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·* TAURUS

Hon10 ·videns
a sociedad teledirigida

os encontramos en plena revoludón multi-


medía. Esta revolución está transformando
ai homo sopiens, produ<:to de la cultura es-
crita, en un homo videns para el cual la palabra
ha sido destronada por la imagen. Y en todo ello
la televisión cumple un papel determinante.
La primada de la imagen, es decir, de lo visible
sobre lo inteligible, lleva a un ver sin entender
que ha acabado con el pensamiento abstracto,
con las ideas daras y distintas. Yésta es la premisa
fundamental a partir de la cual Giovanni Sartorl
examina la vídeo-política y el poder político de
la televisión; la converslón dei vídeo-niiio en un
adulto sordo de por vida a los estímulos de la
lectura y dei saber transmitidos por la cultura
escrita; la formación de la opiníón pública, y la
cantidad de saber q~e pasa -y no pasa-- i:t través
de lo~ canales de comunicación de masas.
Ante el avance hnparable de la edad multi media
li:tparecerá una nueva forma de pensar, un
postpensamiento acorde a la nueva cultura
audiovisual?

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Inglaterra un famoso comentarista dío -en el Daily Te-
legraph, en la radio y en la televísíón- dos versiones de
sus películas favoritas, una verdadera y otra descarada-
mente falsa. Un grupo de 40.000 personas -telespecta-
dores, oyentes y lectores- respondió a la pregunta de
en cuál de las dos entrevistas decía la verdad. Los más
sagaces para descubrir las mentiras fueron los oyentes
de la radio (más dei 73 por ciento), mientras que só lo
e1 52 por ciento de los telespectadores las descubrieron.
Y este resultado parece plausible. Yo lo interpretaría así:
el vídeo-dependiente tiene menos sentido crítico que
quien es aún un animal simbólico adi estrado en la utili- ~y LA DEMOCRACIA?
zación de los símbolos abstractos. AJ perder la capaci-
dad de abstracción perdemos también la capacidad de
distinguir entre lo verdadero y lo falso.

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1. VÍDEO-ELECCfONES

En la segunda parte hemos examinado los efectos de


fondo de la vídeo-política y, sobre todo, su incidencia en
la formación de la opinión pública. Quedan por exami-
nar dos aspectos concretos: su incidencia electoral y su
incidencia en el modo de gobernar.
Ya en los tiempos en los que sólo había periódicos, la
pregunta era: 2en qué medida influye el periódico en la
decisión de los electores? Es difícil saberlo. Normalmen-
te, respondemos con pruebas indirectas. Por e:jemplo,
que la mayoría de los periódicos, o los periódicos más
importantes, han apoyado a candidatos y partidos que
no han ganado. En Italia, la prensa de las «regiones ro-
jas» de la postguerra (el Resto del Carlino en Bolonia y La
Nazioneen Florencia) era anticomunista, y los comunis-
tas arrasaban en las elecciones. ~Es ésta una prueba de
que la influencia es escasa? Seguramente, no. Para me-
dir de verdad la influencia electoral de los periódicos se
necesitarían «Contrafactuales>>, es decir la ausencia de
periódicos, o bien relaciones de fuerza invertidas entre
los periódicos. Por ejemplo, ~sin La Nazione el voto co-
m unis ta en Toscana hubiera sido el que fue o hubiera
aumentado, supongamos, al 65 por ciento? ~y si en lu-

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gar de La Nazione hubiera sido el diario Unità el que tanto el cálculo de la influencia es difícil de realizar. De
vendiera en Toscana 350.000 ejemplares, el Partido Co- todo; modos, por regia general, la televisión influye más
munista Italiano habría obtenido aquel 65 por ciento, o cuanto menor son las fuezas contrarias en juego, y espe-
habría aumentado ai 75 por dento? Estas preguntas no cialmente cuanto más débil es el periódico, o cuanto más
tienen una respuesta porque la hipótesis «Si x no hubie- débil es la canalización partidista de la opinión públíca.
ra sido así, entonces» no es verificable. Lo que podemos calculares sobre todo la variación
El problema de la televisión es análogo: nos falta, de- de las intenciones de voto en el transcurso de lascam-
cíamos, el «contrafactual». En algunos casos es práctica- panas electorales. Por ejemplo, en las elec.ciones italia-
men te seguro que la influencia de la televisión es decisi- nas de 1994 Luca Ricolfi calculó (entreVIstando cada
va. En una investigación experimental Iyengar y Kinder quince días a una muestra) que la televisión había des-
dislinguen entre el poder de los noticiarias televisivos plazado hacia la derecha más d~ seis mil!o_nes de votos.
para «dirigir la atención dei público (agenda setting) » y Y aunque éste sea un desplazam1ento max1m~, son mu-
el poder de «definir los criterios que informan la capa- chos los que consideran que tres o cuatro m1llones de
cidad de enjuiciar (priming)" y para ambos casos con- nuestros electores están tele-guiados. Quede claro que
c!uyen que «las noticias televisivas influyen de un modo en este tema una explicación estrictamente monocausal
decisivo en las prioridades atribuídas por las personas a no se mantiene casi nunca, pero si nos limitamos a las
los problemas nacionales y las consideraciones según variaciones de las intenciones de voto, es plausible que
las cuales valoran a los dirigentes políticos» (1987, pág. en este sentido la influencia de la televisión sea decisiva.
117) 1• EI caso de Estados Unidos es, sin embargo, bas- Por otra parte, tenemos el hecho de que es~a medi-
tante simple. Cuatro de cada cinco americanos decla- ción excluye a los que no cambian el voto, es decir, la ma-
ran que votan en función de lo que aprenden ante Ia yoría dei ~lectorado. ~Por qué no lo cambia? Prn?able-
pantalla. Son, con toda probabilidad, personas que no mente porque, dada una multiplicidad de llamam1_entos
leen periódico alguno; y como en Estados Unidos los diferentes y contrarias, las incitaciones de los med1os de
partidos son muy débiles y las emisoras de radio son to- ínformación se neutralizan. Pero esto no es una prueba
das locales y dan poquísimas noticias políticas, pode- de que no haya influencia; y ya estamos de nnevo en el
mos deducir lai conclusiones rápidamente. Pero en Eu- frágil terreno de la búsqueda de iI:d~cios. . ,
ropa, los periódicos y los partidos tienen aún un peso No obstante, no nos debemos Imutar a analizar cuan-
que puede equilibrar la influencia de la televisión y, por to incide la televisíóH en el voto. Los efectos de la vídeo-
política tienen un amplio alcance. Uno de estos efec~os
1 Mientras la noción de agenda settingse utiliza normalmente, la no- es, seguramente, que la televisión personaliza las elecc10-
ción de prímíng (que en pintura es poner la base de un barniz) ha si- nes. En la pantalla vemos personas y no programas de
do acuiiada por ellos. Y como de sus experimentos deducen que el
frriming, poner la base, es decisivo, se concluye que «las noticias partido; y personas constrenidas a hablar con cuentago-
ofrecidas en te!evisión tienen la capacidad de modificar los índices tas. En definitiva, la televisión nos propone personas (que
estándar de valoración» dei público. algunas veces hablan) en lugar de discursos (sin perso-

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nas). Damos por hecho que e! máximo líde1~ como deci- Estados Unidos e Inglaterra tienen e! mismo sistema
mos hoy, puede emerger de todos modos, incluso sin te- electoral: e! sistema uninominal, de una sola vuelta. Pero
levisión. En sus tiempos, Hitler, Mussolini y Perón se Ias la incidencia de la vídeo-política es fortísima en las vota-
arreglaron perfectamente con la radio, los noticiarios ciones americanas y más moderada en las inglesas. La
proyectados en los cines y los comicios. La diferencia es razón es, repito, que el sistema de partidos es débil, de-
que ~itlcr magnetizaba con sus discursos histéricos y to- bilísimo, en América, mientras que sigue estando fuer-
rrenc1ales y Mussolini con una retórica lapidaria, mien- te, fuertemente estructurado en el Reino Unido.
tras qt~e e! vídeo-líder más que transmitir mensajes es el El sistema electoral y e! sistema de partidos son, pues,
men.saje. Es e! mensaje mismo en e! sentido de que si variables importantes en lo que concierne ai hecho de
anahzamos lo que dice, descubrimos que «los medios de favorecer u obstaculizar la personalización de la políti-
comunicación crean la necesidad de que haya fuertes ca. También lo es e! sistema político, en cuanto a la di-
personalidades con lenguajes ambiguos [ ... ]que permi- ferencia entre sistemas presidenciales y sistemas parla-
ten a cada grupo buscar en ello [ ... ] lo que quiere en- mentarios. En los sistemas presidenciales e! jefe dei
contrar» (Fabbrini, 1990, pág. 177). Estado es designado por una elección popular directa.
Sea como fuere, cuando hablamos de personalización Y, por consiguiente, en estos sistemas la personalización
de las elecciones queremos decir que lo más importante de la política es máxima. Y lo es especialmente en Esta-
son los «rastros» (si son telegénicos, si llenan Ia pantalla dos Unidos, donde Ia fuerza de la televisión es asimis-
o no) y que la personalización llega a generalizarse, des- mo máxima.
de e! momento en que la política «en imágenes» se fun- Los comenta1istas americanos caracterizan sus elec-
damenta en la exhibición de personas. Lo que también ciones presidenciales como una horse race, una carrera de
quiere decir que la personalización de Ia política sedes- caballos, y la cobertura televisiva de esta carrera es como
pliega a todos los niveles, incluyendo a los líderes Iocales, un game reporting, una retransmisión deportiva. Paso Ia
especialmente si e! voto tiene lugar en circunscripciones palabra a T. E. Patterson (1982, pág. 30): «Antes, los can-
uninominales. '- didatos formaban a su público de seguidores mediante
La última observación nos recuerda que, por lo que reclamos sustantivos de contenido. Ahora se tienen que
respecta a la personalización, e! sistema electoral es una enfrentar a la dinámica de cómo se retransmite un jue-
variable importante. Aquí la regia generalizada es que go»; y esto es porque e! reportaje está, a la vez, «domina-
e! poder dei vídeo es menor cuando e! voto se da a listas do por e! reportem» y game centered, centrado en e! juego.
de partido, y que adquiere toda su fuerza cuando el siste- La cuestión es que la carrera presidencial se convierte en
ma electoral está también personalizado, es decir, cuan- un espectáculo (incluida también en el show business)
do se vota en colegios uninominales para candidatos en e! que e! espectáculo es lo esencial, y la información
únicos. Pero, atención, e! sistema electoral interactúa es un residuo.
siempre con e! sistema de partidos y más exactamente EI último punto es éste: que la vídeo-política tiende a
con su fuerza organizativa ( cfr: Sartori, 1996, págs. 51-60). destruir -unas veces más, otras menos- e! partido, o

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por lo menos .el partido organizado de masas que en Eu-


ropa ha ~ommado la escena durante casi un sigla. No
se trata solo de que la televisión sea un instrumento de
Y par~ candidatos antes que un media de y para parti-
dos; smo q.ue ~~emás .el rastreo de votos ya no requiere
una orgamzac1on capilar de sedes y activistas. Berlusco-
ni ha conseguido una cuarta parte de los votos italianos
sin ningún partido organizado a sus espaldas (pero con
l~s. espaldas bien cubíertas por su propio imperio tele-
':s1vo). El cas? dei presidente Collor, en Brasil, es pare-
Cido: un paruducho improvisado sobre dos pies, pero 2. LA POLÍTICA VÍDEO-PLASMADA
con un fuerte apoyo televisivo. En Estados Unidos, Ross
Perot, en las el~cciones presidenciales de 1993, llegó a Es evidente que las vídeo-elecciones dan lugar a una
obtener una qumta parte de los votos haciéndolo todo vídeo-política más amplia y, por tanto, no hay solución
él solo, con su dinero, simplemente con los talk-showsy de continuidad entre la incidencia electoral y la inci-
pagando sus presentaciones televisivas. dencia generalizada de la televisión. Y con esta adver-
No preveo que los partidos desaparezcan. Pero la ví- tencia pasemos a hacer un análisis más completo, a una
deo-política reduce el peso y la esencialidad de los parti- visión de conjunto.
dos y, por eso mismo, les obliga a transformarse. El lla- Partamos de nuevo de esta premisa: de qué modo el
mad~ «p~rtido de peso» ya no es indispensable; el político hacía política hasta hace cincuenta anos. La ha-
«partido hgero» es suficiente. cía sabiendo poco y también atendiendo escasamente
a lo que sus electores querían. Los sondeos no existían;
y además no se tomaba en consideración el hecho de
que el representante fuera o tuviera que ser el manda-
taria, el portavoz de sus representados. Las constitucio-
nes, todas las constituciones, prohíben el mandato im-
perativo (y por buenísimas razones: cfr. Sartori, 1995,
capítulo 11). Por ello, en el pasado, el representante era
enormemente independiente de sus electores. Pero esta
independencia fue, en realidad, privilegio o prerrogati-
va só lo dei llamado político gentilhombre del XIX -en
general el seiior o el notable dei lugar-. El gentleman poli-
tician tenía una vida acomodada (propietario de tierras),
no estaba ligado a partido alguno y no tenía vínculo

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programático y, generalmente, era elegido sin oposición hay siempre política local, es decir, personas elegidas que
(eran tiempos de sufragio restringido). Este estado de co- quieren satisfacer los deseos y los intereses de sus electo-
sas cambia con las ampliaciones del sufragio, con la afir- res. Esto no da lugar o no debería dar lugar a que toda la
rnación en Europa de la política ideológica, y con ella, política sea local. Porque en tal caso, la colegio-depen-
de los partidos organizados de masas: partidos obreros, dencia ya no es un «Servir a la localidad», digamos, fi-
y en el polo opuesto, católicos. A lo largo dei siglo xx, siológico; sino que se convierte en un patológico servir
el partido prevalece sobre los miembros electos -por a todos, lo que acarrea graves consecuencias. Es cierto
la fuerza de la ideología que lo instituye y a la que repre- que se podría argumentar que la colegio-dependencia es
senta- y de este modo se inicia la partido-dependen- un incremento del demo-poder. Pero, atención, el de-
cia. Cuanto más vota el elector al símbolo, a la ideología mos en cuestión no es todo el pueblo en su conjunto. Es,
o ai programa de un partido, más dependen los candi- en cambio, una mezcla de «pequenos pueblos» fragmen-
datos de su partido para ser elegidos. tados y cerrados en sus pequenos horizontes locales.
Así pues, durante casi un siglo, el representante ha Este supuesto progreso democrático transforma el
sido partido-dependiente, al menos en los grandes par- parlamento en una constelación de intereses particula-
tidos de masas. Hoy esta dependencia se está reducien- res en confiicto, en un anfiteatro de representantes con-
do, pero no por ello estamos volviendo ai representante vertidos en mandatarios, cuyo mandato es llevar el botín
independiente y «responsable» sobre el que teorizó Ed- a casa. De este modo, cuanto más local se hace la políti-
mund Burke en su célebre discurso a los electores de ca, más desaparece la visión y la búsqueda dei interés
Bristol, en 177,1. En realidad, estamos pasando ai repre- general, dei bien de la comunidad. Y así, la política se
sentante o colegio-dependiente o vídeo-dependiente, transforma en un juego nulo y tam bién en un juego ne-
además de sondeo-dependiente. En suma, la indepen- gativo: una operación en la que todo son pérdidas.
dencia dei representante ya no existe desde hace tiem- ~Cuáles son las culpas de la televisión en el aumento
po; y el paso de «depender del partido» a otras formas dei localismo? Aunque este desarrollo depende de
de dependencia no tiene por qué constituir un progre- múltiples factores, uno de ellos, y seguramente de pe-
so. El representante liberado dei controfdel partido no so, es que la televisión tiende a concentrarse en noti-
tiene porqué ser un representante que funcione mejor, ciarios locales ( vid. supra, págs 82 y sigs. e infra, págs.
que haga mejor su oficio. 117 y sigs.).
Ernpecemos por la colegio-dependencia que, pun- Junto a la colegio-dependencia dei representante he
tualizo de nuevo, caracteriza un sistema electoral unino- mencionado la vídeo-dependencia. Esta vídeo-depen-
minal que se desarrolla dentro de un sistema débil de dencia tiene numerosos aspectos; pero el más importan-
partidos. En tal caso, es verdad -como se viene dicien- te me parece éste: que los políticos cada vez tienen me-
do y aceptando desde hace tiempo en Estados Unidos- nos relación con acontecimientos genuínos y cada vez se
que ali jJOlitics is local, que ai final toda la política se re- relacionan más con «acontecimientos mediáticos», es
suelve en política local. Ya que, cuando hay democracia, decir, acontecimientos seleccionados por la vídeo-visibi-

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lidad y que después son agrandados o distorsionados por


la cámara. Esta reacción ante los acontecimíentos me- Como ciudadanos también ellos tienen el derecho a ex-
diáticos es especialmente grave en política internacio- presar opiniones sobre política; pero no opiniones acre-
nal. El presidente Reagan se lanzó a la historia del Iran- ditadas a las que se les debe dar un significado o valor
gate porque cada noche veía llorar en la televisión a los especial. En cambio, la vídeo-política atribuye un peso
padres de los rehenes. El caso de Somalia es emblemáti- absolutamente desproporcionado, y a menudo aplas-
co. 2Por que intervenir en SomaJia y no en otros países tante, a quien no representa una «fuente autorizada>>, a
africanos que también pasan hambre, y padecen con- quien no tiene ningún título de opinion rn~ker. Esto re-
füctos tribales y sanguinarios por culpa de los «seiiores presenta un pésimo servicio a la democracia como go-
de la guerra»? Somalia ha sido una gran hattage televisi- bierno de opinión.
va; después, se apagaron los focos y de Somalia no se El último aspecto de la vídeo-política que trataremos
acuerda nadie, ni nadie nos cuenta que allí todo está co- aquí es que la televisión favorece -voluntaria o inv?-
mo antes. Sabíamos, o deberíamos saber, que si nos en- luntariamente- la errwtivización de la política, es denr,
frentamos a una organización de bandidos, o éstos son una política dirigida y reducida a episodios e:noci?na-
eliminados o el enfrentamiento ha sido inútil. Pero la te- les. He explicado ya que lo hace contando una mfimdad
levisión «montó» una intervención sólo humanitaria, de historias lacrimógenas y sucesos conmovedores. Lo
para luchar contra el hambre y basta. Somaliano podía hace también a la inversa, decapitando o marginando
ser más que un fracaso; un fracaso que la televisión nun- cada vez más las «cabezas que hablan», las talking heads
ca ha explicado, ni ayudado a entender. que razonan y discuten problemas. La cuestión es ~ue,
Otro aspecto importante de la política vídeo-plasma- en general, lá cultura de la imagen creada por la pnma-
da es no sólo que la televisión ha llegado a ser la autori- cía de lo visible es portadora de mensajes «candentes»
dad cognitiva más importante de los grandes públicos que agitan nuestras emociones, encienden nue~t:os sen-
( vid. supra, pág. 71), sino que al mismo tiempo atribuye timientos, excitan nuestro sentidos y, en defimtlva, nos
un peso desconocido y devastador a los falsos testimonios. apasionan. . . .
Con la televisión las autoridades cognitivas se convier- Apasionarse es implicarse, hacer parti~1par,_ c:ear si-
ten en divos dêl cine, mujeres hermosas, cantantes, fut- nergias «simpáticas" (en el significado et1molog1~0 dei
bolistas, etcétera, mientras que el experto, la autoridad término: sympàtheia, conformidad de pathos). Apas1onar-
cognitiva competente (aunque no siempre sea inteligen- se está bien cuando se hace en su momento y en su lu-
te) pasa a ser una quantité négligeahle. Ysin embargo, es gar, pero fuera de lugares m~lo. El sa~~r es logos, no ~s
una clara evidencia que los «testimonios» que realmen- pathos, y para administrar la cmdad pohuca es necesan?
te son útiles provienen sólo de las personas adiestradas el logos. La cultura escrita no alcanza este grado de.«ag1-
en los asuntos de los que hablan. Un músico sabe de mú- tación». Y aun cuando la palabra también puede mfla-
sica, un matemático de matemáticas, un poeta de poesía, mar los ânimos (en la radio, por ejemplo), la palabra
un futbolista de fútbol, y un actor de interpretación. produce siempre menos conmoción que la. imagen. ~í
pues, la cultura de la imagen rompe el delicado eqmlr-

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HoMovmrNs

brio entre pasión y racionalidad. La racionalidad del


homo sapiens está retrocediendo, y la política emotiviza-
da, prov~cada por la imagen, solivianta y agrava los pro-
blemas sm proporcionar absolutamente ninguna solu-
ción. Y así los agrava. '

3. l.AALDEAGLOBAL

La expresión «aldea global» la acufió acertadamente


McLuhan (1964,1968), el primer autor y el que mejor
nos hizo comprender e! significado de la era televisiva.
El término es acertado, aunque ambíguo, y tal vez debe
su êxito precisamente a su ambigüedad.
Comencemos por el significado de «global». La tele-
visión tiene potencialidades globales en e] sentido que
anula las distancias visuales: nos háce ver, en tíempo real,
acontecimientos de cualquier parte dei mundo, ~pero
qué acontecimientos? McLuhan consideraba que la te-
levisión intensificaría ai máximo las responsabilidades
dei género humano, en el sentido de responsabilizamos
de todo y en todo. Si fuera así, «en todo» es limitadísimo,
y ser responsable de todo es demasiado.
Corno ya he recordado, la câmara de televisión no lle-
ga a la mitad dei mundo, lo que significa que existe un
mundo oscurecido y que Ia televísión incluso consigue
que nos olvidemos de é!.
Otro gran factor limitadores el coste. A1 periódico
que recibe sus noticias de una agencia, saber lo que su-
cede en el mundo no le cuesta nada o, en cualquier caso,
poquísimo, pero desplazar a una troupe televisiva cuesta

l li~
HOMO\'Jl\ENS G!Ol'ANNI SARTORI

muchísimo. Por este criterio, noventa v nueve de cada ción televisiva de un acontecimiento. Y como las cues-
cien acontecimientos no se nos muest~an. Un criterio tiones extraiias son noticia, nos vemos implicados en
dei que enti:ndo la fuerza contable, pero que maximi- grupos que reivindican los derechos (esta vez realmen-
za la precanedad y la arbi trariedad de las informacio- te «naturafes») de los animales, la prohíbición de des-
nes que de ello resultan. A fin de cuentas, la televisión nudarse (incluso para las estatuas) y, por qué no, el re-
«global» está de diez a veinte veces más ausente en lo greso dei mosquito por el bien dei equilíbrio ecológico.
que~~ refiere a la cobertura dei mundo que e! periódi- c:Responsabilidad o extravagancia? Se puede OQjetar que
co.\ s1 es verdad que la imagen abre una ventana hacia la televisión no globaliza sólo las extravagancias. La trá-
el mundo, alg~ que la descripción escrita no puede igua- gica muerte de lady Diana, en la flor de la juventud y de
lar (en eficac1a), es asimismo cierto que la decisión so- la belleza, ha conmovido y unido en el dolor a dos mil
bre las ventanas que se deben abrir está ai margen de millones de espectadores de todo el mundo; lo que nos
todo criterió. enfrenta a un «acontecimiento mediático» que apela a
, Por otra parte, «cualquier lugar dei mundo» no tiene una sensibilidad humana común. Sí; pero me asusta lo
so~o u~ ~alor ~e ~echo, tiene además un valor potencial y desproporcionado dei caso (incluída la proporción de
ps1cologico. El cmdadano global, el ciudadano dei mun- verdad); es un acontecimiento montado por los medios
do, «se siente,, de cualquier lugar y, así pues, está dispues- de comunicación, y que sólo por ello entrará en la his-
to a abrazar causas de toda naturaleza y de todas partes. toria. Sea como fuere, y volviendo ai hilo de mi discur-
En No Sense of Place,Joshua Meyrowitz (1985) plantea so, la cuestión es que -en la noción de aldea global-
e~:e tem~ con minuciosidad. Según é!, nuestra proyec- «Cualquier lugar dei mundo» y «mi tierra», ser un apá-
c1on hac1a el_ mundo nos deja «sin sentido de lugar». trida o un paisano, el mundo o la aldea, se amalgaman
~ara Meyrow1tz, la televisión fusiona «comunidades dis- entre sí. Antes de aventurar una respuesta desplacemos
t~~ tas» Yd~ este modo «hace de cualquier causa o cues- la atención hacia la aldea.
uon u~ objeto válido de interés y de preocupación para Mi idea de la aldea de McLuhan es la siguien te: la te-
cualqmer persona dei mundo». De hecho, ya no hay levisión fragmenta el mundo en una miríada de aldeas
causa'. por .desc_abellada que sea, que no pueda apasio- reduciéndolo, a la vez, a formato aldea. La televisión, de-
n~r e implicar a personas del mundo entero. A princi- cía, «aldeaniza», y no es una metáfora. El mundo visto
p1os de 1997, América se movilizó para salvar a un perro en imágenes es necesariamente un mundo de prirneros
l~~rador (lla1_nad~ Prince) de la «ejecución» por inyec- planos: algunas caras, un grupo, una calle, una casa. Por
cw1~. EI prop1etano propuso su deportación, y el veteri- tanto, la unidad foto-aprehensible es, al máximo, la al-
nano (que se _sentía «verdugo») se negó a «ajusticiar- dea, el conglomerado humano mínimo. De hecho, como
Jo,, ._ ~n 1988 vimos, durante varios días, a dos ballenas ya hemos visto, la vídeo-política tiende a reforzar el loca-
ª.pns1ona:tas.por los hielos, salvadas metro a metro por lismo. En todas partes se consolida una valoración con-
s1erras electncas, d~spués por helicópteros y, finalmen- vergente de la localidad, de «mi lugar». Los que se sien-
te, por un rompeh1elos; en definitiva, es la típica crea- ten proyectados en el mundo, los ciudadanos dei orbe,

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HoMO \11JENS GIOVANNI SARTORl

o son grupos marginales o --cuando son muy numero- el localismo y la aldeización. Podem?s s~r igua_le~ en
sos- uniones momentâneas que se apasionan, con la gustos, estilos de vida, ambiciones, cntenos ~e e~Jto Y
misma facilidad con la que se enfrían, abrazando causas otras cosas, y, a la vez, estar fragmentados. ~as aun, la
errantes y extravagantes. homog;eneización podría acentuar el confücto entre
~Cuál es, entonres, la unión entre mundo y aldea? Yo nuestr~ aldeas. Ya que el odio es posible incluso :ntre

1
creo que lajerarquía de las pertenencias, por llamarla
de algún modo, es concreta. A tiempo perdido, o para
matar el tiempo, estamos dispuestos a abrazar causas
errantes y lejanas. Pero en cuanto estas causas lejanas
hermanos. Cuando nos sensibilizamos ante las m1smas
cuestiones pretendemos -por ejemplo- que basura,
industrias contaminantes, prisiones, se instalen o se
desplacen a cualquier otra localidad. Como son nece-
nos afectan al bolsillo y en primera persona, entonces sarías, hay que enconu·arles un lugar; pero no en el
la defensa de lo «mÍO» se hace paroxística, la pequena nuestro. Repito: cuando nos enfrentamos a un proble-
patria prevalece y el localismo no se atiene a razones. ma concreto, la aldea triunfa y se desvanece la 1dea de
La alternativa de este escenario es la «nación de tribu» ser de cualquier lugar del mundo.
proyectada por Nimmo y Combs y fundada en la posibi- En conclusión, (la televisión promueve una mente
lidad de «separarse y aislarse en función de grupos de «empequeií.ecida» (aldeanizada) o una .rn~~te «engran-
ficdón a los que nos afiliamos. El resultado es una nación decida» (globalizada)? No hay contradicc10n e~ .l~ res-
de tribus, de personas que se relacíonan sólo con afilia- puesta: a veces una y a veces otra, pero a cond1c1on de
dos con los que están de acuerdo (... ] y pennanecen com- que no colisionen, porque si lo hacen, ento.nces prevale-
pletamente ignorantes ( ... ) de la múltiple realidad de cerá la mente empequenecida, la narrow mindedness.
los "otros"» (1983, pág. 218).
Este escenario alternativo prefigura el mundo que
actualmente está estructurado por Internet; pero tam-
hién se aplica -mantengo- a grupos marginales y/o a
«grupos de emociones» (fijas o ftjadas). Y en ambos ca-
sos la cosa acaba en que entre el no plaaey el my plar:e, o
bien cuando nos encerramos en tribus transversales de
ficción, desaparece la «gran patria» -sea nación o Es-
tado- a Ja que siempre le reclamamos protección.
Debemos destacar que cuanto se ha dicho anterior-
mente no se contradice en modo alguno con la consta-
tación de que la televisión está homogeneizando los
modelos de vida y los gustos en todo el mundo. Esta ho-
mogeneización es innegable (aunque aún hay que cali-
ficarla), pero no modifica el problema planteado por

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4. EL DliMOS DEBILITADO

Democracia quiere decir, literalmente, «poder dei


pueblo», soberanía y mando dei demos. Y nadie pone en
cuestión que éste es el principio de legitimidad que ins-
tituye la democracia. El problema siempre ha sido de
qué modo y quê cantidad de poder transferir desde la
base hasta el vértice dei sistema potestativo. Una cues-
tión es la titularidad y otra bien diferente es el ejercicio
de poder. El pueblo soberano es titular dei poder. ~De
qué modo y en quê grado puede ejercitarlo?
Para responder debernos volver a la opinión pública
( vid. supra, págs. 69-72) y a la cuestión de lo que sabe o
no sabe. Ya he expresado mi malestar sobre el hecho de
que los sondeos de opinión no verifiquen la consisten-
cia de las opiniones que recogen. De todos modos sabe-
mos -lo palpamos todos los días- que la mayor parte
dei público no sabe casi nada de los problemas públi-
cos. Cada vez que llega el caso, descubrimos que la base
de información del demoses de una pobreza alarmante,
de una pobreza que nunca termina de sorprendernos 2 .

2 Sobre esta pobreza de información cfr. Erskine (1962, 1963); Bishop


etal (1980);Newman (1986);Eriksonetal (1988);Crespi (1989).

123
HOM0\1DENS GIOVANNI SARTORI

Se podría pensar que siempre ha sido más o menos ber. De otro modo la democracia se convierte en un siste-
así y que, a pesar de ello, nuestras democracias han fun- ma de gobierno en el que son los más inco!flpetentes los_
cionado. Es cierto. Pero el edificio que ha resistido la que deciden. Es decir, un sistema de gobiern_o suicida.
prueba es el edificio de la democracia representativa. En A diferencia de los progresistas dei momento, los pro-
ésta, el demos ejercita su poder eligiendo a quien ha de gresistas dei pasado nunca han fingido que no enten-
gobernarlo. En tal caso, el pueblo no decide propiamen- dían que todo progreso de la democracia-de auténtico
te Ias issues -cuál será la solución de Ias cuestiones que poder dei pueblo- dependía de un demos «participati-
hay que resolver- sino que se limita a elegir quién las vo» interesado e informado sobre política. Por eso, desde
decidirá. El problema es que la democracia represen- hace un siglo, nos estamos preguntando cuál es la causa
tativa ya no nos satisface, y por ello reclamamos «más dei alto grado de desinterés y de ignorancia dei ciuda-
democracia», lo que quiere decir, en concreto, dosis dano medio. Es una pregunta crucial, porque si no hay
crecientes de directismo, de democracia directa. Y así, diagnóstico no hay terapia.
dos profetillas dei momento, los Toffler, teorizan en su Cuando se libraba la batalla de la ampliación dei su-
«tercera ola» sobre una «democracia semidirecta» '1. De fragio, a la objeción de que la mayoría no sabía votar y,
modo que los referendos están aumentando y se convo- por tanto, no era capaz de utilizar este instrumento, se
can cada vez más a menudo, e incluso el gobierno de los respondía que para aprender a votar era necesario votar.
sondeos acaba siendo, de hecho, una acción directa, un Y a la objeción de que este conocimiento, este aprendi-
directismo, una presión desde abajo que interfiere pro- zaje, no progresaba, se replicaba que los factores de este
fundamente _en el problem solving, en la solución de los bloqueo eran la pobreza y el analfabetismo; de lo cual
problemas. Esta representará una mayor democracia. no se podía dudar. Por otra parte, nos encontramos ante
Pero para serio realmente, a cada incremento de demo- el hecho de que la reducción de la pobreza y el fuerte in-
jJOderdebería corresponderlc un incremento de demo-sa- cremento de la alfabetización no han mejorado gran co-
sa la situación.
Se entiende que Ia educación es importante. Pero
~ Gfr. Toffier (1995) un lib1ito introrlucido por Newt Gingrich -el también es fácil comprender por qué un crecimiento
líder republicano- que se declara entusiasmado por el mismo. Su
simplicidarl es rlesarmante (e intelectualmente aterradora). EI pro- general dei nível de instrucción no comporta por sí mis-
blema de la representación está resuelto dei siguiente modo: la mo un incremento especifico de ciudadanos informados
«creciente parálisis de Ias instiluciones representativas significa sobre cuestiones públicas; lo cual equivale a decir que
que muchas de Ias decisiones que actualmente toman un pequeno
la educación en general no produce necesariamente
número de pseurlo-representantes cleben ser gradualmente resti-
tuirlas a los clectores. Si nuestros brukers no pueden concluir las efecto de arrastre alguno sobre la educación política.
c11estiones por nosotros, lo tcndremos que liacer nosotros solos» Por el contrario, cada vez más, la educación especializa
(pág. 97). Es como decir que si los hospitales están saturados v los y nos limita a competencias específicas. Aunque, en hi-
· médicos son u11os ineptos, la solución es la auto-medicina: eÍ en-
lermo que sustituye ai médico, que se receta las medicinas y se rea-
pótesis, tuviéramos una población formada por licen-
liza una intcr\'enció11 quirúrgica con Ia ayucla de un amigo. ciados, no está claro que por ello habría un incremen-
GIO\'ANNI S.»RTORl
H0\10 \'lllE!'"

ro relevante de la parte de población que se interesa y Obviamente, lo esencial no es conocer exa~tamente


especializa en política. Y, si fuera así, el problema que- cuántos son los ciudadanos informados que s1guen los
daría tal y como está. Pues un químico, un médico o acontecimientos políticos, con respecto a los competen-
un ingeniero no tienen una competencia política que tes que conocen el modo de resolverlos (o que ~a~en
los distinga de quien no la tiene. Sobre cuestiones polí- que no lo saben); lo importan~e :s
que ca~a m~x1m1za­
ción de democracia, cada creom1ento de direcusmo re-
ticas dirán las mismas trivialidades o necedades que
puede decir cualquiera. Pero concretemos aún más. quiere que el número de personas informadas se inc~e­
Hasta ahora no he insistido sobre la distinción entre mente y que, al mismo úempo, aumente su compete~c1a,
información y competencia cognoscitiva. Es, no obstante, conocimiento y entendimiento. Si tomamos esta direc-
una distinción esenciaL El hecho de que yo esté infor- ción en tonces el resultado es un demos potenciado, capaz
mado sobre astronomía no me convierte en astrónomo; de a~tuar más y mejor que antes. Pero si, por e1 contra-
no por estar informado sobre economía soy economis- rio esta dirección se invierte, entonces nos acercamos
ta; y que yo posea información sobre física no me trans- a ~n demos debilitado. Que es exactamente lo que está
forma en físico. Análogamente, cuando hablamos de ocurriendo.
personas «políticamente educadas» debemos distin- Entretanto, es toda la educación 5 la que está deca-
guir entre quien está informado de política y quien es yendo y la que se ha deteriorado por el 68 y po: _la torpe
cognitivamente competente para resolver los proble- pedagogía en auge. En segund~ l~gar y, espec1~1camen­
mas de la política. A esta distinción le corresponden te la televisión empobrece drasticamente la mforma-
grandes variaciones entre las dos poblaciones en cues- ciÓn y la formación dei ciudadano. Por último, y .sobre
tión. Es comprensible que los porcentajes dependan de todo (como venimos diciendo en todo e;te trabaJO), el
cuánta información y qué cognición se consideren res- mundo en imágenes que nos ofrece el v1deo-ver desac-
pectivamente suficientes y adecuadas. Pero, en Occi- tiva nuestra capacidad de abstracción y, con ella, nues-
deme, las personas políticamente informadas e intere- tra capacidad de com prender los problemas y afrontar-
sadas giran entre el 1O y el 25 por ciento del universo, los racionalmente. En estas condiciones, el que apela Y
mientras que los_ competentes alcanzan niveles del 2 ó
3 por ciento 4 . r

periódicos dedican por término medio ~~lo el 4 por c.iento d~ s:1


espacio a las noticias de naturaleza pohuca (cj1. N_e:Hnan, U86,
4
En Estados Unidos, por ejemplo, las cadenas de televisión redu- , 134-1"9) Frente a estos datos es realmenle d1fic1l entender
pags. , a . _ l
cen ai mínimo las world news, las llamadas noticias dei mundo, por- que la doctrina "políticamente correcta» pueda s_ostene1 ~ue e
que sus datos indican que, como máximo, le interesa la política a electorado americano está más informado y es m_as «Sofisticado»
un 10-15 por ciento de la audiencia (Ranney, 1990, pág. 199). Time que antes, o en cualquier caso de lo que uno pud1era pensar (cjr.
y Newsweek, los semanarios americanos de roasas, que incluyen sec- Marcus v Hanson, eds., 1993, passim).
ciones políticas, Itegan sólo ai 5 por dento de la poblacíón. La tele-
5 Es im~ortante recordar que educar .viene de educere, sacar bacia
visión por cable que ofrece sólo noticias (políticas y no políticas) fuera; un sacar bacia fuera que valonza en el ~ombr:e sus poten-
raramente sobrepasa el 1 por ciento de audiencia. Por último, los
cialidades de ser razonante y, en última instanoa, racional.

126 127
GIOVANNI SARTORJ
HOMOVIDENS

promueve un demos que se autogobierne es un estafa- eia! connectedness, neighborliness y social trust, es decir, co-
dor sin escrúpulos, o un simple irresponsable, un increí- mo vínculos de vecindario. Los datos de Putnam ya no
ble inconsciente. me convencen demasiado, pero es cierto que estar
Y, sin embargo, es así. Estamos acosados por pregone- frente a la pantalla nos Ueva a encerrarnos, a aislarnos
ros que nos aconsejan a bombo y platillo nuevos meca- en casa. La televisión crea una «multitud solitaria» in-
nismos de consenso y de intervención directa de los ciu- cluso entre las paredes domésticas. Lo que nos espera es
dadanos en las decisiones de gobierno, pero que callan una sowdad electrónica: el televisor que reduce al mínimo
como momias ante las premisas del discurso, es decir, las interacciones domésticas, y luego Internet que las
sobre lo que los ciudadanos saben o no saben de las transfiere y transforma en interacciones entre perso-
cuestiones sobre la cuales deberían decidir. No tienen la nas lejanas, por medio de la máquina. También en este
más mínima sospecha de que éste sea el verdadero pro- sentido es difícil estar peor de lo que estamos en cuan-
blema. Los «directistas» distribuyen permisos de condu- to a una democracia cuyo demos debería administrar
cir sin preguntarse si las personas saben conducir 6 . participando un sistema de demo-poder. Y si esto no nos
De modo que la visión de conjunto es és ta: mientras la preocupa, tal vez sea porque estamos ya en la edad dei
realidad se complica y las complejidades aumentan verti- postpensamiento.
ginosamente, las mentes se simplifican y nosotros esta- Siempre sele ha atribuído a la prensa, a la radio y a la
mos cuidando -como ya he dich~ a un vídeo-nino televisión un especial significado democrático: una di-
que no crece, un adulto que se configura para toda la vi- fusión más amplia de información y de ideas. Pero el va-
da como un niúo recurrente. Y éste es el mal camino el lor democrático de la televisión -en las democracias 8-
' se va convirtiendo poco a poco en un engano: un demo-
malísimo camino en el que nos estamos embrollando.
Debemos anadir, por último, que actualmente nos poder atribuído a un demos desvirtuado. «El hecho de
encontramos ante un demos debilitado no sólo en su ca- que la información y la educación política estén en ma-
pacidad de entendery de tener una opinión autónoma, nos de la televisión [... ] representa serios problemas para
sino también enclave de «pérdida de comunidad». Ro-
bert Putnam ha documentado ampliamente el hecho 8 EI discurso es diferente en cuanlo a las democracias injini, y a la
de que en Estados Unidos está empezando a producir- hwrza Iiberadora de la tele\'isión cn la erosión de los sistemas rc-
presivos. Por ejemplo, no cabe duda de que la televisión ha preci-
se una erosión del «capital social» 7 entendido como so- pitado la crisis de los regírnenes comunistas. Pero éste es un mérito
coyuntural. En el caso de los sistemas comunistas, la telcvisión oc-
0
Su argumento es éste: si consideramos que el elector es capaz de cidental dio la posibilidad de comparar un mundo pobre con el
elegir entre varios candidatos, 2por quê no podría ser capaz de de- mundo de los países opulentos. Y una rcligión en la que ya no cree
cidir sobre las cuestioncs? Como ya hemos visto, la respuesta es nadi<' y sin Dios se puecle destruir facilmente. Pero con rcspeclo a
que la diferencia entre las dos cosas es enorme. las teocracias islámicas la tcleYisión occidental cs impotente y 110
7 licne ninguna influencia. Por el contrario, en manos de los ayato-
«Capital social» es un concepto estudiado por Coleman ( 1990).
lás fundamentalistas, la televisión se transforma en un forrnidabk
Hace mucho tiempo (rfr. Sartori, 1979, págs. 145-150) yo ofrecí
instrumento de fanatizaciún "de proselitismo antidcmocr;ítico.
una 11oción paralela: «capital axiológico».

l 'Jü
HlntO \WEN'>

la democracia. En lugar de disfrutar de una democracia


directa, el demos está dirigido por los medios de comuni-
cación» (Ionescu, 1993, pág. 234). No es sólo una cues- l
tión de «malnutrición informativa», sino que además
«quienes seleccionan las informaciones se convierten
en administradores del domínio simbólico de las masas.
Es suficiente con aumentar o reducir ciertas dosis de
imágenes o de noticias para que se adviertan las conse-
cuencias de las técnicas de nutrición adoptadas» (Fisi-
chella, 1995-1996, pág. 68).
AJ final, el poder pasa ai Gran. Hermano electrónico. 5. REGNU1H f/OMTNIS Y HOMilRES BESTIAS
Negroponte (1995, pág. 47) lo explica dei siguiente
modo: «El futuro será nada más y nada menos que in- El primer filósofo que entendi ó el poder que la cien-
dustria electrónica. Se dispondrá de una inmensa me- cia ofrece al hombre fue, a princípios dei XVII, Francis
moria que producirá un inmenso poder [ ... ]. Se mire Bacon. En su utopía, Nueva Ailántida, Bacon imaginaba
como se mire, será el poder dei ordenador». Sí, pero hay un paraíso de la técnica, un enorme laboratorio expe-
que anadir algo importante: los ordenadores no son rimental y preveía un regnurn hominis en el que el saber
entidades metafísicas; son máquinas utilizadas por per- científico le daría al hombre el poder de dominar la na-
sonas de carne y hueso. Negroponte sobrevuela, pues, turaleza. Así ha sido. Pero el saber científico es todo un
sobre el Gran Hermano. Que no será -es cierto- un saber abstracto fundado en un pensamiento en concep-
Gran Hermano en singular. Lo cual no será óbice para tos ~>. Só lo con el acto de ver no ha nacido ciencia algu-
que la «tecnópofo, digital sea utilizada por una raza pa- na. Por tanto, en la óptica baconiana la era del regnum
trona de pequeíiísimas élites, de tecno-cerebros altamen- hominis está en el ocaso. Ya no tenemos un hombre que
te dotados, que desembocará -según las previsiones «reina» gracias a la tecnología inventada por él, sino
de Neil Postmai:i (1985)- en una «tecnocracia conver- más bien un hombre sometido a la tecnología, domina-
tida en totalitaria» que plasma todo y a todos a su ima- do por sus máquinas. El inventor ha sido aplastado por
gen y semejanza. sus inventos.
En 1909, E. M. Forster escribió The Machine Stops, la
máquina se detiene. Forster imaginaba con un siglo de

9 La cuestión no cambia con la matematización de las ciencias exac-


tas. También en este caso la matematización afronta problemas que
son planteados por la teoría (lógica y conceptual) que precede a la
cuantificación.

130 131
HOMOV!llF.NS 1 GIOVANNI SARTORI

anticipación un mundo en el cual una red electrónica 1


!
ta. Es cierto que para quien se ocupa de la democracia y
nos conectaba a todos, un mundo en el que todos se en- se precocupa por ella es difícil predicar un anti-raciona-
cerraban y aislaban en sus casas, mientras se comunican lismo o un irracionalismo. Por tanto, en teoría política
constantemente. Y el héroe de la historia denuncia esta la solución la encontramos en postular que el elector es
locura y dice: «la máquina funciona [ ... ] pero no para racional por definición. En efecto, si la racionalidad dei
'1uestros fines». Después la máquina se rompe y con elector y, por consiguiente, la del ciudadano, consiste
dia el mundo entero. 2Quién puede decir que las pre- en «elecciones que maximizan la utilidad percibida», de
dicciones nunca se cumplen? esta definición (que es la de uso) se deduce que el elec-
El núcleo en torno al cual todo se imbrica es el hom- tor es siempre racional, dado que persigue siempre la
bre corno animal racional. En este trab<~jo, he insistido obtención dei propio interés. Si no lo hiciera así, si por
en la noción de animal simbólico porque no postulo que ~jemplo votase por ideales «desinteresados», es enton-
el hombre sea tm animal racional. Su racionalidad pre- ces cuando sería irracional.
supone un lengu~je lógico (no sólo un lenguaje emoti- El defecto del argumento es que no hay racionalidad
vo: rfr. Sartori, 1979, págs. 12-13) y un pensamiento abs- alguna en una elección que maximiza la utilidad jJerci-
tracto que se desarrolla deductivamente, de premisa a bida. Mis intereses los puedo plantear mal o sólo a corto
consecuencia. Por consiguiente, nuestra racionalidades plazo. Los utilitaristas clásicos, desde Bentham a Mill,
li na potencialidad y, asimismo, un tener que ser; difícil de distinguían entre la utilidad bien entendida y la utili-
lograr y fácil de perder; es sólo una parte de nuestro ser. dad mal entendida: la utilidad «racional» era sólo la pri-
Pero es la condición sine qua non, la condición impres- mera. Un elector racional es, entonces, un elector que
cindible, la condición necesaria. Y, sin embargo, el ani- sabe elegir la utilidad bien entendida. Esto replantea
mal racional está siendo atacado profundamente, más de desde cero el problema que interrumpe la «racionali-
cuanto lo haya estado nunca. La llamada filosofia post- dad por definición». Por ~jemplo, lo que me sería más
inoderna (estamos siempre superándolo todo, y por ello útil inmediatamente es cobrar sin trab~jar. Pero esta
tenernos siempre un jJost que desdice'"el que existía an- percepción de mi interés es a cortísimo plazo, y ense-
tes) va rencorosamente al asalto de la «verdad», erigida guida se convierte en una utilidad mal entendida, ca-
-de modo engaúoso y artificioso- en una concepción tastrófica para todos. No nos hagamos los tontos: racio-
monolítica. Y el clima cultural más apoyado por los me- nalidad es formular una pregunta racional a la que
dios de cornunicación consiste en atacar al modelo «elitis- sabemos dar una respuesta racional; y si no es así, no lo
ta», ahyecto y superado, dei hombre racional occidental. es. Puesto que el elector vota sólo por su propio inte-
Hov día, quien resiste esta andanacla -que es la an- rés, incluso así para ser racional debe dominar el pro-
danada <lei postpensamiento- está claramente en apu- blema de entender inteligentemente la utilidad que
1·0,-;, o cuanto menos a la defensiva. Hay quien teoriza pers1gue.
sobre una racionalidad debilitada y hay quien finge que El animal racional -vengo ohservando- o es des-
trn laúa susbsiste una racionaliclad aun cuando no exis- preciado o es salvado nominalmente. No menciono la

'""
tercera alternativa. Para los profetas del mundo digital La verdad es que los digigeneracionales dicen liber-
y de la cibernavegación el hecho de que los usuarios tad pero en realidad quieren decir (y es la única cosa de
en la red, o de la red, sean seres racionales no tiene la la que entienden) cantidad y velocidad: una cantidad
más mínima importancia. Estas profetas saben muy creciente, cada vez más grande de bites y una velocidad
poco de racionalidad; y además ofrecen algo a cambio: de elaboración y transmisión cada vez mayor. Pero can-
una libertad casi infinita. Ésta es la nueva cantinela. Ya tidad y velocidad no tienen nada que ver con libertad y
que entre televisión, Internet y ciberespacio, las opcio- elección. AI contrario, una elccción infinita e ilimitada
nes que se abren ante los cibernautas son, o serán, cen- es una fatiga infinita y desproporcionada. La despropor-
tenares, miles, millones: tantas que es imposible con- ción entre el producto que se ofrece en la red y el usua-
tarias. Ní siquiera tendremos que buscar los rio que lo debería consumir es colosal y peligrosa. Co-
programas o las informaciones que queramos; lo hará rremos el riesgo de asfixiamos en una exageración de
por nosotros el navigator (el navegador). Así pues, el la que nos defendemos con el rechazo; lo que nos deja
individuo podrá fácilmente atender cualquier curiosi- entre la exageración y la nada. El exceso de bombardeo
dad o interés. nos lleva a la atonía, a la anomia, ai rechazo de la indi-
~Hay algún modo mejor de ser más libre mentalmen- gestión: y de este modo, todo termina, en concreto, en
te? Si Negroponte y sus seguidores hubieran leído algo, una nimiedad.
sabrían que Leibniz definió la libertad humana como Un aspecto ulterior de nuestro nuevo modo de ser y
una spontaneitas intelligentis, una espontaneidad de quien \:i\:ir es la creciente y omnipresente artificíalizacíón. EI ho-
es inteligente, de quien se caracteriza por intelligere. Si mínido del Pleistoceno es ya un hombre porque está
no se concreta así, lo que es espontáneo en el hombre no dotado de manos prensiles, con las que puede realizar
se diferencia de lo que es espontáneo en el animal, y la numerosas acciones y que lo habilitarán para llegar a
noción de libertad ya no tendría sentido. ser lwmo habilisy homo faber. Paradqjicamente, ai hombre
Para ir al núcleo de la cuestión debemos preguntar- de hoy la prensilidad prácticamente ya no le sirve. El
nos ahora: ~libertad de qué y para qué? ~De hacer zap- homo prensilis se atrofia en el homo digitalis. En la edad di-
ping (cambiar eonstantemente de canales)? EI vídeo- gital nuestro quehacer se reduce a pulsar botones de
niiío, siendo nino, se siente írresistiblemente atraído un teclado. Así vivímos encerrados sin ningún contacto
por eI juego. Nuestra «libre participación activa» termi- auténtico con la realidad, con el mundo real. La «hiper
na, o corre el riesgo de terminar, del siguiente modo: mediatización» (es la tesis de Gehlen, 1990) nos priva de
los locuaces acabarán por obstruir Internet con su ne- experiencias nuestras, experiencias de primera mano y
cesidad de expresarse (sus graffiti), y los demás se dedi- nos deja a merced de experiencias de segunda mano.
carán a los videojuegos, ai vídeojugar. Es verdad que el Lo cual tiene graves consecuencias. Pues cada uno de
vídeo-nino podría preguntar y saber cuántos discursos nosotros sólo comprende de verdad las cosas sobre las
pronuncia el Papa cada día. Pero esta no le interesa y que tiene una experiencia directa, una experiencia per-
ni tan siquiera sabe quién es el Papa. sonal. No hay libra, ni discurso, ni representación que

134 135
HOMO VIDENS GIOVANNI SARTORJ

pueda hacer las veces de nuestro propio error. Para de la Ilustración en adelante- liberaría ai hombre de
aprender a nadar hay que tirarse ai agua. las creencias irracionales. No obstante, la tecnología, a
La fórmula de Giambattista Vico era que verum et fac- medida que avanza, está produciendo un hombre in-
tum convertuntur, es decir, que lo verdadero y el acto se cluso más crédulo e «Ínocentón» que el hombre medie-
transforman el uno en el otro. Vico nos dice con ello val. 2Por qué? Porque el hombre medieval tenía creen-
que el hombre sólo puede conocer el propio hacer. Es cias absurdas que, sin embargo, estaban delimitadas por
así sobre todo en el sentido más estricto que comentaba una Weltanschauung, por una concepción dei mundo,
anteriormente. Y el núcleo de la cuestión es que en el mientras que el hombre contemporâneo es un serdes-
mundo telemática la mayoría no tiene absolutamente huesado que «vive sín el sostén de una visión coherente
ninguna idea de cómo se realiza el «milagro» dei tele- dei mundo» [ ... ] En esta ausencia de referencias esta-
ver v, además, el hombre multimedial va no hace nada. bles, el hombre [ ... ] cree porque no hay razón alguna
' ' para no creer» (Galimberti, 1994). Entonces, no es pa-
Su experiencia directa, la que vive personalmente, se li-
mita a pulsar los botones de un teclado y a leer respues- radójico que el país que dispone de una mayor ciencia
tas en una pantalla. Para él no hay aprendizaje dado por tecnológica, Estados Unidos, sea también el país de ma-
el conocer haciendo. Vico es también el autor que ha ela- yor credulidad 10 y que más abraza cultos de poca mon-
borado en su Cienria Nueva, de 1730, «una historia ideal ta 11 . 2Serán salvados y rescatados por el mundo de Ne-
eterna» dividida en tres edades, la primera de las cua- gropon te estas «enfermos de vacío»? Es poco verosímil,
les, la edad inicial, está pensada con gran imaginación dado que ellos son el producto.
como una sociedad de «horribles bestias» desprovistas
de capacidad de reflexión, pero dotadas de fuertes sen-
10
tidos y enorme fantasía. Confieso que Vico me parece Escribe Gianni Riotta (1997): «Magas, magos, brnjos, hechice-
un autor oscuro y tedioso. Pero recuerdo que cuando ras, echadores de cartas, quiromantes y astrólogos invaden los
anuncios por palabras; y no se trata de "asuntos de poca monta";
me topé con las páginas sobre el «hombre bestia» me lo oculto "se va introduciendo entre los ricos". No olvidemos que
reí con toda el alma. Y vuelvo a reír ~on toda el alma, Nancy Reagan no !e daba permiso a su marido Ronald para que se
cuando recuerdo a su bestía paciendo y multiplicándo- reuniera con Gorbachov sin el consentimiento de su astróloga».
se en el mundo act.ual. El hombre dei postpensamien- ll Cfr. Colombo (1983) analiza los nuevos cultos que están prolife-
rando en América (la Iglesia de la Unificación dei reverendo corea-
to, incapaz de una reflexiôn abstracta y analítica, que
no Moon, la Iglesia de la Cienciología y grupos que se inspiran en
cada vez balbucea más ante la demostración lógica y la las filosofias orientales para llegar a sectas basadas en la conspíra-
deducción racional, pero a la vez fortalecido en el sen- ción o la humillación de los indh~duos). Y comenta el rroival reli-
tido dei ver (el homhre ocular) y en el fantasear (mun- gioso dei siguiente modo: «Los revival5 tienen una fuerte connota-
ción emotiva y nerviosa y un escaso contenido teológico. Pueden
dos virtuales), (110 es exactamente el hombre de Vico? propagarse como un incendio entre millones de personas, porque
Realmente sele parece. apelan apasionadamente ai aspecto irracional de la fe [ ... ]. Es co-
Sele parece también en la credulidad y en la supers- mún a todas ellas el carácter de exaltación [ ... ]. EI milagrn sustitt1·
tición. El progreso de la ciencia -se nos ha dícho des- ye a la liturgia» (pág. 29).
6. LA COMPETENCIA NO ES UN REMEDI O

Antes de concluir, volvamos al problema específico


de la _información política. Todos o casi todos están de
acuerdo sobre el hecho del deterioro progresivo de la in-
formación televisiva a niveles bajísimos 12 . La «nueva cla-
se» que administra el vídeo-poder se defiende de las acu-
saciones culpando a los telespectadores. Sí; pero esta
defensa demuestra una mala conciencia, ya que en tele-
visión más que en ningún otro medio es el productor el
que produce al consumidor. Si proporciona un volumen
suficiente de información crítica sobre noticias del mun-
do, la audiencia se interesará por el mundo; pero si el
mundo desaparece de la pantalla es obvio que el mundo

12 Empezando por Walter Cronkite, que en su biografia publicada

en 1996, La vida de un reportero, escribe lo siguiente sobre cuando


la CBS lo ascendió a anchorman (hombre clave) de su nuevo noti-
ciario en 1963: «En un tiempo efectivo de 21 minutos teníamos
que resumir el universo humano de ese día. Era imposible, pero
intentábamos realizado con seriedad. Actualmente, no lo hace
casi nadie: los telediarios agitan ai público para aumentar la au-
diencia". Y comenta: «La televisión no puede ser la única fuente
de noticias, no está preparada para ello. Los falsos debates televisi-
vos, los eslóganes, los anuncios publicitarios, los foto-flash, todo esto
transforma la política en teatro».

139
f
Hor.m\~IJENS GIOVANNI SAKTOKI

dejará de interesar (ni siquiera, como ya hemos visto, la Se dirá que las televisiones privadas son una cosa y la
caída dei muro de Berlín). Por tanto, seguir ciegamente competencia es una cosa diferente. Y es cierto, pero en
a la audiencia y dejarse llevar por una solución de menor este aspecto América docet. Pues si hay un país que nun-
resistencia, es dejarse llevar -irresponsablemen te- por ca ha tenido televisión estatal y en el cual la televisión
lo más fácil 1:1• (Pero como solventar la dificultad? se ha desarrollado y funciona en condiciones de índe-
La respuesta de rigor es que la televisión mejorará pendencia y de plena competencia, ese país es Estados
cuando de verdad haya un orden plural y competitivo Unidos. Y sin embargo, Estados Unidos representa, en
estimulado por la concurrencia de las televisiones priva- cuanto a la información política y la formación de la opi-
<las. Com prendo que esta respuesta puede ser plausible nión pública, el peor de los casos. ~Por quê? La perple-
en países como ltalia, monopolizada durante demasiado jidad estájustificada desde el momento en que la compe-
tiempo por una pésima televisión de Estado controlada tancia es considerada por todos como un mecanismo
por diferentes partidos. Pero en Inglaterra el discurso se de autocorrección. Según la teoría de la competencia,
invierte: porque allí hay una buena telcvisión pública, el consumidor debería castigar la deficiente producción
la BBC, que está siendo socavada por una competencia de noticias, exactamente igual que castiga Ia deficiente
privada puramente comercial de nível más bajo. producción de frigoríficos y de automóviles. Pero no su-
Antes de proclamar que la privatización mejora las cede así, así no es.
cosas, es bueno tener presente que para los grandes mag- Siempre he sostenido que la analogía entre merca-
nates europeos de hoy-los Murdoch o los Berlusconi- do económico y mercado político, entre competencia
el dinero lo es todo, y el interés cívico o cultural es nulo. Y de productores de bienes y competencia de partidos, es
lo irónico de esta situación es que Berlusconi y Murdoch, una analogía débil. Pero se diría que la competencía en-
en su escalada bacia los desmesurados imperios televi- tre los medios de comunícación funciona aún peor que
sivos, se venden como «demócratas» que ofrecen al pú- la competencia política -en cuanto a la autocorrec-
blico lo que el público desea, mientras que la televisión ción-. Las grandes cadenas de televísión americanas
pública es «elitista» y ofrece ai público la televisión «que se imitan de un modo excesivo. Graber observa icástica-
<lebería querer». Moliere envidiaría este comportamien- mente (1984, pág. 80) que «los medios de comunicación
to digno de Tartufo. Además, tenemos el hecho de que rivalizan en conformismo». De hecho, ocho de cada diez
la televisión privada que más cuenta no mejora, si acaso noticias son las mismas, en todas las cadenas. Como ya
promete bajar el nível de los productos televisivos. he tenído ocasión de destacar (Sartori, 1995, pág. 431),
«los supuestos competidores juegan sobre seguro: en
J:lDebe quedar claro que la cuestiôn son los telediarios, no los es- lugar de diferenciarse se superponen». Evidentemente,
p~rtan1los y el entretcnimiento. Si cn este sentido la búsqueda de no todas las competencias son iguales en sus resultados
la nüxima audieucia hace descender los programas al nivel de los
espertador,·s de mínimo ni\'el (cultural), la defensa o el castigo es
«virtuosos». En este sentido, sólo podemos tomar nota
que no se wan. Pero no ver el noticíarío político no remedia el dei hecho <leque la competencia entre los medios de
problema. comunicación no produce beneficios concurrentcs, sino

14<1
Hm10\'lllENs

más bien un deterioro de los productos 14 . Este dete- reaccionar; y es muy importante reaccionar protestan-
rioro tiene numerosas causas, y entre ellas una unidad do frontalmente contra la arrogancía y la charlatanería
de medida de la audiencia indiferenciada -Auditel-. intelectual dei negropontismo, de los profetas, o me-
Para Auditel, contar con Churchill entre el público tie- jor de los gurús, dei brave new world electrónico 16 •
ne el mismo peso que contar con su portero; por tanto, Como observa Furio Colombo ( 1996, pág. 8), a quien
el incremento de la audiencia se consigue en descen- intenta comprender las «nuevas comunicaciones» y se
so, a la haja, hacíendo disminuir a los alfabetizados a pregunta «2qué pasa por la red? 2De quién, para quíén,
los niveles de los analfabetos (si el hecho de perder a y por cuenta de quién?», debemos responder sólo con
un Ch urchill significa ganar a dos porteros). 2Qué po- «sarcasmo y denigración (... ] quien está contra nosotros
demos hacer ante esta situación? No puedo proponer está deformado y es un inadaptado». Y ésta, comenta
ningún remedio milagroso. Karl Popper ( 1996) ha es- Colombo, es «una posición que no tiene precedentes en
crito que una democracia no puede existir si no se con- la trayectoria de la ciencia y en la evolución de la tecno-
trola la televisión. Comparto sus temores sobre la demo- logía». La expresión «ser digitales (... ] es también la de-
cracia, sobre todo en el sentido de que la tele-democracia finición de un estado de grada[ ... ]. La grada o la tienes
incentiva un directismo suicida que -corno ya he di- o no la tienes. ~Quién no la tiene? Quien no cree en el
cho- confia la conducción del gobierno de un país a evangelio del bit según Negroponte». Sigo citándolo
conductores que no tienen perrniso de conducir 15 . Pero (no se podría expresar mejor):
no veo con claridad cómo puede controlarse la libertad
de expresión. Además, el remedio preliminar está La convicción que se nos guiere inculcar [... ] es la siguien-
siempre, a todos los efectos, en la toma de conciencia te: no hagáis caso a quien pone objeciones a nuestra fe. Las oh-
de los problemas y en la determinación de resistir y de

coste bajísimo, por millones de mensajes gue no expresan ningu-


14
Bill Moyers ( 1986). uno de los pocos gue rechazó e! deterioro, lo na voluntad popular, sino por e! contrario, el interês de grupos de
cuenta así: "[En la CBSJ empezaron con e! deseo de satisfacer ai interés. Sea como fuere, este directismo produce parálisis. Cfr.
espectador [... ] de ~traerlo. Pero enseguida la política fiscal se en- Rauch (1994), gue escribe: «La vulnerabilidad de la democracia
contró compiciendo con una oveja de Lres patas y ganó la o veja». El hoy reside en la tendencia de los ciudadanos demócratas a formar
declive de las grandes cadenas americanas (ABC, NBC, CBS) lo un número creciente de grupos que piden beneficios siempre ma-
describeAuletta (1991). yores que después defienden a muerte» (pág. 19)
16 Me refiero a la extraordinaria novela satírica y futurista de Al-
F' Sin contar que existe el reverso de la moneda, es decir, gue el di-
rectismo ejercido por ciudadanos individuales «deliberantes» pue- dous Huxley, Un mundo feliz, publicada en 1931. En 1959, Huxley
de ser fácilmente aplastado por un direnismo movilizado por los «volvia a visitarlo» (en Nueva visita a un mundo feliz) y se declaraba
grupos de presión. EI presidente Bush recibia 8.000 mensajes ai sorprendido, e incluso alarmado, de gue el mundo gue él había
dia; Clinton, su sucesor, ya recibe 20.000. Gracias ai correo electró- imaginado -una sociedad científicamente prefabricada de autó-
nico, si se enfrentaran los grandes grupos de presión (por ejem- matas feiices gracias a la droga (e! noma) cuya base se apoyaba en
plo, la asociación de pensionistas, gue reúne a 33 millones de per- perfectos imbéciles (los Epsilones)- ya era una realidad (recuer-
sonas), los políticos de Washington podrían ser invadidos, a un do gue fue en 1959).

142 143
HOMO Vll)[NS

jeciones no cuentan porque no existen antagonistas. Se trata


símplemente de los «sin techo» que acampan ai margen de la
red. De un predicador no se puede querer más. Cómo es posi-
ble que tantas personas se dejen hechizar por un nivel de argu-
mentación tan modesto por parte de un perito industrial de la
circulación en la red [ ... J es difícil de explicar.

Acaso no sea tan difícil de explicar, pero de todos


modos, es inaceptable.

7. RA.CIONALIDAD Y POSTPENSAMIENTO

El contraste que estoy perfilando entre homo sapiens


y, llamémoslo así, homo insipiens no presupone idealiza-
ción alguna del pasado. El homo insipiens (necio y, simé-
tricamente, ignorante) siempre ha existido y siempre
ha sido numeroso. Pero hasta la llegada de los instru-
mentos de comunicación de masas los «grandes núme-
ros» estaban dispersos, y por ello mismo eran muy irre-
levantes. Por el contrario, las comunicaciones de masas
crean un mundo movible en el que los «dispersos» se
encuentran y se pueden «reunir», y de este modo hacer
masa y adquirir fuerza. En principio va bien; pero en la
práctica funciona peor. Y aquí sobre todo entra en jue-
go Internet, que abre un nuevo y gigantesco juego. Pues
las autopistas de Internet se abren, mejor dicho, se abren
de par en par por primera vez especialmente a las pe-
quenas locuras, a las extravagancias y a los extraviados,
a lo largo de todo el arco que va desde pedófilos (los ví-
cios privados) a terroristas (los flagelos públicos). Y esta
apertura es más significativa en tanto en cuanto el hom-
bre reblandecido por la multimedialidad se encuentra
desprovisto de elementos estabilizadores y sin raíces
«firmes». Así pues, aunque los pobres de mente y de es-

1.i.1 IA:;
Ho;10 vmENs C1on:<.-<1 S1R10R1

píritu han existido siempre, la diferencia es que en el los problemas (creando incluso problemas que en rea-
pasado no contaban -estaban neutralizados por su pro- lidad no existen, problemas superfluos) y prácticamen-
. pia dispersión- mientras que hoy se encuentran, y reu- te anula el pensamiento que los debería resolver.
niéndose, se multiplican y se potencian. A esta anulación dei pensamiento en clave de post-
Una vez dicho esto, la tesis de fondo del libro es que pensamiento me he referido en otras ocasiones, y qui-
un hombre que pierde la capacidad de abstracción es eo siera aclararlo bien. El ataque a la racionalidad es tan
ipso incapaz de racionalidad y es, por tanto, un animal antiguo como la racionalidad misma. Pero siempre ha
simbólico que ya no tiene capacidad para sostener y representado una contrarréplica -desde Aristóteles
menos aún para alimentar el mundo construido por el hasta nosotros-. La fórmula de Tertuliano era: credo
homo sapiens. Sobre este aspecto, los especialistas en los quia absurdum. Y le respondía y le superaba la Summa
medias callan a ultranza, y su parloteo sólo nos cuenta Theologi,ca de santo Tomás, que destila lucidez lógica. A
la radiante llegada de un «Universo en vertiginosa evo- su modo y de forma diferente, Pascal, Rousseau y Nietzs-
lución [ ... ] en el que todo individuo y toda realidades- che han rebatido el cogi,to cartesiano 17 . Pero ellos eran
tán destinados a disolverse y fundirse. El hombre se ha grandes literatos y en sus ataques ai cogi,to, formidables
reducido a ser pura relación, homo communicans, inmer- pensadores. En definitiva, no eran hombres bestia. Sin
so en el incesante flujo mediático» (De Matteis, 1995, embargo, sí lo son los exaltadores de la «comtmicación
pág. 37). Sí, homo communicans; pero ~qué comunica? El perenne». Lo que ellos proponen no es un verdadero
vacío comunica vacío, y el vídeo-nino o el hombre di- antipensamiento, un ataque demostrado o demostra-
suelto en los flujos mediáticos está sólo disuelto. ble al pensamiento lógico-racional; sino, simplemente,
La verdad -subyacente a los pregones de noticias una pérdida de pensamiento, una caída banal en la in-
exageradas que la confunden- es que e! mundo cons- capacidad de articular ideas claras y diferentes.
truido en imágenes resulta desastroso para la paideia de El proceso ha sido el siguiente: en primer lugar, he-
un animal racional y que la televisión produce un efec- mos fabricado, con los diplomas educativos, una Lumpe-
to regresivo en la democracia, debilitando su soporte, y, nintelligencija, un proletariado intelectual sin ninguna
por tanto, la opinión pública. consistencia intelectual. Este proletariado del pensa-
Hoy más que nunca, la gente tiene problemas, pero miento se ha mantenido durante mucho tiempo ai mar-
no posee la solución a esos problemas. Hasta ahora se gen, pero a fuerza de crecer y multiplicarse ha penetra-
consideraba que en política la solución de los problemas do poco a poco en la escuela, ha superado todos los
de la gente había que reclamársela a los políticos (ai
igual que en medicina hay que pedírsela a los médicos,
17 Pascal con sus raisons du coew; Rousseau reivindicando (especial-
y en derecho a los abogados). No obstante, el gobierno
mente en el Emilio) un «hombre natural» incorruptible y centrado
de los sondeos, los referendos y la demagogia dei di- en el sentimiento; Nietzsche con una extraordinaria y alucinada
rectismo atribuyen los problemas a los políticos y la so- exalr.ación (romántica v anti-idealista) de los «Valores vir.ales», de to-
lución a la gente. Y en todo ello, la televisión «agranda» do lo que es corpóreo, ~nti-espiritual e irracional.

146 147
HoMo \!lf)[NS GIOVANNI SARTORI

obstáculos con la «revolución cultural» de 1968 (la nues- to. EI postpensamiento triunfa y esto quiere decir que
tra, no la de Mao) y ha encontrado su terreno de cultu- nosotros también estamos ya muy marcianizados. La
ra ideal en la revolución mediática. Esta revolución es ignorancia casi se ha convertido en una virtud, corno si
ahora casi completamente tecnológica, de innovación se restableciera a un ser prirnigenio incontaminado e
Lecnológica. No requiere sabios y no sabe qué hacer con incorrupto; y con el mismo criterio, la incongruencia y
los cerebros pensantes. Los rnedios de comunicación, y el apocamiento mental se interpretan como una «Sen-
especialmente la televisión, son administrados por la sibilidad superior», como un esprit de finesse, que nos li-
subcultura, por personas sin cultura. Y como las comu- bera de la rnezquindad dei esprit de géométrie, de la aridez
nicaciones son un formidable instrumento de autopro- de la racionalidad. Lo maio es que como el marciano
moción -cornunican obsesivamente y sin descanso no sabe nada, absolutamente nada de todo esto, para
que tenemos que comunicar- han sido suficientes po- él la pérdida dei espíritu de geometría no comporta la
cas décadas para crear el pensamiento insípido, un clima adquisición del espíritu de finura. Y, sin embargo, los
cultural de confusión mental y crecíen tes ejércitos de marcianos de la novela habían pasado por el regnum lw-
nulos rnentales. minis. Y aunque numerosas civilizaciones han desapa-
Entonces, el punto no es tanto que encontremos un recido sin dejar huella, el hornbre occidental ha supe-
nutrido número de autores famosos que ataquen la ra- rado la caída, verdaderamente «baja», de la b~ja Edad
cionalidad. El problema es sobre todo que la relación Media. La superó y volvió a resurgir, en virtud de su
entre mainstream y corrientes secundarias, entre réplica unicum que es su infraestructura o armadura lógico-ra-
y contrarréplica, ha dado la vuelta. Actualmente, proli- cional. Pero aunque no desespero, tampoco quiero
feran las mentes débiles, que proliferan justamente ocultar que el regreso de la incapacidad de pensar (el
porque se tropiezan con un público que nunca ha sido postpensarniento) ai pensarniento es todo cu esta arri-
adiestrado para pensar. Y la culpa de la televisión en es- ba. Y este regreso no tendrá lugar si no sabemos defen-
te círculo vicioso es que favorece -en el pensamiento der a ultranza la lectura, el libro y, en una palabra, la
confuso- a los estrambóticos, a los;.excitados, a los cultura escrita.
exagerados y a los charlatanes. La televisión premia y No es verdad -como da a entender la ramplonería
promueve la extravagancia, el absurdo y la insensatez. de los multimedialistas- que Ia pérdida de la cultura
De este modo refuerza y multiplica al homo insipiens. escrita esté compensada por la adquisición de una cul-
En una novela de ciencia-ficción cuvo , título no re- tura audio-visual. No está claro que a la muerte de un
cuerdo -hace muchísimos ailos de ello-, los marcia- rey le suceda otro: también podemos quedamos sin
nos habían conquistado la tierra y quedaba sólo un úl- rey. Una falsa rnoneda no compensa la moneda buena:
timo reducto de defensores humanos asediado por la elimina. Y entre cultura escrita y cultura audio-visual
fuerzas destructoras. En el último ataque el cornandan- hay sólo contrastes. Corno observa con agudeza Ferra-
Le dirigió una mirada de despedida a sus hombres, y se rotti ( 1997, págs. 94-95), «la lectura requiere soledad,
dio cuenta de que también ellos eran marcianos. Cier- concentración en las páginas, capacidad de apreciar la

1 FIO
148
Hü.\l(l\11ll'NS

claridad y la distinción»; mientras que el homo sentiens una alternativa. Sucede lo mismo con los periódicos: imi-
(el equivalente ferrarottiano de mi homo videns) mues- tan y siguen a la televisión, aligerándose de contenidos
tra características totalmente opuestas: serios, exagerando y voceando sucesos emotivos, aumen-
tando el «Color» o confeccionando noticias breves, como
La lectura le cansa [ ... ]. Intuye. Prefiere el significado resu- en los telediarios. AI final de este camino se llega a "USA
mido y fulminante de la imagen sintética. Ésta !e fascina y lo se- Todar" el más vacío de los noticiarios de información
duce. Renuncia ai vínculo lógico, a la secuencia razonada, a la del mundo. Los periódicos harían mejor si dedicaran
rejlexión que necesariamente implica e! regreso a sí mismo [... ] . cada día una página a las necedades, a la fatuidad, la tri-
Cede ante el impulso inmediato, cálido, emotivamente envol- vialidad, a los errores y disparates que se han oído en la
vente. Elige e! livíng on selfdemand, ese modo de vida típico dei televisión el día antes. El público se divertiría y leería
infante que come cuando quiere, llora si siente alguna inco- los periódicos para «vengarse» de la televisión, y tal vez
modidad, duerme, se despierta y satisface todas sus necesida- de este modo la televisión mejoraría 19•
des en e! momento. Y a quien me dice que estas acciones son retrógradas,
le respondo: ~y si por el contrario fueran vanguardistas?
El retrato me parece perfecto. La cultura audio-visual
es «inculta» y, por tanto, no escultura 18.
Decía que para encontrar soluciones hay que empe-
zar siempre por la toma de conciencia. Los padres, aun-
que como padres ya no son gran cosa, se tendrían que
asustar de lo que sucederá a sus hijos: cada vez más al-
mas perdidas, desorientados, anómicos, aburridos, en
psicoanálisis, con crisis depresivas y, en definitiva, «en-
fermos de vacío». Y debemos reaccionar con la escuela
y en la escuela. La costumbre consiste en llenar las aulas
de televisores y procesadores. Y deberíamos, en cambio,
vetar1os (permitiéndoles solamente el adiestramiento
técnico, como se haría con un curso de dactilografia).
En la escuela los pobres niií.os se tienen que «divertir».
Pero de este modo no se les enseiía ni siquiera a escribir
y la lectura se va quedando cada vez más ai margen. Y
así, la escuela consolida al vídeo-nino en lugar de darle 19 Neil Postman ( 1985, pág. 159) no tiene esperanzas de que la tele-
visión mejore, y por eso rebate el argumento: «la televisión f... ]nos
18
ofrece lo mejor cuando nos da diversi.ón-basura (junk); ,nos ofrece
Vid. supra, pág. 39, donde distingo entre significado antropológi- lo peor cuando absorbe e! discurso seno[ ... ]. Convendna que la te-
co y significado valorativo dei concepto de cultura. · levisión fuera peor, no mejor».

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