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Campo T. 4.

- Lectura feminista de la dialéctica hegeliana del amo y el


esclavo: la mujer como “Otra” en la sociedad patriarcal.

ESQUEMA

Introducción: el significado y origen de la “otra”.


1.- Los orígenes del concepto “otra”: Hegel y Sartre.
a) Hegel: La dialéctica Amo-Esclavo
b) Sartre: La dialéctica de la cosificación.
2.- La categoría de “otra” en Beauvoir
2.1.- Una propuesta de solución.

Introducción: El significado y origen de la “otra”.

(SdB) Quedó asombrada al descubrir que todos los mitos sobre las mujeres han sido inventados por
los hombres y que en ellos nos describen al dictado de sus deseos y también de sus temores. Nos temen
como generadoras de vida, pero nos desean sumisas, dóciles y a su servicio. En los mitos, el varón
siempre se afirma como sujeto, mientras considera a la mujer como un objeto, como «lo Otro» o como
Otra.
Teresa Pardina. El segundo sexo.

La “otra” es un concepto que expresa la situación de inferioridad en la que la mujer se encuentra


respecto del varón.

Cada uno de los hombres es “él mismo” es sujeto, es un yo; y los otros hombres son otros sujetos.
Entre ellos hay una relación de igual a igual, de alteridad con reciprocidad (aunque son otros para mí
a su vez son sujetos para ellos mismos). Pero la relación de alteridad hombre-mujer o mujer-sociedad
es diferente, pues la mujer es la otra siempre, incluso para sí misma. La mujer no es sujeto. Por lo
tanto la relación de alteridad de la mujer tanto con el hombre como con la sociedad no es de
reciprocidad (que sería ser otra para los demás pero sujeto para sí misma). Por tanto su alteridad es
absoluta.

Ya hemos planteado que cuando dos categorías humanas se enfrentan, cada una quiere imponer a la
otra su soberanía; si ambas están en condiciones de sostener esta reivindicación, se crea entre ellas,
con hostilidad o con amistad, siempre con tensión, una relación de reciprocidad; si una de ellas toma
la delantera, se impone a la otra y trata de mantenerla en la opresión. Es comprensible, pues, que el
hombre haya tenido la voluntad de dominar a la mujer, pero ¿qué privilegio le permitió desarrollar
esta voluntad? SdB

1.- Los orígenes del concepto “otra”: Hegel y Sartre.

a) Hegel: La dialéctica Amo-Esclavo. (Sin reciprocidad)

Nosotros somos conciencias que desean ser libres, queremos afirmarnos sin restricciones, trascender.
Pero no somos los únicos, sino que hay otros humanos que también lo desean, por lo tanto el otro se me
presenta como un peligro para mi libertad. Originariamente las relaciones humanas son relaciones de
conflicto. Hay que luchar contra el otro para afirmarse, incluso a muerte. Pero una de las dos
conciencias tiene miedo a morir y prefiere someterse a la otra para sobrevivir. Surge así la dialéctica

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(relación) de amo-esclavo. Esta es una relación en la que no existe reciprocidad, pues amo y esclavo no
están en la misma situación.

Pero se da una paradoja. El esclavo está directamente relacionado con la naturaleza, con la materia,
que transformándola entrega al amo para que la consuma, su labor de transformación es activa. Y aquí
es donde se reconoce libre, incluso más que el amo. Es decir el hombre se da cuenta de su valor y
puede entonces decidir convertirse en esclavo (renunciar a su reivindicación como sujeto) a cambio de
conservar la vida (por ejemplo con la protección del amo). Por ello ser esclavo no es propiamente ser
esclavo del amo, sino de la vida.

El esclavo en el trabajo y el miedo se vive también como esencial y, mediante una inversión
dialéctica, el amo aparece como inesencial. SdB

Este esquema dialéctico puede servir para entender el proceso de sometimiento de las mujeres en las
sociedades guerreras.

En esas sociedades, los hombres establecen los fines del grupo llevando a cabo guerras con otros
grupos, guerras en las que, como en la caza, arriesgan sus vidas. Los hombres así someten a las
mujeres a cambio de protección.

Cuando este sistema se consolida y se justifica mediante leyes escritas, tenemos la sociedad patriarcal
en la que la mujer es forzada a un papel sedentario, pasivo y secundario, como la protegida. Como
dice el dicho machista: el reposo del guerrero.

Según Hegel, las relaciones entre amo y esclavo se caracterizan por ser asimétricas y, al mismo tiempo,
complementarias; quedan plasmadas en las tareas que uno y otro desempeñan: el amo ha arriesgado la vida en
el combate y ha conseguido la libertad; el esclavo ha temido por su vida, ha preferido la vida a la libertad y
sólo se reconoce como ser humano en la conciencia libre del amo: lo contempla como su esencia, como su
ideal. Lo mismo ocurre a muchas mujeres todavía hoy en nuestras sociedades, y aún más en 1947. Dependen en
su relación de pareja de las decisiones que adopta el varón: a ellas les toca «ceder» y «condescender»; ellos
deciden las vacaciones, la distribución del dinero, la educación de los hijos... y en la distribución social de las
tareas, ellas suelen ser las secretarias, las azafatas, las enfermeras y las empleadas de hogar.
Teresa López Pardina

b) Sartre: La dialéctica de la cosificación. (Con reciprocidad)

De igual manera que afirmaba Hegel, nuestra existencia consiste en estar haciendo proyectos, pero esto
no sería posible si estuviésemos solos, pues necesitamos a los demás para alcanzar nuestros deseos y
realizar nuestros proyectos. El problema está en que no solo mi conciencia es libre. Las relaciones por
lo tanto entre las personas son conflictivas, ya que si las personas son libertad, la presencia de otras
personas supone riesgo de perder esa libertad. El conflicto pasa porque uno de los dos se apodera de la
libertad del otro. Por esto las relaciones entre las personas quedan reducidas a la lucha por cosificar al
otro para no ser cosificado. Pero quien resulte esclavo acabará rebelándose para reconquistar esa
libertad que le ha sido arrebatada, y esto se debe a que la lucha es de igual a igual, por lo tanto, de
reciprocidad. A diferencia de la dialéctica amo-esclavo de Hegel, el esclavo nunca pierde su
capacidad de reivindicarse de trascenderse y eso le iguala al amo, su existencia no está predeterminada
como esclavo.

Mientras intento librarme de la apropiación del otro, el otro intenta librarse de la mía; mientras busco
someter al otro, el otro busca someterme. No se trata aquí en modo alguno de relaciones unilaterales
como un objeto-en-sí, sino de relaciones recíprocas y perturbadoras.
Sartre

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2.- La categoría de “otra” en Beauvoir.

Simone descubre en los estudios antropológicos de Lévi-Strauss que los pueblos primitivos se tratan de
igual a igual, con reciprocidad y no considerando al “Otro” en un sentido absoluto (siempre otro). Es
decir utilizan el término “otros” sin inferioridad.

Desde ahí y desde las aportaciones de Hegel y Sartre, Simone establece un doble uso de la categoría
otra:

1.- En sentido neutro, como lo usan los nativos para referirse a los habitantes de otros pueblos
(reciprocidad). Aunque sean enemigos descubren al otro como otro y como sujeto a su vez.

2.- En el sentido moral, como se destila de las relaciones de opresión del hombre hacia la mujer (sin
reciprocidad). La mujer como absoluta alteridad.

Para SdB, la relación entre la mujer y el varón, se aleja de la mantenida por los pueblos antiguos y se
aproxima a la de amo-esclavo (Hegel). La mujer en la sociedad patriarcal, se encuentra en un plano
inferior al hombre. La mujer se reconoce como digna solo en su pertenencia al marido. Una mujer
independiente, soltera, que no encaje con el rol que la cultura le ha asignado, será cualquier cosa
menos una mujer. El hombre se ocupa de lo que socialmente tiene importancia, mientras que la mujer,
recluida en lo cotidiano apenas es visible en el espacio limitado de una casa que tampoco le pertenece.
El varón se reconoce libre mientras que ella se reconoce dependiente de la conciencia libre del varón.
El hombre, al ser libre, hace proyectos y se realiza en ellos. Su existencia es libertad proyectada a un
futuro que traspasa toda frontera, sin embargo los proyectos de la mujer chocan contra las paredes de
la sala de estar (situación infligida u opresión). Igual que en el caso de Hegel, aunque el varón posee el
prestigio y el poder necesita como conciencia ser reconocido por el otro, por la mujer, y por ello
establecen un intercambio de reconocimiento a cambio de protección.

Pero a diferencia de la dialéctica amo-esclavo de Hegel ella por una parte no se afirma a sí misma
como el esclavo cuando sustenta al amo (no reconoce su ventaja) y por otra parte no se rebela contra el
hombre y permanece reducida a objeto en su absoluta alteridad. Por tanto coincide con Hegel en la no
reciprocidad pero en el caso de Simone no hay dialéctica positiva, no hay superación final. Ahora bien
esa inacción de la mujer está provocada por las causas externas de su opresión.

Respecto a Sartre tampoco hay libertad absoluta para reivindicarse, no hay reciprocidad, básicamente
por tres razones:

a) Porque la situación de vasallaje se prolonga ya mucho tiempo.

b) Las mujeres no tienen una historia común y carecen de elementos de identidad como colectivo (a
diferencia de los esclavos, negros u otros grupos oprimidos). Al estar durante siglos vinculadas al
hogar, se encuentran aisladas, dispersas.

c) Además la mujer vive en una extraña simbiosis con su opresor. Muchas veces las mujeres tienen
dificultades para romper con hombres que les hacen daño, su relación está traspasada por la
afectividad, por el sentido de pareja, algo ajeno en la relación amo-esclavo o en la reciprocidad de
Sartre.

“Eso es lo que caracteriza fundamentalmente a la mujer: es el Otro en el corazón de una totalidad


cuyos dos términos se necesitan el uno al otro” S.d.B

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Mientras que Sartre piensa que siempre hay consentimiento en la opresión por parte del oprimido.
Beauvoir ve que lo que hacen los hombres con las mujeres en nuestras sociedades patriarcales es
opresión: no les permiten actuar como seres humanos, proyectar libremente lo que quieren ser y
realizar sus proyectos, trascenderse. Las obligan a permanecer en la inmanencia, a cosificarse, a
elegir a través de una voluntad que no es la suya, como la del esclavo hegeliano. Las convierten en
Otras.
Simone De Beauvoir. Teresa Pardina.

El prestigio de que goza a los ojos de los hombres lo recibe de ellos; ellos se arrodillan ante la
Alteridad, adoran a la Diosa Madre. Ahora bien, por muy poderosa que parezca, se la percibe a través
de las nociones creadas por la conciencia masculina. SdB

2.1.- Una propuesta de solución.

En definitiva Simone afirma que esa situación de vasallaje podrá ser superada cuando la mujer pueda
afirmarse como sujeto, (cuando la situación se lo permita y ella asuma su responsabilidad) lo que
implica ser responsable de sus proyectos, de su libertad, en lo que Simone llama una “existencia
auténticamente asumida”. Solo entonces podrá tener lugar el reconocimiento recrípoco entre ambos. El
proceso para alcanzar esto lo veremos fundamentalmente en el C.T. 7.

El drama se puede superar mediante el libre reconocimiento de cada individuo en el otro, de modo
que en cada uno exista una afirmación simultánea de sí y del otro, como objeto y como sujeto en un
movimiento recíproco. SdB
Pero el problema es que la mujer no depende solo de sí misma para ello, ha de liberarse de la situación
inflingida que la ha convertido en la otra absoluta.

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