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En el siglo XIV Galicia es una parte periférica de la Corona de Castilla. El avance hacia el sur y la
conquista del territorio musulmán desplazaron el centro de la Corona hacia la Meseta Sur y el Valle
del Guadalquivir. Por otra parte y al igual que sucede en buena parte de Europa Occidental, el siglo
XIV en Galicia está marcado por la crisis bajomedieval.
A nivel general, A inicios del siglo XIV Europa se vio afectada por un periodo de inclemencias
climáticas, que causó malas cosechas. Disminuyó, por lo tanto, la producción agrícola y ganadera,
aumentando el precio de los alimentos. La gente comenzó a verse afectada por el hambre y por lo
tanto, a estar más expuesta a padecer enfermedades.
Y coincidiendo con este hecho llegó a Europa la Peste Bubónica. Se cree que esta epidemia se
originó en el territorio mongol de la Horda de Oro y que se extendió al oeste de Asia y a Europa a
través de la Ruta de la Seda y de los barcos comerciales del Mediterráneo. La enfermedad era
transmitida a los seres humanos por pulgas procedentes de roedores. Inicialmente las primeras
zonas afectadas fueron las ciudades marítimas y comerciales del Mediterráneo, aunque pronto se
extendió al interior, las zonas rurales y otras áreas de Europa.
Respecto a Galicia, los documentos de la época hacen referencia a la crisis en las primeras décadas
del siglo XIV, mencionando la disminución de cosechas y su causa en condiciones climáticas
adversas y diversas: sequía, lluvias torrrenciales, fríos excesivos... Un ejemplo se ve en el Cronicón
Conimbricense mencionando por ejemplo, en 1333, la muerte de muchas personas por el hambre,
hasta el punto de que muchos muertos no cabían en los atrios de las iglesias y fueron llevados a
cuevas, para ser depositados de cuatro en cuatro y seis en seis o la indicación de que el año 1355 fue
el año más seco que los hombres vieron.
A comienzos de 1348 entró en la Ría de Vigo, en Baiona la Peste Bubónica. En pocos meses, se
extendió por toda Galicia, aniquilando a un tercio de su población. En el verano de 1348 la
enfermedad ya estaba en Compostela, donde documentos de 1350 hablan de casas despobladas por
la muerte de familias enteras, mientras caen las rentas públicas. La muerte negra mata a ricos y
pobres; y en la iglesia de Santa María A Nova de Noia, la tumba de Álvaro Paz Carneiro recuerda
que falleció el 15 de agosto de 1348 a causa de la epidemia.
Al igual que en otras zonas de Europa, la crisis supuso una diminución de las rentas señoriales y
ante ello un incremento de la presión de nobles y caballeros sobre el campesinado e incluso el
Señorío Eclesiástico.
NOBLEZA
Cuando tuvo lugar el llamado “descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago”, en el año 829, el
rey Alfonso II un pequeño señorío jurisdiccional que lo cedió al obispo de Iria. Más adelante, la
sede episcopal se trasladó de Iria a Compostela. También, posteriormente, el señorio fue ampliado e
incluía los territorios comprendidos entre los ríos Tambre y Ulla
Los obispos se encargaban de la recaudación de impuestos y la defensa del territorio ante posibles
ataques. Ante ello, se construyeron en zonas estratégicas del señorío fortalezas episcopales. A cargo
de cada una de esas fortalezas, los obispos compostelanos ponían a familiares y linajes afines que
las recibían como feudos. Los caballeros gestionaban y administraban las tierras colindantes a las
fortalezas en nombre del obispo a cambio de fidelidad y ciertas obligaciones, entre ellas, la de
acudir con su ejército cuando el obispo lo requiriera
Además de Santiago de Compostela, existían otras ciudades episcopales como Lugo, Ourense,
Mondoñedo, Tui...
.
En lo relativo al señorío laíco regular (monasterios) los más importantes, en Galicia, eran los que
seguían la orden del Císter, que fue introducida con el apoyo del rey Alfonso VII de León. Destacan
Oseira, Sobrado dos Monxes, Meira, Armenteira, Oia...
En lo relativo a la nobleza laica, durante los siglos XII y XIII destacaron dos linajes: los Traba y los
Castro
Durante la plena Edad Media, gracias al crecimiento económico se desarrollaron los burgueses en el
mundo urbano. Estos contaron con el apoyo de los reyes, que veían en ellos un mecanismo para
aumentar su poder frente a los nobles. En Galicia, por ejemplo, bajo el reinado de Fernando II se
dieron cartas forales a distintas ciudades: Santiago, Tui, Pontevedra, Lugo...
Aparecieron así los concellos, formados por dos jueces o alcaldes, varios regidores y un procurador:
– La elección de los jueces o alcaldes era problemática en las ciudades episcopales, ya que el
arzobispo de Santiago o obispos como los de Lugo o Ourense querían intervenir. Ante ello
se optó por una solución de compromiso: el concello presentaba al arzobispo u obispo
– En el caso de Pontevedra, que dispondrá de un fuero en la segunda mitad del siglo XII, el
rey Fernando II acabará entregando la ciudad al arzobispo de Santiago.
Desde los primeros momentos del siglo XIV, la Corona de Castilla desarrolló una política de
concesión de importantes títulos a diferentes infantes: merino y adelantado mayor, pertiguero mayor
de Santiago y conde de Trastamara. Estas concesiones se pueden ver como un nuevo mecanismo de
los reyes para afianzar su poder frente a la nobleza.
Por ejemplo, el infante Don Felipe, hijo de Sancho IV y María de molina fue nombrado
pertiguero mayor de la tierra de Santiago. Este infante, con la ayuda del caballero Alonso
Suárez de Deza comenzó a hostigar a la nobleza eclesiástica, exigiendo tributos y
apoderándose de tierras y vasallos. Ante ello, los monasterios y el arzobispado
compostelano se quejaron ante reyes como Fernando IV o Alfonso XI, exigiendo la
confirmación de sus privilegios.
Además de hostigar a los territorios del arzobispado, Alonso Suárez de Deza logró que los
burgueses de Compostela, (que deseaban que se rectificase la entrega de la ciudad al
arzobispo que se había hecho en 1311) se rebelasen contra un nuevo arzobispo francés
llamado Berenguel de Landoira, que había sido nombrado en Aviñon por el Papa Juan XXII.
Finalmente, el nuevo arzobispo pudo poner fin a la revuelta y ejecutar a Alonso Suárez de
Deza.
Respecto al Condado de Trastamara, que comprendía territorios más allá del río Tambre
(Trastamara: más allá del Tambre), estamos ante el título que se dará al que será Enrique II,
el primer rey castellano de la dinastía de los Trastámara.
En el siglo XIV, en la Corona de Castilla, tuvo lugar la Guerra Fraticida, en la que el rey Pedro I
el Cruel fue derrotado por su hermano bastardo, Enrique de Trastámata, que contaba con el
apoyo de la nobleza castellana. Aparecía así un nuevo rey, Enrique II y una nueva dinastía, la de
los Trastámara.
En Galicia, la alta nobleza (principalmente el linaje de los Castro) fue partidaria de Pedro I,
mientras que los señores eclesiásticos y las casas menores de la nobleza apoyaron a Enrique de
Tratámara. En Galicia se produjeron conflictos y luchas que llegaron a prolongarse tras la nuerte de
Pedro I, destacando la entrada del rey Fernando I de Portugal (que apoyaba a Pedro I) en territorio
gallego o la llegada a A Coruña en 1386 del Duque de Lancaster con tropas inglesas, que avanzó
hasta Santiago y Ourense, hasta que la llegada a esta última ciudad de la Peste provocó su retirada.
La Guerra Fraticida, por lo tanto, fue dura y larga en Galicia, dejando una gran destrucción.
También tuvo un impacto muy grande en la nobleza gallega. Los principales linajes nobiliarios
habían apoyado a Pedro I y la derrota significará la confiscación de sus patrimonio y en algunos
casos, la desaparición de estos linajes.
Los Trastámara favorecerán así la aparición de una nueva nobleza: en algunos casos
favoreciendo la llegada de linajes venidos de fuera como los Pimentel, los Sarmiento o los
Enríquez y en otros casos, favoreciendo nuevos linajes gallegos como los Andrade, Ulloa,
Pardo o Soutomayor. Esta nueva nobleza logró consolidarse y fortalecerse gracias a la
institución del Mayorazgo o la encomienda (protección que ofrecen los nobles a
monasterios, iglesias y ciudades)