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Los Estados de Excepción

y su Control Judicial en
Colombia

José Antonio Barraza Gómez*


•El régimen de excepción es un instrumento del cual goza el
Ejecutivo para afrontar situaciones de crisis en momentos de
anormalidad y procurar su restablecimiento, a través de medidas
extraordinarias que pueden incluso suspender las leyes ordinarias que
le sean incompatibles. Dicho régimen está previsto en los sistemas
democráticos y contemplado en la Constitución, como ocurre en el
caso latinoamericano, consagrado fundamentalmente para mantener
la paz y las condiciones de normalidad y la defensa de las
instituciones; en ocasiones termina desdibujado para favorecer un
estado de cosas, en desmedro de los derechos y garantías
constitucionales y las funciones normales atribuidas a cada una de las
ramas del Poder Público, especialmente las del Legislativo.
Colombia no escapa a este régimen excepcional aun después de la
Constitución de 1991, y por el contrario la excepción es la regla,
pues en 13 años de vigencia de la Carta se ha declarado el Estado de
Excepción en más de 10 oportunidades entre conmoción interior y
emergencia económica social y ecológica, y lo peor es que las
medidas adoptadas como excepcionales, en su mayoría, se
convirtieron en legislación permanente. En síntesis, después de la
expedición de la Carta de 1991, en varias oportunidades se ha
utilizado la figura del estado de excepción, siendo mayor el número
referido a la emergencia económica social, mientras que la
conmoción interior se ha expedido en seis oportunidades en cinco de
las cuales ha sido prorrogada hasta por dos periodos. El estado de
guerra exterior aun no se ha estrenado y esperamos que nunca se
llegue a declarar.
•Otro aspecto que vale la pena resaltar es que la medida en gran parte
ha sido declarada exequible por la Corte Constitucional, siendo
contadas las veces en que se ha sido declarada inexequible. Sin
embargo, se debe resaltar que la Corte ha señalado el alcance de las
facultades del gobierno las cuales no son absolutas, sino que están
limitadas por la propia Constitución. En muchas ocasiones vemos
con optimismo el cambio del estado de sitio que se contemplaba en
la Constitución del 86, frente a los estados de excepción que se
contemplan en la Carta de 1991. En efecto, ese cambio es importante
en cuanto se introdujeron importantes modificaciones, pero al hacer
un recorrido desde 1991 hasta nuestros días, las diferencias se hacen
más cortas de acuerdo con el gran número de declaratorias de estados
de excepción, en su mayoría declarados exequibles. Así, entonces, lo
que se consagró como medida excepcional, terminó convertido en la
regla, pues no ha habido un solo gobierno desde la expedición de la
* 2020 por el autor. Este artículo es de acceso abierto y distribuido según los
términos y condiciones de la Universidad Libre, Maestría En Derecho
Administrativo, Colombia, Bogotá D. C
Carta de 1991, que no haya acudido al régimen de emergencia
económica o a la conmoción interior, para enfrentar hechos
sobrevinientes que no pueden ser conjurados “mediante el uso de las
atribuciones ordinarias”.
•Dentro de los cambio que se proponen a los estados de excepción.
Por ejemplo, se pretende suprimir el control de constitucionalidad a
los actos que declaran el estado de excepción, con el argumento de
que son actos políticos inmunes al control jurisdiccional, dejando
dicho control solo a los decretos que desarrollen la declaratoria. Esta
posición nos parece regresiva pues, como se dejó dicho atrás, la
discusión de los actos políticos inmune al control jurisdiccional, es
una discusión superada en nuestro propio derecho. Esa discusión no
tiene asidero en nuestro ordenamiento constitucional, fundamentado
en la cláusula Estado Social de Derecho, teniendo en cuenta que para
lograr un equilibrio real de poderes todos los actos,
independientemente del móvil perseguido, deben estar sometidos a
control jurisdiccional, y por lo tanto no es aconsejable su reforma en
ese sentido. Por el contrario, como se propone, las modificaciones
deben estar dirigidas a garantizar el goce efectivo de los derechos y
garantías constitucionales, para lo cual proponemos la inclusión de
una especie de medida cautelar, tendiente a dejar sin efectos los
decretos legislativos del Gobierno, cuando estos sean contrarios a la
Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos
ratificados por Colombia. En nuestro sentir este será un avance
importante dentro del tema objeto de estudio.
Entre nosotros, la declaratoria de los estados de excepción es una
facultad del Ejecutivo para hacer frente a situaciones de crisis que no
pueden ser resueltas por la legislación ordinaria, quedando revestido
para dictar las medidas estrictamente necesarias para conjurar las
situaciones de crisis originadas en cualquiera de las tres modalidades
de excepción y procurar restablecimiento de la normalidad e impedir
la extensión de sus efectos. Sin embargo, esa facultad no es ilimitada
ni absoluta, sino limitada por la misma Constitución, a situaciones de
carácter excepcional que no pueden ser conjuradas con las medidas
ordinarias, la prohibición de suspender las garantías y derechos
fundamentales, la no interrupción del funcionamiento de las ramas
del poder público, ni de los órganos del Estado y la responsabilidad
del Presidente y sus Ministros cuando no se den las causas de la
declaratoria. Además se consagra un control político ejercido por el
Congreso y un control automático, oficioso y posterior de
constitucionalidad, que lo ejerce la Corte Constitucional, como
órgano supremo encargado de ejercer la guarda de la Constitución,
tema este sobre el que enfocamos nuestro trabajo.

* 2020 por el autor. Este artículo es de acceso abierto y distribuido según los
términos y condiciones de la Universidad Libre, Maestría En Derecho
Administrativo, Colombia, Bogotá D. C
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* 2020 por el autor. Este artículo es de acceso abierto y distribuido según los
términos y condiciones de la Universidad Libre, Maestría En Derecho
Administrativo, Colombia, Bogotá D. C

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