Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
INTRODUCCIÓN Y RESUMEN
El segundo sexo es una obra clave del pensamiento, no solo feminista, sino del siglo
veinte. De ella surgen los nuevos temas del feminismo, una vez agotado el periodo de las
vindicaciones primordiales (derecho al voto y a la educación). Se analiza la condición de la
mujer desde los diversos puntos de vista desde los que se la conceptualiza: ontológico,
sociológico, cultural, científico, histórico.
El resumen perfecto de esta obra se refleja en su frase mas famosa: No se nace mujer: se llega
a serlo.
En el primer tomo se realiza un análisis regresivo. Beauvoir trató de comprender cuáles son las
condiciones que han hecho posible el que la mujer se considerara como el otro, realizando una
especie de encuesta a las ciencias, a la historia y a la mitología como construcciones culturales
que han posibilitado esta alteridad disfuncional.
En el segundo tomo describe cómo viven las mujeres el hecho de ser seres oprimidos, seres
transcendentes que no pueden realizar su transcendencia, sino que están relegadas a vivir en
la inmanencia. Nos va explicando cómo la sociedad y la cultura moldean desde su infancia
hasta la vejez a este ser que es la mujer a través de la opresión para que llegue a ser lo que es.
Recorre todas las etapas de la vida de una mujer y nos dice que desde la infancia hasta la edad
adulta se educa a la mujer en la subordinación; cuando ya es mayor y tiene bien aprendido el
papel continuará transmitiéndolo a sus hijas y nietas. Va recorriendo así estas etapas de la vida
de la mujer apoyándose en los conocimientos psicológicos de su tiempo y aportando datos de
la literatura, testimonios clínicos, diarios y datos de su tiempo. Esta documentación podría ser
discutible fundamentalmente porque en algunas ocasiones realiza generalizaciones
extrapoladas a partir de casos muy concretos y porque se centra en demasía en mujeres de su
entorno sociocultural, que suponen una minoria de la mujer a nivel planetario. En cualquier
caso este tomo reviste gran interés y es donde muchas mujeres o todas las mujeres nos hemos
encontrado reflejadas en alguna de sus páginas e indignadas en otras tantas. Además, a pesar
de que han pasado mas de 60 años desde su publicación, desgraciadamente algunas cosas que
dice aún están vigentes y lo seguirán estando por mucho tiempo.
En todo el recorrido que hace por el segundo tomo nos muestra cómo es la cultura la
que hace a las mujeres ser lo que son; tanto la educación como los roles de esposa y madre
son determinados por la cultura y la sociedad y no tienen nada de naturales, al contrario de lo
que nos dice nuestra cultura patriarcal: lo natural es casarse y tener hijos. Lo que somos las
mujeres no lo somos por tener una esencia supuestamente femenina, sino porque la cultura
nos hace así. Nos han fabricado una forma de ser subordinada, dependiente y sin iniciativas,
porque en todas las etapas de nuestra vida nos infligen la opresión y dado que la opresión es
1
infligida se trata de una opresión de la que podemos liberarnos: este es el mensaje de El
Segundo Sexo. La mujer no es definida ni por sus hormonas ni por misteriosos instintos, sino
por el modo en que, a través de conciencias extrañas, recupera su cuerpo y sus relaciones con
el mundo. El último capítulo del segundo tomo se llama precisamente Hacia la liberación, y ahí
nos da algunas pautas para la liberación. La primera de ellas es que las mujeres adultas deben
tener un trabajo independiente, o sea, una independencia económica. Y la segunda que la
lucha por la emancipación tiene que ser colectiva. Veámoslo con mayor detenimiento.
Comienza por la época de la infancia, reflejando el hecho de que a las niñas se las
educa de manera diferente que a los niños; se las colma de caricias y arrumacos; se les
prodigan las manifestaciones afectivas más variadas. Mientras que a los niños se les fomenta
desde el principio la independencia y la represión de los sentimientos. Para las niñas la
feminidad es un aprendizaje como lo es para los niños la virilidad. Se les impone la cosificación
y se les sustrae la libertad.
El capítulo dedicado al matrimonio es muy crítico. Plantea esta situación como la más
frecuente entre las mujeres adultas. Desde el punto de vista de la filosofía existencialista en el
grupo conyugal es el varón quien ejerce la transcendencia y a la mujer se le asigna la
inmanencia. Esta distribución de papeles tiene su base en una larga tradición que se remonta
al judeo-cristianismo.
Un punto de especial interés es cuando habla de la lesbiana como una elección. El lesbianismo
Beauvoir lo entiende como una decisión personal, y en varias ocasiones lo asocia a una
situación de venganza
2
ASPECTOS MAS RELEVANTES
ALTERIDAD: No se nace mujer, se llega a serlo, nos transmite que el género es una
construcción cultural sobre el sexo. Y, por tanto, no existe una esencia femenina, algo que
caracterice a la mujer como tal. Este llegar a ser está condicionado por una cultura y una
sociedad que ha adjudicado a las mujeres el estatus de otras. La alteridad es una categoría que
recorre todo el libro y que sirve para indicar como las mujeres están oprimidas y como están
en una posición de inferioridad con respecto a los varones. Toma esta categoría de Hegel, que
en La Fenomenología del Espíritu designaba la figura del esclavo como conciencia que no ha
arriesgado la vida y ha quedado por eso supeditada al amo, quien sí ha arriesgado la vida en el
combate. La mujer, como el esclavo, está en relación de asimetría con el hombre, que es el
equivalente al amo;, así como el esclavo se reconoce como humano en la conciencia libre del
señor contemplándolo como su esencia, como su ideal, así la mujer depende para sus
decisiones de la voluntad del hombre. En la dialéctica hegeliana de la autoconciencia el siervo
era el mediador entre el amo y las cosas porque era el que trabajaba las cosas, el que conocía
su resistencia y el amo tenía con las cosas una relación indirecta a través del esclavo. A través
de la mujer se relaciona el varón con lo cotidiano. Sulamith Firestone consideró sin embargo
innecesario el haber recurrido a la categoría hegeliana de la otra para explicar la opresión de
las mujeres, ya que planteó que el problema tiene unas raíces más simples que están en la
propia biología. Las clases sexuales surgen de la propia realidad biológica, y si bien tal
diferenciación no exigiría por si misma el desarrollo de un sistema de clase, es decir, de
dominación de un grupo por otro, tal sistema surgió como una consecuencia de las funciones
reproductivas basada en tales diferencias.
3
por ser una relación de dominación del grupo de los varones sobre el grupo de las mujeres.
Una dominación que impregna también muchas relaciones personales y de ahí la famosa frase
lo personal es político, que acuña Kate Millett. Al igual que Beauvoir, Millett señala que el mito
y la religión relegan a las mujeres a la categoría de otras, categoría que según ella presupone la
existencia del patriarcado. O sea, que el patriarcado como sistema de dominación es el que
aplica la categoría de alteridad sin reciprocidad a las mujeres. Eva Figes, en su obra Actitudes
patriarcales sostiene la misma idea de que nuestro enemigo principal es el patriarcado, que es
la cultura patriarcal la que produce la opresión y hace un interesante recorrido por autores de
la ciencia, de la filosofía, de la literatura en los que la ideología patriarcal se superpone a sus
ideas científicas, filosóficas o humanistas. Pone de manifiesto cómo la ciencia también puede
estar impregnada de patriarcalismo y cómo no es tan neutra como nos parece.
LIBERACIÓN: Las libertades cívicas siguen siendo abstractas cuando no van acompañadas de
una autonomía económica. Gracias al trabajo la mujer ha franqueado en gran parte la distancia
que la separaba del varón; únicamente el trabajo es el que puede garantizarle una libertad
concreta. Tan pronto como deja de ser un parásito, el sistema fundado sobre su dependencia
se derrumba; entre ella y el Universo ya no hay necesidad de un mediador masculino. La mujer
que se libera económicamente del hombre no se encuentra por ello en una situación moral,
social y psicológica idéntica a la del hombre. La forma en que aborda su profesión y el modo en
que se consagra a la misma dependen del contexto constituido por la forma global de su vida.
El hecho es que ni hombres ni mujeres están satisfechos hoy unos de otros. Pero la cuestión
estriba en saber si se trata de una maldición original que los condene a desgarrarse
mutuamente o si los conflictos que los oponen no expresan más que un momento transitorio
de la Historia humana. Es imposible descubrir entre el varón y la hembra humanos una
rivalidad de orden expresamente fisiológico.
CONCLUSIÓN
4
El feminismo de Beauvoir es un feminismo radical, su propuesta es cambiar no solo el papel de
la mujer sino también el del hombre y conseguir una sociedad en donde ningún sexo se oprima
y ambos sean libres. Cuestionamos la idea de la mujer, y también cuestionamos la idea del
hombre, pretendemos deconstruir los dos. Los hombres son una construcción social al igual
que las mujeres y esto forma parte, no de la herencia de El Segundo Sexo de Beauvoir, sino de
la radicalización de Beauvoir después de haber escrito El Segundo Sexo. La solución está en
considerarnos por encima de todo seres humanos.