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DISOCIACION

Esta idea es retomada por otros científicos como van del Kolk 2 quien propone que la
disociación tiene lugar cuando la experiencia traumática esta ocurriendo, en el momento de la
codificación. Dice van del Kolk "la impresión de las experiencias traumática son inicialmente
disociadas y recuperada como fragmentos sensoriales sin un componente lingüístico y por lo
tanto no son codificados como una memoria declaratoria".

Propone que la memoria disociada representa un tejido de memorias sensoriales junto a


fragmentos con la finalidad de construir una narrativa del evento traumático. Desde el punto de
vista de procesamiento de información esta memoria es poco confiable y particularmente
vulnerable a distorsiones

La diferencia entre disociación y represión consiste en que en la represión una memoria que ya
ha sido codificada es reprimida debido a la amenaza de su contenido. Estas memorias serían
almacenadas como una memoria declarativa. como una memoria implícita con influencia sobre
el comportamiento.

Disociación.

Los estudios recientes parecen apoyar la idea de la existencia de una disociación normal de
varias intensidades y de una disociación patológica generalmente producto de trauma 12.

Se cree que la disociación patológica esta asociada a diversas formas de fallas en la memoria.
El síntoma más común es la amnesia del trauma. La perdida de memoria del trauma puede ser
parcial o total y se han encontrado fallas o lagunas en memorias autobiografiítas tanto del
trauma como de eventos no traumáticos. Todavía no hay una demostración científica
conclusiva acerca de las causas de esta amnesia y algunos autores estiman que el termino de
amnesia pude no ser el mas apropiado13. En los casos de Trastorno Disociativos de la Identidad
se describe la clásica doble personalidad. Esta es una entidad en disputa y que puede ser
confundida con casos de aumento de la sugestibilidad. 14 

Niños y adultos que sufre de trastornos disociativos pueden presentar un estado crónico de
despersonalización y desapego, lo que da a sus recuerdos autobiográficos un caracteres de
ensueño, la que hace plausible que las lagunas estén llenas de pseudo memorias 15. También
se señala que individuos con tendencias disociativas normales tienen menos seguridad en sus
memorias y por lo tanto son más vulnerables a los efectos de la desinformación. Esto es cierto
tanto en niños como en adultos pero en los niños existe una correlación entre sugestibilidad y
edad. A menos edad mayor sugestibilidad.

Una mención especial es necesaria para los casos de traumas a repetición. Se reporta que los
niños tienden a formar guiones, de hechos que se repiten y que son similares, lo que dificulta el
obtener detalles de varios eventos tanto traumáticos como normales. Por lo tanto los detalles
pueden ser confusos.

La hipótesis de Leonore Terr de la existencia de una memoria diferente para un solo evento y
para eventos repetidos que ella denomina Trauma I y Trauma II es interesante a pesar de que
no evidencia experimental en su favor y de acuerdo a Goodman las investigaciones están en su
contra 16.

Otros estudios sobre disociación y memoria señalan que los niños que usan defensas
disociativas para lidiar con eventos traumáticos repetidos son propensos a usa disociación ante
estrés menores. Sin embargo algunos autores señalan que niños con alto nivel de desconfianza
e hipervigilancia puede llevar a una mejor memoria para eventos y resistencia a influencias de
desinformación 17. Sin embargo los mismos autores señalan que niños abusados presentan
más respuestas fabuladas

Hasta ahora las diferencias entre niños abusados y no abusados en sus memorias biográficas
no son sustanciales y se necesita más investigación.

Confrontados con los problemas de distorsión en la memoria de los niños, el problema central
es si se producen por un cambio en la memoria de los niños o por problemas ligados a la
entrevista. Este es un asunto difícil y
Amnesia disociativa
Por 
 

David Spiegel
, MD, Stanford University School of Medicine

NOTA:  Esta es la versión para el público general. MÉDICOS:  Hacer clic aquí


para la versión para profesionales
(Véase también Introducción a los trastornos disociativos  y Pérdida de memoria .)
La amnesia disociativa es la amnesia originada por un acontecimiento
traumático o estresante, que produce una incapacidad para recordar
información personal importante.

 Las personas tienen lagunas en su memoria, que pueden abarcar desde


minutos hasta décadas de su vida.

 Una vez realizadas las pruebas convenientes para descartar otras posibles
causas, los médicos diagnostican el trastorno en función de los síntomas.

 Para rellenar las lagunas de memoria, se emplean técnicas de recuperación de


memoria que incluyen la hipnosis y las entrevistas facilitadas con fármacos.

 La psicoterapia ayuda a la persona afectada a lidiar con las experiencias que


desencadenaron el trastorno.

La amnesia es la incapacidad total o parcial para recordar experiencias recientes o


lejanas del pasado. Cuando se debe a una alteración psicológica más que a una
alteración orgánica, recibe el nombre de amnesia disociativa.

En la amnesia disociativa, la pérdida de memoria suele afectar a la información que


forma parte del conocimiento consciente rutinario o de la memoria autobiográfica:

 ¿Quién soy?

 ¿A dónde voy?

 ¿Con quién he hablado?

 ¿Qué he hecho, dicho, pensado o sentido?

Frecuentemente, se trata de la pérdida de recuerdos vinculados a acontecimientos


traumáticos o estresantes, como haber sufrido abusos durante la infancia. A veces la
información, pese a estar olvidada, continúa influyendo en el comportamiento. Por
ejemplo, aunque una mujer que fue violada en un ascensor no pueda recordar
ningún detalle del asalto, evita los ascensores y no está dispuesta a entrar en ellos.

La amnesia disociativa es más frecuente en mujeres que en hombres, y por lo


general la sufren personas que han experimentado o presenciado acontecimientos
traumáticos, como malos tratos físicos o abusos sexuales, violaciones, guerras,
genocidios, accidentes, desastres naturales o la muerte de un ser querido. También
puede proceder de la preocupación por graves problemas financieros o por un
tremendo conflicto interno (como sentimientos de culpa por ciertos impulsos o
acciones, dificultades interpersonales aparentemente imposibles de arreglar o
crímenes cometidos).

La amnesia disociativa puede persistir durante algún tiempo después del


acontecimiento traumático. En ocasiones, las personas parecen recuperar la
memoria de manera espontánea.

A menos que sean confirmados por otra persona u otras pruebas, es difícil definir la
certidumbre y la exactitud con la que tales recuerdos reflejan acontecimientos reales
del pasado.

Síntomas
El síntoma más frecuente de la amnesia disociativa es la pérdida de memoria.

La pérdida de memoria puede estar relacionada con cualquiera de los aspectos


siguientes:

 Un acontecimiento o acontecimientos concretos o un período de tiempo


concreto, como los meses o años en los que se han sufrido abusos sexuales
durante la infancia o los días pasados en combate (amnesia localizada)

 Sólo ciertos aspectos de un acontecimiento o sólo ciertos acontecimientos,


durante un período de tiempo (amnesia selectiva)

 La identidad personal y toda la historia de vida, incluyendo en ocasiones


habilidades e información sobre el mundo bien asentadas (amnesia
generalizada)

 La información sobre una categoría específica, como toda la información sobre


una persona en particular o sobre su familia (amnesia sistematizada)

 Cada nuevo acontecimiento a medida que se produce (amnesia continua)

La amnesia generalizada es muy poco frecuente. Es más frecuente entre los


veteranos de guerra, las personas que han sido agredidas sexualmente y las
personas que sufren estrés o conflictos extremos. Por lo general, comienza de
repente.

Puede que la amnesia no aparezca inmediatamente después de un acontecimiento


traumático o estresante. Pueden pasar horas, días o más tiempo hasta que aparece.

Poco después de acontecer esta pérdida de memoria, algunas personas pueden


manifestar confusión. Algunas personas están muy angustiadas. Otras se muestran
extrañamente indiferentes.

La mayoría de las personas con amnesia disociativa tienen una o más lagunas en su
memoria. Estas lagunas o incapacidad para recordar acontecimientos de la vida
abarcan por lo general desde unos pocos minutos a horas o días, pero también
pueden abarcar periodos de años, décadas o incluso toda la vida. La mayoría de las
personas no son conscientes de que tienen lagunas en la memoria (o solo son
conscientes de ello en parte). Solo adquieren consciencia de ello pasado un tiempo,
cuando los recuerdos reaparecen o cuando son confrontadas con la evidencia de
cosas que han hecho pero que no logran recordar.

Las personas afectadas tienen dificultades para establecer y mantener relaciones.

Algunas personas experimentan imágenes retrospectivas, como ocurre en


el trastorno por estrés postraumático . Es decir, reviven los acontecimientos como si
estuvieran sucediendo realmente y no son conscientes de su historia personal
posterior, por ejemplo que sobrevivieron al trauma. Las imágenes retrospectivas
pueden alternar con amnesia de lo que sucedió durante la imagen retrospectiva.
Algunas personas con amnesia disociativa desarrollan trastorno por estrés
postraumático después, sobre todo cuando se dan cuenta de los acontecimientos
traumáticos o estresantes que desencadenaron su amnesia.
Algunas personas también pueden presentar síntomas generales, como fatiga,
debilidad o problemas de sueño. La depresión y las conductas suicidas y otras
conductas autodestructivas (como el abuso de sustancias y el comportamiento
sexual imprudente) son frecuentes. El riesgo de comportamientos suicidas puede
aumentar cuando la amnesia remite de forma súbita y la persona se siente
abrumada por los recuerdos traumáticos.

En raras ocasiones, las personas con una forma extrema de amnesia disociativa se
marchan repentinamente de su casa durante un período de tiempo. Durante este
tiempo, no consiguen recordar parte o la totalidad de su pasado, incluyendo quiénes
son (su identidad). Estos episodios se denominan fugas disociativas .

Diagnóstico
 Evaluación médica

 En algunas ocasiones, pruebas para descartar otras posibles causas de estas


alteraciones

El diagnóstico de amnesia disociativa se basa principalmente en los síntomas:

 Las personas afectadas no pueden recordar información personal importante


(por lo general relacionada con un acontecimiento traumático o estresante)
que normalmente no se olvidaría.

 Están muy angustiadas por sus síntomas, o sus síntomas les impiden
desenvolverse en situaciones sociales o en el trabajo.

Los médicos también llevan a cabo una exploración física para descartar causas
neurológicas de la amnesia, como la demencia.

En ocasiones hay que realizar pruebas para excluir otras causas de la amnesia. Las
pruebas son las siguientes:
 Resonancia magnética nuclear (RMN) o tomografía computarizada (TC) del
cerebro para descartar tumores u otros trastornos estructurales del cerebro

 Electroencefalografía (EEG) para descartar un trastorno convulsivo

 Análisis de sangre o de orina para detectar la posible presencia de toxinas y


fármacos y poder descartar, por ejemplo, el consumo de drogas recreativas o
ilegales

También se realiza un examen psicológico. Algunos tests psicológicos específicos


ayudan a caracterizar y a obtener una mejor comprensión de las experiencias
disociativas y, por consiguiente, al desarrollo de un plan de tratamiento adecuado

a influencia de los eventos altamente estresantes y sus consecuencias psicológicas han


sido reconocidas desde tiempos antiguos. En el presente trabajo se pasa revista
primeramente a algunos hitos históricos en el desarrollo del concepto de disociación.
Luego, se plantea la posición de S. Freud frente a la teoría traumática de las neurosis y las
consecuencias de su abandono de la teoría de la seducción. A continuación, se resume la
teoría de la disociación de Janet. Se delinean las causas del desconocimiento actual
acerca de la disociación. Se enumeran los indicadores a tener en cuenta para el
diagnóstico de disociación y se plantean las posibles futuras direcciones.

Palabras clave: Trauma psicológico, Abuso sexual infantil, Disociación.

“Cada hombre es un cuerpo y muchas personas. La vida del hombre es la historia de las
muchas muertes de las muchas personas que pudimos ser para que al fin permanezca una
sola”.
Gonzalo Torrente Ballester

La influencia de las reacciones emocionales a situaciones altamente estresantes ha sido


reconocida desde tiempos antiguos. Se encuentran referencias a reacciones ante
desastres y guerras ya en escritos babilónicos (el poema de Gilgamesh), egipcios (papiro
Kunyus), griegos (Homero, Herodoto) y muchos otros (Herman, 1997; Cazabat, 2002 y
2004).
Asimismo, la existencia y las perniciosas consecuencias psicológicas del abuso sexual
infantil han sido reconocidas desde mucho tiempo atrás, aunque simultáneamente se
desarrollaron movimientos para desacreditar tanto su existencia como su influencia
perniciosa.
De la misma manera, la disociación, cuyo antecedente más frecuente es el abuso sexual
infantil, fue descripta y estudiada desde antaño. A lo largo de la historia de la medicina, la
histeria fue considerada una enfermedad plagada de síntomas incoherentes e
incomprensibles, originada en el útero y, por lo tanto, exclusiva de las mujeres. Tal como
dijera M. Micale (2008), “la histeria era una dramática metáfora médica para todo aquello
que los hombres encontraban misterioso o inmanejable en el sexo opuesto”.

Antecedentes Históricos
La histeria fue descripta por Hipócrates, quien consideraba el útero como un animal dentro
de la mujer, y a las crisis histéricas como el efecto de los movimientos del animal ávido de
sexo y, consecuentemente, su “tratamiento” consistía en la frotación de la vulva. Galeno
atribuía los síntomas histéricos a la descomposición del semen y la sangre en el útero.
Descartes en Las pasiones del alma, dice que el miedo puede afectar la conducta humana
en el largo plazo. El médico suizo Paracelso, en 1646, describe lo que se considera el
primer caso reportado de personalidad múltiple y Eberhardt Gmelin, en 1791, describe
minuciosamente un caso que denominó de “personalidad cambiada”, en el que una joven
mujer alemana comenzó a hablar perfectamente en francés, y mientras su “personalidad
francesa” podía recordar todas sus actividades, la “personalidad alemana” no reconocía
siquiera la existencia de la francesa y sus actividades, sufriendo de amnesia de lo vivido
por la otra (Herman, 1997; Cazabat, 2002, 2004). Benjamin Rush, en Estados Unidos,
hipotetizó que la causa de la disociación y la doble conciencia residía en la desconexión
entre ambos hemisferios cerebrales.
Ya en el siglo XIX comienzan a desarrollarse las hipótesis de índole psicológica. Robert
Carter, en1853, destaca que la etiología de la histeria incluye eventos externos, y Paul
Briquet, psiquiatra francés, en 1859 fue el primero en establecer alguna relación entre la
histeria y el trauma infantil. Por esa época comienza a observarse la similitud entre la
sintomatología de la histeria y la “neurosis de guerra”. El médico británico Herbert Page,
hacia fines del s. XIX, llamó “shock nervioso” a la sintomatología postraumática, y atribuyó
su etiología al terror experimentado, en lugar de al daño orgánico tal como era la creencia
de su época. Con posterioridad a la guerra civil norteamericana, Mitchell observó la
similitud de síntomas entre los veteranos de la guerra y las mujeres víctimas de abuso.
Sin embargo, y pese a la frondosa historia que apenas hemos delineado, el trauma
psicológico, el abuso sexual y la disociación han sido temas controvertidos a lo largo de la
historia reciente de la psicología. El reconocimiento oficial del trauma psicológico y la
disociación llegó tardíamente con la inclusión, luego de una larga lucha de la organización
de los Veteranos de Vietnam contra la Guerra, del Trastorno por Estrés Postraumático y
los Trastornos Disociativos en el DSM-III en 1980. Aún hoy, treinta y un años después,
muchos profesionales de la salud mental desconocen, cuando no niegan, la existencia real
de estos trastornos, en particular del trastorno disociativo de la identidad.

Freud, y la teoría traumática de las neurosis

Inicialmente, luego de su paso por La Salpêtrière, S. Freud (1896), en La etiología de la


histeria, reconoce que las experiencias sexuales prematuras están en la base de la
histeria.1
Breuer y Freud escribieron “las histéricas sufren de reminiscencias” (Breuer y Freud, 1893).
S. Freud describía el estado alterado de conciencia producido por esas experiencias, al
que denominó doble conciencia, en coincidencia con P. Janet que lo denominó disociación.
Sin embargo, en abril de 1897, luego de su regreso a Viena y de un inicial fuerte rechazo
de su teoría de la seducción en los ámbitos profesionales, la reformula atribuyendo los
recuerdos de abusos sexuales a fantasías y deseos infantiles. 2 De esta manera, invierte la
carga de la prueba, responsabilizando a la víctima del abuso realizado, invalidando la
experiencia de miles de niñas y niños, “invisi- bilizando el abuso sexual entonces cometido
e inocentizando perpetradores”. (Volnovich, 2002)
Consecuentemente con la renuncia a la teoría traumática de las neurosis (Freud, 1925) el
concepto de disociación es sustituido por el de represión. Esta sustitución tiene
importantes repercusiones sobre el tratamiento, como se verá más adelante.
El rechazo del concepto de disociación queda plasmado en las tres grandes estructuras de
la personalidad descriptas por S. Freud, en las que no queda lugar alguno para los
trastornos disociativos. Esto lleva, en algunos casos en los que la disociación de la
personalidad es innegable, al intento de ajustar al paciente al lecho de Procusto de las
estructuras antes mencionadas. De esta manera, si el paciente dice oír voces dentro de su
cabeza, rápidamente es asignado a la estructura psicótica. En cambio, si predominan los
síntomas de ausencia de reactividad emocional, embotamiento o desapego, es más
fácilmente encuadrable en una estructura neurótica.
Una de las pocas excepciones dentro del movimiento psicoanalítico fue la de Sandor
Ferenczi, quien en el congreso psicoanalítico de 1929 presentó un trabajo titulado “La
confusión de lenguajes entre el adulto y el niño: el lenguaje de la ternura y el lenguaje de la
pasión”, que recibió como respuesta la indiferencia y el rechazo de sus pares,
permaneciendo inédito por dos décadas.
1. “[…] bajo cada caso de histeria hay una o más incidencias de experiencias sexuales
prematuras, experiencias que pueden ser reproducidas a través del trabajo del
psicoanálisis a pesar de que hayan trascurrido décadas”. (Freud, 1896).
2. “[…] los síntomas neuróticos no se hallaban enlazados directamente a sucesos reales,
sino a fantasías optativas…”. (Freud, 1925). 

Pierre Janet y La Disociación

Contemporáneamente, Pierre Janet (1859-1947), dedicado también al estudio de la


histeria, llegó independientemente a conclusiones similares a las primeras formulaciones
de Freud.
Pierre Janet notó que sus pacientes traumatizadas reaccionaban ante estímulos
estresantes actuales con conductas que hubieran sido apropiadas en la situación del
trauma original, quedando de alguna manera apegadas al trauma. El recuerdo de la
situación traumática no había podido ser incorporado a los esquemas de memoria
preexistentes, quedando, de esta manera disociado. El esfuerzo y energía psíquica
requeridos en mantener esta disociación, manteniendo los recuerdos perturbadores fuera
de la conciencia provocarían un estancamiento en la personalidad de la paciente histérica.
Afirmaba Janet que durante un hecho traumático, los datos sensoriales son codificados de
una manera diferente a la normal, y se guarda como una idea disociada o “fija”. Para que
esa “idea fija” se transforme en una memoria normal, requiere “...la organización de una
narrativa del evento (...) y poner esta narrativa en su lugar como uno de los capítulos de
nuestra historia personal.”
Janet, que llamó disociación al estado alterado de conciencia producido por el trauma
temprano, describió muchos casos de personalidad múltiple, sentando las bases del actual
conocimiento sobre el tema. Según Janet, la reacción emocional vehemente frente a un
hecho traumático dependía más del significado que éste tuviera para el sujeto, que del
evento en sí mismo (adelantándose de esta manera varias décadas a la formulación del
concepto de trauma del DSM IV). Cuando la emoción es intensa, el individuo tendería a
experimentar una amnesia del hecho, no pudiendo así estructurar una narrativa del mismo.
Esto se transformaría, siempre siguiendo a Janet, en una “fobia al recuerdo” que persistiría
mediante experiencias intrusivas, reexperimentaciones somáticas y pensamientos
obsesivos. Consecuentemente, la resolución del trastorno surgiría de la integración de las
memorias traumáticas en una narrativa.

El ocaso de la disociación

El cuerpo de conocimientos desarrollado sólidamente por Janet cayó prontamente en el


olvido, hasta que recientemente fuera rescatado, al desarrollarse la nueva ola de
conocimientos sobre el estrés postraumático a partir de fines de la década de 1970 y
comienzos de los 80. El desarrollo del psicoanálisis, como queda dicho, relegó la
disociación a un segundo plano, al desechar la hipnosis y el abuso sexual infantil,
condenándola a un lento ocaso. Simultáneamente, el desarrollo del diagnóstico de
esquizofrenia hizo declinar el interés en los trastornos disociativos, propiciando
diagnósticos en muchos casos erróneos.
En 1943 el concepto de disociación fue declarado “extinto” por E. Stengel, en lo que se
interpreta como el fin del predominio de la psiquiatría francesa sobre la alemana.

La violencia doméstica y sexual

El movimiento feminista por la liberación de la mujer que se desarrolló en los años 70 llevó
la atención a una realidad oculta por siglos: la de la violencia doméstica y sexual contra las
mujeres y los niños. Hasta ese momento, hablar de la violencia sufrida por mujeres y niños
en la “intimidad” de su hogar solo conducía a mayor vergüenza, humillación y
descreimiento. El silencio impuesto por el miedo y la vergüenza solo perpetuaba la
condición, dejando impune a los agresores.
Inicialmente llamado “el problema sin nombre” por Betty Friedman, las primeras fases del
movimiento se centraron en la formación de grupos de creación de conciencia
(“conciousness-raising”), de tal manera que las mujeres comenzaran a contar con un
ámbito en el cual pudieran hablar de su dura realidad, rompiendo con la vergüenza, la
negación y el silencio. Este movimiento fue llevando cada vez más conciencia al público en
general, de modo tal que en 1971 se realizó la primera conferencia pública sobre violación,
organizada por New York Radical Feminists. A lo largo de la década del 70 National
Organizations of Women impulsó las reformas legislativas sobre el delito de violación. En el
plano profesional se impulsó la realización de diversas investigaciones sobre el tema del
ataque sexual, llegando a la creación de un centro de investigación sobre violación en el
marco del National Institute of Mental Health.
Los estudios realizados mostraron que las víctimas de la violencia sexual y doméstica
presentaban síntomas similares a los de los veteranos de guerra. Esto llevó nuevamente a
estudiar el fenómeno del abuso sexual infantil, encontrándose una realidad aterradora:
según algunas encuestas, una de cada cuatro mujeres había sido violada y una de cada
tres, abusada sexualmente (Herman, 1997)
Las feministas lograron redefinir la violación como un crimen violento (no un acto sexual), y
como un método de control político para mantener la subordinación de las mujeres. Estos
conceptos pusieron en tela de juicio el mito comúnmente aceptado de que la violación es
una fantasía y deseo oculto de las mujeres, para ponerlo en su justo lugar.
Fue también a partir de 1971, que se abrió el primer centro de asistencia a las mujeres
violadas, que estos florecieron a lo largo de todos los Estados Unidos, ofreciendo ayuda
psicoterapéutica, legal y práctica a las víctimas.
En 1972, Ann Burguess y Lynda Holmstrom, a partir de una investigación realizada con 92
mujeres y 37 niños víctimas de violación, formulan el síndrome de trauma por violación
(rape trauma syndrome), en el que se detalla el miedo a morir sufrido por las víctimas, así
como el miedo a la mutilación, y una variedad de otros síntomas, parecidos a los sufridos
por los veteranos de guerra. El paradigma inicial de la violación callejera, infligida por
extraños, fue llevando poco a poco a la realidad aún más horrorosa de la violación
perpetrada por conocidos, novios o aun dentro del matrimonio, y de allí a otras formas de
violencia y coerción. Luego llegó a abarcar la violencia de todo tipo sufrida no solo por
mujeres adultas, sino también por niños. Leonore Walker formuló el síndrome de la mujer
golpeada (battered woman syndrome).
Sólo después del triunfo del movimiento de los veteranos en 1980, quedó claro que las
mujeres y niños/as violados/as, abusados/as, golpeados/as, sufrían del mismo trastorno
que los veteranos.

El trauma y la disociación en la actualidad

Una de las principales razones del desconocimiento del trauma, del abuso sexual y de la
disociación reside en el predominio del psicoanálisis durante todo el siglo XX y en la
posición de su creador, S. Freud, acerca de este tema. Como queda dicho ut supra, Freud
abjuró del papel central que había adjudicado inicialmente al abuso sexual infantil en el
desarrollo de patologías posteriores, especialmente la histeria: “Cuando luego me vi
forzado a reconocer que tales escenas de corrupción no habían sucedido realmente nunca,
siendo tan sólo fantasías imaginadas por mis pacientes, a los que quizá se las había
sugerido yo mismo, quedé perplejo por algún tiempo. […] De todos modos la corrupción
efectuada en la infancia conservó un lugar, aunque más modesto, en la etiología de la
neurosis. En estos casos reales los corruptores habían sido casi siempre niños de más
edad”. (Freud, 1925). Esta posición ha llevado a muchos terapeutas a descreer de los
relatos de abusos sufridos por sus pacientes entendiéndolos como fantasías o deseos
inconscientes, bajo el lema de que lo importante no era el hecho en sí, sino la realidad
psíquica (“Ya no creo más en mis neuróticas”. Freud, Carta 69, 1897).

El “aquí y ahora”

Otras vertientes que aportan al desconocimiento del trauma psicológico, del abuso sexual y
de la disociación son las orientaciones que hacen hincapié en el aquí y ahora. Terapias de
orientación gestáltica, sistémica o cognitivo-conductual, por poner solo algunos ejemplos
de los más difundidos, por diferentes motivos teóricos, no otorgan un lugar significativo a
los orígenes de los problemas, síntomas o trastornos que llevan a sus pacientes a
consultarlos.
Esto redunda en una clara infra-detección del trauma psicológico, ya que las teorías
subyacentes no le atribuyen ningún papel en la génesis de los problemas. Metáforas como
la de la caja negra, comúnmente usada en la terapia conductista o en la teoría sistémica,
ponen de manifiesto esta desatención.
En otros casos en los que sí se detectan las historias traumáticas, se los toma en cuenta
únicamente como parte de la historia clínica, o como un argumento explicativo de la
dinámica sintomática, pero de ninguna manera la resolución de los recuerdos traumáticos
juega un papel central o activo en esas psicoterapias.
También es común la creencia, incluso entre los profesionales de la salud mental, en que
las historias de abuso y otras historias traumáticas son fantasías o manipulaciones de
pacientes histéricas, jugando un papel muchas veces iatrogénico.

¿Disociación o represión?

Existe un concepto popular de la disociación que se confunde, al menos parcialmente, con


el concepto de represión. Sin embargo, ambos conceptos son totalmente diferentes, e
implican caminos psicoterapéuticos igualmente diferentes.
La disociación se trata de un fenómeno estructural. Es decir que partes separadas de la
personalidad son disociadas, como estructuras separadas que pueden asumir
autónomamente el control del funcionamiento de la persona. La disociación tiene su origen
en la falta de fortaleza del Ego. El evento estresante sobrepasa las fuerzas psicológicas del
individuo, cayendo fuera de las estructuras habituales, y formando otra separada (Dell,
2011). 
En cambio, el concepto popular de la disociación lo asimila al concepto de represión, en el
sentido de que lo reprimido es echado fuera, rechazado, por resultar insoportable. En este
caso, se trata de un proceso activo. La represión no crea estructuras disociadas.
Si el proceso subyacente fuera la represión, el camino terapéutico implicado sería levantar
la represión, haciendo consciente lo inconsciente, poniendo en contacto de esta manera el
material reprimido con el material conciente.
En cambio, si el proceso subyacente es la disociación resultante de la debilidad del Ego
para soportar esa carga emocional, ese material solo podría integrarse luego de un trabajo
en el que el recuerdo traumático pierda su condición de tal. De otra manera, el intento de
integración de los recuerdos traumáticos sin resolver su carga emocional llevaría a una
retraumatización y redisociación.
La disociación, según Janet, se activaría cuando la intensidad de la emoción sobrepasa la
capacidad del sujeto, en tanto que la represión freudiana es un mecanismo activo que
excluiría de la conciencia las memorias dolorosas.

¿Qué es disociación?

Algunos de los malentendidos acerca de la disociación parten del hecho de que con un
mismo término nos referimos a distintas cosas. “Disociación” denomina a la vez un
fenómeno, un proceso y un trastorno. La disociación puede ser tanto adaptativa como
patológica, uncontinuum de respuestas como una categoría taxonómica (Van der Hart,
Nijenhuis y Steele, 2008).
Según David Spiegel (1993) la disociación es “una forma especial de conciencia en la cual
eventos que normalmente estarían conectados, están separados unos de otros”. Algunas
de las funciones adaptativas de la disociación son la resolución de conflictos
irreconciliables, la automatización de conductas, el aislamiento de experiencias
catastróficas y el escape de las restricciones de la realidad (Ludwig, 1983).
La disociación patológica provoca disrupciones en la memoria, con un alto impacto en el
sentido de la identidad de la persona, rompiendo la unidad de la conciencia.
Los principales síntomas característicos son la ausencia de reactividad emocional,
amnesias, embotamiento afectivo, desrealización, despersonalización, desapego y
reducción del conocimiento del entorno.

Indicadores

Según Richard Kluft (1993), los siguientes hallazgos deberían alertarnos sobre la
posibilidad de que alguien esté sufriendo de un trastorno disociativo:

a) La existencia de tratamientos previos fallidos. Dado que, como dijimos, los traumas
están infra-detectados y la información acerca de los trastornos disociativos es escasa, hay
una probabilidad de que quien haya transitado por diferentes tratamientos sin resultados
positivos se deba a que sufre de un trastorno disociativo no detectado.

b) Haber sido diagnosticado con tres o más diagnósticos psiquiátricos. Por el mismo motivo
anterior, el desconocimiento lleva a realizar diagnósticos erróneos.
c) La existencia simultánea de síntomas psiquiátricos y somáticos. Dado que la disociación
es un proceso que se da tanto a nivel psíquico como somático, ambos tipos de síntomas
coexisten, por lo que dolores de cabeza y genitales y otros, parálisis, parestesias, etc.,
podrían corresponderse con síntomas disociativos más que físicos.

d) Síntomas y niveles de funcionamiento fluctuantes. El intercambio de las diferentes


identidades hacen parecer a la persona disociada como diferentes personas, diferentes
caracteres e incluso diferentes sintomatologías.

e) Distorsión del tiempo, períodos en blanco o amnesias. La amnesia es un síntoma


característico de la disociación. El sujeto tiene dificultad para recordar a veces períodos
completos de su vida, que están más allá del olvido normal o del deterioro normal de los
recuerdos.

f ) No recordar hechos o conductas. Ellos pueden haber sido vividos por alguna identidad
alternativa, de la que la personalidad anfitriona no tiene conciencia.

g) Cambios notables observados por terceros. La alternancia entre las diferentes


identidades alternativas puede hacerlo aparecer a los ojos de los demás como diferentes
personas.

h) El uso de la tercera persona o de la primera del plural para referirse a sí mismo. Algunas
pacientes abusadas suelen decir frases como “Esa no era yo”, “Dejé mi cuerpo allí”, “Mi
cuerpo me decía NO”, “Hay una lucha entre las que estamos adentro”.

i) Escuchar voces (que provienen desde dentro de la cabeza) que son experimentadas
como separadas, que urgen al paciente a alguna actividad. A diferencia de las voces de los
psicóticos, estas provienen desde dentro de la cabeza, y la persona tiene conciencia de
que no es normal.

j) Encontrar objetos, producciones o escritos que el paciente no reconoce como propios.


En caso de tener amnesia de alguna de las identidades alternativas, lo que ellas hagan
será olvidado por la identidad anfitriona.

k) La aparición de otras entidades por medio de la hipnosis o de drogas. Las identidades


pueden aparecer por el efecto desinhibitorio del alcohol, de drogas o mediante hipnosis.

l) Historia de abuso infantil (sexual, emocional o físico). Es el principal antecedente de la


disociación.

m) Incapacidad de recordar eventos de la infancia entre los 6 y los 11 años.

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