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Con respecto al segundo periodo de la edad adulta, entre los 40 y 50 años aproximadamente,
la mayoría de los investigadores destacan que ésta es la etapa de los grandes logros
profesionales o sociales que llevan a los sujetos a sentirse autorrealizados o fracasos, y
también desarrollan ciertos grados de introspección que los llevan a replantearse su identidad
de género. A esto se ha denominado “los cambios de la mitad de la vida”. Entre estos cambios
se pueden señalar
a) La disminuicion hormonal en los hombres de androgenos y en las muejres de estrogeno
que pueden dificultar las relaciones sexuales, esto se volveria especialmente conflictivos,
como ocurre en los adultos de la generacion actual, tienen un concepto de la sexualidad
predomiantemetne genital.
b) Tal como lo planee en el capítulo anterior, en una sociedad donde el aspecto juvenil es un
valor predominante la figura corporal pasa a ser un aspecto conflictivo de aceptación.
c) Otro rasgo importante de los cambios producidos en esta etapa es la toma de conciencia
de la temporalidad de la vida y de la muerte como una realidad personal, lo cual lleva a
nuevas consideraciones acerca del tiempo, del significado de cada edad e incluso del
sentido de la vida.
Dentro de este contexto, los grupos de maytor riesgo para experimentar o no satisfacción
personal estarían representados por aquellas mujeres que se han centrado
predominantemente en la crianza de sus hijos y para quienes es difícil de encontrar un nuevo
proyecto de vida; en el caso de los hombres, el mayor riesgo en cuanto a la dificultad de
satisfacción personal está en el grupo que hace balance respecto a sus logros laborales y de
las posiciones de poder y de autoridad que ha obtenido.
Algunos autores sostienen que después de este periodo periodo de la mediana edad los roles
de género tienden a flexibilizar se los hombres tratan de dar nuevos significados a las
expectativas sociales o laborales que anteriormente recaían sobre ellos y a las mujeres
buscarían nuevos sentidos a la a los interrogantes sobre su feminidad antes basada
primordialmente en los roles maternal y domésticos puntos varios investigadores afirman que
se iniciaría un proceso hacia la conformación de una personalidad más androgénica es decir,
irá perdiendo peso la especificidad de funciones asignadas por género a hombres y mujeres
haciendo que unas y otros reúnan en sí características consideradas como propias de uno u
otro género en nuestra sociedad. Sin embargo, esta hipótesis supondría cierta naturalidad de
las diferencias y las desigualdades entre los géneros y no ofrece explicaciones respecto a las
relaciones de poder.
La teoría de los recursos (Hesse-Biber y Williamson, citado por López 1988) pone de
manifiesto el peligro que supone considerar las diferencias entre hombres y mujeres como
estables y dependientes de factores biológicos y psicológicos inalterables y no de factores
socio históricos. Está perspectiva serviría al propósito de legitimar formas de opresión y de
ejercicio de poder entre los géneros según esta teoría, el poder de cada miembro dentro del
sistema familiar depende de los recursos que posea. Los recursos son definidos como todo
aquello que un miembro pueda ofrecer para satisfacer las necesidades y los objetivos de los
demás. Cada sujeto tiene intereses objetivos y preferencias que desea satisfacer, y por ello
percibe con más poder a quienes pueden ofrecer más recursos para satisfacerlos.
Los recursos son de variados tipos y significados (económicos, educación, prestigio, social,
atractivo físico, fuerza física, etc). y están estrechamente relacionados con la edad y los roles
de género. En relación con la edad, puede representarse como una curva invertida; los
recursos aumentan progresivamente hasta, aproximadamente, la mitad de la vida, para iniciar
una lenta declinación hasta el final del ciclo vital. Dentro de las familias nucleares los recursos
de los padres ( económicos, de status profesional, etc ) suelen incrementarse en las primeras
décadas de la vida familiar lo cual coincide con qué los hijos aún pequeños carecen casi de
recursos. Se van estabilizando y disminuyendo a partir de los 50 años, cuando los hijos han
crecido habitualmente lo suficiente como para ver incrementado sus propios recursos.
La vejez conlleva casi siempre la pérdida de recursos y la necesidad de cambiar su rol con los
hijos, pasando a depender de ellos en muchos casos. En cuanto a las mujeres este cambio
parece más llevadero que para los hombres, ya que en muchas circunstancias las mujeres de
esta generación pasan de depender del marido a depender de los hijos. Actualmente algunos
grupos de gente de edad están modificando su capacidad de autonomía que aumenta a la vez
que se observa un cambio en las mentalidades de los hijos que se sienten menos obligados a
responsabilizarse de proveer cuidados y atención personal a sus padres mayores.
Los recursos disponibles implican fuente de poder dentro de la familia. El balance de las
relaciones de poder a lo largo del ciclo vital remite a los roles de género que cada miembro de
la familia desempeña y la utilización o no de los recursos disponibles en el ejercicio de sus
roles de género. En el caso de las mujeres, los recursos considerados como propios ( atractivo
físico, capacidad de ofrecer apoyo afectivo, etc) son perecederos y guardan una relación de
influencia que de poder.
Diferenciamos los recursos de influencia de los recursos de poder en que Mediante los
primeros se pueden incidir de manera indirecta y no siempre decisiva sobre las maneras de
pensar y sentir y actuar de otros sujetos; los recursos de poder disponen de las herramientas
necesarias para decidir y actuar y de lograr que otros sujetos también lo hagan por ejemplo
recursos legales sanitarios económicos etcétera.
De acuerdo con algunos estudios citados por F.López, como cabe de esperarse de la
aplicaciones de esta teoría, en los vínculos conyugales es el marido quién tiene más peso en
las decisiones significativas, a la vez que demuestran cómo, cuando la esposa dispone también
de los recursos más importantes, por ejemplo, trabaja fuera del hogar, gana más dinero, tiene
un elevado estatus social, etcétera. Pasa a desempeñar un rol más decisivo en la toma de
decisiones. Cuando ambos llegan a la mediana edad y los hijos dejan la casa, parece necesario
realizar una renegociación del sistema de relaciones en la pareja. Si esto coincide con el final
de la carrera del marido, o con su jubilación, las relaciones de poder tenderán a hacerse más
igualitarias.
Esta teoría deja de lado la importancia que tienen los vínculos afectivos, especialmente los de
enamoramiento y apego en la propia dinámica del poder dentro de la pareja, que lleva a que la
persona más enamorada o de mayor tendencia al apego sea la más dependiente en las
relaciones de poder y a menudo la más dispuesta a ceder espacios en estos vínculos, en
nombre del sostén del vínculo afectivo.
Los estudios de una investigadora norteamericana B.Neugarten en 1975 destacan que habría
una dinámica de transición desde la mediana edad hacia la vejez y ponen énfasis en los
procesos de adaptación. afirma que las normas y las expectativas sociales relacionadas con la
edad cooperan como sistema de control social con incentivo y frenos sobre las conductas y
que los sujetos tenderían a percibirse a sí mismos a determinar su nivel de satisfacción vital De
acuerdo con tales expectativas. estos controles sociales ofrecerían regularidades relacionadas
con las normas sobre la edad y la conducta apropiada para ella, con la las normas sobre la
edad y la conducta apropiada para ellas, lo predica predictibilidad.
Define este concepto como “el ciclo vital normal y expectable”, caracterizado porque los
adultos tienen internalizadas expectativas consensualmente validadas sobre la secuencia de
los mayores eventos de su vida, no solo acerca de cuáles deben ser sino también de cómo
deben ocurrir.
En la adultez habría una aceptación y una anticipación de la secuencia inevitable de los hechos
que le deben ocurrir a una persona al crecer, envejecer y morir. Según esta autora se es adulto
cuando se comprende que el curso de la propia vida es similar al curso de las vidas de los
demás y que los puntos decisivos a lo largo de ella son inevitables. Desde este punto de vista
sostiene que los eventos normales y expectable de la vida no deben en sí mismo constituir
crisis el casamiento la paternidad la menopausia la abuelidad la jubilación etcétera, serían
puntos decisivos normales que se establecen a lo largo del ciclo vital y que producen cambios
en el sentido de la identidad como marcan la incorporación a nuevos roles sociales y precipitan
nuevas adaptaciones, pero en sí mismo no son hechos críticos que puedan cuestionar el
sentido de continuidad del self. Al estudiar lo que caracteriza como patrones de adaptación en
mujeres de mediana edad, ante la menopausia y el cambio de roles que sigue a la partida de
los hijos del hogar.
Neugarten encontró un gran número de variables psicológicas y sociales que incluyen medidas
de
● Ansiedad
● Satisfacción y
● Autoestima
Los resultados que halló le permiten afirmar que la mayoría, superior al 80% atribuyó a la
menopausia poca o ninguna importancia como factor de cambio discontinuidad en la vida de
las mujeres, y que solo aparecía como trastorno cuando no lo percibían como un hecho normal
y natural.
El mismo criterio aplica a los hombres ante la jubilación, fenómeno que, lejos de implicar una
crisis para la identidad masculina, sería un hecho normal y expectable que no acarrearía de por
sí una pérdida significativa. Afirma que los acontecimientos vitales se expecta expect hables
pueden precipitar reacciones críticas en algunas personas, especialmente en aquellas que
están bajo atención profesional por su salud mental, pero que esto ocurriría sólo en una
minoría. Su hipótesis es que si los hechos pueden ser anticipados, el trabajo de duelo se
realizará adecuadamente y la resolución podrá lograrse sin que se interrumpa el sentido de
continuidad del ciclo vital. Son los acontecimientos vitales que no se anticipan los que, a su
juicio, desencadenaría en estados de crisis.
En un estudio realizado por Nancy Datan en 1995 sobre mujeres de mediana edad en Israel, en
cinco culturas israelíes que abarcaban desde modernas inmigrantes entre europeos hasta las
tradicionales habitantes de villorrios y árabe-musulmanes, las conclusiones señalan que el
dilema de la mediana edad para esas mujeres consistía en la transición cultural.
Tanto aquellas más tradicionales como las más innovadoras no tendrían conflictos acentuados
en la mediana edad asociados a la menopausia. Las mujeres que parecerían las condiciones de
la transicionalidad si en cambio sufrirán conflictos, especialmente estados depresivos. Sus
hallazgos son consistentes con los que describió Burin en 1987 cuando se refirió a la crisis de la
mediana edad en las mujeres. más adelante volveré sobre esta problemática.
Algunos investigadores han focalizado su atención en la problemática de la crisis de la mediana
edad en los hombres, tal como E.Jacques 1966. Este psicoanalista inglés, afirma que la crisis de
esta etapa vital se manifiesta en el trabajo creador. sostiene que en la veintena y la treintena el
trabajo creador de los hombres tendría una modalidad exaltada intensa espontánea y que
surge con facilidad. Pero hacia el final de la treintena aparece una modalidad que describe
como escultórica con mayor lentitud entre la inspiración y el producto terminado, con
elaboraciones y reelaboración sucesivas. Ejemplifica esta modalidad del trabajo masculino
citando artistas plásticos y hombres de letras. Según Jacques, la elaboración de la crisis de la
mediana edad exige una relación de la depresión infantil, pero con insight maduro y de los
impulsos hostiles.
En la mediana edad se resignifica harían los conflictos infantiles con la hostilidad, y su
elaboración permitiría que esa crisis vital fuese transitada por mayor o menor éxito por los
hombres.
Algunos grupos de reflexión realizados en nuestro medio con nombres de mediana edad así
como algunas observaciones clínicas en el contexto de psicoterapias psicoanalíticas permiten
comprender que, en el caso de los hombres, si bien uno de los conflictos para elaborar es el
destino de sus impulsos hostiles, otros de sus problemas básicos reside en resignificar su
deseo de ser reconocido y amado por otros hombres. parecería que la raíz de este conflicto se
encontrará en la temprana infancia y se agudizará en la adolescencia, cuando los muchachos
sienten que sus padres se alejan del vínculo amoroso con sus hijos varones. Esto los dejaría en
condiciones de orfandad paterna, un fenómeno qué es ampliamente descrito por E.Badinter
1987 En los hombres de la actualidad como efecto del patriarcado sobre los vínculos familiares.
Sí bien cita algunas investigaciones donde se destaca que la problemática principal entre
padres e hijos sería la del vínculo hostil, finalmente enfatiza que más que de la hostilidad en el
vínculo de lo que se quejan los hijos es de la ausencia paterna en el hogar, no en El sentido
literal sino que la ausencia se refiere a padres presentes en el hogar, pero “fantasmales”
afectivamente ausentes en el aspecto amoroso del vínculo con su hijo. Esto determinaría
rasgos de la subjetividad de los hombres que requerirían un profundo trabajo de reelaboración
cuando los hombres llegarán a la mediana edad.
Sí bien Estoy descubriendo fenómenos relativos a crisis vitales evolutivas dentro del contexto
familiar, con un corte por género y generación, sin embargo existe una tendencia en nuestra
cultura a medicar estos conflictos, de modo tal que cuando hombres y mujeres perciben su
malestar como efecto de esta condición, suelen acudir al médico para su consulta. En estos
casos, la prescripción Abusiva de psicofármacos resulta a una de las consecuencias no
deseadas de esta medicalización de los conflictos debido a la crisis de la mediana edad.
Los psicofármacos son drogas legales, de fabricación permitida y redistribución lícita. A
grandes rasgos se pueden caracterizar los ansiolíticos (remedios para combatir los estados de
ansiedad), los antidepresivos (aquellos que actúan como estimulantes) y los hipnóticos
(utilizados para contrarrestar el insomnio). Su empleo extenso o indebido es causa de honda
preocupación en varios países, incluyendo la Argentina, a partir de los años 30.
En un estudio que he realizado a fines de los ochenta junto con E.Monzarz y S.Velásquez 1990,
hemos detectado actitudes sexistas con que los agentes de salud, especialmente los médicos,
prescriben este tipo de medicamentos. Un ejemplo de esta actitud de discriminación debida al
género se observa en la siguiente práctica asistencial: ante el mismo tipo de consulta que
realizó una persona de mediana edad, supongamos entre los 45 y los 50 años, por ejemplo, a
un médico clínico, por trastornos en su deseo sexual, por sentirse desganada y con dificultad
para levantarse a la mañana, y con escasa motivación para conectarse con amigos y familiares,
la modalidad de atención es diferente según se trate de un hombre o de una mujer.
En el primer caso el médico lo escucha con más atención, lo interroga más a fondo, le pregunta
cómo se iniciaron sus síntomas, cómo son sus condiciones de trabajo, su sexualidad, su ocio;
probablemente le sugiera que cambie sus condiciones laborales, que organice mejor su ocio y
que realice cambios en su sexualidad, y muy en última instancia le prescribiera un
psicofármaco. Pero en el caso de la mujer, probablemente la escuché poco, la interrogue y
menos, quizás te interese apenas por sus condiciones de trabajo, especialmente si es ama de
casa y tal vez le sugiera que lo que le ocurre es normal y esperable para su edad, que
seguramente estará premenopausia y le indicará un estudio hormonal para corroborarlo y
poder medicarla, al tiempo que probablemente le recete un ansiolítico o un antidepresivo.
Este fenómeno qué se observa en casi todos los países estudiados en contexto de medio
urbano, tanto en los más desarrollados como en los subdesarrollados, revela que las mujeres
de mediana edad constituyen un grupo de riesgo para el consumo abusivo de psicofármacos.
En nuestro país, los datos con que contamos son fragmentarios y dispersos, sí bien estudios
recientes revelan que en la provincia de Buenos Aires dos de cada tres habitantes consumen
psicofármacos. Los estudios no contemplan la especificidad femenina en el uso de estas
drogas legales. Un corte por nivel económico social sugiere que las mujeres de sectores más
bajos tienen mayor probabilidad de ser medicadas que los de otros sectores. Son mujeres que
acuden en primer lugar a los servicios de guardia hospitalaria por registrar estados de malestar,
bajo la forma de trastornos psicosomáticos, y suelen recibir la prescripción de un tranquilizante.
En ocasiones son derivadas al psiquiatra, qué refuerzo o varía la medicación prescrita. Pero en
general nuestro sistema de salud no contempla otras alternativas para la consulta de estas
mujeres, cuya situación se agrava por el hecho de que, aún cuando reciban la prescripción de
psicofármacos no estarían en condiciones de comprarlo.
Con respecto a las mujeres de sectores medios, si bien la medicalización es también casi una
constante, suelen realizar un recorrido más extenso visitando primero al médico clínico, o al
ginecólogo y después al psiquiatra, para recibir, finalmente, respuestas similares. A pesar de la
crisis económica las mujeres de los sectores medios conservan todavía la actitud de cuidar su
salud mediante el uso de remedios prescritos por el médico. Suelen contemplar o reemplazar
el uso de psicofármacos con alguna otra forma de atención de su malestar, cómo psicoterapia
grupos de variada índole, gimnasia, dietas, meditación, etc. Sin embargo, aunque disponen de
una mayor variedad de recursos, la presencia de los psicofármacos o algún otro remedio
equivalente es muy frecuente en el procesamiento que las mujeres realizan de las situaciones
de crisis en la mediana edad.
MENOPAUSIA
La menopausia en su acepción estricta significa el cese de las reglas menstruales. El discurso
médico la enmarca dentro de un período mucho más amplio, de límites no demasiados
definidos, al que también se denomina “climaterio”. Investigaciones actuales indican que la
edad promedio de aparición de la menopausia es alrededor de los 50 años; cuando sucede en
torno a los 40 se llama menopausia precoz, y más allá de los 55 años se define como
menopausia tardía.
La OMS caracteriza el climaterio como una fase de transición entre la etapa reproductiva y la
no reproductiva. En la Argentina, de acuerdo con los últimos censos nacionales, casi el 20% de
la población femenina estaría en la edad del climaterio. Hasta épocas recientes la menopausia
fue monopolizada por el discurso y las prácticas médicas en parte debido a los hallazgos de la
medicina que contribuyeron a extender el periodo de vida útil de las mujeres más allá de su
periodo reproductivo, los avances de la industria farmacéutica después de la segunda guerra
mundial y a la sofisticacion que han adquirido ciertas herramientas de la medicina para el
diagnóstico y el tratamiento de algunos trastornos hormonales. Es bastante reciente que la
menopausia entendida como problemática, sea percibida y tratada mediante otros dispositivos,
sociales, psicológicos,etc y no como una enfermedad que deba ser medicada.
Los estudios psicoanalíticos clásicos acerca de las mujeres de mediana edad también
enfatizaban la pérdida de la capacidad reproductora y junto con ella, cierta inamovilidad
psíquica Impediría a las mujeres seguir desarrollando su subjetividad. Helen Deutsch 1947
sostiene que los trastornos psíquicos de las mujeres climatéricas serían inevitables y supone
que sus características e intensidad estarían determinadas por la estructuración psíquica
temprana de la mujer y por sus conflictos infantiles.
Otra psicoanalítica T. Benedek en 1945 se supone a esta hipótesis y afirma que el climaterio no
puede privar a la mujer de lo adquirido durante su madurez psicológica y a través de vínculos
afectivos; por lo contrario, sostiene que la de sexualizacion de sus emociones pueden servir a
la mujer madura para encarar sus relaciones afectivas con mayor serenidad, menor
conflictividad, tirándole además energía libre que antes estaba ligada eróticamente Y que
ahora le facilita una nueva relación con su entorno social. En la Argentina, una psicoanalista
pionera Marie Langer 1964, Afirma que nuestra sociedad aún climaterio libre de trastornos y
de reacciones depresivas Siria considerado considerado algo excepcional, sugiriendo que
existen poderosos factores sociales e históricos que favorecerían la aparición de los trastornos
psíquicos en este grupo de mujeres. Sin embargo, enfatiza que existiría un requisito para que la
menopausia fuera transitada menos conflictivamente: “que las mujeres no queden frustradas en
sus instintos maternales, para que puedan sublimarlos luego, adecuadamente,en su trabajo”.
No discutiré aquí el recurso teórico que apela al instinto maternal de las mujeres pues está
ampliamente debatido en otros capítulos. Solo recordaré ahora que está hipótesis ha sido muy
controvertida a la luz de estudios de género tales como el deseo maternal, el ideal maternal,
etc, en lugar de la noción de instinto maternal.
La mayoría de los estudios psicoanalíticos sobre la menopausia enfatizan la noción de pérdida
de una condición anterior, asociada a la función reproductora. Los conflictos son planteados en
términos de movilidad o detención libidinal (por ejemplo, la movilidad libidinal que asocia la
sexualidad con la maternidad), transformaciones pulsionales ( por ejemplo, la transformación de
pulsiones amorosas en hostiles), juegos identificatorios variados, ilusiones de completud
narcisista, etc. Muchas autoras destacan la resignificación del vínculo hostil con la madre, y la
repetición de conflictos correspondientes a la pubertad y la menarca. Los discursos parecen
centrados en la preservación de una organización pulsional previa a la menopausia, cuyo
paradigma sería el deseo maternal. Para ello, las mujeres deberían adoptar una posición de
resignación y de renuncia, lo cual favorecería mayor fluidez pulsional y un acrecentamiento de
las posibilidades de la sublimación.
Tanto el discurso médico como el psicoanalítico hacen hincapié en los riesgos para la salud
que entraña la menopausia; en tanto el discurso médico destaca los riesgo de osteoporosis y
de trastornos cardíacos debido al déficit estrogénico,La perspectiva psicoanalítica agita
amenazante la imagen de mujeres con trastorno de carácter y personalidad es distorsionadas
por efecto de inadecuadas elaboración Y psíquicas ante la pérdida.
Nuevas perspectivas acerca de las condiciones de salud de las mujeres y de sus modos de
enfermar sugieren que los conceptos clásicos acerca de las mujeres menopáusicas deberían
ser revisados.
Entre los nuevos enfoques se encuentran los estudios de género, que analizar no solo las
relaciones de poder tradicionales entre el sistema de salud y las mujeres en tanto pacientes,
sino también los dispositivos socio históricos por los cuales las mujeres se tornaron sujetos
fragilizados, vulnerables, seres enfermizos a quienes habría que cuidar mediante la
medicalización de sus conflictos.
Debido a que los primeros sucesos de la menopausia suelen coincidir con la mediana edad de
las mujeres, centraré en mi descripción en la llamada “crisis de la mediana edad”.