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Otro ejemplo sería cuando vamos caminando a clase o al trabajo y vamos pensando
en nuestras cosas, sin prestar atención en lo que nos encontramos por el camino.
Como se trata de un trayecto que ya conocemos, lo tenemos muy automatizado, y
no prestamos atención a los detalles que haya por el camino. Al igual que con el
caso del libro, esto son situaciones en que disociar no es patológico. Supone un
ahorro de nuestros recursos cognitivos, dado que no prestamos atención a lo que no
nos hace falta.
El problema real viene cuando esta disociación nos hace ser incapaces de
recordar lo que estamos haciendo, o nos separa de nuestro presente material, el
que está más allá de nuestra subjetividad. Es como si, por un momento, nos
hubiéramos despegado de nuestro cuerpo y este actuara de forma independiente,
pero sin que luego nos acordemos de lo que estaba haciendo. Este automatismo se
da incluso en situaciones en las que se debería prestar mucha atención.
Sintomatología común
Al haber varios trastornos disociativos, cada uno de ellos tiene síntomas
característicos. Sin embargo, sí que presentan sintomatología común:
Pérdida de memoria de ciertos períodos, eventos, personas o
información personal.
Sensación de estar despegado de uno mismo, física y
emocionalmente.
Percepción de que alrededor es irreal y está distorsionado.
Estrés e incapacidad para hacerle frente.
Problemas relacionales, personales, laborales y en otras áreas vitales
importantes.
Depresión.
Ansiedad.
Pensamientos e intentos suicidas.
Prevalencia
La prevalencia de los trastornos disociativos se estima entre el 2 y 3% en la
población general, aunque hay estudios que apuntan al 10%. La disociación
puede darse en formas agudas o crónicas. Las probabilidades de que se den tras la
vivencia de un evento traumático son muy altas, cercano al 70% de los casos,
aunque lo normal es que los síntomas asociados duren como mucho unas semanas.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la presencia de los trastornos
disociativos no tiene por qué mantenerse durante toda la vida; pueden aparecer y
desaparecer llagado determinado momento.
Tipos de trastornos disociativos
De acuerdo con el DSM-5, son tres los trastornos disociativos principales, más un
cuarto que recoge síntomas propiamente disociativos pero que no encajan en su
totalidad con los otros tres diagnósticos:
1. Amnesia disociativa
El síntoma principal es la pérdida de memoria, mucho más grave que un simple
olvido cotidiano, que no se puede justificar por la existencia de una enfermedad
neurológica previa.
La persona no es capaz de recordar información importante sobre sí misma, ni
tampoco sobre eventos vitales y personas relevantes, especialmente aquellos
que tienen que ver con el momento en el que se dio el evento traumático.
A veces, la persona lleva a cabo una fuga disociativa, es decir, deambula en un
estado de confusión sin ser consciente de lo que ocurre a su alrededor.
El episodio de amnesia se presenta de forma repentina, y su duración puede ser
muy variable, yendo de a pocos minutos hasta años. Generalmente, los pacientes
con amnesia disociativa son conscientes de su pérdida de memoria, que suele
ser reversible.
Este es el trastorno disociativo específico más común de los tres, y es el que se
puede ver con frecuencia en lugares como salas de emergencia de los hospitales,
acompañada de otros trastornos como los de la ansiedad.
2. Trastorno de identidad disociativo
Este trastorno era conocido antes como “trastorno de personalidad múltiple”,
y se caracteriza por la alternancia entre diferentes personalidades. Es la forma más
severa y crónica de la disociación. Los cambios de personalidad suelen estar
motivados por algún efecto ambiental, sobre todo situaciones estresantes. Es el
trastorno que sufre la protagonista de “The United States of Tara”.
La persona siente la presencia de dos o más personas en su mente, con
personalidades diferentes a la suya y que, en situaciones de estrés o ante la
presencia de ciertos activadores, una de esas personalidades la posee y se
convierte en ella. De todas formas, la personalidad principal, que suele
corresponderse con el nombre legal del paciente, no suele estar enterada de la
existencia de otras personalidades.
Lo curioso de este trastorno es que cada personalidad puede tener su propio
nombre, historia personal, género, edad, diferencias en la voz, acento o, incluso
uso de complementos que de normal no necesita la personalidad original, como
pueden ser gafas.
Realmente, no se trata de personalidades totalmente formadas, sino más bien
representan algo así como una identidad fragmentada. La amnesia asociada a este
trastorno es asimétrica, es decir, las diferentes personalidades recuerdan aspectos
diferentes de la vida del paciente (algo similar al efecto Rashomon).
Aunque al principio de la terapia los pacientes suelen presentar entre 2 y 4
personalidades diferentes, a medida que va evolucionando el tratamiento se pueden
llegar a revelar más de 15.
3. Trastorno de despersonalización-desrealización
En este trastorno se pueden dar una o las dos situaciones diferentes.
La persona sufre una desconexión de sí misma, dándole la sensación de
observar sus acciones, sentimientos y pensamientos desde cierta distancia,
como quien juega a un videojuego en perspectiva de tercera persona. Este síntoma
es la despersonalización.
En otros casos se puede sentir que las cosas que le rodean son distantes, poco
nítidas, como si se estuviera soñando. Este síntomas es la desrealización, o la
sensación de que la realidad no es real.
Posibles causas
Los trastornos disociativos suelen considerarse como un mecanismo de defensa
para afrontar eventos traumáticos, con la intención de proteger la integridad psíquica
de quien ha sido víctima de los mismos.
Una de las causas más comunes es el haber presenciado o sufrido abusos físicos,
emocionales, verbales y sexuales durante la infancia, actos comunes en situaciones
de maltrato familiar. El niño vive estas situaciones domésticas como algo
realmente aterrador, especialmente por el hecho de que la conducta del
maltratador es algo muy impredecible. El pequeño vive una situación constante de
indefensa y estrés. Otras situaciones traumáticas son haber vivido una guerra, un
atentado terrorista o una catástrofe natural.
Dado que la identidad personal es algo muy moldeable en la infancia, la vivencia de
situaciones estresantes pueden afectar de por vida al pequeño, emergiendo
psicopatología una vez alcanzada la edad adulta. También, y debido a que la
personalidad e identidad todavía no están formadas, a un niño le resulta más
sencillo despegarse de sí mismo que a un adulto al observar o ser víctima de un
evento traumático.
Pese a que, una vez ya adulto, lo más probable es que lo que causó el evento
traumático ya no exista o se le pueda hacer frente gracias a disponer de una mayor
libertad en comparación a cuando se era niño (p. ej., el padre maltratador es
anciano o ha muerto), su uso en la adultez es algo patológico. Si el peligro ya no
existe, no hay motivo objetivo para seguir utilizándola, dado que ya no se vería en
riesgo la integridad psicológica del individuo.
Factores de riesgo
El principal factor de riesgo para sufrir en la adultez un trastorno disociativo es el
haber sido víctima de abuso físico, sexual o de otra índole en la infancia,
haber presenciado eventos traumáticos o haber sufrido un estilo parental
negligente. Entre eventos traumáticos, además del terrorismo, catástrofes
ambientales y maltrato, se encuentra el haber sido secuestrado y torturado, además
de largas hospitalizaciones.
Presentar un trastorno disociativo es también un factor de riesgo para sufrir otros
trastornos y problemas de salud:
Autolesiones y mutilaciones.
Disfunción sexual.
Consumo de drogas.
Depresión y trastornos de ansiedad.
Trastorno de estrés postraumático.
Trastornos de personalidad.
Alteraciones del sueño.
Trastornos de la alimentación.
Convulsiones no epilépticas.
Tratamiento
El tratamiento de los trastornos disociativos es complicado, dado que durante el
episodio amnésico, la despersonalización, la desrealización o la manifestación de
otra personalidad el nivel de conciencia del individuo se puede ver
significativamente disminuido. Esto dificulta el llevar a cabo la terapia durante el
momento en el que se dan estos síntomas. Sin embargo, sí que se han elaborado
ciertas técnicas para intentar hacerle frente a esos mismos síntomas.
En el caso de la despersonalización se hace que el paciente trate de establecer
contacto físico con alguien de su contexto inmediato, o que se concentre en una
actividad como puede ser leer, hacer ejercicio o conversar. También, para
contrarrestar el recuerdo de un evento traumático, se hace que el paciente trate de
recordar una vivencia placentera o visualice un lugar que considera seguro.
Otra técnica usada, muy frecuente en los trastornos de la ansiedad, es el
entrenamiento en respiración profunda, además de diferentes formas de
exposición. También es usada la imaginación guiada para reexperimentar los
eventos traumáticos. Estas técnicas pueden parecer contraproducentes, dado que
da la sensación de que vayan a aumentar la fuerza de los síntomas. Sin embargo, el
objetivo principal de este tipo de exposición y reimaginación es hacer que el
paciente cambie la valencia asociada al recuerdo de los eventos traumáticos.
La reestructuración cognitiva es otro procedimiento que no puede faltar al
trabajar con problemas de base traumática. El objetivo es modificar los
pensamientos acerca la vivencia del evento traumático, trabajar sobre los
sentimientos de culpa y autocrítica que pueda manifestar el paciente y reinterpretar
los síntomas.
Trastornos de personalidad
Los trastornos de personalidad más comunes son:
Trastorno bipolar
El trastorno bipolar se caracteriza principalmente por una personalidad alterada
entre la fase maníaca y la fase depresiva. La psicosis se enmarca en este tipo de
trastorno.
Trastorno de ansiedad
El trastorno de ansiedad se identifica por su personalidad obsesiva-compulsiva y
paranoica. Han surgido trastornos más específicos como, por ejemplo, la nomofobia
(miedo a quedarse sin celular) y el FOMO (fear of missing out o miedo a perderse
algún acontecimiento).
Vea también:
Psicosis: es un conjunto de trastornos mentales que pueden obedecer a causas
tanto psíquicas como orgánicas. El trastorno psicótico es un indicador grave de
la presencia de alguna enfermedad mental que debe ser tratada.
Las enfermedades más comunes que se identifican con la psicosis
encontramos la esquizofrenia, la paranoia y el trastorno bipolar. Las
personas que sufren este trastorno son llamadas 'psicóticas' que no se debe
confundir con el término 'psicópata'.
Trastorno de atención
Trastorno de atención (TDA), también llamado déficit de atención, es una deficiencia
o carencia de la capacidad de mantener la atención, la función de control y de
participación.
Trastornos alimenticios
Los trastornos alimenticios afectan principalmente a adolescentes. Los trastornos
más comunes son:
Anorexia
La anorexia es un tipo de trastorno que distorsiona la imagen corporal del afectado
generando un miedo extremo a ganar peso y por lo tanto evitan a todo costo la
ingesta de alimentos, poniendo en riesgo su salud.
Bulimia
La bulimia es la ingesta descontrolada de alimentos que afecta más a mujeres que a
hombres. El consumo irregular y desequilibrado de alimentos es acompañado por
un fuerte sentimiento de culpa después de cada ingesta alternado por una
necesidad incontrolable de comer.
Trastorno específico del aprendizaje
El trastorno específico del aprendizaje (TA) es un problema particular para
la adquisición de información. Más concretamente, este trastorno hace referencia a
dificultades persistentes para aprender aptitudes académicas esenciales que surgen
durante los años escolares. Este problema que no es consistente con la edad del
niño y su inteligencia de origen; y no puede explicarse a partir de factores externos
como la cultura o la falta de educación.
Trastornos motores
Trastorno del desarrollo de la coordinación (Dispraxia)
También conocido como “el síndrome del niño torpe”, se caracteriza por
una dificultad para hacer que sus cuerpos realicen lo que desean. En general,
las habilidades motoras son más deficientes de lo que cabria esperar para la edad
del niño; e interfieren con su avance escolar, los deportes u otras actividades.
Los niños más pequeños tienen retraso para gatear, caminar o incluso vestirse. Los
niños más mayores tienen dificultades para correr o saltar, por ejemplo. En general,
el movimiento de los niños con trastorno en el desarrollo de la coordinación puede
parecer torpe, lento o menos preciso que los niños de su edad. Los
comportamientos motores específicos incluyen torpeza general, problemas de
equilibrio, retraso en el logro de las metas del desarrollo y dominio lento de las
habilidades básicas como correr, lanzar o recoger una pelota, y la escritura.
Trastorno de movimientos estereotipados
Las estereotipias son conductas que las personas parecen obligadas a realizar una
y otra vez sin alguna meta aparente. Es decir, es un movimiento repetitivo que se
realiza por el hecho de moverse. Este comportamiento es totalmente normal en
bebés y niños pequeños, que se mecen solos, se chupan los pulgares y se llevan a
la boca cualquier cosa que les quepa. Pero cuando estas estereotipias persisten
hasta una fase avanzada de la niñez o más tarde, se puede llegar a diagnosticar el
trastorno de movimientos estereotipados.
Trastornos de la comunicación
Los trastornos de la comunicación se encuentran entre las causas más
frecuentes por las que un niño puede ser referido para una valoración especial.
En algunos niños, los problemas de la comunicación son manifestaciones de
problemas del desarrollo más amplios, con el TEA o la discapacidad intelectual.
Muchos otros niños, sin embargo, tienen trastornos aislados de la expresión oral y
del lenguaje.
Los trastornos de la comunicación incluyen las deficiencias del lenguaje, es decir,
la forma, función y el uso de palabras habladas, lenguaje de señas, palabras
escritas e imágenes; el habla: la producción expresiva de sonidos, incluyendo la
articulación, la fluidez, la voz y la calidad de la resonancia de una persona; y la
comunicación, que es todo el comportamiento verbal o no verbal que influye en el
comportamiento, las ideas o las actitudes de otra persona.
Trastorno del lenguaje
Se caracteriza por dificultades en la adquisición y uso del lenguaje en todas sus
modalidades. Es decir, se presentan dificultades en el lenguaje hablado, escrito o el
lenguaje de signos. Además, estas dificultades se deben principalmente a
problemas en la comprensión o la producción del vocabulario, las estructuras
gramaticales y el discurso.
Genéticos:
Las mujeres con trastorno de identidad disociativo predominan en la práctica clínica
de los adultos, pero no en la práctica clínica de los niños. Los varones adultos con
trastorno de identidad disociativo pueden negar sus síntomas y los antecedentes de
trauma, y esto puede conducir a tasas elevadas de falsos negati-vos en el
diagnóstico. Las mujeres con trastorno de identidad disociativo se presentan con
mayor frecuen-cia con estados disociativos agudos (p. ej., escenas retrospectivas,
amnesia, fuga, síntomas funcionales neurológicos [conversión], alucinaciones,
automutilación). Los varones suelen mostrar comportamientos más criminales o
violentos que las mujeres, y entre los varones, los desencadenantes más comunes
de los estados disociativos agudos están las guerras, las condiciones carcelarias y
las agresiones físicas o sexuales.
Socio ambiental:
Muchas de las características del trastorno de identidad disociativo pueden estar
influenciadas por el trasfondo cultural de la persona. Las personas con este
trastorno pueden presentar evidentes sínto-mas neurológicos inexplicables, como
convulsiones no epilépticas, parálisis o pérdida sensorial, en un ámbito cultural
donde tales síntomas son comunes. Del mismo modo, en los lugares donde la
"posesión" es común (p. ej., las zonas rurales del mundo en vías de desarrollo, entre
ciertos grupos religiosos en Estados Unidos y Europa), las identidades
fragmentadas pueden tomar la forma de espíritus posesivos, divinidades, demonios,
animales o personajes mitológicos. La aculturación o el contacto intercultural
prolongado pueden moldear las características de las otras identidades (p. ej., los
sujetos en la India pueden hablar inglés exclusivamente y usar ropa occidental). El
trastorno de identidad disociativo en forma de posesión se puede distinguir de los
estados de posesión cultural-mente aceptados en que el primero es involuntario,
angustiante e incontrolable, y con frecuencia recurrente o persistente; implica un
conflicto entre el individuo y su familia, el entorno social o en el trabajo, y se
manifiesta en momentos y lugares que violan la normas de la cultura o la religión.