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Durante la primera mitad del siglo, una nueva religión surgió en el actual Irán,
al sur del mar de Aral, más allá de las fronteras del Imperio Medo. Un
sacerdote llamado Zaratustra, también conocido por la versión griega de su
nombre, Zoroastro, afirmó que se le había aparecido Ahura-Mazda, el Señor
de la Sabiduría, quien le había encomendado la misión de predicar la verdad.
Si bien había muchos dioses, Ahura-Mazda era el más grande de todos, y el
único digno de adoración. No sólo representaba la verdad, sino también el
bien. Si en el mundo existe el mal ello es debido a que existe otro dios tan
poderoso como Ahura-Mazda, pero que personifica al mal y a la mentira. Su
nombre es Ahrimán, en perpetua lucha con Ahura-Mazda. Este conflicto
entre ambos dioses divide a todo el Universo. Los hombres buenos son
servidores de Ahura-Mazda, mientras que los malos están poseídos por
Ahrimán. Zaratustra tuvo muchos seguidores y propagó su religión, conocida
como Mazdeísmo o Zoroastrismo, por todo el territorio medo, reformando el
culto preexistente. Los sacerdotes medos, que paulatinamente fueron
adoptando el Mazdeísmo, eran llamados magos. Con el tiempo esta palabra se
extendió para referirse a cualquier poseedor de poderes sobrenaturales,
equiparándose a "caldeo".
Abolió todas las deudas, para que el pueblo pudiera empezar de nuevo. Acabó
con la práctica de esclavizar a la gente por deudas y liberó a los que ya habían
sido esclavizados. Los atenienses esclavizados que habían sido llevados fuera
de Atenas fueron liberados a costa del tesoro público. Instituyó tribunales
integrados por gente del pueblo a los que los ciudadanos podían apelar en
lugar de al Areópago. Pero la mayor revolución de Solón fue la de dividir a la
población según el censo. Los ciudadanos se dividían en cuatro clases
atendiendo exclusivamente a los impuestos que pagaban (no a sus títulos
nobiliarios). Instituyó una asamblea, constituida por ciudadanos de las cuatro
clases, con la potestad de elegir a los arcontes y a los miembros del Areópago,
si bien los arcontes sólo podían elegirse entre las dos primeras clases, y los
miembros del Areópago entre los de la primera exclusivamente. Así apareció
la primera democracia de la historia, es decir, la primera ciudad organizada
(no una tribu rudimentaria) en la que el pueblo elegía y controlaba
sistemáticamente a sus gobernantes.
Solón debió de tener unas inmensas dotes diplomáticas para llevar adelante su
proyecto. Para conservarlo, consideró como delito permanecer neutral ante
una revuelta. A diferencia de otros legisladores, jamás pretendió que sus leyes
hubieran sido dictadas por los dioses. Aceptó cuantas críticas se le hicieron.
Cuando le preguntaron si consideraba a sus leyes las mejores en sentido
absoluto, respondió que no, que sólo eran las mejores en sentido ateniense.
En 590, la ciudad de Crisa, cercana a Delfos, trató de apoderarse del oráculo,
lo que originó la Primera Guerra Sacra, en la que las ciudades vecinas se
unieron para defender a Delfos.
Entre tanto las ciudades de la India iban prosperando. En el valle del Ganges
surgieron varias repúblicas aristocráticas gobernadas por oligarcas. Una de las
más importantes fue Sakya, cuya capital estaba en Kapilavattu. Contaba con
un parlamento de 500 miembros, dirigido por un presidente elegido
periódicamente. Otras de estas repúblicas se unieron en una confederación
liderada por los Vrji, de la que formaban parte también
los Videha, los Jñatrka, los Licchavi, y otros. La ciudad de Vaisali, capital
de los Licchavi, debió de ser una de las ciudades más ricas de la época.
También se formó el reino de Magadha, con capital en Girivraja. La ciudad
estaba estratégicamente situada en un valle, protegida por murallas de piedra
de 40 kilómetros.
La caída de Asiria