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La Caída de Israe1
La Caída de Israe1
El rey asirio Salmanasar V se encontró con serios problemas para tomar Samaria.
El asedio se prolongó infructuosamente durante tres años. No sabemos bien lo
que sucedió, pero tal vez un ejército acostumbrado a victorias fáciles se exasperó
ante las dificultades. El caso es que Salmanasar V fue depuesto y sustituido por
un nuevo rey (quizá uno de sus generales), que adoptó el nombre de Sargón
II (que, como ya sabemos, significa "rey legítimo"). Samaria fue tomada
finalmente en 722. Sargón II se atribuyó la conquista, mientras que la Biblia la
atribuye a Salmanasar V. Babilonia aprovechó el cambio de monarca para
rebelarse. Un noble caldeo se apoderó de la ciudad y se proclamó rey con el
nombre de Marodac-Baladán. Su reinado duró mientras Sargón II estuvo
ocupado en otros puntos de su imperio.
Según las leyendas romanas, Rómulo reinó hasta 716, tras lo cual desapareció (al
parecer porque los dioses lo llevaron consigo, convertido en el dios Quirino) y
fue sucedido por el sabino Numa Pompilio, el segundo rey de Roma (tal vez en
realidad fue el primero). La tradición dice que Numa instituyó la religión romana,
si bien ésta era esencialmente la de los etruscos y los sabinos. Por ejemplo,
Quirino era el dios sabino de la guerra, equivalente al dios
latino Marte. Posteriormente los romanos identificaron sus dioses con los dioses
griegos, con lo que trasvasaron directamente a su mitología todas las leyendas
griegas. Así, Zeus se identificó con el principal dios romano, Júpiter, sus
hermanos Poseidón y Efesto se identificaron con Neptuno y Plutón. El dios de la
guerra Ares se identificó con Marte, la diosa de la belleza Afrodita
con Venus, etc. Durante un tiempo, los mitos sobre los dioses griegos fueron más
conocidos a través de sus equivalentes romanos. No obstante, algunos dioses
romanos no hallaron un equivalente entre los griegos. Aparte de que cada familia
tenía sus propios dioses menores como protectores, estaba, por
ejemplo, Jano, dios de las puertas y, por extensión, de las entradas y salidas, de
los cambios. Había un templo en Roma dedicado a Jano cuyas puertas se
cerraban únicamente en tiempos de paz. Dichas puertas estuvieron cerradas
durante el reinado de Numa, pero una muestra de la trayectoria posterior de
Roma es que en los siete siglos siguientes las puertas del templo de Jano sólo
estuvieron cerradas cuatro veces, y ello por cortos periodos de tiempo.
Por esta época, la región comprendida entre el mar Negro y el mar Caspio estaba
ocupada por los cimerios, que al parecer eran una tribu escita. Otras tribus
escitas iniciaron un proceso de expansión, y los cimerios huyeron hacia el sur, a
través del Cáucaso. Siguieron las rutas que habían seguido anteriormente los
hititas, los hurritas y los arios, pero tuvieron menos suerte, pues se encontraron
con el poderoso Imperio Asirio. En realidad primero se encontraron con el
maltrecho reino de Urartu, y apenas empezaron a acosarlo por el norte cuando
Sargón II se lanzó sobre él por el sur. En su campaña, siguiendo la tradicional
política asiria de terror, Sargón II destruyó el sistema de irrigación de Urartu, lo
que supuso un duro golpe para la tierra, pues reconstruirlo suponía una tarea de
años. Por otra parte, el rey admiró el sistema de acequias subterráneas y llevó la
idea a Asiria, de donde se difundió por el mundo antiguo en general.
En 714 Urartu capituló definitivamente ante Asiria, aunque sus reyes
conservaron su poder (siempre como tributarios de Asiria). Juntas, Urartu y
Asiria se enfrentaron a los cimerios y los expulsaron de la Media Luna Fértil. A
continuación Sargón II pudo por fin ocuparse de Babilonia. El rey caldeo
Marodac-Baladán fue depuesto y enviado al exilio en 711.
Por esta época Etruria se estaba convirtiendo en una de las grandes potencias del
Mediterráneo, junto a los griegos y los fenicios. Etruria era (y sigue siendo) una
de las regiones más fértiles de Italia, así que no es extraño que los etruscos se
dieran pronto al comercio. Hubo grandes contactos e intercambios culturales.
Así, los etruscos adaptaron a su lengua el alfabeto griego (alfabeto que éstos
habían adaptado a su vez del fenicio). Las primeras inscripciones etruscas
conocidas datan de estas fechas. Así mismo recibieron influencias religiosas. Las
ideas etruscas sobre el Averno que les aguardaba tras la muerte eran muy
similares a las griegas. Paulatinamente fueron imitando el arte griego. En
arquitectura llegaron a aventajar a los griegos, pues los etruscos sabían construir
arcos que reducían el número de columnas necesarias para sostener una
construcción.
Entre los tirrenos es costumbre arraigada que las mujeres sean propiedad
común. Éstas prestan mucha atención al cuidado de su cuerpo y hacen ejercicio
desnudas, a menudo con hombres y en ocasiones entre ellas. No comen con sus
maridos, sino con quien se encuentren por azar en ese momento, y beben a la
salud de quien quieren, pues son grandes bebedoras y muy bellas. Los tirrenos
crían a todos los niños que vienen al mundo sin saber de qué padre procede cada
uno.
Al parecer, nada de esto tiene fundamento. El origen de esta imagen parece
deberse al desconcierto que en griegos y romanos producía la posición social y la
independencia de que gozaban las mujeres etruscas, similar a la de las mujeres de
los países civilizados de hoy en día. Las mujeres griegas nunca salían de casa por
placer, y cuando tenían que salir lo hacían bien cubiertas para no llamar la
atención de los hombres y carecían de instrucción y de iniciativas. En Atenas la
costumbre era que comieran aparte, sin participar en las conversaciones de los
hombres. Plutarco cuenta que en Mileto hubo en una ocasión una racha de
suicidios femeninos, signo de la frustrante vida que llevaban las mujeres. Por
cierto, que las autoridades resolvieron el problema decretando que las víctimas
serían exhibidas desnudas en público. Por el contrario, las mujeres etruscas
participaban en todos los aspectos de la vida social. Una diferencia frente a las
mujeres romanas era que tenían nombre propio. En efecto, un ciudadano romano
como Numa Pompilio tenía dos nombres: Numa era su nombre propio, mientras
que Pompilio era el nombre de su familia. Las mujeres, en cambio, tenían sólo el
nombre familiar. Si Numa hubiera tenido una hija, se habría llamado
irremisiblemente Pompilia, y si hubiera tenido otra más le habrían improvisado
una forma de llamarla lo más simple posible. En cambio, Clelia, Ati, Larthia, son
ejemplos de nombres propios de mujer etrusca, algo prácticamente desconocido
en Roma. Por último, las inscripciones funerarias muestran que cada difunto
conocía perfectamente su árbol genealógico.
Por alguna razón, Senaquerib no quiso ocupar la ciudad construida por su padre,
que nunca fue habitada. En su lugar, eligió Nínive como capital. Nínive siempre
había sido una ciudad importante del Imperio Asirio, pero nunca había sido la
capital. Senaquerib la reconstruyó desde sus cimientos, la dotó de un gran
acueducto que garantizaba el suministro de agua y se edificó un gran palacio de
80 habitaciones.