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Campo T.

6: El factor cultural como factor decisivo de la opresión de la


mujer.
ESQUEMA

Introducción
1.- La tesis de Beauvoir.
1.1.- El factor biológico en la jerarquía de los sexos.
1.2.- Materialismo histórico: la exclusión de la mujer del sistema productivo.
1.3.- El psicoanálisis.
2.- El factor cultural como determinante en la jerarquía de los sexos.

Introducción

Como resultado de su método regresivo, Beauvoir se convence de las limitaciones de la biología, el


psicoanálisis y el materialismo histórico para explicar la opresión de la mujer. Y a partir de este descarte
se centrará en defender su tesis: Es la cultura el factor fundamental que explica esta opresión. Así
desde esta tesis revisará los factores de la biología, del psicoanálisis y del materialismo histórico para
reinterpretarlos desde la cultura, por ello vamos a empezar deteniéndonos en ellos.

1.- La tesis de Beauvoir.

Para el existencialismo la relación entre los sujetos siempre es conflictiva, y se plantea para
Simone una incógnita: Esta claro que si en esta tensión uno de ellos se impone, acaba reduciendo al otro
a alteridad. Pero si hemos demostrado por el método regresivo que ambos partían de una teórica
reciprocidad, pues no se ha podido justificar la superioridad del hombre en biología, o en las relaciones
materiales, o en la psicología, entonces; ¿cómo es que el varón acabó imponiéndose sobre la mujer?

El proceso es complejo y Simone analizará con detalle los factores que intervienen. Es importante dejar
claro que se van a explicar estos factores porque es la cultura la que va a “traspasarlos” es decir
interpretarlos. No podemos hablar por tanto de una cultura “a secas” sino de cómo una cierta cultura (la
del privilegio del varón, la del patriarcado) se apropia de las diferencias biológicas, psicológicas e
históricas (que las hay) para hacer su versión de mujer-destino, del mito del eterno femenino.

1.1.- El factor biológico en la jerarquía de los sexos.

La mujer está atada a la naturaleza por maternidad, el hombre, por su relación con la tierra. Pero el
hombre ha podido liberarse de ese vínculo, pues al fabricar las herramientas se siente libre ante la
tierra, poderoso y en progreso. En cuanto a la mujer, esta no tiene periodos de infertilidad, lo que
induce a pensar que las mujeres invertirían la mayor parte de su tiempo en cuestiones relativas a la
maternidad.

“Engendrar, amamantar no son actividades, son funciones naturales; no suponen ningún proyecto;
por esta razón no sirven a la mujer para una afirmación altiva de su existencia; sufre pasivamente su
destino biológico”. (SdB. Historia I)

Sin embargo, el hombre liberado de la maternidad se erige como sujeto soberano, y además se
encarga de devaluar la maternidad, mientras sobrevalora su función biológica de guerrero, de
cazador: es más importante el sexo que mata que el que da vida. Es decir el hombre aprovecha esa

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diferencia biológica que podría no ser definitiva (o serle contraria incluso) para seguir oprimiendo a
la mujer.

Pero Simone descubre las limitaciones de este factor biológico; la dimensión natural o biológica no
basta para explicar el ser humano, ya que el ser humano también es cultura, historia y trascendencia,
es decir es un ser biológico traspasado por una cultura.

Para Simone, el cuerpo humano es siempre cuerpo vivido en un contexto social, económico y
psicológico. Del cuerpo dice: “no es una cosa, es una situación, es nuestra forma de aprheneder el
mundo y el esbozo de nuestros proyectos”.

Estos elementos biológicos son de enorme importancia: desempeñan en la historia de la mujer un


papel de primer plano, son un elemento esencial de su situación: en todas nuestras descripciones
ulteriores nos referiremos a ello. Y es que, dado que el cuerpo es el instrumento que tenemos para
relacionarnos con el mundo, el mundo se presenta muy diferente en función de que lo vivamos de
una manera o de otra. Por esta razón los hemos estudiado tan profundamente, porque son una de
las claves que permiten comprender a la mujer. Sin embargo, lo que rechazamos es la idea de que
constituyan para ella un destino predeterminado. No bastan para definir la jerarquía de los sexos;
no explican por qué la mujer es la Alteridad; no la condenan a conservar para siempre este papel
subordinado. SdB

Y puesto que la biología, aunque es importante, no basta para explicar la situación de la mujer, es
necesario seguir investigando otras posibles causas y así pasa a hablar de la historia y de la
psicología de la mujer desde el psicoanálisis.

1.2.- El psicoanálisis.

Simone acepta la estructura básica del psicoanálisis, 1º.- la existencia de los niveles de conciencia, las
pulsiones inconscientes, los complejos y conflictos y 2º.- el fundamental papel de la infancia. Sin
embargo mientras que el psicoanálisis experimental de Freud solo tiene en cuenta estas pulsiones
como explicación de la conducta y los conflictos, el psicoanálisis existencialista de Beauvoir se
desmarca de ese reduccionismo biologicista para superarlo introduciendo factores del propio
existencialismo. Así destaca la situación de la infancia en un sentido cultural y no solo biológico
como explicación a los conflictos.

Para Simone el ser humano no es 'esencialmente' una sustancia 'biológica' o de cualquier otro tipo,
sino que es un puro proyecto. Frente al determinismo de Freud, (psicoanálisis experimental) Simone
(psicoanálisis existencial) cree que esos mismos conflictos o mejor 'situaciones' del ser humano no
determinan ni explican absolutamente su conducta, sino que sigue siendo libre para elegir, para
hacerse, para trascenderse o renunciar y caer en la inmanencia. Dice Simone respecto a la mujer que
es “un ser que ha de escoger entre la afirmación de su trascendencia y la facticidad, no un juguete de
impulsos (pulsiones) contradictorios”. El problema de la niña no es, como dice el psicoanálisis
experimental de Freud, el complejo por la ausencia física del pene (castración) sino lo que
culturalmente se ha hecho de eso; es decir la diferente educación que se le ha dado al niño y al niña.
Al niño se le permite proyectarse, a la niña se le controla, se le protege y se le impide ser ella misma.
La niña no envidia el pene del niño sino su educación (su situación).

“En lo que se refiere a la mujer, su complejo de inferioridad adopta la forma de un rechazo


vergonzoso de su feminidad: este complejo no lo provoca la ausencia del pene, sino todo el conjunto
de la situación; la niña sólo envidia el falo como símbolo de los privilegios que se conceden a los
niños; el lugar que ocupa el padre en la familia, el predominio universal de los varones, la
educación, todo refuerza en ella la idea de la superioridad masculina”. SdB

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También rechazará del psicoanálisis su visión de la homosexualidad como resultado de una evolución
inacabada, Simone la define como una actitud libre elegida en situación.

El psicoanálisis reduce al ser humano a pura sexualidad, y éste es uno de los aspectos de la existencia
humana, pero no el único ni más importante. Además hay que reinterpretarlos desde la cultura,
educación.... Aparte de que los complejos psicosexuales no son siempre generalizables.

“Sin rechazar en bloque las aportaciones del psicoanálisis, algunos de cuyos planteamientos son
fecundos, rechazamos su método. En primer lugar, no nos limitaremos a considerar la sexualidad
como un hecho: se trata de una actitud limitada”. SdB

1.2.- Materialismo histórico: la exclusión de la mujer del sistema productivo.

La historia nos parece mostrar que la inferior fortaleza física de la mujer ha sido clave en su situación
de inferioridad.

La situación de inferioridad física de la mujer ha sido aprovechada por el varón para excluirla de la
relación de igualdad humana. Y lo ha hecho desde estos aspectos:

a) Realizando el varón su trascendencia (proyectos). El acto de proveer alimento al clan cobra una
relevancia especial, se trasciende. Mientras la mujer vive una situación que le impide toda
trascendencia, permanece anclada en la inmanencia opresiva de su alteridad (ella es la que no
provee, la que no caza, la que no lucha).

b) Como consecuencia de lo anterior, el hombre que trabaja la tierra, caza y lucha posee la propiedad
(tierra, instrumentos, armas) una propiedad que extiende a la mujer, dando lugar a la sociedad
patriarcal (el padre patriarca o dueño de objetos y personas).

c) Devaluando culturalmente la maternidad. Una sociedad en la que se encumbran los valores


masculinos no podía permitir la veneración a la maternidad. Si merece la pena arriesgar la vida por
algo, ese algo será más importante que la vida, y por ende, que la maternidad. Arriesgar la vida en la
caza o en la guerra ha relativizado el valor de la vida y por tanto, el de la maternidad. Él es quien
pone en riesgo su vida y eso lo convierte en el héroe de la tribu. La superioridad no la tiene el sexo
que engendra, sino el sexo que mata. Es como si fuera más humano, menos animal, matar que
engendrar. Inventamos mil formas distintas de matar, pero solo tenemos una de ser madre. (Ahí
están los mitos devaluadores de la maternidad, como los tabúes asociados a la menstruación...)

Pero Simone también encuentra deficiencias en el materialismo histórico. La aparición de los metales
proporciona mejores armas al ser humano primitivo, lo cual le permite roturar más tierras, ser más
eficaz en la caza y en la lucha contra sus congéneres. Este mismo fenómeno posibilita la iniciación
de la propiedad privada, el comienzo de la esclavitud y el sometimiento de la mujer. Beauvoir, sin
embargo, piensa que la reducción a lo económico es una explicación insuficiente para dar cuenta de
la subordinación de la mujer.
Lo que resulta más grave todavía es que, sin mala fe, no es posible considerar a la mujer
únicamente como una trabajadora; además de su capacidad productora, su función
reproductora es importante, tanto en la economía social como en la vida individual; hay
épocas en las que resulta más útil tener hijos que manejar el arado. SdB

2.- El factor cultural como determinante en la jerarquía de los sexos.

Simone llega a su tesis final, después de revisar los factores anteriores que le parecen solo explicaciones
parciales. La cultura será el factor determinante de que la mujer haya sido siempre el segundo sexo. Y

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este descubrimiento que realiza en su método regresivo comienza con el análisis del papel de los mitos
(una de las primeras manifestaciones de la cultura) en la historia, una manifestación histórica que ha
recorrido todas las épocas (también hay mitos modernos).

Los mitos sobre la mujer han jugado un papel decisivo en el mantenimiento de su situación de
inferioridad. Mitos, que han sido creados (culturalmente) por el varón, para mantener y justificar su
situación de privilegio. En la cultura cristiana, Eva representa esa inferioridad al ser creada después de
un hueso sobrante de la costilla de Adán. Aún en las sociedades modernas podemos encontrar restos de
esos mitos. Los mitos de la mujer-naturaleza, la virginidad y la menstruación, son paradigmáticos, como
concreciones del “eterno femenino”. Las leyendas sobre la virginidad están sustentadas por intereses de
orden económico: la virginidad es la máxima expresión de la propiedad, el marido propietario de la
mujer a través de la propiedad de su virginidad. La mujer cumple el papel de naturaleza. Ella es fuente
de vida pero también pasividad: ella es la tierra y él la semilla.

El mito sigue todavía vigente, reinterpretado una y otra vez, y afecta a la concepción total de la
mujer. La sociedad no ve mujeres, sino el concepto de mujer que el patriarcado ha construido.

La voluntad masculina de expansión y de dominio transformó la incapacidad femenina en una


maldición. SdB

Esa voluntad masculina se materializa en los mitos como el eterno femenino (construcción
ideológica y cultural de lo femenino). El eterno femenino es un mito, y como cualquier mito un relato
construido y alimentado de espaldas a la verdad pero que tiene una utilidad, la de justificar “su verdad”
(la del varón), y hacerlo de manera definitiva. Un mito construido por hombres que habla de mujeres.
Una de las características del mito es su permanencia, su inmovilidad, lo que garantiza su poder a lo
largo de la historia.

Quizá hoy el mito no recurre a los dioses para justificar esa opresión (aunque en algunos lugares
aún lo hace) recurriendo en cambio a explicaciones más modernas (diferentes cerebros, neurología,
diferentes capacidades...). Recordemos que Simone no niega las diferencias entre hombres y mujeres, lo
que niega es que esas diferencias justifiquen a la mujer como el segundo sexo.

“No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la imagen
que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; el conjunto de la civilización elabora este
producto entre el macho y el castrado que se suele calificar de femenino” S.d.B

TEXTOS:

Para descubrir a la mujer, no rechazaremos algunas contribuciones de la biología, del


psicoanálisis, del materialismo histórico; pero para nosotros el cuerpo, la vida sexual, las técnicas
sólo existen concretamente para el hombre tal y como se las percibe desde la perspectiva global de
su existencia. El valor de la fuerza muscular, del falo, de la herramienta, sólo se pueden definir
dentro de un mundo de valores: depende del proyecto fundamental del existente que se trasciende
hacia el ser. SdB

Cuando aceptamos una perspectiva humana, que define el cuerpo a partir de la existencia, la
biología se convierte en una ciencia abstracta; en el momento en que la circunstancia fisiológica
(inferioridad muscular) reviste un significado, aparece como dependiente de todo un contexto; la
«debilidad» sólo es tal a la luz de los objetivos que el hombre se propone, de los instrumentos de
que dispone y de las leyes que se impone.
S.d.B

Así pues, rechazamos por la misma razón el monismo sexual de Freud y el monismo económico de
Engels. S.d.B

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