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DIPLOMATURA E.S.I.

– 2022
Docente: Laura Ordoqui – Clase n° 6

“E.S.I. en Adultos Mayores”

Una franja etaria sumamente vulnerable respecto de este controversial tema


de la sexualidad: los adultos mayores.

La sexualidad nos acompaña a lo largo de todo nuestro proceso de vida y


no se pierde a medida que avanzan los años, sino que solo se expresa de manera
diferente.

La sexualidad en adultos mayores aparece, muchas veces, invisibilizada, y


este no es un tema menor para nuestra sociedad, pero no debería serlo para
nosotros como agentes de cambio, porque, la anulación del tratamiento de estos
temas, puede acarrear y transformarse en una vulneración a los derechos sexuales
de esta franja etaria.

La sexualidad en la adultez mayor constituye una forma de continuidad de


la sexualidad adulta con aspectos singulares que se vinculan preferentemente con
cuestiones de orden biológico, ya que, por lo general, en esta etapa está ausente
la reproducción y es común asistir a modificaciones de la respuesta sexual
humana. En sentido amplio, se observa un modo del lenguaje que perfecciona,
refuerza y enriquece las relaciones humanas, configurando situaciones de buena
salud en todos sus niveles.

La sexualidad en los adultos mayores es un tema tabú. Este aspecto dentro


del proceso de salud - enfermedad- cuidado suele estar invisibilizado, y, si los
adultos mayores pertenecen al colectivo LGTIBQ+ esto se profundiza aún más.
Estas personas deben enfrentar un doble prejuicio para vivir plenamente su
sexualidad, porque tanto una vida sexual activa como las elecciones sexuales
diversas se relacionan con la juventud. El hecho de identificar mitos y prejuicios en
torno a la temática y sus consecuencias y vivencias personales al respecto, nos
permite trabajar desde nuestros propios saberes y, recorriendo nuestras historias,
construir nuevos aprendizajes.

Algunos organismos toman el tema muy en cuenta, como es el caso de la


Fundación Huésped, que, a partir de un proyecto llevado a cabo, llamado “Sexo
maduro, sexo seguro”, 100 adultos mayores de entre 50 y 90 años de diversos
géneros, vinculados a los Centros de Jubilados de la Ciudad de Buenos Aires,
pudieron participar de una encuesta que revela que la falta de información y de
campañas de prevención dirigidas a esta población son una gran deuda social.

El problema sexual es uno de los más complejos de la vida humana hasta el


punto que, a veces, se opta por no resolverlo, y dejar que cada caso encuentre su
solución espontánea.

Debemos ser muy conscientes de la importancia que tiene la salud sexual,


tanto en lo mental como en lo físico, para nuestra sensación de bienestar y nuestra
capacidad de participar en aspectos más que importantes y significativos de la vida
humana. De todo lo que se enseña y se aprende, desde la educación intra familiar
hasta salir al mundo, nada debería tener tanta importancia práctica para la vida
personal como el conocimiento de la sexualidad humana, pero, más que el
conocimiento académico, se deberían priorizar los aspectos emocionales: como
sentirse cómodo con la propia sexualidad, ya que esto es lo que, realmente,
acarrea consecuencias perdurables y que no se pueden medir en relación a los
perjuicios y daños que causa. En términos de la salud mental es urgente
comprender con claridad los aspectos biológicos, psicosociales y conductuales de la
sexualidad en cada etapa del proceso de vida de una persona.

La sexualidad es y ha sido una de las áreas del comportamiento humano


más desconocida y en la que aún prima muchas veces la anécdota sobre el
conocimiento científico. La mera existencia de manifestaciones sexuales de
cualquier tipo en los adultos mayores es sistemáticamente negada, rechazada o
dificultada por gran parte de la sociedad.

Hay creencias y conceptos erróneos que se manifiestan incluso en las


historias clínicas donde no se recogen datos sobre la actividad sexual de un adulto
mayor. Esto es explicado erróneamente al paciente, en algunos casos, por el
supuesto de que los ancianos son sexualmente inactivos; y en otros, debido a la
incomodidad del profesional de formular las preguntas o el temor de no poder
responder adecuadamente a las dudas que plantee el paciente adulto mayor en
este tema.

En una sociedad que está en permanente evolución, el tema de la


sexualidad debería pertenecer a uno de los aspectos primordiales desde una
perspectiva afectiva, sentimental y relacional durante todo el curso de la existencia
humana, respecto del respeto del cuerpo y de los aspectos peculiares presentes en
cada fase de la vida.

Estamos, además, en la era del reciclaje: todo se recicla, incluso la vejez.


Pero, en el área de la sexualidad se está el peligro de querer "reciclar al viejo en
un falso (e imposible) joven" con mitos y estereotipos sexuales basados en la
prestación, la eficiencia y en la capacidad de identificarse con un joven con
prodigiosas capacidades sexuales; concepto muy opuesto al antiguo que
relacionaba la sexualidad con la procreación y consideraba al anciano como
asexuado quedando excluido debido a la ineficiencia dada por la infertilidad.
Pareciera que entre estos dos extremos, la sexualidad negada o la sexualidad
impuesta no pudiera existir una imagen sexual en la que los componentes físicos,
psicológicos y sociales se combinaran armoniosamente para crear una modalidad
sexual específica que acompañe esta etapa de la vida adulta, o lo que,
comunmente, llamamos vejez.

Existen muchas definiciones para la sexualidad, pero, yo elegí una definición


de Maslow, que se refiere a la Salud Sexual Geriátrica, y define esta sexualidad
como: "la expresión psicológica de emociones y compromiso que requiere la mayor
cantidad y calidad de comunicación entre compañeros, en una relación de
confianza, amor, compartires y placeres, con o sin coito" (Maslow).

Es entonces que podríamos pensar que, en la vejez, el concepto de


sexualidad se basa fundamentalmente en una optimización de la calidad de las
relaciones interpersonales, más que en la cantidad de ellas. Este concepto se debe
entender en forma amplia, integrando en él, el papel que juega la personalidad, el
género, la intimidad, los pensamientos, los sentimientos, los valores, las
afinidades, los intereses, etc. que esos adultos mayores puedan tener.

En nuestra sociedad, el sujeto que esté recorriendo el proceso de


envejecimiento, hablamos de entre los 60 y 80 años, aproximadamente, es
considerado un anciano, y, por el hecho de serlo, presenta una suerte de
indefensión, ante la cual, la sociedad, se vuelve hostil en lugar de ser comprensiva.

El proceso de envejecimiento da lugar a una mayor fragilidad orgánica, a un


aumento de la vulnerabilidad frente a las enfermedades y en general a cualquier
tipo de agresión. Además, se caracteriza por ser la única edad que no introduce al
sujeto a otro ciclo de la vida y por eso, puede llegar a resultar el momento más
dramático de la existencia de un sujeto: es la etapa de "las pérdidas" y de "los
temores". Pérdidas de todo: de la productividad, de la capacidad laboral, de la
posibilidad de perder a la pareja, a los amigos. Temores: a la soledad, al
aislamiento, a la incomprensión, a la falta de recursos económicos, a la
discapacidad, a la fragilidad, a la dependencia. A esto le sumamos: natural
disminución de la eficiencia física y de la independencia psicológica. Y entre estas
pérdidas, podemos ubicar también a la sexualidad. Pero…, la realidad es que los
cambios fisiológicos, anatómicos y funcionales en los órganos sexuales de los
adultos mayores NO condicionan indefectiblemente el cese de la actividad sexual,
sino que exigen una adaptación del comportamiento sexual a su nuevo
funcionamiento. Esta AAR va a ser la que evite frustraciones y situaciones de
ansiedad ante las posibles relaciones sexuales, o ante las posibles relaciones
interpersonales con una persona por la que sienta atracción. Está demostrado que
el sexo y la sexualidad juegan un papel importantísimo para un envejecimiento
saludable y pleno; sin embargo, las personas de la 3° y 4° edad tienen una
conducta sexual casi heterogénea en relación a sus apetitos e intereses. Y esto
sucede porque además de los factores previamente mencionados, que no son
pocos, se suman los factores sociales que inciden fuertemente en la actividad
sexual en la edad adulta.

La gran mayoría de la sociedad, e incluso gran parte de los profesionales de


la salud, parecen pensar que el adulto mayor es un "ser asexuado". Pienso que,
como sociedad, deberíamos realizar un proceso de revisión de la "cultura de la
senilidad" donde se incluya también la variable de la sexualidad.

Videos sugeridos:

• 1) https://youtu.be/0v0atiVUGVk Consejos para sexualidad del adulto


mayor. Salud TV GMV

• 2) https://youtu.be/iPcWnemMttI LA DIVERSIDAD SEXUAL NO TIENE


EDAD - Norma y Ramona ACUA Mayor

• 3) https://youtu.be/n16Pm9i6RmM LA DIVERSIDAD SEXUAL NO TIENE


EDAD - Jorge

ACUA Mayor

• 4) https://www.youtube.com/watch?v=bBg15jkmHT0

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