de este texto.
Es fácil imaginar cómo este modelo de a mor romant ico idea-
lizado y generizado, al que uger-imos llam ar amorwwil ·o , c.rea-
ría falsa!> expectativas y conduciría co n c ierta fac ilidad a la frus-

48
ln1ció n y al sentimien to de fracaso a fectivo y, al fundamentarse,
en gran medida, e n la anulación a través de la renuncia de uno
mi~ mo, esla ria, en c ierlo modo, en el origen de la violencia de
género. Ésta es la hi pólesis de nuestro trabajo.
Por olra parle, no deja de ser curioso cómo este ideal de
amor de la n lejanas ra fee~ apenas ha evolucionado, mientras sí
ha n evolucionado y mucho, todos lo otros aspectos de la ocie-
dad y, junto con ello l o~ modelos de relació n entre hombre y
mujeres. La pregunta podtia ser: ¿podemos eguir asum iendo
como realista un idea l el amor medieval?, ¿no es acaso sospe-
choso que aquello que ~e t.on~ idcra como In base de las relacio-
nes íntimas, es decir, ese amo r Lrovado resco, no se baya movido
apenas a lo largo de ta nto siglos?
Veamos un poco más a fondo las caractclis ticas del amor
cortés para intentar entender mejor e la in ongrucncia.
La canción trovadoresca nació en Provcn/a d ura nte el s i-
glo XI y fl o reció e n el siglo XII. Lo trovad re~ norma lmen le
viajaban grandes dis tancias, ayudando a f a la lra nsm isió n de
noticias entre una región y otra. El primero conoc ido fu e Gui-
llermo de Poitiers (1071-1 127), también llamado Guille1-mo IX
de Aquita nia.
Los trovado res, mayoritariamente perte necie ntes a la no-
bleza a menudo a medio camino entre el guerrero e l corte-
sano, con sus canciones amorosas (sobre todo) pero también
co n sus composic io nes de propaganda política, sus deba les ,
en defini tiva, con su visió n del mundo, muestran el in ic io de
una h is toria cultural y política con una variedad que no e n-
contramos en ningún o tro documento de la época y const itu-
ye n, además, una de las fuentes básicas de la poesía que du-
ra nte siglos se cultivará e n Europa Occide ntal, incluso en el
s iglo xx.
Pongamos un ejemplo.
Guillermo de Ca bestany, el trovador al que se le a tribuye una
de las biografías más repetidas y tristes de todos los tiempos,
tiene también una de las canciones más bellas y conocidas de In
lírica trovadoresca en la que muestra su total dedicació n a la
dama que le tiene preso de amor: 8

8. Obtenida en http://es.wikipedia.org/wiki/Canci on_(trovador)

49
l. La dulce ansia
que me da el amor a menudo,
mujer; me hace decir
de vos m uc hos versos agradables.
Pensando contemplo
vuestro cuerpo amado y gentil,
el cual deseo
mas no hago evidente.
Y aunque me d esencamino por vos,
no reniego de vos,
que sie mp re os suplico
con amor fiel.
Señora en quien la belleza btilla,
muchas veces me olvido de m í,
cua ndo os ala bo y os pido.
II. Que siempre me deteste
el amor q ue os prohíbe a mí
si alguna vez el corazón desvío
h acia otro afecto.
Me habéis tomado la sonrisa
y dado pesar:
más grave martirio
ningú n hombre iente;
porque yo más anhelo
que a ningun a otra cosa que e n el mundo esté
rehúso e ignoro
y mal trato e n apariencia;
todo lo que hago por temor
y de buena fe
de tener, incluso cuando no os veo.
ID. En la me moria
tengo la cara y la dulce soruisa,
vuestro valor
y el h ermoso cue rpo blanco y liso;
si en mi creencia
fuera tan fiel a Dios,
vivo sin duda
entraña en el paraíso;
que así estoy
de todo corazón rendido
que otra no me da gozo;
que a ninguna otr a d e las más señoriales
yo no le pediría

50
yacer ni ser s u amante
a cambio d e un saludo vuesuo.
N . Tod o el día s iento
el deseo, tanto m e gusta
el encanta mien to
de vo al que es toy wmc1ido.
Bie n m e parece que me vc1H:c
vuestro amor, que amu, qut• v1t 1,1 º'
era mi pensamie nto
a maros y serviros;
así he es tad o
solo , s in ninguna ayuda
co n vos, y he pe rdido
muc ho favo res: ¡Quien q uier .1 que In' 101rn !
Que a mí me place m ás es p ra1 º"·
sin ningún acue rdo cono ido
ya que d e vo me ha ve nido el go10
V. Ante de que se e ncienda
sobre el corazón el do lo r,
gracias descie nda n
e n vos, señora, y Amo 1-:
que el gozo a vos se li bre
y m e aleje d e suspiros lla nto,,
no os separen d e m í
no bleza nj riqueza;
que se m e o lvid a todo bien
s i con vos no encuentro ,\C.O~'ld.1
Ah, bella y dulce cri awr:.1,
sería una gran bo ndad
i la primera vc7 que o~ \ol1u t
m e hubierais amado mu1.. ho o 11.u l 1,
po rque ahora n os~ dondt t .111v
VI. o encue ntro arn1.1-.
contra vues tro<, podt r t \ ,
pieda d O'> pido
de ta l fonna q ue 't'.I lww11 .d1l1
Que no me C\1.. ut ht
Dios en ll e lo'> qut· 111c • 111
s i o qu1u o l.1 1t·111.1
de lo'> 1..ll,lll O l t H 111.l'y<>I\
a 1..amb10 411t• 1..111 1 \ 11· 1111 111
ni l,1 prt•d.1d 111 l 1 lim 111 li
va qut• ll<J tll\' pm d<J ,dr 111 d1 11111 1111 11111•1 1
de vos, en quien he puesto
mi am or, y si fuera aceptado
besa ndo, y os gustara,
nunca me querría libre.
VII. Nunca nada que a vos os a pe tezca,
franca y cortés señora,
no me será prohibido
que no me apresure e n hacc1lo
sin pensar en olra cosa .
VJil. Raimón , la belle1.a
y e l bien que hay en mi da ma
me tiene gen lil mcnt e alado y p1C'>O .

Existe una diferencia entre t ro\<adrn v jugl,\I . El primero era,


como ya h emos dicho, un poela lü ic..o d · c..oncli t. ió n socia l eleva-
da (porlo que no necesitaba utili 1.<11 '> ll'> f,1rnltac.lc'> a.1ií licas como
medio de vida), que e a co m pa r)nba de una 111c lodía fija y cu yo
texto se fijaba por escrito no '>C t1 .111'> 1111tra con variantes. E l
juglar, por su parte, llevaba un.1 vid.1 .1111bu lante, recitaba con
una entonación específica pc ro no mel úc.lrc.:a, rn c mo1;zaba los
textos e incluso im provhaba a p.u tir de dl·le r minados mo tivos
temáticos, pudiendo ayudar<;l' de l.t 111fm1t .1 la dramatización
para realizar lo que e n cldinili\ ,1 l.'1.1 una 11 .rn-.mi ión oral y de
carácter folclórico o popular.
Volviendo al pre e nte, a lo l.11 r-o de l,1.., ultima-, d écadas, como
ya hemos apunta do, en la cult111 .1 ot ud t·111 a l la relació n entre
a mor romántico, m at.Jimonio '>t'\O '>l' ha ido C\ lrechan do cada
vez más, llegando a cons idc1.11-.,t• qm• l'I ,1111o r rnmán tico es la
razón fundam ental para ma nte ner 1t· l.1t wne.., inau;moniales y
que «estar ena morado/a » es la b.t'>l' l11 11d ,11ne11 w l pa ra fo rmar
una pareja y para pennanc eren l'll,1(S11np..,011 , a rnpbcll y Ber-
scheid, 1986; Ubillos et al. , 200 1), ck modo qw: e l a mor románti-
co se hace popular y no r-rna ti o, d 111a t11mrn1io aparece como
elección personal y se entie nde que L'I :11 nrn 10 111:'\ n tico la ·a ti -
facción sexual deben lograrse en d ma ti 111101110 ( Ba1Tón et al. ,
1999; Yela, 2003) .
En este marco, como e ñaJa Ga b1icl.1~ h ..llci (2008), el a mo r
romántico no sólo se ha co nvcrlic.lo e n Ull <I l"< pe11e11c ia central
e n la vida social occide nta l, sino que ha llcg..ido .1 1 •t•mpl.var en
muchos casos a la religió n como el j r e d e n la q ue lo .., indi viduos

52
buscan un signifi cado a la vida, como «fuente de energía p íqu i-
ca» o como el «fundamentaLsm o de la modenlidad».
En palabras de la ensayista feminis ta n orteamericana Katc
Mili e t:

El amor ha sido el opio de las mujerc , como la religión el de la!>


masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban.
Tal vez no se trata de que el amor en sí sea malo, sino de la mane-
ra en que se empleó para engatusar a la mujer y hacerla depen-
diente en todos los sentidos. Entre seres libres es otra cosa. 9

E n la línea de Mili et, la investigadora feminis ta sueca Ana


Jonásdóttir (1993) abundaba en esta idea cuando señalaba q ue
el amor, con su extraordinario poder de marlipulación, se ha con-
vertido en la m ás eficaz herramienta de subyugación de las mu-
jeres, una vez abandonadas las coerciones materiales, de modo
que las mujeres son puestas al servicio del patriarcado cuando
son educadas pa ra proyectar sus más altas aspiraciones en el
amor y la dedicació n al o tro (el «ser-para-otro» al que se refe ría
Marcela Lagarde y del que ya hem os hablado en este mismo
capítulo). De hech o, para esta autora, el amor, entendido como
«prácticas de relación sociosexuales y no sólo como emocio nes
subjetivas» (Jonásdó ttir; 1993, p. 21 ), sería una de las claves ex-
plicativas del patriarcado puesto que, en su opinión, en este con-
texto los varones se apropian del control de la fuerza la boral de
las mujeres, de su amor y del «poder vital» y la plusvalía que
resulta de éste (en forma de tie mpo y de cuidados que las muje-
res les dedican a ellos y en forma de ah01To al no su frir mayorc
desgastes por lo q ue no les ofrecen). En este contexto, el a mo r
estaría «apun talando» al patriar cado y manteniéndolo inclu!>o a
pesar de los cambios legislativos que se han ido produciendo.
Pero no es sólo esta autora quien propone planteamiento!>
de este tipo. Otras voces se unen para cons iderar que el amor ,
particulannente el amor romántico, es uno de los facton!!> de
reproducción de la desigualdad , como señala Ana de Miguel
(2008), recordando, entre o tras a Ama lia González (2006) o M . '
Luz Esteban y Ana Távora (2008). Desde este punto de vi!>la, l'l
a mor romántico y el miedo a no tener pareja se conviertenª"' e n

9. Entrevista publicad a en el d iado El PaLS el 2 1 de mayo de 198-1 l>l\¡>0 111


ble en: httpJ/www.elpais.com/articulo/Socied ad/Kate/Mi lle tJmor/h,l/\1d1>
mecani ·rnos de reproducció n de la su bo rdinació n en los Lérmi-
nos desc1itos. Retomaremos esta idea al hablar de la pareja y el
ma trimo nio en los próximos capítulos.
No es, pues, de manera casual como el concepto de amor
romántico irrumpe con especial fuerza en la educación senti-
menta l de las mujeres. Como hemos comentado en apartados
anteriores, la socialización diferencial fem enina induce precisa-
mente a vivir el amor de una manera absoluta. La heroínas lite-
rarias como madame Bovary, la Regen ta, Julicta, Melibea, la
Dama de las Camelias, Ana Kar en ina ... viven el amor como pro-
yecto fundamental de su vida, por amor viven, sufren, se sacrifi-
can, mueren, fuera del amor no hay nada.
Esa idea sigue estando presente en nuestro día a dia.

Sin ti no soy nada


Una gola de Lluvia mojando mi cara
Mi mundo es pequeño y mi corazón pedacito de hielo
Solía pen ar que el amor no es real,
Una ilusión que siempre se acaba
Y ahora sin ti no soy nada
Sin ti niña mala,
Sin ti niña triste
Que abraza su almohada
Ti rada en la cama,
Mirando la tele y no viendo nada
Amar por amar y romper a Llorar
En lo más cierto y profundo del alma,
Sin ti no soy n ada
Los días que pasan,
Las luces del alba,
Mi alma, mi c uerpo, mi voz, no sirven de nada
Porque yo sin ti no soy nada
S in ti no soy nada
Sin ti no soy nada
Me siento tan rara,
Las noches de juerga se vuelven amargas
Me tio sin ganas con una sonrisa pintada en Ja cara
Soy sólo un actor que olvidó su guió n,
AJ fin y al cabo son sólo palabras que no dicen nada
Los días que pasan,
La luces del alba.

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Mi a lma, m i cuerpo, mi vo1, no -.in en de nada
Qué no daría opo1 tcnc 1 tu mir ada,
Por ser com o siempre lo'> do'>
Mie ntras todo carn hrn
Porque yo sin ti no ~ov n ,1d ,1
Sin Li no soy n .1d.1
Si n ti no o nac.I.\
Lctt .1 dl· .'i111 11 "" ~111 1111.!11 d<' A111.11 11 '

Es ta id ea de am or, a unq ul' d l'l 11 11111101111 1 111 111111 lio, ,1


pectos, tie ne sus ra fee~ en lur.11t '> 1111111 111 111 11 l llllltl \ 1 1
m os un eje m plo:
El a póstol Sa n Pa blo glo 1i!iu1 t I .1111<11 11111111 l.1 1111\ 111 d1
las virtud es:

a parecen co rno 111.1 1 11 11 11 11 111

1111111
imp-licaría para los miembros tle la pateja, según res ume Ga-
briela Ferreira (1995, pp. 179-180 ) y en la que e apu n la n de
m odo claro algunos d e los que m ás a d cla nle definire mo com o
lo mitos romá ntico m á d estacad o ·:

• E nlrega to tal a la o t ra perso na.


• H acer d e la o t ra persona lo Cin ico fu nd a rn c nLa l d e la
exis te ncia.
•Vivir experiencias mu intensa cll' k liLid a<l o de sufri mien to.
•Depender d e la o tra pe rso na <1d a p ta 1..,e a e lla , po ste rgan-
d o lo p ropio .
• Pe rdo nar y ju ti ficar todo e n no m bn.: dl'I amo1:
•Co nsagrarse a l bie nes ta r de la 0 11·a per;.,o na .
• E s tar tod o el ti e mpo con I,\ 0 1r ,1 1x ·r..,ona.
•Pensar que es impo ible volver a ama r co n esa inLensidad.
• Se ntir que n ad a vale tant o c..o m o e..,,\ relac ió n.
• Desesperar anLe la o la idl'a de que la pc r-..,o na a m ada se vaya.
•Pensar to d o e l tie mpo e n l,1 o ti .i p ·r-...o na , ha:,La e l punto d e
no poder trabaj ar, e~tudt ar, c.. 0 111 •r, d or mir o pres ta r aten-
ció n a otras pe rso na -. m e rm.., impoi ta ntc;.,.
•Vivir sólo para el mo m e n to dc:l t• rK ue rHr o.
•Prestar aLe nc ió n y vig ila r t u<i lq11ie 1 ;.,c1fa l de a ltibajos en e l
interés o e l a m o r d e l,1 0 11 ,1 pc r ...0 11 .1.
• Idealizar a la o tra per-...o na 11 0 .1n· p ta nclo q ue pued a te ne r
algún d efecto.
•Sentir que cualqui t: r ;.,at 1d1c.. 10 t•.., po.., rl ivo ~ i se hace por
a m o r a la otra pcn.o na
• Te ner anhelo s d e ayud.u 'r .1po y,11 :1 l,1 otra pe rso na s in
esperar r eciprocid ad ni e r .1111rnl
• Obtener la m á completa 1. o rn 1 111 1 ~ .ic.. 1<>11 .
•Lograr la uni ó n má~ 111ti111n y d (: l111i 1iv.1
• Hacer todo jUJJto a la 0 11,1 p<..' 1'>011.1 , 1:rn111M r ti1 lo tod o, te ne r
los mismos gus tos y apc te 11c r.1....

Estas ideas se compleme nt,111.1 11 1.011 l,1 ,q)( u t.11. ron de Montse-
rrat Mo reno y Genoveva Sa:,Ln.: (201 0), qt lll'lll''> "'<- ll. ll, 111 q ue d a mo r
romántico no se distingue d aramenLc del t•r1.1mrn .11111l'l1lo que, en
la m ayoiia d e los ca5os, e~ con~ídc rado c..011 10 el • vl.'I dcH.kt o ,tmor » .
Sus p1incipales caracterís ticas ~e ba!:>a r ran L'll 1.1.., .., ¡~u ie nll''> c reen-
cias que, nueva me nte a pun laJl hacia lo:, nulo'> r orn.tnt iu>.., m ás
extendidos:

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!-:-Enamorarse no depende de la voluntad de la persona, no
es algo que se pueda hacer de manera premeditada sino
que surge de pronto. Es inefable, por eso no se puede defi-
nir, es inaccesible a la razón .
2. El amor lo puede todo. Produce una serie de emocione
que provocan una sensación de gran bienestar. El amor
mueve montañas.
3. E l amor lo justifica todo. Se haría cualquier cosa por la
per ona am ada, pues ella es el valor supremo, to<lo lo de-
más se convierte en secunda rio.
4. E l amor es suficiente. Si se tiene amor no se necesita
nada m ás .
S. Provoca una entrega total a la persona amada, se confía
plena mente en ella y se hace todo por complacerla.
6. Las dos personas se complementan, están hechas la una
para la otra.
7. El verdadero a mor es incondicional, siempre se estará del
lado de la persona amada, pase lo que pase.
8. Es exclusivo y excluyente, no se puede compartir y tiende
a alejar a todas las demás personas de la relación dual.
9. E l verdadero amor dura siempre, si se acaba es que no era
amor auténtico.
10. El estado general que crea el enamoramiento o fascina-
ció n amorosa es de felicidad total y hace que se perciba a
la persona amada como única e insustituible.

Lo dicho, contigo pan y cebolla, como en el m ejor de los bole-


ros. Ya hemos comentado que se rán los mitos los que tejerá n
este tipo de amor y por tanto los culpables en buena medida de
frustraciones y dolor. Todas estas creencias sobredimens io na-
das, teñidas de colorines, q ue convierten la idea de a mo r en a lgo
casi sagrado, son aprendidas por hombres y mujeres pero no de
manera igualitaria, los códigos diferen tes en la socia li zación de
género, de la que también ya hemos hablado, serán respo nsa-
bles de que el proceso no sea simétrico. Ellas deberá" dar m3'>
ellos estarán en su derecho de recibir (y exigir) má .

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