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Sinopsis
Lake Jones es una chica de portada para prótesis de piernas de vanguardia,
una observadora compulsiva de Netflix, conocida por espiar a su vecino a través
de la mirilla de su puerta, y aficionada a los juegos láser con su gato sin pelos.
También está un poco frustrada sexualmente.
Hasta que…
Dios le otorga una pizca de misericordia en forma de un mariscal de campo
titular de la NFL de Minnesota. Pero este regalo no es un extraño. Lake conoció a
Cage Monaghan tres años antes.
Fue un día.
Un momento.
Un beso que resucitó sus sueños de encontrar el amor.
Su sonrisa con hoyuelos la distrae de sus imperfecciones, que incluyen: un
amor por la música country, la pesca y una novia que odia a los felinos.
3
Cuando la vida finalmente les da su oportunidad, es todo un viaje
humorístico y desgarrador que los lleva a encontrar su lugar en el mundo.
Dedicatoria
Para los verdaderos amantes de la vida.

4
Nota de la autora
One es un derivado de la serie Jack & Jill: End of Day, Middle of Knight, Dawn of
Forever y Out of Love. Se puede leer de forma independiente, sin embargo, hay
muchos spoilers de la serie Jack & Jill.

5
Uno

Tres meses después de aterrizar en Minneapolis, un gorila se mudó al


apartamento frente al mío. De acuerdo, tal vez no fuera un gorila, pero cerca. La
vista desde mi mirilla podría no haber sido del todo precisa. Sin embargo, mi globo
ocular permaneció pegado a él sin signos de parpadeo; tenía una adicción a la
mirilla, junto con Netflix, malvaviscos y canela.
—No va a encajar —me narré la situación.
Dos chicos flacos y de piel pálida bailaban con una silla de cuero negro
inmensa, trabajando para maniobrarla a través de la puerta. King Kong estaba
parado justo enfrente de mi puerta con sus brazos del tamaño de un tronco cruzados 6
sobre su pecho. El tipo podía llevar la silla en su dedo meñique con Beavis y Butt-
Head2 sentados encima, pero no les dio nada más que un ligero movimiento de
cabeza.
Mis murmullos continuaron.
—Gírenlo hacia el otro lado.
—No raspen las patas —dijo él, provocando una ronda nueva de sudor por
parte de los encargados de la mudanza.
Izquierda. Derecha. Arriba. Abajo.
—¡Argh! —Ya fue suficiente. Abrí mi puerta—. Denle la vuelta al otro
lado. Esa es la única forma en que encajará.
Después de unos segundos de silencio helado y tres miradas de quién-
diablos-eres, los chicos de la mudanza lo sacaron en ángulo, lo voltearon y lo
metieron dentro del apartamento en menos de diez segundos.
Giré. No era un gorila.

1
10.000 Lakes: uno de los apodos de Minnesota, «la Tierra de los 10.000 Lagos».
2
Beavis and Butt-Head: serie de dibujos animados para jóvenes emitida originalmente por MTV,
transmitida de 1992 a 1997.
Mirilla estúpida.
Era una montaña de músculos envueltos en perfección de piel oscura.
¿Negro? ¿Afroamericano? No podía mantenerme al día con el lenguaje
socialmente aceptable. Me sentía como Ann Darrow3 a su lado.
—Se supone que los hombres tienen mejores habilidades espaciales que las
mujeres, pero aún tengo que ser testigo de primera mano. —Me encogí de hombros
y sonreí.
Sus ojos se movieron hacia los míos, los brazos aún cruzados sobre el
continente de su pecho. Arqueó una ceja.
—Soy un hombre.
Ninguna palabra había sido nunca más cierta. El hombre frente a mí medía
cerca de metro noventa y ocho y pesaba quizás ciento veinticinco kilos, con
pantorrillas de la circunferencia de mi cintura. Una roca sólida con algunos tatuajes
dispersos en los bíceps parcialmente cubiertos por su camiseta gris. Y esa voz…
hizo vibrar mi cuerpo en todos los lugares que aún no habían sido despertados por
el ligero olor a especia, que tenía que ser algo persistente en su piel. Fuera lo que
fuera, mi olfato lo aprobó.
—Esa fue mi primera conjetura. —Mi sonrisa de labios apretados 7
acompañó un asentimiento decidido.
Sus ojos se dirigieron a mi pecho.
Por favor, no entrecierres los ojos.
Con un arco sutil de mi espalda, intenté lucir segura, porque nada decía más
confianza que un buen sujetador con relleno. Mis pechos no eran los mangos más
maduros del árbol, pero estaban un paso por encima de las bellotas carnosas.
Parecía poco probable que Kong fuera el tipo de chico que quedara impresionado
por pechos de tamaño apenas promedio, pero una chica podía tener esperanzas.
Una sonrisa sutil tiró de sus labios. Sabía que escondían un hermoso
conjunto de dientes blancos… simplemente lo sabía. Sin embargo, no me
complació ni con un vistazo. Qué mal.
Su mirada se movió hacia mis piernas, la verdadera y la protésica a la vista
debajo de mis pantalones cortos verdes.
—Perdiste tu pierna.
—Todo un genio. Hoy estás arrasando. —Guiñé un ojo.

3
Ann Darrow: protagonista femenina ficticia de varias películas de King Kong.
Miró y miró fijamente, ladeando la cabeza de un lado a otro como si fuera
un rompecabezas por resolver. No era un rompecabezas, solo una amputada por
debajo de la rodilla con una pierna robótica increíble.
—Mmm… —Exhaló rápidamente por la nariz mientras negaba con la
cabeza—. Qué mal.
Entrecerré los ojos, siguiendo su camino más allá de mí hacia su puerta a
medida que los dos tipos de la mudanza pasaban junto a él.
—¿Qué mal?
—Sí. —Se giró, echando un vistazo a mi pierna una vez más—. Nunca
había visto una pierna así.
—Es un prototipo. Por cierto, soy Lake Jones.
—Está bien —dijo, ya de espaldas a mí. Dos segundos después su puerta se
cerró de golpe.
Mordiéndome los labios, los toqué con el dedo y solté una carcajada.
—Eso salió bien.
Después de regresar a la santidad de mi apartamento, ubicado en un
vecindario pintoresco a las afueras del centro de Minneapolis, le escribí un mensaje
8
a mi mejor amiga, Lindsay.
Lake: Alerta de chico atractivo.
Dejé mi teléfono en mi otomana de alabastro y rayas amarillas españolas, y
caminé hacia la ventana. Abriendo mis cortinas azul pavo real, porque era el mejor
tono de azul de todos los tiempos, fruncí el ceño ante las nubes lúgubres
ensombreciendo la ciudad, lo que confirmaba la predicción de lluvia de la tarde de
abril. Mi teléfono sonó. Sonreí mientras lo recuperaba. Había mucho que decir
sobre la independencia, extender las alas y mudarse a un lugar nuevo sin familia
ni amigos.
Palabras como atrevido, aventurero y motivado describían mi estado de
ánimo cuando decidí dejar atrás todo lo que me era familiar. Dos meses más
tarde… jodidamente aburrida era la descripción precisa de cómo se sentía mi
libertad nueva.
¿Qué persona, con un gramo de cordura, se muda a Minnesota a mediados
de febrero? Chicas testarudas de veinticuatro años que quieren ejercer su
independencia en el peor momento posible, eso es quién. Rechacé todas las ofertas
para ayudarme a mudarme. La necesidad de sobrecompensar en todo era un trágico
efecto secundario de vivir con una discapacidad. Las personas sin discapacidades
aceptarían la ayuda; era lo normal que hacer. ¿Yo? No tanto.
Mi hermano, un psiquiatra extraordinario, me llamó contumaz,
desobediente obstinadamente. Lo que sea. Lo hice con la ayuda de una empresa de
mudanzas, que llegó con tres días de retraso. Omití ese detalle menor cuando les
dije a mis padres que la mudanza resultó sin problemas.
Lindsay: ¿Sexo?
Lake: No. Creo que hay cámaras de seguridad en el pasillo. Pero me
encanta que creas que, después de un año sin tener relaciones sexuales, saltaría
sobre mi vecino nuevo en el pasillo en nuestro primer encuentro.
Lindsay: Es exactamente por eso. Tienes que estar tan desesperada.
Lake: Gracias por mantenerlo real.
Lindsay: Siempre. ¡Necesito detalles!
Lake: Me he rendido con mi vibrador. Me hace sentir como una completa
perdedora. Aún cuestiono la existencia de Dios. Si existe, eso significa que hay un
Cielo y Ben está allí, mirándome empujar un plástico vibrante dentro de mí con
una mano mientras estimulo mis pezones con la otra. Sé lo que está pensando:
«¿Qué mierda?» Pero significa algo más espiritual como «Padre, ¿por qué?»
Lindsay: Jajaja. Quise decir detalles sobre el chico sexy, pero gracias por
la imagen.
9
Lake: Incómodo.
Lindsay: Un poco. El chico. ¡Háblame del chico!
«El chico», ojalá hubiera un chico. Las declaraciones generales como «lo
peor» estaban reservadas para las reinas del drama. No las usaba mucho, pero
cuando se trataba de hombres, me reservaba el derecho de decir: «Tengo la peor
suerte con los hombres». Era seguro decir que nunca encontraría «el indicado»,
porque había conocido a dos «indicados», lo que iba en contra de todas las leyes
matemáticas de la naturaleza. Dos tipos perfectos y los perdí a ambos.
Ben…
Esto fue lo que aprendí de él. La vida era un viaje peculiar: un maratón para
algunos, una carrera de velocidad para otros. Un día me desperté y descubrí que la
jodida parte era que nadie sabía cuál era. Un maratón requería un estado de ánimo
diferente al de una carrera de velocidad.
Vive por el momento. ¿Qué significaba eso? ¿Cuál? ¿Cuántos? ¿Con quién?
Ben murió y yo viví.
Tres meses después me desperté de un coma, con un espacio infinito en
blanco debajo de mi rodilla izquierda. ¿La parte de mierda? El dedo meñique de
mi pie derecho sufrió dos roturas diferentes años antes, y fue doloroso usar zapatos
bonitos, incluso completamente impracticable, porque nunca sanó correctamente.
Pero no… tuve que perder el pie con el dedo meñique bueno. Era un pensamiento
vergonzoso, pero completamente humano lo que pasó por mi cabeza, porque el
pensamiento que quería instalarse en mi cerebro era demasiado insoportable: Ben
murió y yo viví.
Una segunda oportunidad en la vida merecía un propósito profundo, un
compromiso para cambiar el mundo. No pierdas ni un solo minuto. No des nada
por sentado. Nunca olvides…
Ben murió y yo viví.
El problema: no estaba viviendo. No estaba durmiendo. No estaba
cambiando el mundo.
Más de cuatro años después, todo lo que me rodeaba seguía siendo blanco
y negro con un toque ocasional de color que se desvanecía rápidamente. No estoy
segura si era pena o culpa, pero todo lo que me rodeaba, todo lo que amaba
(familia, amigos, mi ciudad favorita junto a la bahía) se volvió sofocante.
Así que, me fui.
Lake: No hay nada que contar. Es como tres veces más grande que yo. Me
miró las tetas y mi pierna, y luego dijo: «Qué mal». 10
Lindsay: ¿De tus senos o tu pierna?
Lake: Jajaja, mi pierna. Eso espero.
Lindsay: Un tipo de ese tamaño podría romperte. No creo que una relación
funcione si él nunca pudiera darte más que solo la punta.
Lake: Gracias por llegar tan lejos.
Lindsay: Cuando quieras. Tengo que correr, nena. Mantenme
informada y no pienses en Dios o Ben en el Cielo cuando te estés masturbando.
Es muy raro.

¡Paredes insonorizadas mi culo!


A Kong le gustaba su música a un volumen ensordecedor, con un lado extra
de bajo, y le gustaba durante las horas de mi mejor sueño.
Pum. Pum. Pum.
Golpeé mi puño contra su puerta hasta que mis nudillos protestaron por tal
agresión.
La puerta se abrió. Sus feromonas varoniles, colonia o atractivo sexual en
general flotaron en mi dirección. Respiré por la boca para evitar que mi cerebro se
derritiera. Llevó un vaso alto de algo que parecía sangre a sus labios y tomó un
sorbo lento antes de lamerlos.
—¿Qué pasa?
—¿Qué pasa? —Planté mis puños en mis caderas—. ¡Lo que pasa es que
estoy intentando dormir y parece que estás dirigiendo un club nocturno aquí! ¿En
serio soy la primera persona que se ha quejado?
Levantó su vaso, desenroscando su dedo índice, y luego se dio la vuelta,
desapareciendo por la esquina. Di un paso adentro, estirando mi cuello para ver
adónde iba.
Paredes completamente blancas. Necesitaba un decorador. Por otra parte,
las paredes probablemente tenían diez capas de imprimación bloqueadora de
manchas para cubrir la sangre. Se rumorea que el inquilino anterior le disparó a su
esposa en la cabeza y luego a sí mismo. Supuse que por eso el lugar permaneció
vacío durante tanto tiempo. ¿Quién quiere vivir en un apartamento donde ocurrió
un asesinato/suicidio? Hablando de mal «chi».
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Tomé nota mental para ofrecer mis servicios. Azul eléctrico. Necesitaba la
pared de la ventana pintada de azul pavo real con persianas de peltre. La música
se cortó y regresé al pasillo arrastrando los pies.
—Lo siento, ¿qué estabas diciendo?
Mis ojos se entrecerraron.
—La música. Está muy alta. Estás despertando a todo el maldito vecindario.
Allí estaba, y no menos brillante de lo que pensé que sería, una sonrisa.
Grandes blancos perlados perfectamente alineados. Tenía una especie de obsesión
por las sonrisas, y los hombres de piel oscura tenían las mejores.
Tenía muchas teorías. Eran correctas la mitad de las veces.
—Escucha, Stick4… son las once y media de la mañana. Creo que eres la
única del vecindario que sigue durmiendo. —Tomó otro sorbo de sangre.
Si hubiera sabido lo que había pasado en ese apartamento, no habría elegido
jugo de remolacha, o jugo de tomate, o lo que sea que tuviera en ese vaso.

4
Stick: al español palillo, palo, vara; en este caso en referencia a alguien muy delgado o flaco.
Mi nariz se arrugó ante el vaso, y luego mis ojos se movieron hacia los
suyos.
—¿Acabas de llamarme Stick?
Asintió una vez, su mirada haciendo otra evaluación de todo mi cuerpo.
—Angry Bird, ¿eh? —Se encogió de hombros—. Adecuado, supongo. Pero
esa camiseta es lo peor que he visto en mi vida.
Sí, usaba calzoncillos femeninos de Angry Bird, y una camiseta de los
49ers.
—¿Qué les pasa a los 49ers?
—Estás en el país de los Minnesota Kings. Eso es lo que les pasa.
Negué con la cabeza.
—Es un camisón. ¿A quién le importa? Fue un regalo. No sigo el fútbol.
—¿Terminamos, Stick?
—¿Por qué me llamas Stick?
—¿Por qué estás durmiendo a las 11:30 a.m.?
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—Trabajo de noche. —Esa era una parte de la verdad.
Sonrió, una sonrisa tentadora que hizo que el resto de mi cuerpo se
despertara, incluso si mis ojos aún necesitaban que los frotara para quitarles el
sueño. Quería treparlo como a un árbol y…
—¿Haciendo qué?
—¿Qué? —Negué con la cabeza. Estaba a la mitad del árbol—. Eh…
videochat.
—¿Pornografía?
—No es asunto tuyo. —Resoplé. No. No era la respuesta. ¿Por qué no dije
simplemente que no? ¿Quería que pensara que me gustaba el porno?
Descansando su hombro contra el marco de la puerta, tomó un sorbo de su
bebida, y luego sonrió.
—Ahora estoy curioso.
Mi barbilla sobresalió hacia delante mientras entrecerraba los ojos.
—¿Lo estás, Kong? ¿De verdad tienes curiosidad?
—¿Kong? —Una risa bulliciosa retumbó en su pecho—. Aún ni siquiera
has visto mi «Kong».
—¿Qué? —Mis ojos se desorbitaron—. NO me estoy refiriendo a tu polla.
Solo… solo… —Agité mi mano de arriba abajo—. Es una referencia a tu tamaño
en general. ¿Kong? ¿King Kong?
Se llevó la mano libre a la boca.
—¿Te estás burlando de mí?
Sacudió la cabeza, pero su puño enorme aún no era lo suficientemente
grande como para ocultar su sonrisa.
—¡Ya está! —Lo señalé con un dedo rígido—. No voy a quedarme aquí y
aceptar esto. —Mi personalidad obstinada se aferró a una pizca fantasmal de
dignidad. Girando, regresé a mi apartamento con tanta confianza como podía tener
una amputada usando un bóxer de Angry Bird.
—Espero que esta no sea tu manera de hacerte la difícil, Stick. No sucederá
entre nosotros. No eres mi tipo.
Qué descaro…
—No me estoy haciendo la difícil, y nunca insinué que quería que sucediera
algo entre nosotros. —Puede que haya pensado en su sugerencia, pero nada más
allá de eso—. Es muy arrogante de tu parte asumir que pensé que algo iba a pasar
entre nosotros. ¡Y no tengo un palo en el culo! —Cerré la puerta de golpe, y la
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volví a abrir dos segundos después—. Y para que quede claro… ¿por qué
exactamente no soy tu tipo?
Terminó lo último de su bebida de sangre, y se limpió la boca con el dorso
de la mano.
—Porque eres una chica blanca flacucha como un palo sin nada a lo que
aferrarse.
Cerré la puerta de nuevo.

Hace dos años conseguí un trabajo de ensueño: un trabajo de ensueño


porque cuando tenía dos piernas completas nunca habría soñado con ser un
«sujeto» o «probador» de prótesis de piernas. Sin embargo, usar la etiqueta «pierna
protésica» alrededor de mi jefe estaba fuera de los límites.
Un diseñador en Inglaterra me hizo varias piernas bonitas con las uñas
pintadas. Parecían extrañamente reales. Mi jefe las odiaba. Dijo que eran tan
«jodidamente imprácticas como un par de zapatos de tacón alto». Esas piernas eran
«prótesis», y usarlas solo revelaba mi vanidad. Diseñaba piernas robóticas, y
compararlas con la prótesis promedio era el último insulto.
—Oye amor, cuéntame sobre mi bebé. —Thaddeus «Thad» Westbrook no
era británico, pero siempre me llamaba amor. ¿Por qué? Ni idea. No era su bebé,
pero creo que su bebé estaba por encima de su amor. La «extremidad inteligente»,
también conocida como mi pierna biónica, era su bebé. Tenía muchos de sus bebés,
pero nunca habíamos tenido sexo.
Thad fue mi primera cita en un sitio de emparejamiento. Y para que conste,
no era uno de los «indicados». Deberíamos haber tenido sexo. Me llevó al borde
del orgasmo, pero no tenía ni idea de lo que me hizo. Fui abierta sobre mi
discapacidad en el sitio de citas, él no. Thad había perdido una mano y dos dedos
de la otra mano en un accidente con maquinaria agrícola cuando tenía doce años.
Se invitó a sí mismo a mi apartamento después de la cena y luego me quitó
la pierna. No fue exactamente un movimiento de primera base, pero sus manos
rozaron mi carne, inspeccionando mi muñón. Me estremecí, el corazón se me
aceleró. Al principio me hizo cosquillas en la rodilla, pero luego me puso la piel
de gallina mientras el área tan descuidada entre mis muslos gritaba: ¡SÍ! Pero, no,
nunca sucedió.
Lo puse en altavoz y peiné mi cabello mojado después de una carrera larga 14
y una ducha.
—Me gusta mucho. De hecho, creo que me la quedo. No es sexy, pero es
delicada. No cojea, ni siquiera al subir las escaleras. Me atrapó la lluvia el otro día
y me preocupaba que el electrodo sensorial se averiara, pero…
—Es resistente al agua, amor.
—Sí, ¿dónde he oído eso antes? Ah, es cierto, con tu último bebé que hizo
un cortocircuito y casi me prende fuego a los pantalones. Esa mierda nunca
sucedería con una prótesis de pierna.
—Mis miembros inteligentes están hechos para imitar el movimiento de un
humano en todos los sentidos, solo que mejor. Pero al igual que el cuerpo humano,
a veces puede haber algunas fallas. Por eso te tengo a ti.
—El conejillo…
—Mi sujeto de prueba, no conejillo de indias, amor.
—Lo que sea, entonces, ¿por qué llamaste?
Mis recuerdos de Thad eran surrealistas. La gente simplemente no se
conocía así. Tuve un trabajo oficial remunerado al final de nuestra primera y única
cita. También me metí los dedos en un desastre sudoroso esa noche en la cama,
pero fue un pequeño sacrificio. Thad admitió que estaba buscando un «sujeto» para
unirse a su equipo de expertos en prótesis, robótica, aprendizaje automático y
biomecánica (friki es mi palabra, no suya) para «probar el futuro de la robótica que
haría obsoletas las discapacidades físicas». También me confesó que su atracción
por mí no fue planeada y que no iba a funcionar si aceptaba el trabajo. Thad era
muy estricto en no mezclar negocios y placer.
Trabajo versus orgasmo inducido por el hombre, me refiero al novio. Fue
difícil, pero al final, tomé la decisión correcta. Gracias a Thad y su ingenioso
equipo de frikis, me sentía como una superheroína, no como una joven con
discapacidad. Gracias a Thad, mi discapacidad no existía.
—Ya reservé tu vuelo y hotel —dijo con su habitual voz paciente. Siempre
multitarea. El tipo podía operarse el cerebro mientras practicaba su swing de golf
y recitaba Pi hasta el infinito.
—¿Para? —Me detuve a mitad del peinado y miré mi teléfono.
—Pekín. Próximo miércoles. Estarás allí alrededor de una semana más o
menos.
Puse los ojos en blanco.
—Jerry Chu. Estuve levantada la mitad de la noche hablando por video con
él. Le mostré nuestro último bebé, y necesita ajustar el suyo antes de intentarlo. 15
—Sí, amor, lo sé. Acabo de hablar por teléfono con él, y te necesita allí para
los retoques. Se supone que es el mejor hasta ahora para la escalada en roca.
Además, la mitad de las partes de mi bebé que tienes fueron diseñadas por Jerry.
—Odio volar a China.
—Me dijiste que amas Pekín.
—Lo hago. Odio llegar allí. Catorce horas en un avión. Me pongo inquieta.
—Lleva a un amigo.
—Aún no tengo tantos amigos aquí.
—Toma un sedante.
—No me gusta cómo me hacen sentir.
—Estás siendo difícil, amor.
—Fuerte. Estoy siendo de voluntad fuerte. Por eso me contrataste.
—Te contraté porque eres activa pero sumisa.
—¿Perdón?
—No actúes ofendida. ¿Quién deja que un chico se salga con la suya
diciendo: «Quiero arrancarte la pierna» en la primera cita, antes incluso de un
beso?
—Eras apuesto.
—¿Era?
—Sí. Ahora solo eres mandón, y eso no es muy atractivo en ti.
—Próximo miércoles. Culo en el avión, amor.
—Vaca mandona. —Suspiré, enchufando la secadora.
—Ajá. —Desconectó nuestra llamada.
Apunté el secador de cabello a mi teléfono y lo encendí al máximo con una
mirada maligna.

16
2

Kong se convirtió en mi nueva obsesión. Necesitaba salir, encontrar una


cita y hacer amigos, pero no podía salir de mi apartamento durante las horas pico
de vigilancia, que eran de siete a once de la noche. Era entonces cuando mi vecino
estaba en casa con visitas que iban y venían.
La mirilla no se iba a mirar sola.
Con una desgana obstinada, conocí a un chico en un sitio de citas. Tucker
Bailey era un quiropráctico de veintiocho años de St. Paul al que le gustaba nadar,
andar en bicicleta y viajar.
Comprobado. 17
Comprobado.
Comprobado.
Éramos una pareja casi perfecta según el sitio web de citas. Sin embargo,
fue su foto de perfil lo que me convenció: un tipo delgado y en forma con una gran
sonrisa mientras cruzaba la línea de meta de un maratón… empujando a un joven
en silla de ruedas.
Era difícil encontrar un tipo que no actuara tan raro con mi pierna de
superhéroe. Comprometerme con mi look para la noche también fue difícil.
Coleta.
Sin coleta.
Flequillo trenzado y recogido hacia atrás.
Flequillo escondido detrás de mi oreja.
Debí haberme tomado una noche libre de «Vigilar a Kong» para cortarme
el cabello. La desventaja de mi largo cabello negro y lacio como un palo, que
rechazaba todos los esfuerzos de una tenaza, eran las puntas abiertas sobresaliendo.
La fuerte fuerza magnética de la mirilla atrajo mi ojo directamente hacia
ella.
—¿Qué estás haciendo, Kong? ¿Gran fiesta esta noche? —murmuré para
mí.
El Señor No Eres Mi Tipo tenía una cantidad inusual de tráfico alrededor
de su lugar. ¿Sabía que tenía una cita y no podía espiar… quiero decir, el hombre
del puesto de vigilancia de mi vecindario?
Todos los nervios previos normales a una cita, incluido un cambio de ropa
de última hora y un chequeo de mis dientes, fueron olvidados. Tucker tendría que
aceptar mi primera elección de jeans negros y una blusa blanca con cuello en V y
mis botines de cuero favoritos. La pierna robótica de Thad se quedaría en el banco
durante la noche para que pudiera sentirme más como una dama y menos como un
ser humano híbrido.
Miau.
—Trzy, te daré de comer cuando vuelva a casa. Ambas sabemos que será
antes de las diez.
Ronroneó, frotando su cuerpo contra mi pierna y haciendo cabriolas
alrededor de ella como una seductora bailarina de barra. Tenía que darle crédito,
para ser la gata más fea del mundo, exudaba confianza.
—Sé buena. —Le lancé un beso, agarré mi teléfono y abrí la puerta—. 18
Bolso… podría necesitar mi bolso. —Puse los ojos en blanco ante mi olvido
mientras retrocedía para agarrarlo.
—¡AAH!
—¡EEK!
—¡OH DIOS MÍO!
Me di la vuelta cuando los gritos estridentes del otro lado del pasillo fueron
escuchados por la mitad de la ciudad.
—¿QUÉ ES ESO?
—¡MIERDA!
—¡HIJO DE PUTA, SÁCALO DE AQUÍ!
Después de un rápido escaneo de la habitación, hice una mueca.
—Trzy —dije con los dientes apretados.
Dos mujeres con vestidos cortos y tacones altos se arrastraban como patos
huyendo de perros de caza fuera del apartamento de Kong mientras continuaban
los gritos de ayuda. Me abrí paso a través de la multitud de cuerpos grandes. Debe
haber un límite de peso mínimo para ser invitado a su lugar. Era como una
convención de gorilas, a excepción de las pocas mujeres restantes que no noté de
inmediato porque todas estaban encaramadas en los mostradores y en el respaldo
del sofá con el terror grabado en sus rostros cubiertos de maquillaje.
—Discúlpenme. Perdónenme. Discúlpenme. —Vi a mi pequeña gatita
desvergonzada encorvada y lista para saltar sobre el sofá y darles a las dos
damiselas acorraladas en apuros golpes o ataques al corazón.
—Vamos, Trzy. —La recogí—. No fuiste invitada a la fiesta. Yo tampoco
—murmuré.
—Stick, ¿qué diablos es eso?
La abracé más cerca de mí, mirando a Kong bloqueando la salida.
—Pregunta estúpida, Kong. Claramente, Trzy es una gata.
—No tiene pelo.
—Es hipoalergénica.
—¿Eres alérgica a los gatos?
—No.
—Tiene tres patas.
Me encogí de hombros.
19
—De ahí el nombre Trzy, y son dos más de las que tengo.
Entrecerró los ojos.
—Le falta parte de la oreja.
—Tuvo un accidente. Aparentemente se enredó con un grupo de
motociclistas. Creo que es por eso que no le gusta andar en moto conmigo.
—¿Andas en moto?
—Sí.
—¿Con un gato?
—¡Argh! ¡No, Kong! Acabo de decir que no anda conmigo.
—¿Kong? —dijo un tipo detrás de mí con una sonrisa.
Miré por encima del hombro. Hulk escondió su sonrisa detrás de su brazo,
enmascarando su risa como tos. La testosterona en la habitación disolvió mis
bragas. Hulk rubio con un moño de hombre sostuvo mi mirada unos segundos más,
y olía a sexo. Ni siquiera sabía lo que eso significaba, pero cruzó por mi mente
cuando tomé una segunda bocanada. Visitar a un ginecólogo estaba en mi lista de
tareas pendientes. Había un noventa por ciento de posibilidades de que estuviera
en celo.
—¿Trzy significa tres? —preguntó Hulk con una sonrisa.
—Sí. Eso decía la tarjeta cuando me la entregaron. Es la palabra polaca para
tres.
Hulk negó con la cabeza.
—Ni siquiera quiero saber qué tipo de persona te da eso… —asintió hacia
Trzy—… como regalo. Pero puedo decirte que el número tres en polaco se
pronuncia «shi» y no «tr-zy».
Entrecerré un ojo.
—La nota decía T-r-z-y. Tr-zy.
Hulk negó con la cabeza.
—Es «shi».
—¿Shi? ¿Como mierda en inglés sin la T?
—No. Como mierda en inglés con la T al principio. Shi.
No podía escucharlo pronunciar la T y, en general, sonaba como el ruido
que hacía Trzy cuando estaba tosiendo una bola de pelo.
Negué con la cabeza.
20
—No importa. Responde a tr-zy.
Hulk sonrió. También fue agradable.
—Lo que sea. Y por cierto… mi perro muerde un juguete llamado Kong.
—Asintió hacia mi vecino.
Humedeciéndome los labios, volví mi atención a Kong. Ladeando un poco
la cabeza, una sonrisa reclamó las comisuras de mi boca.
—Bueno, no me dice su nombre ni me deja morder su «Kong».
Mi comentario fue recibido con risas de todos menos del gran hombre negro
y tatuado bloqueando mi escape.
—No te lo tomes como algo personal, Stick. Aún no eres mi tipo. —Se hizo
a un lado.
Observé su sonrisa arrogante a medida que pasaba junto a él.
—¡Oh, dulce Jesús! ¿Qué dem…? —jadeó una mujer.
—Qué pasa con ustedes, Trzy solo es un…
Si bien la rubia con una arruga de disgusto en su rostro era un espectáculo
digno de contemplar, desapareció al segundo en que vi al hombre detrás de ella.
—Tú —susurré.
Él, mi otro «indicado», me miró fijamente durante un momento largo. La
estrella de todos mis sueños durante los últimos tres años estaba frente a mí, y no
pude ver ni una onza de reconocimiento en sus ojos. ¿En serio era tan olvidable?
—Banks, ¿la conoces? —La rubia siguió haciéndole una mueca a Trzy.
—Stick vive al otro lado del pasillo —respondió Banks.
Giré mi cabeza alrededor, mirándolo mal.
—¿Banks Kong o Kong Banks?
Sonrió, sosteniendo sus labios en una mueca tensa.
—Everson Banks. En serio, ¿no conoces a tu vecino? ¿Cómo puedes junto
a una estrella del deporte y no saberlo? —La rubia contuvo el aliento y se giró
hacia un lado para pasar junto a mí y Trzy sin tocarnos—. Cage, ¿vienes?
—En un minuto —respondió Cage.
—Monaghan, ¿conoces a Stick? —preguntó Everson.
Cage sonrió. Me morí un poco porque, en serio… apenas podía respirar. Tal
vez no era tan olvidable. 21
—Sí, conozco a Lake.
Recordaba mi nombre. ¡Recordaba mi nombre! ¡RECORDABA MI
NOMBRE!
Me mordí la lengua para que esas palabras no salieran de mi boca. El alto
rubio fornido con hoyuelos recordaba mi nombre. Eso significaba que tenía que
recordar el beso.
Sus ojos se dirigieron a mis labios mientras los frotaba. Sí, recordaba el
beso.
Ambos sonreímos.
—Sabes, Stick, no puedes tener mascotas en estos apartamentos.
—Muérdeme, Everson. —No podía apartar los ojos de Cage, ni podía
quitarme la sonrisa ridícula de la cara. Me dolían las mejillas, pero seguí sonriendo.
La puerta se cerró, dejándonos solo a nosotros dos tontos sonriéndonos en
el pasillo.
Tres años antes conocí a Cage Monaghan, mariscal de campo estrella de la
universidad de Nebraska, en las peores circunstancias. La prometida de mi
hermano, Jessica, desapareció y nuestra búsqueda nos llevó a Omaha, donde había
estado viviendo bajo el nombre de Jillian Knight y en una relación con el padre de
Cage. Nuestras vidas estaban en riesgo porque había algunas personas peligrosas
que no querían que la encontraran.
Fue un día.
Nos conocimos.
Hubo una conexión.
No encontramos a Jessica ese día. En cambio, encontramos al hombre de
mis sueños, y acababa de perder a su padre por cáncer. Yo había perdido tanto a
Ben como a mi pierna un año antes. Era un desastre, literal y figurativamente
tropezando en mi camino a través de la vida. Mi necesidad de decir el obvio
«Tengo una pierna ortopédica» fue vergonzoso. Cage solo fue como Cool Joe. Y
por alguna razón que aun no comprendo, no pude decirle que vivía en San
Francisco, así que creyó que vivía en Nueva York.
Hablamos mucho de nada, comimos pizza, bebimos cerveza y luego tuve
que irme a Nueva York, que en realidad era San Francisco. Me pidió mi número,
pero no pude dárselo. Quería, en serio, de verdad, realmente mucho. Pero… vidas
en riesgo y todo ese asunto.
—Dame tu número de teléfono —llamó mientras caminaba hacia el auto.
Me detuve y cerré los ojos por un momento, queriendo saborear la
22
sensación. Entonces me volví.
—No puedo.
Cage se desinfló.
—¿No puedes o no quieres?
—Ambas cosas. No, en realidad solo… no puedo…
—Entonces, ¿vas a dejarme sin nada?
Mi mente gritó «al diablo». Caminé de regreso y agarré su rostro con
ambas manos enguantadas, tirando de su mejilla hacia mis labios. Se giró al
último segundo y sus labios se presionaron contra los míos. No iba a besarlo en
los labios. Él lo hizo. Se convirtió en mi beso. Ninguno de nosotros se movió. No
fue un beso apasionado con la boca abierta, pero tampoco fue un besito. Nuestros
labios simplemente conectaron, inactivos como una estatua, ninguno queriendo
terminar con el sentimiento porque era El. Mejor. Sentimiento. Del. Mundo.
Lo conocí durante unas horas.
Un día.
Un beso.
Un momento.
Un recuerdo inolvidable.
—¿Cómo… —Cage negó con la cabeza—… cuánto tiempo has vivido
aquí?
—Unos meses.
—¿Qué te trae a Minnesota desde Nueva York?
—Ah, bueno… —En ese momento se me ocurrió que él no sabía toda la
verdad. No sabía que Jillian Knight se convirtió en Jessica Jones. No sabía que
Nueva York era una mentira. Su padre murió, Jillian se fue y Cage siguió con su
vida.
Las vidas ya no estaban en peligro, pero la historia detrás de esto era
demasiado larga para explicarla con una Trzy inquieta en mis brazos, y mi cita
esperándome en el restaurante.
—Hay más en mi historia de Nueva York, pero estoy aquí buscando un
cambio, una especie de libertad. Mi familia no estaba muy emocionada, pero… —
Me encogí de hombros—. Entonces… ¿sigues jugando al fútbol? —En realidad,
no lo sabía. Después de nuestro único día, lo aceché a él y a su carrera universitaria
en línea durante un buen año antes de decidir dos cosas: era una fantasía, una razón
para evitar la realidad, y odiaba el fútbol. 23
Cage se rio entre dientes, metiendo sus manos en los bolsillos traseros de
sus jeans.
—Ah, sí. —Frunció el ceño—. Supongo que no sigues el fútbol.
Mi nariz se arrugó.
—No tanto. —Para nada. El peor juego de la historia.
Asintió.
—Soy el mariscal de campo de los Minnesota Kings. Banks es un ala
defensiva.
Nada sorprendente, pero sí incómodo, muy incómodo. Fue una enorme
proeza física no hacer muecas.
—Oh, guau. —Me reí—. Debes pensar que soy…
—Está bien.
—No, quiero decir… eres una estrella del deporte. Debería, no sé, pedirte
un autógrafo o algo así. Tal vez deberíamos tomarnos una selfi juntos.
Una idea brillante. Qué vergüenza. ¿Qué estaba mal conmigo?
—Espera aquí mismo.
—Lake…
Corrí a mi apartamento, depositando a Trzy en el sofá antes de tomar un
marcador de mi cajón de la cocina.
—¿Qué firmar, qué firmar, qué firmar? —susurré para mis adentros, en una
búsqueda frenética de algo para firmar.
—¿Lake?
—¡Un segundo! —Agarré lo primero que vi en el mostrador—. Toma. —
Regresando al pasillo le entregué el marcador.
—¿Crispy Rice? —Se quedó mirando la caja de cereales genéricos que le
entregué con el marcador—. ¿Quieres que firme una caja de cereal?
No. No lo quería. Pero no había vuelta atrás, así que me adueñé de mi
momento de locura.
—Sí. Quiero decir, aún no estás en la caja, pero tal vez algún día. —Porque
todos los mariscales de campo de la NFL soñaban con tener su foto en el frente de
una marca genérica de cereal de arroz crujiente.
Era terca hasta el punto de mi propia muerte. Si hubiera tomado una caja de
tampones, habría levantado la barbilla e insistido en que la firmara. 24
Cage negó con la cabeza, pero la firmó.
Levanté mi cámara.
—¿Selfi?
Reprimió su sonrisa y me entregó el cereal y el marcador, luego tomó mi
cámara. Salté cuando deslizó su brazo izquierdo a mi alrededor.
—¿Estás bien?
Asentí, tragando con fuerza.
—Arroz crujiente a las tres5. —Sostuvo mi cámara con su mano derecha.
Di mi mejor sonrisa cursi mientras sostenía la caja de cereal.
Idiota. Tan idiota.
—Gracias. —Deslicé el teléfono en mi bolsillo trasero y luego abracé la
caja de arroz crujiente contra mi pecho—. Me encantaría quedarme y charlar o
avergonzarme un poco más, pero llego tarde a una cita.
Cage señaló con el pulgar hacia la puerta de Everson.

5
Sería como decir: «Digan whisky» al sacar una foto, pero como le pidió que firmara la caja de Crispy Rice
siguió con la broma.
—Sí, probablemente se estén preguntando por qué me está tomando tanto
tiempo.
Asentí.
—Fue bueno verte de nuevo. —Sonrió y fue genuino, no la sonrisa amplia
de esta-mujer-está-loca que tenía antes.
—Igualmente. Tal vez te vea por ahí en algún momento. Everson y yo
somos bastante cercanos.
Entrecerró los ojos.
—¿De verdad?
—Oh, sí. Creo que está enamorado de mí. Es dulce.
Me encantó la mirada de humor mezclada con confusión en el rostro de
Cage, especialmente porque resaltaba sus hoyuelos.
—Bueno, en fin… me voy. Deséame suerte. —Me dirigí al ascensor.
—¿Vas a llevar el cereal a tu cita?
Entré en el ascensor y me volví hacia él.
—Ah, sí. El mariscal de campo de Minnesota acaba de firmar mi caja de
25
arroz crujiente. Se la voy a mostrar a todos los que vea esta noche. —Las puertas
del ascensor comenzaron a cerrarse—. ¡Y también la selfi! —No significaba
absolutamente nada para mí tener la firma de un mariscal de campo de la NFL,
pero dado que era la de Cage Monaghan, había muchas posibilidades de que me
follara la caja más tarde esa noche.
Tres

Mi cita apestó. Sí, Tucker empujó la silla de ruedas de su amigo en un


maratón, pero también tenía un fetiche real con las extremidades faltantes, o más
exactamente… la prótesis en sí. Antes de que sirvieran el postre, me preguntó
cuántas prótesis tenía y si tenía alguna vieja que él pudiera tener porque
simplemente le «gustaban».
Consideré ofrecerme a empujar la que tenía en su trasero, pero una vocecita
espeluznante en mi cabeza me advirtió que probablemente le gustaría.
Postre saltado.
Fingí una migraña. 26
Pagué mi mitad de la cuenta porque no había forma de que Retorcido
Tucker pensara que le debía algo.
Conduje a casa en un loco patrón zigzagueante y retrocediendo para
asegurarme de que Fetiche Raro no me estaba siguiendo.
—Stiiiick… —Everson arrastró la palabra desde su puerta mientras metía
mi llave en la cerradura.
Sonreí, manteniendo mi espalda hacia él.
—Estás borracho.
—Un poco. Es mi cumpleaños.
—Feliz cumpleaños. ¿Cómo estuvo tu fiesta? —Giré.
Inclinó hacia atrás una botella de cerveza color ámbar, y luego se frotó los
labios.
—Fue bueno después de que tu rata se fue.
—Trzy es una gata. Te lo dije. ¿Se han ido todos?
Asintió. Everson borracho no me miraba como si no fuera su tipo.
—Tuve una cita horrible. Deberías invitarme a una cerveza.
—Déjame adivinar… el idiota estaba asustado de tu pierna.
Me gustaba la versión borracha de Everson. El Everson sobrio necesitaba
recibir algunos consejos de él.
—Oooh… te gusto. —Poniéndome frente a él, miré sus ojos vidriosos.
Sacudió la cabeza.
—Nunca dije eso.
—En realidad, lo hiciste. Si tener miedo de mi pierna hace que mi cita sea
un idiota, entonces… te gusto.
Sonrió, retrocediendo unos pasos para dejarme entrar a su apartamento.
Vasos de plástico rojo, platos de papel y botellas de alcohol vacías
salpicaban el lugar.
Everson tomó una cerveza de su refrigerador.
—Aún no eres mi tipo, incluso borracho. —Abrió la tapa y me entregó la
botella fría.
—Enfría tus bolas, cosita caliente. No voy a saltar sobre ti. —Tomé un trago
largo de mi cerveza—. ¿Háblame de tu mariscal de campo? 27
Arqueó una ceja.
—Cuéntame tú. Parecías conocerlo de antes.
Me encogí de hombros.
—Nos conocimos. No estaba disponible en ese momento. —Estaba…
estaba disponible como un sofá al final de la calzada. Pero… vidas en riesgo.
—Qué pena. Ahora no está disponible.
Su respuesta me llevó a tragar el resto de mi cerveza. Después de recuperar
el aliento y suprimir un eructo poco femenino, sonreí para ocultar mi decepción.
Ver al hombre de mis sueños por primera vez en tres años mientras sostenía a Trzy
no era el mejor momento para evaluar a mi competencia. Insultó a mi gata y mi
desconocimiento en cuanto a mi vecino, pero no pude concentrarme en ella
porque… Hombre. De. Mis. Sueños.
—¿Casado?
—No, novia.
Asentí.
—¿Serio?
Se rio entre dientes a medida que recogía algo de la basura en la encimera.
—Escucha, Stick, no vamos a trenzarnos el cabello y hablar de esta mierda.
Recogí una de las bolsas de basura vacías que había sacado y me puse a
trabajar en la sala de estar.
—¿Qué hay de ti? —No habíamos terminado de hablar de Cage. Solo
necesitaba trabajarlo desde un ángulo diferente.
—¿Qué hay de mí?
—¿Tienes novia, una que no sea blanca, que no sea delgada y que tenga
cosas a las que agarrarse o aferrarse?
Everson estalló en una carcajada.
—No te preocupes por mí. Consigo lo mío.
Asentí.
—Sí… bueno, yo también consigo lo mío. —No lo hacía. O tal vez lo hacía;
no estaba cien por ciento segura de lo que quería decir con eso. ¿Citas? ¿Sexo?
¿Ambas cosas?—. Podrías necesitar algo de color aquí. Paredes blancas. Muebles
negros. ¿Eres daltónico?
—No estoy aquí lo suficiente como para necesitar color, y cuando estoy
aquí, mi trasero está plantado en ese sofá, con los ojos pegados a la televisión. ¿Por
28
qué? ¿Eres algún tipo de decoradora o algo así?
—No. Pero tu hogar es tu santuario, así que…
—El estadio es mi santuario. Aquí es donde duermo y follo.
Articulé:
—Está bien… Guau.
—Dime, Stick, ¿cómo te permites vivir en este lugar y conducir el auto que
manejas?
—¿Auto? ¿Me has estado espiando?
—Me doy cuenta de cosas, eso es todo.
—Dirijo un sitio porno de amputados.
Se quedó inmóvil, mirando por encima del hombro, la bolsa de basura
colgando de su mano enorme.
—Eres rara. Sabía que eras un bicho raro. —Volviendo a su tarea, sacudió
la cabeza y se rio entre dientes como si hubiera descubierto todo el mundo.
Definitivamente había un raro en la habitación monocromática, pero no era
yo. Justo cuando abría la boca para confesar mi humor sarcástico que pareció pasar
por alto, llamaron a su puerta.
—¿Quién es?
Me encogí de hombros.
—Lo siento, mis superpoderes no se extienden más allá de mi pierna
biónica.
Suspiró como si de alguna manera fuera mi culpa que mi camino hacia la
recuperación no incluyera visión de rayos X.
—Creo que te has equivocado de apartamento —le dijo Everson a la
persona que estaba en su puerta.
Continué limpiando el desorden.
—¿Hablas? ¿Hay alguien aquí contigo? ¿Qué es esto?
—¡Por favor, cuídala! —sonó la voz de una mujer en la distancia.
—¡Espera! ¿Qué demonios? ¿Adónde vas? —gritó Everson en el pasillo y
luego golpeó el marco de la puerta con el puño.
29
El suspenso era demasiado para aguantar. Miré alrededor de su cuerpo
enorme.
—Hola. —Le sonreí a la niña.
Sus ojos marrones sostuvieron mi mirada por un momento antes de
esconder su barbilla y se quedó mirando sus pies. Unos rizos apretados y oscuros
cubrían su rostro. Manchas ensuciaban su camiseta amarilla con un arcoíris
brillante, y sus jeans eran dos tallas más grandes y colgaban de su cintura diminuta.
Parecía tener unos seis o siete años.
Everson negó con la cabeza lentamente a medida que leía el papel arrugado
que tenía en la mano. Tenía que ser su hija. Tenía todo mi discurso planeado.
Una noche.
Un espermatozoide.
Un condón olvidado.
Una gran responsabilidad para el resto de su vida.
Le daría la versión suave del sermón ya que su expresión vidriosa transmitía
un completo shock. No escaparía sin sermonearlo. Los hombres podían impregnar
el mundo entero sin tener una maldita idea. Al menos deberían hacer que sus penes
se encogieran un par de centímetros por cada óvulo fertilizado.
—Bueno, mañana hablaremos, Everson, después de que la instales.
La chica me miró con grandes ojos color avellana, al igual que Everson.
¿Dije algo impactante? Nunca había visto a un hombre negro tan blanco.
—Un placer conocerte. Por cierto, soy Lake. —Le ofrecí mi mano a la niña.
Se subió la mochila roja, repleta de cosas, a sus hombros estrechos y apoyó su
manita en la mía.
—Shayna —susurró.
—Shayna. —Sonreí—. Es un nombre hermoso.
Me devolvió la sonrisa. Fue débil, pero la vi.
—Buenas noches, señorita Shayna. Tal vez te vea por aquí.
Asintió, bajando la barbilla.
—Buenas noches, Everson. Feliz cumpleaños, y gracias por la cerveza.
Su lengua pareció estar paralizada, su mandíbula abierta.
Después de cerrar con llave mi puerta, arrojé mi bolso sobre la encimera y
me di cuenta de que había olvidado mi caja de arroz crujiente firmada en mi auto
y no tenía nada que follar. 30
—¡Argh! ¡Me asustaste! —Salté, abriendo mi puerta a Everson cerniéndose
sobre mí.
—¿A dónde vas?
—A mi auto —respondí con mi mano aún pegada a mi corazón.
—Necesito un favor.
Entrecerré los ojos.
—¿Un favor?
—¿Puedes cuidarla por la mañana mientras resuelvo todo esto?
—¿Vas a dejarla con un extraño?
—Eres mi vecina.
—Podría ser una asesina en serie.
—¿Lo eres?
—Si lo fuera, ciertamente no te lo diría, ¿verdad?
Everson suspiró como si mi argumento legítimo lo irritara de alguna
manera.
—Me arriesgaré. Entonces, ¿lo harás?
—¡Bien! Pero después de que vuelvas mañana, tendremos una conversación
seria sobre los condones.
La cabeza de Everson retrocedió de golpe, luego se giró y miró a Shayna de
pie junto a la puerta.
—Ella no es… —Volvió su atención a mí y bajó la voz—: No es mi hija.
Es mi hermana.
Me quedé sin respuesta. No lo vi venir.
—Si estás intentando hacer los cálculos mentalmente, déjame ayudarte. Mi
madre tenía catorce años cuando me tuvo. Tengo veinticinco. Tenía treinta y ocho
años cuando murió el año pasado. —Su voz se quebró al final. Luego se aclaró la
garganta y miró hacia el techo—. Por favor, solo hazme este favor.
Cuando me miró, asentí. Sin embargo, no salieron las palabras. Mi corazón
las mantenía cautivas.
—¿A las ocho es demasiado temprano?
Negué con la cabeza. Era demasiado temprano, pero decirle eso requeriría
hablar, así que sería a las ocho. 31

El golpe en mi puerta me sacó de mi sueño con un mariscal de campo


desnudo. Pensé que había puesto mi alarma. Aparentemente no.
—¡Solo un minuto! —grité—. Dale a una chica un minuto para ponerse la
pierna, bastardos impacientes —murmuré.
—Lo olvidaste. —Everson inspeccionó mis pantalones cortos y mi camisa:
Hello Kitty a cuadros.
—Sí, lo olvidé en menos de siete horas. —Entrecerré los ojos. ¿En serio?—
No lo olvidé, simplemente no me levanté. Buenos días, Shayna. —Sonreí—.
Adelante.
Sus ojos permanecieron fijos en mi pierna, lo que no era obvio anoche
debajo de mis pantalones.
—Hace trucos geniales. Te mostraré más tarde.
Dirigiendo su mirada a la mía, contuvo el aliento como si la hubiera
sorprendido haciendo algo mal.
—Lo digo en serio. Me pagan por jugar con piernas robóticas. —Le guiñé
un ojo, y ella sonrió con un suspiro.
—¿Y no de una manera pervertida? —Everson arqueó una ceja.
Me reí.
—No. No de una manera pervertida. Claramente no entendiste mi humor.
Asintió, tal vez un poco aliviado, tal vez decepcionado. Everson Banks era
un hombre difícil de leer.
—Así que, eh… aprecio esto. Supongo que te lo debo.
—Sí. —Abrí mis labios—. Me debes una sesión de trenzado de cabello
mientras hablo de los chicos que me gustan.
Sacudió la cabeza.
—Aún no lo hará disponible.
—Pero no está casado. ¿Está comprometido?
—Stick, no hay tiempo para esto. —Everson dio media vuelta y se dirigió
hacia el ascensor.
El tipo era una bestia. Una bestia sexy no-me-interesa-la-chica-de-al-lado,
32
pero aun así… una bestia.
—¡Solo contéstame! ¿Está comprometido o vive con ella?
Al entrar en el ascensor, se volvió y me sonrió. Era una sonrisa de «no».
Simplemente lo sabía. El hombre de mis sueños aún no estaba oficialmente fuera
del mercado. No lo perseguiría ni intentaría robárselo a la que odia a los gatos. Eso
no era elegante, y todos los que me conocían darían fe de mi elegancia.
De acuerdo, nadie me llamaría elegante. ¿A quién estaba engañando?
Mi plan: simplemente ser la chica por la que volvió la cabeza tres años antes,
la chica cuyos labios quería besar. Era un plan brillante excepto por la parte de es-
una-superestrella-imposiblemente-inaccesible. Incluso los mejores planes tenían
algunos baches que limar.
—¿Hambrienta?
Le hice señas a Shayna para que entrara.
Asintió, dando pasos lentos como hielo rompiéndose debajo de ella.
—¡Trzy! —Hice una mueca cuando mi gata desvergonzada se abalanzó en
dirección a Shayna. El grito desgarrador que anticipé nunca llegó.
—Lindo gatito. —Shayna dejó caer su mochila a sus pies y se inclinó,
recogiendo a Trzy.
¿Lindo gatito? Tal vez Shayna necesitaba lentes. Casi me desmayo cuando
rozó sus labios sobre la piel arrugada y sin pelo de Trzy, deteniéndose para besar
su oreja parcial. Trzy ronroneó como quien arranca una cortadora de césped.
—¿Te gustan los gatitos?
Shayna me miró, abrazando a Trzy contra su pecho.
—Me gustan los gatitos.
—A mí también. —Señalé mi pijama de Hello Kitty y sonreí—. ¿Tostadas?
¿Huevos? ¿Cereal? ¿Qué quieres comer?
—Tostadas.
—Tostadas serán. Me encantan las tostadas… y los wafles con mantequilla
de chocolate y avellanas.
Los ojos de Shayna se agrandaron cuando dije chocolate.
—Guardaremos los wafles para otro día.
Asintió con una gran sonrisa. 33
Disfrutamos de tostadas de mantequilla, canela y azúcar mientras
descansábamos en el sofá; Trzy tumbada entre nosotras.
—Cojines amarillos. —Rebotó un poco contra el cojín decorativo—. Me
gusta el amarillo. También me gusta el rojo.
La chica tenía un gusto excelente.
—¿Cuántos años tienes?
—Seis.
Asentí. Si hubiera tenido siete años, podría haber explicado los muchos
tonos de amarillo, incluyendo mi cojín amarillo español, un poco más brillante que
el azafrán que le encantaba a mi madre. Tal vez una vez que se sintiera más
tranquila, discutiríamos las muestras de color. Una cosa era segura: Shayna era el
caleidoscopio resplandeciente que Everson necesitaba en su vida.
—¿Quién te trajo anoche a casa de Everson? —No era de mi incumbencia,
pero mi pasatiempo favorito era ver por las mirillas, así que, por supuesto, tenía
que preguntarle.
—Judy. —Lamió el azúcar de su dedo.
—¿Vivías con Judy?
Shayna asintió.
—¿Judy es tu familia?
Asintió.
—La hermana de ne-ma.
—¿Dónde está tu ne-ma?
—Con Jesús. —Shayna no dudó. Lo dijo como si su ne-ma salió a la tienda
de comestibles.
Sin embargo, contuve las lágrimas mientras el nudo en mi garganta
comenzaba a hincharse.
—Evson va a cuidar de mí. Judy dice que me comprará muñecas.
Lo único más feo que el felino sin pelo entre nosotros fue el grito que
contuve.
—Evson es ahora mi familia. Él me amará.
Parpadeé y me sequé las lágrimas antes de que las viera. Para alguien tan
pequeña, podía dar un duro golpe a los sentimientos. Apenas podía respirar.
—Entonces, ¿dormiste bien anoche? —Aclaré mi garganta y limpié la
34
humedad restante de mis ojos.
—Me asusté en el sofá, así que me colé en la cama de Evson. —Sus ojos se
agrandaron de emoción—. ¡Es la cama más grande que he visto!
Me reí.
—¿Se despertó?
Sacudió su cabeza.
—No. Solo abracé su brazo hasta que mamá me visitó. Solo viene si estoy
durmiendo… en mis sueños. Siempre está en mis sueños.
Yyyyyy… ¡más lágrimas! Salté y llevé nuestros platos a la cocina,
agarrando un montón de toallas de papel para lidiar con mis emociones fuera de
control.
Shayna se deslizó del sofá, arrastrando a Trzy con ella. Mi gata diva
demostró ser bastante sumisa. Nunca lo hubiera adivinado. Se dejaron caer en el
suelo junto a la mochila de Shayna.
—¿Qué le ha ocurrido a tu pierna? —preguntó, manteniendo su enfoque en
el contenido de la mochila que tiró en mi piso.
Puse nuestros platos en el lavavajillas.
—Me pasó algo malo y perdí parte de ella. Ahora tengo esta pierna nueva y
genial, y tengo otras en mi armario. Te lo mostraré en algún momento.
—Perdí dos dentes.
—¿Vino el hada de los dientes?
—¿Qué es un hada de los dentes?
Everson necesitaba ordenar su mierda antes de que su hermanita me
destrozara por completo.
—Si pones tu diente debajo de la almohada por la noche, el hada de los
dientes se lo lleva cuando estás dormida y te deja dinero. Estoy segura de que la
próxima vez que pierdas un diente vendrá el hada de los dientes.
La niña me hacía prometer cosas que no podía garantizar, pero simplemente
no podía detenerme. Soy una gran bocaza. Quería verla sonreír, eso y no quería
llorar más. A pesar de la pérdida de una pierna y la muerte de mi novio, parte de
mi vida, lo tenía bien.
¡Los mejores padres de la historia!
Cuatro hermanos.
Una manada de sobrinos.
35
Amigos.
Un trabajo.
Dinero.
Independencia.
El hombre de mis sueños ¡en. La. Misma. Ciudad!
Entre la poca ropa de Shayna, un cepillo de dientes con cerdas torcidas,
varios crayones rotos y un auto Matchbox que parecía haber sido atropellado por
un auto real, había una foto de una mujer besando a una Shayna más joven en la
mejilla. Recogí la foto.
—Mamá y Shay.
—¿Esta es tu mamá? —Entrecerré los ojos, mirando a Shayna y luego de
vuelta a la foto.
Asintió.
—Tu mamá era hermosa.
Y blanca.
Y flacucha… sin nada a lo que agarrarse.
—Mamá ama a Shay.
Sonreí, entregándole la foto.
—Sí, estoy segura de que tu mamá te quería mucho.
Shayna sería una rompecorazones, con su perfecta piel moca clara y sus
rizos largos rebotando con cada movimiento que hacía. Pero esos ojos… tenían
vida pura, y me dieron ganas de devolverle cada gramo de inocencia que pudiera
darle. Hadas de los dientes. Papá Noel. El conejo de Pascua.
Jugamos con Trzy, riéndonos de la diversión interminable que tuvo con un
puntero láser durante casi una hora antes de que hubiera un llamado a la puerta.
—¡Oh! —Miré a Shayna con los ojos muy abiertos—. Apuesto a que es
Everson.
Sonrió y supe que todo estaría bien para ella.
—¡Oye! —Saludé a Everson.
—Sí, oye, ¿cómo te va?
—Bien. —Entrecerré los ojos un poco.
El hombre que había llegado a reconocer como nada más que músculo y 36
confianza se veía diferente. ¿Débil? ¿Tímido? No mantuvo contacto visual
conmigo. En cambio, cambió su peso de un pie al otro, mirando solo a ellos.
—Escucha, este es un gran día de eventos para el equipo que comienza con
una salida de golf benéfica, ¿te importaría esperar con ella en mi apartamento hasta
que ellos vengan a buscarla?
—¿Ellos?
—Mi abogado se está encargando. Alguien del servicio de protección
infantil estará aquí dentro de una hora para buscarla.
Me giré para ver cómo estaba Shayna. Ella sonrió y luego besó a Trzy en la
cabeza.
—Saldré al pasillo por un segundo, ¿de acuerdo, cariño?
Ella sonrió y asintió.
Cerrando la puerta detrás de mí, miré a Everson.
—¿Servicio de Protección Infantil?
—Sí.
—¿Y por qué vienen a buscarla?
—Porque su abuela murió el otro día, y es huérfana.
—Es tu hermana, no una huérfana. —Apreté los dientes.
—La conocí anoche. No estoy en condiciones de criar a una niña.
—Probablemente ganes más dinero en una semana que la mayoría de la
gente en un año. Creo que estás en muy buenas condiciones para cuidarla.
Sacudió la cabeza.
—No he dicho que la cuiden. Me aseguraré de que la cuiden. No puedo
criarla. Nunca estoy aquí. Se merece una familia, un jardín con un juego de
columpios… Me aseguraré de que lo consiga. Simplemente no será conmigo.
¡Váyanse a la mierda, lágrimas! ¡Contrólense!
Tragué más allá de mi ira y emoción en carne viva.
—Eres su única familia. Ella te necesita.
—Ni siquiera me conoce y en una semana no me recordará. Toma… —
metió la mano en su bolsillo y sacó un fajo de billetes y me lo tendió—… por las
molestias de hoy y aquí está la llave de mi casa. Asegúrate de que tome su cepillo
para el cabello junto al lavabo del baño.
Aturdida.
37
Estaba sin palabras, con el corazón roto, enojada y simplemente… aturdida.
Me agarró la mano y metió el dinero y la llave en ella.
—Tendremos esa charla de chicas sobre Monaghan más tarde. —Dio media
vuelta y se fue.
Una guerra de emociones palpitó en mi cabeza. Incluso después de que se
cerraron las puertas del ascensor, solo me quedé allí esperando que una emoción
emergiera como la dominante, la que guiaría mi próximo movimiento.
Lívida. Esa es la que se separó del grupo como líder.
Cuatro

Conduje hasta Target como una abuela. Desde que Ben murió y yo viví, los
domingos en auto y los paseos de placer desaparecieron de mi vida. Se trataba de
llegar del punto A al punto B sin morir. Mi camioneta Acura roja obtuvo una
calificación alta en todas las pruebas de seguridad, pero no tenía un asiento
elevado. Shayna dijo que no necesitaba uno. No estuve de acuerdo.
Después de encontrar el mejor asiento elevado con el tiempo mínimo que
tuve para hacer cualquier tipo de investigación sobre la marca más segura, busqué
en Google y etiqueté todas las conexiones posibles con Minnesota y los eventos
benéficos de golf, encontré la ubicación, conduje hasta allí, y estacioné… entonces
se me ocurrió que tal vez había secuestrado a una niña. Al menos, los del servicio 38
de protección infantil y la policía pensarían que sí.
Toc. Toc. Toc.
Abrí mi puerta, obligando al oficial de policía a dar un paso atrás.
—Señorita, no puede estacionar aquí.
—Bueno, el estacionamiento está cerrado. ¿Dónde se supone que debo
estacionar?
Miró mi pierna fijamente.
Suspiré. Normalmente mi nivel de paciencia era mucho más alto, así como
mi respeto por los hombres uniformados.
—Sí. Tengo una pierna biónica, y literalmente podría aplastar tu trasero más
allá del reconocimiento si te pateara entre las piernas…
—Señorita, ¿está amenazando a un oficial?
—Para nada. Simplemente estoy afirmando un hecho. Esta pierna está
diseñada y tiene una patente pendiente de Thaddeus Westbrook, y me dijo que
literalmente podría aplastar la verga de un hombre hasta dejarla irreconocible. No
soy más amenazante que un vendedor de autos que te dice que cierto modelo rinde
treinta kilómetros por litro y va de cero a cien en menos de tres segundos. Estoy
declarando un hecho.
Abrí la puerta trasera y desabroché a Shayna, con la esperanza de que no
me pusiera las esposas. Mi cerebro no funcionaba correctamente. La adrenalina
alimentaba todo lo que hacía.
—Señorita, le dije que esta es una zona en la que está prohibido estacionar,
y el club está cerrado hoy por un evento privado.
—Escucha… —jalé a Shayna frente a mí y tapé sus oídos con mis manos,
luego bajé mi voz a un susurro—… ¿ves a esta niña? Su abuela acaba de morir y
su único pariente vivo está jugando golf aquí hoy, pero él no contesta su teléfono.
—Porque, por supuesto, no tenía su número—. Así que, esta es una especie de
situación de emergencia.
Su mirada revoloteó entre Shayna y yo. El conflicto grabado en su rostro.
—Te multaré en treinta minutos. Haré que remolquen tu vehículo en una
hora.
Sonreí.
—Gracias amablemente por sus condolencias. —No me importaba la multa,
pero teníamos una hora. Tener mi vehículo remolcado estaba en mi lista de cosas
a evitar. Aterrizar en la cárcel por secuestro de niños también estaba en esa lista—
. Vamos, cariño. 39
—¿Dónde está Evson?
La conduje a través de las barreras y el estacionamiento lleno de vehículos
de lujo, pero el guardia de seguridad en la entrada pareció un poco más inteligente
y malo que el Señor Llevo Uniforme y Doy Multas de Estacionamiento.
—Everson está aquí. Vamos a verlo pronto. —Otra promesa que no podía
garantizar. ¿Cómo se convirtió mi mañana en una transición al Infierno?
Mentiras. Mentiras. Mentiras. Justo el día anterior, me habría llamado una
persona bastante honesta.
—¿Tiene un pase de prensa o una invitación? —preguntó el guardia de
seguridad.
No. Tenía a una niña secuestrada.
—Mi nombre es Lake Jones, la niñera de Everson Banks, y esta es su… —
Volví a tapar los oídos de Shayna porque tenía que haber problemas con Dios por
no dejar que un niño pequeño escuchara mis mentiras—… hija. —Hermana
parecía demasiado increíble—. Ha habido una emergencia familiar y Everson no
contesta su teléfono. ¿Podrías contactarlo por mí?
—Señorita, este es un evento televisado. Necesitaré saber qué tipo de
emergencia tienes.
—Muerte en la familia. —Le destapé los oídos una vez que terminaron las
mentiras.
Entrecerró los ojos hacia mí, y luego miró a Shayna.
¡No te atrevas… bastardo sin emociones!
—Oye, cariño… ¿alguien murió? —Se inclinó a unos centímetros de su
rostro.
¿Quién diablos le pregunta eso a un niño? ¡Quería gritar!
Shayna asintió.
—Mamá y ne-ma fueron a ver a Jesús.
Hizo una mueca, retrocediendo en toda su estatura.
—Lamento mucho tu pérdida. Haré que alguien rastree al señor Banks de
inmediato.
—Gracias. —Le di mi mejor sonrisa cargada de agravio mientras la parte
superior de mi rodilla se movía, como si el médico le diera golpecitos para
comprobar mi reflejo, solo que más intenso, mucho más intenso. Mi pierna biónica
se sacudió hacia adelante aterrizando de lleno en su espinilla.
40
—¡Ay! —gritó, inclinándose para agarrar su pierna.
—¡Oh Dios mío! Lo siento mucho. —Antes de que pudiera entender por
qué lo pateé, porque no intenté patearlo, un oficial de policía me tenía esposada.
Nos escoltaron dentro del edificio mientras encontraban a Everson. Me
senté esposada a una silla en la oficina del gerente con la barbilla hacia abajo,
susurrando:
—Shh, todo va a estar bien —a Shayna, con los ojos llorosos, sentada a mi
lado. El guardia herido fue llevado para recibir atención médica mientras el oficial
de policía me vigilaba con desaprobación.
Tenía la sensación de que mi próximo asiento sería la parte trasera de una
patrulla. Demasiado para evitar que mi auto sea remolcado. ¿Cuáles eran las
posibilidades de que Thaddeus volara a Minneapolis para sacarme de la cárcel y
testificar ante un juez que patear al guardia no fue mi culpa sino un mal
funcionamiento de su invento?
—¿Lake? ¿Quieres decirme qué diablos está pasando? —Everson me llamó
Lake. Me lo imaginé sonando más sexy. También imaginé no estar esposada.
Tacha eso… había esposas, pero estaba esposada a una cama, no a una silla en la
oficina del gerente en un campo de golf.
—Señor Banks, su niñera agredió a uno de los guardias de seguridad.
—¿Puedes explicármelo otra vez? ¿Quién hizo qué?
—La señorita Jones exigió que te encontráramos para notificarte de una
emergencia familiar, luego golpeó a un guardia con su…
Miré al oficial con la boca abierta como si la palabra políticamente correcta
para mi pierna ortopédica, que no parecía una pierna ortopédica, fuera a caer
mágicamente de sus labios.
—¿Pierna? ¿Esa es la palabra que estás buscando? Pierna de verdad. Pierna
falsa. Pierna prostética. Pierna biónica. De cualquier forma que lo mires… la
palabra es pierna, porque reemplaza la parte de mi cuerpo que falta. ¿Alguien sabe
qué parte de mi cuerpo falta?
Tic-tac. Tic-tac.
El reloj de pared era el único sonido en la habitación.
—Pierna… la pierna de Lake es divertida. —La niña en la habitación era la
única que no tenía miedo de llamarlo como lo veía.
—¿Podría hablar con la señorita Jones a solas sobre la emergencia familiar?
—Everson miró al oficial—. ¿Tal vez podrías darle un bocadillo a esta niña o algo
así? 41
El oficial se mantuvo firme, con la mandíbula apretada, los ojos
entrecerrados.
—¿Diez minutos? —preguntó Everson.
—Cinco —gruñó el oficial.
Everson le indicó a Shayna que fuera con el oficial de policía.
—Él te dará un bocadillo.
—Everson…
—Cállate, Lake.
Lo fulminé con la mirada a medida que Shayna seguía al oficial fuera de la
oficina.
No importaba que mi Kong estuviera vestido con pantalones cortos de
cuadros escoceses deslumbrantemente brillantes y una camisa de manga corta con
cuello blanco. No dejaría que su mirada me distrajera de mi ira.
—Podría estar abusando de ella mientras hablamos. No envías a tu hija con
un extraño, incluso si lleva una placa.
—¡Eso es todo! —rugió, doblándose por la cintura para que su rostro
quedara nivelado a unos centímetros del mío—. No es mi hija. No debería estar
aquí. No deberías estar aquí. ¡Te pagué para que te quedaras con ella hasta que
llegaran los de servicios infantiles y no pudiste seguir mis simples instrucciones!
¿Cuál es tu problema?
Me dolían los dientes de tanto rechinarlos. Mi pulso se aceleró. Mi piel
ardió.
—Eres su familia. —Tenía un millón de respuestas, pero esa era la única
que importaba.
—Compartimos algunos genes. No piensa en mí como su familia…
—Lo hace. —Se enderezó, plantó las manos en las caderas y caminó por la
habitación pequeña—. Lo hace. Sabe que eres su familia y cree que la cuidarás.
Esa niña ha perdido a las dos personas más importantes de su vida. Ha perdido dos
dientes y no sabe quién es el hada de los dientes… y muñecas… no tiene muñecas.
—Esto no te incumbe. —Continuó caminando.
Miré mi regazo.
—Lo sé —susurré.
Culpa. Sentía culpa. ¿Arrepentimiento? Ninguno. No podía imaginar a
Shayna ni escuchar su vocecita en mi cabeza y arrepentirme de algo que hice esa 42
mañana. De acuerdo, tal vez agredir al guardia, pero eso en realidad no fue mi
culpa.
—Hay una gran cantidad de prensa esperando saber por qué no estoy
jugando en el tercer hoyo.
—Lo sé.
—Mi gente de relaciones públicas viene hacia aquí, y van a querer saber
cuál es el asunto contigo y esa niña.
—Shayna.
—¿Qué? —Se detuvo frente a mí de nuevo.
—Shayna. Su nombre es Shayna, no «esa niña».
—¡Sé su maldito nombre!
Me estremecí.
Dejó escapar un gran suspiro.
—¿Cuál era tu objetivo al venir aquí? ¿Qué es esta emergencia familiar?
Esas eran preguntas realmente buenas. Una hora antes, mientras corría con
la adrenalina pura de mis emociones lívidas, tenía toda una perorata en mi cabeza.
Sonaba bien en ese momento, el tipo de bien que haría que Everson se replanteara
su decisión precipitada de entregar a su hermana.
Bajo la intensidad de su mirada y el calor irradiando la cercanía de su
cuerpo, todo mi argumento para hacer lo que hice simplemente… se derrumbó.
Diría las palabras porque al igual que la caja de cereal de arroz crujiente, era dueña
de mi locura a toda costa.
—La ne-ma de Shayna… tu ne-ma, murió hace unos días. Tu madre murió
hace dos años. Tienes amigos, un equipo, una especie de familia y dinero. Shayna
no tiene nada más que una promesa de Judy de que la amarás, la cuidarás y le
comprarás muñecas. Si le quitas eso, no tendrá nada. Y me preocupa que por muy
maravillosa que sea la familia que la adopte, nunca se recuperará del abandono que
seguramente sentirá cuando tú también desaparezcas de su vida.
Sí, sonó mejor en mi cabeza. Viniendo de mi boca simplemente sonó
infantil. Everson tenía un trabajo que requería toda su atención. No tendría mucho
tiempo para pasar con ella. Sería criada por una niñera y ¿cómo eso sería mejor
que una familia amorosa con un gran jardín, otros niños con quienes jugar y tal vez
un perro grande y esponjoso que perseguía conejos?
El oficial abrió la puerta de la oficina. Shayna se sentó a mi lado,
sosteniendo un pretzel suave con sal. 43
—Ahora vamos a llevar a la señorita Jones a la estación.
Shayna me miró con ojos suplicantes, de esos que hacen un millón de
preguntas desgarradoras sin una sola palabra. No creo que ella supiera lo que
estaba a punto de suceder exactamente, pero sintió algo. Sentí su miedo tanto como
lo vi en esos ojos.
Me incliné hacia adelante, mis muñecas esposadas tirando de mis hombros
hacia atrás. Luego la besé en la frente.
—Shayna —susurré—. Repite después de mí. «Soy hermosa».
Parpadeó varias veces, pero nunca dejó de mirarme a los ojos.
—Soy hemosa.
Sonreí, asintiendo.
—Di: «Soy amada».
—Soy amada.
Otro asentimiento.
—Di: «Seré feliz».
Sus ojos se movieron hacia Everson por un momento breve y luego
volvieron a mí.
—Seré feliz.
Después de depositar un último beso en su cabeza, me puse de pie.
Asentí al oficial.
—Haré que te paguen la fianza… —comenzó Everson.
—No te preocupes por eso. —No miré hacia atrás mientras el oficial me
conducía fuera de la habitación.

Una turba de prensa esperaba junto a la entrada. Solo unas pocas fotos
tomadas de mí. Después de todo, ¿quién era yo? Debería haber estado humillada,
pero nadie me conocía.
—¿Lake?
Miré por encima del hombro a medida que el oficial me escoltaba hasta la 44
patrulla.
—No. —Hice una mueca e incliné la cabeza hacia adelante, con la barbilla
hacia abajo para que mi cabello cubriera mi rostro.
Dieciocho hoyos repartidos en muchos acres. ¿Cómo me las arreglé para
hacer mi salida criminal mientras Cage Monaghan paseaba para colocar la pelota
sobre el soporte justo por encima de la valla a mi derecha?
Se acercó. ¡Lo sabía por los fotógrafos luchando con sus cámaras y
compitiendo por la mejor posición para tomarnos fotos! Así pasé de ser nadie a la
amputada esposada atrayendo la atención de un famoso mariscal de campo. No era
así como quería captar su atención.
—¿Lake? Oficial, ¿puede esperar un minuto?
Cerré los ojos, respiré hondo y luego miré hacia arriba con la mejor y
absoluta sonrisa de mi vida.
—¡Cage! Hola, ¿cómo te va? ¿Estás teniendo un buen partido de golf hoy?
El clima no podría ser mejor para esta época del año en Minnesota.
Entrecerró los ojos, como si ni una sola palabra de lo que acababa de decir
fuera en su idioma.
—¿Estás siendo arrestada?
Tiré de las esposas.
—Ah, ¿esto? —Aspiré aire a través de mi sonrisa mostrando los dientes—.
Sí, hubo una especie de problema técnico con mi pierna. —Los flashes de las
cámaras se acercaron a nosotros cuando el oficial abrió la puerta trasera de la
patrulla—. Deberías irte. Hoy no soy buena publicidad.
Miré por última vez al hombre de mis sueños con su polo azul real
resaltando el cielo en sus ojos y acentuado los tonos bronceados de su cabello
rubio. La mueca de su cara ocultaba sus hoyuelos; eso fue lamentable. La puerta
se cerró y el auto se alejó del bordillo.
—No tiene nada de vergonzoso —murmuré para mis adentros. No podría
decirlo con seguridad, pero creo que el hombre calvo de uniforme detrás del
volante sonrió. Sí, siempre fui buena para hacer reír a la gente.

—Jones, estás libre.


Eso fue rápido. Ni siquiera conseguí mi llamada telefónica. 45
El oficial abrió la celda de detención.
—¿Por quién? No llamé a nadie.
—Ni idea. Solo hago lo que me dicen. —Seguí al fornido oficial canoso.
Me devolvió mi bolso y su contenido en una bolsa, y luego asintió hacia la
entrada—. Ese tipo.
Entrecerré los ojos.
—No lo conozco.
—Estás fuera. ¿A quién le importa? El tipo consiguió que se retiraran los
cargos antes de que se presentaran oficialmente. No tienes que ir con él, pero diría
que al menos un agradecimiento está a la orden del día.
Mi héroe con cabello negro perfectamente peinado con raya al frente y un
traje que le quedaba demasiado bien para no ser hecho a la medida se recostaba
contra la pared junto a la puerta, un tobillo cruzado sobre el otro mientras deslizaba
su dedo por la pantalla de su teléfono. El reloj de oro, la forma segura en que
sostenía los hombros hacia atrás y el brillo cegador de sus zapatos impecablemente
pulidos delataban dinero y poder.
Cuando me acerqué, mantuvo la cabeza gacha. No esperaba menos de un
hombre que emanaba tanta confianza. El mundo lo esperaba.
—No voy a posar desnuda para ti, así que, si tienes algún fetiche extraño
con amputadas, te has equivocado de chica.
Una sonrisa tiró de sus labios, pero aún no me había ganado su contacto
visual.
—¿Cómo perdiste la pierna?
—Accidente automovilístico.
—¿Cómo llegaste a la cárcel? —Apagó su teléfono y lo deslizó en el
bolsillo interior de su chaqueta. Sus ojos marrones dorados se encontraron con los
míos.
—Un ingeniero brillante tuvo un problema técnico con su último invento.
¿Quién eres?
Me miró fijamente durante unos segundos como si la respuesta estuviera en
camino, pero aún no hubiera llegado.
—Soy Flint. Mi chico me pidió que aclarara esta confusión y te acompañara
a casa.
—¿Everson te envió? —Ajusté la correa de mi bolso en mi hombro, y luego
crucé los brazos sobre mi pecho. 46
—¿Estás lista?
—¿Qué te hace pensar que necesito un aventón? Tengo un auto, sabes.
Reflejó mi postura y se vio mejor en él. Un chico sexy llamado Flint quería
llevarme a casa. La mejor oferta que hubiera tenido en semanas.
Desgraciadamente, seguía cumpliendo la regla del Extraño Peligroso.
—Sí, lo sé, y fue remolcado hace más de una hora, pero también estoy
trabajando en eso. Te lo devolverán al final del día si me das la llave.
—¿En serio? ¿Crees que solo voy a darte mi llave para que puedas robar mi
auto?
Ladeó la cabeza hacia un lado.
—Sí. Hice desaparecer todo este asunto del arresto por agredir a un guardia
de seguridad solo para poder robarte el auto.
Sacudí mi cabeza, pero de todos modos desenterré mi llavero de mi bolso.
—Genial. —Me la quitó—. Ahora te llevaré a casa.
Presuntuoso. Sin embargo, admiré su personalidad de hacerse cargo.
—Eres bastante atractivo. —Torcí mis labios, esperando su respuesta.
Incluso los más duros respondían a los cumplidos.
Su sonrisa creció hasta que su blanco nacarado se asomó a través de sus
labios entreabiertos, las cejas se levantaron un poco.
Previsible. Le guiñé un ojo.
—Pero no puedo ir contigo. Gracias, y agradece a Everson si lo ves antes
que yo, pero tomaré un taxi. ¿Qué te debo?
—¿Deberme? —Se rio entre dientes, sacudiendo la cabeza—. No me debes
nada. Solo hago mi trabajo, mantener la reputación de mi chico absolutamente
limpia.
Asentí.
—¿Haces su trabajo sucio?
Se encogió de hombros.
—Algo así.
—¿Qué hay de Shayna?
Sus ojos intensos se quedaron pegados a los míos. Tenía una cara de póquer
asesina. No esperaba menos de un tipo elegante llamado Flint. ¿Mis ojos? Le
rogaron que me dijera que Everson cambió de opinión en cuanto a renunciar a
Shayna.
47
—Entonces, ¿no hay aventón?
—La dejó ir, ¿no? —Mi corazón se hundió. Ya sabía la respuesta.
—Que tenga un buen día, señorita Jones. —Se puso los lentes de sol y
empujó la puerta principal para abrirla.
Llamé a un taxi.
Cinco

Como se prometió, me devolvieron el auto. Flint no fue el repartidor, fue


un chico más joven que no pudo responder ni una pregunta que le hice, ni una
pregunta de la docena que le hice. Me dio mi llavero y una tarjeta, y luego se alejó.
CAPÍTULO UNO
¿Capítulo uno? Estaba acostumbrada a lo raro. Me criaron en lo raro. La
nota daba un paso más allá de la rareza. La golpeé en el refrigerador y la apuñalé
con un imán, luego salí a correr para despejarme la cabeza. Los ojos dominantes
de Shayna y su sonrisa inocente me persiguieron a cada paso. No podía salvar al
mundo, a todos los niños, a todos los animales callejeros, pero esa realidad no lo
hacía menos desgarrador. 48
Después de mi ducha, Thad me llamó mientras derretía malvaviscos y
mantequilla en el microondas.
—Renuncio.
—Vamos, amor, no seas tan precipitada. Deduje de los diez mensajes que
me dejaste antes que tenemos un avance monumental en nuestras manos.
Me reí.
—¿Un avance monumental? Es posible que un guardia de seguridad esté
enyesado durante los próximos meses debido a tu error monumental. Ah, y
entendiste la parte de que fui a la cárcel, ¿verdad?
—Sí, sí, sí, vayamos a la parte buena. Dijiste que no tenías la intención de
patearlo, que sentiste una contracción muscular y simplemente sucedió, pero
pensaste en patearlo. ¿Cierto?
—Sí, pero…
—A la mierda Einstein, amor. ¿Entiendes lo increíble que es eso? Solo tus
pensamientos lo hicieron posible. Ese chip sensorial detectó la contracción y ¡pum!
Solo así como así, mi bebé entró en acción.
—Deja de llamar a una parte de mí tu bebé. Es espeluznante. Y deja de
celebrar lo que es un defecto grave y peligroso. ¿Entiendes lo que esto significa de
verdad? ¡Tengo que controlar mis pensamientos! La gente no puede controlar sus
pensamientos, solo sus acciones, pero yo tampoco. ¿Qué pasaría si cada vez que
ves a una mujer atractiva y te imaginas teniendo sexo con ella, no puedes controlar
tu cuerpo y lo siguiente que sabes es que la tienes clavada a la pared con tu pene
dentro de ella? Estarías en prisión por violación. ¡Eso no es un gran avance, es un
delito grave!
Saqué mi tazón del microondas y revolví los malvaviscos derretidos y la
mantequilla.
—Nunca dije que fuera perfecto. Necesita algunos ajustes, pero esto es
grande, muy grande. También estoy reservando un vuelo para mí a Pekín. Te veré
allí la próxima semana. Los testículos de Jerry van a explotar cuando se entere.
Un viaje a China para ver explotar las bolas de un hombre, ¿qué más podría
haber pedido?
—No la usaré hasta que esté allí. —Vertí cereal de arroz crujiente en mi
brebaje pegajoso: golosinas crujientes de arroz en el microondas, mi debilidad y
obsesión.
—Tienes que usarla para pasar seguridad. Si la empacas, algún trol de
49
equipaje con una insignia de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea la robará y la
tendrá en eBay al atardecer.
—Podría derribar el avión con mi pierna robótica de kung-fu.
Thad se rio entre dientes.
—Solo si estás pensando en ello.
—Bueno, ya que estamos teniendo esta conversación, es todo en lo que
pensaré porque así es como funciona la mente. No pienses en la comida. Sí, eso es
todo en lo que pensaré. ¿Serpientes? ¿Arañas? ¿Sexo? ¡Mi mente va a ir allí por su
cuenta, especialmente si sabe que no debe hacerlo! —Metí una cucharada en mi
boca.
—Sexo, ¿eh?
—Cállate —murmuré por encima de mi crujido.
—Solo concéntrate en cosas felices, amables y no violentas. No creo que
puedas derribar un avión con una pierna si tus otras tres extremidades saben mejor.
Pero si elige usar su «fallo técnico» para conseguir algo en el avión, esa es tu
prerrogativa. Te enviaré un mensaje de texto con la información de tu hotel en
unos días. Tengo que correr, amor.
—Thad…
Yyyyy eso fue todo.
Miré fijamente la firma de la celebridad en mi caja de cereales. ¿Cuánto
tiempo atrás los eventos de esta mañana establecieron mi plan para hacer que el
hombre de mis sueños se enamorara de mí? Era difícil de decir. Me derrumbé en
el sofá, puse el tazón a mi lado y agarré mi computadora portátil.
—Retrocede, Trzy. —La miré mal cuando asomó la nariz cerca de mi
golosina de malvavisco.
Una búsqueda rápida en Internet de Cage Monaghan me mostró una foto
tras otra.
El mariscal de campo de Minnesota muestra preocupación por la mujer
discapacitada arrestada en un torneo de golf benéfico
Mujer no identificada amenaza la seguridad en un torneo de golf
benéfico: Monaghan ayuda a la policía a atraparla.
Sí, claro, eso realmente sucedió. Después de más de lo mismo y fotos para
acompañar cada titular, cerré mi computadora portátil y me atiborré mientras veía
Sons of Anarchy en Netflix. Algunos días la realidad apestaba. Netflix era la droga
perfecta, y mi adicción a los atracones de series estaba en el límite de lo
recomendable. 50
Extrañaba a mi amiga Lindsay, pero no extrañaba ser su compañera de
cuarto. Estaban aquellos en la vida que estaban destinados a vivir vidas
productivas, personas reales de «Sé el cambio», luego estaban aquellos que se
suscribían a Netflix como una religión. Lindsay era una enfermera que viajaba con
Médicos Sin Fronteras. Yo pagaba para ver programas en Netflix. A cada uno lo
suyo.
Justo cuando el espectáculo llegaba a una buena parte y mi gata ronroneante
estaba sobre mi regazo, llamaron a mi puerta. Pausé mi programa.
—Jax, Jax, Jax, me encanta ese trasero tuyo. —Le guiñé un ojo a la pantalla
que estaba en pausa con la parte trasera desnuda de Charlie Hunnam.
Everson estaba en el lado opuesto de mi mirilla.
—Sé amable, Lake. Consiguió que te rescataran —murmuré para mis
adentros.
Abrí la puerta, forzando una sonrisa.
—¿Sí?
Su mirada se movió a lo largo de mi cara sin mirarme a los ojos, luego bajó
por mi cuello y mi pecho a medida que su cabeza se inclinaba un poco hacia
adelante, con los ojos ligeramente entrecerrados.
—¿Caspa?
—¿Qué? —Bajé la mirada a mi pecho—. Ah, no, es… —Quité las migas y
luego me limpié la boca y las mejillas con el dorso de la mano por las dudas. Qué.
Sexy—. Son migajas de cereal.
Everson siempre me miraba de la misma manera, como me imaginaba que
miraría un choque de trenes.
—Sobre esta mañana…
—No lo hagas. —Negué con la cabeza y levanté la mano—. Me involucré
demasiado emocionalmente en una situación que no era de mi incumbencia y me
disculpo. Tengo la costumbre terrible de encender un fósforo antes de mirar para
ver si algo a mi alrededor es inflamable. Simplemente… reacciono por impulso.
Te agradezco que hayas enviado a Flint para que me saque de la cárcel y se ocupe
de mi vehículo incautado. Honestamente, no sabía lo que iba a hacer. No tengo
familia aquí y todavía no he hecho amigos.
Otra desventaja de ser una adicta a Netflix.
—¿Flint?
—Sí. 51
Everson negó con la cabeza.
—¿Flint dijo que yo lo envié?
—Sí… bueno, ahora que lo pienso, nunca dijo tu nombre, solo que estaba
protegiendo a su chico, lo cual no fue tan difícil de entender, tenías que ser tú.
¿Supongo que es de relaciones públicas? ¿Agente? ¿Asistente personal?
—Sí, Flint cuida a su chico, eso es seguro.
—Eres afortunado.
—No exactamente, pero no importa. ¿Eres fan de los Twins? —Levantó un
boleto—. Suite detrás del plato. El juego comienza en una hora. Te sugiero que te
cubras la pierna, te recojas el cabello y te compres un sombrero para ponerte tan
pronto como llegues allí.
—¿De qué estás hablando?
—Los Twins de Minnesota. Es béisbol.
—Sé quiénes son los Twins, estoy hablando del resto. ¿Por qué me ofreces
un boleto y me dices que me cubra la pierna y…?
—No puedo ir. Pensé en ofrecértelo por ayudar a Shay, pero después del
frenesí de los medios, creo que es mejor que no llames más la atención hoy.
—Es un boleto.
Se rio.
—¿El mejor asiento de la casa, y te estás volviendo codiciosa conmigo?
—No conoceré a nadie.
—Lo harás.
—¿Yo… Cage? ¿Irá? ¿De verdad?
—Tómalo. —Sonrió, entregándome el boleto—. Ve a cepillarte y sal de
aquí.
Arrebaté el boleto.
—¿Su novia? ¿Estará allí?
Caminó hacia su puerta, y se encogió de hombros.
—Habrá muchas mujeres allí. Es una oportunidad, Stick. El resto depende
de ti.
—¿Everson?
Se giró antes de cerrar la puerta. 52
—Gracias.
Asintió.
—Para que conste, había planeado ir a buscarte yo mismo, pero surgió algo.
Sonreí y cerré la puerta.
—¡HURRA! —Everson me escuchó, diablos, todo el vecindario
probablemente me escuchó, pero no me importó. En una hora volvería a ver a
Cage—. Una hora. ¡Mierda! Tengo que prepararme.
Seis

De la cárcel a una suite detrás del plato en un juego de los Twins. Nada
mal. La pierna robótica de Thaddeus quedó en la banca por la noche. Saqué una
de mis lindas piernas ortopédicas que cabían debajo de mis jeans y botas altas. En
cuanto a la comodidad, fue como pasar de un Cadillac a un Ford Escort, pero
Everson tenía razón; no podía presentarme con mi pierna de superhéroe que se
destacaba entre la multitud, no después de haber estado en toda Internet esa
mañana.
Me recogí el cabello en una coleta y compré un sombrero de los Twins antes
de dirigirme a la suite. Mis nervios despojaron mi confianza. Bien podría haber
estado desnuda. El aleteo en la boca de mi estómago provocó una sensación ligera 53
de náuseas. Intenté humedecer mis labios, pero mi boca estaba demasiado seca.
Cuando el guardia me dejó entrar a la suite, casi me desmayo por la dificultad para
respirar y las palpitaciones de mi corazón. Si me hubieran pedido que cantara el
Himno Nacional antes del partido, no me habría puesto tan nerviosa como cuando
lo vi.
Cage estaba de espaldas a mí mientras se paraba junto a las ventanas
grandes que daban a los asientos del balcón privado y una vista espectacular del
campo. Su camiseta negra de manga larga lo abrazaba como yo quería abrazarlo;
los celos que sentía por sus manos que estaban metidas en los bolsillos traseros de
sus jeans oscuros eran un poco malsanos. El chico de cabello castaño que estaba
parado a su lado me vio primero. Luego, Cage miró por encima del hombro como
para ver qué había llamado la atención de su amigo.
Le di un saludo pequeño como una reina de belleza, luego dejé caer mi
mano y la cerré en un puño para luchar contra los temblores. Hizo su camino hacia
mí, girando la tapa de su botella de agua.
—Presidiaria.
Me reí.
Sonrió tan grande que mi corazón explotó. Me encantaba la forma en que
su cabello castaño oscuro caía sobre su frente, como si ayer fuera demasiado corto
y mañana fuera demasiado largo, pero hoy estaba perfecto. Me encantaban sus ojos
azules reflejando los míos. Más que nada, me encantaba cómo con una mirada
calmó mis nervios.
—Creo que para ganarme el título oficial de presidiaria tengo que ser
reincidente. Esta mañana fue mi primer arresto.
Asintió, rozando sus dientes a lo largo de su labio inferior.
—Bueno, la noche aún es joven. —Tiró de la visera de mi gorra.
Lo sentí entre mis piernas. El tipo me mojó con solo tocar mi gorra de
béisbol. En realidad, me hacía mojar solo con existir.
—Gracioso. —Puse los ojos en blanco.
—¿Supongo que Everson te dio su boleto?
Levanté el boleto.
—Sí.
—Entonces, ¿sigues el béisbol más que el fútbol?
Ladeé la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro mientras fruncía los
labios.
—Diría más o menos lo mismo.
54
Se rio. Sí, eso también me encantó.
—¿Qué estás bebiendo esta noche?
Me encogí de hombros.
—Probablemente solo agua ya que estoy conduciendo.
—Será agua. —Se acercó al área del bar para traerme agua.
—Gracias. —Desenrosqué la tapa y tomé un trago pequeño.
—Entonces, ¿conoces a alguien más aquí?
No hay nada como que te pongan en un aprieto. Sin embargo: «No, solo
vine aquí para hacer que me ames» no parecía una respuesta apropiada.
—Umm… reconozco a algunas personas de la fiesta de cumpleaños de
Everson.
—Ah, ¿sí? ¿Con quién hablaste allí?
—Eh, bueno… —El calor se arrastró hasta mi cuello hasta que pude sentirlo
ardiendo en mis mejillas.
La multitud estalló en vítores. Ambos miramos por las ventanas.
—¿Quieres sentarte afuera? —preguntó.
—Por supuesto. —Cualquier cosa. Quería hacer literalmente cualquier cosa
menos discutir a quién conocí o no conocí en una fiesta a la que no estuve invitada,
pero terminé allí porque mi gata aterradora se coló.
Nos sentamos y Cage me presentó a algunos de sus compañeros de equipo
y sus cónyuges, a los que, por supuesto, no pude conocer en la fiesta de Everson.
—Entonces, ¿cómo se conocieron ustedes dos? —me preguntó Brea, una
de las esposas, mientras Cage y su esposo conversaban. Debió pensar que
estábamos allí juntos. La forma en que me miró con el labio inferior sobresaliendo
en una expresión de pobrecita me dijo que también pensaba que me veía menos
que presentable en comparación con todas las otras mujeres allí. Con el cabello
recogido y la gorra calada sobre mi cabeza para ocultar mi rostro, parecía que mi
próxima parada podría ser robar una tienda de conveniencia.
—Es una historia larga y realmente extraña, pero sucedió por casualidad
hace varios años y no nos habíamos visto desde entonces, hasta que nos
encontramos en la fiesta de cumpleaños de Everson.
Se inclinó cerca de mí, mirando más allá de las sombras de mi gorra.
—¡Dios mío, eres esa loca de los gatos! 55
Ahí estaba, esa etiqueta que se pegaría para siempre.
—Tenías ese gato que parecía… como… eh…
La dejé titubear en sus palabras. Si pensó que saltaría y admitiría ser la loca
de los gatos, estaba muy equivocada.
Cada nervio a lo largo de mi piel se erizó cuando el aliento cálido de Cage
bañó mi oído.
—Brea y su esposo, Michael, tienen juegos de roles durante el sexo. Ella
lleva el cabello en forma de colmena, y él chupa un chupete y la llama mami —
susurró.
Me reí. Brea nos miró a ambos con curiosidad. Luego me reí un poco más
y no pude parar. Sacudió la cabeza y volvió su atención al juego. Me tapé la boca
con la mano, pero la risa continuó. Cage puso su brazo alrededor de mis hombros
y me atrajo hacia su pecho para ayudar a ocultar mi ataque de risa.
—Estaba bromeando. —Se rio.
—¿Qué? —Me sacudí.
—Shh… —Sonrió, dándose golpecitos con el costado de su dedo sobre sus
labios.
Al mismo tiempo, nuestras sonrisas se desvanecieron. No sé lo que fue para
él. Supuse que le vinieron a la mente pensamientos de su novia. Para mí, fue mi
cuerpo registrando completamente su brazo alrededor de mis hombros, mis manos
empuñando su camisa y nuestras caras a solo unos centímetros de distancia. La
visera de mi gorra le rozaba la frente. No era una buena idea mirar sus labios, pero
no pude evitarlo porque él miró los míos. Retrocedí un par de centímetros, y
observé cómo se balanceó su manzana de Adán mientras tomaba un trago
profundo.
¿Por qué me sentía tan cómoda con él tocándome, y yo tocándolo? Tuvimos
interacciones breves en tres ocasiones diferentes en el transcurso de más de tres
años, sin embargo, lo besé la primera vez, me tomé una selfi tonta de admiradora
encaprichada la segunda vez, y me detuve demasiado cerca de sus labios la tercera
vez. El problema era que no se sentía demasiado cerca.
Solté su camisa y me enderecé. Quitó su brazo de mí. Nos sentamos en
silencio durante unos minutos, mirando el campo. Salté cuando su hombro golpeó
el mío mientras se inclinaba más cerca.
—Brea estaba siendo una perra al llamarte la loca de los gatos. Solo quería
verte sonreír de nuevo, así que inventé esa mierda —susurró.
Asentí, manteniendo mis ojos enfocados en el segundo jugador seguido en 56
ser eliminado.
—Fue una mierda graciosa. Bien hecho. —Sonreí y por el rabillo del ojo,
también pude verlo sonreír.
Necesité todo lo que tenía para no preguntar por su novia. No quería que
supiera que incluso sabía que tenía novia. Después de todo, no me la presentó la
noche de la fiesta de Everson.
—Entonces… nunca viví en Nueva York.
—¿Qué?
Mis ojos permanecieron enfocados en el juego.
—En Omaha, te dije que era de Nueva York. Mi hermano Luke y yo
buscábamos a «Jillian» y ella estaba en peligro… nosotros también estábamos en
peligro. Soy de Tahoe, y me mudé aquí desde San Francisco…
—Ella me llamó. Jillian… me llamó. —La voz irregular de Cage cortó mi
tren de pensamientos.
No sabía eso. Nuestra familia rara vez hablaba del tiempo de Jessica/Jillian
en Omaha. Fingió su muerte y se enamoró de otro hombre. Tanto ella como Luke
pasaron muchos meses en terapia para reconstruir su relación después de que todo
terminara. Por mucho que había querido preguntarle sobre Cage, nunca lo hice.
Los amaba demasiado a ella y a Luke como para mencionar algo relacionado con
ese momento de nuestras vidas.
—Entonces, ¿te contó todo?
—No me dijo prácticamente nada. Se ofreció, pero no quería saber de su
nueva vida. Sé que suena mal, pero simplemente no podía lidiar con eso, nada de
eso.
—Ahora es mi cuñada.
—No…
Lo miré.
Forzó una sonrisa de disculpa.
—Lo siento. No quiero saber. Aún no, simplemente… aún no.
Asentí.
—Entiendo. —Era la verdad, pero aun así me entristecía. Habían pasado
tres años, pero sus heridas no habían sanado. Es como si los hubiera enterrado sin
ningún tipo de cierre, y siempre se sentirían en carne viva mientras los ignorara. A
mi manera, de hecho, entendía. Después de todo, aún no podía pasar un día sin
pensar: Ben murió y yo viví.
57
No hablamos mucho el resto del juego. Un minuto sentí los eventos de
nuestro pasado como una cuña entre nosotros, y al minuto siguiente sentí un
tirón… una tensión sexual. Para ser honesta, podría haber sido solo yo. Pasar
mucho tiempo sin sexo, tener a Everson como vecino y ver a Charlie Hunnam
desnudo no ayudaba a mi situación.
Los Twins estaban arrasando, por lo que la multitud comenzó a disminuir
antes del final. Pensé que también sería mejor para mí escabullirme. Cage había
vuelto a entrar. Mientras me dirigía hacia él, varios chicos me asintieron con
facilidad y me dijeron: «Hola». Me detuve detrás de Cage, sintiéndome como una
tonta por querer despedirme, pero no quería interrumpir su conversación.
Finalmente, uno de los chicos en su círculo pequeño asintió hacia mí, y Cage se
dio la vuelta.
—Lo siento, no estoy intentando interrumpir. Me voy y solo quería
despedirme.
—Ah, el juego no ha terminado. ¿Tienes una cita caliente o algo así? —
Cage agitó las cejas.
Sí, Charlie desnudo, pero después del encuentro cercano con el hombre de
mis sueños, estaría viendo a Charlie, pero pensando en Cage mientras me tocaba.
En ese momento recé para que no pudiera leer mi mente sucia.
—Más como una adicción a Netflix. —Me encogí de hombros—. Eso es lo
que hacemos las locas de los gatos.
Después de observarme por unos momentos, tal vez para ver si solo estaba
bromeando (lamentablemente no lo estaba) se volvió hacia sus amigos.
—Me voy. Me pondré al día con ustedes la próxima semana.
Hubo algunos choques de puños y algunos «hasta luego».
—¿Estás lista?
—¿Lista?
—¿Para irnos?
Negué con la cabeza.
—No tienes que irte también. Puedo encontrar mi salida muy bien.
—¿Estás segura? Porque la última vez que te vi salir de un edificio estabas
esposada.
—Qué tipo tan gracioso. —Sonreí.
—Qué sonrisa tan hermosa.
58
Eso no es lo que esperaba que dijera.
Su rostro no tenía ni un poco de arrepentimiento. ¿Cómo podía decirme eso
sin pensar en ella? Quería su atención, pero con él parado frente a mí, dándomela
tan libremente, no sentí nada más que culpa. No fue un beso ni nada físico, fue un
cumplido, pero ese cumplido en ese momento se sintió tan íntimo como sus labios
sobre los míos o su mano rozando mi pecho. No es que pensara en su mano sobre
mi pecho… ¿a quién estaba engañando? Por supuesto que pensaba en su mano en
mi pecho.
Necesito hacer lo correcto.
—Está bien, te dejaré escoltarme fuera del edificio. —Eso no era lo
correcto.
Cage se rio entre dientes.
—Suena tan formal, pero está bien, vamos. —Asintió hacia la puerta.
Fue formal. Tenía que ser formal.
Sin tocar.
Sin coquetear.
Sin besos.
Sin rozar mis pechos.
Presionó su mano en la parte baja de mi espalda, y solo así, rompió la regla
número uno. Llegamos al nivel inferior antes de que alguien lo detuviera para
pedirle un autógrafo y una foto. Seguí caminando como si no estuviéramos juntos.
Tiró de mi coleta cuando salí del edificio.
—No tenías que huir de mí.
Me encogí de hombros.
—No lo hice. Esta no es mi pierna para correr, es mi pierna sexy. Quiero
decir…
—Tu pierna sexy, ¿eh?
—No. No lo dije de esa manera, como si pensara que soy sexy. Es solo la
que se parece más a una pierna real, no es que puedas notarlo con mis jeans y botas
cubriéndola. Es la pierna que me hace sentir sexy. ¡Argh! —Negué con la cabeza
y traté de mantenerme unos pasos por delante de él para que no viera mi cara
sonrojada—. Eso también suena mal. La pierna en realidad no hace nada para
hacerme sentir sexy, como vibrar o algo así. No es que esté sugiriendo que las
cosas que vibran me hacen sentir bien. 59
—¿No lo hacen? —Se rio.
Abrí la puerta y giré antes de entrar.
—Estoy tan avergonzada. —Golpeándome la cara con las manos, bajé la
barbilla.
—Creo que eres refrescante.
Algunos raritos comenzaron a acercarse poco a poco a mi vehículo,
bolígrafos y teléfonos con cámara en mano. Tiré hacia abajo de la visera de mi
gorra. Cage abrió mi puerta y me subí al asiento del conductor. Bloqueó su vista
de mí con su gran cuerpo, y luego agachó la cabeza dentro.
—Dame tu número, Lake.
¿Por qué tenía que destruir la imagen perfecta que tenía de él? El hombre
de mis sueños no era infiel.
—No puedo.
—¿Otra vez? —Se rio, sacudiendo la cabeza.
Hace años, cuando me pidió mi número, le dije lo mismo, pero por razones
diferentes: vidas en riesgo y todo ese asunto.
Suspiré.
—Me gustas. Me has gustado por más tiempo del que probablemente sea
saludable, dada la cantidad mínima de tiempo que hemos pasado juntos, pero me
gusta ganarme al chico de manera justa. No quiero ser el pequeño secreto sucio. Y
si estás dispuesto a engañar a una chica, entonces estás dispuesto a engañar a
cualquier chica, y eso me entristece porque te he tenido en este pedestal enorme
desde que nos conocimos. Ahora que me pediste mi número, acabas de bajar
bastantes niveles, y aunque sigues siendo increíblemente sexy, demasiado, creo
que lo que estás intentando hacer aquí es feo.
—Cage, ¿podemos conseguir tu autógrafo? —preguntó una de las fanáticas
paradas directamente detrás de él.
Se dio la vuelta, sin parecer molesto por su intrusión, y autografió un bolso,
un sombrero y una camiseta, aunque no en el busto donde la zorra le pidió que lo
firmara. Después de algunas fotos rápidas, despegaron en un ataque de chillidos y
risitas.
—Entonces… —se volvió hacia mí—… ¿esta vez no me darás tu número
de teléfono por mi «novia»?
Asentí.
—No me malinterpretes. Ni siquiera me gusta. La noche de la fiesta de
Everson actuó como si Trzy fuera la peste y cualquiera a quien no le guste Trzy
60
probablemente no me caerá bien, así que puede ahogarse con su engreimiento por
lo que a mí respecta, pero eso no significa que quiera tomar a su novio infiel.
Cage entrecerró un poco los ojos. ¿Por qué tenía que oler tan bien como se
veía? Era como sentarme a la mesa a cenar mirando mi postre favorito y
enumerando todas las razones por las que no debería comerlo. Quería comérmelo.
Sí, eso es lo que pensé. Quería. Comérmelo.
—¿Trzy es tu gato?
—Ajá.
—¿Y yo soy el novio infiel?
Me encogí de hombros, dándole la mueca de «si el zapato calza».
Asintió lentamente, sus ojos clavados en mí con un mundo de pensamientos
detrás de ellos.
—Bueno, aquí está la cosa: no tengo novia, así que vas a darme tu número
o vas a besarme de nuevo. ¿Qué va a ser?
Puf. Allí se fueron mis bragas.
Dos grandes tragos pesados después…
—¿No era tu novia?
—Lo era.
—¿Pero ahora no lo es?
—No lo es.
—¿Por qué?
¡El indicado! Estaba disponible. Era demasiado para ser verdad. Morí un
poco por dentro. Había un noventa y nueve por ciento de probabilidades de perder
mi segunda oportunidad con uno de mis dos indicados, lo cual era un fenómeno
matemático.
Sonrió.
—Eres entrometida.
—Lo soy. —Apreté mis labios entre sí.
—No éramos tan serios, y quería pedir el número de Lake Jones sin ser un
novio infiel.
Seguí mordiéndome la sonrisa junto con mi necesidad de correr, saltar y
gritar. Por fuera seguí siendo Islandia. De acuerdo, tal vez Islandia no porque había
lugares más fríos que Islandia.
61
Antártida. Era así de fría.
—Elige.
—Tú elige. —Mi sonrisa se liberó antes de que pudiera atraparla.
Cage inclinó su cabeza hacia la mía. El beso, él quería el beso. Todo el aire
fue aspirado fuera del auto. Mis pulmones llamaron a emergencias mientras el
galope de mi corazón hacía imposible escuchar nada más que mi propio pulso.
Cerré mis ojos.
—Quiero tu número —susurró sobre mis labios sin tocarlos.
Que sádico. Mi libido auto combustionó. Necesitaría un 5 en 1 para limpiar
mi asiento de cuero más tarde.
Mis ojos se abrieron de golpe. Los suyos brillaban con diversión.
—¿Mi número?
Asintió, sin moverse ni un centímetro de mi cara como si me desafiara a
besarlo.
—No voy a besarte —susurré. Empujarlo al asiento trasero y tener sexo con
él era otra cosa, pero podía hacerlo sin besarlo.
—Ah, ¿no?
—No.
Retrocedió y mis pulmones gritaron ¡SÍ! A medida que respiraban. Cage
sacó el teléfono de su bolsillo, lo desbloqueó y me lo entregó.
—Me voy a Pekín en unos días. —Escribí mi nombre y número en sus
contactos.
—¿En serio? ¿Por qué?
Le devolví su teléfono.
—Por trabajo. En términos sencillos, pruebo piernas robóticas. La empresa
cuenta con ingenieros en todo el mundo que fabrican prototipos para amputados.
Jerry Chu, veintiocho años y poco más de metro y medio con afinidad por
responder a todas las preguntas con «excelente» o «ya verás», tiene dos prototipos
nuevos que se adaptan a mí: uno para nadar y otro para escalar rocas. Así que,
básicamente voy a China a nadar y escalar.
—¿Escalas rocas?
—Hago un poco de todo. Por eso me contrató mi jefe, Thaddeus Westbrook.
Diferentes extremidades para diferentes actividades, lo cual no es nada nuevo, pero
las suyas son únicas. «Sienten» o responden a mis reflejos musculares. Podrías
llamarlos extremidades inteligentes, más o menos. Aunque, la que tenía esta
62
mañana fue demasiado inteligente para su propio bien cuando aterrizó en la
espinilla del guardia de seguridad.
—Presidiaria. —Sonrió, mirando mi boca.
—Cállate. —Mis ojos se dirigieron a sus labios, rogándole que me besara.
—¿Tu prótesis sexy también es inteligente?
Me reí mientras frotaba mi mano sobre ella.
—No, no tiene ni idea. Mis inteligentes no son sexis. Thaddeus dice que la
función antes que la moda. Espera algún día hacer obsoletas las discapacidades
físicas.
—Grandes sueños.
—Sí, pero es muy inteligente, así que no dudo de él.
Cage metió el teléfono en su bolsillo.
—Bueno, que tengas un viaje seguro.
Sonreí.
—Gracias.
Esperé a que cerrara la puerta, pero se quedó mirándome. Nadie me miraba
como Cage Monaghan. Lo pensé la primera vez que nos vimos, y años después
seguía sintiéndome igual. Me miraba como la gente mira a los cachorros, a los
bebés que arrullan, a las puestas de sol con vistas al mar y… a los milagros.
Ni una pizca de lástima.
Ni una reserva.
Ni un atisbo de nada más que de total admiración.
—Te llamaré.
—Pfff. —Puse los ojos en blanco—. No me recordarás por la mañana.
—No te olvidaré ni cuando esté muerto.
Cerró la puerta.

63
Siete

Varios días después, un pum, pum, pum familiar me sacó del mejor sueño
del mundo, uno con un sexy mariscal de campo de la NFL que podía o no haber
estado usando ropa.
—Trzy, abre la puerta. Necesito terminar mi sueño.
Miau.
—Eres realmente inútil, lo sabes, ¿verdad? Pero de todos modos te amo.
Los golpes continuaron mientras me dirigía a la mirilla, pero sabía que era
Everson. Tenía el golpe más extraño: toc, toc (diez segundos después) toc, toc, toc,
toc, toc. El mismo patrón continuaba sin variación. El tipo sabía que tenía que 64
ensamblarme antes de poder abrir la puerta.
—Sí, me casaré con Cage.
Everson sonrió, la sonrisa completa que amaba. Era lo mejor porque sabía
que él en realidad no quería admitir que le gustaba de verdad. O que se divertía
conmigo… lo mismo.
—Monaghan está casado con el equipo. No tomará una esposa a corto plazo
si sabe lo que es mejor para él. Demasiada distracción.
—Buenos días también a ti. —Crucé los brazos sobre mi pecho.
—Stick, es casi mediodía.
—Tuve una noche larga.
Levantó la mano.
—No necesito oír tus perversiones.
—Ver Sons of Anarchy hasta las dos de la madrugada no es una perversión.
¿Qué quieres?

6
Rub a Dub Dub: se pierde en la traducción; rima original que se remonta al siglo XIV, es del tipo que
llama a personas respetables por acciones no respetables, en este caso, comiéndose con los ojos a mujeres
desnudas.
—Acondicionador.
Mi mirada se desplazó a su corto cabello rapado. Puso los ojos en blanco.
—Aaaahhh… —Asentí—. ¿Una amiguita se quedó a dormir anoche?
—¿Una amiguita? ¿En serio, Stick? Nadie dice eso. Y no, no es eso.
—En primer lugar, lo acabo de decir, así que no puedes decir que «nadie»
lo dice. Soy alguien, ¿sabes? Y en cuanto a llamarme Stick… vi una foto de la
mamá de Shayna… tu mamá.
Su ceja se alzó.
Entrecerré los ojos, pero él se deshizo de mi comentario.
Después de unos segundos de silencio que se negó a llenar con detalles
sobre su madre, suspiré.
—Si el acondicionador no es para el cabello, entonces tengo una buena idea
de lo que vas a hacer con él y te daré una loción en su lugar. Me gusta comprar un
buen acondicionador. Estoy segura de que algún tipo de aceite de cocina
funcionaría igual de bien. ¿Alguna vez pensaste en probar eso?
Everson negó con la cabeza.
65
—Mujer, con sitio porno o no, eres un bicho raro, eso es todo.
—¿Evson?
La puerta de su apartamento se abrió.
Estuve tan cerca de estallar en lágrimas. Ni siquiera podía hablar más allá
del nudo en mi garganta.
—No estoy seguro de cuáles son las reglas para ayudarla a bañarse. Soy un
chico, su hermano, no su padre, y…
Sacudí la cabeza hasta que dejó de hablar, luego asentí.
—Yo me encargo —me atraganté, parpadeando para contener las lágrimas.
—Agarra tu ropa —le dijo y luego se volvió hacia mí cuando ella volvió a
entrar en su apartamento—. No me mires así. No voy a hacer ninguna promesa.
Un día a la vez. Eso es todo lo que tengo para dar. No te encariñes demasiado con
ella, Stick. ¿Entendido?
Asentí, mintiendo completamente. Shayna ya me tuvo con su primera
sonrisa.
Mientras Shayna jugaba en la bañera, me senté en el tocador, y revisé mis
correos electrónicos en busca de la confirmación de mi vuelo. Mi teléfono vibró y
apareció un texto en la parte superior de mi pantalla.
Este soy yo queriendo llamarte, pero no estoy solo. Hola.
No perdí el tiempo escribiendo el nombre de mi futuro esposo en mis
contactos con el número del texto.
Lake: Hola. Es de mala educación enviarme un mensaje de texto con otra
persona en tu cama.
Cage: Es de tarde. ¿Quién sigue en cama?
Lake: No importa.
Cage: ¿Qué estás haciendo?
Lake: Dando un baño a la niña más linda del mundo.
Cage: ¿Tienes una hija?
Lake: No. Es de Everson.
Cage: ¿Banks tiene una hija? 66
Lake: No. Es su hermana. Es una historia larga y no la escuchaste de mí.
Cage: Claramente, ya que en realidad no me contaste la historia.
Lake: ¿Qué estás haciendo?
Cage: Recibiendo un masaje.
Lake: Qué vida tan dura.
Cage: No como un masaje de spa. Terapia deportiva.
Lake: ¿No es temporada baja?
Cage: Aún entreno fuera de temporada.
Lake: El favorito del entrenador.
Cage: Eso es lo que he oído.
Me reí. Shayna levantó la vista de su abismo jabonoso y sonrió.
—¿Estás lista para enjuagarte y salir?
Sacudió su cabeza.
Me encogí de hombros.
—Está bien, pero el agua no seguirá caliente para siempre.
Agarró uno de los vasos de plástico que le di y vertió agua en el colador de
mi cocina.
Cage: ¿Cuándo te vas a China?
Lake: TEMPRANO mañana por la mañana.
Cage: ¿Necesitas que te lleve al aeropuerto?
Lake: No. Mi jefe paga el estacionamiento.
Cage: *aclarándose la garganta* ¿QUIERES que te lleve al aeropuerto?
—Lo amo —susurré para mis adentros mientras mi corazón revoloteaba en
mi pecho al mismo ritmo que las mariposas en mi estómago.
Lake: Tendrías que levantarte muy temprano.
Cage: Aún no has respondido a mi pregunta.
Lake: El sol ni habrá salido.
Cage: ¿¿¿Y???
Atrapé los labios entre mis dientes y respiré hondo.
Lake: Me encantaría que me llevaras al aeropuerto. 67
Cage: ¿Hora?
Lake: Mi vuelo sale a las 10:05, así que tendrás que estar aquí a las 7:30.
Ocho
Cage

No pude contener mi risa. Ella pensaba que las 7:30 a.m. era temprano.
—¿Algo gracioso? —preguntó Kevin, mi terapeuta de masajes, mientras
masajeaba mis pantorrillas.
—Sí. Voy a llevar a una amiga al aeropuerto por la mañana y cree que aún
está oscuro a las 7:30. Me pregunto a qué hora se despierta normalmente.
—¿Amiga? ¿Una mujer? 68
—Sí, oficialmente. Es una amiga.
—¿Extraoficialmente?
Miré la pantalla de mi teléfono.
—Extraoficialmente, no puedo dejar de pensar en ella. La conocí justo
después de que mi padre muriera. Solo fue un día, pero me causó una gran
impresión. La vi en la fiesta de cumpleaños de Banks. Vive en el apartamento
frente a él y… no lo sé. —Sacudí mi cabeza.
Cage: ¿Cómo te gusta tu café?
Lake: Me gusta más el té, cariño, sin leche.
Cage: Nos vemos en la mañana. Incluso podría llevar el sol conmigo.
Lake: Temo que te estás burlando de mí.
Cage: Nunca.
—¿Qué pasa con Kelsey?
—Rompí con ella la noche de la fiesta. No éramos tan serios, así que no
hubo ningún drama ni nada por el estilo. Pero fue por impulso, y no soy impulsivo.
Vi a esta chica sosteniendo posiblemente al gato más feo del mundo, y estaba
completamente loca, pero lo encontré tan jodidamente sexy —reí solo de
pensarlo—. No sigue el fútbol, así que no tenía ni idea de lo que hago.
Por alguna razón me gustaba que ella no siguiera el fútbol.
—Corrió a su apartamento y agarró un marcador permanente y una caja de
cereal genérico y luego me pidió que firmara la caja.
Kevin se rio.
—Eso tuvo que ser un golpe para tu ego, como si estuviera intentando
reconocer tu fama para no ofenderte.
—En realidad, tuvo el efecto contrario en mí. No parece del tipo que intenta
impresionar a nadie, pero es una de las personas más impresionantes que he
conocido. Loca, pero impresionante. De todos modos, se marchaba para ir a una
cita y eso me fastidió toda la noche. Intenté disfrutar la fiesta, llevé a Kelsey a casa
y terminé con ella.
—Que las chicas se metan en tu cabeza dos meses antes del campamento
de entrenamiento probablemente no sea lo mejor para alguien en tu lugar.
Lancé el teléfono en mi bolso, apoyé la cabeza en la mesa y cerré los ojos.
—Probablemente tengas razón. 69

Lake
Más pum, pum, pum, pero a otro ritmo. No Everson. ¿Por qué una chica no
puede dormir bien?
Miau.
—Miau tú misma. Atiende la puerta. Impresióname. No dejo que mi
discapacidad me detenga. —Rodé hacia mi reloj. Las mañanas no eran lo mío. Mi
cerebro se negaba a funcionar correctamente hasta el mediodía.
—¡Mierda! —La maleta a medio hacer en el suelo me dio una sacudida
rápida en la memoria—. Mierda, mierda, mierda… se me hizo tarde. ¿Por qué no
sonó mi alarma? Trzy, ¿por qué no me despertaste?
Me apresuré a la puerta.
Ojo.
Mirilla.
¡Mierda, mierda, mierda!
Abrí la puerta. No tenía ni un solo segundo libre para mirar al hombre de
mis sueños parado frente a mí con unos jeans azul oscuro y una camisa azul que
hacía juego con sus ojos, pero de todos modos me tomé el segundo.
—Me dijiste a las 7:30, ¿verdad?
Salté de mi aturdimiento.
—Sí, argh… me quedé dormida. Adelante. —Me apresuré a volver a mi
dormitorio. Sin tiempo para una ducha.
—¿Algo que pueda hacer? —llamó Cage.
—Alimenta a Trzy. El cuenco está en el suelo, la comida está en el armario
junto a la nevera. Y si no te importa limpiar la mierda de su caja de arena, está en
el cuarto de lavado. La bolsa de basura está debajo del fregadero.
Cuando decidía impresionar a un chico, iba a por todas.
¿El peor día para quedarte dormida? El día que volaba a China, y el bombón
de la NFL se ofrecía a llevarme. Me arreglé a las apuradas y no fue bonito. Luego
arrojé el resto de mis cosas en mis maletas. Cuando llegué a la cocina, Trzy tenía
la nariz enterrada en su plato de comida, y Cage esperaba junto a la puerta con una
chispa de diversión iluminando su rostro. 70
Le dediqué una sonrisa débil de disculpa.
—Soy consciente de que acabo de cruzar la línea al pedirte que recojas caca
de gato por mí, pero la señora Leonard en el 2A acaba de someterse a una cirugía
de espalda; alimentará a Trzy por mí, pero no quería que tuviera que recoger caca,
así que pensé que era mejor dejarla limpia esta mañana.
—Está bien.
Comprobando dos veces mi pasaporte en el bolso, sacudí la cabeza.
—No está bien. No sé cómo me las arreglo para quedarme dormida todo el
tiempo, y te levantaste muy temprano para hacer esto por mí esta mañana…
—Me levanto antes de las seis todas las mañanas. Salí a correr, me duché y
ya desayuné.
Levanté la vista, y me colgué el bolso del hombro.
—Guau, debes irte a la cama muy temprano.
Cage se encogió de hombros.
—A las once la mayoría de las noches.
—Temprano. —Empujé mis dos maletas hasta la puerta.
—¿Es temprano a las once?
—Un poco, pero ¿qué sé yo? ¿Listo?
Tomó mis maletas mientras me despedía de Trzy, y cerraba la puerta.
—Tu lugar… la decoración es realmente genial. ¿Contrataste a alguien?
—No. —Sonreí a medida que el ascensor descendía—. Me encanta la moda,
la decoración, el diseño… todas esas cosas artísticas. Es lo que empecé a estudiar
en la universidad antes del accidente —reí—. Zapatos. Me encantaban los zapatos:
zapatos atractivos, hermosos, que rompían los tobillos y destrozaban los dedos de
los pies. Gasté cada sueldo en zapatos. Qué estúpida.
Sacudí la cabeza.
—Es una locura cómo la vida pone las cosas en perspectiva. Mi mamá me
quitó todos mis zapatos elegantes después del accidente. Ni siquiera podía
mirarlos. Entonces, un día… —le di una mirada tímida mientras salíamos del
ascensor—… conocí a este tipo. Solo fue un día, pero cambió todo mi mundo. Era
el tipo por el que las chicas venderían su alma, y coqueteó conmigo, y luego me
besó. Y aunque temía no volver a verlo nunca más, me fui con la loca confianza
que había perdido por completo el día del accidente. Quería una pierna nueva, una
que pudiera usar con tacones altos y que pudiera pintar las uñas de los pies. Y
zapatos… quería zapatos sexis otra vez. 71
Cage abrió la puerta del frente del edificio.
—¿Yo? ¿Ese fui yo?
Asentí con una sonrisa enorme.
—Sí.
Sacudió la cabeza con una sonrisa que rivalizaba con la mía.
—Eso solo es… tan loco.
Estacionada frente al edificio estaba la misma camioneta que tenía en
Omaha.
—Guau. ¿Aún tienes esta camioneta? ¿Ningún auto deportivo
ridículamente caro para el Señor NFL?
Cage cargó mis maletas en la parte de atrás.
—Aún no.
Me miró con el ceño fruncido cuando no esperé a que abriera la puerta. Me
encogí de hombros con una sonrisa. Mientras subía, me abroché el cinturón de
seguridad, ajusté la correa y tiré de ella varias veces. Luego, me estiré y le di un
tirón fuerte a su cinturón de seguridad. Fue por instinto. Me miró con los ojos
entrecerrados por un momento. Miré al frente.
—Toma. —Sacó una taza del soporte entre nosotros—. Té con miel, sin
leche.
Mi boca dijo gracias, pero mi corazón dijo te amo. Mi cerebro fue
eliminado de la ecuación.
—De todos modos… —continuó, alejándose de la acera—… no puedo
cambiar mi camioneta hasta que ya no pueda imaginar la cara de desaprobación de
mi padre. Era el epítome de lo práctico. Ya sé que seré castigado en el más allá por
la casa que compré y, en comparación con las casas de otros jugadores, es bastante
conservadora.
—¿Tan conservadora como la de Everson?
Se rio.
—Ambos viven en apartamentos de lujo, con énfasis en lujo. Todo lo que
puedo decir es que las pruebas de prótesis deben pagar bastante bien. —Me dio
una mirada de reojo rápida.
Sonreí.
—Everson tiene un año más antes de convertirse en agente libre. No tengo
ninguna duda de que lo conservaremos, pero tenía una oferta por su mansión, y era
una gran mansión, así que la vendió y arrendó el apartamento hasta que sepa con
72
seguridad dónde estará dentro de un año.
—Debe ser difícil echar raíces como atleta profesional.
—Depende. Algunos jugadores permanecen en el mismo equipo durante
toda su carrera.
—¿Eso es lo que esperas hacer?
—Por supuesto. Si estoy en un buen equipo y puedo jugar, ese es el sueño.
Asentí. Después de unos minutos, tomé la radio.
—No hay estación de acoplamiento para tu teléfono aquí. Eres tan anticuado
con esta camioneta. Es hora de personalizar. ¿Qué está programado en tu radio?
—Mostrándole una sonrisa diabólica encendí la radio—. ¿Country? —Hice una
mueca.
Se encogió de hombros, manteniendo los ojos fijos en la carretera, con una
sonrisita burlona en sus labios.
Presioné el siguiente botón preestablecido.
—Country. —Sacudí la cabeza y pulsé el siguiente botón—. Country. —
Siguiente botón—. Country. —Siguiente botón—. Oh, gracias a Dios. Pop rock.
—Me quedé sin estaciones de country en esta área.
Me reí.
—Guau… así que, eres un chico de country.
Sonrió.
—No en el sentido vaquero, pero sí, me gusta la música country. ¿Supongo
que a ti no?
—Me gustan algunos de los artistas que fusionan estilos, pero la mayoría
son demasiado vibrantes para mí y algunas de las letras son demasiado tristes…
mi chica me dejó, mi chico me engañó, mi camión tiene llantas grandes y mi perro
murió.
Tosió una carcajada.
—Porque el «cock-rock» es mucho mejor. Veamos… estoy bastante seguro
de que la mayoría de esas canciones son sobre sexo, drogas, prostitución y gente
rica comprando mierda.
El té en mi boca intentó salir por mi nariz mientras la risa llenaba mi pecho.
—¿Cock-rock? Como en… ¿sacude tu polla?
—Entonces, ¿has oído el término?
73
—No. —Me reí un poco más—. Ese no es un término real. —Golpeando
mi dedo en la consola entre nosotros, me encogí de hombros—. Pero al menos las
voces son sexis, no chillonas.
—Entonces, ¿no es lo que alguien dice, es cómo lo dice?
—Exactamente. —Mi cabeza se balanceó en un asentimiento exagerado.
—Así que, ¿podría llamarte puta, y decirte que te agaches mientras esnifo
una línea de tu dulce trasero con un billete de cien dólares antes de follarte, y si lo
dijera con la voz adecuada te parecería sexy?
—Pfff… no. —Puse los ojos en blanco. Luego, por supuesto, me pregunté
si el comentario «dulce trasero» era literal o solo un ejemplo lírico.
De acuerdo, podría haber sonado sexy para mí. No iba a pedirle que dijera
eso con su voz más sexy, pero seguro que me dejó pensando en las canciones que
me gustaban. Luego me concentré en la letra real… sí, podría haberme dicho eso
y haberme hecho dejar hacerlo. El segmento religioso tenía razón: la música estaba
corrompiendo las mentes jóvenes, y yo era una de ellas. Un ritmo único y pegadizo
podría hacer que la gente bailara y celebrara una mierda realmente terrible. Nada.
Bueno.
—Entonces… —Encontré un cambio de tema rápido que me hizo sentir
menos como una fulana—. Thaddeus es bastante rico. Tiene toneladas de patentes
sobre cosas más allá de la tecnología robótica. Me paga bien, pero también recibí
una compensación considerable por mi accidente. También me han fotografiado
para varios programas de fitness y revistas de tecnología. Thad me prepara todas
esas cosas. También es una buena publicidad para él, y el dinero que proviene de
los lanzamientos de fotos es bastante bueno.
—Parece que tienes todo a tu favor.
No todo.
Se detuvo en la parada de la terminal de mi aerolínea y sacó mi equipaje de
la parte de atrás.
—Entonces, ¿cuánto tiempo estarás en Pekín?
—De una semana a diez días. Depende de la cantidad de ajustes que hagan.
—Me encogí de hombros—. Así que, si te encuentras en el área de Pekín, llámame.
Podemos ir a cenar o algo así.
Cage sonrió.
—Claro, revisaré mi horario. De alguna manera, creo que mis
entrenamientos de seis días a la semana, el entrenamiento de pretemporada y la
pesca me impedirán estar en tu vecindario. 74
—¿Pesca? ¿Tú pescas?
—Diez mil lagos, por supuesto que pesco.
Asentí, imaginando a Cage en un barco de pesca, escuchando música
country. Me sorprendió lo mucho que me gustó esa imagen.
—Mejor me voy. Quién sabe cuánto tiempo me llevará pasar la seguridad
con mis partes metálicas. Gracias por el viaje.
—Un placer. —No se movió.
No me moví.
¿Qué estábamos esperando? ¿Un beso? Eso esperaba. Se acercó a mí.
Contuve la respiración. El suelo tembló. Las nubes se abrieron. Los ángeles
tocaron sus trompetas. De acuerdo, puede que haya sido una ligera exageración,
pero así es cómo me sentía por dentro hasta que el imbécil más grande del mundo
nos tocó la bocina.
—Esto no es un carril de estacionamiento —gritó por la ventana.
Cage retrocedió.
¡No, no retrocedas!
—Nos enviaremos mensajes de texto.
Sonreí, pero se sintió más como una mueca.
—Adiós. —Me volteé y me aseguré de darle al imbécil una mirada de
muerte antes de dirigirme a la entrada.

Primera clase. Thaddeus se ocupaba de mí, pero incluso con un poco más
de espacio y más atención, el vuelo sería brutal. Nadie se sentó a mi lado en el
vuelo a Seattle; solo podía esperar tener tanta suerte en el avión de Seattle a Pekín.
Con mi escala de dos horas en Seattle, comí un sándwich, SmartWater y
una bolsa de papas fritas BBQ, luego reclamé mi asiento junto a la puerta,
apoyando las piernas en mi maleta de mano. Después de lamer el sabor a barbacoa,
saqué mi teléfono del modo avión y un mensaje de texto sonó de inmediato.
Cage: Debí haberte besado. Qué estúpido.
—¡Por qué, por qué, por qué! —Cerré los ojos cuando mi barbilla se hundió
en mi pecho.
Cuando los abrí, varias personas a mi alrededor me dieron esa mirada de
75
«¿estás bien o simplemente loca?»
—Lo siento —susurré y luego empujé mi sándwich en mi boca, arrancando
un bocado del tamaño impropio para una dama.
Lake: No he salido del país. ¿Qué tan pronto puedes llegar a Seattle?
Lake: ¿Recuerdas nuestro primer beso?
Lake: Volviste la cabeza. No iba a besarte en los labios.
Lake: Gracias por girar la cabeza. El. Mejor. Beso. De. La. Historia.
Lake: ¿Sigues ahí?
Cage: Solo siendo educado y escuchándote.
Lake: Lo siento. Hablo mucho.
Cage: Me di cuenta, especialmente para ti misma.
Lake: No hablo sola.
Cage: Lo haces. ¿El día que nos conocimos? Usaste el baño en la casa de
mi padre, y te escuché hablar sola.
Me escuchó. No podía creer que me escuchara. Tan. Embarazoso.
Después de cerrar la puerta del baño, apoyé las manos en el borde del
lavabo, y miré en el espejo el rostro sonrojado de una chica que no había vuelto a
mirar a un chico desde su accidente.
—Es precioso, Lake. Deja de pensar estupideces sobre un chico hermoso
que vive a un millón de kilómetros de distancia, y oh sí… naturalmente se sentirá
atraído por mujeres hermosas con todas sus extremidades intactas.
Puede que haya tenido problemas de autoestima justo después de mi
accidente.
Lake: No hablo sola. A veces solo pienso en voz alta. ¿Por qué estabas
escuchando mis pensamientos?
Cage: Jajaja, porque piensas tan fuerte.
Lake: Estoy avergonzada.
Cage: ¿Por qué?
Lake: Porque estabas afligido por tu papá ese día. Sufría por ti, pero eso
no me impidió también suspirar por ti. Estaba sola e insegura.
Cage: ¿Y ahora?
Hacía algunas preguntas realmente buenas. Me tomé unos minutos para
76
disfrutar el resto de mi almuerzo a medida que pensaba en ello. Cage no volvió a
enviarme mensajes de texto. Esperó por mí. Me encantaba su paciencia.
Lake: Ahora estoy sola, pero ya no estoy sola: Netflix, Trzy, etc., y no estoy
insegura sobre mi cuerpo.
Verdades a medias. Un gato y Netflix eran una exageración para definir el
compañerismo. Había pasado tanto tiempo desde que tuve intimidad con alguien,
que honestamente no podía decir cuán insegura me sentiría acostada en una cama
desnuda frente a un hombre sexy como Cage. Claramente, mis pensamientos
saltaron a… tal vez nunca.
Cage: ¿Cuándo conseguiste a Trzy? Es toda una gata.
Sonreí.
Lake: Fue un regalo.
Cage: ¿Estaba de una pieza cuando la conseguiste?
Lake: Jajaja ¡No! Dicen que la verdad es más increíble que la ficción,
bueno, aquí está… fue un regalo de una cita que conocí en un sitio web de citas
en línea. Supe de inmediato que mi pierna lo ponía nervioso, y que no habría una
segunda cita, pero creo que confundió mi amabilidad con atracción. Al día
siguiente, un amigo suyo me entregó un paquete con una nota que decía: «Lamento
que no hayamos funcionado, espero que te haga compañía hasta que encuentres
al hombre adecuado. Su nombre es Trzy, que significa tres en polaco. Soy medio
polaco, y a ti te falta una pierna así que pensé que era un recordatorio apropiado
de nuestra cita. El refugio de rescate dijo que perdió la pata y parte de la oreja
cuando se enredó con un grupo de motociclistas. Espero que las dos se unan, y
piensen a menudo en mí».
Cage: Me muero de risa. Tienes que estar bromeando.
Lake: Tristemente… no. La he tenido en el auto, y a medio camino del
refugio para devolverla, al menos una docena de veces. Pero no puedo hacerlo.
Me molesta que ella esté tan apegada a mí.
Cage: ¿Estás segura de que no es que estás tan apegada a ella?
Sacudí la cabeza.
Lake: Voy a abordar mi avión. Hablaré más tarde contigo.
Cage: Buen viaje. Y, Lake… recuerdo el beso. Lo recuerdo muy bien.
Entré flotando en el avión. Mi cabeza estaba enorme y muy arriba en las
nubes. Fue un milagro que incluso cupiera en el avión. Después de arrojar el bolso
en mi asiento, abrí la cremallera del bolsillo delantero de mi equipaje de mano para
sacar mis auriculares. Cuando los saqué, algo cayó al suelo. Un señor mayor,
77
esperando a que saliera del pasillo, se inclinó y lo recogió.
—Dejaste caer esto.
—Gracias. —Lo miré sin reconocerlo y me aparté de su camino. Era una
tarjeta blanca en blanco, luego le di la vuelta.
CAPÍTULO DOS
Sacudí la cabeza. ¿Flint? ¿Everson? No tenía sentido. Cage fue el único que
estuvo cerca de mi equipaje de mano, pero no tuvo nada que ver con la primera
nota. Tenía que ser él, pero no podía ser él. Era muy extraño, y misterioso. Me
acomodé en el asiento y durante las siguientes doce horas, pensé sin parar en las
notas, y el beso perdido en tanto escuchaba música country que había descargado
en el aeropuerto.
Nueve

El típico desconocido con un cartel con mi nombre en el aeropuerto de


Pekín no pasó. En cambio, fui recibida con la sonrisa arrogante que conocía
demasiado bien. Sus dientes inferiores estaban un poco apretujados, como si no
hubiera usado su retenedor el tiempo suficiente cuando era niño, pero la versión
rubia oscura del cabello de Einstein y los ojos verde avellana compensaban esa
imperfección pequeña. Con casi dos metros, era imposible pasar por alto a
Thaddeus Westbrook esperando al otro lado de la seguridad, sonriendo como un
completo tonto.
—¡Amor!
Puse mis ojos cansados en blanco. Las primeras horas de la tarde en Pekín 78
eran las primeras de la mañana, es decir, mi hora de dormir en Estados Unidos.
—Estoy emocionado de ver que no derribaste el avión con mi bebé.
—Cállate. —Solté mi equipaje de mano, y me derrumbé en sus brazos—.
Estoy cansada. Hotel. Ahora.
—Lo siento, amor. Jerry espera. Ven, nos detendremos para tomar un café
en el camino.
—No bebo café.
—Sí, sí… té. Bueno, estás en el lugar correcto para eso.
—¿Qué diablos pasa con tu mano?
Sostuvo su invento nuevo frente a él mientras nos dirigíamos al reclamo de
equipaje.
—¿Te gusta?
—Tiene ocho dedos.
—De hecho, lo hace. La tecnología no se limita a los estándares biológicos.
¿Alguna vez has escuchado a alguien decir que necesitaba otra mano?
—Son dedos, Thad.
—Solo es un ejemplo. Confía en mí. A las damas les encanta.
—Eres un pervertido.
—Soy un caballero, y lo sabes.
—No es justo. Creo que las mujeres miran a los hombres amputados de
manera diferente a como los hombres miran a las mujeres amputadas.
—Somos criaturas visuales, amor. No te preocupes, encontrarás a tu
hombre… puede que solo tenga cinco dedos para darte, pero si es bueno con
ellos…
—Suficiente, caray. —Mi mente se aferró al comentario estúpido de Thad,
y todos mis pensamientos saltaron a Cage y cinco de sus dedos.
El conductor nos llevó directamente al laboratorio de Jerry, a pesar de mis
protestas y súplicas desesperadas por dormir. No nos detuvimos a tomar el té, pero
Jerry tenía una olla de hierro fundido con Oolong y tres tazas pequeñas
esperándonos cuando llegamos.
—¡Excelente! ¡Lo hiciste! —El pequeño Jerry hizo una reverencia cuando
nos quitamos los zapatos en la puerta.
—Soy un zombi, Jerry. ¿Podemos hacer esto en, digamos… de seis a ocho 79
horas? —Arrojé mi bolso en el piso de madera.
—No, no… estaré durmiendo.
—Este cambio de hora me mata cada vez que vengo. —Fulminé con la
mirada a Thad mientras movía sus ocho dedos de metal hacia Jerry—. De ahora
en adelante, debes darme veinticuatro horas para aclimatarme antes de que
hagamos cualquier trabajo.
Ambos me ignoraron, sus miradas enamoradas fijadas solo en la mano loca.
—Deja de lloriquear, amor. Eres demasiado hermosa para caminar con el
labio sobresaliendo.
Suspiré.
—Lo que sea. Vamos a volarle las pelotas a Jerry para poder volver al hotel.
Jerry dejó de jugar con el Señor Ocho Dedos y bajó la barbilla, poniendo
los ojos en blanco para mirarnos a los dos con desaprobación.
—No soy homosexual. Entonces, si esa es una expresión estadounidense
para insinuar que soy gay, entonces…
—No lo es. —Thad negó con la cabeza.
—Porque no lo soy.
Mi sonrisa, aunque enterrada bajo mi necesidad profunda de dormir, logró
hacer una aparición breve.
—Ah, estoy segura de que consigues lo tuyo, Jerry.
Nada estropea más una buena frase que dos intelectuales superdotados
viendo a la chica tonta de la habitación con una mirada de «¿Qué mierda?»
—¿Eso es charla callejera, amor?
No. Era una charla de Everson, pero aparentemente no la pronuncié con
precisión o en el contexto adecuado.
—Ustedes dos nunca sobrevivirían en la naturaleza. Lo saben, ¿verdad? —
Fue una recuperación débil, pero la falta de sueño dejó mi cerebro funcionando a
menos del veinte por ciento.
—Nuestra querida Lake ha estado en Minnesota demasiado tiempo. —Thad
arrastró la «O» demasiado—. Me temo que se ha transformado en un recuerdo de
los noventa. Lake, amor, ¿las mujeres de allí aún usan coleteros en el cabello?
—¿En serio, Thad? Creciste en Kansas.
Thad giró la cabeza hacia Jerry.
—¿Kansas? —preguntó Jerry—. Dijiste que creciste en Boston y fuiste al
80
MIT.
Thad se encogió de hombros, mirando su mano protésica como una mujer
contemplando su necesidad de una manicura.
—Verdadero, y verdadero.
—Explica. —Jerry cruzó los brazos sobre el pecho.
Intenté sofocar una risa. Era todo un espectáculo, ver a un tipo que era lo
suficientemente alto como para jugar de centro en la NBA luciendo
proverbialmente mucho más pequeño que el hombre asiático que no era lo
suficientemente alto como para subirse a la mayoría de las montañas rusas de Six
Flags.
—Fui al MIT, y técnicamente no «crecí» hasta mi último año en la
universidad, que resultó ser en Boston. Pero si estamos siendo técnicos… —Thad
me dio un vistazo rápido fulminante con una mirada asesina—… entonces, se
podría decir que nací y pasé mi infancia en Kansas.
Resoplé.
—Oye, Jerry. ¿Cuántos accidentes agrícolas supones que suceden en
Boston?
—Dijiste que perdiste la mano y los dedos por congelación mientras
escalabas el Everest.
—Hacía frío ese año en la época de la cosecha, y la máquina que casi me
quita la vida era grande… y alta, muy parecida al Everest.
Jerry se desinfló como si acabara de descubrir que su ídolo era un fraude.
—Para ser justos con Thaddeus, llegó a la cima del Everest, pero eso fue
después del accidente. —Asentí con fuerza, intentando recuperar al fan número
uno de Thad.
Jerry miró a Thad en busca de confirmación, un rayo de esperanza de que
Thaddeus el Grande no era una completa farsa.
—Es verdad.
—Entonces, ¿por qué mentiste?
Thad suspiró.
—No sé. Sonaba mejor en mi currículum.
—Tú me contrataste.
—Cierto, pero quería que aceptaras el trabajo. Te necesitaba, y pensé que 81
necesitaba lucir impresionante porque sabía con certeza que al menos otras diez
compañías estaban intentando reclutarte.
Jerry sonrió, su rostro sonrojándose un poco a medida que agitaba sus
pestañas.
—Estoy conmovido.
Thad negó con la cabeza.
—Genial. Fabuloso. Maravilloso. ¿Ahora podemos ir a trabajar? Tengo que
contarte la razón por la que Lake terminó en la cárcel. Eso es lo que hará que tus
testículos exploten. Es el avance más grande que he tenido y va a cambiar el futuro.

Para cuando los dos frikis terminaron de tantear mi cuerpo (prepararme


para la pierna robótica trepadora de Jerry) y de probar la relación entre el
pensamiento y la acción del bebé rebelde de Thad, mi batería estaba agotada. No
estoy segura de cómo llegamos al hotel, pero creo que Thad puede haberme
arrojado sobre su hombro, manoseando mi trasero con sus ocho dedos. Un minuto
me balanceaba junto a la puerta de Jerry esperando a que dejaran de divagar, y al
siguiente, me despertaba en una cama grande. Los números rojos en el reloj digital
marcaban las 11:30 p.m.
Me senté usando nada más que mi sujetador y bragas.
—Pervertido —murmuré.
Las luces de la calle tenuemente iluminadas debajo arrojaban un brillo
nebuloso a lo largo del borde de las cortinas donde no se encontraban con la pared.
Salté al escritorio para tomar mi teléfono y luego volví a la cama.
Cinco horas de sueño me dieron suficiente función cerebral para querer
llamar a cierto chico con hoyuelos en Minnesota.
—¿Teniendo problemas para adaptarte al cambio de hora? —respondió al
segundo timbre.
—Estoy tan arruinada. No sé qué extremo está arriba. Me acabo de
despertar, pero el resto de Pekín está apagando las luces para la noche.
—¿Qué tal tu vuelo?
Apestó, pero la voz al otro lado de la línea borró todo eso.
—Largo y extraño.
82
—¿Extraño?
—Sí. ¿El día que me arrestaron y el hombre de Everson me rescató y luego
me devolvió el auto? Bueno, el chico que trajo el auto me entregó esta tarjeta que
decía: CAPÍTULO UNO. Luego, en el avión, encontré otra tarjeta en mi equipaje
de mano que decía: CAPÍTULO DOS. Creo que estoy siendo acosada por un
escritor. ¿Es una locura?
—Indudablemente.
Sonreí, pasando mis dedos por mi cabello enredado. La voz de Cage tenía
verdadera personalidad. Si las palabras podían sonreír, entonces las suyas lo
hacían.
—Suficiente de mí y mi acosador literario. Dime lo que has estado
haciendo.
—Veamos… hice ejercicio esta mañana, ayudé en el campamento juvenil y
luego pasé una hora hablando por teléfono con mi mamá. Mis hermanas tienen un
cumpleaños próximo y quieren que vuele a casa para ello, pero mi agenda es una
locura y cagarlo está mal visto en este momento. ¿Dejar la ciudad? No sería bueno.
—¿Omaha?
—No. Viven en Portland.
—Umm, no sabía que tenías hermanas.
—Medias hermanas, gemelas. Mi mamá se volvió a casar después de que
ella y mi papá se divorciaron.
—¿Cuántos años tienen tus hermanas?
—Están cumpliendo ocho.
—Bueno, eso suena divertido. Deberías ir.
—Debería, ¿eh? Me escuchaste decir que no es un buen momento para dejar
la ciudad, ¿verdad?
—La familia no es una carrera. Es por eso que tienes una carrera. Si no
puedes estar presente en los grandes momentos, ¿por qué lo haces? Además, no
tengo ninguna duda de que tus hermanas te admiran, Señor Sensación de la NFL.
—¿Cómo sabes que soy una sensación? No sigues el fútbol.
—Google me lo dijo.
—¿Google?
—Sí. —Me di la vuelta sobre mi estómago, apoyé mis codos—. Google me
dijo que Cage Monaghan ganó el Trofeo Heisman y fue el número uno en el 83
reclutamiento. También sé que tu número de camiseta es el uno, lo cual es genial
porque el uno es el mejor número.
Su risa me hizo cosquillas en la piel. Sí, pude sentirlo reír y la forma en que
me hizo sentir fue indescriptible, verdaderamente como nada que hubiera sentido
antes.
—Dime por qué el uno es el mejor.
—Uno es suficiente. Es único. Es una chance, una oportunidad, una
experiencia. Uno nunca es codicioso. Uno es independiente. Uno puede cambiarlo
todo.
—Uno es el mejor.
Atrapé mi labio inferior entre mis dientes, y asentí.
—Sí. Lo es.
—Entonces, ¿voy a ganar el Super Bowl esta temporada?
—Creo que lo harás un día.
—¿Qué pasa si quiero ganarlo más de una vez?
—Entonces, solo estás siendo codicioso.
—¿Alguna vez eres codiciosa?
—Indudablemente.
—¿Cuándo?
—No sé, muchas veces. Soy humana. Somos codiciosos. No estoy segura
si es por naturaleza o crianza, pero todos tienen sus momentos codiciosos.
—Como, ¿cuándo?
—Detente. —Me reí.
—Solo uno. Dame uno de tus ejemplos codiciosos.
—¿Por qué?
—Porque quiero conocer tu debilidad.
—Entonces, si digo que es el chocolate, ¿vas a enviarme una caja enorme
de trufas?
—Sí.
Me reí.
—Eres terrible.
—Estoy esperando. 84
—Netflix.
—No cuenta. Dame algo más tangible.
Cerré los ojos con fuerza y salté del puente.
—Tu beso.
La línea quedó en silencio, incluso mi corazón se detuvo por unos segundos,
esperando.
—¿Mi beso?
No estábamos en el mismo continente. ¿Cómo podía estar tan avergonzada?
Mi mano cubrió mi rostro. ¿Por qué? Porque ese era mi nivel de locura total.
—Bueno… más o menos… sí.
—Mmm, en serio me gusta…
—¡Monaghan, vamos! —resonó la voz de un hombre.
—Sí, sí, dame treinta segundos.
—Veinte —respondió el hombre.
La interrupción me dejó jadeando, al borde de la baba. ¿En serio le gustaba
qué? ¿El beso? ¿Yo? ¿Pizza? ¿Perros? ¿Gatos de tres patas?
—Tengo que correr. Tengo una entrevista.
—No. —Negué con la cabeza. Necesitaba practicar para no sonar tan
desesperada—. Quiero decir, está bien. Estaré aquí, tal vez indefinidamente dado
que dije lo que dije.
—Ah, Lake… —Se rio entre dientes—. Te llamaré más tarde.
—Adiós. —Presioné Finalizar y golpeé mi cabeza contra la almohada—.
No eres esta chica, Lake. Deja de ser tan estúpida como una quinceañera en un
concierto de Justin Bieber.

85
Diez
Las profundidades azules de la piscina olímpica me perseguían, junto con
los transeúntes tomando fotos de la chica con una pata de aleta nadando. Tuve que
recordarme que el incidente de casi ahogamiento del año anterior, cuando Thad
me salvó, fue un momento de debilidad. Ya no era esa chica.
Por la tarde estuvimos en la instalación de escalada.
Ajustar la pierna.
Escalar la pared.
Hacer ajustes.
Subir la pared de nuevo.
86
Repetir. Repetir. Repetir.
Pasaron tres días sin noticias, sin «te llamaré más tarde» de Cage. Dije
demasiado. Mi boca y mi cerebro funcionaban de forma independiente. Jerry y
Thad definitivamente bailaron tap en mi último nervio. Y ahora discutían como
una pareja casada después de cincuenta años de matrimonio.
—Vamos a cenar, amor. ¿Vienes? —preguntó Thad, como si él y Jerry no
hubieran estado a punto de matarse el uno al otro por un ajuste sensorial en la
pierna nueva.
—Creo que necesito un descanso de… —sonreí—… la gente.
—Te refieres a nosotros. —Jerry no tuvo que levantar la vista de su
computadora. El tipo era perceptivo. Heterosexual y perceptivo.
Thad entrecerró los ojos como diciendo no es así.
—Ustedes dos son en serio…
—¿En serio…? —insistió Thad.
—Agotadores. —Jerry se quedó inexpresivo, con los ojos aún enfocados en
su pantalla—. Le chupamos la vida a todo y a todos los que nos rodean, Thaddeus.
—¿Eso es cierto, Lake?
Hice una mueca, levantando mis hombros.
—No es del todo falso.
—Bien. —La barbilla de Thad sobresalió—. Vete. Nos vemos mañana. De
todos modos, no necesitamos que nos cortes el rollo esta noche.
—¡Por última vez! ¡No. Soy. Gay!
Reprimí mi sonrisa mientras Thad ponía los ojos en blanco.
—¡No entre nosotros, idiota! Con las mujeres en bares o discotecas. No
queremos parecer atados si queremos tener sexo.
—Ah. —Jerry alzó la vista desde su computadora—. Lo siento.
Tenía más posibilidades de que me creciera espontáneamente una pierna
nueva antes de que Jerry tuviera sexo, pero me guardé esa teoría para mí.
Tenía muchas teorías. Y la mitad de las veces eran correctas.
—Bueno, espero que ustedes y sus pollas tengan una hermosa noche. —
Agarré mi bolso y me puse el zapato.
—Divertido, amor. Solo que en realidad no. Disfruta de tu libertad. Estaré
llamando a la puerta de tu habitación mañana temprano. Intenta ser al menos un 87
poco coherente cuando abras la puerta.
—Lo siento, no tengo «masajistas» viniendo a mi habitación a altas horas
de la noche para leerme un cuento antes de dormir y liberar mi tensión del día.
—Iré a tu habitación, Lake.
—Lo entiendo, Jerry, no eres gay. No me importaría si lo fueras. Pero
aléjate de mi habitación de hotel.
—Ay, amor, la tensión sexual entre tú y Jerry podría desencadenar un gran
terremoto. Por el bien de veinte millones de personas, intenten controlarse.
Necesitaba un aumento.
—Ve a Capital M, diles que te envié. Te sentarán de inmediato. La vista
nocturna de la plaza de Tiananmen es excelente. ¿Tienes una tarjeta de crédito
corporativa? Asegúrate de que Thaddeus pague —instruyó Jerry.
Sonreí.
—Nunca viajo sin ella.
Thad negó con la cabeza.
El nombre de Jerry Chu no significó nada para mí cuando lo conocí por
primera vez, pero el personal de Capital M con solo la mención de su nombre lo
trató como el código secreto de un tesoro enterrado. Como prometido, la vista
nocturna de la plaza de Tiananmen fue excelente.
El vibrar de mi teléfono desvió mi atención de la vista y de mi mesa llena
de demasiada comida y vino caro. Gracias a la tarjeta de crédito de Thad, por
supuesto.
Cage: ¿Hablas chino?
Sonreí.
Lake: Lo siento. ¿Quién eres? Recuerdo vagamente a un tipo con tu
nombre.
Cage: He estado ocupado.
Lake: Lo siento, su majestad mariscal de campo.
88
Cage: ¿Estás enojada conmigo?
Sí. No. Un poco. ¿Por qué no llamó?
Lake: Estoy cansada y estresada por pasar tanto tiempo con mi jefe y su
compañerito, y la televisión apesta en mi hotel. Estoy aburrida.
Cage: Deberías ir de turismo.
Lake: He estado allí. Ya lo he hecho. No es mi primer rodeo en Pekín.
Cage: ¿Tienen rodeo en China?
Lake: Ja, ja, ja.
Cage: ¿Dónde estás?
Lake: Capital M. Demasiado público para tener sexo telefónico, así que ni
preguntes.
Ahí estaba, la prueba A de Lake dice las cosas más inapropiadas.
Cage: Vaya… yo eh…
Lake: Estoy bromeando. Tengo un sentido del humor extraño. Lo siento.
Cage: ¿Qué estás comiendo?
Lake: Nada, pero hay un pato y quizás algún tipo de albóndigas en mi
plato, y una botella de vino muy cara en la mesa, ya que mi jefe paga mis comidas.
¿No es terrible? Ya me estoy arrepintiendo. Todo el asunto de la gente hambrienta
pesa mucho en mi conciencia. Debí haber pedido una bolsa de pretzel en el hotel
y haber dado por terminada la noche.
Continuamos enviándonos mensajes de texto durante casi cuarenta y cinco
minutos antes de que arrojara la tarjeta de crédito de Thad sobre la mesa. Cage se
sentía como alguien a quien conocía de toda la vida. La conversación ocurría con
facilidad.
Lake: Tomando un taxi de regreso a mi hotel. Estoy cansada. Realidad: no
he dormido bien desde mi accidente. Me siento crónicamente privada de sueño. Ni
siquiera llamo a lo que hago quedarme dormida. De hecho, es simplemente
desmayarse después de golpear una pared. Parece que paso de 100 a 0 en cuestión
de segundos.
Cage: Eso apesta.
Firmé la cuenta, y luego me dirigí a la entrada, esquivando personas y mesas
mientras mi cabeza estaba baja mirando mi teléfono.
Lake: Suficiente de mí. ¿Qué estás haciendo? 89
Cage: Simplemente disfrutando de la noche.
Lake: Ahí no es de noche.
—Lo sé.
Golpeé esa pared. Tuve que haber golpeado esa pared. Era un sueño. Tenía
que ser un sueño. Debía estar dormida. El espejismo parado junto a un taxi junto a
la acera frente al restaurante era el hombre de mis sueños. Él sonrió. Permanecí
estática con la mandíbula desencajada. Necesitaba despertar de mi sueño, pero no
quería, era demasiado bueno.
—De todos los lugares del mundo, tenías que venir aquí por trabajo. ¿Sabes
lo increíblemente difícil que es llegar hasta aquí? Un pasaporte no fue lo
suficientemente bueno. Tuve que agilizar una visa. La seguridad me violó en tantos
niveles que estoy seguro de que siempre tendré cicatrices emocionales, y ni
siquiera me hagas hablar del impacto que este pequeño desvío podría tener en mi
carrera.
Parpadeo.
Parpadeo.
Parpadeo.
Necesitaba una mejor respuesta que un parpadeo. Cada vez que pensé que
desaparecería porque no estaba a cinco metros de mí. Simplemente no había forma
de que fuera posible.
—Dijiste que si estaba en el vecindario…
Asentí lentamente. Era el progreso, otra señal de vida.
—Tú, tú estás… oh Dios mío. ¿Viniste a Pekín por mí?
Cage me devolvió un encogimiento de hombros culpable como si no fuera
gran cosa. Me sorprendía cada vez que un chico devolvía mi llamada telefónica.
Las flores enviaban mi corazón a una arritmia. ¿Seguirme a Pekín? Paro cardíaco
completo.
—Esta es la cuestión… —se acercó a mí—… debí haberte besado en el
juego de béisbol. Y después de recoger la mierda de Trzy, y otra vez en el
aeropuerto.
Trago pesado.
Pasó sus pulgares por mis mejillas, y luego deslizó sus manos hacia atrás
para acunar mi cabeza. Debía parecer la más reciente adición a The Blue Man
Show7. No respiraba. No había oxígeno. 90
Parpadeo.
Parpadeo.
Parpadeo.
Trago pesado.
—Hola —susurró sobre mis labios una fracción de segundo antes de
besarme.
Morí. Fin. Historia terminada.
Recordé vagamente algo sobre las demostraciones públicas de afecto mal
vistas, o ilegales, o tal vez castigadas con la muerte en China. Valía la pena las
consecuencias.
Mi corazón tronó vergonzosamente fuerte. Ese momento fue el que pudo
haber desencadenado el terremoto. Millones de vidas estaban en peligro. ¿Valió la
pena un beso?
Sí. Oh. Dios. Mío. Santo. ¡SÍ!

7
Blue Man Group: grupo creativo de origen estadounidense, fundado por Phil Stanton, Chris Wink y Matt
Goldman, en los años ochenta.
No era la principal experta mundial en besos, pero sabía lo que me gustaba,
al igual que Cage Monaghan. Se tomó su tiempo para sentir mis labios con los
suyos. No fue hasta que sintió cada centímetro de ellos varias veces antes de que
solo la punta de su lengua jugara con mi labio superior. Me encantó ese momento
en que el sentimiento se convirtió en degustación. Me encantó la forma en que sus
manos agarraban mi cabello, manteniendo toda su tensión para que sus labios
pudieran permanecer lentos y pacientes.
Más que nada, me encantó eso cuando profundizó el beso, acercando la
carne de mi cuerpo al suyo, su corazón golpeando contra su pecho al igual que el
mío.
Eventualmente, la necesidad de aire superó la necesidad de besar. Mis
pulmones eran tales aguafiestas. Cage sonrió, frotándose los labios. Yo también
sonreí.
—Hola —susurré.
—¿Puedo ofrecerte un viaje de regreso a tu hotel antes de regresar al
aeropuerto?
Se me salieron los ojos de las órbitas.
—¿Qué? ¡Aeropuerto! Acabas de llegar. 91
Me dio la mirada de manual de cuál-es-tu-punto.
Cerrando mis ojos con fuerza, pasé mis manos por la cara. Tenía que ser un
sueño o una pesadilla. Necesitaba despertar. Pero cuando quité mis manos, él aún
estaba allí.
—¿Solicitaste una visa y volaste a China solo para besarme?
Asintió.
—Merece totalmente la pena. ¿No estás de acuerdo?
—Bueno, sí… no… —Sacudí la cabeza—. No sé. ¿Quién hace eso? ¿Quién
vuela al otro lado del mundo para besar a alguien a quien ha visto cinco veces en
toda su vida?
—Entonces, ¿estás contando? —Sonrió.
—No.
Sí. Conté cada segundo que pasamos juntos desde nuestro primer encuentro.
Conté las sonrisas.
Las apariciones de hoyuelos.
Las veces que sus ojos vagaron por mi cuerpo.
Las mariposas en mi estómago.
Cada caricia. Cada mirada. Cada momento en el que sentí que nuestra
conexión había existido antes de que nos conociéramos.
Sí, conté. Cada. Uno.
—¿Lake?
Levanté la vista de mi mirada distraída al suelo entre nosotros.
—¿Qué?
—Estoy bromeando. No volé aquí solo para besarte.
Sonreí.
—Eso sería una locura.
—Probablemente. —Se volvió y abrió la puerta trasera del taxi—. Pero lo
habría hecho —dijo a medida que me deslizaba en el asiento trasero.
Solo quedaba una cosa por hacer. Apreté los puños en el centro de mi pecho
como un superhéroe que se quita la ropa de calle, pero en su lugar abrí mi pecho y
dije en silencio:
—Aquí está mi corazón, solo tómalo.
92

—Estás terriblemente callada para alguien que piensa tan alto.


Me volví hacia él mientras el taxi se abría paso entre el tráfico vespertino.
—Estás aquí, y yo estoy… sin palabras. ¿Estás seguro de que no tienes algo
más en juego? ¿Reuniones? ¿Terapia? ¿Capacitación?
Inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, una sonrisa creció a lo largo
de su rostro hermoso.
—Creo que Pekín sería un lugar muy extraño para realizar reuniones,
terapias o cualquier tipo de entrenamiento de la NFL. ¿Es tan difícil de creer que
vine aquí solo para verte? —Levantó la cabeza y abrió los ojos, inmovilizándome
con una mirada intensa que exigía una respuesta.
—Bueno… sí, lo es. No es que no merezca que me sigan por medio mundo.
—Le dediqué una sonrisa coqueta—. Es solo que este es un gran gesto de
proporciones épicas. ¿Eres ese tipo? ¿El que es ECT?
—¿ECT? —Entrecerró los ojos.
—Excesivo con todo.
Se rio y miró por la ventana.
—No. Soy el tipo que decidió poner mi carrera en primer lugar el día que
fui reclutado. Soy el tipo que básicamente le entrega a una chica un contrato de
citas que dice que nunca será más que algo casual porque el fútbol es lo primero.
Soy el tipo que preferiría ver imágenes de juegos que porno. Soy el tipo que está
concentrado el cien por ciento del tiempo.
Me devolvió la mirada y el tiempo pareció detenerse mientras nos
contemplábamos.
—Volaste a China para besarme —susurré.
Asintió, pero su sonrisa juguetona desapareció. Fue como si la realidad de
su comportamiento imprudente finalmente lo alcanzara.
Me estiré entre nosotros y tomé su mano, dándole un apretón fuerte.
—No se lo diré al «tipo» del que acabas de hablar. Este será nuestro pequeño
secreto.
Miró nuestros dedos entrelazados.
—Gracias. Se enfadaría mucho conmigo por ser tan impulsivo.
93
—Suena como un verdadero aguafiestas.
La sonrisa de Cage regresó, y todo volvió a estar bien en nuestro lado del
mundo.
—Simplemente está concentrado. Aparte de eso, es un tipo bastante bueno.
—Ah, ¿sí?
Sus ojos se encontraron con los míos.
—Sí.
Para cuando llegamos a mi hotel, Cage parecía volver a su jovial forma de
ser.
—¿Conseguiste una habitación aquí? Y si es así, ¿cómo supiste que me
estaba quedando aquí?
El taxista sacó la maleta de Cage del maletero.
—No sabía dónde te hospedabas, y aún no tengo una habitación en ningún
lado. Solo hice los planes necesarios para llegar aquí.
Nos detuvimos en la recepción, pero no había habitaciones disponibles, ni
siquiera para una celebridad estadounidense.
—Te quedarás conmigo.
—¿Qué? No. —Cage negó con la cabeza.
El chico voló a China para besarme, pero era demasiado caballeroso para
quedarse en la misma habitación conmigo. Hombre, lo amaba antes de que tuviera
sentido.
—Iré a otro hotel.
—Ni hablar.
Sonrió.
Mi piel se calentó por su mirada de qué-estás-insinuando.
—Solo digo que es una tontería cuando tengo esta suite que mi jefe está
pagando, y ni siquiera es tan tarde. Aún podríamos hacer algo esta noche.
Su sonrisa se profundizó.
—Y por algo no estoy insinuando nada como…
—¿Cómo…?
Puse los ojos en blanco.
94
—No voy a saltar sobre ti. No me refiero a nada de eso de una manera
sexual.
Sí, en el sentido de «desnudarme y enterrar tu cabeza entre mis piernas».
Eso era exactamente lo que quería decir porque necesitaba sexo, y lo necesitaba
con él. El sudor comenzó a gotear a lo largo de mi piel.
Arqueó una ceja.
—¿Saltar sobre mí?
—Solo quiero decir que podemos compartir una habitación sin tener sexo,
si eso es lo que te preocupa.
Echó un vistazo rápido al vestíbulo.
—¿Crees que me preocupa tener sexo contigo? —dijo en voz baja.
—No, simplemente no quiero que te sientas obligado a tener sexo conmigo.
El beso fue suficiente.
No fue suficiente. Oh Dios, quería mucho más. ¿Qué me pasaba? ¿Cuándo
me volví tan mentirosa? Debe haber algo en el agua de Minneapolis,
probablemente escurrimiento de pesticidas, y nada era seguro para beber en Pekín,
al menos eso es lo que me dijo Thad. Primero Shayna, y luego Cage. ¿Cuál era mi
problema con todas las mentiras?
—Esta es la conversación más loca que he tenido.
Suspiré.
—Solo vente.
Sus ojos se abrieron de par en par.
Sacudí la cabeza.
—Ven a mi habitación, eh… solo… —Me había transportado a la
secundaria nuevamente donde cada palabra significaba algo sexual a los ojos de
las niñas inmaduras y risueñas. ¿Cómo volví a ser esa chica a los veinticuatro?

95
Once
Cage

Volar a China por capricho se encontró con una tormenta de oposición de


las personas en mi vida a quienes había contratado para mantenerme enfocado y
fuera de problemas. No era el tipo propenso a los problemas, pero el día que firmé
con Minnesota, los problemas parecieron perseguirme, generalmente en forma de
personas codiciosas que decían haber sido mi mejor amigo en la escuela primaria
o mujeres desesperadas por meterse en mi cama.
Setenta y dos horas después de amenazar con despedir a las mismas 96
personas que contraté para evitar que tomara decisiones precipitadas, me encontré
en una suite en un hotel de Pekín con una mujer que me hizo cuestionar mi
dirección en la vida. Eso me asustaba. Ella me asustaba.
—Entonces, ¿qué quieres hacer que no involucre sexo? —Lake arrojó su
bolso en el sofá negro junto a la ventana que daba a la ciudad.
Ahí es donde dormiría. La cama tamaño King en medio de la habitación se
veía atractiva después de mi viaje largo, pero necesitaba permanecer lo más lejos
posible de su cama. Mi tiempo se dividiría a partes iguales entre el sofá y las duchas
frías.
Asentí.
—Me encanta que la idea de que tengamos sexo ahora se haya convertido
en una especie de broma. —Dejé mi maleta en el portaequipajes.
Lake levantó los hombros y sonrió.
—Estás mirando fijamente.
Parpadeé varias veces.
—Lo siento, solo… te estoy asimilando.
—Ah, ¿sí? —Extendió los brazos a los lados por un momento, y luego los
dejó caer contra su cuerpo—. ¿Y qué ves?
Crucé los brazos sobre mi pecho.
—¿Estás buscando cumplidos, Jones?
—¿Jones? —Se rio.
Mis labios se torcieron hacia un lado a medida que entrecerraba los ojos.
No se derritió bajo mi mirada escrutadora. Lake tenía sus inseguridades, eran como
pequeños momentos fugaces, destellos aquí y allá, pero nunca parecían ser sobre
su apariencia, su pierna o cualquier cosa en el exterior. No podía entenderlo.
—Encajas aquí. Grandes ojos de muñeca china. Largo cabello liso y negro.
Piel perfecta. Nariz diminuta. Cuerpo pequeño. Aunque las orejas…
Se agarró las orejas.
—¿Qué pasa con mis orejas?
Me encogí de hombros.
—Sobresalen un poco, pero no te preocupes por eso. Estoy seguro de que
nadie se da cuenta a menos que lleves el cabello hacia atrás.
—¿Orejas de Dumbo? ¿Estás sugiriendo que tengo orejas de Dumbo? —Su
voz se elevó unas cuantas octavas.
97
No me jodas. Lake Jones era la mujer más sexy que hubiera conocido, y
creo que lo supe al momento en que la vi. ¿La prótesis que parecía de la era espacial
debajo de la rodilla? Solo la hacía más sexy a mis ojos. Mantenía la cabeza en alto,
los hombros hacia atrás, con una sonrisa confiada. Era dueña de sí misma por
completo.
—No. No estoy sugiriendo que puedas volar.
Entrecerró los ojos.
—No es lo que pregunté.
Me acerqué a ella. No se inmutó. Necesitaba parar. Necesitábamos
sentarnos en extremos separados del sofá, y ver algo como La Lista de Schindler.
Mi pene necesitaba ser eliminado de la ecuación, pero era duro (en todos los
sentidos de la palabra) porque si los eventos de los días anteriores fueran a ser
reducidos a la pura verdad… volé al otro lado del mundo solo para ver si sus labios
tenían el sabor que recordaba de tres años antes. Lo hicieron, pero aún mejor.
Mis manos se flexionaron; se morían por tocarla. Solía quedarme parado
sin hacer nada, esperando que mis receptores se abrieran, paciente y tranquilo,
mientras mis linieros trabajaban para mantener a raya a los muchachos intentando
plantar mi culo en el suelo. Tenía el control. Con Lake, era el niño que corría por
la calle detrás de una brillante pelota de playa con los colores del arcoíris. La mujer
me robaba toda autopreservación por el simple hecho de existir en mi mundo.
Un golpe en la puerta borró el ceño fruncido en su rostro, y me salvó de mis
pensamientos descontrolados.
Me señaló con un dedo rígido.
—No estás libre de culpa.
Tal vez no iba a salvarme de nada.
Lake vio por la mirilla.
—No estoy obligada a verte hasta mañana —gritó.
—Oh, vamos, amor. Solo paso para darte las buenas noches —respondió la
voz apagada de un hombre.
«Amor» no me sentó bien, tampoco los celos que provocó.
Lake abrió la puerta, refunfuñando algo por lo bajo.
—Buenas noches, Thad. —Iba a cerrar la puerta, pero la mano de él la
detuvo.
Me acerqué.
—¿Tienes compañía? —Miró más allá de ella hacia mí.
98
Lake suspiró, retrocediendo cuando Thad dio un paso dentro de la
habitación. Levantó la mano, un híbrido Iron Man-Doc Ock. Ocho dedos.
—Él no parece chino, amor. —Me miró.
—Lo es. Solo es la mala iluminación. —Empujó contra su pecho, pero su
cuerpecito hizo el impacto de una mosca—. Te veré en la mañana.
Thad sonrió engreído, mirando a Lake. No me gustó la forma en que la miró.
Tal vez fue porque la llamó «amor». Tal vez uno no tenía nada que ver con el otro,
o tal vez tenían todo que ver el uno con el otro. No importaba. Me dejó al límite.
—¿Le estás pagando?
Cerré mis manos en puños, pero la respuesta atípica de Lake desvió mi ira.
—Sí. —Empujó hacia la puerta con todo su cuerpo, y él retrocedió—. Le
estoy pagando por sexo, ahora vete porque estás desperdiciando mi dinero.
—Entonces, ¿estás intentando decirme que el mariscal de campo ganador
del Trofeo Heisman de Minnesota acepta dinero a cambio de sexo en Pekín durante
la temporada baja?
Lake refunfuñó de nuevo, más fuerte, pero todavía con pensamientos
imperceptibles. Se volvió hacia un lado, gesticulando para que Thad entrara.
—Thaddeus Westbrook, conoce a Cage Monaghan. Cage, este es Thad, mi
jefe entrometido.
—Hola. —Sonreí, haciendo mi mejor esfuerzo para darle el beneficio de
cada duda que tuviera en mi cabeza.
—Soy un gran admirador. —Sonrió, pero al mismo tiempo vi la mirada
protectora en sus ojos, la que solo otro chico notaría. Thad pensaba que estaba
invadiendo su territorio, y Lake no se daba cuenta.
—¿En serio? —Lake entrecerró los ojos hacia él.
Thad le dio una mirada rápida antes de volver su atención a mí.
—Sí. De hecho, tengo varias patentes de rodilleras que permitirán a los
jugadores lesionados volver al campo en la mitad de tiempo con un riesgo limitado
de lesiones nuevas. —Se encogió de hombros—. Veo muchos deportes. Es
investigación.
—He tenido bastante suerte hasta ahora, sin lesiones importantes.
—No es si, es cuando, pero estoy seguro de que lo sabes.
Asentí. Por supuesto que lo sabía, pero no me gustaba pensar en lo
desconocido. 99
—¿Vendrás a ver a Lake mañana en acción? Jerry Chu la está preparando
para una aleta increíble, y también para escalar. Es innata en todo lo que intenta
hacer. Esa es una de las razones por las que la contraté. No tiene miedo. —Apoyó
la mano en la parte baja de su espalda.
Eso tampoco me gustó.
—Me encantaría, pero no quiero ser un estorbo o una distracción.
Sus ojos se movieron hacia mí, pero no dijo nada. Una de las cosas que noté
de inmediato cuando nos conocimos fue cómo sus emociones se revelaban en sus
ojos o en su sonrisa antes de decir una palabra. Literalmente parecía honesta. Sin
embargo, en ese momento ella no reveló nada.
—¿Algo más, Thad?
Su expresión de ceño fruncido reflejaba mi propia confusión. Después de
unos momentos de palabras no pronunciadas entre ellos, Thad se volvió hacia la
puerta.
—Cage, fue un enorme placer haberte conocido. —Thad siguió mirando a
Lake.
—Igualmente.
—Pórtate bien. —Golpeó la punta de uno de sus dedos robóticos en la nariz
de Lake dos veces antes de desaparecer por la puerta.
La cerró y apoyó la espalda contra ella.
—Lo siento, él es… él.
Me encogí de hombros.
—Parece estar bien. ¿No te agrada?
Sus cejas se elevaron.
—No, por supuesto que me agrada. Nunca trabajaría para alguien que no
me agradara. La vida es demasiado corta para esa miseria. Simplemente es… —
Rozó sus dientes a lo largo de su labio inferior una y otra vez. Era un lado nuevo
de ella, un gesto verdaderamente nervioso.
—Dime.
Alzó la vista y exhaló un suspiro lento que hizo que su cabello se apartara
de su frente.
—Thaddeus ha visto un lado muy vulnerable de mí. Me ha visto tropezar y
caer más veces de las que puedo contar. El año pasado me salvó de ahogarme en
una piscina cuando se me cayó una prótesis tipo aleta durante mi primera vuelta.
100
Por supuesto que podía nadar muy bien sin ella, pero en ese momento me asusté.
No fue un momento «sin miedo» para mí.
—Canta tus alabanzas bastante bien. —Asintió lentamente—. No tengo que
ir mañana. Este es tu trabajo. Podemos encontrarnos más tarde cuando hayas
terminado.
—¿Quieres ver la televisión?
Lo tomé como un «sí, nos encontraremos más tarde y ahora dejaremos de
hablar de eso».
—Por supuesto.

Lake
Mi mamá me dio seis meses después del accidente para llorar, para
arrepentirme, para sentir pena por mí. Tomé todos los días. Nada de lo que hice
durante esos seis meses me devolvió a Ben, ni mi pierna, ni los sueños que creía
que eran el propósito de mi vida. Podría haberme dado diez años, y el primer día
del undécimo año el resultado habría sido el mismo: sin Ben, sin pierna, sueños
destrozados.
Mes siete, día uno, me desnudé y me paré frente a un espejo de cuerpo
entero sobre mi única pierna. Me despedí por última vez y en silencio de Ben, de
mi pierna, y de los sueños que albergaba. Entonces, me presenté al reflejo en el
espejo. Parpadeé, y en ese momento Lake Jones estaba completa otra vez.
Una chica nueva.
Soltera.
Una chica soltera con sueños nuevos.
Cage Monaghan voló a China para besarme. Si no se casaba conmigo, sería
muy incómodo para mi futuro esposo o mis hijos escuchar que mi mayor recuerdo
fue otro hombre que voló a China para besarme.
—Estás bostezando. Pareces cansado —dije mientras nos relajábamos en el
sofá viendo los peores programas de televisión de la historia.
Cage miró el reloj.
—Bueno, no he dormido en casi veinte horas, así que sí, estoy un poco
cansado.
—Apagaré la televisión. Prepárate para la cama.
Sacudió la cabeza, llevándose el puño a la boca para ocultar otro bostezo.
101
—Está bien.
Me gustaba su cabello rubio un poco desordenado, su camiseta blanca un
poco arrugada y sus pies descalzos apoyados en la mesita de café frente al sofá.
Tan. Sexy.
Me arrastré hasta el final.
—Ven, túmbate.
Me reí cuando intentó maniobrar su gran cuerpo en el sofá sin invadir mi
espacio.
—Pon tu cabeza en mi regazo, tonto.
Me dio una mirada inquisitiva.
—No te afeitaré una ceja ni escribiré idiota en tu frente con un marcador
permanente. —Palmeé mi regazo.
Desenroscando su cuerpo curvado otro metro, apoyó la cabeza en mi
regazo.
—Tampoco me dibujes mierdas de los Packers o Bears en la cara.
—Shh… —Presioné mi dedo en sus labios—. Duerme.
Cage envolvió su mano alrededor de mi muñeca, manteniendo mi dedo
presionado contra sus labios mientras lo besaba. Luego besó el interior de mi
muñeca antes de poner mi mano sobre su corazón y cubriéndola con la suya
mientras cerraba los ojos. Tuve que recordarme que debía respirar. Con mi otra
mano pasé mis dedos por su cara en patrones al azar, y jugueteé con su cabello
suavemente. Tarareaba o tal vez ronroneaba como Trzy.
Después de que todo su cuerpo se relajó visiblemente, y estuve segura de
que estaba dormido, miré en la dirección de Dios y susurré:
—¿Puedo quedármelo? ¿Por favor? —No quería jugar la carta de «me
debes» con el creador del mundo, pero… me lo debía.

102
Doce
Cuatro horas. Pasé cuatro horas viendo televisión extranjera solo para poder
mirar a Cage y sentir su corazón latir contra la palma de mi mano. Eventualmente,
tuve que orinar. Vejiga estúpida. Mi chico apuesto (sí, porque ya lo había
reclamado) estaba muerto para el mundo cuando salí de debajo de él. Después de
un viaje al baño, decidí que también era hora de desmayarme. Golpeé mi pared
mágica y el mundo se volvió negro.
El sonido penetrante del metal doblado me sacó de mi sueño, jadeando y
sudando. Era la misma pesadilla. Mismos sonidos. Mismos sentimientos.
—Solo un sueño —me susurré entre respiraciones laboriosas al tiempo que
me sentaba.
Un rayo de luz se escapaba por la parte inferior de la puerta del baño, y la 103
ducha estaba encendida. Ayer pasó, no fue un sueño. Ese solo pensamiento alivió
la ansiedad de mi pesadilla. Alcancé mi teléfono en la mesita de noche.
—De. Ninguna. Manera.
Apoyada en la base de la lámpara había una tarjeta.
CAPÍTULO TRES
No tenía sentido. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? Me deslicé en mi pierna y fui
directamente al baño, irrumpiendo sin previo aviso.
—¿Capítulo tres?
—¡Maldición! ¡Lake! —En la ducha, Cage me daba la espalda.
Las puertas de vidrio cubiertas de condensación ocultaban mi vista de su
trasero desnudo, pero solo un poco. Mi cerebro hizo una nota mental, como lo
hacen mejor los cerebros, para enloquecer en forma de un baile feliz muy privado
al ver su cuerpo increíble. Sin embargo, mi boca tenía su propia agenda que parecía
estar unos pasos por delante de los pensamientos reales impulsados por el cerebro.
—¿Eres responsable de estas notas? La que está en mi equipaje de mano y
la que… Dios mío, ¿tú contrataste a Flint para sacarme de la cárcel? ¿Enviaste a
ese chico a devolverme el auto? ¿Y me diste esa nota?
Cage se aclaró la garganta. Sus manos estaban presionadas contra la pared
de la ducha, con la cabeza inclinada.
—Estoy en la ducha. Por casualidad, ¿es algo que podamos discutir en unos
cinco minutos, y no en el baño conmigo desnudo?
Entonces, sucedió. Mi cerebro se puso al día con mi impulsividad. ¡Maldita
sea! El hombre de la NFL de mis sueños era tan atractivo. Tuve que tomarme un
momento y mirar. Físicamente, no había otra opción. Los músculos de su culo,
glúteos… lo que sea. Me encantaba un hombre con los músculos del culo
definidos, y sus piernas, espalda y hombros… magníficos.
—Lake Jones, ¿vas a ducharte conmigo?
Me limpié la frente. Hombre, hacía calor allí.
—¿Q-qué? Mmm… no.
—Entonces, vete.
—Ah… está bien.
Me fui. Tan pronto como me dejé caer en la cama, grité en la almohada, mi
cuerpo sacudiéndose en todas direcciones. Era demasiado para una chica, así que
agarré mi teléfono y le envié un mensaje de texto a Lindsay. 104
Lake: Estoy en Pekín con el hombre de mis sueños, y él está en la ducha.
Lo vi desnudo, y no hemos tenido sexo. Estoy muriendo. ¿Qué debo hacer?
Golpeteé la pantalla de mi teléfono como si mi impaciencia fuera a acelerar
su respuesta.
Lindsay: Por favor, dime que no es ese tipo Jerry.
Lake: No. El chico del fútbol de Omaha.
Lamentablemente, ese era el nombre en clave de Cage entre Lindsay y yo.
Ella conocía toda la experiencia de «un día, un todo» que tuve tres años antes. Sin
embargo, no sabía nada sobre nuestro encuentro casual en Minneapolis.
Lindsay: ¿EL chico del fútbol? ¡¡¡¡De ninguna jodida manera!!!!
Lake: Me tengo que ir. La ducha acaba de cerrarse.
Lindsay: Date prisa, móntalo antes de que se vista. ¡Solo hazlo, nena!
Lake: Veré qué puedo hacer.
Sí… no, eso no iba a pasar. Las palabras eran lo mío. Prácticamente hablaba
sin parar, pero «Antes de que te pongas la ropa, ¿podrías dejarme montar tu polla?»
no estaba en mi repertorio de frases que me sentía segura diciéndole a un chico.
La puerta se abrió. El hombre más sexy del mundo dio la vuelta a la esquina
con jeans y una camiseta verde desteñida, con el cabello aun chorreando.
—¿Hablabas en serio de que me duchara contigo? —Otro ejemplo clásico
de mi boca volviéndose rebelde. Eso no estaba en el apuntador electrónico. Se
suponía que debía dirigirme a las tarjetas de notas.
Cage se pasó la toalla blanca por la cabeza, y luego la arrojó en el respaldo
de la silla del escritorio.
—Por lo general, si una mujer entra al baño mientras estoy en la ducha,
significa que quiere unirse a mí.
Fruncí el ceño.
—Vaya. ¿Es típico que las mujeres se acerquen a ti mientras te duchas? —
Aun así, estaba muy lejos del tema, pero un asunto más urgente tenía prioridad.
Se rio entre dientes, sacudiendo la cabeza.
—No.
Intenté no actuar demasiado aliviada, pero ciertamente lo estaba.
—¿Por qué las tarjetas? —Subí la sábana sobre mi pecho; me di cuenta de
que no llevaba sujetador. ¿Era justo que protegiera mis pezones cubiertos por una
105
camiseta después de mirarlo boquiabierta completamente desnudo?
Probablemente no.
—¿No te acuerdas?
Recordaba todo, incluso cosas que fingía no recordar porque no quería
parecer una perdedora sin vida. ¿Títulos de capítulos y tarjetas de notas? Eso, no
lo recordaba.
Arrugué la nariz.
—No. Dime.
—No. Lo recordarás con el tiempo. —Se rio un poco—. En realidad, me
alegro de que no lo recuerdes. Tendrá un mayor impacto cuando finalmente lo
hagas.
—No puedes hablar en serio. ¿No vas a decirme?
—No. —Se sentó en el borde de la cama, trayendo consigo su aroma limpio
y jabonoso. Crucé las piernas debajo de la sábana, con la esperanza de aliviar el
palpitar miserable que me producía su proximidad—. ¿Puedo ver tu pierna?
—Umm… —Me froté los labios. No vi venir esa solicitud—. Por supuesto.
—Saqué la sábana y descrucé las piernas. No estaba cohibida o avergonzada.
Había aprendido muy pronto a no ocultarla. Esa era yo, toda de mí, cien por ciento
completa.
—¿Puedo? —Su mano se cernió sobre el extremo de mi pierna.
Asentí.
Rozó las yemas de sus dedos a lo largo de mi pierna, mirándome a los ojos
de vez en cuando.
—¿Te asusta?
Sonrió, y sacudió la cabeza.
—Nada de ti me asusta… bueno, irrumpir el baño conmigo en la ducha me
asustó un poco. —Su mano subió por mi pierna.
Seguí su camino, una parte de mí rogándole que siguiera moviéndose hacia
el norte, y el otro uno por ciento pensando que debería detenerse. Consideré que el
uno por ciento era un problema técnico que llegaría al otro noventa y nueve por
ciento si seguía adelante.
—No vi nada. Estaba demasiado lleno de vapor.
Mentira. Mentira. Mentira. ¿Por qué se había vuelto tan adictivo?
106
Cage sonrió, mirándome a los ojos.
—¿No viste nada?

Cage
¿Qué estás haciendo? Canté una y otra vez en mi cabeza. Mentí. Ella me
asustaba muchísimo, y no tenía nada que ver con su pierna. Eran los sentimientos,
los malditos sentimientos femeninos que tenía a su alrededor. No podía controlar
las cosas que decía o la forma en que me sentía más de lo que podía controlar mi
erección creciente.
Claro, quería tocar su pierna como un gesto de que no me molestaba, pero
en realidad solo quería tocarla. Mi mano subió por su pierna por sí sola. Lake tomó
una bocanada de aire rápida. Hice una pausa, pero sus expresivos ojos azules me
dijeron que continuara.
Esa fue mi defensa. Sus ojos decían que sí. ¿Y sus pezones? Me dieron una
ovación de pie. Dios, ¿acaso su camiseta azul claro podría ser más ajustada?¿Más
delgada? Sin embargo, los pantaloncillos eran diminutos, y con la pierna doblada
podía ver sus bragas blancas, y juro que se veían mojadas. Estaba dolorosamente
duro. La habitación se sentía a más de treinta y siete grados, y a cada tres segundos
tenía que tragar grandes cantidades de saliva porque la deseaba tanto.
Se humedeció los labios una y otra y otra vez. Cada vez quise inclinarme y
hacerlo por ella. Moví mi mano hacia arriba un poco más. Lake aspiró otra
respiración rápida, pero esos ojos suyos aún me suplicaban que siguiera adelante.
Quería, necesitaba saber si sus bragas estaban realmente mojadas, y necesitaba
saber qué tan mojada la puse. Me había vuelto rebelde, dejando atrás mis
responsabilidades, y probablemente también mi posición inicial… todo por una
chica.
Los únicos sonidos en la habitación eran los ecos de la ciudad afuera, mi
constante tragar y su aliento cargado que escapaba cada vez que su lengua rosada
salía para humedecer esos labios que quería probar de nuevo.
Uno o dos centímetros más, mi mano subió por su pierna hasta que mi
pulgar descansó en la parte interna de su muslo, a escasos centímetros de esas
bragas blancas y mojadas. No dijo nada. ¿Por qué no me decía que me detuviera o
me agarraba la mano? ¿Por qué no me detuve por mi cuenta? Quería besarla, pero
ganó mi deseo de verla reaccionar a mi toque.
—Lake, dime que pare. 107
Solo me miró fijamente, con los labios entreabiertos.
—Lake, dime que esto es demasiado rápido. Dime que lo que está pasando
entre nosotros es una locura porque… —Mis ojos revolotearon entre los de ella y
mi mano en lo alto de su pierna.
—Porque… —susurró—… se siente como si nos conociéramos desde
siempre. Como si ese único día hace tres años tuviera el mismo significado que
todos los días anteriores. Porque en el único día que necesitabas volver a sentir una
conexión con la vida, aparecí en tu puerta. Yo fui tu conexión.
Ella lo hizo. Llamó a mi puerta cuando el dolor, la ira y la pérdida eran
demasiado. Estaba tan enojado con mi papá por dejarme, por rendirse, por morir.
Nada en mi mundo tenía sentido hasta que abrí la puerta ese día, entonces
mágicamente, todo tuvo sentido.
—Sí —susurré.
Lake asintió.
—Lo sé porque tú también eras la mía. Confirmaste lo que había estado
intentando convencerme durante el año anterior: ni un solo ayer importaba.
Lake
Quería que me tocara, pero más que eso, quería que supiera que sentí todo
lo que él sintió el día que nos conocimos. Esos sentimientos nunca desaparecieron
para mí; se convirtieron en el estándar con el que comparé todos los demás
sentimientos. Claro, quería sexo, diablos, estaba desesperada por eso, pero quería
más que sexo con Cage.
Quería al hombre.
Lo quería a él.
Quería recordar siempre que todos mis ayeres no importaban.
Cuando me miraba, cuando me tocaba… eso se convertía en mi realidad,
mi verdad.
—No he tenido sexo en mucho tiempo e incluso entonces fue… —Me tapé
la boca con la mano.
Cage comenzó a quitar su mano de mi pierna y lo detuve con la otra mano.
—No te detengas —murmuré y luego me quité la mano de la boca,
108
mordiéndome los labios con fuerza.
Su expresión pasó de confiada y sexy, a ligeramente mortificada y
completamente confundida.
—Lo siento. Solo dije eso para que no tuvieras grandes expectativas. No es
que no sepa lo que estoy haciendo… es solo que cuando hagamos eso, o si lo
hacemos, va a progresar rápidamente para mí, como un chico de quince años con
una supermodelo. —Cage no pudo ocultar su sonrisa—. Y solo para aclarar… tú
eres la supermodelo y yo soy el chico de quince años en ese escenario.
—N-no sé qué decir. —Sus ojos revolotearon entre los míos y mi mano
sosteniendo la suya en mi pierna.
Trzy no me hacía competencia. Mis habilidades desvergonzadas para
tocarme, acariciarme, amarme superaban las suyas. Desesperada. Tenía que
parecer patéticamente desesperada. Entregándome a la realidad de que mi gran
bocaza le robaba a mi vagina la atención que tanto necesitaba, solté su mano y me
dejé caer de lado, cubriendo mi cabeza con una almohada.
—No puedo pensar a tu alrededor. ¡Argh! Que alguien me dispare, por
favor.
—¿Quieres que me vaya?
Me levanté.
—¡No!
Cage desenredó mi cabello pegado a mi cara.
—¿No?
—Prefiero ser una idiota llorona contigo aquí que un genio educado sin ti.
—Eso es sexy. —Pasó sus manos por mi cabello, agarrando mi cabeza como
si se preparara para tomar algo que era suyo. Mujer independiente, no pertenecía
a ningún hombre, bla, bla, bla… quería ser de él. El deseo de encontrar al chico
que me hiciera querer ondear mi bandera blanca vivía en la parte no feminista de
mi cerebro. Cage era digno de esa bandera blanca.
Sonreí.
—En realidad, no lo es, pero soy yo y quiero gustarte.
Me empujó a un suspiro de sus labios.
—Estoy aquí, Lake. Creo que somos buenos en el departamento de
«gustar». —Luego me besó.
—Mis dientes —murmuré contra sus labios—. Necesito… cepillarlos… 109
—Cállate —murmuró en respuesta.
Sin romper nuestro beso, apoyé mis manos en sus bíceps a medida que él
sostenía mi cabeza. Poniéndome de rodillas, mis manos se deslizaron hacia abajo
y recogí puños de su camisa, subiéndola por su torso. No volvería a hablar. La vida
estaba destinada a ser vivida. Ben murió, pero yo viví… vivía.
Cage rompió nuestro beso y sonrió tanto que mi corazón estuvo a punto de
explotar en un mar rojo de purpurina. Se estiró hacia atrás y agarró su camiseta,
quitándosela en un movimiento rápido. Tuve que recordarme que debía respirar.
El Señor NFL-que-me-siguió-a-China tenía un cuerpo ridículamente en forma.
Debe haber notado mi mandíbula floja, y mi pecho tambaleándose al borde
de la hiperventilación.
—No tenemos que hacer esto.
Mis ojos se posaron en los suyos.
—Cállate. —Sonreí y me abalancé sobre él. Cayó de espaldas en la cama
conmigo encima de él.
—Uf… —Su dolor fingido no me desconcertó mientras besaba su pecho y
su cuello. El mejor desayuno de todos.
—Por favor, por favor, por favor, dime que tienes un condón —murmuré
sobre su mandíbula, abriéndome camino hacia sus labios en tanto me agarraba la
parte posterior de las piernas para montarme sobre su polla.
—Si digo que sí, ¿significará que soy demasiado atrevido?
Me detuve, flotando sobre su rostro, nuestras narices casi tocándose, mi
cabello cayendo a nuestro alrededor como una cortina.
—No. Creo que, si dices que sí, significa que vas a anotar esta mañana,
Monaghan.
Su mirada recorrió mi rostro. Si tan solo hubiera podido leer su expresión,
pero no podía. Simplemente sabía cómo me hacía sentir: en algún lugar entre la
borrachera y la nostalgia total.
De un tirón repentino, se sentó conmigo a horcajadas sobre su regazo, sus
manos acunando mi cintura.
—Necesito que escuches esto. —Una arruga de preocupación se alineó en
su frente.
—Está… bien… —Mis ojos se entrecerraron un poco.
—No puedo definir esto, nosotros, pero debes saber que esto significa algo. 110
¿De acuerdo?
Asentí lentamente, manteniendo mi mirada fija en la suya mientras
levantaba mis brazos por encima de mi cabeza. Le tomó una eternidad quitarme la
camiseta, subiéndola poco a poco por mi cuerpo tan lentamente que pensé que
podría tener un orgasmo por lo jodidamente sexy que hizo que algo tan simple
como quitarme la camiseta se sintiera. Su confianza solo rivalizaba con su
sensualidad.
Cuando mi camisón cayó al suelo, y mi cabello cayó en cascada por mi
espalda y pecho, respiré temblorosamente. Cage no se movió, a excepción de sus
ojos. Se tragaron cada centímetro de mi piel desnuda.
—Concéntrate, Monaghan… no pierdas la cabeza.
El calor en sus ojos abrasó los míos, pero aun así mostró una sonrisa
arrogante que nunca había visto. Maldición, estaba más que lista para comérmelo
vivo. La abstinencia me había dado mucha hambre.
—Tengo esto.
Yyyyy reclamó mi orgasmo. Dos simples palabras, dichas con total
confianza, empaparon mis bragas.
Sus ojos regresaron a mis pechos desnudos, sin tocar, sin lamer, solo…
mirando fijamente. Una completa tortura. Me retorcí un poco en su regazo. El
agarre que tenía en mis caderas se hizo más fuerte. Aparentemente no estaba
permitido frotarme contra su polla. Solo… mirar.
¡Argh! ¡Me está matando!
Cage se humedeció los labios.
—Dime, Lake… ¿qué parte de mi cuerpo debería darte tu primer orgasmo
esta mañana?
Trago pesado.
¿Qué tan vergonzoso era que estuviera en camino de darme uno con nada
más que sus palabras? Mucho. Así de vergonzoso era.
Él esperó.
Oh Dios… en serio esperaba que respondiera esa pregunta.
Justo cuando abrí la boca para declarar mi pedido, un golpe fuerte en la
puerta destrozó nuestro momento como un mazo.
—¡La. Peor. Sincronización. Del. Mundo! —grité lo suficientemente fuerte
para que Thaddeus y el resto del piso quince me escucharan.
Saltando del regazo de Cage, recuperé mi camiseta, me la deslicé por la 111
cabeza y la estiré sobre mis piernas antes de pisar fuerte hacia la puerta como una
niña malcriada que es enviada a su habitación.
—Buenos días para ti también, amor. —Thad agarró una taza blanca con
una tapa negra de una bandeja de bebidas—. Té. Ahora tienes que perdonarme por
lo que sea que he hecho, lo cual, por supuesto, no tengo idea de qué es eso. —
Entró—. Ahí está nuestra estrella del deporte. —Levantó otra taza—. Por favor,
dime que eres un hombre de café.
Me giré y, para mi decepción, Cage se había vuelto a poner la camisa.
—Sí. Gracias. —Tomó la taza de Thad.
—¿Por qué no estás lista para irte, amor?
Porque estaba a punto de tener sexo muy retrasado con el hombre de mis
sueños.
—Veinte minutos. Te veré en el vestíbulo.
—¿Y tu amigo? ¿Se unirá a nosotros hoy?
Era una pregunta razonable dada mi reacción irrazonable cuando Thad le
hizo la oferta a Cage la noche anterior. Algunos días mi trabajo me infundía
confianza, algunos días me asustaba en la piscina. Era imposible predecir cuál
Lake presenciaría Cage ese día. La noche anterior no sabía cómo me sentiría si
Cage me viera tropezar. Sin embargo, ¿esa mañana…? Solo quería que me viera.
Ambos hombres me miraron, pero yo solo miré a Cage.
—Sí. Me encantaría que se una a nosotros hoy.
Compartimos sonrisas de complicidad.
—Genial entonces… me reuniré con ustedes dos abajo en veinte.
—Gracias de nuevo por el café —gritó Cage a medida que Thad salía.
Thad levantó una mano.
—De nada.
Cage tomó un sorbo de su café, su otra mano casualmente metida en el
bolsillo de sus jeans como si no hubiéramos estado medio desnudos cinco minutos
antes.
Suspiré, por falta de palabras adecuadas para decir. Cage sonrió. Quité la
tapa de mi té que estaba demasiado caliente para beber, y lo dejé en la mesita de
noche.
—Necesito ducharme. —Asintió—. Perdón por la sincronización de Thad.
Cage se encogió de hombros, tomando otro sorbo de su café. 112
—Estás aquí por tu trabajo.
—Debería renunciar.
Sonrió.
—En realidad, deberías.
Trece
Cage
Pekín estaba a otro mundo de distancia en todos los sentidos. Aún era
técnicamente mi temporada baja, no una descripción precisa de mi vida. Bueno,
era mi vida. Siempre tenía una temporada baja, simplemente no era mi día
promedio todos los días. Seguir a una chica a China tampoco era parte de mi día
promedio o de cualquier otro día. ¿Estaba loco? Probablemente.
Flint hizo estallar mi teléfono con mensajes de texto que elegí ignorar.
Flint: 2 días. Te dije que 2 días era todo lo que tendrías. Obligaciones…
Flint: Todos los días que no estás entrenando, algún otro mariscal de
campo está trabajando para ser mejor que tú.
Flint: Espero que valga la pena. 113
Flint: Espero que la saques de tu sistema antes de que comience la
temporada.
Flint: ¡Me está volviendo loco que no respondas!
La parte más difícil del día fue no imaginar los senos de Lake porque los
había visto y no podía dejar de verlos, no es que quisiera, pero le hacía cosas a
ciertas partes de mi cuerpo que hacían que el día fuera menos cómodo. Cuando
llegamos a las instalaciones deportivas con paredes de escalada extremadamente
altas, Thad dijo que un «equipo» estaría allí para evaluar la escalada de Lake en la
nueva etapa prototipo. No esperaba un área grande y acordonada solo para ella con
otras veinte personas tomando fotos, videos, escribiendo notas en sus iPads y
disparándole una cantidad increíble de preguntas mientras trepaba la pared como
un mono.
Después de varias horas de escalada, la llevaron rápidamente a la piscina,
dejando un rastro de personas con cámaras corriendo para alcanzarla. Lake salió
del vestuario y comencé a sudar. Querido Dios… era jodidamente dueña de ese
traje de baño. No podía dejar de mirar sus tetas… senos. ¿A quién estaba
engañando? Era mi polla hablando, y eran tetas.
Todo lo que hizo me dejó sin un solo pensamiento coherente o palabra
articulada para decir. La mujer era buena, realmente buena. Una atleta que no
mostraba ninguna discapacidad. Atraía a una multitud. No esperaba eso. Se rio,
respondió a todas las preguntas e intercambió bromas con Thad y Jerry. Lake se
comprometía con todos los que la rodeaban y la amaban. Sonreí como un idiota,
usando mi gorra de béisbol baja para evitar que me reconocieran, pero no era más
que el tipo alto interponiéndose en el camino para obtener una buena imagen de
Lake Jones.
Sin embargo, mucha gente aun así tomó mi foto. Jerry me dijo que era
porque era blanco y muy alto, no que necesariamente me reconocieran.
Aparentemente, Thad también fue fotografiado mucho. Jerry dijo que la mayoría
de la gente asumía que probablemente era un jugador de la NBA.
Después de otras dos horas con cuatro versiones diferentes del prototipo,
Thad y Jerry le dieron a Lake el resto del día libre. Pensé que deberíamos volver a
su habitación de hotel porque eso es lo que cualquier chico normal pensaría
después de concentrarse en su cuerpo todo el día.
—Estoy hambrienta. ¿Almuerzo? —preguntó Lake mientras salía del
vestuario con unos jeans, Nike negros y una camiseta blanca ajustada de manga
larga. Se había soltado el cabello húmedo de la coleta.
—Eres toda una celebridad aquí.
Puso los ojos en blanco.
114
—Solo es porque acordonan el área con cinta. Las personas se sienten
atraídas por lo que creen que está fuera de los límites. Un muerto en la calle con
un contorno de tiza también atrae a una multitud. No significa que sean una
celebridad.
—Sé lo que vi, y les gusta mirarte, y les encanta cómo interactúas con ellos.
Caminamos hasta la salida.
—Creo que cuatro de ellos hablaban mi idioma. Solo sonrío. Así es cómo
interactúo con ellos.
—Lo disfrutaron.
—Está bien, Señor Celebridad Verdadera. Me di cuenta de que mantuviste
la gorra baja, y la barbilla aún más baja. ¿Eres un gran asunto por aquí?
Un conductor abrió la puerta de un todoterreno compacto negro. Thad
contrató a un conductor para Lake y su «invitado» por el resto del día, a cualquier
lugar al que quisiéramos ir. Lake subió y la seguí.
—No. No creo que sea un gran asunto aquí, pero para ser honesto, no pensé
que sería un gran asunto la primera vez que fui a comprar al supermercado después
de mudarme a Minneapolis. Por el tiempo que autografié hasta mi camioneta y
conduje a casa, mis artículos perecederos de hecho habían perecido.
—¿Adónde? —preguntó el conductor, en inglés. Bien hecho, Thad.
—Comida. Necesito comida, y no soy exigente. Algún lugar agradable pero
informal, y preferiblemente donde no haya fanáticos del fútbol americano —pidió
Lake, y luego me guiñó un ojo.
Negué con la cabeza, pero aun así tuve que sonreír cuando el conductor me
devolvió una mirada extraña en el espejo retrovisor, y luego asintió antes de salir
del estacionamiento.
—Gracias. —Lake agarró mi mano.
—¿Por?
—Por estar aquí. Por pasar hora tras hora aburrida viéndome trabajar. Los
frikis bastardos ni siquiera te acercaron una silla. Lo siento.
Besé el interior de su muñeca.
—Me encantó cada minuto. Cuando dijiste que estabas escalando con una
pierna prototipo, imaginé una pared de escalada pequeña con algunas almohadillas
antichoque. No anticipé que escalaras una pared de quince metros como una
competidora increíble. Eres buena. En serio, buena. Y la piscina… me quedé
impresionado. Y para que conste, no me dejo impresionar fácilmente. 115
Mi cumplido fue recibido con una mirada intensa, y unos momentos de
silencio. El «estás hablando en serio» brilló en neón en su rostro hermoso. Su mano
tembló en la mía. La apreté, y ella sonrió como si me creyera. No quería que
discutiera. No quería que cuestionara mi sinceridad. No quería que jamás viera su
imagen como algo menos que increíble.
—Gracias —susurró.

Lake
Pasamos una tarde perfecta recorriendo Pekín con nuestro conductor
personal, rematando con una cena a la luz de las velas y vino. Cage no bebió. Yo
lo hice, probablemente demasiado, pero necesitaba algo para adormecer mis
nervios que alimentó toda la tarde con sus palabras, sus hoyuelos y los besos
robados que tomó con cada oportunidad que tuvo.
—¿Quieres subir un rato a mi habitación? —pregunté cuando el conductor
se detuvo frente al hotel.
Cage miró su reloj inexistente en su muñeca.
—Mmm… tal vez solo por un rato. Mi visa vence en veintiocho días.
Hoyuelos.
Estaba tan perdida.
En el ascensor le envié un mensaje de texto a Thad.
Lake: Te veré mañana. Si llamas a la puerta de mi habitación de hotel esta
noche, te irás de este país necesitando partes protésicas.
Thad: No dejes que tu estrella del deporte te embarace. El peso extra
requeriría piernas nuevas. Básicamente… no tengas sexo. Buenas noches, amor.
El mensaje de Thad me hizo reflexionar. ¿No tener sexo? ¿Estaba siendo
divertido o posesivo? Sabía que la idea era ridícula, así que la descarté.
—¿Enviando un mensaje de texto a tu novio de Pekín para que espere un
poco antes de meterte en la cama?
Me reí, gracias a la copa extra de vino, mientras miraba la pantalla de mi
teléfono.
—¿Estás celoso? Por favoooor, sé celoso. Normalmente no me gusta ese
comportamiento, pero tú eres diferente. Si honestamente pensara que podrías estar
celoso, te juro que ni siquiera regresaríamos a la habitación del hotel antes de…
—Sacudí la cabeza. 116
Las puertas del ascensor se abrieron. Deslicé mi teléfono en mi bolso, y me
dirigí hacia la habitación.
—¿Antes de qué, Lake? —llamó detrás de mí.
El bajo de mi pecho seguía el ritmo de la canción que sonaba en mi cuerpo.
Era esa canción la que contenía todas mis emociones. Era la canción que me dio el
valor para darme la vuelta.
Pum, pum, pum…
No sería una mentira si dijera que salté sobre él en el pasillo. Eso es
exactamente lo que hice. Me di la vuelta, y di dos pasos antes de demostrar mis
habilidades de salto de altura. Por suerte para mí, me atrapó. Envolví mis brazos y
piernas alrededor de él y lo besé de una manera que decía: «AHORA. ¡AHORA
MISMO!»
Agarró mis piernas, sosteniéndome contra él a medida que empujaba mi
espalda contra la pared. Le arranqué la gorra, y puse mis manos en puños en su
cabello mientras mi lengua invadía su boca. Trzy habría estado orgullosa de mí.
Sus manos subieron por mis costados y sobre mis pechos. Mi espalda se
arqueó, rompiendo nuestro beso. No podía respirar. La desesperación era un
pequeño cerdo codicioso de oxígeno. Cage se aprovechó de mi cuello expuesto
cuando mi cabeza golpeó contra la pared.
—No te detengas… quiero esto… tan… tan… desesperadamente…
Su respuesta fue un gemido profundo que se disparó directamente a mi
vagina ansiosa.
—Llave… habitación —murmuró sobre mi piel.
—T-teléfono… monedero… —dije a través de mi jadeo fuerte.
Las hormonas eran pequeños cócteles que superaban los efectos del alcohol,
la decencia pública y toda la razón en general. Cage me puso de pie. Saqué mi
teléfono de mi bolso. La llave de mi habitación estaba en mi teléfono.
Lo intenté.
No funcionó.
Lo intenté una y otra vez.
No funcionó.
—Lake… —Cage se presionó contra mi espalda y extendió su mano sobre
mi estómago, las puntas de sus dedos abriéndose camino en la cinturilla de mis
jeans—. Me estás matando.
Mi frente cayó contra la puerta y cerré los ojos. 117
—No funciona.
—Lake… —Ni siquiera la desesperación en su voz o el paso de su mano
por la parte delantera de mis pantalones abriría mágicamente la puerta.
Lo intenté una última vez cuando su dedo medio alcanzó la parte superior
de mis bragas.
—¡Funciona, maldita sea! —Eso lo hizo. Solo necesitaba ser firme con ello.
Tan pronto como se abrió la puerta, sus labios volvieron a estar sobre los
míos, mis pies se levantaron del suelo, y dos segundos después aterrizamos en la
cama con su cuerpo presionando el mío contra el colchón.
—Podemos reducir la velocidad —susurró en mi oído antes de que su
lengua rozara mi lóbulo.
Tal vez podríamos haberlo hecho, pero mi cerebro no podía entender esa
idea ni mucho de nada.
—Dedos, lengua, polla —susurré con los ojos en blanco a medida que me
retorcía debajo de él, compitiendo por cada pizca de fricción que podía tener contra
mis partes más sensibles. En pocas palabras, estaba apretando mi cuerpo contra el
suyo porque mi necesidad de sexo alcanzó el nivel de desesperación
desvergonzada.
Mis ojos se abrieron cuando sentí su aliento sobre mi rostro.
—¿Qué acabas de decir?
—Fue la respuesta a tu pregunta de esta mañana.
¿Qué parte de mi cuerpo quieres que use para darte tu primer orgasmo?
Gracias a Dios, el reconocimiento iluminó su rostro. En realidad, no quería
decirlo en voz alta.
—¿Dedos? ¿Lengua? ¿Polla?
Asentí. Si lo hubiera dicho una vez más con esa misma voz de soy-sexy-y-
lo-sé-muy-bien, entonces no habría tenido que hacer nada.
Sí, estaba tan excitada… dolorosamente excitada.
Mi teléfono sonó. Dios me odiaba. En serio, no había otra explicación. Él
sabía que me estaba preparando para pecar. Negué con la cabeza cuando Cage me
miró inquisitivamente.
—Ignóralo.
—¿Estás segura?
Asentí, y agarré su cabeza y lo acerqué a mis labios. Dejó de sonar. Me
118
disculpé con Dios, y le agradecí al mismo tiempo. Mi teléfono volvió a sonar. Está
bien, claramente Dios era persistente.
—Solo atiéndelo. —Cage rodó fuera de mí.
Me senté.
—Lo haré rápido. —Empujé hacia abajo mi camiseta que él había empujado
hasta la mitad de mi torso, luego agarré mi teléfono junto a mi bolso en el suelo—
. Mamá, hola.
—Hola, cariño. Pensé en llamarte antes de que te fueras a la cama. Tengo
un poco de tiempo antes de que necesite comenzar a preparar el desayuno para
nuestros invitados.
Mis padres tenían una posada en Tahoe, y mi mamá siempre se levantaba
antes del amanecer.
—Gracias, sí, estoy a punto de irme a la cama.
Cage entrelazó sus dedos detrás de su cabeza, y sonrió.
—¿Qué tal tu viaje? ¿Te gustan los prototipos que te hizo Jerry?
—Sí, son geniales. Tendré que llamarte cuando llegue a casa y contarte todo
sobre ellos.
—¿Ya hablaste con tu hermano o con Jessica?
—¿Sobre?
—Jessica está embarazada.
—¿Qué? —chillé.
Cage giró la cabeza hacia un lado, con los ojos muy abiertos mirándome.
Mi sonrisa se apoderó de mi cara.
—Tiene que dar a luz el diez de octubre.
—Eso es genial. Grant necesita una hermana.
—Tienes que dejar que te lo cuenten y actuar sorprendida cuando lo hagan.
¿De acuerdo?
Puse los ojos en blanco.
—Sí, sí.
—Ah, ¿te conté sobre el nuevo proyecto de tu papá?
—No me parece.
La historia del nuevo proyecto de mi papá se convirtió en actualizaciones 119
completas de todos mis hermanos. Mi madre era realmente mi mejor amiga, así
que no tuve el corazón para cortarla. Sabía lo mucho que se preocupaba por mí, y
también sabía cuánto hablar conmigo por teléfono la ayudaba a sentirse más cerca
de mí, aliviando su ansiedad.
Treinta minutos después de que contesté mi teléfono, aún seguía. A pesar
de mis miradas de disculpa, Cage desapareció en el baño y regresó unos minutos
después. Me dio una sonrisa cortés. La mía aún decía: «Lo siento mucho».
Articuló: «Está bien», y se desnudó hasta quedar en calzoncillos negros. No
escuché absolutamente nada de lo que dijo mi mamá después de ese punto. Agarró
una almohada de la cama y la manta extra al final, y luego comenzó a hacer su
cama en el sofá. Cuando miró en mi dirección, negué con la cabeza y señalé el
lugar en la cama tamaño King a mi lado. Deberíamos haber estado teniendo sexo
en ese mismo momento; él había visto mis pechos esa mañana. De ninguna manera
lo dejaría dormir en el sofá.
Cage tuvo el descaro de parecer en conflicto.
Le di la mirada de «en serio», apuñalando mi dedo junto a mí y
pronunciando, «cama». Concedió con un asentimiento pequeño.
—Cariño, ¿sigues ahí?
—Eh, sí, mamá.
Ella continuó. Vi a un tipo alto y musculoso con bíceps más grandes que
mis piernas meterse en la cama a mi lado. Me dio la espalda. Quería creer que era
para darme una sensación de privacidad que realmente no necesitaba, y no que él
estaba molesto conmigo por nuestro segundo intento fallido de tener relaciones
sexuales.
Mi madre siguió hablando durante otra media hora. Tal vez debí haberle
dicho que tenía a alguien conmigo, pero eso solo habría hecho que la conversación
fuera más larga.
—Bueno, será mejor que empiece con el desayuno. Te amo, Lake. Por
favor, ten cuidado. Sabes que odio que viajes sola.
—Estoy bien, mamá. Yo también te amo.
Dejé mi teléfono y dejé que mis ojos deambularan por la espalda de Cage.
La sábana descansaba sobre su cadera. Se había quedado dormido, y no podía
culparlo. Me levanté de la cama, y me di una ducha que tanto necesitaba, me cepillé
los dientes y luego me senté en el borde de la cama para frotarme las piernas y los
brazos con loción.
Después de apagar la luz, intenté dormir, pero no pude. No fue una gran
sorpresa. Mi cuerpo no funcionaba con el mismo horario que los humanos
normales. Tantas cosas cambiaron después de mi accidente.
120
El hombre de mis sueños estaba a mi lado en la cama. ¿Qué estaba
pensando? Me quité los pantalones cortos y las bragas y me quité la camiseta,
arrojándola al final de la cama. Me acerqué más a Cage y apoyé la cabeza en el
borde de su almohada. Acerqué mi mano a su espalda, casi tocándolo, y luego la
retiré. Como la cobarde que era, hice lo mismo varias veces más antes de reunir el
coraje para tocarlo, pero no fue con la mano. Presioné mis labios entre sus
omoplatos.
Se agitó. Me aparté y contuve la respiración cuando él se volvió hacia mí.
Desnudarse era una mala idea; al menos eso me dijo mi malvada amiga
Inseguridad. Las cortinas, que no cerraban del todo, dejaban pasar suficiente luz
para que pudiera ver su rostro, sus ojos cansados y la forma en que parpadearon
como para comprobar su visión, porque seguramente la mujer a su lado no estaría
desnuda.
—Oye —susurró.
Sonreí.
Mis brazos estaban pegados a mis pechos. Movió mi brazo superior
lentamente a mi lado, y luego mi brazo inferior. No había forma de ocultar el
ascenso y descenso rápido de mi pecho o el despliegue de piel de gallina a lo largo
de mi piel. Solo estaba destinado a que él supiera exactamente lo que me hacía.
Cage deslizó sus dedos sobre mi cuello y luego bajó hasta mi pecho,
amasando un seno en su mano mientras su pulgar hacía círculos sobre mi pezón.
Un latido lento y pesado se instaló entre mis piernas. Como si él también lo sintiera,
sus dedos rozaron mi estómago, deteniéndose un par de centímetros por encima
del lugar que pedía su toque.
Inclinó su cabeza hacia mí, poniendo un beso agonizantemente lento en mis
labios.
—Abre las piernas —susurró sobre mis labios.
Ah diablos. ¿Cómo hacía que sonara tan sucio y a la vez tan jodidamente
sexy?
Le di unos centímetros, tal vez dos.
Su lengua jugueteó con mis labios mientras su mano se deslizaba aún más
hacia el sur.
—Más amplio.
¡Trago pesado!
Le di otro par de centímetros.
Sonrió contra mis labios.
121
—Más. —Desvió su mano hacia la parte interna de mi muslo y abrió mis
piernas más amplio.
Mis caderas se sacudieron de la cama cuando su dedo rozó mi clítoris.
—¿Quieres esto?
Asentí, apenas, pero fue un asentimiento. Su toque paralizó todo mi cuerpo.
—Dilo.
Tragué pesado de nuevo.
—Quiero esto.
Su boca cubrió la mía al mismo tiempo que dos de sus dedos se deslizaron
dentro de mí. Absorbió mis gemidos a medida que su lengua imitaba el
movimiento de sus dedos. Me vine vergonzosamente rápido. Mi culpa, no la suya.
Mientras sacaba sus dedos de mí, movió su boca desde mi cuello hasta mi pecho.
Rodé sobre mi espalda.
—Cage… —gemí cuando su boca hizo el amor con mis pechos.
Enrosqué mis dedos en su cabello mientras colocaba su cuerpo entre mis
piernas. Su lengua se hundió en mi ombligo al mismo tiempo que movía su cuerpo
hacia el final de la cama.
—No. —Me retorcí debajo de él, apretando mi agarre en su cabello.
—Dijiste dedos… —beso en mi abdomen—, lengua… —lamió un camino
más abajo—, y polla.
Le di un último tirón implacable a su cabello. Se rio entre dientes, pero
detuvo su descenso.
—¿Sin lengua?
Tal vez había pasado tanto tiempo sin estar con un hombre. Tal vez fue la
acumulación lenta y los «casi» ese día. Tal vez fueron los efectos persistentes del
primer orgasmo. Fuera lo que fuera, mi vagina no podía manejar su boca allí.
Estaba tan hipersensible.
—Esto es vergonzoso —dije con voz entrecortada.
Cage trepó por mi cuerpo. Un alivio instantáneo se apoderó de mí hasta que
se instaló entre mis piernas. Su erección debajo de sus calzoncillos presionó justo
allí.
Jadeé.
Dejó caer besos suaves a lo largo de mi mandíbula hasta mi oído.
—Nunca te avergüences conmigo. Podemos parar.
122
Era una idea terrible. Claro, estaba hecha un lío, pero no teníamos que parar.
Pasé mis manos por su espalda, y luego las deslicé dentro de sus calzoncillos.
—Jesús… Lake… —gimió cuando curvé mis dedos en sus glúteos duros.
Su pelvis se balanceó contra la mía, mi respiración se atascó una vez más.
Necesitaba otra copa de vino. Mi madre destrozó mi estado de ánimo y descarriló
mi impulso para seguir adelante sin pensar demasiado.
—Necesito saber… —se meció contra mí otra vez y mis dedos se cerraron
con más fuerza en su carne—, si necesito un condón o tomar una ducha fría. Yo…
—jadeó en mi oído—, estoy de acuerdo con lo que decidas. —La desesperación
en su voz traicionaba sus palabras.
Sonreí. No podía verlo, pero era enorme. Eso es justo lo que necesitaba
sacar de mi cabeza. Una parte pequeña de su vulnerabilidad fue todo lo que
necesitó.
—Una ducha fría suena muy… fría.
Se rio un poco, presionando sus labios en mi hombro.
—En realidad, lo hace.
—Tal vez… —Empujé sus calzoncillos hacia abajo lo suficiente para
liberar su erección.
Su respiración en mi oído se hizo irregular.
—Mierda —susurró cuando envolví mi mano alrededor de su pene, cálido
y duro bajo mis dedos.
—Tal vez deberíamos sudar un poco antes de preocuparnos por una ducha.
—Me encanta lo que piensas. —Nuestras bocas chocaron, y nosotros. No.
Nos. Detuvimos.
Sudor. Tanto sudor.
¿Y su boca? Una vez que la soltaba, rogaba por ella.
Muchos ruegos.
Gritos ahogados.
Dos condones más tarde, me desmayé en sus brazos, ambos demasiado
exhaustos para considerar la idea de la ducha hasta la mañana.

123
Catorce
Tres días en China. Ese es el tiempo que tardé en enamorarme oficialmente
del hombre de mis sueños. Aunque, según la definición del hombre de mis sueños,
creo que lo amé desde el primer día que nos conocimos. El amor era inmune al
tiempo. Que se jodan los detractores y los «anti-insta-lovers». No eran más que
personas amargadas que nunca habían conocido a su «indicado».
La mañana después de que tuvimos sexo por primera vez, comenzó mi
período. Primero culpé a Cage, alegando que me rompió la vagina. Después de que
me hizo una oferta sincera de llevarme al hospital para hacerme una radiografía,
admití que la explicación probable era el comienzo de mi período. En mis sueños,
donde controlaba el mundo, los hombres se desangraban por el pene una semana
al mes. ¿Justo? Sí, yo también lo pensé.
124
—Mi boleto está mal. —Miré mi teléfono de camino al aeropuerto—. Thad
hizo un lío. Necesito llamarlo. Me tiene yendo a Portland, pero eso es todo. No veo
un boleto a Minneapolis.
—Thad no reservó tu vuelo… bueno, él ayudó, pero yo reservé nuestros
vuelos.
Miré a Cage y su sonrisa con hoyuelos.
—Ah, ¿sí?
—Pensé que podríamos quedarnos en Portland por un par de días.
—Ah, ¿sí? —Mis ojos abriéndose más con cada «Ah, ¿sí?»
Apoyó su mano en mi rodilla, dándole un apretón pequeño.
—¿Recuerdas que dije que mis hermanas tenían una fiesta de cumpleaños
a la que querían que asistiera?
Asentí.
—Es mañana. Momento perfecto, ¿verdad? Puedo escapar del trabajo
excepto… familia. —Otro apretón en mi rodilla.
Escuchó el discurso sobre la familia. Era tan poco masculino de su parte.
Los chicos podían oír, pero su capacidad para escuchar era baja. Otra teoría mía.
—¿Soy tu cita para la fiesta de cumpleaños de tus hermanas?
—No es realmente una fiesta para traer un acompañante, tal vez un castillo
inflable, pero nada formal. ¿Estás de acuerdo con conocer a mi familia?
Una pregunta tan simple, pero la respuesta era un poco más complicada.
—¿Y tú?
Se rio.
—Soy la razón por la que tu boleto termina en Portland. Sí, creo que es justo
decir que estoy bien presentándote a mi familia. Te amarán.
¿Me amas?
—Entonces, les dirás que nos conocimos hace como tres semanas y que
volaste a China para besarme, y pensarán que soy una bruja que te ha hechizado.
Creo que me dijiste que no eres impulsivo.
—Tres años. Nos conocimos hace tres años, no tres semanas. —Guiñó un
ojo.
—¿Esa es nuestra historia? ¿En serio?
—No. La historia está en tu bolso. 125
Entrecerré los ojos. Asintió hacia mi bolso debajo del asiento frente a mí.
Lo agarré y desabroché la parte superior. Una tarjeta de notas, por supuesto.
CAPÍTULO CUATRO
—¡Dime, esto me está matando! ¿Qué significa esto?
Una sonrisa, es todo lo que conseguí. Parecía bastante orgulloso de sí. ¿Por
qué? No tenía ni idea.

—Es oficial. Estoy nerviosa. Esto es una locura. —Apreté la mano de


Cage cuando el taxi se detuvo en la entrada de la casa de su madre—. Vas a llevar
a una chica a casa para que conozca a tu familia y ni siquiera has mencionado mi
nombre.
—Tienes razón. Probablemente te harán dormir en el porche con los perros
hasta que puedan confiar en ti.
—Lo digo en serio. —Lo miré por encima del techo del taxi mientras
cerraba la puerta.
Le pagó al taxista y tomó nuestro equipaje.
—Yo también. Pero no te preocupes por eso. La hamaca en el porche es
ridículamente cómoda y a Dora y Diego, los brittany spaniels, les encanta la
compañía.
¿Dora y Diego? Lo seguí hasta la puerta principal de la casa de ladrillo de
dos pisos. Las luces del porche delantero estaban encendidas mientras el sol, bajo
en el cielo, hacía su salida.
—Mis hermanas, Hayden e Isa, los nombraron así. Tenían seis en ese
momento.
Abrió la puerta principal, y dejó caer el equipaje dentro.
—¿Dónde está el comité de bienvenida? —llamó.
Un torrente de chillidos agudos y ladridos precedió al tornado de dos perros
de color blanco y avellana que saltaron sobre las piernas de Cage mientras dos
chicas de largo cabello rubio prácticamente lo derribaban al suelo.
—¡Cage! ¡Es Cage! ¿Mamá? ¡Es Cage! —gritó una.
—¡Viniste! ¡No puedo creer que hayas venido! ¿Te quedas para nuestra
fiesta de cumpleaños? —preguntó la otra con sus brazos envueltos alrededor de su 126
cuello.
—¿Cumpleaños? ¿Qué cumpleaños? —bromeó.
—Mañana es nuestro cumpleaños, tonto.
—Ah, bueno, creo que puedo quedarme un día o dos si están dispuestas a
compartir su pastel.
La que estaba pegada a él como un mono, lo besó en la mejilla.
—Por supuesto que compartiremos nuestro pastel. El mío será de limón con
glaseado de vainilla, y el de Isa de chocolate con glaseado de galleta.
—¡Ahí está mi chico favorito! —Una rubia alta y muy delgada, claramente
su madre, abrazó a Cage tan pronto como dejó a su hermana en el suelo.
Una madre preciosa.
Unas hermanas preciosas.
Y yo: una chica desaliñada de pie en el porche con un cabello que parecía
que apenas sobrevivió al vuelo largo y, muy probablemente, también bolsas
horribles colgando bajo mis ojos cansados.
—Mamá, me gustaría que conocieras a Lake Jones. —Extendió la mano.
Sonreí más allá de mi miedo abrumador y entré en la casa, aceptando su
mano.
—Lake, esta es mi mamá, Brooke Hathaway. —Cage me atrajo a su lado.
Los ojos de su madre recorrieron nuestros cuerpos unidos y una gran sonrisa
apareció en su rostro.
—Lake, es un verdadero placer conocerte. —Extendió su mano.
—Igualmente, señora Hathaway. —Le estreché la mano.
—Brooke, solo Brooke, querida.
—Brooke. —Asentí con una sonrisa.
—Estas son Hayden e Isa. —Brooke puso los ojos en blanco cuando las
chicas volvieron a aferrarse a Cage—. Chicas, pongan a Dora y Diego en el porche
trasero, y luego vayan a ducharse. —Brooke nos indicó que entráramos y cerró la
puerta detrás de mí—. Están un poco emocionadas de verte.
Cage sonrió.
—Bueno, funcionó perfectamente. Estamos en nuestro viaje de regreso a
Minnesota desde Pekín. Lake tenía un viaje de negocios allí.
127
Brooke se envolvió en su chaqueta con capucha blanca como si la puerta
que se abrió hubiera dejado entrar demasiado aire frío.
—¿Has estado en China? —Miró a Cage con los ojos del todo abiertos. Eso
me lo confirmó: Cage no volaba al otro lado del mundo por cualquier chica.
—Sí. —Me condujo hacia la cocina—. Lake prueba piernas robóticas para
esta empresa de vanguardia. Estaba probando extremidades para nadar y escalar.
Es increíble.
Quise meterme debajo de la mesa de la cocina. Increíble nunca era la
palabra que usaba para describirme. Brooke miró mis piernas. Ambas estaban
cubiertas por mis jeans y Nikes. Solo usaba mi pierna bonita… bueno, cuando
quería verme y sentirme bonita, lo cual parecía ser bastante frecuente desde que
Cage llegó a Pekín.
—Accidente automovilístico. —Levanté la pernera izquierda del pantalón
de mis jeans.
La cabeza de Brooke se inclinó hacia adelante mientras sus ojos se
entrecerraban un poco.
—Vaya, ¿eso es una prótesis?
—Loco, ¿verdad? —Cage sonrió—. Tiene folículos parecidos a pelos,
venas en la parte superior del pie; y el talón, y la bola del pie está ligeramente
rosada.
Sí, en esos pocos días, Cage se convirtió en un experto en mis muchas
piernas.
—Eso es increíble.
Me encogí de hombros.
—Es básicamente una pierna protésica normal debajo de una pierna de
silicona cosmética. Lo llamo mi pierna bonita. También tengo varias para usar con
diferentes tacones altos.
—Me dijiste que son tus piernas sexis.
Me giré hacia Cage con mi rostro sonrojado, quien estaba mordiendo una
manzana, y me apoyé contra la encimera de granito de la isla de la cocina.
—Sí… —Apreté los dientes detrás de mi sonrisa tensa—… pero ya que
estamos hablando con tu mamá, estoy usando bonito en lugar de sexy, pero gracias
por corregirme.
—De nada. —Guiñó un ojo. 128
Sacudí la cabeza a medida que soltaba una risa nerviosa.
—Cage heredó el don de la franqueza de su padre. —Brooke le dirigió a su
hijo una mirada desafiante.
—Mmm, tal vez. —No parecía molesto en lo más mínimo por esa
evaluación—. ¿Dónde está Rob?
—De servicio. Tenía que sacarle un diente a una paciente, así que se fue
hace una hora.
—Dentista —me dijo Cage.
Asentí.
—De todos modos, podría tardar un tiempo. Apuesto a que ustedes dos
están exhaustos o con jet lag o algo así. Tendrás que disculpar mi franqueza, pero
mi querido hijo no mencionó que iba a traer a una amiga, así que no estoy segura
si necesito hacer otra cama o…
Nada incómodo en ese momento.
—Mi habitación está bien, mamá.
Sonreí, sin saber qué o si necesitaba agregar algo a la conversación
incómoda. Cage parecía completamente relajado mientras terminaba su manzana,
como si discutir los arreglos para dormir de sus… ¿novias? era un hecho cotidiano.
—Bueno, no necesito decirles que se sientan como en casa. Voy a
asegurarme de que las chicas se estén preparando para ir a la cama. Los veré a
ambos por la mañana.
—Buenas noches, mamá.
—Buenas noches, Brooke.
Saludó mientras caminaba hacia las escaleras.
—¿No le dijiste que iba a venir?
Se encogió de hombros, y arrojó el corazón a la basura.
—Me gusta sorprender a la gente.
Acomodé mi cabello detrás de las orejas, y asentí.
—Parecía sorprendida. Impactada podría ser la descripción más precisa.
Agarrando mi muñeca, me atrajo hacia su pecho y luego me levantó en la
isla, colocando su cuerpo entre mis piernas. Envolví mis brazos alrededor de su 129
cuello al tiempo que mordisqueaba mis labios.
—Dime que has terminado con tu… —Besó a lo largo de mi mejilla hasta
mi oreja, succionando el lóbulo de mi oreja con su boca.
—¿Mi? —Me reí—. ¿Periodo?
—Ajá. Una noche contigo, y luego nada durante días. Me estoy muriendo
un poco.
—¿Me comprarías tampones en la tienda?
Se echó hacia atrás, con las cejas fruncidas.
—¿Necesitas algunos?
—No. He terminado con mi periodo. Solo me preguntaba si eras ese tipo.
—¿Ese tipo?
—Sí. El tipo que le compra tampones a una mujer. —Toqué mi sien—. En
mi cabeza, siempre has sido ese tipo.
—¿Dominado?
—No. —Me reí.
—Aunque, es halagador estar en tu cabeza, prefiero estar desnudo o ser
parte de alguna fantasía, no comprar tampones.
—Todas las mejores fantasías comienzan con un chico comprando
tampones.
Los ojos de Cage se abrieron como platos, una sonrisa se asomó en las
comisuras de su boca.
—¿Tampones para detener el sangrado después de que el chico de fantasía
rompa la vagina de dicha chica?
Asentí, mordiéndome el labio superior.
—Sucede.
—Ya veo. Algo me dice que mi respuesta a la pregunta sobre los tampones
podría ser un momento crucial entre nosotros.
Me encogí de hombros, mordiéndome el labio para no sonreír.
—Un éxito o un fracaso.
—Ah. Es un poco pronto para los ultimátum. —Me levantó de la
encimera—. Vamos. Mi habitación está abajo. Tenemos el sótano para nosotros
solos.
130
Tomé mi bolso de mano, y Cage nuestras maletas.
—Guau. Bonito sótano. O santuario. En realidad, es más un santuario.
Cage se rio, llevando nuestro equipaje al dormitorio.
Mis ojos permanecieron pegados a la pared.
—Me alegro de que veas el humor en esto, así no me sentiré tan mal cuando
diga: «Oh. Dios. Mío». Quiero decir, el sentido común me dice que tiene que haber
un muro detrás de todos estos carteles y fotos, pero sin ese sentido común
realmente parece que los carteles y las fotos son el muro. —Me acerqué,
inspeccionando el espacio inexistente entre los marcos.
Cage en la escuela secundaria.
Cage en la universidad.
Cage con Minnesota.
Cage recibiendo premio tras premio.
Cage.
Cage.
Cage.
—Mi mamá es mi admiradora número uno.
—No me digas. Había considerado asumir el papel yo misma, pero
claramente está fuera de mi alcance.
Retiró mi cabello hacia un lado y besó mi cuello, presionando su cuerpo
contra mi espalda.
—¿Te he dicho hoy lo hermosa que eres?
—No. T-todavía no. —Cerré los ojos a medida que sus manos se deslizaban
por debajo de mi camiseta, encontrando el camino hacia mis pechos.
—Lo eres. Eres tan jodidamente hermosa en todos los sentidos.
Su toque me volvía loca. El final de mi ciclo me ponía cachonda. La
combinación de ambos hizo que no me importara dónde estábamos. Me giré en sus
brazos. Mi sonrisa gritando «ven aquí».
—Sofá, Monaghan.
Arqueó una ceja.
—No me hagas decirlo de nuevo.
Sonrió, retrocediendo varios pasos antes de dejarse caer en el enorme 131
seccional marrón. Agarré una de sus zapatillas de tenis y se la quité y luego la otra.
Sus calcetines siguieron.
—¿Puedes sentirlo, Monaghan? Te estás preparando para marcar de nuevo.
¿Qué sucede si tu récord fuera de temporada supera tu récord de temporada
regular? —Me quité la camiseta.
Su mirada cayó a mi pecho.
—Me encanta cuando hablas mi idioma.
Me quité el zapato. Cada prenda de ropa fue arrojada en una dirección
diferente para la actitud teatral.
Mis hoyuelos favoritos salieron, aprobando mi striptease.
—¿Te importa si me deshago de la pierna? —pregunté.
Sacudió la cabeza. En realidad, no había palabras para describir cómo me
hizo sentir su falta de cualquier tipo de reacción.
Ni un pestañeo.
Ni una mirada nerviosa a mi pierna.
Ni un segundo de vacilación.
Era como si preguntara si podíamos escuchar música mientras teníamos
sexo. Cage no veía mi discapacidad. Encontraba cada versión de mí sexy. Encontré
que me dolía el corazón por el miedo de que algún día me mirara y pensara «¡Santo
cielo, mierda! Te falta parte de la pierna».
Con el mismo estilo, lancé mi pierna sobre el respaldo del sofá y me senté
a horcajadas sobre su cintura con solo mi sujetador negro y mis bragas.
—Creo que podemos ser honestos el uno con el otro, Monaghan, así que
voy a contarte un secretito femenino.
Apartó los ojos de mis pechos, y se encontró con mi mirada.
—Al final del ciclo de una mujer o periodo como no te gusta llamarlo… —
puso los ojos en blanco—, estamos cachondas, es decir, hay probablemente un
intervalo de veinticuatro a cuarenta y ocho horas en el que podrías follarte a una
mujer hasta dejarla sin sentido y ella seguiría pidiendo más.
Su manzana de Adán se balanceó, tragando esa información.
—¡Mierda! Te traje a la casa de mi madre durante tu tiempo de fóllame-
hasta-dejarme-sin-sentido.
Me encogí de hombros, alcanzando mi espalda y desabrochando mi
sujetador que también fue arrojado sobre el sofá.
132
—Error de novato, Monaghan. Ahora… la verdadera pregunta es… —Me
humedecí los labios mientras desabrochaba sus jeans—, ¿qué parte de mi cuerpo
te va a dar tu primer orgasmo esta noche?
—Jesús, Lake… —Su aliento se cortó justo cuando terminé de bajarle la
cremallera.
—¡¡¡¡¡AHHHHHHHH!!!!
—¡¡¡¡¡AHHHHHHHH!!!!
Mis oídos sangraron por los gritos estridentes. Trzy estaba en Minneapolis,
por lo que no fue ella la que causó la conmoción.
—¡Mamá! ¡Papá! —Dos voces infantiles gritaron al unísono.
Me lancé hacia la manta en el otro extremo del sofá y me envolví con ella.
Por supuesto, la única manta disponible era una colcha afgana suelta de punto color
crema con agujeros del tamaño de una moneda en el patrón. Cage volvió a
abrocharse los jeans antes de que dos niñas y dos adultos llegaran al final de las
escaleras.
—¡Es una pierna! ¡Es una pierna! Hayden enterró la cabeza en la camiseta
de Brooke mientras Isa se tapaba la boca, con los ojos del todo abiertos mirando
mi pierna en el suelo al pie de las escaleras. Junto. A. Mi. Sujetador.
—Shhh… no es una pierna real. Vamos chicas. —Brooke le hizo una mueca
a Cage, y luego a mí antes de llevar a las chicas al piso de arriba.
Un hombre alto y nervudo con lentes de montura metálica y un
desafortunado caso de calvicie de patrón masculino, evaluó la situación con la boca
abierta, claramente estupefacto.
—¡Rob! —Cage le tendió la mano.
Después de unos segundos incómodos, Rob estrechó la mano de Cage.
Encantador. Los dos hombres se saludaron separados solo por mi prótesis y el
sujetador de encaje negro. Permanecí acurrucada en la esquina del sofá, envuelta
en la excusa más patética para una manta.
—Cage, eh… —Rob me dio una mirada rápida antes de centrar su atención
de nuevo en Cage—… me alegro de verte.
—Rob, esta es Lake Jones. Lake, este es el esposo de mi mamá, Rob.
—Hola. —Moví mi dedo índice que asomó a través de uno de los agujeros
grandes. Un gesto con un dedo, más que vergonzoso.
—Encantado… eh… de conocerte.
Asentí, mordiéndome los labios. 133
Por favor, déjame morir.
—Yo… solo… —Rob señaló el baño junto a la habitación de Cage—. Mi
kit de afeitado está aquí abajo. Voy a agarrarlo y hablaremos más por la mañana.
—Seguro. —Cage sonrió.
¿Yo? No sonreí. De verdad, me preguntaba qué tenía que afeitarse Rob.
Estaba básicamente calvo, y no noté ningún vello facial. Entonces me golpeó: las
bolas. Brooke probablemente lo hacía depilarse. Me gustaba pensar que necesitaba
conseguir su kit de afeitado para afeitarse las bolas. Me gustaba pensar en cualquier
cosa que convirtiera a otra persona en el elefante blanco de la habitación. Era una
posibilidad remota, en el mejor de los casos, pero lo aceptaría.
—Lo conseguí. Siéntanse como en casa, eh… —Rob le dio una mirada final
a mi pierna y sujetador—, ya saben, lo que sea. Buenas noches. —Levantó una
mano.
Hice un gesto final con el dedo índice. Era obvio que ya me había hecho
sentir como en casa. Cage recuperó mi pierna, sujetador y el resto de mi ropa y
luego los llevó a la habitación mientras Rob y su equipo de afeitado escapaban por
las escaleras.
—Llamaré a un taxi, me quedaré en un hotel y tomaré un vuelo a casa por
la mañana. Me gustas, así que esto en realidad apesta, pero terminamos porque
nunca podré volver a enfrentar a tu familia, y no creo que quieras perder el tiempo
con una chica que nunca podrás llevar a casa. Gracias por ir a China. El mejor beso
de todos. Te deseo suerte y felicidad en tu vida. Ha sido agradable conocerte.
Cage reprimió su sonrisa, haciendo un esfuerzo de mierda para actuar serio.
—No… no creo que hayan notado nada fuera de lo común.
—Dice el Dios completamente vestido al que todos en esta casa rinden
homenaje en estas paredes. Pero luego está la mujer desnuda a la que nadie ha visto
ni oído hablar antes de hoy, sentada en el sofá con como… —Miré hacia abajo a
la manta—, seis míseras hebras de hilo envueltas alrededor de su cuerpo desnudo.
Tus hermanas van a necesitar terapia. Van a tener pesadillas sobre partes del
cuerpo simplemente… tiradas por la casa. Tu mamá tiene que pensar que soy una
completa zorra intentando seducir a su hijo. Probablemente piensa que soy una
cazafortunas discapacitada. Y ni siquiera me hagas empezar con lo que Rob debe
estar pensando…
—Bueno, entonces hagamos esto. —Me recogió, con hilo y todo.
—¿Hacer qué?
—Follarte hasta dejarte sin sentido mientras esperamos tu taxi.
—Deja de burlarte de mí.
134
Me depositó en su cama, luego cerró la puerta y la bloqueó con llave.
—Primero, nunca te llames discapacitada. Eres la persona menos
discapacitada que conozco. —Se quitó la camisa. No me opuse—. En segundo
lugar, en caso de que te hayas perdido el «santuario» de Cage Monaghan, mi madre
me tiene en muy alta estima como para creer que traería a una cazafortunas a casa
para conocerla.
Esperé. No dijo nada más, y se quedó a los pies de la cama.
—¿Hay un tercero?
Sacudió la cabeza.
—Como tú estabas.
Mis ojos revolotearon de lado a lado. ¿Qué me estaba perdiendo?
—¿Como yo estaba qué?
—Antes de que nos interrumpieran, me estabas desabrochando los
pantalones como si tuvieras una misión, un plan. Continúa.
Mi sonrisa se desvaneció. No quería que lo hiciera, pero los sentimientos
eran pequeñas criaturas precarias que se abalanzaban en el peor momento posible
e insistían en salirse con la suya.
—Oye… —Cage se sentó en el borde de la cama y me atrajo a mí y a mi
cobija para abrazarnos—. ¿Qué ocurre?
—Maldita sea, nada. —Me sequé las lágrimas de mis mejillas.
—No parece nada. —Se inclinó hacia atrás y levantó mi barbilla con el
dedo.
Sollocé, y me reí por el momento estúpido.
—Lo siento, no puedo creer que te ofreciste a mí y comencé a llorar. Es solo
que… —La punta de mi lengua rodó a lo largo de la comisura de mi boca mientras
levantaba la vista y parpadeaba para evitar más lágrimas—. No soy de las que
trabajan tan duro para impresionar a nadie. Tuve que dejarlo ir después de mi
accidente. Fue mi mayor discapacidad durante mucho tiempo, pero quiero gustarle
a tu familia porque… —Respiré temblorosamente.
—¿Porque…? —susurró.
Mi mirada se clavó en la suya.
—Porque me gustas un poco… mucho.
La intensidad en sus ojos rompió toda la mierda, toda la autopreservación,
y era él mirándome con mi corazón, una vez más, ofrecido en bandeja de plata. 135
Tras un asentimiento lento para responderme, se puso de pie y se quitó el
resto de la ropa. Dije demasiado. Estúpida boca balbuceante mía. Quería sexo, y
le di un episodio de Oprah. No fue genial de mi parte. No fue genial en absoluto.
En un esfuerzo por redimirme, arrojé la manta al suelo y le ofrecí mi cuerpo en
lugar de mi corazón. Lo tomó una y otra vez, pero ni una sola vez me dijo nada.
Nuestros gemidos suaves fueron los únicos sonidos que llenaron el aire.
Quince
Cronch. Pum. Pum. Cronch. Pum.
—Trzy… —murmuré—. No ahora. —Me di la vuelta y fue entonces
cuando la cama no me resultó familiar y mi cerebro se puso en marcha. Abrí un
ojo y luego el otro—. ¿Cage?
—Buenos días. Hablas en sueños. —Estaba de pie al final de la cama con
las manos metidas en los bolsillos.
—No lo hago. —Me froté los ojos.
—Lo haces.
—¿Qué es… —me senté—… todo esto?
136
Cajas y cajas de tampones cubrían los pies de la cama.
—Conseguí super, regular, con aplicador, sin aplicador, orgánico…
—Umm… no voy a tener mi…
—Periodo. Sí, lo sé. Presencié ese hecho más de una vez anoche. —Sonrió.
Me sonrojé.
—Quiero ser ese tipo.
Tampones. Los tampones eran mis rosas de tallo largo proverbiales. Los
tampones me quitaron el aliento.
—Me compraste tampones —susurré, aún aturdida.
La cama se hundió cuando se sentó en el borde. Entrelazó sus dedos en mi
cabello y tomó mi cabeza mientras sus labios rozaban mi oreja.
—Te compré tampones porque me gustas un poco… mucho.
Amaba a este hombre. Lo amaba tanto que traía un dolor real a mi pecho.
—Ahora, ya que perdiste tu taxi y tu estadía en el hotel anoche, bien podrías
venir para el desayuno de cumpleaños.
—¿Desayuno de cumpleaños?
—Sí. —Agarró la bolsa y apiló los tampones en ella—. Hoy todas las
elecciones de alimentos pertenecen a Hayden e Isa, por lo que acordaron
panqueques con chispas de chocolate con plátanos y crema batida para el
desayuno.
—¿Y mi pierna?
Se rio.
—No hay problema. Mi mamá les explicó anoche. Ahora es tu turno de
hacer lo que mejor sabes hacer.
—Pero, ¿no te estás quedando sin condones y eso no parece un poco
inapropiado para una fiesta de cumpleaños?
—Sí. —Se ajustó—. Y también lo es la erección que me estás dando al
hablar de eso. —Arrojó la bolsa de tampones junto a mi maleta—. También
compré condones. —Guiñó un ojo—. Tómate tu tiempo, los panqueques te estarán
esperando, y luego podrás mostrarles a mis hermanas tu pierna nueva. La otra cosa
que mejor haces.

137
Resulta que, lo que mejor hacía era comer panqueques con chispas de
chocolate con dos niñas de ocho años. Una vez que les mostré mi pierna y las otras
dos en mi maleta, quisieron probárselas y se disgustaron porque no pudieron
porque ya tenían dos pies.
Ooooh, que bueno era volver a tener ocho.
—Entonces, ¿cómo se conocieron ustedes dos? —preguntó Brooke—. No
lo tomes a mal, pero no sabía nada de ti hasta que apareciste ayer.
Sequé los platos del desayuno después de que ella los lavara.
—En realidad, lo conocí en Omaha poco después de la muerte de su padre.
—Ah, ¿de verdad?
—Sí.
—Es la cuñada de Jillian. —Me asustó Cage cuando se coló detrás de mí y
me quitó la sartén seca.
El tema prohibido entre nosotros había sido violado. No sabía adónde ir
desde allí.
El problema era que no conocía a Jillian Knight. Conocía a Jessica Day…
Jessica Jones. Por supuesto que eran la misma persona, pero vida en riesgo y todo
ese asunto complicaba la situación. Mi cuñada una vez tuvo una relación
sentimental con el padre de Cage. Fue una situación extremadamente extraña.
Cage me dijo que Jessica/Jillian lo contactó después de la muerte de su padre. Ella
no compartió mucho porque él no quería saber, así que le ofreció sus condolencias
y se despidió oficialmente.
Supuse que quería recordarla como Jillian, la mujer que en muchos sentidos
le dio una vida a su padre, incluso si al final el cáncer se la llevó. No sabía qué
decir. Jessica era mi familia. Nuestra relación no tenía adónde ir si nunca podíamos
hablar de ella.
—¿Jillian se casó? Eso es genial. —Brooke parecía genuinamente feliz—.
¿Niños? — Ella ya había hecho más preguntas que Cage.
Le di una mirada inquieta. Me dio una sonrisa débil, pero se sintió bien
responder a su madre.
—Sí, un niño. Grant Thomas Orion Jones… GTO Jones. La historia es que
fue concebido en la parte trasera del mismo vehículo, un GTO rojo del 67, como
mi hermano, Luke. Grant tiene dieciocho meses y es terriblemente lindo. Se parece
a mi hermano, pero tiene la personalidad de su mami: divertido. —Probablemente 138
fui demasiado lejos. Ni siquiera miré a Cage. El entusiasmo por mi sobrino
pequeño, y la cuñada a la que prácticamente adoraba era demasiado difícil de
ocultar.
Cage dejó la sartén y sacó el teléfono de su bolsillo.
—Banks, ¿qué pasa?
Lo seguí mientras paseaba por la cocina.
—Estoy. Lo está. Espera. —Extendió su teléfono—. Banks. Quiere hablar
contigo.
Mis ojos se entrecerraron en el teléfono cuando lo tomé.
—¿Everson?
—Ha pasado más de una semana. Dijiste que estarías fuera una jodida
semana. No me dejaste tu número de celular.
—Dije una semana más o menos. Nunca me pediste mi número. ¿Qué
ocurre? ¿Es Shayna?
—He entrevistado a quince niñeras diferentes, pero no puedo decidirme y
probablemente sea porque no sé qué carajo estoy haciendo. No se ha bañado desde
que le diste uno. Eso parece jodidamente malo, ¿verdad? No puedo hacer esto,
maldita sea, no puedo hacer esto.
—Desacelera. Está bien. Ella está bien. Lo del baño es bastante malo, pero
te ayudaré.
—¿Cómo puedes ayudarme si no estás aquí?
—Por favor, dime que ella no está parada ahí mientras sueltas todas estas
palabrotas.
—Está viendo la televisión en la otra habitación. ¿Cuándo regresarás a casa?
—Umm… no estoy segura.
—Hoy. Pagaré tu boleto.
Me reí.
—No necesito que me compres un boleto.
Cage continuó secando los platos con Brooke, mirándome ocasionalmente
con los ojos entrecerrados.
—Hoy no. Mañana tomaré un vuelo a casa.
—Un vuelo matutino.
—Un vuelo disponible. Adiós.
139
Le entregué a Cage su teléfono.
Se lo guardó.
—Así que… ¿mañana volamos de regreso?
Brooke tiró del desagüe del agua, y se limpió las manos.
—Les daré un poco de privacidad.
—Lo siento. Está pasando un mal momento con Shayna.
—Está bien.
¿Éramos pareja? ¿Estábamos teniendo nuestra primera pelea? No se sentía
como una pelea, pero su «está bien» en realidad no sonó bien.
—No tienes que irte mañana. De hecho, deberías quedarte con tu familia.
Estoy segura de que les encantaría pasar el mayor tiempo posible contigo durante
la temporada baja.
Cage asintió lentamente, más un asentimiento de procesamiento que un
asentimiento de aprobación.
—Está bien. —Su sonrisa no llegó a sus ojos.
Envolví mis brazos alrededor de su cintura.
—Soy tuya por el día, Monaghan. Creo que me prometiste un castillo
inflable y algo de pastel.
Tiró de mi coleta.
—¿Mencioné que me gustas un poco… mucho?
Me reí.
—Lo hiciste, y lo dijiste con los productos de higiene femenina. Muévete,
príncipe azul.
Me besó, dejando que su lengua hiciera una exploración pausada de mi
boca. Mis manos se deslizaron hasta su trasero, dándole un apretón fuerte.
Gimió.
—Lake… quita tus manos de mi trasero a menos que quieras que te arroje
sobre mi hombro y arrastre tu sexy trasero escaleras abajo.
Mantuve mis manos justo donde estaban.
Se rio entre dientes, mordiendo mi labio inferior.
—Tengo una relación de amor/odio con tu terquedad en no creer mi farol.
—Te encanta que quiera que me lleves al piso de abajo, pero odias que en
140
realidad no vayas a hacerlo porque mientras hablamos hay gente reunida en la parte
de atrás entre los juegos de niños.
—Mmm… más tarde. Has sido advertida.
No era una advertencia. Era una promesa, una que tenía la intención de
cabalgar toda la noche.

Casi lloré cuando Cage me llevó al aeropuerto en el auto de su madre a la


mañana siguiente. Por alguna razón Minneapolis se sentía como la realidad, y
Pekín y Portland solo eran un sueño, uno que Cage Monaghan protagonizó como
mi actor principal. ¿Se convertiría mi carruaje en una calabaza cuando el avión
aterrizara en Minnesota?
—Mañana vuelo de regreso. Ya estoy en la lista negra de Flint por haberme
ido tanto tiempo… y probablemente también en la de algunos de mis entrenadores.
No te metas en problemas. —Me rodeó con sus brazos a medida que estábamos
junto a la acera.
—Y por problemas te refieres a la cárcel.
—Haré que Flint y Banks te vigilen de cerca.
—¿Alguna vez vas a hablarme de Flint? ¿Quién es?
—Era un receptor abierto en Nebraska, dos años mayor que yo. Lo dejó
después de una lesión del LCA8. Ahora es mi agente, pero del tipo que va más allá
porque también somos amigos.
Me froté los labios, y asentí. Agarró mi trasero, y lo apretó más fuerte de lo
que jamás había apretado el suyo. Mis ojos se abrieron por completo.
—Y si ves a Flint antes de que llegue a casa, no le coquetees.
Mi cabeza se sacudió hacia atrás.
—Y no me des esa mirada como si no supieras de lo que estoy hablando.
—Yo-yo…
—Me dijo el día que te rescató de la cárcel que coqueteaste con él. —
Arqueó una ceja.
—Es un presumido.
—Dijo que lo llamaste atractivo.
Me encogí de hombros.
141
—Bueno, no es desagradable a la vista y su nombre es Flint.
—¿Te gusta su nombre?
—Ah, sí. —Lo miré y sonreí—. ¿Estás celoso?
Se mordió el labio inferior y asintió.
—Quizás.
—Me gusta…
—No te atrevas a decir que te gusta que esté celoso. Piensas eso ahora, pero
una advertencia justa, a los chicos no les gusta ser celosos, y me gano la vida con
mis manos, así que romperlas contra la cara de otro chico no es bueno.
Tenía razón, pero Oh. Dios. Mío. Eso me excitó tanto que quise empujarlo
al asiento trasero y tener un último adiós que muy probablemente habría resultado
en un arresto.
—Entonces, bésame como si fuera en serio.
Lo hizo. Me besó como si nunca pudiera volver a besarme.

8
LCA: ligamento cruzado anterior.
—Adiós —susurré, completamente sin aliento.
—Adiós. —Dejó un último beso en la punta de mi nariz antes de soltarme.
Estoy bastante segura de que entré como una borracha en el aeropuerto.

142
Dieciséis
Cage
Me estaba ahogando en un lago. Mi Lake. ¿Era mía? Dios, quería que lo
fuera. Nunca en mi vida me había sentido tan protector (posesivo) con una mujer.
—Me gusta Lake, es real —dijo mamá y luego se echó a reír—. Tus
hermanas la adoran. Creo que cerró el trato cuando jugó en el casillo inflable más
que sus amigos. Jugó a todos los juegos con los niños, y les trenzó cintas en el
cabello. Si no la conservas, la adoptaré como su hermana mayor.
Nos sentábamos en sillas en el porche delantero, y veíamos a Hayden e Isa
andar en sus bicicletas nuevas por el largo camino de entrada mientras Rob lavaba 143
el auto.
—A mí también me gusta.
Tomó un sorbo de su café.
—No suenas demasiado convencido.
—La conocí antes de esta vida, esta… loca vida pública. No es que sea
frágil, no lo es. Solo me preocupa que la publicidad, mi agenda loca y toda la
mierda que viene como un paquete conmigo pueda ser más de lo que ella quiere.
Y honestamente, no la culparía.
—No tienes que proponerle matrimonio, cariño. Quiero decir… voy a
adoptarla, pero…
Sonreí.
—Flint cree que estoy loco. Creo que sus palabras fueron algo así como «el
peor momento de la historia». Me dije que le daría todo a esta carrera futbolística,
y recién estoy comenzando, pero luego…
Mamá apoyó su mano en mi brazo.
—Pero nada. Estás enfocado, siempre has estado enfocado. Puedes tener
una carrera, y una vida. No tiene que ser una elección. Me habló de China.
—¿Te habló de qué?
—Lake me contó que volaste a Pekín solo para besarla.
Me mordí los labios, un poco sorprendido de que Lake le dijera eso a mi
madre.
—Ella lo hizo, ¿eh? —Mis ojos permanecieron fijos en las chicas, pero vi
la sonrisa de mi madre por el rabillo del ojo—. ¿Qué clase de idiota haría algo así?
—Me paré—. Voy a dar una vuelta. Creo que parece que la lluvia se detendrá.
—De acuerdo. Te amo, mi querido idiota.

Lake
Mi desempaque reveló una tarjeta de notas:
CAPÍTULO CINCO
Me dolía el cerebro porque no podía reconstruirlo, pero aun así envió
escalofríos realmente buenos a lo largo de mi columna vertebral. Terminé de
desempacar y me ocupé de las necesidades de Trzy, que incluían limpiar su caja
de arena, muchas caricias y algunos juegos con láser, luego llamé a la puerta de
144
Everson.
—¿Me extrañaste, Kong? —Le mostré mi mejor sonrisa cuando abrió la
puerta.
—Eso podría ser llevarlo demasiado lejos.
—Oh, bueno, en ese caso tengo otras cosas que hacer… —Me giré.
—Espera.
Miré por encima del hombro.
—¿Sí?
Everson sacudió la cabeza. No había ninguna necesidad real de hacerlo
rogar, pero no pude evitarlo.
—Te he echado de menos, pero aún no vas a conseguir nada de esto. —
Señaló su cuerpo.
Me reí, dándome la vuelta y echando los hombros hacia atrás, con la barbilla
levantada.
—No te hagas ilusiones, Kong. Yo consigo lo mío. —Oh Señor… iba a
conseguir el mío.
Ahí estaba: la sonrisa completa, los blancos nacarados y todo.
—Viniendo de tu boca, simplemente suena tan mal.
Fruncí el ceño. ¿Cómo se suponía que iba a decirlo?
—¿Dónde está Shayna?
Se apartó de la puerta.
—Su habitación.
—Déjame ver el contrato que tienes para tus candidatas a niñera.
—¿Contrato? Sus cejas se alzaron.
—Sí, un contrato. Ya sabes, las expectativas que tienes, sus funciones,
como: actividades de aprendizaje, actividades recreativas, comidas, excursiones,
limpieza, etcétera. Y reglas como: no fumar, beber o drogas, no tomar siestas, ni
fiestas o invitar a amigos, no usar redes sociales, ni fotos, ni compartir imágenes o
revelar ubicaciones, ni ver televisión ni jugar…
»Por favor, no me digas que estás entrevistando a niñeras como si estuvieras
buscando a alguien para cortar el césped. Tuviste que firmar un contrato extenso
para perseguir una pelota y darles palmaditas en el trasero a los muchachos. Por el
amor de Dios, Everson, necesitas un contrato para emplear a alguien que cuide a
145
un niño, un ser humano frágil.
—Te dije que no soy bueno en esta mierda. Te dije…
—Shhh… —Negué con la cabeza señalando hacia el dormitorio.
Puso los ojos en blanco.
—Te tomó diez segundos contactar a tu abogado para pedir ayuda cuando
no ibas a mantenerla. Una llamada rápida para pedirle ayuda con un contrato para
una niñera debería ser una obviedad.
—¡Lake! —gritó Shayna, corriendo hacia mí.
Me incliné y la abracé, mirando a Everson. ¿Cómo podía no estar
perdidamente enamorado de ella? Incluso si necesitaba un baño.
—Me haré cargo de ello.
—¿Te encargarás? —preguntó.
—Contrataré una niñera para ti.
Everson me miró como si tuviera un «pero» o un «me debes» que aún no
había compartido.
—Ahora, creo que alguien necesita un baño nuevamente, y tal vez mañana
te lleve al salón.
Unos perfectos ojos color moca me miraron.
—¿Salón?
—Un corte de cabello, y quizás también te pintemos las uñas de los pies.
Shayna sonrió y luego miró a su hermano.
—Evson, ¿puedo ir?
Ahí estaba, la niña destrozó su fachada dura como sabía que lo haría. La
confusión en su rostro decía que no esperaba que ella le pidiera permiso.
Ella lo miraba.
Ella lo respetaba.
Ella confiaba en él.
Era un regalo, y sabía que empezaría a verlo un poco más cada día.
—Eh… sí, lo que sea.
146

Cage llamó para darme las buenas noches. Fue una llamada corta con sus
hermanas molestándolo para que les dejara decir «hola». Planeaba volar a casa
tarde al día siguiente. Planeaba extrañarlo.
Al día siguiente llevé a Shayna al salón, y luego compré más ropa. Tonta de
mí, asumí que Everson ya lo habría hecho. Equivocado. ¡Argh! Hombres.
—¿Qué demonios? —Everson se quedó boquiabierto ante las pilas de
bolsas que llevamos a su apartamento.
Miré la televisión.
—Apágala.
Apagó el juego X-Box que no era más que una horrible violencia animada.
—Sí, mamá.
—Tiempo de madurar. Tiene seis años y si quieres que deje de gatear en tu
cama en medio de la noche, entonces debes impedir que vea cosas que le
provoquen pesadillas.
Everson no reconoció mi consejo, sino que asintió hacia las bolsas.
—Ya que estamos en el tema de que tiene seis años, dime por qué parece
que hoy compraste Macy's.
Le sonreí a Shayna y encontré mi voz feliz en lugar de la condescendiente
que se merecía Everson.
—Porque una chica necesita más que dos conjuntos y un par de ropa
interior. ¿Verdad, cariño?
Ella sonrió, sus pestañas largas revoloteando hacia Everson, y luego se fue
con una de las bolsas a su habitación.
Everson se encogió de hombros, y metió las manos en los bolsillos de sus
pantalones cortos.
—¿Cómo se suponía que iba a saber lo que tenía?
—Ah, no sé… podrías haber mirado en su bolsito pequeño con el que
apareció, o tal vez podrías haberle preguntado por qué estaba usando los mismos
dos conjuntos todos los días.
—No quería invadir su privacidad o hacerla sentir mal.
¿La parte loca? Le creí.
—Ahora me siento como una mierda. No lo sabía.
147
—No importa. Volveré más tarde para ayudarla a guardar todo. Ahora tiene
una bata de baño y sus propios artículos de tocador, así que la ayudaré a descubrir
cómo ducharse sola aquí en tu casa. Pero es joven, Everson. Si la ves desnuda, no
es raro ni gran cosa a menos que lo perviertas, y si lo haces, te romperé las bolas
con mi pie robótico. ¿Entendido?
—No me jodas —lo dijo de la manera más juguetona que se podía decir, y
lo dijo con una sonrisa.
Le soplé un beso.
—Cuida tu lenguaje… pero, también me gustas, Kong. Te veo luego.
Llámame si me necesitas… ahora que tienes mi número. —Sacudí la cabeza—.
Adiós, Kong.
El teléfono vibró en mi bolsillo cuando abrí la puerta.
Cage: Vuelo retrasado. Llegando tarde a casa. Entrenamiento temprano
en la mañana seguido de dos reuniones para ver si aún tengo trabajo. ¿Cena
mañana por la noche?
Lake: ¡Sí!
Me mandó su dirección.
Lake: ¿Tu lugar? ¿Puedo llevar algo?
Cage: Una bolsa de viaje.
Sonreí.
Lake: Ven a casa conmigo sano y salvo. Me gustas un poco… mucho. X
Cage: El sentimiento es un poco mutuo.
El día siguiente consistió en probar más piernas. Jerry y Thad me enviaron
una pierna nueva para correr, dos diferentes para nadar y una para andar en
bicicleta. El viento hizo un encomiable intento de matarme en mi bicicleta, pero
perseveré. La piscina del centro de entrenamiento estaba cerrada por una
competencia, así que mis piernas para nadar tuvieron que esperar.
Llamé a varias de las candidatas a niñera de Everson para programar una
entrevista. Una estaba disponible para reunirse esa tarde, así que nos reunimos en
un café para una entrevista informal. El día anterior hice cuatro entrevistas por
teléfono que no me impresionaron lo suficiente como para justificar una reunión
cara a cara.
Muy joven.
No tiene suficiente experiencia. 148
Demasiado conservadora.
Demasiado frívola.
Entonces… sucedió la magia. Encontré la indicada. Esa fue la que se reunió
conmigo para tomar un café.
Everson y Shayna entraron al estacionamiento al mismo tiempo que yo
regresaba de la entrevista.
—¿Cómo te fue? —preguntó Everson mientras Shayna me sonreía antes de
correr hacia el ascensor.
—Perfecto. Mejor que perfecto. Contraté a tu niñera. He concertado una
cita con Shayna mañana a las once. Si se llevan bien, entonces es un hecho.
—Estupendo. Gracias. Aprecio que hagas esto.
—Mi placer. Este currículum es una locura. Voy a llamar a las referencias
esta noche, pero anticipo que será una obviedad. —Caminé hacia la puerta.
—No se trata de una abuela de noventa años que va a dejar sus dientes en
mis encimeras, ¿verdad?
Me reí.
—¿En serio importa el aspecto de tu niñera?
—No, pero dímelo directamente. ¿Es sexy?
Negué con la cabeza.
—Sin comentarios. Nos vemos mañana.
Metí la llave en la cerradura.

—Guau… solo… guau… —susurré después de escribir el código de la


puerta al final del camino hacia Cage. Su casa estaba bien escondida por árboles
altos, pero una vez que estuvo a la vista, tuve problemas para creer que fuera un
poco inferior en comparación con la de cualquiera de sus compañeros de equipo.
Rodeé el camino circular de adoquines con una fuente en el medio, y
estacioné mi auto. Cage salió de su enorme puerta de madera con ventanas enormes
en tres lados. Cerré la boca antes de que la baba cayera por mi barbilla. Mi ritmo
cardíaco se duplicó con cada paso que mi chico atractivo con jeans, una camiseta
blanca y descalzo daba hacia mí. Su cabello se veía un poco más rubio oscuro,
como si acabara de ducharse. 149
Salí, me colgué el bolso al hombro y cerré la puerta del auto. Mi sonrisa
ridícula tenía que verse tan tonta como se sentía en mi rostro.
—Estoy intentando actuar con calma, pero estoy demasiado emocionada de
verte.
No dijo nada. Simplemente sacó una tarjeta de su bolsillo y la sostuvo en
alto.
CAPÍTULO SEIS
Cage sonrió y la arrojó a un lado. Hice una nota mental para conseguirla
más tarde porque las había guardado todas, esperando que una pizca de
reconocimiento brotara en mi mente, pero en ese momento todo lo que podía
concentrarme era en sus manos reclamando mi rostro, y luego en el beso que hizo
que mis piernas se quedaran sin huesos.
El beso de saludo no se detuvo. Se convirtió en un beso hambriento que
decía que yo sería la cena. Bien por mí.
Agarrando la parte posterior de mis piernas, me levantó sin romper nuestro
beso, y me llevó adentro. Todo lo que capté fueron algunas imágenes borrosas a
través de mi visión periférica mientras me arrastraba por un largo pasillo ancho y
luego por otro. El impacto de un colchón rompió nuestro beso, pero él siguió sin
decir nada.
Tragué pesado a medida que me mantenía clavada en la cama con ojos
hambrientos en tanto sus manos permanecían ocupadas quitándome la ropa y la
pierna. La quitó como si me quitara el zapato, sin dejar que sus ojos se apartaran
de los míos.
—Bonito lugar —susurré. Nervios locos.
Se quitó la camisa y luego se desabrochó los jeans.
—Gracias. —Sonrió y todo lo que necesité fueron esos hoyuelos para que
me sentara y me deslizara hasta el borde de la cama. Me recordaron que tres años
antes me enamoré del chico. El Cage ante mí era todo un hombre, y no había nada
que quisiera más que mostrar mi aprecio por el hombre.
Bajé sus calzoncillos, exponiendo su erección. Cuando lo miré, sus labios
se abrieron mientras su pecho subía y bajaba lentamente. Había algo tan
indescriptible, tan erótico, en la mirada de sus ojos cuando pasé la mano por su
longitud. Era deseo mezclado con dolor. Decía «no tienes que hacerlo», pero al
mismo tiempo la oscuridad en sus ojos entrecerrados me rogaba que envolviera
mis labios alrededor de él.
Sus manos se enredaron a través de mi cabello a medida que mi lengua se
deslizaba a lo largo de su carne cálida. Cerré los ojos, viendo flashbacks de su boca
sobre mí, la forma en que encontró mi mirada con su lengua presionada contra mí,
150
y la forma en que me hizo caer en pedazos.
La rendición más hermosa.
El calor.
El desmoronamiento lento.
La seducción de saborear a alguien tan íntimamente, desearlo tan
plenamente. Quería que sintiera eso, todo eso, todo de mí.
—Maldito infierno, Lake… —Su rostro se tensó alrededor de sus párpados
pesados . Se echó hacia atrás y terminó de quitarse los pantalones antes de trazar
un camino con su lengua por el interior de mis piernas. Me eché hacia atrás, mis
párpados sintiéndose tan pesados como los suyos. En cuestión de segundos grité,
moviendo mis caderas cuando su lengua encontró mi clítoris.
—Cage… —Agarré su cabello con un puño, bombeando mis caderas contra
él.
No se quedó allí mucho tiempo. Probó cada centímetro de mi cuerpo,
llevándome al borde una y otra vez mientras yo hacía lo mismo con él. Estaba el
sexo, y luego estaba el hacer el amor con el deseo de que siguiera y siguiera,
encontrando un placer insondable en mucho más que la liberación. Tuvimos el tipo
de sexo que parecía durar horas, y cuando finalmente encontramos esa liberación,
comenzamos de nuevo hasta llegar al agotamiento físico total.
—Te extrañé —murmuró con voz soñolienta con la mejilla presionada
contra mi estómago.
Mi nuevo lugar favorito oficial en el mundo era desnuda, sudorosa y
enredada en las sábanas gris oscuro de la enorme cama redonda de Cage en el
centro de una habitación que era demasiado grande para un dormitorio.
—No lo habría adivinado. —Me reí.
Clavó sus dedos en mis costados.
—¡Detente! —grité, retorciéndome debajo de él.
Me lamió el vientre, y luego mordió la piel de mis costillas.
—Mmm… sabes salado.
Me reí mientras mis dedos jugaban con su cabello.
—Eso es sudor.
—Es sexo. Me encanta cómo sabe en ti.
Mis entrañas se apretaron. Él era sexo: la forma en que se veía, las palabras
151
que decía, y la forma en que las decía.
—Entonces, ¿voy a hacer un gran recorrido por tu piso de soltero y podemos
comenzar en la cocina, específicamente en el refrigerador?
Su risa hizo vibrar la cama.
—¿Tienes hambre?
—No. Superé el hambre hace más de una hora. Estoy famélica, me muero
de hambre, me marchito en el viento.

Cage
—Nueva regla. Cuando estés en mi casa, no tienes que usar nada más que
una camiseta blanca mía.
La chica sexy con cabello negro salvaje y labios hinchados que parecían
haber sido besados a fondo se asomó por la esquina de mi nevera a la que se ayudó
a asaltar, a pesar de que acababa de poner salmón en la parrilla.
—Mmm, me gusta la sensación que tengo al saber que la camiseta que
abrazaba tu sexy pecho está cubriendo mi cuerpo desnudo. —Guiñó un ojo y
reanudó su incursión.
—Sí, bueno, imagina cómo me sentiré cuando te la quite de tu cuerpo
desnudo para reclamarla.
—¿Reclamar la camiseta o mi cuerpo desnudo?
Sinceramente, no podía recordar un momento de mi vida en el que me
hubiera sentido tan completamente feliz.
Ni cuando gané el Heisman.
Ni cuando fui primero en el reclutamiento.
Ni cuando firmé mi contrato con Minnesota.
En ese momento, me sentí bastante seguro de que lo dejaría todo solo para
ver a Lake hacer estallar sus labios una y otra vez al contemplar lo que sería su
refrigerio antes de la cena. Inexplicablemente, era dueña de una parte de mí desde
el momento en que nació, y tardó veintiún años en encontrarme y ponerla delante
de mi cara en una especie de «estás perdiendo esto».
—¿Tienes malvaviscos? 152
Crucé los brazos sobre el mostrador, mis pies descansando en el peldaño
del taburete.
—Lo siento. Sin malvaviscos. No como mucha azúcar.
—Mmm. —Cerró la puerta del refrigerador y dejó un cuenco de cristal con
uvas rojas sobre la encimera—. Necesitas malvaviscos y arroz crujiente. —
Metiéndose una uva en la boca, sonrió.
—Lo hago, ¿eh?
Asintió.
—Wafles de lino y mantequilla de avellana con chocolate Justin’s.
—¿Algo más?
Golpeando una uva a lo largo de sus labios fruncidos, puso los ojos en
blanco hacia el techo.
—Lo pensaré, y te lo haré saber.
Arranqué un racimo de uvas.
—Haz eso. Vamos, necesito revisar la cena. —Caminé hacia la terraza.
—Estás en jeans, sin camisa. Estoy en una camiseta nada más. ¿Qué pasa si
tus vecinos me ven?
—Nadie puede ver mi terraza. Ven afuera.
—Está oscuro y hace frío.
—Ven. Aquí. —Me reí, volteando el salmón en una tabla de parrilla de
cedro.
—Ah… —subió a la cubierta—. Está templado.
Señalé los dos calentadores en lados opuestos, y el que estaba montado
encima de nosotros.
—Alrededor de cinco minutos más, te daré de comer antes de que te
«marchites». —Sentada en el extremo de un sillón, tiré de su mano, llevándola a
horcajadas sobre mi regazo, intentando no enfocarme en su falta de bragas.
—Gracias por invitarme a cenar. —Dejó un beso pequeño en mis labios.
Asentí, contemplando mis próximas palabras. Encontrar alguna palabra en
presencia de la única mujer que lograba dejarme sin palabras era una hazaña casi
imposible.
—Te ves tan serio. —Entrecerró los ojos.
153
—Lake Jones… —Las palabras, ¿dónde estaban las palabras y por qué
estaba jodidamente asustado de decirlas, pero igual de asustado de no decirlas?—
. ¿Qué dirías si te dijera que te amo?

Lake
En ese mismo momento.
Justo ahí.
En ese instante.
Cage Monaghan volvió la cabeza y me besó en los labios de una manera
proverbial mi-corazón-sintió-el-aliento-de-la-eternidad. Tenía un objetivo: hacerle
girar la cabeza.
Sacudí la mía.
—No diría nada. Me dejarías sin palabras.
Acunó mi cara. Mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Lake, eres esa chica. Si no hubieras desaparecido después de ese día en
Omaha, sería maestro de escuela primaria. No hubiera elegido esta vida, porque el
fútbol es ahora mi vida. Ya no sé cómo equilibrar esto, y si soy honesto, no quiero
equilibrarlo. Quiero dejarlo por ti. Quiero que estar contigo sea lo que haga todos
los días porque juro por Dios que sé que puedo hacerlo mejor que nadie. Te amo,
Lake. Te amo de una manera que me hace sentir inseguro de todo en mi vida
excepto de ti. Te amo de una manera que me hace querer nada más que a ti.
Puede haber parecido que mi cara estaba en sus manos, pero en realidad era
mi corazón. Me miró expectante. No tenía nada, así que me encogí de hombros, y
dejé que grandes lágrimas rodaran por mis mejillas.
Besó mis lágrimas.
—Yo también te amo. —Las palabras quedaron atrapadas en mi garganta.
Habían estado allí durante tanto tiempo, creciendo cada día, necesitando tan
desesperadamente que se dijeran. Una parte de mí se arrepintió de esperar a que lo
dijera. Si algo me enseñó mi roce con la muerte fue la verdadera fragilidad de la
vida, y la importancia de decir lo que importa en el momento en que importa.
Ben murió y yo viví.
Y en ese momento, justo ahí… supe por qué. 154
Diecisiete
Una sensación de júbilo me llevó tarde a casa esa noche. Quería quedarme,
pero tenía que estar despierta y lista para la niñera de Shayna, y el tipo que reclamó
oficialmente el título de Hombre de Mis Sueños era una distracción demasiado
grande. Dejar su cama por la mañana habría sido imposible después de nuestra
velada perfecta.
Siguiendo al mejor salmón de todos los tiempos, me hizo el amor en la
terraza, susurrándome ese amor mágico una y otra vez. No estaba segura si había
profundidades en nuestro amor, pero si las había, estaba tan adentro que sabía que
moriría antes de escapar.
No quería escapar. ¿Cage dejaría la NFL para ser profesor y pasar más
tiempo conmigo? Tampoco quería eso. Lo había visto jugar en la universidad. La 155
euforia en su rostro cuando conectaba con un receptor en la zona de anotación no
era una mirada que dijera que quería ser maestro, y pasar su tiempo libre con una
chica. Estuvimos de acuerdo en que la noche nos había dejado a ambos en una
nube de nostalgia y que tomar decisiones que cambiarían la vida se hacía mejor
con la mente despejada.
Lo que sí sabía con certeza era que Cage Monaghan era la razón por la que
mi vida se salvó. No tenía claro cómo lo sabía… simplemente lo sabía.
—No voy a poder quedarme mucho tiempo. Tengo una reunión —dijo
Everson mientras esperábamos a que llegara la niñera.
—Está bien. Tengo la sensación de que se llevarán bien en menos de sesenta
segundos. Entonces, podrás irte y esperaré un cheque de tarifa considerable en mi
puerta para la cena.
—¿Comisión de intermediario?
—Por encontrar a la mejor niñera del mundo.
—Suenas bastante segura de ti misma.
Sonreí cuando Shayna entró en la habitación.
—Esta es una cosa segura. Ella amará a Jamie, y Jamie adorará a esta niña
tan dulce. —La abracé.
—¿Cuántos años tiene Jamie? —preguntó Everson.
—Treinta y uno.
Justo a tiempo, hubo tres golpes rápidos en la puerta. Everson podría
aprender una lección de Jamie sobre tocar correctamente, como en: «Estoy en tu
puerta, pero no intento molestarte».
Everson abrió la puerta.
—¿Puedo ayudarte?
—Hola, soy Jamie Law.
—No, no lo eres. —Everson negó con la cabeza.
—¡Everson! —Tiré de su brazo para apartarlo del camino—. No seas
grosero.
—Stick…
—Lake. —Le disparé un ceño fruncido antes de convertirlo en una sonrisa
para Jamie. La niñera no necesitaba escuchar nuestros apodos cariñosos el uno para
el otro—. Entra, Jamie.
—Lake, ¿puedo hablar contigo un minuto? —preguntó Everson en un tono 156
que en realidad no preguntaba, sino que exigía.
—Claro, solo un segundo. Jamie, me gustaría que conocieras a Shayna, y a
su hermano Everson Banks.
Shayna le tendió la mano a Jamie. Everson no lo hizo.
—Una palabra. ¡Ahora!
Le lancé a Everson otro ceño fruncido seguido de otra sonrisa de disculpa a
Jamie.
—Shayna, ¿por qué no le cuentas a Jamie sobre tus lecciones de natación,
y qué libros te gustan? Discúlpennos unos momentos, estaremos de regreso.
—Tómense su tiempo. —Jamie sonrió.
Cerré la puerta del dormitorio de Everson.
—Oh, Dios mío. ¿Cuál es tu problema? ¿Tienes alguna idea de cuán
calificado está Jamie en comparación con todas las demás personas que entrevisté?
Que alguien me ayude si estropeas esto, me enfadaré contigo.
Apoyó las manos en las caderas.
—¿Estás jodidamente ciega? Jamie es un tipo. No voy a contratar a un
hombre para que sea la niñera de mi hermana. Esa mierda simplemente no está
bien.
—¡Guau… oh, guau! ¿Podrías ser más sexista?
—Sí, de hecho, podría serlo, pero te perdonaré y lo mantendré simple. No.
No lo contrataré.
—¿Porque es un chico?
Everson asintió.
—Exacto.
—Hace dos años fue niñero de la realeza en Inglaterra. Tiene un título en
educación. Es técnico de emergencias médicas a tiempo parcial. Habla cuatro
idiomas diferentes. Ha completado siete competencias de Ironman. Y ha llegado a
la lista de los más vendidos del New York Times por una serie de libros para niños
que ha escrito. ¿Estás loco? No hay nada mejor que Jamie.
—¿Aún vas a ayudar con ella a veces?
—¿Qué? Sí. Pero no puedo garantizar mi tiempo con la imprevisibilidad de
mi trabajo, así que no puedo ser su niñera, de lo contrario me habría ofrecido. 157
—Lo entiendo, Stick. ¿Pero estarás cerca cuando puedas?
Me encogí de hombros.
—Por supuesto.
—¿Pasarás el rato con Shayna y su niñero?
—Sí, algunas veces.
—Estupendo. Espera aquí.
Esperé. ¿Por qué? No estaba segura.
—Jamie, hombre… ¿te importa si te tomo una foto por razones de
seguridad?
Eché un vistazo por la esquina mientras Everson tomaba la foto de Jamie.
—¿De qué va todo eso? —pregunté cuando Everson volvió al dormitorio.
Tocó la pantalla de su teléfono.
—¿Qué eran todas esas credenciales de nuevo? Realeza… profesor,
paramédico, cuatro idiomas… —continuó escribiendo en su teléfono—…
competencias de Ironman, ah y Best Seller del New York Times.
—¿Qué estás haciendo?
Levantó su teléfono.
—Acabo de enviar una foto de Jamie y su currículum increíble a Monaghan
para ver cómo se siente que lo haya contratado para trabajar junto a ti.
Puse los ojos en blanco.
—A él no va a importarle. En todo caso, quedará impresionado con mis
habilidades para encontrar a la persona perfecta para cuidar a Shayna.
Everson levantó su teléfono mientras sonaba con una respuesta de Cage.
Sonrió.
—Sí, eso es lo que pensé que diría.
Monaghan: ¡De. Ninguna. Jodida. Manera!
Mi mandíbula cayó al suelo. No podía creer que esa fuera la reacción de
Cage. Sin embargo, me negué a dejar que Everson viera mi sorpresa.
—Tienes treinta segundos para presentar un caso inteligente para no
contratar a Jamie, de lo contrario, es nuestro hombre. Sé muy bien que tienes planes
para las próximas semanas y no puedo ser tu respaldo cada vez, así que
escuchémoslo.
—¡Es un tipo!
158
Gruñí un zumbido.
—Inténtalo de nuevo, quedan veinte segundos.
—No tiene sentido que quiera ser niñero. Eso por sí solo debería levantar
suficientes sospechas.
Otro gruñido mío.
—Última oportunidad, diez segundos.
—Me van a joder hasta el cansancio por tener un niñero… —señaló hacia
la otra habitación—… ese parece un niño lindo.
—¿Es por eso que no quieres contratarlo? Porque él es…
Everson cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Él es qué, Stick? Termina tu pensamiento.
No iba a morder el anzuelo.
—Dale dos semanas y si no te gusta, buscaremos a otro.
Nuestro enfrentamiento duró un buen minuto o más.
—Una semana y soy yo quien decide si lo conservamos. ¿Entendido?
Asentí.
Seguí a Everson y me senté junto a Shayna, que se había estado riendo y ya
la estaba pasando muy bien con Jamie. Everson repasó toda su perorata sobre una
prueba de una semana para ver si Jamie era en realidad un buen acierto, mientras
yo miraba detenidamente al niñero. Tal vez cierto mariscal de campo me impidió
evaluar de manera objetiva la apariencia de Jamie o, si lo hice, tuvo que ser
inconscientemente.
Después de una inspección más cercana, tuve que admitir que Jamie estaba
en cierto modo del lado apuesto: alto, en forma, una sonrisa linda, cabello y ojos
oscuros. Es posible que hubiera una pizca de parecido con Tom Hardy, y un acento
británico que habría derretido las bragas de cierta amputada en la época anterior a
Cage.
—No soy un gran fanático del fútbol americano, pero espero verlos jugar
este otoño.
Me estremecí. Jamie necesitaba irse antes de que tuviera más golpes en su
contra. Estaba claro por la forma en que el cuerpo de Everson se tensó que no le
gustaba que alguien lo hiciera sonar como si hubiera otro tipo de fútbol además del
fútbol americano: el fútbol.
—Entonces, Jamie, gracias por venir, parece que tú y Shayna se llevarán
159
muy bien. ¿Mañana a las ocho?
Jaime sonrió. Sí, era lindo.
—¡Estupendo! Adiós, Shayna, nos vemos mañana.
Cuando la puerta se cerró, me apoyé contra ella.
—Shayna, ¿te gustó Jamie?
Asintió realmente fuerte con una sonrisa a juego. Le sonreí a Everson, cuyo
rostro tenía un ceño fruncido permanente. Parecía que no iba a llegar a ver su
sonrisa cegadora a corto plazo.

Cuando regresé a mi apartamento, me ocupé de mi primera orden del día.


Lake: «¡De. Ninguna. Jodida. Manera!» ¿En serio? Por favor, dime que
no basaste las calificaciones de niñera de una persona por una foto.
Cage: Preparándome para una entrevista. Hablaré contigo más tarde.
Justo cuando solté un suspiro de frustración, llamaron a mi puerta. Un nuevo
tipo de golpe, basado en mi experiencia en golpes.
La mirilla reveló a una mujer con largo cabello rojo acercándose demasiado,
entrecerrando un ojo, intentando ver por mi mirilla desde el otro lado. Salté hacia
atrás. Fue sorprendente. Así que, no estaba bien de su parte. Abrí la puerta.
—Hola, ¿eres Lake Jones? —preguntó con un acento sureño fácil.
¿Por qué una extraña que pide confirmación de mi nombre parece una
prueba?
—¿Quién quiere saber?
Sonrió con una sonrisa encantadora que acentuó sus ojos azules suaves y
translúcidos. Parecían mucho menos espeluznantes que a través de la mirilla.
—Soy Penny Weiss, tu vecina nueva al otro lado del ascensor. Mi esposo y
yo nos mudamos la semana pasada.
Miré por la esquina, y luego asentí.
—Ah, sí, ese lugar ha estado vacío por un tiempo.
Arrugó la nariz.
160
—La vista no es muy buena, pero no nos importa. De todos modos, solo
quería presentarme. Nos mudamos aquí desde San Antonio, ahora tenemos el nido
vacío. Los padres de mi esposo se están mudando a un centro de vida asistida
cercano, así que decidimos mudarnos aquí al menos por un par de años. Una vez
que nuestros hijos decidan casarse y darnos algunos nietos, nos iremos de aquí.
Asentí. Penny no parecía lo suficientemente mayor para ser abuela.
Aparentaba unos treinta y cinco años, era delgada, con una pulsera plateada justo
debajo del bíceps del brazo izquierdo, varios anillos de plata en los dedos y grandes
pendientes de aro plateados.
—En fin, eso es todo. Solo quería hacer la presentación. El administrador
del apartamento me dijo que podríamos encajar bien. Dejamos un gran vecindario,
y estoy segura de que los habitantes de los apartamentos no socializan como los
propietarios de viviendas en los suburbios, pero soy de la vieja escuela. ¿Bebes
vino?
—Lo hago. —Sonreí porque la habladora Penny era agradable y sin
pretensiones. Dios sabe que necesitaba una amiga de mi lado con toda la
testosterona en mi vida. Sin ofender a Trzy.
Miró hacia abajo.
—Guau, sorprendente, nunca había visto una pierna como esa. Rupert, mi
esposo, perdió medio dedo cuando tenía catorce años. Salió en el lado corto de la
ruleta de eliminación de basura.
Hice una mueca.
—Lo sé, ¿verdad? —Asintió lentamente.
—El mío fue un accidente automovilístico. Si Rupert alguna vez necesita
un dedo extra —u ocho—, conozco a un tipo.
Penny se rio.
—Se lo diré. No sabe qué hacer con los nueve y medio que tiene, así que no
creo que importe.
Había conocido a Penny durante dos segundos y, sin embargo, estaba
bastante segura de que estaba compartiendo detalles vergonzosos sobre su vida
sexual. Era oficial: me gustaba Penny Weiss.
—Es un poco temprano para el vino, pero tengo té si quieres pasar.
—¿Estás segura? No quiero interrumpir tu día.
—Tengo que cuidar a una niña de seis años en una hora, así que tengo
tiempo.
161
Penny no se asustó por Trzy, pero confesó su alergia a los gatos. Fue una
buena prueba para el rasgo hipoalergénico de Trzy.
—Pareces demasiado joven para estar jubilada. —Le entregué a Penny una
taza de té, y me senté en la silla frente a ella en la mesa de mi cocina.
—Tengo cuarenta y cinco años, y Rupert cincuenta y nueve. —Me dio una
sonrisa tímida—. Somos la pareja de la que a la gente esnob le gusta hablar. Fuimos
el tema de chismes más candente durante años. Rupert era profesor titular de
finanzas en la misma universidad donde mi padre era el decano. Rupert tenía dos
hijos y estaba en un matrimonio miserable. Estaba embarazada de ocho semanas y
tenía dos años de aprendizaje exitosa en la universidad en mi haber, pero una
maestría en deshonrar a mi padre.
»Rupert y yo nos vimos por primera vez fuera de la oficina de mi padre. Le
acababa de contar a mi querido papito sobre mi embarazo y, por supuesto, me fui
llorando porque mi padre fue un idiota total. Una hora más tarde hubo un golpe en
la ventana de mi auto. Estaba llorando a mares, no podía ver para conducir a casa.
Era Rupert, un completo extraño para mí en ese momento. Me ofreció llevarme a
casa. Y como era joven y estúpida, de ahí el embarazo no planeado, acepté su
oferta.
»Cuando llegamos a mi apartamento, lo invité a tomar un café, vomité los
detalles de mi trágica vida y derramé todas mis lágrimas en su camisa, usando su
corbata de seda como un pañuelo. Dos horas después estábamos en mi cama
desnudos y completamente satisfechos. ¿Puedes creer que un chico de su edad
nunca había tenido a una chica haciéndole sexo oral?
Penny sonrió. Yo había perdido toda función facial mientras mi mandíbula
colgaba en el aire.
—Ah, para responder a tu pregunta sobre la jubilación. Rupert está jubilado;
hizo inversiones muy sabias a lo largo de los años. En cuanto a mí… no necesito
trabajar, pero siempre he tenido trabajos ocasionales. Solo algo para mantenerme
ocupada y cuerda. No puedo estar con Rupert todo el maldito día. Nos mataríamos
el uno al otro.
Penny fue una parte tan inesperada de mi día, pero extrañamente
refrescante. Tenía el poder de acabar con mi adicción a Netflix. Sabía que su
historia de «cómo conocí a mi esposo» solo era un bocado de su vida.
—Entonces, ¿el padre de tu hijo estaba fuera de escena?
—Dulzura, estuvo fuera de escena antes de que la imagen se enfocara.
¿Conoces esas cosas en la vida que realmente no son representativas de tus mejores
momentos?
162
Asentí, bebiendo mi té. Me encantaba su acento sureño, y la forma en que
me llamaba dulzura.
—Bueno, durante mi fase salvaje, era una zorra merodeando las pistas de
moteros.
Levanté una ceja.
—Estaba drogada como loca la mayor parte del tiempo, y follaba cualquier
cosa con una polla. —Golpeó el borde de su taza con la uña—. Diablos, ¿a quién
estoy engañando? Estoy bastante segura de que también hubo algunas mujeres en
la mezcla. —Penny suspiró. Una sonrisa leve creció en su rostro como si estuviera
recordando los buenos viejos tiempos.
—Has vivido una gran vida hasta ahora.
—Lo hice. Muchos errores, pero ningún arrepentimiento. ¿qué hay de ti?
—No soy tan emocionante. Perdí mi pierna y mi novio en un accidente
automovilístico. Me mudé aquí hace unos meses desde San Francisco. Me gano la
vida con mi «discapacidad» probando prótesis de última generación, y haciendo
sesiones de fotos ocasionales.
—¿Qué hay de una pareja? Eres demasiado bonita para no tener novio… o
novia. Sin discriminación, ¿verdad?
Me reí, mirando mi té.
—Tengo a alguien. Es un poco nuevo y un poco viejo, pero sobre todo un
poco difícil de explicar, pero él es… todo un partido.
—Me gusta cómo suena eso.
Un golpe en la puerta me devolvió a la realidad justo cuando los recuerdos
de la noche anterior comenzaban a calentarme la piel.
—Me apartaré de tu camino. —Penny se puso de pie.
—No, no tienes que irte.
—No, me voy. Hablaremos más tarde, dulzura.
Miré por la mirilla.
—¿Acaso esas cosas no son adictivas? Aunque, no funcionan tan bien desde
el otro lado.
Sonreí, en parte por el comentario de Penny, y en parte por mi chico apuesto
en el lado opuesto de la puerta.
—Sí, son bastante adictivos. Espiar es uno de mis pasatiempos favoritos. —
Abrí la puerta. 163
—¡Oh dulce Jesús! Eres Cage Monaghan.
Los ojos de Cage revolotearon entre Penny y yo.
—Sí, Penny, este es Cage. Cage conoce a Penny, mi vecina nueva. —Y una
zorra extraordinaria de la que estoy enamorada.
—Oh mi Señor… es un gran placer. Sigo el fútbol como la nariz de un perro
al culo de un gato. ¿Te importaría si te pido un autógrafo?
Cage me miró de nuevo. Me encogí de hombros.
—Voy a buscar un marcador. —Agarré un marcador del cajón de la
cocina—. ¿Quieres un pedazo de papel o algo así, Penny?
—No. —Continuó mirando boquiabierta a Cage.
—Toma. —Le entregué el marcador a Cage.
—Justo aquí, muñeco, si no te importa. —Penny se subió la camiseta unos
diez centímetros y señaló la parte baja de su espalda—. Justo encima de mi corazón
y en la parte baja de mi espalda sería perfecto.
Cage me miró de nuevo. Me encogí de hombros nuevamente. Firmó su
espalda, y tapó el marcador.
—Ah, perfecto. Rupert y yo vamos a hacerlo esta noche al estilo perrito
para que él pueda mirarlo. Nada mejor que un chico un poco celoso. Los hace
mejorar su juego si saben a lo que me refiero. —Penny guiñó un ojo, y luego
avanzó por el pasillo.
Cage aún no había dicho una palabra.
—Ella es genial, ¿eh? —Le arrebaté el marcador y volví a entrar.
—En realidad, no tengo palabras para Penny.
Cerré el cajón y me apoyé contra la encimera.
—Pero tienes algunas para Jamie, ¿verdad?
—¿Quién es Jamie? —Deslizó sus manos detrás de mí, amasando mi trasero
al tiempo que me atraía hacia su cuerpo.
Cerré los ojos mientras él besaba la piel debajo de mi oreja.
—Él es la niñera de Shayna.
Cage se puso derecho, mirándome con los ojos entrecerrados.
—¿Entonces la foto no era una broma?
También agarré su trasero, dándole un apretón fuerte.
164
—Entonces, ¿el «de ninguna jodida manera» fue una broma?
—Sí. No… no lo sé. ¿En serio contrataste a un niñero para la hermana de
Banks?
—Contraté a la niñera más calificada que resulta ser un hombre. Por favor,
no me muestres tu lado sexista si tienes uno. No quiero verlo. Sí, es oficial: las
mujeres pueden ser pilotos y médicas, y los hombres pueden ser enfermeros y
niñeros.
—Lo que sea, no me afecta.
—Exacto. Ahora bésame para que pueda ver si aún te afecto.
Cage sonrió a medida que sus labios les mostraban a los míos que aún lo
afectaba.
—Te extrañé en mi cama esta mañana —murmuró sobre mis labios
mientras sus manos se deslizaban por mi camiseta.
Presioné mis manos en su pecho.
—No podemos hacer esto. —Miré el reloj de mi microondas—. Shayna
viene mientras Everson hace lo que sea que hace en esta época del año.
—¿Ahora?
—Diez minutos.
—Puedo trabajar con eso. —Me besó con fuerza, apoyándome contra la
encimera en tanto su erección presionaba mi vientre.
Me reí, retorciéndome de su agarre sobre mí.
—¡Detente! Diez minutos no es suficiente. —Froté mis labios juntos. Ya
estaban entumecidos por su asalto sobre ellos.
Cage suspiró.
—Bueno, como quieras. Me reuniré con dos de mis receptores abiertos para
practicar algunos pases.
Enderecé mi sujetador que él había empujado hacia abajo, exponiendo mis
senos.
—Básicamente vas a un parque a jugar a la pelota con tus amigos.
Capturó mis dos muñecas detrás de mi espalda con su mano derecha, y me
mordió el cuello. Cage era un mordedor, y oh Dios mío, me encantaba lo que me
hacía.
—Sí, básicamente —susurró en mi oído antes de dejarme hecha un charco
en el piso de mi cocina mientras caminaba hacia mi puerta—. Hasta luego.
165
Después de que la puerta ya estaba cerrada, susurré:
—Nos vemos.
Diciocho

Ocurrió. Encontré mi lugar en Minneapolis. Encontré mi vida nuevamente


en Minneapolis. La Tierra de los 10.000 Lagos. Obvio, estuvo ahí todo el tiempo.
Jamie sobrevivió a la prueba de una semana. A pesar de las intenciones de
Everson de ser quien toma las decisiones, hicimos una votación. Fue dos a uno.
Jamie se quedó.
Penny se convirtió en mi nueva mejor amiga, que no lo compartí con
Lindsay por motivos de compasión. Necesitaba a alguien más arruinado que yo
para aceptarme de verdad. Penny cerró la brecha entre mi amiga y mi madre. Me
escuchaba como Lindsay, solo que menos crítica, pero me daba consejos
maternales, solo que menos éticos. Sí, me encantaba Penny Weiss. 166
Shayna y Everson se convirtieron en mis nuevos hermanos, aunque para
Shayna me sentía mucho más como una madre que como una hermana, y Everson
era simplemente… Everson. Aún no había atravesado su dura capa exterior para
encontrar lo que sabía que tenía que ser un corazón pegajoso.
Otra teoría mía.
Cage era la ventaja de todos los días, sin importar qué. El hecho de que
estuviéramos a solo unas semanas de que él se fuera al campamento de
entrenamiento era agridulce. Mi espionaje temprano en la mañana reveló una
reunión de Everson y algunos otros muchachos del equipo en el pasillo, otra
ventaja de mi vida en Minneapolis. Uno de los otros chicos era mi chico. Me
agaché y terminé de atarme el zapato, y luego abrí la puerta. La risa bulliciosa y la
charla se silenciaron cuando todos los ojos se posaron en mí.
Sonreí.
—Muchachos.
—¡Maldita sea, Monaghan! —Uno de los chicos silbó—. ¿Estás eligiendo
pescar sobre eso hoy? —Sus ojos recorrieron mi cuerpo, vestido con pantalones
ajustados y un sujetador deportivo.
—Mantén tus jodidos ojos fuera de ella. —Cage empujó juguetonamente al
tipo antes de moverse hacia mí. Agarró mi cabeza y me besó, provocando algunos
aullidos del grupo reunido—. Te extrañé anoche —susurró en mi oído.
Lo dejé desnudo y saciado en su cama para llegar a casa y poder chatear por
video con Jerry sobre el ajuste de mi pierna nueva. Aclarándome la garganta, di un
paso atrás antes de empezar a sudar por su toque.
—¿Pescar? Entonces, ¿hablabas en serio?
—Tu chico tiene el bote de pesca más lindo que haya existido, Stick.
Hombre, ¿cómo es que aún no la has llevado a pescar? —preguntó Everson.
Recordé vagamente que Cage mencionó algo sobre la pesca una vez, pero
no le di mucha importancia.
—¿Tienes un bote? ¿Un barco de pesca real?
Los chicos se rieron.
—Vamos por la cerveza y las bromas, pero Monaghan se lo toma en serio
y nos mira mal si nos ponemos demasiado ruidosos.
Ladeé la cabeza hacia un lado. Cage sonrió mientras se encogía de hombros.
—¿Atrapar y soltar, o te comes el pescado?
167
—Depende. —Metió las manos en los bolsillos traseros de sus pantalones
cortos tipo cargo.
Asentí, todavía un poco sorprendida.
Cage hizo un gesto hacia mi pierna para correr.
—¿Probando una pierna nueva?
Negué con la cabeza.
—Ropa interior.
Su ceño se arrugó y los chicos detrás de él se acercaron un poco más, con
las orejas atentas.
—¿Qué? —preguntó Cage.
—Mi ropa interior favorita salió del catálogo. Estoy probando una marca
nueva y la mejor manera de probarla es salir a correr. Quiero saber antes de
comprar diez pares si se me van a subir. No soy una chica tanga. No me gusta que
me metan nada por el culo.
Sus mejillas se pusieron rojas a medida que tragaba fuerte. La tripulación
de pesca intentó y no pudo ocultar su risa. Uno de los chicos le dio una palmada
en el hombro.
—Nos encontraremos contigo al frente. —Se aclaró la garganta—. Nuestras
condolencias por las noticias del culo.
Eso provocó una ronda nueva de risas cuando los chicos se amontonaron en
el ascensor. Cuando las puertas se cerraron, Cage frunció los labios y suspiró.
—Gracias por eso.
Me encogí de hombros.
—¿Qué?
—¿Qué…? —Es posible que su intención fuera hablar en serio o tal vez
molesto, pero no pudo terminar su pensamiento sin frotarse la boca con la mano
para ocultar su sonrisa—. No te gusta «que te metan nada por el culo». ¿En serio,
Lake? —Sacudió la cabeza, poniendo los ojos en blanco.
—Entonces, te gusta mucho la pesca, ¿eh?
—No cambies de tema. —Entrecerró los ojos hacia mí. Lástima que aún no
pudiera mantener una expresión seria. Habría dado mucho más mérito a su caso.
Esos eran mis momentos favoritos, cuando él estaba un noventa por ciento seguro
de que mis acciones eran un efecto secundario vergonzoso de mi humor más seco
que el desierto del Sahara, sin embargo, el diez por ciento estaba hablando en serio. 168
Me encantaba ese diez por ciento. Me rompía el culo por ese diez por ciento.
—Lo siento, ¿cuál era el tema? Ah sí, cosas que no me gustan en mi culo.
Suena como una categoría de Jeopardy o una encuesta de Family Feud. Nombra
algo que a Lake Jones no le guste en su culo. Ropa interior. Encuesta, ¿qué dice?
Din, din, din… noventa y cuatro encuestados dijeron ropa interior, los otros seis
dijeron polla. Y creo que esos seis idiotas lascivos están abajo esperándote.
Cage me observó; nunca solo era una mirada fija o una mirada persistente.
Sus ojos se entrecerraron una fracción, pero nunca perdieron su brillo. A la
humedad de sus labios siempre le seguía el morderlos juntos como si se negara a
hablar hasta que me descifrara. Y justo antes de hablar, sus hoyuelos se rindieron
ante su sonrisa inminente.
—Te voy a enviar un mensaje de texto con una dirección. Encuéntrame allí
en tres horas.
—¿Y si no he solucionado esta situación de ropa interior para entonces? —
Mi cabeza se inclinó hacia un lado cuando mi cara de póquer se deslizó un poco,
revelando mi propia sonrisa inminente.
—Mmm… —Me atrajo hacia él, sus manos metiéndose en la parte de atrás
de mis pantalones cortos para correr—. No te preocupes por eso —susurró antes
de chupar el lóbulo de mi oreja con su boca.
Mis labios se separaron y mis ojos se cerraron, a medida que me aferraba a
sus bíceps para evitar que mis rodillas se doblaran.
—Las bragas son opcionales.
Tres palabras y mis rodillas se doblaron. Por suerte, y no precisamente
agradecida, empuñó la parte posterior de mis bragas nuevas y tiró hacia arriba. ¿Mi
héroe? No. El calzón chino estaba en marcha unos segundos antes de que mis
rodillas fallaran.
Jadeé.
Él sonrió.
—Creo que deberías considerar acostumbrarte a la idea, la sensación, de
algo en ese sexy trasero tuyo.
No hubo mucho que me dejara sin palabras, pero mi primer calzón chino
inducido por un hombre-no-hermano me dejó con ojos enamorados, y una lengua
paralizada.
Me guiñó un ojo justo antes de que las puertas del ascensor se cerraran.

169

Ser la menor de cinco hermanos, y tener tres hermanos mayores hizo que
la venganza diaria fuera una parte integral de mi infancia. La dirección que me
envió Cage era a un lago. Estacioné junto a su camioneta con el remolque del barco
vacío adjunto.
Lake: Estoy aquí.
Cage: Te recogeré en el muelle. Por favor, ignora a cualquiera de los
borrachos.
Me reí mientras sacudía la cabeza, y tomaba mis lentes de sol. Cuando entré
en el muelle, se escucharon silbidos y gritos a medida que un bote se acercaba.
—Nos está abandonando por una chica —dijo uno de los muchachos en
tanto el bote se deslizó junto al muelle.
Creo que había cinco tipos en total, pero solo tenía ojos para la venganza…
o el destinatario afortunado que llevaba el sombrero caqui más ridículo con varios
señuelos colgando de él.
—Ahí está mi lago favorito.
—Hombre, estás mal. Estamos en la tierra de los diez mil lagos, y ¿tienes
uno favorito? —dijo uno de los chicos mientras subían al muelle, algunos un poco
más tambaleantes que otros.
—Stick.
Levanté una ceja.
—Kong.
Sonrió. Everson también debía haber bebido algo de cerveza; era la única
poción que parecía sacar su sonrisa completa, al menos conmigo.
—Nos vemos, Monaghan.
—Bender está conduciendo, idiotas.
El último chico del barco asintió con una sonrisa cortés. Lo reconocí como
el tipo del moño rubio de la fiesta de Everson, el que parecía saber pronunciar
Trzy. Sacudió un juego de llaves de auto.
—Tú debes ser Bender.
—Holden Bender, sobrio y a tu servicio. ¿Cómo está tu gata?
Se acordaba de mí. Precioso. 170
—Aún es una verdadera fiestera, una de las gatitas más buscadas del
edificio.
Los ojos de Holden se levantaron por un segundo antes de estallar en una
carcajada, dando una mirada rápida hacia atrás en el bote a Cage, quien sacudió la
cabeza.
—Me gusta, Monaghan. —Continuó riéndose en tanto subía por la rampa.
Cage y yo nos miramos fijamente hasta que el sonido de los neumáticos de
Bender patinando en la tierra señaló su partida.
—No pesco.
Cage sonrió.
—Creciste en Tahoe. ¿Cómo no vas a pescar?
—Sencillo. Simplemente no lo hago. ¿Paseo en barco? Sí. ¿Esquiar? Sí.
¿Senderismo? Puedes apostar. ¿Pescar? No es lo mío. —Arrojé mi bolso en el bote,
y luego subí sin tomar la mano que me ofreció Cage—. ¿Cuándo exactamente te
convertiste en un pescador? —Sacudí uno de los señuelos atados a su sombrero.
Agarró mi muñeca, dándome una mirada de advertencia que se fundió en
una sonrisa al presionar sus labios contra el interior de mi muñeca.
—Mi abuelo pescaba, y mi papá también cuando yo era muy joven. Pescar,
acampar… básicamente cualquier cosa al aire libre. —Enganchó mi cintura con
un brazo y me atrajo sobre su regazo con la espalda apoyada en el timón mientras
el bote zumbaba, inactivo junto al muelle.
—¿Y calzones chinos? ¿Quién te enseñó a dar calzones chinos? —
Entrecerré los ojos.
Se encogió de hombros.
—Niños en el vecindario cuando vivía en Portland.
Me guardé el «vas a pagar por eso, amigo». El elemento sorpresa era mi
mejor apuesta para el éxito.
—Pareces de setenta con ese sombrero.
—¿No te gusta mi sombrero?
Me gustaba su camiseta blanca y sus piernas definidas debajo de las mías,
los hoyuelos eran un hecho, pero el sombrero de pescador era… anti-sexy. Sin
embargo, el tipo lograba que funcionara.
—Entonces, soy tu lago favorito, ¿eh?
Su mirada se posó en mis labios. Era una locura cómo me afectaba tanto el
171
más mínimo movimiento de sus ojos. Mi boca se secó mientras mi pulso se
aceleraba.
Humedecí mis labios.
Su mirada descendió a mi pecho.
Mis pezones se endurecieron.
El Señor Hago Que Los Sombreros Estúpidos Se Vean Sexis manipulaba
mi cuerpo con nada más que una mirada. Era sutil, pero profundo, como el efecto
del sol.
—Eres mi favorita en todo. —Volvió a mirarme a los ojos, y sonrió. Por
supuesto que sabía lo que me hacía. No había forma de ocultarlo.
—¿Tu favorita en todo, en serio? —Entrecerré los ojos.
—En serio.
—¿Cuál es tu día favorito?
Sonrió.
—Cualquier día que puedo verte.
—¿Color favorito?
—Azul, como tus ojos.
—¿Animal favorito?
—Elefante.
—Jódete.
Sus ojos brillaron divertidos.
—¿Comida favorita? —A pesar del bote y todo el equipo de pesca en él, no
pude recuperar ese comentario. No, ya lo había lanzado, y él lo mordió.
La excitación debajo de mí y la forma agonizantemente lenta en que su
lengua se deslizó a lo largo de su labio inferior respondieron esa pregunta.
—Lake —susurró—. Estoy muriéndome de hambre ahora mismo.
Trago pesado.
También estaba un poco hambrienta.
—Umm… —Me aclaré la garganta—. Creo que lo que tienes en mente es
más una cena privada.
Inclinó la cabeza y besó mi hombro desnudo junto a la fina correa negra de
mi camiseta, y luego lamió un rastro hasta mi oreja.
172
—Te amo.
Inesperado. Era como subirse a una montaña rusa con los ojos vendados.
Anticipé el «te amo» dos segundos antes de que me diera un calzón chino, y cuando
esperaba un comentario de picnic-en-el-barco, me dejó sin aliento como una caída
baja con esas dos simples palabras.
—Yo también te amo. —Sonreí, y luego tiré de su sombrero—. Incluso tu
sombrero me está empezando a gustar.
—Ah, ¿sí? —Se recostó.
Asentí.
—Bueno… —se inclinó hacia un lado y levantó un asiento con un
compartimiento de almacenamiento debajo—… entonces es el destino que tenga
uno para ti.
Un sombrero de pescador color lavanda del que colgaban señuelos. Era
espantoso e impresionante al mismo tiempo.
—No quiero piojos. ¿Cuántas mujeres han usado esto antes que yo?
—Eres la primera mujer en poner un pie en este barco. Lo compré para ti.
Le puse los señuelos por ti.
Perder mi pierna fue fácil en comparación con perder mi corazón por Cage,
incluso si se lo entregué voluntariamente. Con cada día que pasaba sabía que nunca
lo recuperaría en una sola pieza. ¿Leyó la advertencia? ¿Vio el «Frágil. Tratar con
cuidado»?
—Cuando comience tu temporada y no nos veamos tanto… —Tomé el
sombrero y me lo puse, Cage sonrió—. ¿Me puedes hacer un gran favor?
—Cualquier cosa.
Presionando mis palmas en sus mejillas, susurré:
—No olvides amarme.

Cage
El sombrero de pesca morado le quedaba perfecto. No podía borrar la
sonrisa de mi cara. La pura verdad: Lake era la primera mujer en poner un pie en
mi barco de pesca.
—Olvidaré cómo lanzar una pelota de fútbol antes de olvidar que te amo.
Sus labios rozaron los míos. Inhalé su aroma floral, lo que me hizo sentir la
173
necesidad de saborear sus labios dulces. La mayor parte del tiempo sabía a canela
de su chicle, pero en mis ocasiones favoritas sabía a malvaviscos. Le pedí al
hombre de arriba que torciera el destino a mi favor: nunca dejar que otro hombre
probara sus labios.
—Ambos serían una tragedia.
Asentí, pero si fuera honesto, lo primero habría apestado, lo último se habría
sentido como el fin del mundo.
—Vamos a pescar algunos peces.
Tardé unos quince minutos en llegar a mi lugar favorito. Podríamos haber
hecho mejor tiempo, pero fui lento. Podría haber visto a Lake todo el día con su
rostro sonriente bajo el sol, los ojos cerrados, sosteniendo su sombrero en la cabeza
mientras su cabello oscuro se agitaba con el viento.
—Eso es todo.
Abrió los ojos, girando la cabeza en una dirección, y luego en la otra.
—Exactamente una pequeña cala acogedora.
—Sí. —Agarré mi caña y la caja de aparejos.
—Eres introvertido.
—Un poquito. Ven. —Lancé la línea—. Atrápame un pez.
—¿Tu caña? ¿Me vas a dejar usar tu caña especial?
—Cariño, puedes usar cualquier cosa mía, cuando quieras.
Se sentó a mi lado y tomó la caña.
—¿Dejaste que tus amigos usaran tu caña?
—Diablos, no.
Pescamos durante menos de una hora antes de que la lluvia nos persiguiera
hasta el muelle. Me habría mantenido seco si no hubiéramos tenido que dar la
vuelta para recuperar mi sombrero, que ella tiró por la borda cuando le pregunté
cómo estaban funcionando sus bragas nuevas. Al parecer ella llevaba la cuenta.
—Nada bien, nena. —Recogí mi sombrero de la superficie, y me lo volví a
poner en la cabeza.
Se rio mientras el agua goteaba sobre mi cara y mi cuerpo.
—No me estoy riendo.
—Pobre bebé, que no se te atasquen las bragas… o sí.
Un trueno retumbó cuando una brisa fresca nos envolvió.
174
—¿Necesitas ayuda para subir el bote al remolque?
Negué con la cabeza, demasiado terco para decir algo más con mi sombrero
empapado en la cabeza.
—Bueno. —Lake saltó tan pronto como llegamos al muelle—. Porque se
está preparando para golpearnos. —Se apresuró a su auto.
Cinco segundos después se abrieron las nubes.
—Mierda. —Negué con la cabeza, pero no me molesté en apresurarme en
ese momento porque ya me había ahogado en segundos. Después de asegurar mi
bote en el remolque, Lake me dedicó una sonrisa a medida que salía del
estacionamiento y me pasaba. Era irritante y sexy, y esa sonrisa… ¡Maldita sea!
Quería chupar esa sonrisa de su cara. Quería chupar cada centímetro de ella hasta
que la única expresión que tuviera fuera la mueca que acompañaba sus gemidos y
gritos fuertes.
Diecinueve
Lake
Monaghan y Banks de Minnesota atrapados en un triángulo
amoroso con una amputada de San Francisco.
Monaghan sale con una amputada: Demuestra que es el verdadero chico
de oro.
¿Se verá afectado el juego de Monaghan por su novia exigente?
El rumor de los medios me garantizó té caliente todas las mañanas, ya sea
en mi apartamento o en la casa de Cage, cortesía de Flint Hopkins.
175
—El niñero. ¡Tienes que mantenerte alejada del niñero! —Flint pasó junto
a Cage en la puerta principal, y se dirigió directamente hacia mí en la cocina de
Cage. Normalmente me pasaba mi té; ese día lo estampó contra la encimera.
Unté mantequilla de avellanas con chocolate en los wafles de mi tostadora,
vestida únicamente con la camiseta blanca de Cage, y una sonrisa.
—Buenos días, Flint. Es domingo. ¿Nunca te tomas un día libre?
Justo cuando comenzaba a girarme hacia Flint, mi amante protector me
tendió una bata de felpa blanca que podría o no haber tomado de un hotel. Deslicé
mis brazos, y Cage ató el frente mientras me besaba.
—Voy a dar una vuelta. ¿Te bañas conmigo cuando vuelva? —susurró.
Apreté las piernas y asentí.
Cage señaló con un dedo rígido a Flint cuando pasó a su lado.
—Si la molestas, estás despedido.
Flint puso los ojos en blanco, y yo también. Se había convertido en el lema
diario de Cage. Sabía que la prioridad número uno de Flint era proteger la
reputación de Cage. Sabía que me importaban una mierda los titulares y las
imágenes. Teníamos toda una rutina: Cage se iba, hacíamos nuestra pelea verbal
habitual, y luego poníamos sonrisas cuando nuestro chico regresaba.
—Esta vez hablo en serio. El campamento de entrenamiento comienza en
dos semanas. Los medios están en alerta máxima por absolutamente cualquier
bocado con el que puedan hacerse cargo. —Flint señaló con el dedo una página
impresa de publicaciones en redes sociales, titulares de periódicos y fotos mías y
de Jamie con Shayna. Todos los titulares decían «Amorío secreto».
Observé cómo la camioneta de Cage salía del camino de entrada. Le gustaba
encontrar un sendero en el lago para correr durante una hora más o menos por las
mañanas.
—Shayna es como una hija para mí. Jamie es su niñero. A veces salgo con
ellos cuando tengo tiempo libre. Everson lo sabe. Cage lo sabe. ¿Cuál es el
problema? Shayna siempre está con nosotros. Ha trabajado para Everson como…
dos segundos, apenas tiempo suficiente para una aventura escandalosa. Ni siquiera
he estado a solas con Jamie desde que lo entrevisté.
—¿Ves a Shayna en alguna de estas fotos?
Miré las imágenes. No estaba en ninguna de ellas.
Jamie y yo en un banco del parque, riendo.
Jamie y yo comiendo helado.
Jamie tomando un bolso de mi hombro, el bolso de Shayna, pero parecía
176
íntimo.
Fruncí el ceño. Shayna estaba allí, sentada a mi lado mientras comíamos
helado. Caminaba junto a Jamie cuando él tomó el bolso. Estaba jugando en el
patio de recreo a unos tres metros de distancia cuando nos reíamos en el banco,
probablemente por algo tonto que hizo Shayna. Pero no estaba en ninguna de las
fotos.
—Los tabloides dijeron que tuve una aventura con Thaddeus la semana
pasada porque nos fotografiaron cenando cuando volé a San Francisco.
—Es tu jefe. Eso es fácil de explicar.
—Entonces, Jamie es el niñero de Shayna.
—Pero Shayna no es tu hija o hermana ni nada que sea fácil de explicar. Por
eso no sale en las fotos, porque a la gente no le importa. Se preocupan por la mujer
que se llevó a uno de los solteros más cotizados del mercado. Quieren saber que
eres digna de él, y si por un segundo piensan que no lo eres, te van a destrozar
porque hay miles de otras mujeres a las que les encantaría tener la oportunidad que
te han dado.
Mi cabeza retrocedió de golpe.
—¿Perdón? «¿La oportunidad que me han dado?» ¿Como si mi nombre
hubiera sido sacado de un sombrero para ser la novia de Cage Monaghan?
Flint dejó escapar un suspiro largo.
—Sé que parece que mis intenciones son solo mantener la reputación de
Cage absolutamente limpia, pero no entiendes el impacto que esto tendrá en tu
relación con él, especialmente cuando comience la temporada y esté bajo el
escrutinio de los medios las veinticuatro horas. La línea entre la verdad y las
mentiras comienza a desdibujarse y la duda se cuela. Él verá esta foto y comenzará
a preguntarse. Verás una foto de la mano de una chica en su trasero antes de que
tenga tiempo de quitársela de encima y empezarás a cuestionarte. Ambos son
jóvenes. Su relación está en su infancia. En condiciones perfectamente normales,
sin celebridades, es difícil hacer que funcione. Esto… —Sacudió la cabeza—. Esto
te destruirá si no eres proactiva para mantener las cosas simples.
¿Esa sería mi vida para siempre? ¿Caminando de puntillas, preocupándome
por encontrar claridad con esa línea entre la verdad y la mentira? ¿Era por eso que
Cage quería dejarlo?

Cage
177
Necesitaba golpear violentamente el asfalto debajo de mis pies. Necesitaba
que mis pulmones ardieran. Necesitaba algo para borrar la preocupación en mi
cabeza. Flint me preocupaba. Él hacía mis arreglos. Hacía los trabajos de mierda
para que yo pudiera concentrarme en mi carrera. Pero Lake no era mi carrera. Era
mi… todo.
¿Podría jugar al fútbol profesional y tenerlo todo?
Dejé que Flint hablara con ella porque sabía que sus palabras no
significaban nada para Lake. Se encogería de hombros y él se sentiría mejor
habiendo «hecho su trabajo». Estar en el medio apestaba, pero la verdad era que
los necesitaba a ambos. No quería tener que elegir.
Cuando finalmente llegué a mi límite de esfuerzo, caminé en algunos
círculos con las manos entrelazadas en la cabeza, y luego me derrumbé sobre la
hierba fresca.
—Buenos días, extraño.
Levanté la cabeza, entrecerrando los ojos contra el sol.
—Kelsey, hola. —Dejé caer la cabeza hacia atrás, y cerré los ojos. Nada
como la exnovia apareciendo de la nada en el peor momento.
—Mi chico no suele ser tan visible en los medios durante el verano.
—No soy tu chico. —Nunca estuvimos juntos durante el verano. No tenía
ni idea de lo que estaba hablando.
—Solíamos trotar juntos por estos caminos. ¿Recuerdas? Luego
regresaríamos a tu casa y…
—Tengo veinticuatro, no noventa y cuatro. Mi memoria está bien.
—Dime, ¿ella se quita la pierna cuando están juntos? ¿Es algo raro? Tendría
que insistir en que las luces estén apagadas… totalmente a oscuras en la habitación.
Giré mi cabeza de lado a lado.
—No fuiste una perra cuando estuvimos juntos; nunca hubiera estado
contigo. ¿Por qué ahora? ¿Por qué rebajarse tanto?
—¿Por qué ella? ¿Tienen razón los tabloides? ¿Es un caso de caridad? ¿Un
cachorro de la perrera?
Me levanté sobre mis codos, y la miré de nuevo. ¿Por qué era tan
jodidamente fea? ¿Cómo no lo vi antes?
—La amo. Es por eso.
Kelsey fingió retroceder unos pasos.
178
—¿Amor? —Se rio—. Me dijiste que no estabas buscando el amor. Me
dijiste que tu carrera era tu único amor. ¿Ella sabe eso? ¿Sabe que tu «amor» no
significa nada, porque si tienes que elegir, elegirás tu amor por el juego?
—Lo siento.
—No necesito tus disculpas. Voy a verte romper el corazón de otra chica, y
eso será todo lo que necesite para recordarme que fuiste una pérdida de tiempo.
Sinceramente, pensé que tuvimos una separación amistosa. Claramente me
equivoqué. Me puse de pie, y sacudí la hierba de mis piernas.
—Disfruta tu trote.
—¿Cage? —Mi nombre salió suavemente de sus labios.
Me volví hacia ella.
—¿Lo harías? ¿Lo dejarías por ella? —El dolor en su voz escoció un poco.
Subestimé sus sentimientos por mí.
—Le daría mi último aliento.
Kelsey se mordió los labios, y asintió. Ignoré las lágrimas en sus ojos. Tenía
que hacerlo.
—Cuídate, Kelsey.
Lake
—¿Lake?
—En la terraza. —Me enderecé en la tumbona.
—¿Vino antes del mediodía? Si Flint…
Negué con la cabeza.
—Es domingo, y pasadas las once. Lo suficientemente cerca, ¿verdad? —
El vino tenía mucho que ver con Flint, pero Cage no necesitaba saber eso. Flint no
solo era su agente, eran amigos. Podía manejar a Flint—. Soy una chica afortunada.
—Mis ojos recorrieron su pecho desnudo y la forma sexy en que sus pantalones
cortos para correr colgaban de sus caderas mostrando la V que mi lengua había
trazado innumerables veces.
—Ese es el vino hablando. —Se puso en cuclillas frente a mi silla, y pasó
sus grandes manos por mis piernas desnudas, deteniéndose en mis pantalones
cortos—. Te duchaste sin mí. 179
Asentí.
—¿Qué ocurre?
Apestaba en ocultar mis emociones, especialmente de Cage. Dejando mi
copa, me deslicé hasta el final de la tumbona.
—¿Viste las fotos?
Sus ojos se tensaron un poco, como si no quisiera que viera su reacción.
—¿Fotos?
—¿De mí y de Jamie?
Su manzana de Adán se balanceó. Él las vio. No necesitaba que lo dijera.
—Le dije a Flint que nunca había estado a solas con Jamie desde el día que
lo entrevisté. Fui con ellos porque tenía un día libre, y Shayna quería que fuera.
—Está bien. Confío en ti.
Pasé mis uñas a lo largo de sus hombros.
—Sé que confías en mí, pero, ¿confías en tu cabeza para separar la verdad
de las mentiras? ¿Confías en los celos que tanto odias para no reaccionar de forma
exagerada? ¿Para no cuestionar? ¿Para no cuestionarte?
—Esta es mi vida. No pediste esto. No dejaré que te cambie. No dejaré que
cambies a dónde vas, qué haces y con quién lo haces. Confío en ti. Incluso si un
millón de personas leen tabloides vulgares o no tienen nada mejor que hacer que
meter la nariz en mis asuntos… incluso si no confían en ti. No me importa, y tú
tampoco deberías.
—Jamie es atractivo. La gente va a ver eso. —Los músculos de su
mandíbula se flexionaron—. Pero no pienso en él. Ni un minuto… —mis dedos
juguetearon con su pecho—… ni un segundo… —mi mano se deslizó bajo su
cintura—… del día. —Se endureció en mi mano al instante mientras su mandíbula
se relajaba.
—Te acabas de duchar —susurró.
—¿Te gusto sucia?
Asintió lentamente, sus ojos fijos en mis labios a medida que su respiración
se volvía más irregular con cada caricia de mi mano.
Inclinándome hacia adelante, le susurré al oído:
—También me gustas sucio… especialmente tu boca.
Sus manos se deslizaron debajo de mi trasero y se clavaron en mi carne
como si mis pantalones cortos no existieran. El dolor me encendió. ¿Por qué? No
180
sé. Simplemente lo hizo. Lo besé. Nuestras lenguas lucharon mientras él gemía en
mi boca antes de devorar la piel a lo largo de mi cuello hasta el oleaje de mis
pechos expuestos a lo largo de mi camiseta escotada.
—Muéstrame —susurré—. Muéstrame tu boca sucia. —Soltándolo, me
eché hacia atrás.
Se balanceó hacia adelante, cayendo de rodillas en tanto deslizaba su pulgar
debajo de mis bragas.
—Te voy a follar, Lake.
Cerré los ojos, arqueando la espalda.
—¿Por qué? —exhalé.
—Porque te amo… —Su voz se convirtió en algo tan profundo y áspero,
casi doloroso.
—¿Y? —gemí, meciendo mi pelvis en su toque.
Dos de sus dedos se deslizaron dentro de mí mientras se arrastraba sobre mi
cuerpo, presionando sus labios en mi oído.
—Y eres mía, así que te follaré cuándo, dónde y cómo quiera.
—Sssssí… —gruñí, me estiré detrás de mí y apoyé las manos en la silla a
medida que me hacía correr con nada más que su mano entre mis piernas y su boca
sucia en mi oreja.

Cage
Lake me empujó con el pie. Lo único que amaba más que mi piscina
cubierta era la sala de cine. Pensé que estaba bromeando sobre su adicción a
Netflix. No lo hacía.
Me saqué los auriculares. Miraba Sons of Anarchy en la pantalla grande
mientras yo miraba imágenes del juego de la temporada anterior en mi
computadora portátil.
—¿Qué pasa, sexy?
Se mordió la uña del pulgar, un gesto que había llegado a reconocer como
su forma de reunir el coraje para preguntarme algo importante.
181
—Tengo una sesión de fotos en Los Ángeles para una revista fitness. Como
está tan cerca el 4 de julio, volaré a Tahoe para pasar las vacaciones con la familia.
¿Quieres encontrarme en Tahoe? ¿Quieres conocer a mi familia?
Cerré mi computadora.
—Tu familia, ¿eh?
Asintió, mordiéndose la uña una vez más.
—¿Toda tu familia?
—Quizás. Aún no estoy segura si Luke, Jess y Grant estarán allí. Eso
espero.
Quería estar con Lake y conocer a sus padres, simplemente no estaba listo
para ver a Jessica… Jillian. Los recuerdos de mi padre volverían a inundarme.
—Ya veré.
—¿Verás? ¿Qué significa eso? ¿Tienes planes para los próximos tres días
que no hayas mencionado?
Me encogí de hombros.
—Aún no estoy seguro. En realidad, no he pensado en eso.
—«Lake, tengo planes, lo siento» o «Lake, me encantaría ir». Entiendo esas
respuestas, pero no comprendo el «Aún no estoy seguro». ¿Estás esperando una
mejor oferta?
—No, solo… yo… —Cerrando los ojos, negué con la cabeza.
—Por favor, no dejes que esto se trate de «Jillian».
—¿Y si lo es?
Se enderezó.
—No está permitido que se trate de Jillian, Jessica, tu padre o mi hermano.
Eso ha terminado, y no lo digo como una falta de respeto hacia ti o la memoria de
tu padre. Solo quiero que sea Lake Jones presentando al hombre que ama a su
familia.
—No sé lo que pasó.
—¿Qué quieres decir con que no sabes lo que pasó?
Dejando mi computadora a un lado, me puse de pie, paseando por la
habitación, con las manos en las caderas y la cabeza gacha.
—Quiero decir que no sé sobre Jessica Day. Cuando me llamó, se ofreció a
contarme todo, pero no quería saber cómo terminó en nuestras vidas ni por qué se
182
iba. Solo quería… solo necesitaba saber una cosa.
—¿Qué? —susurró.
—Si en realidad amó a mi padre.
Lake se levantó y caminó hacia la puerta.
—¿No quieres saber lo que dijo? —llamé, odiando la ira en mi voz porque
la verdad era que no estaba enojado con ella.
—No. —Se mantuvo de espaldas a mí, deteniéndose en la puerta.
—¿Por qué no?
—Porque ya lo sé.
—Entonces, dime lo que crees que dijo.
—No voy a hacer esto.
La perseguí.
—Es porque no lo sabes. Apuesto a que nunca te lo dijo a ti ni a tu hermano.
—Me voy a casa. No quise molestarte.
—¡No estoy enojado! Solo quiero saber qué crees que dijo.
Lake se apresuró al dormitorio y agarró su bolsa de viaje, metiendo sus
cosas lo más rápido que pudo.
—Dime.
Me ignoró. La agarré del brazo cuando intentó pasar junto a mí. La mirada
de sorpresa en su rostro cuando sus ojos revolotearon entre mí y mi agarre en ella
se sintió como un cuchillo en mi corazón. Era como si no me reconociera.
La solté; no tuvo que pedirlo.
—¿Por qué no me lo dices?
—Porque no debería importar. —Abrió la puerta principal.
—¡A mí me importa!
Su cabeza colgó en derrota. Sentí que cada palabra que dije fue un golpe
inesperado para ella, pero algo muy dentro de mí necesitaba saber. Era una parte
de mí que no reconocía… una parte que no podía controlar.
—Te dijo que amó a tu padre. Eso es lo que te dijo. Te dijo que no se
arrepintió ni un segundo con él. Y le creíste, pero la odiaste por encontrar la
felicidad en el lado opuesto de la tumba de tu padre. Lo odiaste por elegir pasar
sus últimos días con ella. Te odiaste a ti mismo por ser demasiado joven y temeroso 183
de hacer algo por su situación.
Lake se volvió.
—¿Eso lo cubre todo? ¿Te ayudará a dormir por la noche saber que mi
familia no solo la perdió, sino que de alguna manera nunca la recuperamos porque
ella le dio una parte de sí misma a tu padre? ¿Te hace sentir bien restregármelo en
la cara?
Cuando parpadeó, las lágrimas rodaron por sus mejillas, y yo fui el bastardo
de todos los bastardos.
—No quieres la historia. No quieres que nadie venga e interrumpa tus
recuerdos, pero no te importa desenterrar mi pasado, un pasado que ni siquiera
comprendes del todo porque Jessica… Jillian ha sido un tema prohibido para
nosotros, y si no puedo decirte que ella estuvo en un vestido de novia, preparándose
para caminar por el pasillo cuando yo estaba de camino al hospital, y que me
desperté tres meses después no solo con la noticia de mi pierna y Ben, sino que mi
hermano no se casó por mi accidente y que ella «se suicidó» después de que sus
padres fueran asesinados… si no puedo decirte eso… —reprimió más lágrimas y
su voz se quebró—, entonces nunca entenderás que mi mayor discapacidad no
tiene nada que ver con mi extremidad faltante. Son las noches de insomnio, las
pesadillas y la necesidad de seguir adelante con mi vida y encontrar algo que me
haga sentir que soy yo quien merece vivir.
—Lake… —Me moví hacia ella.
Negó con la cabeza y salió por la puerta.
—No quiero tu piedad, y no quiero tus disculpas. Solo quería pasar el 4 de
julio con todas las personas que más amo en este mundo. Pero me arruinaste eso
porque de alguna manera nuestras pérdidas en la vida se han convertido en una
competencia. Bueno… tú ganas. Lamento que tu papá muriera. Ten unas buenas
fiestas.

184
Veinte
Lake
—¿Vino? —Levanté una botella de Sauvignon Blanc cuando Penny abrió
la puerta.
—Te ves como una mierda, muñequita. —Se hizo a un lado—. Adelante.
Rupert fue a visitar a sus padres.
Sirvió el vino mientras yo me desplomaba en su sofá.
—¿Problemas de chicos? No puede ser eso, ¿verdad?
Penny sabía de mi pasado, mucho más que Cage. Recapitulé la pelea que 185
tuvimos. Dos veces. La primera vez estaba sobria, y le di mucha holgura a Cage
porque había estado viviendo con demonios sin abordar durante tres años. La
segunda vez, mi ego subió al micrófono, bajo la influencia de tres copas de vino,
y dijo todo lo malo que quería decirle a Cage.
Razón quinientas cincuenta y uno por la que Penny Weiss era
absolutamente la mejor: nunca golpeaba a Cage. ¿Rupert? Era víctima las
veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, de ser arrojado debajo del
autobús. De alguna manera sabía que necesitaba una caja de resonancia, pero al
mismo tiempo sabía que amaba a Cage con ferocidad. Siempre estuve de acuerdo
con Flint, y mantuve a nuestro chico «absolutamente limpio» porque, a pesar de
todo, Cage Monaghan de hecho era un alma amable y genuina.
Mi amante.
Mi amigo.
Mi razón.
—Espero que no estés demasiado borracha para recordar esto. —Se rio—.
Diablos, espero no estar demasiado borracha para decir esto correctamente.
Fácilmente podría arruinar este consejo, y te irías de aquí y desecharías su hermoso
trasero. Así que, hagas lo que hagas… sin importar lo que diga, no te deshagas de
su hermoso trasero.
Incliné la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. El alcohol hacía que la
habitación diera demasiadas vueltas.
—Dámelo, Penny Poo.
—Él te dio algo muy personal, y aunque estoy segura de que salió un poco
brusco, el hecho es que te confió explícitamente algo tan crudo. Sonó feo porque
no solo fluyó de él, sino que desgarró su corazón para llegar a ti. Y por lo que me
has dicho, creo que reaccionaste mucho mejor que la mayoría, si no todas las
demás mujeres, lo habrían hecho. El amor que tienen el uno por el otro es algo
tan… tan real, tan jodidamente increíble y trascendental que sobrevivirán… sin
importar nada.
»Tú misma lo dijiste, incluso cuando intenta hablarte obsceno, no puede
hacerlo sin decir «Te amo». Eso es raro y muy especial, muñequita. ¿Lo entiendes?
No estoy segura de que ningún otro chico, si se le da la oportunidad de hablar
obsceno con su mujer, desperdicie dos de sus palabras en «Te amo». No le pides
que lo diga, diablos, prácticamente le das permiso de no decirlo, pero tiene que
hacerlo. Por él. Él no puede estar contigo y no decirlo. Es así de jodidamente
importante para él. Eres así de importante para él.
Suspiré. Tenía razón.
—Debería ir a verlo, arreglar las cosas.
186
—Oh… de ninguna manera, dulzura. Sus acciones son cien por ciento
excusables, pero siguen siendo fechorías. Debes dejar que hierva a fuego lento y
esperar a que venga a ti. Obviamente, tiene mucha mierda emocional con la que
lidiar. Sé que suena a cliché, pero el tiempo en realidad es la respuesta.

Necesitaba salir.
Necesitaba respirar.
También, necesitaba tiempo.
Volé a Los Ángeles a la mañana siguiente. Penny accedió a cuidar de Trzy;
la gata sin pelo no era un problema para sus alergias.
También le envié un mensaje de texto a Cage antes de abordar el avión.
Lake: Lo siento. Solo necesito que sepas que siento tu dolor, pero de forma
diferente. Que tengas unas felices fiestas. Te amo.
Apagué mi teléfono, y vi a Minneapolis desvanecerse en la distancia a
través de la ventana del avión. Hizo que me doliera el corazón.
Cuando aterricé en Los Ángeles, me sentí mejor. Tal vez ambos
necesitábamos decir lo que dijimos, aunque al otro le doliera escucharlo. Lo único
más difícil que lidiar con los sentimientos era permitir que otras personas también
los tuvieran, especialmente cuando no eran iguales a los míos. Tenía que confiar
en el tiempo.
Tiempo para sanar.
Tiempo para perdonar.
Tiempo para dejar atrás el pasado.
Tiempo para aferrarse al futuro.
El hotel que la revista reservó para mí durante la sesión no tenía
habitaciones disponibles hasta mi fecha de registro original, así que conseguí una
habitación en un hotel menos glamoroso, pero estaba en la playa, así que no
importó. Necesitaba que las aguas azules de la Madre Tierra me recordaran mi
insignificancia, y que mis problemas no importaban porque… Ben murió y yo viví.
No había ido a la playa desde mi accidente. En un determinado momento
sentí la certeza de que nunca iría a otra playa en mi vida. Mi pie restante extrañaba
187
la sensación de la arena entre sus dedos. Partes de mi piel no habían visto el sol en
años. Nada comparado con la sensación del sol en mi rostro, como si hubiera salido
esa mañana solo para brillar sobre mí.
Gracias, sol.
No reconocí las fotos que sabía que me estaban tomando. La novia de una
estrella del deporte, de vacaciones sin él, con el cuerpo pálido tirado en la playa
con una pierna ortopédica sobresaliendo de la arena como un palo. Sí, sí, me
importaba una mierda porque en realidad… el. Sol. Estaba. Sobre. Mi. Rostro.
El momento se sintió tangible, como si los elementos me estuvieran
abrazando físicamente. Así que, en una playa de Los Ángeles, bajo un cielo
perfecto con el viento susurrando una hermosa canción de cuna a lo largo de mi
piel… encontré lo que me había eludido durante tanto tiempo.
Dormir.
Tres horas más tarde me desperté con un rastro seco de baba desde la
comisura de la boca hasta el hombro. Me dolió abrir los ojos. Toda mi cara se
sentía hinchada y… quemada.
—¡Oh, Dios mío! —exclamé.
Rojo.
—No, no, no… — Busqué mi pierna. no estaba allí.
¡No. Estaba. Allí!
Los bañistas se habían reducido a unas pocas personas caminando a lo largo
de la costa en la distancia. Me di la vuelta, haciendo una mueca por la arena que
frotó contra mis piernas quemadas.
—¡Ay, ay, ay!
Dejando a un lado mi dolor, cavé como un perro en la arena. ¿Por qué? ¿Por
qué alguien tomaría mi pierna? ¿Quién hace eso?
No estoy segura de cuándo empezó. Al principio pensé que era lluvia. No.
Las gotas en la arena eran mis lágrimas. Me senté en mi toalla y me sacudí
suavemente la arena de los brazos y las piernas.
—¡Ay, ay, ay!
Tantos pensamientos lucharon por mi atención. Thad me mataría. Perdí su
pierna que sin duda costaba más que mi auto. Estaba sola en Los Ángeles, varada
en una playa que parecía más abandonada con cada momento que pasaba cuando
el sol comenzaba a ponerse. El último pensamiento fue la peor parte: no podía
caminar. Mis habilidades para saltar eran bastante buenas, pero no en la arena. La
sesión de fotos que nunca sucedería. No necesitaba un espejo para ver mi cara. Mis
188
brazos y piernas lo decían todo.
Mirando hacia abajo, alejé mi blusa de mi pecho solo para confirmar.
—¡Santa mierda! —Parecía un bastón de caramelo. La entrada a mi hotel
estaba a unos buenos doscientos metros de distancia. Consideré arrastrarme, pero
no había forma de que terminara bien. Otro escaneo del área no reveló a nadie al
alcance del oído. Afortunadamente, mi bolso que había usado como almohada
todavía estaba allí. Saqué mi teléfono, frunciendo el ceño ante la última barra.
—Vamos, Dios. No quiero creer que me odias, pero algunos días son
realmente difíciles de tragar. Solo digo… —El tiempo se estaba agotando en el
día, y la batería de mi teléfono. El problema era que, no tenía idea de a quién
llamar. Todos los que conocía estaban al menos a seis horas de distancia, y no
podía justificar preocupar a amigos y familiares que en realidad no podrían
ayudarme.
Una risa se liberó con mi sollozo. Tuve que reírme.
—¿En serio, Lake? ¿Vas a ser terca con tu propia muerte?
Llamar a Emergencias parecía ser la opción más sabia, pero no quería la
cámara de noticias que podría acompañar esa llamada. Necesitaba a alguien que
supiera cómo manejar mi situación épicamente estúpida.
—Por favor, no te mueras —le rogué a mi batería que aguantara mientras
hacía mi llamada.
—Flint —respondió.
—Habla Lake y mi batería se va a agotar, así que solo escucha, y luego
responde lo más rápido que puedas. Estoy varada en Reef Beach en Los Ángeles
con probablemente quemaduras de segundo grado por el sol y alguien me robó la
pierna. Estoy sola y no quiero llamar la atención de los medios llamando a
Emergencias, pero sinceramente, no creo que tenga otra opción. —Intenté sofocar
un sollozo, pero sabía que él lo escuchó—. Estoy sufriendo. —Dejé de ocultar mis
sollozos. ¿La verdad? Estaba asustada, y mi pulso se podía sentir a lo largo de mi
piel, y me dolía muchísimo.
—Te tengo. Quince minutos. Alguien estará ahí.
El nudo en mi garganta fue difícil de superar.
—G-gracias —susurré.
Justo antes de que mi teléfono muriera, noté un mensaje de texto perdido de
Cage que envió mientras me estaba friendo.
Cage: Yo también te amo. 189
Me hizo llorar aún más a medida que mi cuerpo temblaba de escalofríos, y
mi estómago se revolvía con náuseas.

Cage
Cuatro horas de imágenes de juegos más tarde, aún no podía quitarme a
Lake de la cabeza. Fui un idiota con ella. Todos dijeron: «De hecho, deberías
hablar con alguien de tu padre». No, no lo hacía. No necesitaba un psiquiatra para
analizar mis sentimientos sobre la muerte de mi padre, y los eventos que
condujeron a ello. Todo lo que necesitaba era concentrarme en el juego. Eso es lo
que él hubiera querido.
Tres. Malditos. Años de emociones reprimidas y de todos, elegí dejar que
explotaran con Lake. Debí haberla perseguido. Debí haber estado en el próximo
avión a Los Ángeles para suplicar su perdón, pero primero necesitaba aclarar las
cosas en mi cabeza. Su texto disparó una bala directo a mi corazón. Por supuesto
que me perdonaría antes de que yo se lo pidiera. Esa solo era una de las millones
de razones por las que la amaba. Mantuve mi respuesta simple porque lo que quería
decir no se podía decir en un texto.
Mientras apagaba mi computadora, rindiéndome a mi falta de
concentración, sonó mi teléfono. Quería que fuera ella. No lo fue.
—Flint, ¿qué pasa?
—Oye, amigo. En realidad, odio llamarte por esto, y sé que es un error, pero
tengo la sensación de que, si no te lo digo, descubrirás que lo sabía y esa amenaza
que siempre haces de despedirme… se convertirá en mi realidad.
—Flint, eres eficiente con las palabra. Nunca usas tantas palabras sin hacer
un punto real. ¿Qué diablos pasa?
—Lake me llamó hace unos treinta minutos.
Me enderecé con la espalda recta mientras una sensación inquietante se
deslizaba por mi columna vertebral.
—¿Por qué?
—Está en Los Ángeles.
—Sí, lo sé.
—Se metió en un aprieto.
—¡Palabras, Flint! ¡Dilo! 190
—Estaba varada en una playa con quemaduras de segundo grado, y alguien
le robó la pierna ortopédica. Te llamo porque sonaba asustada.
—¡Maldita sea! ¿Hablas en serio? —Estaba a medio camino de mi
habitación para meter el resto de mi mierda en mi bolso antes de que él respondiera.
Mi bolso estaba básicamente lleno porque ya sabía que iba a buscar a mi chica y
enmendar las cosas. Simplemente no pensé que sería con prisa por ir al hospital.
La vida era buena en dar un puñetazo sólido en el estómago cuando menos se
esperaba.
—Sí, por desgracia.
—¿Por qué diablos te llamó a ti en lugar de a mí?
—Porque la batería de su teléfono celular estaba casi agotada, y es
inteligente… bueno, creo. Me reservo el juicio sobre eso hasta que escuche los
detalles completos de su situación. Supongo que sabía que, si te llamaba, harías
demasiadas preguntas y, en última instancia, tendrías que llamarme
verdaderamente tú para hacer lo que mejor hago.
Arreglar. Eso es lo que hacía. Ni siquiera pude refutar nada de lo que dijo
porque era la verdad.
—¿Dónde está ahora?
—En el hospital.
—Consígueme el primer vuelo, y luego envíame un mensaje de texto con
el nombre del hospital y el número de habitación.
—Revisa tu teléfono. Ya te envié un mensaje de texto con la información,
y tu vuelo sale en noventa minutos, así que ponte en marcha.
—¿Flint?
Se rio.
—Nos abrazaremos más tarde. Por ahora… de nada.

Mi corazón estuvo en mi garganta todo el camino a Los Ángeles. Amar a


una mujer de la forma en que amaba a Lake era tan jodidamente doloroso. Me
hacía sentir todo.
Un auto me aguardaba en LAX; no esperaba menos de Flint. El conductor
sabía adónde ir sin instrucciones. No esperé a que el vehículo se detuviera por 191
completo antes de saltar y correr hacia la entrada del hospital, luego pasé el
escritorio, ignorando a las enfermeras que me decían que me detuviera y algunas
tonterías sobre que no se permitía bajar por el pasillo que conducía a Lake.
324… 325… 326…
Con el corazón acelerado, respiré para calmarme antes de abrir la puerta de
su habitación. Una enfermera estaba junto a su cama, tocando la pantalla de un
iPad. Ella me miró, y sonrió.
—¿Eres de la familia?
Al menos eso es lo que creo que dijo. No podía pensar, así que solo asentí.
Lake abrió los ojos, una mueca leve tiró de su rostro rojo, hinchado y lleno de
ampollas.
—Monaghan —dijo con voz grave.
—Les daré un poco de privacidad. Descansa un poco, y mañana te irás a
casa. —La enfermera sonrió al pasar junto a mí.
—Déjame adivinar, simplemente estabas en el vecindario.
Negué con la cabeza, sentándome en el borde de su cama.
—Ni siquiera cerca.
—Es una pena. Me habría venido bien tu ayuda cuando tuve el equivalente
a un amputado reventando un neumático. Solo que alguien robó el mío.
—¿Qué clase de escoria del fondo de la tierra toma la pierna de una
amputada en la playa?
Se rio, pero no ocultó su mueca.
—¡Exactamente! Thaddeus va a matarme. Probablemente la tengan como
rehén, y por la mañana recibiré un aviso de rescate.
El humor se esfumó, y la realidad se impuso.
—Lake, lo lamento tanto. Lamento lo que dije. Lamento no estar aquí.
Lamento todo lo que pasó.
—No. —Apoyó su mano en la mía—. No te disculpes por tus sentimientos.
Eres humano.
—Sí, los humanos tienen sentimientos, pero los bastardos desconsiderados
los desatan sobre la persona que más aman, y eso está mal.
Extendió los brazos frente a ella; la superficie de su piel roja estaba llena de
ampollas pequeñas.
—Me quedé dormida al sol con factor de protección solar 2 en la piel, y me
192
desperté como una langosta a la que le faltaba una pata. Eso está mal.
Me incliné hasta que mis labios se cernieron sobre los de ella. Mis manos
ansiaban tocarla, pero no quería lastimarla.
—Lake —susurré—. Déjame arrepentirme. Déjame tener miedo de que
algo mucho peor podría haberte pasado hoy. Déjame tener todas las emociones que
vienen con amarte. Déjame amarte. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —susurró.
Deslicé mis labios sobre los de ella.
—El sol —dijo.
Me retiré.
—Se sintió tan increíble. La arena. El océano, a solo unos pasos de mí. En
serio tuve problemas con mi autoimagen justo después de mi accidente. No pensé
que volvería a acostarme en una playa. —Sacudió su cabeza—. Pero no me
importó lo que nadie pensara de mí o de mi pierna clavada en la arena a mi lado.
Si hay un Dios, estoy segura de que nunca tuvo la intención de quitarme el océano,
la playa… el sol. Y dormir… Dios, ha pasado tanto tiempo desde que me desperté
con baba en la cara.
Me reí.
—Lo sé, asqueroso, pero dormí, Cage. Dormí de verdad. No me estrellé
contra mi muro normal de agotamiento. Me dejé llevar por la paz. Así que, aunque
probablemente terminaré con cáncer de piel en unos años, no me arrepiento.
Cuando las ampollas se curen y la quemadura desaparezca, aún tendré el recuerdo
de un sueño hermoso y sereno.
—Sé que siempre estás despierta cuando me duermo, y dijiste que tienes
problemas para dormir e incluso algunas pesadillas, pero no tenía idea de lo malo
que era para ti.
Se encogió de hombros.
—Para explicártelo, tendría que compartir mi pasado, y mi pasado no puede
separarse completamente del tuyo, de Jillian Knight, así que por eso no lo sabes.
Un bastardo total. ¿Cómo podía afirmar que la amaba y no conocerla de
verdad?
—Ya es tarde. Deberías dormir, y supongo que agregarán algo bastante
increíble a tu intravenosa para ayudar. Mañana iremos a tu hotel, y me contarás tu
historia… todo. Luego volaremos a Tahoe para las fiestas con tu familia.
Lágrimas llenaron sus ojos.
—No llores.
193
Parpadeó para alejarlas.
—No lo hago.
Sonreí cuando una escapó por su mejilla.
—Volaremos a San Francisco antes de Tahoe. Necesito ver a un tipo por
una pierna.
Besé la parte superior de su cabeza.
—Duerme, nena. Sueña conmigo y sabe que te amo en una manera que se
siente mucho más grande que esas cuatro letras pequeñas.
Veintiuno
Lake
Drogas. Sí, eso es todo lo que necesitaba para dormir profundamente.
Desperté con una bandeja frente a mí con una taza de té, una margarita rosa y una
nota.
CAPÍTULO SIETE
Sonreí. Tal vez fueran las drogas o tal vez solo era el momento, pero en ese
entonces, lo recordé.
Cage miró hacia abajo, rascándose la nuca.
194
—Sí, mi papá no era un coleccionista ni ningún tipo de acumulador, pero
mis padres estaban divorciados. Soy hijo único y mis abuelos viven en Portland,
así que supongo que es mi responsabilidad decidir qué hacer con todo. Ahora todo
es mío, incluyendo la casa. ¿La parte divertida? No quiero nada de eso.
—La prometida de mi hermano murió hace un año. Sus cosas aún cuelgan
en su armario. Son simplemente cosas, pero tiene que haber una finalidad para
deshacerse de ellas. Apuesto a que lo sentirás cuando saquen lo último de aquí y
alguien más compre el lugar. Las «cosas» son el epílogo. La historia ha
terminado, pero parte de ella sigue viva como un fantasma durante unas pocas
páginas más. ¿Qué queda al final del epílogo?
—Nada —respondió.
Incliné la cabeza hacia un lado y entrecerré los ojos.
—Depende de cómo lo mires.
—¿Y cómo lo mirarías?
—Aún no estoy segura. Mi novio murió en el accidente que me quitó la
pierna. Cuando salí del coma, el funeral había terminado, sus padres habían
limpiado su apartamento, y alguna otra persona vivía allí. Pasé la página después
del capítulo final solo para no encontrar ningún epílogo. El autor de mi vida me
golpeó a traición.
—Algunos dirían que el autor de tu vida es Dios.
—Y estoy de acuerdo. Pero ninguna cantidad de fe puede consolar en
realidad a un corazón afligido que no puede entender tal tragedia. No perdí mi fe,
pero sentí como si Dios me golpeara a traición. Sin epílogo. Pero es Dios, así que
probablemente lo perdonaré algún día.
Cage se rio entre dientes.
—Estoy seguro de que estará agradecido.
Coqueteamos. Intenté fingir que mi hermano no me esperaba en el auto,
pero antes de salir por la puerta, hice una última referencia a la historia de la vida.
—¿Cage?
Se volvió.
—¿Sí?
—¿Quieres saber qué viene después del epílogo?
—¿Qué?
—Un libro nuevo lleno de posibilidades infinitas.
Cage se asomó por la esquina, soplando el vapor arremolinándose de su taza
195
de café.
—Buenos días.
Presioné mi mano suavemente contra mi pecho. Algo tan imperfectamente
perfecto como nuestro viaje hasta ese punto pasó entre nosotros sin decir una
palabra. Vi el reconocimiento en sus ojos. Sabía que él lo recordaba… y sonrió.
—Soy tu libro nuevo. Soy tus posibilidades infinitas —susurré con el último
suspiro que me quedaba después que comprenderlo me dejó sin aire, dejando mi
corazón hinchado de tanto amor.
—Lo eres.
Aclaré mi garganta, reuniendo algo parecido a una voz real.
—¿Lo sientes?
—¿Sentir qué? —Se sentó en el borde de mi cama.
—Mi corazón latiendo en tus manos.
Cage me miró, más bien a través de mí. Y después de unos momentos…
asintió.
Ese hombre, «el indicado» de mis sueños. Voló a Pekín para besarme.
Luego viajó a Los Ángeles para verme realmente por primera vez. Mamá solía
decirme que dejara de detener mi vida porque el principio y el final estaban
separados por nada más que un parpadeo. Con Cage, me negaba a parpadear.
—Puedo cargarte.
Me reí cuando el conductor se detuvo frente al hotel.
—Puedo usar las muletas. De todos modos, necesito acostumbrarme a ellas.
No voy a poder usar mis piernas ortopédicas hasta que las quemaduras en mi pierna
sanen un poco más, al menos, hasta que las ampollas sanen. —Asentí hacia su
puerta—. Fanáticos en Los Ángeles. Impresionante.
Cage suspiró.
—Fotógrafos. No fanáticos. Quizás haya una entrada trasera.
—¿Por qué? ¿Te avergüenza que te vean conmigo? —Arqueé una ceja.
196
Él sonrió.
—Por Dios, ¿siquiera te has mirado en un espejo?
Me reí.
—Estoy segura de que le darán la vuelta. Lake Jones, novia del mariscal de
campo de Minnesota, sufrió quemaduras graves y la pérdida de una extremidad en
una explosión en un laboratorio de metanfetamina.
—A Flint le encantaría eso. Vamos, chica crujiente. —Cage saltó y caminó
a mi lado, abriendo mi puerta mientras los dos tipos con cámaras disparaban
algunas tomas.
—Cage, ¿qué le pasó a tu novia? —preguntó uno de ellos.
Salí a medida que Cage me tendía las muletas.
—Nada. —Le guiñó un ojo al fotógrafo con una sonrisa descarada—. ¿Por
qué preguntas? —Pudo haber ignorado la pregunta del fotógrafo o haber dicho que
no era de su incumbencia. Sonreí cuando la cara sonriente de Cage se centró en
mí—. ¿Lista?
Asentí, sonriendo a través del dolor mientras las cámaras sonaban una y otra
vez.
—¿Qué te trae a Los Ángeles? —me preguntó el mismo fotógrafo.
—Sexo en la playa.
Cage se ajustó la gorra de béisbol por debajo de la cara, ya sea para ocultar
su diversión o vergüenza. No podría decirlo.
—¿Sexo en la playa? —preguntó después de que dejamos atrás a los
periodistas.
Me encogí de hombros cuando el ascensor nos llevó al cuarto piso.
—Es un título mejor que el escenario del laboratorio de metanfetamina.
—¿Has tenido sexo en la playa? —preguntó.
—Solo en un vaso de chupito. ¿Y tú?
—Sin comentarios.
—¿Cómo se llamaba? ¿Bambi? ¿Summer? ¿Fantasía? Tengo entendido que
la arena no es muy amigable con los genitales. Así que, con suerte, no arrastraste
tu trompa de elefante por la arena antes de deslizarla en su concha delicada.
Se llevó la mano a la boca con un puño, y sacudió la cabeza mientras la risa
que se negaba a compartir estremecía el resto de su cuerpo.
—Solo tú… solo tú… 197
Manteniendo mis ojos enfocados en las puertas del ascensor a medida que
se abrían, una sonrisa se extendió a lo largo de mi rostro.
—Vamos, Monaghan. No tiene sentido hablar de sexo hasta que puedas
mirarme sin hacer una mueca.
—Yo no…
—Sí, tú… —Mis oídos empezaron a pitar y mi visión se volvió borrosa con
manchas alrededor mientras el pasillo parecía moverse.
—¡Lake! —Me atrapó justo cuando el mareo me llamaba al suelo.
—No… me siento muy… bien. Débil. —Cerré los ojos a medida que las
estrellas en mi visión me daban náuseas.
—Quédate conmigo. ¿Qué habitación, nena?
Intenté concentrarme en mi respiración para evitar desmayarme por
completo.
—412 —susurré.
—¿La llave está en tu bolso?
—Ajá.
—¿Todo bien? —preguntó una voz desconocida.
Estaba demasiado débil para siquiera abrir los ojos.
—Podría estar mejor. ¿Le importaría buscar en esta bolsa la llave de nuestra
habitación?
—Por supuesto. —Era la voz de una mujer. Eso sí lo registré—. Aquí está.
¿Qué habitación?
—412 —respondió Cage.
—Aquí es.
—Muchas gracias.
—¿Está seguro de que no necesitan nada más?
—Nop. Estamos bien. Solo es un golpe de calor. Estará bien. Gracias.
—Cuídense.
La puerta se cerró.
—¿Lake?
—¿Ajá? 198
—Te voy a acostar.
—Bien.
Montar al borde del desmayo era una sensación miserablemente
incontrolable.
Salté cuando presionó un paño frío en mi frente.
—Lo siento. Nena, no quiero empeorar tu quemadura.
—B-bien —susurré, porque el frío en realidad se sentía bien. Entreabrí los
ojos.
—Bienvenida de vuelta. —Sonrió—. Te dije que debí haberte cargado todo
el camino.
Todo lo que tenía para darle era una sonrisa débil, pero era suya. Era dueño
de todas mis sonrisas.
—¿Te sientes mejor?
Asentí, mirando el plato vacío en mi regazo, mis piernas estiradas en la
cama, almohadas apoyadas detrás de mi espalda.
—Sentía un poco de náuseas, así que no puedo creer que me comí todo.
—Fue doloroso de ver, como un buitre al costado del camino con una presa
nueva. No puedo creer que haya sobrevivido el plato. —Cage sonrió desde la silla
junto a la ventana, dándose golpecitos en el labio inferior con el tenedor.
—¿Te ha funcionado en el pasado el insulto descarado con… Bambi,
Summer, Fantasía? Quiero decir, ¿tu cerebro está tomando una decisión consciente
entre decirle a una chica que es sexy y hermosa o un cerdo con orejas de Dumbo?
Sacudió la cabeza.
—En realidad, no es para tu beneficio, es para el mío.
Me atraganté con mi risa.
—¿Beneficio? Ilumíname. ¿Cómo te beneficia insultarme?
—Es mi intento de verte bajo una luz diferente de modo que mi mente no
se concentre en hacerte cosas tan indecentes.
199
Me quedé boquiabierta.
Cage se encogió de hombros, como si no pudiera culpar a un chico por ser
honesto.
—¿Entoooonnces en Pekín dijiste que mis orejas eran grandes para no
pensar en hacerme cosas tan indecentes?
—Sí —respondió diplomáticamente.
—Entonces, ¿en serio no crees que tengo orejas grandes?
—No dije que me inventara esa mierda. Solo insinué que intenté
concentrarme en algo menos sexy.
Mis manos se acercaron poco a poco a mis orejas como siempre lo hacían
cuando él las mencionaba.
—Pueden, quiero decir… ¿en serio crees que las orejas pueden ser sexis?
—¿Lake?
—¿Qué? —Mi frente se tensó mientras cubría mis orejas.
—Me encantan tus orejas.
—Está bien si no lo haces. No es un factor decisivo, ¿verdad?
—Me encantan tus orejas.
—Estoy intentando recordar… tal vez uno de mis hermanos las tiró cuando
era más joven. Tal vez mi mamá me arrastró a mi habitación con ellas cuando me
metí en problemas.
—Me encantan tus orejas.
—Aunque, a decir verdad, no debería importar… no es como si me metieras
la polla en las orejas. Aun así, ¿alguna vez has leído algún libro o visto películas
en las que los chicos dicen que quieren follar cada agujero u orificio del cuerpo de
una mujer? Eso tendría que incluir las orejas y… —Arrugué la nariz—. También
las fosas nasales. Esos tipos deben tener penes de lápiz. Creo que deberías tener
un pene del tamaño de un lápiz para decir algo tan ridículo.
Mis labios se crisparon cuando Cage echó la cabeza hacia atrás en una
carcajada.
—Por suerte para mí, tu pene es demasiado grande para caber en mi nariz o
mis orejas. ¿Crees que el semen de un hombre disuelva la cera o limpie los senos
nasales?
—¡Detente! —Siguió riendo—. Tú ganas.
—Sí, yo también lo creo. —Sonreí y le arrojé una almohada a la cabeza.
200
La atrapó y abrazó, ocultando su sonrisa comemierda.
—Suficiente con mis orejas. ¡Argh! Me estás dando un complejo. ¿Qué te
parecería que te señalara tus imperfecciones para no querer hacerte cosas tan
indecentes?
Él se animó.
—Estoy intrigado. Entonces ¿piensas en hacerme cosas tan indecentes?
¿Qué aplaca tu deseo? ¿Mis michelines?
—No tienes michelines.
Se levantó la camisa.
—Cierto. ¿Es este diente que me rompí hace años? —Abrió la boca y señaló
un diente inferior. Nunca lo había notado—. ¿Son mis manos? De hecho, son
demasiado grandes para mi cuerpo, pero son útiles para agarrar una pelota de
fútbol.
Sus manos tenían una maestría en hacer las cosas más increíbles con mi
cuerpo. Eran perfectas.
—No voy a decírtelo porque no quiero que te acomplejes por ello, como lo
que me has hecho. —No tenía nada. Absolutamente nada sobre él.
—Entonces, cuéntame sobre las cosas tan indecentes que piensas hacerme.
Las quemaduras de segundo grado no eran útiles para muchas cosas,
excepto para ocultar mi vergüenza.
—Quiero hablarte de mí. Dijiste que podía y estoy lista.
El humor jovial en la habitación murió y también su sonrisa.
Se aclaró la garganta y se sentó en la silla.
—Está bien. Dime. «Lake no sé tu segundo nombre Jones nació…»
Negué con la cabeza.
—Solo lo más destacado. Lo que importa.
Se inclinó hacia adelante, apoyando los brazos en las piernas.
—Estoy escuchando. —Me dolió verlo mirar al suelo, como si necesitara
prepararse emocionalmente.
—Conocí a Ben en un recorrido en bicicleta por San Francisco. Mi amiga
Lindsay insistió en que hiciéramos el recorrido porque su novio era el dueño del
pequeño negocio turístico. No llevaban mucho tiempo en marcha, de modo que
necesitaban que la gente hiciera los recorridos, escribiera una reseña, etcétera. 201
Cage alzó la vista.
—Eres una conejilla de indias muy dispuesta.
Asentí.
—Estoy lista para casi cualquier cosa al menos una vez. De todos modos,
Ben fue nuestro guía para el recorrido de cuatro horas esa mañana. Al final, me
entregó un dulce de corazón púrpura que decía: «Di que sí». Lo miré con confusión
durante unos segundos, y luego me invitó a salir. Fue extrañamente romántico y
totalmente inesperado. Estaba segura de que ningún chico superaría su gesto único.
Hasta que te conocí. Pekín gana, cariño.
Su sonrisa fugaz me animó a continuar.
—Me dio un dulce de corazón en cada cita. Así es cómo me dijo que me
amaba. Era una locura cómo vivía para esas dos o tres simples palabras. Nunca me
los comí. En cambio, los guardé en un frasco. En la mañana de la boda de Luke y
Jessica, se suponía que debía ir a la iglesia con el resto de las damas de honor, pero
no lo hice. Quería mi corazón. Quería esas pequeñas palabras que significaban
tanto para mí. Así que, le pedí a Ben que me recogiera y me llevara a desayunar
antes de ir a la iglesia.
Me reí, del tipo que no hacía nada para aliviar el dolor.
—Ben intentó convencerme para no hacerlo. Dijo que debería pasar la
mañana con las otras mujeres. Sin embargo, mi insistencia, mi terquedad absoluta,
ganó y cedió.
—Te culpas a ti misma.
Mis ojos se encontraron con los de Cage. Asentí.
—¿Cómo no puedo? El camión nos golpeó en un camino en el que nunca
hubiéramos estado si no hubiera alterado los planes de la mañana. —Cerré los ojos
y susurré—: Ben murió y yo viví.
La cama se hundió. Abrí mis ojos.
—Ven aquí. —Apoyó la espalda contra la cabecera y abrió las piernas.
Me acomodé entre ellas de modo que mi espalda descansara contra su
pecho. Me apartó el cabello hacia un lado y me besó la nuca.
—La muerte está llena de porqués, qué pasaría si, y tanto jodido lamento
que puede tragarse todo tu maldito mundo si lo dejas. Ben murió y tú viviste. Solo
es un hecho. Es nada más y nada menos eso. Puedes aferrarte a ello o dejarlo ir,
pero de cualquier manera, no cambiará el hecho.
Descansé mis manos en sus piernas y mi cabeza contra su hombro. 202
—¿Eso es lo que te dices con tu padre?
—Cada maldito día.
—¿Ayuda?
—A veces.
—No recuerdo el accidente, pero recuerdo el corazón de caramelo. Decía
«Bésame». Así que, lo hice. Me incliné sobre la consola y besé su mejilla.
Recuerdo que me recosté en mi asiento y me ajusté la correa del cinturón del
hombro sobre el pecho, y recuerdo que él me dio la mirada de reojo con más
adoración del mundo. Y eso es todo. Eso es todo lo que recuerdo hasta que desperté
del coma tres meses después sin Ben… sin mi pierna… y sin Jessica.
El cuerpo de Cage se tensó contra el mío. Seguí adelante, como el proverbial
arrancar una tirita.
—Los padres de Jessica fueron asesinados, y luego ella y su hermano se
suicidaron, o al menos eso es lo que creíamos. Recibieron identidades nuevas y se
mudaron a Omaha mientras mi familia lloraba por mi pierna, la incertidumbre de
mi despertar del coma, y mi hermano que quedó completamente devastado por
todo.
»Jessica es la persona más fuerte que he conocido. La tengo en el estatus de
estrella de rock, y no tengo ninguna duda de que tu papá la amó porque es
imposible no amarla. Y nunca me dijo lo que te dijo, pero la conozco, y su
capacidad de amar es enorme y sus emociones son reales, verdaderas y
completamente impenitentes. Pero aquí está la cosa, mi hermano la amaba, toda
mi familia la amaba, y cuando la vio, viva, casi lo mató. Si tu padre no hubiera
muerto, no sé qué hubiera hecho ella, a quién hubiera elegido, pero ya no importa.
Y lo siento, siento mucho que no sea así.
Mentí. Le mentí para prescindir de los últimos jirones de sus sentimientos.
Jessica habría elegido a Luke, habría apostado mi vida en ello.
—Cuando papá se fue para estar con ella, para morir con ella, la odié por
llevárselo. Lo odié por elegirla. Pero… —Presionó sus labios en mi cabeza.
—¿Pero?
—Pero ahora tengo a esta persona en mi vida, y ella es como la mantequilla
derretida y el jarabe tibio sobre wafles calientes, una canción de blues en la radio
al atardecer con una cerveza fría en la mano, y la sonrisa en mi rostro cuando estoy
solo. Y si alguien me pidiera que eligiera una imagen duradera para llevarme antes
de morir… elegiría su cara.
Yo era «ella». Era «ella». Las palabras que salieron de sus labios nunca se
203
hundirían realmente en mi conciencia plena. El accidente se llevó mucho más que
mi pierna y, sin embargo, Cage me devolvió diez veces más. No me completó con
una parte de sí mismo; simplemente me volvió a unir con todas mis propias piezas.
Terminé destrozada, pero él se arrastró por el suelo entregándome mi confianza,
mi esperanza, mis sueños, mi voz, mi futuro. Me reparó, luego besó mis cicatrices
y me miró como si fuera nada menos que una obra maestra atemporal.
Sonreí, cerrando mis ojos.
—Me encanta nuestra historia. Me encanta tanto porque en cada capítulo
haces que me enamore nuevamente de ti. Nunca dejemos de estar enamorados. Y
vamos a enamorarnos todos los días sin tener que tocar el suelo9.
—Que se joda la gravedad. —Apoyó la mejilla en mi cabeza. Me reí.
—Exactamente, que se joda la gravedad.

9
Juego de palabras: «Fall» al español caer, y «Fall in love» enamorarse.
Veintidós
Cage
—Van a amarte. Más cuando te reconozcan. Mis padres siguen el fútbol.
—Lake hizo una mueca mientras presionaba la pierna «prestada» de Thaddeus.
Tenía otras tres piernas empacadas, pero ninguna que no «mataría» para
usarlas con las quemaduras en su pierna. Su rostro no me llevaba a creer que la de
Thad fuera mejor.
—¿Por qué no renuncias a la pierna y me dejas llevarte?
—Sí, no va a pasar.
204
Saqué nuestras maletas de la parte trasera del auto de alquiler.
—Mi mamá no sabe de mi percance en la playa, y prefiero no contárselo.
Ya se preocupa lo suficiente.
—Por supuesto. Lo entiendo. Porque va a ser muy fácil esconderlo cuando
toda tu parte delantera parece que ha perdido una batalla con un dragón.
—Me has estado poniendo aloe vera. Pienso que está mejor.
—Estoy seguro de que la expresión del rostro de tu madre lo confirmará de
una forma u otra. ¿Y puedo preguntar por qué no les dijiste a tus padres quién soy?
Se detuvo en las escaleras, mirándolas como una montaña. Dejé las bolsas
y la levanté en mis brazos.
—Lo tenía.
—Es bueno escucharlo. Mientras tanto, te tengo.
—Detente —susurró cuando llegamos a la puerta.
No la dejé porque en realidad no había nada que me gustara más que tenerla
en mis brazos.
—Hay una parte de mi pasado que no te conté.
—Eres adoptada.
Se rio.
—No. Al menos no lo creo. Es sobre ti. Cuando Jessica llegó a casa después
de la muerte de tu padre, quise preguntarle por ti. Quería saber si tenías novia.
Quería saber tu dirección, tu número de teléfono, solo… algo. Pero no le pregunté
porque ella y Luke estaban intentando dejar el pasado exactamente donde
pertenecía. Te acosé, pero no pude ir tras de ti. Soñé que me rastreabas, pero no lo
hiciste, así que acepté que no me querías de la manera que yo te quería.
—No sabía ni mierda, Señorita Vivo en Nueva York.
Frotó el lóbulo de mi oreja entre sus dedos. Dios, amaba cuando jugaba con
mi cabello, me cubría la cara con las manos o me tocaba de alguna manera.
—Lo que quiero decir es que, si alguien me hubiera dicho que estaríamos
aquí así, nunca les hubiera creído porque has sido un sueño completamente fuera
del alcance desde el día en que nos conocimos. Hoy el sueño es real, y por eso no
les dije tu nombre, pero llevo meses hablando de ti. Creo que hasta este momento
exacto no creía del todo que estarías aquí.
—Oh, mi dulce niña, por favor dime que no se fugaron. —La mamá de Lake
abrió la puerta mosquitera.
Miramos fotos de su familia en su teléfono cuando nos quedamos en el hotel 205
en Los Ángeles. Ella pensó que me sentiría más cómodo si podía poner nombres
con caras fácilmente. Su madre, Felicity, era fácil de reconocer por su cabello
negro y gris que le llegaba a la barbilla y su alta figura esbelta.
—No, mamá, no nos casamos. —La apoyé de nuevo en sus pies.
—¡Oh, bebé! ¿Qué te pasó?
Sí, su piel aún estaba muy roja.
—Una quemadura solar leve. Estaba en Los Ángeles con un SPF bajo. No
hay problema. Sucede.
—¿Estás segura de que estás bien? Oh. Buen. ¡Señor! Eres Cage Monaghan.
Lake, ¿qué está haciendo aquí? —Felicity estampó su mano contra su pecho—.
¡¿Tom!?! Ven aquí. Nunca vas a creer esto.
Sonreí.
—Encantado de conocerla, señora Jones. —Le ofrecí mi mano.
Ella solo me miró con los ojos totalmente abiertos pegados en su rostro.
—Felicity… por favor, y… ¿qqqué estás haciendo aquí?
Lake tomó mi mano y me empujó más allá de su madre y hacia el vestíbulo.
—Él está conmigo, mamá, es mi… —Me miró como si necesitara mi
permiso para terminar su presentación.
—¿Novio? —dije a Lake.
Ella sonrió, como si mi confirmación frente a su madre le hubiera hecho el
día.
—Sí. —Continuó sonriéndome, a pesar de que sus palabras iban dirigidas a
su madre—. Cage Monaghan es mi novio. No te lo dije en ese momento, pero voló
a Pekín solo para besarme.
La boca de Felicity cayó boquiabierta mientras desplazaba su mirada hacia
mí.
Sonreí, con un encogimiento de hombros.
—Historia verdadera.
—¿De qué se trata el alboroto? ¡Guau! —Su padre se detuvo al momento
en que vio a Lake—. ¿Qué diablos, pequeña?
—Una pequeña quemadura de sol, papá. No es gran cosa.
Su mirada se detuvo en ella durante unos segundos, como si no supiera si
debería creerle. Por supuesto que no debería haberlo hecho, pero valoraba mi vida,
206
así que mantuve la boca cerrada.
Después del repaso breve, que ganó Lake, su padre movió su atención hacia
mí.
—¡Santa mierda! Eres el mariscal de campo de Minnesota… Monaghan.
¿Qué… por qué estás aquí?
Lake puso los ojos en blanco.
—Caray… gracias, padres, por no asumir que Cage es mi novio. El cielo no
permita que la chica a la que le falta la pierna encuentre un verdadero partido.
Tom me señaló con el dedo mientras se encontraba con el rostro enojado de
Lake.
—¿Esto no es una broma?
Le tendí la mano.
—No es una broma, señor Jones. Estoy saliendo con su hija. Soy Cage, pero
supongo que ya lo sabe. De todos modos, es un placer conocerlo.
Tom estrechó mi mano. Una sonrisa generosa se formó a lo largo de su
rostro debajo de su corta barba gris que combinaba con el gris de su cabello
mezclado con un rubio rojizo.
—Cage, encantado de conocerte. No voy a mentir, no somos fanáticos de
Minnesota, pero soy fan tuyo desde que jugabas en la universidad.
Me reí entre dientes, asintiendo.
—Gracias. Y agradezco tu honestidad. Dudo que haya muchos fanáticos de
Minnesota por aquí.
—Soy fanática. —Lake me abrazó por detrás.
Descansé mi mano sobre la de ella.
—Gracias. Eso significa mucho viniendo de una entusiasta del fútbol como
tú, nena.
Sus padres se rieron.
Tom le guiñó un ojo a Lake.
—Si aún están juntos cuando comience la temporada, no desperdicies los
boletos buenos en esta. Me enfermaría verla en las gradas, completamente aburrida
y sin idea de nada. Nunca hemos podido hacer que vea el fútbol.
—Uf… ¿en serio? ¿Podemos pasar a un tema que no implique arrojar a tu
hija debajo del autobús? Papá, ¿por qué no ayudas a Cage a traer nuestras maletas?
207
Antes de volver afuera, sucedió la cosa más increíblemente loca. Felicity
agarró suavemente las orejas de Lake y la besó en la mejilla, luego susurró lo
suficientemente fuerte como para que yo oyera:
—Él es un buen partido, bebé, pero tú también y no lo olvides nunca.
Los ojos de Lake se abrieron como platos a medida que sus labios se
entreabrían y nuestras miradas se cruzaban. Mis ojos coincidieron con los de ella,
y tuve que morder mi sonrisa porque… ¡Mierda! Su mamá la agarró de las orejas.
Tan pronto como trajimos el equipaje, Lake se quedó mirando las escaleras
hacia el segundo piso: otra montaña que abordar. Lo pude ver en su rostro.
—¿Pasa algo, dulzura? —preguntó Felicity.
—Umm… yo solo…
—Aún no tienes problemas con las escaleras, ¿verdad? Pensé que habías
dicho que las piernas de Thad se sentían como algo real, ni siquiera un indicio de
cojera, incluso en las escaleras.
—Sí… la pierna está bien. Solo tengo una pequeña quemadura leve en la
pierna, así que cualquier roce contra ella es un poco incómodo.
—La tengo —dije, subiendo las escaleras de dos en dos para dejar nuestras
maletas en la parte superior antes de volver a bajar.
—Esto es vergonzoso —murmuró a medida que la levantaba en mis brazos.
—Tu mamá tiene tu habitación lista, Lake —dijo su papá—. Cage puede
dormir en la habitación azul.
Su casa. Sus reglas. No iba a cuestionar una palabra. Así es como se criaban
los niños militares. ¿La fierecilla de mi novia? No era muy sumisa a sus reglas.
—Por fa-vor, papá. Noticia de última hora, tengo veinticuatro. Hemos
tenido sexo. —Cerré los ojos, intentando fingir que ella no acababa de decir eso.
—Lake… —Su padre intentó razonar.
—Es verdad. Acéptalo. Hemos tenido mucho sexo en muchos lugares
diferentes y posicio…
—¡Lake! —Felicity sofocó su risita.
Tom estaba a mi espalda, así que no podía verlo. Solo recé para que no
tuviera un arma.
—Sujétate —murmuré a través de mi vergüenza mientras la llevaba arriba.
—¿Qué? —Sonrió cuando la dejé caer en la cama de su habitación rosa.
—«Oigan, mamá y papá, conozcan a Cage. Es mi novio y para que lo 208
sepan… ¿hemos tenido sexo en muchos lugares y posiciones diferentes?» Eso es
lo que te estabas preparando para decir, ¿verdad?
Se echó hacia atrás, apoyando las manos en su vientre.
—Lo siento, ¿alguna parte de lo que dije fue inexacta? ¿Quieres que haga
una lista de todas las horas, lugares y posiciones en las que hemos tenido relaciones
sexuales? Porque puedo hacerlo. Recuerdo todos y cada uno.
Mi polla era de acero en mis pantalones. Solo hablar de eso me dejó tan
jodidamente duro, incluso si mi cerebro aún no podía permitirle decir eso a sus
padres. ¿Mi polla? No. Todo lo que escuchó fue que ella dijo la palabra sexo y su
visión de rayos X la vio desnuda y debajo de mí.
—Estás pensando en eso, ¿no?
Avancé hacia la ventana, mirando la vista del lago menos seductora
mientras me ajustaba.
—No estoy pensando en nada excepto en que me estás avergonzando.
¿Cuáles son las posibilidades de que tu padre tenga un arma?
—Cien por ciento. —Se rio.
—Maravilloso. No voy a tener sexo contigo aquí. Primero, aún te duele
mucho, incluso si no quieres admitirlo, y segundo… no quiero faltarles el respeto
a tus padres.
Ella se sentó.
—Primero, no conoces mi nivel de dolor, y segundo, mis padres se han
bañado desnudos en el lago con Jessica y Luke. Mis padres muestran una cantidad
inapropiada de demostraciones públicas de afecto todo el tiempo y solo espera…
si nos quedamos el tiempo suficiente, los escucharás.
Me volví, apoyando la espalda contra la pared pintada de rosa.
—¿Escucharlos? —Agitó las cejas—. No. —Negué con la cabeza. Tenía
que estar inventando eso solo para sacarme una reacción.
—Es verdad. Les gusta su música a todo volumen y su sexo aún más fuerte.
Si aún tienen la misma rutina, incluso puedo sincronizar los labios para ti. Tienen
que mantenerlo en silencio cuando tienen huéspedes pagando aquí en la posada,
pero cuando solo somos nosotros sus niños, no lo ocultan. Me pregunto si papá le
mete las bragas a mamá en la boca para mantenerla callada o…
—¡No! —Negué con la cabeza—. No. No. No. —Hice una mueca—. No
quiero saber esto. Acabo de conocerlos. Cuando los vea, quiero ver a las dos 209
hermosas personas que te hicieron. No quiero pensar de verdad en ellos
«haciéndote». Y definitivamente no con tu mamá amordazada por su propia ropa
interior.
—Ah… —Lake negó con la cabeza—. No les digas nada sobre las
mordazas con ropa interior. Eso solo es una especulación de mi parte. No estoy
intentando difundir rumores.
—¡¿¡En serio!?! ¿De verdad crees que les diría algo de eso?
Intentó ocultar su sonrisa, pero la vi en sus ojos antes de que dejara que sus
labios se liberaran del confinamiento de sus dientes.
—No. —Se rio—. ¡Pero Dios mío! Deberías verte la cara. Te ves
horrorizado.
—Eres tan… —Negué con la cabeza, frotándome la cara con las manos.
—¿Tan qué?
—Tan pelmaza. Una conspiradora diabólica. Una diablilla… más que una
diablilla. Así que, todo eso de tus padres solo fue para sacarme una reacción.
Su cabeza se echó hacia atrás.
—¿Qué? No. La única parte de la que estaba bromeando fue mencionar la
mordaza con las bragas, porque sé que nunca lo harías. ¿Pero el resto? ¿Nadar
desnudos? ¿Las demostraciones públicas de afecto? ¿El sexo fuerte? Todo cierto.
Descansé una mano en mi cadera mientras frotaba la parte posterior de mi
cuello con la otra mano.
—¿Y el arma?
—Probablemente tiene al menos una docena, pero nunca ha usado una con
mis novios. Se acercó a Ben, pero mi madre se abalanzó como la voz de la razón
para salvar el día.
—¿Qué hizo Ben? —Alcé la vista.
—Tomó mi virginidad… en la habitación verde. ¿Sabías que hacen dulces
de corazones con frases obscenas? Es verdad. No estoy orgullosa de esto, pero todo
lo que necesité fue un dulce de corazón que decía: «Hagamos el amor» para que
me subiera la falda y me arrancara las bragas. Ni siquiera importó que me diera
dos más de inmediato que decían, «Inclínate» y «Chúpame». Me prohibieron
permanentemente en esa habitación, lo cual es una lástima porque es la única con
una cama tamaño King; el resto son Queen. Espero que funciones bien en espacios
pequeños. 210
—No vamos a tener sexo aquí. —Negué con la cabeza, en parte para afirmar
mi declaración y en parte para librarme de la imagen de Lake teniendo sexo con
otro chico. Estaba celoso de un tipo muerto. Eso era un nuevo y patético bajo para
mí.
—Entonces, dirías que no si me ofreciera a envolver mis labios alrededor
de tu polla ahora mismo.
—Por Dios, Lake… —Tuve que girar y ajustarme otra vez. Necesitaba una
ducha fría para refrescarme las pelotas y despertarme de esta pesadilla de un fin de
semana largo que acababa de comenzar.
Su risa siempre me dejaba indefenso. Me encantaba su risa.
—Me encanta jugar contigo —dijo riendo.
Sí, también me encantaba cuando jugaba conmigo, pero mi preferencia era
más física y menos psicológica.
Giré.
—Tu mamá te agarró por las orejas.
—¡Dios mío! Lo sé. No fue hasta que de hecho lo hizo que comprendí que
ha estado sucediendo durante años. Si me hubieras preguntado, habría dicho que
me acuna la cabeza, pero no. Agarra mis orejas. ¡Ella arruinó mis orejas! Nunca
volverán a su posición original.
Sonreí. Lake era su propio universo, y cuando tenía el placer de ser parte de
él, no era un jugador de fútbol famoso y no era el hombre que aún lloraba a su
padre. Era el tipo que quería que estar con ella fuera una profesión a tiempo
completo.
—Me encantan tus orejas. Me encanta la forma en que gimes cuando
arrastro el lóbulo de tu oreja entre mis dientes. —También me encantaba cómo se
quedaba sin aliento cuando le decía cosas así.
Tragó pesado.
—Ivy.
—¿Ivy?
—Sí. —Sus hombros se levantaron—. El otro día dijiste que no sabías mi
segundo nombre. Es Ivy.
—Nombres muy terrenales.
—Mis padres afirman que no eran hippies, pero… no estoy tan segura.
—Mi segundo nombre es James.
211
—Lo sé. —Puso los ojos en blanco con una sacudida leve de cabeza.
—¿Lo haces?
—Obvio. Si buscas tu nombre en Google, toda la columna de la derecha es
sobre ti: nombre completo, fecha de nacimiento, altura, equipo actual, educación,
padres. Sí, todo está ahí.
—¿Me has buscado en Google?
—Puede ser. —Se quitó un poco de piel descamada del brazo.
—¿Para averiguar mis estadísticas?
Se encogió de hombros.
—Entre otras cosas.
Me senté en la cama a su lado, agachando la cabeza para ver su rostro que
intentaba ocultar con la barbilla inclinada hacia abajo.
—¿Qué otras cosas?
—Simplemente cosas. ¿De acuerdo? Como lugares en los que te han
fotografiado o…
—¿O?
—O tal vez con quién te han fotografiado.
—¿Te conectaste a Internet para evaluar tu competencia? —Me reí.
—Tal vez. —Apretó los labios.
—¿Y?
—Es bastante difícil. —Lake me lanzó una mirada rápida con la nariz
arrugada—. No vas por la chica promedio.
Negué con la cabeza.
—De hecho, no tengo muchas citas.
Su mandíbula cayó abierta.
—Eh… puedo hacer una búsqueda en mi teléfono ahora mismo y demostrar
que estás equivocado.
—Las fotos no significan una mierda. Si me acerco demasiado a una
camarera en un bar o restaurante ruidoso para darle mi pedido, algún idiota toma
una foto y solo así, dicha camarera y yo somos pareja.
—Sí, bueno, entonces debes pasar el rato en algunos lugares muy elegantes
que solo contratan mujeres realmente sexis para trabajar allí. 212
—¿El sol también te dejó un poco frito el cerebro? Porque este es un lado
nuevo para ti. Los celos no te sientan bien.
—No estoy celosa. Dije que conocía tu segundo nombre. Preguntaste cómo.
Te lo dije y me llevó a esta conversación. No he dicho nada por celos. Simplemente
hice observaciones, eso es todo.
Me encogí de hombros.
—No lo sé, suenas un poco celosa.
—Eres un tonto. Los celos son: ¿Quién era la rubia? ¿Cómo la conociste?
¿Tuvieron sexo? ¿Cuánto? ¿La amabas? ¿La extrañas? Apuesto a que estás
pensando en ella ahora mismo. ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con ella?
Pero si me hubieras escuchado sabrías que en realidad no te pregunté nada de eso.
Dije que miré algunas fotos tuyas en línea. Luego hice la observación de que las
mujeres de todas las fotos eran muy atractivas. Eso es todo. Punto.
—¿Lake? —llamó su madre—. Bajen aquí. ¡Luke y Jessica acaban de
llegar!
Respiró profundo. La emoción en sus ojos y la sonrisa en su rostro aliviaron
mi ansiedad, pero solo un poco.
Veintitrés
Lake
—¡GTO Jones! —llamé desde lo alto de las escaleras. Un paso hacia
abajo me dejó hirviendo con algunos improperios. Aún no estaba lista para usar
ninguna prótesis, pero… obstinada… contumaz.
—Te lleva…
Antes de que Cage pudiera terminar su oferta, me dejé caer sobre mi trasero
y me deslicé por las escaleras. No se sintió increíble, pero al menos mi trasero no
se sintió como carne cruda. El chico de cabello oscuro desordenado al pie de las
escaleras se rio de mí. 213
—Grant, la tía Lake necesita besos. —Extendí mis brazos.
Saltó sobre ellos. Intenté ocultar mi estremecimiento ya que incluso su
cuerpecito me causó dolor.
—Buen Dios, Lake. ¿Qué hiciste?
Manteniendo a Grant cautivo en mi abrazo, miré a mi hermano Luke. Era
mi versión masculina: cabello negro, ojos azules, y sí, tras la inspección, sus orejas
también sobresalían un poco.
—Accidente en el laboratorio de metanfetamina.
Continuó mirándome sin reacción. Jessica se rio.
—Lake, existen protectores solares —dijo Luke—. SPF 75 para tu piel
clara.
—Gracias, doctor Jones. Lo tendré en cuenta la próxima vez que me quede
dormida en la playa. Hola, Jess. —Soltando a Grant, me agarré a la barandilla de
la escalera para levantarme sin poner demasiado peso en mi pierna.
—Te extrañamos. ¿Cuándo te mudas? —Me guiñó un ojo y me dio un
abrazo suave.
Su cuerpo se puso rígido y en ese momento supe que Cage había bajado las
escaleras.
El hijo de su examante.
El novio cuyo nombre nunca mencioné.
El hombre al que quería que mi familia amara y aceptara más que
absolutamente nada.
Luke. Él era el único en mi familia que sabía de mi encuentro único en la
vida con Cage. Dejé pasar todo después de ese día por él y por Jessica. Luke me
miró y fue un momento muy agridulce. Vi al hombre que no quería recordar ese
momento en la vida de su esposa, pero también vi al hermano que recordaba el día
que su hermana encontró al «indicado».
Luke tamborileó con las manos en la parte superior del volante. Estaba
cansado de conducir alrededor de la cuadra.
—No era necesario que tocaras la bocina. —Me deslicé en el asiento y cerré
la puerta de golpe.
—Entonces, ¿qué averiguaste?
—Es precioso. Juega como mariscal de campo de Nebraska. Ah… y creo 214
que me ama a mí y a mi prótesis.
Aquella no era la información que quería. Luke necesitaba saber si encontré
alguna pista sobre el paradero de Jessica. No quise dejar escapar todo eso sobre
Cage, pero tenía que decírselo a alguien… simplemente tenía que hacerlo.
Regresamos en silencio a nuestro hotel en Omaha. El dolor por su amada irradiaba
de él. Quería hacerlo sentirse mejor, pero justo cuando entramos en el
estacionamiento, Luke me recordó por qué lo amaba tanto.
Froté la parte superior de mi pierna, mirando por la ventana.
—¿Tu pierna te está molestando hoy? —preguntó Luke.
—No. —Detuve mi mano—. Solo es un hábito. Eso es todo.
—No tengo ninguna duda de que tienes razón.
Lo miré.
—¿Qué? ¿Que es un hábito?
—No. No tengo ninguna duda de que tienes razón sobre Cage. Estoy seguro
de que te ama a ti y a tu pierna. Cualquier chico sería un tonto si no lo hiciera.
Fue una locura para mí incluso sugerir que Cage podría amarme después de
un encuentro, pero significó mucho para mí que Luke dijera eso con total
sinceridad.
—Cage —susurró Jessica como si fuera un fantasma—. ¿Qué estás
haciendo aquí? —Di un paso atrás, mirando entre ella y Luke.
Luke se aclaró la garganta y lo supe… solo supe que iba a decir algo para
que todo saliera bien. Eso es lo que hacía. Luchaba por las personas que más amaba
en el mundo, y yo estaba en esa lista tan afortunada.
—Lake y Cage se conocieron en Omaha cuando estábamos buscándote.
Creo que mi querida hermana se enamoró de tu vecino, Jess.
Y justo así… Luke me robó el corazón. Dejó ir su pasado y me dio la
oportunidad de un futuro. Casi lloré cuando sonrió, esa que decía que estaba feliz
por mí.
Cage dio los dos últimos pasos y le dio a Jessica una sonrisa triste. Luego
la abrazó. Sí, tenía los mejores hombres en mi vida. Jessica lo abrazó con fuerza,
como si necesitara un minuto para reunir sus emociones antes de que él la soltara.
—Me había preguntado si por eso te mudaste a Minneapolis de todos los
lugares posibles. —Luke sonrió mientras recogía a Grant, quien tenía los brazos
extendidos hacia él.
—¿Qué? —Entrecerré mis ojos—. ¿Sabías que jugaba para Minnesota?
Luke se encogió de hombros.
215
—Por supuesto. ¿Quieres decir… —se rio—… no lo sabías?
Negué con la cabeza sintiéndome la persona más tonta del mundo. ¿Cómo
todos en mi familia sabían y seguían al hombre de mis sueños excepto yo?
Jessica soltó a Cage y respiró hondo. Tanto mi hermano como yo esperamos
a que intercambiaran algo más que un abrazo, pero no lo hicieron, y los amé a
ambos por eso.
—Es un buen partido, Lake. —Jessica entrecerró un ojo hacia Cage—. Pero
Lake es mi hermana, así que una advertencia justa, Monaghan, si la lastimas te
mataré.
—Gracias, nena. —Luke negó con la cabeza—. Se suponía que esa era mi
línea. Eres tan castrante.
—Lo que sea, Jones. Estoy hambrienta. Hagamos una redada en la cocina.
Llevar a tu bebé requiere mucha energía. —Se frotó la barriga mientras se dirigían
a la cocina.
Me giré y agarré la camisa de Cage, mirándolo fijamente.
—Te dije que ellos te aman.
—Mmm —murmuró. Su sonrisa con hoyuelos derritiendo todo debajo de
mi cintura—. ¿Sabes lo que yo amo?
—Espero que, a mí.
Cage se rio entre dientes, pasando sus dedos por mi cabello.
—Sí, y amo que el hecho de mudarte a Minneapolis no tenga nada que ver
conmigo… que solo nos encontramos. —Presionó sus labios contra los míos,
besándome lentamente.
La verdad para mí no se explicaba por simple coincidencia. Todo lo que
había sucedido en mi vida me obligó a encontrar un sentido y una dirección, una
razón para seguir adelante. Creía que mi mudanza a Minneapolis, entre un sinfín
de destinos posibles, tenía mucho que ver con Cage. El tiempo contaba muchas
historias y era hora de la nuestra.

—Dejaré a tu padre y me robaré a tu novio. ¿Eso va a ser un problema,


Lake? —preguntó mamá mientras mirábamos por las ventanas con vistas al círculo 216
de testosterona.
Mi papá, Cage, Luke, mis otros hermanos, Lane y Liam, y mi cuñado,
Drake, estaban alrededor de la parrilla bebiendo cerveza. Incluso Cage hizo trampa
en su rutina de no-beber-alcohol-trato-mi-cuerpo-como-un-templo y tomaba una
cerveza con los otros hombres que más amaba en el mundo.
Me reí como una colegiala ante el comentario de mi madre. Pensar en Cage
me hacía eso.
—Creo que podría ser un problema, pero no dudes en preguntarle si está
interesado.
—También podría preguntarle. —Lara jugueteó con el borde de su copa de
vino a lo largo de su labio inferior a medida que babeaba por mi chico—. ¿Crees
que optaría por una mujer mayor con estrías y senos desinflados?
—Tal vez. —Me encogí de hombros, terminando el último trago de vino de
mi copa—. Escuché que ha salido antes con una amputada. Debe significar que
está bien con algunas imperfecciones menores.
—¿Cuánto tiempo le tomó darse cuenta de tu pierna falsa? —preguntó
mamá con una sonrisa de gato Cheshire en su rostro.
—Umm… creo que fue quizás la cuarta o quinta vez que tuvimos relaciones
sexuales, en la misma noche, por supuesto. —Le guiñé un ojo a Anne, mi cuñada.
Se puso casi tan roja como yo.
Sabía que nuestra familia estaba loca y la mayoría de las veces, era
inapropiadamente grosera. Pero nunca pudo participar y seguirnos el juego como
el resto de nosotros. ¿Jessica? Podía hacerlo como si hubiera nacido en nuestra
familia, pero estaba abajo con todos los niños ya que su estado de embarazo le
impedía beber con nosotras.
—De todos modos, apartó su caliente cuerpo sudoroso con sus músculos
cincelados del mío y dijo entre respiraciones trabajosas: «Nena, creo que te falta
algo». Grité. Me calmó y luego buscamos mi pierna faltante. Nunca encontré la
maldita cosa.
Nos echamos a reír, excepto Anne. Tenía una mueca permanente grabada
en su rostro. Estoy segura de que se preguntaba cómo podíamos bromear por mi
extremidad perdida. Fácil. Ocurrió.
No se podía deshacer.
Habíamos cumplido con nuestra cuota de duelo años antes.
La vida era demasiado corta, así que hicimos lo que mejor hacían las
mujeres Jones… bebimos hasta que colapsamos en un estupor risueño.
—Lake, estás saliendo con una celebridad. ¿Ya has asimilado eso? —
217
preguntó Lara.
—En realidad, no. Quiero decir… no hemos estado saliendo durante su
temporada regular. Siempre hay alguien tomando una foto o pidiendo su autógrafo,
pero tengo este presentimiento de que cuando comience el campamento de
entrenamiento, las cosas van a cambiar… mucho.
—Habrá mierdas en los tabloides todo el tiempo —agregó mamá.
Asentí, volviendo a llenar mi copa.
—Sí, ya hemos tenido algo de eso. Honestamente, no puedo creer que
alguno de ustedes no me haya visto en alguna revista de mala calidad. Nunca soñé
que pasaría tanto tiempo sin que descubrieran la identidad secreta de mi nuevo
novio.
—Cariño, me dijiste su nombre. —Mamá me miró feroz—. Solo que no su
apellido.
Sonreí detrás de mi copa de vino.
—Quería que lo conocieras antes de que tuvieras ideas preconcebidas sobre
mi novio «famoso». Y quería sentirme segura en mi relación con él antes de traerlo
a… este lugar.
—Buena decisión. —Anne sonrió.
Cage alzó la vista y nos sorprendió mirándolo boquiabiertas a través de la
ventana, sonrió y luego nos guiñó un ojo.
—Oh. Querido. Dios. Me guiñó un ojo. ¿Crees que Drake lo vio guiñarme
un ojo? —Lara se abanicó.
—Vino… puedo tomar un sorbo y no matar a mi bebé, ¿verdad? —Jessica
entró en la cocina con Grant en la cadera y el cansancio en la cara.
—Cambio de turno. —Anne le quitó a Grant—. Además, puedes manejar
la conversación inapropiada mejor que yo.
Jess me besó en la parte superior de la cabeza.
—Hermanita, sírveme una onza de vino, y te daré mi primogénito.
Me reí, sirviéndole una onza, tal vez dos.
—No dejes que TOC Jones te atrape. —Jessica se sentó a mi lado y puso
los ojos en blanco, llevándose la copa a los labios.
Los ojos de mi madre y Lara se abrieron del todo, sus sonrisas se tensaron
en muecas.
—Ni. Lo. Intentes.
218
Jessica cerró los ojos y gruñó cuando me volví. Luke estaba detrás de ella
con la copa de vino interceptada en la mano.
—¡Maldita sea, Jones! Eres tan controlador.
Me reí, extrañando sus bromas enojadas que siempre se convertían en Luke
diciendo algo que dejaba a Jess sin palabras. Ese día no fue la excepción.
Después de dejar la copa en la encimera, se inclinó y la besó en la mejilla
mientras descansaba las manos sobre su vientre.
—¿Cómo se siente llevar una parte tan importante de mí dentro de ti?
Frunció el ceño.
—No juegas limpio. Nunca lo haces.
Luke se puso de pie con una sonrisita orgullosa pegada a su rostro.
—Papá está sacando las hamburguesas de la parrilla.
—Colocaré las ensaladas y las papas fritas. —Mi madre se puso de pie,
bebiendo lo último de su vino con un suspiro de satisfacción a medida que Jessica
la miraba asesina—. Ah, ¿Tom recordó tu hamburguesa vegetariana?
—Las mujeres que cargan con una parte tan importante de tu hijo no pueden
comer nada de la parrilla.
—Tu plato de quinua está en el horno junto al crujiente ruibarbo —dijo
Luke mientras se dirigía hacia el patio.
Estoy bastante segura de que vi a Jess por el rabillo del ojo dispararle el
dedo medio.
Cage
Había pasado casi dos años sin una gota de alcohol, pero Tom Jones tenía
una mirada de en-serio-no-vas-a-tomar-una-cerveza-conmigo, y por lo tanto tenía
una botella fría en la mano, la suave capa de cerveza recubriendo mi garganta. Los
hombres de la familia de Lake eran lo opuesto a ella: amaban el fútbol. Incluso
Luke, a quien Lake describió como un «estirado con traje», conocía las estadísticas
y los nombres de los jugadores.
La carne roja también estaba en la lista de cosas que no había comido en
mucho tiempo, pero una de las hamburguesas que Tom puso en la parrilla de
carbón era mía. ¿Cómo me convertí en el adolescente que quería encajar? Era una
locura porque nunca había desempeñado ese papel, pero quería agradarles a todos
los hombres de la vida de Lake.
Después de unos buenos veinte minutos discutiendo sobre fútbol con los
hombres apiñados alrededor de la parrilla, y justo cuando comenzaba a tener esa
sensación de adaptación, Tom me hizo la pregunta que hizo ahogarme con la
219
cerveza.
—Entonces, ¿cuánto tiempo llevas durmiendo con mi hija?
Miré a Luke, pero mantuvo la cabeza gacha, con la botella de cerveza en
los labios, al igual que Lane y Liam. Drake levantó un dedo.
—Voy a ver si necesitan ayuda con los niños. —¿Tom le había hecho la
misma pregunta sobre Lara cuando se conocieron?
O Tom tenía la mejor cara de póquer del mundo o hablaba en serio. Incluso
sus ojos se entrecerraron un poco.
—Amo a tu hija.
Luke se asomó y me guiñó un ojo.
—¿La amabas cuando le quitaste la virginidad?
Mis ojos se movieron entre Tom y sus hermanos, quienes continuaron
manteniendo la vista fija en la parrilla.
Mi frente se tensó. Lake me dijo que su padre la sorprendió en la cama con
Ben. ¿Cierto? Empecé a dudar de todo mientras el silencio se prolongaba. No tenía
otra opción, así que fui con la mejor respuesta, la que también me gustaba. Era en
la que yo era el único hombre que había estado con Lake.
—Sí. Amaba a su hija cuando le quité la virginidad. —Tomé un trago largo
de cerveza, rezando para que el zumbido se activara, pero una cerveza nunca podía
darme un zumbido.
Mi respuesta hizo que sus tres hermanos levantaran la mirada con sus
propios rostros confusos. Tal como pensé: ella no era virgen y todo el mundo lo
sabía.
—¿Te encantó tomar su virginidad?
Los hombres Jones duraron dos segundos antes de que cada uno de ellos se
echara a reír. Sonreí mientras negaba con la cabeza. Nunca esperé que la iniciación
fuera tan brutal. Si hubiera tenido una hija, ¿habría podido bromear con su vida
sexual? Probablemente no. Para ser justos, Lake me advirtió que su familia era
todo lo contrario de lo normal.
—¿Cincuenta dólares si le respondes? —Liam se rio, aún inclinado para
recuperar el aliento.
—Cien si no lo haces. —Luke negó con la cabeza. La perspectiva de la
oferta de Liam trajo un poco de preocupación al rostro de Luke a medida que su
sonrisa se desvanecía.
Eché un vistazo a Tom. Apoyaba su mano en mi hombro, apretándolo con 220
firmeza.
—Pasaste. No es necesario decir nada más. —Se rio entre dientes.
Sacudí mi camiseta contra mi pecho.
—Mierda. Estoy sudando. Eso fue…
—Jodidamente cruel. —Liam guiñó un ojo—. Drake huyó porque pasó por
la misma tortura con Lara. Creo que ver tu novatada fue demasiado para él.
—El título de psiquiatría fue más una terapia personal al crecer en esta
familia que un verdadero trabajo de ensueño. —Luke sonrió antes de tomar un
trago de cerveza.
—Mmm… —Me mordí los labios y asentí—. Sin comentarios.
—¿Tom? —llamó Felicity—. Luke dijo que las hamburguesas estaban
listas. ¿Por qué les está tomando tanto tiempo?
Las sacó de la parrilla.
—Ya salen.
—Ahora no vamos a conseguir entradas para ningún juego, ¿verdad? —
preguntó Liam mientras nos dirigíamos hacia la puerta.
—No hay posibilidad.
Veinticuatro
Lake
Nos quedamos dos días con mi familia, terminando con un espectáculo de
fuegos artificiales impresionante a lo largo del lago. Lo había visto un millón de
veces, pero nunca lo había visto con Cage, lo que lo hizo sentir como algo nuevo
otra vez. Hizo que toda mi vida se sintiera nueva otra vez.
Jessica me dijo una vez que en realidad sentía un desapego completo de
Jillian Knight. Siempre fue Jessica con Luke. Creo que necesitó esa distinción clara
para dejar ir a AJ y entregar toda su vida a mi hermano. Nunca lo entendí realmente
hasta Cage. No estaba con «la novia de Ben». Parte de ella murió el día que murió
Ben. Era una realización conmovedora. 221
Los sobrevivientes sacrificaban una parte de sí mismos para seguir adelante,
una pérdida de peso proverbial para evitar ahogarse. Jillian dejó parte de su
corazón en el pasado para seguir adelante como Jessica. El día que acepté la
pérdida de mi pierna fue el día en que murió el resto de la novia de Ben, y en ese
momento me convertí en una sobreviviente de verdad. Esa es a quien amaba Cage,
no a la chica que vistió un manto de amargura y odió al mundo; odió a Dios.
Parpadeamos y el campamento de entrenamiento se tragó los días de Cage
y su presencia. Minnesota aún llevaba a cabo su campamento de entrenamiento en
un campus universitario, algo que tenía que ver con la «unión».
Sin Cage.
Sin sexo.
Sin diversión.
Incluso su cumpleaños cayó justo en medio del campamento de
entrenamiento. Hablamos durante veinte minutos por teléfono antes de que sus
amigos se lo llevaran.
Una vez que mi nueva capa de piel me hizo parecer algo humana otra vez,
volé de regreso a Los Ángeles para la sesión de fotos; sin tiempo en la playa.
Nuestros trabajos lograron mantenernos separados. Cuando él estaba libre yo
estaba ocupada, y viceversa. Shayna también reclamó parte de mi tiempo libre,
pero el niñero mejor calificado y más atractivo del mundo aún seguía siendo
noticia.
Jamie también continuó ostentando el título de mejor golpeador de puertas.
Tres golpes rápidos. Sonreí, sabiendo que me encontraría con su habitual
encogimiento de hombros mientras Shayna abogaba su caso.
Comprobé la mirilla. Y sí, ambos estaban parados al otro lado de mi puerta
con toallas de playa envueltas alrededor de sus cuellos.
—¡Lake! ¡Tienes que venir con nosotros!
Le sonreí a Shayna y luego me encontré con el encogimiento de hombros
de Jamie con la misma sonrisa.
—Es implacable —dijo con su perfecto acento británico.
Mis respuestas a él siempre tenían una demora de dos segundos porque
disfrutaba dejar que la forma en que decía sus palabras colgara en el aire.
—Sí, puede serlo. —Le pellizqué la nariz y la agité hasta que ella arrugó la
cara.
—¡A la piscina! ¡Tenemos que irnos! —Shayna juntó las manos debajo de 222
la barbilla.
Sabía que, si no respondía pronto, se pondría de rodillas.
¿Por qué tenía que tomar mi decisión después de sopesar las posibles
consecuencias de ser vista en público con Jamie? Cage me dijo que nunca cambiara
mi vida por su reputación o los medios. ¿Flint? No era de la misma opinión. Yo
me quedaba en algún lugar en el medio.
—La piscina no estará abierta por mucho más tiempo… —Jamie ladeó la
cabeza y frunció los labios.
Excelente. Justo lo que necesitaba, ambos con ojos de cachorrito
suplicantes.
—He estado cuidando mi exposición al sol desde mi incidente en Los
Ángeles.
Shayna hizo un puchero. Jamie la miró y luego a mí.
—Usa un sombrero grande y siéntate debajo de uno de los paraguas. Solo
estaremos allí dos horas como máximo.
Asentí, soltando un gran suspiro.
—Está bien. ¿Qué piscina?
—La nueva piscina natural.
—Bien. —Di un paso atrás—. Entren, denme diez minutos. —Después de
hacer mi bolso, le envié un mensaje de texto a Flint.
Lake: Para tu información, iré a la nueva piscina natural con Shayna y
Jamie.
Apenas pasó un segundo antes de que me respondiera el mensaje de texto.
Flint: No.
Negué con la cabeza.
Lake: No estoy pidiendo permiso. Solo te lo digo por cortesía.
Flint: Aun así, no. Se acerca el primer juego de pretemporada. Cage
necesita su cabeza en ello, no distraído por los tabloides.
Lake: No he hablado con Cage en dos días. Creo que su cabeza está «en
ello». Me sentaré en el lado opuesto de la piscina a Jamie.
Flint: No seas ingenua.
Arrojé mi teléfono en mi bolso.
—¿Listos?
223
Shayna se levantó de un salto.
—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Lake viene! —Le dio a Jamie una mirada de ¿puedes
creerlo?
Él me sonrió.
—Parece que le alegraste el día.
—Mmm… sí, pero aquí está el trato. Nosotros… —hice un gesto entre
nosotros—, tenemos que permanecer en lados opuestos de la piscina.
Jamie se rio entre dientes.
—¿Qué? ¿Como una pareja divorciada llevando a nuestra hija a nadar?
—No. Como dos personas que nunca se han conocido y que hoy no se
encontrarán, ni hablarán o ni siquiera se mirarán.
—De acuerdo.
Yyyyyyy esa era justo otra razón por la que Jamie era el mejor niñero del
mundo. Aceptaba instrucciones sin discutir.
—Eres un asco siendo parte del equipo.
Apagando mi Kindle, levanté el borde ancho de mi sombrero para el sol y
miré a Flint con los ojos entrecerrados.
—Estás demasiado vestido para la piscina. —Mis ojos hicieron una
inspección rápida de su traje negro, sin corbata, con los botones superiores
desabrochados. Su colonia cara anunciando su presencia antes que su voz.
—Estás poco vestida para estar en público.
Me reí.
—Es una piscina.
—¿No tienes un traje de baño de una pieza… o tal vez uno de esos vestidos
largos de baño?
Sacudí la cabeza, entrecerrando un ojo hacia él.
—Lo siento. Si te preocupa que me vuelva a quemar con el sol, me gustaría 224
llamar tu atención sobre el gran paraguas sobre mi cabeza.
Se ajustó los lentes de sol y miró alrededor de la piscina llena de gente.
—Pensé que estábamos de acuerdo en que la reputación de Cage importa.
—Claro, jefe. Por eso estoy sentada aquí sola.
—Pero tu enamorado está del otro lado de la piscina, no estás engañando a
nadie.
—Enamorado, ¿eh? Bueno, eso lo explica.
—¿Explica qué?
—Por qué un chico tan atractivo como tú nunca está con una mujer. Te gusta
el niñero de Shayna.
—Vete a la mierda.
El vete a la mierda de Flint, no fue nada como el de Everson. No detecté
nada juguetón o bromista en sus palabras.
—No me importa si eres gay. No es de mi incumbencia y, a diferencia de
algunas personas, sé cómo ocuparme de mis propios asuntos.
Puras mierdas. Era la reina de la mirilla. Mi pasatiempo favorito era invadir
los asuntos de otras personas.
—Lake, no sabes un carajo. —Flint se alejó. Ni una palabra más ni una
mirada rápida hacia atrás.
Jamie me miró con los ojos entrecerrados a medida que ayudaba a Shayna
a flotar de espaldas. Negué con la cabeza y me bajé el sombrero.
Un rato después, Shayna me llamó.
—Lake, ahora nos vamos. Quiero ir contigo a casa.
Sí, incluso llevamos autos separados. Cualquier problema de mierda que
Flint tuviera con mi salida era una obsesión total de su parte. Asentí y sonreí
mientras Shayna caminaba hacia mí, envuelta en una gran toalla rosa que se
arrastraba por el suelo.
Jamie levantó la mano.
—Nos vemos en casa.
—¡Helado! Por favor, Lake. —Shayna volvió a juntar las manos bajo la
barbilla.
Mi fuerza de voluntad no era rival para sus suplicas adorables.
225
—Sí, por supuesto, helado. —Tomé el borde de su toalla y exprimí el agua
de su coleta.
—Gracias, Lake.
—De nada. Vámonos.
Paramos en su lugar favorito para tomar un helado, y ella pidió el de
siempre: helado de arcoíris con chicles. Sacudía la cabeza cada vez. ¿Cómo podía
disfrutar de chicles fríos y duros que tenía que escupir en una servilleta para
masticar después cuando se acababa el helado? Compré helado de mantequilla de
maní con trozos de galleta de chocolate.
—Extraño a Evson. —Shayna se pasó la lengua por el labio superior, sin
notar la mancha rosada en la punta de su nariz.
—Lo sé, cariño. El campamento de entrenamiento casi ha terminado y
podrás verlo un poco más a menudo.
—Amo a Evson.
Por supuesto que lo hacía. El amor era todo lo que Shayna tenía para dar.
—¿Le has dicho a Everson «te amo»?
Ella asintió.
Clavé mi cuchara en mi helado.
—¿Everson te ha dicho «te amo»? —Ella asintió.
Quería llorar, pero no lo hice. En cambio, sonreí. Cada centímetro de mí
sonrió. Se sintió como una gran victoria. Sabía que la amaría. Sabía que sería
imposible para él no amarla. Ya no era mi ilusión que ella estuviera bien, que ellos
estuvieran bien, estaban allí.
Le sequé un chorrito de helado de la nariz.
Ella se rio y luego contuvo el aliento. Su sonrisa se desvaneció a medida
que sus ojos se abrían con pánico y su cuchara caía al suelo.
—¿Shayna?
Su mano se disparó a su garganta.
—¿Shayna? —Salté, haciendo que mi silla se estrellara contra el suelo
detrás de mí.
Se estaba ahogando, realmente ahogándose. Ni siquiera una tos o cualquier
señal de intercambio de aire. Sus ojos se humedecieron.
—¡Ayuda! —Mi voz aguda rompió el aire. Ni siquiera la reconocí mientras
mi corazón se precipitaba a mi garganta. Sentí como si yo también me estuviera
226
ahogando. Había recibido RCP muchos años antes, pero no podía pensar. Le di
unas palmaditas en la espalda. Sus labios se pusieron azules.
—Hazte a un lado. —Una voz familiar apareció aparentemente de ninguna
parte.
—¡Flint! Dios mío, se está ahogando.
La sostuvo contra él, metiendo sus puños en su estómago.
—¡Llamen Emergencias! —grité a cualquiera que pudiera escuchar. Mi
teléfono celular estaba a treinta centímetros de mí en la mesa, pero mi cerebro no
funcionaba. El miedo me robó todo, y entré en pánico como cuando el prototipo
de la pierna para nadar cayó en la piscina y Thad tuvo que saltar para atraparme.
Shayna se desmayó y las lágrimas inundaron mis mejillas.
—¡Shayna! ¡Flint!
Él la bajó al suelo y solo me quedé allí. El tiempo ralentizó. Voces
amortiguadas sonaron en ecos. La gente se reunió alrededor. Shayna jadeó y Flint
la hizo rodar a un lado y sacó un chicle de su boca. Un puto chicle. ¿Por qué dejé
que le dieran chicles? Unos segundos después, sonaron las sirenas, se vieron luces
parpadeantes y todos se despejaron cuando los paramédicos empujaron la puerta.
Salté cuando las manos de Flint envolvieron mis brazos, alejándome de
Shayna mientras los paramédicos la atendían.
Ben murió y yo viví.
Shayna casi muere y yo habría vivido. Tomaba malas decisiones que ponían
en peligro a otras personas.
—Lake, dales espacio —dijo Flint mientras tuvo que alejarme de ella
físicamente. No podía hablar.
Ni siquiera podía parpadear.
—Los seguiremos hasta el hospital.
Negué con la cabeza.
—Voy con ella.
—¿Eres su madre? —preguntó uno de los paramédicos.
Flint dijo:
—No —justo cuando dije—: Sí.
Los ojos del paramédico revolotearon entre nosotros. No había forma de
que me impidieran viajar con ella.
227
—Soy su madre. —Me solté del agarre de Flint.
—Está respirando bien, pero la llevaremos al hospital para que la revisen.
Puedes viajar con ella. —Asentí.
—Lake…
No miré hacia atrás a Flint. Le salvó la vida y por eso siempre estaré
agradecida, incluso en deuda con él, pero no quería escuchar ninguna tontería sobre
los fotógrafos, los medios de comunicación o cómo los eventos del día podrían
empañar la reputación de alguien.
Shayna estaba sonriendo cuando llegamos al hospital. Aún estaba hecha un
desastre. Le envié un mensaje de texto a Jamie en el camino. Técnicamente, él era
el que estaba a cargo de ella mientras Everson estaba en el campamento de
entrenamiento. Tenía su información médica y de seguros.
—Oye. —Jamie me abrazó cuando llevaron a Shayna para que la
examinaran.
Perdí de nuevo el control. Una ronda nueva de lágrimas salió de las
compuertas.
—L-l-lo siento mucho. C-casi muere.
—Shhh… —Jamie apoyó la mejilla contra mi cabeza a medida que los
sollozos sacudían mi cuerpo.
La culpa y el «qué pasaría si» era tan jodidamente doloroso.
—Va a estar bien. ¿Viste la sonrisa en su rostro?
—Pero podría haber…
—Ahora no importa. No lo hizo y está bien. Tú estás bien. Todo está bien,
muñeca.
—¿Son los padres de Shayna? —interrumpió una enfermera.
Jamie me soltó y me limpié la cara y los ojos.
—Soy su niñero.
—Necesito repasar alguna información médica contigo. —Jamie asintió,
mirándome con el ceño tenso.
Negué con la cabeza.
—Estoy bien. Ve. Te necesitan. Ella te necesita.
Cuando me di la vuelta, mi cuerpo se estrelló contra Flint. Respiré
profundamente.
228
—¡Dios! Me asustaste.
—Llamé a Everson. Sabe lo que pasó y que Shayna estará bien.
—¿Y Cage?
Flint negó con la cabeza.
—Everson tampoco le dirá nada.
—Lo estoy llamando.
—Se marchará para volver aquí por ti. ¿Estás segura de que eso es lo mejor
para todos?
—Te refieres a Cage.
—Sí, lo hago. —El tono de Flint no sonó arrepentido—. Te llevaré a casa
después de que la veas. Jamie se llevará a Shayna a casa y la vida volverá a ser
tranquila, sin interés periodístico.
Parpadeo. Parpadeo. Parpadeo.
Simplemente me quedé mirándolo. Todo dentro de mí se sintió entumecido,
incluyendo mi lengua.
—Podemos verla.
Mi cabeza se volvió hacia Jamie. Asentí y lo seguí hasta la sala de examen.
—Hola, soy el doctor Brody.
Jamie le estrechó la mano.
—¡Lake! —Shayna saltó de la camilla y me abrazó como si no hubiera
muerto una hora antes.
Parpadeé para contener la tercera ronda de lágrimas.
—Está bien. Sus signos vitales son normales y pueden llevarla a casa.
—Gracias —le dijo Jamie al médico.
—De nada. —Revolvió un poco el cabello de Shayna—. Tal vez la próxima
vez será mejor pedir un sabor de helado nuevo.
Ella sonrió.
¿Yo? Mi corazón dolió y mi estómago se revolvió con demasiadas náuseas
para sonreír.
—Vamos, Shay. —Jamie la recogió. Los seguí hasta el frente.
—Quiero ir con Lake.
229
Esa niña preciosa no tenía idea de que casi muere porque me congelé cuando
más me necesitaba. Su inocencia y amor incondicional casi destrozaron mi corazón
herido.
—Hola, Shayna. El auto de Lake no está aquí. Voy a llevarla a casa. Puedes
verla mañana. —Flint le sonrió. No estaba acostumbrada a ver a Flint sonreír.
Quizás Shayna sacaba lo mejor de todos.
—Cariño, ¿te acuerdas de Flint? —pregunté.
Ella asintió.
—Bueno, él sacó ese chicle de tu garganta. Flint es tu héroe hoy. —Encontré
una sonrisa pequeña.
Los ojos de Shayna se abrieron del todo a medida que miraba a Flint.
—¿En serio?
Flint se encogió de hombros, como si salvar a niñas pequeñas de bolas de
chicle alojadas en la garganta fuera algo cotidiano para él.
—¿Qué se dice, Shay? —preguntó Jamie.
—Gracias. —Incluso Shayna no era inmune al aura de importancia y
autoridad que siempre parecía envolver el espacio alrededor de Flint Hopkins. Sus
ojos se quedaron pegados a él.
—De nada.
—Estoy tan aliviada de que estés bien. —La abracé—. Te veré en casa.
Ella asintió mientras Jamie se despedía y la llevaba a la salida.
—¿Vamos?
Asentí, dándole a Flint una mirada en blanco. El hombre era un enigma, un
imbécil con un millón de capas, y no tenía ni idea de lo que ocultaba debajo de
ellas. No estaba segura de querer saberlo.

Flint me escoltó a mi apartamento. Debía haber estado en muy mal estado.


—Mi auto…
—Ya tengo a alguien que lo traiga.
—Mi llave…
—La saqué de tu bolso. —Entrecerré los ojos—. Estabas un poco distraída. 230
Abrí mi puerta.
—¿También robaste mi billetera?
—No, pero pensé en tomar tu teléfono para que no tengas la tentación de
llamar a nuestro chico.
Necesitar a Cage tan desesperadamente y sentirse aislada de él conllevaba
un tipo especial de dolor.
—¿Qué tan mal tiene que ponerse?
—¿Qué quieres decir? —Flint se quedó en el umbral de mi apartamento
mientras arrojaba mi bolso sobre el mostrador y recogía a Trzy.
—Si Shayna casi muriendo no justifica molestar a Cage, entonces ¿qué lo
hace?
—Si ella hubiera muerto, yo mismo lo habría llamado.
—Vete a la mierda. —Lo miré furiosa. No sabía si esa era su versión
desastrosa de intentar ser gracioso, pero no encontré humor en eso. Necesitaba
tanto a Cage que me dolía todo.
—Pregúntale a cualquier esposa de la NFL y te dirá que así es la vida.
Sacrificio. Sacrificio. Sacrificio.
—No soy su esposa.
—Razón de más para no llamarlo.
—Él podría llamarme. No lo ha hecho en un par de días.
—Lake, no voy a hacer esto contigo. Sabes lo que es mejor. Solo ve a darte
un baño, toma una copa de vino, cualquier cosa que necesites hacer para pasar el
día.
Fue a cerrar la puerta.
—¿Flint? —Se volvió—. Gracias.
No anticipé la pausa, la desviación de sus ojos hacia el suelo entre nosotros,
la arruga de dolor en su frente.
—Bebía.
¿Fue una declaración o una confesión?
Mi cuerpo se congeló. Temí que un solo movimiento lo asustaría y se
tragaría las palabras que sabía que necesitaba decir.
—Tenía esposa… y un problema con la bebida. Tenía un hijo… y un
problema con la bebida. Era mi cumpleaños. Fuimos a cenar. Siempre bebía. Ella 231
intentó tomar las llaves. No la dejé. Le dije que estaba bien… no estaba bien.
¿Sabes lo ensordecedores que son el chirriar de neumáticos para tus oídos? —
Miraba al suelo o hacia su pasado—. ¿Sabes cómo el sonido del metal doblándose
se incrusta tan profundamente en tu mente que nunca podrás olvidarlo?
Lo sabía. Sabía exactamente cómo sonaba eso y cómo nunca desaparecía.
—Cage conducía a casa detrás de nosotros. Ella estaba atrapada.
Jadeé. Yo estuve atrapada.
—El auto estaba en llamas. Cage sacó a nuestro hijo. Él me sacó… no pudo
sacarla a ella. Estaba atrapada. —Alzó la mirada—. Cage nos salvó a mi hijo y a
mí. Le debo. Siempre le deberé. El fútbol es su sueño. Quiero darle su sueño.
Intenté asentir. Quizás lo hice. Flint me rescató de la playa con solo una
llamada telefónica desde el otro lado del país. Pareció un ángel de la guarda cuando
Shayna no estaba respirando. Y sabía que, si le preguntaba por qué, me habría
dicho que lo hizo por Cage. Finalmente sabía por qué.
—Hoy le diste a Shayna una segunda oportunidad en la vida. Creo que tu
talento se extiende más allá de las estrellas deportivas y difundir escándalos de
titulares.
Flint asintió una vez, aún con un mundo de confusión en su expresión.
—Buenas noches.
—Buenas noches, Flint.

232
Veinticinco
—Apesta ver a mis compañeros de equipo besar a sus esposas y novias o
jugar con sus hijos en el campo entre prácticas.
Apenas dormí. Entre mi tortuoso patrón de sueño normal y Shayna casi
muriendo el día anterior, mi cerebro se abrió camino a través de una niebla espesa.
Pero la voz de Cage, como el resto de él, me despertó de todas las formas posibles.
—Entonces, no los mires. —Bostecé, me tumbé en el sofá, frotando la oreja
parcial de Trzy. A ella le gustaba. ¿Por qué? Porque era Trzy.
—Te he dicho que eres bienvenida, incluso alentada, a venir a visitarme.
¿Cierto? —Tryz sacudió la cabeza rápidamente. Había alcanzado su límite de
frotadas en las orejas.
233
—Sí. Lo has mencionado varias veces.
—Pero… aun no te he visto, y te extraño tanto que estoy empezando a… —
bajó la voz—, odiar el fútbol.
Jadeé.
—No.
—Sí.
—Deberías renunciar y yo también renunciaré a mi trabajo. Podemos jugar
con Trzy todo el día o ir a pescar. Apuesto a que a Trzy le gustaría pescar. —Me
reí.
—Qué casualidad. Ambos soñamos con dejar nuestro trabajo para jugar con
el gatito10.
—Eso es tan grosero.
Cage se rio entre dientes.
—¿Tú crees?
—Sí, lo hago.

10
Juego de palabras: «Pussy» al español gatito, también coño.
—En serio. ¿Por qué me torturas al mantenerte alejada?
Me mordí el labio inferior mientras formulaba una respuesta que tuviera
sentido.
—He estado ocupada.
—Es un viaje de un día. Será mejor que tengas algo más concreto que eso.
Puse los ojos en blanco. Menos mal que no podía ver mi sonrisa culpable.
—No lo sé… en realidad, no he escuchado ningún comentario de Flint o de
nadie más sobre cómo te está yendo, cómo estás jugando. Quiero decir… podrías
estar cagándola en el campo. Por lo que sé, es posible que hayan reclutado o
cambiado a un mariscal de campo increíble que está listo para empujar tu trasero
al banco. Tengo demasiadas personas que me siguen o me ven en las redes sociales.
No puedo ser esa chica con el sobrevalorado semental de fútbol de segunda línea.
Es muy vergonzoso. Tengo mi propia reputación en la que pensar.
—Tienes que venir a verme de modo que pueda ponerte algo en la boca para
detener tu divagación de tonterías interminable. En serio, ¿por qué no has estado
aquí?
Encendí el puntero láser que envió a Trzy a una persecución espástica. 234
—Creo que te distraigo…
—Flint. Dijo algo, ¿no? Estúpido hijo de puta.
—No. Bueno, no más que su perorata normal. Seamos sinceros. Hace un
mes estabas listo para dejar la NFL para enseñar y estar conmigo. En una escala
del uno al diez, me sentí halagada por ese gesto en un once firme. Sin embargo,
creo que eres demasiado joven para arrojar todo esto a la basura. No voy a hacerte
elegir entre tu trabajo y yo. Nunca te haría elegir. Necesito saber que tu cabeza está
donde debe estar ahora mismo. Tú mismo lo has dicho, no vale la pena hacer nada
a medias. Estaré en tu primer partido de pretemporada este fin de semana. El
campamento casi termina, y luego puedes meterme lo que quieras en mi boca. ¿De
acuerdo?
—Maldita sea, Lake… deja de decir esa mierda. Estoy tan jodidamente
desesperado por estar enterrado dentro de ti.
Me di unas palmaditas en la espalda, lo que no estaba acostumbrada a hacer,
pero era una locura cómo esas palabras simplemente fluyeron de mi boca y quise
decir cada una de ellas. Salieron y bloquearon el dolor de lo que había sucedido
con Shayna. Flint tenía razón. Ella estaba bien y los «qué pasaría si» no
importaban. La vida existía en el qué es, no en el qué era o qué pasaría. Ben murió.
Shayna vivió. Nada de eso tenía que afectar a Cage en ese momento.
—Nena, tengo que irme. Te veré después del juego. ¿De acuerdo?
Asentí, secándome las lágrimas. ¡Argh! Las emociones. Les daba la
bienvenida. Confirmaban todos los malditos días que aún estaba viva.
—¿Cage?
—¿Si?
—No olvides amarme.
—Imposible.

—¿Law? —Miré la parte de atrás de la camiseta de Jamie de Minnesota.


—Es mi apellido.
—Lo sé. Pero la de Shayna tiene Banks. ¿Por qué no tienes una con el
nombre de un jugador real?
Jamie nos llevó a nuestros asientos como si fuera el dueño del lugar.
—Porque te pones una camiseta una vez y luego el tipo con su nombre en 235
la espalda, va y deja el equipo y te quedas con una camiseta que ya no es relevante.
Al menos para Shayna también es su apellido. ¿Y por qué me estás criticando? Ya
que estamos, ni siquiera estás usando una camiseta o ropa del equipo.
Me reí.
—Flint me dijo que me vistiera neutral. Es un juego de pretemporada, pero
dijo que los fanáticos aún pueden salirse de control, y dado que he estado en los
medios, usar una camiseta de Monaghan podría ser como un objetivo en mi
espalda.
—¡Oh. Dios. Mío! —jadeó Shayna cuando el estadio apareció a la vista,
ambos equipos en el campo haciendo ejercicios de calentamiento antes del juego.
—Ahh… —Sonreí, cerrando los ojos por un momento breve—. Nada como
el olor a sudor y hierba.
—Es césped artificial.
—Cállate, Jamie. —Le di un codazo cuando pasamos junto a los fans que
ya estaban sentados—. Estoy aquí. Estoy emocionada de ver a Cage y Everson.
Déjame tener mi momento para ponerme de humor.
—¿Ponerte de humor? —Arqueó una ceja a medida que nos sentábamos
con Shayna entre nosotros—. Mira a tu alrededor. No creo que estos fanáticos estén
de humor. Han estado muriendo por el inicio de la temporada desde el último
partido de la última temporada. Haces que parezca que no te gusta…
Hice una mueca y me mordí los labios.
—Ya está.
Negué con la cabeza antes de que pudiera terminar.
—Sí. Ya está. —Los ojos de Jamie se abrieron del todo—. No te gusta el
fútbol.
Mi cabeza siguió sacudiéndose.
—Tengo razón. ¿Él lo sabe? ¿Tu sensación deportiva sabe que no te gusta
lo que juega?
—No sé de qué estás hablando y tú tampoco. Me gusta su juego muy bien.
—Mis ojos se concentraron en dicha sensación deportiva jugando a atrapar la
pelota con otro jugador en la línea lateral mientras el resto del equipo realizaba una
rutina de estiramiento.
—A Lake Jones no le gusta el fútbol. —La risa de Jamie se convirtió en una
carcajada.
—Shhh… —Lo miré.
236
—No se lo diré a nadie. Tu secreto está a salvo conmigo.
Puse los ojos en blanco. Algo me decía que mi secreto estaba lejos de ser
seguro.
Veintiséis
Lake
Con toda honestidad, tenía que admitir que ver un partido desde la línea de
cincuenta yardas era mucho más emocionante que ver un partido televisado.
Babear por mi chico y alimentar el entusiasmo de la multitud por él y su equipo
ganador ese día también ayudó a encender mi estado latente de aficionada al fútbol.
Después del partido, Jamie se llevó a Shayna a casa, y Flint me acompañó
a un área de los vestidores para esperar a que Cage se duchara y pasara las
entrevistas.
—Estaba enojado porque no lo visité en el campo de entrenamiento. —Hice
girar mis pulgares, sintiéndome como una idiota apoyada contra una pared de
concreto mientras los jugadores y la gente de la prensa entraban en el caos.
237
Flint se paró a mi lado, con una pierna doblada, el pie apoyado en la pared
detrás de nosotros mientras jugaba con su teléfono.
—Le fue increíble en el campo de entrenamiento. Sus entrenadores están
encantados con la temporada. ¿Lo viste hoy? Tres pases de touchdown, sin
intercepciones, sin capturas. Monaghan es el verdadero negocio, algo especial que
no ocurre todos los días. Tiene el potencial de ser comparado con los grandes.
Darle espacio es lo mejor que puedes hacer por él.
Él era increíble. No podía negarlo. El hecho de darle espacio como si fuera
una mala influencia me dolió un poco, pero había aprendido que discutir con Flint
era inútil en el mejor de los casos.
—Jones, trae tu trasero aquí.
Solo el sonido de su voz me quemó la nariz y envió un torrente de lágrimas
a mis ojos. No fue hasta ese mismo momento que me di cuenta de lo mucho que
lo había extrañado durante las tres semanas anteriores.
Alcé la vista. Mi sonrisa se adueñó de todo mi rostro a medida que Cage
caminaba hacia mí con un traje negro, camisa blanca y una corbata violeta, gris y
blanca. En su mano había una nota.
CAPÍTULO OCHO
Al diablo con el lema de Flint del control y lucir perfecta para los medios.
Que se jodan los fotógrafos y reporteros. Corrí a sus brazos y Dios mío, se sintieron
tan bien.
—Te extrañé —me atraganté.
Cage me abrazó con tanta fuerza que respirar se convirtió en un desafío. No
me importó.
—Si tan solo alguien te hubiera invitado a visitarme en el campo de
entrenamiento.
—Cállate. —Me reí y me aguanté las lágrimas antes de que demasiadas
cámaras hicieran acercamiento a mi estado emocional.
—Stick, ¿en serio estás llorando?
Cage aflojó su agarre sobre mí, dejando que me deslizara hasta mis pies.
—Kong, ¿me extrañaste?
Su sonrisa se desvaneció.
—¿Cómo está Shay?
Cage frunció el ceño. Le devolví una sonrisa tensa. 238
—Está bien.
Flint, aún apoyado contra la pared, se asomó desde su teléfono dándome un
movimiento de cabeza apenas perceptible.
—¿Estaba enferma? —preguntó Cage.
Miré a Everson.
—Sí, pero ahora está bien. ¿Cierto?
Mi respuesta llegó con retraso. Aún no podía pensar en eso sin querer
arrastrarme hasta un rincón y llorar por lo que podría haber pasado bajo mi
vigilancia.
—Está estupenda. Le encantó el juego y no puede esperar a que vayas a
casa.
—La llamaré. Algunos de nosotros saldremos a cenar. ¿Ustedes vienen?
Mis ojos se dirigieron a Cage.
—Puedes ir… no tengo que…
—Algunas otras esposas también estarán allí —agregó Everson.
—Ella no es su esposa. —Flint consideró necesario afirmar lo obvio.
—Cierto. —Everson apoyó la mano en el hombro de Cage—. Pero está
compitiendo por ese codiciado lugar. —Me sonrió—. Dijo que se casaría contigo
después del juego con los Twins. —Morí, como un brutal asesinato en una plaza
de pueblo. No podía creer que dijera eso.
Cage entrecerró los ojos un poco a medida que mis ojos seguían siendo del
tamaño de dólares de plata.
—No te preocupes. Le dije que por ahora estabas casado con el juego.
—Jodidamente cierto —añadió Flint—. Amigo, el Jugador Más Valioso del
Super Bowl. Si sigues jugando como lo hiciste hoy… si te mantienes
concentrado… —No tuve que mirar a Flint para saber que me estaba mirando
furioso—. Entonces creo que bailaremos en confeti en febrero.
Cage asintió, su mirada aún pegada a mí mientras yo me encogía debajo de
ella.
—Banks, creo que nos vamos a casa. Pero gracias… será la próxima vez.
Vamos, Lake. —Agarró mi mano y me llevó hacia las puertas.
—Nos vemos. —Everson me sonrió como un hermano que simplemente le
achacó el incidente del jarrón roto al niño más pequeño y vio cómo se lo llevaban
para castigarlo. 239
Para cuando llegamos a su camioneta, mi corazón estaba alojado en mi
garganta.
—Era una broma. —Mordí mi labio e hice una mueca antes de que cerrara
la puerta. Era una verdad a medias. Por supuesto que quería casarme con Cage,
pero no lo dije como una meta, como si mi intención fuera perseguirlo y atraparlo.
—Lake, está bien. —Sonrió y cerró la puerta.
Mi mente se aceleró por instinto intentando analizar su sonrisa, el tono de
su voz, incluso su forma de andar mientras se movía por la parte delantera de la
camioneta. ¿Estaba enojado? ¿Asustado? ¿Confuso? ¿Decepcionado?
—¿Estás enojado? —Ni siquiera terminé antes de arrepentirme de haber
hecho la pregunta de pareja más cliché de la historia. Era la menor de cinco
hermanos. Había visto a mis padres, a todos mis hermanos y a sus cónyuges tener
las peleas típicas con las líneas típicas, y juré que nunca me involucraría en el
mismo comportamiento. Aprender a no juzgar era una lección muy humillante.
—No estoy enojado.
Excelente. Cage conocía la respuesta típica. «No estoy enojado» podía
significar «no estoy enojado» o podría significar «estoy enojado, pero no estoy
listo para hablar de eso».
Me rogué para que no hablara, que profundizara y encontrara el control. El
silencio tenía un poder invisible. Si pudiera dejarlo estar, dejarnos estar, entonces
tal vez todo estaría bien. Las emociones necesitaban tiempo para encontrar
palabras.
Cuando llegamos a su casa, salí de su camioneta y lo seguí adentro. Él no
dijo nada. No dije nada. Agarró una bebida deportiva del refrigerador y se la bebió
de espaldas. Cage se veía increíblemente atractivo con su traje. Quería decirle eso.
Quería decirle lo mucho que me dolían las manos por tocarlo. Quería abrirme el
alma y rogarle que me amara como una amiga, como una amante, como
absolutamente cualquier persona que él quisiera que fuera, siempre que estuviera
con él.
Eso es todo lo que importaba.
Él era bueno en el silencio. ¿Yo? No tanto.
—No quiero casarme contigo. —Mentiras. ¿Por qué las mentiras?
Simplemente no podía entenderlo. El silencio me estaba matando, y lo único que
quería era que se detuviera. Como un arma en mi cabeza, haría lo que fuera
necesario para detenerlo—. De hecho, si me pidieras que me casara contigo, diría
que no, así que… en serio, olvídalo. Estoy bastante segura de que aún estaba
dormida cuando Everson llamó a mi puerta. 240
Cage se volvió. Dios… era tan atractivo, mi corazón luchaba por
mantenerse al día con mis pulmones o tal vez era al revés. Fuera lo que fuese, me
dejó sin aliento, cautivada y a merced total de su próximo movimiento, su próxima
palabra, su próximo aliento.
Una sonrisa leve intentó reclamar sus labios a medida que exhaló lo que
sonó como una risa.
—Hoy jugué para impresionarte.
Mis labios se entreabrieron mientras mi cuerpo se ponía rígido, mis ojos
revoloteando de un lado a otro como si alguien más estuviera en la habitación,
porque el tipo al que Flint se refería como el futuro Jugador Más Valioso del Super
Bowl no acababa de decir que jugaba para impresionarme, ¡¿¡verdad!?!
—Es la única forma en que puedo hacer esto. Ya no puedo amar el juego a
menos que pueda convencerme de que lo estoy jugando para ti. Solía jugar para
papá, pero luego te conocí y… —dejó la botella de plástico en la encimera y se
encogió de hombros, aun mirándola como si sus siguientes palabras estuvieran
escritas en la etiqueta—, me gustas un poco… mucho. Me gusta nuestra historia.
Me gusta enamorarme de ti todos los días. Me gusta ver todas tus emociones en
tus ojos…
—Son lágrimas. —Puse dichos ojos llorosos en blanco y luché contra ellos
con parpadeos rápidos—. Estoy tan harta de que me hagas llorar.
Se rio mientras se quitaba la chaqueta del traje, la doblaba y luego la
apoyaba en el respaldo del taburete antes de enredar sus dedos en mi cabello.
—Solo para que lo sepas, escuché cada palabra que dijiste. Te prometo que
nunca te pediré que te cases conmigo. ¿De acuerdo? —No. NO. ¡¡¡NOOOO!!!
Hubiera preferido ser el chico que fue devorado por un lobo que la chica a
la que nunca le propuso matrimonio el hombre de sus sueños. Mentiras. ¡Malditas
mentiras!
Aclaré mi garganta, obligándome a respirar a medida que el espectáculo de
terror se desarrollaba frente a mí. Cage nunca me pediría que me casara con él.
Jodi-fantástico. ¿Por qué no declaramos la abstinencia y nos ponemos de acuerdo
sobre el estatus de amigo por correspondencia para no tener que hacer tiempo para
vernos?
—Di algo. Parece que acabas de ver un fantasma. —Sonrió.
Mis ojos se movían (arriba, abajo, de lado a lado), pero el resto de mi cuerpo
permaneció paralizado. Podía ver cómo debía haber lucido asustada.
—No. E-estoy feliz. —Lake, no seas contumaz. No dejes que tu terquedad
241
sea la espada que mata tus sueños. Demasiado tarde—. No puedo decirte lo…
eh… aliviada que estoy de saber que puedo simplemente disfrutar de nuestra
relación sin el temor inminente de que hagas algo ridículo como proponerme
matrimonio y arruinarlo todo. —Maldita idiota. Quienquiera que se le ocurriera
ese término me tenía en mente. Mi foto pertenecía pegada en el diccionario junto
a ella.
Cage rozó sus labios contra los míos.
—Sin embargo… —susurró—… algún día quiero hijos. —Trago pesado—
. ¿Considerarías ser la mamá de mi bebé?
Mi cabeza retrocedió de golpe.
—¿La mamá de tu bebé?
Él asintió.
Mis labios se movieron, pero al principio, no formaron palabras audibles.
—¿Q-quieres que tenga a tus bebés?
—Absolutamente. No como una docena o algo así, y no de inmediato.
Quizás dos en los próximos ocho a diez años.
Era una broma, ¿verdad? Tenía que ser una broma, una llamada clásica a
mi farol. Contumaz. Contumaz. Contumaz.
Me encogí de hombros. ¡Qué diablos estás haciendo, Lake!
—Por supuesto. Absolutamente. ¿Por qué no empezar ahora? —No podía
decir con certeza si fue la adrenalina de su juego, las semanas que pasamos
separados o la experiencia cercana a la muerte de Shayna, pero la razón, todo
sentido común, desapareció de la habitación. Lo único que evitaría que pudiera
quedarme embarazada allí mismo en la cocina era Cage. ¿Tendría misericordia?
Sus ojos se abrieron una fracción.
—¿Ahora?
—Por supuesto. Carpe Diem. Es agosto. Nueve meses nos darían un bebé
en mayo, aún fuera de temporada para ti.
Tenía que escuchar mi corazón. Podía controlar mis expresiones faciales,
incluso mi respiración laboriosa era fácil de reprimir, pero mi corazón latiendo en
mi pecho se sentía como si estuviera vibrando en toda la casa.
—Vamos a hacerlo. ¡Carpe Diem! —¡Oh. Mi. Jodido. Infierno!
Cage estampó su boca contra la mía. Sabía como la menta que se metió en 242
la boca de camino a casa mezclada con la esencia dulce de su bebida. Desapareció
en cuestión de segundos, y todo lo que probé fue su hambre. Sentí su impaciencia.
Y lo respiré tan completamente. Era oxígeno y cada célula de mi cuerpo rogaba
por más de él. La parálisis continuó aferrando todo mi cuerpo, pero no importaba.
Sus manos se apresuraron a arrancarme la ropa.
—Te amo. —Esas dos palabras se derritieron de sus labios a medida que
los pasaba por mi oído. Esas dos palabras siempre afirmaban lo que me dijo en
China. Esto significa algo.
Penny tenía razón. Cage tenía que decirlas. A veces salían revueltas con una
serie de improperios indecentes, pero él siempre… siempre lo decía.
—También te amo —susurré, tomando aliento mientras inclinaba la cabeza
hacia atrás y cerraba los ojos—. Te extrañé… mucho.
Cuando alcanzó el broche de mi sujetador, me aparté y negué con la cabeza
lentamente. Una sonrisa coqueta jugó a lo largo de mis labios.
—Esto es un crimen. —Tomé su corbata y la aflojé—. Estoy tan en
conflicto. Tú en un traje es tan injusto con el resto de la población masculina. Sé
lo que hay debajo y mis manos me duelen por sentirte, pero mis ojos sedientos no
pueden dejar de beberte así. Este traje fue hecho para ti. —Me reí, deslizando su
corbata de debajo de su cuello, amando lo mucho que me excitaba desenvolverlo
como el más grande de todos los regalos—. Fue hecho para ti. ¿No?
Él sonrió y luego se humedeció los labios, un pedazo de cielo iluminado en
sus ojos azules.
—Lo usé para ti.
Dejando su corbata en la encimera de la cocina, me mordí el labio y sonreí.
—Para mí, ¿eh? —Mis dedos trabajaron los botones de su reluciente camisa
blanca—. Eso es mucho. ¿Jugaste para impresionarme hoy y también usaste este
traje sexy capaz de debilitarme las rodillas?
Comenzó a desabrocharse la camisa en la parte inferior y nos encontramos
en el medio, sus dedos pasando fugazmente por encima de los míos, enviando
escalofríos por mi piel. Mi cuerpo se estremeció con un escalofrío. Cage se rio. Me
encogí de hombros. No había forma de ocultar el efecto palpable, visible y
completamente fenomenal que tenía en mí.
Mis manos se presionaron planas contra los planos duros de su pecho.
Respiró profundo. Nuestras sonrisas se desvanecieron. Sus ojos entrecerrados se
oscurecieron a medida que apretaba la mandíbula.
—¿Lake?
—¿Mmm? —Mis pulmones tomaron una respiración temblorosa. Siempre
que nos tocábamos, sentía las llamas a lo largo de mi piel. El calor dificultaba la
243
respiración—. Quise decir lo que dije.
Asentí. Cada nervio a lo largo de mi carne le suplicaba una mirada, un toque,
una respiración. ¿La verdad? En ese momento no hice la conexión. Me había dicho
tantas cosas.
Acunó mi rostro y me besó mientras le desabrochaba los pantalones. Me
comí cada pedacito de su hambre y la hice mía. Cage me tocó de una manera que
me hizo sentir invencible y absolutamente frágil al mismo tiempo. Al momento en
que mi espalda golpeó la encimera, me puso sobre ella, sin soltar nunca mis labios.
Mis dedos se deslizaron por su cabello a medida que desabrochaba mi sujetador
con dedos hábiles.
—Jesús, Cage… —Mi boca se separó de la suya, jadeando mientras él
amasaba mis pechos, deslizando su pulgar derecho sobre mi pezón. Alimentó el
fuerte dolor entre mis piernas.
—Tanto… —salpicó besos desde mi cuello hasta mi pecho—… amor… —
su lengua se deslizó a lo largo de la hinchazón de mis pechos mientras sus manos
agarraban mis caderas—… por esta mujer.
Me quedé sin aliento. Esta mujer… Es como si sus palabras ni siquiera
fueran para mí. Se sintieron como un susurro de gratitud a… ¿Dios?
Inclinando mi barbilla hacia abajo, solo lo vi amarme. Nunca olvidaré la
forma en que sus labios se amoldaron tan perfectamente a mi piel o la forma en
que sus pestañas largas descansaban en sus mejillas, sus ojos cerrados como si todo
fuera solo un sueño.
Unos ojos que veían más de mí que yo misma, me miraron. Se puso derecho
y se bajó los pantalones y calzoncillos lo suficiente para liberar su erección. Santa
mierda.
Despierta, Lake… eso es todo lo que podía pensar mientras lo veía. Su
cabello bronce desordenado, su piel bronceada asomando desde la camisa blanca
que aún colgaba de sus hombros, y su pene listo, ya esperando por mí.
Sus dedos se curvaron debajo de la cinturilla de mis bragas, y las bajó y
pasó por mis dos piernas. A medida que las dejaba caer al suelo, sus ojos se
detuvieron por un momento en mi prótesis bonita antes de encontrar mis ojos con
una mirada inquisitiva. Mis ojos revolotearon entre los suyos y su polla.
—Déjala —dije con demasiada desesperación en mi voz.
Ese. Ese debería haber sido el momento porque esa siempre había sido la
ocasión en que usaba su magia para sacar un condón de la nada. Está bien, su
bolsillo, pero en realidad… era lo mismo. Esa noche no hubo magia. Solo sus
dedos juguetearon con mi entrada hasta que consideró que estaba lista para él:
244
húmeda, sin aliento, desesperada y ciega a cualquier cosa que no fuera su toque.
Detente. Espera. No lo hagas. O un millón de sinónimos más habrían sido
apropiados en ese momento. No dijo nada.
Yo. No. Dije. Nada.
Nuestras bocas conectaron. Me levantó de la encimera. Envolví mis piernas
alrededor de él y por primera vez, sentí su cálida longitud dura deslizarse dentro
de mí, carne contra carne. Fue el sentimiento más inefable. Fue el momento más
inefable. Fue amor, lujuria y emociones cegadoras triunfando sobre cada gramo de
sentido común.
Al diablo con el sentido común.
Al diablo la gravedad.
Con Cage nunca quería dejar de caer.
Veintisiete
Cage
Mi papá me mantuvo con los pies en la tierra. Nunca pedí más de lo que
necesitaba. Los deseos eran un lujo para los codiciosos. Cada acción fue precedida
por la contemplación intelectual. No había lugar para la impulsividad si la mente
permanecía concentrada.
Nunca consumí drogas, ni siquiera un porro. Nunca bebí más allá del límite
legal a menos que estuviera en mi propio apartamento, y en mi último año de
universidad me abstuve de todo alcohol. Algo cambió cuando murió mi padre.
Toda la ira que tenía terminó canalizada hacia este enfoque afilado en ser el mejor.
Mi cuerpo se convirtió en un templo. El juego se convirtió en todo. 245
Pero entonces llegó… Lake.
Ella se convirtió en mi droga, un cóctel embriagador de todo. El subidón
que obtenía de ella era más allá de lo imaginable. Era adicto y actuaba como un
jodido drogadicto con ella. Quería y tomaba una y otra vez. La codicia era una
droga en sí misma, al igual que la impulsividad. Con ella saltaría de cualquier
acantilado sin mirar hacia abajo… sin mirar atrás.
Lo sentía. Podría haberme detenido. Podría haberme retirado, pero… la
adicción, la codicia, la impulsividad, ella. Con la espalda de Lake inmovilizada
contra la puerta inmensa de mi despensa, me balanceé contra ella por última vez.
Llenándola con todo de mí. Su grito entrecortado y su apretado coño exprimiendo
mi polla me endurecieron incluso más cuando me corrí dentro de ella.
Me corrí dentro de ella.
Debí haberme retirado, pero no lo hice. En cambio, rocé mis dientes a lo
largo de su hombro, mordisqueando su piel. El sabor salado tanteándome a tomar
más. Agachando la cabeza, chupé su pezón en mi boca. Cuando mordí, su coño se
apretó de nuevo alrededor de mi polla, y así como así estaba tan jodidamente duro
otra vez.
—Cage —gimió mi nombre, su cabeza cayendo hacia atrás contra la puerta
mientras se mecía contra mí.
—Más…
Una droga… Lake Jones era la droga para mí. Moriría felizmente en un
subidón con ella. Sin arrepentimientos.

Lake
Mis dedos dejaron de sujetar su camisa de vestir que ya no estaba blanca y
reluciente. La tela húmeda y manchada de sudor se aferraba a su pecho mientras
me acomodaba en la cama, saliendo lentamente de mí a medida que se levantaba.
Podría haberme dejado de pie en la cocina, pero no lo hizo. Solo era otra de un
millón de cosas que hacía Cage que me mostraba lo mucho que me amaba.
Con los ojos ligeramente entrecerrados en mí, volvió a meterse en sus
calzoncillos.
Sentí su mirada. Lo sentí cálido y comenzando a escurrir de mí.
¿Qué. Acabamos. De. hacer?
Me incorporé y corrí al baño.
—¿Lake? —me llamó.
246
—Solo… solo voy a darme una ducha rápida. —La realidad se disparó por
mis venas, provocando una ronda nueva de sudor, sacudiendo mi corazón a toda
marcha y robando mis pulmones de todo el oxígeno.
¿Qué. Acabamos. De. hacer?
Después de sentarme en el inodoro orando para que la gravedad fuera más
fuerte que el esperma, abrí el grifo. Apoyé mi prótesis contra la pared y me senté
en el borde de la bañera para quitar el encaje y despegar el revestimiento. Al
sumergirme en el agua humeante, se sintió tan bien que gemí. ¿Sería mi último
baño caliente? ¿A las mujeres embarazadas se les restringían los baños calientes?
¿Estaba embarazada? ¿Podría estar embarazada tan rápido?
Un zoológico caótico de pensamientos se apoderó de mi mente. Siempre
estaba la píldora del día después. ¿Eso frustraría el propósito de ofrecerme a ser la
mamá del bebé de Cage? Thaddeus… me mataría. No estaba segura si hablaba en
serio en cuanto a que necesitara piernas nuevas para el embarazo. ¿Una barriga en
expansión realmente cambiaría mi pierna?
—Oye. —Cage sonrió mientras abría la puerta, como si necesitara una
invitación para entrar a su propio baño.
—Hola. —Puse tanto entusiasmo, tanto hurra-vamos-a-tener-un-bebé en mi
voz como fue posible. Las líneas a lo largo de su frente reflejaban que no di en el
blanco. Quizás después de todo no era tan buena mentirosa—. Te ves cansado.
Se quitó la camisa.
—Solo un efecto secundario del día del juego. Cuando la adrenalina,
especialmente después de una victoria, desaparece, todo lo que queda es un cuerpo
dolorido y agotamiento.
En ese momento me sentí culpable por el sexo, más allá del detalle que de
hecho podríamos haber creado una vida. Fui yo quien le pidió que me follara contra
la pared. Está bien, no usé esas palabras exactas, pero cuando comenzó a sacarme
de la cocina le dije:
—No. Aquí mismo. —La única forma en que podía hacer que aquí
funcionara fue utilizar la puerta de la despensa.
—Mierda. Ni siquiera pensé en eso. Lo siento. No debimos haber…
Negó con la cabeza.
—Está bien. —Se quitó los pantalones y los bóxer.
Está bien. ¿Qué estaba bien? ¿Follarme contra la pared o tener sexo sin 247
protección? No había nada extraño en ese momento. La parte patética era que me
tenía tan excitada nuevamente, parado allí desnudo.
Cerré los ojos y traté de hacer lo imposible: despejar mi mente. Escuché la
ducha y unos segundos después Cage gimió. Estaba sufriendo. Era una pequeña
traviesa codiciosa. Respiré hondo y me deslicé bajo el agua. Me encantaba el ruido
blanco sordo que solo se podía experimentar bajo el agua, como contener la
respiración y detener el tiempo, aunque solo fuera por unos segundos.
—¡Ah! —jadeé cuando Cage me sacó de mi abismo.
—¡Mierda, Lake! —Se paraba sobre mí chorreando agua fría, con los ojos
totalmente abiertos.
—¿Qué? —Tosí. Sorprendida por sus manos inesperadas sujetando mis
brazos, inhalé un poco de agua mientras subía.
—No te estabas moviendo.
Tosí un poco más, limpiando lo último del agua de mi tráquea.
—Eso es porque me quedé quieta.
Me soltó los brazos y se metió en la bañera, encajando su cuerpo frío detrás
del mío a medida que exhalaba un suspiro profundo.
—¿Por qué está tan frío?
—Tomaba una ducha fría. Para la recuperación muscular.
Apoyé la espalda contra su pecho mientras me rodeaba con sus brazos. Era
como un cubo de hielo gigantesco robándome el calor del agua.
—No quise asustarte.
—¿Qué estabas haciendo? —Su voz aún tenía un borde de ira o quizás solo
preocupación.
—Me estaba mojando el cabello.
—¿Como por… cinco minutos?
Me reí.
—No, como por diez segundos.
—Lake… tenemos que hablar. —Sus manos grandes cubrieron las mías,
entrelazando nuestros dedos.
Incluso en el agua podía sentir los duros parches callosos en sus dedos y
palmas.
—¿De qué?
—Todo.
248
Me preparé para el mismo sermón que ya me había dado cientos de veces
desde el incidente en la cocina. El hecho de que pensara en ello como un
«incidente» simplemente demostraba que necesitábamos discutirlo.
—Tengo esta relación de amor/odio con mis sentimientos hacia ti.
—Oh Dios… estás rompiendo conmigo. —Intenté sentarme mientras mi
corazón se preparaba para el impacto.
Cage me apretó con más fuerza.
—¿Qué? No. No. ¿Por qué piensas eso?
—Porque las personas tienen una «relación de amor/odio» con las cosas por
las que se sienten culpables, y la culpa es el equivalente a una bacteria carnívora
para las emociones.
—No lamento nada. Ni siquiera al descubrir tu farol de la manera más
inconveniente.
—¿Descubrir mi farol? —Sabía. Solo quería que lo dijera. Era tan cobarde.
Besó la parte superior de mi cabeza.
—Lake, quiero saber más que tus vecinos. Si vas a casarte conmigo, quiero
saberlo antes que Banks.
—Fue una broma… —Salté cuando me mordió la parte de atrás de la oreja.
—No fue una broma. No querer casarte conmigo… esa fue la broma.
—Ahora estás siendo arrogante. —Empujé mi rodilla en su pierna.
—No lo soy. Solo estoy siendo honesto. No quiero que otro hombre te toque
nunca más. Quiero que cada bebé que crezca en tu vientre sea mío.
Mierda las lágrimas… aquí vienen.
—Quiero que me llames primero cuando alguien te robe la pierna… incluso
si pierdo por completo el puto control y tengo que llamar a Flint.
Me reí, mordiéndome los labios para mantener mis emociones bajo control.
—Y cuando te diga que lleves tu trasero a mi campamento de entrenamiento
porque me muero por verte de una jodida vez, entonces espero que estés allí sin
preocuparte por cómo me afectará. El fútbol es mi trabajo. Déjame preocuparme
por eso. Tú eres mi vida… preocúpate por eso. Preocúpate por mantenerte a salvo
para no perder a otra persona que amo. Enfócate en nuestro futuro porque, Lake…
eres mi futuro y voy a casarme contigo, incluso si tengo que arrastrarte al altar y
follarte hasta que digas que sí.
Prácticamente me atraganté con esa declaración. ¿Promesas? ¿Amenazas? 249
Luego esperé. Abordó todo excepto el tema más inminente de nuestro futuro.
—Pregúntame —susurró en mi oído.
El nudo en mi garganta tenía su propio pulso como el temporizador de una
bomba en cuenta regresiva. No tenía nada que temer y lo sabía, pero no podía
apartar mis nervios.
—¿Y si estoy embarazada?
Se rio entre dientes.
—¿Te refieres al bebé que acordamos como… hace una hora?
Asentí.
—Sí, ese.
—Te pregunté.
—Lo sé.
—Te di la oportunidad de cambiar de opinión.
Puras declaraciones verdaderas.
—Lo sé.
Pellizcó mi cintura, provocando un salto.
—Tu turno.
—¿Mi turno?
—De descubrir mi farol.
Mi cabeza avanzó poco a poco de lado a lado.
—No sé de qué estás hablando.
—Oh, vamos… esta es la parte en la que me dices que estás tomando la
píldora y luego me regañas por ser tan irresponsable.
Mis ojos saltaron de sus órbitas.
—¿Has tenido antes esta conversación?
—No, pero amigos míos sí. —Me solté de sus brazos y me levanté hasta el
borde de la bañera—. ¿A dónde vas?
Agarré una toalla y me sequé.
—A casa.
—¿Qué? Ya es tarde. Solo quédate.
Mis manos temblaron a medida que luchaba con mi forro. Era una mierda 250
seguir adelante si mi pierna no estaba bien seca.
—¿Estás enojada?
Una vez que mi pierna estuvo asegurada, me paré, envolviéndome con la
toalla.
—No seamos esa pareja que pregunta si el otro está enojado cuando
claramente el otro está enojado. Te lo dije antes y no debería haberlo hecho. Así
que… lo siento…
—En realidad no estaba enojado, solo confundido por tu reacción a lo que
dijo Banks, eso es todo. Pero tú… en serio estás enojada conmigo.
—¡Sí! Sí lo estoy. —Salí a buscar mi ropa de la cocina, pero no tuve que
hacerlo porque él la tenía cuidadosamente colocada sobre el respaldo de la silla
junto a la puerta de su armario. Su consideración me irritó muchísimo—. ¿Qué
demonios? No entiendo.
Me negué a mirarlo flotando sobre mí con una toalla negra atada a la cintura,
con riachuelos de agua corriendo por su piel.
—¡No juego a esos juegos, grandísimo idiota! —Me abroché los jeans y tiré
de mi camisa, dejando mi sujetador en la silla.
—¡Lake!
Corrí hacia la puerta trasera.
—¡Maldita sea! —Presioné la base de mis manos contra mi frente—. No
conduje —susurré para mis adentros. Hasta aquí mi salida dramática.
Cuando sus manos agarraron mis brazos para volverme hacia él, ni siquiera
luché contra eso. Mis ojos vagaron por su pecho desnudo y sus pantalones cortos.
Cage suspiró y luego levantó mi barbilla con su dedo. La derrota me robó
las lágrimas, dejándome con una mirada en blanco y un parpadeo ocasional.
—No estás tomando la píldora —dijo con una voz monótona, como si la
respuesta a dos más dos le llegara cuando debería haberlo sabido todo el tiempo.
—No estoy tomando la píldora —susurré.

Cage
Papá se reía de mí desde el cielo o el infierno, o tal vez era su fantasma
siguiéndome todos los días. Podía escucharlo llamándome joven y estúpido. ¿La
verdad? Aún era joven y estúpido.
Lake me miró y supe que estaba esperando que yo mintiera, pero no iba a
251
mentirle. Sin embargo, sabía que lo más difícil sería convencerla de que mis
palabras fueron, de hecho, la verdad.
—Lamento haber hecho una suposición terriblemente irresponsable.
Lamento si estás embarazada y no quieres estarlo. Pero si soy completamente
honesto contigo, quería todo lo que pasó en la cocina. Y aunque me sentí bastante
seguro de que estabas tomando la píldora, hubo… hay una parte muy visceral de
mí que quiere hacer una vida contigo. Y por eso, no puedo sentir ni una pizca de
arrepentimiento.
No habló. Necesitaba que dijera algo. Cualquier cosa.
—Lake, aceptaste ser la mamá de mi bebé. Me dejaste correrme en ti… dos
veces.
Su rostro se puso carmesí.
—No tengo mi auto aquí.
—Igual de bien. No vas a ninguna parte. —Agarré su mano—. Ven. Estoy
hambriento. Probablemente mi bebé también lo está.
—No es gracioso —refunfuñó, siguiéndome a la cocina.
—Toma asiento. Levanta los pies antes de que tus tobillos empiecen a
hincharse.
—Aún no es gracioso. De hecho… es un poco divertido. Solo tengo un pie
y un tobillo.
—Lake. —Dándole una mirada de ojos entrecerrados, la agarré por la
cintura y la alcé sobre la encimera, donde todo había comenzado antes. Deslizó sus
dedos por mis mejillas y mi cabello. Dios, amaba su toque.
—¿Y si vamos a tener un bebé? —susurró.
Giré la cabeza y besé el interior de su muñeca. Anhelaba sentir su piel suave
en ese mismo lugar, tal vez porque siempre olía a flores, como si fuera allí donde
salpicaba su perfume.
—¿Y si vamos a tener un bebé? —Mis labios, presionados contra su piel,
se curvaron en la sonrisa comemierda más grande de la historia.

252
Veintiocho
Lake
—Déjame entender esto. Él en cierto modo, pero no al cien por ciento,
pensó que estabas tomando la píldora y tú solo… ¿estuviste bien con ser la mamá
de su bebé? —Penny me entregó una copa de vino.
Negué con la cabeza.
—El bebé.
Puso los ojos en blanco y metió la pierna debajo de ella mientras se sentaba
en la mesa de la cocina frente a mí.
253
—Un poco de vino tinto es bueno para el bebé y bueno para la mamá, eso
es asumiendo que incluso estás embarazada. Dime que has considerado la
posibilidad real de que no estés embarazada.
—Lo he hecho, pero tengo este sentimiento muy fuerte de que lo estoy.
—¿Náuseas?
Negué con la cabeza.
—¿Cansancio extremo?
Me encogí de hombros.
—Bueno, no más de lo normal.
—¿Senos sensibles e hinchados?
Sacudida de cabeza.
—¿Perdiste el período?
Puse los ojos en blanco.
—Esto acabó de ocurrir ayer.
—Exactamente, cariño. Es imposible. Tómalo de la experta. —Penny se
señaló el pecho con el pulgar—. Quedar embarazada no es tan fácil como crees. Si
fuera así… tendría veinte hijos. —Sonrió—. Con veinte padres diferentes.
—Pero lo hicimos dos veces. Eso es mucho esperma y pueden vivir en mi
líquido cervical durante tres a cinco días.
—Primero, deja de presumir de que te follaron dos veces contra la puerta de
la despensa. —Me reí, negando con la cabeza—. Y segundo, creo que debes
mantenerte alejada del Internet. Amiga follándote a mi-joven-sexy-mariscal de
campo, busca en Google alguna porno. No busques en Google la vida útil de los
espermatozoides.
Me quedé mirando mi aburrido vaso de agua.
—Es tan raro. Hemos estado saliendo durante tres meses y podríamos tener
un bebé juntos. Mi amiga Lindsay me llamará irresponsable. Suele cumplir con la
regla del tiempo. Nada de amor instantáneo. Cada evento en la vida debe espaciarse
adecuadamente en una línea de tiempo. No entiende cómo estar tan cerca de la
muerte cambia todo eso. El tiempo es demasiado valioso para desperdiciarlo. No
quiero planificar. Quiero vivir.
—Te entiendo, cariño. Pero prepárate… ambos están bastante alto en este
momento. No hay ningún lugar adónde ir más que abajo. Intenta regresar a la
254
superficie antes de que la vida lo haga por ti. Vivir viene con mucho dolor,
especialmente para aquellos de nosotros que vivimos de verdad. —Guiñó un ojo—
. Pero vale la pena, incluso cuando estás despierta hasta tarde leyendo pornografía
mientras tu esposo ronca y libera flatulencias silenciosas pero mortales, de esas
que te queman los pulmones y te hacen llorar. Del tipo que en realidad puedes
saborear.
Mi nariz se arrugó.
—No.
—Sí, señora. No voy a endulzarlo. ¿Esas feromonas que anhelas? ¿Aquellas
que ocultan el aliento a ajo, el olor de las axilas y las flatulencias? Te vuelves
inmune a su poder, y luego te quedas con un apestoso hijo de puta. No me
malinterpretes. No significa que aún no ames al apestoso hijo de puta, solo
significa que se necesita mucho más que una mirada para mojarte el coño. Se
necesita luna llena, una ducha reciente, una botella de colonia, un galón de
enjuague bucal y al menos tres copas de vino… ah, y una botella de lubricante. —
Penny suspiró—. Malditas hormonas.
—Eso es tan… —Hice una mueca porque esa era mi vida «delirante» con
Cage. Solo tomaba una mirada, y honestamente no recordaba haber pensado que
apestara. Incluso amaba, ansiaba, su sudor después de un entrenamiento.
—Vida, cariño. Es solo vida. Nunca le prometí a Rupert un para siempre…
ni siquiera en nuestros votos matrimoniales. Creo que las posibilidades de ir a la
tumba como su esposa son jodidamente buenas en este momento, pero si no, sé
que lo terminaremos amigablemente. En realidad, no creo que los humanos estén
destinados a aparearse de por vida. Creo que ese comportamiento es para los
animales que sobreviven por instinto, no por razón.
—¿Y él está de acuerdo?
—Absolutamente. Después de todo, soy su segunda esposa.
—Estoy… sin palabras. Mis padres aún lo hacen como conejos.
Penny se encogió de hombros.
—Quizás sean la excepción. O quizás disfrutan de las drogas recreativas.
—Dudo que mis padres… —Me mordí el labio y puse los ojos en blanco—
. Mmm, podrías tener razón.
—Todos tienen su propia historia. —Me guiñó un ojo y supe que se estaba
refiriendo a mi «historia» con Cage—. Haz que la tuya sea memorable. Eso es lo
mejor que puedes esperar.
—¿Y si estoy embarazada? 255
Penny se rio un poco antes de terminar el último trago de su vino.
—Es un loco giro de la trama. Eso te lo puedo garantizar.
¿Estábamos listos para un giro en la trama?

Después de la terapia con Penny, lavé algo de ropa y empaqué para mi viaje
a San Francisco y reunirme con Thaddeus para una prueba nueva. Cage envió
mensajes de texto cada vez que tuvo la oportunidad de ver cómo me sentía. Fue
dulce y un poco desconcertante al mismo tiempo. ¿Podría soportar nueve meses de
control constante sobre mí?
Hubo un golpe suave en mi puerta. Revisé la mirilla, parpadeando varias
veces antes de ver la figura diminuta con coletas.
—¡Shayna! Hola cariño, ¿dónde está…? —Tan pronto como Jamie
apareció en la puerta de Everson, entrecerré los ojos—. ¿Jugando a policías y
ladrones? —Inspeccioné su rostro cubierto con un pañuelo, lentes de cocina y
guantes de vinilo—. ¿O taponaste el inodoro?
—¿Has tenido varicela? —preguntó.
—Umm… sí. ¿Por qué?
Shayna se subió la camisa, dejando al descubierto su torso salpicado de
manchas rojas y ampolladas.
—No comí pollo.
Sonreí.
—Por supuesto que no.
—No me ha dado. Tampoco he tenido la vacuna —murmuró Jamie detrás
del pañuelo.
—Una niñera que no ha tenido varicela. Eso es una locura.
Se encogió de hombros.
—La mayoría de los niños están vacunados. Las vacunas contra la influenza
son la solicitud más común para mi trabajo.
—Es muy posible que ya hayas sido expuesto.
—También temo eso. —Suspiró.
256
—Mañana me voy a San Francisco.
—Le envié un mensaje a Everson. Él tampoco lo ha tenido.
—¿Qué? Dios, ¿ambos se criaron en hogares estériles?
—Puedo consultar con Penny.
—Lake… —Shayna me miró con sus ojos de cachorro y sus labios
carnosos—, te necesito. Tengo feble.
—¿Te refieres a fiebre?
Ella asintió.
—Te lo debo —agregó Jamie.
—Siempre me debes una. Everson siempre me debe. Algo me dice que
nunca me pagarán.
—Oye, mantendré tu secreto a salvo.
—¿Qué secreto? —Fruncí el ceño.
—Tu secreto de odio al fútbol.
—No od…
—¿Odias el fútbol? —preguntó Shayna.
Lo estaba exagerando. Cage sabía que no «seguía» el fútbol, pero decir que
lo odiaba simplemente no era bueno.
Jamie no tenía que preocuparse por la varicela; estaba lista para matarlo en
el acto.
—No. No odio el fútbol. Vete. —Asentí a Jamie—. Ve a casa y ráscate.
Espero que te de una dosis fuerte de la erupción en tus t-e-s-t-í-c-u-l-o-s.
—¿Testículos? —Shayna me miró.
Mi mandíbula cayó al suelo. Jamie se rio disimuladamente.
—Olvidé mencionar que hemos estado trabajando mucho deletreando
palabras. Es muy inteligente.
Mis labios se torcieron.
—Mmm… sí, lo es.
—¿Qué son los testículos?
—Una parte del cuerpo que solo tienen los niños.
—¿Como un pene?
Suspiré. En realidad, no tenía sentido intentar hacer nada más que ser
257
honesta con la Señorita Sabelotodo.
—Sí. Los testículos son amigos cercanos del pene.
Ella asintió con una expresión pensativa en su rostro.
—Entonces… ¿están bien así? —Jamie estaba a medio camino del ascensor.
—Maravilloso, simplemente maravilloso. —Lo miré y luego le sonreí a
Shayna.

Lake: Shayna tiene varicela. Ni Jamie ni Everson lo han tenido, así que no
voy a ir a SF mañana porque tengo una pequeña compañera de cuarto con
comezón durante la próxima semana o hasta que ya no sea contagiosa.
Cage: Escuché. Banks se está quedando esta noche en un hotel hasta que
su señora de la limpieza pueda descontaminar su casa por la mañana.
Lake: Patético. ¿Lo has tenido?
Cage: Por supuesto. ¿Cómo te sientes?
Me reí. Ahí estaba.
Lake: Hambrienta. No tengo comida en casa dado que planeaba irme de
la ciudad, pero ahora no.
Cage: Entendido.
Un merecido giro de ojos siguió a su texto.
Lake: Por favor, no envíes a Flint a la tienda por mí.
Cage: ¿Por qué no?
Lake: No es su trabajo.
Cage: Su trabajo es lo que yo diga que es para el día.
Lake: No sabe qué comprar.
Cage: Le diré.
Lake: No lo sabes.
Cage: Malvaviscos, pan, gofres de linaza, leche de almendras, mantequilla
de chocolate y avellanas, plátanos de punta verde, aguacates maduros, huevos
orgánicos, arroz español bajo en sodio… sé lo que comes Le pediré que busque 258
algo para la comezón de Shayna junto con hummus y zanahorias para ella. Banks
dijo que come una tonelada de eso. El trabajo llama. Iré más tarde. Como a las
nueve.
Lake: No olvides amarme.
Cage: Imposible.
Me derribó con sus observaciones astutas de mis hábitos alimenticios y el
hecho de que Everson supiera que a Shayna le encantaba el hummus también fue
un poco entrañable. Sabía que la amaba.
—¿Te sientes mal? —Fruncí el ceño a Shayna acurrucada en mi sofá.
—Creo que…
—Oh, cariño… —Corrí al sofá, pero no antes de que ella se inclinara a un
lado, vomitando. Afortunadamente, pasó por alto mi alfombra y terminó confinado
al piso de madera.
—Lake… —Lágrimas llenaron sus ojos.
Tomé algunos pañuelos de papel de la mesita de café y le sequé los ojos y
luego la boca.
—Lo sé. No es divertido estar enfermo.
Tres horas más tarde, Flint llegó con bolsas de comida.
—En serio aprecio que hagas esto. Sé que probablemente no esté en la
descripción de tu trabajo. —Empecé a sacar los comestibles de las bolsas mientras
Flint se acercaba al sofá y miraba a Shayna durmiendo.
—¿Qué es esto? —pregunté.
—Cosas para Shayna. Todo lo que hay en esa bolsa es para ella: bicarbonato
de sodio, sal de Epsom, vinagre moreno, avena molida, crema casera contra la
picazón, aceites esenciales, té de jazmín, cilantro y jugo de zanahoria con miel, y
aumenté las frutas y verduras en la lista que Cage me dio. Necesita comer bien
para sanar adecuadamente.
¿Quién era el chico frente a mí?
—Un ungüento contra la picazón «casero». ¿De qué casa? —Me reí entre
dientes, mirando el recipiente de vidrio ámbar sin etiqueta, solo «bálsamo para
picazón» escrito con marcador permanente en la tapa blanca.
—Yo lo hice.
Lo miré con los ojos del todo abiertos.
—¿Tú? 259
Se encogió de hombros.
—Una simple búsqueda en Internet y un viaje a Whole Foods. No es gran
cosa. También te envié por correo electrónico instrucciones sobre cómo usar todo.
Flint Hopkins era la Madre Teresa con un traje hecho a medida. Me lo
imaginé preparando un ungüento para la picazón en su cocina, con un delantal
varonil sobre su traje, tal vez sin la chaqueta y las mangas arremangadas hasta los
codos.
—Gracias. Estoy un poco… sin palabras.
Levantó la mano.
—En realidad, no fue nada. —Giró la manija de la puerta—. Llámame si
tienes alguna pregunta o necesitas algo más.
Me acerqué a él, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. Se puso
rígido como una tabla. Luego besé su mejilla. Se aclaró la garganta cuando lo solté.
—Flint, eres un hombre bueno. —Me dio una sonrisa débil.
—Lake… —llamó Shayna con voz ronca.
Corrí hacia ella, asegurándome de que el cubo de vómito estuviera a su
alcance. Cuando miré hacia atrás, Flint se había ido.
Veintinueve
Cage
Llamé a su puerta.
Sin respuesta.
Llamé de nuevo.
—Estoy hasta las orejas en vómito, ¡solo entra!
Una mueca se pegó a mi cara incluso antes de que abriera la puerta. Estaba
mal, tan mal que me pusiera duro instantáneamente cuando su traserito vestido en
pantaloncillos me dio la bienvenida, moviéndose de lado a lado a medida que 260
restregaba el piso en sus manos y rodillas.
—Hola. —Me mordí la lengua antes de que «¿Cómo estás?» saliera—.
¿Dónde está Shay?
—En la bañera. Baño de avena/remoción de vómito. —Arrojó la esponja y
el fajo de toallas de papel al cubo y se puso de pie, su cabello sudoroso pegado a
la cara. Incluso entonces, con guantes de cocina azules hasta los codos y su camisa
sucia pegada a su pecho, quería agarrarla y besarla hasta dejarla sin aliento.
—¿Hay algo que pueda hacer? ¿Alimentar a Trzy? ¿Limpiar su caja de
arena?
Lake suspiró.
—Gracioso, pero no. La sacaré de la bañera, la cubriré con el ungüento
antipicazón de Flint, y la meteré en la cama. —Dejó el cubo sobre la encimera y
se quitó los guantes. Después de pasar a mi lado hacia el baño, se detuvo y
retrocedió unos pasos—. Hola. —Una sonrisita diminuta adornó su rostro, empuñó
mi camiseta y me atrajo a sus labios para un beso.
—Hola. —Sonreí.
—Toma un descanso. Te ves cansado. —Continuó hacia el baño.
Unos minutos más tarde, Shayna se arrastró en su pijama y el cabello
mojado, y luego se sentó en el sofá.
—Hola, calabacita. No te sientes bien, ¿eh? —Frunció el ceño y negó con
la cabeza.
—Saldré en un minuto. Voy a poner algunas toallas sobre las sábanas para
que el ungüento aceitoso no las manche.
—Estamos bien. —Le sonreí a Shayna—. ¿Everson vino a verte?
Sacudió su cabeza.
—Llamó.
El tipo era un marica por no asomarse al menos a saludarla.
—Me quedo con Lake. Jamie irá a casa con sus testículos.
Procesé sus palabras durante algunos segundo, porque no había forma de
que la escuché bien.
—¿Qué dijiste?
—Me quedo con Lake. Jamie irá a casa con sus testículos. Lake dijo… —
se rascó a lo largo de sus costillas, con una mueca leve en su rostro. 261
—¿Lake dijo?
Se encogió de hombros.
—Su pene y testículos… creo que ella eh… son amigos porque… —
Frunció el ceño como si estuviera buscando las palabras correctas—. Porque ella
odia el fútbol. Pero me gusta el fútbol.
—Está bien, cariño, vamos a meterte en la cama. —Lake le sonrió a
Shayna—. ¿Qué tal va la cosa contra la picazón de Flint?
Shayna se encogió de hombros.
—Pica. —Se rascó de nuevo—. Un poco.
—Dale algo de tiempo y apuesto a que te sentirás mejor. Fue amable de
Flint preparártelo. Lástima que estuvieras dormida, podrías haberle dado las
gracias.
—Lo vi. Te vi abrazarlo y besarlo antes de que se fuera. —Su mirada se
desvió hacia mí.
La mía estaba rígida. No pude evitar que mi mandíbula se apretara
rechinando los dientes. Todo lo que podía ver era rojo y el pánico en el rostro de
Lake lo confirmó.
—Buenas noches. —Shayna me dio una sonrisa triste antes de caminar
penosamente hacia el dormitorio.
Lake levantó un dedo.
—Espera aquí y no exageres. —Después de una breve mirada fija como si
quisiera asegurarse de que no me iría, Lake se volvió y siguió a Shayna.
Alguien iba a morir. Eso es todo lo que pasó por mi cabeza.
—¿Qué carajo, Lake? —Intenté mantener la voz baja y tranquila, pero fue
casi imposible.
—No es lo que piensas. —Se acercó y tomó mi brazo.
Me aparté bruscamente. No es cómo quería reaccionar, pero de todos modos
lo hice y lo lamenté al momento en que vi la conmoción… el dolor en su rostro.
Odiaba esa parte de mí. Me recordaba a mi padre, y por mucho que lo amara, no
quería ser él. Destruyó a mi madre. Al menos tuvo una excusa. Yo no tenía ninguna
maldita excusa, pero tampoco tenía control.
—No sé qué pensar ya que en los últimos cinco minutos me informaron que
eres «amiga del pene y los testículos de Jamie».
Ella se estremeció a medida que su rostro se contorsionaba, pero no en 262
estado de shock… con culpa.
—Y que «odias el fútbol», y para rematar… ¡besaste a Flint!
Se llevó un dedo a los labios para callarme. Tenía demasiada maldita ira
hirviendo a fuego lento por dentro como para ser callado. Iba a dejar ir lo de Jamie
y descartarlo como un malentendido de una niña de seis años, pero después de la
revelación de Flint, simplemente no podía.
—Estoy agotada. Shayna ha vomitado tres veces hoy, y Trzy ha intentado
comerlo tres veces y luego también vomitó para que yo lo limpiara. Cuando
Shayna no estaba vomitando, quería que la abrazara y su temperatura corporal era
de cien grados y ahora soy un desastre pegajoso y asqueroso que necesita una
ducha desesperadamente. Así que, simplemente voy a contarte lo que pasó y luego
no hablaremos más de eso.
No me moví. Todo lo que podía hacer era mirarla furioso, mi mandíbula
apretada.
Soltó un suspiro largo.
—Hice un comentario sarcástico a Jamie diciendo que esperaba que
terminara con varicela en sus tes-tí-cu-los, sin darme cuenta de lo bien que Shayna
podía deletrear. Preguntó por ellos y luego preguntó si eran como un pene, así que
le dije que sí, que eran amigos. Fin de la historia. En cuanto a lo de Flint… —cerró
los ojos por un momento y negó con la cabeza—, no solo me trajo provisiones,
sino que trajo todas estas cosas para Shayna que no tenía que traerle. Flint ha hecho
mucho por mí, y antes de que se fuera le di un abrazo «amistoso» y un besito rápido
en la mejilla.
Celos. Maldita sea, es el peor sentimiento de todos.
—También he tenido un día largo… iré a casa antes de decir algo de lo que
pueda arrepentirme.

Lake
Irse. ¿Esa era su respuesta? ¿Irse? Todo fue tan inocente y no significó
nada. ¿Cómo no podía ver eso?
—¿De verdad? Después de ayer, ¿de verdad crees que estoy interesada en
algún otro chico?
—No sé qué pensar, es solo… —Se apretó las sienes con las palmas y las
frotó—. ¿Besas al repartidor de paquetes? Si un tipo te abre la puerta o recoge algo
que dejaste caer, ¿lo besas?
263
—No es justo. Flint es diferente.
Su rostro se endureció de nuevo.
—Flint es mi empleado.
—Flint es tu amigo.
Sus ojos se entrecerraron, su barbilla sobresaliendo hacia adelante.
—Razón de más para mantener tus malditos labios fuera de él. —Fue un
buen golpe. Pero no tenía la fuerza para la pelea que quería tener—. Sé que piensas
que es atractivo. Se lo dijiste el primer día que se conocieron. Te gusta su nombre.
Lo llamas cuando estás en problemas…
—Vete a la mierda. —No pude retractarme de las palabras. No las dije en
broma como Everson, y al momento en que cruzaron mis labios sentí un dolor
punzante en mi corazón.
Los ojos de Cage se abrieron del todo. Tampoco esperaba que yo dijera eso.
Después de unos momentos, sacudió la cabeza, pasándose las manos por el cabello.
—Lo odio —susurró—. Odio este puto… —Se detuvo tan abruptamente
que se sintió como un auto chocando con una pared de cemento.
Las palabras duelen tanto. Mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Lo siento… —Vi tanto dolor en su rostro como sentía en mi corazón.
Parpadeó varias veces, sus ojos suavizándose un poco—. Estoy cansado. No es
excusa. Estoy celoso. Tampoco es una excusa, pero soy humano, así que no puedo
evitarlo. Lo entiendo. Él te salvó ese día en la playa, pero yo también lo habría
hecho. Podrías haber llamado a Emergencias o…
—¡Por Dios, Cage! No solo me salvó en la playa. Salvó la vida de Shayna
cuando yo no pude. —Eso fue todo… las lágrimas ya no pudieron ser contenidas—
. Después del juego, cuando Everson preguntó por ella, se refería a nuestro viaje
que terminó con Shayna ahogándose con un chicle mientras yo solo me quedé allí
inútil. Si… —Respiré temblorosamente porque la idea de lo que habría sucedido
si Flint no hubiera estado allí aún era demasiado insoportable—. Si Flint no me
hubiera estado siguiendo… ella… —Mi mano golpeó mi boca y solté un sollozo—
. É-él le s-salvó la v-vida…
Me tuvo en sus brazos antes de que pudiera respirar otra vez. Es el lugar en
el que me había sentido tan desesperada por estar desde el día en que sucedió. En
el sentido más literal posible, luchaba todos los días para ser fuerte y mantenerme
sobre mis propios pies, pero a veces incluso las personas fuertes necesitaban un
refugio seguro para desmoronarse.
—Lake… 264
Apreté su camisa y solo lloré. Sin expectativas. Sin necesidad de palabras.
Todo lo que quería era que él fuera lo suficientemente fuerte para soportar ese
dolor que ya no podía contener en mi corazón.
—Maté a Ben y casi a Shayna…
—Shhh… no… estás tan equivocada. —Sostuvo mi cabeza, rozando sus
pulgares sobre mis mejillas húmedas—. Lake Ivy Jones…
Solté una risa que siguió siendo un sollozo parcial.
—Desde este día en adelante… Vas. A. Compartir. Todo conmigo. Quiero
saber si te golpeas la rodilla o te rompes una uña. —Su voz se convirtió en un
susurro y frunció el ceño—. Debiste decírmelo.
—Quiero protegerte…
—No. —Sacudió la cabeza—. Es un trabajo.
—Amas tu trabajo.
Apoyó su frente en la mía.
—Te amo a ti.
Cage
—Tengo que levantarme temprano. ¿Vas a estar bien?
Ella se apartó y agarró un pañuelo de papel de la mesita de café.
—Sí. Si no crees que soy la puta del barrio, entonces estoy bien.
Eso dolió, pero me lo merecía.
—Soy un idiota.
Gruñó una risa.
—Estás celoso. Me molesta igualmente y me excita al mismo tiempo.
¿Cuándo aprendería?
—No me gusta estar celoso.
—Eso has dicho. —Arrojó el pañuelo a la basura de la cocina y llenó un
vaso con agua, bebiendo todo sin parar.
Odiaba ver sus ojos manchados de lágrimas y su aspecto general de 265
agotamiento físico y emocional. Sobre todo, odiaba ser responsable de parte de
eso.
Me envolvió con sus brazos.
—Tengo que alimentar a Trzy, tomar un baño y, con suerte, dormir unas
horas antes de que Shayna se despierte. Dudo mucho que duerma toda la noche.
No es que pueda hablar mucho.
—Anoche parecías dormir bien.
—Duermo mejor contigo.
—Ah, ¿sí? Entonces, deberías mudarte conmigo.
—¡Guau! —Levantó las manos—. Alto ahí. Una cosa es ser la mamá de tu
bebé, ¿pero también convivir?
Mi mirada se dirigió a su barriga. ¿Por qué? Porque era un idiota, que por
un momento loco pensó que veinticuatro horas después de la posible concepción
habría algo que ver.
—Vamos. —Puso los ojos en blanco—. Tienes que «trabajar» mañana
temprano.
—Me quedaré…
Negó con la cabeza y luego agarró mi camisa, exigiendo mis labios; solo
otra cosa que hacía esa mujer que me hacía imposible no querer pasar cada
respiración con ella.
—Buenas noches —susurró.
—Buenas noches. —Besé su nariz y me volví, agarrando la manija de la
puerta—. ¿Lake?
—¿Sí?
Cerré los ojos, manteniendo mi espalda hacia ella.
—Pídeme que me quede.
—No tienes…
—Pídeme. Si me necesitas como yo te necesito, pídemelo. Pídemelo como
si tus necesidades importaran más que mi trabajo.
Juro que pude oírla tragar con tanta fuerza. Quería que mandara su orgullo
a la mierda a mi alrededor. Más que nada en el maldito mundo, quería que
entregara sus emociones, su necesidad por mí de la misma forma en que entregaba
su cuerpo. Tal vez eso me convertía en un bastardo codicioso, pero no podía
evitarlo. Maldita sea, con Lake quería absolutamente todo. 266
—Quédate —susurró.

Lake
—Si alguna vez le dices a alguien que hice esto, haré que me arranquen
mi tarjeta de hombre a cambio de un coño. Nunca he escuchado que un hombre
haga esto, y si soy honesto… mis bolas se están encogiendo un poco con cada
pasada.
Sonreí.
—No se lo diré a nadie. —Eso significaba que no le diría a nadie que no
pudiera ocultárselo—. En una escala del uno al diez, ¿qué tan dolorido estaba esta
mañana? Quiero decir, no deberías haber estado tan mal. Ayer en ningún momento
te derribaron, pero el sexo en la cocina… de pie… con una función doble, también
de pie… eso debería tener un efecto residual. —Sonreí ante el reflejo de Cage en
el espejo.
Después de mi baño, me preguntó si había algo que pudiera hacer para
aliviar la tensión del día, opté por no solicitar un masaje ya que probablemente su
cuerpo estaba mucho más dolorido que el mío. En cambio, le pedí que me cepillara
el cabello. Amaba, amaba, amaba que me cepillaran el cabello.
Me dio una mirada desafiante en el espejo a medida que se alzaba detrás de
mí haciendo trazos repetidos con el cepillo.
Sonreí, me sentaba en mi tocador con mi camiseta sin mangas y pantalones
cortos de Angry Bird.
—En una escala del uno al diez, estaba al máximo y me inclinaba hacia el
once porque, aunque ayer no me derribaron oficialmente, terminé en el suelo
después de casi todos los pases que hice. De probablemente cinco golpes fuertes,
solo uno fue sancionado. Pero no esperaría que alguien que odia el fútbol entienda
o se dé cuenta de lo que sucedió en el juego.
Allí estaba. Lo había estado esperando. Una parte pequeña de mí tenía la
esperanza de que en el ámbito más amplio de nuestra pelea, el comentario del
fútbol quedara enterrado debajo de los testículos de Jamie, en sentido figurado, por
supuesto, y besando a Flint. Estaba equivocada.
—Los niños dicen las cosas más divertidas del mundo.
—Los niños repiten lo que escuchan decir a los adultos. Entonces, ¿quién
le dijo a Shayna que «Lake odia el fútbol»?
—Jamie. Está intentando separarnos para poder llevarme a Londres —dije
con mi mejor acento británico, que era de lo peor. 267
—Voy a darle una puta paliza.
Negué con la cabeza.
—No puedes… tus manos valen demasiado dinero para desperdiciarlas en
la nariz de ese tipo. Además, puede que haya llegado a la conclusión de odiar el
fútbol por algo que dije. Lo cual… —Levanté un dedo y él exhaló lentamente en
lugar de intervenir con un argumento—, por cierto, nunca dije «odio el fútbol».
Cage se detuvo con el cepillo en la parte superior de mi cabeza, arqueando
las cejas.
—Entonces, ¿qué dijiste que puede haber malinterpretado?
—Creo que dije algo sobre necesitar estar de humor para tu último partido,
y él lo malinterpretó.
—Ya veo. Bueno, estoy de humor para tener sexo contigo, o verte hablar
mientras duermes, o escucharte hablar como una bebé con Trzy, o en realidad
cualquier cosa en la vida que te involucre. —Sonrió—. Incluso cepillarte el cabello
o comprarte tampones.
Me volví, le quité el cepillo, torcí los labios y exhalé un suspiro lento.
—¿De verdad?
Inclinó la cabeza hacia un lado y cruzó los brazos sobre el pecho.
—Siempre.
—Te seguí, prácticamente te aceché después de que nos conocimos. Seguí
la mayor parte de tu último año en Nebraska. Vi los juegos. —Sonreí—. Te vi. —
Mi sonrisa se desvaneció con el siguiente aliento—. Pero lo que comenzó como
una completa nostalgia por ver al hombre de mis sueños, el tipo que me besó y me
hizo querer usar zapatos bonitos otra vez, simplemente comenzó a ponerme triste
y deprimida. Verte me hizo extrañar algo que pensé que nunca tendría. Extrañarte
empezó a sentirse como extrañar mi pierna. Luego conocí a Thad y él me dio una
razón para creer en sueños nuevos. Dejé ir el sueño que tenía de ti. ¿Y el fútbol?
Verlo fue como mirar fotos de mí antes de perder la pierna.
—¿Y ahora? —Me levantó y me llevó a la cama. No era para nada débil,
pero incluso si no hubiera perdido mi pierna, creo que habría querido ser cargada
por mi hombre musculoso.
Me mantuve atada como un mono a su torso cuando se sentó en la cama.
—Digamos que al momento en que te vi en el campo me volví fanática.
Ahora todo sobre eso me hace… feliz. Nerviosa, como si estuviera muerta de
miedo de que te lastimes, pero cuando te vi salir del campo de una pieza después
del juego ayer, estaba tan jodidamente feliz y extasiada.
268
Me soltó y me deslicé bajo las sábanas mientras él se quitaba la camisa y
los pantalones, y luego se deslizaba a mi lado. Acaricié mi rostro contra su pecho
inhalando profundamente.
—Entonces, ya no odias el fútbol. ¿Ya no tienes que estar de humor para
eso?
Sonreí, levantando la barbilla y presionando mis labios en la curva de su
cuello a medida que me acercaba.
—Estoy de humor para tener sexo contigo, o escucharte roncar, o verte
gritarte a ti mismo cuando miras imágenes de juegos antiguos, o cualquier cosa
que te involucre. Incluso ir a pescar contigo o jugar en las casas hinchables contigo
en las fiestas de cumpleaños de niños de ocho años.
Se estiró y apagó la luz del pedestal.
—Lo siento… no escuché nada de lo que dijiste después de «estoy de humor
para tener sexo contigo».
Treinta
Una semana después, Jamie estaba completamente infectado con varicela,
aunque supuestamente no en sus testículos. Shayna estaba lo suficientemente llena
de costras como para volver a vivir con Everson. Necesitaba ponerme al día con el
trabajo, así que Everson le preguntó a Judy, la hermana de la ne-ma de Shayna que
originalmente dejó a Shayna, si vendría a quedarse unos días para cuidar a la niña
hasta que Jamie superara su etapa difícil y ya no fuera contagioso o hasta que yo
llegara a casa, lo que ocurriera primero. Judy accedió a venir; de todos modos,
había querido visitarla.
Cage se quedó conmigo todas las noches hasta que me fui de la ciudad. La
verdad era que, dormía mejor con él. Mis noches sin pesadillas superaron en
número a las que tuve. Sentí que hablaba en serio cuando dijo que me necesitaba.
El sexo era un extra, una verdadera guinda del pastel. Solo estar juntos era todo lo 269
que importaba. Había algo único y alucinante en necesitar tanto a alguien, y que a
su vez ellos también te necesitaran tanto.
¿Y el bebé? Por la noche, Cage apoyaba su mano en mi barriga de una
manera gentil que nunca había hecho. Perfección. Era la única palabra para
describir mi vida en esos momentos. Estaba desesperada por sentir algo… pechos
sensibles, náuseas, cansancio inusual, cualquier cosa que confirmase que estaba
embarazada ya que era demasiado pronto para hacerme una prueba de embarazo.
Mi familia se volvería loca si supieran que había estado rezando por quedar
embarazada.
—¡Amor! —Thaddeus me recibió en el estudio donde estaba programada
la sesión de fotos.
—Oye, lo siento, tuve que retrasar esto.
—Bien, bien. Estamos bien. —Me abrazó, pero más fuerte de lo que solía
abrazarme, y su rechazo rápido de «bien, bien» estaba fuera del carácter de mi jefe
obstinado. Algo pasaba.
Estuve a punto de compartir la noticia de mi posible bebé solo porque ese
día estaba en un estado de ánimo tan inusual y agradable, pero antes de que pudiera
abrir la boca para hablar, dijo algo que me dejó sin palabras y me robó todos los
pensamientos sobre bebés.
—Así que… —sonrió o hizo una mueca, tal vez un poco de ambos—,
mencioné que la sesión de hoy es desnuda, ¿verdad? —Parpadeó rápidamente.
No parpadeé en absoluto.
—Por favor, dime que «desnuda» es un código para sin maquillarse.
—¡Oh, Dios, no! Tendrás maquillaje completo, pero… aparte del
maquillaje y la pierna nueva que te hice, no usarás nada más.
—Thad…
—¡Espera! Antes de que intentes objetar, déjame decirte que esta va a ser
la sesión fotográfica más hermosa y artística que hayas hecho, y el artículo que la
acompañará te dejará boquiabierta. Ya lo he leído, excepto por las citas tuyas y
algunos de los otros modelos que se agregarán. Se trata de la imagen corporal, y
lo que hace que las personas sean hermosas. Se trata de confianza… esa cosita que
te faltaba cuando nos conocimos. ¿Recuerdas?
—Pero me estás pidiendo que pose desnuda.
Thad inclinó la barbilla hacia abajo, inmovilizándome con los ojos del todo
abiertos.
Suspiré. 270
—Solo es un cuerpo. Quien soy existió antes y seguirá existiendo mucho
después de que se haya ido. Soy mucho más que la carne que cubre mis huesos
restantes.
Thad sonrió mientras asentía una vez.
—¿Y?
Otro suspiro.
—Y… —Aún me ahogaba decir las palabras, las mismas palabras que le
hice decir a Shayna el día que me arrestaron—. Soy hermosa.
Su dedo de metal tocó mi nariz.
—No debí haberte contratado.
Fruncí el ceño.
Thad se encogió de hombros.
—Debería haber salido contigo. Estúpido de mí. —Caminó hacia los
fotógrafos que preparaban su equipo cuando una mujer con una coleta rubia más
larga que la de un poni real, y una sonrisa blanca falsa manchada con un poco de
lápiz labial rojo me indicó que la siguiera. Mis pasos se sintieron pesados bajo el
peso de la confesión de Thad, la que dijo con toda la naturalidad de anunciar su
arrepentimiento de haber comido bistec en lugar de pollo.
Mi teléfono sonó justo cuando dejé caer mi bolso en el vestidor para entrar
en el guardarropa, que de hecho resultaba ser una bata blanca real que descartaría
antes de ponerme frente a la cámara.
Cage: Penny tiene que irse de la ciudad. Emergencia familiar. Su padre
tuvo un derrame cerebral. Estoy a cargo de Trzy. ¿Crees que orinará en mi casa
si la llevo allí?
Lake: ¿El papá de Penny está bien?
Cage: Está en el hospital, pero eso es todo lo que sé. Iba a enviarte un
mensaje, pero no quería preocuparte porque parecías estresada por dejar a
Shayna.
Lake: ¿Has visto a Judy? ¡Tiene como cien años!
Cage: Sé amable. Banks dijo que solo tiene ochenta y cinco.
Lake: Jajaja. Lo siento. Trzy te ama. Puedes llevarla a cualquier parte
siempre que tenga una caja de arena y comida. Es demasiado diva para orinar en
tu suelo. Solo asegúrate de tener un tazón de agua para ella, y toma su bolígrafo
láser para jugar con ella.
271
Cage: ¿Así que ahora también tengo que jugar con ella?
Lake: ¿Tengo que rogarte que juegues con mi gatita?
Cage: Deja esa mierda. No necesito una erección antes de mi masaje.
Lake: ¿Otro masaje? Seguro que es duro ser tú. Juega con Trzy, y también
acaríciala. Un montón de caricias.
Cage: No tiene pelo. No estoy seguro de que le guste.
Lake: El último coño mío que acariciaste tampoco tenía pelo y créeme,
seguro que le gustó que la acariciaras… y la lamieras… y…
Cage: ¡¡Mierda!! Tengo que ir a sacudírmela antes de mi masaje. Muchas
gracias.
Lake: Monaghan… No olvides amarme.
Cage: Imposible.
Esperaba que los fotógrafos quisieran una modelo sonriente porque me
llevaría un tiempo quitarme la sonrisa enorme de mi cara.
—Es… increíble, hermoso y… guau. —Le sonreí a Thad mientras me
subía la bata y me ponía mi nuevo Thaddeus Westbrook original.
—Mi amor dijo que lo quería todo: moda y funcionalidad. —Se encogió de
hombros, pero mostró una vulnerabilidad rara que nunca había visto. Parecía un
chico nervioso en su primera cita.
Esa pesadez volvió a mi corazón.
—Las uñas de los pies están pintadas. —Sonreí como si no hubiera
intentado poner mi mundo patas arriba treinta minutos antes.
—Te enseñé la función antes que la moda, pero supongo que tú me
enseñaste que un inventor brillante no sacrificaría ninguna de las dos cosas.
Me reí.
—Me alegra saber que tu ego sigue siendo más grande que la vida. —
Caminé unos metros en una dirección, salté de arriba abajo, luego corrí al otro lado
de la habitación. La pierna se sentía y funcionaba como mis otras piernas robóticas,
272
pero se parecía a mi pierna bonita, tal vez incluso más bonita—. Eres brillante,
Thaddeus Westbrook. —Lo abracé.
Su cuerpo se puso rígido debajo de mis brazos, algo que nunca había hecho
con ninguno de los otros millones de abrazos que le había dado a lo largo de los
años. Incluso sus brazos me rodearon, descansando ligeramente sobre mi espalda
de la manera más torpe posible. Cuando lo solté, su sonrisa se desvaneció mientras
se aclaraba la garganta y desviaba la mirada hacia el fotógrafo.
—¿Listo? —llamó.
—Siempre que lo esté Lake —respondió el fotógrafo.
—Es todo por ti, amor. —La sonrisa triste de Thad rompió algo en mí, pero
ni siquiera podía decir con certeza qué era.
—El fotógrafo es un chico. —Apreté el cinturón de mi bata.
—Sus dos asistentes son mujeres.
Miré hacia ellas esperándome. Sonrieron. Sonreí, algo así.
—No quiero que mires.
¿Por qué tenía que verse decepcionado, como si lo hubiera rechazado?
—Voy a ver las fotos, amor. Y vas a cambiar de pierna cuatro veces. Piensa
en mí como tu asistente.
Asentí a la mujer de la coleta.
—Ella me maquilló, puede traerme las piernas.
—¿Mencioné que voy a ver las fotos? El mundo entero podría
potencialmente ver las fotos, amor. Esto va a ser enorme.
El mundo entero. Cage.
Thad agarró el cuello de mi bata y me acercó a su cara. Mi respiración se
detuvo en mi garganta.
—Cambia el mundo, Lake. No dejes que el mundo te cambie —susurró y
luego presionó un beso suave en la comisura de mi boca.
Me había besado en las mejillas miles de veces, pero ese beso fue más
íntimo. Ese beso cruzó una línea que no existía entre nosotros desde nuestra
primera cita porque no lo necesitábamos. Trabajábamos juntos. Se convirtió en
parte de mi familia. Ese beso lo cambió todo. Lo odiaba por hacer eso. Lo odiaba
por tomar algo tan perfecto y arruinarlo.
No era suya. 273
Nunca sería suya.
Pertenecía a Cage.
Pertenecía al hombre que me hizo creer que su único propósito en la vida
era amarme.
Me giré y dejé caer mi bata, permitiendo que se acumulara a mis pies a
pocos centímetros de donde Thad estaba de pie detrás de mí. Respiró hondo. Sonreí
porque… que se joda por hacerme eso.
El fotógrafo, el fotógrafo apuesto que me habría hecho temblar los huesos
en mis días anteriores a Cage Monaghan, asintió, manteniendo una expresión
neutral y profesional.
—Rae y Brit te pondrán en posición.
Las dos asistentes se hicieron cargo y en cuestión de minutos todo mi pudor
se desvaneció. Cada pose estaba en ángulo para ocultar completamente la
exposición de cualquier parte de mi cuerpo que pudiera calificar mis fotos como
algo que no fuera de buen gusto. Rodamos durante casi dos horas con varios
descansos cortos. Hice cambios frecuentes de piernas, pero la mayoría de las tomas
parecían no tener ninguna prótesis o pierna robótica, fotos mías realmente
desnudas.
—Mi jefe te enviará pruebas para que las apruebes y firmes las tomas finales
para la publicación. —El fotógrafo me entregó su tarjeta de presentación cuando
salí del vestidor, completamente vestida otra vez—. Llámame si quieres alguna de
las fotos para ti.
—Gracias. —Sonreí. Fue extraño lo incómoda que me sentí en ese
momento. ¿Desnuda? No. Pero con mi ropa puesta, la atmósfera cambió como si
tuviéramos un secreto. Supongo que el secreto era que me había visto desde
algunos ángulos bastante íntimos a través de una lente de cámara enorme.
—Por cierto. Soy un gran admirador de tu novio —llamó el fotógrafo justo
cuando llegaba a la puerta.
Asentí, volviéndome. Si Cage supiera lo que había visto durante las dos
horas anteriores, probablemente haría que le extrajeran físicamente los globos
oculares al fotógrafo.
—Estuviste increíble, amor.
—Vete a la mierda. —Pasé junto a Thad esperando fuera del edificio.
—¿Perdón?
Me di la vuelta. 274
—¡No! No te atrevas a actuar como si nada hubiera pasado allí.
—¿Qué… yo no…?
—¿Deberías haber salido conmigo? ¿En serio? ¿Ahora estás diciendo esto?
¿La mirada? ¿El beso? ¿Qué demonios?
Su estatura se encogió varios centímetros cuando su barbilla cayó sobre su
pecho, con los hombros hacia adentro.
—El momento es terrible. Lo sé. Los eventos de mi vida hasta ahora han
sido una compilación de tiempos terribles. Sé que mi oportunidad es mínima en el
mejor de los casos, pero ¿y si eres la indicada para mí? Elegí mis ambiciones sobre
el amor, y no debí hacerlo. Debí haberte elegido a ti.
Negué con la cabeza.
—Me quieres porque no puedes tenerme. Te gusta el desafío, la
persecución.
—Te quiero porque estás en mi cabeza todo el maldito tiempo. Has estado
en mi cabeza desde el día que nos conocimos, pero el momento no era el adecuado
y ahora se está acabando el tiempo, y no puedo dejarte ir sin pelear. Toda mi jodida
vida gira en torno a ti. Gasto más dinero y tiempo en ti que en cualquier otra cosa.
¿Tienes idea de cuántos plazos he perdido, cuántas oportunidades he dejado
escapar porque todo en lo que podía concentrarme era en hacer una pierna nueva
para ti, hacerte feliz, hacerte…?
Esa no era mi vida. No había forma de que estuviera parada frente a
Thaddeus Westbrook escuchando esas palabras salir de su boca. Ni siquiera me
sentía yo misma en mi propio cuerpo. Era una escena de una película o un
programa de Netflix, pero no era mi vida. No podía ser mi vida.
—¿Hacerme qué? —susurré o creo que susurré. Tal vez ni siquiera hablé.
No había razón para hablar de algo que en realidad no estaba sucediendo.
Thad dio un paso hacia mí, sujetando mis hombros suavemente.
—Haciendo que me ames. Estaba intentando hacer que me ames.
Simplemente no sabía cómo mostrártelo de otra manera. Tenía miedo de decirte
que tomé la decisión equivocada. Pero luego conociste al Señor Maravilloso, y no
quiero dejarlo ir porque nunca me perdonaría por no pedirte que… me elijas a mí.
Negué con la cabeza, mordiéndome los labios temblorosos.
—¿De verdad me amas?
Su frente se arrugó como si mi pregunta fuera de alguna manera una
bofetada en la cara, como si debería haber sabido la respuesta. 275
—Sí —susurró.
—Entonces, te voy a decir algo y cuando termine te vas a olvidar de este
día como si nunca hubiera pasado y lo vas a hacer porque el amor es darlo todo y
no tomar nada.
La derrota en sus ojos me dijo que sabía la respuesta, pero necesitaba decir
las palabras porque amaba al friki alto y atractivo que tenía delante, incluso si me
hizo odiarlo ese día.
—No soy la indicada para ti. Solo puedo ser la indicada para un hombre, y
él es la razón por la que no me elegiste ese día. El universo sabía algo que nosotros
no sabíamos en ese momento. Cage fue el elegido para mí antes de que tomara mi
primer aliento, y lo será después de que tome el último.
—¿Cómo puedes decir eso? —Negó con la cabeza—. ¿Qué pasa con Ben?
Si estuviera parado aquí, ¿aún dirías que Cage es el elegido?
Eso dolió. Amé a Ben, y siempre lo amaría. Lo que más me dolió fue la
verdad: el destino se llevó a Ben para que yo pudiera estar con Cage.
—Sí. Elegiría a Cage. Ben fue mi primer amor. Cage es mi amor eterno. Y
tú… —Pasé el dorso de mi mano por su mejilla—. Tú eres la razón por la que
estoy cambiando el mundo. No quiero perderte, pero tampoco quiero detenerte.
—Me estás rompiendo el maldito corazón.
Me sequé una lágrima perdida.
—Estás rompiendo el mío.
Puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza.
—Solo te preocupa que no te haga más piernas.
—No estoy preocupada. Estoy aterrorizada.
Su cabeza volvió a caer. Sentí que la tensión entre nosotros se aligeró un
poco, dejando que mi corazón se calmara y mis pulmones respiraran.
—¿Qué harías por un original de Thaddeus Westbrook? —Volví a ver a mi
Thaddeus en su sonrisa y casi lloré porque sinceramente lo amaba como a mi
familia—. ¿Sexo? —Su ceja se levantó una fracción.
La incomodidad se desvaneció. Mi amigo estaba de vuelta con un
movimiento de cejas sugestivo y tonto. No perdí ni un minuto haciéndole saber
que nos necesitaba a «nosotros» de vuelta, las bromas juguetonas que definían
nuestra amistad.
Torciendo los labios, como si de hecho lo estuviera considerando, entrecerré
los ojos y luego negué con la cabeza.
—Una mamada.
276
—Umm… —se rascó la barbilla.
—¿Garganta profunda?
—Superficial.
—¿Tragas?
—Acabado manual.
—¿En tus tetas?
—En la cara de Jerry Chu… oh, espera… él no es gay.
Sus ojos del todo abiertos brillaron con humor, y contuve mi sonrisa, luego
ambos estallamos en carcajadas. Y una vez más… todo estaba bien en el mundo.
Treinta y uno
No todo estaba bien en el mundo otra vez. Justo antes de la hora
programada para irme a casa, Penny me envió un mensaje avisando que su padre
había muerto. El destino no parecía funcionar para todos, porque la madre de
Rupert se cayó y se rompió la cadera y él necesitaba estar en el hospital mientras
la operaban, ya que su padre no estaba lo suficientemente bien como para estar allí.
La madre de Penny murió varios años antes y no tenía hermanos. Penny era una
mujer independiente y fuerte, y cuando una mujer independiente y fuerte se rompe
al teléfono y le ruega a su vecina favorita que vaya a San Antonio, solo había una
cosa que hacer: ir a San Antonio.
Lake: Cambio de planes. El padre de Penny murió. Rupert no puede estar
con ella, así que cambiaré mi boleto y me iré a San Antonio.
277
Cage no respondió hasta que aterricé en San Antonio.
Cage: Dale mis condolencias. ¡Te extraño muchísimo!
Lake: Lo haré. ¡Te extraño! Tengo mucho que decirte, pero no quiero
hacerlo por teléfono. ¿Cómo está Shayna? Everson nunca responde mis mensajes
de texto. ¿Cómo está Trzy?
Cage: Judy se fue temprano después de un incidente, por lo que Banks tuvo
que rogarle a su niñero que volviera a trabajar antes de que estuviera listo. Así
que, adivina quién se quedará conmigo hasta que el chico niñera ya no sea
contagioso.
Lake: Chico del fútbol, por favor dime que sabes que el «chico niñera»
tiene un nombre y es Jamie.
Cage: Te extraño.
Mi corazón se contrajo. Dios… yo también lo extrañaba.
Lake: Llámame cuando estés en casa y hayas acostado a los niños.
Cage: ¿Niños?
Lake: Trzy y Everson.
Cage: ¿Cómo está mi bebé? Necesito buenas noticias.
Mi corazón contraído se desgarró un poco porque no todo estaba bien en el
mundo. Tuve mi período esa mañana, pero más o menos lo sabía porque me hice
una prueba de embarazo después de la sesión de fotos y salió negativa. Sin
embargo, pensé que probablemente era demasiado pronto para detectarlo de
verdad.
Él necesitaba buenas noticias. No tenía nada para dar.
Lake: Estoy bien. No olvides amarme.
Auch, el nudo creciente en mi garganta… lo único creciendo en mi cuerpo.
Mi teléfono sonó. Era él. Lo sabía. Por supuesto que lo sabía. Conocía mis
palabras. Me conocía.
Justo cuando un taxi se detuvo, presioné ignorar. Si hubiera respondido,
habría perdido el control.
Cage: Lo siento, y nunca olvidaré amarte.
Me aclaré la garganta y arrojé mi teléfono en mi bolso, luego le di la
dirección al conductor.

Cage 278
No tenía por qué formar una familia cuando mi carrera aún estaba en
pañales. Entonces, ¿por qué el hecho de que Lake no estuviera embarazada fue un
golpe para mis entrañas?
Sabía que no respondería hasta que estuviera lista y fuera capaz de hablar
de ello. Penny la necesitaba y tomó todo lo que tenía en mí para ser una persona
madura y reconocer que podía esperar. Mis necesidades no eran tan importantes.
Nuestro bebé no murió. Nunca estuvo embarazada. Pero… aún sentía una pérdida
inexplicable.
—Oye —respondió finalmente en mi último intento antes de ir a la cama.
—Hola, ¿cómo está Penny?
—Está bien. Creo que está de luto por las cosas que sucedieron entre ella y
su padre antes de que él muriera, más que por su muerte real. Las disculpas tácitas.
—¿Cuándo es el funeral?
—El sábado. Mañana es el velorio.
—¿Vienes a casa el domingo?
—Sí.
Suspiré.
—Me voy el sábado para el partido del domingo en Detroit. Regresaré tarde
el domingo.
—Mantendré mi…
Esperé, pero no terminó.
—¿Tu?
—Nada.
—Dime.
Se rio, del tipo que hacía un trabajo de mierda al ocultar el dolor detrás de
ello.
—Iba a decir que mantendré mis demandas sexuales en la cama en lugar
de…
Me recosté en la almohada y cerré los ojos, frotándolos con los pulgares.
—En lugar de la puerta de la despensa.
—Sí —susurró.
279
—Quiero decir algo para hacerte reír. Amo tu risa. Juro que es mi sonido
favorito en todo el mundo, y he escuchado cosas increíbles. Pero tu risa… lo
consume todo. No puedo dejar de sonreír cuando te ríes, y después de un tiempo
ni siquiera recuerdo lo que dijiste que te hizo reír porque me pierdo tanto en ti.
Dios… sueno tan jodidamente sentimental en este momento. Yo… simplemente
no quiero ser Penny. No quiero dejar nunca nada sin decir entre nosotros.
—Culpo a tu esperma débil. —Se rio y así me perdí en ella—. ¿Acaso no
es así cómo en la vida? Los grandes atletas, con penes del tamaño de pepinos
ingleses, tienen los nadadores pequeños más patéticos con como… cero
resistencia. Y las pequeñas y flacuchas pollas de lápiz, ¿sabes de las que estoy
hablando, las que de hecho podrían follar todos los orificios del cuerpo de una
mujer? Su líquido preseminal podría impregnar a la mitad del mundo.
Sus risitas trajeron una sonrisa agridulce a mi rostro porque la extrañaba
tanto. Maldita sea. Tanto.
Me aclaré la garganta.
—Judy se fue por una masacre de muñecas. Cuando estaba guardando algo
de la ropa sucia de Shayna, encontró un cajón lleno de muñecas y a todas les faltaba
la pierna izquierda debajo de la rodilla. En el fondo del cajón había un cuchillo de
carne aserrado y un montón de extremidades amputadas de muñecas. Banks
disuadió a Judy de no informarlo a cuidados infantiles, pero no pudo convencerla
de que no se fuera. Es por eso por lo que tu chico niñera, Jamie, tuvo que
aguantársela y volver al trabajo antes de sentirse al cien por ciento.
—¡No! —jadeó—. No cortó las piernas de sus muñecas.
—Lo hizo. Banks aún no puede contar la historia sin orinarse encima. Eres
su ídolo, cariño.
—Oh chico, oh chico, oh chico… amo a esa niña.
Fui a decir algo, pero no pude. La vacilación lo dijo por mí.
—Cage, yo también lo siento. Es una locura de verdad. No estamos casados.
¿Niños? ¿Por qué los consideraríamos en este punto? Probablemente somos las
únicas dos personas en el mundo que pueden entender por qué no estar
embarazados es una decepción. Fue una apuesta, o un desafío, o simplemente un
enfrentamiento extraño que sucedió ese día en tu cocina. Estaba aterrorizada y
emocionada al mismo tiempo. Ni siquiera había considerado tener hijos, todo lo
que sabía era que te deseaba. Pero después de que lo hicimos… me di cuenta de
que yo también quería esa parte de ti.
—¿Pero tengo esperma débil?
—Increíblemente débil. 280
—Tal vez solo tienes un ambiente inhóspito. Probablemente toda la comida
chatarra que comes.
—Cuidado, Monaghan. Tienes un historial bastante bueno conmigo, pero
esas son algunas palabras de enfrentamiento. Si no retrocedes, entonces diría que
las posibilidades de que anotes a corto plazo son bastante escasas.
—Estamos separados por tres estados. Ni siquiera puedo ver tu zona de
anotación.
Se rio.
—Igual de bien. En realidad, es más como una zona de guerra en este
momento.
—Te amo. Necesito dormir. Día largo.
—¿Ya no quieres hablar de mi periodo?
—Estoy seguro de que Penny encajaría mejor en esa conversación.
—No. Penny perdió su útero. No creo que quiera discutir esto conmigo.
—Jesús, ¿ha denunciado su desaparición? Apuesto a que el mismo imbécil
que te robó la pierna también tiene su útero. Sospecho que ambos han sido
vendidos en el mercado negro.
Allí estaba, su risa. Haría locuras toda la noche por más de su risa.
—Dulces sueños, mi estrella del deporte. No te olvides de a…
—Es lo que mejor hago. Buenas noches, sexy.

Me desperté con un mensaje de texto de la mujer que lograba


desentrañarme un poco más a medida que se alejaba de mí. Lake me mantenía
unido. Era aterrador darme cuenta de que una sola persona tenía un efecto tan
profundo en mi existencia.
Lake: ¿Dónde se quedará Trzy cuando te vayas? Consulta con la señora
Leonard del 2A, solo muéstrale tus hoyuelos. O pregúntale a Jaime. Te amo.
Cage: Le mostré a la señora Leonard mis hoyuelos. Se desmayó. Vinieron
paramédicos. Cuando el oficial tomó mi declaración, me di cuenta… no te referías
a los hoyuelos de mi trasero, ¿verdad? Tan embarazoso…
Lake: Eres un tipo divertido. Mi lengua ama los hoyuelos de tu trasero.
¿Te arrestaron? ¿Qué tan genial sería si ambos tuviéramos antecedentes
281
policiales? Espero que realmente le hayas mostrado el trasero, hará que la
confesión que tengo que hacerte sea mucho más fácil.
Cage: ¿Qué demonios?
Lake: Estamos en la iglesia. Tengo que irme. Mantén tu trasero fuera del
césped el domingo. Diles a tus muchachos que te protejan. Buena suerte.
Cage: Se les dice linieros. Te amo. ¡Me mantendré de pie si te quedas con
tu maldita ropa!
Lake: De verdad, me tengo que ir… pero reto aceptado. Voy a ver el
partido del domingo en un bar deportivo del centro, y cada vez que aterrices sobre
tu trasero me quitaré una prenda. Besos.
Escribí diez respuestas diferentes, y luego las borré. Me tenía agarrado de
las pelotas. Mujer testaruda.
—Mete tu culo en el autobús, Monaghan. Tenemos un avión que tomar.
Asentí a mi entrenador, y deslicé mi teléfono en mi bolsillo. Las visiones
de Lake desnudándose en un bar deportivo me persiguieron. Era una broma. Tenía
que ser una broma.
¡Mierda!
¿Y si no era una broma?

Detroit me acumuló tres placajes. Teníamos la defensa número uno, y ellos


tenían la número dos. Cada centímetro de mi cuerpo dolía, palpitaba. Tenía dos
segundos para sacar el balón. ¿Dónde diablos estaban los bloqueos? No lances una
intercepción. Que no te capturen. Ve todo el campo. Encuentra a tu receptor. Deja
de pensar en Lake desnudándose.
Me detuve para algunas preguntas antes de salir del campo al final del juego.
—Cage, superaste a Detroit en tiempo extra. ¿Anticipaste que su defensa se
apresuraría tanto como lo hizo hoy, y cómo se ajustará cuando vengan a Minnesota
el próximo mes?
—Jugamos la defensa número dos, pero nuestra ofensiva entrena contra la
número uno, así que estábamos listos. Por supuesto, esperábamos que vinieran con
fuerza, pero mi línea hizo un gran trabajo al darme unos segundos adicionales para
encontrar a mis receptores. Un juego a la vez, pero en este momento estamos tres
a cero, por lo que el plan es seguir practicando duro y llevarlo al día del juego.
282
Los reporteros arrojaron preguntas de diestra a siniestra, sabiendo muy bien
que solo respondería a la de la cadena que televisaba el juego hasta que llegara al
vestuario.
—¿Cuál es tu reacción a Lake Jones posando desnuda para la revista
Breaking Barriers?
Giré. Flint y varios tipos de seguridad me dieron un codazo para que
siguiera adelante.
—Vestuario —advirtió Flint.
Lo fulminé por un momento, y luego continué saliendo del campo.
—Qué carajo, Flint —rechiné entre dientes.
—No lo sé.
—¿Cómo diablos no lo sabes? Te pago para que sepas esta mierda.
—Me pagas para mantener limpia tu reputación. No la de ella. No puedo
controlarla más de lo que tú puedes.
Me giré antes de entrar al vestuario…
—Averigua.
Se rio.
—¿Quieres que la llame?
—¡No… sí… maldita sea! —Negué con la cabeza, intentando no hacer más
una escena—. No importa. Yo me encargaré.

Lake
Mi cama.
Echaba de menos mi cama.
Cage no respondió a mi mensaje, pero estaba marcado como «leído», así
que sabía que lo había visto. No tenía ninguna duda de que vendría directamente a
mi apartamento después de bajarse del avión, hasta que no lo hizo. A través de mi
mirilla vi llegar a Everson a casa. Dos horas después… Cage no. Ninguna
respuesta. Tenía un dolor de cabeza monstruoso por entrecerrar los ojos por la
mirilla. Necesitaba un pasatiempo nuevo.
Escribí un mensaje de texto y luego lo borré, optando por una llamada
telefónica ya que sabía que él estaba fuera del avión. Fue a su buzón de voz. 283
—Oye, eh… felicitaciones por tu juego. Supongo que ya estás dormido,
pero si no lo estás, llámame. Estoy segura de que estaré despierta durante otra hora
o más. Entonces… adiós.
Después de cepillarme los dientes, noté que mi teléfono se encendía en la
mesita de noche cuando me quitaba la pierna.
Cage: Háblame de las fotos desnudas.
No respondió a propósito. ¿Cómo se enteró? Llamé a su teléfono. De nuevo,
sin respuesta.
Cage: Solo dime si es verdad.
Llamé de nuevo. Una vez más, sin respuesta. Mis ojos se movieron del
botón de llamada a la hora: 12:45 a.m.
Treinta minutos después llegué a su puerta. La casa estaba oscura.
Pum, pum, pum.
La luz del pasillo se iluminó, seguida por la entrada y el clic de la cerradura
de la puerta. Apareció con unos pantalones cortos de correr grises y nada más, con
los ojos entrecerrados contra la luz.
—Si tienes más de diez vellos púbicos adheridos a tus testículos, entonces
deberías haber contestado tu teléfono como un adulto.
Se mantuvo firme, bloqueando la entrada.
Mis ojos se ampliaron un poco cuando deslicé mis manos en las mangas de
mi sudadera con capucha morada, luego me abracé para mantenerme caliente.
—Guau. ¿En serio? El tratamiento silencioso. Qué maduro de tu parte.
—¿Es verdad?
Me reí.
—¿Importa?
Me miró como si importara más que nada, y en un instante mi sonrisa se
desvaneció. Fue la mirada que me dio cuando se enfadó por lo de su padre, y por
ir a conocer a mi familia. No conocía a ese Cage. Ni siquiera lo reconocía.
Me despedí con un único y lento movimiento de cabeza, y me di la vuelta,
caminando de regreso a mi auto. Mientras me abrochaba el cinturón de seguridad,
un golpe discordante en mi capó hizo que mi cabeza se levantara de golpe. Cage
estaba de pie con las manos presionadas contra el capó, los ojos fijos en los míos.
Dejando caer la barbilla sobre el pecho, se quedó allí y esperé. El atisbo ocasional 284
de sus demonios me rompía el corazón.
Un buen minuto después mi puerta se abrió. Acerqué mis ojos a los suyos,
con la esperanza de volver a ver a mi Cage. Se inclinó y desabrochó mi cinturón
de seguridad, luego tomó mi mano y me ayudó a salir. Después de cerrar la puerta,
se acercó más hasta que mi espalda se presionó contra ella. Estoy segura de que
había las palabras correctas para decir, pero no estaba segura de cuáles eran. Me
negué a disculparme por nada. No había hecho nada malo. Pero amaba al hombre
que tenía delante más que a la vida misma, así que… sí, esperé a que me diera algo
con lo que pudiera trabajar, algo que pudiera ayudar a reparar.
Enredó sus manos en mi cabello y soltó un suspiro doloroso a medida que
se inclinaba hacia adelante. Sus labios rozaron los míos como una brisa suave,
rozando mi mejilla. Me inhaló, enterrando su nariz en mi cabello, sus labios en mi
oído. Mi piel floreció con un millón de piel de gallina hormigueante.
—No —susurró—. No importa.
Treinta y dos
—Te hablaré de las fotos si me hablas del condón. —Acostada de lado,
pasando mis dedos por su cara, tomé cien imágenes mentales de él. Eso es lo que
hacía mi mente cuando la visión ante mí se sentía como un sueño. Cage Monaghan
desnudo en la cama, con las sábanas hasta la cintura, una pierna estirada sobre la
ropa de cama era el sueño.
—¿Condón? —Abrió un ojo.
—Hace dos semanas estabas empeñado en dejarme embarazada, pero esta
noche usaste un condón.
Volvió a cerrar el ojo y sonrió, pero no dijo nada.
—¿Encontraste una mamá diferente para tu bebé? 285
—No. Sigue en la cama conmigo. Lo de la cocina fue un error. Tú misma
lo dijiste.
—¿Un error?
Suspiró. Podía sentir su agotamiento. Probablemente no era justo pedirle
que procesara mentalmente nada en ese momento.
—Nada sobre nosotros es o será un error, jamás.
Asentí lentamente para mis adentros, manteniendo mis dedos recorriendo
su cara, cuello y hasta su pecho. Amaba sentirlo tanto como él amaba mi toque.
—No sabía que era una sesión de fotos desnuda.
Mi mano se detuvo cuando su cuerpo se puso rígido debajo de ella.
—Podría haber dicho que no. No lo hice. La revista no es pornográfica. Se
trata del poder de la humanidad, la tecnología, cambiar el mundo. Thaddeus me ha
quitado la discapacidad. Está cambiando el mundo, está cambiando vidas, y yo soy
el rostro que representa eso en este momento. Incluso si Lake Jones no le importa
al mundo, mi historia sí. Es importante para cada persona que nace con una
discapacidad física, para cada soldado herido en batalla, para cada víctima de un
accidente automovilístico transformador. Lo único que me distingue de cualquier
otra persona en mi lugar proverbial es la oportunidad. Thaddeus quiere darles esa
oportunidad a todas las personas con discapacidades físicas.
Cage abrió los ojos y se puso de lado, mirándome con la cabeza apoyada en
un brazo.
—¿Qué tienen que ver los inventos de Thad con tu cuerpo desnudo?
—Mi cuerpo solo es eso… un cuerpo. No define lo que puedo hacer en la
vida. No me avergüenzo de cómo me veo, ya no. No podemos cambiar el mundo
hasta que cambiemos la forma en que el mundo ve la imagen corporal y las
discapacidades. —Me quité las sábanas, exponiendo mi cuerpo desnudo ante él—
. ¿Qué ves?
Sus ojos recorrieron mi cuerpo, finalmente posándose en mis ojos.
—Sabes lo que veo.
—Sí, pero quiero que lo digas.
—Te veo.
—¿Cuánto de mí?
—Toda tú.
286
Asentí.
—Y es por eso que te amo, pero la mayoría de la gente solo ve una cosa…
ven esa parte de mí que creen que falta. Ven todo lo que creen que no puedo hacer,
no puedo ser, no puedo tener, no puedo lograr.
Su mano se deslizó a lo largo de mi mejilla a medida que su pulgar rozaba
mi labio inferior.
—¿Qué quiere hacer Lake Jones? —susurró mientras mi temperatura subía
unos pocos grados.
Mi lengua jugueteó con la punta de su pulgar.
—Tú.
Una sonrisa crispó la comisura de su boca.
—¿Qué quiere ser Lake Jones?
Mi mano se deslizó por su estómago.
—Llenada por ti.
La manzana de Adán de Cage osciló.
—¿Qué quiere tener Lake Jones? —Su agarre en mi cara se hizo más fuerte.
Mis dientes se clavaron en su pulgar por unos segundos antes de besarlo.
—Una vida contigo.
Se humedeció los labios antes de tomar otro trago fuerte.
—¿Qué quiere lograr Lake Jones?
Mi mano hizo un movimiento lento por su polla dura.
—Todo —susurré una fracción de segundo antes de que su boca tomara la
mía y su cuerpo rodara sobre mí.
Nuestros dedos se entrelazaron sobre mi cabeza en tanto mis caderas se
movían con las suyas. ¿Se detendría por protección? No lo sabía. No me importaba.
La pasión que teníamos caía profundamente en el reino de lo imprudente, y lo
imprudente se sentía como el propósito de existir en ese momento. Estaba viviendo.
—Odio… —me besó con fuerza, quitándome el aire de los pulmones—…
que alguien más pueda verte como yo te he visto… —sus caderas se mecieron, mi
espalda se arqueó cuando un gemido escapó de mi garganta—… pero si eso va a
cambiar el mundo… —su lengua se sumergió profundamente en mi boca otra vez
y mis uñas se clavaron en sus manos—… entonces sacrificaré mi lado posesivo
por el bien mayor. 287
Se movió sobre sus codos, balanceando su pelvis contra mí con más fuerza,
el sudor resbalando por su frente. Envolví mis piernas alrededor de él. ¿Se
retiraría? ¿Tenían sentido nuestras necesidades impulsivas? ¿Necesitaban tener
sentido para alguien más que para nosotros?
Mis manos se deslizaron por sus brazos, su cuello, deteniéndose en su
rostro.
—Monaghan, eres tan estúpido… —Mis ojos se cerraron por un momento
cuando inclinó sus caderas para frotar mi clítoris sensible. Dios, morir en ese
momento estaba perfectamente bien para mí. Mis ojos se clavaron en los suyos
nuevamente—. Nadie me verá nunca como tú me ves.

Las fotos del desnudo importaron, pero no de la manera que jamás hubiera
imaginado. Fueron el tema de conversación durante un tiempo en la comunidad
deportiva después de que el reportero lo filtrara. Cage perfeccionó el discurso
«Lake es una mujer increíble y la apoyo totalmente», y lo hizo antes de ver las
fotos o leer el artículo. Se disculpó esa noche por tener problemas de confianza.
Creo que me enamoré aún más de él.
Nunca podría haber estado con alguien que exigiera la perfección. Esas
personas no eran más que idiotas críticos que vivían negando su humanidad. Los
celos de Cage, su ira, su duda… lo hacían humano, pero ¿reconocerlo? Lo hacía
extraordinario.
Amor: la mano que levanta a alguien.
Amor: los labios que besan sus heridas.
Amor: el pañuelo ofrecido para enjugar sus lágrimas.
Amor: la sonrisa que les recuerda que todos somos humanos.
Amor: la mente que no juzga.
Amor: el propósito de nuestra alma.
Amor: nuestro único propósito.
Cage era mi amor, y yo era el suyo.
Una vez que la revista publicó las fotos con el artículo sobre mi viaje de la
discapacidad a la capacidad superior, la charla inapropiada en la comunidad
deportiva se silenció. El asombro proverbial se sintió en todo el mundo gracias al
fenómeno de las noticias instantáneas de Internet. Thaddeus Westbrook y Lake
Jones fueron tendencia en las redes sociales más que cualquier otra sensación de
288
la NFL.
—Eres importante, pequeña —dijo mamá con orgullo mientras hablábamos
por teléfono una mañana temprano una semana después de que se publicaran las
fotos, lo que no sucedió hasta noviembre.
Las retuvieron, esperando que el artículo saliera bien. Nunca lo admitió,
pero sospeché que el obsesivo Thaddeus Westbrook fue parte del asunto. Estaba
bien con eso, cualquier cosa para mantener su mente enfocada en los negocios y
no en las consecuencias cercanas de nuestra relación. No podía decir que habíamos
vuelto al cien por ciento, pero estábamos cerca.
—No soy gran cosa. —Puse los ojos en blanco a medida que alimentaba a
Trzy en la cocina de Cage.
No vivíamos oficialmente con él; aún tenía mi apartamento. Sin embargo,
no había dormido allí desde que regresé a Minneapolis el mes anterior después de
visitar a Harley, la nueva bebé de Luke y Jessica. Cage mudó casi todo excepto
mis muebles mientras yo no estaba. Dijo que fue idea de Trzy.
—Son hermosas. Representan cómo te he visto toda tu vida.
—Dice mi mamá.
—Lake…
Eché dos wafles de linaza congelados en la tostadora.
—Lo siento. Lo sé, y tienes razón.
—¿Vas a venir a casa para las fiestas?
—Eso espero, pero el fútbol en realidad no se toma un descanso, y Thad no
puede mantenerse al día con todas las solicitudes de entrevistas. Mañana vuelo a
Nueva York. Thad y yo tenemos dos entrevistas matutinas diferentes esta semana,
y tres programas de entrevistas. Luego vuelo directamente a Los Ángeles para más
entrevistas, y programas de entrevistas. Es una locura. Solo soy una chica que
perdió su pierna. Thad es la verdadera estrella. Está haciendo que ciertas
discapacidades físicas sean inexistentes. Está creando cosas que permiten a las
personas discapacitadas superar a los atletas sin discapacidades.
—Cierto, pero el artículo trata de mucho más que los inventos de Thad. Se
trata de la lucha emocional, tu lucha emocional, cosa que nunca supe.
Asentí para mí. Nunca anticipé compartir tanto de mí después de la sesión
de fotos cuando Brandon, el escritor del guion del artículo, me contactó para
responder algunas preguntas. Todo lo que le dije encajó perfectamente con las
fotos. Era yo, honesta, vulnerable, desconectada y desnuda.
—Nunca supe que lamentabas la pérdida de tu identidad mucho más que tu 289
pierna.
Arranqué la parte superior del paquete de las bolsitas de té, lo dejé caer en
mi taza roja y la llené con agua caliente.
—No nací con una discapacidad. No fue parte de mí durante veinte años.
Me miraba al espejo, y así me identificaba. En un abrir y cerrar de ojos me volví
dependiente de todos los que me rodeaban. Estaba tan enojada porque ya no podía
ver a esa chica en el espejo. Estaba en la cúspide de mi independencia, enamorada,
esperanzada y muy ambiciosa. Y luego, simplemente… desapareció.
—Lo que dijiste sobre los zapatos me hizo llorar… diablos, a quién estoy
engañando. Cada cita tuya en el artículo me hizo llorar. Pero los zapatos…
Sonreí, lamiendo la mantequilla de chocolate con avellanas de mi dedo y
luego volviendo a poner la tapa en el frasco.
—Me encantaban los zapatos.
—Sé que lo hacías. Me rompió el corazón cuando me dijiste que me
deshiciera de ellos. ¿Cage lo sabía? ¿Le habías dicho que él era la razón por la que
querías una pierna nueva con la que pudieras usar zapatos bonitos?
—Se lo dije el día que me llevó al aeropuerto para volar a Pekín, pero,
sinceramente, no creo que se diera cuenta del verdadero impacto que me cambió
la vida hasta que leyó el artículo por primera vez la semana pasada. Él lo niega
totalmente, pero sé que se le llenaron los ojos de lágrimas al leer el artículo, y sé
que era la parte sobre él y los zapatos. Si no lo hubiera conocido, no creo que
hubiera molestado a Luke para que me ayudara a tener una pierna más bonita, y si
no hubiera tenido esa pierna bonita y el impulso de confianza que me dio, no habría
hecho un perfil en el sitio de citas donde conocí a Thaddeus.
—Bueno, espero que sea el indicado. Sería un crimen que una de las
mujeres Jones no estuviera con el fornido mariscal de campo con hoyuelos, y por
mucho que rompa el corazón de Lara y el mío, realmente eres la opción obvia.
Me reí porque a pesar de la pérdida en mi vida, aún tenía a las mejores
personas.
—Es el indicado, mamá.
Nunca le conté sobre nuestro casi embarazo o nuestro comportamiento
imprudente esporádico desde entonces que me dejó en un estado constante de
duda, ¿soy yo? Ese secreto se quedó entre nosotros, está bien, y Penny, pero ella
no contaba. Penny era mi psiquiatra gratuita, por lo que teníamos una
confidencialidad médico-paciente tácita.
—Juegan contra Green Bay este fin de semana en casa.
—Estaré en Los Ángeles. Me iré por un total de diez días. 290
—¿Cómo se siente Cage al respecto?
Le di un mordisco a mi wafle y murmuré sobre mi bocado:
—Piensa que ambos deberíamos estar desempleados y quedarnos desnudos
en la cama todo el día.
—¡Maldita sea! Me estás dando un sofoco.
Me reí. Solo Felicity Jones, nudista a tiempo parcial, le diría eso a su hija.
—Estoy bromeando… creo. Quiero decir… en realidad, ha dicho esas
palabras, pero le encanta el juego y me encantan las oportunidades que me han
dado en mi propia vida. Creo que ambos sentimos esta obligación de aprovechar
al máximo las vidas que nos han dado. Pero también apesta. Lo extraño todo el
tiempo.
—Es un abrir y cerrar de ojos, bebé. No jugará al fútbol para siempre, y esta
fama que tienes con Thad tampoco durará para siempre. Simplemente no olvides
por qué ambos lo están haciendo. No pierdas lo que tienen juntos. Cuando el centro
de atención ya no brille, no querrás estar sola.
—Te amo, mamá.
—Yo también te amo, Lake. Llámame cuando llegues a Nueva York para
que no me preocupe.
Me reí.
—Siempre te preocupas.
—Menos. Me preocuparé menos.

—Tan jodidamente deprimente.


Sonreí cuando la voz que más amaba sonó detrás de mí, aunque podía sentir
el ceño fruncido en su rostro hermoso. Mirando la maleta grande sobre la cama,
llena de ropa y zapatos para el cambio de temperatura de la costa este a la costa
oeste, tuve que estar de acuerdo con él.
—Nuestros trabajos apestan.
—Lo hacen.
El vello de mis brazos se erizó cuando lo sentí solo un suspiro detrás de mí.
Me giré, absorbiendo la vista de mi chico apuesto con una camiseta de Minnesota
y jeans. 291
—Deberíamos renunciar.
Me atrajo a sus brazos que parecían ser más grandes, más firmes y sexis
cada vez que me envolvía en ellos.
—No puedes renunciar.
Apretando su camiseta, enterré mi nariz en su pecho e inhalé mi aroma
favorito: Cage recién duchado. Ni siquiera podía precisar lo que estaba oliendo.
Todo lo que sabía era que era el afrodisíaco más embriagador de la historia.
—¿Y tú puedes?
Su boca no perdió tiempo en devorar mi cuello.
—Sí… —Sus dientes salieron a continuación y todo mi cuerpo se
estremeció—. Solo juego a la pelota para ganarme la vida. —Sus manos se
deslizaron hacia abajo y amasaron mi trasero, acercándome lo más posible a su
cuerpo—. Estás cambiando el mundo. Eres inspiradora. Eres una maldita heroína
para todas las personas discapacitadas que hay.
—No soy… —Mis palabras salieron como nada más que pequeñas
bocanadas de aire.
—Bueno, seguro que tú jodidamente sacudes mi mundo.
Me reí.
—Digamos que simplemente lo hacemos. Ambos renunciamos. Entonces,
¿qué hacemos? Tendría que ser algo tan genial como… —Negué con la cabeza—
. No tengo nada.
Se rio entre dientes, levantándome, girando y dejándose caer en la cama
conmigo abrazada a su pecho.
—Probablemente podrías conseguir un trabajo en relaciones públicas,
poniendo caras de atletas profesionales en cajas de cereal de arroz crujiente
genérico.
—Sabelotodo. —Mordí su labio inferior y le di un tirón firme, luego me
senté, a horcajadas sobre él.
—Bueno, sé lo que haría. —Entrelazó las manos detrás de la cabeza.
—¿Enseñar? —Ese fue su título de Nebraska.
Sus labios se torcieron.
—Umm… esa parecería la elección obvia, pero no. Obtendría mi maestría
en Lake Jones.
Entrecerré los ojos.
292
—¿Lake Jones?
—Sí. A través de una observación cercana, la experimentación… —movió
las cejas—, y una investigación exhaustiva, te descifraría por completo. Puede
llevar años, incluso toda una vida, pero creo que es para lo que estoy mejor
preparado.
—Bien, voy a seguir el juego. Dime lo que ya has descubierto.
—He descubierto toneladas de hábitos peculiares tuyos. Solo necesito
averiguar por qué haces lo que haces, como… la forma en que dibujas diseños al
azar en la puerta de vidrio cuando te duchas, o la forma en que masticas una pieza
y media de chicle de canela como si una no fuera suficiente, pero dos fueran
demasiado, o por qué pones mantequilla de chocolate con avellanas en tus wafles
y luego quitas cada hueco con el dedo antes de comer el wafle. ¿Por qué no te
comes una cucharada de la pasta para untar y luego te comes el wafle solo?
Empecé a hablar.
—Shhh… —Negó con la cabeza—. Fueron preguntas retóricas. No quiero
que me lo digas. Eso me quitaría la diversión de averiguarlo por mi cuenta.
Algunas cosas creo que ya las he comprendido, pero no estoy al cien por ciento
seguro.
—Como, ¿qué?
—La forma en que me tocas.
Moví mis caderas sobre las suyas, intentando acompañarlo con una sonrisa
sexy.
Se rio entre dientes.
—Ese no es el toque del que estoy hablando, pero no te detengas.
Me detuve, frunciendo el ceño.
Tomó mi mano derecha, y la apretó contra su pecho.
—Me tocas así. —Moviendo mi mano a su hombro sonrió—. Y así… y en
todas partes, todo el tiempo. Cuando estamos en mi camioneta, juegas con mi
cabello y me encanta. Cuando comemos siempre te sientas a mi lado, incluso
cuando tenemos un reservado te sientas a mi lado y apoyas tu mano en mi pierna.
Por la noche alguna parte de tu cuerpo siempre está en contacto con el mío, y lo
haces instintivamente. Originalmente, pensé que solo era un gesto íntimo, pero no
es eso. A veces creo que ni siquiera te das cuenta de que tu cuerpo está buscando
el mío. —Se encogió de hombros—. Creo que te anclo.
¿También podría leer mi mirada en blanco? 293
—Tal vez solo te estoy reclamando frente a las mujeres que esperan que te
deshagas de mí.
—¿Hay personas, estas mujeres de las que hablas, en nuestra habitación
mirándonos dormir por la noche?
¿Escuchó sus propias palabras? ¿Nuestro dormitorio? Sin duda Cage me
anclaba, y tal vez por eso lo hacía. ¿Honestamente? No me di cuenta de que lo
hacía. Tal vez subconscientemente necesitaba el recordatorio constante de que él
era una parte real y tangible de mi vida.
—¿En serio este es nuestro dormitorio?
—Trzy cree que sí.
Miré a mi gatita desvergonzada lamiéndose en la parte superior de su torre
de gatos en la esquina.
—Me siento culpable de pagar por mi apartamento cuando no estoy allí.
—Entonces, déjalo ir cuando termine tu contrato de arrendamiento.
—¿Solo así?
—Solo así. Ya estamos viviendo juntos. Vas a tener mis bebés. Solo es
cuestión de tiempo antes de que tomes mi apellido, así que… sí. Solo así.
Mi cuerpo luchó por ser neutral, no reaccionar, pero era imposible. Sentí
que mis cejas se levantaron por sí solas, como si no les importara un carajo que mi
cerebro gritara: «¡No reacciones!»
—¿Tomar tu apellido?
—A menos que quieras quedarte con Jones. Estoy bien con lo que decidas.
—Eh… ¿me estás proponiendo matrimonio?
—Por supuesto.
¿Cómo podría un chico ser mi mayor sueño y mi peor pesadilla?
—¿Por supuesto? ¿Eso… eso es todo?
—No te sigo.
Los extraterrestres robaron al hombre de mis sueños. ¿Cómo? ¿Cuándo?
¿Quién era este impostor?
Me bajé de él, empujé la parte superior de mi maleta hacia abajo y tiré de la
cremallera. Estaba llena, demasiado llena. Se sentó y presionó su mano en la parte
superior, liberando la tensión para que pudiera cerrarla.
—Estás enojada. 294
—Detente. —Negué con la cabeza—. Recuerda, no somos la pareja de
«estás enojado».
—Entonces, solo dilo. —Sonrió.
Era la primera vez que odiaba sus hoyuelos estúpidos.
—Desprecio los clichés, de verdad. Y me encanta cómo no tenemos sentido
y tenemos sentido perfecto al mismo tiempo. Incluso me encanta no tener ni idea
de si estoy embarazada o no. Me hace sentir tan… viva. Pero… —Negué con la
cabeza.
—¿Pero?
—Pero, ¿«por supuesto»? ¿En serio? Volaste a China para besarme. Déjame
decirlo otra vez. ¡Volaste. A. China. Para. Besarme!
—¿Quieres casarte en China?
—¡Argh! —Levanté las manos, me di la vuelta y entré al baño—. Necesito
ducharme y acostarme. Tengo un vuelo temprano.
—¿Temprano? Como, ¿qué? ¿Las ocho? —Se rio.
Cerré la puerta de golpe. Mi vuelo salía a las nueve, pero que se joda por
burlarse de mí.
Treinta y tres
Volé a Nueva York a la mañana siguiente, con un dolor de cabeza a cuestas
y un novio ajeno a su idiotez. No era una palabra glamorosa, o real para el caso,
pero era la más apropiada. La nota en mi bolso debería haber sido un gesto
conmovedor:
CAPÍTULO NUEVE
Pero no fue así.
Los siguientes diez días fueron un completo borrón. A cada paso tenía una
cámara o un micrófono en mi cara: preguntas sobre las fotos y el artículo, preguntas
sobre mi relación con Cage, preguntas sobre mi aventura secreta con la niñera de
Everson.
295
Se suponía que Thad y yo íbamos a cambiar el mundo, pero mi vida personal
parecía estar por encima de todo lo demás. Su incesante movimiento de ojos en
blanco, y el rechinamiento de la mandíbula decían que estaba harto del espectáculo
secundario de mi vida. Incluso las entrevistas programadas que se suponía que solo
eran sobre el artículo de la revista, y los inventos de Thad terminaron con una o
dos preguntas sobre mi relación con el famoso mariscal de campo de Minnesota.
Los mensajes de texto con Cage parecieron centrarse en la misma mierda.
Estaba harta de eso.
Cage: Leí que estás teniendo una aventura con Thad.
Lake: ¿Quién es la rubia que está contigo en la portada de la sección de
deportes?
Cage: Te extraño.
Lake: Te extraño más.
Nuestros horarios hicieron todo lo posible para mantenernos separados.
Después de mis diez días con Thad, y un juego perdido de Cage, regresé a casa
para cambiar la ropa en mi maleta, sexo desesperado y caliente con Cage, y de
regreso en un avión para otra semana de promoción.
Regresé a tiempo para el último juego de Cage antes del Día de Acción de
Gracias. Era un partido en casa, así que fui con Shayna y Jamie.
—Eres toda una celebridad. —Jamie sonrió mientras tomábamos nuestros
asientos, abrigados para el frío juego de la noche.
—Soy un animal exótico en exhibición. Lo odio. Thad está extremadamente
agitado. Me sorprende que aún tenga trabajo.
—¡Mira! —Shayna se puso de pie de un salto—. ¿Evson? —gritó, viéndolo
calentar en el campo.
—No puede oírte, cariño.
Se dejó caer en su asiento con el ceño fruncido.
Dos tipos frente a nosotros, vestidos con ropa del equipo contrario, se dieron
la vuelta una vez, luego el tipo más grande directamente frente a mí se puso de pie
y se dio la vuelta.
—Eres ella. —Sonrió, del tipo que me hizo estremecer.
Le devolví una sonrisa cortés, rezando para que tomara asiento y no se
emborrachara más de lo que ya parecía estar.
—He visto esas fotos tuyas.
Tragué el nudo grueso en mi garganta, intentando ocultar mis nervios a
medida que Jamie se deslizaba hacia adelante en su asiento.
296
Los ojos del tipo borracho se movieron hacia mi pierna que estaba cubierta
con jeans y botas altas y amarillas.
—Eres la chica desnuda sin una pierna.
Jaime se puso de pie.
—La pierna me da asco, pero tu cuerpo, haría la vista gorda y te follaría
cualquier…
Yyyyyy estaba cayendo sobre la gente delante de nosotros, gruñendo como
un cerdo apuñalado, y también sangrando por su nariz como uno. Jamie sacudió
su puño y Shayna lloró, enterrando su rostro en mi pecho mientras la abrazaba.
—¡Maldito! —El compañero del borracho le lanzó un puñetazo torpe a
Jamie, pero mi héroe británico también le dio un golpe en la nariz.
—Lake, toma a Shayna, y salgan de aquí —advirtió Jamie a medida que la
seguridad se dirigía hacia la pelea en erupción.
Lo que comenzó como Jamie poniendo a dos imbéciles en su lugar se
convirtió en una guerra total en las gradas. La afición de un equipo contra la afición
del otro equipo.
Shayna no soltó mi pierna.
—Vamos, cariño. Tenemos que salir de aquí. ¡Shayna!
Se negó a moverse, así que la levanté y me dirigí hacia el pasillo. Fue un
caos navegar por las escaleras mientras todos los demás se abrían paso hacia la
conmoción.
—¡Shay! —La abracé fuerte contra mí, acunando la parte posterior de su
cabeza y enrollando mi cuerpo alrededor del suyo cuando perdí el equilibrio y caí
hacia adelante por la pendiente empinada de las escaleras.
Dolor… mi espalda, mi brazo, mi cabeza, mi boca. Luces, cuerpos y voces
desdibujados en el caos.
—¡Lake! —La voz de Shayna resonó mientras su carita perfecta se cernía a
solo unos centímetros de la mía.
Dios… el dolor.

Cage
Era un gran juego, pero en ese momento, ser uno de los pocos equipos
invictos que quedaban en la NFL hacía que cada juego fuera un gran juego. Era 297
difícil no pensar en las eliminatorias, el Super Bowl.
Un juego a la vez.
—La mierda se está volviendo real. —Nuestro coordinador ofensivo asintió
hacia las gradas—. Cuanto más grande es el juego… más grandes parecen ser las
peleas entre la multitud.
Lancé la pelota y luego me giré hacia la conmoción.
—Lake.
—¿Qué? —preguntó.
Nunca dejaba que me distrajera durante el juego, pero siempre sabía
exactamente dónde estaba sentada, y la pelea entre la multitud, salpicada de
guardias de seguridad que no parecían tener un maldito control sobre los fanáticos,
era exactamente donde estaba su asiento con el de Shayna y Jamie.
—¿Monaghan? ¿A dónde vas? Mantente al margen de eso —dijo mi
coordinador ofensivo.
A pesar de que mi estómago quería vaciar su contenido en el campo porque
tenía un mal presentimiento sobre la escena que tenía ante mí, seguí adelante,
aumentando la velocidad. Saltando a la primera fila, salté la barandilla y me abrí
paso entre la espesura. En cuestión de segundos, vi a Flint al pie de las escaleras
junto con paramédicos.
Mi presencia provocó una conmoción completamente nueva cuando los
fanáticos intentaron empujarme con mierda para que firmara, y todos tenían un
teléfono con cámara en mi cara. Flint levantó la vista, y sacudió la cabeza. No
podía ver más allá del círculo de personas acurrucadas alrededor de los
paramédicos, pero cuando mis ojos se movieron hacia Shayna de pie junto a Flint,
con lágrimas rodando por su rostro, lo supe. La familiar bota amarilla que caía a
un lado junto a uno de los paramédicos encorvados confirmó mi miedo.
—Muévanse… —Empujé a través de la congestión de personas en las
escaleras—. ¡Muévanse… quítense de mi camino!
Flint tuvo el descaro de intentar ponerse delante de mí y bloquear mi
persecución.
—Yo manejaré esto. Vuelve a poner tu trasero en el campo.
Le entrecerré los ojos.
—Amigos o no. Plantaré tu trasero en el suelo sin pensarlo dos veces si no
te apartas. De. Mi. Jodido. Camino.
—¡Cage! —Shayna abrazó mi pierna.
298
Flint desvió su mirada obstinada hacia ella, y luego se hizo a un lado.
—Lake está sangrando… —gritó Shayna.
—Quédate con Flint. —Saqué sus puños de mis pantalones y di un paso
más hacia adelante—. Maldición —susurré cuando subían su cuerpo a la camilla.
Estaba atada, la cabeza con un collarín y sangre brotaba de una gasa que le
apretaba la nariz y la boca, pero tenía los ojos muy abiertos.
—Lake… —su nombre salió de mi garganta; le costó mucho pasar por mi
corazón alojado en la base.
Sus ojos rodaron hacia un lado.
—Mierda, nena… —Eso no es lo que quise decir, pero no podía pensar en
nada más que preguntarme qué diablos pasó—. Estoy aquí. Yo también voy. No
me iré de tu lado.
—Cage…
Me volví hacia Flint, desafiándolo a decir una palabra más.
—Solo es un juego.
La expresión de su rostro se endureció.
—No solo es un juego, y lo sabes. Ella solo es una chica, y estará bien.
Agarré la mano de Shayna y la atraje hacia mí mientras me inclinaba hacia
delante y le susurraba al oído a Flint.
—Vete a la puta mierda, y… estás despedido.

Lake
Dos dientes frontales perdidos.
Puntadas en mi labio.
Costillas magulladas.
Y un mariscal de campo cabreado.
Eso resumía mi experiencia de fútbol de domingo por la noche.
—Renunciaré. —Esa fue la primera palabra que escuché cuando abrí los
ojos, y mi primera pista de que estaba tratando con un mariscal de campo enojado.
Mi cabeza se relajó de lado a lado.
299
Apoyó su frente suavemente en mi estómago.
Mi mano se deslizó hacia su cabeza. Quería consolarlo con una respuesta
ingeniosa, pero cuando mi lengua rozó los bordes dentados de los muñones
restantes de mis dientes frontales, decidí que nunca volvería a hablar o sonreír.
Giró la cabeza, y me miró.
—No puedes hablar, ¿eh?
Levanté mis hombros una fracción, sintiendo una punzada en mis costillas.
—Tienes puntos en el labio.
Asentí.
Hizo una mueca.
—Tus dos dientes frontales están rotos.
Asentí.
—Tienes las costillas magulladas.
Eso explicaba la punzada. Asentí.
—Jamie fue arrestado.
Mis ojos se abrieron de par en par.
Cage se sentó y se frotó la cara.
—Despedí a Flint, así que llamé a mi abogado para que se encargara de
sacar a Jamie.
Despidió a Flint. Mi corazón se rompió. Flint era su amigo. Lo que me pasó
no tenía nada que ver con Flint.
Intenté hablar, pero mi primera palabra terminó en una mueca que solo
empeoró el dolor cuando tiró de los puntos en mi labio.
—No. —Cage negó con la cabeza—. Todo está bien. Shayna estará con
Penny hasta que Everson llegue a casa. Llamé a tus padres. Están esperando mi
respuesta. Dije que volvería a llamar cuando despertaras. Por el pánico que había
en la voz de tu madre, supongo que ya está en un avión.
Al escuchar voces cerca, escaneé la habitación y me di cuenta de que en
realidad no estábamos en una habitación. No era más que una cama de hospital y
una silla encerrada por una pared de máquinas a mi espalda y una cortina corrediza
en los otros tres lados.
—Lake.
Mis ojos se movieron hacia la morena con uniforme azul marino que abrió
la cortina.
300
—¿Cómo está tu nivel de dolor? ¿Necesitas más para controlar el dolor?
Negué con la cabeza. Sí, sentía dolor, pero nada insoportable.
—De acuerdo. Sin conmoción cerebral. Eres libre de irte. Puedes
agradecerle a este joven por tu labio.
Mis ojos se entrecerraron.
—Insistió en que viniera un cirujano plástico a coserte el labio en lugar del
cirujano bucal de guardia. —Le dio a Cage una sonrisa.
A él no pareció importarle.
—Nuestro dentista de guardia hizo lo que pudo. Querrás hacer una cita con
tu dentista. Hielo en la cara si puedes, y hielo en las costillas junto con analgésicos.
Tómatelo con calma durante los próximos días. Nada extenuante. Concéntrate en
tu respiración cuando puedas y trata de respirar lenta y profundamente aunque te
duela un poco. ¿De acuerdo?
Asentí.
—Revisamos tu pierna y se ve bien, así que mientras no tengas ningún
problema con tu prótesis, deberías estar bien.
Otro asentimiento. ¡Maldita sea! La peor lesión para una persona habladora
como yo.
Cage agradeció a la doctora. Mientras se levantaba, me di cuenta de que
todavía vestía los pantalones y los botines del uniforme con una camiseta gris de
Minnesota. Flint ya habría estado allí con un cambio completo de ropa, y su
camioneta esperando en el estacionamiento. Creo que vi los mismos pensamientos
pasar por la mente de Cage mientras lo miraba.
—Despacio. —Me ayudó a sentarme, un centímetro a la vez.
Saliva teñida de sangre colgaba en un hilo largo de mi boca. Ni siquiera
podía tragar correctamente. Qué atractivo.
En serio, tenía que haber un límite para la cantidad de viajes al hospital
permitidos en los primeros seis meses de una relación. Cage tenía que pensar:
«¿Va a ir al hospital otra vez?» ¿Puedo ser más torpe?
—Shay… —Intenté hablar sin mover la boca en absoluto. Sonó como si
estuviera enojada, gruñendo la palabra con mis dientes apretados.
—Te dije que está con Penny. Está bien. Dijo que la llevabas en brazos, y
te caíste. —Sacudió la cabeza mientras me quitaba la bata de los hombros—. Lo
que sea que hiciste, evitó que ella se hiciera algún rasguño. Tú… —sus ojos se
301
encontraron con los míos—… no tuviste tanta suerte.
Eso es todo lo que me importaba. Todo sucedió tan rápido, pero recuerdo el
momento en que perdí el equilibrio, todo en lo que pensé fue en Shayna y abrazarla,
protegiéndola.
Miró mi pecho desnudo. Arqueé una ceja. No era el momento para eso.
Cage negó con la cabeza con una sonrisa pequeña.
—Solo me pregunto si deberíamos dejar tu sujetador. Puede que se sienta
demasiado apretado alrededor de las costillas.
Asentí. Me ayudó a ponerme la pierna, como el profesional en el que se
había convertido, luego me ayudó con la camiseta y los pantalones.
—Tranquila. —Me ayudó a levantarme de la cama.
Mis costillas… dolían.
—¿Quieres que consiga una silla de ruedas?
Negué con la cabeza.
—¿Quieres que te lleve?
Le di la mirada de «¿Hablas en serio?»
—Solo era una oferta.
Gran sorpresa. Nos encontramos con una multitud pequeña de fotógrafos
cuando salíamos del hospital.
Incliné mi barbilla hacia abajo, y Cage sostuvo una mano frente a mi cara
al tiempo que me guiaba con la otra mano. Un Mercedes negro familiar se detuvo.
—Encontraremos un taxi —me murmuró cuando Flint salió y abrió la
puerta trasera—. No. —Cage negó con la cabeza.
—Trágate tu maldito orgullo, y pon a tu chica en la parte trasera de mi auto.
Tuvieron un intercambio de miradas breve.
—Esto no significa nada.
Flint asintió.
—Tranquila —susurró Cage cuando me senté en el asiento trasero.
Dio la vuelta al otro lado, intercambió algunas palabras con Flint que no
pude escuchar, y luego se sentó a mi lado. Los flashes de las cámaras brillaron en
la noche cuando Flint se apartó del bordillo.
—Tu camioneta está en tu casa. 302
Cage no respondió.
—Tu equipo perdió. Bennigan lanzó cinco pases, dos que llevaron a
conversiones de touchdown.
Aún sin respuesta, pero el agarre que tenía en mi pierna se apretó un poco
con las palabras de Flint. Miré a Cage, pero él mantuvo sus ojos fijos en la ventana,
viendo pasar la carretera.
Cuando nos detuvimos frente a la casa de Cage, me ayudó a salir y me guio
hacia la puerta sin decir una palabra ni mirar en dirección a Flint. Me detuve.
Cage frunció el ceño.
—¿Estás bien?
Me di la vuelta, alejándome de sus brazos protectores y caminé de regreso
al auto donde Flint aún estaba parado junto a la puerta del conductor. Flint
compartió la misma expresión confusa que tenía Cage.
Miré hacia arriba.
—Gracias —susurré lo mejor que pude, pero no lo suficientemente alto
como para que Cage lo escuchara.
Flint se quedó mirándome por unos momentos, y luego asintió una vez.
Cuando caminé hacia Cage, pude ver la mirada de traición en sus ojos, pero
no dijo nada.

303
Treinta y cuatro
La gota que colmó el vaso no solo era un dicho cliché. Había verdad en
ello. Una gota parecía insignificante hasta que era la que se tornaba demasiado. Mi
relación con Cage se sentía invencible, hasta que todas nuestras gotas comenzaron
a multiplicarse.
No renunció. De hecho, sus entrenadores y todo el equipo apoyaron su
decisión de perderse el partido para estar conmigo a pesar de que perdieron. Cage
dijo que no era lo peor que hubiera pasado. Mucha presión venía con estar invicto.
Dijo que podrían volver a concentrarse en el objetivo más grande en lugar de
preocuparse por la pérdida que podría quitarles su récord invicto.
Solo le creí a medias. A nadie le gustaba perder.
Jamie pasó de ser un niñero vergonzoso a un héroe bruto a los ojos de 304
Everson y Cage. El tipo terminó derribando a cuatro borrachos, todos fanáticos del
equipo contrario (otra ventaja) antes de que la policía lo esposara. Jamie aún tenía
una cita en la corte programada, pero estaba fuera de la cárcel y el abogado de
Cage dijo que retirar los cargos sería sencillo.
Flint Hopkins recuperó su trabajo después de que insistí en que Cage lo
perdonara. Sabía que era difícil para Cage porque no estaba allí, pero nunca
olvidaría ver a Flint salvar a Shayna. Tendría que hacer algo mucho peor que
sugerirle a Cage que juegue en lugar de ir al hospital para que me justificara que
Cage lo despida.
Mis padres se quedaron durante el Día de Acción de Gracias. Sentí que era
excesivo para un labio suturado y un par de dientes perdidos, pero me lo guardé
porque los jugadores de fútbol no tenían vacaciones libres. Su presencia redujo la
intensidad y solo pude ver a Cage durante unas pocas horas en el Día de Acción
de Gracias. Esas pocas horas fueron desgarradoras. Cage confesó que era el
aniversario de la muerte de su padre. Me resultó difícil estar agradecida ese día.
Thad estuvo bien yendo solo a nuestras entrevistas programadas. Estoy
segura de que estaba secretamente emocionado de no tener que lidiar con mi drama
personal. ¿Yo? Vi mi cara pasar por un arcoíris de colores mientras mi labio se
curaba. El día que me puse los implantes fue el mejor día de mi vida. Era fácil dar
por hecho los dientes hasta que se rompían los dos más prominentes. No es bonito,
y hablando de sentirme insegura… no me sentí tan insegura cuando me desperté y
me faltaba parte de la pierna.
Loco.
Lake: CAPÍTULO DIEZ: ¡Espero que también se me permita declarar el
comienzo de capítulos nuevos!
Lake: ¡Di whisky!
Envié una foto de mi sonrisa nueva cuando salía de la oficina del protésico
dental. Cage estaba ocupado. Lo sabía y lo entendía completamente, pero no
respondió en absoluto, ni siquiera una cara sonriente.
—En serio, ¿quién no tiene tiempo para mandar el maldito emoji sonriente?
Penny se rio entre dientes cuando volví a llenar su copa de vino tinto. Vimos
las ráfagas de principios de diciembre bailar en el aire desde la gran pared de
ventanas en el comedor de Cage con vistas a su profundo lote arbolado.
—Puedo preguntar esto porque soy mujer, así que no puedes enojarte
conmigo, ¿de acuerdo?
—¿Qué?
—¿Estás teniendo tu periodo?
305
Me reí. Tenía razón. Si Cage me hubiera preguntado eso, lo habría
decapitado.
—No.
—¿Estás embarazada?
—No. —No hemos tenido sexo desde la última vez que tuve mi periodo.
—¿Sin sexo? —La espalda de Penny se puso rígida, con una gran sorpresa
en sus ojos.
—He estado viajando, y luego estaba teniendo mi periodo cuando ocurrió
el accidente, y desde entonces simplemente no lo hemos hecho. Creo que la cosa
de los dientes delanteros arrancados y las puntadas en el labio estropeó las cosas,
eso y que él siempre se iba o miraba imágenes del juego hasta el toque de queda.
—¿Toque de queda?
—Sí. El sueño es importante para el rendimiento, la recuperación, la
testosterona, la hGH11, etc.
—¿Y el sexo? —Penny movió las cejas.

11
hGH: hormona del crecimiento.
Sonreí.
—Lo echo de menos. Lo extraño a él.
Miró su teléfono.
—¿No debería estar en casa pronto?
—Probablemente. No sé. Ha estado comiendo todas sus comidas allí, así
que aparece en cualquier momento entre las ocho y las nueve, ve imágenes y se va
a la cama. Es una locura lo sola que me siento, pero en realidad no estaba sola
antes de conocerlo. Es una sensación tan extraña que no tenía ni idea de que faltaba
algo. Su presencia me consintió, y ahora la extraño. Nos extraño.
—¿Pero aún estás enojada por su falta de respuesta a tu selfi sonriente?
—Exacto. —Arrugué la nariz cuando escuché la puerta crujir un poco—.
Está en casa.
Penny bebió el resto de su vino.
—¿Puedes conducir?
—Pff… —Agitó su mano—. Lamentablemente, se necesitan más de dos
copas para afectar a esta chica. Cuídate, dulzura. Siempre estaré aquí para ti… si
tienes vino.
306
Sonreí mientras ella me abrazaba.
—Gracias, Penny.
—Hola, Penny. —Cage le dedicó una sonrisa cansada mientras dejaba su
bolso en el suelo y arrojaba las llaves sobre la encimera.
—Hola, número uno. —Le guiñó un ojo—. Gran juego. Qué manera de
patear traseros en Chicago el domingo pasado.
—Gracias.
Pasó junto a él.
—Lánzale un hueso a tu chica. Te echa de menos. —Dio dos pasos más por
delante de él—. Ah, y responde sus mensajes de texto.
Quería morir. Maldita sea Penny y su boca sin censura.
Cage arqueó una ceja, ya sea cansada, hacia mí.
Mis labios se estiraron en una línea firme en tanto cerraba los ojos
brevemente al tiempo que negaba con la cabeza. Cuando la puerta principal se
cerró con un clic, los abrí.
—Hola.
—¿Qué significa lanzarle un hueso a mi chica?
—Nada. —Negué con la cabeza, juntando nuestras copas de vino y
llevándolas a la cocina.
—No suena como nada.
Me giré, pasándome las manos por el cabello.
—Te extraño. ¿Y qué? No es gran cosa.
Extendió las manos.
—Bueno, aquí estoy. ¿Aún me extrañas?
Gruñí una risa cínica.
—¿No tienes que ver algunas imágenes del juego?
—Estás molesta porque estoy viendo…
Negué con la cabeza.
—No lo estoy. Por eso no he dicho nada.
—Bueno, le dijiste algo a Penny al respecto, y aparentemente me equivoqué
al no responder a tu foto. 307
La vio. Eso me molestó más de lo que debería. Cruzando mis brazos sobre
mi pecho, le lancé una sonrisa con los labios cerrados.
—¿Cómo estuvo tu día?
—¿En serio? ¿Quieres saber de mi día?
No. No lo hacía. Solo quería derribar la maldita pared entre nosotros, y
quería que me abrazara porque me necesitaba. Quería que necesitara mi toque
tanto como yo necesitaba el suyo.
Tomó mi vacilación como su respuesta.
—Estaré abajo.
—Cage…
Sus pasos se desvanecieron en la distancia.

El paso natural que venía después de una pelea era perdonar. El problema
era que, no sabía si habíamos estado o estábamos peleando. Las cosas estaban mal
entre nosotros, pero no en el sentido de apuntar con el dedo. Cage no estaba lo
suficiente cerca como para tener una pelea total. No estaba lo suficientemente cerca
como para tener mucha interacción. Incluso comencé a dormir en la habitación de
invitados porque… en realidad no estaba durmiendo en absoluto.
Netflix.
Videochat con Thad y Jerry.
Pesadillas… porque comencé a tenerlas de nuevo.
Eso es lo que consumía mis noches. Al menos Cage estaba durmiendo sin
interrupciones, pero no podía evitar el resentimiento que florecía dentro de mí.
Después de la primera noche que pasé en la habitación de invitados, me preguntó
por qué dormía allí y le dije que no quería desvelarlo con mi inquietud.
Dijo «Está bien» y lo dejó así.
¡Está bien! No tenía idea de cómo la simplicidad de sus respuestas me
irritaba hasta el último nervio.
Para cuando llegó el viernes, estaba lista para que él subiera a ese avión y
volara a Texas. Al menos si él se hallaba fuera de la ciudad no me sentiría tan
completamente ignorada. 308
—Te ves cansada. —Besó la parte superior de mi cabeza a medida que me
rozaba en el armario, metiendo ropa en su bolso para el viaje en tanto yo colgaba
la ropa limpia.
—Lo estoy.
—Bueno, tal vez puedas dormir un poco mientras no estoy.
—Tal vez también pueda tener algo de sexo —murmuré para mí, sin la
intención de que él me escuchara.
—¿Qué dijiste? —Se volvió.
—Nada. —Negué con la cabeza.
—No. Dijiste «tal vez también puedas tener algo de sexo». ¿Qué diablos se
supone que significa eso? ¿Con quién diablos estás teniendo sexo?
De espaldas a él, apoyé las manos en las caderas y miré hacia el techo, se
me escapó un suspiro exhausto mezclado con una risa.
—Nadie. Jodida y decididamente con nadie. Ese es mi punto. Solo olvídalo.
—Recogí una camisa del cesto de la ropa, y la deslicé en una percha.
—No puedo ser todo, Lake. No sé qué quieres que…
Me di la vuelta, la ira se estaba gestando en mi vientre.
—No hagas esto. No te atrevas a decir que no sabes lo que quiero que hagas.
Eso es una mierda.
Su postura defensiva reflejó la mía mientras la pared entre nosotros
acumulaba otra capa.
—¿Entonces todo lo que digo es una mierda? ¿Como si te estuviera
mintiendo?
No era demasiado tarde. Todo lo que tenía que hacer era tomarme en sus
brazos. Que me tomara en sus brazos de verdad, no un beso en la cabeza, o un
picoteo rápido en los labios, o un abrazo que durara menos de un latido. Debería
haberme arrojado a sus brazos, pero mi ego insistió en protegerme de mis miedos,
y temí que él no me correspondiera. Temía sentirme aún más rechazada. Temía el
vacío entre nosotros.
¿Cuándo comencé a temer lo que más quería en la vida?
—No —susurré a medida que el arrepentimiento me pateaba el estómago.
—Estoy bajo mucho estrés en este momento, y no estoy intentando
desquitarme contigo. Tengo este equipo increíble que podría llegar hasta la final,
y me han dado esta oportunidad y no quiero decepcionarlos. Algunos de estos
muchachos han estado jugando durante años y están cansados y quieren retirarse, 309
pero primero quieren el anillo. Así que, tengo que trabajar el doble de duro que
todos los mariscales de campo veteranos porque la probabilidad de que cometa
algún error de novato que podría costarle a todo mi equipo su oportunidad por el
título es realmente alta porque, en muchos sentidos, aún soy un novato.
Frotándome la cara con las manos, intenté recomponerme porque la
posibilidad de que perdiera el control con él en ese momento era tan alta como su
posibilidad de cometer ese error de novato que terminara la temporada.
—Lo siento.
Muérdete la lengua.
Lo sentía, pero también estaba enojada y confundida, y me preguntaba por
qué diablos nos estaba pasando esto y si saldríamos de una pieza.
Cage suspiró.
—No quería que esto fuera un error. Aún no quiero que sea un error. Quiero
hacer que esto funcione. Lo estoy intentando, pero si es demasiado para ti, tienes
que decírmelo. Entenderé. ¿De acuerdo?
Oh, Dios mío…
Me rompió el corazón, como nadie lo había hecho antes. Respirar se sentía
imposible. Mis pulmones se negaban a aspirar aire.
¡No llores, Lake! Mantén la calma. Mantén la calma. Mantén la calma…
—Te veré en un par de días. Te amo. —Se colgó el bolso sobre su hombro,
y agarró la parte de atrás de mi cuello atrayéndome para un beso rápido.
—Adiós —susurré a medida que se alejaba.
Cuando escuché que la puerta trasera se cerró, presioné una mano contra la
pared y la otra contra mi corazón, apretando el cuchillo que él acababa de clavar
en él, mientras me arrodillaba, los sollozos destrozando mi cuerpo.
Fui un error. Éramos un error.

310
Treinta y cinco
—No lo creo. —Penny me arrebató la botella de vino—. Y te estoy
cortando porque eres un peso ligero. Apuesto a que ahora ni siquiera puedes pararte
derecha.
Observé las bolsas con mis pertenencias amontonándose en el suelo junto a
la puerta principal. Trzy y yo estábamos de nuevo en casa.
—Gracioso… —La palabra salió arrastrándose de mis labios—. Iba a dejar
el contrato de arrendamiento de este lugar en febrero. Supongo que el destino sabía
algo que yo no.
Penny negó con la cabeza. Podía sacudir la cabeza todo lo que quisiera, pero
eso no cambiaría mi situación.
311
—No hay forma de que piense que eres un error. Nunca en mi vida he
conocido a un tipo que se vea y hable sobre una mujer de la forma en que Cage
Monaghan te adora.
Quería llorar más, pero el alcohol había secado mis lágrimas.
—Mal momento, supongo. Tal vez pueda ser su aventura fuera de
temporada.
—El tipo intentó dejarte embarazada, más de una vez. Eso no es una
aventura, dulzura. Ese es un compromiso de por vida. Dijo que quería casarse
contigo.
Negué con la cabeza.
—No. Cuando le pregunté si me estaba proponiendo matrimonio, dijo: «por
supuesto». —Me reí porque cualquier otra reacción dolía demasiado—. Ni siquiera
quiero estar aquí. Quiero dejarle una nota que diga: «buena suerte, espero que
consigas tu anillo», luego quiero volver a San Francisco y abrazar a mi sobrina
nueva, Harley, ir a almorzar con Jessica y molestar a Luke en el trabajo entre
pacientes.
Penny se inclinó hacia delante y agarró mi mano, apretándola con firmeza.
—Quieres sentirte amada.
Después de mirar su mano sobre la mía por unos momentos, levanté la vista
y asentí. Mis conductos lagrimales decidieron volver a funcionar.
—Quiero sentirme anclada otra vez.
Penny se puso de pie.
—Lo entiendo. Y no me arrepiento de la mayoría de las cosas en mi vida,
pero ¿huir? De eso me arrepiento. Espera hasta que llegue a casa y si aún quieres
irte, entonces aléjate. Pero no huyas. ¿De acuerdo?
Me sequé el chorro de lágrimas de mis mejillas.
—De acuerdo.

Cage
Ganamos. Un partido más hasta las eliminatorias, pero ya aseguramos un
pase de primera ronda. Al momento en que bajé del autobús, corrí hacia mi
camioneta, desesperado por llegar a casa, desesperado por llegar a Lake. Odiaba
cómo dejamos las cosas. Me comió vivo durante tres días. Quise llamar. Quise
enviar un mensaje de texto, pero necesitaba concentrarme. Sabía que las palabras 312
significarían más en persona.
—¿Lake? —llamé. Su vehículo no estaba en el garaje, pero no tenía sentido
que ella no estuviera allí, dada la hora tardía.
Encendí la luz del dormitorio. Sin Lake. Sin Trzy. Dejando mi bolso en el
suelo, caminé hacia el armario y encendí la luz.
Vacío.
Todas sus cosas se habían ido. Se sentía tan estéril como mi corazón.
—Mierda. —Cerré mis ojos.
Después de buscar una nota o alguna señal de ella y no encontrar nada, volví
a mi camioneta y conduje hasta su apartamento.
Era tarde o temprano. No me importaba, mientras golpeaba su puerta. Un
buen minuto más tarde la abrió, de pie frente a mí con una camiseta de Hello Kitty
y pantalones cortos a juego. Me tomó toda la fuerza que tenía para no caer de
rodillas y rogarle que volviera a casa. Sus ojos estaban rojos, su aspecto sin vida.
—Hola. —Sonrió y odié lo forzado que fue. Quería ser dueño de cada una
de sus sonrisas, pero en ese momento no sentía que fuera dueño de nada más que
de su dolor.
—Te mudaste.
Un asentimiento lento.
Dolía. Maldita sea, dolía mucho.
Me aclaré la garganta.
—¿Por qué?
Se humedeció los labios, y los frotó mientras sus ojos brillaban con
lágrimas.
—Odiaba ser tu error.
—¿Qué? —Entrecerré los ojos.
—Dijiste que no querías que esto fuera un error. —Parpadeó y las lágrimas
rodaron por sus mejillas hermosas—. N-no puedo sentarme esperando a que
decidas si somos un error. No puedo soportar sentirme como todo tu mundo un
minuto, y luego que me propongan matrimonio con un «por supuesto» al siguiente.
No puedo estar contigo, y no estar contigo. No puedo soportar tenerte tan cerca, y
no sentir que puedo tocarte. —Se limpió la cara y respiró temblorosamente.
—Por Dios, Lake… —Presioné mis palmas a los lados de mi cabeza,
sacudiéndola de lado a lado—. No me refería a nosotros. —Mis manos fueron de
mi cabeza a la de ella, apretando su cabello un poco más fuerte de lo que debería, 313
pero necesitaba su absoluta y total atención a las palabras que tenía que decir—.
El fútbol… mi puto trabajo. A eso me refería cuando dije que no quería que fuera
un error. A eso me refería cuando dije que entendía si era demasiado para ti.
Me incliné hasta que estuvimos al nivel de los ojos, nuestras caras estaban
separadas por unos centímetros.
—Eres tú, Lake. Eres tú todos los malditos días de la semana, y dos veces
en cualquier día de juego. Eres tú hoy, eres tú mañana, eres tú dentro de un maldito
milenio. Entiende. Eso.
Un sollozo salió de su pecho y tuve que luchar contra mis propias jodidas
lágrimas. Nada en toda mi vida me había golpeado tan fuerte como la comprensión
desgarradora de que esta mujer, todo mi maldito mundo, en realidad no sentía la
profundidad infinita de mi amor por ella.

Lake
Más fuerte.
Quería que me abrazara más fuerte. Necesitaba sus manos en todas partes
al mismo tiempo. Necesitaba su toque para devolverme la vida porque dejarlo se
sintió como una muerte lenta. Cuando abrí la puerta, apenas tenía pulso.
—Cage…
Me besó empujándome hacia atrás, y pateando la puerta para cerrarla detrás
de él.
—Eres todo —murmuró en mi cuello, tirando de mi camiseta. Su boca se
abrió para succionar mi pezón mientras mi camiseta caía al suelo.
Deslicé su camisa por su torso a medida que continuaba llevándome hacia
mi dormitorio. Cuando mis piernas tocaron el borde de la cama, Cage se arrodilló
y me bajó los pantalones cortos y las bragas, sus labios ansiosos por devorar cada
centímetro de mi piel.
—Siéntate —susurró con los labios presionados en la parte superior de mi
pierna izquierda.
Me senté. Me quitó la pierna lentamente, y bajó la funda dejándome
completamente desnuda. Pasamos de ciento sesenta kilómetros por hora a cero en
cuestión de segundos. Apoyando su frente en mi pierna, inhaló y exhaló como si
necesitara una fuerza hercúlea para hacer cada intercambio consciente de aire
mientras su mano acariciaba mi muñón, sintiendo cada ángulo como si necesitara
memorizarlo.
—¿Lake? —susurró con su cabeza aún presionada contra mi pierna. 314
Pasé mi mano por la parte posterior de su cabeza, sintiéndome un poco
inestable, un poco asustada, porque parecía tan vulnerable.
—Sí. —Exhalé un suspiro lento, intentando calmar la marcha acelerada de
mi corazón intentando atravesar mi pecho.
Levantó la cabeza lo suficiente para encontrarse con mi mirada.
—Te amo. —El dolor en su expresión trajo más lágrimas a mis ojos. Él era
dueño de cada una de mis emociones—. Cásate conmigo.
Oh, Dios…
Mis ojos y nariz ardieron con un nivel completamente nuevo de emoción
desesperada por liberarse.
—Dame. Dame cada lágrima. Dame cada respiro. Dame todos los miedos.
Dame cada toque. Dame cada sonrisa. Dame todos los días.
Bajó la cabeza y besó un rastro por mi pierna, y sobre mi rodilla hasta donde
terminaba. Besó cada centímetro de piel hasta que juro por Dios que podía sentir
el resto de mi pierna, hasta que pude sentir los diez dedos de mis pies tocando el
suelo.
—Lake… —otro beso—, Ivy… —otro beso—, Jones… —sus ojos
volvieron a los míos—, dame un para siempre. Dame la única cosa sin la que no
puedo vivir… —agarrando mi trasero, me acercó más al borde de la cama y
presionó sus labios en mi pecho sobre mi corazón—, entrégate a mí.

Empecé dándole mi cuerpo mientras mi mente se ponía al día. El único


miedo que tenía en ese momento era la posibilidad de que intentara hacerme el
amor con movimientos pacientes y calculados. Eso no es lo que necesitaba.
Necesitaba que nuestro amor físico lo consumiera todo. Lo necesitaba para
sentirme tan dolorida como mis emociones. Su toque… quería sentirlo marcado en
mi piel, en mi alma.
Tomó cada parte de mí y lo tomó sin pedir disculpas. Me sentí necesitada,
poseída y sí, completamente consumida. ¿El amor? Diezmó el dolor y la duda que
la vida había permitido colarse en mi mente. ¿Su toque? Me poseyó y como si
supiera exactamente lo que necesitaba, no esperó a que yo le diera nada… lo tomó.
Tomó cada pedazo de mí.
—Sí —susurré en su cuello, mi cuerpo sudoroso y completamente agotado
era como una muñeca de trapo encima del suyo. 315
—¿Cuándo? —murmuró, como si el agotamiento hubiera paralizado su
capacidad de hablar.
—Me casaré contigo ayer. —Mis labios se curvaron en una sonrisa contra
su piel.
Sus manos amasaron mi trasero.
—Perfecto.
—¿Mi culo?
Se rio.
—Todo.
—En caso de que te lo estés preguntando, «por supuesto» no fue una
propuesta. Esto… lo que me dijiste, la cosa de «Dios mío eso fue sexo de otra
dimensión» que acaba de suceder, fue la mejor propuesta del mundo. Tenía razón
en China al preocuparme por tu torpeza, Monaghan. Un clásico error de novato.
Pero te redimiste con el mejor pase a larga distancia ganador del juego de todos
los tiempos. Felicidades.
Su agarre en mi trasero se convirtió en un moratón.
—¿Me felicitas por el sexo o por la propuesta? Si es el sexo, entonces voy
a enojarme. ¿Nombra una vez que he sido torpe en el sexo? Nombra una vez que
hayas fingido un orgasmo conmigo. Nombra una vez en la que no hayas gritado
mi nombre tan fuerte…
—Abajo, chico. —Me reí—. Nunca has sido mediocre en el sexo.
Aflojó su agarre.
—Lo siento… lo siento mucho. Dejo que el estrés me consuma. Tenía tanto
miedo de darte un segundo de mi tiempo porque sabía que nunca sería suficiente.
No puedo encontrar el equilibrio. Soy un adicto contigo. No puedo simplemente
tomar un sorbo, un chute. Nunca es suficiente, y esa necesidad me consume.
—Bueno, en tu mundo de todo o nada, no puedo ser la nada. Pero, no podría
vivir conmigo misma si me hicieras todo en este momento. Tienes a otras personas
que cuentan contigo, y quiero verte hacer esto tanto como ellos. Así que, no me
hagas la razón por la que lo odias, hazme la razón por la que te encanta. Puedes
tener ambos. Deja de convertirlo en una elección.
Cage pasó sus dedos por mi espalda y avanzó por mi cabello, levantando mi
cabeza para mirarlo.
—Pero para ser perfectamente claro en esto: te pedí que te casaras conmigo 316
y dijiste que sí. ¿Cierto?
Mi sonrisa le dio primero la respuesta.
—Sí. Me casaré contigo.
—Porque en cierto momento dijiste que, si te preguntaba, dirías que no. Así
que, técnicamente, no puedes culpar a un chico por relajarse con un comentario
como «por supuesto». A nadie le gusta que lo rechacen.
—Estaba confundida de que incluso tuviéramos esa conversación. Ya me
habías dicho que ibas a casarte conmigo, aunque tuvieras que arrastrarme al altar
y follarme para sacarme un sí.
Su pecho vibró con la risa cuando dobló un brazo detrás de su cabeza,
inclinando su barbilla hacia mí.
—Y estuviste de acuerdo con que esa fuera mi propuesta oficial.
—Bueno… —me encogí de hombros—… sí. Fue caliente, espontáneo y un
poco cavernícola.
—¿Quieres que sea un cavernícola contigo?
—Podría pensar en cosas peores, y apuesto a que te verías bien con piel de
animal, llevando un palo o una cosa parecida a un bate de madera para proteger a
tu mujer.
—Yo… eh… lo siento, no. El papel de neandertal no funciona para mí.
—Ah, así que estamos jugando un rol. Bueno, entonces, estoy segura de que
lo del jugador de fútbol/porrista es tu área de especialización. ¿Alguna vez has
tenido sexo con una porrista?
Negó con la cabeza.
—No voy a hacer esto. Ni hablar. No voy a hacer el «¿con cuántas chicas
te has acostado?» Te gusta decir lo que somos y no somos nosotros. Bueno, esto
no somos nosotros. Si puedes pensar en lo que sucedió en la última hora, entonces
sabes que lo que tenemos es una tormenta… un fenómeno explosivo más grande
que la vida… algo mucho más allá de cualquier comparación.
Mi respiración quedó atrapada en mi pecho. Aún estábamos cayendo. A la
mierda la gravedad. Mi amor por ese hombre era tan saludable que debería
haberme comprometido. Me levanté y lo besé, y luego frotando mi nariz contra la
suya, sonreí.
—Pero en serio, ¿con cuántas mujeres te has acostado?
Me dio la vuelta y me sujetó a la cama.
—Solo una que me importe recordar. 317
Treinta y seis
Cage
Dejé a mi bella durmiente con una nota diciendo CAPÍTULO ONCE
junto a la cama.
Lake: ¡Creo que va a gustarme mucho este capítulo! Estaba pensando en
decirle a mi familia que voy a casarme. ¿Qué piensas?
Tomé el resto de mi desayuno antes de reunirme con mis entrenadores para
ver las imágenes del juego del día anterior.
—¿Viendo pornografía? —preguntó Grayson, uno de mis receptores
abiertos sentándose frente a mí.
Seguí mirando el mensaje de Lake.
318
—Mejor que el porno.
—Imposible.
—Claramente no has conocido mi lago favorito.
—Mmm… no, pero he visto sus fotos. —Entrecerré los ojos, alzando la
vista.
Levantó las manos.
—Está bien. Son de buen gusto. Y por respeto a ti, tengo una copia de la
revista en mi mesita de café, no en mi mesita de noche.
—Es bueno saber que valoras tu vida.
Cage: ¿Quién es el afortunado?
Lake: Uno que tiene la cara enterrada entre mis piernas en este momento.
Cage: Cuidado.
Lake: Hoy voy a enviar los regalos de Navidad. Aún no tengo nada para
tu familia, y Navidad es en una semana.
Cage: Me he encargado de ello.
Lake: ¿De verdad?
Me reí. Grayson me dio una sonrisa.
Cage: De verdad.
Lake: ¿Qué quieres?
Cage: Creo que mencionaste el área entre tus piernas. Ponle un moño y
estaré bien.
Lake: Sí, ahora voy a llamar a mi familia y contarles.
Cage: No le pedí permiso a tu papá. Quizás deberías esperar hasta que le
pregunte. Gran descuido de mi parte.
Lake: Claro. Llevas semanas intentando embarazar a su hija. Estoy
bastante segura de que nada de la propuesta fue un descuido, sino más bien una
ocurrencia tardía en este punto.
Un bebé. Dios, podía escuchar a Tom Jones interrogándome por eso.
—¿Dejaste embarazada a mi niña? ¿«Disfrutaste» embarazarla?
Cage: ¿Sería extraño casarse e incluso tener hijos sin decírselo a tu
familia?
Lake: Umm… 319
Cage: Olvida que pregunté. Mándales saludos. Tengo que irme. Te amo.
—¿Sexteando?
Negué con la cabeza.
—Grayson, necesitas una vida.
—El fútbol es mi vida.
Poniéndome de pie, me limpié la boca por última vez y arrojé la servilleta
en mi plato vacío.
—No es una vida. Es un juego, uno que no jugarás para siempre. Una vida…
amigo, consíguete una vida.

Lake
El hombre.
La propuesta.
El anillo.
Lo tenía todo para enero. Le debía una disculpa a Dios. Los sueños de hecho
se hacían realidad.
—¿Es muy grande?
Con su nariz en el refrigerador, de vuelta a mí, ¿cómo sabía que estaba
mirando mi anillo?
—Lo es. —Moví mis dedos, sonriendo cuando la luz de la mañana lo
golpeó, enviando un caleidoscopio de colores salpicando el techo y las paredes.
—Debería cambiarlo. —Se volvió y se sirvió un vaso alto de zumo de
naranja.
Mis ojos permanecieron pegados a mi mano izquierda mientras mi mano
derecha untaba mantequilla de chocolate y avellanas en mis wafles.
—No deberías.
—¿Tus padres saben que tengo entradas para las eliminatorias?
—Ajá. —En realidad, era perfecto, un simple y redondo solitario. Un gran
solitario sobre una banda de platino de diamantes y zafiros.
—Estarán en las gradas con mi familia. Tú estarás en el palco con Shayna
y la familia del propietario.
320
Disparé mi mirada hacia la suya.
—Estás siendo sobreprotector.
—No me jodas. —Me apartó el cabello de la espalda y la besó, dejando que
sus labios se demoraran hasta que se me puso la piel de gallina y mi cuerpo se
estremeció—. Tus días de estar sentada en las gradas terminaron. Además, no pedí
un asiento en el palco, Gretchen, la esposa del propietario, insistió en que ahí es
donde tú y Shayna van a sentarse después del incidente.
—Porque no quieren perder un juego nuevamente porque su mariscal de
campo elija a su novia lesionada por encima del juego.
—Ahora sería mi prometida lesionada, pero estoy seguro de que hay más
de una razón para su generosidad. Una vez más, me importa una mierda. Tu
seguridad es mi prioridad número uno.
Lamí mi dedo para limpiarlo y me volví hacia él, enganchando mis dedos a
través de las presillas de sus jeans descoloridos.
—¿Esto te asusta?
Entrecerró los ojos.
—¿Qué?
—¿Esta vida? ¿Nuestra vida? ¿Parece demasiado perfecto? Nosotros… tu
temporada casi perfecta… ¿la posibilidad real de ganar el Super Bowl?
Se encogió de hombros.
—Un juego a la vez. Un día a la vez.
—¿Una esposa a la vez? —Sonreí.
Sonrío, girando mi anillo en mi dedo.
—Una esposa para toda la vida.
Era bueno, realmente bueno.
—Estoy asustada. —Mis labios albergaron una sonrisa residual para ocultar
la verdadera profundidad de mi miedo.
La mano de Cage se deslizó detrás de mi cabello, sosteniendo mi cuello
suavemente a medida que se inclinaba y me besaba.
—¿De qué tienes miedo? —susurró sobre mis labios.
—Temo que estamos demasiado alto. Temo que el universo, Dios, vuelva a
exigir equilibrio. Temo que vamos a dejar de caer cuando el suelo nos golpee. —
Descansé mis manos sobre su pecho—. Le tengo miedo al suelo. 321
Apoyando su frente en la mía, la rodó de lado a lado.
—Que se joda la gravedad.

Arriba.
Arriba. Arriba.
Minnesota llegó al Super Bowl y lo hizo en el año en que Minneapolis lo
estaba organizando. Las cosas no podrían mejorar. Estaba comprometida con una
estrella de rock deportivo. Ni siquiera importaba que todos los tabloides vulgares
nos hicieran ver como si estuviéramos engañándonos entre nosotros. ¿Gravedad?
Ya no estábamos cayendo. Estábamos volando.
—Sigue moviéndote. —Flint y varios guardaespaldas me llevaban a través
del mar de fanáticos inundando el campo. Confeti cayó sobre nosotros cuando la
celebración del Campeonato de la NFC en el campo alcanzó su punto máximo.
No podía verlo. No podía verlo.
Y entonces… lo vi a él y solo a él. Apenas podía respirar. Estaba de pie
detrás del escenario con su camiseta y gorra de campeonato. Parecía un niño que
acababa de echar el lazo a la luna. Dándome una pelota de fútbol, aquella con la
que corrió hacia la zona de anotación en la última jugada del juego, sacudió la
cabeza. Luego me rodeó con sus brazos y me levantó del suelo.
—Ahora es real. ¡Dios, te amo! Nada en mi vida es real hasta que lo
comparto contigo. —Me besó y me encantó que ni siquiera pudiera contener su
sonrisa lo suficiente como para besarme.
—¡Felicidades! Qué manera de no titubear, Monaghan. —Sonreí,
mordiéndome el labio inferior, sintiendo la alegría de todo esto en mi propio rostro.
Diez segundos. Ese es el tiempo que pasamos en nuestra propia burbuja
antes de que Flint y el grupo de guardias de seguridad sucumbieran ante la multitud
de jugadores, fotógrafos y fanáticos.
—Ven. —Cage me tomó de la mano y me condujo a las escaleras subiendo
por la parte trasera del escenario donde iban a presentar el trofeo.
Negué con la cabeza, intentando sacar mi mano de su agarre.
—Es todo por ti.
—Te arrojaré sobre mi hombro. —Arqueó las cejas.
322
Mis ojos rodaron como de costumbre a medida que cedía y lo seguía al
escenario.
Gretchen, la esposa del dueño, puso su brazo alrededor de mi cintura,
manteniéndome firme a medida que Cage ocupaba su lugar en el centro de atención
con su marido y el entrenador principal al tiempo que el locutor comenzaba la
presentación. Necesitaba su apoyo. Todo mi cuerpo se estremecía por la
adrenalina.
—Muestra a las cámaras esa hermosa sonrisa tuya. También te aman,
¿sabes? —Gretchen me guiñó un ojo.
No estaba tan segura de que «quienes» también me amaban. Estaba bastante
segura de que había un grupo de Facebook de «Odio a Lake Jones» con miles de
mujeres celosas golpeando a la chica que le falta una pierna. Facebook era una
fiesta así de mierda.
No podía oír nada más que los latidos de mi propio corazón y el zumbido
de la sangre en mis oídos. Unos minutos más tarde, Cage se volvió, sosteniendo
un gran trofeo de fútbol en una mano y alcanzándome con la otra. Me besó cuando
un mar de destellos inundó el estadio y estallaron más vítores.
—A la mierda la gravedad —susurró en mi oído antes de volverse de nuevo
hacia la multitud.
Sonreí, pero debajo estaba el peor sentimiento del mundo. Un nudo en mi
estómago se tensó tanto que pensé que podría doblarme. Estábamos demasiado
alto.
Maldición. Demasiado. Alto…

Regresé con mis padres a casa de Cage mientras él terminaba sus


entrevistas posteriores al juego. Pasamos por la farmacia a comprar pasta de
dientes. Aunque la bolsa que llevé al auto tenía una caja de pruebas de embarazo,
no pasta de dientes. Mis padres no se enteraron.
Brooke, Rob y las chicas se adelantaron al llegar antes y tenían cajas de
pizza y cerveza esperando para todos.
—Cariño, ¿te sientes bien? —preguntó mamá mientras me dirigía a nuestro
dormitorio.
Me volví, forzando una sonrisa, lo cual era difícil de hacer incluso con todos
los demás prácticamente brillando. 323
—Sí. Ha sido un día loco. Bueno, pero loco. Voy a poner mi pasta de dientes
en el baño. Vuelvo enseguida.
Mamá asintió, pero el escepticismo se dibujaba en su frente.
Rompiendo la caja, saqué el primer palo.
Negativo.
La segunda y tercera pruebas también fueron negativas.
—Mierda. —Miré mi reflejo despeinado en el espejo. Tenía tantas ganas de
estar embarazada porque habría significado que el peor sentimiento de mi vida era
por la mejor razón. En cambio, sentía como si una maldita bomba estuviera
esperando para estallar. ¿Por qué? No tenía ni idea. Solo era una sensación. Una
sensación tan fuerte que me sentía al borde de las lágrimas. Simplemente aún no
podía definirlo.
—¡Cage! —gritaron Hayden e Isa al unísono.
Abrí el grifo y me eché agua fría en la cara.
—Contrólate —murmuré en la toalla mientras me secaba la cara
rápidamente.
Miré a la vuelta de la esquina hacia la celebración en la cocina.
Sonríe. Solo sonríe.
Cage se volvió, dejando la botella casi vacía de su bebida electrolítica.
—Hola.
Sonreí. Se sintió mal, pero de todos modos lo hice.
—Hola. —Ignorando el cáncer devorándome por dentro, caminé hacia sus
brazos expectantes.
Sus labios se posaron junto a mi oreja.
—Debimos haberlos alojado en un buen hotel —susurró. Su erección firme
presionada contra mi estómago me dijo por qué. Aparentemente, llegar al Super
Bowl provocaba una excitación extrema.
Debería haber compartido sus deseos desesperados, pero la nube-el-mundo-
está-llegando-a-su-fin que se cernía sobre mí no permitía que ningún rayo de sol
iluminara mi libido.
—Chicas, es hora de dormir. —Brooke nos sonrió y también mi mamá.
El calor subió por mi cuello. Ellos sabían exactamente lo que el Señor
Sensación del Deporte me estaba susurrando.
324
—Señor Jones. —Mi mamá le dio un codazo a mi papá, quien aún tenía una
cerveza en una mano y medio pedazo de pizza en la otra—. Hora de acostarse.
Termina.
Se sintió como una recepción de boda donde todos sabían exactamente lo
que los novios se estaban preparando para hacer, excepto que en el escenario de la
boda no lo estarían haciendo en la misma casa que ambos padres y dos niños de
ocho años compartían.
—Buenas noches, muchacho. —Brooke abrazó a Cage y luego su voz bajó
un poco—. Tu padre se habría sentido muy orgulloso.
Cage tragó pesado y asintió. Aparté la mirada, parpadeando para contener
mis propias lágrimas. Mi papá me dio un abrazo y luego señaló a Cage.
Cage sonrió.
—Bien hecho, Lake. —Puse los ojos en blanco—. No me pidió permiso
para casarse contigo, pero lo dejaré pasar si lo nombran el Jugador Más Valioso
del Super Bowl.
Un estremecimiento ligero arrugó el rostro de Cage. Había querido
preguntarle a mi papá.
—Buenas noches, papá.
Me soltó y le dio una palmada a Cage en el hombro mientras seguía a mi
madre hasta la salida.
—Al dormitorio —me dijo Cage cuando estuvimos solos en la cocina.
—Debería ordenar el… ¡Cage! —chillé, pero no antes de que él me tuviera
sobre su hombro, arrastrándome hacia el dormitorio como el cavernícola que decía
no ser.
—Quítate la ropa —exigió al segundo en que mis pies tocaron el suelo. La
cerradura hizo clic. Me miró con expresión hambrienta—. Fuera.
Maldición. Demasiado. Alto.
Respire hondo, y me saqué el suéter por la cabeza. Sus ojos se posaron en
mis pechos durante unos segundos antes de quitarse la camisa.
—Continúa. —Una sonrisa traviesa jugó a lo largo de sus labios.
—Mis botas —susurré.
Se arrodilló ante mí, quitándome las botas amarillas y luego deslizando mis
jeans, sujetándome con una mano en la cintura mientras con la otra terminaba de
sacarlos de mis piernas. Poniéndose de rodillas, sus labios presionaron mi ombligo
a medida que sus manos se deslizaban detrás de mí, desabrochando mi sujetador. 325
—Tan hermosa… —susurró sobre mi carne.
Cerré los ojos, sin sentir nada más que una lágrima que se deslizaba por mi
mejilla.
—Nena… —la yema de su pulgar la atrapó, trazando su camino de regreso
a mi ojo—. ¿Qué pasa?
Maldición. Demasiado. Alto.
—Estoy asustada.
Sacudió la cabeza, abrazándome contra su cuerpo a medida que se ponía de
pie, llevándome con él. Me recostó en la cama, cubriendo mi boca con la suya.
Nuestras lenguas se deslizaron juntas y más lágrimas se abrieron paso a medida
que él gemía dentro de mí. Cuando se levantó de la cama para quitarse los
pantalones, volví la cabeza y me limpié los ojos rápidamente.
—Lake, mírame.
Tragando fuerte, le dirigí mis ojos.
Se deslizó por mis bragas mientras trepaba por mi cuerpo, sin apartar sus
ojos de los míos.
—No tengas miedo. Eres mi mundo. Te protegeré con mi vida. Lo sabes,
¿verdad? —Bajó la barbilla.
Cerré los ojos cuando su lengua rodeó mi pezón. ¿Por qué era un dolor tan
hermoso? Debería haber sido simplemente hermoso.
Se enterró dentro de mí, sus labios saboreando la piel a lo largo de mi cuello.
No sentí… nada. Mis ojos permanecieron fijos en el techo blanco.
Me sentí… entumecida. Mis manos flojas contra la parte posterior de su
cabeza mientras se movían dentro de mí.
Me sentí… muerta. Mi corazón ralentizó… ralentizó… ralentizó…

326
Treinta y siete
Lake
—¡NOOOO!
Me disparé en la cama. Mis pulmones jadearon en busca de aire como un
bebé tomando su primer aliento, pero se sintió más como el último a medida que
el sudor recorría mi frente y rodaba por todo mi cuerpo, empapando mi camisón.
—¡Lake! —Cage me atrajo a sus brazos—. Shhh… te tengo. —Sollocé—.
Está bien… shhh… solo fue un sueño, nena.
No lo fue. Los sueños no hundían sus garras en tu alma y la hacían trizas.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo apreté. 327
—No te vayas. Por favor, no te vayas.
—Son las tres de la mañana. No voy a ninguna parte.
Manteniendo un agarre mortal alrededor de su cuello, negué con la cabeza.
—Estoy asustada.
—Oye. —Despegó mis brazos de su cuello y encendió la lámpara.
Ambos entrecerramos los ojos ante el ardor inicial en nuestras pupilas.
—Mírame. —Acunó mi cara—. ¿Qué está pasando contigo? Esta es tu
tercera pesadilla en la última semana.
—Estás en el campo… h-herido.
—Estoy aquí. Estoy bien. Solo es una pesadilla. ¿De acuerdo?
—Es tan real…
—No lo es. Estoy aquí. Puedes tocarme. Estoy bien. Estás bien… estamos
bien.
—No te vayas… —susurré.
Me quitó el camisón empapado, agarró su camiseta blanca del final de la
cama y me la puso por la cabeza.
—No voy a ninguna parte. —Después de apagar la luz, apretó mi espalda
contra su pecho y me abrazó con fuerza hasta que el sueño vino de nuevo.

—Debe ser serio. —Luke sonrió, de pie en la puerta.


Toda mi familia y Cage estaban en Minneapolis para el Super Bowl que
estaba a solo tres días. Cage tenía una casa grande, pero no lo suficientemente
grande para todo el clan Jones, de modo que todos, excepto nuestros padres, se
quedaban en un hotel.
—¿Dónde están Jessica y los niños?
—Se quedaron en el hotel. Dijiste que necesitabas hablar conmigo… dijiste
que era muy importante, así que vine solo.
Asentí, cerrando la puerta detrás de nosotros.
328
—¿Dónde están los padres de Cage?
—Se llevaron a Hayden e Isa de compras. Centro Comercial de América.
Luke asintió, sintiéndose como en casa en la silla de la mesa auxiliar a rayas
blancas y negras más cercana a las ventanas de la cocina.
—¿Café? ¿Té? ¿Cerveza? ¿Vino?
—Agua. —Sonrió—. Te ves mal.
—¿Te refieres a un jodido manojo de nervios? —Le entregué el vaso de
agua y me senté frente a él.
Tomó un sorbo.
—¿De hermano a hermana? Sí. Pareces un jodido manojo de nervios.
Estaba desempeñando el papel de un médico educado.
—¿Crees en las premoniciones?
—¿El sexto sentido? He lidiado con pacientes que han tenido
premoniciones. No es un fenómeno bien entendido, pero no me opongo a la
posibilidad de que algunas personas los tengan.
—¡Dios! —Negué con la cabeza, pasando mis dedos por mi cabello—. Es
por eso por lo que nunca te hablo de estas mierdas. Era una pregunta simple de sí
o no. —Y así como así… me di cuenta de lo mucho que me había afectado este
presentimiento. Eso no es lo que quería decirle a Luke.
Frunció el ceño. Él también lo sabía.
—Sí —dijo en voz baja—. Creo que la gente tiene premoniciones…
presentimientos en sus entrañas que son la verdad absoluta. A veces solo es una
sensación. A veces es más vívido, algo que les llega en un sueño. Tuve un
presentimiento con Jess. Mi instinto sabía que algo estaba terriblemente mal antes
de que mi cabeza pudiera entenderlo. Simplemente… lo sabía.
Asentí, mirando por las ventanas al sol resplandeciendo a lo largo de la
nieve como diamantes. Limpiando las lágrimas de mis mejillas, respiré
temblorosamente.
—Para mí comenzó como un presentimiento, como un cáncer carcomiendo
mis entrañas. Tuve dolor físico con ello, pero luego… —Tragué pesado—, tuve el
sueño… pesadilla. Fue tan claro, tan real. El campo. El reloj del partido, le quedaba
exactamente un minuto. Cage estaba… —Más lágrimas corrieron por mis mejillas.
El dolor era real. El sueño era real.
—¿Cage estaba?
Miré a Luke. 329
—Sin vida.
Luke se permitió asimilar mi confesión a medida que asentía lentamente.
—¿Herido?
—Paramédicos. Entrenadores. Jugadores arrodillados. Y la multitud…
silenciosa. Pero Cage, no se mueve, ni un músculo.
Después de unos momentos más de silencio, me reí entre lágrimas.
—Dime que es una locura. Dime que estoy loca. Dime que es imposible.
Por favor, por favor, dime algo para hacer que se vaya. —Luke no dijo nada, solo
me miró con lo que parecía lástima—. Di algo —supliqué.
—Lo siento. —Sacudió la cabeza.
Salí disparada de mi silla, haciéndola chillar por el suelo de baldosas.
—¿Lo sientes? ¿Qué significa eso? ¿Sientes que me esté volviendo loca?
¿Sientes que no haya nada que puedas hacer? ¿Que no haya nada que yo pueda
hacer? —Tiré de un puñado de mi cabello. Estaba loca. La locura se sentía como
una mierda.
—Todas las anteriores.
—Esto no es justo. ¡Eres un maldito psiquiatra! Dime qué hacer.
—Dile.
Me reí, el tipo de risa lunática certificable.
—¿Decirle? Qué brillante, Luke. Le dije que tengo miedo. Sabe que he
tenido pesadillas.
—¿Le dijiste por qué estás asustada?
Negué con la cabeza.
—Solo fue un presentimiento durante mucho tiempo. No había nada que
contar.
—¿Y le has hablado de los sueños?
—Él sabe que los he tenido, pero no sabe exactamente de qué se trata.
—Dile.
Gruñí.
—¿Y entonces qué? ¿De verdad crees que no va a jugar? Es el pináculo de
la carrera de un jugador de fútbol. Es la maldita razón por la que hacen lo que
hacen. No va a dejar de jugar simplemente porque tenga un presentimiento o un
sueño. 330
—Tienes razón. Todavía va a jugar el partido.
—Entonces, ¿cuál es el punto?
—El punto es que habrás hecho todo lo que pudiste hacer.
—¿Pero seguirá jugando?
—Sí.
—Y salir herido o morir o lo que sea que signifique mi sueño.
—Podría ser solo un sueño.
—O puede que no.
Luke asintió lentamente.
—O puede que no.
—Dios me odia. Ni siquiera sé lo que hice, pero él me odia.
—Creo que le damos demasiado crédito a Dios por las cosas que no controla
y no lo suficiente por las cosas que sí controla. —Se levantó—. Tengo que irme.
Tengo una esposa que quiere una ducha. —Atrayéndome a sus brazos, susurró
junto a mi oído—: Dile y luego… reza.
Debería haber sido fácil hacer que Cage entendiera mis presentimientos.
Después de todo, todo el equipo se apegaba a un horario rígido: comidas, práctica,
entrevistas, hora de dormir. Nadie cambiaba nada. Para un grupo de hombres que
no querían desviarse ni un poco de su programa normal por miedo a la mala suerte,
mi premonición no debería haber sido un fenómeno tan absurdo.
Incorrecto.
—La seguridad será estricta. El número de locos se duplicará. Quédate con
Flint o con uno de tus hermanos en todo momento. ¿Entendido? —Cage cerró la
cremallera de su maleta.
No me quedaba ni una uña, y el interior de mi mejilla y mi labio inferior
estaban casi roídos.
—¿Qué piensas de las premoniciones?
Cage se rio.
331
—Las tengo todo el tiempo. Normalmente sobre jugadas en un partido.
—¿Y son acertadas?
Se encogió de hombros mientras metía los pies en sus zapatillas.
—A veces. ¿Por qué?
—¿Mis pesadillas?
—¿Sí?
—Han sido sobre el juego y terminas herido en ellas. —Me miró, arqueando
una ceja.
—¿En serio?
Asentí.
Cage pareció pensar en ello y por un momento fugaz pensé que haría o diría
algo para cambiar lo que parecía el destino.
—Últimamente también he tenido algunos sueños locos. —Se levantó—.
Ven aquí.
Di pasos cautelosos hacia él. La sensación de muerte inminente haciendo
parecer que cada paso y cada toque serían los últimos.
—No estoy tan segura de que sea una locura. ¿Y si no lo es?
Acunó mi cara entre sus manos y sonrió. Todo en mí en ese momento era
una ilusión.
Por dentro apenas estaba conservando la calma. Me estaba muriendo y él
no podía verlo.
—En tu sueño, ¿al menos ganamos el juego?
—Vete a la mierda.
Me aparté.
—¿Qué? Oye… —Me agarró del brazo y me acercó a él—. ¿Qué está
pasando? Estaba bromeando.
—¡Bueno, yo no! He tenido este sexto sentido con el juego. Antes de tener
los sueños, me sentía físicamente enferma y no tenía ni idea, ni palabras, para
explicar adecuadamente esta sensación inminente de pavor. Pero luego tuve los
sueños y tú estabas en el campo completamente sin vida con todos a tu alrededor
y el estadio estaba congelado en silencio y… y… el reloj se detuvo a un minuto.
¡Uno!
—Lake… —negó con la cabeza—. No estoy intentando descartar tus 332
sentimientos. ¿No sé qué quieres que haga? ¿Que no juegue? ¿Eso es lo que estás
pidiendo?
No sabía lo que estaba pidiendo. Quería que jugara tanto como no quería
que jugara. Era la pregunta más imposible de responder. Era la decisión más
imposible de tomar.
Limpiando mi cara, cedí a una sonrisa triste. El dolor alcanzó un
entumecimiento sordo. Todo lo que podía sentir era el latido de mi corazón porque
él, estaba delante de mí.
—No sé lo que estoy pidiendo, así que supongo que no estoy pidiendo nada.
Solo tenía que decírtelo, y lo siento, porque sé lo egoísta que es de mi parte decirte
esto ahora mismo, pero yo…
Me abrazó tan. Jodidamente. Apretado.
—Te amo —susurré—. Eso es todo lo que en realidad necesitas saber.
Treinta y ocho
Cage
Mi vida en destellos:
Lake.
Mi padre.
El momento del impacto.
La multitud.
Los labios de Lake moviéndose a lo largo de mi piel.
333
El sudor.
La luz al final del túnel enfocándose.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho.
El rugido de 73.000 personas.
Mis pulmones luchando por respirar.
La espalda de Lake arqueada, sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos,
mientras subía por su cuerpo desnudo.
La voz de mi madre en mi oído.
Empuñando mi mano una y otra vez para evitar que tiemble mientras las
banderas ondean y alguien prolonga la nota final de The Star Spangle Banner.
Las lágrimas de Lake.
Ahogándose. Ahogándose jodidamente en sus lágrimas.
Una moneda girando una y otra vez en el aire en su camino hacia el césped.
El eco de mi propia voz gritando la jugada. Y luego… silencio.
Lake
POR FAVOR, DIOS… por ESTA vez… solo, por favor, no te lo lleves. Haré
lo que sea.
Tenía la tarjeta que me dejó en mi bolso:
CAPÍTULO DOCE
Lake: Mantén tu cabeza en el juego. Mi premonición solo fue un momento
de locura. Disfruta este momento. ¡Te lo mereces! Amarte es el mayor placer de
mi vida. No puedo esperar a ser tu esposa
No sabía si lo vería antes del juego, pero decidí adelantarme al presionar
enviar.
—¿Estás bien? —Jessica tomó mi mano antes de que Flint me acompañara
a la suite del propietario.
—Luke te lo dijo. —Miré por encima del hombro al resto de la familia
iluminada por la emoción. Luke nos daba la espalda. Todos le debíamos mucho a
Penny por cuidar a los niños. 334
Jess apretó mi mano.
—Creo que también te metiste con su cabeza.
Asentí, forzando una sonrisa. Nunca quise traerle de vuelta los malos
recuerdos a mi hermano.
—No debí haber dicho nada.
Jessica se acercó, apretando mi mano con más fuerza.
—Es fuerte como lo era su padre… tal vez más fuerte. Pero tú… —Sonrió—
. Eres como yo… tal vez incluso más fuerte. Los supervivientes no se hacen.
Nacen. Eres uno de nosotros.
—Podría lastimarse.
Asintió.
—Podría.
—Podría… —Ni siquiera podía decirlo.
Asintió.
—Podría.
La mujer que había idolatrado desde el día que la conocí creía en mí. No me
sentía merecedora. Me sentía como la chica que construyó sus sueños sobre un
hombre, un mortal, y todo estaba a punto de estrellarse, llevándome en sus
escombros.
—Es mi todo.
Jessica negó con la cabeza.
—Es un momento.
—No estoy lista para que termine este momento.
Sonrió, pequeña, dolorosa y llena de sus propios momentos perdidos.
—¿Lista? —Luke tomó la mano de Jessica.
Respiré profundamente y lo convertí en una sonrisa para aquellos que me
habían tomado de la mano toda mi vida.
—¡Vamos, Minnesota! Nos vemos en el otro lado. —Agarrando a Flint del
brazo, lo seguí hasta la suite del propietario.
Gretchen me saludó de inmediato.
—¡Ahí está! —Me abrazó—. Toma algo y come algo. ¿Estás lista para esto? 335
No lo estaba. No. Estaba. En. Absoluto. Lista.
—No tienes idea. —Mis labios formaron una sonrisa tensa.
—No es un mal lugar para él en tan solo su segundo año.
Era el peor jodido lugar de todos los tiempos, y yo era la única que lo veía.

Ben murió y yo viví.


Quería el corazón. Quería su beso. Quería ese momento.
No tenía que haber una razón para que él muriera y yo viviera. La vida era
un millón de cosas y algo profundamente diferente para cada uno, pero despojada
de su verdad más sencilla, la vida era siempre una experiencia.
Si había un Dios, tal vez en realidad no me odiaba. Quizás me amaba.
Quizás me amaba lo suficiente como para permitirme experimentar la vida, sin
limitaciones.
Amaba a Cage. Lo amaba lo suficiente como para permitirle experimentar
la vida, sin limitaciones.
Mientras me acomodaba en mi asiento, vi a Monaghan en el campo. Era su
experiencia. Llamarla una vez en la vida era un eufemismo.
El sueño de un niño.
El momento de mayor orgullo de un padre.
Esperaba que AJ estuviera mirando a su hijo.
Si Dios de verdad lo sabía todo, entonces sabía que Ben iba a morir y yo iba
a vivir. Él dejó que la vida sucediera. No tenía más remedio que experimentar el
día, el momento, con otras 73.000 personas.
—Estás temblando. —Gretchen apoyó sus manos en las mías que estaban
dobladas en mi regazo—. Gene jugó para Baltimore hace muchos años. ¿Lo
sabías?
Negué con la cabeza. Cage no hablaba mucho de los dueños del equipo más
que para decir lo agradecido que estaba por su oferta de dejarme sentarme con
ellos.
—También era mariscal de campo. Nos conocimos en la universidad y nos 336
casamos el verano anterior a su temporada de novato. Me dio una úlcera en su
primera temporada. Estaba tan preocupada por cada tacleo, cada golpe… para
nosotras no se trata de ganar. Cada juego en el que tu chico sale del campo por su
cuenta es una victoria. —Apretó mis manos—. Hoy huelo la victoria.
Quería saber si sus palabras eran una premonición o simplemente una
mierda para evitar que vomitara en sus zapatos caros. No pregunté.
Sesenta minutos de reloj y cuatro oportunidades para que marque la 1:00.
Por favor, que solo sea un mal sueño.
Al final del primer cuarto, Cage aún estaba bien y Minnesota estaba arriba
por siete.
Para el entretiempo estaban arriba por catorce y Cage no solo estaba bien,
sino que hizo una jugada furtiva de mariscal de campo y anotó con tres segundos
en el reloj. No podía verme, pero sabía exactamente dónde estaba. Besó dos dedos
y luego los señaló en mi dirección. Gretchen me abrazó. Mi corazón aún no latía.
Denver empató con dos minutos en el reloj del último cuarto. Al igual que
había hecho en los tres cuartos anteriores, contuve la respiración durante cada
jugada mientras los números en el reloj avanzaban. Solo tenía que sobrevivir una
vez más para que el reloj marcara la 1:00.
Un minuto y diez segundos… el central subió la pelota.
Nueve segundos, Cage retrocedió varios pasos y ladeó el brazo listo para
lanzar. Ocho segundos.
Siete segundos.
Agarré mi estómago. ¿Ese dolor? Me golpeó en el estómago.
—¡NO! —grité forzándome a estar de pie como si de alguna manera me
escuchara en el campo.
Todos en la suite me miraron con los ojos del todo abiertos.
Cinco segundos.
Cuatro segundos.
—¡Noooo! —Apreté mi camisa sobre mi corazón—. ¡CAGE!
Se llevó la pelota al pecho, protegiéndola, luego corrió con ella.
Tres segundos.
Agachando la cabeza y encorvando los hombros, chocó de cabeza con un
defensor.
Dos segundos.
337
Todos los ojos en la suite se movieron de mí a él mientras caía al suelo.
Un segundo.
Golpeé mis manos contra el cristal.
—¡CAGE!
Con el reloj detenido a un minuto, mi mundo yacía sin vida en el campo.
Entrenadores, instructores y médicos corrieron hacia él y ese maldito silencio
inquietante se extendió por el estadio.
Gretchen abrazó mi espalda.
—Está bien, él estará bien. —Negué con la cabeza, las lágrimas corriendo
por mi rostro.
Al diablo con el destino.
A la mierda las premoniciones.
A la mierda la vida.
Ben murió y yo viví. Puras mierdas… en ese momento estaba lejos de estar
viva. Si Cage se iba, yo también.
Cage
—A-YU-DA… —Mis palabras no encontraron voz. Mis pulmones
rogaron aire. No podía moverme.
Antes de que los médicos llegaran a mí, lo vi en las caras de mis compañeros
de equipo: miedo.
¿Por qué mis manos no se movían? Mis piernas… podía sentirlas, pero no
podía moverlas. Mis pulmones… ¿qué diablos les pasaba a mis pulmones? ¿Por
qué no podía respirar? Pequeñas bocanadas de aire, eso es todo lo que podía tomar.
No era suficiente.
Me hicieron tantas preguntas a medida que repasaban todos sus controles
conmigo.
—Junta las piernas —ordenó uno de los médicos.
No pude.
Lake. Ella sabía.
Me quitaron la mascarilla y me colocaron sobre la tabla, sujetándome
338
mientras alguien sostenía ambos lados de mi casco.
Estaba paralizado.
No podía respirar.
Lake. Ella sabía.
—¿Puedes dar el visto bueno a la multitud? —preguntó uno de los médicos.
Mi pulgar se movió, más como un tic, pero eso fue todo. Más de setenta mil
personas en el estadio, y todo lo que podía escuchar era mi corazón. Se sentía débil.
Lake. ¿Dónde estaba mi Lake? Odiaba que estuviera viendo esto. ¿Qué iba
a hacer? No podía abrazarla y decirle que todo estaría bien. ¿Verdad? ¿Volvería a
abrazarla alguna vez?
Entonces, apareció el miedo. Estaba tan jodidamente asustado.
¿Estaba paralizado? ¿Volvería a caminar alguna vez? ¿Por qué era tan
jodidamente difícil respirar?
Lake… ella sabía…
Treinta y nueve
Lake
Después de haber estado encorvado en su silla, con la cabeza entre las
manos, Luke finalmente levantó la vista hacia mí. Si no hubiera estado
completamente entumecida, creo que el dolor en su expresión me habría cortado
profundamente el corazón. ¿Mi corazón aún seguía latiendo? No podía sentirlo.
—Debí haber… —Sacudió la cabeza.
Jessica apoyó la mano en su rodilla. Aparte de Cage, los tres éramos los
únicos que conocíamos mi premonición. Quería decirle a su mamá que fue mi
culpa. Debí haber hecho más para detenerlo. Antes del juego, me había convencido 339
para creer que cualquier cosa que sucediera no era más que el libre albedrío… la
vida.
Ver cómo sacaban su cuerpo inerte del campo en una camilla lo cambió
todo. Culpa. Eso es todo lo que tenía. Me absorbió y me tragó por completo en
cuestión de segundos.
Horas después terminaron sus pruebas y lo trasladaron a UCI.
—Vamos, Lake. —Brooke tendió su mano cuando la enfermera le dio
permiso a la familia para verlo por primera vez.
Me quedé mirando su mano sin comprender. Aparte de mis ojos pasando de
un objeto inanimado a otro durante las últimas horas, no creo que en realidad me
moviera de mi posición desinflada en la silla. Si la conmoción total tuviera una
imagen, tenía que haber sido yo. Incluso cuando la sala de espera se desbordó con
los demás jugadores que vinieron a verlo directamente desde el juego, no me moví.
No podía.
—Cariño, ahora puedes ir a verlo. —Mi mamá tocó mi brazo.
Mis ojos se dirigieron a su mano; era otra cosa en la que concentrarme hasta
que mis ojos se pusieron vidriosos otra vez, desenfocando todo y volviendo al
espacio vacío de mi mente donde nada tenía sentido.
Jessica se encorvó frente a mí, tomando mi rostro entre sus manos con
firmeza.
—Esto es todo. Aquí es donde te hundes o nadas. Aquí es donde los
supervivientes se separan de las víctimas. —Agarró mi pierna, mi prótesis—. Eres
una superviviente. Levántate.
Estoy segura de que la gente a nuestro alrededor pensaba que estaba siendo
insensible. Sabía lo contrario. Ella me amaba demasiado para verme ser una
víctima. Había una razón por la que la había idolatrado durante tanto tiempo.
Se puso de pie y me tendió su mano.
—Levántate.
Un silencio inquietante se apoderó de toda la sala de espera. El
entumecimiento comenzó a desaparecer, y lo primero que sentí fue una habitación
llena de ojos sobre mí. Mi cuerpo desnudo circuló por todo el mundo en una revista
con un público masivo. Les mostré todo a todos sin miedo, pero estaba tan
jodidamente asustada de dar los treinta pasos que me separaban de Cage. Me paré.
Jess apretó mis manos.
—La fuerza reconoce la debilidad. Le tiene un respeto sano, pero nunca se
somete a ella. ¿Entendido?
340
—Entendido —susurré. Volviéndome, seguí a Brooke a la UCI.

La mirada.
Me negaba a tener esa mirada. Era la mirada que mis padres tuvieron
cuando salí del coma. La mirada de estamos-tan-felices-que-estás-viva seguida de
una mirada atormentada de tu-cuerpo-está-tan-destruido.
¿Brooke? La tuvo al momento en que entramos en la habitación. Canalicé
toda la maldita fuerza que pude de algún lugar desconocido y la pegué en mi cara
para no tener ninguna reacción. No fue fácil, dados los miles de millones de cables
y máquinas conectados a su cuerpo, su cuello en un aparato ortopédico enorme.
—Hola. —Su voz fue suave, un poco laboriosa, cuando sus ojos se
movieron hacia Brooke.
—Hola. —Ella descansó su mano sobre la de él. No se inmutó—. ¿Cómo
te sientes?
—No siento mucho… de nada.
Di otro paso hacia él. Su mirada desviándose para encontrarse con la mía.
—Capítulo Trece. —Intentó sonreír.
No fue gracioso. No quería ese capítulo de nuestra historia.
—Sabías… —susurró.
No lo hacía. ¿No podía ver eso? Si en realidad lo hubiera sabido, habría
hecho todo lo posible para mantenerlo fuera del campo. ¿La verdad? No sabía nada
y, sin embargo, al verlo en la cama del hospital, parecía que lo sabía todo.
—¿Qué sabías? —Brooke me miró.
Negué con la cabeza.
—Nada.
Regresó su atención a Cage.
—El médico nos dijo que es una contusión espinal y que mañana te harán
más pruebas, pero tiene la esperanza de que recuperarás todas las funciones
corporales después de que baje la hinchazón. Volverás al campo en poco tiempo.
Hice una mueca. ¿Cómo podía decir eso? ¿Qué madre ve a su hijo recibir
un golpe que podría haber acabado con su vida y dice eso? Amaba a Brooke, pero 341
en ese momento le perdí un poco de respeto. Esperaba que lo dijera por su bien y
no por el de ella.
—Ya veremos —dijo Cage.
—Hay un montón de jugadores en la sala de espera que quieren verte, pero
no se les permitirá mientras aún estás en la UCI. A tu médico le gustaría trasladarte
mañana, a más tardar el martes.
Cage se rio un poco.
—Dijo que estoy obstruyendo la UCI. Incluso algunos pacientes que saben
que estoy aquí quieren venir a verme. Con bolsas de catéter, intravenosas y todo.
Es una locura.
—Suenas tan sin aliento.
—Golpeó el área que controla mi respiración.
Brooke entrecerró los ojos y asintió.
—Ganaste. —Sonrió un poco—. Tus compañeros de equipo… llevan sus
camisetas y gorras del Campeonato del Super Bowl.
Cage sonrió. No había visto ningún signo de movimiento en el resto de su
cuerpo, pero logró sonreír a pesar del elefante gigantesco en la habitación: parecía
paralizado del cuello para abajo.
Brooke estaba sonriendo. Él estaba sonriendo. ¿Yo? No pude aguantar ni
un segundo más. ¿Esa debilidad? Estaba dispuesta a reconocerla, más bien exigía
mi reconocimiento. Corriendo hacia el baño, agarré mi cabello y lo aparté de mi
cara mientras vomitaba en el inodoro.
—Oh, Lake… —Brooke frotó mi espalda—. Pobrecita. Toma.
Mientras desplegaba mi cuerpo, sintiendo un poco de alivio, me entregó una
toalla de papel mojada. Me limpié la boca.
—Lo siento.
—No te disculpes. No puedo decirte cuántas veces he tenido ganas de hacer
lo mismo desde que lo sacaron del campo. Nervios. Temor. Es agotador para el
cuerpo.
Brooke tenía razón. Necesitaba deshacerme de ese sentimiento que me
había estado atormentando. Era ridículo temer lo que ya se había hecho realidad.
Cage estaba en la UCI, paralizado, y no podía hacer nada al respecto.
Salí del baño y me estremecí cuando Cage me miró con el ceño fruncido.
—Mamá, ¿podrías darnos unos minutos?
Volvió a rozar su mano con la suya, y luego me sonrió. 342
—Por supuesto. —Las lágrimas en sus ojos no pasaron desapercibidas para
mí. Brooke se mantenía firme por todos los demás, pero en algún momento ella
también tendría que dejar salir sus emociones.
—Gracias —susurré antes de que se volviera para irse.
Simplemente lo miré. No parecía real.
—Lake… tócame.
Mis ojos recorrieron su cuerpo poco a poco.
—¿Dónde?
Se rio entre dientes.
—En cualquier sitio. Mi pecho, mi brazo, mi pierna. Extiende tu mano
debajo de las mantas y frota mi pene, pero no saques mi catéter. En cualquier lugar,
solo tócame porque te ves tan jodidamente asustada en este momento.
—¿Y tú no? —Cerré mi mano en puños varias veces antes de apoyarla en
la manta sobre su pie—. ¿No tienes miedo?
—Más allá de lo posible —dijo justo por encima de un susurro con una
crudeza en su voz que flotó en el aire como si fuera la primera cosa verdadera que
hubiera dicho desde que cayó al campo.
Pasé mi mano por su pierna y sobre su cadera y estómago hasta su pecho
desnudo, descansando entre el lío de cables y electrodos conectados a él.
—Eres clarividente.
Negué con la cabeza.
—No lo soy.
—Sabías.
—No sabía. —Alejándome de su cama, pasé mis manos por mi cabello,
inhalando profundamente a medida que le daba la espalda—. No sabía ni una
maldita cosa. Lo presentí. Lo soñé. Intenté esconderme de eso, negarlo. Desde que
murió Ben, dudo de todo. Vivo con el miedo constante de tomar la decisión
equivocada.
Volviéndome hacia él, presioné mi mano contra mi boca y negué con la
cabeza lentamente.
—No fue una premonición de un avión cayendo de modo que pudieras
haber tomado un vuelo diferente, o un accidente automovilístico de modo que
pudieras haber tomado una ruta diferente. Era el día más importante de tu carrera.
Si no hubieras jugado, nunca lo hubiéramos sabido con certeza, pero tu carrera
habría terminado. No podías dejar de jugar porque tu novia tuvo una pesadilla.
343
—Prometida.
Hice una pausa por un momento y luego asentí.
—No vas a cancelar la boda por algo tan trivial como que yo no pueda
caminar o, a decir verdad, tener una erección… ¿cierto?
—No es divertido. Estás intentando hacer una broma de algo que es tan…
—La alternativa apesta. Si pierdo el humor, las cosas podrían ponerse
realmente mal.
No quería sonreír. No era gracioso.
—Que te jodan a ti y a tus malditos hoyuelos.
—Me encanta lo irresistible que sigo siendo para ti, incluso con el noventa
por ciento de mi cuerpo sin funcionar correctamente y el hedor que debe emanar
de mi cuerpo pegajoso y sudoroso.
—Estoy segura de que las enfermeras ya se están peleando por quién te dará
un baño de esponja.
—Umm… soy partidario de la rubia con puntas azules.
—No me digas, ¿en serio? —Puse los ojos en blanco—. No me gusta estar
celosa. Si no tienes cuidado, Flint volverá a sacarme de la cárcel por usar mi pierna
biónica para patearle el culo a una enfermera por tocar el tuyo.
—Creo que mi polla se movió. —Parpadeó con fuerza, pero estaba bastante
segura de que no tenía nada que ver con su polla.
—Te duele.
—Mi cuello y mi cabeza han tenido mejores días.
—Monaghan.
Giré. Y entró el médico que nos habló en la sala de espera.
—Estás causando un alboroto en mi UCI. La noticia de ti ha llevado a otros
pacientes a solicitar verte, alegando que es su último deseo. Y me han dicho que
el estacionamiento se ha convertido en una mezcla extraña entre una vigilia con
velas y una celebración del Super Bowl. La mitad o más de tus compañeros de
equipo y entrenadores han reclamado mi sala de espera, a pesar de que a todos se
les ha dicho que no podrán visitarte hasta mañana. Así que… esto es lo que
necesito de ti. Para mañana por la tarde, si la hinchazón ha bajado, que debería,
necesito que muevas algunas partes del cuerpo para que podamos transferirte a una
habitación diferente, no a mi UCI. ¿Puedes hacer eso por mí? 344
Cage sonrió lo mejor que pudo.
—Veré lo que puedo hacer.
El doctor me miró.
—Está en buenas manos. Por supuesto que puedes quedarte, pero te sugiero
que vayas a descansar un poco porque tengo la sensación de que mañana serás mi
mayor activo para persuadir a nuestro mariscal de campo para que se siente… se
ponga de pie… —Sus labios temblaron, mirando a Cage—. Incluso podrías hacer
que camine. ¿Crees que vas a caminar mañana por nosotros?
Mis ojos se abrieron del todo y revolotearon entre Cage y el chico de la bata
blanca con la manera más sorprendente de tratar a su paciente.
—Sí. —Sonreí y se sintió real, como si tuviera esperanza—. De lo contrario,
conozco a un tipo que puede hacer caminar a cualquiera. —Le guiñé un ojo a Cage.
Thaddeus se daría un festín con Cage. Demonios, probablemente esperaría
que Cage no recuperara la función completa solo para poder mostrar un invento
nuevo y volver a aparecer en los titulares.
—Vete a casa, nena.
—Quiero quedarme.
—Vomitaste hace como, veinte minutos. Necesitas dormir y comer antes de
volver mañana a darme una ducha. —Le sonrió al doctor.
Sentí mi piel calentarse de vergüenza.
El médico mantuvo la barbilla baja, mirando su iPad.
—Monaghan, si mañana caminas por mí, te dejaré invitar a diez mujeres a
darte una ducha siempre que tú y tu club de fans estén fuera de mi UCI.
—Doc., solo una. Solo quiero una mujer.
Me incliné con cautela, dejando que mis labios se cernieran sobre los suyos.
—Monaghan… no olvides amarme. —Presioné un beso ligero en sus
labios.
—Imposible —susurró.

345
Cuarenta
Cage
Un parpadeo.
Cualquiera podría cerrar los ojos e imaginar cómo sería ser ciego, o usar
audífonos con cancelación de ruido e intentar imaginar cómo sería ser sordo.
¿Perder toda función de tus brazos y piernas? Ninguna palabra podría
describir con precisión ese sentimiento. El «sentimiento» de no sentir en absoluto.
Así era cómo el cerebro desenterraba miedos que nunca supe que existían: miedo
a no sentir nunca el suelo bajo mis pies, miedo a no sentir nunca a la mujer que
amaba en mis brazos, miedo a convertirme en una pérdida de espacio, una carga. 346
Me pregunté si mi padre sintió el mismo miedo antes de morir. Cuando me
sacaron del campo atado a la camilla, temí por mi vida con cada respiración
dificultosa, cada mirada de los médicos, cada segundo de silencio rodeado de
73.000 personas.
—Si no vuelves a caminar, me pido tu barco de pesca.
—Vete a la mierda, Banks. —Tosí, desesperado por un trago de agua,
mientras abría los ojos—. ¿Qué hora es?
—Es hora de que saques el culo de esa cama. Te perderás el desfile.
—Siento que me atropelló un maldito desfile.
Entró una enfermera con una sonrisa demasiado brillante para mi estado de
ánimo.
—¿Te sentamos y te traemos un poco de agua?
Me corregí. Ella era oficialmente mi nueva mejor amiga.
—Sí, por favor.
Subió la cabecera de mi cama. Hice una mueca. Luego levantó un vaso de
agua y guio la pajita hasta mis labios. Lo vacié en menos de cinco segundos.
—¿Sediento? —preguntó riendo.
—Sí —jadeé. ¿Cuándo beber menos de trescientos mililitros de agua me
agotaba tanto como correr a lo largo del campo?
Tomó mis signos vitales y escribió algunas cosas en su iPad.
—El doctor Feltz debería venir pronto.
—Gracias.
Banks la vio salir de la habitación como si estuviera disfrutando que su
trasero se moviera exageradamente con cada paso.
—Deja de follarte con los ojos a mi enfermera.
Se rio entre dientes.
—Bueno, no le estabas dando el aprecio que se merecía, así que pensé que
debería hacerlo.
—Estoy comprometido, en caso de que no hayas escuchado.
—Sí, sé que Stick hizo su vudú extraño contigo. Maldito loco. Es intensa.
¿En qué diablos estabas pensando?
Bajé la mirada a mis manos mientras mis dedos se curvaban. Funcionaban.
Gracias a Dios.
347
—Estaba pensando que debería atraparla antes de que se diera cuenta de
que no soy más que un tipo aburrido que escucha música country con una caña de
pescar en la mano. Ahora estoy a punto de perder mi cuerpo. Va a dejar mi jodido
culo patético.
Banks sonrió.
—¿Crees que le gustas solo por tu cuerpo?
—Demonios, sí.
—¿Crees que tu pene funcionará otra vez?
—Dios, eso espero. Como en… a la mierda caminar, si tengo que elegir
entre mi polla y mis piernas…
—Eliges tu verga, sin duda.
Nos miramos el uno al otro con sonrisas comemierdas pegadas a nuestros
rostros.
—Ganamos.
—Eso escuché.
—Tu culo patético fue nombrado el Jugador Más Valioso.
—También escuché eso. Como puedes ver, en este momento claramente
soy muy valioso.
—El golpe en tu contra recibió una penalización de quince yardas; nos puso
en el rango de gol de campo. Chip disparó unas tres yardas para ganar el juego sin
tiempo en el reloj. Te lo ganaste mucho antes de que te sacaran del campo. No lo
dudes, hombre.
No debería haber estado en el campo.
La enfermera se asomó a la habitación. Banks le guiñó un ojo.
—Un doctor Westbrook y sus colegas están aquí para verlo. El doctor Feltz
me pidió que lo consultara porque no sabía que usted pidió ver a alguien más hoy.
El doctor Westbrook ni ninguno de sus colegas forman parte del personal del
hospital.
Banks se puso de pie, levantando la barbilla.
—Me largo de aquí. Después veré cómo sigues.
—Gracias, hombre. De verdad.
La enfermera me dio una sonrisa tensa.
—Los veré. Gracias.
348
Me sorprendió que Lake no mencionara que llamó a Thad. Aún más
sorprendente fue lo rápido que llegó a Minneapolis.
—Señor Monaghan. —Thad sonrió a medida que él y otros dos hombres
que nunca había visto lo seguían.
—Thad. No sabía que eras doctor.
—Tengo un doctorado, así que sí… soy doctor. Si te hace sentir mejor, traje
a otros dos médicos conmigo. El doctor Coleman tiene un doctorado en Ergonomía
con especialización en biomecánica, y el doctor Klein tiene un doctorado en
aprendizaje automático. Doctores, conozcan a Cage Monaghan.
Los dos hombres asintieron. El doctor Coleman parecía tener unos
cincuenta años con una espesa cabellera gris. El doctor Klein tenía que ser al menos
diez años más joven y tener los anteojos más gruesos del mundo.
—Te das cuenta de que no he perdido ninguna extremidad ni nada de eso,
¿verdad?
—Cage, Cage, Cage… duele que no entiendas en realidad lo que yo,
nosotros, hacemos. Puedo construirte una máquina o un exoesqueleto robótico
completo si es necesario. Esencialmente, puedo tomar la parte más débil de tu
cuerpo y reemplazarla, aunque solo sea temporalmente, mientras que al mismo
tiempo uso tecnologías novedosas como métodos computacionales que pueden
emular procesos neuronales e incorporar electrodos que pueden medir los pulsos
electrónicos de tus músculos y estimular el movimiento cuando sea necesario para
reducir la degeneración muscular durante el proceso de curación.
La pared detrás de mí terminó salpicada con sus palabras porque todas
pasaron por encima de mi cabeza.
—Este es el futuro, pero para ti es ahora. No tienes que esperar. Las
máquinas adheridas a nuestros cuerpos pueden hacernos más rápidos, más fuertes
y mucho más eficientes. Le doy a las personas con «discapacidades» las
herramientas para superar a sus compañeros «sin discapacidades».
—Vas a ayudarme a superar a otros mariscales de campo.
Thad y sus dos colegas se rieron, compartiendo sonrisitas pequeñas.
—No estamos metidos en el boxeo de robots. El fútbol es un deporte
barbárico. No construyo cosas para destruirlas, como esos dobles destrozando
autos en un set de filmación. Simplemente creo que todo el mundo debería tener
derecho a vivir una vida plena sin discapacidad.
—¿Y si quiero jugar al fútbol? ¿Puedes ayudarme a hacer eso?
¿La verdad? El fútbol era lo más alejado de mi mente; solo quería salir del
349
hospital con mis propios pies. Pero aún quería tener una idea de hacia dónde iba
Thad con sus promesas tecnológicas.
—Sí. Si tus médicos creen que existe la más mínima posibilidad de que
puedas volver al campo nuevamente, entonces puedo aprovechar ese porcentaje de
probabilidad, por pequeño que sea, y convertirlo en un cien por ciento para ti.
¿Puedo mantenerte a salvo en el campo? No. ¿Puedo garantizar que la próxima vez
que te encuentres con un defensor no te salga la cabeza de los hombros? No.
—Toc, toc… ¿estoy interrumpiendo? —El doctor Feltz sonrió.
—No. Adelante.
Thad asintió.
—Por supuesto, haz lo tuyo. No te preocupes por nosotros; solo seremos
ratones en la esquina. —Dio un paso atrás y los tres frikis literalmente se
acurrucaron entre sí, hombro con hombro en la esquina.
—¿Cómo te sientes sentado?
—Me duele el cuello.
Asintió y luego procedió a pasar por una serie de pruebas. Creo que lo hice
bien. Tenía reflejos y sensibilidad en brazos y piernas. Necesitaba orinar, pero
quería usar el baño, lo que significaba que tenía control de la vejiga. Con cuatro
hombres en la habitación, no era el mejor momento para revisar mi polla, pero
tenía la esperanza de que también funcionara.
Cada vez que el doctor Feltz mencionó escenarios posibles para mi
recuperación, incluyendo las líneas de tiempo estimadas, el grupo de frikis puso
los ojos en blanco y sacudió la cabeza levemente. Thad levantó los dedos a menos
de unos tres centímetros de distancia para indicar «menos de eso», lo que
aparentemente pensó que podría hacer que cada fase de mi recuperación ocurriera
en «menos de» la proyección que me dio el doctor Feltz.
—¿Alguna pregunta?
—¿Puedo ir al baño?
El doctor Feltz sonrió.
—Espero que sí. Si lo haces me alegrarás el día por completo. Aún no son
las nueve y mi sala de espera está repleta con tu gente. —Levantó un dedo—.
Déjame buscar ayuda.
—Tengo algo en mi habitación de hotel que puede hacerte trotar, correr
gradas… lo que sea al final del día. —Thad sonrió engreído.
—Lo tendré en mente. Por ahora solo quiero probar mis partes que Dios me
dio para ir a mear.
350
—Buenos días. —Dos enfermeras saludaron alegremente a medida que
seguían al doctor Feltz de regreso a la habitación.
—Mira a quién encontramos merodeando fuera de tu puerta.
Entrecerré los ojos, sin ver a nadie. Entonces Lake entró en la habitación
como si tuviera miedo de verme.
—Hola. —Cedió a una sonrisa tímida—. ¿Thad?
Sus ojos se posaron en él. La expresión de su rostro no era una expresión
que dijera que esperaba que él estuviera allí.
—Amor. —Asintió con una sonrisa tensa.
Odiaba que la llamara así. Ella no era su maldito «amor». Hice una nota
mental de patearle el culo por decir eso frente a todos… cuando de hecho pudiera
cerrar el puño y sostenerlo por más de dos segundos.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Vi el juego. Y conseguí un vuelo al momento en que vi su cuerpo ser
sacado del campo.
—Ah… —me miró por un segundo antes de regresar su mirada hacia él—.
Gracias… supongo.
—Si podemos tener la habitación por un minuto, le quitaremos el catéter y
lo levantaremos. —La enfermera miró alrededor de la habitación.
—Estaremos en el pasillo. —Thad asintió hacia la puerta.
—Umm… —Lake comenzó su propio retiro.
—No es nada que no hayas visto.
Lake me devolvió una mirada con los ojos totalmente abiertos.
—Eh… bien. —Se dirigió a la ventana, dándome la espalda.
—Es posible que sienta un poco de escozor. Eso es normal —dijo la
enfermera.
Le di mi sonrisa pequeña de «está bien» ya que asentir no era una opción
con un collarín. Quitó la sonda mientras la otra enfermera me cubría con una bata.
—Vamos a hacer esto lento… muy lento —instruyó la enfermera mientras
ella y la otra me llevaban a sentarme, bajando mis pies por el costado de la cama
y luego ayudándome a meter los brazos en la bata antes de atarla atrás.
Me sentí un poco mareado y débil, jodidamente débil.
—Toma todo el tiempo que necesites. —Dio un paso atrás a medida que el 351
médico procedía a hacer algunos controles de reflejos conmigo sentado. Siguiendo
sus dedos. Tocando mi nariz con mi dedo. Chasqueando los dedos junto a una oreja
y luego la otra. Haciendo cosas diferentes con mis manos y pies.
—Bien. Lo estás haciendo mejor de lo esperado. —Asintió.
Me deslicé hacia el borde de la cama. Y ambas enfermeras saltaron a mi
lado.
—Muy lento y con calma.
Lake tenía suficiente dolor por los dos en su expresión.
Sonreí.
—Voy a por ti, Jones.
Sus ojos que estaban enfocados a mis pies, se dispararon junto con una
sonrisa.
—Puedes hacerlo, Monaghan.
Sentí el suelo bajo mis pies, no de manera estable, pero lo sentí y eso es
todo lo que importó. Mi cabeza pareció ser la última a bordo porque mientras
estaba de pie, con las dos enfermeras sujetándome, todo lo que quise hacer fue
dejar que mis ojos rodaran hacia atrás y colapsar en la cama.
—Concéntrate, Monaghan. Mi gato de tres patas tiene más equilibrio que
tú.
Amaba a esa mujer. Maldita sea, la amaba.
Un paso.
Dios, me siento como un bebé dando su primer paso.
Otro paso.
¡No te desmayes!
Otro paso.
—Lo estás haciendo muy bien. —El doctor Feltz me miró con una sonrisa
tranquilizadora.
Miré a Lake. El sudor corriéndome por todas partes.
Bostezó, y se tapó la boca con la mano.
—Me estoy aburriendo aquí.
Otro paso.
—Apesto. Mi aliento es incluso peor que el resto… de mi cuerpo. 352
Otro paso.
Mi corazón se aceleraba en mi pecho.
Lake sonrió y dio el último paso por mí. Deslizando sus brazos alrededor
de mi cuerpo. ¿Mis brazos? Funcionaron y los usé para abrazarla. Si fuera honesto,
creo que para eso fueron hechos mis brazos. No iba a ser capaz de arrojarla por
encima de mi hombro y llevarla pronto a mi cueva, pero llegaría allí.
—Te amo —susurré. Tenerla en mis brazos liberó una avalancha de
emociones. Mis ojos se cerraron con fuerza, mis labios atrapados entre mis dientes,
luchando contra ellos. La intensidad de ese momento rivalizó con la muerte de mi
padre, un momento transformador. Sosteniéndola físicamente contra mi cuerpo,
después de preguntarme si alguna vez volvería a abrazarla, cambió el curso de mi
vida. A la mierda el fútbol. Mis manos fueron hechas para sostener cada pedazo
de esa mujer. Punto.
—Te amo más. —Inclinó la barbilla hacia arriba y me dio una sola sonrisa
que hizo temblar mis rodillas.
Cuarenta y uno
Lake
El doctor Feltz echó a Cage de la UCI aquella tarde y le dijo que se llevara
a sus seguidores con él, de la mejor manera posible. Varias esposas de jugadores
y esposas de entrenadores se acercaron a mí para ofrecerme su apoyo, haciéndome
saber que Cage probablemente intentaría distanciarse de mí mientras lidiaba con
las ramificaciones físicas y emocionales de su lesión.
¿Cage? No. Cuando alguien te ama tan plenamente, es casi desgarrador.
Cage Monaghan me amaba así. Ser amada y confiada incondicionalmente por él
era uno de los mayores honores de mi vida. No necesitábamos votos matrimoniales
genéricos que prometieran amor en la salud y la enfermedad. El día que llegó a 353
Pekín, pasó algo tácito entre nosotros, algo que decía que siempre iríamos hasta
los confines de la tierra por el otro.
—A casa. —Cage sonrió mientras Rob y Flint caminaban a su lado hacia la
puerta, por si acaso.
Fue dado de alta después de siete días en el hospital. La cirugía aún era una
posibilidad para fusionar dos de sus vértebras, pero teníamos una segunda, tercera
y hasta vigésima opiniones antes de que él considerara «pasar por el quirófano».
Un día.
Un paso a la vez.
—Está bien… —Cage suspiró mientras se hundía en el sofá de cuero—,
todos pueden irse, al menos por unas horas. Sin ofender, pero he estado siendo
mimado durante una semana consecutiva, y solo quiero no ser el centro de atención
por un tiempo. ¿De acuerdo?
Mi familia se fue tres días antes. Brooke y Rob enviaron a las niñas a casa
con los abuelos de Cage dos días después del accidente de modo que pudieran
regresar a la escuela. Por lo tanto, «todos» eran Flint, Brooke, Rob y… yo.
Brooke le dio un beso en la mejilla.
—Cenaremos y correremos a la tienda para reabastecer tu nevera.
—Gracias. —Le devolvió una sonrisa de agradecimiento.
—Te llamaré por la mañana y te haré saber tu horario. —Por horario, Flint
se refería a las citas médicas y de terapia.
—Gracias, Flint.
Después de que todos los demás se fueron, apunté mi pulgar detrás de mí,
sin tener ni idea de adónde iba a ir.
—Entonces… solo… umm…
—¿Lake?
—¿Sí? —Sonreí, retorciendo mis dos manos.
—Trae tu trasero aquí.
—Pero dijiste…
—Lo que dije fue un código para «Lárguense de aquí para que pueda estar
solo con mi Lake». Ahora, quítate los zapatos, deshazte de la pierna si quieres, la
ropa es opcional y en realidad es bastante desaconsejada.
Me reí.
—Creo que tus ojos son más grandes que tu apetito. Te dejó sin aliento
354
caminar desde el auto hasta el sofá. Tu equilibrio aún está un poco fuera de lugar.
Pero… ¿crees que puedes conmigo? —Me senté a su lado.
Levantó el brazo sobre mí, pero incluso eso resultó ser una proeza.
—Usa mi mano, mi dedo… tú elige.
—Cállate… ¿cómo puedes estar tan animado?
—Bueno, estás tú. Sigo en pie. Puedo caminar sin un exoesqueleto de Thad.
Tengo una victoria en el Super Bowl y también un trofeo como el Jugador Más
Valioso. Y ahora la presión de esa vida se ha ido. Puedo trabajar duro para
recuperarme, casarme con la mujer dueña de mi corazón, y pasar el resto de mi
vida embarazándola.
Me deslicé a un lado para mirarlo.
—¿Qué quieres decir con que la presión de esa vida se ha ido?
Frunció el ceño.
—No… no volveré a jugar.
—¿Qué? Los médicos… tus entrenadores… de lo único que se ha hablado
ha sido sobre lo que se necesitará para que vuelvas al campo. Por eso han acordado
un millón de opiniones diferentes de los mejores médicos del país. ¿Cuándo les
dijiste que no ibas a jugar más?
—No lo he hecho. Te lo estoy diciendo ahora. Te lo estoy diciendo primero.
—Mi mandíbula colgaba en el aire—. No puedes querer que vuelva a jugar.
No lo hacía. Eso era un hecho. Entonces, ¿por qué estaba en tal estado de
shock? Esperaba que sus planes de volver a jugar fueran una pelea entre nosotros.
Ahora lo quitó del medio, y me sentía como alguien que estaba parada para dar un
discurso y el apuntador de texto dejó de funcionar. Todo lo que tenía que decir era,
«estoy tan aliviada». Tres palabras. En cambio, el Diablo mismo secuestró mi
cerebro para jugar al abogado del diablo:
—Te encanta el juego. ¿Cómo puedes simplemente dejarlo? Los jugadores
se lastiman todo el tiempo. Es parte del juego. Tú lo sabes. Lo has dicho un millón
de veces. El médico de tu equipo dijo que las posibilidades de que te autoricen a
jugar el próximo año son realmente buenas. Este es tu sueño.
¡Guau! ¡Qué diablos, Lake!
Los grandes ojos de Cage lo dijeron todo: había perdido la cordura. Y lo
había hecho. Simplemente dije todo para lo que me había preparado que me dijera.
—¿Quieres que vuelva a jugar? 355
No. La respuesta era no.
Dilo, Lake. ¡NO! ¡Solo di, no!
—Quizás… quiero decir… —Negué con la cabeza—… no lo sé. No es mi
decisión.
—Es nuestra decisión. Esto nos afecta a nosotros, no solo a mí.
—No puedo tomar esta decisión.
—Pero lo estás intentando.
Negué con la cabeza.
—No lo hago.
—Bueno, acabo de decirte que no estoy planeando regresar y en lugar de
alivio… júbilo… vi esta decepción épica en tu rostro. ¿No soy muy atractivo sin
mi estatus de NFL?
—No es justo. Sabes la respuesta a eso. —Me paré, paseando por la
habitación para liberar parte de la tensión.
—Jesús, Lake. ¡Mierda, viste todo antes de que sucediera!
—¡Exactamente! —Me detuve, apretando mis manos a los lados—. Y con
Ben no vi nada. Por cada decisión correcta en mi vida, ha habido diez decisiones
equivocadas que se sintieron igual de correctas al momento en que las tomé. No
solo perdí a mi novio y mi pierna. Perdí mi intuición, mi confianza en un nivel
mucho más profundo de lo que se ve a simple vista, ¡y mis instintos son una
mierda!
Cage suspiró.
—Solo dime lo que quieres que haga, no lo que crees que debería hacer.
Negué con la cabeza.
—No. No puedo.
—¿Por qué no?
Me senté en la mesita de café frente a él con mis piernas entre las suyas.
Tomando sus manos, las apreté, exigiendo que me mirara.
—Si yo no estuviera presente, si estuvieras soltero y en esta misma
situación, ¿qué harías? ¿Lo dejarías?
Todavía era demasiado pronto para que él respondiera con sinceridad. Su
cuello aún estaba en un aparato ortopédico, su cuerpo era lento y a veces 356
desequilibrado. Por supuesto, no volver a jugar era una decisión instintiva. Pero en
algún momento se sentiría mejor, más fuerte, y me costaba creer que no extrañaría
el juego y lamentaría su decisión.
—No puedes contestarme, ¿verdad? ¿Qué te dice eso?
Cage refunfuñó e hizo una mueca como si quisiera sacudirme la cabeza,
pero su aparato ortopédico no se lo permitiría. Se puso de pie, levantándose un
centímetro a la vez.
Lo agarré del brazo para ayudarlo a estabilizarse.
—Yo me encargo. —Se apartó—. No lo entiendes y me vuelve jodidamente
loco que no lo entiendas. —Sosteniéndose del respaldo del sofá durante unos
segundos, arrastró los pies por el suelo hacia el dormitorio.
Tenía razón. No entendía nada, y era un sentimiento debilitante tener tal
desconexión de la vida.

Cage
Sí.
La respuesta era sí. Habría hecho todas las estupideces en mi poder para
volver al campo si Lake no hubiera estado en mi vida. El juego era mi amor, era el
mayor tributo a mi mayor admirador: mi padre. Conocía a un montón de tipos que
jugaban como si fuera toda su vida. Vivir o morir en el campo… no importaba
mientras lo último que recordaran fuera el campo, siempre y cuando murieran con
un casco en la cabeza.
Ese era yo antes de Lake.
Mi mamá y Rob regresaron varias horas después con bolsas de comestibles
cuando finalmente salí del dormitorio. Había un millón de cosas que decirle a Lake,
pero no quería que salieran como una cadena de ira. No estaba enojado con ella.
Estaba devastado por ella. Estaba perdida en un abismo de emociones, pero se
negaba a dejar ir una sola.
—Están peleando —susurró mi madre en mi oído a medida que Rob
ayudaba a Lake a sacar la comida.
—¿Por qué dices eso?
—Lake parece estar a punto de llorar.
Fruncí el ceño.
—Es complicado.
357
—Volaremos por la mañana, pero si necesitas que me quede…
—No. Tenemos algunas cosas que resolver y probablemente sea mejor si
las hacemos sin audiencia.
—¿Debería preocuparme?
—Espero que no. —No sabía lo que haría falta para que Lake dejara ir toda
la mierda que abarrotaba su mente y mantenía cautivas sus emociones.
Mi mamá y Rob se fueron a la cama temprano ya que tenían un vuelo
temprano. Lake me ayudó a bañarme, sin decir más que unas pocas palabras como
«inclínate hacia adelante» y «siéntate». Después de que me ayudó a acostarme,
observé todos sus movimientos. Se enfurruñó entre el baño y el armario como si
el mundo entero descansara sobre sus hombros.
Se sentó en la cama y se quitó la pierna.
—Jugaré si me dejan hacerlo.
Ella giró.
—No lo hagas por mí.
Me reí, porque en realidad… no tenía otra opción.
—Que no renuncie por ti. Que no juegue por ti. Parece que no puedo ganar.
Lanzó la pierna al suelo y se deslizó bajo las sábanas dándome la espalda.
—No quiero que hagas nada por mí. Quiero que lo hagas por ti. Seré feliz
si tú eres feliz.
—Soy feliz. Soy feliz. Soy feliz. Soy tan… jodidamente feliz. —Me reí de
nuevo, sabiendo que el sarcasmo probablemente la cabrearía.
Se sentó, lanzando las piernas por el costado de la cama, deslizándose en su
forro, luego poniéndose su pierna como si estuviera en serio cabreada con ella.
—Maravilloso. Simplemente vete a dormir y ten tus sueños felices. Iré a la
otra habitación. No estoy cansada.
—Lake.
Se marchó en un arrebato de ira.
Me sentí como una mierda. Si mi cuerpo hubiera funcionado correctamente,
nunca habría salido por la puerta del dormitorio, pero era la tortuga en la carrera,
y estaba lejos de ser estable. Lo que se sintió como tres días después, logré llegar
a la sala de estar. Lake estaba junto a la ventana dándome la espalda. Una ronda
nueva de nieve bailaba en el aire, iluminada por las luces alineándose en mi camino 358
a ambos lados.
—Ben murió y yo viví. —Su voz salió sin ninguna emoción—. Si no
hubiera muerto, no estaría contigo, y… eso se siente más trágico que su muerte.
La vida es una mierda jodidamente confusa. Decimos lo que se supone que
debemos decir, pero sentimos lo que se supone que no debemos sentir. Si Dios
realmente escucha mis pensamientos, entonces sabe que no me arrepiento de haber
ido a desayunar con Ben. Sabe que no me arrepiento de que Ben muriera esa
mañana. Sabe que me siento como un monstruo por tener esos sentimientos.
Se giró. Sin lágrimas. Sin emoción. Me rompió ver su dolor atravesar cada
nervio, dejándola sangrando sin más sentimiento.
—¿Y mi miedo? Es que con el tiempo no me arrepentiré de que hayas
jugado en ese partido. No me arrepentiré de no haberte detenido. No me arrepentiré
de que te lastimaste porque lo único peor que odiar a Dios por una tragedia que no
tiene ningún sentido es odiarlo por haberlo entendido completamente a tiempo.
Pero la verdad más jodidamente cruda es que no creo que él tenga nada que ver
con nada de eso. Creo que le damos sentido en nuestras propias mentes confusas.
Creo que Dios es el mayor de todos los chivos expiatorios. Y si elijo creer en él,
entonces tengo que reconocer que su mayor amor por nosotros es el libre albedrío.
Lake negó con la cabeza.
—Elegiste jugar. Elegí sentarme allí y ver. Libre albedrío. Es tan
jodidamente aterrador. Dios no es una red de seguridad. Vivir con miedo, dejarse
guiar por él, es una vida miserable. Ahora mismo soy yo. No confío en mí, en mis
pensamientos, mis sentimientos, mi instinto, y es como un cáncer dentro de mí.
Una vez… una vez mi instinto tuvo razón. ¿Ves lo debilitante que es eso? Puede
que nunca vuelva a tener razón, pero siempre viviré con el temor de que pueda ser
porque una vez lo fue.
Me acerqué a ella.
—¿Tienes miedo de que juegue?
Sus ojos recorrieron mi cuerpo, aterrizando en mi mirada.
—Sí —susurró.
Di el paso final. Mi mano rozando como un fantasma a lo largo de su
hombro y brazo, se estremeció bajo mi toque.
—¿Tienes miedo de que no juegue?
Las lágrimas llenaron sus ojos. Mi toque la hizo sentir otra vez. Nunca daría
por sentado el efecto visceral que tenía en ella. Reafirmaba lo único que sabía que
era la verdad absoluta en mi vida: mis manos estaban hechas para tocarla. 359
—Sí. —Parpadeó, soltando las lágrimas.
Cuarenta y dos
Lake
Brooke y Rob se marcharon y luego la vida volvió a ser real. Fui a algunas
citas con Cage y luego Flint se hizo cargo para poder volver a mi trabajo. Tres
semanas después de que regresara a casa del hospital, le quitaron el collarín, pero
la cirugía seguía siendo una incógnita. Aproveché cada oportunidad para ir a una
entrevista sobre la extensión de mi revista, o pasar el día probando piernas nuevas,
o cualquier cosa para no pensar en Cage y su decisión. Eso es en lo que se había
convertido: su decisión.
Después de mi accidente y la pérdida instantánea de mí misma, renuncié a
mis zapatos por el dolor. No quería que Cage dejara el fútbol por la misma razón. 360
Por supuesto, tampoco quería que jugara, pero… libre albedrío, amor
incondicional y todas las emociones necesarias que vienen con la vida.
—Estás en casa temprano. —Cage sonrió a medida que picaba pimientos
rojos.
Era mi nuevo ídolo. El chico pasaba de cinco a seis horas al día en terapia,
sin embargo, llegaba a casa y preparaba la cena todas las noches con su sonrisa
característica de hoyuelos pegada a su rostro.
—Cansada. Solo estoy cansada. —Me subí a la encimera a unos buenos
centímetros de su cuchillo ninja.
—Bueno, has estado trabajando siete días a la semana durante las últimas
dos semanas. —Llevó una rodaja de pimiento a mis labios.
Abrí la boca y luego mastiqué mientras asentía para reconocer que tenía
razón, había estado trabajando demasiado.
—Así que, mañana es el día.
—Sí. —Mantuvo la cabeza gacha, sus ojos enfocados en el cuchillo afilado
moviéndose rápidamente a solo unos milímetros de sus dedos.
—¿Has tomado tu decisión?
—Lo averiguaremos, ¿no?
Acordamos que su decisión de jugar o retirarse sería suya y solo suya. Le
pedí que no lo discutiéramos, y en la verdadera forma contumaz de Lake Jones, le
dije que no quería saberlo hasta que hiciera el anuncio oficial en la televisión. Dije
que quería mirar y descubrir con el resto del mundo. Sin embargo, estaba bastante
segura de que iba a jugar. Había tenido demasiadas consultas quirúrgicas y
segundas opiniones para una cirugía que solo era necesaria si planeaba volver al
fútbol.
—Te amo, sin importar lo que elijas.
Cage se rio entre dientes.
—Es bueno saberlo.
¡Agh! Quería saber, pero no pregunté. Mi terquedad era un ser viviente por
sí solo.
—Deberíamos empezar a planificar una boda, ¿no crees?
Sonreí.
—Sí. Creo que deberíamos. ¿Estás pensando en primavera, antes del
campamento de entrenamiento? 361
Cage deslizó los pimientos cortados en cubitos de la tabla de cortar a la
ensaladera, con una sonrisa maliciosa tirando de sus labios.
—Estoy pensando en que volemos a Las Vegas y simplemente lo hagamos.
—¡Ja! Mi mamá me repudiaría. Lara y Drake hicieron lo de Las Vegas, y
creo que mi mamá aún está enojada por eso. Tiene este vestido de novia, una cosa
absolutamente espantosa, que era el vestido de su madre. No creo que alguna vez
haya sido blanco, pero ahora es amarillo orina. De todos modos, mi mamá le
prometió a su mamá que lo usaría para su boda, pero después de tener a Luke antes
de casarse, sus caderas y tetas ya no entraron en el vestido feo. Así que… le
prometió a mi abuela, antes de morir, que Lara o yo lo usaríamos. Honestamente,
creo que por eso Lara se fue a Las Vegas.
Cage metió su plato de arroz y verduras en el horno. Consumía una dieta
casi perfecta antes de su accidente, pero después, era aún más estricto para ayudar
a que su cuerpo se curara más rápido. Tenía que esconder mis malvaviscos porque
odiaba la mirada de desaprobación que me daba cuando me los comía frente a él.
—Entonces, ¿vas a usar un vestido de novia amarillo orina de dos
generaciones atrás solo para hacer feliz a tu mamá?
—Sí. Soy la única a la que le queda bien el vestido, así que lo voy a
combinar con unos tacones increíbles y voy a lucirlo de modo que mi abuela me
sonría y mi madre ya no sienta su ira.
Se quitó los guantes de cocina y agarró el interior de mis rodillas,
extendiéndolas para poder pararse entre mis piernas, acercándome a él.
—Lake Jones, eres una chica tan buena. —Rozando su nariz contra la mía,
amasando mi trasero.
Intenté mantener la calma, como si no me muriera por tener intimidad con
él, pero había pasado más de un mes desde que tuvimos sexo y yo. Estaba.
Hambrienta.
Aclaré mi garganta, serpenteando mis manos por el interior de su camisa.
—No lo soy.
—¿No lo eres? —Su sonrisa se burló de mí.
Respiré profundamente mientras besaba mi labio inferior antes de llevarlo
a su boca y arrastrarlo entre sus dientes.
—No —susurré, abriendo el botón y la cremallera de sus jeans.
—Lake… —Su respiración se atascó cuando mi mano se deslizó en sus
362
calzoncillos.
—Cage… —Lo froté a medida que él aplastaba sus labios contra los míos.
Todo en ese apartamento parecía funcionar bien, pero me sentía obligada a
comprobarlo para estar seguros, y eso implicaba ser cualquier cosa menos una
«chica buena».
Empujándolo hacia atrás unos centímetros, me bajé de la encimera y me
arrodillé.
—Lake… —Inclinó la barbilla hacia abajo, los labios entreabiertos, la
respiración volviéndose más irregular con cada segundo que pasaba.
—Sigue diciendo mi nombre, Monaghan… me pone tan jodidamente
mojada.
Esa mirada, la de los ojos oscuros clavándose en los míos mientras agarraba
la encimera con una mano y agarraba mi cabello con la otra, era la razón por la que
estaba de rodillas, bajándole los pantalones y llevándolo a mi boca. Mis palabrotas
escapaban en muy pocas ocasiones. No era de las que hablan indecentemente, pero
en ese momento lo sentí de nuevo: cayendo… cayendo… cayendo.
A la mierda la gravedad.
Seríamos Cage y Lake.
Seríamos impredecibles.
Seríamos imprudentes.
Traspasaríamos los límites de la cordura y le daríamos a la normalidad el
dedo medio.
—Jesús, nena… ¿q-qué estás… haciendo? —Su puño en mi cabello se
apretó.
Sonreí alrededor de su polla, con una mano agarrando la base. Se dio cuenta
de dónde estaba mi otra mano: se deslizaba por la parte delantera de mis jeans,
debajo de mis bragas.
—Lake… —Lo dijo con tanta determinación en su voz que, perdí todo el
control, rindiéndome a mi orgasmo. Tarareé sobre él.
—Voy a… Lake…
Deslizando mi mano fuera de mis pantalones, agarré sus glúteos duros y lo
tomé tan profundo como pude hasta que sentí su calor derramándose en mi boca.
—Maldición… Lake… —Ambas manos agarraron mi cabello en puños.
Sí, ese es todo el estímulo que necesité para mirarlo con mi sonrisa de «chica
buena» y… tragar.
363

Otro sueño o premonición me sacó de mi descanso, sudorosa y sin aliento.


Después de ponerme la pierna, me dirigí al armario y me puse la ropa. Cage aún
estaba dormido, como la mayoría de la gente estaría a las 3:00 a.m. Mi viaje tomó
menos de treinta minutos. Estoy segura de que la mayoría de las personas que
frecuentan una farmacia las veinticuatro horas a esa hora de la madrugada
probablemente necesitaban analgésicos o algunas otras necesidades, como bollos
de queso y cerveza. La mujer mayor de la caja registradora me miró con una
sonrisa ligera mientras le entregaba un billete de veinte a cambio de la prueba de
embarazo de tres paquetes.
—¿Lake? —llamó la voz cansada de Cage desde la cama a medida que me
quitaba la ropa en el armario, mi caja de pruebas de embarazo aún estaba en la
bolsa esperando para iluminarme.
—¿Sí? —Me apresuré a volver a la cama.
Me rodeó con el brazo y me acercó.
—¿Qué estabas haciendo? —El sueño en su voz aturdida me llevó a creer
que podía decir cualquier cosa y no lo cuestionaría.
—Olvidé usar hilo dental en mis dientes. —Puse los ojos en blanco ante mi
respuesta ridícula.
—Bien… —murmuró, enterrando su rostro en mi cabello en un suspiro
largo.
Estaba atrapada en sus brazos, que no era un mal lugar para estar en otro
momento, pero las varitas no se iban a orinar sobre sí mismas. Finalmente, volví a
quedarme dormida, el tipo de sueño que necesitaba un terremoto para resucitarme,
el tipo de sueño que no notó que Cage se despertó o se estaba duchando.
—Tengo que irme a mi conferencia de prensa en diez minutos. —Mi lado
de la cama se hundió.
Era ese día. El. Día.
Mis ojos se abrieron de golpe para ver a Cage leyendo algo. Entrecerré los
ojos al ver el papel en sus manos y luego mis ojos se movieron a la mesita de noche
y la caja abierta de la prueba de embarazo junto a una tarjeta.
CAPÍTULO CATORCE 364
—Dice que la mañana es el mejor momento para hacer esto. Tu orina está
más concentrada.
Me senté de golpe.
—¿Qué estás haciendo? —Le arrebaté el folleto desplegado.
Él sonrió.
—Te perdiste la unidad reproductiva en la clase de salud de la secundaria,
¿no?
—¿De qué estás hablando?
—Nena, no puedes quedar embarazada con solo tragar. No funciona de esa
manera.
Por mucho que intenté no sonreír, no pude contenerme.
—Cállate, idiota. —Lo empujé hasta que se movió para poder poner mi
pierna.
—¿Por qué crees que estás embarazada? —Se puso de pie, enderezando su
corbata amatista, luciendo apetitoso con su traje negro y camisa blanca.
Agarrando la caja, pasé junto a él y me dirigí al baño.
—Porque hay dos cosas que no puedo recordar muy bien.
—¿Qué? —Se paró en la puerta. No, él se adueñó de la puerta. No podía
formar un pensamiento coherente, mucho menos palabras reales con él luciendo
como sexo en un traje.
—¿Te importaría darte la vuelta por un segundo?
—¿Quieres ver mi culo con este traje?
¡Dios mío, sí!
—No. Me gustaría orinar sin que me mires.
Sonrió y luego se volvió.
—¿Qué dos cosas?
—No puedo recordar con certeza cuándo fue la última vez que tuve un
período o la última vez que usamos condón.
Mi celular sonó en la mesita de noche.
—¡Uf! —Mojé las tres varitas lo más rápido que pude, las arrojé sobre la
encimera, me lavé las manos y corrí a buscar mi teléfono—. Hola, mamá. —Su
sincronización era impecable.
—Buenos días, cariño. Entonces, este es el gran día. ¿Estás nerviosa? 365
Cage salió del baño, me guiñó un ojo y articuló:
—Tengo que irme.
Asentí, murmurando un «te amo». Ambos sabíamos que no existía tal cosa
como una conversación breve con mi madre. No podía creer que no iba a esperar
para ver los resultados de las pruebas antes de irse, pero el mundo del deporte
estaba esperando su anuncio… yo también.
—No sé lo que siento. Si vuelve a salir a ese campo, no estoy segura de que
mi corazón sobreviva, pero al mismo tiempo lo amo. Quiero verlo vivir sus sueños
sin importar a dónde lo lleven o cuánto duren. Eso es vivir. —Regresé al baño—.
Qué demonios…
—Lake, ¿de qué estás hablando?
—N-nada. Yo… tengo que irme. Te llamaré después de la conferencia de
prensa.
—¡Lake!
Terminé la llamada y corrí hacia la puerta trasera. Su camioneta se había
ido. Intenté llamarlo. No respondió. Después de ponerme la ropa en menos de
treinta segundos, agarré mi bolso y salté a mi auto. Me faltaba mi llavero. Corrí al
interior buscando en el estante junto a la puerta trasera que tenía las llaves de
repuesto. Mi llavero de repuesto no estaba.
—¡Maldita sea, Monaghan! —Pisoteé el suelo como una niña descarriada.
Mis llaves se habían ido.
Él se había ido.
Las pruebas de embarazo se habían ido.

Sentada en el sofá con la espalda erguida, observé a los comentaristas


deportivos discutiendo todo sobre Cage Monaghan. La expectación era tal como
sospechaba. Iba a jugar de nuevo si los médicos del equipo lo autorizaban. Por
supuesto, tuvieron una entrevista con un médico que declaró el gran riesgo que
representaba volver a jugar. Incluso con la cirugía, siempre sería un punto débil en
su cuerpo y otra lesión como esta podría ser más devastadora.
Para cuando el ladrón de pruebas de embarazo apareció en mi pantalla frente
a un mar de prensa tomando una foto tras otra, todos ansiosos por hacer la primera
366
pregunta antes de que él hiciera cualquier tipo de declaración, me había mordido
cada una de mis uñas.
Agarré mi teléfono.
Lake: ¡DIME, MALDITA SEA!
Ajustó el micrófono, inclinando la barbilla hacia el podio. Una sonrisa se
extendió por su rostro. Lo vio. Vio mi mensaje de texto.
—Gracias por venir hoy… —Se tomó su tiempo para agradecer a cada
entrenador, jugador y médico por su apoyo desde el accidente. Luego procedió a
agradecer a sus fanáticos, familiares y amigos, incluyendo a Flint. A continuación,
habló de su amor por el juego y del sueño que era ser seleccionado por Minnesota
y llevar a su equipo a su primer Trofeo del Super Bowl—. Soy joven y mis médicos
creen que, si opto por la cirugía, tengo muchas posibilidades de volver al campo
con una carrera prometedora por delante.
Tragué pesado una y otra vez. Aquí venía…
—Sin embargo, ahora estoy en un lugar muy diferente de lo que estaba hace
dos años. La vida no es nada si no impredecible. Por mucho que me gustaría decir
que esta ha sido una decisión agonizante para mí, no puedo. Ha sido la decisión
más fácil de mi vida. Gracias por el viaje. Aunque breve, ha sido todo lo que podría
haber imaginado, pero estoy anunciando mi retiro de la NFL.
Hubo un grito ahogado entre la multitud. ¿Yo? No respiraba.
—Como la mayoría de ustedes saben, mi hermosa Lake acordó casarse
conmigo…
Santa mierda…
Levantó un palo. ¡MI. PALO!
—Ah… —sonrió de oreja a oreja, sus hoyuelos a la vista—… y voy a ser
papá.
Lágrimas. Tantas lágrimas. Las cámaras fulguraron como locas. Le
lanzaron preguntas desde todas las direcciones, pero todo lo que pude hacer fue
ahogarme en mis propias lágrimas a medida que mi mano presionaba mi estómago.
Lo hice. Tengo al chico.
Ben murió, pero yo viví.

367
Cuarenta y tres
Cage
—Ese es el vestido más feo del mundo. —Me quedé mirando la foto de
nuestra boda en la pared de nuestro dormitorio.
—Pero los zapatos…
—Sí, sí, nena, unos tacones increíbles.
Lake y su barriga de ocho meses se paraban frente a mí, ajustándome la
corbata.
—¿Estás nervioso? 368
—Aterrorizado.
—Te das cuenta de que al menos uno se mojará los pantalones, otro
vomitará y fallará el bote de basura, al menos dos serán enviados a la oficina del
director cuando notes que tienen piojos, habrá insultos, llorando porque es su
primer día entero lejos de sus mamis, pero… —sonrió mientras yo hacía una
mueca—… una… una niña pequeña, la tranquila con coletas y tal vez también
pecas, se enamorará de ti y te declarará su futuro esposo. Ese será el punto
culminante de tu día.
Descansé mis manos a los lados de su vientre y me incliné para acariciar su
cuello con mi nariz.
—Eres lo más destacado de mi día. Todos los días.
Amaba mi vida. Estábamos viviendo, cayendo, éramos nuestro propio
fenómeno inexplicable, y no lo habría querido de otra manera. Incluso nuestra
«aldea», como a Lake le gustaba llamarlos, parecía avanzar hacia cosas mejores.
Minnesota renovó el contrato de Banks, de modo que él y Shayna se mudaron a
una casa, una casa cuyo dueño anterior resultaba ser el mariscal de campo
recientemente retirado de Minnesota. También encontró una novia: la profesora de
baile de Shayna. Lake dijo que no tenía mucho a lo que aferrarse… lo que sea que
significara.
La niñera «Jamie» continuó trabajando para Banks, exigiendo que él nunca
mirara a la novia de Banks. Sentía su dolor. Flint regresó a la universidad para
completar su título de abogado de modo que pudiera luchar para recuperar a su
hijo, ya que se lo quitaron después del accidente. En cuanto a Penny y Rupert… se
quedaron en su apartamento de Minneapolis. Lake aún la veía para charlas de
chicas, y Penny aún me violaba con sus ojos cada vez que la veía.
—Tu almuerzo está en la encimera de la cocina.
Me enderecé y respiré hondo.
—Está bien. Esta noche también tengo mi primera práctica.
Cuando vendimos la casa y nos mudamos a algo más pequeño y cercano a
la escuela primaria privada donde conseguí un trabajo como profesor de primer
grado, decidí abrazar mi vida nueva de bajo perfil uniéndome a uno de los equipos
de fútbol bandera de Park and Rec.
—No puedo creer que no hayas conseguido la posición de mariscal de
campo.
Me encogí de hombros.
—Lo sé, ¿verdad? No entiendo por qué piensan que sería una ventaja tan
injusta para nuestro equipo. No he lanzado una pelota de fútbol en varios meses.
369
Lake asintió.
—Exactamente. Pasamos el verano en el barco.
El. Mejor. Verano. De. Mi. Vida.
Yo pesqué. Lake se tumbó en la parte delantera del barco en bikini, su
barriga de bebé creciendo un poco más cada día, un bloqueador solar con FPS
super alto, un libro en mano y su sombrero de pescar puesto.
—Solo espero que me dejen jugar. Soy nuevo en el equipo, así que podría
terminar en la banca por un tiempo hasta que me gane mi lugar.
Tiró de mi corbata hasta que me incliné para darle un beso lento, luego
sonrió.
—Seguro que me gusta terminar en tu banca.
Negué con la cabeza.
—¿Demasiado cursi?
—Un poco. —Me ajusté—. Pero claramente aún funciona conmigo.
—¿Monaghan? —llamó a medida que caminaba hacia la puerta, agarrando
mi lonchera en el camino. Giré—. No olvides amarme.
Sonreí.
—Imposible.

Lake
Seis años después
—Me hizo llamarlo señor Monaghan. —Amelia hizo un puchero, dejando
caer su mochila morada al suelo.
Cage la recogió, poniéndome los ojos en blanco mientras abrazaba a nuestra
hija después de su primer día de clases. Acaricié su coleta negra y despeinada que
había perdido su trenza durante el día.
—Luego me llevó al pasillo y me dijo que ya no podía levantar la mano.
Sonreí. Una sacudida exagerada de cabeza acompañó a mi esposito
poniendo los ojos en blanco.
—Bueno, hablamos de esto. En la escuela, papi es tu maestro, así que
deberías llamarlo señor Monaghan como todos los demás niños. 370
—Pero es mi papi.
Cage cerró los puños con una mano sobre la otra, haciendo un gesto de
apuñalar su corazón.
—Las dos mujeres en mi vida van a ser mi muerte.
—Toma. —Le entregué un bocadillo de arroz crujiente en un plato—. Trzy
está en el porche trasero. Ve a darle un poco de amor mientras yo regaño al señor
Monaghan por ser tan malo hoy con mi bebé.
Amelia sonrió, lanzando a Cage una mirada de ahora-estás-en-problemas
por encima del hombro, a medida que salía de la cocina.
—Cuéntame de tu día, señor Monaghan. —Agarré el cuenco con las sobras
de malvaviscos deliciosos y me dejé caer en una silla en la mesa de la cocina.
Quitando la tapa de una cerveza bien ganada, sonrió mientras sus labios se
cernían sobre el vidrio ámbar.
—Hablamos sobre lo que significa hacer una acción buena, y todos tomaron
su turno para compartir un ejemplo. Amelia dijo que su papi estaba esta mañana
ayudando a lavar a su mami en la ducha y eso era un buen ejemplo de una acción
buena.
—¿Qu…? —tosí—. ¿Qué? ¿En serio?
Cage tomó un trago largo de su cerveza, y luego asintió.
—Desafortunadamente. ¿Y el verdadero problema? El director estaba
participando en esa discusión.
Presioné la yema de mi dedo contra el rabillo del ojo, secándome una
lágrima.
—Eso es hilarante.
—No lo es. —Tiró de mi cabello, forzando mi cabeza hacia atrás—. La
próxima vez cierra la puerta del baño antes de unirte a mí en la ducha —susurró
en mi oído, seguido de un mordisco en mi cuello.
—Quería decirle que estábamos conservando agua. Era la oportunidad
perfecta para discutir la responsabilidad ambiental. Pero no, tenías que hablar y
decir que me estabas ayudando a lavarme.
Agarró mi cintura y me sentó en su regazo a medida que se sentaba en la
silla junto a la mía. Pasé mis brazos sobre sus hombros.
—Porque la responsabilidad ambiental iba a sonar mucho más creíble para
mi jefe que mi explicación. 371
Envolviendo mi mano alrededor del cuello de su cerveza, la llevé a mis
labios.
—De ninguna manera. —Sacudió la cabeza, alejándola de mí.
—Un sorbo.
—Podrías estar embarazada.
—¡Esa es la historia de toda mi vida contigo! No has usado condón ni una
vez desde que nos casamos. Si no fuera por toda la lactancia manteniendo a raya a
mis óvulos, tendríamos diez hijos.
—Tus matemáticas están mal, nena. Solo llevamos casados seis años. Sin
embarazos múltiples involucrados, nunca habríamos podido tener diez hijos a estas
alturas.
—No te hagas el listo conmigo, señor.
Apreté su camisa.
Él sonrió.
—¿Dónde están mis muchachos?
—Jeffrey está jugando con Brock al lado, y Colton sigue durmiendo la
siesta. —Puse mis ojos en blanco dramáticamente—. Eso es todo, ¿verdad? Solo
tenemos tres hijos. No puedo llevar la cuenta. Cada vez que parpadeo estoy
sacando a un bebé tuyo de mi cuerpo.
Cage se encogió de hombros.
—Te amo embarazada.
—Me amas desnuda y cabalgando tu polla.
Sonrió.
—También eso.
No podría haber soñado con una vida más perfecta. Thad siguió adelante
después de convertirme en la pierna ideal para el embarazo. El mundo ya no era
«nuestro» para cambiar, era suyo. Tenía mis manos ocupadas con tres niños
pequeños y mi blog. Nos ofrecieron un trato increíble para hacer un reality show
de televisión después de que Cage se retirara del fútbol, pero ese no era nuestro
estilo. En cambio, comencé un blog. Nunca podría haber predicho que millones de
personas lo seguirían, pero sucedió.
Una voz familiar siguió a un golpe rápido en la puerta trasera.
—¿Ustedes dos nunca se rinden?
Cage me acercó más.
372
—Nop.
Me solté de su agarre y luego reanudé mi atracón de malvaviscos.
—Hola, Flint. ¿Te quedas a cenar o tienes una cita caliente?
—Ni citas. Ni más mujeres.
Cage sacó de la nevera para Flint una botella de café helado con leche de
almendras, que teníamos a mano solo para él, y se la entregó.
—¿Se trata de la inquilina nueva?
—¿Inquilina nueva?
Arqueé las cejas.
—La va a desalojar tan pronto como pueda echarla legalmente —respondió.
—Que alguien me diga de qué se trata todo esto.
Cage sonrió.
—Flint encontró a alguien para alquilar el espacio encima de su despacho
de abogados.
—¿Y eso no es algo bueno?
Flint me frunció el ceño.
—No. Ella no lo es.
—Su negocio es ruidoso y distractor —continuó Cage.
—Ah, ¿sí? ¿Qué hace?
—Volverme jodidamente loco.
Tanto Cage como yo nos reímos.
—Es terapeuta.
Cage le guiñó un ojo a Flint.
—Yyyyyy… los terapeutas hacen demasiado ruido, ¿cómo?
Flint suspiró.
—Es musicoterapeuta.
Entrecerré los ojos.
—¿Eso es una cosa?
Sostuvo su café con una mano, dándole un buen trago, mientras se aflojaba
la corbata con la otra.
373
—Aparentemente.
—Flint tenía una lista kilométrica de negocios a los que no permitiría
alquilar el espacio, pero…
—Pero no pude excluir una puta profesión que no sabía que existía en el
acuerdo.
—Entonces, ¿de qué estamos hablando? ¿Piano? ¿Guitarra?
—Depende del día. Hoy fueron tambores.
—No veo el problema. —Empujé más arroz crujiente en mi boca—. Si no
te reveló su profesión…
—Lo hizo. —Cage se rio—. Pero Flint no pensó en preguntar qué hace
exactamente una musicoterapeuta porque estaba demasiado ocupado comiéndose
sus tetas con los ojos.
—¡Cage!
Se encogió de hombros.
—Son las palabras de Flint no mías.
Flint abrió el cajón de la papelera de reciclaje y arrojó su botella dentro.
—Terapeuta. Solo la palabra implica mucho silencio y algunas palabras
habladas en voz baja. Asumí que una musicoterapeuta era… —se frotó la nuca—
… no sé… dejaba que los pacientes se tumbaran en un caro sofá de cuero y
escucharan música clásica, con auriculares con cancelación de ruido. No niños
autistas golpeando bongos.
—Suena como una profesión genial. —Tanto Flint como Cage me miraron
fijamente—. ¿Qué? Lo hace.
¿Cómo era la única en la habitación lo suficientemente perceptiva para ver
lo obvio?
—A Harrison le encanta la música. Quizás deberías enviarlo a verla para
terapia.
—Mi hijo no necesita terapia —dijo Flint con voz malhumorada.
—Lo hace porque su padre lo ha inscrito en todos los deportes posibles, sin
embargo, todo lo que quiere hacer es tocar música. —Mi nariz se arrugó. —Sé que
odias cuando digo esto, pero creo que Harrison es un genio musical, un prodigio.
—Pasó tres años muy influyentes de su vida siendo criado por mi exsuegra
soltera. Ella lo inscribió en una clase de baile. Si necesita terapia, es para canalizar
la testosterona en su cuerpo. 374
—Dice el tipo que preparó su propio ungüento a base de hierbas contra la
picazón para Shayna cuando tuvo varicela.
—Soy versado. Harrison puede tocar Bach y hacer piruetas en la sala de
estar, pero no puede hacer un tiro libre o atrapar una pelota de fútbol ni para salvar
su vida.
—No creo que su falta de habilidad atlética sea una situación de vida o
muerte. ¿Verdad, cariño?
La mirada de Cage revoloteó entre nosotros.
—Creo que es hora de que Jeffrey vuelva a casa. —Señaló con el pulgar
hacia la puerta—. Dejaré que ustedes dos resuelvan esto.
—Cobarde.
—Simplemente inteligente —gritó antes de que la puerta se cerrara detrás
de él.
Flint y yo nos miramos durante unos segundos más antes de reírnos.
—Se siente como en los viejos tiempos.
Flint asintió.
—Huiría al segundo en que empezáramos a discutir.
—Qué tiempos aquellos.
—¿Crees que lo extraña?
—¿Nosotros peleando?
Flint negó con la cabeza.
—El fútbol americano. Nunca he querido preguntar.
Dejé mi cuchara en el cuenco y la miré durante unos segundos.
—Claro, quiero decir… ambos se reúnen para ver todos los partidos. Así
que, sabes que aún lo ama, pero no creo que nunca haya dudado de su decisión. Y
no es que no haya estado observando. Cuando ve ESPN o mira a través de fotos
antiguas, lo observo, esperando ver un algún atisbo de tristeza o anhelo por esa
vida. —Negué con la cabeza—. Pero no lo veo. Durante más de seis años, todo lo
que he visto es una adoración absoluta por esta vida que tenemos, nuestros hijos y
su trabajo. —Una sonrisa tiró de mis labios—. Dice que el fútbol era una forma
divertida de ganar «un poco de dinero» mientras esperaba que su vida comenzara
en realidad, mientras esperaba por mí.
—¿Te preocupa que cuando terminen de tener hijos se inquiete y comience
a arrepentirse un poco? 375
—¡Ja! Me preocupa que nunca terminemos de tener hijos, y si ese día llega,
tengo la sensación de que será demasiado viejo y senil para recordar que alguna
vez jugó este deporte.
—¿Mami? —llamó Amelia.
—Ya lo escuché, cariño. —Levanté un dedo hacia Flint a medida que me
volvía hacia el dormitorio para sacar a Colton de su cuna.
Flint sonrió cuando regresé con mi sonriente hijo de seis meses en mis
brazos.
—Hola, amiguito.
—Por cierto, ¿dónde está Harrison?
Flint despeinó la espesa cabellera rubia de Colton.
—En una fiesta de cumpleaños. —Miró su reloj—. Tengo que recogerlo en
una hora. —Sus ojos volvieron a fijarse en Colton y luego se dirigieron a Amelia
mientras ella traía su plato a la cocina.
—Flint, necesitas una esposa. Y al menos tres niños más.
—No. —Sacudió la cabeza justo cuando aparecieron Cage y Jeffrey.
—¡Jeffrey Aric Monaghan! ¿Qué le pasó a tu cabello? —jadeé ante su
mohicano.
—La mamá de Brock pensó que estaban jugando en el sótano. De hecho,
estaban en el baño con la rasuradora de su padre.
Jeffrey sonrió.
—Es genial.
Era espantoso. Solo un afeitado completo lo arreglaría.
Flint me besó en la mejilla y a Colton en la cabeza.
—Claro, Lake. Necesito más hijos y una esposa. —No pude borrar la mueca
de mi rostro a medida que mis ojos permanecían fijos en Jeffrey.
—Se ve increíble, grandulón. —Flint extendió el puño y Jeffrey chocó sus
nudillos. Luego le dio a Cage un abrazo de hombre y le susurró algo al oído que
trajo una sonrisa enorme a la cara de Cage.
—Créeme. Lo sé —respondió Cage justo antes de que Flint cerrara la
puerta.

376

Después de la cena, un afeitado completo de cabeza y tres baños,


finalmente nos dejamos caer en la cama, disfrutando del silencio temporal que nos
rodeaba. Cage deslizó mis bragas y luego me quitó la camiseta.
Me encantaba cómo después de tener tres hijos, aún me miraba como un
milagro.
—¿Qué te susurró Flint al oído antes de irse? —Mis palabras salieron
entrecortadas cuando su lengua rodeó mi pezón.
—Lo mismo que me dijo el día de nuestra boda cuando caminabas por el
pasillo.
—¿Y qué fue eso?
Mis caderas se sacudieron cuando su mano se deslizó entre mis piernas.
—Dijo: «amigo, la mejor decisión de tu vida».

Fin
Sobre la autora

Jewel E. Ann es un espíritu libre adicta al romance con un peculiar sentido


del humor. 377
Con 10 años de conferencias de hilo dental en su haber, se retiró de su
carrera de higiene dental de forma temprana para quedarse en casa con sus tres
hijos impresionantes y administrar el negocio familiar.
Después de que su mejor amiga por casi 30 años le sugirió algunos libros
del género Romance Contemporáneo, Jewel quedó enganchada. Devorando dos y
tres libros a la semana, pero aun anhelando más, decidió practicar la lectura
sostenible, también conocida como escribir.
Cuando no está poniéndose su capa y salvando al planeta un árbol a la vez,
disfruta del yoga con sus amigos, de la buena comida con la familia, escalar rocas
con sus hijos, ver las repeticiones de How I Met Your Mother y por supuesto… con
sus novelas desgarradoras, ardientes y devastadoras novelas.
Créditos
Moderación
LizC

Traducción
LizC y Lyla

Corrección, recopilación y revisión final


Imma Marques y LizC
378

Diseño
M.Arte
379

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