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La sexualidad no solo deriva de un impulso biológico sino que posee una serie
de significados que la transforman en una dimensión de la conducta y la subjetividad
humana influida y sometida a lo largo de toda la vida a la acción de la cultura. Por
ende la sexualidad humana va más allá de las funciones reproductivas para asumir
funciones de carecer relacional, hedonista y egointegrativas.
SEXUALIDAD EN EL ADULTO
La última de las etapas que integran el desarrollo de todo ser humano se refiere
a la vida adulta. La actual situación social y económica ha ocasionado que las opciones
de desarrollo interpersonal, sexual y laboral con las que cuenta el adulto, sean cada
vez más variadas y que el papel por desempeñar como hombre o mujer sea menos
rígido e incluya una diversidad de posibilidades.
1.- Adulto temprano el adulto joven (entre 18-40 años) posee gran vitalidad y
fortaleza física, ahora cuenta con una identidad ya estructurada y está preparado para
establecer afiliaciones para entregarse a la intimidad. A partir de este momento su
actuación será, a diferencia del adolescente, en función de sus posibilidades reales, y
podrá mantener constantes negociaciones entre las demandas sociales y sus propios
intereses.
2.- Adulto medio (40 – 60) el desarrollo de la persona durante este segundo
momento de la etapa adulta es comúnmente conocido como los años medios que, para
un gran número de autores, corresponde al período óptimo de desarrollo y madurez
del adulto. La persona cuenta con una mayor capacidad en sus características laboral,
intelectual y emocional. El grado de desarrollo alcanzado varía según los atributos de
cada individuo y del aprovechamiento de las alternativas que se le hayan presentado,
de acuerdo a su medio social. Y
3.- Adulto tardío (más de 60) en esta fase se enfrenta a una serie de
restricciones físicas y sociales que afectan su autoestima; por un lado, el deterioro
fisiológico es mayor lo que disminuye su capacidad física y le impide el desarrollo de
las actividades que anteriormente venía realizando, llevándolo a una cierta
dependencia de los demás.
En la edad media de la vida, la mujer responde más que el hombre, ya que hacia
los cincuenta años éstos notan una disminución de la intensidad y una lentitud natural
de la respuesta sexual. Las mujeres se ven menos susceptibles a la pérdida de la
función sexual con la edad, ya que no hay pruebas de que la menopausia resulte en
pérdida del deseo sexual; al contrario, para algunas produce aumento del mismo.
Para los hombres de edad la función sexual está influenciada por la salud,
experiencias sexuales pasadas, grandes satisfacciones vitales, capacidad para
adaptarse, clase social y nivel educacional. En la mujer tiene mucha importancia el
estado marital, así como también el estado psíquico y emocional de su pareja y las
creencias religiosas.
La respuesta masculina sigue el modelo sexual lineal con las fases de excitación,
meseta, orgasmo y resolución. La respuesta femenina sigue un modelo cíclico en el
que hay un feedback entre aspectos físicos, emocionales y cognitivos
A lo largo de los últimos años han aparecido diferentes modelos para definir la
respuesta sexual humana. A principios de la década de 1950, Masters y Johnson, tras
estudiar la fisiología y psicología sexual humana, desarrollaron el modelo sexual lineal
tanto para hombres como para mujeres, con estadios secuenciales de excitación,
meseta, orgasmo y resolución.
La fase de excitación puede durar de varios minutos a varias horas. En esta fase
en ambos sexos aumenta el nivel de tensión muscular, la frecuencia cardíaca,
frecuencia respiratoria, hay erección de los pezones, aparece rubor sexual. En el
hombre hay erección del pene, hay aumento del tamaño y elevación de los testículos,
tumescencia del glande, aparece una secreción mucoide, secreción prostática y
seminal. En la mujer hay tumescencia del clítoris y labios menores, lubricación
vaginal, alargamiento de la vagina, estrechamiento del tercio externo de la vagina,
elevación del clítoris, secreción de las glándulas parauretrales de skene.
pueden tener orgasmos aunque sí pueden mantener una erección parcial o completa.
Este período tiene una duración variable, desde pocos minutos a varios días.
Con respecto a la mujer y también en relación con las adultas jóvenes, Master y
Johnson (1978), señalan que la diferencia se observa finalizando la etapa de adulto de
mediana edad, la marca la aparición de la menopausia que designa el climaterio
femenino en el que ya no es posible procrear.
Destacan asimismo, al igual que Butler y Lewis (1988), que uno de los cambios
que en este período podrían acarrear dificultades para el acto sexual es el relacionado
con la lubricación vaginal que requiere de mayor tiempo, como producto tanto de la
disminución de esteroides, como por las modificaciones de la estructura de la pared
de la vagina que empieza a adelgazarse y a irritarse con mayor facilidad, provocando
dolor; dolor producido particularmente cuando el coito es prolongado o tras un largo
período sin contacto sexual.
Por otra parte plantean a su vez (Master y Johnson, 1978), que en la mujer
postmenopáusica la fase orgásmica dura menos que en la joven, repitiéndose las
contracciones de 3 a 5 veces, mientras en la joven de 5 a 10, no obstante aclaran, que
en las mismas mujeres que mantenían con regularidad actividad sexual, las
contracciones se producían de 4 a 6 y aún 7 veces. Sostienen por consiguiente que: …
A pesar de los cambios involutivos de los órganos reproductores, la mujer añosa
puede presentar una respuesta normal al nivel orgásmico de tensión sexual efectiva.
La falta de esteroides reduce en primer término la rapidez e intensidad de la
respuesta fisiológica. Cuando existe reducción en el nivel de tensión psicológica, por lo
general es secundaria a la pérdida de la capacidad fisiológica, y no efecto directo de la
falta de esteroides.
Por estas razones al igual que en el caso del hombre, Master y Johnson (1978),
coinciden en que en la mujer de mediana edad, más enfocado a la mujer
posmenopáusica, la actividad sexual genital mantenida regularmente, coadyuva a
enfrentar de forma satisfactoria las dificultades presentadas en la fisiología sexual
como producto del paso de los años, tal y como ha sido mencionado en lo que
corresponde a la disuria y a la dispareunia cuando no existen otros factores asociados.
Las personas solteras tienen ahora menos problemas que antes en la sociedad,
aunque aún hoy hay sociedades en las que las personas que no han contraído
matrimonio son vistas como inadaptadas o fracasadas, por no seguir los
estereotipos marcados por la sociedad.
Muchas personas solteras no eligen serlo. Algunos permanecen solteros
porque aún no han encontrado a la pareja perfecta.
Aun así, muchos jóvenes ven la soltería como una alternativa, una forma de
vida sin límites fijados, no como un estado que precede al matrimonio.
Las mujeres ya no dependen económicamente de un hombre, como lo hacían
sus madres o abuelas, gracias a las amplias posibilidades laborales a las que
pueden acceder ahora. Una parte de las mujeres con estudios, al igual que los
hombres con carrera, deciden quedarse solteras, al menos durante un tiempo,
para centrarse en su vida profesional.
Los solteros que tienen un gran número de amigos y se sienten apoyados por ellos
tienden a estar más satisfechos con su estilo de vida. No existen unas pautas
establecidas para la soltería. Los solteros difieren en sus intereses sexuales y estilos
de vida. Muchos alcanzan una seguridad emocional y psicológica por medio de
relaciones íntimas dentro de un círculo de amigos. La mayoría son sexualmente
activos y practican la monogamia en serie. Otros solteros mantienen una relación
sexual con una pareja estable, junto con otras relaciones que les surgen
ocasionalmente.
Continuando con el tema de vida en pareja en general en esta etapa de la vida aparece el
Matrimonio:
Las claves que predicen un divorcio, hoy día, incluyen las críticas del marido, la
indefensión, el desprecio y evitar el diálogo directo, pero no la falta de apoyo
financiero (Carrère et al., 2000; Gottman et al., 1998).
Guardini coloca la edad del adulto maduro entre los 40 y 60 años. Como para
toda edad, también para la mediana edad identifica la crisis (lo que caracteriza el
pasaje de la fase anterior) y la solución positiva. Él llama a la crisis de esta edad,
«crisis del límite»: es la desilusión que la vida manifiesta, no existe el sentido de la
novedad, sino el de lo ya visto o de lo ya experimentado
Respecto a la duración, puede ser muy variable según la persona; días o incluso
años, dependiendo de cómo se gestione. Una persona con habilidades para afrontar y
resolver problemas, que tiene una buena red social y hobbies, sentirá la crisis de los
cuarenta poco o nada. Las personas muy autoexigentes o con creencias muy rígidas
sobre la belleza y el éxito es probable que sientan más los efectos de la crisis.
Cada persona interpreta la realidad de una manera única, por lo que no existen
hechos que afecten a todas las personas por igual. Básicamente existen dos tipos de
crisis:
Los hombres suelen frustrarse más por no haber cumplido sus expectativas
profesionales o no haber alcanzado el estatus deseado. Además, tienden a intentar
recuperar el tiempo perdido o lo que considera que les faltó en otra época. Esto a
menudo da lugar a infidelidades o huida del compromiso.
Si bien no todas las personas tienen por qué caer en crisis ante las mismas
circunstancias, no existe una vida sin crisis, son inevitables. Bien gestionadas dan
lugar a crecimiento personal pero, mal gestionadas dan lugar a una
psicopatología (depresión, ansiedad, etc.), lo que indicaría la necesidad de ayuda
psicoterapéutica.
Masters y Johnson afirmaban que la vejez es compatible con una rica vida
sexual, pero que está frecuentemente afectada por seis aspectos: la monotonía, las
preocupaciones profesionales, el cansancio físico y mental, el temor al fracaso, el
exceso en alimentos y bebidas alcohólicas y finalmente las enfermedades orgánicas.
Un factor que determina el continuar teniendo una vida sexual activa es la
disponibilidad de compañero-a, lo cual está en relación directa con la longevidad de
las personas.
En el hombre:
Excitación: En el hombre se
presenta una disminución gradual
del deseo sexual, que a menudo
puede presentarse de forma
imperceptible. Existen factores que,
aunque no hacen parte del
envejecimiento normal, inciden en
la disminución del interés sexual
entre los que están: la presencia de
enfermedad, el uso de
medicamentos, las alteraciones en
la auto-imagen corporal y el retiro laboral con la consiguiente pérdida de su
productividad económica, circunstancias que lo pueden hacer sentir menos atractivo.
Hay disminución de la rigidez del pene.
En la mujer:
Entre alguno de los cambios más evidentes a nivel biológico con la tercera edad
tenemos:
En la mujer:
El efecto que tienen los cambios del envejecimiento normal sobre la actividad,
la capacidad y el interés sexual varía en las mujeres de la tercera edad. Además, estos
están influidos por factores sicológicos, sociales y culturales. El patrón de la respuesta
sexual sigue las mismas etapas en las mujeres de todas las edades. A nivel del deseo
sexual, el interés sexual en la mujer sigue un patrón distinto al del hombre. En
contraste con los hombres, el pico de interés sexual femenino está entre los 30 y 40
años, y a menudo se mantiene hasta después de los 60 años.
mujer, los resultados en su funcionamiento sexual no son tan severos como sí sucede
en el hombre. Parece que no hay un tiempo biológico más allá del cual la mujer no
pueda experimentar una respuesta sexual completa.
En el hombre:
forma adicional hay una reducción del volumen seminal debido al proceso de
envejecimiento de los testículos, la próstata, y las glándulas de Cooper, que son las
estructuras que lo producen.
BIBLIOGRAFIA: