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El Antiguo Testamento: Un
Comentario sobre Su
Historia y Literatura
TOMOS IV
Por
CARROLL GILLIS
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© Copyright 1960, Carroll Gillis
Derechos en español asignados a Casa Bautista de Publicaciones, 1986.
Segunda Edición © copyright 1991, Casa Bautista de Publicaciones.
Todos los derechos reservados.
Clasificación decimal Dewey: 221.6
Temas: 1. Biblia. A.T. Crítica, interpretación.
2. Biblia. A.T. Comentarios.
Tomo IV, ISBN: 0-311-03084-X
Tomo IV, C.B.P. 03084
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TOMO IV
HISTORIA DE JUDA SOLO
CONTENIDO DEL CUARTO TOMO
BOSQUEJO ANALITICO DEL CUARTO TOMO
INTRODUCCION GENERAL
LIBRO IV. HISTORIA DE JUDA SOLO
I. EPOCA DE EZEQUIAS
II. EPOCA DE JOSIAS
(I) PRINCIPIO DEL REINADO DE JOSIAS
(II) PROFECIA DE JEREMIAS
(III) ASURBANIPAL Y NABOPOLASAR
(IV) PROFECIA DE NAHUM
(V) PROFECIA DE SOFONIAS
(VI) ULTIMA PARTE DEL REINADO DE JOSIAS
III. EPOCA DE LA CAIDA DE LA NACION
(I) EPOCA DE JOAQUIM
(II) PROFECIA DE HABACUC
(III) PRINCIPIO DEL REINADO DE SEDEQUIAS
(IV) PROFECIA DE EZEQUIEL
(V) ACTUACION DE EZEQUIEL Y JEREMIAS EN EL REINADO DE
SEDEQUIAS
(VI) SITIO Y CAIDA DE JERUSALEN
(VII) EPILOGO: EL PERIODO DESPUES DE LA CONQUISTA
(VIII) PROFECIA DE ABDIAS
TABLA DE LA CRONOLOGIA DE LA HISTORIA HEBREA
DEDICATORIA
A mi madre
BOSQUEJO ANALITICO DEL CUARTO TOMO
LIBRO IV. HISTORIA DE JUDA SOLO (Desde la caída de Samaria hasta el traslado a
Babilonia). 722–581 a. de J. C.
2 R. 18:7b, 8.
18:13–25:26. 2 Cr. 32:1–36:21.
(Is. 36:1–39:8).
(13:1–14:23).
(18:1–27:13).
(29:1–35:10).
(40:1–66:24).
Jer. 1:1–52:34.
Nah. 1:1–3:19.
Sof. 1:1–3:20.
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INTRODUCCION GENERAL
Para encontrar exposiciones en detalle de los temas relacionados con la obra, pueden
consultarse la Introducción General del Tomo I y la del Tomo II.
LIBRO IV
HISTORIA DE JUDA SOLO
(Desde la caída de Samaria hasta el traslado a Babilonia)
722–581 a. de J.C.
2 R. 18:7b, 8.
18:13–25:26. 2 Cr. 32:1–36:21.
(Is. 36:1–39:8).1
(13:1–14:23).
(18:1–27:13).
(29:1–35:10).
(40:1–66:24).
Jer. 1:1–52:34.
Nah. 1:1–3:19.
Sof. 1:1–3:20.
(Dan. 1:1–2:49).
Hab. 1:1–3:19.
Ezeq. 1:1–48:35.
Ab. 1–21.
En el Libro IV, cuya exposición iniciamos ahora, trataremos la historia de Judá solo, período
que empieza con la caída de Samaria en 722 a. de J.C., y que termina con el cautiverio (caída
de Jerusalén en 586, último traslado en 581), siendo el punto terminante la última palabra
profética de este período: La Profecía de Abdías.
Sigue un bosquejo general del libro IV:
I. EPOCA DE EZEQUIAS.
II. EPOCA DE JOSIAS.
III. EPOCA DE LA CAIDA DE LA NACION.
I. EPOCA DE EZEQUIAS
(Desde la caída de Samaria hasta la muerte de Amón)
722–640 a. de J.C.
2 R. 18:7b, 8.
18:13–21:26. 2 Cr. 32:1–33:24.
(Is. 36:1–39:8).
(13:1–14:23).
(18:1–27:13).
(29:1–35:10).
(40:1–66:24).
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Las referencias que están entre paréntesis han sido tratadas, o se tratarán, y se introducen aquí para señalar
su conexión con el bosquejo histórico.
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Por las maquinaciones de Merodac-baladán, se rebelaron en contra del poderío asirio muchas
provincias del oeste, y en 711 a. de J.C., el monarca asirio hizo otra expedición al oeste. Esta
expedición se menciona en las inscripciones asirias, hablándose de ella una vez en el relato
bíblico, en Is. 20:1, siendo su objeto principal, Egipto. Aunque varios estados de alrededor
de Judá fueron atacados y subyugados, nuevamente Ezequías fue dejado en paz, seguramente
porque no echó de sí el yugo asirio. Esto, sin duda, fue debido a los buenos consejos de Isaías,
que siempre advertía que la confianza en Egipto era errónea. (Is. 36:6).
5. Profecías de Isaías en la época de la segunda expedición de Sargón
(Is. 18:1–21:17).
(23:1–18).
Estos pasajes han sido comentados ampliamente en las notas sobre la Profecía de Isaías.
6. Rebelión de Ezequías en contra de Asiria
2 R. 18:7b, 8.
En 705 a. de J.C., fue asesinado Sargón por uno de sus soldados, un año después de haber
terminado el gran palacio cerca de Nínive. En su lugar, ascendió al trono de Nínive su hijo
Senaquerib. Aprovechando la anarquía que prevalecía en Asiria, Ezequías se alió con Egipto
(por lo cual fue rotundamente condenado por Isaías, 36:6), y se rebeló contra Asiria.
Queriendo fortificar su posición, el rey de Judá hizo la guerra contra Filistea, pudiendo
conquistarla.
7. Profecías de Isaías en contra de una alianza con Egipto. (703–01 a. de J.C.)
(Is. 29:1–32:20).
Estos pasajes han sido comentados ya; véase la exposición de la Profecía de Isaías.
8. Invasión de Judá por Senaquerib, rey de Asiria. (701 a. de J.C.)
2 R. 18:13–19:36. (Is. 22:1–25). 2 Cr. 32:1–21a, 22, 23.
(33:1–24).
(36:1–37:37).
i. Profecías de Isaías en la época de la invasión de Senaquerib. (701 a. de J.C.)
(Is. 22:1–25).
(33:1–24).
Estas profecías han sido comentadas ya en la exposición de la Profecía de Isaías, exposición
que puede consultarse.
ii. Desolación de la tierra de Judá por ejércitos asirios
2 R. 18:13. (Is. 36:1). 2 Cr. 32:1.
En vista de la rebelión de Ezequías a la autoridad asiria, vino Senaquerib para dominarla.
Empezó su campaña asolando a la tierra y reduciendo sus ciudades fuertes antes de dirigir su
atención a la ciudad capital, quizás con la idea de conseguir el rendimiento de Ezequías sin
tener que gastar tiempo, hombres y materiales atacando a la plaza fuerte de la nación en
Jerusalén, lo que efectivamente consiguió; Ezequías le mandó tributo, y su posterior ataque
sobre la ciudad se debió a que la prontitud con que respondió el rey de Judá a sus demandas
excitó su avaricia, con el resultado de que quiso más de lo que había recibido.
La expresión a los catorce años del rey Ezechías ha traído mucha discusión, y debe ser
interpretada como refiriéndose a la enfermedad de Ezequías, lo que se verificó en 714 a. de
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ob. cit. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).
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Los ministros de Ezequías, temiendo el efecto de los argumentos sutiles de Rabsaces sobre
el espíritu de resistencia, le rogaron que hablase en el siríaco, o sea, el arameo, idioma de
Asiria, que ellos, en su carácter de diplomáticos, entendieron.
Siguió hablando en judaico (hebreo) Rabsaces, alegando que tenía que comunicar al pueblo,
los que habían de comer su estiércol, y beber el agua (orina) de sus pies con vosotros, que
habían de compartir con el rey y sus consejeros los horrores de un sitio (comp. Keil). Finaliza
Rabsaces invitando a que se rindan prometiendo salvación, pero agrega una amenaza basada
sobre el hecho de que ningún país que resistía a Asiria pudo ser salvo por sus dioses.
vii. Reacción del pueblo
2 R. 18:36, 37. (Is. 36:21, 22).
Oído el discurso de Rabsaces y los que con él estaban, el pueblo calló en obediencia al
mandamiento del rey, luego los ministros, rasgando sus vestidos para hacer visible su dolor,
entraron a informar al rey Ezequías de lo que se había dicho.
viii. Ezequías consulta a Dios
2 R. 19:1–5. (Is. 37:1–5).
Ezequías, agotados los medios humanos, vino al templo para consultar a Dios, enviando a
sus siervos a Isaías para buscar su apoyo.
ix. Contestación de Isaías
2 R. 19:6, 7. (Is. 37:6, 7).
El mensaje que envió Isaías al rey fue de consolación y ánimo, de que no temieran las
palabras de los asirios, puesto que Jehová salvaría a la ciudad.
x. Regreso de Rabsaces a Senaquerib
2 R. 19:8.
Habiendo dejado Senaquerib a Laquís, para sitiar a Libna, otra ciudad del sur de Judá,
Rabsaces se dirigió allí para dar su informe al rey asirio.
xi. Carta de Senaquerib a Ezequías
2 R. 19:9–13. (Is. 37:8–13). 2 Cr. 32:17.
Con una carta a Ezequías, enviada por medio de embajadores, Senaquerib siguió
blasfemando contra Jehová, afirmando que Dios no los salvaría, y que tal aseguramiento de
parte de Jehová era engañoso basándose sobre el hecho de que los dioses de otros países no
los habían librado de su poderío.
xii. Oración de Ezequías a Jehová por la carta de Senaquerib
2 R. 19:14–19. (Is. 37:14–20). 2 Cr. 32:20.
Extendiendo la carta de Senaquerib delante de Jehová, Ezequías oró en el templo. Recordó
el rey que Jehová era el único Dios, creador del universo, y que Senaquerib había blasfemado
su nombre. También tuvo en cuenta Ezequías que el rey asirio había dicho la verdad al
afirmar que otras naciones, que confiaban en ídolos, habían caído delante de él. Terminó el
rey de Judá suplicando a Dios que lo salvase, para gloria de su nombre.
xiii. Contestación de Jehová por medio del profeta Isaías
2 R. 19:20–34. (Is. 37:21–35).
La contestación de Dios, de acuerdo con su costumbre, vino a Ezequías por medio del profeta
Isaías, que envió al rey para comunicarle la palabra de Jehová. Le aseguró primero que había
oído su oración tocante a Senaquerib, cuyas blasfemias fueron pronunciadas, no contra el
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hombre, sino contra Dios mismo. El orgullo del rey asirio, fortalecido por los éxitos que había
logrado, lo había llevado a proferir injuria contra el Señor, no dándose cuenta de que era
Jehová el que vigilaba todas sus acciones, que lo había traído a Palestina para desolar la tierra.
Por cuanto Senaquerib se había airado en contra de Dios, él lo haría volver por el camino por
donde vino.
Además, Jehová promete señal a Ezequías (v. 29): Después de que Senaquerib volviese a su
tierra, los habitantes de Judá tendrían, como antes, una sucesión de cosechas, sin que nadie
los molestara. Esta señal, verificándose después de la destrucción de las fuerzas asirias,
pertenece a aquella clase que Barnes llama “señales retrospectivas.” Habría también
“reliquias,” remanentes que escaparían al furor de Asiria, que seguirán viviendo en su tierra.
Tampoco podría entrar en la ciudad de Jerusalén el rey de Asiria, sino que volvería a su tierra,
siendo Jerusalén amparada por Jehová, a causa de su amor para David con lo cual denota
también amor para su descendencia: el Mesías y el programa de redención que había de ser
realizado, con la salvación, no de un remanente, sino del mundo entero.
xiv. Derrota de los asirios
2 R. 19:35, 36. (Is. 37:36, 37). 2 Cr. 32:21a, 22.
En esa misma noche el ángel de Jehová hirió ciento ochenta y cinco mil asirios, muriendo
todos a la vez, salvando así Jehová a su pueblo. Ante este golpe asestado a su fuerza militar,
Senaquerib no pudo más, sino que volvió a su tierra, para no salir más en campañas a las
tierras del oeste.
La invasión de Senaquerib a Judá en 701 a. de J.C. está plenamente atestiguada en las
inscripciones asirias del período, las que esencialmente concuerdan con la Biblia.
Naturalmente no se relata nada del desastre del conquistador asirio en Jerusalén; aunque se
toma nota de la devastación de las ciudades de Judá, se hace referencia al tributo de oro de
Ezequías, se afirma la alianza de Judá con Egipto, no se jacta nunca Senaquerib en sus
informes de haber tomado la capital de Jerusalén.
Heródoto, el gran historiador griego, dice lo siguiente: “Senaquerib, rey de los asirios y los
árabes, condujo un gran ejército a Egipto, cuyo ejército se formaba de comerciantes y
artesanos. Durante la noche, estando el campamento asirio frente al egipcio, salió una
multitud de ratones que se comieron el cuero de las armas y la armadura de los soldados
asirios. No pudiendo pelear, fueron derrotados por los egipcios” (Historia, II.141). Esta
tradición corrobora, en sus líneas generales, el informe bíblico sobre la campaña de
Senaquerib en el oeste; el hecho también de que el rey asirio durante los últimos veinte años
de su vida no volvió a Palestina, confirma nuestro informe de que sufrió allí una gran derrota.
La referencia de Heródoto a una plaga de ratones, vista a la luz del informe bíblico sobre la
muerte de ciento ochenta y cinco mil soldados en una noche, podría ser interpretada en el
sentido de que Dios se sirvió para destruirlos de la peste bubónica; esto, sin embargo, es sólo
una conjetura.
xv. Fama de Ezequías después de la derrota de Senaquerib
2 Cr. 32:23.
La derrota del gran ejército asirio, en el momento en que ponía sitio a Jerusalén, sea o no por
fuerza militar de Ezequías, le trajo gran renombre a este rey; todo pueblo reconocía el
principio de que las victorias se ganaban con el poder de un dios, y la hazaña de Ezequías,
hecha sin armas, señaló un poder espiritual tras él que fue casi sin precedente, y le trajo el
homenaje de muchas naciones alrededor de Palestina.
9. Ultimas profecías de Isaías. (Después de 701 a. de J.C.)
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(Is. 13:1–14:23).
(24:1–27:13).
(34:1–35:10).
(40:1–66:24).
Notas sobre esta serie de profecías han de hallarse en conexión con la exposición de la
Profecía de Isaías, dadas anteriormente.
10. Muerte de Ezequías
2 R. 20:20, 21a. 2 Cr. 32:32, 33a.
Habiendo cumplido su misión en la vida, murió Ezequías, rey de Judá, siendo uno de los
mejores reyes que se sentó jamás sobre el trono de David, aproximadamente en el año 699 a.
de J.C.
11. Reinado de Manasés, hijo de Ezequías
2 R. 19:37; 20:21b; (Is. 37:38). 2 Cr. 21:21b; 32:33b.
21:1–18a. 33:1–19a.
Sucedió a Ezequías en el trono de Judá su hijo Manasés, uno de los peores reyes que hubo
de tener la nación, quien, sin embargo, tuvo la suficiente entereza de carácter para
arrepentirse de sus crímenes durante la última parte de su reinado, pudiendo así reformar
algunos de los males que lo caracterizaron.
i. Ascensión de Manasés al trono
2 R. 20:21b; 21:1. 2 Cr. 32:33b; 33:1.
Al morir Ezequías, subió al trono Manasés su hijo, de catorce años de edad, quien había de
ejercer la autoridad durante unos cincuenta y cinco años. La fecha de su ascensión puede
ponerse en 699 o 698 a. de J.C.
ii. Idolatría de Manasés
2 R. 21:2–9. 2 Cr. 33:2–9.
La descripción de las maldades de Manasés es típica de la de muchos reyes anteriores. Volvió
a establecer los santuarios que Jehová había prohibido, hechos sobre lugares altos, que
Ezequías había destruído, levantó altares a Baal, hizo bosques (los santuarios inmorales de
Astarte), y adoró a las estrellas, una influencia babilónica, para quienes las estrellas eran
dioses (comp. Barnes), una innovación en la religión de Palestina. Además, pasó a su hijo
por fuego, una ceremonia que se relacionaba con el culto de Moloc, dios de Amón, consultó
toda clase de agüeros, y para colmo, puso una estatua de Astarte en el mismo templo de
Jerusalén. De tal manera procedió Manasés en su programa de maldad, que dice el escritor
sagrado, los indujo a que hiciesen más mal que las gentes que Jehová destruyó delante de
los hijos de Israel (v. 9).
iii. Muerte de Senaquerib y ascensión de Esar-hadón
2 R. 19:37. (Is. 37:38). 2 Cr. 32:21b.
Este dato bíblico es corroborado por las inscripciones asirias. Alrededor del año 681 a. de
J.C., se celebraba una fiesta religiosa, y Senaquerib fue asesinado por uno de sus hijos durante
una rebelión. Después de unos cinco meses, Senaquerib fue sucedido en el trono (en 681) por
su hijo Esar-hadón.
iv. Anuncio del castigo por los profetas de Jehová
2 R. 21:10–15.
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hadón, padre de Asurbanipal, había fortificado esta ciudad, la cual era un lugar muy
importante del imperio que el rey asirio había confiado a su propio hermano, y que quizás
podría parecer como mejor lugar para guardar a los rehenes, que la ciudad capital.
En el cautiverio, Manasés se arrepintió, invocó el nombre de Dios, y fue devuelto a su país
por el rey asirio. Esta acción evidentemente cabía dentro de la política asiria, porque al mismo
tiempo fue restaurado a su trono Necao I, faraón de Egipto. Manasés, restaurado a su tierra,
inmediatamente empezó a fortificarla en preparación para resistir otra incursión de Asiria en
contra de él.
ix. Reformas de Manasés después de su cautiverio
2 Cr. 33:14–17.
Además de las fortificaciones que restauró Manasés, emprendió muchas reformas, de
acuerdo con el voto que sin duda había hecho a Jehová. Quitó los dioses ajenos, la estatua de
Astarte de la casa de Jehová, los altares ilícitos que había en Sión, reparando además el altar
de bronce del templo e instituyendo de nuevo los sacrificios. Los demás de los santuarios en
los altos, los dejó; aunque ilícitos, no eran idólatras, como lo señala este pasaje.
x. Muerte de Manasés
2 R. 21:17, 18a. 2 Cr. 33:18, 19a.
Después de un reinado largo que, hasta el fin, fue malo, Manasés murió en 643 a. de J.C.
12. Ascensión de Amón al trono de Judá
2 R. 21:18b–26. 2 Cr. 33:19b–24.
En lugar de Manasés, reinó Amón su hijo sobre el trono de David en Jerusalén (642). Siendo
de veintidós años al tomar la autoridad, no pudo ejercerla más que dos años, pues fue
asesinado, como se comenta en el siguiente párrafo. En este breve tiempo, conquistó la
reputación de ser un mal rey, andando en el camino de la idolatría, sin arrepentirse de esto
antes de su muerte, como había hecho Manasés.
En 640 a. de J.C., fue asesinado Amón en una conspiración que había sido hecha contra él,
tomando su lugar sobre el trono de Judá, su hijo Josías, con quien empieza otra época gloriosa
de la historia de Judá.
II. EPOCA DE JOSIAS
(Desde la ascensión de Josías al trono hasta su muerte)
640–608 a. de J.C.
2 R. 22:1–23:30a.2 Cr. 34:1–35:27.
Jer. 1:1–52:34.
Nah. 1:1–3:19.
Sof. 1:1–3:20.
Se acerca la caída de la nación; aunque se aproxima su destrucción, el país se halla en una de
sus épocas de apogeo: sobre el trono un rey que tiene la aprobación de Jehová, y brillantes
profetas para comunicar su voluntad a los hombres. Pero la gloria del país es efímera y
aparente, su justicia, una cáscara bajo la cual late débilmente el corazón del pueblo
corrompido por una falsa confianza en Jehová que se olvida del largo catálogo de crímenes
de que la voz divina los acusa.
Sigue un bosquejo general de los temas que se han de tratar en esta parte:
(I) PRINCIPIO DEL REINADO DE JOSIAS.
(II) PROFECIA DE JEREMIAS.
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Cuando Josías hubo reinado ocho años, teniendo quince o dieciséis de edad, hizo su primer
esfuerzo para limpiar a la ciudad y al país de la idolatría, esto, sin duda, debido a que
alrededor de él había personas que se interesaban en la purificación del culto. Quitó los altos
(santuarios ilícitos de Jehová), los bosques (santuarios de Astarte), y los ídolos.
Esta primera reforma la podemos fechar en 631 a. de J.C., contando con que el primer año
entero del reinado de Josías debe haber sido 639 (comp. Price, Compendio de la Historia del
Antiguo Testamento, pág. 132).
ii. Segunda reforma de Josías
2 Cr. 34:3b–7.
Cuando hubo reinado doce años, a los diecinueve (o veinte) de edad, Josías llevó a cabo su
segunda reforma en la vida religiosa de su reino. Esto debe haber acontecido en 627 a. de
J.C. comp. Sanders, History of the Hebrews, pág. 176), contando también desde 639, el
primer año entero del reinado de Josías (véase el párrafo anterior).
Josías hizo derribar los altares de Baal, y las imágenes del sol, una reliquia de la época de
Manasés comentada antes. Nuevamente destruyó otras formas de idolatría, que quizás se
habían levantado de nuevo desde su primera reforma: los santuarios de Astarte, y otros ídolos,
esparciendo el polvo de éstos sobre los sepulcros de sus adoradores para despreciar a estas
religiones falsas. Los huesos de los sacerdotes de la religión, que habían muerto, los hizo
quemar sobre los altares, para así contaminarlos a los ojos de sus devotos. No limitó Josías
su programa de limpieza a su propio reino, sino que envió al territorio anteriormente ocupado
por el reino septentrional de Israel, ya caído, a sus habitantes llevados al cautiverio para quitar
la idolatría. Así ejercía cierta autoridad religiosa sobre esta región, aunque la autoridad
política la retenía en esta época Asiria, de la cual Josías era vasallo.
(II) PROFECIA DE JEREMIAS
Jer. 1:1–52:34.
El profeta Jeremías es una de las personalidades más amables de toda la Biblia. Hombre
cariñoso, estaba hecho para la tranquilidad del hogar, pero en vez de esto tuvo que actuar
sobre el escenario público durante las épocas más turbulentas que jamás había visto su
nación. Como Moisés y Samuel, Jeremías era el “hombre de la hora” en uno de los cuatro
períodos de crisis antes de la venida del Mesías, que eran: La liberación de Egipto y el
establecimiento en la tierra de Canaán, en que figuraron Moisés y Josué; la fundación de la
monarquía, en la cual tomó parte Samuel; la caída de la nación, con la cual se vinculó
Jeremías; y la restauración del cautiverio en que actuaron Zorobabel y Josué el sacerdote.
Vemos, pues, que la Providencia de Dios escogió un momento tan importante como trágico
para este hombre que supo comportarse de acuerdo con las necesidades del momento, y que
pudo simpatizar con el dolor de la nación en el momento más crítico de su historia.
Sigue un bosquejo de los temas tratados en esta parte:
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE JEREMIAS.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE JEREMIAS.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE JEREMIAS.
Aunque las profecías de Jeremías abarcan un período muy largo, para conveniencia del lector
las trataremos todas juntas, haciendo en el bosquejo cronológico, sencillas referencias a ellas
en el punto donde corresponden. Esto lo hemos hecho ya con la Profecía de Isaías.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE JEREMIAS
Jer. 1:1–52:34.
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sincera y duradera. Cierto es que Jeremías sentía para el rey un cariño que duró toda su vida,
lo que produjo en el corazón afectuoso del profeta, dolor y llanto por la muerte inesperada e
inoportuna del rey.
a. Llamamiento del profeta
Jeremías recibió su llamamiento a muy temprana edad (quizás tenía unos veinte años), en el
año trece del rey Josías, alrededor de 626 a. de J.C., y cinco años antes del hallazgo del libro
de la ley en el templo (621 a. de J.C.). Algunos han creído que quizás Jeremías cooperó en
una forma definitiva en las reformas que se hicieron en Jerusalén en 626 y en 621; sin
embargo, en esta época el profeta debe haber sido poco conocido, tardando mucho en que
fuese a Jerusalén. No obstante, debe haber cooperado en todo lo posible el joven entusiasta,
en su propio pueblo de Anatot, celoso por Jehová, y deseoso de ver realizadas entre sus
compatriotas las reformas que emprendía el rey en Jerusalén y en todo el país.
El llamamiento de Jeremías se relata en el primer capítulo de su profecía, así como las
visiones que en esta ocasión tuvo y sus propias reacciones a las responsabilidades que Jehová
ponía sobre él. Inmediatamente después de su llamamiento, parece que se entregó de lleno a
su obra profética, pronunciando sus mensajes al pueblo, y los capítulos 2:1–6:30 de su
profecía contienen una serie de tres discursos que posiblemente pronunció en el año 13 de
Josías.
El cap. 17:19–27 también pertenece al reinado de Josías en la época cuando Jeremías, por
mandamiento de Jehová, se puso a la puerta del templo para condenar al pueblo por el
infringimiento del sábado. Probablemente este breve mensaje pronunciado en la puerta del
templo es típico de muchos de los que pronunció en la capital de la nación, ya que parece que
una gran parte de su ministerio se desarrolló en Jerusalén, donde predicaba a las multitudes
que se juntaban en el templo durante las grandes fiestas.
La preferencia de Jeremías por el templo en vez de su lugar nativo, es natural, primero por
cuanto era el centro religioso del país y allí se hallaban los adoradores, y segundo, porque
sus actividades en Anatot fueron impedidas porla hostilidad de sus compatriotas. En el
capítulo 11:21 hay una advertencia de Jehová sobre los peligros que un continuado ministerio
en su pueblo natal podía acarrear. Parece que hubo una conspiración contra su vida en la cual
aun sus familiares tomaron parte (12:6). Algo debe haber predicado Jeremías también en
otras ciudades de la tierra (quizás en bien de las reformas del rey), de acuerdo con el
mandamiento de Jehová (11:6).
b. Muerte de Josías
Josías terminó su vida repentinamente con el insensato desafío a los ejércitos de Faraón
Necao, que iban rumbo al norte para encontrarse con las huestes babilónicas. El rey de Judá,
nominalmente sujeto a Asiria, que había sido recientemente conquistado por los medos y
caldeos, optó por apoyar a Caldea. Con este fin salió a afrontar a Egipto, encontrándose con
Necao en Meguido. En la batalla que siguió, Josías perdió la vida.
ii. Joacaz
Parece que ningún discurso de Jeremías fue pronunciado durante el reinado de Joacaz, y esto
no nos sorprende cuando recordamos que este rey se sentó sobre el trono de Judá por sólo
tres meses (2 R. 23:31). Después de la muerte de Josías, Joacaz ocupó el trono. A la vuelta
de Faraón Necao de su expedición contra los caldeos, tomó preso a Joacaz y lo llevó a Egipto,
donde murió (2 R. 23:33).
Joacaz, aunque fue uno de los hijos menores de Josías (1 Crón. 3:15; llamado allí “Sallum”),
había sido llevado al trono por la voluntad del pueblo. Necao quizás temió que un soberano
que era elegido por la voluntad del pueblo llevara a cabo una política contraria a él (como
17
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Josías su padre lo había hecho), así que lo depuso del trono, poniendo en su lugar a un
hermano mayor, Eliaquim (Eliacim), a quien dio el nombre de Joaquim (Joacim) (2 Crón.
36:4).
Aunque no tenemos profecía de Jeremías acerca del reinado de Joacaz, sí hay una referencia
a él en la Profecía (Jer. 22:10–12), donde Jeremías anuncia que Sallum (el nombre con que
denominó a este rey), “no volverá acá más; antes morirá en el lugar adonde lo transportaren,
y no verá más esta tierra.”
iii. Joaquim
Joaquim reinó once años (608–597), siendo malo desde todo punto de vista (2 Reyes 23:37).
Era de un carácter muy irreligioso; dejaba extenderse la idolatría, y era cruel en su opresión
al pueblo. Llevaba a cabo un programa costoso de edificación mediante el trabajo forzado
del pueblo. Durante varios años (hasta el año cuarto de su reinado, 605), fue fiel al rey
egipcio, Necao, quien lo había puesto sobre el trono.
Cuando Necao fue vencido en la batalla de Carquemís por Nabucodonosor (en 605), Joaquim
trasladó su lealtad al general caldeo, olvidándose de su pacto con Egipto. Por esto,
Nabucodonosor, que había venido a Palestina, se retiró de Jerusalén dejando en el trono al
rey Joaquim, llevando consigo a algunos nobles judíos (como Daniel y sus tres amigos) en
carácter de rehenes, para garantizar la fidelidad de Joaquim. Después de algunos años, en
602, Joaquim se rebeló en contra de Nebucodonosor. Parece que el rey caldeo estaba ocupado
en otras partes, y no vino a dominar la rebelión hasta 597. Sin embargo, en estos años incitó
en contra de Judá a sus vecinos: sirios, ammonitas, y moabitas.
La situación de Jeremías bajo el poder de Joaquim era bastante mala, como era de esperar,
dado el mal carácter del rey, y las constantes reprensiones que recibiera del profeta, a causa
de su deslealtad en sus tratados. Al principio del reinado de Joaquim, Jeremías se halló en
dificultades con las autoridades por un discurso que pronunció en la puerta del templo (7:1–
9:26; 26:1–24), por lo cual los sacerdotes que oficiaban allí lo quisieron matar (26:11), como
en la misma época hicieron matar a Urías, profeta contemporáneo de Jeremías (26:20–24),
quien también sufrió a manos del sacerdote Pasur (20:1).
Al principio del reinado de Joaquim fueron pronunciadas las profecías contenidas en los
capítulos 10–20 (con la posible excepción de 11:1–12:17; 17:19–26), y 47:1–7 que podrían
pertenecer al reinado de Josías. Al período desde el cuarto año de Joaquim pertenecen los
capítulos 25, 35, 36, 45, 46, y posiblemente 48:1–47 y 49:1–33.
Fue en este período cuando Dios prohibió a Jeremías casarse (16:1, 2), con el objeto de
enseñar al pueblo una lección sobre la incertidumbre de los tiempos en que vivían. Fue en
esta época también (el cuarto año de Joaquim) cuando a Jeremías se le mandó que escribiera
en un rollo las palabras de las profecías que había recibido de Jehová (36:2), sirviéndole
Baruc de amanuense en este trabajo. Baruc entonces llevó el rollo al templo, y allí lo leyó,
puesto que a Jeremías no le era permitido entrar, quizás por el discurso que antes había
pronunciado allí, ofendiendo a los sacerdotes (36:5). Después fue leído el rollo delante del
rey Joaquim quien, cuando hubo escuchado solamente una parte, lo rasgó con un
cortaplumas, y lo echó en el fuego que estaba en el brasero (36:23). Al saber Jeremías esto
tomó otro rollo y escribió de nuevo su discurso agregando otras cosas (36:32).
De la muerte de Joaquim no sabemos nada. Una comparación de 2 Reyes 24:5, 6 con 2 Crón.
36:6, 8 (y con Jer. 22:19, y 36:30) parece indicar que Nabucodonosor lo puso en cadenas con
el propósito de llevarlo a Babilonia, pero que murió antes de llegar allí.
iv. Joaquín
18
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En Mt. 1:11, Joaquín es llamado “Jeconías” y en la Profecía de Jeremías “Conías.” Este rey,
hijo de Joaquim, ocupó el trono de Judá a la edad de diez y ocho años, y reinó sólo tres meses
(2 Reyes 24:8). (La referencia en 2 Crón. 36:9 a un reinado a los ocho años es inexacta, y
probablemente se debe al error de un copista.) El profeta Jeremías dirigió algunas palabras a
este rey, haciéndole saber cuál había de ser su destino: el destierro (22:24–30). Joaquín fue
depuesto por Nabucodonosor en 597 a. de J.C. (que demasiado tarde había venido para
aplastar la rebelión de Joaquim), y llevado a Babilonia. Allí estuvo encarcelado durante 37
años, para ser librado por Evil-merodac en 560 a. de J.C. Con Joaquín fue desterrada la reina
madre, y unas mil personas de las mejores de la nación (entre ellas Ezequiel), a quienes se
llevó Nabucodonosor con el fin de dejar al pueblo sin dirección política, pensando así evitar
otra rebelión.
v. Sedequías
En vez de Joaquín, puso Nabucodonosor sobre el trono a su tío Sedequías, hijo menor de
Josías (Jer. 1:3; 37:1; 2 R. 24:17). Este rey era malo, aunque quizás su debilidad fue mayor
que su maldad, vacilando en su política bajo la influencia de los príncipes que odiaban a
Jeremías, y que habían tomado el poder en los días de la anarquía que prevaleció después de
las invasiones caldeas. Sin embargo, Sedequías a veces consultaba a Jeremías, cuando podía
hacerlo sin que los príncipes se enterasen (37:17; 38:14).
Durante el reinado de Sedequías, persistió la política de duplicidad: alianzas con Babilonia y
con Egipto. Contra esto predicó Jeremías continuamente, aconsejando la sumisión a
Nabucodonosor como la única política que Dios aprobaría. Sus consejos fueron desoídos, y
él mismo fue maltratado a causa de su franco anuncio de una política poco popular; una vez
lo pusieron en la mazmorra (37:16), y otra vez en una cisterna (mazmorra) con barro (38:6).
Las profecías que pertenecen al principio del reinado de Sedequías son: 27:1–29:32; 52:28;
21:1–24:10 (del año 597); y 49:34–39 (de los años 597–593); y 50:1–51:64 (del año 593).
Las profecías de los últimos años de Sedequías son 37:1–21; 34:1–22; 39:15–18; 30:1–
31:40).
Sedequías se rebeló contra Nabucodonosor en 588, confiando en que Afra, faraón de Egipto,
lo salvaría. El mismo año llegaron los ejércitos de Nabucodonosor para dominar la rebelión
(39:1). Jeremías recomendó a Sedequías que se entregase a los caldeos, prometiéndole la
salvación de él y la de la ciudad, pero el rey no escuchó su palabra.
Durante el sitio de la ciudad, Jeremías siguió con sus anuncios de derrota, con gran disgusto
de los príncipes (32:2–5). A la vez que anunciaba la caída de la ciudad y el destierro, expresó
su fe en la restauración del cautiverio con palabras y con acciones tales como la compra de
un campo (32:7–11).
Por fin llegó el largamente esperado ejército de Faraón Afra, de acuerdo con el pacto egipcio
con Sedequías, con el fin de combatir a los caldeos. El pueblo aclamó la venida de los
egipcios, creyendo que traían la salvación, ya que los caldeos abandonaron
momentáneamente el sitio (37:5). Jeremías inmediatamente anunció el fracaso del ejército
egipcio, y la vuelta del caldeo ante los muros de Jerusalén para continuar el sitio (37:6–10).
El profeta aprovechó la momentánea cesación de vigilancia en las puertas de la ciudad para
escapar al campo, pero fue encontrado por lrías, capitán de la puerta, que acusó a Jeremías
de traición, con motivo de lo cual fue azotado y echado a la cárcel (37:11–15).
vi. Caída de la ciudad de Jerusalén
A la caída de la ciudad de Jerusalén, Jeremías fue tratado bien por Nabucodonosor, que
evidentemente se había enterado de los esfuerzos del profeta para conseguir la rendición
pacífica de la ciudad. El rey caldeo dio a Jeremías la oportunidad de escoger entre ir a
19
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Babilonia (donde sin duda le esperaban honores y alta posición), o quedarse con su pueblo
en Jerusalén. Jeremías optó por quedarse con el pueblo y permaneció en su tierra, creyendo
sin duda que, con su amigo Gedalías (nombrado gobernador por Nabucodonosor), su
situación sería buena (40:4–6).
Sedequías reinó once años, desde 597 a 586, y con la caída de la ciudad de Jerusalén, se
finalizó no solamente su reinado sino también la historia de la nación.
vii. Partida del pueblo con Jeremías a Egipto
La esperanza de Jeremías, de una vida tranquila en Jerusalén después de la partida del
conquistador caldeo, no fue realizada. Después de unas semanas Gedalías fue asesinado por
Ismael, un judío noble, bajo la influencia de los ammonitas (40:15–41:15). En seguida,
aunque el pueblo en general no era responsable del crimen cometido, todos temían la
venganza caldea por la muerte del gobernador, y concibieron el plan de refugiarse en Egipto
(41:16–18). Jeremías habló en contra del proyecto, pero el pueblo, no haciéndole caso, entró
en la tierra de Egipto, llevando consigo a Jeremías.
a. Jeremías en Egipto
De las actividades de Jeremías en Egipto tenemos poco conocimiento. En 43:8–13 tenemos
algunas palabras del profeta en dicho lugar, y en 44:1–30 hallamos su último discurso: en
contra de la idolatría.
b. Muerte de Jeremías
De la muerte de Jeremías no tenemos ningún dato concreto. Probablemente murió en Egipto,
puesto que ya era bastante avanzado de edad cuando fue allí. De acuerdo con una tradición
conservada por algunos de los Padres de la Iglesia, fue apedreado por los judíos en Egipto.
Una tradición de los rabinos afirma que escapó de Egipto y fue a Babilonia, donde murió.
Ninguna de estas tradiciones tiene mucho valor, y tenemos que reconocer que nada sabemos
de cierto.
4. Duración del ministerio de Jeremías
El ministerio de Jeremías duró desde el año 13 de Josías (626) hasta unos años después de la
caída de la ciudad en 586, o sea, algo más que cuarenta años.
5. Jeremías el hombre
Conocemos más de Jeremías que de cualquier otro profeta tocante a su carácter, por la
abundancia de referencias personales que hay en su profecía.
Sabemos que era una persona de corazón tierno, que quería y buscaba el amor y la
comprensión de parte de sus compatriotas, y no los encontró. Proclamar un mensaje de
destrucción a su pueblo ofendió sus sentimientos de lealtad, y aconsejar la rendición y la
cooperación con el odiado invasor hirió su sentimiento de patriotismo. El suyo era el
verdadero patriotismo, pero dado el estado de cosas reinante, no lo pareció y sufrió mucho
con los gritos de “traición” que sus enemigos levantaron a causa de su mensaje de
colaboración.
Pero era fiel a Dios más bien que a los hombres, aunque muchas veces quiso morir antes que
decir al pueblo lo que Dios ponía en su corazón. A veces dijo que ya no diría más al pueblo
la palabra de Dios, pero al fin cedió, diciendo: por cuanto la Palabra “fue en mi corazón como
un fuego ardiente metido en mis huesos, trabajé por sufrirlo y no pude” (20:9).
Jeremías por naturaleza compadecía al pueblo por sus sufrimientos. Su vista profética, que
le descubría el porvenir de tragedia que esperaba a su pueblo, hizo más agudos los
sufrimientos que soportó en su carácter de profeta de Dios. El hecho de ser perseguido por
sus compatriotas hizo más dolorosa aún la tarea a la cual Dios le había enviado.
20
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Con el elemento de fuerza y de firmeza que era como hierro en su corazón, y que le animó a
anunciar sin vacilar sus mensajes difíciles, vemos también cierto rasgo de debilidad que hace
a Jeremías uno de los profetas más humanos. Se quejó en muchas ocasiones a Dios por la
misión que le había señalado y quiso dejar de profetizar (20:9), por lo cual trató sin éxito de
escapar de la ciudad cuando los ejércitos caldeos se retiraron para enfrentarse con Afra, un
gesto de debilidad que Dios no le permitió realizar.
A pesar de la existencia en su carácter de muchas debilidades naturales, Jeremías era sin duda
uno de los más grandes profetas hebreos. Vivió en un momento crítico de la historia de la
nación, y supo hacer frente a las oportunidades y a las responsabilidades que ese momento le
exigió. En su ministerio, llevado a cabo bajo el fuego de la oposición oficial y privada, se
comportó como un verdadero profeta de Dios, y se reveló no sólo como un hombre de visión
espiritual, sino también como un estadista que, mucho mejor que los príncipes que eran oídos
por el rey, analizó la situación de su país en relación con la política internacional. No cabe
duda que, de haber seguido los príncipes los consejos del profeta, el rey Sedequías habría
salvado a su nación de la derrota y de la destrucción, puesto que la única forma en que la
nación debilitada pudo salvarse del poderío de la gigantesca Babilonia, fue someterse a su
soberanía, como Jeremías había anunciado.
6. Estilo de la Profecía de Jeremías
El estilo de Jeremías no tiene la misma energía y fuerza de Isaías, pero no le falta poder para
conmover, en parte por la forma franca en que el profeta expresa los sentimientos más íntimos
de su alma, aun cuando éstos no dieron la impresión más favorable de él. El estilo de Jeremías
tiene también mucha originalidad, especialmente en la selección de las figuras con que había
de exponer sus mensajes. Por el elemento personal que se halla en la Profecía, el “interés
humano,” su profecía tiene más atractivo que la de Ezequiel, cuyo estilo es más seco y
cansador, aunque más artístico en carácter. La predicación de Jeremías refleja el libro de
Deuteronomio, del cual él había bebido profundamente, así como la de Ezequiel revela un
conocimiento íntimo del libro de Levítico, y en esto, en gran parte, se funda la diferencia
entre los dos profetas.
7. Bosquejo general de la Profecía de Jeremías
Sigue un bosquejo general de la Profecía de Jeremías, siendo presentados los detalles del
análisis en el siguiente capítulo.
PROFECIAS PRONUNCIADAS EN RELACION CON EL REINADO DE JOSIAS. 1:1–
6:30.
PRIMER GRUPO DE PROFECIAS DEL REINADO DE JOAQUIM. 7:1–20:18.
PRIMER GRUPO DE PROFECIAS EN EL REINADO DE SEDEQUIAS. 21:1–24:10.
SEGUNDO GRUPO DE PROFECIAS DEL REINADO DE JOAQUIM. 25:1–26:24.
SEGUNDO GRUPO DE PROFECIAS BAJO SEDEQUIAS. 27:1–29:32.
TERCER GRUPO DE PROFECIAS BAJO SEDEQUIAS. 30:1–31:40.
CUARTO GRUPO DE PROFECIAS BAJO SEDEQUIAS. 32:1–33:26.
QUINTO GRUPO DE PROFECIAS DEL REINADO DE SEDEQUIAS. 34:1–22.
TERCER GRUPO DE PROFECIAS BAJO JOAQUIM. 35:1–36:32.
SEXTO Y ULTIMO GRUPO DE PROFECIAS BAJO SEDEQUIAS. 37:1–39:18.
ACTUACION DE JEREMIAS DESPUES DE LA CAIDA DE LA NACION. 40:1–44:30.
EPILOGO DE LAS PROFECIAS PRONUNCIADAS DURANTE EL PERIODO DE LOS
REYES. 45:1–5.
PROFECIAS EN CONTRA DE LAS NACIONES PAGANAS. 46:1–51:64.
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22
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52:1–3a.
52:3–27. 588–586. Sedequías.
52:28. 597. Sedequías.
52:29. 586. Sedequías.
52:30. 581. Después de la caída.
52:31–34. 560. En el cautiverio.
El orden cronológico
626. 1:1–6:30.
608–605. 47:1–7.
7:1–20:18.
26:1–24.
605. 25:1–38.
35:1–36:32.
45:1–46:12.
48:1–47.
605?. 49:1–6.
49:7–22.
49:23–27.
49:28–33.
597. 52:28.
597–593. 49:34–39.
52:1–3a.
27:1–29:32.
23
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597–588. 21:1–24:10.
30:1–31:40.
593. 51:59–64.
588. 34:1–22.
588–586. 52:3b–27.
587. 32:1–33:26.
37:1–21.
38:1–13.
38:14–28.
39:1–14.
39:15–18.
586. 50:1–51:58.
52:29.
586–585. 40:1–43:13.
585. 44:1–30.
46:13–28.
581. 52:30.
560. 52:31–34.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE JEREMIAS
Jer. 1:1–52:34.
(A) PROFECIAS PRONUNCIADAS EN RELACION CON EL REINADO DE JOSIAS
1:1–6:30.
Sobrescrito. Título y fecha.
24
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1:1–3.
1. Llamamiento del profeta Jeremías.
1:4–19.
i. Llamamiento del profeta por Jehová.
1:4–10.
ii. Visión de la vara de almendro.
1:11, 12.
iii. Visión de la olla que hervía.
1:13–16.
iv. Mensaje de aliento para Jeremías.
1:17–19.
2. Severa denuncia del pueblo de Israel.
2:1–3:5.
Sobrescrito. 2:1.
i. Recuerdo de la anterior fidelidad de la esposa de Jehová.
2:2.
ii. Celo de Jehová con respecto a su novia.
2:3.
iii. Abandono de Jehová de parte de Israel.
2:4–8.
iv. Pleito de Dios con su pueblo.
2:9–11.
v. Abandono de la verdadera fuente de agua de parte de Israel.
2:12, 13.
vi. Israel esclavo por su pecado.
2:14–17.
vii. Promesa del cautiverio por la política vacilante de Israel.
2:18, 19.
viii. Atracción para Israel de los cultos idólatras.
2:20.
ix. La vid doméstica tornada en silvestre.
2:21.
x. Imposibilidad de quitar la inmundicia de Israel.
2:22.
xi. Bestialidad del pueblo de Israel.
2:23–25.
xii. Israel tomado como ladrón.
2:26–28.
xiii. Inutilidad de las excusas.
2:29.
xiv. Carácter artificioso de la conducta de Israel.
2:30–34.
xv. Inutilidad del grito de inocencia.
2:35.
xvi. Falsedad de sus aliados.
2:36, 37.
xvii. Invitación de Jehová para que su esposa vuelva a él.
3:1, 2.
xviii. Las calamidades venidas por el pecado.
25
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3:3.
xix. La mala conducta de Israel no consecuente con sus nuevas expresiones de amor.
3:4, 5.
3. Nuevo llamamiento al pueblo hacia el arrepentimiento.
3:6–4:4.
i. Pecado de Judá a pesar de la lección recibida por medio de la destrucción de Israel.
3:6–10.
ii. Invitación a Israel septentrional para que se arrepienta.
3:11–13.
iii. Exhortación de Jehová a Israel y a Judá para que vuelvan a él.
3:14–18.
iv. Desilusión de Jehová ante la infidelidad de su pueblo.
3:19–22a.
v. Resolución a volverse a Jehová, en quien está la salvación.
3:22b–25.
vi. Invitación final de Jehová a Israel para que vuelva.
4:1–4.
4. El juicio venidero y su causa.
4:5–6:30.
i. Invasión de los enemigos.
4:5–31.
a. Profecía de la venida del enemigo.
4:5–9.
b. Queja del profeta por el mal que vendrá.
4:10.
c. El viento de la muerte. Símbolo del invasor.
4:11–13.
d. Petición a Jerusalén de que se lave.
4:14–18.
e. Dolor del profeta por la destrucción que ve venir.
4:19–26.
f. Propósito firme de Jehová de traer la destrucción.
4:27–31.
ii. Iniquidad del pueblo.
5:1–31.
a. Falta de personas honestas entre el pueblo.
5:1–6.
b. Idolatría imperdonable del pueblo.
5:7–9.
c. Infidelidad del pueblo y el dominio extranjero.
5:10–19.
d. Falta de temor a Jehová como causa del pecado.
5:20–24.
e. Iniquidad del pueblo como causa del castigo.
5:25–29.
f. Indiferencia del pueblo frente al pecado.
5:30, 31.
iii. Destrucción de la nación por el invasor.
6:1–30.
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27
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9:17–22.
f. El conocimiento de Jehová de mayor valor que la sabiduría o la riqueza.
9:23, 24.
g. La falta de la circuncisión del corazón, la razón para el castigo.
9:25, 26.
2. Discurso en contra de los ídolos.
10:1–25.
i. Falta de vida en los ídolos.
10:1–5.
ii. Contraste entre Jehová y los ídolos.
10:6–13.
iii. Contraste entre los idólatras y los adoradores de Jehová.
10:14–16.
iv. Amenaza de la dispersión.
10:17–22.
v. Petición de misericordia.
10:23–25.
3. Complot del pueblo para quebrantar el pacto con Jehová y destruir a su profeta.
11:1–12:17.
i. Los términos del pacto hecho por Jehová con el pueblo.
11:1–5.
ii. Mandamiento al profeta para que predique entre el pueblo los términos del pacto.
11:6–8.
iii. Declaración hecha por Jehová al profeta sobre el complot.
11:9, 10.
iv. Amenaza de mal sobre el pueblo por su idolatría.
11:11–13.
v. Afirmación de la condenación irrevocable del pueblo.
11:14, 15.
vi. Parábola de la oliva que ha de ser destruída: cuadro de la desolación de Israel.
11:16, 17.
vii. Nuevas al profeta del complot contra su vida.
11:18–23.
viii. El complot entre los familiares de Jeremías.
12:1–6.
ix. El complot en Israel castigado por sus vecinos.
12:7–13.
x. Restauración de Israel a su país.
12:13–17.
4. El mal carácter de Judá revelado en acciones simbólicas.
13:1–27.
i. El cinto podrido.
13:1–11.
a. Compra de un cinto de lino por el profeta, y su ocultación en Mesopotamia.
13:1–5.
b. Pudrimiento del cinto.
13:6, 7.
c. Interpretación de la acción simbólica.
13:8–11.
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a. El pecado de Judá.
17:1–4.
b. Contraste entre la confianza en el hombre, y la confianza en Dios.
17:5–8.
c. Mensaje en contra del engaño y la falsedad.
17:9, 10.
d. Profecía en contra de la avaricia.
17:11–13.
e. Oración por la protección de Jehová.
17:13–18.
6. Breve discurso sobre el sábado.
17:19–27.
i. El mandamiento sobre el sábado.
17:19–22.
ii. Afirmación de que sus antepasados no lo han obedecido.
17:23.
iii. Promesa de bendición al pueblo si observa el sábado.
17:24–26.
iv. Anuncio de que el quebrantamiento del sábado traerá la destrucción.
17:27.
7. Discurso sobre la destrucción del pueblo.
18:1–20:18.
i. El vaso de barro y su lección.
18:1–23.
a. Quiebra del vaso en manos del alfarero.
18:1–4.
b. Interpretación del símbolo: como el barro en manos del alfarero, así Israel en manos de Jehová.
18:5–10.
c. Exhortación a la conversión, rechazada por el pueblo.
18:11, 12.
d. Olvido de Dios por el pueblo.
18:13–17.
e. Maquinaciones entre el pueblo contra el profeta.
18:18–23.
ii. La vasija de barro rota y su lección.
19:1–15.
a. Encargo al profeta de enseñar a los dirigentes una lección mediante una vasija de barro.
19:1–19.
b. Quiebra de la vasija de barro: símbolo de la destrucción de la nación.
19:10–13.
c. Resumen del mensaje de destrucción.
19:14, 15.
iii. Encarcelación de Jeremías por Pasur, y su discurso.
20:1–18.
a. Encarcelación del profeta.
20:1–3a.
b. Profecía en contra de Pasur.
20:3b–6.
c. Salmo de Jeremías.
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20:7–18.
(1) Queja a Jehová por el mal tratamiento.
20:7, 8.
(2) Deseo del profeta de dejar su ministerio, y fortalecimiento en Jehová.
20:9–11.
(3) Mezcla de alabanza y de queja.
20:12–18.
(C) PRIMER GRUPO DE PROFECIAS EN EL REINADO DE SEDEQUIAS
21:1–24:10.
1. Mensaje de Jeremías a los emisarios de Sedequías.
21:1–14.
i. Petición de los emisarios a Jeremías para que pregunte a Jehová acerca de ellos.
21:1, 2.
ii. Profecía de la destrucción del pueblo por el ejército caldeo.
21:3–6.
iii. Destino del rey Sedequías.
21:7.
iv. El único camino de salvación: rendición al ejército caldeo.
21:8–10.
v. Profecía de la destrucción del país.
21:11–14.
2. Discurso en contra de los reyes.
22:1–23:8.
i. Palabra introductoria de advertencia a Sedequías.
22:1–9.
a. La palabra dirigida al rey.
22:1, 2.
b. Resultado de un curso de rectitud.
22:3, 4.
c. Consecuencias de un camino de desobediencia.
22:5–9.
ii. Resumen de un mensaje anterior a Sallum (Joacaz).
22:10–12.
iii. Resumen de un mensaje anterior a Joaquim.
22:13–23.
iv. Resumen de un mensaje anterior a Conías (Joaquím).
22:24–30.
v. Condenación de los pastores (reyes).
23:1–4.
vi. Profecía de la venida del gran Pastor.
23:5–8.
3. Discurso en contra de los falsos profetas.
23:9–40.
i. Iniquidad de los falsos profetas.
23:9–15.
a. Descripción por Jeremías de su sufrimiento a causa de los falsos profetas.
23:9.
b. Insinceridad e iniquidad de los profetas.
23:10–14.
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29:1–3.
ii. Texto de la primera carta.
29:4–23.
a. Babilonia, la residencia permanente de los trasladados.
29:4–7.
b. Advertencia en contra de los falsos profetas.
29:8, 9.
c. Profecía de la vuelta del cautiverio en setenta años.
29:10–14.
d. Cuadro del destino horrendo de Sedequías y sus compatriotas.
29:15–19.
e. Nueva advertencia en contra de los falsos profetas.
29:20–23.
iii. Carta del falso profeta Semaías.
29:24–28.
iv. Paréntesis: Explicación de cómo supo Jeremías de la carta.
29:29.
v. Segunda carta de Jeremías a los trasladados.
29:30–32.
(F) TERCER GRUPO DE PROFECIAS BAJO SEDEQUIAS
30:1–31:40.
1. Sobrescrito y anuncio del tema.
30:1–3.
2. Profecía de la aflicción del pueblo.
30:4–7.
3. Promesa de la restauración a su tierra después del castigo.
30:8–11.
4. Irremediable condición moral del pueblo.
30:12–17.
5. Vuelta de los judíos a su tierra y promesa del Mesías.
30:18–22.
6. Destrucción de los enemigos.
30:23, 24.
7. Restauración de Israel septentrional.
31:1–22.
i. Reedificación de Israel.
31:1–6.
ii. Vuelta de Israel con gozo a su tierra.
31:7–9.
iii. Israel redimido y bendecido por Jehová.
31:10–14.
iv. Tristeza del destierro cambiada en el gozo de la restauración.
31:15–22.
8. Restauración de Judá.
31:23–26.
9. Unión de Israel y Judá en su tierra.
31:27–30.
10. El nuevo pacto con Israel y Judá (el evangelio).
31:31–34.
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37:1–5.
ii. Profecía de la vuelta de los caldeos y destrucción de la ciudad.
37:6–10.
iii. Encarcelación de Jeremías.
37:11–15.
iv. Entrevista de Sedequías con Jeremías.
37:16–20.
v. Jeremías trasladado a una cárcel más cómoda.
37:21.
2. Jeremías en la cisterna.
38:1–28.
i. Jeremías encarcelado por su profecía contra la ciudad.
38:1–6.
ii. Jeremías librado de la cisterna.
38:7–13.
iii. Nueva entrevista de Sedequías con Jeremías.
38:14–26.
iv. Entrevista de los príncipes con Jeremías.
38:27.
v. Estada de Jeremías en la cárcel hasta la toma de la ciudad.
38:28.
3. Destrucción final de la ciudad.
39:1–18.
i. Rotura de los muros de Jerusalén.
39:1–3.
ii. Huída de Sedequías.
39:4, 5.
iii. Ejecución de los hijos de Sedequías por Nabucodonosor.
39:6, 7.
iv. Incendio de la ciudad.
39:8.
v. Traslado del pueblo a Babilonia.
39:9.
vi. Disposición en cuanto a los pobres.
39:10.
vii. Liberación de Jeremías por Nabucodonosor.
39:11–14.
viii. Palabra de Jeremías a Ebed-melec sobre su salvación del peligro.
39:15–18.
(L) ACTUACION DE JEREMIAS DESPUES DE LA CAIDA DE LA NACION
40:1–44:30.
1. Disposición de los caldeos con respecto a Jeremías.
40:1–6.
i. Oferta del general caldeo a Jeremías para que escoja su lugar de residencia.
40:1–4.
ii. Liberación de Jeremías.
40:5.
iii. Jeremías va a vivir con Gedalías.
40:6.
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44:11–14.
b. Insistencia del pueblo en seguir practicando el culto idólatra.
44:15–19.
iii. Palabra final de Jeremías.
44:20–30.
a. Maldad e idolatría del pueblo, la razón para la destrucción de su tierra.
44:20–23.
b. El castigo que se recibirá por el propósito de desobediencia.
44:24–28.
c. Señal del cumplimiento de la profecía.
44:29, 30.
(M) EPILOGO DE LAS PROFECIAS PRONUNCIADAS DURANTE EL PERIODO DE
LOS REYES
45:1–5.
(N) PROFECIAS EN CONTRA DE LAS NACIONES PAGANAS
46:1–51:64.
Sobrescrito.
46:1.
1. Profecía en contra de Egipto.
46:2–28.
i. Palabra en contra del ejército de Necao en Carquemis.
46:2–12.
ii. Profecía de la invasión de Egipto por Nabucodonosor.
46:13–26.
iii. Conclusión: Palabra animadora a los israelitas cautivos.
46:27, 28.
2. Profecía contra Filistea.
47:1–7.
3. Profecía contra Moab.
48:1–47.
i. Descripción de la destrucción de Moab.
48:1–5.
ii. El profeta insta a los habitantes a huír.
48:6–10.
iii. El traslado de Moab.
48:11–13.
iv. Destrucción de Moab a pesar de su confianza.
48:14–17.
v. Descripción detallada de la destrucción de la ciudad.
48:18–25.
vi. El orgullo de Moab tornaráse en humillación y lloro.
48:26–30.
vii. Llanto de Jeremías sobre Moab por el sufrimiento venidero.
48:31–39.
viii. Destrucción final y completa de Moab.
48:40–47.
4. Profecía contra Ammón.
49:1–6.
5. Profecía contra Edom.
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49:7–22.
6. Profecía contra Siria.
49:23–27.
7. Profecía contra ciertas tribus árabes.
49:28–33.
8. Profecía contra Elam.
49:34–39.
9. Profecía contra Babilonia.
50:1–51:64a.
Sobrescrito.
50:1.
i. Profecía de la caída de Babilonia y sus dioses.
50:2, 3.
ii. Vuelta de los cautivos a su tierra.
50:4, 5.
iii. Las ovejas perdidas de Israel devoradas por sus enemigos.
50:6–13.
iv. Llamamiento a los enemigos de Babilonia a reunirse en contra de ella.
50:14–16.
v. Profecía de la destrucción del rey de Babilonia.
50:17–20.
vi. Mandamiento a los ejércitos a ir en contra de Babilonia.
50:21–32.
vii. Liberación del pueblo por Jehová su redentor.
50:33–40.
viii. Cuadro del desmayo del rey de Babilonia frente al conquistador del norte.
50:41–44.
ix. Destrucción completa de Babilonia.
50:45, 46.
x. Figura del viento destruidor: el ejército del norte.
51:1–6.
xi. Babilonia abandonada por sus aliados.
51:7–10.
xii. Venida de los medos en contra de Babilonia.
51:11–14.
xiii. Descripción del poder de Jehová.
51:15–19.
xiv. Babilonia castigada por su crueldad para con Sión.
51:20–24.
xv. El monte destruidor quemado: Babilonia.
51:25, 26.
xvi. Reunión de las naciones para asolar a Babilonia.
51:27–33.
xvii. Petición de Israel por la venganza de Jehová.
51:34–40.
xviii. Cuadro de la inundación de Babilonia: su destrucción.
51:41–44.
xix. Exhortación al pueblo de Jehová a salir de la ciudad.
51:45, 46.
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xx. Juicio de Jehová sobre los ídolos de Babilonia, que han profanado los santuarios.
51:47–52.
xxi. La inutilidad de las defensas militares en contra de la ira de Jehová.
51:53–58.
xxii. Acción simbólica del libro arrojado al río: la destrucción de Babilonia.
51:59–64a.
Conclusión de las Profecías de Jeremías.
51:64b.
(O) EPILOGO: RESUMEN DE LA DESTRUCCION DE JERUSALEM Y DE LAS
TRANSMIGRACIONES
52:1–34.
1. La maldad de Sedequías.
52:1–34.
2. El sitio y la caída de la ciudad.
52:4–27.
i. El sitio.
52:4–6.
ii. Caída de la ciudad.
52:7.
iii. Castigo del rey y de sus hijos.
52:8–11.
iv. Destrucción del templo y del palacio.
52:12, 13.
v. Caída de los muros de la ciudad.
52:14.
vi. Traslado del pueblo a Babilonia.
52:15, 16.
vii. Descripción del metal que llevó el rey caldeo a Babilonia.
52:17–23.
viii. Ejecución de muchos de los principales de la ciudad.
52:24–27.
3. Detalles de algunos traslados bajo el poder de Nabucodonosor.
52:28–30.
4. Alzamiento de Joaquim y su liberación de la cárcel.
52:31–34.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE JEREMIAS
Jer. 1:1–52:34.
1:1. Las palabras de Jeremías, etc.: Véase la Introducción a la Profecía de Jeremías.
1:2. En el año décimotercio de su reinado: Jeremías recibió su llamamiento en 626 a. de J.C.,
en tiempo de una de las importantes reformas que llevó a cabo Josías.
1:3. En días de Joacim … hasta la cautividad: Así el editor (que pudo haber sido Baruc)
señala la extensión del ministerio del profeta.
1:5. Antes que te formase en el vientre te conocí, etc.: Aquí tenemos la idea bíblica de la
predestinación (que el Nuevo Testamento define más exactamente como el preco-nocimiento
de Dios) aplicada al propósito divino de usar a Jeremías como profeta.
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1:6. No sé hablar, porque soy niño: El pasaje nò quiere decir que Jeremías era niño en años,
sino en experiencia y en humildad, espíritu con que él miraba el ministerio al cual Jehová lo
había llamado.
1:7. No digas, soy niño; porque a todo lo que te enviaré irás tú: La inexperiencia de Jeremías
no había de ser impedimento; igualmente lo enviaría Jehová y realizaría los propósitos
divinos (comp. Clarke).
1:10. Te he puesto en este día sobre gentes y sobre reinos, para arrancar y para destruir: El
mensaje del profeta, que Dios implantaba en su boca, en sentido de destrucción o de
edificación (para edificar y para plantar), había de verificarse, porque Dios estaba tras él.
1:11, 12. Yo veo una vara de almendro: Esta planta, cuyo brote era una de las primeras
señales de la primavera, se elige como figura para destacar la vigilancia de Jehová: Yo
apresuro (vigilo) mi palabra para ponerla por obra.
1:13. Yo veo una olla que hierve; y su haz ̄ está de la parte del aquilón: La olla que hierve
representa las turbulentas condiciones políticas de Mesopotamia que han de engolfar a Judá;
sugerida posiblemente por las invasiones de los escitas, tiene su cumplimiento en las
campañas sucesivas de Nabucodonosor que terminaron con la destrucción de la nación.
Comp. los vs. 14 y 15.
1:18. Yo te he puesto en este día como ciudad fortalecida, etc.: Jeremías, a pesar de su
naturaleza sensible y simpática, había de ser en Judá una torre de fuerza, por la potencia
divina que lo apoyaba.
2:2. Heme acordado de ti, de la misericordia de tu mocedad: Por el contexto, vemos que se
refiere a la misericordia que Israel recibió de Dios (y así lo entiende Fausset). Su mocedad
sería la época de su juventud como pueblo. La frase del amor de tu desposorio introduce la
figura del casamiento, que representa la relación íntima que el pueblo tenía con Dios, figura
que es prominente en los capítulos siguientes. Se refiere también a la época primitiva de
Israel como pueblo de Dios. Cuando andabas en pos de mí en el desierto: La época de
cuarenta años de peregrinación.
2:3. Primicias de sus nuevos frutos: Así como los primeros frutos eran dedicados a Jehová,
asimismo le era consagrado Israel entre los pueblos de la tierra.
2:7. Y os metí en tierra de Carmelo: Esta región fértil es típica de la tierra de Canaán; así
destaca Jehová su bondad para con el pueblo, que la olvidó entrando en el pecado.
2:10. Pasad a las islas de Chittim y mirad; y enviad a Cedar: Aquí nombrados como regiones
occidentales y orientales, típicas de todas las naciones, donde habían de buscar sin encontrar,
ejemplo semejante de un pueblo tratado con tanta misericordia, que se hubiera rebelado más
contra Jehová.
2:11. Si alguna gente ha mudado sus dioses … Pero mi pueblo ha trocado su gloria …: Otras
naciones, teniendo dioses falsos, sin embargo no los habían cambiado; pero Israel, poseyendo
la gloria del verdadero Dios, la había mudado, yendo a la idolatría.
2:16. Aun los hijos de Noph y de Taphnes te quebrantaron la mollera: Menfis y Tafnes,
ciudades de Egipto, representan aquí a Egipto. Por la confianza de los reyes de Judá en sus
alianzas con Egipto, que los incitaban a la rebelión contra Asiria, y después contra Caldea,
trajeron la destrucción de su nación.
2:18. ¿Qué tienes tú en el camino de Egipto …?: Jeremías, como Isaías, condenaba las
alianzas con Egipto así como con Asiria.
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4:4. Circuncidaos a Jehová, y quitad los prepucios de vuestro corazón: La circuncisión, señal
del pacto con Abraham, llega a simbolizar la consagración a él.
4:6. Yo hago venir mal del aquilón: El azote caldeo.
4:7. El león sube de su guarida: Nuevamente los caldeos.
4:10. ¡Ay, ay, Jehová Dios!… has engañado a este pueblo y a Jerusalem, diciendo, Paz
tendréis: Según el modo de expresión hebreo, Dios se representa como haciendo un mal que,
en efecto, él sólo permite (comp. Streane). La acusación de engañar es irónica.
4:13. He aquí que subirá como nube: El conquistador caldeo.
4:15. La voz se oye del que trae las nuevas desde Dan, y del que hace oir la calamidad desde
… Ephraim: Las nuevas de la marcha del ejército enemigo; los lugares nombrados son etapas
en la marcha.
4:16. Guardas vienen de tierra lejana: Mejor, vigilantes, los que vigilan.
4:17. Como las guardas de las heredades: Así como los pastores vigilan sus rebaños
(Plumptre), o los que guardan los campos cultivados (Streane), asimismo estarían los
invasores alrededor de Jerusalén.
4:19. ¡Mis entrañas, mis entrañas!: Así representa el profeta el gran dolor que le aflige por
la destrucción venidera.
4:21. ¿Hasta cuándo tengo de ver bandera …?: El estandarte, que indica la ruta segura para
los fugitivos (así lo entiende Dummelow).
4:23. Y los cielos, y no había en ellos luz: Esto con la frase anterior refleja el caos de Génesis
1, que el profeta ve vuelto al país en figura (comp. Peake).
4:26. El Carmelo desierto: Región fértil, frente a la ira de Jehová que descendía sobre el
pueblo por medio de los ejércitos vengadores, se había vuelto desierto.
4:27. Mas no haré consumación: Se dejaba alguna oportunidad para el arrepentimiento y la
restauración de los cautivos.
4:28. Se enlutará la tierra: Prosopopeya: la tierra comparte la agonía de los hombres
castigados.
4:30. Aunque pintes con antimonio tus ojos: Véase la nota de 2 Reyes 9:30–37.
5:1. Buscad … si hay alguno que haga juicio: Hiperbólico; había algunos como Jeremías que
permanecían fieles a Jehová.
5:2. Y si dijeren: Vive Jehová; por tanto jurarán mentira: La costumbre de jurar por el
nombre de Jehová era prevaleciente, así como la de jurar falsamente.
5:5. Irme he a los grandes: A los importantes del país; entre ellos prevalecía el mismo estado
de cosas que entre los pobres: la falta de conocimiento del camino de Jehová.
5:7. ¿Cómo te he de perdonar por esto?: En efecto, no los pudo perdonar, y pronto los entregó
al “león del monte” (v. 6), a los caldeos para que fuesen castigados.
5:8. Cada cual relinchaba a la mujer de su prójimo: A la pasión de los caballos se alude en
Ezeq. 23:20 (VM) y otros pasajes; éstos ilustran a Judá, que iba a la idolatría.
5:10. Escalad sus muros, y destruid: La figura de la viña (comp. Streane, Hemenway, etc.),
que representa a Judá.
5:15. Traigo sobre vosotros gente de lejos: Los caldeos.
5:18. No os acabaré del todo: Se deja lugar para una restauración.
5:19. Serviréis a extraños en tierra ajena: El cautiverio.
6:1. Huid, hijos de Benjamín, de en medio de Jerusalem: La ciudad estaba dentro de los
límites de la tribu de Benjamín, por lo cual ambos vivieron adentro, a los que el profeta
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exhorta a salir ante la destrucción que venía. Alzad por señal humo sobre Beth-accherem:
Significa casa de la viña. En este lugar, que según Jerónimo estaba situado entre Jerusalén y
Tecoa, se había de poner un fuego cuyo humo sería una señal de la destrucción caída sobre
Jerusalén.
6:6. Extended baluarte junto a Jerusalem: Aunque los hebreos no podían cortar árboles
frutales en tiempo de sitio, sus enemigos son exhortados aquí a hacerlo para poner un baluarte
contra la ciudad (comp. Hemenway).
6:9. Del todo rebuscarán como a vid el resto de Israel: Como solían rebuscar los frutos
remanentes después de la cosecha, así buscarían después de la caída de la nación los demás
de sus habitantes.
6:10. Sus orejas son incircuncisas, y no pueden escuchar: No consagradas al servicio de Dios
sino a las cosas profanas (así entiende Streane).
6:11. Derramaréla sobre los niños, etc.: La destrucción caería sobre los de toda edad.
6:16. Preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él: En vez de
seguir por un camino nuevo que los llevase a la destrucción, preguntad por las sendas
antiguas, que les habían de llevar a buen fin.
6:20. ¿A qué viene para mí este incienso de Seba …?: Un incienso que se obtenía en el sur
de Arabia y que se empleaba en las ceremonias. El pasaje señala la inutilidad de los ritos
como medio para conseguir el favor de Dios.
6:26. Hija de mi pueblo, cíñete de saco: En vista de la destrucción que se acercaba.
6:27. Por fortaleza te he puesto en mi pueblo, etc.: Palabras dirigidas a Jeremías. Son
obscuras las palabras hebreas, pero la idea parece ser (por los versículos 28 y 29) que el
profeta había de ser ensayador, para probar el metal del pueblo.
7:1–20:18. Profecías durante el reinado de Joaquim.
Este grupo de profecías pertenece al reinado de Joaquim (608–1597).
7:1–9:26. El discurso en el templo.
Este pasaje contiene la misma profecía que el capítulo 26, pero aquí está en forma más
extensa. En el capítulo 26 se presenta el resultado, o sea, la condenación del profeta por los
sacerdotes, y la muerte del profeta Urías.
7:2. Ponte a la puerta de la casa de Jehová: Comp. 26:10. Esta puerta probablemente era
una de las tres del atrio interior, o sea, el de los sacerdotes (comp. Hemenway).
7:4. No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová: La falacia de considerar
que la mera presencia del santuario divino entre ellos los preservaría, sin un mejoramiento
de vida, es aparente.
7:7. Os haré morar en este lugar … para siempre: Sin duda, si los judíos hubiesen observado
el cumplimiento de la ley de Dios, hubieran morado eternamente en su tierra. En efecto, el
hecho de que rechazaron a Jesús como Mesías contribuyó directamente a que lo echaran de
su tierra, porque la insurrección de 132–135 d. de J.C., que terminó con la final destrucción
de la nación, fue mesiánica en carácter, siendo encabezada por Barcoquebas, que muchos
judíos creían era el Mesías.
7:11. ¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa …? He aquí que también yo
veo, dice Jehová: Keil: “Si los ladrones, asesinos, adúlteros, etc., se congregaban en el templo
y suponían que con el aparecer allí conseguían el perdón de sus pecados, con ese acto
declaraban el templo un refugio de ladrones.” La pregunta retórica es en realidad una
afirmación de que los judíos habían hecho del templo una cueva de ladrones, y en este sentido
es citada por Jesús en Mt. 21:13, referente a la profanación del templo por los sacerdotes
negociantes.
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7:12. Andad empero ahora a mi lugar que fue en Silo … y ved lo que le hice por la maldad
de mi pueblo Israel: Silo fue el primer sitio del tabernáculo (Jos. 18:1), quedándose allí el
santuario hasta los días de Elí, cuando el arca fue capturada por los filisteos (1 Sam. 4:11),
después de lo cual dejó de ser importante. Véase la nota sobre el tabernáculo en 1 Sam. 21:1–
9, Tomo II. La destitución de Silo vino por su maldad (Salmo 78:58–60).
7:15. Os echaré de mi presencia como eché a … Ephraim: Referente a la destrucción de
Israel septentrional en 722.
7:16. Tú pues, no ores por este pueblo: El profeta es exhortado a no orar por el pueblo, por
cuanto su destrucción está ya determinada, no habiendo lugar para arrepentimiento. El
catálogo de sus pecados sigue en los siguientes versículos.
7:18. Las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo: La diosa luna,
adorada en Asiria, y en muchas naciones antiguas como la consorte del dios sol.
7:27. Tú pues les dirás todas estas palabras, mas no te oirán: El mensaje de Jeremías era de
juicio, no de arrepentimiento (7:16 y nota), el cual no había de ser oído por el pueblo. Este
profeta también anunciaba una restauración después del juicio predicho.
7:30. Pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual mi nombre fue invocado: Véase
2 Reyes 21:5, donde se nos dice que Manasés profanó el templo de la manera descrita aquí.
7:31. Han edificado los altos de Topheth: Altos aquí no es la misma palabra que en el v. 29,
donde se refiere a las imágenes de Astarte, mientras aquí denota altares (Streane). Topheth
era un lugar cerca del límite sudeste del valle del hijo de Hinnom, lugar donde se echaba y
quemaba la basura, por lo cual vino a ser simbólico del infierno, y de ahí la forma derivada
griega geénna (Mt. 5:22), infierno, de las palabras hebreas, ge, valle, e hinnom, un nombre
personal. Para quemar al fuego sus hijos: El sacrificio de los hijos era característica del culto
de Moloc.
7:32. Que no se diga más, Topheth, … sino Valle de la Matanza: Una profecía de la
destrucción de la ciudad; tan grande será la matanza, que los cementerios se llenarán, y los
cadáveres serán echados en el lugar donde acostumbraban tirar la basura, donde también se
celebraba el culto infame de Moloc, una de las causas del juicio que el profeta predice.
7:33. Y serán los cuerpos muertos de este pueblo para comida de las aves: Lo extenso de la
matanza tendría como efecto que no se sepultarían los cuerpos, sino que se dejarían expuestos
a las aves de rapiña.
7:34. Y haré cesar … voz de esposo y voz de esposa: Es decir, el novio y la novia, en el
momento gozoso del casamiento (Keil). En la época de la destrucción de la ciudad, y durante
el cautiverio, no se formarían nuevos hogares en Jerusalén.
8:1, 2. Sacarán los huesos de los reyes de Judá, … Y los esparcirán al sol: Los conquistadores
caldeos violarían las tumbas reales, en busca de botín (Fausset).
8:7. Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo: Es decir, conoce la época de su migración;
la inteligencia del hombre es menor que la de las aves, dice el profeta; aquéllos no saben
volver a su Dios.
8:8. ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de jehová es con nosotros?: La mera
posesión de los oráculos de Dios no garantizaba la justicia nacional (véase la nota de 7:4).
He aquí que en vano se cortó la pluma: El acto de escribir la ley no tenía valor si ésta no era
obedecida por el pueblo.
8:9. Los sabios se avergonzaron, espantáronse y fueron presos: Los que se consideraban
sabios en la ley y su cumplimiento, también sufrirían en la destrucción futura, probablemente
porque prestaban mayor atención a las ceremonias que al cumplimiento espiritual de la ley
(comp. Keil).
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9:22. Los cuerpos de los hombres muertos caerán como estiércol sobre la haz del campo: El
número de los muertos en la invasión caldea era espantoso; no había medio ni deseo de
enterrarlos.
9:23, 24. No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente: En el
momento de crisis, la salvación de la nación no vendría de la sabiduría o del valor humano,
sino de Jehová: Mas alábese en esto …: en entenderme y conocerme.
9:25, 26. Visitaré sobre todo circuncidado, y sobre todo incircunciso: Es decir, Dios cortará
a los circuncidados en su incircuncisión, a saber, a los judíos que llevan el signo externo de
la circuncisión, pero que no poseen la circuncisión del corazón: la sinceridad y la religiosidad
que la acompañan (Hemenway, Streane, etc.). En su visitación de ira los incluirá con las
naciones paganas: A Egipto, y a Judá, y a Edom, etc. Porque todas las gentes tienen prepucio,
y toda la casa de Israel tiene prepucio en el corazón: Las naciones de la tierra están
incircuncisas (sin la marca exterior), e Israel, que está circunciso (físicamente), no lo está en
su corazón, es decir, no tiene consagración a Jehová. Véase Tomo I, páginas 196, 397, 407.
10:2. No aprendáis el camino de las gentes: Su manera de ofrecer culto. Ni de las señales
del cielo tengáis temor: Las apariciones extraordinarias, como cometas, meteoritos, etc.,
(Hemenway, Streane).
10:3. Porque las ordenanzas de los pueblos son vanidad: Los preceptos paganos, en
oposición a los de Jehová, son vanidad, un soplo, invisible, sin substancia o cuerpo. Leño del
monte cortaron: Para hacer un ídolo.
10:5. Como palma lo igualan, y no hablan: Tomer significa el árbol, palma, pero aquí denota
una columna obrada (Keil), que no puede hablar. Son llevados, porque no pueden andar:
Los ídolos son impotentes aun para caminar, y tienen que ser trasportados de lugar en lugar.
10:7. Porque a ti compete ello: VM: “Porque a ti te corresponde el temor.”
10:8. Y todos se infatuarán, y entontecerán. Enseñanza de vanidades es el mismo leño: Los
ídolos son necios; la enseñanza de los ídolos es como ellos mismos: de madera, sin vida
(Keil, Streane).
10:9. Traerán plata extendida de Tarsis: Tartéside, en España, fuente de plata en la
antigüedad. Y oro de Uphaz: De Ofir; véase la nota sobre 1 Reyes 9:26–28, en el Tomo II.
Estos materiales eran traídos para adornar a los ídolos, en este contexto.
10:13. A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo: El trueno se considera como la voz
de Dios, siendo ésta la que llama en existencia a las lluvias, efecto de la operación de las
leyes secundarias que Dios puso en operación al principio del mundo.
10:14. Todo hombre se embrutece y le falta ciencia: Es decir, conocimiento, cuando se
refugia en la idolatría. Mentira es su obra de fundición: El ídolo es producto de una doctrina
engañadora.
10:18. Arrojaré con honda los moradores de la tierra: Con esta figura de guerra se expresa
lo repentino y la violencia del envío de los habitantes de Judá al cautiverio babilónico.
10:19. ¡Ay de mí, por mi quebrantamiento!: El profeta, hablando por la nación, empieza aquí
una lamentación por los sufrimientos que vendrían.
10:21. Porque los pastores se infatuaron, y no buscaron a Jehová: Los adalides políticos y
espirituales (comp. Streane).
10:22. Alboroto grande de la tierra del aquilón: El alboroto producido por los ejércitos
caldeos en marcha para Judá.
10:23. Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino: Jeremías (hablando por
el pueblo) reconoce que el propósito del caldeo al venir a conquistar a Judá, no se origina en
sí mismo, sino en Dios. Comp. Is. 10:5–7.
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10:24, 25. Castígame, oh Jehová, mas con juicio … Derrama tu enojo sobre las gentes que
no te conocen: Jeremías, en nombre de la nación, reconoce que el castigo es inevitable; a la
vez, pide que sea con moderación a fin de que no termine con el pueblo, siendo la plena
fuerza de su ira derramada sobre los paganos (Fausset).
11:2. Oid las palabras de este pacto: Una alusión al libro de la ley hallado en el templo en
621, época que corresponde con el ministerio de Jeremías, hallazgo registrado en 2 Reyes
23:3, donde se emplea la misma frase, traducida allí “palabras de la alianza.”
11:3. Maldito el varón que no obedeciere las palabras de este pacto: Palabras citadas de
Deut. 27:26, y por Pablo en Gal. 3:10.
11:5. Y respondí, y dije: Amén, oh Jehová: El profeta, personificando a la nación, confirma
su adherencia al pacto en palabras sacadas de Deut. 27:15–26.
11:8. Traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto: Los juicios profetizados para
quienes no cumpliesen el pacto.
11:9. Conjuración se ha hallado en los varones de Judá: Streane lo refiere posiblemente a
medidas secretas tomadas por los de Judá en contra de Josías por sus reformas;
probablemente señala el espíritu de rebelión al pacto manifestado entre el pueblo, concertado
o no formalmente.
11:10. Hanse vuelto a las maldades de sus primeros padres: Sus antepasados de la época de
peregrinación en el desierto.
11:13. Según el número de tus ciudades fueron tus dioses: La multiplicidad de los ídolos
inflamó la ira de los profetas.
11:14. Tú pues, no ores por este pueblo: 7:16 y nota.
11:15. ¿Qué tiene mi amado en mi casa, habiendo hecho abominaciones muchas?: La
concurrencia del pueblo en el culto del templo es incongruo, en vista de su iniquidad. Y las
carnes santas pasarán de sobre ti: Los sacrificios han de cesar en el templo (Plumptre), es
decir, con la destrucción de la nación.
11:16. Oliva verde: Figura de Judá. A la voz de gran palabra hizo encender fuego sobre ella:
Profecía de la destrucción caldea.
11:19–21. No entendía que maquinaban contra mí designios, diciendo: Destruyamos el árbol
con su fruto: Jeremías hace referencia al complot que maquinaban en contra de él sus
conciudadanos del pueblo de Anatot, donde moraba (v. 21). La hostilidad de sus compatriotas
fue para el sensible profeta ocasión de dolor. Lo amenazaban con la muerte si no dejaba de
predicar.
11:23. Yo traeré mal sobre los varones de Anathoth: Jehová anuncia el juicio sobre los que
conspiraban contra Jeremías, que se cumpliría en el año de su visitación, en la época cuando
Jehová los visitaría con juicio.
12:1. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se portan
deslealmente?: Con motivo de su persecución por los hombres de Anatot, Jeremías levanta
la interrogación de toda alma afligida: el por qué de la prosperidad de los impíos, cuestión
que había turbado a Job, y al salmista (37, 73, etc.).
12:2. Cercano estás tú en sus bocas, mas lejos de sus riñones: Fácilmente hablaban los
impíos de Dios, y lo alababan con sus labios, mientras que su corazón estaba lejos.
12:3. Arráncalos como a ovejas para el degolladero: El fin de los impíos de Judá había de
ser la muerte y el cautiverio.
12:4. ¿Hasta cuándo estará desierta la tierra …?: Mirando hacia adelante, el profeta (que
habla por el pueblo) pregunta sobre la duración del cautiverio.
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12:5. Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos?: Jehová
prepara al profeta para soportar aun más en el desempeño de su función profética. La figura
es de los que hacen carrera: no pudiendo triunfar sobre los hombres que corren, ¿cómo van
a competir con los caballos? Jeremías ha sufrido por las injusticias de sus compatriotas, ahora
ha de sufrir afrentas de sus parientes (v. 6), y de los oficiales de la nación. (Comp. Plumptre,
Naegelesbach, Streane, etc.) Y si en la tierra de paz estabas quieto, ¿cómo harás en la
hinchazón del Jordán?: Esta última frase se refiere correctamente a los leones y otras bestias
que frecuentaban la selva frondosa que se hallaba junto al río Jordán (Keil, Streane, etc.).
Hasta ese momento, Jeremías había sido relativamente seguro; ahora han de llegar las
persecuciones verdaderamente malas.
12:6. Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre, aun ellos se levantaron contra ti: No
sólo se opusieron a Jeremías sus conciudadanos, sino también sus parientes.
12:7–13. Desolación de la heredad de Judá.
Este pasaje parece ser una profecía fragmentaria, entregada en ocasión indeterminada, que
no tiene mayor conexión con lo que antecede, y que representa la desolación de la tierra por
sus enemigos. La conexión débil parece ser: el profeta se había quejado de sus dificultades
personales; Jehová le pregunta qué son esas en comparación con las suyas, sufriendo él al
ver la desolación de su casa (el pueblo de Israel) (comp. Plumptre).
12:8. Fue para mí mi heredad como león en breña: El pueblo de Judá había rugido en contra
de su Señor como león. Por tanto la aborrecí: El castigo del pueblo fue por su rebelión.
12:9. ¿Esme mi heredad ave de muchos colores? ¿no están contra ella aves en derredor?:
Una alusión al hecho de que un ave que se halla entre una bandada de otro plumaje y género,
es atacada por ellas (Keil).
12:12. Sobre todos los lugares altos del desierto vinieron disipadores: Sobre los santuarios
dé la idolatría vinieron los distribuidores.
12:13. Sembraron trigo, y segarán espinas: Habiéndose esforzado por obtener una cosecha,
no consiguieron nada (los judíos), pensamiento que se refleja también en lo siguiente:
Tuvieron la heredad, mas no aprovecharon nada: se avergonzarán de vuestros frutos: Mejor,
os avergonzaréis, o avergonzaos (Streane): Los pocos frutos producidos serían una causa de
vergüenza (Keil).
12:14. Yo los arrancaré de su tierra: A los espoleadores de Judá. Y arrancaré de en medio
de ellos la casa de Judá: Estando los judíos en el cautiverio, Dios dispondría su restauración
a su tierra, como el versículo siguiente demuestra.
12:15. Harélos volver cada uno a su heredad: Promesa de restauración de Israel a su tierra,
y también a las otras naciones (Fausset).
12:16. Y será que, si cuidadosamente aprendieren los caminos de mi pueblo, para jurar en
mi nombre … ellos serán prosperados en medio de mi pueblo: El pasaje no se refiere a una
habitación literal de otras naciones en Judá, como éste había morado en Babilonia, sino a la
participación de los gentiles prosélitos en los privilegios de la religión de Jehová (Fausset).
12:17. Mas si no oyeren, arrancaré a la tal gente: El pueblo que no reconociera a Jehová,
sería destruído.
13:1–11. El cinto podrido.
Se discute si este doble viaje al río Eufrates es histórico o si se trata de una acción simbólica,
ocurrida en la vecindad de Jerusalén. El carácter simbólico del incidente es afirmado por
Peake, mientras que Calvino, Streane, Hemenway, Plumptre, y otros alegan su carácter
histórico, es decir, que Jeremías realmente visitó a Mesopotamia, la primera vez para enterrar
el cinto, y la segunda para retirarlo. La distancia era de unos cuatrocientos kilómetros. En
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Otro discurso en la primera serie de profecías del reinado de Joaquim: trata del cautiverio de
Judá en Babilonia, como muchas referencias anteriores.
14:2. Enlutóse Judá, y sus puertas se despoblaron: Por la destrucción perpetrada por los
caldeos.
14:3, 4. Enviaron sus criados al agua, vinieron a las lagunas, y no hallaron agua … porque
se resquebrajó la tierra a causa de no llover en el país: La sequía, y la búsqueda de agua por
los criados, simbolizaban el disgusto de Jehová con su pueblo pecaminoso.
14:8. Oh esperanza de Israel … ¿por qué has de ser como peregrino en la tierra …?: La
desatención de Dios respecto a la suerte de Palestina podía hacer creer que era como un
peregrino, que pasa por una tierra sin tomar mucho interés en ella.
14:13. Los profetas les dicen: No veréis cuchillo: El mensaje de destrucción anunciado por
Jeremías era contravenido por ciertos profetas que, según el versículo siguiente, eran falsos.
14:17. Córranse mis ojos en lágrimas: Jeremías sentía mucha tristeza por el destino trágico
que aguardaba al pueblo. Es quebrantada la virgen hija de mi pueblo: El pueblo se llama
aquí virgen por no haber sido subyugado por poderío extranjero (Fausset). Comp. Is. 37:22.
14:19–22. Nueva intercesión del profeta por el pueblo.
Nuevamente Jeremías, con aquella simpatía para el pueblo que no se dejaba negar, se puso a
interceder por ellos ante Dios.
14:21. No invalides tu pacto con nosotros: Invalidar en el sentido de rechazar el acuerdo que
Dios había hecho con el pueblo de que les permitiría quedarse en la tierra. Jeremías habría
reconocido que el pueblo había quebrantado sus votos con sus pactos, y Jehová estaba en su
derecho al proponer su invalidación.
14:22. ¿Hay entre las vanidades de las gentes quien haga llover?: Jeremías reconoce que los
ídolos del pueblo no podían traer la lluvia.
15:1–5. Contestación de Jehová: Certidumbre de juicio.
A la intercesión de Jeremías, Jehová contesta que el castigo del pueblo es cierto, y no puede
ser eludido.
15:1. Si Moisés y Samuel se pusieran delante de mí, mi voluntad no será con este pueblo:
Moisés y Samuel eran grandes ejemplos de oración intercesora a favor del pueblo hebreo;
pero aun ellos no podían hacer que Dios quisiera cambiar la disposición de juicio respecto al
pueblo.
15:2. El que a muerte, a muerte, etc.: El destino particular de cada individuo estaba fijo:
algunos iban a la muerte quizás por peste (Streane); otros morirían por el cuchillo; otros por
el hambre; otros iban al cautiverio.
15:4. Y entregarélos a ser agitados por todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés:
Mejor, trasportados a todos los reinos de la tierra (VM, Fausset, etc.). Esta predicción
empezó a cumplirse con el traslado a Babilonia, pero tiene su mayor cumplimiento en la
época después de Cristo, cuando hallamos a los judíos habitantes de todas las naciones. La
caída de Judá se atribuye aquí a Manasés, que aparece más bien como típico de toda la maldad
que en distintas épocas se hacía en la tierra; aunque Manasés se arrepintió, no pudo deshacer
la mucha maldad que había cometido.
15:6. Estoy cansado de arrepentirme: Es decir, me canso, dice Jehová, de anunciar la
destrucción a la tierra y retirar la amenaza ante un mejoramiento de vida, prometido por el
pueblo, que no dura. Para una explicación del “arrepentimiento” de Jehová, véase la nota
sobre Gén. 6:6, en Tomo I, pág. 171.
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15:7. Y aventélos con aventador: El pueblo, como el tamo es llevado por el viento, sería
dispersado al cautiverio (Peake). No se tornaron de sus caminos. De sus caminos de pecado
(Plumptre).
15:9. Enflaquecióse la que parió siete: El número perfecto, y así un ejemplo de gran felicidad
y fructuosidad; ésta, sobre quien sería esperada la bendición de Jehová, sin embargo sufriría.
15:10. ¡Ay de mí, madre mía, que me has engendrado hombre de contienda!: Jeremías,
hombre pacífico, se lamenta porque ha llegado a ocupar un lugar en que es combatido por
todos. Nunca les dí a logro … y todos me maldicen: El que prestaba dinero a usura era odiado
por todos; Jeremías, a pesar de que no había hecho tal cosa, era tan aborrecido como el
usurero.
15:11. De cierto tus reliquias serán en bien: Una frase difícil, que ha tenido muchas
interpretaciones: Te he suelto para tu bien es adoptado por Streane; es mejor la traducción:
Te fortalezco para tu bien (Keil). Los sufrimientos que soportaba Jeremías servirían para su
fortalecimiento, le contesta Dios. Haré que el enemigo te salga a recibir en el tiempo
trabajoso: Jehová promete que los que lo afligen le vendrían a pedir consejos, lo que se
cumplió en varias ocasiones (21:1, 2; 37:3; 42:2).
15:12. ¿Quebrará el hierro al hierro de la parte de aquilón?: ¿Podía el hierro de los ejércitos
judíos quebrar el de las fuerzas caldeas? (comp. Keil). La contestación es que no; no hubo
salvación esta vez de la amenaza caldea.
15:13. Tus riquezas y tus tesoros daré a saco: Con seguridad los tesoros de Jerusalén habían
de ser entregados en manos de sus enemigos.
15:14. Y te haré pasar a tus enemigos en tierra que no conoces: Los hebreos irían al
cautiverio en Babilonia.
15:15. Tú lo sabes, oh Jehová; acuérdate de mí: Nuevamente una apelación de Jeremías por
sí mismo (comp. Hemenway).
15:17. No me senté en compañía de burladores: Así como en el v. 10, el profeta afirma su
justicia, que no merece las injusticias que sufre.
15:19. Si te convirtieres, yo te repondré: Si el profeta se vuelve de sus quejas y sus lamentos
personales, entonces sería calificado para ser repuesto a su posición de ministro divino: Y
delante de mí estarás (comp. Streane). Si sacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca:
Figura del refinamiento de los metales; si el profeta separa lo precioso (la gracia divina) de
lo vil (sus quejas y resentimientos), entonces sería instrumento adecuado para llevar el
mensaje divino (comp. Fausset, Keil, etc.). Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a
ellos: En vez de que el profeta llegase a asemejarse al pueblo, él debe conseguir que ellos se
parezcan a él.
15:20. Y pelearán contra ti, y no te vencerán: Si el profeta se olvida de sus problemas
personales, purificándose, (como se le recomienda en el versículo anterior), su fortaleza sería
tal que sus enemigos no prevalecerían contra él.
16:2. No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar: La prohibición del
casamiento para Jeremías había de servir como ejemplo para el pueblo, una enseñanza acerca
de la destrucción de la nación; así el profeta declaraba que, como venía tan pronto la
desolación, no valía la pena formar un hogar, porque había de ser destruido. Así, con este
ejemplo de abnegación, el profeta declara su fe en el mensaje que predicaba, que la tierra
sería asolada. En esto el profeta, que era una persona que requería la simpatía, que necesitaba
de una compañera, demostraba su espíritu de sacrificio de sí mismo.
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17:7, 8. Bendito el varón que se fía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque él será
como el árbol plantado junto a las aguas, etc.: Una paráfrasis del Salmo 1:3.
17:11. Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que allega riquezas, y no con justicia;
en medio de sus días las dejará, y en su postrimería será insipiente: Esta traducción, que se
encuentra en la VM, FTA, Bover-Cantera, y Nácar-Colunga, no es correcta, pues está
fundada sobre la suposición errada de que esta ave hurtaba los huevos de otros pájaros, los
empollaba como suyos, y cuando los pollitos nacían, la abandonaban para buscar la verdadera
madre. Es correcta la traducción de la AV y la ERV: “Como la perdiz que empolla huevos,
y no salen del cascarán los pollitos, etc.” Esta traducción es preferida por Fausset. En ambos
casos el significado es claro: Las riquezas adquiridas con fraude no traen verdadera fruición,
ni al individuo ni a la sociedad.
17:12, 13. Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario. ¡Oh
Jehová, esperanza de Israel!: Omitiendo el interpolado “es” (en letra bastardilla, indicando
que no pertenece al original), el v. 12 depende del 13, y tenemos: “Trono de gloria, excelso
desde el principio, el lugar de nuestro santuario, esperanza de Israel, oh Jehová, etc.”
(Plumptre). Y los que de mí se apartan, serán escritos en el polvo: La permanencia de los
que abandonaron a Jehová era insegura.
17:15. Ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Jehová?: El pueblo pedía una verificación
de la promesa del profeta de calamidad (Streane).
17:16. Ni deseé día de calamidad: El profeta protesta que no quería los males que anuncia,
sino que venían de Jehová: Lo que de mi boca ha salido, fué en tu presencia. Estas palabras
fueron dirigidas a Dios.
17:18. Avergüéncense los que me persiguen: Estas palabras (como 17:7, 8) recuerdan el estilo
del salmista. El profeta, desde el interior de su corazón afligido, suplica que él sea justificado
y sus perseguidores sean avergonzados.
17:19–27. Breve discurso sobre el sábado.
El profeta exige una nueva atención espiritual a la observancia del sábado, grandemente
descuidada en épocas de idolatría.
17:19. Ponte a la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá:
Cuál era esta puerta, si del templo o de la ciudad, no se sabe. Orelli concluye que era la puerta
de Benjamín, identificada por Graf (citado por Keil) como la puerta de la Fuente de Neh.
2:14, en el muro de la ciudad. Streane cree que se trata de una puerta del templo, calificándose
como la de los hijos del pueblo en distinción a la de los sacerdotes, explicándose así por qué
sería empleada por los reyes y el pueblo. Puesto que Jeremías acostumbraba predicar en el
templo, esta última explicación es más natural.
17:23. Mas ellos no oyeron: Es decir, los antepasados no habían observado la ley del sábado.
17:25. Y esta ciudad será habitada para siempre: La promesa de bendición por la obediencia,
con la continuada morada en la tierra, y la maldición por la desobediencia, siendo desechados
de su tierra, recuerda el estilo de Deuteronomio, libro del cual Jeremías había bebido
profundamente.
18:1–23. El vaso de barro y su lección.
Como Jesús, los antiguos profetas utilizaban las cosas comunes de la vida para enseñar sus
lecciones espirituales.
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18:2. Vete a casa del alfarero: El profeta es mandado a acudir a un alfarero, de cuya obra él
ha de sacar una lección.
18:3. El hacía obra sobre la rueda: La manera de trabajar del alfarero es conocida: Poniendo
la masa de barro sobre la rueda, que hacía rodar con un mecanismo manejado por el pie, el
alfarero le daba forma con los dedos mientras que giraba sobre el eje de la rueda.
18:4. Y el vaso que él hacía de barro se quebró … y tornó e hízolo otro vaso: Al hacer su
trabajo el alfarero, el vaso se quebró, como a veces sucedía, y tuvo que hacerlo de nuevo.
18:6. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano: El
vaso roto en manos del alfarero es tomado como ilustración de Israel; como el alfarero, Dios
había hecho un pueblo; habiéndose arruinado éste con su idolatría, lo tuvo que hacer
nuevamente, lo que hizo mediante el cautiverio y la restauración.
18:7–11. Hablaré contra gentes y contra reinos, para arrancar, y disipar, y destruir, etc.: En
este pasaje extenso se presenta el principio sobre el cual obra Jehová: Si un pueblo contra el
cual Dios piensa mal se convierte, el mal no vendrá; pero si nuevamente comete pecado,
Jehová dispondrá el mal prometido. En su aplicación a Israel, vemos que vez tras vez Dios
había amenazado con el castigo a su pueblo, éste se convirtió, luego fue otra vez a su idolatría,
con la consecuencia de que la disciplina anteriormente prometida vendrá ahora.
18:12. En pos de nuestras imaginaciones hemos de ir: A pesar de las sucesivas exhortaciones
al arrepentimiento, el pueblo seguía en su camino de maldad.
18:13. Gran fealdad ha hecho la virgen de Israel: Virgen en el sentido de no ser subyugado
por otra nación, como en 14:17, cuya nota véase. La fealdad es la idolatría y otra injusticia.
18:14, 15. ¿Faltará la nieve del Líbano de la piedra del campo?: Este pasaje es difícil de
traducir y de interpretar. La que identifica a la montaña Líbano con la piedra parece ser la
mejor (Keil, Streane, etc.), en que Líbano se llama una piedra, estando ésta dentro de los
límites de Palestina. La nieve del Líbano es perenne, siendo su capa de hielo visible durante
todo el año. No era de esperarse que la nieve desapareciera de la montaña, ni que las aguas
frías dejasen de fluir para regar la tierra; tampoco era de creer que el pueblo de Israel se
olvidase de su Dios, lo que, sin embargo, había sucedido.
18:16. Para poner su tierra en desolación: Una profecía de la llegada de los ejércitos
invasores de Nabucodonosor.
18:17. Mostraréles las espaldas, y no el rostro, en el día de su perdición: En el día de su
destrucción, Dios les daría las espaldas, para no socorrerlos (Streane).
18:18. Y dijeron: Venid, y tracemos maquinaciones contra Jeremías; porque la ley no faltará
del sacerdote: Las predicciones amenazantes del profeta trajeron una reacción hostil de parte
del pueblo, que se aseguraban en su confianza de que tenían los oráculos de Jehová, y éstos
(con su garantía de la protección divina) seguirían con ellos (comp. Hemenway).
18:19. Oh Jehová, mira por mí: Por cuanto el profeta Jeremías actuó durante un período muy
largo de historia hebrea, y sus anuncios inspiraron mucha enemistad entre el pueblo, hallamos
muy a menudo sus peticiones por el socorro divino.
18:20. Acuérdate que me puse delante de ti para hablar bien por ellos, para apartar de ellos
tu ira: El profeta recuerda a Jehová las muchas ocasiones cuando había intercedido por el
pueblo.
18:21. Por tanto, entrega sus hijos a hambre, etc.: Aunque Jeremías había intercedido por el
pueblo, éste sigue persiguiéndolo, de modo que ahora con violenta indignación, él pide que
la destrucción anunciada se cumpla sobre el pueblo.
18:23. Mas tú, oh Jehová, conoces todo su consejo contra mí para muerte: Es decir, el
complot tramado por el pueblo para realizar la muerte del profeta.
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(VM). El profeta se refiere a su llamamiento; a pesar de que protestó, fue convencido por
Jehová a entregarse al ministerio de profeta (Keil). Señala que el resultado ha sido infeliz, a
lo menos, desde el punto de vista de él, porque es perseguido.
20:9. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre: empero fue en mi
corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos, trabajé por sufrirlo, y no pude: Este
versículo es uno de los más interesantes de toda la Profecía como revelación de los
sentimientos íntimos de un verdadero profeta. Jeremías se dispone a olvidarse de su comisión
y a no pronunciar más la palabra del Señor, esto en vista de sus persecuciones en manos de
Pashur, los azotes, el cepo, la humillación, etc. Pero en su corazón ardía la obligación
impuesta allí divinamente, y aunque quiso, no la pudo aguantar, y tuvo que abandonar la
determinación que había tomado antes.
20:10. Porque oí la murmuración de muchos: El profeta aquí nos da citas de la conversación
que oía en todas partes. Denunciad, y denunciaremos: Uno insta a su compañero a informar
a las autoridades lo que Jeremías anunciaba, el otro está de acuerdo en hacerlo (Streane).
Todos mis amigos miraban si claudicaría: Amigos es literalmente hombres de mi paz,
referente a la costumbre hebrea de saludar diciendo, Paz. En vez de realmente desearle paz,
los que saludaban al profeta miraban si claudicaría, si diría o haría algo de que lo pudieran
denunciar (Hemenway). Quizás se engañará, decían, y prevaleceremos contra él: Keil:
“Quizás se dejará engañar, es decir, alegar algo en lo cual podamos basar una acusación que
le traerá la muerte.” Y tomaremos de él nuestra venganza: Las denuncias del profeta sobre la
destrucción de la nación excitaban el odio de todos.
20:11. Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto los que me persiguen
tropezarán: Los sentimientos del profeta mudaban desde una profunda desesperación hasta
una confianza absoluta en la disposición y el poder de Jehová para salvarle.
20:14. Maldito el día en que nací: Comp. Job 3:3. Aunque el profeta ha expresado su
confianza en la confusión de sus enemigos, sus tormentos corporales quedan, y le hacen
preguntar si no hubiese sido mejor que no naciera.
20:16. Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová y no se arrepintió: Sodoma
y Gomorra (Fausset), cuya destrucción anunció Jehová, y no se mudó su propósito de
asolarlas. Con la figura de imprecación (cuyo efecto literal el profeta naturalmente no quería
que se verificase, sabiendo él que se trataba de un acontecimiento pasado), expresa su gran
desagrado con su posición actual.
21:1–24:10. Primer grupo de profecías en tiempo de Sedequías.
El reinado de Sedequías fue desde 597 hasta 586. Los sufrimientos de Jeremías bajo el
reinado del impío rey Joaquim, descritos en los párrafos anteriores, se repiten bajo el de este
último rey de Judá, que vivía en la época de decadencia de la nación.
21:1. Sedechías envió a él a Pashur: Este Pashur no es el mismo que se menciona en 20:1,
aunque también es sacerdote, pero de otra suerte. El motivo de su envío se aclara en el
versículo siguiente.
21:2. Pregunta ahora por nosotros a Jehová; porque Nabucodonosor … hace guerra contra
nosotros: Aunque los príncipes habían menospreciado el mensaje de Jeremías, en su
desesperación a veces mandaban pedir de sus labios alguna consolación de Jehová.
Especialmente Sedequías parece haberlo consultado con frecuencia. Siendo un rey débil, los
príncipes influyeron mucho en él, sin lo cual tal vez hubiera seguido más de una vez los
consejos de Jeremías. La guerra que se refiere aquí sería el último ataque caldeo a la ciudad
en 588–586 (Streane).
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21:4. Los Caldeos que os tienen cercados fuera de la muralla, yo los juntaré en medio de
esta ciudad: Ningún mensaje de consolación fue entregado por el profeta a los embajadores
del rey, sino uno de desolación.
21:7. Entregaré a Sedechías … en mano de Nabucodonosor: Esta predicción fue cumplida
al pie de la letra (52:9–11).
21:8, 9. Pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte. El que se quedare
en esta ciudad, morirá a cuchillo: Estos consejos eran dados repetidamente (Keil) al pueblo
durante el sitio, en el sentido de que abandonasen la ciudad y se entregasen en manos del
ejército caldeo, lo que él recomendaba no como acto de traición sino como medio para
salvarse la vida (comp. Streane). Es evidente que muchos procedieron de acuerdo con este
consejo.
21:12. Juzgad de mañana juicio, etc.: Este consejo sobre un mejoramiento de vida es tomado
por algunos como procedente de una época anterior (Streane), sin embargo como Hemenway
hace notar, una exhortación a la justicia corresponde con el momento en que el juicio se
ejecuta.
21:13. Moradora del valle de la piedra de la llanura: Con piedra pensamos en el monte
(Sión) sobre el cual estaba el templo, siendo esta acepción figurada de la palabra establecida
en 18:14, 15 (cuya nota véase), y la llanura podría representar al resto de la ciudad, que
estaba situada entre montañas (comp. Keil, y la nota de Isaías 22:1, Tomo III).
22:1–23:8. Discurso en contra de los reyes.
Este discurso, entregado ante Sedequías, representa un resumen de muchos mensajes que el
profeta había pronunciado ante los reyes anteriores (comp. Plumptre), por lo cual algunos
dichos (como el del v. 4) se aplican más bien al período anterior cuando la oportunidad de
arrepentirse era aún ofrecida.
22:4. Si efectivamente hiciereis esta palabra, los reyes … entrarán montados en carros y en
caballos por las puertas de esta casa: Véase la nota introductoria de 22:1–23:8.
22:6. Galaad eres tú para mí, y cabeza del Líbano: Regiones ricas en bosques: La destrucción
de Judá se compara con la de los bosquejos de Galaad o del Líbano (comp. Peake). Véase el
v. 7.
22:10, 11. No lloréis al muerto, ni de él os condolezcáis: llorad amargamente por el que va;
porque no volverá jamás, ni verá la tierra donde nació: La referencia es a Josías y a Joacaz.
No habían de lamentar a Josías, que había reinado y muerto gloriosamente por una gran
causa, sino por su hijo Joacaz, que con ignominia había sido llevado al cautiverio en Egipto
(comp. Plumptre, Peake, etc.: véase el v. 11). Sallum es Joacaz.
22:13. ¡Ay del que edifica su casa y no en justicia …!: La referencia aquí es a Joaquim (v.
18), que proyectó un gran programa de edificación, realizado a precio de la opresión del
pueblo.
22:15. ¿No comió y bebió tu padre, e hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien?: Una
referencia a Josías, padre de Joaquim, que procedió con rectitud, siendo recompensado con
la prosperidad (comp. Hemenway).
22:19. En sepultura de asno será enterrado, arrastrándole y echándole fuera de las puertas
de Jerusalem: Aunque esta disposición del cuerpo de Joaquim no se especifica en la
narración de su muerte, es evidente que Nabucodonosor, después de llevarlo preso hacia
Babilonia (2 Crón. 36:6), mudó de opinión y lo hizo matar, dejando su cuerpo sin enterrar
(Fausset).
22:20. Sube al Líbano, y clama, y en Basán da tu voz: Palabras dirigidas a la nación (Orelli:
la hija de Sión), que ha de levantar su endecha desde los sitios altos del país (Keil).
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22:22. Tus enamorados irán en cautiverio: Figuradamente las naciones se presentan como
los amantes de Judá, que también han de ser destruídas y esparcidas.
22:23. Habitaste en el Líbano, hiciste tu nido en los cedros: Vivían en palacios de cedro; el
pasaje refleja el orgullo de Judá, que ha de ser echado abajo.
22:24. Si Conías hijo de Joacím rey de Judá fuese anillo en mi mano diestra, aun de allí te
arrancaré: Se refiere a Joaquín, siendo Conías su nombre antes de subir al trono. Los anillos
de sello eran muy apreciados, y uno en la diestra (la mano más estimada) no sería quitado.
Jehová anuncia que aun si Joaquín fuese un anillo de su diestra, lo quitaría; esto
efectivamente sucedió en 597, siendo llevado al cautiverio este joven rey por
Nabucodonosor.
22:27. Y a la tierra a la cual levantan ellos su alma para tornar, allá no volverán: Aunque
sin duda Joaquín y su madre anhelaban la tierra de Judá, nunca volvieron; el joven rey estuvo
encarcelado por treinta y siete años antes de ser libertado por Evil-merodac (52:31).
22:28. ¿Es este hombre Conías un ídolo vil quebrado? ¿es vaso con quien nadie se deleita?:
Joaquín fue como un ídolo quebrado, o un vaso arruinado, que se tira a la basura.
22:29. ¡Tierra, tierra, tierra!: La triple invocación es para dar énfasis.
22:30. Será este hombre privado de generación … porque ningún hombre de su simiente que
se sentare sobre el trono de David … será jamás dichoso: El pasaje no quiere decir que
Joaquín no tuviera hijos (1 Crón. 3:17, 18; Mt. 1:12), sino que no los tuvo que ocupasen el
trono. El rey que le siguió (su tío Sedequías) fue de su misma familia, siendo su reinado muy
penoso e infeliz, de acuerdo con este pasaje. (Comp. Fausset.)
23:1. ¡Ay de los pastores que desperdician y derraman las ovejas de mi majada!, dice
Jehová: Los reyes y adalides del pueblo (Orelli).
23:2. Visito sobre vosotros la maldad de vuestras obras: Por cuanto los adalides del pueblo
no habían atendido debidamente a su rebaño, el pueblo de Israel, habían de ser castigados.
23:3. Recogeré el resto de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y harélas volver
a sus moradas: Predicción de la restauración después del cautiverio.
23:5. Despertaré a David renuevo justo, y reinará Rey, el cual será dichoso, y hará juicio:
Una profecía de la venida del Mesías (Orelli, Keil, etc.).
23:6. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado: No se refiere a una habitación
eterna de la tierra de Israel, lo que no se realizó, sino a la salvación en el evangelio. Y este
será su nombre que le llamarán: JEHOVA, JUSTICIA NUESTRA: De una manera muy
íntima, el Mesías representa para el hombre la justicia: siendo él justo, pudo realizar la
salvación; la justicia de él vale para nosotros, que no tenemos ninguna.
23:7, 8. Vienen días, etc.: Véase la nota de 16:14, 15.
23:9. A causa de los profetas mi corazón está quebrantado: La puntuación aquí es incorrecta.
La VM la tiene bien: “Acerca de los profetas. Quebrantado está mi corazón, etc.” La primera
frase introduce el tema de esta parte (Streane, Naegelsbach, etc.). La razón para el
quebrantamiento de corazón del profeta se presenta luego: es “a causa de Jehová, y a causa
de sus santas palabras” (VM, Keil, Streane, etc.). Estas palabras, que apenaban al profeta
cuando tuvo que proclamarlas, eran un mensaje de juicio a la nación (comp. Fausset).
23:10. Las cabañas del desierto se secaron: Lo expresa mejor la VM: “Están secados los
pastos del desierto” (Keil, Fausset, etc.). La maldición de Dios sobre el pueblo por su pecado,
se ilustra en la sequía que hay sobre la tierra.
23:11. Porque así el profeta como el sacerdote son fingidos: La hipocresía se manifestaba en
las vidas de los adalides espirituales del pueblo: Aun en mi casa hallé su maldad, es decir, en
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sus prójimos, mezclando también dichos verdaderos que ellos oían de los verdaderos profetas
como Jeremías (comp. Plumptre).
23:31. Endulzan sus lenguas, y dicen: El ha dicho: Mientras profesaban citar el mensaje de
Jehová, suavizaban las palabras, quitándoles el elemento de juicio.
23:32. Hicieron errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas: Es decir, con sus
mentiras y su balbuceo (Plumptre). Los dichos de estos falsos profetas no eran más que el
balbuceo de una criatura.
23:33. Y cuando te preguntare este pueblo …: ¿Qué es la carga de Jehová?: El pueblo venía
con frecuencia a Jeremías con su pregunta irónica, ¿Tienes algún nuevo mensaje de Jehová?
Les dirás, ¿Qué carga?: Palabras para reforzar el anuncio que tiene que darles: Os dejaré,
ha dicho Jehová: Ellos se han quejado del mensaje de juicio que él les daba; bien, no tendrían
que escucharlo, porque ahora Dios los abandona. Ellos preguntan: ¿Qué carga?, él contesta,
me descargo de vosotros. Comp. Hemenway.
23:38. Y nunca más os vendrá a la memoria decir: Carga de Jehová: porque la palabra de
cada uno le será por carga: Esa carga, por la cual ellos habían preguntado con ligereza, sería
la de sus propios corazones; el recuerdo de su liviandad al consultar al profeta, sería una
carga intolerable en medio de las aflicciones que él había anunciado y que entonces ellos
experimentaban (comp. Plumptre, Fausset, Streane, etc.).
23:38. Mas si dijereis: Carga de Jehová: Si ellos persisten en hacer burla de la palabra de
Jehová, a pesar de la prohibición divina de tal actitud mofadora (habiendo enviado a deciros:
No digáis, Carga de Jehová: es decir, cuando la instrucción divina había sido que no la
pidiesen al profeta para hacer broma), entonces el juicio que se encerraba en esta carga
vendría sobre ellos (comp. Keil).
24:1–10. Visión de las dos cestas de higos.
Esta visión presenta un contraste entre el carácter de los que habían sido desterrados con
Joaquín (en 597), representados por la cesta de higos buenos, y los que habían quedado en la
tierra: Sedequías y los príncipes que le ayudaban en el gobierno.
24:1. Después de haber trasportado Nabucodonosor … a Jechonías … a Babilonia: Este
traslado de Joaquín se verificó en 597. El rey caldeo los llevó (con unos mil de los mejores
ciudadanos de Jerusalén) en carácter de rehenes para asegurar la paz.
24:2. La una cesta tenía higos muy buenos … y la otra cesta tenía higos muy malos: Estas
cestas eran simbólicas, como se indicó en la nota introductoria (24:1–10).
24:5. Como a estos buenos higos, así conoceré la trasportación de Judá: El traslado bajo
Joaquín. Jeremías creía que los más capaces del pueblo habían sido llevados al cautiverio con
el joven rey.
24:6. Volverélos a esta tierra; y los edificaré, y no los destruiré: Efectivamente, los
trasportados con Joaquín no experimentaron los días amargos de la destrucción del país, y
estuvieron muy bien en Babilonia, pudiendo vivir cómodamente edificando sus casas y
haciendo negocio (comp. Plumptre). Este grupo formó la base para la gran comunidad judía
del cautiverio, de la cual tomó la esperanza de la restauración, cuyos descendientes la
llevaron a cabo años después. En cambio, de los ochocientos, aproximadamente, que se
escaparon de la matanza del sitio, y que fueron llevados al cautiverio en 586, la mayor parte,
o murió en el camino, o fue esclavizada al llegar a Babilonia.
24:8–10. Y como los malos higos, … daré a Sedechías … y a sus príncipes … por escarnio
… Y enviaré sobre ellos espada: Se compara a Sedequías y a sus príncipes con los higos
malos; éstos fueron los que se opusieron a la palabra de Jehová en la última época de la
nación, rehusando cumplirla.
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25:38. Dejó cual leoncillo su guarida: Dios se compara con un león que deja su guarida para
buscar su presa; con esta figura se presenta la idea del juicio que Dios se propone ejecutar.
26:1–24. Resumen del discurso pronunciado en el templo.
Este pasaje presenta en resumen el discurso que Jeremías pronunció en el templo, registrado
más ampliamente en 7:1–9:26.
26:3. Quizá oirán … y arrepentiréme yo del mal: Véanse las notas de 15:6; 22:1–23:8.
26:6, 9. Pondré esta casa como Silo: Véase 7:12 y la nota respectiva.
26:10. Puerta nueva: No se puede identificar; el Targum tiene “puerta oriental” edificada por
Joatam.
26:11. En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad: Si
miraba a los mensajes, vistos como pesimistas por sus enemigos, como un acto de traición.
26:16. No ha incurrido este hombre en pena de muerte, porque en nombre de Jehová … ha
hablado: Los dirigentes y el pueblo se ponen al lado de Jeremías y lo defienden ante los
profetas y sacerdotes, los que serían los enemigos que lo acusan (v. 11).
26:18. Miqueas de Morasti profetizó, etc.: La cita del profeta Miqueas aparece en 3:12 de su
profecía; aunque este varón de Dios anunció la caída de la ciudad, refieren los ancianos, él
no fue muerto por su pesimista anuncio; se infiere que tampoco debe haberlo sido Jeremías.
26:20–24. Asesinato del profeta Urías.
Este pasaje sobre el asesinato del profeta Urías es introducido por el compilador de la
Profecía de Jeremías (véase la Introducción) porque este hombre murió a raíz de la misma
controversia en que se veía envuelto Jeremías. De Urías no tenemos conocimiento fuera de
este pasaje. Su muerte muestra el espíritu violento del pueblo, causado por su tremenda
inseguridad ante las amenazas del extranjero.
Urías, habiendo pronunciado su profecía sobre el destino trágico de Jerusalén, se vio
amenazado por la autoridad y huyó a refugiarse en Egipto. Por las estrechas relaciones que
existían entre Egipto y Judá en este tiempo (Joaquim estaba avasallado por Caldea, pero
Egipto lo cortejaba), la extradición del profeta fue conseguida por el gobierno judío, y fue
ejecutado.
27:1–29:32. Segundo grupo de profecías bajo el reinado de Sedequías.
Aunque el nombre de Joaquim aparece en 27:1, este debe ser Sedequías, por el contexto
(27:3, 12; 28:1; etc.) (comp. Orelli, Streane, Hemenway, etc.). Ciertos manuscritos hebreos
concuerdan en esto (Streane), así como el Siríaco.
Podemos fechar las profecías en el año cuarto de Sedequías, o sea, 594, (Naegelsbach).
27:2–11. Acción simbólica de las coyundas y los yugos.
Jeremías es ordenado a hacer coyundas y yugos, símbolos de la sujeción, los que había de
mandar a ciertos reyés extranjeros, anunciando así su sojuzgamiento por Nabucodonosor (v.
6).
27:6. Nabucodonosor … mi siervo: El rey caldeo es llamado siervo, como Ciro, en Is. 45:1,
es llamado ungido. Ambos servían de instrumentos a Jehová para ejecutar sus propósitos,
Nabucodonosor para destruir, y Ciro para restaurar.
27:8. Y será, que la gente y el reino que no sirviere a Nabucodonosor …, con espada y con
hambre y con pestitilencia visitaré a la tal gente: Los pueblos que no se rendían
voluntariamente serían dominados por él, con las tres consecuencias especificadas aquí (Keil,
Plumptre, Fausset).
27:9, 10. No prestéis oído a vuestros profetas …, que os hablan diciendo: No serviréis al rey
de Babilonia. Porque ellos os profetizan mentira: Los profetas que aconsejaban la resistencia
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a los caldeos anunciaban una política mala, y mentían cuando afirmaban que recibían su
mensaje de Jehová.
27:11. Mas la gente que sometiere …, haréla dejar en su tierra: Este resultado de la sumisión,
todos podían preverlo, por cuanto, mientras un pueblo pagaba tributo, Nabucodonosor no lo
molestaba, según su política establecida. La profecía de seguro juicio sobre Judá, la revelaba
Dios a su siervo Jeremías porque sabía que éste no se arrepentiría.
27:12. Hablé también a Sedechías …: … servid a él y a su pueblo, y vivid: El principio
encerrado en el versículo anterior, lo anunció el profeta a Sedequías.
27:15. Ellos profetizan falsamente en mi nombre, para que yo os arroje: En la Providencia
de Dios, aun los falsos profetas servían un propósito (como el pagano Nabucodonosor en
27:6, cuya nota véase): el de confirmar al pueblo en su mal camino, a fin de que él los arrojase
de su tierra, con la consecuente purificación y restauración de la nación a su tierra.
27:16. No oigáis las palabras de vuestros profetas …: He aquí que los vasos de la casa de
Jehová volverán de Babilonia ahora presto: Estos vasos habían sido trasportados por
Nabucodonosor en su primera invasión en 605, cuando llevó a Daniel. Los falsos profetas
habían anunciado una señal, que estos vasos serían devueltos a Jerusalén. Jeremías
recomienda que el pueblo no les haga caso.
27:18. Oren ahora a Jehová …, que los vasos que han quedado en la casa de Jehová … no
vayan a Babilonia: Jeremías advierte que, en vez de volverse los vasos ya robados, existe el
peligro de que los que quedan, sean llevados, e insta al pueblo a la oración.
27:22. A Babilonia serán trasportados: No solamente los vasos restantes, sino todo el metal
del templo (vv. 19–21), sería trasportado a Babilonia. Y después los haré subir, y restituirélos
a este lugar: Jeremías profetiza el traslado de los muebles del templo, y también su
restauración en tiempo futuro.
28:1. Hananías, hijo de Azur, profeta que era de Gabaón: De este hombre no sabemos nada
sino que parece ser uno de los principales falsos profetas. Gabaón era centro de los sacerdotes
(Jos. 21:17), (por lo cual Hananías puede haber sido también sacerdote), y desde tiempos
antiguos había sido sitio religioso (1 Reyes 3:4; 1 Crón. 16:39).
28:2. Así habló Jehová …: Quebranté el yugo del rey de Babilonia: El falso profeta Hananías
anuncia que Jehová le ha revelado que el poder de Babilonia sería quebrado.
28:4. Y yo tornaré a este lugar a Jechonías: Hananías agrega a su profecía de la derrota de
Babilonia, el anuncio de la restauración al trono de David a Joaquín, actualmente en la cárcel
en Babilonia.
28:6. Y dijo Jeremías profeta: Amén, así lo haga Jehová: Jeremías puede concordar con el
falso profeta hasta desear que sus predicciones se cumplan, pero no le falta a su dicho la
ironía (Plumptre), puesto que él, que tiene verídica palabra de Jehová, sabe que no sucederá.
28:9. El profeta que profetizó de paz, cuando sobreviniere la palabra del profeta, será
conocido el profeta que Jehová en verdad lo envió: Si el profeta anuncia un mensaje de paz,
y éste se verifica, entonces su carácter verídico de profeta queda probado.
28:10. Entonces Hananías profeta quitó el yugo del cuello de Jeremías profeta, y quebrólo:
Jeremías, en signo de la sojuzgación del pueblo, llevaba sobre los hombros un yugo de
madera; enojándose Hananías por la insistencia de Jeremías en su anuncio de calamidad, le
quitó el yugo a la fuerza y lo quebró.
28:11. Y habló Hananías …: De esta manera quebraré el yugo de Nabucodonosor: El falso
profeta indica que su acto de quebrar el yugo era simbólico del pretendido quebrantamiento
de la autoridad caldea.
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28:13. Yugos de madera quebraste, mas en vez de ellos harás yugos de hierro: Los yugos de
hierro, que no podían romperse habían de ser simbólicos de la fuerza del dominio caldeo (v.
14).
28:16, 17. Morirás en este año: Jeremías informa al falso profeta Hananías que en el mismo
año moriría, lo que se verificó.
29:1. Y estas son las palabras de la carta que Jeremías profeta envió de Jerusalem a los
ancianos que habían quedado de los trasportados: En este capítulo tenemos el texto de una
carta enviada por Jeremías a los trasportados, los que habían sido ya llevados al cautiverio
por Nabucodonosor en 605 y 597. Ancianos se emplea aquí en su sentido oficial, referente a
los dirigentes de la pequeña comunidad judía que estaba en Babilonia.
29:3. Por mano de Elasa: La carta que Jeremías envió a Babilonia por mano de Elasa,
hermano de Ahicam, protector de Jeremías (26:24), circunstancia por la cual habría sido bien
recibido en Babilonia, donde la política de no resistencia recomendada por el profeta, le daba
mucha aceptación ante las autoridades caldeas.
29:5, 6. Edificad casas, y morad; y plantad huertos: Jeremías en su carta recomienda a los
trasladados a Babilonia que se preparen para una residencia permanente allí.
29:7. Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice traspasar: En vez de fomentar la
rebelión, los judíos en Babilonia debían buscar una vida quieta y pacífica.
29:8. No os engañen vuestros profetas: Según este pasaje, es evidente que había también
falsos profetas entre los trasladados.
29:10. Cuando en Babilonia se cumplieren los setenta años: Véase la nota de 25:12.
29:12–14. Entonces me invocaréis … Y seré hallado de vosotros: Después del
arrepentimiento de los cautivos, Jehová los oiría y los restauraría a su tierra.
29:15–17. Mas habéis dicho: Jehová nos ha suscitado profetas en Babilonia: Aunque parece
haber una rotura de pensamiento entre el 15 y el 16. Keil resuelve la dificultad traduciendo
así: “Si decís”. Esto quiere decir, tocante a vuestro dicho de que Jahveh os ha levantado
profetas en Babilonia, la contestación es, Así ha dicho Jehová, etc. Del rey que está sentado
sobre el trono de David: Sedequías. La contestación de Jehová es, pues, He aquí envío yo
contra ellos cuchillo, etc.: Referente a la destrucción de Jerusalén, en la cual Sedequías y su
gente sufrieron grandemente.
29:21, 22. Achab … Sedechías: De los dos falsos profetas Acab y Sedequías, no se sabe nada;
es evidente que actuaban entre los cautivos en Babilonia fomentando el descontento. Como
dice Plumptre, el registro de la profecía entregada contra ellos implica su cumplimiento. Esto
se indica en la alusión que Jeremías hace al respecto: Póngate Jehová como a Sedechías y
como a Achab, los cuales asó al fuego el rey de Babilonia: Esta alusión refleja el cruel castigo
que Nabucodonosor aplicó después a los profetas que inquietaban a los cautivos.
29:24, 25. Semaías de Nehelam: De este hombre no se sabe nada; Nehelam quizás se refiere
a su lugar nativo, aunque no se conoce lugar de este nombre. Furibundo por la carta de
Jeremías a los cautivos de Babilonia, Semaya manda carta a Jerusalén, y especialmente a
Sofonías el segundo sacerdote (52:24; nota de 20:1), instándole a que castigue a Jeremías por
su atrevimiento.
29:26. Para que presidáis en la casa de Jehová: Era superintendente del templo (20:1, VM).
29:29. Y Sophonías sacerdote había leído esta carta a oídos de Jeremías: Sofonías procedió
más bien cuidadosamente con Jeremías, no castigándolo en el cepo como Semaya le había
recomendado, sino limtiándose a leer la carta a Jeremías, como amenaza.
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29:32. Yo visito sobre Semaías …: no tendrá varón que more entre este pueblo: Así Jeremías
profetiza la muerte de Semaya, lo que sin duda se cumplió, de acuerdo con el principio
establecido en la nota de 29:21, 22.
30:1–31:40. Tercer grupo de profecías bajo el reinado de Sedequías.
Según el bosquejo que seguimos (véase el Bosquejo de la Profecía de Jeremías), este es el
tercer grupo de las profecías entregadas durante el reinado de Sedequías.
30:2. Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado: Parece que Baruc actuaba
de amanuense (36:1–8). El pasaje quiere decir que el profeta hizo escribir las profecías de
30:1–31:40 antes de pronunciarlas públicamente, en contradistinción a otros pasajes, que
fueron expresados oralmente primero (comp. Plumptre).
30:5. Porque así ha diclio Jehová: Hemos oído voz de temblor: espanto, y no paz: Estas
palabras se aplican a la destrucción de Babilonia, en la cual los cautivos habían de sufrir
también (Orelli, Streane, Hemenway, etc.).
30:6. Mirad si pare el varón: porque he visto que todo hombre tenía las manos sobre sus
lomos, como mujer de parto: En el día de angustia de Babilonia, los hombres en su aflicción
sufrirían como mujer pronta a dar a luz, de modo que se podría preguntar si había hombres
en la ciudad.
30:7. Tiempo de angustia para Jacob; mas de ella será librado: Los cautivos también
sufrirían en la caída de Babilonia, pero esto redundaría en su restauración; después de
conquistar la ciudad, Ciro proclamó que podían volver a jerusalén.
30:8. Y extraños no lo volverán más a exponer en servidumbre: Puesto que los judíos fueron
dominados muchas veces después, tenemos que ver un cumplimiento en el Reino de Dios
que, aunque perseguido, no es dominado. Véase la nota siguiente.
30:9. Servirán a Jehová su Dios, y a David su rey, el cual les levantaré: Una profecía que
tiene su cumplimiento en el Mesías; nunca después de Sedequías, último rey de Judá, ocupó
rey de la estirpe de David el trono en Jerusalén. Los reyes asmoneos del período interbíblico,
eran sacerdotes (de Leví).
30:11. No te talaré del todo: Aunque había de ser castigado Judá, su destrucción no sería
absoluta, como la de los pueblos que los oprimían, sino que sería seguida por la restauración.
30:12, 13. Desahuciado es tu quebrantamiento, y dificultosa tu llegada. No hay quien juzgue
tu causa para salud: Por las heridas que Israel ha recibido a manos de Jehová, yace inerte,
no parece haber remedio que lo cure.
30:14. Todos tus enamorados te olvidaron: Los aliados de Judá lo habían abandonado.
30:18. Y la ciudad será edificada sobre su collado, y el templo será asentado según su forma:
La ciudad de Jerusalén estaba edificada sobre un collado, o mejor dicho, una serie de colinas.
El profeta señala su restauración a su antiguo sitio después del cautiverio.
30:21. Y de él será su fuerte, y de en medio de él saldrá su enseñoreador: Así como antes del
cautiverio el pueblo fue gobernado por un adalid de la casa de David, así después sería
dirigido por uno de la elección de Jehová. Las palabras son mesiánicas, y tienen su
cumplimiento en el Reino de Dios (Keil, Plumptre, etc.). Y acercaráse a mí: porque ¿quién
es aquel que ablandó su corazón para llegarse a mí?, dice Jehová: Sólo el Mesías podría
sentirse calificado para acercarse a la presencia de un Dios justo y recto, porque los hombres
tendrían una conciencia aguda de su indignidad (Peake, Plumptre). Está aquí el concepto del
Mesías como sacerdote (Peake, Hemenway), único que puede entrar en la presencia divina.
30:22. Y me seréis por pueblo, y yo seré vuestro Dios: El pacto sería renovado entre Dios y
su pueblo, esta vez por instrumentalidad mesiánica (comp. Fausset).
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30:23, 24. La tempestad de Jehová sale con furor …; sobre la cabeza de los impíos reposará:
Los enemigos serían destruidos. Esto es parte integrante de la obra de redención expresada
en el versículo anterior (Orelli). Estos enemigos (impíos) son los judíos rebeldes, más bien
que paganos, que tienen que separarse de la nación antes de que se efectúe la restauración,
antecedente de la revelación de la salvación mesiánica (Peake). No se volverá la ira del enojo
de Jehová, hasta que haya hecho y cumplido los pensamientos de su corazón: El propósito
divino ha de ser cumplido; antes de realizar esto, su programa de juicio no se finalizará. En
el fin de los días entenderéis esto: El pueblo no comprendía el significado de los
acontecimientos que vendrían sobre ellos, especialmente las calamidades; con la
restauración, entendían más, con la revelación de la salvación mesiánica, aumentaba su
aprehensión, y al fin del mundo se aclararán aún más los misterios de la vida con sus
sufrimientos y enigmas.
31:1. En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todos los linajes de Israel, y ellos me
serán a mí por pueblo: Una amplificación de la promesa de 30:22, cuya nota véase. El profeta
tiene en cuenta aquí la unión del pueblo de Israel después de la restauración, cuando no
existiría la división en dos reinos, de Israel y Judá, que había existido desde el tiempo de
Roboam, hijo de Salomón (Peake, Plumptre). Fausset afirma que tal promesa no ha sido
cumplida aún, pero creo que lo fue en el sentido indicado.
31:2. Halló gracia en el desierto el pueblo, los que escaparon del cuchillo, yendo yo para
hacer hallar reposo a Israel: La marcha por el desierto sinaítico hacia el reposo en Canaán,
se toma como típica del encuentro de Dios con los cautivos en marcha desde Babilonia por
el desierto hacia su antigua patria en Palestina (comp. Orelli).
31:4. Aun te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel: La nación aún había de
reedificarse después de su derrumbe. Virgen de Israel: Véase la nota de 14:17.
31:6. Habrá día en que clamarán los guardas en el monte de Ephraim: Los guardas a que se
refiere aquí son los que estaban puestos para vigilar la luna nueva, señalando con almenares
las noticias de su aparición a los adoradores en Jerusalén, a fin de que se celebrase la fiesta
de la nueva luna (Streane, Keil). La referencia al monte de Ephraim relaciona la promesa con
las tribus del norte, y así acentúa la idea de la unión religiosa (31:1) que caracterizaría al
pueblo después de la restauración (Orelli, Streane).
31:7. Regocijaos en Jacob con alegría … y decid: Oh Jehová, salva tu pueblo, el resto de
Israel: El profeta llama al pueblo a regocijarse en vista de su restauración, a la vez que los
exhorta a orar por la redención del pueblo (comp. Keil).
31:8. Yo los vuelvo de tierra del aquilón: De la tierra de Mesopotamia. Y los juntaré de los
fines de la tierra: Según el paralelismo de la poesía hebrea, esta frase denota lo mismo que
la anterior, pues en Mesopotamia se hallaban esparcidos israelitas (de las diez tribus) y judíos.
31:9. Irán con lloro, mas con misericordias los haré volver: Con lamentación el pueblo iría
al cautiverio, pero su vuelta sería realizada por la misericordia de Dios, con el consecuente
regocijo ocasionado por su restauración.
31:12. Ni nunca más tendrán dolor: El cumplimiento de esta promesa relativa tenía por
condición su obediencia, una vez regresados a su tierra. Toda promesa de esta índole, tiene
su aplicación más fundamental en el Reino de Dios, con los bienes espirituales implicados
en éste.
31:14. Y el alma del sacerdote embriagaré de grosura: De prosperidad. Puesto que los
sacerdotes vivían con las ofrendas del pueblo, la prosperidad de aquéllos era un indicio
verídico de la de éste.
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31:15. Voz fue oída en Ramá: Posiblemente no el nombre de un lugar, pero en su sentido
genérico de “altura de un monte” (Plumptre). Rachel que lamenta por sus hijos, no quiso ser
consolada acerca de sus hijos, porque perecieron: Raquel, que se había lamentado porque
no tenía hijos, y que lloraba en el momento de expirar al tener su segundo, se toma como
representante de toda la nación, al ver a sus hijos (el reino septentrional de Israel) trasportados
al cautiverio por los asirios (comp. Plumptre, Fausset, Hemenway, Peake).
31:16. Reprime tu voz del llanto …, volverán de la tierra del enemigo: Profecía de la vuelta
de Israel. Aunque la mayor parte de los hebreos restaurados fueron de Judá y Benjamín, es
evidente que volvieron representantes de todas las tribus. Véase la nota sobre 1 Crón. 9:3, en
Tomo II. Véase Luc. 2:36.
31:17. Esperanza también hay para tu fin, dice Jehová, y los hijos volverán a su término:
Así como la esperanza de Raquel de tener hijos fue recompensada, asimismo lo será el deseo
de sus descendientes de ver la restauración de las diez tribus (Plumptre).
31:19. Herí el muslo: Una señal de dolor, como entre nosotros, herir el pecho (comp. Peake).
31:20. ¿No es Ephraim hijo precioso para mí?: Las diez tribus también, de quienes la de
Efraim era la principal, eran preciosas para Jehová.
31:21. Establécete señales, ponte majanos altos; nota atentamente la calzada, el camino por
donde viniste: Como quien va por un camino extraño esperando volver, los israelitas al ser
trasportados son mandados figuradamente a poner señales que les ayuden a hallar el camino
de regreso. Así el profeta les asegura la restauración.
31:22. Una cosa nueva sobre la tierra: una hembra rodeará al varón: Muchas explicaciones
se han dado de este pasaje difícil: La mujer que protege al hombre (Orelli), el Mesías
encerrado en el seno de su madre, etc. Prefiero la explicación que se refiere al nuevo hecho
de que Israel (tipo femenino) abrazaría a Jehová (tipo masculino) (comp. Hemenway).
31:27. Sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de
animal: Toda la tierra sería poblada nuevamente, con la unidad del país.
31:29, 30. En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agraces, y los
dientes de los hijos tienen la dentera: El viejo refrán citado aquí, que significa que los hijos
han de sufrir por los pecados de los padres, no se dirá más, a lo menos en el sentido de que
el pecado de los rebeldes de Israel y de Judá sería pagado por sus descendientes; al contrario,
éstos serían bendecidos nuevamente en su tierra, y sufrirían por los propios pecados.
31:31–34. El nuevo pacto.
Jeremías prevé el día cuando un nuevo pacto sería concluído entre Dios y su pueblo, que
nosotros reconocemos como el del evangelio.
31:32. No como el pacto que hice con sus padres: El pacto entregado en Sinaí. Porque ellos
invalidaron mi pacto, bien que fuí yo un marido para ellos: Jehová buscaba fidelidad en su
pueblo, así como el esposo la espera de su mujer; sin embargo, ellos rompieron el pacto.
31:33. Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones: La nueva ley no sería
escrita en tablas de piedra, sino en los corazones de los hombres, esto con respecto al carácter
espiritual, voluntario, y de conciencia del nuevo pacto. No sería una aceptación de labios, de
una doctrina, ni una práctica de vanos preceptos legales, sino una incorporación de los
principios de la voluntad de Dios en el corazón, con una comprensión de ellos por intuición.
Jeremías no rechazaba la ley como instrumento de la vida, pero exhortaba a una práctica
espiritual de sus principios, de corazón, y no como una formal observancia de ceremonias y
ritos, aparte del espíritu de amor que se manifestaría en actos de justicia hacia el prójimo.
Véase Hebreos 8:8–12, y mis notas en el Comentario sobre la Epístola a los Hebreos.
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cit. citado.
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32:5. Y allá estará hasta que yo le visite: Sedequías, con los hebreos que serían llevados al
cautiverio, quedaría allí hasta que Jehová lo visitara para librarlo. Si peleareis con los
Caldeos, no os sucederá bien?: El signo de interrogación aquí no se relaciona con esta frase,
sino termina la larga pregunta que empieza con el v. 3, la que hizo Sedequías a Jeremías. En
cambio, esta frase es una afirmación: Si peleareis con los caldeos, no os sucederá bien: Esto
es lo que Jeremías había dicho a Sedequías.
32:6–11. Compra de un terreno por Jeremías.
La compra del terreno por Jeremías señala su fe en la restauración del pueblo a su país, como
se indica en los vv. 15 y 44, y fue un medio para anunciar al pueblo este mensaje.
32:7. Porque tú tienes derecho a ella para comprarla: Cuando uno tenía que vender su
propiedad, el pariente más cercano tenía el derecho y la obligación de comprarla, a fin de que
no saliese de la familia (Lev. 25:24, 25; Streane, Keil, etc.). Véanse mis notas sobre Lev.
25:15, 16, en Tomo I, y sobre Rut 4:3, en Tomo II.
32:8. Conocí que era palabra de Jehová: Jeremías vio en la invitación de su primo, un medio
para enseñar una lección espiritual al pueblo.
32:10, 11. Y escribí la carta, y slléla: El documento de venta, o sea, la escritura de la
propiedad, que se sellaba con el sello personal de los interesados. Tomé luego la carta de
venta, sellada según el derecho y costumbre, y el traslado abierto: Había dos documentos,
uno interior, otro exterior. El interior fue hecho de arcilla blanda, y sobre éste fueron escritos
los términos del contrato; después fue cocida al sol. Sobre este documento fue salpicado
polvo, y luego una “sobre” puesta, también de arcilla, y el mismo contrato escrito sobre ésta,
después de lo cual fue cocida ésta al sol. (Véase la descripción del procedimiento en Peake.)
Así se aseguraba que el contrato interior no se alterase.
32:14. Toma estas cartas, esta carta de venta: Era un contrato, pero había dos copias, como
se ha descrito en la nota anterior. Y ponlas en un vaso de barro, para que se guarden muchos
días: Baruc era el amanuense personal de Jeremías, que tomaba al dictado los mensajes que
dirigía al pueblo. El contrato había de ser puesto en un lugar seco, a fin de que no se
perjudicase, según la costumbre.
32:15. Así ha dicho Jehová …: Aun se comprarán casas, etc.: Aquí tenemos la aplicación de
la lección espiritual: Jeremías compra un terreno por cuanto sabe que en la época de la
restauración los judíos habitarían nuevamente su país.
32:16–25. Oración de Jeremías.
Jeremías, a pesar de que ha hecho de acuerdo con su conciencia en obedecer el mandamiento
de Jehová con respecto a la compra del terreno, todavía siente cierta inconsecuencia entre la
situación de la ciudad en aquel momento (acometida por los caldeos: v. 24) y su acto de
comprar terrenos como expresión de fé (comp. Streane). Recuerda la bondad de Jehová en el
pasado, en lo cual, afirma el propósito primordial de Jehová de poseer un pueblo, y que este
pueblo viva en su tierra, como base para su fe en su restauración.
32:24. Con arietes han acometido la ciudad: Las fuerzas caldeas se encontraban delante de
la ciudad en aquel momento.
32:29. Asimismo las casas sobre cuyas azoteas ofrecieron perfumes a Baal: Parece que las
azoteas fueron los lugares de preferencia para esta ceremonia, aunque este dios fenicio
también tenía sus altares y sus santuarios en el país. Las casas particulares habían llegado a
ser santuarios de idolatría, y como tales, habían de ser destruídas.
32:31. Para enojo mío y para ira mía me ha sido esta ciudad: Desde el principio la ciudad
de Jerusalén había exhibido su rebeldía.
32:35. El valle del hijo de Hinnom: Véase 7:31 y su nota.
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32:37. Los juntaré de todas las tierras: Véanse 31:8 y su nota. Se cumple esto en la
restauración de Mesopotamia.
32:38. Y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios: Véanse 30:22 y nota.
32:40. Y haré con ellos pacto eterno: Véanse las notas de 31:31–34; 32, 33, 34.
32:43. Y poseerán heredad en esta tierra de la cual vosotros decís: Está desierta, sin hombres
y sin animales, es entregada en manos de los Caldeos: La presencia de los caldeos frente a
las murallas de Jerusalén durante los meses pasados era una confirmación de la predicación
de Jeremías. El pueblo empezaba a dudar del porvenir, a pesar de la terquedad de los adalides
que persistían en una política de resistencia a Nabucodonosor. Este pasaje prefigura la
desolación total que había anunciado Jeremías, y que el pueblo ahora presiente que ha de
suceder. La desolación anunciada ha de ser reemplazada por una nueva población de la tierra,
cuando el pueblo nuevamente poseería herencia en ella.
32:44. Heredades comprarán … en … Benjamín, etc.: La restauración de Judá, por las
localidades mencionadas aquí, es la que se señala en este pasaje, aunque en otras partes
Jeremías ha insistido en la restauración de toda la nación (33:7). Benjamín se indica primero
porque ahí estaba el terreno que compró el profeta. Probablemente los lugares se mencionan
por nombre para hacer más vívida la predicción (Hemenway).
33:1. Estando él aún preso en el patio de la cárcel: El atrio de la guardia, el cuartel de los
centinelas que guardaban el palacio (Streane).
33:5. Escondí mi rostro de esta ciudad, a causa de toda su malicia: Dios ocultó su rostro en
el sentido de dejar a la ciudad sin la protección divina.
35:6. Los curaré: Restauraría a la ciudad y al pueblo después del cautiverio.
33:10. En este lugar, del cual decís que está desierto, etc.: Véase la nota de 32:43.
33:11. Voz de desposado y voz de desposada: Como anteriormente el profeta ha dicho que la
alegría de los novios cesaría en señal de la desgracia y de la desolación de la ciudad (7:34 y
nota), ahora afirma que se escucharía esto nuevamente como símbolo de la restauración.
33:13. Aun pasarán ganados por las manos de los contadores: El ojo profético ve
nuevamente al país en su condición pacífica de antes, cuando los pastores contarían sus
ovejas para ver si alguna faltaba.
33:15, 16. Haré producir a David Pimpollo de justicia: Véanse las notas sobre 23:5, 6.
33:17, 18. No faltará a David varón que se siente sobre el trono … y de los sacerdotes y
Levitas no faltará varón de mi presencia: El linaje de David dejó de gobernar sobre un trono
literal en 586, con Sedequías, el último rey, y los sacerdotes perdieron su oficio con la
destrucción del templo en el año 70 d. de J.C. Las promesas tienen que ser relacionadas con
el cristianismo, como Streane reconoce. El Mesías, como rey del Reino de Dios, cumple la
primera promesa, y los creyentes, como sacerdotes delante de Dios, cumplen la segunda.
33:20, 21. Si pudiereis invalidar mi concierto con el día y mi concierto con la noche …,
podráse también invalidar mi pacto con mi siervo David: Si dejaran de suceder día y noche
en su curso ordinario, entonces se esperaría que David no tendría descendencia que ocupase
la autoridad; ninguna de las dos cosas es posible.
33:22. Multiplicaré la simiente de David mi siervo, y los Levitas que a mí ministran: Este
pasaje se refiere a los creyentes como “reyes y sacerdotes para Dios y su Padre” (Apoc. 1:6),
quienes se describen en 1 Pedro 2:9 como “real sacerdocio.” Comp. Plumptre.
33:24. Dos familias que Jehová escogiera ha desechado: Las dos casas de Israel y de Judá
(Peake).
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pueblo que, en medio de toda la corrupción y vida liviana que caracterizaba a los adalides
espirituales y políticos de Jerusalén, había aún algunos que conservaban las antiguas
tradiciones.
35:6. No beberemos vino: La esperanza de Jeremías con respecto a los recabitas es cumplida;
rehusan tomar vino. Porque Jonadab.… nuestro padre nos mandó: Véase la nota de 2 Reyes
10:15, 16.
35:7. Ni edificaréis casa … mas moraréis en tiendas: Esta prohibición que fue dada por
Jonadab no dominaba las vidas de la mayoría de los hebreos, ni era especificada en la ley de
Moisés, pero fue una disposición que dio Jonadab, porque él consideraba que la vida nómada
fue mejor para guardar al pueblo de las prácticas licenciosas e idólatras del país.
35:11. Cuando Nabucodonosor … subió a la tierra, dijimos: Venid, y entrémonos en
Jerusalem: Los recabitas habían acudido a Jerusalén para compartir la mejor protección que
la ciudad amurallada ofrecía.
35:14. Fue firme la palabra de Jonadab … y no lo han bebido hasta hoy: El ejemplo de los
recabitas en obedecer el mandamiento de su antepasado debía servir de ejemplo a los demás
del pueblo para que pusieran en práctica la ley de Moisés, y los dichos de Dios.
35:19. No faltará varón de Jonadab, hijo de Rechab, que esté en mi presencia: Se ha señalado
que después del cautiverio ciertos descendientes de Jonadab se mencionan como entre los
levitas: En 1 Crón. 2:55 se llaman escribas; en Neh. 3:14 se asocian con sacerdotes y levitas
en la reedificación del muro de Jerusalén; en la versión griega de la Septuaginta, se atribuye
el Salmo 71 (70) a los descendientes de Jonadab; en la Historia Eclesiástica de Ensebio (ii,
23) se habla de un recabita sacerdotal en la época apostólica. Es probable, sin embargo, que
tengamos aquí una profecía de la protección divina, con prosperidad espiritual, e influencia
religiosa (comp. Hemenway, y Streane).
36:1–32. Escritura del rollo de Jeremías.
Este capítulo es importante por la luz que arroja sobre el origen de las profecías de Jeremías
en forma escrita.
36:2. Tómate un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado: El
profeta es mandado a escribir en un rollo las profecías que había recibido durante los
veintitrés años de su ministerio. Un rollo era formado cosiendo las pieles de animales
(pergamino) en una hoja larga, la que era enrollada en dos palitos. A menudo se escribía en
columnas, y se desenrollaba de uno mientras que se enrollaba en el otro; cuando se leía
después, se seguía el mismo procedimiento.
36:3. Quizá oirá la casa de Judá: Con la existencia de las profecías en forma escrita, el
profeta cree que pueden influir en el pueblo, en virtud de que la palabra hablada había
fracasado.
36:4. Y escribió Baruch de boca de Jeremías: Baruc era de una familia noble, y ya ha sido
mencionado como el ayudante del profeta (32:12, 13). Mientras Jeremías dictaba, el
amanuense anotaba sus palabras. Es posible que el amanuense también copiara otros trozos
que el profeta ya había escrito (comp. Hemenway).
36:5, 6. Yo estoy preso, no puedo entrar en la casa de Jehová: Aunque la palabra preso puede
denotar encarcelación, es evidente que aquí denota algún impedimento que el profeta hallaba
como obstáculo a su entrada en el templo el día de fiesta (v. 6) (Streane). Esto podría ser,
como Plumptre sugiere, que el día de ayuno fuese proclamado por el rey a instigación de los
falsos profetas. Entra tú pues, y lee de este rollo: En vista de que el profeta no quiere ir a la
fiesta, su secretario ha de leer el rollo a oídos del pueblo.
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36:9, 10. Y aconteció en el año quinto de Joacim …, que promulgaron ayuno … y Baruch
leyó … en la casa de Jehová: Puesto que la inspiración de escribir sus profecías le vino a
Jeremías en el año cuarto de Joaquim (36:1), es evidente que pasaron algunos meses antes
que fuese completada la escritura y la lectura de los oráculos en el templo.
36:13. Y contóles Micheas todas las palabras que había oído leyendo Baruch: La lectura de
los oráculos había sido verificada en una cámara del templo que pertenecía a Gemarías, padre
de Miqueas, y éste informó a los príncipes (v. 13) de lo que había pasado.
36:14, 15. Entonces enviaron todos los prínciples: Los dirigentes políticos tienen interés en
saber los detalles de las profecías, y quieren que Baruc les traiga el rollo. Y leyó Baruch en
sus oídos: En obediencia a su mandamiento, el amanuense acudió a su presencia y leyó el
libro. Así se conseguía el propósito de Jeremías, de que sus mensajes llegasen a oídos del
rey. Plumptre supone que Miqueas, al informar a los príncipes de la existencia del rollo,
sentía más bien un propósito amigable hacia Jeremías y su obra.
36:19, Ve, y escóndete tú y Jeremías: Con el intento de informar al rey de lo que el profeta
había escrito, los príncipes le advierten a Baruc que sería prudente que él y Jeremías se
escondieran, hasta que se supiese cuál sería la reacción del rey.
36:22. Y el rey estaba en la casa de invierno en el mes novena: Es decir, en las cámaras del
palacio que eran más abrigadas (Streane, Keil). En el mes novena: En noviembre o diciembre,
según nuestro calendario (Plumptre). Y había un brasero ardiendo delante de él: Un
recipiente de bronce en el cual estaban puestos carbones encendidos (Fausset, Hemenway).
36:23. Como Jehudí hubo leído tres o cuatro planas, rasgólo con un cuchillo de escribanía:
Las columnas escritas, que menciono en la nota sobre 36:2. Fue el rev el que rasgó el rollo
(vv. 23, 25). A medida que cortaba el pergamino que se desenrollaba, lo tiraba al fuego del
brasero.
36:24. Y no tuvieron temor: El efecto que esperaba Jeremías no se producía.
36:25. Rogaron al rey que no quemase aquel rollo: Los sacerdotes, que tenían respeto a la
palabra de Jeremías, no querían que el rey destruyese el rollo.
36:26. Mandó el rey … que prendiesen a Baruch … y a Jeremías: El temor de los príncipes
expresado a Baruc (v. 19) se verifica; el rey quiere dar muerte a Jeremías y a su ayudante.
Mas Jehová los escondió: En la Providencia de Dios los mensajeros del rey no pudieron dar
con los dos ministros de Dios, que se habían ocultado muy bien.
36:29. ¿Por qué escribiste en él, diciendo: De cierto vendrá el rey de Babilonia, y destruirá
esta tierra …?: Parece que la queja principal de Joaquim respecto al rollo de Jeremías fue la
predicción de que vendrían los caldeos para conquistar la ciudad.
36:30. En orden a Joacim rey de Judá: No tendrá quien se siente sobre el trono de David; y
su cuerpo será echado al calor del día y al hielo de la noche: Tuvo hijos, pero ningún sucesor
sobre el trono con excepción de Joaquín, cuyo reinado de tres meses no se cuenta para nada.
No se tiene en cuenta tompoco que el Mesías descendió del linaje de Joaquim; Jeremías habla
aquí con respecto al fin de la autoridad literal de los reyes davídicos en Jerusalén. Sedequías,
el último rey, fue hermano de Joaquim. Sobre la falta de sepultura de Joaquim, véase la nota
de 22:19.
36:32. Y tomó Jeremías otro rollo: Habiendo sido destruído el primer rollo de sus profecías,
Jeremías buscó otro rollo, lo entregó a su secretario, y dictó nuevamente el registro de sus
anuncios. Y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras: Nuestra Profecía de
Jeremías es más completa por cuanto Joaquim destruyó la primera edición.
37:1–39:18. Ultimo grupo de profecías bajo el reinado de Sedequías.
Este grupo de profecías puede fecharse en 587 a. de J.C.
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de conseguir una mejoría en su condición, si daba una palabra suave. Pero el intrépido profeta
tuvo que responder según se lo indicaba la iluminación profética que había en él, y dio al rey
una comunicación sobre su trágico destino.
37:19. ¿Y dónde están vuestros profetas que os profetizaban, diciendo: No vendrá el rey de
Babilonia contra vosotros …?: Durante todo su ministerio, Jeremías había sido controvertido
por los falsos profetas que declaraban la prosperidad para la nación; ahora pregunta el hombre
de Dios, ¿dónde están?… el enemigo ha llegado según yo anuncié.
37:20. No me hagas volver a casa de Jonathán escriba: Es evidente, por esta súplica del
profeta que su condición en la cárcel había sido pésima.
37:21. Depositaron a Jeremías en el patio de la cárcel: Aunque el anuncio de Jeremías había
sido severo, el rey accedió a su petición y le dio lugar más cómodo, en el atrio de la cárcel,
donde sus amigos tenían acceso a él (Hemenway).
38:1–28. Jeremías en la cisterna.
A causa de las declaraciones atrevidas del profeta contra la ciudad, fue quitado de su posición
favorable y puesto nuevamente en un lugar muy incómodo, peligroso para su salud (v. 6).
38:1. Las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo: Estando el profeta en un lugar
medio público, renovó sus anuncios de juicio sobre la ciudad. Entendiendo esto las
autoridades del templo, tomaron medidas para hacerle callar (v. 6).
38:2. El que saliere a los Caldeos vivirá: Véase la nota de 21:8, 9. Su vida le será por
despojo: Aunque pierda todo, poseerá su vida (comp. Fausset).
38:4. Y dijeron los príncipes al rey: Muera ahora este hombre: Indignados los adalides por
los anuncios de Jeremías, atentaron contra su vida.
38:5. El rey no podrá contra vosotros nada: El rey Sedequías se lava las manos de su
responsabilidad tocante a Jeremías, y lo deja en manos de los príncipes. En realidad, él tenía
absoluta autoridad, como rey, pero por su debilidad personal, no pudo resistir a los príncipes.
38:6. Hiciéronlo echar en la mazmorra de Malchías: Esta sería otra casa de algún oficial del
gobierno (como la de Jonatán en 37:15), en cuya casa se guardaban los presos de estado. Esta
costumbre, según Hemenway, era común en el Oriente. Y en la mazmorra no había agua,
sino cieno; y hundióse Jeremías en el cieno: Es mejor traducir aquí foso, o cisterna
(Plumptre), refiriéndose la palabra a una cisterna debajo de la casa donde se guardaba el agua
de la lluvia. Quizá por el sitio de la ciudad, ésta se había secado, no quedando nada adentro
sino lodo, en el cual Jeremías se hundió. Tuvieron que bajarlo allí por medio de sogas, lo que
demuestra lo malísimo del lugar en el cual lo metieron. Es patente que buscaban su muerte
(v. 9).
38:7–9. Y oyendo Ebed-melec … que habían puesto a Jeremías en la mazmorra … habló al
rey, etc.: Este hombre, un etíope, eunuco que guardaba el harén del rey, de acuerdo con la
costumbre oriental, que de alguna forma había llegado a simpatizar con Jeremías, habló al
rey en su favor, porque sabía que el profeta había de morir allí de hambre.
38:10, 11. Entonces mandó el rey al mismo Ebed-melec, etc.: De acuerdo con las
instrucciones del rey, Ebed-melec había de realizar la liberación del profeta, valiéndose de la
cooperación de treinta hombres, quienes habían de vencer alguna resistencia de la guardia
que habían puesto los príncipes allí. Y entró a la casa del rey al lugar debajo de la tesorería,
y tomó de allí trapos viejos: Este lugar sería el cuarto del palacio donde se guardaban las
cosas que no eran servibles, pero que eran demasiado buenas para tirarlas, especialmente en
tiempo de sitio.
38:12. Pon ahora esos trapos … bajo los sobacos de tus brazos: Este consejo le dio Ebed-
melec a Jeremías, al tirar hacia abajo los trapos, a fin de que la soga no hiriese su carne.
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38:13. Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel: El profeta fue devuelto a su lugar anterior
en el atrio de la casa.
38:14. Después envió el rey Sedechías, e hizo traer a sí a Jeremías profeta a la tercera
entrada que estaba en la casa de Jehová: Nuevamente el rey consulta en secreto al profeta,
y para realizar esta entrevista, le hizo venir a una cámara retirada del templo, probablemente
comunicada con un pasaje que conducía directamente desde el palacio hasta el templo, que
quizás se identificaba con “el pasadizo de afuera del rey” (2 Reyes 16:18) (Streane).
38:15, 16. No te mataré: Frente al peligro de que el rey airado lo matase, si le dijese la verdad,
Jeremías le advierte esta posibilidad, y el rey le jura que no lo matará.
38:17. Si salieres luego a los príncipes del rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta ciudad no
será puesta a fuego: El profeta prevé que si el rey judío se entrega en manos de
Nabucodonosor, rindiéndose la ciudad, él vivirá y ella no sería destruída.
38:19, 20. Témome a causa de los Judíos que se han adherido a los Caldeos: Mucho antes,
un gran número de judíos se había unido a los caldeos, y habían sido bien recibidos;
Sedequías teme que éstos lo culpen por cuanto no cedió antes, y así hubiese salvado la ciudad
de los horrores de un sitio. Jeremías le promete que tal cosa no sucederá.
38:22. Las mujeres que han quedado en casa del rey de Judá, serán sacadas a los príncipes
del rey de Babilonia; y ellas mismas dirán: Te han engañado, y prevalecido contra ti tus
amigos: Si Sedequías persistía en su actitud obstinada, las mujeres de su harén, concubinas
y doncellas que las atendían, le harían burla, y le echarían en cara la acusación de que fueron
los supuestos amigos (los príncipes, etc.) los que lo habían engañado y lo habían conducido
a la desesperación.
38:24–28. Fin de la entrevista de Jeremías con el rey.
El rey, al terminar la entrevista con el profeta, le aconsejó: Nadie sepa estas palabras, y no
morirás (v. 24). Si los príncipes llegasen a saber que Jeremías nuevamente los había
amenazado a ellos y al rey, lo entregarían a la muerte. Si los príncipes pidiesen a Jeremías
que les revelara qué había dicho al rey (v. 25), entonces él les debía decir sólo una parte de
la entrevista: que él había suplicado al rey que no lo hiciese tornar a la casa de Jonatán (v.
26). Jeremías hizo conforme a lo que el rey le había dicho (v. 27), lo que dejó la impresión
de que él fue quien inició la entrevista, pidiendo al rey que no lo devolviera a la mazmorra
(comp. Hemenway). Los príncipes se conformaron con el dato que les proporcionó, y la
situación del profeta no cambió (v. 28). Así el profeta les dijo la verdad, porque en efecto,
después que anunció su trágico destino al rey, había hecho la petición según informó a los
príncipes, aunque les ocultó el contenido del mensaje que en esa ocasión entregó.
39:1, 2. En el noveno año de Sedechías …, en el mes décimo, vino Nabucodonosor … Y en el
undécimo año … en el mes cuarto … fué rota la ciudad: Las dos fechas mencionadas aquí
corresponden a los años 588 y 586. Así pues, las defensas de la ciudad fueron quebrantadas
en el tercer año del sitio, o sea, en algo menos que un año y medio de duración.
39:3. La puerta del medio: Esta puerta no se menciona en otra parte, pero debe haber sido
alguna que estaba en el muro que dividía la ciudad superior Sión, donde estaba el templo y
el palacio, de la ciudad inferior donde vivía el pueblo (Streane, Plumptre, Keil). Los caldeos
derribaron la muralla exterior de la ciudad, entrando en ella, y situaron su cuartel general a
esta puerta. Los príncipes serían los principales generales de Nabucodonosor (Keil). Les
quedaba la tarea de derribar el muro que guardaba a la ciudad superior.
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39:4. Sedechías, rey de Judá, y todos los hombres de guerra, huyeron, y saliéronse de noche
de la ciudad por el camino de la huerta del rey, por la puerta entre los dos muros: Al ver
Sedequías que la parte inferior de la ciudad había caído, y conociendo que la caída del resto
era cosa de tiempo, él se escapó de noche con una guardia de soldados. Esta huída se verificó
por una puerta en la huerta del palacio, cuya identificación y carácter han sido discutidos,
porque se menciona sólo una puerta pero dos muros. Keil supone que los dos muros serían
los que corrían por el límite oriental de Sión y el occidente de Ofel llamada la “puerta de los
Caballos” en Neh. 3:28. Conjeturo que podría ser por un túnel que condujera desde el palacio
hasta la muralla. Por el camino del desierto: Por el camino que llevaba a la Aravah, el valle
del Jordán, que se extendía desde Siria hasta el desierto (Néguev) al sur de Canaán. Por el v.
5 se ve que iba el rey hacia Jericó.
39:5. Alcanzaron a Sedechías en los llanos de Jericó: En las estepas de Jericó, donde el valle
del Jordán se amplificaba a una extensión de unos cinco kilómetros; cerca de allí había un
vado donde podían cruzar, en vía al desierto de Arabia (Fausset). Allí los hombres de
Nabucodonosor alcanzaron a Sedequías y lo llevaron a Ribla, en Siria, donde fue procesado
y sentenciado.
39:6. Y degolló el rey de Babilonia los hijos de Sedechías a su presencia: Con esta medida
bárbara el rey babilónico se vengó en Sedequías por los meses de arduo trabajo que el sitio
de Jerusalén le había costado.
Ribla: Un centro comercial sobre el Orontes en Siria, un puesto estratégico desde donde el
rey caldeo podía observar el progreso del sitio de Jerusalén.
39:7. Y sacó los ojos al rey Sedechías: Ahora empieza a sentir Sedequías su necedad al no
escuchar las profecías de Jeremías.
39:9. Trasportólos a Babilonia: El pueblo que había quedado después de la pestilencia y la
matanza del sitio, es decir, (por el versículo siguiente), la clase noble.
39:10. Hizo quedar en tierra de Judá del vulgo de los pobres: Para labrar la tierra, a fin de
que no quedase desolada, los caldeos dejaron en la tierra a los pobres.
39:11, 12. Y Nabucodonosor había ordenado … acerca de Jeremías: Por cuanto Jeremías
había aconsejado siempre la sumisión a Nabucodonosor, sufriendo por la política sugerida,
el rey caldeo dispuso que él fuese tratado bien, y que eligiese entre quedarse en Palestina o
ir con los trasportados.
39:14. Tomaron a Jeremías del patio de la cárcel, y entregáronlo a Gedalías hijo de Ahicam,
hijo de Saphán, para que lo sacase a casa: Por 40:1–6, parece que tenemos aquí más bien
un resumen de la liberación de Jeremías, sin una descripción del procedimiento. De aquel
pasaje vemos que el profeta fue tomado de la cárcel por los soldados babilónicos, y puesto
en cadenas con los otros cautivos, siendo llevado a Ribla donde se hallaba el rey caldeo. Allí
fue reconocido, puesto en libertad, y entregado a Gedalías, un judío que se había manifestado
amistoso hacia Jeremías, y de ahí fue sujeto a la política de sumisión a los caldeos (comp.
Fausset), quien llevó al profeta a su casa. La predicción de Jeremías habría sido dada a
conocer a Nabucodonosor por los tránsfugas y los trasladados en tiempo de Joaquín (comp.
Fausset).
39:15–18. Palabra de Jeremías a Ebed-melec.
Por el servicio de Ebed-melec a Jeremías (38:7–13), el profeta le avisa que él no ha de morir
en el sitio. Damos por sentado que así sucedió (aunque no tenemos referencia a su
cumplimiento), quizás por influencia de Jeremías.
40:1–43:7. Actuación de Jeremías durante el intervalo entre la destrucción de Jerusalén y la
partida para Egipto.
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Este trozo largo nos da un relato del ministerio del profeta durante el período comprendido
entre la caída de la ciudad y la partida del pueblo a Egipto, a pesar de la oposición del profeta,
el que fue llevado contra su voluntad con ellos. Podemos fechar el pasaje en los años 586–
585.
40:1–6. Disposición de los caldeos respecto a Jeremías.
Este pasaje ha sido tratado en la nota sobre 39:14.
40:4. Si te está bien venir conmigo a Babilonia, ven: Entre todo el pueblo, el profeta fue el
único que tuvo el privilegio de escoger su lugar de morada, siendo forzados todos los demás
a aceptar la disposición de la autoridad caldea, de ir a Babilonia, o quedarse en su tierra. Al
elegir a su tierra como lugar de su morada, en vez de ir a Babilonia, donde le esperaban la
honra y la riqueza (v. 5b), el profeta manifiesta cuán grande fue su espíritu de abnegación y
cuán puros fueron sus motivos.
40:6. Fuése entonces Jeremías a Gedalías … a Mizpa: Una ciudad de Benjamín, al noroeste
de Jerusalén, edificada sobre una colina desde la cual se podía mirar hacia abajo a Jerusalén,
identificada con Nob (Streane).
40:7. El rey de Babilonia había puesto a Gedalías … sobre la tierra: Este amigo de Jeremías,
que había favorecido una política de sumisión a Nabucodonosor, fue puesto por éste como
gobernador en Judá. La familia de Gedalías había sido fiel a Jehová por tres generaciones.
Su abuelo Safán había sido escriba del rey en los días de Josías, siendo activo en traer a la
atención del rey la existencia de la ley perdida en el templo (2 Reyes 22:8–13). Su padre
Ahicam también había actuado en relación con esto (2 Reyes 22:12), y había protegido a
Jeremías en época de Joaquim (Jer. 26:24).
40:9. Y juróles Gedalías …: No tengáis temor de servir a los Caldeos: Así asegura Gedalías
a la comisión (v. 8) que había ido con él para saber qué política seguiría, que él procedería
con justicia al gobernar al pueblo.
40:10. Coged el vino, etc.: Gedalías les recomienda que cosechen los frutos de la tierra.
40:11, 12. Los judíos que estaban en Moab, etc.: Muchos judíos que se habían refugiado en
el extranjero durante el tiempo del sitio de Jerusalén, volvieron a la tierra y cooperaron en la
cosecha, reuniéndose alrededor de Gedalías, como el representante de la autoridad política.
40:14. Baalis, rey de los hijos de Ammón, ha enviado a Ismael … para matarte: Se revela así
un complot en contra de la vida de Gedalías, fomentado por el rey de Ammón.
40:15. ¿Por qué te ha de matar … y perecerá el resto de Judá?: Los informadores ven en la
destrucción de la única autoridad que quedaba en Judá, el fin total del país.
40:16. Falso es lo que tú dices de Ismael: Gedalías no cree que existe complot contra su vida,
y no permite que alguien asesine a Ismael.
41:1, 2. Hirieron a cuchillo a Gedalías: En el acto de comer juntos, Ismael dio muerte a
Gedalías.
41:3. Hirió Ismael … a los soldados Caldeos: El acto de Ismael no fue sólo rebelión en contra
de la autoridad judía, sino también contra los caldeos. El odio del pueblo fue dirigido de una
manera especial contra Gedalías, que había sido uno de los que desertaron a los caldeos
durante el sitio, de acuerdo con los consejos de Jeremías.
41:5. Ochenta hombres … traían … ofrenda y perfume para … la casa de Jehová: Estos
hombres, cuya apariencia testificaba que estaban de duelo, vinieron a ofrecer culto en el lugar
donde había estado el templo, ya demolido.
41:6. Venid a Gedalías: Ismael se finge ser uno de los partidarios de Gedalías, para saber si
éstos simpatizan con el gobernador.
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siervo de Jehová, en el sentido de que realizaría su venganza sobre los judíos que le habían
desobedecido huyendo a Egipto.
43:11. Y vendrá, y herirá la tierra de Egipto: Según una inscripción fragmentaria, la invasión
de Egipto por Nabucodonosor se verificó en 568 a. de J.C., cuando venció al faraón Amasis
(Peake). Los que a muerte, a muerte: Los que son destinados a la muerte, la hallarán.
43:12. Y pondré fuego a las casas de los dioses de Egipto: Dios haría quemar los templos de
Egipto, mediante Nabucodonosor, su instrumento. El se vestirá la tierra de Egipto, como el
pastor se viste su capa: El dominio de Egipto, lo hallaría fácil el rey caldeo. Y saldrá de allá
en paz: El dominio de Egipto por Caldea sería absoluto.
43:13. Quebrará las estatuas de Beth-semes: La palabra Beth-semes significa casa, o templo
del sol. Probablemente denota Heliópolis (ciudad del sol), u On (Peake), donde había un gran
templo del sol. Los dioses de Egipto no resistirían la autoridad de Jehová que respaldaría a
Nabucodonosor.
44:1–30. Ultimos discursos de Jeremías.
Este trozo representa las últimas declaraciones del profeta. Aunque, en la edición de la
Profecía que tenemos, otros discursos y relatos históricos siguen a este pasaje, son anteriores
en tiempo.
44:1. Los Judíos que moraban … en Migdol, y en Taphnes, etc.: Es evidente que ya había
transcurrido tiempo desde el incidente descrito en el capítulo anterior. Allí todos los judíos
se hallaban en Tafnis, aquí se han dispersado en varios lugares, y su vida está mejor
establecida.
44:2–6. Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalem: Así introduce Jeremías
su sermón sobre el trágico destino de Jerusalén y su causa, que fue la maldad del pueblo (v.
3), que no oyó a los profetas (v. 4), lo que trajo la ira de Dios (v. 6).
44:8. Haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo sahumerios a dioses
ajenos en … Egipto: A pesar de las lecciones de juicio que les habían sido concedidas, los
trasportados a Egipto celebraban el culto idólatra que habían conocido en Canaán, y
adoptaban el de los egipcios (comp. Plumptre). Ofreciendo sahumerios: Quemando incienso.
De suerte que os acabéis: El resultado de la idolatría había de ser la destrucción.
44:10. No se han morigerado hasta el día de hoy: No han sido contritos (Keil),
entristeciéndose por sus maldades.
44:12. Serán … consumidos: Los judíos que entraron en Egipto también serán castigados, de
acuerdo con la profecía del capítulo anterior.
44:14. No habrá quien escape, ni quien quede vivo, para volver a la tierra de Judá …: Porque
no volverán sino los que escaparen: El último dicho aquí define y limita las afirmaciones
anteriores. Aunque la destrucción sería casi universal, algunos pocos escaparían al juicio para
volver a Judá. En efecto, la restauración del pueblo a Palestina después del cautiverio, se
hacía en su mayor parte de Babilonia. Relativamente pocos volvieron desde Egipto.
44:16. La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no oímos de ti: Los idólatras
rechazaron la palabra de Jehová.
44:17. Antes pondremos ciertamente por obra … para ofrecer sahumerios a la reina del
cielo: Insistieron en su propósito de seguir en el culto a la luna, forma de adoración que había
sido observada en Canaán.
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44:18. Desde que cesamos de ofrecer … nos falta todo: Desde que dejaron el culto a la luna,
vinieron sus desgracias. Equivocadamente atribuyeron al descuido de este falso culto, las
calamidades que les habían venido.
44:19. ¿Hicímosle nosotros tortas para tributarle culto … sin nuestros maridos?: El culto a
la luna era caracterizado por el ofrecimiento de tortas en forma creciente, como una media
luna. Las mujeres protestan de las palabras de Jeremías que parecen arrojar la culpa de esta
idolatría sobre ellas, y alegan que sus esposos han participado, o a lo menos han permitido
su actuación (comp. Plumptre).
44:21, 22. ¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el sahumerio que
ofrecisteis en las ciudades de Judá …? Y no pudo sufrir más …: Jehová bien sabe que este
culto era celebrado en Palestina, como ellos afirman (v. 17), y por esto mismo no aguantó
más la misericordia divina para traer el juicio.
44:26. He jurado … que mi nombre no será más invocado en toda la tierra de Egipto por …
Judío: Jehová rechaza el pacto hecho con ellos, porque ellos insisten en su curso de idolatría.
Aunque más tarde los judíos de Egipto llegaron a ser una comunidad extensa, y se hicieron
un templo, al estilo del de Jerusalén, éste fue despreciado y rechazado por los judíos de
Palestina, y no hay ninguna evidencia de que tuviera jamás aprobación divina.
44:27, 28. Todos los hombres de Judá que están en … Egipto serán consumidos … Y los que
escaparen …: Véase la nota de 44:14.
44:29, 30. Y esto tendréis por señal …: He aquí que yo entrego a Faraón Hophra … en mano
de sus enemigos: Según Manetón, el historiador egipcio, Jofrá reinó diecinueve años, y según
Heródoto, historiador griego, veinticinco años. En consecuencia de una invasión sin éxito de
Cirene por Jofrá, fue depuesto y encarcelado por Amasis en 570. La invasión de
Nabucodonosor sucedió en 568, cuando Amasis ocupó el trono. En 564, Amasis entregó a
Jofrá a sus enemigos quienes lo estrangularon. Comp. Peake, Keil, Streane, etc.
45:1–5. Epílogo a las profecías de Jeremías.
Aquí tenemos una nota consoladora a Baruc, que viene de una época muy anterior.
45:1. El año cuarto de Joacim: En el año 605 Jeremías hacía escribir sus memorias por medio
de Baruc, y esta nota data de ese tiempo.
45:3. ¡Ay de mí ahora!: Se recordará que la escritura de sus profecías correspondía a una
época cuando el profeta tenía que andar a escondidas por temor a la ira del rey.
45:4. He aquí que yo destruyo los que edifiqué: Referente a la caída de la nación.
45:5. ¿Y tú buscas para ti grandezas? No busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre
toda carne: La ambición en Palestina en la época de Joaquim era inútil, por cuanto la nación
había de ser destruída.
46:1–51:64. Profecías de Jeremías a las naciones paganas.
Se adjuntan al fin de la Profecía de Jeremías, como un largo apéndice, sus anuncios en contra
de las naciones paganas. Estas corresponden con un trozo similar en contra de otras naciones
en Isaías y Ezequiel. Vienen de diversas fechas, desde 608 hasta 585.
46:2–28. Profecía contra Egipto.
Puede fecharse esta profecía en la época de Joaquim, 605.
46:2. Contra el ejército de Faraón Nechao: En el año 605, el ejército de Necao se enfrentó
con el de Nabucodonosor en Carquemis, cerca del Eufrates, siendo vencido rotundamente
por la superior fuerza caldea.
46:3–6. Aparejad escudo y pavés, etc.: El profeta en su visión presenta a los ejércitos en
vísperas de batalla, y poéticamente insta a los soldados a prepararse.
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46:6. Al aquilón junto a la ribera del Eufrates tropezaron y cayeron: En el norte, cerca del
gran río de Mesopotamia, vencieron las fuerzas caldeas a los egipcios.
46:7, 8. ¿Quién es éste que como río sube, y cuyas aguas se mueven como ríos? Egipto como
río se hincha, y las aguas se mueven como ríos, y dijo: Subiré, cubriré la tierra, destruiré la
ciudad: El río de Babilonia era símbolo de gran poderío militar, e Isaías había empleado su
inundación como figura de las conquistas caldeas (8:7, 8). El río de Egipto, el Nilo, siendo
su inundación una causa de fertilidad y de vida, hacía amenazas vacías de destrucción, las
que no podía cumplir (comp. Peake).
46:10. Matanza ser a Jehová … en tierra del aquilón: Jehová traería la destrucción del
ejército de Necao en Mesopotamia.
46:11. Sube a Galaad, y toma bálsamo: Véase la nota de 8:22. Virgen hija de Egipto: Véanse
14:17 y su nota. No hay cura para ti: Ninguna medicina podía curar el mal que aquejaba a
Egipto, ni darle victoria sobre Nabucodonosor.
46:13–28. Profecía de la invasión de Egipto por Nabucodonosor.
Esta profecía data de la época en que Jeremías moraba en Egipto, es decir, después de 586
(comp. Streane). Se cumplió en 568.
46:14. Haced saber en Migdol, etc.: Estas ciudades estaban en el norte de Egipto; deben
haber sido las que eran mejor conocidas por los judíos, y las que soportarían el impacto del
ataque caldeo.
46:15. ¿Por qué ha sido derribado tu fuerte? no se pudo tener, porque Jehová lo rempujó:
La causa de la caída de la nación, Jeremías la halla en la voluntad de Dios.
46:16. Volvámonos a nuestro pueblo, y a la tierra de nuestro nacimiento: Referente al gran
número de tropas mercenarias empleadas en Egipto en este tiempo (comp. Streane).
46:17. Allí gritaron: Faraón rey de Egipto, rey de revuelta: dejó pasar el tiempo señalado:
Mejor, rey de destrucción (Hemenway), es decir, que trae la destrucción sobre el propio país.
Dejó pasar el tiempo señalado: El plazo establecido por Dios en que podía reformarse
(Streane).
46:18. Como Tabor entre los montes, y como Carmelo en la mar, así vendrá: Se compara a
Nabucodonosor en su venida a Egipto, a dos grandes montes de Palestina: Tabor, que se eleva
a 412 metros por encima del llano, y Carmelo, cuya altura era de 551 metros sobre el nivel
del mar, que se hallaba cerca del mar Mediterráneo (Plumptre).
46:19. Hazte vasos de transmigración: Los habitantes de Egipto habían de prepararse para el
cautiverio. Noph será por yermo: Menfis, capital de Egipto, había de ser destruída.
46:20. Becerra hermosa Egipto; mas viene destrucción: Así se llama Egipto para expresar lo
pacífico y abundante de la vida del país (Bover-Cantera), y se adopta del símbolo del culto
de Apis, el buey sagrado de Egipto, que se creía procedía de Osiris y Pta (comp. Plumptre).
46:21. Sus soldados … como engordados becerros: Animales destinados a la carnicería.
46:22, 23. Su voz saldrá como de serpiente: Isaías había comparado a Egipto con la serpiente
(27:1; 51:9). Aquí se representa a Egipto que silba como una víbora en el bosque al ver
acercarse sus enemigos. Y con hachas vienen a ella como cortadores de leña: Como un
leñador tala el bosque, asilo natural de la serpiente, así vendrían los caldeos para destruir las
defensas de Egipto. Porque no podrán ser contados: Así se describe la multitud de los
ejércitos caldeos, que vendrían como langostas.
46:24. Entregada será en mano del pueblo del aquilón: Los egipcios serían entregados al
ejército caldeo.
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46:25. Yo visito el pueblo de Amón de No: Dios visitaría en juicio al pueblo egipcio,
golpeando el sitio de su culto idólatra. Amón fue el ídolo principal de Egipto, con su centro
en Tebas, aquí llamada No.
46:26. Mas después será habitada como en los días pasados: Después Egipto había de
levantarse. Esto sucedió, aunque Egipto nunca recuperó su anterior lugar entre las naciones
grandes de la tierra.
46:27, 28. Y tú no temas, siervo mío Jacob, etc.: Estas palabras se hallan en 30:10, 11. Se
repiten aquí como apropiada conclusión a esta sección. Véase la nota de 30:11.
47:1–7. Profecía contra Filistea.
Esta profecía la podemas fechar entre 608–605, la primera parte del reinado de Joaquim.
Comp. Orelli.
47:1. Antes que Faraón hiriese a Gaza: Esto habría sucedido después de la batalla entre
Necao (el faraón de este pasaje) y Josías (608) y antes de su fracaso contra Nabucodonosor
en Carquemis (605). Véase la nota de 46:2. Comp. Orelli. Gaza era una de las ciudades
principales de Filistea.
47:2. Suben aguas del aquilón: Las fuerzas militares de Caldea se comparan con un diluvio
de aguas. Véase la nota de 46:7, 8. Aunque la nota respecto a la fecha en 47:1 indica una
invasión por Necao, la profecía aquí trata de una invasión de Nabucodonosor (comp.
Plumptre, Peake, etc.).
47:4. Para destrucción de todos los Palestinos: Los filisteos (Orelli). Para talar a Tiro, y a
Sidón: Ciudades de Fenicia. Los fenicios y los filisteos serían aliados en la causa de
defenderse de los invasores de afuera. A todo ayudador que quedó vivo: Al remanente de sus
aliados, los caldeos los destruirían. Los Palestinos, al resto de la isla de Caphtor: Fausset y
otros creen que sería la región del Delta, en Egipto, pero creo con Gesenius (Lexicon, pág.
498) que eran de Creta, descendientes de antiguos colonos egipcios de esa isla. Véase la nota
sobre Gén. 10:13, 14, en Tomo I.
47:5. Sobre Gaza vino mesadura: Señal de duelo. Ascalón fue cortada: Otra ciudad de
Filistea. Mejor, fue sin hablar, o muda (Plumptre). ¿Hasta cuando te arañarás?: Referente
a la mortificación practicada por los sacerdotes al suplicar a sus dioses por amparo.
47:6. Oh espada de Jehová, ¿hasta cuándo no reposarás?: Se presenta a Jehová como la
causa del sufrimiento del pueblo, en los juicios que ejecuta.
48:1–47. Profecía contra Moab.
Este pasaje se dirige en contra de Moab, país al sudeste de Palestina. Su fecha la podemos
fijar en 605, el cuarto año de Joaquim (comp. Orelli).
48:1–3. Nebo … Chiriathaim … Misgab … Hesbón …: Véanse en el Tomo I las notas sobre
estos lugares: Nebo, pág. 371, pág. 375; Kiryataim, pág. 193; Hesbón, pág. 219, pág. 361.
Misgab: Fortaleza alta, sobrenombre de Kir Moab (Orelli). Madmén: Ciudad no mencionada
en otra parte. Horonaim: Dos cuevas, mencionadas en Is. 15:5 en conexión con Luhit (véase
v. 5). La mención de estas ciudades de Moab detalla e ilustra la destrucción del país entero.
48:5. A la subida de Luhith con lloro subirá el que llora: Jerónimo da la situación de este
lugar como entre Zoar (Tomo I, pág. 180) y Areópolis (Tomo I, pág. 360).
48:6. Sed como retama en el desierto: Véase la nota de 17:6.
48:7. Chemos saldrá en cautiverio: Los ídolos de Chemos, el dios de los moabitas, irían al
cautiverio, con el pueblo que amparaban.
48:9. Dad alas a Moab, para que volando se vaya: No queda nada para Moab sino desear las
alas de un ave a fin de que vuele por el desierto.
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48:10. Maldito el que hiciere engañosamente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere
su cuchillo de la sangre: Aquí la obra de Jehová es la de ejecutar juicio sobre los pueblos
pecaminosos; esta obra ha de ser realizada con todo corazón, so pena de ser maldito. (Comp.
Streane).
48:11. Sobre sus heces ha estado él reposado, y no fue trasegado de vaso en vaso: Aunque
el buen vino mejoraba reposando sobre sus heces, el inferior se empeoraba (Keil, Plumptre).
Así Moab, como el vino inferior, se había hecho más amargo y rebelde. Ahora va al
cautiverio.
48:12. Vaciarán sus vasos, y romperán sus odres: Referente a la figura del versículo anterior,
en que Moab se compara con el vino en sus botellas.
48:13. Y avergonzaráse Moab de Chemos: Moab se avergonzaría de su dios Chemos, que no
lo podía socorrer. A la manera que la casa de Israel se avergonzó de Beth-el, su confianza:
En Betel estaba el centro meridional del culto del becerro de oro establecido por Jeroboam.
Cuando vino el rey asirio Salmanasar con su ejército, Israel halló que su confianza fue mal
puesta, porque fue raído de su tierra y llevado al cautiverio.
48:14. ¿Cómo diréis: Somos valientes …?: En contra de la disposición divina, la fuerza
humana no haría nada.
48:15. Destruído fué Moab: Aunque su destrucción ha sido predicha, desde el punto de vista
divino, se mira como ya realizada.
48:18. Desciende de la gloria …, hija de Dibón: Véase Tomo I, pág. 361. Siendo una ciudad
importante, con su nombre se caracteriza aquí a todo el pueblo.
48:19. Moradora de Aroer: La ciudad más meridional de Rubén, reconquistada por los
moabitas (Streane, Keil). Se convoca a los habitantes a proclamar en Aroer las nuevas de la
calamidad que ha acontecido en el norte, con la marcha de las fuerzas caldeas hacia el sur.
48:20–24. Descripción detallada de la destrucción de las ciudades
Para hacer más vivido el relato de la desolación de Moab, se presenta en detalle una
enumeración de las ciudades destruídas.
48:25. Cortado es el cuerno de Moab: Puesto que el cuerno es el miembro de defensa y
ofensa en muchos animales, aquí se emplea figuradamente con referencia al poderío militar
de Moab.
48:26. Embriagadlo, porque contra Jehová se engrandeció; y revuélquese Moab sobre su
vómito, y sea también él por escarnio: Embriagadlo con la copa del vino de la ira de Jehová.
Como el borracho que se revuelca en su propio vómito, siendo hecho un objeto de escarnio
para todos, así sería Moab, ebrio por el vino de la ira de Dios.
48:27. ¿Y no te fué a ti Israel por escarnio, como si lo tomaran entre ladrones?: Cuando
Israel septentrional cayó ante la fuerza asiria, Moab se había burlado de él, igual como se
burla de una persona tomada con una banda de ladrones. Comp. Keil, Streane. Porque desde
que de él hablaste, tú te has movido: Mejor la VM: “¿ … para que cuantas veces hablaste de
él hubieras de menear la cabeza?” Es decir, en acción de burla.
48:30. Yo conozco, dice Jehová, su cólera; mas no tendrá efecto: sus mentiras no han de
aprovecharle: La cólera con que los moabitas miran el progreso de sus enemigos, y las
mentiras con las cuales piensan conseguir su liberación, no tendrán éxito (comp. Plumptre,
Fausset).
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48:31. Yo aullaré sobre Moab: A pesar de que Moab es un país enemigo, mereciendo el
juicio de Dios, el profeta sentirá compasión por sus calamidades (como Isaías, en 15:5 y
16:9).
48:32. Con lloro de Jazer lloraré por ti, oh vid de Sibma: En ambos lugares había viñas; las
mismas calamidades que cayeron sobre Jazer (unos 25 kilómetros al norte de Hesbón, por lo
cual fue visitada primero por el conquistador caldeo), habían de caer sobre Sibma, cerca de
Hesbón. Aún hoy día las viñas de Hesbón son célebres. Comp. Keil, Fausset.
48:33. Y será cortada la alegría y el regocijo de los campos labrados: La alegría de las
cosechas había de desaparecer.
48:34. Hasta Horonaim, becerra de tres años: Moab, no habiendo sido dominado por
ninguna nación extranjera, se compara con una becerra, que aún no ha sido puesta bajo yugo
(Plumptre, Fausset).
48:36. Por tanto, mi corazón resonorá como flautas por causa de Moab: Así como en el v.
31, el profeta ha hecho notar su compasión hacia Moab, asimismo lo hace aquí, haciendo
referencia a las flautas que se tocaban en la endecha. Comp. Streane.
48:37. En toda cabeza habrá calva: En señal de luto.
48:39. ¡Cómo volvió la cerviz Moab, y fué avergonzado!: ¡Cómo volvió la espalda, por la
vergüenza que sentía! (Keil, Fausset).
48:40. Como águila volará, y extenderá sus alas a Moab: El águila de Babilonia (comp.
Streane).
48:44. El que huyere del miedo, caerá en el hoyo; y el que saliere del hoyo, será preso del
lazo: Al escapar de un peligro, los pobres moabitas caerían en otro (comp. Fausset).
48:45. A la sombra de Hesbón se pararon los que huían de la fuerza; mas salió fuego de
Hesbón …: Los fugitivos de Moab buscaban refugio en Hesbón; pero aun aquí no hallan
amparo, porque los fuegos encendidos por los caldeos consumen a esta ciudad también, así
como a los prófugos, como en tiempos antiguos consumió el fuego encendido por Sehón el
amorreo (Núm. 21:28) (comp. Streane, Plumptre).
48:47. Haré tornar el cautiverio de Moab en lo postrero de los tiempos, dice Jehová: Según
Josefo, el cautiverio de Moab fue llevado por Nabucodonosor en el año quinto después de la
caída de Jerusalén (Ant. X. ix. 7). No tenemos referencia histórica a este cumplimiento. Es
posible que tengamos su cumplimiento de una manera espiritual, en la conversión de muchos
moabitas, quizás después de su absorción entre los árabes, al cristianismo (opinión que
aprueba Keil). Véanse en Tomo III las notas de Is. 15:1–16:14; 16:1–5.
49:1–6. Profecía contra Ammón.
Esta profecía probablemente pertenece a la misma época de la anterior contra Moab (comp.
Orelli).
49:1. ¿Por qué tomó como por heredad el rey de ellos a Gad …?: Esto se refiere a la intrusión
de los ammonitas en la región concedida por Josué a la tribu de Gad, después del traslado
efectuado por Teglatfalasar (2 Reyes 15:29; 1 Crón. 5:26).
49:2. Haré oir en Rabba … clamor de guerra: Rabba era su ciudad de mayor importancia; la
profecía se refiere a su sitio por Nabucodonosor.
49:3. Aulla, oh Hesbón, porque destruída es Hai: Ciudades de menor importancia de
Ammón. Hai no es la misma que destruyó Josué en Canaán.
49:6. Y después de esto haré tornar la cautividad de los hijos de Ammón: Véase la nota sobre
48:47.
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destruídos. Benhadad (hijo de Hadad) sería el nombre de una serie de reyes que se sentarían
sobre el trono.
49:28–33. Profecía contra ciertas tribus árabes.
Esta profecía es otra que no lleva fecha específica, pero, por su presencia con las anteriores,
la fechamos en el cuarto año de Joaquim (605).
49:28. De Cedar y de los reinos de Hasor, los cuales hirió Nabucodonosor: Cedar aquí
denota las tribus nómadas de Arabia; reinos de Hasor se refiere a aquellas tribus que moraban
en las aldeas sin muros. Comp. Hemenway, Streane, etc. Este pasaje señala el cumplimiento
de la predicción que hace el profeta, cuyo contenido sigue (comp. Orelli).
49:30. Meteos en simas para estar: Véase la nota de 49:8.
49:31. Levantaos, subid a gente pacífica: El ejército de Nabucodonosor es exhortado a subir
en contra de un pueblo que vive tranquilamente, por cuanto está en el desierto: sin puertas ni
cerrojos, que viven solitarios.
49:34–39. Profecía contra Elam.
Según la nota en el título de esta profecía, fue entregada durante el reinado de Sedequías, al
principio, pues fechamos el oráculo en el período 597–593. Elam era un país importante de
esa época, que yacía al este del Tigris, en los límites de Babilonia.
49:35. Quiebro el arco de Elam, principio de su fortaleza: Los elamitas eran grandes
arqueros, y esta arma era aquélla de la cual principalmente dependían sus jefes.
49:36. Aventarélos a todos estos vientos: Profecía de la dispersión de los elamitas.
49:38. Y pondré mi silla en Elam: Jehová, como el que realmente era el conquistador de Elam
(mediante el ejército humano que emplease) se sentaría en juicio contra el país, como
Nabucodonosor se presenta poniendo su trono frente al palacio de Faraón en Egipto, en la
profecía de Jeremías en 43:10, cuya nota véase.
49:39. Haré tornar la cautividad de Elam: Con esta misma fórmula se han finalizado otros
trozos proféticos. Véanse 48:47 y su nota; 49:6.
50:1–51:64a. Profecía contra Babilonia.
Estas profecías contra Babilonia vienen de la época de Sedequías, según 51:59, en el cuarto
año de su reinado, o sea, 593 a. de J.C. (comp. Orelli).
50:1. Contra Babilonia, contra la tierra de los Caldeos: La tierra de Babilonia había sido
dominada por los caldeos, gente cuyo origen era el sur de Mesopotamia.
50:2. Tomada es Babilonia: La visión profética mira a lo predicho como ya cumplido. Este
oráculo tuvo su cumplimiento en el año 538, cuando Babilonia cayó ante el poderío de los
medos y los persas. Bel es confundido, deshecho es Merodach: Estos dos nombres
representan un dios, no dos, siendo el segundo quizás un título del dios supremo de Babilonia.
Corresponde a Baal entre los fenicios, y a Júpiter entre los romanos.
50:3. Porque subió contra ella gente del aquilón: Los medos y los persas. Media estaba al
noroeste de Babilonia.
50:4. En aquellos días … vendrán los hijos de Israel … y los hijos de Judá juntamente … y
buscarán a Jehová: Con lloro y con llanto se arrepentiría el pueblo de Dios, necesario
antecedente de su restauración, predicha luego.
50:5. Preguntarán por el camino de Sión: Tendrán interés en volver a su país, especialmente
a Jerusalén, desde Babilonia. Juntaos a Jehová con pacto eterno, que jamás se ponga en
olvido: Véanse las notas de 31:31–34.
50:6. Ovejas perdidas fueron mi pueblo: La condición de las ovejas descarriadas de Israel
durante la época de Jeremías y antes, fue ocasionada por los pastores errantes, los adalides
políticos y espirituales.
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50:7. Todos los que los hallaban, los comían; y decían sus enemigos: No pecaremos, porque
ellos pecaron a Jehová: Los que destruyeron a Israel y a Judá se representan como quitándose
la culpa de tal acción, porque dicen, Israel ya no es santo a Jehová, habiendo roto su pacto
con él, y nosotros somos instrumentos en manos de Jehová para ejecutar venganza. En
realidad, son culpables, de acuerdo con Jer. 2:3, donde se dice explícitamente: “Todos los
que le devoran pecarán.” El hecho de que Jehová se ha valido de estos pueblos paganos para
disciplinar a su pueblo, no quiere decir que esto santifique los motivos perversos que los
inspirasen a conquistar a Israel y a Judá.
50:8. Huid de en medio de Babilonia: Se exhorta al pueblo de Dios a dejar a Babilonia y a la
tierra de los caldeos, a fin de volver a su propia tierra.
50:9. Hago subir contra Babilonia reunión de grandes pueblos de la tierra del aquilón: El
imperio de los medos y persas, que era una reunión heterogénea de elementos de muchas
provincias y naciones.
50:11. Porque os alegrasteis, porque os gozasteis destruyendo mi heredad: Aunque los
caldeos eran instrumentos divinos para realizar la destrucción de Jerusalén, sus motivos
fueron enteramente carnales. En vez de entristecerse, participando en el dolor de Jehová y el
de los verdaderos simpatizantes con los sufrimientos del pueblo, como Jeremías, los caldeos
sacaron grande alegría al hacer su obra de asolamiento.
50:13. Y silbará sobre todas sus plagas: Véase la nota de 49:17.
50:14. Porque pecó contra Jehová: No sólo en su falta de simpatía hacia Judá (50:11), sino
en su idolatría y corrupción moral.
50:16. Delante de la espada opresora cada uno volverá el rostro hacia su pueblo: Los
muchos inmigrantes que poblaban los campos fértiles de Babilonia, volverían a sus países
(comp. Peake).
50:17. Ganado descarriado es Israel …: el rey de Asiria lo devoró el primero; este
Nabucodonosor rey de Babilonia lo deshuesó el postrero: Comparando a los conquistadores
con leones, el profeta señala la destrucción de Israel septentrional en 722, y la de Judá en
586.
50:18. Como visité al rey de Asiria: Nínive, capital del gran imperio de Asiria, acababa de
ser destruída cuando Jeremías habló estas palabras, habiendo sido realizada su desolación en
612.
50:19. Pacerá en el Carmelo y en Basán: Israel, como los grandes rebaños de estos lugares
fértiles, nuevamente pacería en su tierra.
50:21. Sube contra la tierra de Merathaim … y contra … Pekod: Probablemente dos lugares
de Babilonia, aunque sólo el segundo ha sido identificado (comp. Streane).
50:25. Abrió Jehová tu tesoro, y sacó los vasos de su furor: Lo dice mejor la VM: “Ha abierto
Jehová su armería, y ha sacado las armas de su indignación” (comp. Plumptre). Con estas
armas Jehová se propone vengarse de los caldeos.
50:28. Voz de los que huyen … de Babilonia, para dar las nuevas en Sión … de la venganza
de su templo: Los fugitivos proclaman en todas partes las noticias de la caída de Babilonia;
hay una ironía especial en la figura empleada aquí, en que estas nuevas sean llevadas a Sión,
donde había estado el santuario de Jehová, destruido por los que ahora se caen.
50:31. Tu día es venido, el tiempo en que te visitaré: El día de juicio ha llegado sobre
Babilonia, el día en que Jehová la visitaría a fin de ejecutar su castigo.
50:33. Oprimidos fueron los hijos de Israel y los hijos de Judá: Israel en 722, por Asiria, y
Judá en 586, por Caldea.
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50:36. Cuchillo sobre los adivinos, y se atontarán: Los adivinos, que mediante sus artes
pronosticaban la suerte de la nación, también serían muertos.
50:38. En ídolos enloquecen: Fue la idolatría lo que entontecía a esta gente para que no viese
al verdadero Dios.
50:39. No más será poblada para siempre: Aunque no fue realizada de inmediato la absoluta
desolación de Babilonia, ésta por fin sucedió, hasta que la ciudad dejó de ser habitada.
50:41. Un pueblo del aquilón: Véanse las notas de 50:3; 50:9.
50:42. Arco y lanza manejarán: Entre las armas principales de estos soldados en el campo
de batalla, figura prominentemente la caballería en la estrategia, como lo indica este
versículo. También utilizaban la infantería, con espadas y lanzas.
50:46. Del grito de la toma de Babilonia la tierra tembló: Tan grande y célebre era esta
ciudad, como poderío militar, que su toma y desolación fue una cosa comentada en todo el
mundo.
51:1, 2. Levanto sobre Babilonia … un viento destruidor. Y enviaré a Babilonia aventadores
que la avienten: Los habitantes de Babilonia serán esparcidos como el tamo que se lleva el
viento cuando se avienta el grano.
51:5. Porque Israel y Judá no han enviudado de su Dios: Israel y Judá no han quedado
viudas, no habiendo sido destruído su marido; su esposo Jehová aún vive.
51:6. Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su alma: El mismo consejo que antes
había dado Jeremías a los habitantes de Jerusalén (38:2).
51:7. Vaso de oro fue Babilonia … que embriaga toda la tierra: Babilonia había hecho beber
a los pueblos del vino de la ira de Jehová.
51:9. Curamos a Babilonia, y no ha sanado: A pesar de los esfuerzos de los cautivos judíos
en Babilonia para reformar a la ciudad, ésta no se convierte (Plumptre, Hemenway, Streane).
51:10. Venid, y contemos en Sión la obra de Jehová: Con la destrucción de Babilonia, el
camino hacia Jerusalén está abierto.
51:11. Despertado ha Jehová el espíritu de los reyes de Media: Véanse las notas de 51:3 y
51:9. Fue Jehová el que levantó a los enemigos de Babilonia para destruirla.
51:12. Levantad bandera sobre los muros de Babilonia, reforzad la guardia, etc.: Aunque
esto parece ser una exhortación irónica a Babilonia para defenderse (y así ha sido tomada por
algunos, como la AV del inglés), es más bien dirigido a los enemigos a poner sitio contra la
ciudad y destruirla (Plumptre, Hemenway, etc.).
51:13. La que moras entre muchas aguas …: Babilonia. Aunque Mesopotamia es seca, los
dos grandes ríos, con los numerosos canales que habían construído los babilonios, le daban
abundante agua. Véase la nota de Is. 21:1, en el Tomo III.
51:17. Todo hombre … es sin ciencia: En su sentido bíblico de conocimiento. Los babilonios,
en el momento de crisis, no poseían el conocimiento necesario para salvarse. Avergüénzase
todo artífice de la escultura, porque mentira es su vaciadizo, que no tiene espíritu: Los
hacedores de ídolos serían avergonzados, porque sus dioses falsos, que ellos hacían con sus
manos, no podrían salvarlos.
51:18. En el tiempo de su visitación perecerán: En el momento cuando Dios los visitaría en
juicio, los ídolos perecerían.
51:19. No es como ellos la parte de Jacob: Los babilonios serían destruídos eternamente;
Israel sería restaurado a su país, porque el Formador de todo es su Dios, Jehová, que no sólo
puede crear al principio, sino preservar a su pueblo.
AV Authorized Version, versión de la Biblia en inglés, de 1611, autorizada por el Rey Jaime, de Inglaterra.
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51:20. Martillo me sois …; y por medio de ti quebrantaré gentes: Plumptre toma esto como
una referencia a Ciro; otros a Israel; Naegelsbach a “una persona ideal;” creo que se dirige a
Babilonia, la opinión más común (Clarke, Orelli, Peake, Hemenway, etc.). Cuando estas
palabras se pronunciaron, Babilonia era la nación más poderosa de la tierra, que había de
servir a Jehová para deshacer reinos.
51:24. Y pagaré a Babilonia … todo el mal … que hicieron en Sión: A pesar de que Caldea
había sido instrumento en manos de Jehová, ahora les pagaría el mal que habían hecho en
contra de Israel (comp. 50:7 y nota).
51:25. Yo contra ti, oh monte destruidor: Esta figura se aplica a Babilonia por su
preeminencia entre las naciones (Hemenway) y quizás por su semejanza a un volcán que
destruye (Streane).
51:26. Y nadie tomará de ti piedra para esquina, etc.: Es decir, para reedificar a la ciudad
una vez destruída.
51:27. Juntad contra ella los reinos de Ararat, de Minni, y de Aschenaz: Lugares de Armenia
o cerca de allí, que habían de participar con los medos en la destrucción de Babilonia.
51:32. Y los vados fueron tomados: Mejor es balsaderas (Peake, Streane), porque el Eufrates,
siendo profundo, no tenía vados. Estos tendrían un lugar estratégico en tiempo de guerra.
51:33. La hija de Babilonia es como parva; tiempo es ya de trillarla: La mies está tendida
en la era, y ha llegado el tiempo de trillarla: así está Babilonia lista para ser trillada por los
trilladores de Dios.
51:34, 35. Comióme, desmenuzóme Nabucodonosor …: Aquí habla Israel, como se ve en el
v. 35: dirá la moradora de Sión.
51:36. Secaré su mar: Referente a la tierra de Babilonia, véase la nota de 51:13; al ejecutar
su castigo sobre Babilonia, Jehová destruiría la fuente de su vida, que fueron las aguas de los
canales de irrigación que se entretejían en el desierto de Mesopotamia.
51:39. En su calor les pondré sus banquetes; y haréles que se embriaguen, para que se
alegren, y duerman eterno sueño, y no despierten: En medio del mismo calor producido por
su embriaguez, serían destruídos. Tanto la Biblia (Dan. 5:1–31) como la historia seglar
(Heródoto, i. 191) comentan el hecho de que estaba en progreso un banquete en la noche que
Babilonia fue tomada.
51:41. ¡Cómo fué presa Sesach, y fué tomada la que era alabada por toda la tierra!: Sesach
es una palabra misteriosa que se usa con referencia a Babilonia (Plumptre y otros), siendo
empleada también en 25:26.
51:42. Subió la mar sobre Babilonia: Comp. 46:7. La gran ciudad sería inundada por las
naciones que se arrojarían sobre ella. Comp. Plumptre, Streane, Peake, Keil, etc., que adoptan
esta explicación en vez de la de una inundación literal del Eufrates avanzada por J. D.
Michaelis (cit. en Keil).
51:44. Y visitaré a Bel en Babilonia, y sacaré de su boca lo que ha tragado: Véase la nota
de 50:2. Dios visitaría al pueblo de Babilonia en juicio, representado por su dios Bel, y lo
forzaría a desprenderse del botín que por años había ido enriqueciéndose su civilización. Y
no vendrán más a él gentes: A la capital de un mundo inmigraban las gentes de la tierra en
busca de ventajas sociales y económicas; con la destrucción de Babilonia este movimiento
de la población cesaría.
51:45. Salid de en medio de ella, pueblo mío: Véase la nota de 51:6.
cit. citado.
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51:46. No … temáis a causa de la fama que se oirá por la tierra, en un año vendrá la fama,
y después en otro año el rumor, y la violencia en la tierra y el enseñoreador: La caída de una
gran capital como Babilonia sería precedida por varios años de rumores y temores de parte
de la población sobre el destino que se acercaba (comp. Peake).
51:47. Yo visitaré las esculturas de Babilonia: Puesto que estas gentes primitivas creían que
su poderío dependía de sus dioses, se dirige la ira del verdadero Dios en contra de estos
símbolos de la fe mal puesta de sus adherentes.
51:48. Y los cielos y la tierra … darán alabanzas sobre Babilonia: Todos los habitantes de
la tierra se regocijarán sobre la caída de Babilonia (comp. Keil). Aunque la capital de una
nación conquistadora puede ser admirada y envidiada, será también odiada.
51:50. Los que escapasteis del cuchillo … acordaos por muchos días de Jehová: Los judíos
que no se morían en la matanza de la destrucción de Babilonia, habían de consolarse en su
religión y recordar que su verdadero hogar fue Jerusalén: Acordaos de Jerusalem. (Comp.
Plumptre.)
51:51. Estamos avergonzados … porque vinieron extranjeros contra los santuarios de la
casa de Jehová: La profanación del templo fue una causa de vergüenza entre los judíos.
51:53. Si subiese Babilonia al cielo, y si fortaleciere en lo alto su fuerza, de mí vendrán a
ella destruidores: La ciudad de Babilonia tenía fortificaciones altas y fuertes, su orgullo y su
confianza (comp. Hemenway, y Orelli). Por más que sus habitantes levantasen sus murallas,
los ejércitos que Jehová mandaría, instrumentos paganos de su juicio, las destruirían.
51:55. Jehová … quitará de ella el mucho estruendo: El bullicio de las multitudes de la gran
ciudad se mudaría en silencio. Y bramarán sus ondas, como muchas aguas será el sonido de
la voz de ellos: Los enemigos de Babilonia entran en la ciudad como un diluvio (comp.
Peake). Véanse 51:42 y nota.
51:58. El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente: Según Heródoto (I. 179) el
muro de Babilonia tenía una anchura de cincuenta codos (babilónicos) que serían unos 25
metros (Keil). Esto parece exagerado, pero puesto que un carro tirado por cuatro caballos
podía avanzar sobre el muro (Heródoto, Estrabón), habría tenido a lo menos un ancho de diez
a quince metros (Keil, Streane).
51:59. Seraías el principal camarero: De una comparación de 51:59 con 32:12 se desprende
que Seraya era hermano de Baruc. Según este pasaje, fue con Sedequías en un viaje que hizo
a Babilonia en 593, probablemente en un acto de homenaje a Nabucodonosor. El mensaje
que entregó el profeta a Seraya, para que lo comunicara a los babilonios, se expresa en los
versículos siguientes. El puesto que ocupó Seraya en el séquito de Sedequías puede ser
comparado con el del intendente del ejército, que se ocupaba de ir delante de la caravana para
arreglar los compamentos, o sitios de pernoctar (Streane, Keil, etc.).
51:60. Escribió pues Jeremías en un libro todo el mal … sobre Babilonia: En un rollo, que
había de leer después Seraya en Babilonia, el profeta anotó los males que él predecía sobre
Babilonia.
51:63, 64a. Y será que cuando acabares de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás
en medio del Eufrates: y dirás: Así será anegada Babilonia: Al terminar de leer el rollo,
Seraya había de echarlo en el gran río de Babilonia, en señal del hundimiento de Babilonia.
Aunque no tenemos referencia histórica al cumplimiento de esta profecía, el parentesco de
Seraya con Baruc, y la evidente confianza de Jeremías en su coperación, implica que actuó
conforme al deseo del varón de Dios.
51:64b. Hasta aquí son las palabras de Jeremías: Con esta nota se señala el fin de las
profecías de Jeremías. El capítulo siguiente es un epílogo, que duplica muchos datos
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registrados en el capítulo 39, con algunos datos nuevos, agregados por el compilador de su
Profecía, con el fin de dar un resumen de la historia de la caída de la ciudad.
52:1–34. Resumen de la caída de la nación.
Este trozo histórico, que comenta incidentes cuyas fechas se extienden desde 597 a 560, tiene
que haber sido puesto en su forma final después de esta última fecha. No podemos mos negar
la posibilidad de que los últimos versículos sean una nota agregada después. Mayormente
este pasaje relata los mismos acontecimientos que el capítulo 39.
52:1. Hija de Jeremías: Este Jeremías, padre de la reina madre, no se ha de confundir con el
profeta.
52:2, 3. E hizo lo malo en los ojos de Jehová … y a causa de la ira de Jehová contra
Jerusalem y Judá, fué el llegar a echarlos de su presencia: La destrucción de la nación vino
como resultado de su rebelión en contra de Dios.
52:4–6. Sitio de la ciudad y su conquista.
Las notas sobre este pasaje se hallan en 39:1, 2.
52:7. Y todos los hombres de guerra huyeron: La huída de Sedequías y su guardia se comenta
en 39:4. Por el camino del postigo de entre los dos muros: Véanse 39:4 y nota.
52:8. Y el ejército de los Caldeos siguió al rey: Véase la nota de 39:5.
52:9. Prendieron al rey, e hiciéronle venir … a Ribla: Véase la nota de 39:6.
52:10. Y degolló el rey … a los hijos de Sedequías. Véase la nota de 39:6.
52:11. A Sedequías empero sacó los ojos: Véase la nota de 39:7.
52:16. Mas de los pobres del país dejó: Véase la nota de 39:10.
52:18. Lleváronse también los calderos, etc.: Todas las herramientas y utensilios sagrados
del templo, los llevaron los caldeos a Babilonia.
52:24, 25. Tomó también el capitán de la guardia a Seraías principal sacerdote: Este Seraya
no sería el hermano de Baruc mencionado en 51:59–64, sino el sumo sacerdote del país.
Nabucodonosor tomó a los principales del país, responsables de la larga resistencia, y los
hizo ejecutar. Sophonías segundo sacerdote: Véase la nota de 20:1.
52:28–30. Este es el pueblo que Nabucodonosor hizo trasportar: Aquí tenemos un resumen
de los diferentes traslados que hizo Nabucodonosor de judíos a Babilonia, menos el primero
en 605.
52:28. En el año séptimo, tres mil veintitrés Judíos: Esto corresponde al traslado de Joaquín
en 597, cuando fue llevado Ezequiel y otros. En el séptimo año de Nabucodonosor fueron
llevados 3,023 judíos.
52:29. En el año dieciocho hizo Nabucodonosor trasportar de Jerusalem ochocientas treinta
y dos personas: Esto corresponde al traslado que se verificó con la caída de la ciudad, en 586.
El número reducido de cautivos se explica por la gran matanza que fue practicada por los
soldados, así como por los efectos de la pestilencia y el hambre. En el v. 12 se dice que fue
en el año diecinueve. La discrepancia se explica en que aquí se deriva el dato de otra fuente,
basada sobre otro modo de calcular la cronología. El número dieciocho probablemente cuenta
desde el año cuando realmente principió el reinado de Nabucodonosor, después de la muerte
de su padre Nabopolasar (comp. Keil).
52:30. El año veintitrés de Nabucodonosor, trasportó … setecientas cuarenta y cinco
personas de los Judíos: Tocante a este traslado no tenemos otra referencia. Es fácil que,
después del asesinato de Gedalías y la migración de los judíos a Egipto, Nabucodonosor haya
hecho otro traslado de judíos en ocasión de su campaña de dominio de los moabitas,
edomitas, y ammonitas, en 581 (comp. Keil).
52:31–34. Restauración de Joaquín y su liberación de la cárcel.
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Joaquín había sido llevado al cautiverio en 597, donde fue encarcelado. En el año treinta y
siete de su cautividad, o sea en 560, fue mitigada su condición de preso por Evilmerodac, rey
de Babilonia, y fue alzado al rango de los reyes presos que se servían de la mesa del rey. Para
este tiempo ya no hubo posibilidad de que los judíos fuesen rebeldes; se habían asimilado a
la población y vivían vidas pacíficas, contentos con su suerte en Babilonia.
(III) ASURBANIPAL Y NABOPOLASAR
626–625 a. de J.C.
Para los acontecimientos comentados en este breve capítulo no tenemos fuente bíblica. Sin
embargo, son de suma importancia, y para una exposición de la historia de este período,
merecen consideración. La historia de Asiría y de Babilonia, naciones que influían
poderosamente sobre la de Judá, ayuda a comprender muchas referencias obscuras en los
libros bíblicos, por lo cual damos aquí unos datos importantes de fuentes extrabíblicas, a fin
de iluminar las páginas sagradas.
1. Muerte de Asurbanipal y ascensión de su hijo Asur-etil-ilani
De los últimos dieciséis años de Asurbanipal sabemos poco. Parece haberse dedicado a
esfuerzos literarios, multiplicando copias de los mejores libros de su época. Asiría estaba
declinando en poder.
Asurbanipal no se menciona en la Biblia, a menos que se identifique con él “el grande y noble
Asnapar” mencionado en Es. 4:10. En sus anales, entre veinte reyes referidos como
tributarios a él, se menciona a Manasés, rey de Judá (2 Crón. 33:10 y sig.). La destrucción de
la ciudad egipcia Noamón (Tebas) por Asurbanipal fue predicha por Nahum (3:8, cuya nota
véase).
Los últimos años del reinado de Asurbanipal, que se distinguieron por una decadencia militar
y política, son marcados por una atención a la literatura y a las artes. Asurbanipal se ocupó
en un programa de edificación, patrocinó la escultura, edificó a los dioses templos y
santuarios hermosos, y formó una gran biblioteca. En las excavaciones que se hicieron en el
siglo pasado, se recuperaron muchos de los libros que juntó, afortunadamente preservados
por cuanto se imprimieron en cilindros y tablillas de barro cocido.
Asurbanipal llegó al trono en 668 cuando su padre Esarhadón, que se embarcaba en una
invasión de Egipto, lo hizo ascender al trono antes de su partida. Cuando el rey murió en
batalla, su hijo se afirmó en el trono venciendo a los rebeldes, empezando así un largo reinado
que duró hasta su muerte en 625.
De Asur-etil-ilani, que ascendió al trono de Nínive en 626, poco se sabe, siendo él un rey que
dejó pocos informes respecto a su reinado. Sabemos que los enemigos de Asiria se afirmaron
más y más, acercándose el día cuando había de ser disuelta la nación.
2. Ascensión de Nabopolasar, padre de Nacubodonosor, al trono de Babilonia
Durante muchos años la ciudad de Babilonia había sido tributaria de Nínive. Asurbanipal
reinó sobre la ciudad por medio de su hermano Samas-sum-ukin, que en 652 se rebeló y, al
ser vencido por Asurbanipal, prendió fuego a un palacio, muriendo él entre las llamas.
Samas-sum-ukin fue sucedido por Kandalanu, que probablemente se identifica con
Asurbanipal mismo (Cheyne, EB, artículo Babilonia), que habría reinado sobre Nínive y
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Babilonia bajo diferentes nombres, como había hecho Teglatfalasar III. A su muerte el trono
de Babilonia fue ocupado por Nabopolasar, en 625 a. de J.C.
Nabopolasar ha sido llamado el fundador del Segundo Imperio de Babilonia, porque fundó
un imperio que por casi un siglo dominó la política internacional. Al principio de su reinado,
los sucesores de Asurbanipal sobre el trono de Nínive retenían cierta autoridad sobre el reino
meridional. Podemos suponer que el rey enérgico de Babilonia juntaba armas y medios para
romper por fin la autoridad asiria. Hizo alianza con Ciajares, rey de los medos, casando a su
hijo mayor, Nabucodonosor, con la hija del rey medo. Cuando los medos invadieron a Asiria,
él juntó sus fuerzas con aquéllos, participando en el sitio de Nínive, que cayó en 612 a. de
J.C. (La antigua fecha de 606 dada en las historias más antiguas se ha probado que está
equivocada.)
Nabopolasar recibió su parte en la división del imperio asirio que siguió, alcanzando no sólo
el dominio no disputado de Babilonia, sino también la autoridad sobre las provincias
meridionales de Asiria. Habiendo asegurado su posición en el norte, volvió su atención hacia
el sur, donde Egipto ejercía un dominio nominal sobre Siria y Palestina. En 605 su ejército,
bajo el mando de Nabucodonosor, se enfrentó con el ejército egipcio bajo las órdenes de
Necao en Carquemis, cerca del Eufrates. Las fuerzas egipcias fueron vencidas, y Necao se
retiró, deponiendo al rey judío Joacaz, y poniendo en su lugar a Joaquim. Por la muerte de su
padre Nabopolasar, Nabucodonosor no aprovechó las ventajas que se le presentaban en esa
ocasión, sino que se volvió a Babilonia para confirmar su sucesión al trono. Fue unos meses
después cuando el nuevo rey caldeo pudo hacer una excursión a Palestina y a Egipto.
El reinado de Nabopolasar fue importante porque marcó el fin de la larga época de
dominación asiria y el principio de un período de unos setenta y cinco años de prominencia
caldea.
(IV) PROFECIA DE NAHUM
Nah. 1:1–3:19
La Profecía de Nahum está en el séptimo lugar entre los Doce Profetas Menores. Se ha escrito
con una pasión y odio únicos, pero el espíritu de su autor se entiende cuando se recuerda que
durante dos siglos la cruel Nínive había sido opresora de los hebreos. Es natural que el profeta
clamase con terrible furor en contra del enemigo, cuya caída él vislumbraba sobre el no lejano
horizonte.
Tratamos la Profecía de Nahum en tres capítulos:
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE NAHUM.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE NAHUM.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE NAHUM.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE NAHUM
Nah. 1:1–3:19.
Como introducción a la Profecía de Nahum, trataremos el nombre del profeta, su lugar nativo,
la fecha de su profecía, la ocasión y el propósito, y el tema.
1. El nombre de Nahum
El nombre Nahum significa consolación, o consolador, siendo su forma en el hebreo Najum.
El nombre griego que se halla en la Septuaginta es Naoum, y el nombre español viene de la
versión latina de la Biblia. Siendo un nombre poco usado, no aparece en otra parte del
Antiguo Testamento, y sólo una vez en el Nuevo Testamento (Lc. 3:25), aunque allí no trata
del profeta. Nada se sabe de la familia de Nahum, ni de él personalmente, fuera de lo que
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podemos conjeturar de su escrito, y que, por su brevedad, no ofrece mucho material para
estudiar.
2. Lugar nativo de Nahum
Debido a la falta de datos concretos, existen varias opiniones en cuanto al lugar nativo de
Nahum. La Biblia le llama elcosita, que significa que era natural de la aldea Elcos, de la cual
no tenemos conocimiento cierto. Varias tradiciones pretenden identificar este lugar.
i. De acuerdo con una tradición, Elcos estaba a cuarenta kilómetros al norte del antiguo sitio
de Nínive. Puesto que esta tradición viene del siglo XVI, no tiene mucho valor.
ii. Una segunda opinión relaciona a Nahum con Capernahum (que en arameo significa aldea
de Nahum), a orillas del lago de Galilea. Probablemente esta idea tiene su origen en la
semejanza que existe entre el nombre de la ciudad y el de Nahum, sin que haya verdadera
relación entre ellos.
iii. La tercera opinión es la que relaciona a Elcos con Galilea, basada sobre una tradición
conservada por Jerónimo, que viene del siglo IV.
iv. La cuarta opinión, atribuída a Epifanio, es que Nahum vivía en Judá. El hecho de que él
en su ministerio parece haber actuado en relación con el reino meridional, hace más probable
esta opinión.
3. Fecha de la Profecía de Nahum
La fecha más antigua que sirve como uno de los términos de origen de esta profecía es la
destrucción de Nínive en 612 a. de J.C., de modo que la obra tiene que haber sido escrita
antes. La fecha más temprana sería la destrucción de Tebas, en Egipto, en 661 a. de J.C., por
Asurbanipal, rey de Asiria. Nahum hace referencia a este acontecimiento al mencionar a No-
amón, en el 3:8 de su profecía, el nombre egipcio de Tebas, que significa porción de Amón
(siendo Amón un dios egipcio). La Profecía habría tenido su origen entre 661 y 612 a. de J.C.
Pero podemos limitarla aún más:
Otra fecha que posiblemente tendría que ver con la fecha de la profecía de Nahum sería la de
las terribles invasiones de los escitas alrededor de 626. Aunque no hay evidencia de que estos
bárbaros entrasen en territorio de Asiria, su amenaza habría parecido digna de tenerse en
cuenta, al profeta de Judá, ansioso de ver la destrucción de la gran nación. Otro
acontecimiento que posiblemente tuviera que ver con la fecha fue la invasión de los medos a
Asiria alrededor de 625, bajo su rey Ciajerjes, (de acuerdo con el historiador Heródoto).
De todos modos, la Profecía de Nahum parece haber sido escrita en una época en que el poder
de Asiria estaba disminuyendo, y el período después de las invasiones de los escitas y los
medos parece razonable, o sea, dentro del período desde 623 a 612. Nahum, pues, era
contemporáneo de Jeremías.
4. Ocasión y propósito de la Profecía de Nahum
i. Ocasión
Debemos ver como ocasión de la Profecía de Nahum el próximo derrumbe del imperio asirio,
que el profeta preveía como seguro, convicción que adquirió por ciertos acontecimientos que
sucedían, lo que le impulsó, bajo la inspiración de Dios, a anunciar la caída de Nínive. Estos
acontecimientos fueron: (1) La invasión de Asiria por Ciajerjes, siendo esto uno de los
indicios de la próxima caída del imperio; (2) La fundación del segundo imperio caldeo,
acontecimiento importante en la política internacional de esta época, y por sus consecuencias
en la historia posterior, una contribución a la caída de Asiria; (3) La invasión de los escitas
en 626–625 que, aunque no llegara a Asiria, hubo muchas posibilidades para quienes
deseaban su destrucción.
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Todos estos antecedentes fueron una causa del debilitamiento que achacaba al gran gigante
de Asiria, que ya en esta época decaía y enfermaba, y estaba pronto a dejar de existir. Sin
duda Nahum, observador y estudiante de la política internacional, especialmente de aquélla
que afectaba más estrechamente a su propia nación, pudo ver en estas repetidas invasiones
bajo las narices del Imperio, los síntomas de la debilidad que tenían que traer su desaparición
como factor en el escenario internacional. Y esta caída la pronosticó con furor y certidumbre
en su profecía.
ii. Propósito
El propósito de la Profecía de Nahum fue doble: (1) Mostrar que Dios puede y quiere proteger
a su pueblo; (2) Enseñar que Dios destruiría a los enemigos de su pueblo: los asirios.
5. Tema de la Profecía de Nahum
El tema es la Destrucción de Nínive. Toda la profecía gira alrededor de aquella idea que tanto
conmovió el corazón del varón de Dios; que la ciudad que mucho mal había hecho a otros
pueblos había de ser tratada en igual forma.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE NAHUM
Nah. 1:1–3:19
Sobrescrito.
1:1.
1. El protector de Israel y vengador de sus enemigos.
1:2–2:2.
i. Descripción de Jehová y afirmación de que él puede proteger.
1:2–8.
ii. Profecía de la destrucción de los asirios.
1:9–12a.
iii. Liberación de los judíos del yugo asirio.
1:12b–14.
iv. Anuncio gozoso de la destrucción del pueblo asirio, y la liberación del pueblo de Dios.
1:15–2:2.
2. Destrucción de Nínive.
2:3–3:19.
i. Descripción detallada y gráfica del sitio y de la captura de Nínive.
2:3–13.
ii. Causa de la destrucción de la ciudad.
3:1–4.
a. La violencia.
3:1.
b. La opresión y destrucción por sus ejércitos.
3:2, 3.
c. La idolatría.
3:4.
iii. Propósito de Jehová de vengarse del pueblo asirio.
3:5–7.
iv. Cooperación de Nínive con Tebas en su destrucción.
3:8–10.
v. Llamamiento a la ciudad a preparar su defensa, la que no aprovechará.
3:11–15.
vi. Contraste entre su anterior gran población y su futura desolación.
3:16–18.
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fortifica los lomos, etc.: Así había de prepararse la ciudad para defenderse contra sus
enemigos; irónico, porque sus esfuerzos serían inútiles (comp. Jennings).
2:2. Porque Jehová restituirá la gloria de Jacob: Con la desaparición de Asiria, el profeta
prevé que el prestigio nacional se restaurará. Nahum, que dirige su mensaje enteramente a
Asiria, no tiene en cuenta la amenaza caldea que pronto ha de aparecer.
2:3. El escudo de sus valientes será bermejo, los varones … vestidos de grana: Las armas y
los vestidos del ejército medobabilónico, que realizó la destrucción de Nínive, están
manchados con sangre, la de los asirios (comp. Kleinert, y Henderson).
2:4. Los carros se precipitarán a las plazas … su aspecto como hachas encendidas; correrán
como relámpagos: Este pasaje no se refiere, como vulgarmente se afirma, al automóvil
moderno, sino a los carros de los enemigos de Asiria. Se comparan con los relámpagos en su
rápido curso a zigzag (comp. Henderson).
2:5. Se apresurarán a su muro, y la cubierta se aparejará: Aunque este versículo es incierto,
en cuanto a si se aplica al invasor o al defensor, creo lo primero (comp. J.M.P. Smith). La
referencia es a alguna clase de máquina de sitio, en que los atacantes se acercaban a los
muros, con algún abrigo o techo arriba para protegerse de las piedras, plomo derretido,
lanzas, flechas, etc., que los defensores arrojaban sobre sus cabezas.
2:6. Las puertas de los ríos se abrirán, y el palacio será destruído: Este pasaje es obscuro, y
han sido sugeridas varias interpretaciones. La ciudad estaba cerca del Tigris, rodeada con
fosos (llenos de agua) para protección, y por en medio de ella corría un torrente del cual el
pueblo sacaba su agua (puesto que la del Tigris no era potable), con otros canales que traían
agua a la ciudad desde las montañas. Las puertas que se mencionan aquí no son las de la
ciudad situada sobre los ríos, sino las de los canales (o río) que entraban en la ciudad. Si éstas
fueron bocacaces, para regular la entrada del agua en la ciudad, es fácil ver que el abrirlas
podría causar la inundación de la ciudad, con la destrucción del palacio, símbolo de la
autoridad real en el imperio (comp. Davidson, y otros).
2:7. Y la reina fué cautiva: Poseer la reina del rey caído representaba su completo dominio
por el enemigo. Sin embargo, J. M. P. Smith lo relaciona con la diosa de la ciudad, Astarte,
mientras que otros (Keil, Henderson, etc.) creen que se personifica la ciudad de Nínive.
2:8. Y fué Nínive de tiempo antiguo como estanque de aguas: La abundancia de agua
alrededor de la ciudad sugiere al profeta su figura, que se refiere a la población crecida de la
ciudad (comp. la nota de Jon. 4:10, 11, en el Tomo III; comp. Orelli, Driver, etc.).
2:9. Saquead plata, saquead oro: Nínive fue una ciudad rica, que bien pagó a sus
saqueadores.
2:10. Vacía, y agotada, etc.: Un cuadro de Nínive después de su destrucción.
2:11. ¿Qué es de la morada de los leones, etc.?: La ciudad, de la cual antes habían salido los
conquistadores, como leones en busca de su presa, ya no inspira temor.
2:13. Espada decorará tus leoncillos: Con un ejército, instrumento en manos de Dios, se
destruiría la fuerza de Nínive. Nunca más se oirá voz de tus embajadores: Los embajadores
de Asiria, que imponían las condiciones de paz a otras naciones, como Rabsaces a Ezequías,
ya no saldrían para hacerlo.
3:1. Ay de la ciudad de sangres: Nínive, que había derramado la sangre de muchos pueblos,
se representa como llena de ella.
3:2. Sonido de látigo: Es decir, el látigo del auriga; en la ciudad se prepara para la defensa.
Nota: En el capítulo 2 de la Profecía, se concibe que el sitio ya se ha empezado; en el capítulo
3 se presenta como más lejos, pero inminente (comp. McGlothlin).
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3:3. Multitud de muertos: Se tiene una visión de los que han de caer en el campo de batalla
y en el sitio.
3:4. La ramera de hermosa gala: La ciudad de Nínive, una figura común para una ciudad
idólatra e inmoral, opresora del pueblo de Dios.
3:5. Descubriré tus faldas en tu cara: La desnudez es una figura que a menudo usaban los
profetas para describir la vergüenza de una ciudad destruída por sus enemigos.
3:7. Nínive es asolada: La completa destrucción de Nínive fue seguida por la desaparición
de su sitio de la tierra, de modo que críticos posteriores de la Biblia llegaron a dudar de su
existencia, siendo su sitio descubierto sólo en el siglo pasado.
3:8. ¿Eres tú mejor que No-amón?: La ciudad de Tebas, en Egipto, destruída por Asurbanipal
en 661 a. de J.C. Véase la Introducción.
3:9. Etiopía era su fortaleza, etc.: A pesar de que Tebas tuvo el apoyo de muchos aliados,
cayó bajo la fuerza militar de Asiria; ahora ha de caer Nínive del mismo modo.
3:12. Todas tus fortalezas cual higueras con brevas: Los higos maduros caían fácilmente
cuando se sacudía la planta, y así habían de caer los defensores de Nínive. Comp. J. M. P.
Smith.
3:13. Tu pueblo será como mujeres: Los soldados valientes de Nínive se comparan con
mujeres.
3:14. Provéete de agua para el cerco, etc.: El elemento imprescindible para resistir el sitio
fue el agua; siendo Nínive dependiente de los canales y el río que entraba de afuera (los que
fácilmente podían ser desviados por los sitiadores), su situación fue precaria. Entra en el
lodo, pisa el barro: Con el fin de hacer ladrillos, necesarios para reparar los muros durante
el sitio (comp. J. M. P. Smith). Fortifica el horno: En el cual se quemarían los ladrillos.
3:15. Multiplícate como langosta: Así como la langosta limpiaba la tierra de su vegetación,
asimismo la espada del enemigo destruiría al pueblo (comp. McGlothlin).
3:17. Tus príncipes serán como langostas … que se sientan en vallados en día de frío: salido
el sol se mudan, y no se conoce el lugar donde estuvieron: Aunque en la tierra había sido
grande el número de los comerciantes (v. 16) y ministros políticos, ahora desaparecerán,
como la langosta después de salido el sol. Comp. Driver.
3:18. Durmieron tus pastores …: tu pueblo se derramó por los montes: Muertos los adalides,
que tenían a su cuidado la seguridad del pueblo y caídos los soldados, el pueblo se esparcía
(comp. Davidson, McGlothlin, etc.).
(V) PROFECIA DE SOFONIAS
Sof. 1:1–3:20
La Profecía de Sofonías pertenece al último período de la historia de Judá, y, en cuanto a
tiempo, entre los Profetas Menores, se pone entre Nahum y Habacuc. Era contemporáneo de
Jeremías, pero su actuación era mucho más breve, y coincidió con la primera parte del
ministerio del gran profeta de Anatot.
Su idea principal es la de la visitación de la ira de Dios sobre el pueblo, dirigiendo su mensaje
mayormente al pueblo judío, pero incluyendo en su compás a otras naciones también.
Aunque este profeta escribe con claridad y fuerza, no se clasifica entre los grandes estilistas
de la poesía hebrea; su lenguaje se acerca más a la prosa que a la poesía. Tiene una convicción
firme del amor y la compasión de Jehová hacia su pueblo.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE SOFONIAS
Sof. 1:1–3:20
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de edad y en 621 unos veintiséis. Citan una variante de la Septuaginta en este sentido que
dice casa del rey.
Los que se adhieren a la idea de una fecha más tarde alegan que la Profecía debía haber sido
escrita cuando los hijos de Josías ya tendrían una edad suficiente para haber pecado mucho,
a fin de merecer el castigo prometido aquí por el profeta. Esto exigiría una fecha después de
621.
iii. La idolatría entre el pueblo (1:3–5)
Los que defienden la primera teoría, la de un origen temprano de la Profecía, señalan este
pasaje, que habla de la idolatría del pueblo, y llaman la atención al hecho de que justamente
tales prácticas idólatras fueron abolidas por Josías en 621.
iv. Las supuestas citas de Deuteronomio
En Sofonías 1:13, 15, 17 tenemos un pasaje que algunos creen representa una cita de Deut.
28:29, 30.
Los que creen en una fecha temprana arguyen que el carácter indefinido de la cita (si es una
cita) no necesariamente indica una fecha después de 621, año en que fue hallado el libro en
el templo; es evidente, dicen, que otros profetas conocían y aplicaban los principios de
Deuteronomio antes del tiempo de Sofonías.
Los que proponen la segunda teoría, de una fecha más tarde para Sofonías, alegan que: dado
que la ley fue encontrada en 621, esto parece ser un argumento en favor de una fecha posterior
a 621.
v. Invasiones enemigas al país
Otro factor que debe tenerse en cuenta en relación con la cuestión de la fecha de la Profecía
de Sofonías, es lo que en el libro se refiere a los enemigos, que parece suponer la presencia
de éstos en el país, o cerca de él.
Los que afirman una fecha temprana señalan la invasión de los escitas como el enemigo que
cumple las condiciones establecidas por las referencias en la Profecía. Durante el reinado de
Josías, solamente una invasión extranjera se verificó, que fue la de los escitas, pueblo bárbaro
(probablemente eslavos) que bajaron del norte, venciendo toda la resistencia que encontraban
en su camino, y que llegaron hasta los límites de Egipto. Esta invasión se efectuó entre 630
y 625 a. de J.C., probablemente en 626.
Los que suponen una fecha más tarde para el libro de Sofonías, indican que después de la
muerte de Josías y en el tiempo de Joaquim, existía el peligro de invasiones del extranjero, y
relacionan estas referencias con los enemigos mencionados en la Profecía con el tiempo de
Joaquim.
El valor de este pasaje como evidencia tocante a la fecha, depende también de su
interpretación: si se cree que se trata de algo que sucedía o que había sucedido, o si se define
como una predicción de algo que iba a suceder.
vi. Conclusión a la cuestión de la fecha
En conclusión podemos decir que la cuestión de la fecha exacta de la Profecía de Sofonías
es bastante problemática, como se demuestra en la discusión anterior. La mayoría de los
autores creen que el libro tuvo su origen antes de 621, entre los cuales figuran los siguientes:
Eiselen, en 626 a. de J.C. (ISBE); WB, 630–624 (artículo Zephaniah); Orelli; J. M. P. Smith,
antes de 621; Henderson, Driver (pág. 341); Watts, 630–625 (II. pág. 219); Pfeiffer, 630–624
(pág. 600); Angus y Green (pág. 164); Raven, 626–621 (pág. 236); Herring, c. 625 (pág.
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158); y otros. Un número menor de autores ha elegido una fecha posterior a 621: Kleinert y
Elliott; Eichorn (cit. en Keil, I, pág. 416); Delitzsch (cit. en Keil, I, pág. 417).
Creo que el libro tuvo su origen entre 626–621, y fijo su fecha c. 623 a. de J.C.
4. Ocasión y propósito de la Profecía de Sofonías
La ocasión de la Profecía de Sofonías es la invasión de los escitas, que tanto terror
diseminaron en los corazones de los judíos, y que dejaron una impresión duradera en la
literatura de esta época. Se refiere a ellos en las Profecías de Nahum, Jeremías, Sofonías, y
Ezequiel. El horror despertado en los corazones de los judíos por la invasión de estas hordas
bárbaras era tierra fértil para la presentación del mensaje del profeta sobre el día de Jehová
que había de caer sobre la nación (1:14; 2:3). Este día de Jehová había de sobrevenir no sólo
sobre los judíos, sino también sobre los filisteos (2:4–7), los moabitas y los ammonitas (2:8–
11), los etíopes (2:12), y los asirios (2:13–15). Pero es el castigo de Jerusalén lo que más
concierne al profeta, y al tema de su pecado y castigo dedica la mayor parte del espacio de
su Profecía, especialmente en los capítulos 1 y 3.
Pero este profeta no escribe con el propósito de entregar sólo un mensaje de juicio, sino
también un mensaje de consolación. Jerusalén ha pecado, y ha de ser castigada, pero después
de su disciplina, ha de ser devuelta a su tierra purificada y renovada (3:14, 15).
5. Tema de la Profecía de Sofonías
La idea principal de la Profecía de Sofonías es: Día de Jehová, día de ira (1:14, 15).
6. Análisis general de la Profecía de Sofonías
La Profecía de Sofonías puede ser dividida en tres partes principales, de acuerdo con el
siguiente bosquejo:
Sobrescrito. 1:1.
Juicio sobre Judá. 1:2–2:3.
Juicio sobre las naciones paganas. 2:4–15.
Limpiamiento del pecado del pueblo de Dios y su restauración. 3:1–20.
El bosquejo detallado continúa en el capítulo siguiente.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE SOFONIAS
Sof. 1:1–3:20
Sobrescrito.
1:1.
1. Juicio sobre Judá.
1:2–2:3.
i. Destrucción completa de los idólatras.
1:2–6.
ii. El sacrificio y banquete de Jehová.
1:7–13.
iii. El día de Jehová: un día de ira.
1:14–18.
iv. Exhortación a buscar a Jehová antes del día de la ira.
2:1–3.
2. Juicio sobre las naciones paganas.
2:4–15.
i. Juicio sobre los filisteos.
2:4–7.
cit. citado.
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comerciantes (comp. Keil, McGlothlin, etc.). Con la destrucción de la ciudad, las relaciones
comerciales normales cesarían.
1:12. Escudriñaré a Jerusalem con candiles: Ningún lugar en la ciudad sería refugio seguro
del ojo escudriñador de Jehová, que mediante los instrumentos de su juicio los buscaría a fin
de destruirlos. Haré visitación sobre los hombres que están sentados sobre sus heces: Véase
la nota de Jer. 48:11.
1:14. Cercano está el día grande de Jehová: El día de juicio sobre Jerusalén. Véase la nota
de Joel 1:15.
1:15. Día de ira: El día de Jehová sería el día cuando su ira visitaría la ciudad, por su maldad.
1:17. Su carne como estiércol: Los cuerpos de los muertos en la destrucción de la ciudad no
serían enterrados.
1:18. Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová: El dinero, valioso
para toda finalidad en la sociedad humana, no tendría ningún efecto para influir en Dios.
2:1. Congregaos y meditad, gente no amable: El pueblo, que por su iniquidad no le parecía
a Dios que era amable, es exhortado a juntarse a fin de considerar su conducta y su situación.
2:2. Antes que para el decreto, y el día se pase como el tamo: Antes que el decreto de los
propósitos de Dios fuese ejecutado sobre la tierra, porque el tiempo de gracia señalado para
el arrepentimiento será tan breve como el tamo que es llevado por el viento (comp. Davidson,
y McGlothlin).
2:3. Buscad a Jehová …: quizás seréis guardados en el día del enojo de Jehová: El
arrepentimiento podría traer una mitigación del castigo, a lo menos para algunos.
2:4–15. Juicios sobre las naciones paganas.
Este pasaje corresponde a trozos similares en Amós, Isaías, Jeremías y Ezequiel, que tratan
de los juicios sobre las naciones.
2:4–7. Juicios sobre los filisteos.
Los filisteos eran los enemigos tradicionales de los judíos desde hacía siglos. Véanse las
notas sobre los filisteos en Gén. 10:13, 14 (Tomo I); Jer. 47:1–7.
2:4. Porque Gaza será desamparada: Véase la nota de Jer. 47:1.
2:5. ¡Ay de los que moran a la parte de la mar, de la gente de Cheretim!: Los filisteos
moraban junto al mar Mediterráneo. Cheretim parece tener una relación con Creta
(Davidson). Véase la nota de 2:4–7. Oh Canaán, tierra de Palestinos: Canaán no se aplica
generalmente a la tierra de los filisteos, pero comp. Jos. 13:3.
2:6. Y será la parte de la mar por moradas de cabañas de pastores: Así se predice la
destrucción de Filistea.
2:7. Y será aquella parte para el resto de la casa de Judá: Alejandro Janneo (104–78 a. de
J.C.), conquistó a Gaza y la sojuzgó a Judá.
2:8–11. Juicio sobre Moab y Ammón.
Véanse las notas sobre estos países en Jer. 48:1–47 y 49:1–6.
2:8. Yo he oído las afrentas de Moab, y … los hijos de Ammón con que deshonraron a mi
pueblo: Véanse Jer. 48:27 y su nota.
2:12. Juicio sobre Etiopía.
Véase la nota de Isaías 18:7 en el Tomo III. Se profetiza para los etíopes la desolación de su
tierra por medio de la espada, lo que les aconteció vez tras vez.
2:13–15. Juicio sobre Asiria y Nínive.
La ciudad de Nínive fue destruída en 612 por ejércitos combinados de Media y Babilonia.
2:15. La que decía en su corazón: Yo, y no más: Nínive se enorgullecía por su grandeza y
por su posición como la ciudad más poderosa de la tierra.
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ha de entenderse con referencia a las calamidades que hubo sobre el país, y no respecto a la
suerte personal de Josías, que fue muerto en una forma trágica en la batalla en contra de
Necao, rey de Egipto.
iv. Lectura de la ley y alianza con Jehová
2 R. 23:1–3. 2 Cr. 34:29–32.
Seguidamente se hizo una proclamación al pueblo y, habiendo sido convocado éste a reunión
de fiesta, se leyó en alta voz toda la ley. Al terminar la lectura de la ley, se confirmó una
alianza entre el rey y Jehová, siendo esta alianza entre el rey y Jehová, de que el pueblo sí
observaría los términos del pacto de Jehová, siendo esta alianza ratificada por toda la
concurrencia.
2. Otras reformas de Josías
2 R. 23:4–14. 2 Cr. 34:33.
Tenemos en este pasaje un largo catálogo de reformas que hizo Josías, quitando los males
que existían en el país, de acuerdo con la alianza que había efectuado con Jehová. Estos han
sido comentados en notas anteriores.
Entre estas reformas, fueron quemados los vasos que habían sido empleados en el culto de
Baal y Astarte y en la adoración de las estrellas (2 R. 23:4). Quitó el rey también a los
Camoreos (v. 5), los sacerdotes idólatras (Barnes), que quemaban incienso en los santuarios
de Judá, muchos de ellos lugares ilícitos del culto a Jehová, con una mezcla de idolatría. Hizo
también sacar el bosque fuera de la casa de Jehová (v. 6): Esto fue una imagen de Astarte
que Manasés había puesto en el templo, quitándola después de su arrepentimiento: después
de su muerte, su hijo Amón lo hizo restaurar al santuario (comp. Keil).
Además derribó las casas de los sodomitas que estaban en la casa de Jehová (v. 7): Estos
hombres viciosos, que vendían sus cuerpos a hombres por dinero en la sodomía, habían
llegado a ser tan atrevidos que erigían sus tiendas junto al santuario de Jehová. (Véase la nota
sobre la sodomía en Gén. 19:5, Tomo I, y el artículo Sodomía en el DEHA.) En las cuales
tejían las mujercs pabellones para el bosque: En las tiendas de los sodomitas moraban
también mujeres que tejían el género del cual hacían los pabellones que se utilizaban en el
culto de Astarte (comp. Keil).
E hizo venir todos los sacerdotes de las ciudades de Judá (v. 8): El rey llamó a los sacerdotes
de todo el país, que ilícitamente celebraban el culto a Jehová en distintos lugares, para que
desde entonces se observase sólo en el templo de Jerusalén. Los sacerdotes de los altos no
subían al altar de Jehová en Jerusalem, mas comían panes sin levadura entre sus hermanos
(v. 9): A los sacerdotes que habían cooperado en los cultos ilícitos en el país, no se les
permitía oficiar en los ritos normales del templo, pero en la fiesta anual de la Pascua, por el
número crecido de sacerdotes requeridos para desempeñar debidamente las ceremonias, éstos
no eran excluidos de participación (comp. Barnes).
Asimismo profanó a Topheth (v. 10): Véanse las notas de Jer. 7:31, 32. Porque ninguno
pasase su hijo … por fuego a Moloch: Véase la nota de Lev. 18:21, en Tomo I. Quitó también
los caballos que los reyes … habían dedicado al sol (v. 11): Se tenía la costumbre de
consagrar caballos a la tarea de tirar el carro del sol en los desfiles religiosos (Barnes).
Derribó además el rey los altares que estaban sobre la techumbre de la sala de Achaz (v.
12): Estos altares que estallan dedicados al “ejército del cielo” (Jer. 19:13 y nota) los destruyó
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Josías. Habían sido establecidos por Acaz, probablemente derribados por Ezequías, y
repuestos por Manasés y Amón (comp. Keil).
Asimismo profanó el rey los altos que estaban delante de Jerusalem, a la mano derecha del
monte de la destrucción, los cuales Salomón … había edificado a Astharoth (v. 13): Por
metonimia se llama al monte de los Olivos el monte de la destrucción, por cuanto la idolatría
celebrada allí había de producir ésta. Salomón había hecho altares a Astarte, para honrar la
religión de sus esposas, sobre el monte de los Olivos. Con el tiempo éstos habían ido
acercándose a Jerusalén en la falda del monte que estaba frente a la ciudad (la mano derecha)
(comp. Terry). Y taló los bosques, e hinchió el lugar de ellos de huesos de hombres (v. 14):
Destruyó los ídolos de Astarte, y en su lugar enterró muertos, a fin de profanarlos
eternamente.
3. Cumplimiento de la profecía sobre el altar de Betel
2 R. 23:15–20.
En 1 Reyes 13:2 tenemos una profecía de Josías sobre la destrucción del altar hecho por
Jeroboam. Ahora se cumple ésta, así como la predicción adicional de que quemaría sobre
este altar los huesos de hombres muertos, a fin de inutilizarlo para propósitos religiosos.
Aunque ese altar fue destruído en tiempo de Jeroboam (1 Reyes 13:3–5), es evidente que fue
reedificado después y empleado en el culto del becerro de oro. En la época después de la
caída del reino septentrional de Israel, es aparente que los habitantes trasportados a la tierra
desde Mesopotamia habían continuado la celebración del culto de Betel, con la introducción
de elementos sincretistas de las religiones paganas. Josías, con el celo por Jehová que lo
caracterizó, invadió esta provincia norteña, sobre la cual no ejerció ninguna autoridad
legítima, y destruyó el antiguo altar.
4. La celebración de la Pascua
2 R. 23:21–23. 2 Cr. 35:1–19.
En cuanto a la celebración de la Pascua que siguió al avivamiento que estaba en progreso, el
cronista dedica mayor espacio que el autor de los Reyes. Aquél relata con detalle los
preparativos para la fiesta, de acuerdo con los preceptos mosaicos y el reglamento establecido
por David y Salomón (2 C. 35:4). De los rebaños y manadas reales se dio al pueblo un número
crecido de animales para hacer sus sacrificios (v. 8). La pascua, como se recordará, era una
ordenanza familiar, y el cordero era comido en casa. Y sacrificaron la pascua; y esparcían
los sacerdotes la sangre tomada de mano de los Levitas, y los Levitas desollaban (v. 11): En
los sacrificios nacionales y personales los sacerdotes esparcían la sangre; en los nacionales
los levitas quitaban la piel y cortaban al animal en piezas para la ofrenda, y en los
individuales, el ofrecedor era quien hacía esta tarea. La piel siempre pertenecía al sacerdote.
Comp. la nota de Ginsburg sobre Lev. 1:6, en Ellicott’s Commentary.
Tomaron luego del holocausto … a fin de que ofreciesen a Jehová (v. 12): Aparentemente
esto se refiere a porciones de los corderos pascuales, que eran ofrecidos según el estilo del
holocausto descrito en Lev. 1:9, 17; 3:11, 16 (comp. Terry). Lo que había sido santificado lo
cocieron en ollas … y repartiéronlo … a todo el pueblo (v. 13): Esto se refiere a las porciones
de buey que eran cocidas en distintas formas (hirviendo, o a la plancha) durante los días de
la fiesta de los ázimos, y repartidas entre el pueblo (Deut. 16:1–8) (comp. Ball).
La pascua que hizo observar Josías, en ocasión del hallazgo del rollo de la ley, parece haber
sido la más célebre de todos los tiempos (v. 18).
5. Reformas adicionales de Josías
2 R. 23:24.
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Además de los esfuerzos por reformar que han sido descritos antes, Josías barrió de la tierra
otras tendencias que no se conformaban con la lev mosaica: Pythones: Los que profesaban
comunicarse con los muertos. Adivinos, y terapheos: Idolos caseros (Keil, Ball).
6. Resumen del buen carácter de Josías
2 R. 23:25–27.
El autor sagrado presenta el carácter de Josías como único entre todos los reyes de Judá. En
efecto, su muerte prematura en Meguido a manos de Necao (véase el párrafo siguiente) puede
mirarse como consecuencia de un error de juicio y no moral. Aunque el rey había hecho
tanto, ya venía tarde la reforma, por cuanto los errores pasados de la nación la habían hecho
incorregible (vv. 26, 27). Su incorregibilidad se ilustra después cuando el carácter provisional
y eficaz de las reformas de Josías se puso de manifiesto, en la degeneración de la nación
nuevamente en la época de los cuatro reyes que sucedieron a Josías en el trono. Por todo esto,
la determinación de Jehová de destruir la nación es declarada por el autor bíblico como una
cosa decidida y cierta.
7. Muerte de Josías en Meguido
2 R. 23:28–30a. 2 Cr. 35:20–24, 26, 27.
En el año 608, Necao, faraón de Egipto, subió desde su país para disputar la autoridad de
Caldea, que se había levantado después de la caída de Nínive. Este pasaje en Reyes indica
que subió contra el rey de Asiria. Puesto que Nínive había sido destruída (en 612), es evidente
que se refiere a Nabopolosar, quien gobernaba a Mesopotamia, la que desde tiempo atrás
había pertenecido a Asiria. Josías, por razones no claras, se enfrentó con Necao, impi
diéndole su progreso hacia Mesopotamia. Es probable que, ya que Josías había sido vasallo
de Asiria, quiso apoyar a Nabopolasar, la nueva autoridad en aquel país. Aunque Necao no
quiso hacer frente al rey judío, éste insistió, y finalmente se entabló la batalla, siendo herido
Josías y muriendo poco después, habiendo, además, perdido la batalla. Parece que Necao se
detuvo bastante en esta operación militar, y también en la de Siria (donde se estableció en
Ribla), país que también había sido vasallo de Asiria. A Ribla hizo venir a Joacaz, el rey que
había subido al trono de Judá en vez de Josías, y en su lugar coronó a Joaquim. Véase la nota
de 2 R. 23:33, 34b. Con toda esta demora, pasaron dos años, y fue sólo en 605 cuando sus
fuerzas hicieron frente a Nabucodonosor en Carquemis donde fueron vencidas.
Nota. Los movimientos de Necao durante este período son obscuros, y existen varias
interpretaciones de los acontecimientos. La que yo he dado tiene en cuenta la nueva fecha de
la caída de Nínive (en 612 en vez de 606). Comp. Adams, una autoridad reciente, en Ancient
Records and the Bible (1946), pág. 318 y sig,
El cronista (35:22) señala que las advertencias de Necao a Josías en cuanto a la batalla, eran
de boca de Dios, es decir que el concepto del rey pagano representaba mejor el pensamiento
divino sobre lo que iba a pasar, que el de Josías. Aunque el rey se había disfrazado para entrar
en la batalla, no escapó a la muerte.
8. Endecha de Jeremías sobre la muerte del rey
2 Cr. 35:25.
En este pasaje el cronista registra el hecho de la endecha de Jeremías sobre la muerte del rey
Josías; el contenido de la endecha no se da en ninguna parte (aunque el Targum relaciona
Lam. 4:20 con Josías). Es evidente que el gran profeta había concebido un respeto altísimo
para el rey, quien había sido cortado en la flor de su madurez (tenía menos de cuarenta años
de edad). Las Lamentaciones, libro que se menciona aquí, no ha de confundirse con nuestro
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libro canónico del mismo nombre (comp. Ball, Elmslie, Keil, etc.); el libro a que se refiere
aquí evidentemente se ha perdido.
III. EPOCA DE LA CAIDA DE LA NACION
(Desde la muerte de Josías hasta el traslado a Babilonia)
608–581 a. de J.C.
2 R. 23:30b–25:26.2 Cr. 36:1–21.
(1 Cr. 9:1b.)
(Jer. 7:1–52:30).
(Dan. 1:1–2:49).
Hab. 1:1–3:19.
Ezeq. 1:1–48:35.
Ab. 1–21.
Emprendemos ahora el estudio del último período del Libro II, que abarca la historia trágica
de la caída de la nación de Judá. Los historiadores sagrados siempre atribuyen ésta al pecado
incorregible de la nación, a su idolatría, a su corrupción moral, a la opresión política y
económica, a su descuido de la ley de Moisés, y finalmente, a su desconfianza en Dios
expresada en las alianzas que concluía con naciones extranjeras.
El período abraza la historia de Judá desde la muerte de Josías hasta la caída de la nación,
con los sucesivos traslados a Babilonia (608–581 a. de J.C). Cuatro reyes ocuparon el trono:
Joacaz, Joaquim, Joaquín, y Sedequías. Entre los profetas que desempeñaban su ministerio
estaban Jeremías, Habacuc, y Abdías, que profetizaban en Judá, con dos más que ejercían su
ministerio en el cautiverio, Daniel y Ezequiel.
El período marca la completa degeneración del país, con una falsa confianza en Jehová y su
poder para liberar que no correspondía con los hechos ni con los anuncios de los verdaderos
profetas como Jeremías, Habacuc, o Ezequiel. Esta degeneración, que trajo el rechazamiento
de la nación y su cautiverio para que fuese purificada, había llegado a su colmo. Los últimos
reyes se muestran como impíos y vacilantes, y ningún esfuerzo de Jeremías, el profeta que
más íntimo contacto mantuvo con ellos, pudo cambiarlos.
Sigue un bosquejo de los capítulos de esta sección:
(I) EPOCA DE JOAQUIM.
(II) PROFECIA DE HABACUC.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE HABACUC.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE HABACUC.
C. NOTAS SOBRE LA PROFECIA DE HABACUC.
(III) PRINCIPIO DEL REINADO DE SEDEQUIAS.
(IV) PROFECIA DE EZEQUIEL.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE EZEQUIEL.
B. EXPOSICION DE LA PROFECIA DE EZEQUIEL.
(V) ACTUACION DE EZEQUIEL Y JEREMIAS DURANTE EL REINADO DE
SEDEQUIAS.
(VI) SITIO Y CAIDA DE JERUSALEN.
(VII) EPILOGO: EL PERIODO DESPUES DE LA CONQUISTA.
(VIII) PROFECIA DE ABDIAS.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE ABDIAS.
B. BOSQUEJO DE LA PROFECIA DE ABDIAS.
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vida buena no valía la pena. Si es así, su propia mala suerte (descrita en el párrafo siguiente)
le podía hacer decidir que tal vez, después de todo, su padre tenía razón.
ii. Deposición de Joacaz por Necao
2 R. 23:33, 34b. 2 Cr. 36:3, 4b.
De cómo se apoderó Necao de la persona de Joacaz, el relato sagrado no nos informa. Es
posible que su hermano mayor, Joaquim, (que después le sucedió en el trono), hacía reclamos
al faraón de Egipto para que éste interviniera a su favor. Puesto que el cronista nos dice que
fue depuesto Joacaz en Jerusalén, parece probable que Joaquim se valió del descontento en
la ciudad con el nuevo rey para fomentar una insurrección local, con el resultado de que
Joacaz fue llevado a Ribla, donde se hallaba Necao, y fue entregado en manos del rey egipcio.
Es poco probable que Joacaz hubiera ido voluntariamente al rey hostil que había dado muerte
a su padre Josías.
Necao, después de su victoria sobre el ejército de Judá en Meguido (en la cual murió Josías),
se había detenido en esa ciudad siríaca, antes de seguir a combatir las fuerzas de
Nabucodonosor en Carquemis (véase la nota sobre 2 R. 23:28–30a). Con el ejército
derrotado, pero aún considerable, de Judá a sus espaldas, no era de esperarse que siguiese de
inmediato a enfrentarse con Nabucodonosor. Así se explica su demora en Ribla, porque tuvo
que asegurarse de que sobre el trono de Judá se sentase alguno que le fuese amigable. Es
posible que la sugestión hecha a Joaquim de que él tomase el trono en vez de su hermano
menor Joacaz, viniese de los diplomáticos egipcios.
De todos modos, Joacaz fue depuesto, llevado a Ribla. y mandado en cadenas a Egipto. Sobre
la suerte última del joven rey no tenemos dato ninguno en la historia sagrada o profana.
iii. Endecha de Jeremías sobre Joacaz
(Jer. 22:10–17).
Con motivo de la desaparición del joven rey, hizo una lamentación el profeta Jeremías, que
se registra en 22:10–17 de su profecía. Véanse las notas allí.
2. Principio del reinado de Joaquim
2 R. 23:34a, 35–37. 2 Cr. 36:4a, 5.
En el año 608 a. de J.C., después de la deposición de su hermano menor, Eliaquim (a quien
Necao había cambiado su nombre en Joaquim) ascendió al trono de Judá. Para conseguir la
confirmación de Necao, Joaquim se constituyó en vasallo de aquél, pagando un alto tributo,
que elevó mediante un impuesto sobre las tierras de la población. El carácter del reinado de
Joaquim, que duró once años, se describe en los párrafos siguientes.
3. Profecías de Jeremías al principio del reinado de Joaquim
(Jer. 26:1–24).
(7:1–20:18).
(47:1–7).
Sobrescrito.
7:1.
El profeta Jeremías estuvo muy ocupado durante el reinado de Joaquim, y muchos de sus
discursos se fechan en esta época. Sostuvo también muchos conflictos con las autoridades
del templo y de la nación, que mayormente estaban en oposición al mensaje de este hombre
de Dios.
Estas profecías vienen del principio del reinado de Joaquim, en los años 608–605.
i. El discurso en el templo
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jóvenes que procedían de las familias nobles de Jerusalén. Además, el rey caldeo se llevó
gran cantidad de los vasos sagrados del templo.
La aparente discrepancia entre Jeremías (25:1; 46:2) respecto a la fecha de esta invasión de
Nabucodonosor (que dice el año cuarto de Joaquim) y Dan. 1:1 (“el año tercero”) se explica
por una diferencia en la manera de calcular la cronología. Emprendiendo su reinado Joaquim
en el año 608, y ocurriendo la invasión en 605, se ve que puede describirse como el año
cuarto (con Jeremías), o como tres años después (que parece ser el sentido del pasaje en
Daniel) (comp. las notas de Barnes sobre Dan. 1:1, pero véase Fausset para una explicación
distinta).
5. Profecías de Jeremías desde el año cuarto de Joaquim
(Jer. 25:1–38).
(35:1–36:32).
(45:1–5).
(46:1–21; 48:1–49:33).
Este grupo de profecías ha venido, hasta donde sabemos, de la época de 605 y poco después.
Aunque las fechas de ciertas profecías de Jeremías contra las naciones extranjeras son
inseguras, se ponen aquí como el lugar más probable.
i. Discurso de Jeremías sobre el vaso de la ira de Dios
(Jer. 25:1–38).
Esta profecía sobre el sitio de Jerusalén, con la figura del vaso de vino de la ira de Jehová
que el profeta ha de hacer tomar a las naciones, se bosqueja y comenta en detalle en los
capítulos sobre la Profecía de Jeremías.
ii. Tercer grupo de profecías de Jeremías bajo el reinado de Joaquim
(Jer. 35:1–36:32).
(45:1–5).
Estas profecías de Jeremías, aunque no aparecen aquí en este bosque cronológico como el
tercer grupo, así se arreglan en la Profecía, que (como se ha señalado anteriormente) no está
en orden cronológico.
a. Jeremías y los recabitas
(Jer. 35:1–19).
Las relaciones de Jeremías con los recabitas, y la identidad de éstos, se discuten en los
capítulos sobre la Profecía de Jeremías. Véanse el bosquejo detallado y las notas
correspondientes.
b. Escritura del libro de las profecías de Jeremías
(Jer. 36:1–32).
El relato sobre la escritura de las profecías tiene un valor especial por la luz que arroja sobre
las relaciones de Jeremías con su amanuense Baruc, y la manera gradual en que sus discursos
llegaron a la forma escrita. Véanse el bosquejo detallado y las notas en los capítulos que
tratan de la Profecía de Jeremías.
c. Oráculo consolador a Baruc
(Jer. 45:1–5).
Esta nota personal a su amanuense Baruc, con motivo de consolar a su joven ayudante, se
comenta detalladamente en la exposición de la Profecía de Jeremías.
iii. Profecías de Jeremías contra las naciones extranjeras
(Jer. 46:1–28; 48:1–49:33).
Aunque las fechas de algunas de estas profecías son inseguras, es conveniente agruparlas
aquí, y la fecha dada es la más probable.
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Sobrescrito.
(Jer. 46:1).
Aquí tenemos el título del grupo de profecías contenidas en esta sección.
a. Profecía en contra de Egipto
(Jer. 46:2–28).
El gran poderío, ya declinante en los días de Jeremías, no escapa al amargo anuncio de juicio
que el hombre de Dios arroja sobre él. Véanse el bosquejo y las notas expositivas en la
sección que trata de la Profecía de Jeremías.
b. Profecía contra Moab
(Jer. 48:1–47).
Los moabitas, antiguos enemigos de Israel, reciben el anuncio de su desastre. Este pasaje se
bosqueja y se comenta en los capítulos sobre la Profecía de Jeremías.
c. Profecía contra Ammón
(Jer. 49:1–6).
Ammón, cuya posesión quedaba al oriente de Canaán, era otro enemigo tradicional de Israel.
Véanse las notas en relación con la exposición de Jeremías.
d. Profecía contra Edom
(Jer. 49:7–22).
Al sudeste de Palestina quedaba la antigua herencia de Edom. Sobre la profecía de Jeremías
en contra de este país, véanse los comentarios en las Notas sobre la Profecía de Jeremías.
e. Profecía contra Siria
(Jer. 49:23–27).
Este pasaje se expone en relación con la Profecía de Jeremías.
f. Profecía contra ciertas tribus árabes
(Jer. 49:28–33).
Véanse las notas en el capítulo Notas sobre la Profecía de Jeremías.
6. Ascensión de Nabucodonosor al trono de Babilonia
Durante los últimos años de Nabopolasar, padre de Nabucodonosor, aquél estaba enfermo, y
el hijo se encargó de sus tropas en la batalla (ya comentada) contra Necao. Al saber que su
padre había muerto, Nabucodonosor dejó el cuerpo principal de sus tropas en el campo y se
volvió a Babilonia con algunos de sus tenientes. Aunque algunos autores dan como 605 la
fecha de su ascensión al trono, ponemos este acontecimiento importante en 604 a. de J.C. Así
empezó el largo reinado de Nabucodonosor, que duró hasta 562 a. de J.C. Durante los veinte
años después de su ascensión, este rey poderoso tuvo mucho que ver con la suerte de la nación
judía. Después de la caída de la ciudad, los cautivos aún estaban bajo su supervisión y lo
miraban como su rey y amo, con excepción de los que habían transmigrado con Jeremías a
Egipto. Estos también siguieron temiendo al feroz conquistador caldeo, miedo que fue
justificado cuando Nabucodonosor hizo su invasión de Egipto en 568, con la consecuente
desolación del país.
Aunque Nabopolasar había fundado el segundo imperio babilónico, Nabucodonosor fue
quien llevó a la ciudad a su mayor altura de gloria, no sólo confirmando su autoridad en el
mundo, sino hermoseándola con templos y edificios, a la vez que la fortificó hasta que fue
casi inexpugnable.
7. El joven Daniel en la corte de Nabucodonosor
(Dan. 1:3–2:49).
En este pasaje, comentado en relación con las notas sobre Daniel en el tomo siguiente,
tenemos dos relatos que probablemente corresponden a este período de historia.
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cit. citado.
a. antes (en fechas).
J.C. Jesucristo (en fechas).
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El profeta Habacuc es otro de los hombres de Dios que vivió en el período de reforma y de
entusiasmo religioso del último cuarto de siglo antes de la caída de Jerusalén. Porlas
referencias que en su libro se hacen a los caldeos, creo que fue escrito éste poco después del
aparecimiento de Babilonia sobre el escenario nacional como factor principal en la política
mundial, o sea, poco después de la victoria de Nabucodonosor sobre las fuerzas egipcias en
605, en la batalla de Carquemis. Nabopolasar, padre de Nabucodonosor, que puede llamarse
el fundador del segundo imperio caldeo, fue hecho virrey de Babilonia bajo el reinado de
Asur-etil-ila-ni, de Asiria, (país que ejerció soberanía en Babilonia). Por la debilidad de los
últimos reyes de Asiria, Nabopolasar se hizo más fuerte, sin duda juntando armas y
confirmando alianzas con el fin de librarse completamente del yugo asirio. Alrededor de 614
a. de J.C. se habría declarado independiente, y en 612, valiéndose de una alianza con los
medos bajo Ciajares, participó en el sitio de Nínive, que fue destruída. Con esta destrucción
del poderío asirio, consolidadas sus victorias, y el vencimiento de las fuerzas egipcias en 605,
los caldeos quedaron como el país más fuerte de la época.
Los caldeos eran originarios de la parte septentrional de Mesopotamia y, bajo Nabopolasar,
establecieron su dominio en Babilonia.
Creo que la Profecía de Habacuc coincidió con el reinado de Joaquim en Jerusalén, siendo el
profeta Jeremías su contemporáneo. Probablemente Habacuc fue posterior a Nahum y
Sofonías, y anterior a Ezequiel y Daniel. Sin embargo, es probable que la vida del profeta se
extendió hasta la época de Daniel y Ezequiel.
Keil fecha la Profecía de Habacuc antes del año 13 de Josías (antes de 626) (Introduction,
pág. 411). Kleinert y Elliot la ponen en 605, antes de la batalla de Carquemis; Angus y Green
la fechan en tiempo de Joaquim, después del vencimiento de Necao pero antes de la invasión
de Nabucodonosor en 605. Robinson la data en 603 a. de J.C. Davidson cree que la Profecía
fue escrita antes de la destrucción de Jerusalén en 586. Ward pone la sección 1:12–2:20
después de la caída de Jerusalén.
Indico como fecha de la Profecía cerca de 600 a. de J.C. para los primeros dos capítulos,
siendo indefinida la época de origen del salmo en el cap. 3.
Nota. Para un estudio más detallado de los tiempos de Habacuc, véanse las introducciones a
las profecías de Nahum, Jeremías, Sofonías, y Ezequiel.
4. Enseñanzas de Habacuc, y carácter de éstas
La Profecía de Habacuc tiene un punto de vista más amplio que el de algunos otros profetas.
Para él, la religión de Jehová era universal en carácter, doctrina expresada en el pasaje en
2:14: “Porque la tierra será llena de conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas
cubren la mar.”
Enseña también la doctrina de que Dios emplea instrumentos humanos para la ejecución de
sus propósitos. En este caso son los caldeos los que son utilizados por Dios en la tarea de
disciplinar a los judíos.
Un tercer concepto que se halla plenamente expuesto en la Profecía es el de la fidelidad a
Dios como base de la perseverancia. Esta doctrina la tenemos en 2:4: “El justo en su fe
vivirá.” La palabra traducida fe significa aquí más bien fidelidad (véase la nota sobre el 2:4).
El contexto del pasaje muestra que es la destrucción de los enemigos de Dios lo que se
contempla aquí, por su orgullo y cruel opresión a otros pueblos. En contraste con esto nos es
presentada la fidelidad del pueblo de Dios que les asegura la vida (2:4).
5. Ocasión y propósito
La ocasión y propósito se desprenden del estudio detenido de la Profecía.
i. Ocasión
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La Profecía de Habacuc empieza con un diálogo entre el profeta y Dios, en que aquél propone
las quejas y dificultades que tiene, y Dios le contesta.
Ha de advertirse al lector que la interpretación que se presenta en las siguientes notas sobre
la Profecía de Habacuc no es la única que se ha ideado, pero es la más común y la que mejor
corresponde (según mi parecer) con el carácter del libro.
1:1. La carga que vió Habacuc profeta: Véase la Introducción para una discusión de la
persona del profeta.
1:2–4. Queja del profeta por la iniquidad del pueblo.
El profeta presenta aquí su queja a Jehová: ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás?…
¿Por qué me haces ver iniquidad?: El profeta se aflige por razón de que existía la iniquidad
en la tierra, y aparentemente Dios no hacía nada para removerla ni disciplinar a los que la
practicaban.
1:5–11. Contestación de Jehová.
En esta sección tenemos la contestación de Dios al profeta: Yo levanto los Caldeos (v. 5).
Aunque parecía que el pecado del pueblo iba sin condenación y sin disciplina, esto se
explicaba en que la justicia de Dios tardaba y se preparaba; mediante un pueblo feroz y cruel,
los caldeos, había de ejecutarse la justicia de Dios sobre los impíos.
1:12–17. Problema del por qué del castigo de los malos por los peores.
La resolución del problema sobre el castigo de los hebreos malos suscita otro mayor, y el
profeta aún no se halla satisfecho por la contestación divina que le ha sido concedida: ¿Por
qué ves los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él …?: El
profeta ha reconocido la maldad de Israel, y cree que Dios la debe disciplinar, pero pregunta
si no había forma más razonable para hacerla desaparecer, que traer a un pueblo pagano, los
caldeos, para destruir a los hebreos. Por más malo que era el pueblo israelita (y el profeta ya
ha reconocido que lo fue), le parece que fue injusto que ellos fuesen destruídos por un pueblo
todavía más cruel y malo.
1:14. Y haces que sean los hombres como los peces de la mar, como reptiles que no tienen
señor: A menudo se atribuye a Dios una acción que él permite en otros (Henderson). El
profeta se queja porque aparentemente Dios trata a los hombres como si fuesen animales que
no tienen el amparo protector de Dios (comp. Ward). Como un pez es sacado de la mar, así
serán los hebreos tomados de su tierra.
2:1. Expectativa del profeta por la contestación de Dios.
El profeta se propone esperar con paciencia, desde su torre de atalaya, la contestación de Dios
a las preguntas que él ha formulado: Sobre mi guarda estaré … y atalayaré para ver qué
hablará en mí. Este versículo contiene la reflexión del profeta dentro de sí. Pidge supone que
el profeta ascendió a alguna torre u otro edificio alto, pero es probable que se hable aquí
figuradamente (comp. Keil).
2:2–4. Caída del orgullo y afirmación de la fidelidad.
Jehová responde ahora al segundo problema del profeta, que se relacionaba con el castigo de
los malos hebreos por los peores caldeos, y le manda que escriba la visión: Declárala en
tablas, para que corra el que leyere en ella: El profeta había de escribir tan claramente el
mensaje, para que su lectura fuera fácil y comprensible (VM: “para que se pueda leer
corrientemente”). El pasaje significa que el lector puede “correr” en su lectura sin que se lo
impida alguna obscuridad en el sentido (comp. Davidson, Keil, etc.).
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La contestación de Jehová quiere decir, en esencia, que el alma del enemigo (el caldeo) se ha
llenado de orgullo, y será echado abajo; en cambio, el justo (que es humilde) será levantado
y verá la vida (v. 4): He aquí se enorgullece aquel cuya alma no es derecha en él: mas el
justo en su fe vivirá. Es este versículo el que cita Pablo como texto de la Epístola a los
Romanos, para fundar sobre él su doctrina de justificación por la fe (Rom. 1:17). La palabra
traducida fe es más bien fidelidad; pero entre la idea del AT de la fidelidad, y la del NT de la
fe, existe poca diferencia, por cuanto se relacionan estrechamente las dos cosas, siendo
inseparables, y emanan la una de la otra. Comp. Pidge.
2:5–20. Ayes sobre los caldeos.
En una serie de cinco ayes sobre los caldeos, el profeta delata los motivos por los cuales ellos
han de caer. Se reprende a los caldeos por su despojamiento de otros pueblos (vv. 5–8), por
su codicia (vv. 9–11), por la opresión con que han tratado a otros pueblos (vv. 12–14), por la
destrucción de éstos (vv. 15–17), y por la idolatría (vv. 18–20).
2:5. Que ensanchó como el infierno su alma, y es como la muerte, que no se hartará: Como
el paralelismo indica aquí, siendo infierno paralelo a muerte, la palabra infierno se emplea
en un sentido neutro referente al lugar de los muertos sin tener en cuenta su condición
respectiva de felicidad o de infelicidad, siendo la traducción de la palabra Scheol; como esta
palabra se emplea en el AT, denota el “mundo abajo,” o sea, el lugar de los muertos. El
pensamiento de este pasaje es que nunca se llena en tal forma el lugar de los muertos, que no
hay lugar para otros.
2:8. Porque tú has despojado muchas gentes, todos los otros pueblos te despojarán: Por
cuanto los caldeos habían despojado a otras naciones, ellos también serían despojados.
2:11. Porque la piedra clamará desde el muro, y la tabla del enmaderado le responderá: El
conquistador ha levantado sus edificios con el producto de sus ganancias ilícitas, y éstas le
acusarán. Figura de prosopopeya.
2:14. Porque la tierra será llena de conocimiento de la gloria de Jehová, etc.: Véase la nota
del pasaje paralelo en Is. 11:9, Tomo III.
2:18. ¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo?: El profeta aquí ataca la idolatría
de Babilonia, que no sirve para nada; el escultor no encuentra utilidad en el ídolo que ha
hecho. ¿La estatua de fundición que enseña mentira …?: Esta traducción claramente limita
la interpretación del pasaje: es el ídolo el que enseña las mentiras. La VM traduce el hebreo
más literalmente: “La imagen fundida, y el maestro de mentiras,” rendición que se presta
para referirse al sacerdote del ídolo que hace la falsa propaganda (comp. Pusey, que
correctamente reconoce que hay poca diferencia entre las dos interpretaciones). Creo que la
introducción de la VM es la mejor, entendiéndose que el escritor bíblico se refiere al ídolo
como el enseñador de mentira (comp. Ward, Keil, Davidson, etc.).
3:1–19. Salmo de Habacuc.
El último capítulo de la Profecía de Habacuc contiene un salmo (comp. Jonás, cap. 2). El
título del salmo es Oración de Habacuc.
En este salmo tenemos la descripción de una teofanía de Dios, siendo presentada su aparición
bajo la figura de una tempestad que se acerca, con terremotos. La venida de Jehová tuvo el
resultado de provocar temor y terror entre los pueblos que la presenciaban, así como sobre el
mismo profeta (v. 16), temor que pronto había de cambiarse en confianza en Dios, y en la
salvación que él traía a su pueblo.
3:1. Oración de Habacuc profeta, sobre Sigionoth: Esta expresión evidentemente indica el
estilo de poesía en que está redactado el salmo, que es de pasión y entusiasmo, muy
emocionado en su carácter (comp. Keil, y Davidson).
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3:3. Dios vendrá de Teman, y el Santo del monte de Parán: Estos lugares del desierto
sinaítico recuerdan la teofanía de Jehová en Sinaí (comp. Keil, Ward).
3:4. Rayos brillantes salían de su mano: Keil interpreta esto como rayos a semejanza de los
que proceden del sol, pero creo que denota los relámpagos (y así Driver). Esto corresponde
con la figura de la tempestad al final del pasaje.
3:5. A sus pies salían carbones encendidos: Se refiere el pasaje a las pestilencias (comp.
Kleinert y Elliott), medio que se concebía como empleado por Jehová para disciplinar a los
hombres.
3:6. Paróse, y midió la tierra, etc.: Como gigante que sacude la tierra, se presenta la venida
de Jehová en juicio.
3:7. He visto las tiendas de Cushán en aflicción; las tiendas de la tierra de Madián
temblaron: Probablemente tribus de Arabia (aunque había una Cus en Africa). Señala Driver
que, puesto que Jehová bajaba al Sinaí, era natural que las tribus árabes temiesen su llegada.
3:8. ¿Airóse Jehová contra los ríos? ¿Contra los ríos fue tu enojo? ¿Tu ira contra la mar,
cuando subiste sobre tus caballos, y sobre tus carros de salud?: Este pasaje se refiere a la
liberación del pueblo en el mar Bermejo bajo la dirección de Moisés, y en el río Jordán bajo
Josué, cuando estas aguas sintieron el poderío de Jehová, típico de la destrucción de otras
naciones en tiempo de Habacuc, así como habían sido destruídos los ejércitos de Egipto y de
Canaán. (Comp. Henderson).
3:10. Viéronte, y tuvieron temor los montes: Por prosopopeya los montes tipifican el temor
de los hombres ante la llegada de Jehová en juicio.
3:11. El sol y la luna se pararon en su estancia: Grandes trastornos de la naturaleza
manifiestan figuradamente el temor del hombre ante la llegada del día de Jehová (véanse las
notas de Joel 1:15; 2:10; en Tomo III).
3:13. Saliste para salvar tu pueblo: Así como Jehová había librado a su pueblo en tiempos
de Moisés, asimismo los salvaría ahora, destruyendo el poder de los caldeos.
3:14. Horadaste con sus báculos las cabezas de sus villas: Mejor traduce la VM: “Traspasas
con sus mismas lanzas a los jefes de sus guerreros.” En su confusión, los enemigos del pueblo
se mataban unos a otros (comp. Driver).
3:15. Hiciste camino en la mar a tus caballos, por montón de grandes aguas: La base
histórica del pasaje es el cruce del mar Bermejo, que se toma como tipo de la venida de
Jehová ahora, quien, para realizar el juicio que se propone, no se detiene ante las aguas, sino
que pasa por en medio (comp. Keil).
3:16. Efecto de la teofanía en el corazón de Habacuc.
Ante la terrible venida de Jehová en juicio, el profeta se estremeció. Habacuc, hablando en
representación de todos los fieles de Dios, tiembla al ver acercarse los juicios (que los han de
librar) (comp. Fausset).
3:17–19. Aunque la higuera no florecerá …, con todo, yo me alegraré en Jehová: Aunque el
profeta prevé que muchas calamidades han de caer sobre la tierra, él se alegrará en Dios,
confiando que todo saldrá bien al final. Esta confianza en Dios forma un contraste con las
dudas que emanan del profeta en la primera parte de su profecía, y forma una buena
conclusión a este tratado sobre la duda de un hombre honesto.
Al jefe de los cantores sobre mis instrumentos de cuerdas: Estas palabras en letra bastardilla
no pertenecen al texto original, ni fueron puestas por el profeta, sino que fueron agregadas
por los músicos del templo, refiriéndose al uso de este salmo en el canto de los servicios
religiosos (comp. Keil). Es evidente que en la liturgia del templo, este salmo fue usado con
el acompañamiento de instrumentos de cuerda.
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(Jer. 30:1–31:40).
Estas profecías es fechan en el período entre 597 y 588, antes del ataque final de
Nabucodonosor a Jerusalén. Véanse las notas y el bosquejo detallado en relación con la
Profecía de Jeremías.
6. Visita de Sedequías a Babilonia
(Jer. 51:59).
En este pasaje de la Profecía de Jeremías se da cuenta de una visita de Sedequías a Babilonia,
hecha en el año cuarto de su reinado (593), que no se relata en los libros históricos.
Probablemente fue un acto de homenaje al rey caldeo que hizo el rey de Judá.
(IV) PROFECIA DE EZEQUIEL
Ezeq. 1:1–48:35.
La Profecía de Ezequiel no es tan bien conocida como la de Isaías, la de Daniel, y las de otros
profetas. No se cita tanto en el Nuevo Testamento, ni se ha empleado con tanta frecuencia
para sermones como aquéllas. Sin embargo, tiene muchas interesantes parábolas, alegorías,
visiones y acciones simbólicas, con muchos pasajes aislados que se prestan para sermones
evangélicos, y bien merece un estudio detenido, recompensando al lector que con ahínco y
empeño se dedica a estudiarla.
Ezequiel, en algunos sentidos, se parece a los profetas que le precedían en el gran interés que
él manifestaba en el estado nacional judío. Pero, ya que éste se estaba desintegrando cuando
él desempeñaba su ministerio y se encontraba lejos de su nación entre los cautivos judíos en
Babilonia, se dedicaba mucho más que sus predecedores a un ministerio al individuo,
predicando un mensaje de responsabilidad individual que no aparece en las profecías de ellos.
Isaías había predicado un mensaje de responsabilidad nacional, como si dijera: “La nación
que pecare, esa morirá.” Ezequiel predicó ese mensaje, pero agregó a él el anuncio de 18:4,
20; “El alma que pecare, esa morirá.” Así que, mientras que los otros profetas habían sido
verdaderos estadistas religiosos en sus intereses y actividades, Ezequiel más bien actuó en
relación con una pequeña comunidad hebrea en el cautiverio, y no con el estado civil judío.
Se ocupó mucho más en una obra más bien pastoral que política, y en esto se diferenció de
aquéllos que le habían precedido.
Como Daniel y Zacarías después, Ezequiel refirió en su profecía muchas visiones. Los
profetas antes que él se habían valido más de metáfora y otras figuras de la misma clase.
Ezequiel, Daniel, y Zacarías vieron muchas visiones y las narraron en sus profecías.
Por el carácter simétrico y cronológico de la Profecía de Ezequiel, he considerado mejor otro
proceso de tratamiento que el que me ha guiado en la preparación de las notas sobre Isaías y
Jeremías. Estos y otros libros proféticos, los he expuesto mediante notas sobre pasajes
aislados; en cambio, la Profecía de Ezequiel se presta para la exposición o sea, la exégesis
continua del pensamiento del profeta, combinando el bosquejo con las notas. Jeremías delata
una falta notable de organización y de cronología en su obra; la Profecía de Ezequiel sigue
un hilo de pensamiento que avanza de punto en punto en orden lógico hasta llegar al final; el
tratamiento expositivo es admirable para la iluminación de esta grande obra. Creo que se
facilitará el estudio al alumno, y será más clara su comprensión de las grandes ideas del
profeta, si tratamos su obra mediante la exposición, como lo hemos hecho en la discusión de
los Reyes y las Crónicas, en el Tomo III y en este tomo.
A. INTRODUCCION A LA PROFECIA DE EZEQUIEL
Ezeq. 1:1–48:35.
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en una atmósfera de alto interés religioso y de reforma, que, sin duda, le había afectado
profundamente.
iii. Disminución del poder de Asiria y crecimiento del de Babilonia
Habiendo Asiria ejercido autoridad sobre el mundo por unos dos siglos, le tocó al final
disminuir frente al nuevo y creciente poderío de Babilonia. Siendo Judá nominalmente una
dependencia de Asiria durante la época de Josías, prácticamente se portó como nación
independiente.
iv. Política vacilante de Judá
En la época anterior al ministerio de Ezequiel, Judá había seguido una política vacilante
frente a la doble amenaza que se cernía sobre la nación: Asiria en el norte, y Egipto en el sur.
Tanto Isaías como Jeremías habían predicado constantemente en contra de la política de
aliarse con estas naciones, teniendo poco efecto sus anuncios de desastre: primero se aliaba
el pueblo con Egipto, luego nuevamente con Asiria, con el resultado de que a menudo
sobrevenía sobre Jerusalén la ira de ambos países al mismo tiempo.
v. Batalla de Meguido
La batalla de Meguido puede llamarse la crisis de la historia judía. Se verificó
aproximadamente en 608 a. de J.C. Viniendo Faraón Necao con sus ejércitos, subió por la
costa del Mediterráneo y entró en Palestina. Aunque no amenazaba a los judíos (buscaba más
bien hacer frente a los ejércitos de Caldea), Josías salió a afrontarlo. Declarándole Necao que
no quería pelear, Josías insistió. En la batalla que sucedió, fue muerto Josías, siendo vencido
enteramente el ejército de Judá.
Los resultados de esta batalla constituyeron una gran desilusión para el pueblo judío, que
parece haber salido a guerrear con la plena convicción de que Jehová estaba con él, y que en
esto, así como en cualquier proyecto que iniciaran, ganarían. Con esta derrota, terminó el
idealismo en la política: al ver el pueblo que había perdido la batalla (a pesar de haber creído
que Jehová estaba con él), volvió a la antigua política de una aparente alianza con los dos
países Egipto y Babilonia, procurando en esta forma salvarse de su amenaza.
vi. Primer traslado a Babilonia
Joaquim, el rey de Judá durante 608–597, había sido puesto en el trono por el rey egipcio
(Necao) y era aliado de Egipto. Viniendo Nabucodonosor con ira a Jerusalén después de
vencer a Necao en Carquemis, llevó a Babilonia, en carácter de rehenes, a algunos de los
aristócratas judíos, entre ellos Daniel y sus tres amigos: Sadrac, Mesac, y Abednego (Dan.
1:1–7). Esto fue en 605 a. de J.C.
vii. Segundo traslado a Babilonia
Habiéndose rebelado Joaquim, vino de nuevo Nabucodonosor para dominar la rebelión.
Cuando el rey llegó a Jerusalén (en 597), ya había muerto Joaquim, y reinaba en su lugar
Joaquín, que ocupó el trono sólo tres meses. Habiendo conquistado a la ciudad,
Nabucodonosor llevó preso a Joaquín, y en su lugar puso a su tío, Sedequías, hijo de Josías.
En Babilonia Joaquín pasó treinta y siete años en la cárcel antes que fuese puesto en libertad
por Evil-merodac, rey de Babilonia. Ezequiel siempre fechó los acontecimientos de acuerdo
con el período de cautividad de Joaquín.
Entre otros que fueron llevados a Babilonia en 597 se hallaba Ezequiel, y con él muchos de
la clase noble de Jerusalén: sacerdotes, artesanos, políticos. El propósito de Nabucodonosor
fue hacer desaparecer del gobierno de Judá a todos aquéllos que conocían los asuntos de
gobierno, con el fin de terminar con toda posibilidad de resistencia organizada en Palestina
contra su autoridad. Pero no había estimado debidamente el fanatismo y el nacionalismo
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extremo de los judíos, quienes, aun sin sus dirigentes y gobernantes, organizaron una rebelión
más importante bajo el poder de Sedequías que la que habían hecho bajo Joaquim.
viii. Dos corrientes de historia judía
Desde el traslado a Babilonia en 597 a. de J.C. hasta la final destrucción de Jerusalén en 586,
hay dos corrientes de historia judía: la que seguía en Jerusalén, y la que se desarrollaba entre
los trasladados a Babilonia. Los cautivos seguían con sumo interés el desenvolvimiento de
los acontecimientos políticos en Palestina, informándose de alguna manera de los sucesos
muy poco después que se verificaron.
Los trasportados miraban siempre con menosprecio las actividades de los gobernantes en
Jerusalén que habían sido puestos en su lugar cuando ellos fueron trasladados a Babilonia.
Los cautivos se encontraban muy lejos de los asuntos nacionales en cuerpo, pero no en
espíritu; se creían mucho más capaces para dirigir los asuntos de Jerusalén que los que
ocupaban en Palestina los puestos de autoridad. Tanto Ezequiel como Jeremías compartían
esta opinión tocante a los cautivos, creyéndolos mejores que los que habían quedado en
Palestina. Jeremías dio expresión a su opinión bajo la figura de las dos cestas de higos, una
de higos buenos, que representaba a los judíos en el cautiverio, la otra de higos malos, que
representaba a los habitantes de Jerusalén (Jer. 24).
2. Ministerio de Ezequiel
i. Principio de su ministerio
Ezequiel empezó su ministerio público en el año 592 a. de J.C., o sea, en el quinto año de su
cautiverio. Al ser llevado a Babilonia, fue puesto en un pueblo llamado Tel-abib (Ezeq. 3:15),
sobre las orillas del río (o canal) Kebar, cuya ubicación no es sabe de cierto. Algunos han
conjeturado que posiblemente se hallaba en el extremo sur del país, otros que estaba en el
centro, cerca de la ciudad de Babilonia.
Al empezar su ministerio de profeta, Ezequiel habría tenido aproximadamente treinta años
de edad. Ya estaba casado, y tenía su propio hogar. En su obra hace referencia a un período
de treinta años, que bien puede ser un dato sobre su propia edad cuando empezó a predicar
(véase 1:1, y comp. la VM). Otros creen que es una referencia a la fecha desde la era de
Nabopolosar, padre de Nabucodonosor, fundador del segundo imperio caldeo.
Las circunstancias del llamamiento de Ezequiel, las tenemos indicadas en los primeros tres
capítulos de su obra. Recibió una comisión de Dios para llevar a cabo su ministerio entre el
pueblo de Israel, pero sin esperanza alguna de lograr éxito entre ellos.
ii. Duración del ministerio de Ezequiel
No se sabe cuántos años predicó Ezequiel; posiblemente fueron más de veintidós años.
Empezó su ministerio en 592, y la última fecha que menciona en su obra es el año 27 del
cautiverio de Joaquín, que corresponde con el año 570 a. de J.C. (véase Ezeq. 29:17).
iii. Relación entre Ezequiel y Jeremías
Es extraño que ni en la Profecía de Jeremías ni en la de Ezequiel, se encuentre referencia
alguna al otro profeta. Esto es sorprendente cuando se recuerda que eran contemporáneos:
los últimos cinco años del ministerio de Jeremías en Jerusalén coincidían con los primeros
cinco años del ministerio de Ezequiel en Babilonia.
Ezequiel, mientras vivía aún en Jerusalén, actuaba como sacerdote; era lo bastante
prominente en los círculos políticos para que, de entre las mil personas que fueron llevadas
al cautiverio por Nabucodonosor, se hubiese destacado él.
Es casi cierto que Ezequiel conocía bien a Jeremías, el hombre de Dios más prominente de
su época, que desempeñaba su ministerio de profeta en Jerusalén a la vez que Ezequiel servía
de sacerdote. Pero no se mencionan el uno al otro.
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que los huesos secos de la vida nacional y espiritual del pueblo podían revivificarse (cap. 37).
Tenemos aquí uno de los contrastes más notables en toda la historia, entre el falso optimismo
que existía entre los judíos antes del cautiverio (que no les permitía creer en la predicción de
la caída de la nación), y la completa desconfianza y desesperación que existía entre ellos
después de la destrucción de su nación, que tuvo el efecto de quitarles fe en la posibilidad de
una restauración.
A pesar de la incredulidad, tocante a sus mensajes, que el pueblo manifestaba, Ezequiel
parece haber gozado de cierta fama entre ellos. En algunas ocasiones los ancianos del pueblo
lo visitaron para averiguar en cuanto a la voluntad de Dios, como en 8:1, cuando los ancianos
presenciaron el éxtasis del profeta al ser éste arrebatado por el Espíritu de Dios y transportado
en el espíritu a Jerusalén, así como en otras ocasiones.
ii. Vindicación del mensaje de Ezequiel
La destrucción de Jerusalén, la mayor tragedia del pueblo judío antes de Cristo, fue una
vindicación de la predicación de Jeremías y de Ezequiel, quienes, a pesar de toda la oposición
de las clases gobernantes y religiosas, habían insistido que había de suceder.
Cuando la ciudad fue cercada por los ejércitos de Nabucodonosor, Jeremías en Jerusalén
insistió de inmediato en la inutilidad de la resistencia, y aconsejó una rendición incondicional
al rey caldeo, por lo cual fue castigado por el rey judío, Sedequías.
En Caldea, Ezequiel también anunciaba la caída de la ciudad. Cuando vino el mensajero (el
“escapado” de 24:26) con la noticia de que la ciudad había caído, fue vindicado Ezequiel
como profeta.
iii. Idea de la responsabilidad individual
Una de las doctrinas más importantes del profeta Ezequiel, que él anunció (casi por primera
vez entre los profetas de Israel), es la de la responsabilidad individual. Los profetas
anteriores, Isaías, Jeremías, Miqueas y otros, se habían interesado por la salvación nacional,
y habían propagado esta doctrina, es decir, la relación entre la nación y Jehová. Los derechos
y las obligaciones del individuo dentro de la vida civil y económica del pueblo eran, desde
luego, especificadas en detalle, pero el énfasis mayor fue sobre la relación entre el estado y
Dios.
Ezequiel, sin descuidar el elemento teocrático (cap. 16, por ejemplo), se interesó mucho más
en la doctrina de la responsabilidad individual. En este aspecto, el profeta Ezequiel fue el
más evangélico de todos los profetas del Antiguo Testamento, así como Isaías fue el más
evangélico en la claridad y perspicacia con la cual vio y anunció los sufrimientos del Mesías.
a. Razón para la prominencia de la idea de la responsabilidad individual
La razón para la prominencia de la responsabilidad individual en la Profecía de Ezequiel se
afirma en que Ezequiel vivía en una época de un nacionalismo moribundo (porque estaba por
caer la nación hebrea). Es muy natural, en esa época cuando la vida nacional decaía, cuando
los ejércitos del enemigo se estaban aproximando a los muros de la ciudad capital, cuando la
unidad de la sociedad judía se desintegraba, que el profeta empezara a pensar en la
responsabilidad individual. Dejando de existir la nación, deja de figurar su responsabilidad
delante de Dios, y queda en pie la responsabilidad de aquellos individuos esparcidos que
antes habían compuesto la nación.
Puesto que el profeta vivía alejado de los asuntos de gobierno, desterrado, en relación
solamente con un pequeño grupo del pueblo, que también era cautivo y avasallado, sin
ninguna autonomía en los asuntos civiles, disminuía el interés del profeta en la vida nacional,
y aumentaba el interés en los individuos.
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seco y fastidioso al lector que por primera vez abre la Profecía para leerla. Esto es debido, en
parte, a la mente analítica del profeta, que le hace seguir una figura (una parábola, una
alegoría, etc.), hasta la última inferencia posible de ella, no dejando de mencionar cada
detalle, sea o no de interés para la lección principal que él quiere enseñar. Este profeta emplea
muchas figuras y siempre elabora los detalles de ellas en su exposición.
En la Profecía de Ezequiel hay muchos arameísmos, lo que es natural en vista de que el
profeta vivió muchos años en un país en el cual se hablaba el arameo (el caldeo), y él mismo
probablemente aprendió a hablar algo este idioma, que era muy parecido al hebreo.
A pesar de ser algo fastidioso el estilo de Ezequiel, su libro proporciona una lectura hermosa
para el estudiante que se dedica con ahínco a profundizarse en la significación de los
complicados y aun fantásticos símbolos. Aunque éstos confunden al lector ordinario, son una
fuente fructuosa de lecturas devocionales y de temas para mensajes.
7. La figura apocalíptica en la Profecía de Ezequiel
El carácter de la figura apocalíptica ha sido descrito en términos breves en la nota sobre Joel
2:28–32, en el Tomo III. Aquí desarrollo la exposición de la figura con más detalles, por
cuanto esta figura ocupa en la Profecía de Ezequiel un lugar muy prominente.
La apocalíptica es una figura de la retórica muy parecida a la alegoría o a la parábola. De
acuerdo con las reglas de interpretación de estas figuras, no deben llamar más la atención los
detalles de la estructura de la figura, sino que se debe buscar la lección general del pasaje.
Ya que se trata de lenguaje figurado, no se debe creer que las figuras espirituales que vio el
profeta tengan la forma que aparentemente tienen en la descripción apocalíptica que de ellas
se hace.
Nosotros los occidentales no usamos de la figura apocalíptica, que era una expresión de la
mente semítica de hace dos mil años; por esto es fácil que nos confundamos al tratar de
entenderla. En cambio, puesto que nosotros estamos acostumbrados a la metáfora y a la
parábola, estas figuras no nos son difíciles de entender. Cuando Juan dijo: “He aquí el cordero
de Dios,” todos entendemos que Jesús no se parecía a un cordero en su figura o forma física,
sino que había cierta semejanza espiritual entre el sacrificio de un cordero, que se hacía en el
antiguo sistema de los judíos, y el sacrificio expiatorio que Jesús había de hacer de sí mismo
en la cruz del Calvario. Asimismo cuando Jesús dijo que era el pastor de las ovejas, todos
entendemos que él no hablaba literalmente (puesto que su oficio había sido el de carpintero,
y no el de pastor), sino que decía lecciones espirituales: Así como el pastor de las ovejas las
cuida, las conduce, y las protege, asimismo Jesús cuida, conduce y protege a las ovejas
espirituales. Al leer las figuras apocalípticas, también debemos entender que son de carácter
espiritual, y deben interpretarse en relación con las reglas de interpretación que las rige.
Los protagonistas de las figuras apocalípticas son siempre extraños y grotescos en forma y
carácter, mientras que los que encontramos en las alegorías y las parábolas son normales y
se portan como personas humanas. Aun en las fábulas, los animales, las plantas, y las cosas
inanimadas actúan como si fueran personas humanas. En cambio, los protagonistas de las
figuras apocalípticas generalmente tienen formas raras y peculiares, muchas veces
completamente distintas a cualquiera cosa que conocemos en esta tierra. Esto es así, quizás,
por cuanto describen, no cosas terrenales, sino celestiales. Pero hay otras razones también, y
la menor de éstas no será el hecho de que estos escritos apocalípticos han salido en épocas
de dificultad y de opresión, en que era necesario describir en una forma oculta las ideas
religiosas y patrióticas, con el fin de esconder a las autoridades, el carácter de las ideas que
se quería enseñar con estas figuras. Y en esto estriba el alma de la apocalíptica.
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Volviendo ahora al asunto de la comparación entre las figuras que nos son comunes
(parábolas, metáforas, etc.), con la apocalíptica, podemos fijarnos en la siguiente ilustración:
Cuando Juan en su evangelio dice que Jesús es el cordero de Dios, tenemos una metáfora;
cuando Juan dice en el capítulo quinto del Apocalipsis que vio un cordero con siete cuernos
y siete ojos, que era “como inmolado,” entendemos que tenemos una representación
apocalíptica (bajo una figura que no existe en la naturaleza) del Señor Jesús, después de su
muerte y resurrección. Ya no es metáfora, sino apocalíptica.
La figura apocalíptica puede definirse, pues, como una representación grotesca y fantástica
de una alegoría, parábola, o fábula, se expresa muchas veces en forma parecida a estas tres
figuras, y en general los mismos principios de interpretación que las rigen, gobiernan también
a la de la apocalíptica—teniendo en cuenta el carácter distintivo de la apocalíptica notada
antes.
La apocalíptica es una figura netamente hebrea, y es típicamente oriental en carácter, y de
ahí su dificultad para la mente occidental.
Aunque ya hemos visto algunos ejemplos de la figura apocalíptica (como en Joel 2:28–32,
cuya nota véase en el Tomo III), en la Profecía de Ezequiel se emplea esta figura más
extensamente que en profecías anteriores a él. Se emplea también ampliamente en la Profecía
de Daniel, y en el Apocalipsis de Juan en el Nuevo Testamento, así como en otros libros
extracanónicos de la literatura hebrea.
8. Contenido de la Profecía de Ezequiel
El bosquejo detallado de la Profecía de Ezequiel se presentará en relación con su exposición,
en el capítulo siguiente. Aquí se incluye un bosquejo formado con los puntos principales:
PROFECIA DEL CAUTIVERIO. 1:1–24:27.
Llamamiento del profeta Ezequiel. 1:1–3:27.
Destrucción de Jerusalén y de Judá. 4:1–7:27.
El pecado del pueblo y su seguro castigo. 8:1–19:14.
Abominaciones en el templo y su castigo. 8:1–11:25.
La segura caída de Jerusalén. 12:1–19:14.
Nuevas profecías de la caída de Jerusalén. 20:1–23:49.
Sitio de Jerusalén. 24:1–27.
PROFECIAS DE EZEQUIEL A LAS NACIONES EXTRANJERAS. 25:1–32:32.
Profecía contra Ammón. 25:5–7.
Profecía contra Moab. 25:8–11.
Profecía contra Edom. 25:12–14.
Profecía contra los filisteos. 25:15–17.
Profecía contra Tiro. 26:1–28:26.
Profecía contra Egipto. 29:1–32:32.
PROFECIA DE LA RESTAURACION. 33:1–48:35.
Profecías tocante a la tierra y al pueblo de Israel. 33:1–39:29.
La responsabilidad individual. 33:1–20.
Noticias de la caída de Jerusalén. 33:21–33.
Profecía contra los pastores. 34:1–31.
Profecía contra Edom. 35:1–36:15.
El nombre de Jehová. 36:16–38.
Restauración del pueblo de Israel a su tierra. 37:1–28.
Invasión de Gog. 38:1–39:29.
Restauración del culto divino, con las bendiciones correspondientes. 40:1–48:35.
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fuego (1:13, 14): Todo esto concuerda con la descripción de la divinidad que viene después
(1:26, 27). Siempre ha sido el fuego, con los relámpagos y la luz, un símbolo adecuado para
la divinidad y sus manifestaciones (véanse 1:27 y 1 Jn. 1:5), por cuanto Dios es la gran fuente
de toda luz, siendo él el creador del sol y de las estrellas, y el origen de la luz espiritual que
combate y disipa las tinieblas del pecado que amenazan con engolfar a la humanidad.
iii. Visión de las cuatro ruedas. 1:15–21
Las cuatro ruedas que se retratan en este pasaje pertenecen al carro sobre el cual es
trasportado, en figura, el trono de Dios, y Dios mismo. Toda la figura (junto con los seres
vivientes) tiene el propósito de hacer resaltar la universalidad de la presencia de Dios, su
omnipreseneia, su poder de transportarse de un lugar a otro con la velocidad del viento, aun
más, del relámpago. El carro era movido por los querubines, aunque también en las ruedas
mismas existía el poder para mover el carro (10:13).
El concepto que se presenta en este pasaje es parecido a lo que tenemos en 2 Sam. 22:11, y
los versículos anteriores: “Subió sobre el querubín, y voló: aparecióse sobre las alas del
viento.” Puede decirse que la visión de este capítulo es una extensión del pensamiento de 2
Sam. 22:11. Hemos de entender que Dios tiene en sí el atributo de la omnipresencia, no
depende de ningún ser creado para este poder; sin embargo, en la poesía se le puede
representar como viajando sobre el querubín, o en un carro tirado por los querubines.
a. Descripción de las ruedas. 1:15–18
De las ruedas se dice que semejábase al color del topacio: La comparación con las joyas que
con tanta frecuencia se hace en las visiones proféticas viene de la necesidad de presentar en
los términos más bellos las cosas que el profeta en visión extática ha visto, y también porque
casi siempre acompañaba a la visión, una luz brillante y centelleante, lo cual se representa
mejor en lenguaje humano por la brillantez de las joyas.
Su apariencia y su obra como rueda en medio de rueda (1:16): Esto probablemente quiere
decir que cada rueda estaba atravesada por otra rueda en tal forma que el carro podía ir hacia
adelante y hacia atrás con cuatro ruedas, y con otras cuatro hacia cada costado (comp.
Davidson, Cobern, etc.). Esto es posible desde el punto de vista mecánico, aunque
prácticamente no es ni deseable ni necesario que un carro funcione así. Pero el profeta no
buscaba describir un carro que fuera mecánicamente posible o práctico, sino que quería
presentar ideas; y la descripción que aquí hace, logra perfectamente este fin, contribuyendo
al efecto general que él quería producir. Este efecto fue el de mostrar la movilidad del carro,
el que tenía facilidad para llegar a cualquier punto instantáneamente.
Y sus cercos eran altos y espantosos (1:18): Las pinas, o camas, (los sectores que unidos
forman la rueda), eran muy altas, lo que destaca la enormidad de las ruedas mismas, que
parece haber tocado la tierra abajo y las nubes arriba. Estaban llenos de ojos alrededor en las
cuatro: Esto simboliza la vigilancia y la omnisciencia de Dios (comp. el Apoc. 5:6).
b. Unidad de acción de la maquinaria celestial. 1:19–21
Este párrafo tiene como propósito representar el perfecto sincronismo de la maquinaria que
movía el trono de Dios: Cuando los animales andaban, las ruedas andaban junto a ellos: y
cuando los animales se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban (1:19). Los
animales, o seres vivientes, como se recordará de una nota anterior, eran los querubines.
Hacia donde el espíritu era que anduviesen, andaban (1:20): Aquí el espíritu es el impulso
de Dios que las motivaba y las hacía mover (comp. Davidson).
Cuando ellos andaban, andaban ellas; y cuando ellos se paraban, se paraban ellas, etc.
(1:21): Todo esto indica la perfecta armonía y coordinación que existe entre Dios y los
elementos de su creación, que se encargaban de hacer su voluntad, y de hacer los deberes de
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su reino, y más especialmente (en relación con el propósito de Ezequiel en su libro) el facilitar
la partida de la Schekinah, (la manifestación visible de Dios) desde el santuario (10:3–5) por
causa del pecado del pueblo, y su llegada otra vez después del cautiverio y la purificación
del pueblo y su santuario (43:1–4).
iv. Visión de Dios sobre su trono. 1:22–28
Hay muchos elementos de la visión de Dios sobre su trono que recuerdan la visión de Juan
en el Apocalipsis, cap. 4, lo que nos indica que Juan había bebido profundamente de la fuente
de la Profecía de Ezequiel.
Y sobre las cabezas de cada animal aparecía expansión a manera de cristal (1:22): Esta
comparación es sugerida por la bóveda celeste, o el firmamento. En Apoc. 4:6 tenemos “un
mar de vidrio semejante al cristal” delante del trono, lo que hace resaltar la trascendencia de
Dios; en efecto es el firmamento lo que constituye la separación entre la tierra y Dios, y lo
oculta de nosotros, en el lenguaje simbólico de la Biblia.
A medida que venían los querubines tirando del carro (1:24), Ezequiel oyó el sonido de sus
alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, lo que en la visión era simbolizado por
el trueno que se oía en la tempestad, y que a la vez sugiere el gran poder de Dios, como la
voz del Omnipotente (43:2; Dan. 10:6; Apoc. 1:15).
Y sobre la expansión (1:26) se veía un trono que parecía de piedra de zafiro (comp. Apoc.
4:2, 3); esto y la descripción del Ser sentado sobre el trono (1:27, 28) igual al pasaje paralelo
en Apoc. 4:2, 3 (y el otro en Dan. 10:5, 6) (véase también Apoc. 1:13–16) acentúan la gloria
de Dios como un Ser de luz, resplandeciente y magnífico. El uso de la palabra fuego, las
referencias a las hermosas joyas, y el ámbar (véanse 1:4 y su nota), todo destaca el carácter
de Dios como un Dios de luz y de gloria. Tenemos en esta descripción de Dios la
representación apocalíptica de 1 Juan 1:5: “Dios es luz.” En la visión que tuvo Ezequiel, en
la de Juan (y en la de Daniel también), es esta característica de Dios como luz la que más
impresiona a estos profetas en su experiencia de éxtasis.
Y detrás del trono había un resplandor cual parece el arco del cielo (1:28): El arco iris en la
literatura apocalíptica simboliza los pactos de Dios con el hombre, así como la seguridad de
que él guardará su parte. Y sobre el trono había una semejanza que parecía de hombre (1:26):
Véase la nota sobre 1:5. Tan grandioso fue el Ser que Ezequiel describe aquí, que no quiere
quitarle nada de su gloria y dignidad dándole la forma de un hombre, pero a la vez lo quería
describir en términos que los hombres puedan entender; además, este Ser tiene que
describirse de modo que se dé cuenta que tiene personalidad; por todo esto el profeta emplea
los términos que aquí aparecen. No era necesario que Ezequiel diera nombre a este Ser,
porque era natural entender que se trataba de Jehová; con la reserva natural en un profeta
hebreo, no quería pronunciar el nombre de Aquel que se sentaba allí; especialmente entre los
hebreos de la época posterior de la historia de la nación, el nombre de Jehová no se
pronunciaba. Hasta tal extremo se llevó esta tendencia que por fin se perdió absolutamente
su pronunciación exacta.
Completamente rendido Ezequiel por todo lo que había presenciado, cayó sobre su rostro y
se preparó a escuchar la voz que le había de hablar (1:28). Comp. Dan. 10:8; Apoc. 1:17.
2. Llamamiento y comisión del profeta Ezequiel. 2:1–3:27
Es interesante la comparación del llamamiento de Ezequiel con el de Jeremías (Jer. 1:4–19)
y con el de Isaías (Is. 6:1–13). En los tres casos es concedida al profeta una visión, que le
calificaba para entender quién era Aquél que le hablaba, y que le preparaba espiritualmente
para recibir el llamamiento y consagrarse a él.
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Isaías sentía su inmundicia y su pecado en presencia de aquel Ser tan elevado en su perfección
moral, que le llamaba. Jeremías se sentía débil y de poca experiencia para cumplir la tarea
que Dios le mostraba. Ezequiel cayó sobre su rostro, sintiéndose demasiado humilde e
indigno para mirar la gloria de Dios.
El llamamiento de cada uno de estos grandes profetas venía de acuerdo con la personalidad
del que lo recibía. Isaías, hombre culto, de familia noble y de dignidad, hombre de perfecta
moral, se declaró pecador e inmundo frente a aquella visión de la intachable santidad que se
le presentaba; en seguida, con el corazón abierto y el espíritu generoso, se declaró dispuesto
a oir y a obedecer el llamamiento que oía. Jeremías, hombre tierno y de espíritu sensible, que
amaba el retiro, se resistió a oir en seguida el llamamiento, y en esto se comparó con Moisés.
Ezequiel, hombre literario, también de carácter retraído, quedó tan impresionado por la visión
que tuvo de Dios, que no puso ninguna objeción al llamamiento, aunque en las palabras con
que Jehová lo exhortó (2:6), podemos vislumbrar el temor que surgía en su corazón frente a
la tarea a la cual era llamado.
i. Comisión del profeta Ezequiel. 2:1–7.
El profeta había caído sobre su rostro al presenciar la visión que le era concedida (1:28), y
ahora Jehová le dijo que se pusiera en pie (2:1). De inmediato, como dice el profeta, entró
espíritu en mí, con lo cual él quiere decir que volvió a la consciencia de lo que pasaba a su
alrededor, y se paró (2:2).
Jehová le dijo entonces que lo había de enviar a los hijos de Israel, una nación rebelde desde
el principio de su historia (2:3): eran hombres de duro rostro y de empedernido corazón (2:4),
a quienes el profeta fue comisionado a hablar.
La posibilidad de la conversión de algunos individuos es presentada en este pasaje: Acaso
ellos escuchen (2:5); pero la mayoría no había de oir. Y si no escucharen … siempre
conocerán que hubo profeta entre ellos: Este conocimiento quitaría a los oyentes toda excusa
por no haber obedecido la voz de Dios. Luego Jehová exhortó al profeta a no temer; aunque
se encontrase en un ambiente en que parecía estar entre zarzas y espinas, y aun cuando el
pueblo no lo escuchase, tenía que predicarle (2:6, 7).
ii. Figura del libro. 2:8–3:3
En seguida Dios presentó al profeta un libro (un rollo) escrito delante y detrás (adentro y
afuera) (2:9, 10). No se acostumbraba escribir más que en el lado interior de un rollo, excepto
en casos extraordinarios; puesto que en este rollo fueron escritas endechas, y lamentación, y
ayes, se indica cuán grandes eran los pecados del pueblo en el hecho de que, para que
cupieran todos en la lista, se tuviera que escribir dentro y fuera del rollo.
Luego Jehová mandó a Ezequiel que se comiera el rollo (3:1). El nuevo profeta le obedeció;
en su boca halló que el libo era dulce (3:3). (Comp. la figura parecida en el Apoc. 10:9, 10,
que se basa sobre la que se halla aquí en Ezequiel.) Veamos la significación del acto del
profeta en comerse el rollo: Primero indica su obediencia al mandamiento de Jehová y su
dedicación a la tarea a la cual estaba destinado; segundo, significa la absorción en su propio
ser del mensaje de Dios, el que tenía que llegar hasta lo más recóndito de su ser, hasta su
misma alma; tercero, el llevar el mensaje de Dios a otros, aunque sea de ayes, llevado a gente
“de duro rostro y de empedernido corazón,” tiene su compensación y su aspecto de dulzura.
La misma figura en el Apocalipsis (10:9, 10) tiene parecida significación, con excepción de
lo amargo del rollo en el vientre del evangelista Juan, lo que corresponde a la amargura de
los ayes que anunciaba él al pueblo.
iii. Nueva advertencia al profeta en cuanto a la poca aceptación de su mensaje. 3:4–11
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La gente a la cual el profeta Ezequiel tuvo que dirigirse no hablaba idioma extranjero
(pensamiento sugerido por el hecho de que ellos se encontraban en Babilonia) (3:5), por lo
cual podía creerse que aceptarían el mensaje; en ironía dice el profeta que, si fuera así,
¡probablemente entenderían y oirían (3:6)! Pero el mensaje de Dios fue mandado a la casa de
Israel que, a pesar de entender muy bien el sentido literal de sus palabras, no había de
entender su valor espiritual (3:7).
Aunque los israelitas eran tiesos de frente (3:7), la Palabra de Dios daría al profeta una frente
fuerte contra su frente (3:8), a fin de que pudiera entregar con coraje y éxito el mensaje de
Dios (3:9). La figura del 3:8, he hecho yo tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu
frente fuerte contra su frente, es tomada del lenguaje que se empleaba para describir las
peleas de los animales acornados.
Finalmente se limita definitivamente la esfera de actuación del profeta: Entra a los
trasportados (3:11), es decir, a los cautivos hebreos en Caldea.
iv. Traslado del profeta en éxtasis al río Kebar. 3:12–15
En seguida, Ezequiel oyó una voz de grande estruendo, y el sonido de las alas de los seres
vivientes, y el sonido de las ruedas (3:12, 13), entonces lo levantó el espíritu, y en amargura
y en indignación de espíritu (con que se indica lo arduo y lo desagradable de la tarea que
Dios le había asignado) (3:14), el profeta vino a la colonia de judíos en Tel-abib (cuya
ubicación no se conoce por cierto) (3:15). Pero la mano de Jehová era fuerte sobre él, de
modo que, a pesar de lo amargo de su tarea, no pudo menos que cumplir la comisión de
Jehová.
v. Figura del atalaya. Responsabilidad del profeta. 3:16–21
El atalaya era el guarda que estaba sobre la torre del muro vigilando desde ese lugar alto los
caminos que llevaban hacia la ciudad. Cuando el enemigo venía, el atalaya tocaba la corneta
para despertar a la ciudad al peligro que se acercaba. A Ezequiel le dijo Dios que él había de
ser un atalaya para el pueblo de Israel, amonestándole de parte de Jehová (3:16, 17). Si el
profeta no cumpliese su deber de amonestar al pueblo en cuanto al castigo que Jehová había
de traer sobre ellos, entonces la responsabilidad de su muerte sería sobre él (3:18, 20). En
cambio, si el atalaya cumpliese su deber, aunque el impío no escuchase, el atalaya salvaría
su responsabilidad (3:17, 19).
vi. Retiramiento del profeta a su casa. 3:22–27
Siendo el profeta mandado a ir al campo, vio nuevamente la gloria de Jehová, y recibió el
mandamiento divino de volver a su casa y encerrarse allí. Pero Dios le advirtió, He aquí que
pondrán sobre ti cuerdas (3:25), lo que ha de entenderse figuradamente, puesto que tal
violencia no habría sido permitida entre los cautivos en Babilonia. También le advirtió
Jehová, Estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende (3:26): Tan difícil había de ser
el ministerio del profeta entre el pueblo, y tan poco caso había de hacerse a sus palabras, que
él sería como un hombre mudo, como uno que ni hablaba ni salía de su casa; es la gran
indiferencia del pueblo a las palabras del profeta lo que le hace enmudecer y le ata en su casa
(véanse 24:27; 33:21, 22).
[B] Destrucción de Jerusalén y de Judá. 4:1–7:27
Este grupo de profecías fue pronunciado en el año 592 a. de J.C., y se relaciona con la
destrucción de Jerusalén y de Judá por las fuerzas caldeas.
1. Cuatro símbolos de la destrucción de Jerusalén. 4:1–5:17
En armonía con el tema general de los capítulos 4:1–7:27, el profeta presenta primero algunos
símbolos de la destrucción de la ciudad y de la nación. Estos símbolos son del tipo figurado
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llamado acción simbólica (estúdiese Terry, La Hermenéutica Bíblica, pág. 149 y sig.); esto
quiere decir que son figuras que el profeta representaba personalmente para hacerlas más
llamativas y significativas al pueblo. En general, estos cuatro símbolos representan los
horrores del sitio y del destierro, así como la destrucción de la ciudad y de la nación.
i. La ciudad diseñada sobre un adobe. 4:1–3
Esta figura simboliza el sitio de la ciudad por los ejércitos de Nabucodonosor el caldeo. El
profeta tenía que escribir sobre un adobe, un ladrillo de barro cocido como millares que se
han encontrado en las ruinas de la antigua ciudad de Babilonia, que eran empleados para
escribir. Sobre esta tablilla el profeta tuvo que diseñar o dibujar un plano de la ciudad de
Jerusalén. Luego tuvo que poner contra ella cerco, o sea, una cuesta o colina artificial como
las que solían elevar los ejércitos atacantes contra las ciudades, desde las cuales podían tirar
directamente dentro de la ciudad (Davidson). También el profeta tuvo que edificar contra
ella fortaleza, o sea, la torre de asalto, una torre alta de madera, movible, que se movía junto
al muro de la ciudad para facilitar el escalamiento de los muros (Matthews). Para hacer más
vívido el cuadro de sitio que trazaba el profeta, hizo alrededor del ladrillo un campamento
militar, y colocó arietes también contra el muro. La plancha de hierro que el profeta colocó
entre sí mismo y la ciudad, simbolizaba la separación que existía entre el profeta de Dios y
su pueblo, y de ahí, la barrera que existía entre Dios mismo y este pueblo rebelde que estaba
destinado a la destrucción.
ii. Acción simbólica de dormir sobre el costado. 4:4–8
Esta figura representa en primer lugar la duración del cautiverio.
El significado exacto de los dos períodos de tiempo que se mencionan no es cierto, un período
de 390 días y otro de 40 días, pero es evidente que el primero representa el cautiverio del
reino septentrional de Israel y el segundo el del reino meridional de Judá.
Muchas teorías se han sugerido para explicar estos dos números, y aunque estas fechas se
diferencian bastante entre sí, los intérpretes concuerdan en que los dos períodos representan
respectivamente los cautiverios de Israel y de Judá.
Sin entrar en detalles en cuanto a las diversas opiniones que han existido, puede decirse que
la más probable es que los días representan años de cautividad. Sin embargo, tropezamos en
seguida con la dificultad de que no hay ningún período de la historia de Israel y Judá que
corresponda con estos números. Pero esto se salva suponiendo que Ezequiel toma la
cautividad en Egipto (que duró, según los cálculos más comunes en la Biblia, 430 años) como
típico del cautiverio en Babilonia y Asiria. El cautiverio de Judá había de ser más breve que
el de Israel, y Ezequiel representa éste con cuarenta días: día por año, día por año te lo he
dado (4:6): es decir, cuarenta años, el período que el pueblo soportó el castigo por el pecado
durante su peregrinación en el desierto. Así que el profeta representa el cautiverio de Judá en
Babilonia con esta referencia a los cuarenta años de peregrinación (aunque en realidad el
destierro en Babilonia duró más que cuarenta años). Sacando cuarenta años de los 430,
quedan 390 como el período del cautiverio de Israel. Los términos son pues simbólicos y
relativos, y no literales y absolutos. Esta explicación tiene sus dificultades, pero otras las
tienen mayores, según mi parecer. Comp. Gardiner y Keil.
iii. Acción simbólica de comer su comida por medida. 4:9–17
Este pasaje representa las condiciones terribles que prevalecerían durante el sitio de
Jerusalén. Ezequiel tuvo que comer su comida por peso de veinte siclos al día (4:10), o sea,
aproximadamente la cuarta parte de lo que comía un obrero en tiempos normales. También
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tuvo que tomar el agua por medida, la sexta parte de un hin, (4:11), o sea, algo más que un
litro por día. (El hin valía 6.12 litros, según Kendrick, art. Weights and Measures, HDB.)
También tuvo que comer una mezcla de varios cereales, lo que probablemente no era
permitido por la ley (4:9) (véanse Deut. 22:9; Lev. 19:19). Todas estas cosas ilustran la
situación estrecha de la ciudad durante el sitio. Además de esto, tuvo que cocinar su comida
con estiércol, es decir, empleando esto como combustible.
iv. Acción simbólica de afeitarse. 5:1–4
Las instrucciones de Jehová para el profeta Ezequiel fueron que él se afeitara la barba y la
cabeza. Esto en sí era prohibido para los sacerdotes (Lev. 21:5), que no podían afeitarse ni la
barba ni la cabeza; el acto era una señal de luto (Job. 1:20; Is. 22:12; Jer. 7:29), e ilustra el
dolor que había de herir el corazón del pueblo de Judá durante el sitio y la destrucción de
Jerusalén.
El hecho de que un sacerdote se afeitase indica la tremenda repercusión en el pueblo como
resultado del castigo que había de traer Dios sobre él, con la venida de los ejércitos invasores.
Puede haber también en el pasaje una referencia a Is. 7:20, que dice: “En aquel día raerá el
Señor con navaja alquilada, con los que habitan de la otra parte del río, a saber, con el rey de
Asiria, cabeza y pelos de los pies; y aun la barba también quitará.” Ezequiel piensa en el
mismo castigo, y emplea la misma figura en relación con Caldea, que Isaías había empleado
tocante a Asiria. En vez de cuchillo agudo (5:1), es mejor traducir espada aguda, como una
navaja de barbero, lo que conviene más también a la aplicación de la figura: la destrucción
del pueblo por la espada de sus enemigos.
Ezequiel había de tomar los pelos que había cortado y pesarlos en balanza, repartiéndolos en
tres partes. Una tercera parte había de quemarla con fuego, lo que ilustraba la destrucción de
la ciudad por el fuego, y la muerte de mucha gente en el incendio de ella, y en la matanza
que se hiciera en relación con su incendio. La segunda parte de los pelos, el profeta tenía que
herirla con cuchillo alrededor de ella (5:2), lo que significa la matanza del pueblo por los
soldados en el momento de la caída de la ciudad. La tercera parte había de ser esparcida al
viento, lo que significa el destierro y el cautiverio. De esta parte, el profeta había de tomar
unos pocos por cuenta (5:3), y atarlos en el canto de su ropa: esto se refiere a los pocos
individuos de la nación que serían dejados en la ciudad y en la tierra de Palestina, a fin de
que la tierra no volviera completamente a la desolación y al abandono. Pero estos también
perecerían en el desorden y en la violencia que vendría en la tierra: Y tomarás otra vez de
ellos, y los echarás en mitad del fuego, y en el fuego los quemarás (5:4).
v. Discurso del profeta en relación con los cuatro símbolos. 5:5–17
Existe una relación estrecha entre las palabras pronunciadas por el profeta (registradas en
esta sección) y las acciones simbólicas que él había hecho, indicada por el hecho de que el
tema (Destrucción de Jerusalén y de Judá) es el mismo, y por ciertas referencias que vinculan
este trozo con 4:1–5:4, especialmente 5:12.
a. Descripción del pecado de Jerusalén y su resultado. 5:5–7
Jehová había puesto a Jerusalén en su lugar en medio de las naciones por cuanto los había
escogido como su propio pueblo; durante la permanencia del pueblo en su tierra, habían
cooperado la voluntad y el poder divinos en una forma especial. A pesar de esta
manifestación de la bendición divina, ella (la ciudad) mudó mis juicios y mis ordenanzas en
impiedad más que las gentes, dice Jehová (5:6), … porque desecharon mis juicios y mis
mandamientos, y no anduvieron en ellos. A pesar de todas las evidencias del favor divino
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que había recibido, el pueblo de Israel no había vivido de acuerdo con la luz que tenía. El
pasaje probablemente no quiere decir que el pueblo israelita era peor en un sentido absoluto
que otros pueblos, sino que, en relación con sus oportunidades y sus posibilidades, se
mostraba peor que otros pueblos. Habiendo sido recipiente de la ley y del favor divinos,
desobedeció y fue rebelde a la ley.
La multiplicación del pueblo en su tierra (5:7) también se ve como una manifestación de la
bendición de Jehová, la que no había podido apreciar en su valor, ni había reaccionado frente
a ella de la manera que correspondía: observando los mandamientos de Dios.
b. Descripción de los juicios que habían de venir sobre el pueblo por su pecado. 5:8–17
En este trozo tenemos una descripción de los diversos castigos que habían de venir al pueblo
a causa de su impiedad.
(1) Falta de paralelo en la historia con los castigos que habían de venir a Israel. 5:8–11
Así pues ha dicho el Señor Jehová: He aquí yo contra ti (5:8): por todos los pecados
enumerados en el párrafo anterior, Dios se ha puesto en contra de Judá. Por muchos siglos el
pueblo había gozado del favor de Dios, pero ahora ha de experimentar cuál es el efecto de la
experiencia contraria; si la presencia de Jehová con un pueblo trae grandes bendiciones, su
oposición traería castigos y males proporcionalmente grandes. Y haré en ti lo que nunca hice,
ni jamás haré cosa semejante, Jehová advierte al pueblo, a causa de todas tus abominaciones
(5:9).
El texto de la serie de profecías en este grupo se encuentra en 5:11: Mi ojo no perdonará, ni
tampoco tendré yo misericordia, sentencia sobre el pecado del pueblo que indica que ya había
terminado el plazo para el arrepentimiento y la misericordia. Este pasaje aparece varias veces
en esta sección: 7:4, 9; 8:18; 9:5, 10.
(2) Repetición del triple juicio anunciado antes: sitio, matanza, y destierro. 5:12, 13
Con términos que recuerdan los versículos 5:1–4, el profeta hace referencia a los horrores
del sitio y de la caída de Jerusalén: el hambre, la pestilencia, la matanza, el destierro. Parece
que literalmente se cumplió lo anunciado en 5:10: “Los padres comerán a los hijos en medio
de ti, y los hijos comerán a sus padres.” La antropofagía es siempre una consecuencia natural
del hambre en ocasiones de sitios por fuerzas enemigas (véase 2 Reyes 6:28–30).
(3) El destierro con su vergüenza y oprobio. 5:14, 15
La tierra había de llegar a quedar casi sin habitante: Y te tornaré en desierto. El pueblo judío
sería un oprobio y escarnio para las gentes y las naciones que vivían alrededor de su tierra.
Véase Abdías 11, 12.
(4) El horror del sitio y de la caída de la ciudad. 5:16, 17
Las terribles predicciones de este pasaje se verificaron literalmente en el sitio de Jerusalén,
aun la plaga de las malas bestias (no mencionada por el profeta hasta aquí); por la
deshabitación de la tierra, las fieras llegaron a multiplicarse y constituyeron una seria plaga
en la tierra después que los ejércitos caldeos terminaron de despoblar la tierra.
2. Apóstrofe a la tierra de Israel. Destrucción del pueblo por su idolatría. 6:1–14
El profeta ahora, en figura, se dirige a la tierra, personificada en representación del pueblo
de Israel.
Sobrescrito. 6:1, 2
En este pasaje tenemos la figura de apóstrofe, en que se da personalidad a lo inanimado. En
esta figura, el orador o escritor se dirige a una cosa inanimada o abstracta, como si tuviese
vida, y estuviese presente. Los montes de Israel (así como los arroyos y valles de 6:3)
representan al pueblo de Israel.
i. Destrucción de la idolatría y del pueblo alrededor de sus ídolos. 6:3–7
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El profeta se dirige a los montes, pero se refiere también a los collados, a los arroyos y a los
valles, los que representan a toda la tierra, simbolizando ésta al pueblo de Israel. El hecho de
que los ídolos y la idolatría tenían una relación muy estrecha con la tierra (en gran parte era
una religión de la naturaleza, que tenía muy en cuenta las estaciones del año, la fertilidad del
suelo, etc.), hacía muy apropiada la figura del profeta aquí, así como la construcción de los
santuarios idólatras sobre los montes y los collados. El profeta anuncia la destrucción de estos
altares (6:4), y de los ídolos, con la muerte de la gente en presencia de los mismos ídolos que
debieran haberles servido de protección contra sus enemigos (6:4, 13).
ii. Conversión y salvación del remanente en el cautiverio. 6:8–10
El profeta toca ahora el tema de los cautivos y su conversión a Jehová. Convencidos por la
destrucción acontecida sobre el pueblo y seguros de que ésta había sido mandada por Jehová,
de acuerdo con el anuncio hecho por sus profetas, el pueblo se arrepiente de su pecado y se
da cuenta de que Jehová es Dios.
iii. La convicción de que Jehová es Señor, un resultado de la destrucción del pueblo por
su idolatría. 6:11–14
El profeta expresa vívidamente el propósito de Jehová de castigar a su pueblo: Hiere con tu
mano, y huella con tu pie, lo que se traduce mejor en la VM: “¡Date golpes con tu mano, y
patea con tu pie!” (6:11). Esto indica un enojo y una ira en extremo, y representa la
indignación justificada de Dios en contra de su pueblo. Los sufrimientos de Israel como
resultado de esta ira de Jehová se repiten luego: El que estuviere lejos, morirá de pestilencia;
y el que estuviere cerca, caerá a cuchillo (6:12): Nadie podrá escapar; todos morirán o
sufrirán. Como consecuencia de esta agonía, llegaría al corazón del pueblo la convicción de
que Jehová es el único Dios (6:13), por cuanto se revelaría que los ídolos en que han confiado
han sido impotentes para salvarlos. Tornaré la tierra asolada y desierta, dice Jehová, más
que el desierto hacia Diblath (6:14). Esta ciudad estaba en el límite oriental de Moab; desde
ella se extendía un gran desierto hacia el este, casi hasta el río Eufrates. Solamente tal
catástrofe nacional traería el reconocimiento de la soberanía de Jehová.
3. Anuncio del fin. 7:1–27
En esta sección el profeta anuncia que indefectiblemente ha llegado el fin, no pudiendo
esperarse ya plazo para arrepentimiento.
Sobrescrito. 7:1
Este versículo marca el trozo 7:1–27 como una profecía completa en sí, separada de lo dicho
en 6:1–14.
Este capítulo es más poético en forma que las profecías anteriores, y es la primera parte de
Ezequiel que la Versión Moderna pone en forma poética. Otros pasajes que en la Versión
Moderna se hallan redactados en forma poética son los siguientes: 19:1–14; 21:9–17; 21:28–
32; 26:17, 18; 27:3–36; 28:12–19; 31:2–18; 32:2–15; 32:19–32; 38:13.
i. El fin de Judá sin la posibilidad de perdón. 7:2–4
Se anuncia el fin de Judá: El fin, el fin viene sobre … la tierra (7:2): La repetición de la
palabra fin hace enfática la proclamación. Es la tierra prometida, a lo menos como herencia
de Israel, la que llega a su fin; la referencia es al cautiverio, y la cuestión de la restauración
después no se tiene en cuenta. Al decir los cuatro cantones (VM: “cabos”), el profeta recalca
sobre la universalidad de la destrucción que Jehová había de visitar sobre la tierra. Esta
visitación había de ser un resultado de los caminos de Israel, es decir, sus caminos de pecado
(7:3). Sobre el pueblo Jehová había de poner sus abominaciones, a saber, el castigo por sus
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abominaciones (figura de metonimia). Esta visitación había de ser sin remedio y sin
misericordia (7:4), pero con una finalidad disciplinaria, a fin de que llegaran al
convencimiento de que Jehová es Dios; este conocimiento, lo aprovecharía el remanente del
pueblo que fuese al cautiverio (véase 6:8–10).
ii. Repetición del anuncio sobre la inminencia del fin. 7:5–9
Este trozo no contiene nada nuevo sobre lo que se ha dicho en capítulos anteriores, y
especialmente en 7:2–4. Con el fin de hacer hincapié sobre la certidumbre y la inminencia
del fin que se acerca, el profeta repite algunas de las cosas que ya ha dicho: Un mal, he aquí
que viene un mal (7:5): La repetición de la palabra mal es poética y enfática, como en 7:2.
La mañana viene para ti, oh morador de la tierra (7:7): Estas palabras son dirigidas a los
habitantes de la tierra de Judá. La palabra mañana es incierta en significado; la VM la traduce
“turno;” significa circuito, o círculo; la idea es que el círculo o el ciclo de su historia ha sido
terminado y ha llegado a su fin.
iii. Interrupción de la vida normal del pueblo. 7:10–13
El profeta señala el día del castigo de Jehová: He aquí el día (7:10). Ha salido la mañana:
Nuevamente la palabra de 7:7, que aquí también es ciclo, o círculo. Florecido ha la vara:
Podría ser la vara de los caldeos con la cual Jehová había de castigar al pueblo. Más probable
es que se emplee en sentido figurado referente a la soberbia del pueblo: Ha reverdecido la
soberbia. Esto se confirma con lo que se dice en 7:11: La violencia se ha levantado en vara
de impiedad. Por la soberbia y arrogancia del pueblo, que reverdecía como vara, habían de
ser castigados con otra vara: la de la impiedad, o sea, la que venía por la impiedad de ellos
(por figura de metonimia).
El fin de toda relación comercial se indica en los vv. 12, 13. Ya no tenían importancia las
ventas y las compras, por cuanto la nación había de ser destruída. El que vende no tornará a
lo vendido (7:13), a lo cual la VM agrega la frase “en el jubileo,” una adición correcta, puesto
que la referencia es a la costumbre de hacer tornar a los dueños originales en el año de jubileo
todas las propiedades vendidas durante los cincuenta años pasados.
iv. Imposibilidad de la salvación. 7:14–22
Suena la trompeta para convocar al ejército a la defensa del país, pero no la contesta el pueblo
(7:14), por cuanto está tan debilitado y decaído que no le queda fuerza para salir a la lucha.
La causa directa de esto se ve en la ira de Jehová que está sobre toda su multitude.
En los versículos 15–18 tenemos el cuadro de la condición lastimosa del pueblo frente al
desastre del sitio. En el v. 15 se mencionan la pestilencia, el hambre, y la matanza. En el v.
16 vemos a los fugitivos que buscan refugio sobre los montes como palomas de los valles
(fuera de su lugar acostumbrado), gimiendo todos cada uno por su iniquidad, es decir, por la
aflicción que su iniquidad ha traído (por metonimio). En el v. 17 tenemos un cuadro de la
debilidad del pueblo: sus manos descoyuntadas, sus rodillas declinadas como aguas. En el v.
18 se presentan el dolor y el horror del pueblo frente al desastre que les ha sobrevenido.
Tan grande sería la desesperación del pueblo que arrojaría su oro y su plata a la calle como
una cosa sin valor, como cuando el soldado del ejército desordenado huye, despojándose de
todo cuanto tenga con el fin de facilitar su carrera desenfrenada frente al ejército perseguidor
(7:19). Aquella plata y aquel oro que habían sido su orgullo y su fortaleza, ya no podrían
librar al pueblo en el día del furor de Jehová. Aquella riqueza material que había de ser el
medio para alimentar su cuerpo, se había constituído un tropiezo para su maldad, o sea, lo
que los había hecho tropezar en iniquidad. Aquellas posesiones materiales que habían de
servirles de adorno y de ornamento, las habían convertido en objetos de orgullo y de soberbia
(7:20), haciendo de estos metales preciosos, ídolos e imágenes, y por esto Dios los tornó a
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No sabemos qué ídolo sería éste, quizás una de las imágenes de Astarte. En la referencia en
Ex. 34:13, 14 aparecen juntas las expresiones aschcrah (Astarte, traducida allí “bosques”) y
celoso. Véase la nota sobre Ex. 34:13, Tomo I, pág. 301.
Además del ídolo, Ezequiel vio la gloria de Dios, igual que en la visión que presenció en el
campo en Caldea (8:4). Podría sorprendernos que en el templo todavía estuviera presente la
gloria de Dios, a pesar de todas las abominaciones que se practicaban allí. Sin embargo, esto
está en armonía con lo que la Biblia enseña siempre en cuanto a la longanimidad de Dios.
Además, estaba ya determinado que la gloria de Dios había de partir de aquella casa, y
justamente por las abominaciones que se hacían en ella. Esta serie de visiones tiene el
propósito de mostrar cómo se verificó aquella partida de la divinidad desde su casa (10:13,
15, 18; 11:22, 23).
b. Visión de la imagen del celo. 8:5, 6
Ahora el profeta ve en el templo, junto a la puerta del altar, la imagen que acababa de
mencionar. Jehová pregunta si el profeta ve las grandes abominaciones que la casa de Israel
hace aquí, para alejarme de mi santuario (8:6). El pueblo había puesto la imagen allí con la
finalidad de alejar a Dios, o quizás mejor dicho, su acción en ponerla allí tuvo el resultado de
alejar a Dios. Después (como he dicho antes), Jehová a la fuerza tiene que partirse del
santuario donde había morado durante muchos siglos, no pudiendo quedarse allí en compañía
de los ídolos que se encontraban en el templo.
Podría sorprendernos que en el mismo templo de Jehová se hallasen ídolos. Pero aun en
épocas anteriores, Acaz y Manasés habían puesto en el templo altares destinados a sacrificios
idólatras (2 Reyes 21:4).
Dios promete a Ezequiel que le hará ver abominaciones aun mayores.
c. Culto secreto a los animales. 8:7–13
Jehová lleva a Ezequiel a la entrada del atrio (8:7), probablemente el atrio exterior, y le
muestra un agujero en la pared. Siguiendo las instrucciones de Dios, Ezequiel cava en la
pared y encuentra una puerta (8:8). Jehová le manda que entre para ver las abominaciones
que hay adentro (8:9). Ezequiel entra y ve imágenes de serpientes y otros animales, e ídolos
que estaban pintados en la pared (8:10).
Allí también había setenta ancianos del pueblo que estaban adorando estos cuadros (8:11).
El número setenta recuerda el grupo de ancianos que Moisés había elegido para que le
ayudaran a juzgar al pueblo en el desierto. Este grupo, por cierto, no es el sanedrín, institución
que no tuvo su origen sino hasta el período del cautiverio en Babilonia.
Entre los ancianos se hallaba Jaazanías hijo de Saphán (8:11), un oficial de la corte de Josías
que había ayudado al rey en su programa de reforma. Un nieto de Safán era Gedalías, el
amigo de Jeremías, que fue nombrado por Nabucodonosor como virrey o gobernador de
Jerusalén cuando él se retiró a Caldea después de la destrucción de Jerusalén. Aquí hijo de
Saphán podría ser nieto, y en este caso, Jaazanías sería el mismo que se menciona en 11:1,
llamado hijo de Azur. El nombre Jaazanías no era común. El contraste entre el buen carácter
de Safán y Gedalías, y el mal carácter de Jaazanías, es notable.
Cada uno de los ancianos llevaba en la mano un incensario (8:11) y del sahumario (incienso)
subía una nube espesa de humo.
La descripción que aquí se hace del culto que celebraban los ancianos hace creer que tenía
cierta relación la liturgia con los ritos egipcios: el culto a los animales, etc. Esto sería fácil,
en vista de la alianza que existía en este período entre el rey judío Sedequías y el faraón de
Egipto. Como resultado de la alianza militar (trabada en contra de la voluntad de Dios como
ésta había sido anunciada por el profeta Jeremías) venía la influencia egipcia sobre el culto a
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Jehová. Lo secreto de estos ritos podría ser por temor a Nabucodonosor (quien no habría
aprobado ni la alianza militar con Egipto ni los ritos procedentes de allí), o podría ser por el
amor que la mente oriental siempre ha manifestado para los cultos secretos y místicos.
La apostasía de los adalides del pueblo no deja mucha esperanza para su vida religiosa. Su
ignorancia y su superstición, así como su falta de comprensión de Jehová y de su persona y
omniprescencia, se destacan en lo que ellos decían: No nos ve Jehová; Jehová ha dejado la
tierra.
d. El culto a Tammuz. 8:14, 15
Luego fue introducido Ezequiel en otro atrio del templo donde vio a un grupo de mujeres que
estaban allí sentadas endechando a Tammuz (8:14). Tammuz era el compañero de la diosa
Astarte. La costumbre que practicaban estas mujeres tiene su paralelo en muchas de las
religiones orientales de esa época: en Egipto, en Persia, en Babilonia y en Grecia. En Grecia
se encuentra en la leyenda de Adonis y Venus, y también en una forma variada en la de Ceres
y Proserpina, a quien raptó Plutón y la llevó al Hades. Proserpina era hija de Ceres y Júpiter,
y la madre apeló al gran dios por su hija. Júpiter hizo que Plutón devolviera a la madre su
hija durante seis meses del año; estos meses (según la mitología griega) eran los meses de
verano; los otros seis meses la doncella se volvía a Plutón, cuando era invierno en la tierra.
En la leyenda de Tammuz y Astarte, Tammuz era el compañero de esta diosa del amor y la
fertilidad. Tammuz era el dios de la primavera. En el otoño (de acuerdo con el mito) él moría,
y entonces venía el invierno. Como parte de los ritos que se celebraban en relación con la
supuesta muerte de este dios era un período de endecha en el cual las mujeres lloraban la
muerte del dios, en imitación del dolor de Astarte al perder su compañero. En la primavera,
Astarte descendía al lugar de los muertos y traía consigo, cuando volvía, a Tammuz,
resucitado de los muertos, lo que traía a la tierra una vez más la fertilidad y la vida. Los ritos
de este culto se celebraban siempre con gran sensualidad e inmoralidad.
e. El culto al sol. 8:16–18
El Señor luego llevó a Ezequiel al atrio de adentro (8:16), uno de los lugares más sagrados
del templo; de su identidad no estamos seguros. Allí vio Ezequiel a veinticinco varones que
adoraban al sol. El culto al sol no era desconocido antes en Palestina (2 Reyes 23:5, 11).
Algunos han creído que estos veinticinco hombres representan los sacerdotes, uno de cada
uno de los veinticuatro cursos o suertes de sacerdotes, con el sumo sacerdote. Sin embargo,
no hay evidencia en el contexto de que se trate de sacerdotes.
Por todas las abominaciones que se practicaban en Israel, Jehová afirma que no perdonará
mi ojo, ni tendré misericordia (8:17, 18); sobre ellos él traería la destrucción.
Nota. La expresión en el 8:17 que se traduce he aquí que ponen hedor a mis narices se traduce
correctamente en la Versión Moderna: “¡he allí, cómo aplican el ramillete a la nariz!” Esta
expresión no se entiende muy bien. En el culto de Adonis en Chipre se ponían flores a la
nariz (Lofthouse). Entre los persas (según Estrabón) se ponían a la nariz ramilletes de palma,
grenada, etc. (Gardiner).
ii. Ejecución del juicio de Jehová sobre el pueblo. 9:1–11
La relación de este capítulo con el anterior es la siguiente: En vista de todas las
abominaciones que el profeta describe en detalle en los versículos anteriores, Jehová no tiene
otro remedio que castigar al pueblo irremediablemente por lo que ha hecho.
a. Visión de los siete hombres. 9:1–3
Los siete hombres son símbolos de la destrucción que Dios ha de traer sobre la tierra. Oyó el
profeta una gran voz que decía: Los visitadores de la ciudad han llegado. Muchas veces en
el Antiguo Testamento se emplea el verbo visitar con relación a la llegada de Dios: a veces
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Dios visitaba con el fin de bendecir, a veces con una finalidad de castigar. Estos visitadores
llevaban en sus manos instrumentos para destruir; el carácter de estos instrumentos no se
indica; podían haber sido lanzas, espadas, hoces, etc.
Vinieron primero seis hombres con sus instrumentos de destrucción, y para completar el
número sagrado de la Biblia, vino otro después (Cobern), un varón vestido de lienzos (VM:
“de lino blanco”). El lino era un género que con frecuencia vestían las figuras celestiales de
las visiones (Dan. 10:5). Este hombre traía a su cintura una escribanía de escribano, o sea,
el estuche en que traían sus útiles de escribir los escribas de aquella época: pluma, tintero, y
una forma de cortaplumas. (Comp. Keil.) El propósito de éstos se aclara después.
Mientras miraba el profeta, vio la Schekinah, la gloria de Dios (la nube luminosa con que
Dios manifestaba su presencia en aquella época), que se levantó de sobre el querubín, es
decir, de entre los dos querubines que estaban en el lugar santísimo del templo, y de encima
de ellos. Luego se fue al umbral de la puerta. Entonces Jehová llamó al escriba, que se había
parado con los otros seis varones, junto al altar de bronce, que en el antiguo templo se
encontraba en el atrio de los sacerdotes, fuera del lunar santo.
b. Instrucciones a los siete hombres. 9:4–6a
Luego dijo Dios al escriba que pusiera una señal en la frente a los hombres que se afligían
por las abominaciones y los pecados que se cometían en la ciudad de Jerusalén. Por esto este
hombre llevaba el estuche de escribano. La marca en la frente de los buenos tenía la finalidad
de preservarlos de la destrucción que había de ser enviada sobre la ciudad. Esto nos recuerda
la destrucción de los egipcios en tiempo de Moisés, cuando fueron salvos los israelitas que
ponían sangre sobre los postes de la puerta y el dintel (Ex. 12:22). Nos recuerda también las
instrucciones que fueron dadas a los cuatro ángeles que detenían los cuatro vientos de la
tierra, que habían de dañar la tierra y el mar, que no lo hicieran hasta que fuesen sellados los
siervos de Dios en sus frentes (Apoc. 7:1–3). Probablemente Juan pensaba en este pasaje de
Ezequiel cuando escribió estas palabras.
Las otras instrucciones fueron dadas a los seis hombres que tenían en sus manos las armas:
tenían que pasar por la ciudad y herir a todos los habitantes, sin distinción de edad, sexo o
estado social, dando muerte a todos menos los que tenían en sus frente la señal que había de
poner el escriba.
c. Ejecución de la orden de Jehová. 9:6b, 7
Los seis hombres empezaron en seguida a ejecutar la orden de Jehová, que fue: Contaminad
la casa, y henchid los atrios de muertos. La casa a que se refiere aquí es el templo de Jehová.
Podría sorprendernos que se diera tal mandamiento; sin embargo, el templo ya estaba
contaminado por las abominaciones que se practicaban allí, y la presencia de muertos en sus
sagrados recintos no lo contaminaría más de lo que ya estaba. Además, en la ejecución de la
justicia, no se detenía la mano del verdugo aun en los santos atrios, como la ejecución de
Joab por orden de Salomón lo demuestra (1 Reyes 2:29–34). Así que hicieron de acuerdo con
el mandamiento de Jehová, empezando con los ancianos a quienes el profeta había visto
rindiendo culto idólatra en el templo (cap. 8).
d. Intercesión del profeta. 9:8
Al ver el profeta Ezequiel la destrucción que se iba a llevar a cabo, le viene el temor de que
ésta pueda significar el fin del remanente del pueblo, así que clama a Dios, diciendo: ¿Has
de destruir todo el resto de Israel derramando tu furor sobre Jerusalem?
e. Contestación de Jehová. 9:9, 10
Al dar su contestación al profeta, Jehová no respondió directamente a la pregunta, ni hizo
referencia a la suerte final del pueblo o de la existencia posible de un resto. De esto supo el
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salió con el fin de derramar sobre la ciudad el fuego que tenía en la mano, aunque la visión
no relata particularmente qué sucedió después. El profeta se ocupa en seguida del
movimiento del carro de Dios que partía del templo (lo que le era de mayor importancia),
dejando a la imaginación del lector el resto de la visión del hombre de vestido de lino con la
consecuente destrucción de la ciudad.
Pudiera sorprendernos que la persona que en el capítulo 9 se ocupa de marcar a los siervos
de Dios, con el fin de que no fueran destruídos, haya sido el mismo que en el capítulo 10 trae
destrucción sobre la ciudad. Sin embargo, no nos ha de sorprender, por cuanto en el carácter
de Dios también, como éste se presenta en la Biblia, tenemos las dos cualidades: la de juicio
y la de misericordia.
d. Nueva descripción de la maquinaria del trono de Dios. 10:9–17
En estos versículos tenemos muchos de los elementos que ya se han hecho notar en relación
con el primer capítulo de la Profecía. Hay algunos detalles diferentes, pero no viene dentro
del propósito de esta breve exposición la enumeración de ellos, ni la explicación de las
pequeñas diferencias. En la visión del río Kebar, el profeta vio la maquinaria del trono de
Dios en moción, su velocidad igual a la de la tempestad que la acompañaba, alta como las
nubes sobre la tierra. Ahora la vio comprimida dentro del compás pequeño del santuario del
templo, quieta y estacionaria, pero en preparación para ponerse en acción. Las alas de los
querubines vibraban con un ruido como de trueno. La Schekinah ya se había puesto sobre el
umbral de la puerta, mientras se oía una voz que gritaba a las ruedas: ¡Rueda!, o sea, ¡Date
vuelta! ¡Pónte en marcha! (v. 13). (Para la interpretación de los detalles de estos versículos,
acuda el lector a las notas sobre el primer capítulo.)
e. Partida de la gloria de Jehová desde el santuario. 10:18, 19
Mirando Ezequiel, vio cómo se puso en marcha el carro que alzaban los querubines, saliendo
de sobre el umbral de la casa donde momentáneamente se había parado, para llegar a parar
nuevamente a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová (v. 19), la entrada
principal del atrio exterior. Se encontraba en el último punto del templo; cuando se pasaba
por ella, uno ya no se hallaba en el templo. Allí esperó un rato para dejar oportunidad para
que Ezequiel viera las últimas visiones de esta serie, hasta partir del templo de Salomón para
siempre jamás, dejándolo para su destrucción.
f. Relación entre esta visión y la del río Kebar. 10:20–22
En este pasaje el profeta relaciona la visión que acababa de describir (la de Dios, su carro,
las ruedas, y los querubines) con la visión que relata en el primer capítulo de su profecía.
Aquí indica que la visión de Dios que el profeta había tenido en Babilonia es la misma que
ahora ve en el templo. Los cuatro seres vivientes que en el primer capítulo menciona pero no
identifica, ahora declara que son querubines.
Los querubines eran ángeles superiores parecidos a los serafines. En la teología judía, los
querubines se relacionan con los serafines y los ofanines (HDB, I, pág. 379) como las tres
órdenes más altas de seres que atienden a las órdenes de Dios. De éstos, el querubín es el que
se menciona más a menudo en el AT, apareciendo la palabra serafín en Is. 6:2 y los versículos
siguientes. En cambio, la palabra ofanín no se emplea en la Biblia. La representación
simbólica del querubín es la nube de la tempestad (véanse Sal. 99:1; 18:10). La del serafín
es el relámpago serpentino (W. O. Carver en ISBE). Hay unas 64 referencias en el AT al
querubín, y una en el NT (Heb. 9:5). Cabe señalar que estas palabras son plurales en forma
en el hebreo, y no se necesitaría la forma plural en el español para convertirlos en plurales;
sin embargo, el uso español ha hecho correcta la forma plural que aquí se emplea.
iv. Destino del pueblo de Israel. 11:1–25
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En este capítulo tenemos tres ideas: (1) el destino de los habitantes de Jerusalén: su muerte y
destrucción; (2) el destino bueno de los cautivos en Babilonia: su perdón y restauración a la
tierra de Palestina; (3) la partida final de la gloria de Jehová, del templo.
En la última parte del capítulo 10, el profeta, como buen escritor dramático, deja en suspenso
el hilo de su relato mientras recoge otro para tejer el drama que va desenvolviéndose; el carro
en que se marcha la gloria de Dios ha llegado a la puerta del muro exterior del templo (10:19).
En realidad, (teniendo en cuenta lo dicho en 11:22, 23), se fue en seguida, pero Ezequiel deja
en suspenso esta parte de su relato para introducir otro elemento de simbolismo: la figura de
la caldera (olla), el anuncio de la destrucción de los que habitaban la ciudad de Jerusalén en
la época en que escribía el profeta, y la restauración de los que en la misma época se
encontraban en el cautiverio. Termina el capítulo con el relato de la partida de la gloria de
Dios (el verdadero clímax de esta serie de visiones).
a. Exhortación al profeta a pregonar en contra de los ancianos que anunciaban una falsa
seguridad. 11:1–3
Siendo llevado por el Espíritu, Ezequiel fue metido por la puerta oriental, la puerta exterior
del atrio que rodeaba al templo. Allí vio a veinticinco ancianos (no los mismos que se
mencionan en 8:16); éstos son los adalides del pueblo. Se refiere luego a las maquinaciones
de estos adalides en contra del bien del pueblo, en el sentido de que anunciaban la seguridad.
Esto lo hacían bajo una figura: Esta será la caldera, y nosotros la carne (v. 3). Esto implica
que había fuego alrededor (los ejércitos de Caldea que venían) pero que los muros de la
ciudad, como una caldera, los protegerían; por esto podían edificar casas y seguir su vida
ordinaria (comp. Davidson). Veremos en el párrafo siguiente cómo Ezequiel dio vuelta a la
figura en contra de ellos.
b. Anuncio del profeta de que la destrucción es inminente. 11:4–12
Ezequiel, siendo comisionado a hablar a los ancianos, les vuelve la figura de la caldera. Sí,
dice, la ciudad es caldera, pero vosotros no recibiréis su protección: Vuestros muertos que
habéis puesto en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la caldera; mas yo os sacaré a
vosotros de en medio de ella (v. 7). Los únicos que gozarían de la protección de la ciudad
serían los muertos; los vivos serían sacados de la ciudad para ser juzgados en otra parte
(Davidson).
Este juicio había de ser con el propósito de hacer saber al pueblo que Jehová era Dios (v. 12).
c. Muerte de Pelatías. 11:13
Mientras hablaba Ezequiel, repentinamente murió uno de los adalides más importantes. Esto
lo toma Ezequiel como típico de la destrucción de la nación, y se postró a hacer intercesión
por el remanente.
d. Profecía de la restauración. 11:14–21
En contestación a la oración intercesoria del profeta, el oráculo de Jehová le aseguró que un
remanente permanecería y sería restaurado a su tierra. Estos, al volver a la tierra de Israel,
quitarían las abominaciones que habían sido practicadas entre el pueblo. A ellos les daría
Jehová un corazón, y espíritu nuevo … en sus entrañas (v. 19). Esta promesa recuerda una
de Jeremías (24:7). La finalidad del espíritu nuevo sería para que anduvieran en las
ordenanzas de Jehová, y que fuesen su pueblo (v. 20); pero a los malos: “su camino yo
recompensaré” (Davidson) (v. 21).
e. La gloria de Dios retirada de la ciudad. 11:22, 23
En señal de que Dios dejaba a la ciudad para la destrucción, la Schekinah se apartó de la
ciudad, y se paró sobre el monte de los Olivos, al este de Jerusalén, su sitio, siendo llevado
por los querubines encargados.
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Siendo Ezequiel encargado de profetizar en contra de los falsos profetas, se dispone a hacerlo.
Los llama profetas insensatos (v. 3), que andan de acuerdo con los deseos de su propio
espíritu, y que ninguna visión de Dios han visto. Los llama zorras (v. 4); como las zorras que
habitan los lugares desolados, así son los profetas, cuya habitación natural también es la
ruina, la que ha de sobrevenir a Israel (Davidson). La falta de los profetas se muestra en que
no han subido a los portillos (v. 5), es decir, no se han parado en las brechas en los muros,
por donde puede entrar el ejército enemigo a fin de proteger a Israel (Davidson). Tampoco
han sido enviados por Jehová para declarar su palabra.
b. Declaración de Jehová de que está en contra de los profetas. 13:8, 9
Por cuanto han hablado vanidad y mentira, Jehová se anuncia en contra de los profetas falsos,
que fingen que él los ha enviado.
c. Parábola de la pared encostrada con lodo suelto. 13:10–16
Al muro débil de la teocracia de Israel, los falsos profetas le cubren sus fragilidades con cal,
haciendo una exhibición de fuerza (Cobern). En contra de este muro que parece fuerte y no
lo es, Jehová mandará el viento tempestuoso y el granizo, simbólicos de los ejércitos
enemigos, de modo que caiga. La prueba del falso profeta estaba en que anunciaba la paz
cuando venía la guerra y la destrucción.
iv. Profecía en contra de las profetisas. 13:17–23
Habiendo condenado ya a los falsos profetas, Ezequiel se pone a condenar a las profetisas.
Les achaca el engañar al pueblo fingiendo conocimientos espirituales, todo lo cual lo hacían
por pequeñas recompensas (vv. 17–19): por puñados de cebada y por pedazos de pan. Las
acusa de matar las almas que no mueren, y dar vida a las almas que no vivirán; esto quiere
decir que las profetisas condenaban a los buenos y justificaban a los malos, prometiendo que
sus hechos les harían vivir delante de Dios (Davidson).
Como resultado de su mala conducta, las profetisas habían de ser castigadas por Jehová (vv.
20–23).
v. Destino de los insinceros buscadores de Jehová. 14:1–23
En este capítulo el profeta describe el destino de los que insinceramente buscaban al Señor.
a. Reprensión de la insinceridad. 14:1–5
Estando reunidos los ancianos en presencia del profeta, aparentemente para buscar la palabra
de Jehová, recibe Ezequiel un mensaje del Señor, el que (se da por sentado) inmediatamente
entregó a sus visitantes. En este mensaje se condena a los ancianos que han puesto sus idolos
en su corazón: cuando parecían buscar a Jehová, en realidad confiaban en sus dioses falsos.
Por esto les dice Jehová: Responderé al que viniere en la multitud de sus ídolos (v. 4), es
decir, los castigaría con juicios por sus pecados.
b. Destrucción de los insinceros buscadores de Jehová. 14:6–11
Primero el profeta condena al israelita común, tanto al que nació hebreo como al extranjero,
que sigue la idolatría. Luego condena al falso profeta (v. 9): Y el profeta, cuando fuere
engañado y hablare palabra, yo Jehová engañé al tal profeta: puesto que los profetas se
habían propuesto vender su talento por dinero, Jehová los confirma en su mala disposición.
c. Castigo irremediable de Israel. 14:12–23
Cinco castigos se mencionan en este pasaje: (1) el hambre, vs. 13, 14; (2) las bestias, vs. 15,
16; (3) la guerra, vs. 17, 18; (4) la pestilencia, vs. 19, 20; (5) una combinación de las cuatro
cosas anteriormente mencionadas, vs. 21–23. Tan grande fue la maldad del pueblo, que ni
aun hombres tan justos como Noé, Daniel, y Job lo salvarían; sólo podrían salvarse a sí
mismos. Daniel fue un contemporáneo de Ezequiel, pero ya había alcanzado fama entre los
desterrados como ejemplo de justicia (véase el primer capítulo de Daniel).
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Esta alegoría tiene su base histórica en 2 Reyes 24:8–20, 2 Crón. 36:9–13; y Jer. 37:1–21;
52:1–7.
a. Relato de la alegoría. 17:1–10
En el relato que inventó Ezequiel, vino una gran águila y tomó el cogollo del cedro, lo llevó
a la tierra de mercaderes. De la simiente de la tierra, el águila tomó y la plantó; cuando brotó,
se hizo una vid. Esta vid extendió sus ramas hacia otra gran águila que vino a tierra. Jehová
predice que será destruída la vid.
b. Interpretación de la alegoría. 17:11–21
La primera águila representa a Nabucodonosor, que vino al Líbano, a Palestina, y llevó el
cogollo del cedro a Babilonia, a Joaquín, rey de Judá durante tres meses (597 a. de J. C.). En
su lugar puso sobre el trono de Judá a Sedequías, la vid de la alegoría. Esta vid extendió sus
ramas hacia otra águila, la de Egipto; esto se refiere a los tratados que hizo Sedequías con
Faraón, cuando se rebeló contra Nabucodonosor, quebrantando su alianza con Caldea (vs.
16, 18).
c. Parábola de la renovación del cogollo de cedro. 17:22–24
Se predice luego que se tomará el cogollo del cedro, del principal de sus renuevos un tallo,
el que será plantado sobre el monte de Jerusalén. Esto es una profecía de la restauración del
pueblo de Israel a su tierra, con su último cumplimiento en el rey mesiánico.
ix. La responsabilidad individual. 18:1–32
Así como Isaías fue el profeta del Antiguo Testamento que vio más claramente al Mesías,
Ezequiel es el que ve la responsabilidad individual, en oposición a la nacional que había sido
tema de los profetas desde la fundación de la teocracia.
a. Establecimiento del principio. 18:1–4
Ezequiel cita un refrán que había sido común entre los israelitas: Los padres comieron el
agraz, y los dientes de los hijos tienen la dentera. Este refrán es una ilustración de la creencia
entre el pueblo de que los hijos tenían cierta responsabilidad moral de los pecados de sus
padres. Con esta idea Ezequiel va al principio que él quiere establecer; que el pecado que uno
hace, lo paga él mismo.
b. Ilustraciones del principio. 18:5–18
Ezequiel presenta ciertas ilustraciones del principio que va estableciendo.
(1) El hombre justo vivirá. 18:5–9
El hombre que hace justicia (de la cual el profeta menciona varias clases) vivirá ante Jehová.
(2) El hijo malo del hombre justo morirá. 18:10–13
El hecho de que un hombre es justo no quiere decir que su hijo recibirá crédito alguno por la
justicia del padre; siendo este hijo malo, recibirá el castigo por sus hechos malos.
(3) El hijo bueno del hombre malo se salvará. 18:14–18
Si un hijo ha tenido un padre malo, esto no quiere decir que el hijo será castigado; al contrario,
recibirá una buena recompensa por sus hechos, a pesar de la maldad de su padre.
c. Contestación a las preguntas y objeciones del pueblo. 18:19–32
A la pregunta de ¿por qué el hijo no llevará culpa por el pecado de su padre? contesta el
profeta que este hijo hizo juicio y justicia (v. 19). Esto está de acuerdo con el principio que
el profeta va estableciendo: que el alma que pecare, esa morirá (v. 20).
A la objeción de que no es derecho el camino del Señor el profeta responde que los caminos
torcidos son de los hombres (v. 29). Ezequiel termina el argumento apelando al pueblo a
convertirse y volverse de sus iniquidades (v. 30), porque dice Jehová: No quiero la muerte
del que muere (v. 32).
x. Endecha sobre los príncipes de Israel. 19:1–14
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Comparando a los jóvenes príncipes de Judá con cachorros de león, el profeta describe su
destino: Joacaz y Joaquín. Bajo la figura de una vid, describe el destino de Sedequías.
a. Alegoría de los cachorros de león. 19:1–9
(1) El primer cachorro: Joacaz. 19:1–4
El primer cachorro es el hijo de Josías, Joacaz, a quien Faraón Necao llevó a Egipto antes
que el rey egipcio se encontrara con Nabucodonosor en Carquemis; depuso al joven rey en
venganza de la resistencia que su padre Josías le había hecho en Meguido.
(2) El segundo cachorro: Joaquín. 19:5–9
El segundo cachorro es Joaquín. Como Joacaz, reinó sólo tres meses. Entre estos dos reyes
estuvo sobre el trono de Jerusalén Joaquim, que reinó once años. Habiéndose rebelado
Joaquim contra Nabucodonosor, éste vino a castigarlo. Mientras tanto, Joaquim murió, y
subió al trono su hijo Joaquín, que reinaba cuando llegó el rey caldeo. Nabucodonosor lo
llevó al cautiverio.
b. Alegoría de la vid. 19:10–14
Bajo esta figura se presenta a Israel como una vid fructuosa, que llega a ser destruída. Su
último rey, Sedequías, fue llevado al cautiverio. La decadencia de la vid se presenta en la
alegoría: Fué arrancada con ira, derribada en tierra, y viento solano secó su fruto … Y ahora
está plantada en el desierto … El fuego que destruyó la vid vino de una vara de sus propios
ramos (v. 14): Sus reyes, especialmente Sedequías, trajeron la destrucción sobre el país.
[D] Nuevas profecías de la caída de Jerusalén. 20:1–23:49
Estas profecías, que siguen un tema paralelo al de la sección anterior (el pecado del pueblo
y su castigo seguro), fueron pronunciadas en 591 a. de J.C. (Comp. Davidson).
Fondo de la profecía: consulta de los ancianos. 20:1
La ocasión de este grupo de profecías fue la llegada de los ancianos del pueblo en el
cautiverio, para hacer una consulta al profeta.
1. Repaso de la historia de Israel. 20:2–44
Mediante un repaso de la historia de Israel, el profeta enseña que todo lo hizo Jehová en
consideración de su propio nombre (Davidson).
i. Rehusamiento de Jehová a ser consultado por los ancianos. 20:2–4
Puesto que el pueblo piensa consultar a Dios solamente en tiempo de peligro, se le contesta
que no podrá consultar a Jehová; basta que miren la historia de sus padres, abominadores,
para verse a sí mismos.
ii. Rebelión del pueblo después de ser sacado de Egipto. 20:5–9
En Egipto Dios había jurado que salvaría a su pueblo desde allí, lo que efectivamente hizo;
a pesar de esta bendición, el pueblo se rebeló, cometiendo abominaciones.
iii. Juramento de Jehová en el desierto de que no los introduciría en Canaán. 20:10–17
Habiendo llegado el pueblo al desierto, recibió de parte de Jehová sus leyes y preceptos; y a
pesar de conocer su voluntad, el pueblo se rebeló. Por esto Dios juró que no entrarían en la
tierra de Canaán. Sin embargo, no los hizo desaparecer de la faz de la tierra, pues dejó que
los hijos entrasen (véase 20:18–26).
iv. Rebelión de los hijos en el desierto. 20:18–22
La misma advertencia hecha a los padres, la confirmó Jehová a los hijos, a quienes fue
concedido el privilegio de entrar en Canaán. A pesar de las bendiciones prometidas, éstos
también se rebelaron en contra de Jehová, pecando con respecto a su ley. Estando por ejecutar
juicio sobre ellos (v. 21), retraje mi mano, dice Jehová, a fin de que mi nombre no fuese mal
dicho entre los paganos (v. 22).
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v. Juramento de Jehová en el desierto de que esparciría al pueblo entre las gentes. 20:23–
26
Aun en el desierto, antes de que el pueblo entrase en la tierra prometida, Jehová pensaba
esparcirlos entre las naciones; es decir, ya preveía que tal disciplina sería necesaria, a fin de
purificarlos y retinarlos. Puesto que el pueblo había menospreciado las buenas ordenanzas
que Jehová les había dado (por medio de Moisés), y quería sustituirlas por otras paganas,
Jehová permitió que se afirmasen en su mal camino (v. 25).
vi. Idolatría del pueblo israelita en Canaán. 20:27–29
Después de entrar en la tierra que Jehová había jurado darles, el pueblo entró en toda clase
de idolatría, siguiendo especialmente las religiones indígenas características del país antes de
su llegada.
vii. Rehusamiento de Jehová a responder a los israelitas idólatras. 20:30, 31
Por cuanto el pueblo había llegado a ser idólatra, Jehová rehúsa responder a sus peticiones.
viii. La determinación del pueblo a ser semejante a los paganos, frustrada: Jehová reinará
sobre ellos. 20:32–39
Aunque el pueblo se ha propuesto ser igual a los paganos, adoptando sus cultos, Jehová no
lo permitirá: él ha de reinar sobre ellos, y para hacerlo, después de haberlos esparcido, los
sacará de entre las naciones donde se han ido, y los retornará a su país como un pastor
conduce a sus ovejas (v. 37). Sin embargo, los rebeldes serán separados de los buenos (v.
38), y seguirán su idolatría, con el permiso irónico de Jehová (v. 39).
ix. Restauración a su tierra del remanente arrepentido. 20:40–44
En contraste con los rebeldes, que permanecen en su idolatría, los buenos son traídos a su
tierra, en donde sirven a Jehová en su santo monte, es decir, en Sión; esto ha de ser la gran
prueba de que Dios es Jehová (v. 42), cuando se cumple así el juramento hecho mucho antes
respecto a su herencia en la tierra de Canaán (v. 42). En presencia de Jehová y sus
bendiciones, el pueblo se avergonzará sanamente de sus malos caminos y de sus pecados (v.
43).
2. La espada de Dios: destrucción de Jerusalén. 20:45–21:32
Es correcto unir los cinco últimos versículos del capítulo veinte, con el capítulo veintiuno,
porque tratan del mismo tema (comp. Cobern).
i. Parábola preliminar: incendio. 20:45–49
El incendio en el bosque del mediodía ilustra la conflagración de guerra y fuego que ha de
trastornar y destruir a la tierra hermosa de Palestina, cuando los caldeos llegan para
devastarla. El pueblo protesta a los mensajes del profeta, profesando no poder entenderle por
su modo figurado de hablar: ¿No profiere éste parábolas? (v. 49). La cosa es que no quieren
comprender el mensaje del profeta.
ii. Parábola de la espada. 21:1–32
Mediante una segunda parábola, el profeta presenta la destrucción que ha de venir sobre el
pueblo de Dios:
a. La espada sacada de su vaina. 21:1–7
En preparación para ejecutar juicio sobre el pueblo perverso, Jehová desenvaina su espada.
En el juicio que ha de venir, todos sufrirán, los buenos con los malos; en la destrucción de
una ciudad, es imposible que los buenos no sean tocados cuando se castiga a los malos.
En acción simbólica, a fin de enseñar al pueblo que el mal viene, el profeta es exhortado por
Jehová a gemir, así como el pueblo también ha de gemir en el momento de su destrucción.
b. La espada afilada. 21:8–17
A fin de realizar su obra eficazmente, la espada de Jehová ha sido afilada.
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Se comprende a todos en la acusación de pecado: los profetas, los sacerdotes, los príncipes,
y el pueblo de la tierra; ninguno es limpio delante de Dios. En vano buscó Dios a alguno que
cercase la ciudad con vallado, y que se pusiera a la puerta para defenderla; no halló a ninguno.
Por esto derramaría sobre la ciudad su ira, consumiéndola con el fuego de su indignación.
4. Alegoría de las dos rameras. 23:1–49
Las dos mujeres, rameras, representan a Samaria y a Jerusalén, que alegóricamente se
consideran como las esposas de Jehová. Como esposas, tenían que serle fieles, y depender de
él para la protección contra sus enemigos. El hacer alianzas con otros poderíos era depender
de ellos, y no de Jehová, lo que venía a ser una marca de infidelidad.
i. Descripción de la inmoralidad de las dos mujeres en Egipto. 23:1–4
Aholah, que representa a Samaria, puede significar mi tabernáculo (tienda), y Aholibah,
Jerusalén, mi tabernáculo en ella (Davidson). Se considera en esencia que las dos naciones
ya existían en Egipto; por la prominencia de las dos tribus de Efraim y Judá, las que ejercían
mucha influencia, lo que no está lejos de ser verdad. La idolatría practicada por los israelitas
aun en Egipto (Ezeq. 20:8; 16:26), el profeta la ve como fornicación.
ii. Referencia a la inmoralidad de Aholah. 23:5–10
Las alianzas militares con Asiria contratadas por Samaria, son la evidencia de la inmoralidad
grosera de esta mujer; el país dependía de fuerza humana y no de Dios. Al final fue Asiria la
que destruyó a Israel septentrional, y desoló a Samaria su capital.
iii. Inmoralidad de Aholibah. 23:11–21
Aholibah, que representa a Jerusalén, fue a la inmoralidad aún más que su hermana. Jerusalén
formó alianzas con los asirios y con los caldeos, siguiendo la norma que ella había establecido
en Egipto.
iv. Castigo de Aholibah. 23:22–35
Por su inmoralidad, Aholibah ha de ser castigada. El profeta presenta su disciplina bajo dos
aspectos:
a. Venida de los caldeos y sus aliados para asolar la tierra. 23:22–27
Como instrumento de castigo, Jehová ha de emplear a los caldeos, que han de venir a desolar
la tierra de Judá. Los asirios se mencionan aquí como aliados de los caldeos; aunque Asiria
había sido destruída como nación, las provincias que la constituían habían sido heredadas por
los caldeos, que emplearon su fuerza y sus soldados en su ejército conquistador que sitió a
Jerusalén. Egipto se menciona en el v. 27 (nunca más te acordarás de Egipto) porque en el
tiempo de la caída de Jerusalén, fue aliado de Judá; en efecto, fue la formación de la alianza
con Egipto lo que hizo airar al rey caldeo, y lo hizo decidirse a que viniera a destruir la ciudad.
b. El destino de Judá. 23:28–35
Aholibah, por sus inmoralidades, ha de sufrir la misma suerte que Aholah, o sea, la
destrucción: beberá el cáliz de juicio que Jehová le ha de dar.
v. Pecados y castigo de las dos rameras. 23:36–49
El profeta presenta un largo catálogo de los pecados de las dos rameras, es decir, de los dos
pueblos que ellas representan, Israel y Judá, con el castigo que les sobrevendrá: el
apedreamiento.
a. Lista de pecados de Aholah y Aholibah. 23:36–44
Los pecados de que se acusa a las dos rameras son muchos: Hay sangre en sus manos (han
sacrificado a sus hijos: Davidson), han practicado la idolatría, han pasado sus hijos por fuego
(el culto a Moloc, dios de los ammonitas), han profanado el santuario de Jehová (con culto
insincero y con idolatría en el templo), han infringido el sábado, etc.
b. Apedreamiento de las dos rameras. 23:45–49
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De acuerdo con la ley mosaica, a las adúlteras se les apedreaba en castigo por su inmoralidad;
en alegoría se considera que las dos rameras, Samaria y Jerusalén, serán apedreadas por lo
que han hecho; así se representa a las compañías de soldados que han de sobrevenir a
Palestina para destruirlo; a Samaria, ya la habían destruído los asirios; a Jerusalén la han de
destruir los caldeos.
[E] Sitio de Jerusalén. 24:1–27
Puesto que el profeta Ezequiel no estuvo presente en el sitio de Jerusalén, él lo presenta en
figura y en visión, a diferencia de Jeremías, que estuvo presente, y cuya profecía da relatos
históricos del acontecimiento.
1. Anuncio del sitio al profeta Ezequiel. 24:1, 2
Por oráculo de Jehová, es anunciado a Ezequiel el principio del sitio, el mismo día que
comenzó.
2. Figura de la olla hirviente. 24:3–14
Esta figura representa los terribles efectos del sitio y los sufrimientos del pueblo: el pueblo
es la oveja y la olla es la ciudad.
i. Mandamiento al profeta de poner una olla al fuego. 24:3–5
El profeta es mandado a poner al fuego una olla, con agua adentro; luego ha de tomar una
oveja escogida, y cocerla.
ii. Castigo de Jerusalén. 24:6–8
A través de la acción simbólica se ve que la oveja es el pueblo, y la olla es la ciudad de
Jerusalén. La ciudad, que había de ser la protección del pueblo, viene a ser como una olla, en
la cual el pueblo se hierve. Este castigo viene porque es ciudad de sangres (v. 6). La expresión
no caiga sobre ella suerte quiere decir que los individuos han de ser tomados sin distinción,
para ser muertos (Lofthouse).
iii. Mandamiento de echar leña al fuego. 24:9–14
Para representar la ira divina en contra de la ciudad, se manda al profeta echar mucha leña al
fuego a fin de hacer gran hoguera; así se recalca lo terrible del castigo que vendrá sobre
Judá.
3. Señal de la esposa de Ezequiel. 24:15–24
Con frecuencia las vidas de los profetas presentaban una lección para el pueblo, v.g.: los
nombres de los hijos de Isaías, la inmoralidad de la esposa de Oseas, el hecho de que Jeremías
nunca se casó. Un acontecimiento íntimo y triste de la vida de Ezequiel se toma para enseñar
una lección espiritual: la muerte de su esposa.
i. Aviso de jehová a Ezequiel sobre la muerte de su esposa. 24:15–17
Jehová anuncia a Ezequiel que le ha de quitar el deseo de tus ojos, es decir, su esposa.
Además, le instruye que no ha de observar los signos externos del luto, sino que ha de
suprimir su dolor. La razón para esto se aclara después.
ii. Muerte de la esposa de Ezequiel. 24:18
Después de que Ezequiel predicó en la mañana al pueblo, su esposa murió en la tarde. Luego
cumplió las instrucciones de Dios, no observando los ritos acostumbrados del luto. Podemos
imaginarnos cuánto le costó al profeta el no hacer lo que la costumbre exigía en los casos de
duelo; pero el profeta tenía que enseñar una lección espiritual al pueblo, y para hacerlo, optó
por seguir la instrucción del Señor al respecto.
iii. Explicación del profeta tocante a su conducta. 24:19–24
Naturalmente el pueblo se sorprendió por cuanto el profeta no siguió las costumbres del
duelo, y le preguntaron al respecto. El profeta explica que la ciudad de Jerusalén ha de ser
destruída, y en medio de la matanza general, nadie observaría los signos de duelo; así que
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parte empleaban soldados mercenarios para su ejército, siendo ellos mismos más bien
hombres de paz y de comercio.) Este pasaje y el siguiente (la lista de las naciones que
negociaban con los fenicios) ilustran la extensión en todo el mundo de las relaciones
comerciales de los fenicios.
Nota. Muchos de los nombres que aparecen en este párrafo y el siguiente han sido
comentados en otros lugares. Consúltense los índices de los tomos anteriores.
b. Lista de los mercados con que negociaba la nave de Tiro. 27:12–25
En este pasaje tenemos una larga lista de ciudades y de naciones con las que negociaba Tiro
(véase el párrafo anterior). Esta lista extensa sirve para hacer notar cuántas eran las relaciones
comerciales de esta ciudad.
c. El naufragio de la nave de Tiro. 27:26–36
Con una descripción del naufragio de la nave, que en la alegoría representa a Tiro, el profeta
quiere presentar la destrucción de la ciudad. El viento solano que se menciona como causa
de la destrucción del barco era probablemente un viento oriental, peligroso para las
embarcaciones en esas aguas. Así como el gran barco fue quebrantado en la mar, en la misma
forma será el quebrantamiento de la gran ciudad comercial. El hecho de que la ciudad estaba
edificada sobre una isla hace más apropiada la figura que emplea el profeta.
Es posible que el profeta quiera representar alegóricamente a todas las pequeñas naciones y
colonias que negociaban con Tiro, y que ellas habían de sufrir pérdidas comerciales en su
destrucción: Y descenderán de sus naves todos los que toman remo … y harán oir su voz
sobre ti, etc. (ve. 29, 30). En el Apocalipsis (18:2, 3, 9–19) tenemos un pasaje paralelo a éste,
en que las naciones que sostenían relaciones comerciales con Roma lamentan el triste destino
de aquella gran ciudad militar y comercial.
iii. Endecha sobre el príncipe de Tiro. 28:1–10
El príncipe, o sea, el rey de Tiro, representa al pueblo en su orgullo y soberbia, y se
responsabiliza por ellos delante de Dios. El profeta declara que es hombre y no Dios (v. 2).
Los reyes orientales, a diferencia de los emperadores romanos, no creían en su propia
divinidad. Ezequiel quiere destacar la opinión enaltecida que el rey tenía de sí mismo.
Irónicamente Ezequiel le dice que eres más sabio que Daniel (v. 3): Ya en esta época
temprana Daniel se había distinguido en Babilonia como hombre sabio en las cosas de Dios.
Con estas características, el profeta quiere presentar en persona del rey el espíritu del pueblo.
Este espíritu de orgullo y soberbia había de desaparecer con la venida de los conquistadores;
los caldeos, que habían de destruir a la gran ciudad comercial (v. 7 y sig.).
iv. Alegoría del huerto de Edén. 28:11–19
Así como los primeros padres habían sido echados del huerto de Edén (a pesar de su posición
segura y feliz allí), asimismo sería echado el rey de Tiro de su ciudad, que por su gran riqueza
y hermosura era como un huerto de Edén. En el lenguaje florido y exaltado que emplea el
profeta, llama al rey querubín grande (v. 14); y le dice: en el santo monte de Dios estuviste:
todo esto es hiperbólico en carácter, y representa la posición excelente de que gozaba el rey
de Tiro en la política y economía del mundo.
v. Endecha sobre Sidón. 28:20–26
Sidón era la segunda de las dos ciudades más importantes de Fenicia, pero, en la época de
Ezequiel, era de menor importancia. Se hallaba a unos cuantos kilómetros al norte de Tiro, y
era completamente independiente y separada de ella. Había ejercido una influencia muy mala
sobre Israel en épocas anteriores de su historia, siendo la fuente del culto de Baal, cuya
popularidad había sido grandemente aumentada por la influencia de la reina de Acab, Jezabel,
hija del rey de Sidón.
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El profeta anuncia para Sidón una caída eterna, diciéndole: Nunca más será a la casa de
Israel espino que le punce … (v. 24). El cuadro de la desolación eterna de Sidón es motivo
para un anuncio del recogimiento de Israel del cautiverio, y su reunión en su propia tierra,
donde habitará en paz y seguridad en la presencia y favor de Jehová (v. 26).
6. Profecías contra Egipto. 29:1–32:32
En estos cuatro capítulos hay una serie de siete profecías contra la gran nación pagana Egipto,
con cuyo desenvolvimiento los hebreos habían tenido en toda su historia una relación muy
estrecha. Estas siete predicciones evidentemente están en orden cronológico (a excepción del
trozo breve al fin del capítulo veintinueve: 29:17–21, véase).
Durante los tiempos de Isaías, Jeremías y Ezequiel, Egipto contendía con algún poder asiático
por el dominio del mundo. Judá estaba en medio del conflicto que se suscitó entre los
poderíos orientales y Egipto, y perseguía siempre una política vacilante de confiar primero
en uno y después en otro. Tanto Isaías como Jeremías habían predicado en contra de esta
política vacilante y equivocada, aconsejando que no se confiara en Egipto, que sería como
un “bordón de caña a la casa de Israel” (Ezeq. 29:6).
En la época del sitio de Jerusalén (cuando estas profecías en general tuvieron su origen), el
faraón que ocupaba el trono de Egipto era Afra, sobre quien hemos comentado ya. Egipto se
encontraba durante su reinado en una posición declinante frente a las nuevas naciones
orientales, que tomaban el lugar de Asiria en la política internacional: Caldea y Persia. Con
la caída de Asiria a fines del siglo VII a. de J.C., Egipto quedó independiente, pero pronto
cayó bajo el dominio caldeo, siendo conquistado por Nabucodonosor en varias ocasiones.
Después de la caída de Babilonia, Egipto cayó bajo el dominio medo-persa, no recuperando
más su independencia, a excepción de breves intervalos, hasta el día de hoy, siendo dominado
en distintas épocas por los griegos, los romanos, los árabes, y otros.
i. Alegoría del cocodrilo. 29:1–16
Introducción. 29:1, 2.
Esta profecía fue pronunciada en el año décimo, en el mes décimo, o sea, en el 587 a. de J.
C., justamente un año y dos días después que Nabucodonosor puso sitio a la ciudad de
Jerusalén, y unos seis meses antes de su caída.
a. Comparación de Egipto con un cocodrilo. 29:3–5
En la versión de Valera, se traduce la palabra pertinente aquí dragón, pero es evidente que
se refiere al cocodrilo, reptil muy común en el Nilo, y considerado en algunas partes de Egipto
como sagrado, y en otras partes como inmundo. El espíritu orgulloso del pueblo se manifiesta
con lo que dice el cocodrilo: Mío es mi río, y yo me lo hice (v. 3). El pueblo egipcio solía
cazar al cocodrilo por medio de anzuelos, y esto representa un cuadro de la destrucción de
Egipto. El cocodrilo o “dragón” representa al rey de Egipto, y los peces que Jehová había de
pegar a las escamas del dragón (v. 4) representan a los egipcios que habían de perecer en la
guerra y ser llevados al cautiverio juntamente con él.
b. Egipto un bordón de caña. 29:6, 7
Ezequiel compara a Egipto a un bordón de caña. Empleando la misma figura, Rabsaces,
general de Senaquerib en tiempo de Isaías, había dicho: “He aquí que confías en este bordón
de caña frágil, en Egipto, sobre el cual si alguien se apoyare, entrarásele por la mano, y se la
atravesará” (Is. 36:6). Los profetas habían tenido más razón que los políticos, y cuando llegó
la crisis, el ejército egipcio fue vencido por los caldeos (Jer. 37:5–8).
c. Profecía de la desolación y cautiverio de Egipto. 29:8–12
Por su orgullo Egipto había de ser desolado (v. 9), desde Migdol hasta Seveneh (v. 10), es
decir, desde el norte hasta el sur. Migdol era una ciudad que estaba en el norte del país, cerca
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del mar Bermejo, y Seveneh era una ciudad que estaba en la frontera de Etiopía. Los egipcios
habían de ser también llevados al cautiverio. En las invasiones caldeas, millares de cautivos
fueron llevados por los conquistadores (vs. 11, 12), pero no una proporción, de la población,
tan elevada como la que de Judá fue llevada. El período de cuarenta años de cautiverio
mencionado aquí es sin duda un período general, ya que la historia egipcia no presenta ningún
período como este. Ya que el número cuarenta es empleado por Ezequiel como figura del
cautiverio de Israel (4:6), no nos ha de sorprender que aquí se use acerca de Egipto.
d. Restauración de Egipto a un lugar ignominioso entre las naciones. 29:13–16
Esta profecía fue cumplida literalmente. Después de las invasiones caldeas, Egipto nunca
recuperó la gloria que antaño había sido suya. El contraste entre el enorme poder que había
tenido Egipto durante siglos, y el lugar pobre e inferior que ha ocupado desde el tiempo de
los persas, es muy grande.
ii. Esfuerzo inútil de Nabucodonosor en Tiro, recompensado por su éxito en Egipto.
29:17–21
Esta es la última profecía de Ezequiel, y lleva la fecha del año veintisiete, o sea, 570 a. de
J.C. Como se ha dicho ya, Nabucodonosor sitió a Tiro durante trece años, antes de que ésta
cayera en sus manos. Cuando por fin pudo entrar en la ciudad, encontró poco botín, pues los
habitantes habían llevado ya a otras partes por vía marítima todo artículo de valor. Ezequiel
profetiza que el rey caldeo recibirá por su trabajo inútil en Tiro, un abundante botín en Egipto.
En el v. 20 tenemos anunciada una de las ideas características de los profetas: los ejércitos
paganos eran instrumentos de venganza en las manos de Jehová: Trabajaron por mí, dice el
Señor Jehová.
En el v. 21 tenemos la figura del cuerno, que representa la fortaleza para luchar. El cuerno
de Israel había sido roto, pero, como sucede entre ciertos animales, había de crecer otra vez,
lo que significa que su poder para luchar había de volver a Israel.
iii. El día de Jehová sobre Egipto. 30:1–19
El concepto del día de Jehová ha sido expuesto ampliamente en el tomo anterior, en las notas
sobre Joel 1:15, Tomo III, véanse.
a. El día de Jehová, día de nublado. 30:1–5
Joel se había ocupado detalladamente del día de Jehová (véase el párrafo anterior). Sofonías
había declarado que el día de Jehová era “día de ira” (Sof. 1:15). Ezequiel lo anuncia como
día de nublado. Etiopía, Libia, y Lidia (o mejor, dicho Etiopía), Phut, y Lud, eran pueblos
que en toda época estaban con Egipto y con ella habían de compartir el castigo el día de
Jehová. De Chub (v. 5) no se sabe nada.
b. Desolación de Egipto. 30:6–9
En este pasaje se profetiza una desolación absoluta y completa para Egipto. Los mensajeros
que llevaron las noticias de asolamiento, habían de huir ante la faz de los ejércitos caldeos al
sur de Etiopía para advertirles.
c. El día de Jehová en Egipto se realizaría por medio del conquistador caldeo. 30:10–12
La visitación de Jehová sobre Egipto había de ser traída por Nabucodonosor. En el v. 12 se
hallan figuras apocalípticas: Secaré los ríos: En Egipto, el río Nilo era la fuente de vida para
el pueblo y era mirado como objeto de culto y de adoración. Muchas veces durante los
períodos de actividad de los profetas, los golpes que Dios asesta en contra del pueblo vienen
por medio del río.
d. Lista de las ciudades de Egipto que han de ser heridas en el día de Jehová. 30:13–19
Naturalmente las ciudades serían las que más sufrirían a causa de los invasores. Entre las
ciudades de Egipto que habían de sufrir se encontraba Memphis (Noph), capital de Egipto
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bajo (septentrional), un centro de culto idólatra, especialmente del dios Ptah. Patros (v. 14)
es otro nombre para Egipto alto (meridional). Zoán, o Tanis, una ciudad de Egipto bajo. No
(v. 15), o No-amón, era llamada también Tebas. Sin, llamada también Pelusio, era una ciudad
en el límite entre Egipto y Palestina. Avén (v. 17), o On (Gén. 41:45, 50), era llamada también
Beth-semes (casa del sol), en griego, Heliópolis. Pibeseth se llamaba también Bubastis.
Teliaplines (v. 18), o Tafnes, era la ciudad en la cual los judíos se refugiaron en camino a
Egipto, en la emigración que se hizo después del asesinato de Gedalías, acompañado por
Jeremías (Jer. 43:7).
iv. Debilidad de Egipto frente a Nabucodonosor. 30:20–26
La contienda que se presenta en este pasaje se mira casi como un conflicto entre los dos reyes:
Nabucodonosor y Faraón. El rey egipcio había de ser tan debilitado (por acción de Jehová)
que no podría resistir al caldeo. Esta profecía se cumplió posiblemente en el año 568, cuando
Nabucodonosor invadió con éxito a Egipto.
v. Alegoría del cedro. 31:1–18
Esta predicción fue pronunciada en el año 586, unos dos meses después del anterior, y unos
dos meses antes de la destrucción del templo.
En este capítulo se emplea la figura del cedro como una representación alegórica de Asiria y
Egipto. Se compara Asiria a un cedro alto, fuerte y hermoso, y después de la descripción del
cedro, se relata su caída; esto representa la caída de Asiria. Así como Asiria había caído,
también caería Egipto. Esta comparación gana fuerza teniendo en cuenta que Asiria durante
mucho tiempo había dominado a Egipto; si Egipto no había podido librarse de Asiria, ¿cómo
podría librarse del conquistador de Asiria?
a. Descripción de la hermosura del cedro de Asiria. 31:1–9
En este pasaje tenemos una descripción detallada del hermoso árbol. Este árbol representaba
a Asiria en toda su gloria. Al empezar su descripción, el profeta presenta también su
aplicación a Egipto, diciendo: ¿A quién te comparaste en tu grandeza? Esto se repite en el v.
18, y allí el profeta le dice que, así como había querido ser como Asiria en su grandeza,
asimismo sería como ella en su caída: “Pues derribado serás con los árboles de Edén …”
b. Motivo para la caída del cedro: el orgullo. 31:10
El orgullo y la confianza en sí mismo (el rehusamiento a atribuir a Dios la gloria por sus
éxitos) es casi siempre el motivo para la caída de los grandes países de la Biblia.
c. Descripción de la caída del cedro. 31:11–17
El mismo que había cortado el cedro de Asiria (Nabucodonosor) cortaría también el cedro de
Egipto.
d. Aplicación de la alegoría: Egipto caería como Asiria. 31:18
Faraón había querido imitar la grandeza de Asiria, había querido ser en gloria y en grandeza
entre los árboles de Edén, pues sería derribado como Asiria había sido destruída.
vi. Endecha final sobre Egipto. 32:1–16
Esta predicción contra Egipto lleva la fecha de 585 a. de J.C., y fue pronunciada un año y
unos seis o siete meses después de la caída de la ciudad de Jerusalén.
a. Repetición de la alegoría del cocodrilo. 32:1–10
En el v. 2 el profeta compara a Egipto con un leoncillo y con una ballena, palabra que se
traduce más exactamente cocodrilo. Bajo la figura de una red (v. 3), con que se cazaba al
cocodrilo, se representa la destrucción del pueblo. Así como se cazaba al cocodrilo y se le
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dejaba sobre la tierra para que las aves y los animales se lo comieran, del mismo modo habían
de ser destruídos los egipcios (vs. 4–6). El cuadro que se presenta de la matanza de los
egipcios es horrendo (vs. 7–10).
b. Aplicación de la alegoría. 32:11–16
En la explicación de la alegoría, vemos la destrucción de Egipto por Nabucodonosor. En este
pasaje el profeta anuncia la próxima venida del rey de Babilonia (Nabucodonosor) para
destruir al pueblo, a su soberbia, y a sus bestias que han turbado el agua (vs. 2, 13): las bestias
referidas aquí representan a las personas malas, así como a las tendencias malas del país.
Siendo destruidas éstas, ya serían “asentadas”, o aclaradas las aguas, y fluirían como aceite
(v. 14). Las aguas del Nilo estaban siempre turbadas por naturaleza, y Ezequiel ve esto como
una ilustración de la condición moral del país. Su aclaración sería simbólica de la purificación
que había de obrar Jehová en el país por medio de los ejércitos de Nabucodonosor.
vii. Descenso de Egipto a Seol para estar con otras naciones paganas. 32:17–32
Este pasaje nos recuerda la endecha de Isaías sobre el rey de Babilonia en el cap. 14 de su
profecía.
Esta predicción fue pronunciada unos catorce días después de la anterior (suponiendo que el
mes, que no se menciona aquí, es el mismo, el duodécimo).
a. Descenso de Egipto a Seol. 32:17–21
Los egipcios, que se creían tan hermosos (v. 19), habían de descender al sepulcro, o sea, a
Seol (heb., Scheol, que se traduce sepulcro, muerte, o infierno, y que denota específicamente
el lugar de los muertos). El pasaje entero es figurado, no presentando un descenso literal de
la nación como nación a Seol, sino que representa su destrucción.
b. Cuadro de Asiria en Seol. 32:22, 23
Asiria ya había precedido a Egipto en la destrucción nacional.
c. Cuadro de Elam en Seol. 32:24, 25
Elam se comparaba aproximadamente con Persia, una nación que más tarde se levantó de las
ruinas de Elam. Nabucodonosor se había aliado con Elam con el propósito de conquistar a
Nínive.
d. Cuadro de Mesec y Tubal en Seol. 32:26–28
Mesec y Tubal eran dos pueblos obscuros que nunca alcanzaron prominencia en el mundo
antiguo. Se encontraban entre el mar Negro y el mar Caspio (véase 27:13).
e. Cuadro de Idumea en Seol. 32:29
Idumea había de ser destruída también. La frase yacerán con los incircuncisos, que se emplea
acerca de Idumea aquí (y de Egipto en el vs. 19), posiblemente implica que tanto los idumeos
como los egipcios se circuncidaban. Pero podría emplearse también en sentido figurado aquí,
en el sentido de que la incircuncisión sería equivalente a la irreligión o al paganismo. Estas
naciones tendrían su parte con los paganos.
f. Cuadro de los pueblos del norte en Seol. 32:30
La referencia a Sidón en este versículo hace más probable que los pueblos del aquilón a que
se refiere, sean Fenicia, y Siria.
g. Conclusión: Faraón y sus ejércitos muertos a cuchillo. 32:31, 32
Finaliza el profeta sus predicciones en contra de Egipto, declarando que Faraón y su ejército
serían destruídos.
(C) Profecía de la Restauración. 33:1–48:35
Iniciamos ahora el estudio de la tercera división importante de la Profecía de Ezequiel: la
Profecía de la Restauración.
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Hasta la destrucción de Jerusalén, el mensaje de Ezequiel había sido de castigo y juicio. Una
vez destruída la ciudad, el profeta empezó a predecir su reconstrucción, con la restauración
de sus habitantes. Así como su primer mensaje había sido de amenaza, el segundo fue de
promesa. Vemos otro paralelo aquí, en que, como su primer mensaje no había sido creído
por el pueblo, que estaba seguro de que la gran ciudad nunca caería, tampoco fue creído su
segundo mensaje: el pueblo, desanimado por la desolación de su tierra, ya no creyó que sería
restaurada.
[A] Profecías tocante a la tierra y al pueblo de Israel. 33:1–39:29
Esta parte de la tercera división de la Profecía de Ezequiel trata del pueblo de Israel, y su
restauración a su tierra, en contraste con la última parte (40:1–48:35), que habla de la
restauración del templo y su culto.
1. La responsabilidad individual. 33:1–20
Así como Isaías fue el profeta del Antiguo Testamento que destacó con más vividez la
doctrina evangélica del Mesías, Ezequiel fue el que asentó la enseñanza de la responsabilidad
individual, en oposición a la idea prevaleciente de la responsabilidad nacional ante Dios; en
esto estriba una tendencia importante de la época del Nuevo Testamento: el énfasis sobre la
iglesia local, y no sobre la nación; Dios ya trataba con individuos y con la iglesia, y no con
la nación.
i. Ilustración: el atalaya y sus obligaciones. 33:1–6
Para ilustrar el deber de un profeta, Ezequiel elige la figura de un atalaya, que tiene ciertas
obligaciones para con el pueblo respecto al anuncio de la venida de enemigos; estando sobre
la torre del muro de una ciudad, es él quien ve primero la llegada de un enemigo, y es él quien
tiene que anunciarlo al pueblo, protegiéndolo así de una sorpresa desastrosa.
Ezequiel presenta dos casos: (1) el atalaya ve venir el peligro, y lo anuncia claramente (vs.
1–5); (2) el atalaya ve el peligro, pero no lo anuncia (v. 6). En el primer caso, es el pueblo el
que tiene la responsabilidad, si no presta atención a la advertencia; en el segundo caso, es el
atalaya el que tiene la responsabilidad, por cuanto vio el peligro y no lo anunció al pueblo.
ii. Aplicación de la ilustración: Obligaciones del profeta. 33:7–9
El profeta es como un atalaya: así como el atalaya tiene que avisar al pueblo sobre la venida
de un enemigo a conquistar la ciudad, del mismo modo el profeta le tiene que anunciar la
presencia de peligros espirituales. Aquí también se suponen dos casos: (1) si el profeta ve el
peligro, y no lo anuncia, el pueblo morirá, pero el profeta tiene la responsabilidad; (2) si el
profeta ve el peligro, y lo anuncia, pero el pueblo no responde, entonces lleva su propia
responsabilidad.
iii. Desánimo del pueblo frente al mensaje de promesa de Ezequiel. 33:10–20
El pueblo, muy consciente de sus rebeliones delante de Jehová, no cree ya que pueda ser
restaurado a su lugar anterior (¿cómo pues viviremos?: v. 10). A esto contesta el Señor, que
no quiere la muerte del pecador, sino que se torne el impío de su camino (v. 11): los castigos
de Jehová son, pues, de carácter disciplinario, a fin de purificar a la nación. El que un hombre
sea justo, no lo salvará del castigo si se rebela, ni tampoco será castigado eternamente el
impío que se arrepiente y se vuelve al Señor (v. 12). Al contrario, los impíos podrán ser
restaurados y bendecidos, si se arrepienten. Esta doctrina no correspondía a la creencia
popular, pues por esto responde el pueblo: No es recta la vía del Señor (v. 17). La
contestación de Jehová es que el camino del pueblo es el que está equivocado. En fin, Jehová
juzga al pueblo de acuerdo con lo que ellos hacen, como individuos.
2. Noticias de la caída de Jerusalén. 33:21–33
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En Caldea, todos los cautivos seguían con sumo interés el progreso del sitio babilónico de
Jerusalén. Como sus compatriotas en Jerusalén, los judíos en Babilonia no creían que la
ciudad caería, a pesar de los anuncios de Jeremías y Ezequiel, que afirmaban que sería
destruída. Las nuevas de su caída llegaron a Ezequiel por medio de un refugiado, que se había
escapado de la ciudad.
i. Llegada de un fugitivo a Ezequiel con noticias de la caída. 33:21, 22
Según este pasaje las noticias llegaron a Ezequiel en el año duodécimo de nuestro cautiverio,
en el mes décimo, a los cinco del mes. La ciudad había caído en el cuarto mes del año
undécimo, pues habían pasado unos dieciocho meses. Es probable que una variante en ciertos
manuscritos que afirma que Ezequiel recibió la noticia en el año undécimo, es la correcta (y
así lo creen Davidson, Cobern, y otros), y así habrían pasado unos seis meses antes de que la
nueva llegara a Ezequiel.
Al llegar el mensajero, Ezequiel ya puede resumir su ministerio público: abrió mi boca, y no
más estuve callado.
ii. Mensaje de Ezequiel después de la llegada del mensajero. 33:23–29
La confianza que tenía el pueblo que quedó en su tierra después de la caída, de que
continuarían habitándola, sencillamente porque allí se encontraba, estaba mal fundada: el
profeta pregunta (hablando en nombre de Jehová) cómo puede el pueblo pensar que será
bendecido, en vista de los males que aún se practican en la tierra. Dice que no, porque pondré
la tierra en desierto y en soledad. En fin, después del asesinato de Gedalías, el gobernador
que Nabucodonosor puso en la tierra, el remanente del pueblo, temiendo la venganza del rey
caldeo, se refugió en Egipto.
iii. Reacción del pueblo ante el mensaje de Ezequiel. 33:30–33
El Señor le advierte al profeta que el pueblo escuchará sus palabras, pero no las pondrá por
obra. Después de mucho tiempo, cuando sus predicciones se cumplan, entonces sabrá que
hubo profeta entre ellos.
3. Profecía contra los pastores. 34:1–31
Esta profecía se dirige en contra de los pastores de Israel, es decir, sus gobernadores
(Davidson), que no habían sido fieles en guiar al pueblo por las sendas de Jehová.
i. Infidelidad de los pastores. 34:1–6
Bajo la figura de la alegoría del rebaño, se critica a los dirigentes del pueblo, que no habían
cuidado bien a sus ovejas; habían buscado su propio interés, y no el del rebaño. Por esto se
habían esparcido las ovejas.
ii. Cesación de los pastores por su infidelidad. 34:7–10
A causa de su infidelidad, descrita detalladamente en el párrafo anterior, los pastores habían
sido quitados: en la caída de la ciudad, muchos de los dirigentes del país fueron muertos por
Nabucodonosor, y otros fueron llevados al cautiverio.
iii. Jehová mismo se hace cargo de su rebaño. 34:11–21
En vista de que los pastores han faltado a su deber, Jehová mismo será su pastor, y se
encargará de su rebaño.
a. Reunión del rebaño: Restauración de Israel. 34:11–16
En contraste con los malos pastores que habían descuidado el rebaño que tenían a su cargo,
el pastor celestial cuidará de las ovejas, prestándoles la atención que aquéllos no les habían
dado. Reunirá a las descarriadas, juntándolas de todos los lugares a donde se habían
esparcido. Aquí, en forma alegórica, tenemos el cuadro de la restauración de las ovejas
esparcidas de Israel, a su país.
b. Condenación de algunas ovejas por su mala conducta. 34:17–21
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Puesto que algunas ovejas habían sido egoístas, alimentándose a desventaja de las otras (que
en consecuencia se ponían flacas), Jehová las condena, diciendo que juzgará entre ellas y las
flacas.
iv. Profecía de la restauración. 34:22–31
En este pasaje se anuncia nuevamente la restauración del pueblo a su tierra, gran tema del
profeta Ezequiel en la última división de su obra.
a. Anuncio de la venida del Gran Pastor. 34:22–24
El profeta anuncia que Jehová despertará sobre su rebaño otro pastor, su siervo David. Puesto
que David ya había muerto, es evidente que se trata de una tipología: David es tipo de otro
pastor que se levantará, quien apacentará el rebaño de Jehová al gusto divino, en quien
nosotros vemos al Mesías.
b. El pacto de paz y bendición. 34:25–31
Con su rebaño establecería Jehová un nuevo pacto, según cuyos términos el rebaño moraría
con seguridad en su tierra. Por las referencias a los frutos del campo (v. 27), vemos que la
alegoría enseña la restauración del pueblo a su tierra, con la fructificación de ella en bien de
los israelitas. Por cuanto se ha hablado del Mesías (véase el párrafo anterior), vemos que la
vista del profeta abarca también la era del evangelio, y este pacto es típico del pacto eterno,
el “nuevo testamento,” que Dios había de establecer con su pueblo.
4. Profecía contra Edom. 35:1–36:15
Esta profecía parece introducirse aquí para señalar el contraste entre el destino de los
idumeos, que no eran pueblo de Dios, y el de Israel. Edom se había alegrado por la
destrucción de Israel, y además, pensaba que podría tomar posesión de su país después del
traslado de sus habitantes al cautiverio. En oposición a esto, el profeta anuncia que Edom
será destruído, mientras que Israel será salvado de los paganos para ocupar él mismo su tierra.
i. La destrucción de Edom. 35:1–15
A pesar de la jactancia de Edom de que ellos van a poseer la tierra de Israel, ha de suceder lo
contrario: ellos serán destruídos; los israelitas serán restaurados.
a. Instrucción al profeta para anunciar que Dios está contra Edom. 35:1–4
Jehová induce al profeta Ezequiel a anunciar a Edom que él está en contra de aquel país y
que lo pondrá en asolamiento; entonces ellos sabrán que Jehová es Dios.
b. El pecado de Edom y su castigo. 35:5–10
El pasaje menciona tres cosas que se envuelven en la condenación de Edom: (1) su enemistad
perpetua hacia Israel; (2) la parte que tomó en la desolación de Israel; (3) su ambición por
posesionarse de la tierra de Israel. Por todo esto Jehová esparciría a los edomitas, con matanza
y con sangre.
c. Edom será tratado según sus obras. 35:11–15
El profeta anuncia que Edom ha de ser tratado de acuerdo con su actitud hacia Israel. Los
edomitas se habían gozado por la caída de la nación hermana; le habían tenido celo; habían
demostrado ira hacia ella. Además se habían engrandecido contra Jehová. Por todo esto
Jehová ha de asolar la tierra de Edom, haciéndolo de acuerdo con lo que ella había hecho a
Israel.
ii. Prosopopeya a la tierra de Israel. 36:1–15
El profeta dirige a la tierra de Israel un mensaje de consolación, el que, por prosopopeya,
representa al pueblo de Israel.
a. La vergüenza de Israel vuelta a otras naciones. 36:1–7
El oprobio que ha sufrido Israel será cargado sobre otras naciones, las que han contribuído a
la caída del pueblo de Dios, y que se han alegrado de su mal destino. Especialmente se
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condena a Idumea (Edom), de que a sus otros pecados agregó el ambicionar la tierra del
pueblo de Israel, para poseerla.
b. Predicción de una vida de seguridad en la tierra de Israel. 36:8–15
Se anuncia que nuevamente la tierra de Israel será fructífera, siendo cultivada otra vez. Sobre
ella serán multiplicados hombres y bestias, y sus ciudades serán edificadas y habitadas. Aquí
vivirán los hombres con seguridad. Tenemos, pues, una predicción de la restauración del
cautiverio, cuyo último alcance reside en el evangelio.
5. El nombre de Jehová. 36:16–38
Con frecuencia se hace referencia en las profecías al nombre de Jehová, en relación con otros
dioses, y en relación con el pueblo de Israel. Aquí nuevamente Ezequiel vuelve a tratar este
tema.
i. Profanación del nombre de Jehová por el pecado de Israel. 36:16–21
Por sus sendas malas y por sus obras injustas, el pueblo ha hecho profanar el sagrado nombre
de Jehová. A causa de esto Jehová se airó con su pueblo y lo esparció entre las naciones.
Según la ley mosaica, la menstruosa era inmunda, y esto se toma como ejemplo de la
inmundicia del pueblo israelita.
No sólo habían pecado en su propia tierra, antes del cautiverio, sino que también pecaron en
la dispersión (v. 20), lo que nuevamente contaminó el nombre de Jehová. El que ahora Dios
piense salvarlos, y restaurarlos a su tierra, no se debe, pues, a justicia alguna de ellos, sino a
que Jehová tenía respeto a su propio nombre: para salvarse de la crítica de las gentes de que
su pueblo fue abatido por cuanto él no tenía poder para librarlos, ahora los devuelve a su
tierra; así todos sabrán que Jehová es Dios, y no los ídolos de las gentes.
ii. Santificación del nombre de Dios por la salvación del pueblo. 36:22–38
El profeta ahora desarrolla detalladamente el tema introducido en el párrafo anterior: el
procedimiento de la santificación del nombre de Dios, después de que ha sido profanado por
el pueblo.
a. Jehová ha de santificar su nombre. 36:22, 23
Seguramente Jehová ha de santificar su nombre, a pesar de que ha sido éste profanado entre
su pueblo. Esta santificación, la ha de traer librando al pueblo del cautiverio. Los restaura
(repite el profeta Ezequiel), no a causa de ellos, sino por bien de su propio nombre, como se
ha indicado ya.
b. Israel restaurado a su tierra, y al favor de Dios. 36:24–28
Nuevamente el profeta hace referencia a uno de los ritos de la ley mosaica: así como los
sacerdotes en el tabernáculo esparcían agua limpia, a fin de purificar, asimismo Dios
esparcirá sobre los de su pueblo agua limpia (figuradamente hablando), a fin de que sean
limpios de sus pecados y de sus rebeliones. Entonces los devolverá a su tierra, y de nuevo
serán llamados pueblo de Dios, y Jehová será llamado su Dios.
c. Bendición del pueblo en su tierra. 36:29, 30
Jehová promete que el pueblo será bendecido en su tierra, con la multiplicación de cereales
y de frutos. Esto tiene como motivo, el que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las
gentes: esto también se relaciona con el nombre de Dios, en el sentido de que Dios puede
preservar a un pueblo del hambre; si sufriesen hambre, sería evidencia de que habían sido
desobedientes a su Dios, o que su Dios era inadecuado para protegerlos; en todo caso, sería
ocasión de oprobio … entre las gentes.
d. Vergüenza de Israel frente a sus iniquidades. 36:31, 32
El pueblo se ha de acordar de sus iniquidades con vergüenza, especialmente en vista del
perdón que Jehová le ha concedido, y la bendición que le aporta. Esta bendición no les viene
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por ellos (habiendo sido desobedientes ellos), sino por el nombre de Jehová, como se ha
expuesto en los párrafos anteriores. La continuada bendición de Jehová, a pesar de las
iniquidades del pueblo, ha de ser un verdadero motivo para confusión y vergüenza de parte
de ellos.
e. Repoblación de la tierra. 36:33–36
La tierra que estuvo despoblada durante el cautiverio, volverá a ser habitada por el pueblo de
Israel (después de que han sido limpiados de sus iniquidades). Las ciudades serán
reedificadas, la tierra asolada será labrada. Esta bendición a la tierra será un testimonio al
pueblo ajeno que habitó la tierra durante el cautiverio: sabrán que Jehová ha hecho repoblar
la tierra y reedificar las ciudades.
f. Habitación de las ciudades por el rebaño de Jehová. 36:37, 38
Como rebaños de ovejas, los israelitas han de ser reunidos nuevamente en sus ciudades
desiertas, para poblarlas, y para allí ofrecer culto a Jehová y buscar su presencia.
6. Restauración del pueblo de Israel a su tierra. 37:1–28
Para asentar su proposición de que el pueblo de Dios ha de ser restaurado a su tierra, Ezequiel
describe primero una visión de huesos secos, que Dios le había concedido, y luego lo ilustra
mediante una acción simbólica, en que une dos palos, escritos con los nombres de Judá y de
Israel.
i. Visión del campo de huesos secos. 37:1–4
Esta visión no es una profecía de la resurrección general al fin del mundo, como a veces se
le interpreta, sino de la nación de Israel, que se hallaba en el cautiverio. Se relaciona este
capítulo, pues, con el tema general de esta parte de la Profecía de Ezequiel, v.g.: la
Restauración de la Nación.
a. Ezequiel conducido por Jehová al campo de huesos. 37:1, 2
En espíritu (en visión) Ezequiel es llevado al campo, que ve lleno de huesos. Estos están muy
secos, lo que significa el sentimiento del pueblo de Israel (v. 11), de que ya no podrá vivir la
nación.
b. Mandamiento al profeta de que profetice a los huesos. 37:3–6
La visión de los huesos secos y esparcidos suscita la pregunta, formulada por Dios al profeta
Ezequiel, de si estos huesos podrán vivir, es decir, si la nación puede ser restaurada. Es una
pregunta retórica, en que Jehová mismo ha de dar la contestación, como el mismo profeta
reconoce al decir: Señor Jehová, tú lo sabes. Jehová luego ordena a Ezequiel que profetice a
los huesos, avisándoles que Jehová los hará vivir, a fin de que se den cuenta de que él es
Dios.
c. Resurrección de los huesos secos. 37:7–10
De acuerdo con el mandamiento de Jehová, Ezequiel predicó a los huesos su mensaje de vida.
De inmediato se unieron en sus lugares correspondientes, y en seguida hubo sobre ellos
nervios y carne, y luego se cubrieron con piel. Pero todavía les faltaba el espíritu de vida; no
estaban vivos. Entonces Dios hizo soplar espíritu en ellos, y entró en ellos vida. Así había de
levantarse la nación, a fin de que fuese restaurada a su tierra.
d. Interpretación de la visión. 37:11–14
El motivo de la visión se presenta aquí: fue el constante pesimismo del pueblo frente a su
situación, que no creía en la posibilidad de una resurrección de su nación, expresada su
incredulidad en el dicho (que Davidson opina sea un refrán corriente entre el pueblo):
Nuestros huesos se secaron: Ya no tenían esperanza, y creían que el fin había llegado.
Para combatir el pesimismo del pueblo, Ezequiel es exhortado a predicarles el mensaje: Y
sabréis que yo soy Jehová, cuando abriere vuestros sepulcros, y os sacare de vuestras
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sepulturas, pueblo mío. Tampoco se refiere aquí a una resurrección individual; esto no
ocurrió en el tiempo del cautiverio; sino que se refiere figuradamente a la resurrección de la
nación. El propósito de la restauración de la nación había de ser el de glorificar el nombre de
Jehová; convencer al pueblo de que él era Dios.
ii. Acción simbólica de los dos palos unidos. 37:15–28
Con esta acción simbólica el profeta había de enseñar la lección de que en la restauración,
serían unidas las dos ramas de la casa de Jacob: Israel septentrional con Judá meridional.
a. Instrucciones en cuanto a la acción simbólica. 37:15–19
Jehová da instrucciones detalladas al profeta en cuanto a la forma de ejecutar la acción
simbólica de los dos palos.
Había de buscar Ezequiel dos palos, y escribir en cada uno de ellos. En uno había de anotar
el nombre de Efraim, que representaría a Israel septentrional, llevado al cautiverio en 722 a.
de J.C., en el otro el profeta había de grabar el nombre de Judá, el reino meridional. Luego
tenía que unir los dos palos, para que fueran uno.
Al preguntarle el pueblo sobre el significado de la acción simbólica, el profeta había de
responderles que Jehová se proponía hacer volver a su pueblo a su tierra, uniéndolos, para
que no fueran dos pueblos, o dos naciones, sino una.
b. Instrucciones en cuanto a la explicación de la figura. 37:20–28
El profeta había de hacer una explicación detallada de lo que Jehová esperaba hacer con su
pueblo al devolverlo a su tierra.
(1) Restauración a su tierra y unificación del pueblo. 37:20–22
Jehová recogerá a los israelitas y a los de Judá de los lugares en los cuales están esparcidos,
y los traerá a su tierra. De ellos hará una nación sola, la cual nunca se dividirá en dos pueblos
ya.
(2) Limpiamiento de la idolatría. 37:23
En la restauración, la idolatría sería limpiada de la tierra, y el pueblo ofrecería culto a Dios;
ellos serán pueblo de él, y él será su Dios.
(3) El rey eterno del pueblo: el Mesías. 37:24, 25
Se menciona a David como el rey eterno del pueblo israelita, y a él como tipo del Mesías que
había de venir para reinar sobre su pueblo. Nuevamente la vista del profeta abarca no sólo la
época de la restauración sino también la del evangelio, período de justicia y de paz.
(4) El pacto de paz. 37:26–28
Con su pueblo restaurado Jehová concertaría un pacto de paz, eterno; entre ellos pondría su
tabernáculo, su santuario, esto también con el fin de glorificar el nombre de Jehová. Aquí,
como en el párrafo anterior, se mezcla la vista del profeta (que contempla primordialmente
la restauración) con la época del evangelio.
7. Invasión de Gog. 38:1–39:29
Aunque a estos capítulos se ha atribuído un misterio, se ve que su interpretación se resuelve,
con una consideración del fondo histórico que respalda el pasaje.
Gog (el rey) y Magog (el pueblo) representan a los escitas, pueblo barbárico que había
invadido a Palestina cuando Ezequiel era niño (véase la Introducción a la Profecía de
Ezequiel). Son el epítome de todos los enemigos de Dios. En general representa esta profecía
la verdad de que, después que los israelitas sean reunidos y restaurados a su tierra, tendrían
que luchar para realizar el estado ideal presentado en los capítulos 40–48. Comp. Keil,
Matthews, Davidson, Lofthouse, y otros, que concuerdan en que el pueblo invasor (Magog)
y su rey (Gog) vienen del norte.
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La mayor parte de esta profecía (todo menos unos siete versículos al fin) se dirige en contra
de Gog, y trata de su invasión y su destrucción.
Introducción a la profecía contra Gog y Magog. 38:1, 2
Gog es el rey, y Magog es la tierra (y el pueblo) donde reina; contra la tierra y su rey el
profeta dirige su mensaje acerca de la oposición de Jehová a su enemistad contra el pueblo
de Dios.
i. Invasión de Gog y su destrucción. 38:3–39:22
El profeta habla detalladamente de la invasión de este rey eslavo, y describe su destrucción.
Siendo Gog el epítome de todos los enemigos de Jehová, su destrucción enseña la lección de
la destrucción de todo aquel que se opone a Jehová y al progreso de su reino. También en el
Apocalipsis (20:8) Juan emplea las figuras Gog y Magog en representación de todos los
enemigos de Dios; allí Juan saca su figura de este pasaje en Ezequiel.
a. Destrucción de Gog y sus aliados al atacar a la tierra santa. 38:3–9
Al atacar al pueblo israelita restaurado a su tierra, Gog y sus aliados serán destruídos por el
poder de Jehová. Por cuanto los judíos, después de la restauración, fueron dominados con
éxito por varios pueblos extranjeros (persas, griegos, egipcios, sirios, y romanos), vemos que
esta profecía es espiritual, y tiene su cumplimiento final en el Reino de Dios, que sí resiste
con completo éxito a todos sus enemigos. Del mismo modo, la alianza de las naciones con
Gog no es literal; son las naciones más lejanas de Palestina, y son típicas de la hostilidad de
todo el mundo al pueblo de Dios.
b. Propósito de Gog para conquistar al mundo. 38:10–13
Jehová lee en el corazón de Gog su propósito: Piensa en subir a los países donde hallará a
gentes reposadas, y que habitan confiadamente, a quienes él hallará fáciles de conquistar,
porque habitan sin muros, no tienen cerrojos ni puertas; así se representa lo fácil de su caída
ante las hordas del rey del norte.
c. Cuadro de la venida de Gog y sus aliados a Israel. 38:14–16
En aquel tiempo, cuando mi pueblo Israel habitará seguramente, se refiere al tiempo que
empieza con la restauración, pero, de acuerdo con el modo profético de hablar, se extiende
aún más en el porvenir hasta abarcar la era mesiánica. Entonces vendría Gog, el que
representa figuradamente a todos los enemigos de Jehová, y atacaría al pueblo de Dios.
Aunque venga con sus multitudes, Dios le dice: te traeré sobre mi tierra, para que las gentes
me conozcan, cuando fuere santificado en ti, oh Gog, delante de sus ojos: el nombre de Dios
sería santificado en Gog, por cuanto Dios lo haría destruir, y así todos llegarían a conocer
que Jehová es Dios.
d. Cuadro del juicio que ha de traer Dios sobre Gog. 38:17–23
El cuadro de juicio sobre Gog se introduce con una pregunta: ¿No eres tú aquél de quien
hablé yo en tiempos pasados por mis siervos los profetas de Israel …? No hemos de pensar
que los profetas mencionasen a este individuo por nombre (a lo menos no figura en los rollos
escritos de los profetas), sino que ellos habían hablado del levantamiento de un enemigo;
Ezequiel lo identifica con Gog. (Comp. Keil.)
En cuanto Gog venga a invadir a Israel, Jehová mandará en contra de él la espada, y
pestilencia, y lluvia, y granizo, fuego y azufre: así se representan las calamidades que vendrán
sobre Gog y su ejército. El resultado será que Dios será conocido en ojos de muchas gentes;
y sabrán que yo soy Jehová.
e. Rotura del arco de Gog y su caída. 39:1–7
Romper el arco de Gog significa quebrar su poder militar. La acción de Gog de invadir la
tierra de Israel vendría en respuesta a la incitación de Jehová mismo, todo con la finalidad de
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glorificar su nombre (v. 7) en el quebrantamiento de las fuerzas del rey eslavo. Venido Gog
con sus aliados, tanto él como ellos serían quebrantados y destruídos, sirviendo sus cuerpos
muertos para comida de las aves de rapiña.
f. Quemazón de las armas de los ejércitos de Gog. 39:8–10
Después de la destrucción de las fuerzas de Gog, sus armas servirían de leña a los habitantes
de Israel. Se destruirían por fuego durante siete años, no un número literal sino figurado, el
número sagrado, denotando la perfección de su consumición. Tan grande sería la provisión
de material combustible, que la gente no tendría qué buscar leña, sino que se serviría de las
armas de Gog. Esto, desde luego, es hiperbólico, para mostrar lo absoluto de la destrucción
de Gog. Acordémonos también que Gog mismo, con su país Magog, es una figura que
representa en su totalidad (como se ha dicho ya) a los enemigos del pueblo de Jehová.
g. Multitud de los cadáveres de Gog. 39:11–16
Los cadáveres de los ejércitos de Gog habían de ser enterrados en Israel, en el valle de
Hamón-gog, lo que es mejor traducir, el valle de la multitud de Gog (Gardiner) (y así en el
v. 15). Tan grande sería la cuenta de cadáveres que los israelitas los estarían enterrando por
siete meses, para limpiar la tierra, nuevamente un número figurado, el número sagrado y
perfecto, (como en el párrafo anterior), para denotar cuán grande era el número de los muertos
del enemigo. El mojón (v. 15), que el que hallara esqueleto había de edificar, marcaría el
lugar, para que los enterradores lo hallasen y lo sepultasen en el valle indicado (Schroeder).
h. Llamamiento de las aves de rapiña y las bestias al sacrificio de Gog. 39:17–22
El profeta es instruído a llamar a las aves de rapiña y a las bestias a tomar parte en la comida
de sacrificio que Dios prepara, cuyas víctimas han de ser Gog y sus fuerzas. Tan grande sería
el número de víctimas, que todos beberían sangre hasta embriagarse. Esto aumentaría la
gloria de Dios, porque habría hecho juicio sobre sus enemigos y los enemigos de su pueblo
(vs. 21, 22).
ii. Israel, su cautiverio y su restauración eterna. 39:23–29
Como resultado de la venganza de Dios sobre sus enemigos, los pueblos se darán cuenta de
que el cautiverio de Israel vino, no por la debilidad de su Dios, sino por su propio pecado.
Dios había escondido su rostro de ellos por cuanto habían llegado a ser inmundos. Pero ahora
ha de volver su cautividad, teniendo misericordia de su pueblo Israel, y celando por su propio
nombre (v. 25) (en el sentido de que no dejaría que el pueblo lo criticase, como si no tuviera
poder para librar a su pueblo). Una vez vuelto a su tierra, en donde moraría con seguridad, el
pueblo sentiría vergüenza por su conducta anterior, con el resultado de que no volvería a
cometer las mismas faltas. La predicción de que ni esconderé más de ellos mi rostro,
forzosamente tiene que ser cumplida en el reino de Dios, por cuanto, en la historia de los
judíos, ellos rechazaron al Mesías, siendo ellos rechazados también por Dios a causa de su
incredulidad; pero los ciudadanos del Reino de Dios, el Israel espiritual, son los recipientes
de todas las promesas que no fueron cumplidas en el pueblo de Israel.
[B] Restauración del culto divino, con las bendiciones correspondientes. 40:1–48:35
Esta serie de profecías puede fecharse en 573 a. de J.C., unos trece años después de la caída
de la ciudad de Jerusalén.
Presenta un cuadro ideal, o figurado, que no ha de tomarse literalmente (comp. Sampey,
Gardiner, Davidson, etc.) como un plano para el templo, que Ezequiel debía esperar fuese
edificado de acuerdo con el diseño que él presentaba. No hay evidencia de que los judíos
bajo las órdenes de Zorobabel, que edificaron el templo después de la restauración,
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considerasen que tenían que seguir el plano de Ezequiel. Debemos reconocer, pues, que el
profeta presentaba un cuadro de la bendición del pueblo en su tierra; el alcance del profeta
abarca no solamente la situación de los judíos restaurados, sino también el reino mesiánico.
Keil: “Es evidente que esta visión no meramente trata del nuevo templo y del nuevo orden
de culto, aunque estos puntos se elaboran detalladamente; sino que presenta un cuadro de la
nueva forma que debe ser asumida por el reino entero de Dios, y en este cuadro exhibe a la
vista la realización de la restauración y la bendición de Israel.” Davidson: “Esta parte da un
cuadro del pueblo en su condición final de redención y felicidad. No describe cómo se
alcanza la salvación, por cuanto ésta se ha realizado y se disfruta.” Otra vez Davidson:
“Ezequiel, desde luego, espera una restauración en su sentido verdadero, pero es una
restauración completa, que abraza a todos los miembros esparcidos de Israel, una
restauración final, siendo la entrada de Israel en su felicidad y perfección eterna, y el
disfrutamiento de la plena presencia de Jehová en medio de ella. La restauración esperada
por el profeta, y descrita aquí, no es la que se verificó en la historia, así como tampoco se
efectuó en la historia la restauración predicha en Is. 40. Ambas, la restauración de Isaías, y
la de Ezequiel son ideales religiosos, y cuadros del estado final del pueblo y del mundo.”
Dice Cobern: “Esta fue una visión de realidades espirituales representadas en cuadro por un
templo y su ambiente, que expresaba bajo símbolos bien conocidos ciertas ideas
fundamentales y eternas tocante al verdadero culto a Dios. Los cautivos que volvían a su país
después de la restauración sin duda expresaron estas ideas en su nuevo templo del modo que
mejor se adaptaba a las circunstancias, no buscando una conformidad literal.”
Estas opiniones muestran la idea prevaleciente respecto a los últimos capítulos de Ezequiel,
de que son figurados en carácter, siendo su valor más bien mesiánico, pero con la limitación
de que servía a los cautivos como inspiración para creer que la reedificación del templo era
possible, y dándoles el motivo para proceder a reedificarlo, una vez realizada la restauración
a su tierra. Por esto, como dice Skinner: “Los nueve últimos capítulos registran lo que
evidentemente fue la experiencia más sublime de la vida del profeta. Su ministerio principió
con una visión de Dios; culmina en una visión del pueblo de Dios, o más bien, de Dios en
medio de los de su pueblo, reconciliado con ellos, reinando sobre ellos, e impartiendo a ellos
las bendiciones y las glorias de la dispensación final.” Otra vez Skinner: “En su sentido más
estricto, es una profecía mesiánica, v. g.: un cuadro del reino de Dios en su estado final, como
el profeta había sido guiado a comprenderlo.”
En resumen, en estos nueve capítulos tenemos a Ezequiel que en visión es transportado a
Jerusalén, donde un guía celestial le muestra la nueva ciudad y el templo.
Tres temas se tratan en esta sección: (1) Descripción del nuevo templo, 40:1–43:27; (2)
Ordenanzas del templo, 44:1–46:24; (3) La tierra santa. 47:1–48:35.
1. Descripción del nuevo templo. 40:1–43:27
Como primer tema en su cuadro ideal de la restauración del culto divino, Ezequiel presenta
una descripción del nuevo templo. Para claridad, repetimos aquí que Ezequiel no ideaba un
plano que esperaba fuese seguido al pie de la letra, al reconstruir el templo, sino que el profeta
enseñaba ideas espirituales y aportaba inspiración a los cautivos, que no creían que la
restauración de la nación fuese posible.
i. El pórtico y el atrio exterior. 40:1–27
Tenemos primero una descripción del pórtico exterior (vs. 6–16), y el atrio exterior (vs. 17–
27).
v. g. verbigracia.
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atrio es llamado exterior para distinguirlo de otro más interior (vs. 28–47), que encerraba
propiamente el santuario. Alrededor del atrio exterior había un solado (VM: “pavimento de
mosaico”), que rodeaba el atrio en tres lados. Se caracteriza como solado más bajo (v. 18)
para distinguirlo del pavimento del atrio interior, que estaba a un nivel más elevado. Sobre
este pavimento más abajo se situaban cámaras: en el muro oriental diez, con diez en el muro
septentrional, y diez en el meridional. (Acordémonos que el santuario, lugares santo y
santísimo, se hallaba al oeste del templo, en cuyo muro no había puerta.) En cada muro, de
los tres que tenían puertas (oriental, septentrional, y meridional), éstas se hallaban en el
centro, con cinco cámaras a cada costado. El número total de cámaras era de treinta. Estas
servían para reuniones, para banquetes sagrados, y para otros fines misceláneos (Lofthouse).
Se debe hacer notar aquí que, así como había tres puertas exteriores que daban entrada al
atrio exterior, asimismo había tres puertas que servían para entrada al atrio interior. Estas
puertas interiores estaban en oposición a las puertas exteriores, oriental, meridional y
septentrional.
Los vs. 20–23 tienen una descripción de la puerta septentrional en el muro exterior; esta
puerta era idéntica a la puerta oriental, ya descrita. Véase antes.
Los vs. 24–27 describen la puerta meridional, también idéntica a la puerta oriental, cuyo
comentario se ha hecho ya.
ii. El atrio interior. 40:28–47
En las notas anteriores ya se han hecho algunas referencias a este atrio. En general tenía tres
puertas, incluía cámaras para los sacerdotes, lugares de cocinar para sacerdotes, el altar, y lo
más importante, el santuario con su lugar santo y su lugar santísimo.
a. Las tres puertas. 40:28–37
Las tres puertas del atrio interior correspondían a las tres del atrio exterior: si uno entraba al
atrio exterior por la puerta oriental, podía seguir derecho para entrar al atrio interior por su
puerta oriental correspondiente. Del mismo modo la puerta septentrional exterior conducía
derecho a la puerta septentrional del atrio interior, y asimismo la puerta meridional exterior
guiaba derecho a la puerta interior correspondiente.
(1) La puerta meridional. 40:28–31
Puesto que Ezequiel entró al templo por medio de la puerta central, o sea la oriental, a su
izquierda quedaba la meridional, que se describe en este trozo bíblico.
Las tres puertas interiores eran iguales a las puertas del atrio exterior (Véase descripción), a
excepción de que los pórticos (mejor que arcos) estaban al revés (Plumptre, Lofthouse): el
pórtico miraba el atrio exterior (Davidson). Las medidas también eran iguales. Tenían
cámaras para los guardas, y escaleras que subían al nivel más alto, que tenía el atrio interior
sobre el atrio exterior.
Ezequiel entró al atrio interior por la puerta meridional, porque allí el ser celestial terminó de
medir el atrio exterior.
(2) La puerta oriental. 40:32–34
La puerta oriental, que el ser celestial midió en seguida, era idéntica a la meridional. Véanse
las notas en el pasaje correspondiente.
(3) La puerta septentrional. 40:35–37
En tercer lugar, el ser celestial midió la otra puerta, la septentrional, cuya descripción
coincide con las otras dos puertas del atrio interior. Véanse las notas sobre la puerta
meridional.
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cit. citado.
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El santuario también tenía su pórtico, con escalera ascendente a este lugar más alto de todo
el edificio, de diez escalones, según la Septuaginta. Tenía también dos columnas (postes) a
la derecha y a la izquierda, al estilo de las dos columnas Boaz y Jachín en el templo de
Salomón (1 Reyes 7:21). La puerta era doble, estando cada parte colgada por sus bisagras a
su poste, de tres codos cada mitad. El pórtico mismo era de once codos de ancho, y veinte de
largo. (Comp. Keil).
b. El lugar santo. 41:1, 2
Se dan luego las dimensiones del lugar santo. En vez de tabernáculo, es mejor leer con la
Septuaginta postes (y así Davidson, Cobern, y otros), a menos que se quiera entender
tabernáculo aquí empleado como en medio de las medidas del lugar santo como referente a
éste mismo, lo que es contrario al uso general de la palabra, y a su posición en esta oración.
Las dimensiones de la parte delantera del lugar santo (exterior) son, pues: los postes (los
muros de la entrada: Lofthouse), seis codos cada uno; diez la puerta; y el espacio a cada lado
de la puerta cinco a cada costado: así que son 6 más 6 más 10 más 5 más 5, que son 32. Esto
está de acuerdo con las dimensiones interiores: el ancho del lugar santo, 20 codos; sus muros,
6 codos cada uno (v. 5); son 32.
c. El lugar santísimo. 41:3, 4
El lugar santísimo tenía la mitad del área del lugar santo, y era cuadrado: 20 codos por 20, o
sea, 9 metros por 9.
d. El muro del santuario y sus cámaras. 41:5–11
Estas cámaras servían para guardar muebles y otras cosas relacionadas con el templo y su
liturgia (Lofthouse). Rodeaban el santuario en tres lados (Plumptre), y estaban en tres pisos,
treinta en cada piso (VM: v. 6: “Y las cámaras laterales estaban en tres pisos, una sobre otra,
treinta en orden”) (comp. Davidson, Cobern, etc.). Las cámaras de los pisos altos eran
alcanzadas por medio de una escalera en forma de espiral (caracol, v. 7). Las cámaras medían
cuatro codos de ancho, o sea, un metro con ochenta centímetros. Las cámaras de más arriba
eran más grandes, porque el segundo y tercer pisos descansaban sobre estribos, siendo menos
grueso el muro del santuario arriba que abajo.
e. Medidas del edificio detrás del templo. 41:12
Separado del santuario, y detrás de él; había un edificio de setenta por noventa codos (31.5
metros por 40.5). Aunque su propósito no se conoce, parece que servía para quemar el
becerro de la expiación (43:21) (comp. Plumptre), y quizás otras partes de sacrificios que no
se comían ni se quemaban sobre el altar de bronce. El apartamiento, o sea, el espacio entre
el santuario y el edificio de atrás, se calcula que medía veinte codos.
f. Total de las medidas del santuario. 41:13–15a
El largo del santuario (incluyendo el apartamiento) era de cien codos, y su anchura también
de cien, o sea, 45 metros.
g. Descripción del interior del santuario. 41:15b–26
Todo el interior del lugar santo y del lugar santísimo estaba enchapado (vs. 15b–17), y sobre
esta chapa de madera estaban grabadas figuras de querubines y palmas (vs. 19, 20). En el
lugar santo estaban el altar de madera (de incienso), y la mesa de los panes de la presencia
(v. 22). Las puertas del lugar santo y del santísimo eran dobles: cada mitad tenía sus propias
bisagras (vs. 23, 24); sobre estas también se habían labrado figuras (v. 25).
iv. Otros edificios en el conjunto sagrado. 42:1–20
En este capítulo tenemos una descripción de otros edificios en el atrio exterior, o sea, las
cámaras de los sacerdotes, y los usos de ellas, con otras medidas.
a. Las cámaras de los sacerdotes. 42:1–12
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A la derecha y a la izquierda del santuario, del apartamiento, y del edificio detrás de aquél,
estaban dos cámaras, las de los sacerdotes. Las usaban los sacerdotes, según se describe en
los vs. 13, 14. Estas cámaras estaban en el atrio de afuera, o sea, el exterior, aunque su uso
se relacionaba íntimamente con la liturgia del santuario. El edificio de hacia el norte (v. 1)
se refiere al muro septentrional del santuario y no al edificio mencionado en 41:12 y sig.
(Lofthouse).
La cámara en el sector septentrional se describe primero (vs. 1–9).
Desde su posición en el atrio exterior cerca de la puerta del norte (v. 1), el profeta contempla
la cámara de los sacerdotes que quedaba en ese lado, y la veía como de cien codos (45 metros)
de largo y cincuenta codos (22.5 metros) de ancho, su dimensión exterior, ya que el profeta
no entró (Plumptre).
Los veinte codos (v. 3) probablemente denotan el apartamiento (Davidson). La cámara, pues,
estaba entre este apartamiento, por un lado, y el solado (pavimento) por el otro (véanse
40:17–27 y nota), y cerca de las cámaras en tres pisos comentadas antes.
A lo largo de esta cámara había un corredor (vereda), siendo de diez codos (4.5 metros) de
ancho, y cien codos (en vez de un codo del v. 4, siguiendo la Septuaginta, Plumptre,
Davidson, etc.) de largo, o 45 metros, que correspondía al largo del edificio. Esta serie de
cámaras estaba también en tres pisos, como las cámaras que rodeaban el santuario, y arriba,
en el segundo y tercer pisos, había galerías, cuyo ancho hacía más estrechas las cámaras de
arriba.
El muro que estaba afuera (v. 7) parece haber sido un muro que quedaba al este de la cámara
de los sacerdotes; por cuanto su largo era de cincuenta codos, igual a la anchura de la cámara
(v. 8), quizás del tipo del tabique, o reja, (Plumptre), ocultaba las ventanas de las cámaras de
la vista del pueblo que se hallaba en el atrio exterior (comp. Keil, v. 9). El muro delante de
la fachada del templo (v. 8) sería el muro que quedaba enfrente del santuario. Al lado oriental
de la cámara estaba su entrada, invisible desde el atrio, por cuanto estaba oculta detrás del
tabique (v. 9). La expresión debajo de las cámaras estaba la entrada es difícil, pero parece
que se explica en que, desde el punto de vista del pueblo, cuando entraba en el atrio por la
puerta oriental exterior, la cámara parecía elevarse desde el mismo tabique (comp. Plumptre,
Keil, etc.).
Los vs. 10–12 describen la cámara de los sacerdotes que estaba en el sector meridional del
atrio exterior, igual en su características a la cámara del norte, teniendo también su entrada
en el lado oriental. (Nota: En vez de hacia el oriente (v. 10), debe leerse hacia el sur:
Davidson, y otros.)
b. El propósito de las cámaras de los sacerdotes. 42:13, 14
La lonja (v. 13) denota el espacio llamado apartamiento (41:12 y nota). En las cámaras que
quedaban enfrente de este apartamiento los sacerdotes comían las ofrendas (aunque se
cocinaban en otra parte: 46:19, 20), o sea, las partes que no eran quemadas en el altar.
Debemos entender que había varios departamentos, o celdas, en la cámara, porque era un
edificio grande (45 metros por 22.5). En una parte se guardaba la carne santa (v. 13) hasta
que se cocinaba. También se depositaba allí la vestimenta sagrada de los sacerdotes, que no
podían llevarla afuera, y que tenían que quitársela para salir de la cámara al atrio exterior
(Plumptre). Comp. Ex. 28:43.
c. Medidas del muro que rodeaba los edificios sagrados. 42:15–20
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Luego el ser celestial procedió a medir el muro que rodeaba toda el área del templo: santuario,
atrio interior, atrio exterior, etc. Este sector medía 500 cañas en cada lado. Ya hemos indicado
que la caña era de siete codos (40:5 y nota), o sea, 315 centímetros. El muro de cada costado
medía, pues, 1575 metros. Aunque, en realidad, tal edificio no cabría en el monte Moría, ni
en ningún otro monte de Jerusalén, no es necesario ver dificultad en esto, puesto que Ezequiel
habla en sentido figurado, como se ha hecho notar ya.
v. Vuelta de la gloria de Jehová y mensaje a su profeta. 43:1–27
Este trozo, que pinta la vuelta de la gloria de Jehová a su templo restaurado, es una
culminación apropiada de la primera parte de la Profecía, en donde se presenta el cuadro de
la ida de la gloria de Jehová de su santuario, dejándolo para su destrucción. Ahora, el templo
ha sido destruído, el pueblo ha sido castigado en el cautiverio, y se ha arrepentido; el templo
ha sido restaurado (en visión), y vuelve la gloria de Jehová para ocupar su sitio en medio de
su pueblo.
a. Vuelta de la Schekinah. 43:1–5
Siendo llevado a la puerta oriental del atrio exterior, el profeta ve acercarse la gloria de
Jehová, que venía desde el oriente. Puesto que la maquinaria de traslado de la Schekinah
había sido descrita detalladamente en el cap. 1, no se vuelve a repetir aquí esta descripción.
Luego la Schekinah entró por la puerta oriental, y penetró en la “casa,” en el santuario, para
tomar su lugar acostumbrado en el lugar santísimo. Siendo llevado el profeta (en espíritu) al
atrio interior, en donde él tenía acceso, por ser también sacerdote, pudo ver que la gloria de
Jehová, la nube luminosa que concretaba su presencia, henchía el santuario.
No ha de escapar a la atención del lector que, así como la partida de la Schekinah (al principio
de la Profecía de Ezequiel) mostraba que Dios abandonaba a su pueblo, su vuelta demuestra
ahora que Dios otra vez bendice a su pueblo, morando en medio de él.
b. Afirmación divina de su morada eterna entre su pueblo. 43:6–9
El profeta oyó una voz que hablaba, y vio un varón, que probablemente se identifica con el
ser celestial de 40:3, el que había medido los edificios (capítulos 40–42). Ahora, hablando en
nombre de Jehová, el varón celestial aseguró al profeta acerca de la continuada y eterna
morada de Dios entre su pueblo. Esto supone la condición establecida en seguida (vs. 8, 9),
de que el pueblo realmente se ha arrepentido de sus pecados y sus maldades. Esta promesa,
que aparece con frecuencia en los escritos proféticos, la vemos cumpliéndose en la historia,
después de que el pueblo judío volvió a sus “abominaciones” y rechazó al Mesías, en el
pueblo cristiano.
c. Comisión al profeta para que muestre al pueblo el plano del templo. 43:10–12
Dice Cobern: “Estos versículos comprueban que había en todos estos minuciosos detalles un
profundo significado simbólico, que podía ser comprendido por aquéllos para quienes
escribía Ezequiel. Este cuadro de un culto perfectamente santo tenía el propósito de traer a
los cautivos al arrepentimiento.”
El profeta recibe la comisión de mostrar a los cautivos el plano del templo, a fin de
convencerlos de sus pecados. El punto inspirador para ellos había de ser que el profeta tenía
un plano para la restauración del templo, un plano de Dios mismo, que demostraba el
propósito divino de elevar nuevamente en Jerusalén su casa.
d. El altar. 43:13–27
El punto céntrico del templo, desde el punto de vista del adorador, era el altar, sobre el cual
él expiaba el pecado que se interponía entre él y Dios. Es natural, pues, que inmediatamente
después del relato de la vuelta de la Schekinah a su lugar, se disponga el lugar en el cual ha
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de expiar su transgresión el pueblo, aquella transgresión que hizo que la gloria de Jehová se
fuese.
(1) Medidas del altar. 43:13–17
El altar había de ser hecho en cuatro secciones; una sobre otra, teniendo cada una medio codo
de altura (véase el diagrama en la versión española de Bover y Cantera). La sección más alta
tenía doce codos de ancho y doce de largo, o sea, 5.4 metros por 5.4. La sección que quedaba
inmediatamente abajo tenía catorce codos, pues la tercera habría tenido dieciséis, y la base
dieciocho (comp. Davidson). Era, pues, una estructura grande, a la cual, para quemar las
ofrendas, los sacerdotes subían por medio de una escalera (v. 17), que estaba en el lado
oriental.
(2) Consagración del altar. 43:18–27
Es interesante que, en el templo de Ezequiel, sólo el altar es consagrado. Esto bien podía ser,
como Cobern señala, porque Jehová ya había entrado en su santuario, pues todo esto estaba
limpio. En cambio, puesto que los pecados del pueblo tenían que ser puestos sobre el altar,
éste era inmundo y necesitaba de limpiamiento. Durante siete días habían de ser celebradas
las ceremonias de purificación.
2. Ordenanzas del templo. 44:1–46:24
En esta sección se indican las ordenanzas que habían de controlar la liturgia del templo, así
como otros asuntos relacionados con el buen proceder del culto y de la religión de Jehová.
i. Ordenanzas tocante a los ministros. 44:1–31
En este capítulo se presentan ciertas limitaciones y cualidades de los que habían de ministrar
en el templo, o sean los sacerdotes.
a. Limitaciones en cuanto a la puerta oriental. 44:1–3
La puerta oriental del atrio exterior había de permanecer cerrada, por cuanto por ella entró
Jehová al volver a su templo. Una excepción se nota en el v. 3: el príncipe podía participar
en la comida santa en el pórtico oriental. Sin embargo, Cobern sugiere que tal vez ni él entró
por la puerta, sino que se dirigió al pórtico desde el atrio exterior, habiendo entrado en el
atrio por la puerta meridional o la septentrional.
El príncipe, figura mística que se introduce aquí por primera vez en la Profecía de Ezequiel,
evidentemente es el representante de la descendencia de David que ejercería en la
restauración la autoridad civil. Sin embargo, en la historia queda un ser figurado, puesto que
durante la restauración y el período interbíblico, ningún descendiente de David ocupó la
autoridad civil, si se exceptúa a Zorobabel, que con Josué compartió la autoridad cuando el
primer grupo de cautivos volvió a su tierra. Pero debemos recordar que el templo que
describía Ezequiel, así como necesitaba de sacerdotes, también requería un príncipe, que se
ocupara de la autoridad civil; así que el príncipe servía una finalidad necesaria en la economía
que el profeta preveía para la época después del cautiverio. Pero además, podemos ver un
elemento mesiánico en este ser, de acuerdo con la norma que rige la interpretación de las
profecías del Antiguo Testamento. Se compara, pues, con la referencia a David en 34:22–24
y 37:24, 25, cuyas notas véanse. Comp. Plumptre.
b. Limitaciones adicionales en cuanto a los ministros del templo. 44:4–14
Se agregan ciertas limitaciones adicionales en cuanto a los ministros en el templo,
especialmente respecto a los extranjeros, que no debían funcionar dentro de sus recintos
sagrados, siendo los ministros aptos para funciones santas, elegidos sólo de entre los
descendientes de Leví.
(1) Exclusión de los extranjeros de las funciones sagradas. 44:4–9
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Nuevamente el profeta recibe una visión de la gloria de Jehová. Es comisionado para hacer
saber al pueblo, que ha pecado en el pasado permitiendo que extranjeros sirvan de ministros
en la casa del Señor; en el porvenir este infringimiento no debe seguir. Por supuesto no se
excluye a los extranjeros de traer sacrificios a la casa de Jehová, sino de participar como
ministros en la celebración del culto.
(2) Los levitas, los ministros correctos en el templo. 44:10–14
Las funciones que en el pasado habían sido desempeñadas por extranjeros, desde ahora
debían ser desempeñadas por los levitas, a quienes la ley mosaica había señalado desde el
principio para tales funciones: guardando las puertas, dando muerte a los animales para los
sacrificios, cocinando la carne para la comida del sacrificio, etc. (Davidson). En el servicio
de los levitas se exceptúa la función sacerdotal (v. 13), que debían desempeñar los
descendientes de Aarón, y especialmente (después de la época de Salomón) por los aaronitas
del linaje de Sadoc.
c. Los hijos de Sadoc y el servicio del templo. 44:15–31
El profeta señala ahora detalladamente las obligaciones y los privilegios de la clase
sacerdotal, la línea de Sadoc, quienes sólo podían oficiar en las tareas más altas de la liturgia.
(1) Selección de los descendientes de Sadoc como sacerdotes. 44:15, 16
El profeta repite algo que ya se ha hecho saber antes en su profecía: que sólo los aaronitas de
la línea de Sadoc, uno de los cuatro hijos de Aarón, podía hacer los sacrificios. (Véase la nota
de 40:44–46.)
(2) Obligaciones y restricciones del sacerdocio. 44:17–27
En su ministración en las cosas y en los lugares sagrados, los sacerdotes debían llevar una
vestidura de lino, quitándosela al partir de los recintos santos (vs. 17–19). No debían cortar
su cabello (v. 20). Habiendo tomado vino, no debían entrar a hacer sus funciones sagradas
(v. 21). Su casamiento debía ser con vírgenes, y no con viudas o divorciadas (v. 22). La
función de enseñar al pueblo tocante a las cosas de Dios pertenecía a los sacerdotes (v. 23).
Actuarían de jueces en los pleitos y desacuerdos del pueblo (v. 20). Las limitaciones en
cuanto a los funerales se marcan: sólo por ciertos parientes íntimos podían contaminarse
entrando donde estaba el muerto (vs. 25–27), purificándose después de un contacto lícito con
siete días de separación de sus funciones en el templo.
(3) Ofrendas que pertenecían a los sacerdotes. 44:28–31
Para asentar el principio de que el sacerdote pertenecía de una manera especial a Jehová, así
como Dios era la posesión particular de los sacerdotes, no se les daba herencia a ellos en la
tierra; su sustento venía de las ofrendas que el pueblo hacía a Dios: especialmente eran
concedidas a los sacerdotes ciertas ofrendas (v. 29): el presente (oblación de presente: Lev.
2:1–16 y nota, Tomo I, pág. 320), la expiación (VM: “la ofrenda por el pecado,” véase la
nota de Lev. 4:1–5:13, Tomo I, pág. 321), y el sacrificio por el pecado (VM, correctamente,
“la ofrenda por la culpa;” véase la nota de Lev. 5:15–6:7, Tomo I, pág. 322). Algunas otras
ofrendas también pertenecían a los sacerdotes: toda cosa dedicada (v. 29), las primicias, las
ofrendas alzadas (Núm. 15:19–21, VM), etc.
ii. Reglamento para la celebración de los ritos del templo. 45:1–46:24
En estos dos capítulos tenemos asuntos relacionados con el templo y la celebración de su
culto: repartición del centro de la tierra, obligaciones del príncipe, las fiestas, entrada y salida
de los atrios, las ofrendas de las fiestas, la ofrenda diaria, la herencia de los hijos del príncipe,
y las cocinas para la preparación de las comidas de los sacrificios.
a. Repartición de la parte media de Palestina. 45:1–8
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El centro religioso y político de Israel había de ser en la parte media de la tierra de Palestina:
la suerte santa (48:21). Ocuparía un lugar extenso, cuadrado, de 25,000 cañas por 25,000;
equivaliendo la caña como a siete codos (40:5 y nota), tenemos 78,750 metros por 78,750.
Sus límites se extenderían pues, desde el mar Mediterráneo en su extremo noroeste, hasta el
Jordán en el este, y desde el mar Muerto por el sur, casi hasta el lago de Galilea por el norte.
En esta área se incluiría una porción para sacerdotes y para el templo, otra parte para los
levitas, y otra para la ciudad.
Aunque nunca en su historia estuvieron el templo y la ciudad capital en medio del país, este
arreglo ideal del profeta Ezequiel parece obedecer a su confianza en que contribuiría al efecto
de unidad (característica del pueblo restaurado, en que la antigua división de la nación en dos
partes desaparecería); la presencia de la antigua capital de Jerusalén en la parte meridional
del país tendía a provocar celos de parte de los habitantes del norte; en la nueva repartición
de la tierra, el sitio político y religioso estaría en el centro del país.
(1) La suerte para Jehová. 45:1–4
En la repartición de la tierra, al ser restaurado el pueblo a Palestina, una porción extensa había
de ser asignada para el templo, y para la habitación de los sacerdotes que funcionaban en el
santuario. Esta porción medía 25,000 cañas por 10,000, o sea, 78,750 metros de este a oeste,
y 31,500 metros de norte a sur. Esta herencia se había de hallar en medio, estando al norte la
porción de los levitas (descrita después) y al sur la parte de la ciudad (véase después). En el
v. 2 tenemos las dimensiones del templo: quinientas de longitud, y quinientas de ancho. En
este caso deben ser codos y no cañas (Davidson), pues el área del templo sería de 225 por
225 metros. Alrededor del templo había un margen de 50 codos (22.5 metros) que serían los
ejidos de los sacerdotes, o sea, tierra que podría servir para sus casas (v. 4).
(2) La parte de los levitas. 45:5
Al norte de la porción del templo y de los sacerdotes, y de igual extensión, quedaba la parte
de los levitas. Allí ellos podían tener sus casas, con ciertas tierras reducidas que podrían
servirles para su sostén.
(3) La parte de la ciudad. 45:6
Al sur de la suerte de Jehová, y la mitad de su extensión, quedaba la porción de la ciudad:
25,000 cañas desde el este hasta el oeste, y 5,000 cañas desde el norte hasta el sur: 78,750
metros por 15,750. En medio estaba la ciudad, y en ambos lados tierra en que podía vivir el
pueblo. Después (cap. 48) se comentará la repartición de las tribus en la tierra, porque fuera
de estas áreas designadas, al norte y al sur, cada tribu tenía su porción señalada en la tierra.
(4) La parte del príncipe. 45:7, 8
Al príncipe se le concedía también una parte, o mejor dicho, dos partes: una al oeste del
cuadro ya repartido, la suerte santa, (que contenía la suerte de Jehová, la de los levitas, y la
de la ciudad), igual en longitud (25,000 cañas), y extendiéndose hasta el Mediterráneo; otra
parte al este del cuadro, y de su longitud, extendiéndose hacia el este. (Comp. Plumptre,
Davidson, etc.) Puesto que a la autoridad civil se le había concedido una herencia
aproximadamente igual a la de cada tribu (cap. 48), se espera que no habría causa para que
el príncipe oprimiera al pueblo quitándole sus tierras (v. 8). La repartición del resto de la
tierra de Palestina entre el pueblo, comentada en el cap. 48, se anticipa aquí: Y darán la tierra
a la casa de Israel por sus tribus.
b. Obligaciones del príncipe. 45:9–17
Ciertas obligaciones del príncipe se señalan aquí, primero en relación con la administración
de justicia entre el pueblo, luego respecto a sus deberes para con Dios.
(1) Establecer medidas justas. 45:9–12
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Como ilustración de la justicia que el príncipe ha de hacer entre el pueblo, se toma un aspecto:
el establecer medidas justas, tanto de peso como de capacidad. (Nota: Estas medidas han sido
comentadas ya; consúltese el Indice en el Tomo II.)
(2) Ofrendas del príncipe. 45:13–17
De los frutos y productos de la tierra el pueblo había de pagar un impuesto al príncipe (vs.
13–16), a fin de que él pudiera presentar también ofrendas a Jehová. Especialmente las
ofrendas requeridas en las grandes fiestas religiosas (v. 17) habían de ser aportadas por el
príncipe.
c. Fiestas y solemnidades. 45:18–46:7
Así como ciertas fiestas religiosas habían sido observadas en la tierra antes del cautiverio,
también serían celebradas en el nuevo orden que Ezequiel prevé: la fiesta del nuevo año
(45:18–20), la pascua (45:21–24), tabernáculos (45:25), el sábado y nueva luna (46:1–7).
Estas fiestas han sido comentadas en la exposición de la ley mosaica en el Tomo I; consúltese
el índice.
d. Reglamento del desfile de los adoradores en el culto. 46:8–10
Para facilitar el desfile de los adoradores que entraban en el templo a observar los sacrificios,
se disponía que los que entraban por la puerta septentrional, saliesen por la meridional, y los
que entraban por la meridional, saliesen por la septentrional. Solamente al príncipe se le
permitía salir por la misma puerta que entraba. (Comp. Matthews.) En ocasión de las grandes
fiestas, el príncipe tenía que salir y mezclarse con el pueblo (v. 10).
e. Ofrendas de las fiestas. 46:11, 12
Se disponen ciertos sacrificios para los días de fiesta, y se indica cuáles habían de ser las
ofrendas del príncipe (v. 12). En ocasiones cuando el príncipe venía para hacer ofrendas, se
abría la puerta oriental (del atrio interior), ordinariamente cerrada, y se le permitía entrar en
el pórtico.
f. La ofrenda diaria. 46:13–15
La ofrenda diaria era un holocausto (véase la nota de Lev. 1:3–17, Tomo I, pág. 320), cuya
idea céntrica era la consagración, simbolizada por la quema entera de la víctima.
g. Reglamento para la herencia de los hijos del príncipe. 46:16–18
La regla respecto a la disposición de la herencia del príncipe es sencilla: sus hijos recibirían
una parte a perpetuidad, pero una parte alquilada o vendida a un siervo había de ser devuelta
al príncipe y su familia en el año del jubileo. Esto estaba de acuerdo con el principio de las
herencias, que siempre había regido entre los hebreos, y tenía el propósito de guardar la tierra
dentro de una familia, con el resultado de que ninguna familia quedaría jamás sin tierra, que
era el medio de sustento, por cuanto ésta se devolvía al fin del año quincuagésimo a sus
dueños originales (o a sus descendientes).
h. Cocinas para la preparación de las comidas de los sacrificios. 46:19–24
Ya se ha afirmado que no se cocinaba la comida en las cámaras de los sacerdotes (nota de
42:13, 14), sino en lugares aparte. En dos cámaras, detrás de (al oeste de) las cámaras de los
sacerdotes, se cocinaba la comida de ellos. La carne para las comidas de los sacrificios del
pueblo era cocinada en cuatro patios, que se hallaban en los cuatro rincones del atrio exterior.
(Comp. Plumptre.)
3. La tierra santa. 47:1–48:35
Los últimos dos capítulos de Ezequiel contienen materia en relación con la tierra santa: del
río que salía del templo para hacer fértil la tierra y dulcificar las aguas amargas del mar
Muerto; de los límites de la tierra; de la repartición de la tierra entre las tribus; de la
descripción de las puertas de la ciudad y sus nombres.
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De esta parte se ha hablado con anticipación en 45:1–8. Aquí se dan ciertos detalles que no
aparecen antes, aunque se repite mucho de lo que ya se había dicho. Véanse las notas de
45:1–8.
(1) Las medidas en general. 48:8, 9
Se especifica que el cuadro tiene que ser de veinticinco cañas de anchura (de norte a sur), y
de longitud (de este a oeste) como cualquiera de las otras partes (es decir, de las herencias
de las tribus), es a saber, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar. No se tiene en
cuenta aquí el hecho de que ciertas tribus tenían mayor extensión que otras, por cuanto la
distancia desde la parte del oriente hasta la parte de la mar era mayor en el sur que en el
norte.
(2) La porción de los sacerdotes. 48:10–12
En medio del cuadro dedicado estaría la porción de los sacerdotes, que incluía el santuario.
Sus medidas, el carácter y la calidad de sus ministros, han sido expuestos en las notas sobre
45:1–4.
(3) La porción de los levitas. 48:13, 14
Al norte del cuadro separado, y de igual extensión que la porción de los sacerdotes, era la
porción de los levitas. Véase la nota sobre 45:5. A los levitas les sería prohibido vender o
alquilar sus tierras a otro israelita, porque es cosa consagrada a Jehová: las primicias de la
tierra pertenecían a Jehová, y en esta conexión, las primicias son equivalentes a tierra, por
cuanto esta tierra pertenecía a los levitas en concepto de primicias que ellos han recibido del
pueblo.
(4) La ciudad. 48:15–20
Al sur de la porción de los sacerdotes estaría la de la ciudad. Véanse las notas de 45:6. El
área de su porción era la mitad de la de los sacerdotes. La ciudad misma era cuadrada, siendo
sus medidas 4,500 cañas por 4,500, o sea, 14,175 metros por 14,175. Además, tenía ejidos
(suburbios) de 250 cañas (787.5 metros) al norte, al sur, al este y al oeste. Esto quiere decir
que, en el norte sus suburbios alcanzaron hasta el límite con la suerte de Jehová, al sur con la
herencia de Benjamín; en el oeste había una extensión de 10,000 cañas (31,500 metros) hasta
el límite de la “suerte de la ciudad,” donde empezaban las tierras del príncipe, y en el este
otra extensión de 10,000 cañas, tocando la herencia oriental del príncipe. Estas partes que
quedaban al este y al oeste de la ciudad habían de ser para que los habitantes de la ciudad las
cultivaran.
(5) La suerte del príncipe. 48:21, 22
Véase la nota de 45:7, 8. Aquí se definen claramente los límites de la posesión del príncipe:
al oeste y al este de la suerte santa, siendo sus límites fijados en el oeste por el Mediterráneo,
y en el este definitivamente, quizás por el Jordán. En el norte su límite se fija con la porción
de Judá (cuya herencia colindaba con la suerte santa), y en el sur con la porción de Benjamín
(que se hallaba en el límite meridional de la suerte santa), siendo su longitud (de norte a sur)
de 25,000 cañas, o 78,750 metros. Y el santuario de la casa estará en medio de ella (v 21):
Entre las dos divisiones de la suerte del príncipe, occidental y oriental, estaba la suerte santa,
que incluía el santuario.
d. La suerte de las cinco tribus meridionales. 48:23–28
Al sur de la suerte santa, cinco tribus hallaron su herencia, que son, de norte a sur, Benjamín,
Simeón, Isacar, Zabulón y Gad. Los límites occidentales y orientales son, el mar
Mediterráneo en el oeste, y el mar Muerto en el este.
e. Conclusión. 48:29
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Estas primeras profecías de Ezequiel, que tratan del tema de la destrucción de Jerusalén, se
fechan en 592 a. de J. C. Véanse las notas sobre estas profecías en relación con la Profecía
de Ezequiel.
iii. Segundo grupo de profecías de Ezequiel: El pecado del pueblo y su seguro castigo
(Ezeq. 8:1–19:14).
Estas profecías de Ezequiel, que tratan del pecado y castigo del pueblo, se fechan en 591 a.
de J. C. Véanse las notas en relación con la exposición de la Profecía de Ezequiel.
iv. Tercer grupo de profecías de Ezequiel: Nuevas profecías de la caída de Jerusalén
(Ezeq. 20:1–23:49).
En este grupo de profecías, que tratan del mismo tema que el anterior, podemos poner la
fecha de 590 a. de J. C. Véase la exposición del pasaje en la Profecía de Ezequiel.
2. Subida de Faraón Afra al trono de Egipto
Aunque ninguna referencia se hace a la ascensión de Afra (Hofra) al trono de Egipto, en los
libros históricos, su nombre se menciona en la Profecía de Jeremías (44:30). El período de
su reinado fue 589–564 a. de J.C. (Francisco).
3. Rebelión de Sedequías
2 R. 24:20b. (Jer. 52:3b). 2 Cr. 36:13–16.
En el año 588 a. de J.C. se rebeló Sedequías contra Nabucodonosor, siendo apoyado en esto
el rey de Judá por algunos de los otros reyes vasallos de la región circunvecina. Sedequías
tenía la esperanza y la promesa de socorro de Egipto, que le indicaba que mandaría un ejército
para defender a la ciudad, de los caldeos.
4. Profecías de Jeremías en la última parte del reinado de Sedequías
(Jer. 1:1–14).
(2:1–9).
(23:1–24:10).
Estas profecías de Jeremías vienen de la última parte del reinado de Sedequías, pero por no
contener una clara referencia al sitio de Jerusalén, las ponemos en 588, antes que se iniciase
el ataque de Nabucodonosor a Jerusalén.
i. Mensaje de Jeremías a los emisarios de Sedequías
(Jer. 21:1–14).
El rey Sedequías en varias ocasiones buscó palabra de Jehová por boca de Jeremías. Véanse
las notas y el bosquejo en la Profecía de Jeremías.
ii. Discurso en contra de los reyes
(Jer. 22:1–9).
En el discurso completo en contra de los reyes de Judá, Jeremías dirige un mensaje personal
a varios de ellos, siendo éstos tratados en el bosquejo cronológico en relación con cada rey:
Joacaz (22:10–17), Joaquim (22:18–23), y Joaquín (22:24–30). Véanse las notas de Jer. 22:1–
23:8; 22:3, 4, 6.
iii. Fin del discurso en contra de los reyes
(Jer. 23:1–8).
Los trozos históricos que se refieren a los reyes de este período se tratan en otros lugares del
bosquejo cronológico (véase el párrafo anterior). Véanse también las notas y el bosquejo
analítico en relación con la Profecía de Jeremías.
iv. Discurso en contra de los falsos profetas
(Jer. 23:9–40).
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Este discurso puede fecharse en la última parte del reinado de Sedequías, aproximadamente
en 588 a. de J.C. Véanse el bosquejo analítico y las notas en los capítulos que tratan de la
Profecía de Jeremías.
v. Visión de las dos cestas de higos
(Jer. 24:1–10).
Aquí tenemos la visión en que el profeta presenta el contraste entre el buen carácter de los
cautivos, y el mal carácter de los que gobernaban al país. Se fecha aproximadamente en 588.
Véanse el bosquejo analítico y las notas en relación con la Profecía de Jeremías.
(VI) SITIO Y CAIDA DE JERUSALEN
588–586 a. de J. C.
(1 Cr. 9:1b)
2 R. 25:1–21.2 Cr. 36:17–21.
(Jer. 32:1–34:22).
(37:1–40:6).
(52:4–27, 29).
(Ezeq. 24:1–33:33).
Quizás la época más triste de la historia del Antiguo Testaento fue la del sitio y la caída de
Jerusalén, cuando las grandes esperanzas de la nación se derrumbaron, y su falsa confianza
en Dios se manifestó como mal puesta. Su política vacilante de una fe en Dios, por una parte,
y una dependencia en las alianzas con otros países, por la otra, fue declarada ineficaz ante los
hechos; de acuerdo con la palabra de los profetas de Dios (Jeremías, Sofonías, Habacuc y
Ezequiel), vinieron los caldeos y destruyeron la nación.
1. Principio del sitio de la ciudad de Jerusalén
2 R. 25:1. (Jer. 39:1). (Jer. 52:4).
(Ezeq. 24:1–27).
Después de la rebelión de Sedequías en contra de Nabucodonosor, éste vino el mismo año
para dominar la resistencia (588 a. de J. C.). Puesto que el rey caldeo había venido en dos
ocasiones ya (605 y 597) para vencer la resistencia de este pueblo recalcitrante, se acercó a
las murallas de Jerusalén esta vez con poca disposición de tratar a los habitantes con
consideración. Sin embargo, de acuerdo con la palabra de Jeremías, que tenía una
comprensión excelente de la situación, si el pueblo se hubiese rendido a Nabucodonosor en
cualquier momento durante los dos largos años de sitio, éste los habría perdonado.
i. Ataque de la ciudad por Nabucodonosor
2 R. 25:1. (Jer. 39:1). (Jer. 52:4).
En el año noveno de Sedequías, que correspondía a 588 a. de J. C., vino Nabucodonosor con
sus ejércitos y sus máquinas de sitio y atacó a la ciudad, ataque que duró (con una sola
interrupción, que se describe después) por dos años.
ii. Profecía de Ezequiel el día del sitio
(Ezeq. 24:1–27).
El día que señala Ezequiel para esta profecía corresponde con la fecha que ponen Jeremías
(52:4) y 2 Reyes (25:1) para el principio del sitio. Hemos de entender, pues, que el mismo
día que los ejércitos de Nabucodonosor atacaron a la ciudad, Ezequiel expuso a los judíos
trasportados de Babilonia su parábola de la olla, con la cual enseñó la destrucción de la
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nación. Fue esa misma tarde cuando murió la esposa de Ezequiel, hecho que el profeta tuvo
que emplear como base para una nueva predicación al pueblo (así como usaron los incidentes
personales de sus vidas, en su ministerio profético: Oseas, Isaías, Jeremías y otros).
Véanse las notas expositivas sobre este pasaje en relación con la Profecía de Ezequiel.
2. Profecías de Ezequiel a las naciones extranjeras
(Ezeq. 25:1–32:32).
En el período que abarcaba desde 588 hasta 570 a. de J. C. fechamos las extensas profecías
de Ezequiel en contra de las naciones extranjeras. Estos anuncios incluyen condenaciones de
Ammón (25:1–7), Moab (25:8–11), Edom (25:12–14), Filistea (25:15–17), Tiro, (una de las
dos ciudades principales de Fenicia) (26:1–28:26), y Egipto (29:1–32:32).
Véanse las notas expositivas sobre este pasaje, Profecía de Ezequiel.
3. Progreso del sitio de Jerusalén (588–586 a. de J. C.)
(Jer. 32:1–34:22).
(37:1–38:28).
(39:15–18).
Es la Profecía de Jeremías la fuente que nos da la mayor parte de los detalles respecto al
progreso del sitio de Jerusalén. Los relatos de Reyes y Crónicas son muy escasos, pero
tenemos en Jeremías una abundancia de datos que ilustran la condición y la actitud del pueblo
durante este tiempo. Aunque estos pasajes han sido expuestos en detalle en relación con la
Profecía de Jeremías, aquí repetimos en forma de bosquejo los puntos salientes de la historia
del sitio. Acuda el lector a las Notas sobre la Profecía de Jeremías para un desarrollo más
amplio.
i. Primeras actividades de Jeremías durante el sitio
(Jer. 34:1–22).
Desde el principio del sitio, el profeta Jeremías era muy activo, anunciando públicamente sus
mensajes de calamidad, hasta que por fin lo encarcelaron.
a. Mensaje de juicio a Sedequías
(Jer. 34:1–7).
Sin mitigar la fuerza de su mensaje, Jeremías anunció al rey Sedequías que la ciudad caería,
comunicándole también que él sería llevado preso a Babilonia.
b. Mensaje de Jeremías en relación con la liberación de los siervos
(Jer. 34:8–22).
Frente a la amenaza de los ejércitos babilónicos, que sitiaban a la ciudad, con el consecuente
peligro de una rebelión de las clases esclavizadas y oprimidas, el rey Sedequías hizo una
proclamación de emancipación, que por un tiempo fue llevada a cabo. Una vez separado el
ejército caldeo de la ciudad, cuando los egipcios invadieron a Palestina, los siervos fueron
vueltos nuevamente al cautiverio, lo que trajo una condenación severa del profeta Jeremías.
Véanse las notas en la Profecía de Jeremías.
ii. Segunda grupo de profecías de Jeremías durante el sitio
(Jer. 32:1–33:26).
(37:1–38:28).
(39:15–18).
Estas profecías de Jeremías en relación con el sitio de Jerusalén las podemos fechar en 587
a. de J. C. Presentan detalles que faltan en los libros históricos respecto al progreso del sitio,
y especialmente el período difícil por el cual pasó el profeta en sus esfuerzos para hacer
entender a los adalides del pueblo cuál era la voluntad de Dios.
a. Compra de una heredad por Jeremías
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(Jer. 32:1–44).
Para demostrar su fe en la restauración de la nación después del cautiverio, Jeremías compró
un campo de su familia que estaba en venta. Aunque los ejércitos del enemigo rodeaban a la
ciudad, la acción de Jeremías, aun cuando profetizaba también la caída de la ciudad,
demostraba su fe en los eternos propósitos de Dios con respecto a Israel. Véanse el bosquejo
detallado y las notas sobre este pasaje en la Profecía de Jeremías.
b. Nuevo mensaje de Dios a Jeremías en la cárcel
(Jer. 33:1–26).
Habiendo sido Jeremías puesto en el patio de la cárcel, o sea, el atrio de la guardia, donde los
centinelas que guardaban al palacio tenían su cuartel, recibió un nuevo mensaje de Jehová
tocante a la restauración de la nación y la venida del Mesías. Véanse el bosquejo detallado y
las notas en los capítulos sobre la Profecía de Jeremías.
c. Partida de los caldeos desde Jerusalén y mensaje de Jeremías al respecto
(Jer. 37:1–10).
Desde hacía tiempo tenía Sedequías una alianza con Egipto. Ahora, en el segundo año del
sitio, un ejército egipcio se presentó en Palestina para hacer frente a los caldeos. Dejando el
sitio de Jerusalén, las fuerzas de Nabucodonosor se fueron para combatir a los egipcios. En
la ciudad hubo grande regocijo, creyendo el pueblo que esto representaba la salvación
enviada por Jehová. Jeremías, que sabía que la batalla terminaría a favor de los caldeos,
reiteró su mensaje de juicio, asegurando que volverían los caldeos para renovar el asalto a la
ciudad. Véanse las notas detalladas en relación con la Profecía de Jeremías.
d. Encarcelación de Jeremías y entrevista con Sedequías
(Jer. 37:11–21).
Cuando hubieron partido los caldeos, Jeremías procedió de acuerdo con los consejos que ya
había dado a otros, y se retiró de la ciudad. En la puerta el comandante de la guardia lo
conoció, lo prendió y lo acusó de traición. Aunque negó todo, el profeta fue llevado ante los
príncipes, azotado y encarcelado. Véanse el bosquejo y las notas sobre la Profecía de
Jeremías.
e. Jeremías en la cisterna
(Jer. 38:1–13).
(39:15–18).
(1) Liberación de Jeremías por Ebed-melec
(Jer. 38:1–13).
Desde el lugar en el atrio de la cárcel donde lo habían puesto primero, Jeremías siguió
arengando al pueblo con respecto al destino trágico de la ciudad. No pudiendo tapar la boca
del profeta en otra forma, las autoridades lo echaron en una mazmorra, una cisterna, que tenía
lodo en el fondo, pues habíasele acabado el agua durante el sitio de la ciudad. Aquí Jeremías
sin duda hubiera muerto, si no hubiese sido rescatado por Ebed-melec, un eunuco del harén
del rey, que en alguna forma había llegado a ser discípulo del profeta. Con treinta hombres,
a instigación del mismo rey Sedequías, Ebed-melec lo libró de la cisterna, devolviéndolo al
patio de la cárcel. Véanse el bosquejo y las notas en relación con la Profecía de Jeremías.
(2) Palabra consoladora de Jeremías a Ebed-melec
(Jer. 39:15–18).
Aunque este pasaje está fuera de orden en la redacción que tenemos de la Profecía de
Jeremías, y en realidad no sabemos cuándo fue pronunciado, creo que es apropiado colocarlo
aquí junto a la historia de la liberación del profeta de la cisterna.
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Los judíos que se habían refugiado en los países vecinos durante la época de trastorno del
sitio, ahora volvieron a Judá, y cooperaron con Gedalías, como la autoridad recononocida del
país.
iii. Anuncio a Gedalías del complot contra él
(Jer. 40:13–16).
Aunque Gedalías tenía el apoyo de la autoridad caldea (o quizás a causa de esto), hubo pronto
un complot en contra de su vida, instigado por los ammonitas. Este fue revelado al
gobernador por Johanán, que se ofreció para asesinar a Ismael, el renegado judío que se
disponía a usurpar la autoridad. No queriendo valerse de medios ilícitos y revolucionarios
para retener su autoridad, y confiando en que el complot era ilusorio, Gedalías no permitió
que Ismael fuese asesinado.
iv. Asesinato de Gedalías
2 R. 25:25. (Jer. 41:1–3).
Habiendo venido Ismael (que era de estirpe real) a comer con Gedalías, con diez hombres,
se levantó aquél y dio muerte al gobernador, matando también a sus ayudantes y a algunos
soldados de la guardia caldea que estaba con él. Así las sospechas de los nacionalistas tocante
a uno que había sido colaborador de los caldeos llegaron a su fruición, con la consecuente
finalización de toda perspectiva para una vida pacífica en el país. Véase la nota de Jer. 41:3.
v. Asesinato de los peregrinos del norte
(Jer. 41:4–9).
Después de asesinado el gobernador, Ismael llevó al colmo su programa de eliminación del
elemento pro caldeo del país. Se encontró con ochenta peregrinos que venían al sitio del
templo de Jerusalén para ofrecer culto, se fingió ser partidario de Gedalías y, después de
conducirlos a Mizpa, donde se hallaba el sitio del gobierno de Gedalías, mató a la mayor
parte dejando con vida sólo a algunos que decían haber escondido provisiones. Véanse las
notas de Jer. 41:5; 41:6; 41:7, 8; 41:9.
vi. Ida de Ismael a Ammón con cautivos
(Jer. 41:10).
Con un grupo de cautivos, Ismael se volvió a Ammón, donde tenía una seguridad de refugio
del rey caldeo. Estos eran de los adherentes de Gedalías en Mizpa. Véase la nota sobre Jer.
41:10.
vii. Persecución de Ismael y salvación de los cautivos
(Jer. 41:11–16).
Oyendo Johanán, un partidario de Gedalías, (el que le había informado del complot), que
Ismael había asesinado al gobernador y que se iba con cautivos, tomó los ejércitos
combinados del campo (los que se habían sometido a Gedalías) y lo persiguieron.
Viendo a la muchedumbre que venía con Johanán, Ismael tomó a los ocho hombres que le
quedaron y huyó, abandonando a sus cautivos, a los que fue devuelta su libertad.
Véanse las notas sobre Jer. 41:11; 41:12; 41:13; 41:14; 41:15.
viii. Habitación del pueblo en el sur para facilitar su partida para Egipto
(Jer. 41:17, 18).
Temiendo la venganza de los caldeos por la violencia que había resultado de la rebelión de
Ismael, el pueblo se fue al sur de Palestina para habitar en Belén, sus ojos ya vueltos hacia la
posibilidad de una migración a Egipto. Véanse las notas de Jer. 41:16, 17; 41:18.
2. Petición del pueblo a Jeremías de una palabra de Jehová
(Jer. 42:1–22).
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V. véase; véanse.
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V. 10. Por la injuria de tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza: Puesto que Esaú y Jacob
eran hermanos, los dos países descendientes de ellos a veces se llaman así. En vez de injuria,
es más correcto violencia (ERV, Perowne, Pidge), o mejor, daño (Aglen). Un destino
vergonzoso había de ser precipitado sobre Edom, a causa del daño que hizo al pueblo
hermano. Detalles de este daño se enumeran luego.
V. 11. El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército … y echaban
suertes sobre Jerusalem, tú también eras como uno de ellos: Cuando Jerusalén fue atacada y
destruída por sus enemigos, Edom, en vez de socorrerla, como pueblo pariente, estuvo en
contra; también participó con los conquistadores en el despojamiento del país, llevando
consigo botín.
V. 12. No te habías de haber alegrado de los hijos de Judá en el día que se perdieron: En
vez de sentir compasión para con Judá en el día de su calamidad, Edom más bien se alegró
por la triste suerte del pueblo hermano.
V. 13. Quebrantamiento … quebranto … calamidad: Las tres palabras traducen la misma
palabra hebrea: para dar énfasis a la maldad de los edomitas, el profetas tres veces se refiere
a la calamidad de los israelitas. Edom no debía haber invadido a Judá, en la época de la
conquista caldea, para apoderarse de las posesiones y las tierras de Judá.
V. 14. Tampoco habías de haberte parado en las encrucijadas, para matar los que de ellos
escapasen: Se condena a los edomitas, por cuanto, en vez de recibir y dar refugio a los
fugitivos, ellos les dieron muerte, asechando en las encrucijadas para anticipar su llegada.
Vs. 15, 16. Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las gentes: como tú hiciste se
hará contigo: El día de Jehová, idea que se repite con frecuencia en los rollos proféticos,
aparece aquí como descendiente sobre todas las naciones, un juicio general; en este juicio,
en el cual se envolverían todos los pueblos, Edom incurriría también. Véanse las notas sobre
el día de Jehová en Joel 1:15, Tomo III. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo
monte, beberán todas las gentes de continuo: Varias interpretaciones han sido dadas a este
pasaje: Pusey: “Quienquiera bebe la copa de placer pecaminoso, si en exceso o no, con ella
toma también la copa de la ira de Dios que le consume.” Pidge: “Ellos [los conquistadores]
han tomado vino con alegría y con gozo diabólico; ahora tomarán en temor y en temblor, ira
y juicio de la copa en la mano de Jehová.” Es mejor pensar que el profeta ahora se dirige a
los israelitas: así como ellos han bebido de la copa de la aflicción en el santo monte (Sión),
siendo conquistados por sus enemigos, asimismo éstos ahora tomarán de la copa de la
aflicción al recibir el castigo por sus pecados. Así interpretan Henderson, Perowne, Horton,
etc.
Vs. 17, 18. Victoria de Israel
Para Israel habría liberación en Sión: liberación del cautiverio, con restauración a su tierra. Y
será santidad: Mejor, será santo (Pidge): la profanación por los paganos conquistadores sería
reemplazada por la santidad de Jehová, y Sión sería nuevamente santa. Otra vez la casa de
Jacob, poseerá sus posesiones: el pueblo sería devuelto a su antigua herencia en Palestina. Y
la casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama: No se hace aquí ninguna tentativa
para considerar por separado a las dos casas de Israel, como si ambos reinos fueran a ser
restablecidos en Palestina, independientes; más bien se quiere enseñar la esencial unidad del
pueblo después del cautiverio, con la implicación de que también elementos de las diez tribus
septentrionales serían restaurados, lo que efectivamente sucedió. Comp. Henderson. Israel,
pues, sería fuego, y … llama: ¿para quién? para Edom: los quemarán, y los consumirán. El
pasaje puede tomarse como una referencia a la subyugación de Edom por las fuerzas de Juan
Hircano, en el período macabeo (Henderson, Perowne, y otros).
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