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BLOQUE II

LA TOMA DE DECISIONES JURÍDICAS

1 INTRODUCCIÓN

Los individuos toman decisiones de forma cotidiana sobre todos los temas

de la vida diaria. Unas veces se trata de decisiones simples e intrascendentes,

como pudiera ser decidir sobre: qué se va a desayunar (o si se quiere

desayunar), a qué cine se va a ir (o si se quiere ir al cine); en otras ocasiones, se

decide sobre aspectos determinantes en la forma de vida de las personas, como

pueden ser las elecciones con respecto a: qué se va a estudiar (o si se quiere

estudiar) o donde se quiere trabajar (o si se quiere trabajar); finalmente,

podríamos considerar otra serie de decisiones importantes que van a tener gran

trascendencia social, como el dictado de una sentencia o la decisión de aplicar

un tratamiento clínico a determinada persona, lo que va a formar parte de la

actividad laboral de los profesionales con mayor responsabilidad, decisiones, en

las que se presupone un máximo de interés, lo que va a dar lugar a un proceso

decisorio más elaborado que el de las decisiones más simples, y que obliga a

plantear un análisis general de la forma en que se toman éstas en función de si

son probabilísticas y existe riesgo en la elección o no atendiendo a en qué

medida están involucradas variables motivacionales, emocionales o cognitivas,

etc. Finalmente hemos de considerar específicamente las decisiones que se

toman dentro del ámbito jurídico, centrándonos, especialmente, en lo que se

refiere al dictado de las sentencias por los órganos judiciales.


Así, varios individuos que presentan los mismos objetivos y actúan bajo

similares circunstancias no tienen porqué tomar decisiones análogas. Las

diferencias se dan porque difieren en las percepciones de la situación, como

consecuencia de un desigual acceso a la información o de variaciones

interpretativas. Lo que les separa no es fundamentalmente cuantitativo, en el

sentido de que lleve más tiempo o incluya diferentes recursos, sino de tipo

cualitativo, puesto que la decisión es verdaderamente diferente por tratarse de

sujetos distintos.

La observación de este fenómeno nos lleva a la pregunta de si las

decisiones humanas son racionales y de si, por lo tanto, es tal que maximiza u

optimiza el valor esperado de los resultados, tal y como vendrían a suponer las

teorías tradicionales sobre la toma de decisiones, cuyos estudios tienen su

origen en el ámbito económico. Frente a la postura clásica racional, cada vez existen
más argumentaciones en favor de la influencia de aspectos psicológicos en la toma de
decisiones, en el sentido de que se rechaza que el proceso de resolución siga las leyes

del cálculo de probabilidades.

2. LAS RESOLUCIONES JUDICIALES

Resulta común en el ámbito de los estudios sobre las decisiones judiciales

el tomar como objetivo de análisis las sentencias de los jueces o los veredictos

del tribunal del jurado, obviando la mayor parte de las resoluciones dictadas en

este ámbito que pueden tener forma de autos, providencias o diligencias.

Ello queda supuestamente justificado en la mayor trascendencia de las

sentencias, lo que no resulta del todo acertado, ya que a lo largo del

procedimiento deberá decidirse, mediante auto, sobre la admisión o no de


determinadas pruebas y se decidirá en las mismas sobre la toma de de

declaraciones a testigos e imputados, se resolverá sobre la propia admisión

trámite de una querella, denuncia o demanda, se decretará la incoación o el

archivo provisional de los autos así como la apertura del juicio oral o la

transformación del procedimiento, se dictaminará sobre cuestiones procesales

trascendentes como los defectos de jurisdicción, se dirimirán los recursos de

reforma, de reposición o de apelación de autos, e incluso se estimara o no la

existencia de prescripción que dé lugar al archivo definitivo del proceso, entre

otras muchas resoluciones que no tienen la forma de sentencia. Decisiones que,

normalmente, se dejan fuera del análisis “psicológico” de la toma de decisiones

judiciales y que no obstante presentan una gran trascendencia a los efectos del

ejercicio de la acción de la justicia.

También cabe hacer mención a las decisiones que, dentro del ámbito

judicial, han de tomar otros operadores jurídicos implicados en el proceso. Así,

cabría analizar el proceso de toma de decisiones del Ministerio Fiscal en cuanto

a la persecución de determinados delitos u otros, en función de su calificación

conforme a ley, o con relación a la magnitud de las penas que se solicitan en

juicio y en la calificación provisional, así como los criterios y procedimientos

seguidos para acatar o recurrir las resoluciones judiciales. Igualmente, la

defensa o acusación particular habrá de decidir dichos extremos, debiendo

contar, además, con la participación de la persona defendida en el proceso

decisorio, pues al fin y al cabo son sus intereses los que están en juego.

Resultan igualmente trascendentes las decisiones de la policía, dentro del

proceso de investigación criminal, que orientará sobre la atribución de delitos a

determinadas personas, realizará actuaciones sobre las que luego podrá ser

testigo, efectuará detenciones y tomará declaraciones con anterioridad a

practicarse en sede judicial en calidad de testigos o imputados. Finalmente, no


hemos de olvidar las actuaciones y decisiones de otros operadores jurídicos

implicados en la atención primaria como los psicólogos o los médicos en los

centros de atención a las víctimas, o los informes de los peritos y especialistas,

amén de las decisiones de los propios implicados, que pueden colaborar o no

con la justicia, y cuya decisión también es susceptible de análisis.

Todo ello forma parte del contenido de estudio de las decisiones en el

ámbito de la justicia y en todas ellas habremos de suponer la existencia de

procedimientos decisorios subjetivos que estarán condicionados por las

características de la persona, del entorno y del proceso, y todas ellas tendrán

trascendencia en el resultado final de la acción jurisdiccional.

2 TEORÍAS SOBRE LA TOMA DE DECISIONES

Tradicionalmente se ha venido estudiando la toma de decisiones como si

se realizase de tal forma que maximizase la utilidad esperada, es decir,

suponiendo que las decisiones se basan en motivos puramente racionales, dando

lugar a una serie de teorías clásicas que vienen a denominarse como “teorías

normativas”, en el sentido de que vendrían a teorizar sobre cómo ha de tomarse

una decisión para ser la más acertada. Verdaderamente, eso se aproxima poco al

proceso mediante el cual se toman realmente las decisiones y en el que están

implicados factores emocionales, idiosincrásicos y no racionales, planteándose

de nuevo el estudio de la toma de decisiones desde un punto de vista descriptivo,

que viene a explicar el cómo es realmente este proceso y los factores que se

encuentran implicados, más que a teorizar sobre cómo se deberían tomar desde

un punto de vista exclusivamente racional. Así, podemos distinguir en función de

ello a las teorías normativas de las teorías descriptivas.


2. 1 TEORÍAS NORMATIVAS (Teorías racionales de decisión ante el riesgo).

2.1.1 Teoría de la utilidad esperada.

La Teoría de la Utilidad Esperada ha dominado el análisis de la toma de

decisiones en situaciones de riesgo. Se ha asumido como modelo normativo de

elección racional, y aplicado como modelo descriptivo de la conducta, aspecto,

éste último, que dista mucho de la realidad en la mayoría de las decisiones

cotidianas.

Desde Bernouilli (1954; orig. 1738), se ha escrito sobre el modo racional

de decidir en condiciones de incertidumbre. Si no estamos seguros de obtener

algún bien, entonces su valor efectivo (generalmente llamado valor esperado) es,

simplemente, su valor para nosotros si realmente lo obtenemos, multiplicado por

la probabilidad de que lo obtengamos.

Sin embargo, existen tres problemas en relación con el análisis del valor

esperado. En primer lugar, las situaciones reales son mucho más complicadas

de lo que permitiría la aplicación de dicha tesis. En segundo término, el cálculo

de las probabilidades de cada evento puede ser muy difícil, e incluso

desconocido o imposible de calcular. Y, por último, resulta manifiesto que los

individuos no actúan de acuerdo con el principio del valor esperado.

Además, frecuentemente, las alternativas no tienen un valor objetivo,

puesto que el valor de una opción es distinto de unos sujetos a otros, e incluso

para los mismos sujetos, de unas situaciones a otras, de ahí que, Daniel

Bernouilli, sobrino de Jacques Bernouilli, sugiriera que la utilidad (o valor

subjetivo) no implica el simple correlativo al incremento que se obtiene. En lugar

de esto, cada beneficio extra que se obtiene de una decisión añade un poco
menos al sentimiento de bienestar que el beneficio previamente obtenido (a esto

se le llama principio de disminución de la utilidad marginal) y a esa utilidad se le

incorporan las metas, expectativas y preferencias de las personas. Según Daniel

Bernouilli, una elección racional es la que maximiza no el valor esperado sino la

utilidad esperada.

Daniel Bernouilli propuso que el valor subjetivo o utilidad es una función

cóncava. En esta función, por ejemplo, la diferencia de cincuenta utilidades entre

las cantidades de cincuenta y cien es mayor que la diferencia de la misma

cantidad de utilidades entre unas cantidades de mil y mil cincuenta.

Entre los límites de esta teoría está el que no puede aplicarse a una

elección única de la misma forma en que explica en lo que consistiría en

maximizar la utilidad esperada respecto a una larga serie de sucesiones. Para

solucionar este problema Neumann y Morgenstern (1947), partiendo de la

fórmula de Bayes (1702-1761) -mediante la cual puede hallarse la probabilidad

condicional de un suceso a la vista de una información nueva, lo que dependerá

de: a) la probabilidad inicial a priori del suceso y b) de la diagnosticidad del dato-

elaboraron la teoría moderna de la decisión, señalando algunos axiomas que

debían gobernar las preferencias de una decisión racional.

Afirmaban que si las preferencias de un individuo satisfacen determinados

axiomas básicos de la conducta racional podría decirse que su elección

maximiza la utilidad esperada. Estos axiomas incluían la transitividad (si A es

preferido a B y B es preferido a C, entonces A es preferido a C), y la sustitución

(si A es preferido a B, entonces la alternativa de obtener A y C es preferida a la

de obtener B y C). Todos los análisis de elección racional incluían dos principios:

el dominio y la invarianza.
El dominio implica que si la opción A es tan buena como la B en todos los

aspectos y mejor que B en al menos uno, entonces A debe ser preferido a B. La

invarianza requiere que el orden de preferencia entre las opciones no depende

de la manera en que se describan.

Esta teoría permite su aplicación a situaciones de una sola elección,

aunque se asumen unas probabilidades objetivas para cualquier suceso, no

siendo siempre conocidas.

2.1.2 Teoría de la utilidad subjetiva esperada

Edwards (1954) denominó modelo de la utilidad subjetiva esperada al

planteamiento iniciado por Savage (1954) que proponía la consideración de

probabilidades subjetivas que permitían a tener en cuenta aspectos -como las

creencias, opiniones u otras características individuales- en la probabilidad

estimada de los sucesos; para ello, se basaba en el concepto de aspecto cierto

que supone que la preferencia que se establece entre dos alternativas que

comparten un resultado concreto será independiente del valor de ese resultado

común, eliminándose, por tanto, el resultado seguro y ejercitándose la elección

sobre los diferentes resultados posibles entre las alternativas.

Del campo de trabajo iniciado por estos nuevos planteamientos vinieron a

desarrollarse las posteriores teorías descriptivas que analizaban el proceso de

cómo se toman las decisiones frente a los planteamientos de la teorías

normativas que estudiaban el cómo debían tomarse. Así, fue quedando en

evidencia el incumplimiento de la mayoría de los axiomas de las teorías

racionales de la utilidad esperada, encontrándose la influencia de otras variables

(psicológicas) distintas de la probabilidad y de la utilidad.


Khanemann y Tversky (1979) mostraron que los individuos sobrevaloran

los resultados que son considerados ciertos en relación a los meramente

probables, un fenómeno que denominan efecto certeza. Para explicarlo

propusieron los siguientes problemas:

PROBLEMA 1: Elegir entre A o B.

A: 2.500 euros con probabilidad 0,33.

2.400 euros con probabilidad 0,66.

0 euros con probabilidad 0,01.

B: 2.400 euros con certeza.

De una muestra de 72 individuos el 18% eligió la opción A mientras que la

opción B la eligió un 82%.

PROBLEMA 2: Elegir entre C o D.

C: 2.500 euros con probabilidad 0,33.

0 euros con probabilidad 0,67.

D: 2.400 euros con probabilidad 0,34.

0 euros con probabilidad 0,66.

De una muestra de 72 individuos, la opción C fue elegida por el 83%,

mientras que la opción D fue elegida por un 17%.


En realidad, el problema 2 se obtiene del problema 1 eliminando la

probabilidad de 0,66 de ganar 2.400 euros en ambas opciones. Según los

autores, aquí se manifiesta el incumplimiento del axioma de sustitución

esgrimido por la teoría de la utilidad esperada, según el cual si B es preferido a

A, entonces cualquier transformación probabilística (B, p) debe ser preferida a la

de (A, p).

Otro ejemplo, en el que no se cumple el axioma de la sustitución sin que

se de tampoco el efecto certeza lo obtienen de los siguientes problemas:

PROBLEMA 3: Elegir entre A o B.

A: 6.000 euros con probabilidad 0,45

B: 3.000 euros con probabilidad 0,90

De una muestra de 66 individuos el 14% se decanto por la opción A,

mientras que un 86% lo hizo por la opción B.

PROBLEMA 4: Elegir entre C o D.

C: 6.000 euros con probabilidad 0,001

D: 3.000 euros con probabilidad 0,002

De la misma muestra el 73% eligió la opción C, mientras que un 27% optó

por la D.
En este mismo artículo, Kahneman y Tversky analizan los efectos que

produce cambiar de signo los resultados de las opciones, de tal modo que las

ganancias se conviertan en pérdidas. Los resultados muestran que las

preferencias sobre opciones negativas son las mismas que las positivas, pero

como vistas a través de un espejo, y de ahí que lo llamen efecto reflexión. Esto

implica que la aversión al riesgo que se obtenía en el dominio positivo pasa a

transformarse en búsqueda del riesgo en el dominio negativo (Markowitz, 1959;

Williams, 1966).

Otro efecto a la hora de seleccionar alternativas lo encontraron en el

hecho de que los individuos a menudo descuidan los componentes que las

alternativas presentan y se centran en los componentes que las distinguen,

puesto que las alternativas se pueden descomponer de varias formas se puede

llegar a diferentes preferencias. A esto lo llamaron efecto aislamiento.

Es de los reiterados incumplimientos de los axiomas de las teorías

racionales tradicionales de donde surgen nuevos planteamientos descriptivos

que integran las anteriores teorías matemáticas (teoría de la prospección, teoría

del portafolio, etc.), así como otros nuevos modelos que evitan las teorías

estadísticas y se acercan, en mayor medida, a la descripción en que se toman

las decisiones en la vida real (racionalidad restringida, eliminación por aspectos,

modelos mentales, etc.).

2.2 PLANTEAMIENTOS DESCRIPTIVOS

2.2.1 Adaptaciones de las teorías normativas

2.2.1.1 Teoría de la perspectiva


En marzo de 1979, Kahneman y Tversky publican un artículo titulado

Prospect theory: An analysis of decision under risk en el que critican los

principales axiomas de la teoría de la utilidad esperada y proponen el modelo

alternativo de la teoría actitudinal ante el riesgo, la teoría de la perspectiva

(Kahneman y Tversky, 1979 y 1983).

A partir del análisis de los anteriores hallazgos y del estudio de los juicios
probabilísticos, en los que tampoco se cumplía la teoría de la utilidad esperada,
elaboraron su teoría de la perspectiva que distingue dos fases en el proceso de
elección: una primera fase de edición y otra posterior de evaluación. La fase de
edición consiste en un análisis preliminar de las alternativas ofrecidas que, a
menudo, conduce a una más simple representación de éstas. En la segunda, se
evalúan las mismas y la de mayor valor es elegida.

La función de la fase de edición es la de organizar y reformular las

opciones para simplificar la evaluación y selección. Las principales operaciones

de la fase de edición son:

a) Codificación.- Los individuos normalmente perciben los

resultados en términos de pérdidas y ganancias más que como estados finales.

Las pérdidas y ganancias se definen en relación a algún punto neutral de

referencia. El sujeto estaría influido por la formulación del problema y por sus

propias expectativas.

b) Combinación.- Las alternativas pueden ser simplificadas

mediante combinación de probabilidades asociadas con idénticos resultados.

c) Segregación.- Algunas alternativas contienen componentes de

poco riesgo que son segregados del componente de riesgo en la fase de edición.
Así, en esta fase se segregan los aspectos ciertos de los que mantienen el

riesgo.

d) Cancelación.- Consiste en la cancelación de los componentes

compartidos por todas las alternativas. Como vimos anteriormente, la esencia

del efecto aislamiento es la eliminación de componentes que se manifiestan en

la alternativa ofrecida.

e) Simplificación.- Simplificando determinados resultados o


probabilidades que serán sustituidos por otros de valor parecido, redondeando y
eliminando alternativas poco probables.

f) Detección del dominio.- Implica el examen de las ofertas para

detectar las alternativas dominadas, que son descartadas sin posterior

evaluación.

En la segunda fase, de evaluación, las estimaciones del valor no son


absolutas (estados finales) sino relativas al estado anterior (miden cambios). El
punto de referencia sobre ganancias o pérdidas depende de las expectativas
de la persona (si se gana menos de lo esperado puede ser una pérdida). Así, el
modelo permite describir el efecto de algunas variables psicológicas que
también afectan a las elecciones: normas sociales, prudencia, importancia de la
seguridad, etc.). El valor general de una opción, llamado V, se obtiene en
función de dos variables:  y v. La primera de ellas, , asocia cada probabilidad
con un peso  (p), que refleja el impacto de p sobre el valor general de la opción
y no es una medida de probabilidad. La segunda, v, asigna a cada resultado x
una medida v(x), que se refiere al valor subjetivo de ese resultado. Al ser estos
valores relativos a un punto de referencia, v mide las desviaciones a tal punto.

La ecuación básica que describe el modo en que  y v se combinan para

obtener el valor general de la opción.


La función del valor v(x) presenta las siguientes características:

1.- Se define como desviaciones a un determinado punto de

referencia.

2.- Es generalmente cóncava para las ganancias y convexa para

las pérdidas.

3.- Es más profunda para las pérdidas que para las ganancias.

La función del peso no obedece a los axiomas de las probabilidades y

no se puede interpretar como medidas de expectativas. Este peso mide el

impacto de los acontecimientos en la deseabilidad de las alternativas y no


simplemente en la posibilidad de las mismas. Las propiedades de esta función

son:

1.- Para valores bajos de p,  es una función subaditiva de p;

además, probabilidades muy bajas producen sobrevaloración (de peso). (p) > p

para pequeños p.

2.- Aunque (p) > p para bajas probabilidades, existe la evidencia

de que para todo 0 < p < 1, (p) + (1-p) < 1. A esto se le llama subcerteza.

3.- Para un ratio fijo de probabilidades, el ratio del correspondiente

peso de la decisión está más próximo a la unidad cuando las probabilidades son

bajas que cuando estas son altas. A esta propiedad se le llama

subproporcionalidad.

Vemos, en definitiva, que de acuerdo con la teoría de la perspectiva las

actitudes hacia el riesgo están determinadas por v y , y no únicamente por la

función de utilidad.

Además, con referencia al análisis probabilístico, Khanemann y Tversky


sostuvieron que los sujetos no analizan los eventos cotidianos mediante
exhaustivas listas de probabilidades, sino que frente a las estrategias
bayesianas de probabilidad se utilizan, de forma espontánea, determinadas
reglas que simplifican la tarea de asignar probabilidades y predecir, reduciendo
éstas a operaciones cognitivas más simples, a las que denominaron
heurísticos.

Estos heurísticos, no obstante a su carácter adaptativo, incumplen las


teorías estadísticas y podrían llevar a errores por los que se incumplirían los
supuestos bayesianos de predicción, ignorándose las probabilidades a priori o
la frecuencia real de un evento en función de determinadas variables
psicológicas (como disponer de información más reciente, más impactante o
más familiar que contradiga dichas probabilidades a priori), lo que conduce a
ignorar la capacidad predictiva de la información que recibimos. Entre los
heurísticos encontrados están:

a) Heurístico de representatividad. Se utiliza para estimaciones de


probabilidades de pertenencia a una categoría, lo que se lleva a efecto
basándose en la semejanza y descartando otras variables importantes de tipo
estadístico. Entre los principales heurísticos que podríamos considerar dentro
de esta categoría estarían:

1º) La falta de sensibilidad al tamaño de la muestra.

2º) La insensibilidad de las probabilidades a priori.

3º) La falacia de la conjunción.

4º) La insensibilidad a la capacidad predictiva del dato.

b) Heurístico de accesibilidad. Cumple su función en los juicios en los


que se pide la estimación por frecuencias y consiste en asignar la probabilidad
de un suceso en función de la facilidad con la que puede recordarse. Efectos
que podrían considerarse dentro de este heurístico serían:

1º) El incremento de probabilidades sobre los sucesos sobre los


que se tiene información frecuente (efecto persuasivo de la reiteración),
sobre los que hay información reciente (efecto recencia), en los que la
información es impactante, o cuando se da información familiar (motivo por el
que es más fácil recordar información asociada con nombres de famosos).

2º) Simulación o construcción de escenarios: Consiste en lo


mismo que el anterior, si bien, en lugar de para tareas de recuerdo, se usaría
en tareas de predicción, ya que estimaría la probabilidad de un acontecimiento
en función de la facilidad con la que puede anticiparse o imaginarse. Basta con
imaginar el acontecimiento para que se incremente su probabilidad percibida
de posible ocurrencia.

3º) Sesgo explicativo: En determinados experimentos se ha


comprobado que además del efecto anterior de que el haber imaginado un
suceso aumentaba la probabilidad percibida del mismo sin necesidad de dar
ninguna explicación al respecto, también se reforzaba dicha probabilidad
percibida aún más al solicitar una explicación posterior de dicho suceso
imaginado.
4º) Sesgo retrospectivo (Fishhof, 1975): La probabilidad
percibida de un suceso aumenta cuando los sujetos conocen el resultado final.
Tenemos infinidad de casos evidentes en la vida cotidiana de gurús del deporte
o de las finanzas que a posteriori del resultado de un encuentro deportivo o de
una evolución ascendente o descendente de la situación financiera de un país
o mercado bursátil, manifiestan que era evidente que ello iba a suceder así,
cuando antes fueron absolutamente incapaces de predecirlo.

c) Heurístico de anclaje y ajuste. Consiste en la emisión de un juicio


basado en algún valor inicial que posteriormente se va ajustando hasta producir
la respuesta final. La persona realizaría el juicio a partir de alguno de los rasgos
del estímulo y posteriormente ajustaría este primer juicio para que integre los
rasgos restantes. El valor en el que se produce el anclaje puede estar sugerido
en la formulación del problema, ser consecuencia de un cómputo parcial o
incluso ser un valor tomado al azar. En cualquier caso, la respuesta final
parece estar sesgada hacia aquel valor inicial, tanto si es relevante para el
problema como si no lo es (anclaje).

No obstante, los heurísticos también presentan detractores e


inconvenientes, así la extraordinaria flexibilidad de los heurísticos impide, en
ocasiones, conocer en qué ocasiones se aplicará uno u otro, puesto que,
pequeños cambios en la tarea influyen en la estrategia a utilizar, mientras que
el heurístico se aplica en situaciones aparentemente muy diferentes, es posible
que se apliquen los tres sucesivamente y guardan mucha relación entre sí, por
lo que es difícil distinguirlos y se superponen.

2.2.1.2 Teoría del Portafolio (Coombs)

Incluye el riesgo percibido de cada alternativa como un determinante de


la elección de las personas. La preferencia entre las alternativas depende de
dos variables: a) el valor esperado y b) el riesgo percibido

Yates (1990) indica que la situación típica de decisión implica dos


aspectos: 1) La promesa de una ganancia potencial (valor esperado) y 2) el
riesgo que, inicialmente, se define con su connotación de la vida diaria, es
decir, la posibilidad de sufrir una pérdida. Cualquier persona tiene un nivel
óptimo de tensión entre la presión (de riesgo) que puede soportar y la ganancia
que desea obtener, lo que lleva a un umbral de aceptación de la alternativa en
ambas dimensiones, cuando ambos umbrales están superados se siguen las
estrategias del procesamiento de la información correspondiente.

2.2.2 Nuevos planteamientos en la toma de decisiones

2.2.2.1 T. Reglas y estrategias en situaciones multiatributo y sin riesgo:

Basándose en las aportaciones de los heurísticos de Khanemann y


Tversky analizados anteriormente, Simon (1983) planteó la idea de la
racionalidad restringida, dando a entender la existencia de limitaciones
cognitivas que inducen a las personas a construir modelos simplificados de los
problemas y a conducirse de forma racional con respecto a estos modelos
simplificados, los cuales se construyen a través de procesos de percepción,
razonamiento y aprendizaje.

Igualmente, viene a sustituir el principio de maximización de la utilidad


de base matemática que establecían las teorías tradicionales por el de
satisfacción, criterio que se utilizaría para clasificar a las alternativas en función
de sus atributos, y que puede cambiar en función del tiempo y la experiencia, o
a medida de que el nivel de aspiración aumente o no (trabajo). Como se ve,
estas teorías ya se apartan definitivamente de la aplicación de los tradicionales
modelos matemáticos.

Podríamos considerar las siguientes reglas de simplificación:

a) Conjuntiva: elimina cualquier alternativa que no sobrepase el


valor del criterio en alguna de las dimensiones (mínimo para obtener
satisfacción).

b) Disyuntiva: selecciona cualquier alternativa que sobrepasa un


criterio en al menos una dimensión.

c) Lexicográfica: elección de la alternativa superior en la


dimensión más importante. Si hay dos iguales se elegiría la siguiente.

Las distintas reglas las podríamos agrupar en:

a) Compensatorias: Cuando una puntuación alta en una


dimensión puede equilibrar la baja puntuación en otra dimensión.

b) No compensatorias: No permiten intercambios entre distintas


dimensiones (lexicográficas)

Otra clasificación podría ser:

a) Intra-alternativas: Se considerarían todos los atributos de


cada alternativa antes de pasar a la siguiente (reglas conjuntivas y
compensatorias).
b) Dimensionales: Comparan el valor de todas las alternativas en
cada una de las dimensiones (lexicográficas y disyuntivas)

La elección de unas estrategias frente a otras puede depender de: a) del


análisis de la relación entre coste de optimizar y beneficio de simplificar el
proceso, b) de procesos preceptúales cuando la selección de hace de forma no
deliberada, y c) de la existencia de sistemas de producción mediante reglas de:
“si…, entonces”, etc.

La respuesta del sujeto generalmente depende de la representación de


la tarea y ésta está influida por el contexto (Einhorn y Hogarth, 1981) de forma
que algunas variables como la dificultad de la tarea, la presión del tiempo o la
presencia de información distractora, dan lugar a distintas estrategias y
respuestas. (A veces, se cambia a estrategias de eliminación, y se simplifica
atendiendo a los datos negativos que permiten la eliminación), no obstante lo
más frecuente son las cadenas de reglas.

Así, el modelo de satisfacción propuesto por Simon explicará que, en


determinados casos, especialmente en situaciones de presentación sucesiva
de alternativas, una opción que satisfaga la meta será elegida, dejándose de
continuar con la búsqueda de nuevas posibles elecciones.

2.2.2.2 Modelo de la eliminación por aspectos (Tversky, 1972). Es una


versión probabilística de la regla lexicográfica y consistiría en un proceso de
eliminación sucesiva de alternativas en función de sus valores en los
respectivos atributos: en cada fase del proceso se selecciona un aspecto de las
alternativas y se elimina cualquiera que no incluye el atributo elegido y se va
repitiendo el proceso hasta que no queda más que una alternativa.

2.2.2.3 Justificación de la respuesta emitida. Viene a explicar las razones


para sentirse satisfecho son la decisión que se tome:
a) No conocemos el resultado de las demás alternativas (en su caso)
b) Evitar la disonancia cognitiva.
Decidir es el arte de resolver conflictos por medio de la reconciliación o
negociación entre metas contradictorias, siendo esta resolución además
dependiente del problema, del contexto y de las diferencias individuales
(Svenson, 1996). Esta concepción de “preferencia” evita la necesidad de
justificar una decisión.

2.2.2.5 Otros estudios descriptivo diferenciales. Woltjer (1988), desde un


punto de vista cognitivo, estudia las diferencias entre expertos y neófitos en el
ámbito de la toma de decisiones. Encuentra que los primeros son capaces de
resolver problemas de su campo de manera más rápida y mejor, y parecen tener
una memoria más eficaz para almacenar la información relevante. Al investigar
sobre las causas de estas diferencias encuentra que los expertos perciben los
patrones que se repiten de forma periódica en los problemas y los asocian a
posibles soluciones que tienen ya in mente. Su mejor memoria puede ser
explicada por el uso de menos símbolos en referencia a más información
adecuada sobre la situación. Su mayor velocidad en la solución de problemas
puede ser explicada por los siguientes factores:

- Los expertos estructuran la información con un patrón más o menos

coherente formado por partes relativamente largas y coherentes, por lo que

solucionar un problema requiere menos pasos.

- Los expertos reconocen modelos más generales en problemas

específicos, lo que hace posible utilizar soluciones o procedimientos que han

sido usados en problemas comparables.

- Mucha información no asequible puede ser almacenada en la memoria,

por lo que el experto tendrá más información para la resolución del problema que

el neófito.
Aunque los expertos mejorarán la eficiencia en la mayoría de los casos,

se crean sesgos en la memoria que no están adaptados a la situación. En

cualquier caso, los expertos tienen diseños más abstractos y mejor estructurados

en su memoria que los noveles, mientras que sus conocimientos están

organizados más jerárquicamente.

Algunos estudios han tratado las relaciones entre el locus de control y

toma de decisiones. Por ejemplo, Julian y Katz (1968), encontraron que los

individuos con locus de control interno necesitaban más tiempo para tomar

decisiones difíciles; Davis y Phares (1967), que los niveles de actividad de los

internos, eran significativamente mayores que las de los externos; y Liverant y

Scodel (1960), que los internos elegían apuestas con probabilidades intermedias

de ganancia en más ocasiones que los externos.

Otros factores que sin duda afectan a la toma de decisiones son los

elementos comunicativos e informativos, así como las variables de grupo para el

caso de que la decisión se tome entre varios.

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