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El Paleolítico inicia hace 2,5 millones de años con la aparición de los primeros homínidos y finaliza
con la revolución neolítica. En España podemos conocer cómo vivían gracias a yacimientos como el
de Atapuerca donde se encuentran los restos de los homínidos más antiguos. Su economía era
depredadora, basada en la caza, la pesca y la recolección. Eran nómadas y vivían en el interior de
las cuevas organizados en pequeños clanes sin jerarquías reconocidas.
El Neolítico comienza tras el aumento de las temperaturas junto a la llegada de pobladores de
Próximo Oriente a las costas mediterráneas, quienes introdujeron la agricultura y la ganadería. La
población aumenta, se vuelven sedentarios y aparecen los primeros poblados estables con
jerarquización social.
En el Paleolítico, las pinturas se localizan en la zona cantábrica, en el interior de las cuevas como
Altamira y Tito Bustillo. El estilo es naturalista y realista y pintan animales aislados utilizando la
policromía. Su finalidad posiblemente fuera propiciatoria de la caza.
En el Neolítico se localizan en la zona levantina, en abrigos rocosos (Valltorta) o al aire libre, su estilo
es esquemático, representan escenas de caza, recolección en las que parece la figura humana. Son
monocromáticas.
1.2. Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas: fenicios y griegos. Tartessos
Los pueblos prerromanos son las distintas comunidades asentadas en la Península Ibérica durante la
fase final de la edad de los metales (hierro), que recibieron una fuerte influencia de pueblos
extrapeninsulares.
Los Tartessos se encontraban en los valles del Guadiana y del Guadalquivir. Su economía se basaba
en la agricultura, ganadería y extracción de metales con los que comerciaban con los fenicios. Su
organización política era monárquica y su sociedad estaba jerarquizada con una oligarquía adicta a
los gustos orientales (tesoro de Carambolo).
Desaparecieron bruscamente a partir del siglo VI a.C.
Los Íberos se localizaban en la costa mediterránea desde Cataluña hasta el golfo de Cádiz. Eran
pueblos independientes que compartían etnia y tenían una lengua, cultura y tradición artística similar
(Dama de Elche). Su economía principalmente era agrícola, pero también ganadera y comercial.
Tenían un régimen político monárquico y sus pueblos estaban amurallados y bien estructurados.
Los Celtas se encontraban en la submeseta norte, noroeste y Portugal. Tenían un escaso desarrollo
agrícola y predominaba la ganadería. Tenían un jefe militar quien lideraba sus pequeñas tribus y
vivían en castros con viviendas circulares sin orden. Su cultura material era más pobre (Toros de
guisando).
Los celtíberos se sitúan entre celtas e íberos y comparten rasgos con ambos.
Desde inicios del primer milenio a.C llegaron a la península distintas civilizaciones buscando metales
y nuevos mercados, situándose en las costas mediterráneas fundando factorías. Introdujeron la
escritura alfabética, la moneda, el salazón, el torno de alfarero, animales (gato, cerdo, gallina), utillaje
agrario y nuevos cultivos (esparto, vid, olivo).
Los fenicios llegan a la península desde Tiro y se sitúan en la costa andaluza formando colonias
como Gadir y Malaka;
Los griegos procedentes de Focea, llegan a la península desde su colonia en Massalia. Se instalan
en Cataluña y al norte de la Comunidad Valenciana, fundando colonias como Ampurias y Rosas;
Los cartagineses, procedentes de Cartago, se sitúan en el sur de la costa levantina e Ibiza,
fundando colonias como Cartago Nova. Llegaron con la intención de comerciar pero terminaron
conquistando militarmente el territorio.
1.3. Conquista y romanización de la Península Ibérica. Principales aportaciones romanas en los
ámbitos social, económico y cultural.
La conquista es el proceso histórico de dominio y control militar del territorio de la península ibérica
por parte de Roma. Dicho proceso fue muy dilatado en el tiempo (218 a.C-19 a.C.). Al finalizar la
península quedó por primera vez unificada política y culturalmente.
- En la primera fase, Roma vence a los cartagineses y ocupó la costa del Mediterráneo y parte de los
Valles del Ebro y del Guadalquivir en el contexto de la II Guerra Púnica
- En la segunda fase conquistaron el centro y el norte peninsular. Vencieron entre otros pueblos a
lusitanos y a celtíberos. También ocuparon las Islas Baleares.
- En la tercera fase ocuparon el norte, tras vencer a cántabros y astures.
4.2 La nueva monarquía borbónica. Los Decretos de Nueva Planta. Modelo de estado y
alcance de las reformas.
El Tratado de Utrecht firmado tras la Guerra de Sucesión reconoció a Felipe V como rey con la
condición de que renunciase a reunir las coronas de Francia y España. Con la llegada de los
Borbones, la monarquía española giro de Austria y los asuntos centroeuropeos hacia Francia y Reino
Unido se convirtió en el principal rival.
El modelo político francés se convirtió en referente, España adoptó por su influencia reformas
(centralismo, fin del sistema polisinodial, despotismo ilustrado con Carlos III). Los paralelismos entre
ambas monarquías se reforzaron con la introducción de la Ley Sálica francesa que impedía reinar a
las mujeres. El nuevo gobierno puso en marcha una serie de reformas políticas:
Los Decretos de Nueva planta fueron un conjunto de leyes dictadas por Felipe V, que aplicando el
principio de centralismo y uniformidad jurídica impone las mismas leyes para todos los reinos,
aboliendo los fueros, instituciones y privilegios de los territorios de la Corona de Aragón (por su
apoyo durante la Guerra de Sucesión al archiduque Carlos, imponiendo las de Castilla) y Navarra y
las provincias vascas conservarán su régimen foral por el apoyo a la causa borbónica en la guerra de
sucesión.
Reformas administrativas: Se impusó la centralización de los órganos de gobierno de la
Administración buscando una mayor eficacia: En la administración central se sustituyó el sistema
polisinodial de los Austrias (Consejos) por el de Secretarías de Estado, precursoras de los ministerios
actuales, sólo se mantuvo el Consejo de Castilla; En la territorial, el reino se dividió en provincias,
dirigidas por un intendente nombrado por el rey, con funciones fiscales, económicas y militares. Se
crearon las audiencias; En la local, se reforzó el control sobre los municipios, que pierden
autonomía, con la extensión a la corona de Aragón de la figura castellana del corregidor (nombrado
por el rey). Fernando VI aprobó el Proyecto de Única Contribución para que cada persona pagase al
Estado en proporción a su riqueza, para lo que se llevó a cabo el catastro del marqués de Ensenada
(1752), aunque el proyecto no se llevó finalmente a cabo por la oposición de los privilegiados.
Durante el siglo XVIII se adoptaron medidas que produjeron mejoras en la economía española: En
agricultura se tomaron medidas para combatir las crisis de subsistencia producidas por la escasa
productividad (pobreza del suelo, inclemencias climáticas y la falta de inversiones), se introdujeron
nuevos cultivos, como el maíz y la patata, se mejoraron las infraestructuras (Canal de Castilla) y se
colonizaron nuevas tierras, como Sierra Morena, se liberalizó el mercado del trigo y limitaron los
privilegios de la mesta. Sin embargo los resultados fueron insuficientes porque no se cambió la
concentración de la propiedad de la tierra (“manos muertas”); En la industria, se produjo un
incremento de la producción debido a la adopción de medidas proteccionistas (incremento de
aranceles) y de fomento de las manufacturas (Reales Fábricas), así como la aparición de nuevos
sistemas productivos que esperaban superar las restricciones gremiales. Carlos III aprobó los
decretos de dignificación del trabajo.
El volumen de los ingresos americanos llevó a la Corona a impulsar medidas para: fomentar los
intercambios comerciales (liberalización progresiva del mercado culminada en 1765 con el Decreto
de Libre Comercio, supresión de aduanas y peajes), reforzar la marina comercial y de guerra y firmar
los Pactos de Familia contra el expansionismo inglés.
La Ilustración en España tuvo un menor desarrollo que en Francia por el escaso peso de la burguesía
y el conservadurismo de la Iglesia, nobleza y universidades. Se difundió a través de Sociedades
Económicas de Amigos del País, gacetas y tertulias de salón. Las principales figuras fueron
Jovellanos, Moratín y en arte Villanueva (arquitectura) y Goya (pintura).
El despotismo ilustrado impulsó reformas culturales promovidas por la Corona (Carlos III) con la
creación de academias nacionales, expediciones científicas y el fomento de las ciencias.