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Hemos de partir además del supuesto que los estados de excepción no son
algo bueno en sí mismo, pues implican la limitación de derechos, sino que
más bien son un sacrificio que la sociedad acepta por un interés general, de
modo que por eso deben estar regulados para minimizar lo más que se puedan
sus efectos negativos. Una democracia sin ejercicio pleno de los derechos no
es una democracia.
II
Estado de alarma
Hemos de aclarar que aunque las causas y duración de cada tipo de estados
de excepción son diferentes, las potestades que asume el ejecutivo son las
mismas de acuerdo con la Constitución, pero siempre atendiendo al principio
democrático, es decir, que las medidas que se tomen sirvan para la
preservación de la democracia, no para eliminarla o debilitarla.
III
Como puede apreciarse no son pocos los derechos que no pueden ser
limitados, pero aún así el margen de actuación del Estado en los que sí pueden
limitarse tiene una afectación respecto a los primeros por cuanto todos
los derechos humanos están estrechamente relacionados y no puede limitarse
uno sin afectar a los demás. Un ejemplo de esto lo tenemos en el caso del
derecho de reunión que sí puede ser limitado. Este derecho, en el caso de
unas elecciones, como ocurrió en los Estados de la frontera en diciembre de
2015, sí tuvo un efecto en el ejercicio del derecho del sufragio por cuanto toda
manifestación o mitin partidista debía ser aprobado por las autoridades que
ejecutaban el decreto de estado de excepción afectándose de ese modo el
derecho de participación política que supuestamente no debe ser condicionado.
En consecuencia, aunque la Constitución exprese que hay derechos que no
pueden ser limitados, lo cierto es que en la práctica la restricción de unos
derechos siempre afecta a los demás por estar estrechamente vinculados entre
sí.
Como puede observarse son enormes los poderes que asume el Ejecutivo en
un estado de excepción, y en la mayoría de los casos, a costa de los derechos
de los ciudadanos. Por ello, aun partiendo del hecho que estas limitaciones son
necesarias en aras del bien común, las mismas deben ejecutarse de acuerdo
con los principios constitucionales, a saber, proporcionalidad y temporalidad,
pues luego de un estado de excepción, debe haber más democracia, no
menos.
IV
Así tenemos entonces, que esta obligación de informar, que parece muy básica
y poco importante, o incluso una mera formalidad, en realidad implica que no
se pueden limitar derechos humanos sin explicar a la comunidad internacional
las razones para ello. Incluso puede decirse que es un derecho de los
ciudadanos sujetos a estas restricciones que el mundo se entere de lo que les
está sucediendo.
Existe una página web donde las Naciones Unidas publica todas las
comunicaciones que reciben de los Estados sobre la ejecución de los Tratados
que suscriben
(https://treaties.un.org/Pages/CNs.aspx?cnTab=tab1&clang=_en), y como
cualquiera puede apreciar, Venezuela no ha cumplido con esta obligación de
informar y explicar que desde el mes de agosto de 2015 cientos de miles de
ciudadanos tuvieron limitados sus derechos en los estados fronterizos, y que
actualmente la totalidad de la población se ve afectada por los decretos de
emergencia económica.
Tampoco tienen en cuenta los decretos (ni los originales ni sus prórrogas) las
consecuencias de limitar derechos como la reunión, o la manifestación pacífica
en medio de una campaña electoral, como fue el caso en diciembre de 2015,
pues de esta manera se permitió a los funcionarios prohibir de forma
discrecional actividades propias de una contienda electoral amparados en el
estado de excepción.
VI
Al respecto, se observa que las medidas de los decretos para solventar esa
crisis ya han sido tomadas en su mayoría por vía habilitante en los últimos años
y, además, los decretos de emergencia económica emitidos en varios
municipios fronterizos el año pasado dieron lugar a una peor situación
económica que la existente antes de la emergencia decretada. Esto hace
cuestionable la necesidad de acudir a un recurso excepcional que no fue
pensado para que un gobierno se libere de las limitaciones de los otros
poderes sino, como se ha insistido ya, para situaciones de verdadera
emergencia. Por ejemplo, la excepcionalidad se ha utilizado para otorgar
créditos adicionales, lo que bien pudo hacerse a través de la Asamblea
Nacional en una condición de normalidad, como está previsto en la legislación.
Por supuesto, cada uno de estos decretos contó con la aprobación del Tribunal
Supremo de Justicia en Sala Constitucional; en algunos casos sin esperar la
decisión de la Asamblea Nacional, lo que representa una irregularidad de por
sí. Más aún cuando en esa decisión establece que una opinión contraria del
Parlamento (que efectivamente se dio) no comprometería la vigencia del
decreto, lo que va claramente contra la norma constitucional que fue explicada
más arriba.
VII
VIII
Este año inició como los dos previos, con el presidente de la República
emitiendo una nueva disposición para ampliar el lapso del estado de excepción
y emergencia económica. El décimo tercer Decreto correspondió al N° 3.239
del 9 de enero de 2018, al cual le siguió su respectiva prórroga (9 de marzo),
un nuevo decreto al término de esta (N° 3.413 del 10 de mayo) y su nueva
extensión del 9 de julio.
Hasta esa fecha se habían emitido 9 decretos con 8 prórrogas (desde enero de
2016). Uno de esos decretos, el 3.610 con fecha 10 de septiembre de 2018,
declarado constitucional por el TSJ mediante sentencia número 0638 del 20 de
septiembre 2018, tiene la peculiaridad de exacerbar la falta de control del poder
y en cambio aumenta los controles que el presidente Maduro se ha atribuido
con relación a todos los aspectos de la vida de los ciudadanos, legalizando
incluso el Carnet de la Patria.
IX
La Sala Constitucional mediante sentencia n.° 325 del 23/09, siempre afincada
en su acomodaticia tesis del desacato de la Asamblea Nacional, declaró la
constitucionalidad del decreto n.° 3.980 dictada días atrás (específicamente el
día 7 de ese mes). Dos meses después la prórroga, dictada para asegurar la
permanencia de la emergencia económica hasta 2020, sería acordada a través
de decreto 4.019 del día 06 de noviembre y con el nada sorprendente respaldo
de la Sala competente con su sentencia n.° 370 del 22 de
noviembre.
Muestra de ello fue el decreto n.° 4.090 del 05 de enero con su respectiva
sentencia (la n.° 0002 del día 14) y su prórroga acordada el día 05 de marzo
(decreto 4.145) avalada por la Sala Constitucional el 19 de marzo (sentencia
n.° 0056).
Si bien la Constitución prevé una sola prórroga del estado de alarma, la cual
fue acordada en decreto n.° 4.186 del 12/04 y respaldada en cuanto a su
constitucionalidad por una sentencia (sin número conocido) del 22 de abril,
pues la historia pareciera repetirse.
XI
El estado de excepción en el Plan de la Patria
Dentro del primer objetivo histórico de dicho plan se establece como uno de los
objetivos nacionales para el período “adecuar el aparato productivo, la
infraestructura y los servicios del Estado incrementando la capacidad de
respuesta a las necesidades del pueblo ante posibles estados de excepción en
el marco de la Defensa Integral de la Nación”. No parece, a primera vista,
inadecuado que exista una preparación de este tipo; pero una lectura más
detallada genera suspicacias.
Este escenario no es simplemente teórico pues desde agosto del año 2015,
cuando la popularidad del gobierno estaba ya disminuida de manera
importante, ha empezado a utilizarse de manera cada vez más frecuente este
recurso. Además no parece coincidencia que de utilizarlo en regiones
específicas se haya extendido a nivel nacional luego de perder el control del
Poder Legislativo en las elecciones del 6 de diciembre de 2015. Volviendo al
ejemplo de los créditos adicionales, el gobierno utiliza la figura del estado de
excepción para evadir el control del parlamento y así poder autorizar gastos de
manera indiscriminada, desnaturalizando de este modo la figura de los estados
de excepción y utilizándolo con fines diferentes, e incluso contrarios, a la
Constitución.
XII
Conclusión