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Imperio Babilónico:

Política exterior
(1600-500 a.C)

La Torre de Babel – Pieter Brueghel el Viejo (1563)

Trabajo realizado por: Juan Manuel Ortega Madroñal (Universidad de Sevilla)


Índice
Introducción: Babilonia en el mundo fracturado
I. Gobierno de la Dinastía Casita en Babilonia
1. El ataque hitita y la caída de Babilonia
2. Los Casitas toman el poder
3. Poder y prestigio de la Babilonia Casita
-Política exterior
4. Choque con la expansión asiria y crisis de las Dinastía Casita
-Babilonia sometida a vasallaje
-Crisis sucesoria y toma de Babilonia por los elamitas. Fin de la Dinastía Casita
II. Gobierno de la II Dinastía de Isín
1. Reinado de Nabucodonosor I
2. Decadencia de la dinastía
-Incursiones de los pueblos arameos
-Recuperación de Asiria
-Colapso y fin de la II Dinastía de Isín
III. Babilonia y el Imperio Asirio. La Dinastía Asiria
1. Caldeos en Babilonia
2. Tiglath-pileser III, rey de Asiria y Babilonia
3. Reinado de Sargón II
-Marduk-apla-iddina, la breve emancipación de Babilonia
-Sargón emprende la “reconquista”
4. Reinado de Senaquerib
-El retorno de Marduk-apla-iddina
-Intentos de estabilización de Babilonia por Senaquerib
-El escurridizo Marduk-apla-iddina
-Relevo de Ashur-nadin-shumi. Toma de Babilonia por los elamitas
-Venganza de Senaquerib contra los rebeldes
5.Caos político en Babilonia. Reinado de Esarhaddon
-Shamash-shum-ukin
6. Reinado de Ashurbanipal
-Rebeliones fomentadas por el Elam
-Guerra entre Asiria y Babilonia
IV. Preludio del Imperio Caldeo o Neobabilónico
1. Nabopolasar: El amanecer de la Nueva Babilonia
-El ataque definitivo contra Asiria. Fin del Imperio Asirio
V. Nabucodonosor II: el clímax de Babilonia
1.Egipto y Babilonia compiten por el control de Siria
2.Supremacía de Babilonia en el ámbito Próximo Oriental
-Inestabilidad de las provincias orientales
-Imposición en las ciudades fenicias
3.Conquista del Reino de Judá. El cautiverio de Babilonia
-Antecedentes
-Primer sitio de Jerusalén y deportación de la nobleza judía
-Segundo sitio de Jerusalén y destrucción del Templo
4. Auge urbanístico y cultural del Imperio Neobabilónico
VI. Conquista persa y fin del Imperio Babilónico
1. Decadencia del Imperio Neobabilónico
-Nabónido, último rey de Babilonia
2. Ciro II, señor del Próximo Oriente
-Ciro II en Babilonia
-Fin de la autonomía de Babilonia
Conclusión
Bibliografía
Introducción: Babilonia en el mundo fracturado (1600-1550 a.C)
Durante los comienzos del Siglo XVI a.C, el poder de los grandes reinos que habían extendido sus
dominios a través de los vastos territorios del Creciente Fértil entraron en crisis, debilitando la
influencia que ejercían sobre los pueblos sometidos. Estos últimos aprovecharon la debilidad de las
potencias para proclamar su independencia, dando como resultado una fragmentación de las
regiones que una vez fueron unificadas. Estos hechos concluyeron en la formación de un panorama
caleidoscópico de Estados, poblados tribales y comunidades nómadas, que establecieron entre ellas
relaciones comerciales, así como profundas rivalidades.
En una región donde florecía una provechosa agricultura basada principalmente en el trigo, lino y
palmeras datileras, atravesada por las numerosas ramificaciones de los ríos Tigris y Éufrates, a las
que se les sumaba una red de canales construidos para facilitar el transporte y llevar el agua a las
áreas más alejadas, se alzaban las ciudades ancestrales de Mesopotamia. En ese lugar, la gran
ciudad de Babilonia continuaba siendo el centro de un Estado con significativa importancia política
gracias a la administración del rey Hammurabi (1728-1686), con el cual conoció su época de
máximo auge hasta aquel momento, expandiendo su imperio a través de la Alta Mesopotamia, hasta
unificar los países de Sumer y Akkad bajo su mando. En cambio, la ineficiente administración de
sus sucesores tuvo como consecuencia una progresiva pérdida del control de los territorios
sometidos, donde estallaron rebeliones que perseguían la desvinculación del gobierno babilónico,
seguido del creciente bloqueo de las beneficiosas conexiones comerciales con el Golfo Pérsico a
causa de la toma del poder en dicha región por los gobernantes pertenecientes a la Dinastía del País
del Mar, quienes se adueñaron de los pantanos y plantaciones de palmeras datileras del sur de Irak,
trayendo como consecuencia el declive de la economía babilónica.

I. Gobierno de la dinastía Casita en Babilonia (1500-1150)


1. El ataque Hitita y la caída de Babilonia
En el centro de Anatolia, los hititas tenían bajo su control un territorio de considerable extensión, el
país de Hatti, que abarcaba desde la ciudad de Kussara hasta la zona montañosa de Hattusa.
Alrededor del año 1560, Hattusili I subió al trono, y estableció la capital en Hattusa. Este monarca
intentó llevar a cabo una intensa política expansionista con el fin de dominar los principales
mercados de la zona. Envió sus tropas contra Siria, pero una vez allí fue atacado por los pueblos
hurritas en Khabur, por lo que se vió obligado a retraer sus fronteras hasta el núcleo de Hatti. Tras
esto, el rey hitita contraatacó, asediando las ciudades y volviendo a establecer su autoridad en los
territorios que le fueron arrebatados. En esta ocasión, avanzó ferozmente hacia el noroeste de Siria,
saqueando a su paso un considerable número de ciudades y pequeños Estados cuyos habitantes
fueron deportados a Hattusa. El sucesor de Hattusili, Mursili I, en 1531 saqueó Halab, la capital del
reino de Yamhad, que tenía el control principal sobre las llanuras de Siria. Una vez que se hizo con
el control absoluto de la región, Mursili dirigió sus tropas a través del Éufrates hacia Babilonia. En
un ataque temerario, la armada hitita avanzó unos 800 kilómetros hasta llegar a la ciudad, que fue
arrasada y abandonada a su suerte debido a la imposibilidad de gobernar directamente a causa de la
lejanía respecto al núcleo de Hatti.
Este ataque fortuito dio lugar al colapso de la casa real de Babilonia (al igual que en Yamhad),
permitiendo a otros gobernantes reclamar el trono de este antiguo centro de poder. Los ejércitos
hititas ocuparon el sur de Irak, donde la población residente siguió recordando el expolio de
Babilonia como un evento crucial en su historia. Se decía que los hititas robaron la estatua del dios
Marduk, patrón de Babilonia; dicha usurpación fue tomada como una señal divina de desprecio
hacia la ciudad y su gobernante. La imagen fue llevada a Hana, más al norte de Mari en las orillas
del Éufrates, lo que sugiere que aquel reino prestaba ayuda activa, o al menos se mantenía neutral
ante el avance de las fuerzas hititas hacia el sur.
2. Los Casitas toman el poder
Los Casitas eran grupos emparentados que se habían propagado desde su lugar de origen, en los
Montes Zagros, a través de las planicies del sur de Irak, los cuales habían ejercido como jornaleros,
mercenarios e incluso como peligrosos agresores. Formaban parte de las numerosas tribus de
diferente origen, lengua y tradición que componían gran parte de la población de Mesopotamia.
Los líderes tribales casitas fueron adquiriendo cada vez mayor prestigio, y aprovecharon el caos
político existente en Babilonia tras el colapso de la casa real para tomar el control sobre la región,
fundando una nueva dinastía. Estos reyes casitas extendieron su autoridad alrededor de las ciudades
y grupos tribales, y para demostrar su legitimidad en el poder, defendieron la religión y la cultura de
Babilonia antes que la suya propia.
Sobre 1480, el País del Mar fue conquistado por los casitas, permitiendo el comercio con el Golfo
Pérsico, así como el acceso a las plantaciones de palmeras datileras, hecho que trajo como
consecuencia la estimulación de la economía, y por consiguiente, alentó aún más la estabilidad. La
centralización del sur de Irak bajo la ciudad de Babilonia fue expresada mediante la reivindicación
por parte de los casitas para que la estatua del dios Marduk fuera devuelta, y así fue, indicando que
los dioses aprobaban el gobierno de esta dinastía.
3. Poder y prestigio de la Babilonia Casita
Alrededor de 1400, Babilonia era uno de los cuatro grandes reinos del Próximo Oriente (junto con
Egipto, Mitanni y Hatti), el cual había unificado las ciudades y tribus del Irak meridional en un solo
Estado, y extendió su influencia a través del Golfo Pérsico.
Política Exterior
Los poderosos reinos dominantes por aquel tiempo fueron interactuando cada vez más entre ellos,
formando entre sus dirigentes un club con gran prestigio, especialmente entre Babilonia, Egipto y
Mitanni, cuyos líderes eran llamados entre ellos “hermanos”. Se dieron enlaces matrimoniales entre
miembros de las familias reales pertenecientes al club con el fin de reforzar estos lazos y aumentar
su reputación de forma recíproca. Así mismo se realizaban regalos como muestra de esa amistad,
intercambiando entre ellos personas (esclavos, mujeres, etc.), animales y bienes exóticos. Un
ejemplo destacable fue cuando el rey casita Kurigalzu I de Babilonia envió a Egipto a una de sus
hijas para que fuera una de las esposas de Amenhotep.
Por otra parte, en el Elam se había consolidado una poderosa dinastía hacia 1400, asentada en la
capital elamita de Susa, capaz de crear un reino firme, que estableció relaciones con los reyes de
Babilonia a través del matrimonio entre príncipes elamitas y princesas babilónicas; esta práctica fue
llevada a cabo entre las dos potencias durante varias generaciones posteriores.
La incorporación de Hatti a la gran familia de poderes fue más tardía, en torno a 1344, cuando
Suppiluliuma se hizo con el poder. Tras esto, contrajo matrimonio con el que era rey de Babilonia
en aquel momento, Burnaburiash II. Este último envió también a otra de sus hijas a Egipto para
contraer matrimonio con Amenhotep IV. A cambio, estos enviaban a la corte real babilónica
enormes cantidades de regalos como metales preciosos, aceites, madera de ébano, objetos de marfil,
y demás bienes exóticos.
Mientras tanto, Mitanni estaba sufriendo un colapso político, que permitió a Asiria proclamar su
independencia. Bajo el mando de Ashur-uballit (1363-1328), hubo un intento de formar parte del
club internacional al enviar regalos a Akenaton (Amenhotep IV). Este acto de correspondencia por
parte de Egipto enfureció a Burnaburiash II, el cual intentó someter a vasallaje a Asiria; pero esto no
fue más que una mera ilusión del rey Babilónico. El reino asirio estaba desarrollando un poder cada
vez más relevante, y esto era un hecho que Babilonia no pudo seguir ignorando por mucho mas
tiempo. Como muestra de su mutua aceptación, concertaron el matrimonio entre la hija de Ashur-
ubalit y uno de los hijos de Burnaburiash II. La pareja tuvo un hijo, Karahardash, que fue heredero
al trono de Babilonia hasta que fue asesinado en medio de una revuelta palaciega. Ante este hecho,
Ashur-uballit respondió de inmediato, nombrando a Kurigalzu II, hombre de confianza
perteneciente a la estirpe real casita, nuevo rey de Babilonia. No hubo intentos por parte de Asiria
para tomar el control del Estado.
2. Choque con la expansión asiria y crisis de la dinastía Casita
La presencia de Asiria en el ámbito internacional lograda por Ashur-uballit I no fue fácilmente
mantenida por sus sucesores. La cercanía de la capital, Ashur, respecto a las fronteras con
Babilonia, hacía necesario un constante estado de alerta por parte de las dos potencias. Las fuerzas
asirias pretendían desplazar las fronteras babilónicas hacia el sur.
Babilonia sometida a vasallaje
Después de casi un siglo en el que oscilaron tensiones y calmas, Tukulti-Ninurta I de Asiria (1243-
1207), tras extender su control por Anatolia, se vio capacitado para encarar definitivamente a
Babilonia, gobernada por aquel entonces por Kashtiliash IV (1232-1225). Tras la victoria asiria, el
rey de Babilonia fue llevado preso a Ashur, la capital fue saqueada, y la totalidad del territorio fue
sometido a vasallaje y gobernado por un rey títere, siendo directamente anexionadas al Imperio
Asirio las zonas de especial interés estratégico y comercial.
Crisis sucesoria asiria y toma de Babilonia por los Elamitas. Fin de la dinastía casita
Tukulti-Ninurta fue asesinado en una sublevación palaciega, posiblemente por dos de sus hijos. Este
hecho tuvo como consecuencia significativos conflictos internos dentro de Asiria que provocaron la
debilidad del Imperio. En 1190, Adadshuma-usur, de la estirpe casita, se sirvió de este
debilitamiento para organizar una revuelta y tomar de nuevo el control en Babilonia.
Los elamitas aprovecharon también la situación inestable para hacerse con las tierras de esta región,
cuya riqueza agrícola había sido codiciada por estos durante mucho tiempo. Así, Shutruk-Nahhunte
se presentó como gobernante legítimo, basándose en su matrimonio con la hija del rey babilonio
Meli-shipak. Pese a la fuerte oposición, tras el saqueo de Babilonia por parte de la armada elamita,
consiguió destronar al rey casita. Después de estos acontecimientos, los elamitas expropiaron una
gran cantidad de riquezas, incluidas la estatua de Marduk y las estelas de Hammurabi y Naram-Sin,
que fueron llevadas a Susa.
Todos estos hechos eran síntomas del progresivo debilitamiento de la dinastía casita, que había
ocupado el trono de Babilonia durante más de cuatro siglos. El fin de este período tuvo lugar en
1155, cuando el último rey casita, Enlil-nadin-ahi, fue deportado al Elam, y posteriormente
sustituido por un gobernador local forastero dependiente de Susa.

II. Gobierno de la II Dinastía de Isín (1150-1000)


Babilonia había sido destrozada, y la dinastía casita fue finalmente erradicada. Kudur-Nahhunte fue
sucedido en 1150 por su hermano Shilhak-Inshushinak, quien reorganizó los territorios del Elam, de
los cuales muchos de ellos pertenecieron anteriormente a los orbes asirio y babilónico,
convirtiéndolos en provincias sometidas.
Enfrascado en una lucha contra Asiria compitiendo por el control de la región de Diyala, el Imperio
Elamita tuvo que desentenderse de la administración de Babilonia, y por tanto, esta se quedó sin
gobernador. Dada esta situación, en el sur del país, donde los ataques no resultaron tan
devastadores, una importante familia procedente de la ciudad de Isín que contaba con el apoyo de la
mayor parte de la población, vio su oportunidad de ocupar aquel vacío de poder en la cabeza de
Marduk-kabit-ahheshu (1157-1140).
1. Reinado de Nabucodonosor I (1125-1104)
El clímax de la II Dinastía de Isín en Babilonia acaeció bajo el mando de Nabuconodosor I, quien
llevó a cabo campañas contra el Elam. La armada babilonia penetró en Susa y tuvo lugar una épica
batalla entre ambos bandos, pero Nabucodonosor contaba con un ejército de cuadrigas mucho más
desarrollado, lo que hizo que el resultado final se decantara de su lado. Finalmente, el rey elamita y
sus tropas abandonaron el campo de batalla, y Babilonia celebró el triunfo, que sería recordado
durante las siguientes generaciones, especialmente por la recuperación de la estatua de Marduk,
devuelta a su templo. Este monarca inició además un programa de embellecimiento de la ciudad de
Babilonia con construcciones de templos y palacios.
No obstante, una vez el Elam fue neutralizado, Asiria vio una de nuevo las puertas abiertas a su
expansión.
2. Decadencia de la dinastía
Incursiones de los pueblos arameos
Tras la muerte de Nabucodonosor I, sus sucesores tuvieron que hacer frente a las invasiones de
pueblos arameos que huían impulsados por las hambrunas. Dirigieron gran parte de sus esfuerzos
militares hacia estas bandas que presionaban las fronteras meridionales a través del Éufrates,
atraídos por la riqueza agrícola de las tierras de Babilonia.
Recuperación de Asiria
La presión ejercida por Babilonia en los bordes de Asiria era incesante, quedando este último reino
fuertemente amenazado ante los avances expansionistas de los babilonios bajo Marduk-nadin-ahhe
(1098-1081). Después de una década, Tiglath-pileser I de Asiria (1114-1076) se vio capacitado para
expulsar a los babilónicos de sus dominios, puesto que estos habían estado ocupados dirigiendo sus
ofensivas a los arameos invasores. Llegó a destruir nuevamente la ciudad de Babilonia como acto
de venganza.
Colapso y fin de la II Dinastía de Isín
Los arameos se hicieron con el control de las rutas comerciales del Éufrates, y la ciudad de
Babilonia había sido arrasada por Asiria. Estos sucesos obligaron a la administración del Imperio a
refugiarse en la ciudad de Isín y administrar el país desde allí. Ante el caos dominante, varios
grupos locales reclamaron sucesivamente el trono. Esta situación insostenible se prolongó durante
todo el Siglo X, sucediendo continuas interrupciones en los gobiernos y cambios de dinastías.

III. Babilonia y el Imperio Asirio. La Dinastía Asiria (900-630)


A lo largo del Siglo IX, Asiria comenzó a experimentar una regeneración de su imperio, que pese a
desarrollarse lentamente, resultó muy efectiva. Movidos por su característico afán expansionista,
personalidades como Adad-nirari II, Tukulti-ninurta II, Ashurnasirpal II o Salmanasar III, quienes
ansiaban ser “Reyes de las cuatro partes del mundo”, fueron imponiendo su autoridad a lo largo del
Próximo Oriente. Con Tiglath-pileser III, entrarían en contacto con el orbe babilónico, dando
comienzo a una nueva era inestable en la que las dos potencias permanecerían en una lucha
constante.
1. Caldeos en Babilonia
Las tribus caldeas, procedentes del sudeste mesopotámico, se unieron a las invasiones de pueblos al
igual que los arameos (con quienes compartían similitudes en lengua y tradición). Tras hacerse con
el control del País del Mar, alcanzaron el sur de Mesopotamia, penetrando en la esfera de Babilonia.
Aunque teóricamente su estancia quedó sujeta al gobierno babilonio, en realidad permanecían
independientes, regidas cada una por su autoridad local. Estas tribus fueron haciéndose con el
control del sur de la región, e incluso algunos de sus líderes llegaron a ocupar el trono de Babilonia
durante el largo período de inestabilidad, hasta que finalmente, Eriba-Marduk, el líder de la tribu
caldea Bit-Yakin, se hizo con el poder real en el 770, y en cierto modo pudo devolver la estabilidad
al reino.
2. Tiglath-pileser III, rey de Asiria y Babilonia
Tiglath-pileser III de Asiria (744-727) emprendió un nuevo avance expansionista, contando esta vez
con el apoyo de algunas tribus caldeas, que pagaban tributos al gobierno asirio. Junto con su
ejército, entró en Babilonia, y desde allí tuvo oportunidad para lanzar campañas contra los medos y
demostrar su autoridad.
Una vez que consiguió la estabilidad en su imperio, que abarcaba desde las fronteras de Egipto
hasta los montes Zagros, pudo hacer frente al desarrollo que estaba experimentando nuevamente
Babilonia.
El rey babilonio Nabu-nadin-zeri (733-732) fue asesinado por un gobernador local, que a su vez fue
depuesto por el líder caldeo de la tribu Bit-Amukani. La nuevamente inestable situación interna,
hizo que en el 731 Tiglath-pileser se aprovechara de las rivalidades entre las ciudades y grupos
tribales de Babilonia, hasta que, dos años después, pudo reclamar él mismo el trono. Su posición
como rey de Babilonia acabaría consolidándose tras recibir la aceptación, y por consiguiente
presentes reales, por parte del dirigente de la tribu caldea más poderosa, Marduk-apla-iddina II de
Bit-Yakin.
El título dual de rey de Asiria y Babilonia fue prolongado con éxito por el hijo y sucesor de Tiglath-
pileser, Salmanasar V (726-722). Así, la hegemonía lograda por Asiria hizo que la paz fuera
establecida en el territorio comprendido entre el sur de Irak y la frontera egipcia.
3. Reinado de Sargón II (721-705)
En el 722, año en el que el Reino de Israel pasó a formar parte del orbe asirio, Salmanasar V
falleció, siendo sucedido por su hermano, quien se apoderó del trono mediante un violento golpe de
Estado, y tomó el nombre de Sargón (en acadio, “rey verdadero”).
Marduk-apla-Iddina, la breve emancipación de Babilonia
El cambio de rey indujo a una inestabilidad política fue aprovechada tanto por los reinos sirios
sometidos a vasallaje como por los líderes tribales de Babilonia para rebelarse contra Asiria y
proclamar su independencia. En Siria, Sargón actuó rápidamente para aplastar a la oposición. En
cambio, en Babilonia hubo de enfrentarse a una amenaza mucho mayor, pues el líder caldeo
Marduk-apla-iddina de Bit-Yakin se había aliado con el rey elamita Ummanigash (743-717), que
había enviado a su ejército al norte de Babilonia, y se enfrentó a la armada asiria en la batalla de
Der. Sargón fue vencido y obligado a renunciar a la corona de Babilonia, la cual fue entregada a
Marduk-apla-iddina.
Sargón emprende la “reconquista”
Babilonia había permanecido fuera del control de Asiria durante diez años. Cuando en el 710 la
mayor parte de la oposición hacia Asiria en el Próximo Oriente había sido eliminada por Sargón,
este decidió volver a enfrentarse a las fuerzas de Marduk-apla-iddina. Ante el peligro que
conllevaba el hecho de que los babilonios pudieran volver a unirse con los elamitas (lo que
implicaría repetir el resultado de la Batalla de Der), el monarca asirio trató hábilmente con los
aliados de Babilonia, consiguiendo así que el rey del Elam dejara de prestar ayuda. Gracias a esto,
Sargón y su ejército pudieron entrar triunfantes en Babilonia, donde fue coronado una vez más. En
el 709, los asirios prepararon la ofensiva final contra el líder caldeo, refugiado en Bit-Yakin.
Aunque la ciudad fue fuertemente defendida, acabó por sucumbir al ataque; no obstante, Marduk-
apla-iddina pudo escapar a las montañas del este.
4. Reinado de Senaquerib (704-681)
Sargón II fue herido de muerte mientras hacía frente a las incursiones de los nómadas cimerios, y su
hijo Senaquerib le sucedió en el trono, tomando así las riendas del doble imperio. Trasladó la corte a
Nínive y efectuó una significativa política edilicia.
No obstante, tuvo problemas para retener bajo su mando el territorio babilónico. A la muerte de
Sargón, el trono de Babilonia fue solicitado inmediatamente por Marduk-zakir-shumi.
El retorno de Marduk-apla-iddina
Solo un mes después de acceder al trono, Marduk-zakir-shumi fue derrocado por el caldeo Marduk-
apla-iddina en el 703, que había regresado de su exilio en las montañas. En esta ocasión, Asiria
envió a sus embajadores a la corte de Judá, buscando el apoyo de su rey Ezequías (716-687). Su
estrategia era dividir a las fuerzas asirias fomentando la oposición hacia estas, y así atacar con
facilidad.
Senaquerib se dispuso a enfrentarse al desafío del rey caldeo, dirigiendo sus tropas hacia el sur. La
oposición se componía en su mayor parte de tribus arameas y caldeas, ayudadas por arqueros
elamitas. Ante el imparable avance del ejército asirio, Marduk-apla-iddina huyó una vez más junto a
sus soldados hacia sus territorios tribales, en el sur de Babilonia, dejando a los elamitas solos en su
lucha, que como era de esperar, fueron derrotados.
Intentos de estabilización de Babilonia por Senaquerib
Senaquerib posicionó en el trono de Babilonia a un tal Bel-ibni como rey vasallo, pues este había
sido educado en la corte asiria donde le fue inculcada la sumisión al líder, como si de un perro
doméstico se tratase. Así podría llevar a cabo los intentos de paliar las divisiones políticas
existentes. De hecho, su política estabilizadora sobre Babilonia parecía funcionar, viéndose este
resultado reflejado en un crecimiento gradual de la economía.
Sin embargo, para sorpresa de Senaquerib, Bel-ibni no resultó ser tan fiable como esperaba, pues
mantuvo contacto con grupos anti asirios con los que comenzó a conspirar. Tal fue el caso de su
alianza con Mushzerib-Marduk, líder de Bit-Dakkuri, quien reunió a sus fuerzas en oposición a
Asiria.
El escurridizo Marduk-apla-iddina
Uno de los problemas más peligrosos que tuvo que afrontar Senaquerib, fue la amenaza que suponía
el hecho de que Marduk-apla-iddina siguiera suelto. Una vez que la rebelión de Mushzerib-Marduk
fue disuelta, el ejército asirio avanzó hacia Bit-Yakin, donde el líder caldeo permanecía refugiado, y
fue totalmente arrasada. Aún así, Marduk-apla-iddina consiguió, una vez más, escapar a tiempo.
Cruzó el Golfo Pérsico y se exilió en el Elam, donde permaneció hasta su muerte.
Relevo de Ashur-nadin-shumi. Toma de Babilonia por los elamitas
A causa de su ineficaz administración, Bel-ibni fue apresado y llevado a Asiria acusado de traición.
Senaquerib designó a su propio hijo y heredero para llevar las riendas de Babilonia. Este hizo frente
a los caldeos y elamitas en el 694, a través de batallas navales en el Golfo Pérsico. Los elamitas
desarmaron los planos de Asiria cuando decidieron atacar el norte de Babilonia, que permanecía
desprotegido debido a que la mayor parte del ejército se encontraba en el mar. La ciudad fue tomada
por el rey elamita Hallushu-Inshushinak, que además apresó a Ashur-nadin-shumi, y lo llevó
cautivo al Elam. El trono de Babilonia fue ocupado por un representante del rey elamita.
Asiria inició el contraataque. Destaca la batalla de Nipur, en la que el príncipe heredero elamita fue
capturado. Pero, aunque Senaquerib había recuperado una gran parte del territorio de Babilonia, el
noroeste, incluida la capital, aún permanecía fuera de su control. Con la llegada del invierno, las
fuerzas asirias se vieron obligadas a retirarse. Esta situación fue aprovechada por Mushezib-Marduk
para volver a reclamar el control de Babilonia.
Venganza de Senaquerib contra los rebeldes
El nuevo rey de Babilonia acordó la paz con el Elam a través de cuantiosos obsequios, y ambos se
unieron para mantener a raya al Imperio Asirio. A estos se unieron otras tribus caldeas y arameas,
además de pequeños Estados del suroeste de Irán, dando como resultado un poderoso ejército
mercenario, que en el 691 se abrió paso hacia el norte hasta reunirse con las tropas asirias. Ambas se
batieron en una violenta contienda. El sofisticado armamento con el que contaba Asiria fue la clave
para que este bando lograra finalmente la victoria. Senaquerib sometió a la ciudad de Babilonia bajo
asedio durante quince meses, haciendo sufrir a sus habitantes unas condiciones infrahumanas de
hambre y miseria, con el fin de que Mushezib-Marduk se quedara sin apoyos. En el 689, Babilonia
volvía a estar una vez más en manos del Imperio Asirio.
Los elementos que simbolizaban la riqueza y el prestigio cultural de la ciudad de Babilonia, así
como sus palacios y templos, fueron confiscados y destrozados en señal de venganza hacia la
desobediencia de los grupos sublevados. Los grandes cultos religiosos, en especial hacia el dios
Marduk, fueron suspendidos. Estas acciones supusieron una enorme crisis económica y social.
Mushezib-Marduk fue llevado cautivo a Asiria, y Babilonia quedó abandonada a merced de la
pobreza.
5. Caos político en Babilonia. Reinado de Esarhaddon (681-669)
A la muerte de Senaquerib, tuvo lugar un conflicto sucesorio tras el cual su hijo menor Esarhaddon
consiguió ser coronado rey de Asiria.
En Babilonia, la destrucción de la capital y la falta de un líder lo suficientemente fuerte para
estabilizar el territorio, hizo que el caos y las divisiones políticas continuaran azotando la región.
Esarhaddon desarrolló una nueva estrategia política, mediante la cual ganó el apoyo de las antiguas
ciudades babilónicas, presentándose como rey legítimo a través de las tradiciones ancestrales de
estas. Poco a poco fue introduciendo la idea de restaurar la privilegiada situación económica y
cultural que correspondía a la capital de Babilonia, para ganarse así el apoyo de sus ciudadanos más
poderosos. Esto sirvió para contrarrestar a los líderes tribales que igualmente habían ganado un
apoyo bastante significativo. Los problemas volvieron cuando en el 675, el rey elamita Humban-
Haltash II penetró en Babilonia, saqueando la ciudad de Sippar; a la muerte de este rey, ese mismo
año, su sucesor Urtak, estableció una alianza con Esarhaddon antes de que aquellos hechos pudieran
ocasionar una guerra. Aún así, la invasión elamita causó desconfianza en la población babilonia
hacia el caudillo asirio.
Shamash-shum-ukin
En un nuevo intento de mantener el apoyo interno de Babilonia, Esarhaddon abdicó en favor de su
hijo Shamash-shum-ukin (conservando solamente el título de rey de Asiria). Las imágenes de culto
fueron devueltas a varias ciudades, y se procedió a reparar los daños causados en sus respectivos
templos. Mientras tanto, Esarhaddon se disponía a mejorar el comercio a través de la restauración
de las rutas comerciales de la región y la devolución de las propiedades arrebatadas.
6. Reinado de Ashurbanipal (668-631)
Ashurbanipal sucedió a su padre Esaharddon a su muerte en el 668, un año después de que su
hermano Shamash-shum-ukin fuese coronado en Babilonia. Obviamente, el segundo solo llevaba a
cabo un papel como subordinado del primero, ya que solo ejercía un poder muy limitado en la
región, pues la verdadera administración, tanto de Asiria como de Babilonia, se ejecutaba desde
Nínive. Esta situación, concebida por Esarhaddon como un intento de estabilizar las relaciones entre
ambos países, desencadenó numerosos desacuerdos entre ambas partes, que acrecentaron la
rivalidad entre los dos hermanos. Sin embargo, en el 668, los asirios devolvieron a Babilonia la
estatua de Marduk con gran éxito, y Ashurbanipal comenzó a efectuar grandes edificaciones en su
nombre. Por un tiempo, la paz coexistió entre los dos reinos, y Babilonia conoció un nuevo período
de estabilidad económica.
Rebeliones fomentadas por el Elam
La monarquía elamita apoyaba a los grupos rebeldes de Babilonia, que se habían levantado contra
Ashurbanipal, simpatizando con Shamash-shum-ukin, quien buscaba hacerse con el control total.
Hasta ese momento, tras casi cincuenta años, ninguno de los líderes de Babilonia fue capaz de
formar una alianza entre los reinos vecinos lo suficientemente poderosa como para enfrentarse a
Asiria de forma eficaz. Una vez que el país fue estabilizado por el dominio asirio, Shamash-shum-
ukin pudo apoyarse en una base de poder firme, confiando en el apoyo de las ciudades de Babilonia
central y septentrional, así como los dominios tribales de caldeos y arameos, e incluso con algunos
nómadas árabes.
Guerra entre Asiria y Babilonia
La guerra entre los dos hermanos estalló en el 652. Asiria forzó inmediatamente a Shamash-shum-
ukin a refuigiarse tras las murallas de Babilonia, pero tuvo que darse una segunda batalla para que
los babilonios se dieran definitivamente por vencidos. En el 650, la capital de Babilonia, al igual
que las ciudades de Borsippa, Cutha y Sippar, fueron sitiadas. Más al sur, la ciudad de Ur, declarada
abiertamente pro-asiria, se hallaba bajo una gran presión ejercida por las tribus caldeas del País del
Mar y los Elamitas, hasta que fue rescatada por la tropas asirias. Babilonia no sucumbió hasta el
648, cuando fue incendiada por Ashurbanipal, quedando Shamash-shum-ukin atrapado entre las
llamas. El gobierno de Asiria fue nuevamente impuesto, esta vez bajo un regidor asirio, Kandalanu.
Después de la caída de Babilonia, los conflictos continuaron en el sur del país hasta el 646, cuando
el ejército asirio emprendió brutales ataques contra el Elam (destruyendo Susa y otras ciudades
importantes) y los nómadas árabes del desierto occidental, hasta que fueron mantenidos a raya.

IV. Preludio del Imperio Caldeo o Neobabilónico (626-605)


Ashurbanipal falleció alrededor del 631, y fue sucedido por su hijo Ashur-etel-ilani. Sin embargo, el
trono de Asiria fue disputado. Finalmente, otro de los hijos de Ashurbanipal, Sin-shum-lishir fue
capaz de hacerse con el poder; pero todas estas disputas hicieron que, una vez más, Asiria perdiera
autoridad sobre Babilonia. Kandalanu falleció en el 627, y los nuevos demandantes del trono de
Babilonia volvieron a manifestarse.
1. Nabopolasar: El amanecer de la Nueva Babilonia
De entre todas las personalidades aristocráticas que competían por el mando, fue un caldeo llamado
Nabopolasar quien, al reunir el suficiente apoyo militar entre algunas ciudades y poblaciones
tribales, pudo hacer frente a la dominación asiria.
El ataque definitivo contra Asiria. Fin del Imperio Asirio
Inicialmente, Asiria pudo acorralar a las fuerzas de Nabopolasar, hasta que en el 626 se vio obligada
a dar marcha atrás en Babilonia, y el líder caldeo ocupó el trono. En las tierras de Babilonia,
continuaron las divisiones entre grupos en favor y en contra de los gobernantes asirios, pero
Nabopolasar extendió paulatinamente su autoridad, y en el 616 comenzó a lanzar ataques
directamente contra Asiria, que en un principio resistió ferozmente, hasta que unos meses después,
avanzó hacia el norte y se hizo con Siria, permitiéndose atacar desde el oeste. Al año siguiente,
Babilonia continuó la ofensiva por Arrapha, pero su ataque fue detenido en Ashur.
Las campañas de Nabopolasar sirvieron para que los asirios emplearan todos sus recursos en
defender sus territorios, para que así los medos, dirigidos por Cyaxares (cuya hija había contraído
matrimonio con Nabucodonosor, príncipe de Babilonia, firmando así un pacto de alianza con este
país), pudieran penetrar fácilmente en Asiria y atacar Nínive el verano del 614. La capital fue bien
defendida, aunque Ashur fue capturada y sitiada.
Las armadas de Media y Babilonia unieron fuerzas para asediar Nínive en el 612.La ciudad resistió
tres meses, hasta que todos sus palacios y tempos fueron destrozados, y el monarca Sin-shar-ishkun
fue asesinado. Pese a haber perdido tanto a su líder como a su capital, Asiria no se desmoronó en
aquel momento, ya que los gobernadores locales continuaron resistiendo los ataques, reuniendo en
Harran lo que quedaba de las tropas asirias, bajo las órdenes de Ashur-uballit II.
En el 610, babilonios y medos aunaron sus fuerzas una vez más para lanzar el ataque contra Harran.
Negándose a sufrir el asedio, Ashur-Uballit huyó de la ciudad ayudado por el ejército egipcio del
faraón Necao II, y las tropas de Nabopolasar combatieron contra los restantes defensores de Harran,
hasta que destruyeron la nueva capital y dejaron una guarnición en su interior.
Tras vanos intentos de recuperar el dominio sobre sus territorios, los cuales estaban en manos de
Babilonia, la resistencia asiria ya no tenía posibilidad alguna de lograr su victoria, quedando
condenada a la desaparición. Este era el fin de un imperio que durante más de mil años había sido
una de las grandes potencias dominantes del Próximo Oriente, absorbido en su totalidad por el
Imperio Babilónico.
Paralelo al conflicto asirio-babilonio, Nabopolasar y Necao estaban disputándose el territorio de
Siria. Probablemente, fue la causa por la que Egipto no pudo enviar suficientes soldados a defender
Asiria.

V. Nabucodonosor II: el clímax de Babilonia (605-562)


1. Egipto y Babilonia compiten por el control de Siria
Nabopolasar dejó a su hijo Nabucodonosor al frente de las tropas babilónicas, quien en el 605 se
enfrentó a los egipcios en la batalla de Karkemish. No fue una victoria fácil, pero finalmente pudo
perseguir a la armada de Necao hasta Hamath, asegurando así su victoria y la incorporación de Siria
al imperio de su padre.
A la muerte de Nabopolasar, ese mismo año, Nabucodonosor regresó a Babilonia y fue proclamado
soberano. Su breve ausencia fue aprovechada por los egipcios para volver a intentar establecerse en
Siria; no obstante, inmediatamente después de su coronación, Nabucodonosor retomó la ofensiva
contra los egipcios, y estos fueron expulsados de Siria en el 601. A partir de aquel momento empezó
una violenta lucha entre las dos potencias por el control del Mediterráneo oriental.
2. Supremacía de Babilonia en el ámbito Próximo Oriental
Durante el Siglo VI, el control de las rutas comerciales que enlazaban el Egeo y el Norte de África
con los Estados del interior de Siria, seguía siendo el objetivo primordial de las grandes potencias.
Después de haber competido contra hurritas, hititas y asirios, Egipto se disputaba ahora el dominio
con Babilonia, que en aquel momento ocupaba prácticamente todo el territorio que una vez
perteneció al Imperio Asirio.
Pese a haberlos expulsado de Siria, los egipcios seguían suponiendo un verdadero obstáculo para la
expansión de Babilonia.
En el 599, Nabucodonosor ordenó a sus tropas establecidas en Siria extorsionar a las tribus árabes
para forzar con estas un acuerdo, pues eran fundamentales para mantener el control en las rutas que
cruzaban el desierto. Igualmente, los babilonios acabaron por conquistar el Líbano, eliminando la
presencia egipcia de este lugar, y teniendo acceso a las codiciadas explotaciones de madera de
cedro.
Al año siguiente tuvo lugar el inicio de la conquista del Reino de Judá, que se prolongaría hasta el
586 (Ver V-3)
Inestabilidad en las provincias orientales
En el 596, uno de los gobernantes del dividido país del Elam causó problemas en la región situada
al este del Tigris, y la armada de Babilonia fue enviada para frenar la situación. En este momento, la
ciudad de Susa pudo pasar a formar parte del Imperio Babilónico. No obstante, eran evidentes
signos de que la retención de estos territorios por parte de Nabucodonosor no estaba asegurada.
Imposición en las ciudades fenicias
La ciudad insular de Tiro, el único Estado fenicio que no había caído previamente en manos de
Asiria, se rebeló contra la autoridad babilónica. El hecho estar sobre una isla, hacía que la ciudad
presentara grandes dificultades para ser conquistada, incluso para las mayores potencias del
momento. Parece ser que Babilonia la mantuvo bajo asedio durante treinta años hasta poder
someterla. Inicialmente, Tiro conservó a su gobernante Ba'al III después de caer bajo el dominio de
Nabucodonosor. Cuando el rey fenicio falleció en el 564, los babilonios lo reemplazaron por
regidores locales.
3. Conquista del Reino de Judá: El Cautiverio de Babilonia
Antecedentes
Entre los reinos que no habían sido directamente anexionados al Imperio Asirio, estaba el Reino de
Judá, el cual había permanecido como una zona de amortiguamiento que separaba los orbes egipcio
y asirio. A la muerte de su rey Josías (640-609) y el nombramiento de su sucesor Joaquim (608-598)
por Necao II, la nación permaneció ligada a Egipto. Tras la derrota del país del Nilo frente a
Babilonia en la batalla de Karkemish y la posterior retracción de sus fronteras, Joaquim de Judá se
declaró leal a Nabucodonosor. No obstante, Necao hizo continuar la indecisa batalla entre las dos
potencias en el 601 realizando campañas en la costa meridional de Palestina, que hicieron cambiar a
Joaquim de bando una vez más.
Primer sitio de Jerusalén y deportación de la nobleza Judía
Joaquim falleció en el 598, posiblemente asesinado, y fue sucedido por su hijo Joaquín. Es posible
que aquel cambio de monarca fuese un intento de disuadir los ataques de los babilonios, pero, de
cualquier forma, ya era demasiado tarde. En diciembre del 598, Nabucodonosor marchó con su
ejército hacia Jerusalén, y esta fue sometida a asedio. La ciudad cayó el 16 de marzo del 597, y
Joaquín, junto con su corte y miles de personas pertenecientes a la aristocracia judía, fueron
deportados de forma masiva a Babilonia. Nabucodonosor situó en el trono de Judá al tío de Joaquín,
Sedecías, imponiendo un trato de vasallaje sobre su persona.
Segundo sitio de Jerusalén y destrucción del Templo
El faraón Apries (589-570) trató de convencer a Sedecías de Judá para que renunciara a su estatus
de rey vasallo de Nabucodonosor II. Las consecuencias fueron ineludibles: la armada babilonia
cercó nuevamente Jerusalén durante unos dieciocho meses, hasta que las murallas fueron
derribadas. Posteriormente, otras ciudades relevantes de Judá, como Azekah y Lachish, sufrieron la
misma suerte. Parece ser que Egipto no prestó ayuda alguna a Judá para desviar los ataques.
Sedecías fue capturado, y después de ser obligado a presenciar la ejecución de sus hijos, fue cegado.
Los soldados de Nabucodonosor arrasaron Jerusalén, y su Templo fue saqueado y destruido. El
Reino de Judá pasó a ser una provincia del Imperio Babilónico, regida desde la ciudad de Mizpah
por Godolías, un gobernador regional establecido por Nabucodonosor. Cientos de personalidades
destacadas que aún residían en Judá fueron deportadas una vez más a Babilonia, mientras que otros
se vieron obligados a huir a Egipto o alguna otra parte.
4. Auge urbanístico y cultural del Imperio Neobabilónico
Nabucodonosor II continuó la labor que comenzó su padre, ordenando a erigir masivas
edificaciones en las ciudades más importantes de su imperio. Fue la restauración y el
embellecimiento de su capital lo que reflejó el poder y la riqueza del reinado de la dinastía caldea en
Babilonia, la cual podía competir perfectamente con Nínive respecto a su legendaria majestuosidad.
La metrópolis cubría un territorio de 850 hectáreas, siendo por ende uno de los asentamientos más
grandes del Próximo Oriente. Fue rodeada por una doble fila de murallas y por un foso. El Éufrates
cruzaba la ciudad, y el acceso por transporte fluvial a su interior estaba controlado mediante puertas
metálicas. Un puente de piedra separaba la mitad oriental con el centro urbano, situado al márgen
occidental del río, donde se alzaban los palacios reales, junto al imponente Etemenanki, el zigurat
dedicado a la deidad patronal de Babilonia, Marduk. Una gran avenida procesional atravesaba la
ciudad de norte a sur, a la que se accedía a través de la majestuosa Puerta de Ishtar.
Esta renovación dio a Babilonia el suficiente esplendor para ser considerada una Maravilla de la
Antigüedad.

VI. Conquista persa y fin del Imperio Babilónico (562-538)


1. Decadencia del Imperio Neobabilónico
A la muerte de Nabucodonosor II en el 562, su hijo Amel-Marduk le sucedió en el trono, reinando
durante dos años, hasta que fue asesinado por su hermanastro Neriglissar (559-556). Hubo intentos
de continuar la expansión del imperio a través de campañas en Anatolia. Al tercer año de su reinado,
Neriglissar murió, y fue sustituido por su hijo Labashi-Marduk, quien probablemente fuera aún un
niño; sólo reinó un mes, pues fue asesinado en una conjura.
Nabónido, último rey de Babilonia (555-539)
Al margen de las sangrientas intrigas palaciegas, un tal Nabónido reclamó el trono de Babilonia.
Pese a no estar emparentado con la familia real, su aptitud para el cargo venía dada por ser un
soldado experimentado y de renombre. El nuevo monarca se enfrentó a la oposición que había
surgido en algunas de las ciudades importantes del imperio.
Dio prioridad al culto de la divinidad lunar Sin, hecho que provocó el descontento del clero de
Marduk, que fomentó revueltas contra Nabónido.
Acabó por declarar que su presencia en Babilonia era innecesaria, por lo que dejó a su hijo Bel-
shar-usur a cargo de los asuntos administrativos, mientras que él se retiró al norte de Arabia durante
diez años (sin abdicar). Dicha acción ha sido interpretada por algunos historiadores como un acto de
demencia, pero cabe la posibilidad de que el objetivo de Nabónido fuera pactar con las tribus árabes
que controlaban las rutas comerciales del desierto.
2. Ciro II, señor del Próximo Oriente
La expansión del Imperio Persa bajo Cambises I (590-559) no supuso una seria amenaza para
Babilonia. Fue con su hijo Ciro II (559-530) cuando los persas hicieron su aparición en la escena
internacional, extendiendo su control más allá del Elam. Al chocar con el Imperio Babilónico, las
tensiones fueron acrecentándose hasta que dieron de sí. Los dos ejércitos se encontraron en Opis, al
este del Tigris, en el otoño del 539. Ciro ahuyentó a la armada babilonia y los persas destruyeron
Opis. El general persa Gobryas dirigió sus tropas hacia la ciudad de Babilonia, donde encontraron
las puertas abiertas, pudiendo capturar a Nabónido, que había vuelto de Arabia.
Ciro II en Babilonia
Ciro entró triunfante en la capital babilónica, y siguiendo las tradiciones de los antiguos reyes
mesopotámicos, se presentó ante el pueblo como el disipador de las catástrofes provocadas por el
anterior monarca y el restaurador del orden enviado por Marduk. Realizó generosas aportaciones
económicas a los templos, condonó a los deudores y facilitó la vuelta de los deportados a su lugar
de origen. Entre estos últimos, destacaban los descendientes de nobles judíos capturados por
Nabucodonosor tras la conquista de Judá, siete décadas antes; estos deseaban volver a Jerusalén,
restablecer sus posiciones sociales y reconstruir el Templo derribado por los babilonios.
La importancia de Babilonia para el rey persa se hizo notar cuando este nombró a su hijo rey de la
región mesopotámica.
Fin de la autonomía de Babilonia
Pero esta idea no duró por mucho tiempo, pues un año después, Ciro II reorganizó su imperio, y el
reino de Babilonia pasó a ser una vasta provincia, dirigida por gobernadores regionales persas.
Este era el ocaso del último de los reinos arcaicos de Mesopotamia, y a partir de aquel momento,
daría inicio la cuenta atrás para su abandono y posterior olvido.

Conclusión
Aunque, tras la muerte de Alejandro Magno (quien conquistaría el Imperio Persa en el Siglo IV),
Babilonia cayese en el olvido, su legado ha permanecido latente a lo largo de los siglos. Una ciudad
y su correspondiente imperio que han estado siempre (y hoy en día lo siguen estando) rodeados de
múltiples misterios y enigmas.
Sin una sólida base sobre la que estructurar el poder, la clase dirigente en el mundo antiguo, cuya
única arma para legitimar su autoridad era inspirar el miedo en la población, acababa por
derrumbarse tarde o temprano. En el Próximo Oriente imperaba la ley del más fuerte: el imperio
más poderoso mantenía la hegemonía, hasta que llegaba el momento del colapso, a partir del cual
otra nación, aprovechándose de esta debilidad, se impondría y llevaría a cabo el mismo proceso.
Los deseos de acumular cada vez más poder, propios del Ser Humano, llevaron a los vetustos reyes
de Babilonia (y por extensión a cualquier líder de la antigüedad, e incluso de la Historia
Contemporánea) a querer expandir sus dominios hasta límites insospechados, incluso cuando los
recursos no podían dar más de sí. En definitiva, Babilonia cayó por su propio peso.

La Muerte de Sardanápalo – Eugène Delacroix (1827)

Bibliografía
From Egypt to Babylon: The International Age (1550-500) – Paul Collins
Historia del Cercano Oriente – Carlos González Wagner

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