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Introducción
Simone sostiene a lo largo de su obra El segundo sexo la tesis de que es la cultura el factor
determinante de la falta de reciprocidad entre hombres y mujeres, y por tanto será desde la cultura
desde donde proponga esa evolución colectiva cuyo objetivo es la autonomía de la mujer y la
reciprocidad entre sexos.
Es la cultura la que ha construido el mito del eterno femenino por tanto será la cultura, una nueva
cultura social y especialmente de las relaciones entre mujer y hombre, la encargada de desmontar el
mito. Evidentemente se basará en el método regresivo-progresivo, es decir desde las consecuencias
(síntesis progresiva) abordar las causas (análisis regresivo). Simone hace un análisis pormenorizado
de la situación actual de la mujer (en la primera mitad del XX y que ocupa una buena parte de su
Segundo sexo) y concluye con sus propuestas de liberación y emancipación de la mujer para buscar
su plenitud como ser humano.
Hay que trabajar básicamente 3 vías: la legal, la económica y la social. Todas ellas forman parte de la
cultura y por tanto de la tesis de Simone.
Este proceso ha de realizarse de una manera transversal, como explica Simone en El segundo sexo,
es decir en todos los momentos, circunstancias y etapas. Desde los juguetes y cuentos infantiles hasta
lo que se enseña en las escuelas, pasando por la movilización y sensibilización de los adultos. Todas
estas vías tienen un denominador común que Simone propone como cimiento de cualquier medida: la
búsqueda de la autonomía de la mujer, su libertad. Autonomía en primer lugar económica. Este es
el requisito necesario aunque no será suficiente.
Las mujeres han de abandonar su situación de inacción social y política. Las leyes masculinas la han
paralizado en la inacción. El feminismo nunca ha sido un movimiento autónomo. La salida de esta
situación de opresión pasa por fomentar su fe política y la confianza en el poder de la militancia
sindical.
Todos los cambios legales necesarios para abolir una legislación creada por y para el hombre serán
posibles solo si la mujer se decide a participar en la política con la igualdad que le corresponde. Al
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principio habrá resistencia y la lucha será desigual, pero se ha de dar y mantener ese primer paso.
Simone considera que este paso está empezado, pero ni mucho menos acabado.
Las libertades cívicas siguen siendo abstractas cuando no van acompañadas de una autonomía
económica. Gracias al trabajo la mujer ha franqueado en gran parte la distancia que la separaba del
varón; únicamente el trabajo es el que puede garantizarle una libertad concreta. Tan pronto como deja
de ser un parásito, el sistema fundado sobre su dependencia se derrumba; entre ella y el Universo ya
no hay necesidad de un mediador masculino. Simone habla en concreto de dos condiciones:
a) El trabajo garantiza a la mujer una libertad concreta. Al tener autonomía económica, la mujer
se vuelve activa, vuelve a ser dueña de su trascendencia y se afirma como sujeto.
b) Olvido del narcisismo y cultura del esfuerzo. No se puede pretender cambiar el mundo al
margen de él. Si las mujeres quieren conquistar parcelas de igualdad, deben comenzar por sentirse
habitantes de pleno derecho de este mundo.
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1. Que la mujer se olvide de su narcisismo. Que olvide el papel del eterno
femenino según el cual se sobrevalora su simple presencia, ya que su único objetivo es
gustar y es inútil cualquier esfuerzo o talento. Que abandone esa mala fe, el regodeo que
algunas muestran al sentirse Otras y la aceptación de su situación, como dice Simone: “lo
más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra”.
Cuando la mujer pueda olvidarse de su narcisismo y emprenda el camino de la cultura del esfuerzo,
dice Simone que aprenderá a mirar toda tierra como su propio feudo.
Conclusión.
Por último vemos algunas de las propuestas de Simone para superar esa realidad del eterno
femenino :
a) Aunque desmontar el eterno femenino es tarea conjunta y de todos los ámbitos, Simone reconoce
que es la mujer especialmente la que debe protagonizar ese proceso. Toda liberación que tenga
como fin a ella ha de partir de ella. Ella es la más capacitada, los hombres son juez y parte, y las
mujeres han llegado a un nivel de objetividad más que suficiente.
b) De todos modos Simone reconoce que en esa tarea de todos no se puede excluir a los hombres.
De hecho el hombre también será liberado del “eterno masculino”, del mito varonil que se le impone
y le impide ser él mismo.
c) También afirma que es una tarea multidimensional, “hemos de plantar el bosque todo de una
vez”; educación en la igualdad y cambios legales, independencia económica y costumbres sociales.
d) Esa evolución colectiva multidimensional no debe ir encaminada hacia la felicidad, la felicidad es
muy difícil de definir y fácil de manipular como concepto, Simone prefiere hablar de libertad.
d) El fin último de todo este proceso no es una igualdad más, sino citando a Teresa López “por el
cultivo de las diferencias en la igualdad —en vez de la tan cacareada «igualdad en la diferencia»
que pregonan los que no son feministas—, de manera que cada sexo sea otro para el otro, pero en
relación de reciprocidad”. Esto lo resume Beauvoir con el concepto de fraternidad.
Para concluir podemos utilizar una frase Beauvoir que sintetiza lo que queremos decir::
“Es lícito violar una cultura, pero con la condición de hacerle un hijo”.
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No podemos acabar con la cultura que ha relegado a la mujer a ser la Otra sin sustituirla por
una cultura distinta, una verdadera cultura de la reciprocidad con fraternidad.
Un amor auténtico debería asumir la contingencia del otro, es decir, sus carencias, sus
límites y su gratuidad originaria; así no pretendería ser una salvación sino una relación
entre seres humanos. (…) El amor auténtico debería basarse en el reconocimiento
recíproco de dos libertades; cada uno de los amantes se viviría como sí mismo y como
otro; ninguno renunciaría a su trascendencia, ninguno se mutilaría; ambos desvelarían
juntos en el mundo unos valores y unos fines. Para uno y otro el amor sería una
revelación de sí mismo mediante el don de sí y el enriquecimiento del universo. SdB
La mujer libre está naciendo ahora; cuando se haya conquistado quizá justificará la
profecía de Rimbaud: «¡Las poetas serán! Cuando se haya roto la infinita servidumbre
de la mujer, cuando viva para ella y por ella, cuando el hombre —hasta ahora
abominable— le haya dado paso, ¡será ella también poeta! ¡La mujer encontrará lo
desconocido! ¿Sus mundos de ideas serán diferentes de los nuestros? Encontrará cosas
extrañas, insondables, repugnantes, deliciosas, nosotros las tomaremos, nosotros las
comprenderemos». No está claro que sus «mundos de ideas» sean diferentes de los de
los hombres, ya que asimilándose a ellos se liberará; para saber en qué medida seguirá
siendo singular, en qué medida estas singularidades tendrán importancia, habría que
atreverse a hacer predicciones muy osadas. Lo que está claro es que hasta ahora las
posibilidades de la mujer han estado ahogadas y perdidas para la humanidad y que ha
llegado el momento, en su interés y en el de todos, de que por fin puedan disfrutar de
sus oportunidades. SdB