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S. de Beauvoir fue una filósofa francesa nacida a principios del siglo X.X, No fue hasta el año
1949 cuando publicó su reconocida obra El Segundo Sexo, la cual la convirtió en un referente
para el feminismo modermo ya que planteba los problemas básicos del movimiento
feminista desde una nueva perspectiva y de una manera más rigurosa: Esta obra surgió por
la necesidad de la autora de reflexionar sobre lo que para ella había significado ser mujer,
pronto alcanzó mayores dimensiones acerca de la condición femenina en general.
Esta filosofía afirma que la existencia precede a la esencia, es decir, el ser humano no está
determinado por ningún tipo de concepto o esencia psicológica, biológica o económica, el
ser humano es lo que él libremente decida ser, es la libertad la que nos da el ser. Cuando el
ser humano renuncia a esta libertad pasa a ser un concepto, una categoría, una idea o un
prejuicio como lo puede ser el hecho de afirmar que la mujer tiene un destino biológico,
psicológico o económico, que es frente a lo que reacciona S.B. afirmando que no se nace
mujer, se hace
Así pues,pS.B reclama la libertad por encima de los condicionantes de la biología, psicología
y economía, como la clave que distingue al ser humano del resto de seres vivos y lo hace
reivindicando la igualdad entre hombres y mujeres, pues la mujer tiene más dificultades que
el varón para la libertad.
De esta forma podríamos decir que los actos y las decisiones que tomamos de manera
consciente y responsable son los que determinan quienes somos. Por tanto, nos
construimos con nuestras decisiones libres. De esta manera, cuando a una mujer, una
sociedad le impone que por nacer hembra ha de ser madre, está reduciendo su libertad, es
decir, está reduciendo un ser cuya característica fundamental es que no tiene características
predeterminadas y que las ha de elegir con su libertad, en un ser predeterminado, lo cual es
un grave error. Simone habla del término esencia para explicar esto.
La libertad se puede ver afectada en mayor o menor medida por la situación en la que
vivimos. Estas situaciones vienen dadas por un contexto compuesto de aspectos biológicos,
psicológicos, económicos y sociales que nos pueden hacer caer en la inmanencia, es decir,
renunciando a la posibilidad de elegir el propio camino de nuestra vida. Esto nos lleva a
hablar del sujeto situado, donde decimos que el ser humano será siempre sujeto situado,
“sujeto” porque debe decidir libremente para ser, y “situado” porque siempre se verá
influenciado por el contexto en el que se encuentre. Este contexto puede ejercer una
presión psicológica si la mujer para ser reconocida necesita de un marido como pasaba en la
sociedad patriarcalista; así como su condena a la dependencia económica del marido.
Así también, otros seres humanos pueden favorecer nuestra libertad o impedirla del mismo
modo que nosotros podemos favorecer o impedir la libertad de los otros con nuestras
elecciones libres. Este hecho lleva a Simone de Beauvoir a diferenciar dos tipos de acciones,
las buenas, aquellas que ayudan a la libertad de los demás y reconocen y fortalecen la
propia, y las malas, que las definimos como las que limitan la libertad de los demás y niegan
o debilitan la propia. Por esto decimos que los conceptos de existencia y libertad, para
Simone de Beauvoir son sinónimos, y son difíciles de alcanzar, sin embargo, no es imposible,
y siempre que actuemos de forma que favorezcamos la libertad, en la mayor medida
posible, podemos llegar a realizarnos como sujetos libres e independientes.
Todos los factores anteriores afectan en mayor o menor medida a la mujer, junto con otros.
Así pues, un sujeto es libre (a pesar de las diferentes influencias), cuando es capaz de decidir
el propio camino de su vida, desde su libertad, sin aceptar la sumisión al otro aun cuando el
otro pretenda reducirnos a cosa. La mujer ha sido encasillada a lo largo de la historia como
débil, femenina, emocional, madre, dependiente, incapaz de vivir sin el hombre, capaz
únicamente de tener y criar a los hijos, entre otros aspectos. Esto ha obligado a la mujer a
caer en la inmanencia de una forma tan profunda que incluso ella ha llegado a creer que es
así es como deben ser las cosas. Pero esto es un error, por estas razones las mujeres están
en lucha constante. En conclusión, el existencialismo es la corriente filosófica que defiende
que a partir de la toma de decisiones de forma independiente llegamos a convertirnos en
sujetos libres. Esta libertad se ve apoyada por la esencia, características impuestas que nos
convierten en algo determinado, y por la situación y contextos en los que nos encontramos,
además de que, al ser seres sociales, las demás personas pueden contribuir o no a la mejora
de nuestra libertad, diferenciando así las acciones malas y las buenas. Todos estos factores
nos han llevado a hablar de la situación de la mujer y de cómo ellas viven en una lucha
constante entre ser lo esencial o resignarse a ser lo prescindible.
Vocabulario:
Comentario texto 4:
La perspectiva que adoptamos es la de la moral existencialista. Todo sujeto se afirma
concretamente a través de los proyectos como una trascendencia, sólo hace culminar su
libertad cuando la supera constantemente hacia otras libertades; no hay más justificación de
la existencia presente que su expansión hacia un futuro indefinidamente abierto. Cada vez
que la trascendencia vuelve a caer en la inmanencia, se da una degradación de la existencia
en un «en sí», de la libertad en artificio; esta caída es una falta moral si el sujeto la
consiente; si se le inflige, se transforma en una frustración y una opresión; en ambos casos,
se trata de un mal absoluto. Todo individuo que se preocupe por justificar su existencia la
vive como una necesidad indefinida de trascenderse. Ahora bien, lo que define de forma
singular la situación de la mujer es que, siendo como todo ser humano una libertad
autónoma, se descubre y se elige en un mundo en el que los hombres le imponen que se
asuma como la Alteridad; se pretende petrificarla como objeto, condenarla a la inmanencia,
ya que su trascendencia será permanentemente trascendida por otra conciencia esencial y
soberana. El drama de la mujer es este conflicto entre la reivindicación fundamental de todo
sujeto que siempre se afirma como esencial y las exigencias de una situación que la
convierte en inesencial.