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En 173 murió Cleopatra, la madre de Ptolomeo VI, pero el rey era todavía menor
de edad y cayó bajo la influencia de los generales que soñaban con recuperar los
territorios perdidos en la última guerra siria, y así Egipto empezó a prepararse
para una ofensiva.
En 172 el rey Eumenes II de Pérgamo alertó a los romanos de las intenciones del
rey Perseo de Macedonia, y Roma no tardó en dar inicio a la Tercera Guerra
Macedónica. Perseo contaba como aliados a los griegos y a los bitinios, pero
éstos no tardaron en llegar a la conclusión de que no era buena idea enfrentarse a
Roma. Pese a ello, Perseo se dispuso a combatir en solitario y reunió el mayor
ejército que había formado Macedonia desde los tiempos de Alejandro Magno.
Con él resistió varios años a los ejércitos que envió Roma.
Un primo de Jasón llamado Onías, pero que, siguiendo el camino marcado por su
pariente, pasó a llamarse Menelao, ofreció a Antíoco IV otra porción del tesoro
del Templo si le nombraba a él sumo sacerdote, y el rey volvió a aceptar.
Partia seguía gobernada por los descendientes de Arsaces, todos los cuales
adoptaban oficialmente el nombre de Arsaces al llegar al trono, pero a menudo
eran conocidos también por sus verdaderos nombres. Por ejemplo,
en 171 murió Arsaces V o Fraates I y subió al trono parto Arsaces
VI o Mitrídates I. Teóricamente Partia formaba parte del Imperio Seléucida,
pero desde que murió Antíoco III eso no significaba nada en la práctica. No tardó
en extender su territorio a costa de Bactriana.
Por esta época los sacerdotes inventaron muchas historias sobre judíos
martirizados en otros tiempos a causa de su religión y sobre cómo Yahveh les
había ayudado y premiado debidamente. Así surgieron el libro de Judit y el libro
de Daniel que, junto con dos libros sobre los macabeos, completaron los textos
bíblicos. El libro de Daniel contiene varias historias que se atribuían
primeramente a Abraham (aunque su origen era muy posterior a la época del
patriarca), pero que fueron actualizadas y situadas en la época del destierro en
Babilonia. En realidad los libros sobre los macabeos fueron cinco, pero los tres
restantes eran totalmente ficticios y no fueron incluidos en la Biblia.
Ese mismo año murió el rey Ariarates IV de Capadocia, y fue sucedido por su
hijo Ariarates V. También murió Antíoco IV en Persia, probablemente de
tuberculosis. En principio, la sucesión recayó en su hijo Antíoco V, que tenía
sólo nueve años, pero un primo suyo reclamó el derecho al trono. En efecto,
Seleuco IV había tenido un hijo, llamado Demetrio, que había sido rehén en
Roma como su tío Antíoco IV, pero ahora había logrado escapar y consiguió
algunos partidarios entre los generales seléucidas. Antíoco V era en realidad la
baza de Lisias, que se convirtió en su tutor para gobernar el Imperio.
En 162 un ejército seléucida mayor que los anteriores se enfrentó a los macabeos
en Betzacaría. El ejército llevaba consigo un elefante, y Eleazar pensó que sobre
él iría el propio Antíoco V, así que se abalanzó sobre él y lo apuñaló por el
vientre, pero el elefante se desplomó sobre Eleazar y lo mató. A fin de cuentas,
sobre el elefante no iba el rey. Por primera vez, Judas Macabeo fue derrotado, y
tuvo que llevar los restos de sus tropas a las colinas del Gofna nuevamente,
mientras las fuerzas seléucidas volvían a ocupar Jerusalén. Esta vez se cuidaron
de interferir en el Templo. Lisias no quería conflictos con los judíos porque
necesitaba concentrar sus fuerzas contra Demetrio. Sin embargo, ese mismo año
Demetrio logró asesinarle a él y al rey Antíoco V, para a continuación ponerse al
frente del Imperio como Demetrio I. Sus primeros pasos fueron encaminados a
ganarse la amistad de Roma mediante regalos. Luego trató de controlar Judea de
forma menos drástica que sus antecesores. Los judíos afirmaban que, desde que
Salomón nombró a Sadoc Sumo Sacerdote, el cargo había permanecido
ininterrumpidamente en su familia. Incluso al volver del destierro en Babilonia,
fue nombrado Sumo Sacerdote Josué, que presuntamente pertenecía al linaje de
Sadoc. Demetrio I encontró el hombre idóneo para poner al frente del Templo.
Nombró sumo sacerdote a Eliakim, que fue aceptado por los judíos por ser del
linaje de Sadoc y, al mismo tiempo, era partidario de la cultura griega, hasta el
punto de que adoptó el nombre griego de Alcimo. Los jasideos dejaron
inmediatamente el combate, y sólo quedó un pequeño grupo de radicales en el
Gofna dirigidos por los macabeos. En principio no suponían un gran problema,
pero Judas Macabeo tuvo una idea extremadamente peligrosa para Demetrio I:
pedir ayuda a Roma. El libro I de los Macabeos contiene un pasaje muy
interesante porque muestra la imagen que el mundo tenía de Roma en la época (el
texto contiene exageraciones e inexactitudes):