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1 Sexología II: Sexualidad en el adulto y la crisis de la mediana edad, sexualidad en la tercera edad

SEXUALIDAD EN EL ADULTO Y LA CRISIS DE MEDIANA EDAD,


SEXUALIDAD EN LA TERCERA EDAD

La sexualidad no solo deriva de un impulso biológico sino que posee una serie
de significados que la transforman en una dimensión de la conducta y la subjetividad
humana influida y sometida a lo largo de toda la vida a la acción de la cultura. Por
ende la sexualidad humana va más allá de las funciones reproductivas para asumir
funciones de carecer relacional, hedonista y egointegrativas.

En el transcurso del ciclo vital se forma la identidad sexual y de género del


individuo, las actitudes sexuales y conducta sexual.

La sexualidad se ha inscrito en el territorio de lo social, la cultura y el lenguaje,


por lo que se puede decir que ésta una dimensión fundamental de la naturaleza
humana, que no puede ser reducida puramente al coito o a la genitalidad.

Entendida la sexualidad como la posibilidad de mujeres y hombres de poder


disfrutar de su cuerpo, tanto físico como emocional, en forma plena, segura y
satisfactoria. Toda investigación que se realice sobre la condición de vida de mujeres y
hombres, implica necesariamente realizar una interpretación histórica-social que
propicie el identificar los diferentes aspectos socio-culturales, políticos y económicos,
en que se basa la inequidad, la desigualdad y la forma de vivenciar la sexualidad entre
los géneros.

La sexualidad empieza cuando se nace y acaba cuando se muere, es una


construcción social, histórica y cultural. La sociedad determina los valores sexuales
que influyen la forma de vivir la sexualidad, cada persona posee su propia escala de
valore sexuales, por lo tanto el comportamiento sexual es el resultado de asumir las
normas sociales y familiares.

Es importante enfatizar que en el contexto socio-cultural, tiende a confundirse


sexualidad con genitalidad, siendo esta última incluyente dentro de la sexualidad,
como parte fundamental e inherente de toda persona, y al ser seres sexuadas, en cada
acción o comportamiento, tenemos una relación sexual intra e inter personal, siendo
esta relación la que influye de manera relevante en la calidad de vida.

La sexualidad humana reconocida como un fenómeno multidimensional, se


inicia con la vida del individuo, desarrollándose a lo lardo de la infancia y la
adolescencia, alcanzando su madurez y trascendencia durante la adultez y en la
tercera edad. Esta solo desaparece cuando desaparece la vida, es decir, con la muerte
y por ende se constituye en un componente de nuestra personalidad, que forma un
todo con nosotros mismos (nos transforma en seres sexuados). Desde los primeros
años de vida nuestra motivación o impulso sexual es canalizado en direcciones
socialmente específicas, que hacen posible el aprendizaje de una conducta sexual cada
vez más consciente e intencionada.

Dra. Desiree Alvarado Torge – Dra. María Laura Delgado Rodríguez


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SEXUALIDAD EN EL ADULTO

En la primera mitad de la vida del adulto, el nivel de actividad sexual es estable


por un largo período. Esta capacidad se da con una pareja aceptada y con buen estado
de salud. No hay edad específica para que una persona sana deba suspender su
actividad sexual.

La última de las etapas que integran el desarrollo de todo ser humano se refiere
a la vida adulta. La actual situación social y económica ha ocasionado que las opciones
de desarrollo interpersonal, sexual y laboral con las que cuenta el adulto, sean cada
vez más variadas y que el papel por desempeñar como hombre o mujer sea menos
rígido e incluya una diversidad de posibilidades.

Señala tres etapas en el período adulto

1.- Adulto temprano el adulto joven (entre 18-40 años) posee gran vitalidad y
fortaleza física, ahora cuenta con una identidad ya estructurada y está preparado para
establecer afiliaciones para entregarse a la intimidad. A partir de este momento su
actuación será, a diferencia del adolescente, en función de sus posibilidades reales, y
podrá mantener constantes negociaciones entre las demandas sociales y sus propios
intereses.

2.- Adulto medio (40 – 60) el desarrollo de la persona durante este segundo
momento de la etapa adulta es comúnmente conocido como los años medios que, para
un gran número de autores, corresponde al período óptimo de desarrollo y madurez
del adulto. La persona cuenta con una mayor capacidad en sus características laboral,
intelectual y emocional. El grado de desarrollo alcanzado varía según los atributos de
cada individuo y del aprovechamiento de las alternativas que se le hayan presentado,
de acuerdo a su medio social. Y

3.- Adulto tardío (más de 60) en esta fase se enfrenta a una serie de
restricciones físicas y sociales que afectan su autoestima; por un lado, el deterioro
fisiológico es mayor lo que disminuye su capacidad física y le impide el desarrollo de
las actividades que anteriormente venía realizando, llevándolo a una cierta
dependencia de los demás.

De acuerdo a la escuela del Dr. Fernando Bianco, nos encontramos en el


periodo diferenciado, el cual comienza entre los 18-21 años y continúa por el resto de
la vida. Durante este periodo el individuo suele completar su aprendizaje
discriminativo, adquiriendo en la mayoría de los casos un patrón heterosexual. Esto
no significa que la variante fisiológica se haya extinguido, sino que se ha limitado su
acción en respuesta a la adaptación social para evitar conflictos.

Dra. Desiree Alvarado Torge – Dra. María Laura Delgado Rodríguez


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En el modelo fisiológico la unidad básica es el organismo. En el modelo


sociocultural la unidad básica es la norma. Entendiéndose por norma a una regla o
patrón establecido, el cual rige los comportamientos sociales en general. La
adquisición o la aceptación de una norma requiere un aprendizaje.

ADULTO A NIVEL BIOLOGICO:

El nivel de actividad sexual en el adulto joven es importante, ya que cuando


comienza temprano persiste hasta mayor edad. El pico de la capacidad sexual en la
mujer es hacia los 30 años, cuando está en máxima capacidad reproductiva y en estas
circunstancias el deseo es mutuo.

En la edad media de la vida, la mujer responde más que el hombre, ya que hacia
los cincuenta años éstos notan una disminución de la intensidad y una lentitud natural
de la respuesta sexual. Las mujeres se ven menos susceptibles a la pérdida de la
función sexual con la edad, ya que no hay pruebas de que la menopausia resulte en
pérdida del deseo sexual; al contrario, para algunas produce aumento del mismo.

Para los hombres de edad la función sexual está influenciada por la salud,
experiencias sexuales pasadas, grandes satisfacciones vitales, capacidad para
adaptarse, clase social y nivel educacional. En la mujer tiene mucha importancia el
estado marital, así como también el estado psíquico y emocional de su pareja y las
creencias religiosas.

Con el propósito de conocer las principales variaciones que en esta área se


presentan y determinan fisiológicamente, las respuestas generales en las fases del
ciclo sexual en el envejecer, pero, especialmente, como herramienta para la reflexión
en los siguientes apartados acerca de la influencia que tales modificaciones
fisiológicas y las creencias en torno a ellas, podrían tener sobre la vivencia y asunción
de la sexualidad en las personas en su envejecer, se hará una muy breve exposición de
los cambios normales y esperados tanto en hombres como en mujeres de mediana
edad y en la vejez. Para tales efectos se tomarán como base los trabajos efectuados por
Master y Johnson, así como los aportes de Salvarezza y Butler y Lewis.

El término respuesta sexual designa el conjunto de cambios psicológicos,


neurofisiológicos, vasculares y hormonales que acompañan a la realización de actos
sexuales.

La respuesta masculina sigue el modelo sexual lineal con las fases de excitación,
meseta, orgasmo y resolución. La respuesta femenina sigue un modelo cíclico en el
que hay un feedback entre aspectos físicos, emocionales y cognitivos

A lo largo de los últimos años han aparecido diferentes modelos para definir la
respuesta sexual humana. A principios de la década de 1950, Masters y Johnson, tras
estudiar la fisiología y psicología sexual humana, desarrollaron el modelo sexual lineal

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tanto para hombres como para mujeres, con estadios secuenciales de excitación,
meseta, orgasmo y resolución.

La fase de excitación puede durar de varios minutos a varias horas. En esta fase
en ambos sexos aumenta el nivel de tensión muscular, la frecuencia cardíaca,
frecuencia respiratoria, hay erección de los pezones, aparece rubor sexual. En el
hombre hay erección del pene, hay aumento del tamaño y elevación de los testículos,
tumescencia del glande, aparece una secreción mucoide, secreción prostática y
seminal. En la mujer hay tumescencia del clítoris y labios menores, lubricación
vaginal, alargamiento de la vagina, estrechamiento del tercio externo de la vagina,
elevación del clítoris, secreción de las glándulas parauretrales de skene.

En la fase de meseta, que se mantiene hasta el orgasmo, estos cambios se


intensifican. En ambos sexos aumentan la presión arterial y las frecuencias cardíaca y
respiratoria, y se produce una repentina liberación de la tensión nerviosa. En el
hombre la vejiga se cierra para evitar la mezcla de orina con semen, hay contracción
de la vesícula seminal, próstata y conducto deferente, contracción del musculo
bulbocavernoso e isquiocavernoso de forma rítmica, inicialmente los fluidos
seminales se acumulan en el bulbo uretral de la glándula prostática. A medida que se
acumulan, siente que va a eyacular y esa sensación se experimenta como inevitable e
incontrolable. En la mujer hay contracción uterina, contracción de la musculatura
vaginal y piso pélvico.

Durante la resolución, en ambos sexos ocurre sudoración, descenso de la presión


arterial, descenso de la frecuencia cardiaca y secreción de prolactina
experimentándose una sensación general de bienestar. En el hombre hay involución
de la erección. En la mujer disminuye la congestión pelviana, hay pérdida de la
tumescencia de clítoris y labios menores. Muchas mujeres pueden volver de nuevo a la
fase orgásmica con mínimos estímulos y pueden experimentar orgasmos repetidos
durante más de una hora. Los hombres tienen un período refractario en el que no

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pueden tener orgasmos aunque sí pueden mantener una erección parcial o completa.
Este período tiene una duración variable, desde pocos minutos a varios días.

Así, en términos generales Master y Johnson (1978), concluyen que tanto en el


hombre como en la mujer en relación con el envejecimiento, se presentan cambios
objetivos normales en la capacidad de respuesta y tiempo de reacción ante los
estímulos sexuales, observándose también que la actividad sexual regular puede
evitar algunos de los inconvenientes ligados al envejecimiento tales como la disuria y
la dispareunia en la mujer y la dificultad en el hombre de alcanzar por completo la
erección. Por otra parte y en lo que se refiere a aspectos más específicos asociados con
cada uno de los géneros, se concluye que:

En el hombre las mayores diferencias encontradas en relación con los más


jóvenes, responden a la duración de cada una de las fases del ciclo sexual,
presentándose mayor lentitud en la erección, el acoplamiento y la eyaculación.

En el adulto joven la erección es más fácil de alcanzar, a medida que va


avanzando en edad hacia la mediana edad la erección comienza a ser un poco más
difícil de alcanzar.

Señalan también (Master y Johnson, 1978), que se presenta la reducción de la


presión eyaculatoria. Paralelamente, la sensación de inevitabilidad eyaculatoria y de
que “la eyaculación se aproxima” —en el que no se puede controlar ni demorar el
proceso— que experimenta el hombre joven en un intervalo de dos a tres segundos,
se reduce, de forma significativa en el hombre después de los 50 años de edad hasta
perderse toda sensación de esta inevitabilidad en la eyaculación.

En el periodo refractario hay 2 diferencias con el adulto joven, primero el


periodo refractario se hace más largo en la mediana edad, segundo la detumescencia
del pene después de la eyaculación es más rápida en el adulto joven que en el adulto
de mediana edad.

Con respecto a la mujer y también en relación con las adultas jóvenes, Master y
Johnson (1978), señalan que la diferencia se observa finalizando la etapa de adulto de
mediana edad, la marca la aparición de la menopausia que designa el climaterio
femenino en el que ya no es posible procrear.

Destacan asimismo, al igual que Butler y Lewis (1988), que uno de los cambios
que en este período podrían acarrear dificultades para el acto sexual es el relacionado
con la lubricación vaginal que requiere de mayor tiempo, como producto tanto de la
disminución de esteroides, como por las modificaciones de la estructura de la pared
de la vagina que empieza a adelgazarse y a irritarse con mayor facilidad, provocando
dolor; dolor producido particularmente cuando el coito es prolongado o tras un largo
período sin contacto sexual.

Dra. Desiree Alvarado Torge – Dra. María Laura Delgado Rodríguez


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Se indica así que en la mujer joven el tiempo requerido para la lubricación es


de 10 a 30 segundos, mientras que en la mayor (después de los 50 años y
especialmente después de los 60) es de 1 a 3 minutos (Master y Johnson, 1978).

Por otra parte plantean a su vez (Master y Johnson, 1978), que en la mujer
postmenopáusica la fase orgásmica dura menos que en la joven, repitiéndose las
contracciones de 3 a 5 veces, mientras en la joven de 5 a 10, no obstante aclaran, que
en las mismas mujeres que mantenían con regularidad actividad sexual, las
contracciones se producían de 4 a 6 y aún 7 veces. Sostienen por consiguiente que: …
A pesar de los cambios involutivos de los órganos reproductores, la mujer añosa
puede presentar una respuesta normal al nivel orgásmico de tensión sexual efectiva.
La falta de esteroides reduce en primer término la rapidez e intensidad de la
respuesta fisiológica. Cuando existe reducción en el nivel de tensión psicológica, por lo
general es secundaria a la pérdida de la capacidad fisiológica, y no efecto directo de la
falta de esteroides.

Por estas razones al igual que en el caso del hombre, Master y Johnson (1978),
coinciden en que en la mujer de mediana edad, más enfocado a la mujer
posmenopáusica, la actividad sexual genital mantenida regularmente, coadyuva a
enfrentar de forma satisfactoria las dificultades presentadas en la fisiología sexual
como producto del paso de los años, tal y como ha sido mencionado en lo que
corresponde a la disuria y a la dispareunia cuando no existen otros factores asociados.

EN EL ADULTO JOVEN A NIVEL PSICOSOCIAL:

Poseen gran vitalidad y fortaleza física, Identidad ya estructurada y está


preparado para establecer afiliaciones para entregarse a la intimidad.

A partir de este momento su actuación será, a diferencia del adolescente, en


función de sus posibilidades reales, y podrá mantener constantes negociaciones
entre las demandas sociales y sus propios intereses.

Aspectos importantes a nivel psicosocial y la sexualidad en el adulto joven se


menciona:

La Soltería: En los últimos años se ha registrado un aumento en el número de jóvenes


solteros en nuestra sociedad. «Soltería», nada de matrimonio, éste es ahora el estilo de
vida más común entre las personas que rondan los veinte años de edad.

¿Por qué permanecen solteras las personas?

Son muchos los factores que contribuyen al incremento de personas solteras.

 En primer lugar, muchos posponen el matrimonio con el fin de alcanzar sus


metas educativas y profesionales. Mucha gente joven decide compartir piso con
su pareja (cohabitación), al menos durante un tiempo, en lugar de casarse.

Dra. Desiree Alvarado Torge – Dra. María Laura Delgado Rodríguez


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 Las personas solteras tienen ahora menos problemas que antes en la sociedad,
aunque aún hoy hay sociedades en las que las personas que no han contraído
matrimonio son vistas como inadaptadas o fracasadas, por no seguir los
estereotipos marcados por la sociedad.
 Muchas personas solteras no eligen serlo. Algunos permanecen solteros
porque aún no han encontrado a la pareja perfecta.
 Aun así, muchos jóvenes ven la soltería como una alternativa, una forma de
vida sin límites fijados, no como un estado que precede al matrimonio.
 Las mujeres ya no dependen económicamente de un hombre, como lo hacían
sus madres o abuelas, gracias a las amplias posibilidades laborales a las que
pueden acceder ahora. Una parte de las mujeres con estudios, al igual que los
hombres con carrera, deciden quedarse solteras, al menos durante un tiempo,
para centrarse en su vida profesional.

Pero la soltería no es un estado civil libre de problemas. Muchos solteros están


solos. Algunos solteros expresan su preocupación por la carencia de una relación
social constante, significativa. Otros, normalmente mujeres, están preocupados por su
seguridad física. Algunas personas que viven solas encuentran dificultades a la hora
de satisfacer sus necesidades íntimas, de relaciones sociales, sexuales o de apoyo
emocional. A pesar de estas preocupaciones, la mayoría de los solteros están bien
adaptados a su situación y se sienten satisfechos.

Los solteros que tienen un gran número de amigos y se sienten apoyados por ellos
tienden a estar más satisfechos con su estilo de vida. No existen unas pautas
establecidas para la soltería. Los solteros difieren en sus intereses sexuales y estilos
de vida. Muchos alcanzan una seguridad emocional y psicológica por medio de
relaciones íntimas dentro de un círculo de amigos. La mayoría son sexualmente
activos y practican la monogamia en serie. Otros solteros mantienen una relación
sexual con una pareja estable, junto con otras relaciones que les surgen
ocasionalmente.

Cohabitación: Aunque se centra mucho la atención en los estudiantes universitarios


que viven juntos, de hecho la cohabitación es más frecuente entre personas con menos
formación académica y menor nivel adquisitivo (Willis & Michael, 1994). Más de la
mitad (56 por ciento) de los matrimonios que tuvieron lugar en la década pasada
estuvieron precedidos por un periodo de cohabitación (Smock, 2000). También
resulta que cerca del 55 por ciento de las parejas que cohabitan terminan contrayendo
matrimonio, lo cual ha llevado a sugerir a algunos científicos sociales que la
cohabitación es un nuevo estado de compromiso. Aun así, cerca del 40 por ciento de
estas parejas casadas después de cohabitar terminan divorciándose más tarde, con lo
que un «ensayo matrimonial» podría no ser suficiente para proporcionar a las parejas
la información que necesitan el uno del otro.

¿Por qué cohabitan las personas?

 Por muchas razones.

Dra. Desiree Alvarado Torge – Dra. María Laura Delgado Rodríguez


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 La cohabitación, como el matrimonio, es una alternativa a la soledad que


conlleva vivir solo.
 Las parejas románticas pueden sentir profundos sentimientos el uno por el
otro, pero no estar preparadas para el matrimonio.
 Algunas parejas prefieren la cohabitación porque es una manera de alcanzar
una relación sin papeles legales de por medio (Hussain, 2002; Marquis, 2003).
 La disposición para la cohabitación está relacionada con actitudes más
liberales hacia la conducta sexual y un punto de vista menos tradicional del
matrimonio y de los papeles de género (Hussain, 2002; Marquis, 2003; Smock,
2000). Por ejemplo, la cohabitación es más frecuente entre los divorciados que
entre personas que no han estado casadas anteriormente (Smock, 2000).
 Muchas de las personas que cohabitan están menos comprometidas en sus
relaciones de lo que lo están las personas casadas (Hussain, 2002; Marquis,
2003).
 Los factores económicos también juegan un papel en la cohabitación. El
compromiso emocional de las parejas podría llevarles a cohabitar para
compartir los gastos de la vivienda.

EN EL ADULTO CONTEMPORANEO A NIVEL PSICOSOCIAL:

Tenemos que es un período óptimo de desarrollo y madurez del adulto. La


persona cuenta con una mayor capacidad en sus características laboral, intelectual y
emocional. El grado de desarrollo alcanzado varía según los atributos de cada
individuo y del aprovechamiento de las alternativas que se le hayan presentado, de
acuerdo a su medio social.

Continuando con el tema de vida en pareja en general en esta etapa de la vida aparece el
Matrimonio:

¿Sigue siendo popular el matrimonio?

Aparentemente sí. La mayoría de las personas, en todas las sociedades


conocidas, que son casi todas, se casan al menos una vez. El matrimonio sigue siendo
nuestro estilo de vida más común, pero no por mucho más tiempo. En el año 2000, el
52 por ciento de las familias en Estados Unidos, por ejemplo, estaban encabezadas por
parejas casadas, mientras que en el año 1990 la cifra alcanzaba el 55 por ciento
(Armas, 2000). Aun así, la gente sigue considerando el matrimonio como algo
permanente.

Dra. Desiree Alvarado Torge – Dra. María Laura Delgado Rodríguez


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¿Por qué se casan las personas?

 Las personas se casan por muchas razones, incluso en la era de la cohabitación.


 El matrimonio satisface necesidades personales y culturales.
 Legitima las relaciones sexuales y proporciona sanciones legales para
relaciones profundamente comprometidas.
 Permite mantener una vida hogareña y proporciona una institución en la que
los hijos pueden sentirse apoyados e integrados en una sociedad.
 El matrimonio restringe las relaciones sexuales, por lo que el hombre puede
asegurarse —o al menos asumir— que los hijos de su esposa son también de él.
 El matrimonio permite pasar las propiedades de un familiar a otro y de una
generación a otra.
 Las ideas de amor romántico e igualdad y el concepto radical de que tanto los
hombres como las mujeres pueden aspirar al ideal de fidelidad, son adiciones
recientes que se han hecho al matrimonio en la sociedad occidental.
 La idea del amor como base del matrimonio no se extendió en la cultura
occidental hasta el siglo XIX.

¿Qué ocurre si el matrimonio no funciona? El divorcio:

¿Por qué se divorcia la gente?

 La relajación de las restricciones legales del divorcio, especialmente el


llamado «divorcio sin faltas», ha hecho más fácil obtener el divorcio. Hasta
mediados de la década de 1960, el adulterio era la única razón legal de
divorcio en el Estado de Nueva York. Otros Estados eran igualmente
estrictos. Pero ahora que se han promulgado las leyes del divorcio sin faltas
en casi todos los Estados, se otorga el divorcio sin que exista una mala
conducta matrimonial.
 También el incremento de mujeres económicamente independientes ha
contribuido al aumento de divorcios. Muchas mujeres disponen de los
medios económicos para romper con un matrimonio problemático.
 Hoy en día hay más personas que en generaciones anteriores, que
consideran el matrimonio una condición que puede ser alterada. De igual
modo, las personas de hoy tienen mayores expectativas del matrimonio que
sus padres o abuelos.
 Esperan sentirse completos como personas, así como sentirse parte de una
institución familiar y criar a sus hijos. La mayoría de las personas quieren
ser felices en su matrimonio.
 En la actualidad, las razones más comunes para obtener el divorcio son los
problemas de comunicación y la falta de entendimiento.

Las claves que predicen un divorcio, hoy día, incluyen las críticas del marido, la
indefensión, el desprecio y evitar el diálogo directo, pero no la falta de apoyo
financiero (Carrère et al., 2000; Gottman et al., 1998).

Dra. Desiree Alvarado Torge – Dra. María Laura Delgado Rodríguez


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El divorcio también puede provocar sentimientos de fracaso como cónyuge y como


padre, soledad e incertidumbre acerca del futuro y depresión. Las personas casadas
parecen afrontar de mejor modo los inconvenientes de la vida, quizás porque pueden
apoyarse el uno en el otro.

Las personas divorciadas o separadas tienen un mayor riesgo de sufrir


enfermedades físicas y mentales (Carrère et al., 2000; Gottman et al., 1998). Incluso
presentan índices más altos de suicidio (Carrère et al., 2000; Gottman et al., 1998).

Por otro lado, el divorcio puede permitir el crecimiento y la renovación personal,


una oportunidad para tomar las riendas de la vida de uno mismo y establecer una
nueva, más gratificante. A pesar de las dificultades de adaptación, la mayoría de las
personas divorciadas se recuperan de la situación. La mayoría se vuelven a casar.
Entre las personas de más edad, los hombres divorciados, más que las mujeres
divorciadas, tienden a contraer matrimonio de nuevo, por una parte, porque los
hombres suelen fallecer antes que las mujeres (por lo que el número de hombres
disponibles es menor), y por otra, porque los hombres mayores tienden a casarse con
mujeres más jóvenes. Pero los matrimonios en segundas nupcias corren un riesgo
mayor de acabar en divorcio (Lown & Dolan, 1988). Una razón es el factor de
selección.

Las personas divorciadas suelen estar menos dispuestas a aguantar un


matrimonio con problemas. Muchas personas divorciadas que vuelven a casarse
tienen que mantener pensiones al cónyuge y a los hijos, gastos que ponen a prueba al
nuevo matrimonio. Y muchos aportan al nuevo matrimonio los hijos de los anteriores.

CRISIS DE LA MEDIANA EDAD:

El psicólogo estadounidense Daniel J. Levinson fue el primero que la


conceptualizó. La crisis de los 40, también llamada “crisis de la mediana edad”, es
aquella que aparece cuando, al bordear la cuarta década, hacemos un balance de
nuestro transcurso vital. Analizamos lo que siempre hemos querido ser o tener y lo
que somos y tenemos realmente y concluimos que no concuerdan. Está altamente
influida por la presión social a la que estamos sometidos para cumplir
ciertas expectativas sociales, como encontrar el amor de nuestra vida, tener hijos,
éxito profesional, un físico envidiable, estar rodeado de amigos, etc. Surge ante
preguntas del tipo: ¿quiero esta vida el resto de mi vida?, ¿he perdido el tiempo?, ¿qué
no he hecho aún? Y, en último término: ¿he fracasado?

Guardini coloca la edad del adulto maduro entre los 40 y 60 años. Como para
toda edad, también para la mediana edad identifica la crisis (lo que caracteriza el
pasaje de la fase anterior) y la solución positiva. Él llama a la crisis de esta edad,
«crisis del límite»: es la desilusión que la vida manifiesta, no existe el sentido de la
novedad, sino el de lo ya visto o de lo ya experimentado

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En la perspectiva psicosocial de Erikson, la mediana edad vive el «conflicto


entre generatividad vs estancamiento» La primera es la actitud de ocuparse de los
otros, la atención y capacidad de utilizar las propias habilidades productivas para el
bienestar de los otros. El estancamiento en cambio, es la detención de lo generativo, la
incapacidad para expresar los propios dones en pro de los demás o la tendencia a
usarlos en forma egocéntrica. Según Erikson, las virtudes adquiridas en esta fase son
el servicio, la dedicación, la eficacia.

Podemos afirmar por lo tanto, que en la mediana edad, el varón y la mujer


viven un estado psicológico que es capaz de retirar la confianza en sí mismos y dejar
caer en la duda sobre el propio equilibrio emotivo/afectivo. Todo es una confusión
desde el punto de vista físico, psicológico, espiritual.

Existen algunos factores o causas que podrían propiciar la temida crisis de la


mediana edad como son: Ausencia de nuevos estímulos, Rutina en la pareja,
Inseguridad, Exceso de responsabilidades, Aislamiento, Autoestima baja

Cumplir años afecta de manera diferente a hombres y mujeres, ya que


socialmente se esperan cosas diferentes en cada sexo y tiene que ver con los roles de
género. También estamos en una sociedad que sobrevalora la juventud, equiparándola
a éxito, dinamismo, deseabilidad, etc. Por lo que la pérdida de juventud se asocia a lo
contrario. Esto afecta a ambos sexos, pero genera reacciones diferentes.

En esta etapa suelen aparecer cambios abruptos y poco sólidos en la


persona; síntomas que podrían indicar que la persona se encuentra frente a la crisis
de los cuarenta. Algunas de esas señales son: Empezar a salir más por las noches,
Hacerse tratamientos y operaciones estéticas, Ser infiel, Gastarse el dinero en lujos o
caprichos, Hacer realidad fantasías y sueños

Respecto a la duración, puede ser muy variable según la persona; días o incluso
años, dependiendo de cómo se gestione. Una persona con habilidades para afrontar y
resolver problemas, que tiene una buena red social y hobbies, sentirá la crisis de los
cuarenta poco o nada. Las personas muy autoexigentes o con creencias muy rígidas
sobre la belleza y el éxito es probable que sientan más los efectos de la crisis.

Cada persona interpreta la realidad de una manera única, por lo que no existen
hechos que afecten a todas las personas por igual. Básicamente existen dos tipos de
crisis:

Circunstancial: ocurre ante un cambio importante que hace que se


desestructure nuestra estabilidad (una muerte cercana, un despido laboral, una
separación, etc.)

Evolutiva: periodos de malestar psicológico debido a los cambios propios de


cada etapa de la vida como un cambio de roles o transiciones biológicas.

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Encontramos ejemplos de ello en la adolescencia, cuando nos independizamos,


ante el matrimonio, al convertirnos en padres, cuando sufrimos el síndrome del
nido vacío, con la llegada de la jubilación, etc. La crisis de los cuarenta
pertenece a este tipo de crisis, la evolutiva.

Mujeres y la crisis de los 40

Las mujeres suelen preocuparse más sobre el hecho de ser madres y la


posibilidad de no tener hijos, algo que está directamente relacionado con la
inminente menopausia. Por otro lado, las mujeres se sienten más vulnerables a nivel
físico debido a las presiones estéticas y el ideal social de belleza. Por lo que la crisis
suele afectarles más a nivel de autoestima y seguridad personal, embarcándose
en operaciones estéticas o cambios de look.

Hombres y la crisis de los 40

Los hombres suelen frustrarse más por no haber cumplido sus expectativas
profesionales o no haber alcanzado el estatus deseado. Además, tienden a intentar
recuperar el tiempo perdido o lo que considera que les faltó en otra época. Esto a
menudo da lugar a infidelidades o huida del compromiso.

Si bien no todas las personas tienen por qué caer en crisis ante las mismas
circunstancias, no existe una vida sin crisis, son inevitables. Bien gestionadas dan
lugar a crecimiento personal pero, mal gestionadas dan lugar a una
psicopatología (depresión, ansiedad, etc.), lo que indicaría la necesidad de ayuda
psicoterapéutica.

SEXUALIDAD EN LA TERCERA EDAD:

La tercera edad es un concepto que nace como la necesidad de marcar una


edad cronológica para determinar cuando una persona debe dejar de laborar
activamente y comenzar su proceso de jubilación. Implícitamente está asociada a la
idea de que a determinada edad comienza el individuo un proceso de involución de
perdida de las facultades que posteriormente lo imposibilitaran para ejercer un
trabajo productivo en desmedro de quien se beneficia de este trabajo.

TERCERA EDAD A NIVEL BIOLOGICO:

Masters y Johnson afirmaban que la vejez es compatible con una rica vida
sexual, pero que está frecuentemente afectada por seis aspectos: la monotonía, las
preocupaciones profesionales, el cansancio físico y mental, el temor al fracaso, el
exceso en alimentos y bebidas alcohólicas y finalmente las enfermedades orgánicas.
Un factor que determina el continuar teniendo una vida sexual activa es la
disponibilidad de compañero-a, lo cual está en relación directa con la longevidad de
las personas.

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En el hombre:

Excitación: En el hombre se
presenta una disminución gradual
del deseo sexual, que a menudo
puede presentarse de forma
imperceptible. Existen factores que,
aunque no hacen parte del
envejecimiento normal, inciden en
la disminución del interés sexual
entre los que están: la presencia de
enfermedad, el uso de
medicamentos, las alteraciones en
la auto-imagen corporal y el retiro laboral con la consiguiente pérdida de su
productividad económica, circunstancias que lo pueden hacer sentir menos atractivo.
Hay disminución de la rigidez del pene.

Meseta: hay una prolongación de la fase de meseta, hay disminución de las


secreciones pre-eyaculatorias.

Orgasmo: es de corta duración, disminución de la fuerza eyaculatoria, del


volumen seminal y de la urgencia eyaculatoria.

Fase de resolución: hay prolongación del periodo refractario. Detumescencia y


descenso testicular rápido.

En la mujer:

Durante la fase de excitación


la erección de los pezones
continúan con el mismo patrón que
en la mujer joven, a pesar de que
hay disminución en la elasticidad
mamaria y una menor
vasocongestión mamaria. El clítoris
disminuye su tamaño pero conserva
su sensibilidad, esto hace que
requiera de estímulos más directos
y suaves que antes.

En la fase de meseta, el clítoris se eleva y el glande debajo de su caperuza en los


labios menores se expone de forma semejante como sucede en mujeres jóvenes. La
vagina experimenta una expansión de los dos tercios internos, aunque ésta disminuye
en la sexta y séptima décadas de vida. Las glándulas de Bartholino producen alguna
lubricación adicional en el tercio externo de la vagina sobre todo durante un coito

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prolongado. Esto se reduce después de los 60 años en la mayoría de las mujeres. La


mujer saludable permanece orgásmica y multiorgásmica hasta la vejez avanzada,
aunque la experiencia es menos intensa, y con una menor duración.

Durante el orgasmo el útero presenta contracciones rítmicas; muchas mujeres


al tener relaciones experimentan una presión en el cérvix que es poco placentera; en
otras, esta presión produce una intensa excitación que es producida por la presión
que ejerce el pene hacia el cérvix y al útero y de estos a los ligamentos anchos y a las
membranas peritoneales, constituyéndose en un mecanismo importante para la
producción del orgasmo.

Durante la fase de resolución la erección de los pezones disminuye de forma


más lenta que en las mujeres jóvenes. El clítoris retorna con rapidez a su posición
inicial. Los dos tercios superiores de la vagina se encogen mucho más pronto en la
mujer de la tercera edad, debido a la disminución de la elasticidad. La mujer de la
tercera edad no experimenta ningún cambio en el período refractario, y después de un
período de reposo mínimo (minutos), es capaz de repetir el ciclo de la respuesta
sexual.

Entre alguno de los cambios más evidentes a nivel biológico con la tercera edad
tenemos:

En la mujer:

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El efecto que tienen los cambios del envejecimiento normal sobre la actividad,
la capacidad y el interés sexual varía en las mujeres de la tercera edad. Además, estos
están influidos por factores sicológicos, sociales y culturales. El patrón de la respuesta
sexual sigue las mismas etapas en las mujeres de todas las edades. A nivel del deseo
sexual, el interés sexual en la mujer sigue un patrón distinto al del hombre. En
contraste con los hombres, el pico de interés sexual femenino está entre los 30 y 40
años, y a menudo se mantiene hasta después de los 60 años.

Los estrógenos tienen un efecto significativo en los cambios fisiológicos de los


genitales, pero no hay evidencia de que afecten en forma directa el deseo sexual. La
menopausia se presenta en la mayoría de las mujeres entre los 40 y 50 años de edad;
esto demuestra que la menopausia por sí misma no afecta el interés sexual femenino y
de forma contraria al concepto que se tiene sobre ella, un gran número de mujeres
postmenopáusicas experimenta un aumento del deseo sexual, que en parte es debido
a un incremento en la acción de los andrógenos, favorecido por la deficiencia
estrogénica y por la disminución del temor a un embarazo no deseado.

El período de transición referido como peri-menopáusico se caracteriza por


cambios hormonales múltiples en el eje hipotálamo-hipófisis-ovario. El número de
folículos ováricos desciende y el tamaño del ovario disminuye. Los cambios en los
ovarios llevan a la ausencia de la ovulación y a la formación del cuerpo lúteo y
disminución en la síntesis y secreción de estradiol. Estos cambios hormonales tienen
efectos sistémicos, en especial en las estructuras urogenitales. Como resultado de lo
anterior, hay una pérdida gradual de los tejidos del área genital, sobre todo en la
región vulvar lo que produce aplanamiento del monte de Venus y disminución en la
firmeza de los labios mayores.

El patrón rugoso y grueso de la pared de la vagina disminuye, su revestimiento


se hace delgado y menos elástico. La vagina se alarga y su elasticidad disminuye. El
meato urinario está menos protegido al envejecer debido a que el tejido adiposo
disminuye y hay atrofia de los labios. Esto puede generar incontinencia urinaria,
irritación y cistitis. La llamada «Cistitis de la Luna de Miel» puede ocurrir a cualquier
edad, pero la mujer de la tercera edad es más susceptible a ella, debido a los cambios
hormonales que se presentan. La lubricación que ocurre de forma rápida durante la
fase de excitación sexual en la mujer joven, con el envejecimiento se torna lenta y
disminuye en su cantidad; por ejemplo una mujer a los 30 años produce a menudo
lubricación adecuada para el coito en 15 a 30 segundos mientras una mujer de 60
años puede necesitar hasta 5 minutos; sin embargo, con juegos sexuales y estímulos
adecuados y suaves, la mujer de la tercera edad tendrá una lubricación apropiada.

Durante esta época se presentan cambios importantes en la vida de las


mujeres. Su papel como madre cambia a medida que los hijos crecen y se
independizan del hogar, por lo cual al disponer de mayor tiempo para ellas, puede ser
momento para el reencuentro con sus parejas y así experimentar un interés renovado
en sus actividades sexuales. A pesar de los varios cambios que tienen lugar en la

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mujer, los resultados en su funcionamiento sexual no son tan severos como sí sucede
en el hombre. Parece que no hay un tiempo biológico más allá del cual la mujer no
pueda experimentar una respuesta sexual completa.

En el hombre:

La causa de la disminución gradual en el deseo sexual es multifactorial, pero


cursa en asocio con una reducción en la secreción testicular de testosterona, la cual
disminuye a partir de los 40 años en un 1% por año, lo que probablemente juegue un
papel importante en la disminución de su interés sexual.

A nivel testicular se presenta disminución de su volumen con fibrosis y


reducción en el número de células de Leydig, las cuales pasan de 700 millones a los 20
años a 200 millones a los 80 años. Con el envejecimiento se necesita un mayor
estímulo directo para lograr la erección, lo cual es ocasionado por una disminución en
la sensibilidad peneana.

La causa de esta reducción es originada por un compromiso en la función


nerviosa, debido a cambios asociados con el envejecimiento los cuales producen una
disminución gradual en la velocidad de conducción nerviosa y una pérdida de la
sensación vibratoria a nivel del pene y a un aumento gradual en la prevalencia de las
enfermedades crónicas las cuales afectan la fisiología neuronal.

Las enfermedades que con mayor frecuencia se presentan en el hombre


anciano, y que pueden comprometer su función sexual incluyen la osteoartritis, la
hipertensión arterial sistémica, la enfermedad vascular y la diabetes mellitus.
También se presenta una disminución en la rigidez del pene, aunque es necesario
determinar si esta disminución hace parte de los cambios normales del
envejecimiento, ya que hay estudios realizados en hombres donde se encontró una
adecuada función eréctil en edades extremas, pero se debe tener en cuenta que estas
personas hacen parte de sociedades no industrializadas, las cuales tienen dietas,
estilos de vida y expectativas sociales diferentes de las de occidente.

En general, la mayoría de los hombres desarrolla una disminución progresiva


de su función eréctil que se relaciona con una combinación de degeneración neural y
enfermedad vascular. Para que se produzca una adecuada rigidez del pene se requiere
de un flujo arterial aumentado, por lo cual la enfermedad arterial oclusiva puede
alterar la erección. Sin embargo, a pesar de un flujo arterial adecuado, las erecciones
pueden estar afectadas por la presencia de insuficiencia venosa peneana, ya que el
sistema venoso sirve no sólo como drenaje para la sangre arterial peneana, sino
también como un mecanismo para promover la rigidez eréctil al ocluirse y atrapar la
sangre necesaria para la erección .

Con la edad la fuerza eyaculatoria declina, disminución ésta que se relaciona


con pérdida del tono en los músculos del periné y de sus estructuras adyacentes. De

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forma adicional hay una reducción del volumen seminal debido al proceso de
envejecimiento de los testículos, la próstata, y las glándulas de Cooper, que son las
estructuras que lo producen.

Con el envejecimiento uno de los cambios sexuales más importantes es la


disminución de la urgencia eyaculatoria. En la mayoría de los hombres en su época de
juventud, el estímulo sexual se asocia con un fuerte deseo de alcanzar el clímax, cuya
incapacidad para controlarlo puede ocasionar eyaculación precoz, problema notorio
en la adolescencia y en la adultez temprana, que en contraste con el envejecimiento
mejora, ya que al prolongarse la fase de meseta disminuye la urgencia eyaculatoria, lo
cual se presenta después de los 30 años de edad. De tal manera que el hombre,
además de tener un contacto coital prolongado, puede disfrutar de juegos y caricias
que enriquecen la relación y satisfacen a su pareja, sin la urgencia del escape
orgásmico.

Otro cambio asociado con la edad en la actividad sexual masculina es la


prolongación del período refractario. Con el envejecimiento, el período requerido
entre coitos se prolonga. Durante la edad media este período refractario puede ser tan
largo como 24 horas, y durante la vejez tan larga como una semana. Esta prolongación
gradual del período refractario es una explicación adicional para la disminución en la
frecuencia de las relaciones coitales al envejecer.

TERCERA EDAD A NIVEL PSICOSOCIAL:

En esta fase se enfrenta a una serie de restricciones físicas y sociales que


afectan su autoestima; por un lado, el deterioro fisiológico es mayor lo que disminuye
su capacidad física y le impide el desarrollo de las actividades que anteriormente
venía realizando, llevándolo a una cierta dependencia de los demás.

La autopercepción del atractivo sexual es un factor social muy importante. La


sociedad, en general, cree que las mujeres de la tercera edad son las que pierden más
pronto su atractivo sexual, posiblemente debido a que se produce una pérdida más
precoz de la capacidad de procreación en relación con el hombre.

El climaterio anticipa el "sentimiento de vejez" en la mujer, sentimiento que en


el hombre sucede dos décadas después, cuando comienza a perder prestigio. En
general, para las mujeres la sexualidad sigue siendo algo negado, víctimas de la
educación y la cultura. Es un mito considerar que se pierde el apetito sexual. Lo único
que se ha probado es que la duración de la fase orgásmica en la mujer de 50 a 70 años
sufre una disminución paulatina que no tiene mayor importancia.

Muchas mujeres creen erróneamente que terminada su función reproductiva


se pierde, también, la función sexual. Pero la sexualidad permanece sin muchos
cambios. La respuesta sexual física a la estimulación se mantiene a pesar de los
cambios hormonales de la postmenopausia. Un porcentaje importante de

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responsabilidad sobre este aspecto recae en ciertos hábitos culturales y sociales: en


general no se considera correcto hablar públicamente de la sexualidad, y en el caso
concreto de los ancianos, suele parecer hasta "improcedente" plantear la posibilidad
de que vivan su propia sexualidad. Paradójicamente, la formación de nuevas parejas
en la edad madura suele ser mal recibida. Todos estos mitos y prejuicios sociales
castigan al anciano, privándole de su derecho de mantener su actividad sexual
satisfactoria.

De acuerdo a estudios epidemiológicos, el hecho de perder la pareja es uno de


los factores determinantes de mayor peso del cese de la actividad sexual. A esto se
suma que, la interrupción prolongada de la vida sexual de un sujeto mayor dificulta la
recuperación posterior de dicha actividad. Les resulta muy difícil la idea de obtener
placer nuevamente con otra pareja distinta a su antigua pareja, especialmente cuando
la convivencia con la persona fallecida fue satisfactoria o prolongada

Mitos que existen sobre la sexualidad en los ancianos.

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BIBLIOGRAFIA:

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Salud. Curso de orientación sexual y salud reproductiva. México D.F,. Secretaría
de Salud, 24 feb. 1992. p.67-74
2. Wong Corrales LA, Álvarez Rodríguez Y, Domínguez Miranda MC, González
Inclán A. «La sexualidad en la tercera edad. Factores fisiológicos y
sociales. » Rev Méd 2010;32. Disponible en URL:
http://www.revmatanzas.sld.cu/revista%20medica/ano%202010/vol3%202
010/tema11.htm
3. Cáceres Carrasco José. «sexualidad humana, diagnostico psicofisiológico»
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4. Cabello Francisco «manual de sexología y terapia sexual» Editorial Sintesis.
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5. Rathus Spencer «sexualidad humana» editorial pearson prentice Hall 6ta
edición pag 293 – 326
6. Can Valle, Ana Rosa «Factores psicológicos y socioculturales en la vida
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Salud. Vol 4 num 8. Julio – diciembre 2015
7. Boadas, Helena «Masters of Sex y la sexología» Cuadernos de la fundación Dr.
Antonio Estévez . num 35 pag 89-97.
8. Cedres, Santiago «Síndrome de irritabilidad masculina: El hombre gruñón»
Centro Medico . Sexológico PLENUS
9. Magna, Paola “La Crisis de la Mediana edad: el periodo de la menopausia
en la mujer” Tredimensioni 4 2007 pag 163-173

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