Está en la página 1de 86

Sotelo, gracias K.

Cross
525 CHERRY BLOSSOM LN.

Sotelo, gracias K. Cross


JORDAN MARIE

Sotelo, gracias K. Cross


¿Conoces a esas personas a las que les encanta colorear fuera de las
líneas?
Sí, esa no soy yo.
Siempre he sido la chica que hace lo que se espera.
Soy la chica que hace caso a sus padres, va a la iglesia los domingos,
pone los puntos sobre las íes.
Algunos pueden decir que soy segura y que me gusta el estilo de vida.
Diablos, seré la primera en admitir que es incluso aburrido.
El caso es que intenté aventurarme en el lado salvaje, y me mordió en
el culo, literalmente.
No solo volví a mi vida segura y aburrida, sino que hui.
Dejé mi error en el pasado. El único problema es que Lincoln Locke se
niega a quedarse ahí.
Aparece constantemente y me tienta, tratando de atraerme a su cama.
Y maldita sea, puede que me guste seguir las reglas, pero
definitivamente tengo problemas para resistir la tentación.
No ayuda que la tentación venga en forma de un chico malo por
excelencia, con abdominales sexys, sonrisa diabólica y ojos oscuros
hechos para derretir mi ropa del cuerpo.
Linc me quemó una vez. Sería una tonta si le diera la oportunidad de
hacerlo de nuevo. Si alguien pudiera decirle eso a mis hormonas... Y
a mi corazón.

Sotelo, gracias K. Cross


Prólogo
JODIE

Hace un mes…
Estiro el cuerpo, con una sonrisa en la cara. Respiro y el olor a
sexo, sexo realmente sucio, la colonia de Linc y el aire salado del mar
me envuelven, haciéndome sentir aún más hermosa que Linc anoche.
A mí.
Simplemente, Jodie Jones.
Me acosté con el chico más guapo de Cherry Falls, con el que
todas las chicas hablan, se vuelven locas y, literalmente, se pasean
casi desnudas intentando captar su atención, y me acosté con él. Fue
a mí a quien susurró a altas horas de la noche mientras tocaba mi
cuerpo como si fuera un violín y él el director. Fue a mí a quien acercó
y me susurró al oído lo especial que era.
A mí.
Tengo veintiséis años, y nada en todos mis veintiséis años podría
haberme preparado para alguien como Lincoln Locke. Por supuesto,
no tengo experiencia para saberlo, pero creo que Lincoln Locke puede
ser un dios del sexo enviado desde otro planeta con el único propósito
de sacudir mi mundo.

Y lo hizo... más de un par de veces anoche.


La idea me hace sonreír, pero por primera vez en mi vida estoy
de acuerdo con ser una tonta. Faith, mi mejor amiga, siempre me dice
que tengo que soltarme, advirtiéndome de que estoy demasiado tensa.
Supongo que tiene razón. Juego a lo seguro. Ni siquiera puedo decir
por qué. Siempre he sido así.
Tal vez es algo que mis padres me inculcaron. No les gusta
colorear fuera de las líneas y así es como siempre he vivido.

Hasta anoche.

Sotelo, gracias K. Cross


No esperaba despertarme sola, pero tal vez Linc tuvo que ir a
Reef temprano. Sé que Daphne ha tenido problemas para encontrar
personal extra. Las ganas de quedarme en la cama de Linc y esperar
a que vuelva a casa son fuertes.
Hoy no tengo que trabajar. Aun así, si no me pongo en contacto
con mi madre, empezará a pensar que los extraterrestres me han
abducido o algo así. Mamá puede parecer normal por fuera, pero
puede pasar de cero al pánico en un abrir y cerrar de ojos.
Trabajo como despachadora en el departamento de policía de
Cherry Falls. Es un trabajo decente y me gusta la estructura que tiene.
Trabajo de lunes a viernes y he estado ahí el tiempo suficiente como
para estar en el turno de día, lo que me gusta. Esas horas de
medianoche son para los pájaros.
Decido ducharme y vestirme. Se me haría raro quedarme en el
apartamento de Linc cuando no está aquí. Tal vez podría pasar por
Reef y pedir casualmente una bebida en el bar. Puedo ser casual, ¿no?
Quiero decir, Linc es el que me dijo que quería más tiempo conmigo.

—Una noche no va a ser suficiente, chica Jodie. Quiero más.


Solo el recuerdo es suficiente para hacer que me ruborice.
Empiezo a salir de la cama, cuando oigo el pomo de la puerta sonar.
Miro cómo gira y sonrío. Al parecer, Linc no estaba bromeando. Mi
cuerpo se calienta al pensar en tenerlo de nuevo en la cama conmigo.
Esta no soy yo. No soy este tipo de chica. Soy una buena chica.
No me enrollo ni me meto en la cama con un hombre después de haber
hablado con él por primera vez. Ni siquiera puedo explicar por qué lo
hice anoche. Hay una especie de atracción magnética con Linc que me
hace querer más.
—Hola. — la palabra muere en mi lengua. Muchas cosas mueren
en ese momento.
—Oh, lo siento. Linc me dijo que viniera a buscar mi bikini que
dejé aquí la otra noche. Supongo que por eso estaba ocupado anoche.
Mis ojos se vuelven redondos, una sensación de malestar golpea
mi estómago. Bella Carver. Es nueva en Cherry Falls, un trasplante
del oeste. Tiene curvas para días, pelo rubio bañado por el sol con
labios perfectos y tetas que hacen que mi copa B parezca triste como

Sotelo, gracias K. Cross


el infierno. Es toda la imagen de la belleza que yo hubiera deseado
tener en el instituto, y probablemente era la animadora principal y
muy popular dondequiera que fuera.

Todo lo contrario a mí.


—Yo... uh...— Mierda. La conmoción y esa sensación de malestar
que te golpea en las tripas cuando una luz del cielo brilla y te planta
la palabra error en letras brillantes en la frente están haciendo
imposible formar palabras.
—Chica afortunada. Linc es increíble en la cama. Me agotó el
jueves por la noche. — se ríe como si fuera perfectamente normal
decirme eso. —Oh, te estás sonrojando. No quería avergonzarte. Linc
no mencionó que estabas aquí cuando me dio la llave de su
apartamento, o habría sido más delicada.
—Yo... estaba a punto de irme. — le digo, y asiente.
—Probablemente sea lo mejor si quieres que vuelva a llamar.
Linc no es muy pegajoso. Oh, ahí está. — grita, como si no acabara de
soltar una bomba en mi mundo. Corre hacia el sofá y encuentra su
bikini amarillo brillante.

Amarillo brillante.
¿Por qué diablos no lo encontré anoche?
—Ahí está. — murmuro, asqueada de mí misma.
—Voy a ponérmelo. Linc me va a dar algunos consejos de surf
en su descanso. — dice.
Apuesto a que sí. No digo nada, pero poco a poco mi humillación
se convierte en ira. Eso solo empeora cuando Bella se desnuda delante
de mí, mostrándome exactamente el tipo de mujeres con las que se
acuesta Linc.

Todo lo contrario a mí.


Debo haberle dado una noche en la que su establo estaba
ocupado, o simplemente estaba aburrido de la perfección. Bella ha
vivido en una cama de bronceado, o toma el sol desnuda con
regularidad. Esto último es probablemente mucho más probable. Sus
pechos son completamente alegres, pero probablemente solo tenga

Sotelo, gracias K. Cross


diecinueve años. Quiero decir, no soy vieja, y los míos son
razonablemente turgentes. Por supuesto, solo soy una copa B. Bella
es por lo menos una C o tal vez una D. Puede que tenga que invertir
en un blanqueador de ojos cuando me dé cuenta de que está
completamente libre de pelo en todas partes, y quiero decir en todas
partes.
Una vez que se ha puesto el bikini, tira los pantalones cortos y
la camiseta al suelo, dejando claro que volverá, y se pone las
sandalias.
—Hasta luego. — me dice por encima del hombro.
Estoy desnuda en la cama de Linc, con las sábanas subidas
hasta el cuello y con ganas de vomitar.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 1
JODIE

En la actualidad…
—Oigo las sirenas. — dice la mujer a través de mis auriculares.
—Bien. Debería estar bien ahora. — respondo, satisfecha de
haber hecho mi trabajo.
—Gracias. — dice, pero está distraída porque ya oigo a los
paramédicos entrar. Cuelgo el teléfono y sonrío al sheriff Larson, que
acaba de acercarse a mi mesa.
—Gracias por trabajar en doble turno, Jodie. Nos has sacado de
un apuro.
—No hay problema, sheriff. Espero que Clara esté bien.
—Estará bien. Su bursitis está haciendo efecto. Vamos a
organizar una feria de empleo la semana que viene. Espero que
podamos cubrir algunos puestos con eso. Aunque puede que
necesitemos que hagas horas extras unos días más.
—Está bien. Simplemente pospondré mi crucero alrededor del
mundo hasta el mes que viene. — me río.
—Gracioso. — se ríe y se aleja. Aseguro las cosas en mi escritorio
y saludo a Wanda en el cubículo de enfrente.
Me levanto y me froto la nuca, tratando de deshacer el pliegue
que se ha formado tras casi dieciséis horas al teléfono. Cojo el bolso y
salgo a la calle. Está oscuro. Sin embargo, las luces de la calle son
brillantes y llego a mi coche sin problemas. Cherry Falls es un lugar
relativamente seguro para vivir que se siente como un pueblo
pequeño, y eso a pesar de ser una próspera ciudad de playa que está
situada en el centro de las montañas y las zonas urbanas populares.
Sonrío al llegar a mi flamante Chevy Camaro descapotable de
color blanco perla. Lo compré después de despertarme desnuda en la

Sotelo, gracias K. Cross


cama de Lincoln Locke y darme cuenta de que arriesgarme no era lo
mío. No era lo suficientemente fuerte, ni aparentemente lo
suficientemente inteligente. Lula, que es como llamé a mi coche, es mi
bebé, pero también es un recordatorio. Un recordatorio de que si
quiero ser imprudente, hay mejores formas de hacerlo que hacer algo
que puede acabar con tu autoestima, exponerte a Dios sabe qué y
romperte el corazón.
Me subo y a duras penas me pongo en marcha cuando se
enciende la luz que me indica que necesito gasolina. Es tarde y echar
gasolina es lo último que quiero hacer. Me arrepiento de mi decisión
de ir directamente al trabajo hoy.
Me meto en el Fast and Go, que está enfrente de Blake Brothers
Auto Repair. Siempre me ha gustado Blake Brothers. Siempre llevo mi
coche ahí cuando necesito que lo arreglen. Tiene un aire de época,
desde el rótulo del taller hasta los antiguos surtidores de gasolina del
exterior y la inscripción en las ventanas, como se hacía en los años
cincuenta. Lo contemplo por un momento con una sonrisa. A veces,
me gustaría haber vivido en los años cincuenta. Parece que la vida
hubiera sido mucho más sencilla. Podría haber arrasado con la vida
en esa época.
Soy una tonta. Me río de mí misma, algo que hago a menudo. Mi
papá siempre dice que si no puedes reírte de ti mismo, entonces no
puedes reírte de nadie más. No estoy segura de que sea la expresión
correcta, pero eso es lo que pasa con papá: retuerce las cosas para
decir lo que quiere.
Busco a tientas mi tarjeta de crédito en la cartera y salgo para
echar gasolina al coche. Sonrío porque es otra de las cosas que
siempre dice mi padre. No sé si se considera genial estar tan cerca de
tus padres como yo, pero la verdad es que no me importa. Mis padres
siempre han estado ahí para mí, y sé que siempre me cubrirán la
espalda pase lo que pase. Probablemente tampoco sea genial seguir
viviendo en casa, aunque sea en el estudio que hay encima de su
garaje.
Miro a mi alrededor mientras pongo gasolina y veo que un Jeep
blanco de aspecto destartalado entra en el surtidor de enfrente, lo que
hace que se me caiga el estómago.

Sotelo, gracias K. Cross


Lincoln Locke.
Mierda. En el último mes he tenido mucho cuidado de no ir a los
lugares donde pudiera estar Lincoln. Ha sido una mierda porque no
he ido a la playa, y ese es mi lugar favorito. No he tenido que verlo
desde que salí de su casa haciendo el paseo de la vergüenza.
Parece que mi trabajo duro se ha agotado.
Agacho la cabeza y me vuelvo hacia la bomba, dándole la
espalda. Al mismo tiempo espero que no se dé cuenta de que soy yo y
deseo que los números del surtidor se muevan más rápido. En este
momento, parecen moverse a paso de tortuga. Había planeado llenar
mi bebé, pero si puedo meterle veinte dólares ahora mismo, seré feliz.
—Hola, preciosa.
Me pongo rígida al oír la voz sedosa y suave de Linc y siento que
intenta envolverme. En lugar de hacer que mis rodillas se debiliten
como la última vez que nos vimos, esta vez hace lo contrario. Siento
que estoy completamente congelada. Lo ignoro con firmeza, con ganas
de llorar porque el surtidor acaba de contar hasta la marca de los diez
dólares.

En serio. ¿Qué le pasa a este surtidor?


—He dicho hola, Ojos Azules, ¿no me has oído?— vuelve a
preguntar y esta vez está justo detrás de mí.
Está tan cerca que su aliento se abanica contra mi cuello
desnudo. Maldita sea. Debería haber llevado el pelo suelto. Siento
pequeñas fisuras de electricidad en mi piel. Me trago los nervios y
mantengo el rostro sin emociones, la voz fría.
Miro por encima del hombro y le dirijo una mirada molesta. —
No. — miento, dándome la vuelta y esperando que entienda el
mensaje.
—Desapareciste. — dice, claramente sin entender que quiero que
me deje en paz. —Te he estado buscando. ¿Dónde has estado, cariño?

Vaya. ¿En serio?


Su mano me toca la espalda y luego roza mi cadera y ese pequeño
roce me cabrea.

Sotelo, gracias K. Cross


Aparto su mano de un manotazo, detengo el surtidor de gasolina
mucho antes de mi meta de veinte dólares y vuelvo a clavar la boquilla
en el surtidor tan fuerte como puedo. Me gustaría clavarle la cara a
Lincoln Locke.
—Vaya, cariño, ¿cuál es tu daño?— Linc pregunta, y juro que si
fuera físicamente posible, mi cabeza daría vueltas a la vieja escuela,
como la de Linda Blair en el Exorcista.

—Mi daño es que me pongas las manos encima. — le digo,


mirándole a los ojos.
—Oye, no quería hacer ningún daño. Solo pensé...
—Sí, sé lo que pensaste porque eres un imbécil egoísta.
—Ahora, espera, cosas dulces…
—No quiero hablar contigo, Lincoln Locke. De hecho, estaría
bien si no volviera a hablarte nunca más. — suelto. Durante todo el
tiempo que le respondo, me reprendo mentalmente por ponerme tan
sensible.
—Escucha, no necesito tu mierda. Creía que nos habíamos
separado en buenos términos. — dice, haciendo que mis ojos se abran
de par en par por la sorpresa. —Supongo que me equivoqué. No hay
daño, no hay falta. — Su comentario simplista es como un puñetazo.
Ha causado un daño. Fue más dañino de lo que él nunca sabrá.
—No nos separamos en absoluto. Me desperté sola en la cama...
—Tenía que trabajar, cariño. No tienes que enojarte. Si querías
una cita prolongada, deberías haberte quedado. — dice, levantando
las manos como si quisiera alejar mi ira. Intenta hacerme sentir
irracional y eso solo me cabrea más.
—Me desperté con una chica rubia, que probablemente ni
siquiera es legal, y entró con tu llave.
—Oh. — dice, alargando la palabra como si acabara de darse
cuenta de lo que está mal, pero dudo que tenga la capacidad mental
para entenderlo de verdad. —Ya veo lo que te tiene tan cabreada. —
añade, y su tono deja claro que no está impresionado y que piensa que
soy ridícula.

Sotelo, gracias K. Cross


—Crees que estoy exagerando. — confirmo, y se encoge de
hombros, lo que supongo que es su respuesta. —Quizá tengas razón.
— permito, sin quererlo del todo. —Dime, Linc. ¿Te acuerdas siquiera
de mi nombre?
Me mira sin comprender. Una vez más me doy cuenta de que su
silencio es mi respuesta. Duele más de lo que debería. Podría decir
mucho más, pero sé que no serviría de nada. Solo pensaría que soy
una idiota demasiado emocional, y empiezo a sentir que lo soy.
Me apresuro a entrar en el coche, sin mirar a Linc. Mientras mi
bebé ronronea, me recuerdo de nuevo que el lado salvaje es más
seguro con objetos. No con personas.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 2
LINC

Jodie Jones.
Por millonésima vez, pienso en la mujer con la que me crucé hace
un par de días. Sabía su nombre, por supuesto. No es el tipo de mujer
que puedes olvidar. No se lo dije. Fue un maldito enganche y ella es lo
suficientemente mayor como para saber el resultado. No necesito
aguantar la mierda de ella. No hicimos promesas y seguro que no nos
debemos explicaciones. Fue una noche de sexo. Eso es todo.
Claro, fue sexo sucio, caliente como el infierno, y tal vez el coño
más dulce y apretado que he probado en mi vida. Fue genial, mejor
que genial en realidad, pero seguía siendo solo sexo. De acuerdo, de
nuevo, fue el mejor sexo de mi vida. Fue tan bueno que no he tenido
gusto por una mujer desde entonces. Lo que significa que su actitud
es una mierda, porque quería más de ella. Diablos, todavía quiero más
de ella.
Quiero decir, puedo soportar la actitud de una mujer. Incluso lo
disfruto. Sin embargo, no puedo aguantar un bocado de mierda de ella
sin razón. Eso no es lo que quiero, no importa lo caliente que esté su
culo. Suspiro con ese pensamiento. Ni siquiera importa que se
deshaga en mis brazos y que sea tan jodidamente dulce que todavía
me duelan las pelotas un mes después.
Jodido infierno.
— ¡Hola Linc!
Levanto la vista para ver a Deke Littleton caminando hacia mí.
Es un ayudante de la policía de Cherry Falls. Asiento mientras se
sienta en la barra frente a mí. Esta noche estoy trabajando en la barra
exterior del Reef Beach Bar. Suelo trabajar en el interior, pero me
gusta más el exterior. Daphne, la dueña, me ha dado un respiro esta
noche y se lo agradezco. Hay algo en el aire salado que me da paz.

Sotelo, gracias K. Cross


—Hola Deke. ¿Estás perdido? No eres una cara que
normalmente vea aquí. ¿Qué puedo ofrecerte?
—Solo un agua tónica. — dice. —Acabo de salir del trabajo y
estaba buscando a Jodie. He oído que le gusta venir a la playa en sus
días libres.
Joder. ¿Tiene algo con Jodie? Esta mujer me va a perseguir, lo
sé. Quiero decir, Deke parece un buen tipo, pero totalmente opuesto
a mí. Siempre va de uniforme... siempre. No me sorprendería que no
durmiera con él. Si Deke es el tipo de hombre habitual de Jodie, ¿por
qué demonios se fue a los barrios bajos conmigo?
— ¿Jodie Jones?— No sé por qué lo pregunto. Supongo que
espero que sea una Jodie diferente, aunque las probabilidades de que
lo sea son probablemente escasas.
—Sí. — confirma. —Llevo más de un mes intentando que salga
conmigo.

Más de un mes. Eso quiere decir que ha tenido al Sr. Recto en la


línea, husmeando en ella y aun así se acostó conmigo. Eso es
interesante. Muy interesante.
—Vaya, hombre. Eso huele a persecución de una mujer. — le
digo riéndome y preguntándome por qué la idea de que salga con Jodie
me irrita tanto.
—Probablemente, pero Jodie merece la pena, hombre. Es
especial. Es una buena chica.
— ¿Una buena chica?— Pregunto. La Jodie que recordaba era
mala, muy jodidamente mala. Tan jodidamente mala que sueño con
ella por la noche, recordando lo sucia que podía llegar a ser, lo mucho
que suplicaba por más de todo lo que le daba.
Hijo de puta, estoy en mitad del trabajo, con mi bañador y una
camiseta blanca y tengo una maldita erección por una chica que he
dado por perdida.
—Sí, de las que no te importa llevar a casa a tus padres. — dice,
mientras me agacho, fingiendo hacer algo bajo la barra. No quiero que
Deke me vea poner los ojos en blanco. Hace años que no veo a mis
padres, pero aunque lo hubiera hecho, esa sería la última razón por

Sotelo, gracias K. Cross


la que me interesaría una chica. Joder, es mayor que yo. Diría que
tiene al menos unos treinta años. Si todavía le preocupa lo que digan
sus padres sobre la mujer que se folla, no me extraña que siga soltero.
Me enderezo para sonreír a una rubia sexy que se acerca a la barra,
con las tetas mucho más grandes que las pequeñas tiras de tela que
lleva para intentar contenerlas. Sus caderas se alargan. Tiene curvas en
todos los lugares adecuados...
— ¿Qué quieres, cariño?— Le pregunto con una sonrisa
perezosa.
— ¿Sabes cómo hacer un Dirty Monkey?— me pregunta, con una
sonrisita traviesa.
—Cariño, sé cómo hacer todo lo sucio. — bromeo, haciéndola
soltar una risita sexy, que debería encantarme, pero que tengo que
admitir que es un poco molesta.
— ¿Supongo que no has visto a Jodie por aquí últimamente?—
pregunta Deke, arruinando el momento entre la chica y yo.
—No hombre, no en un mes o así. — le digo, preparando la
bebida.

No en un mes, dos días y algunas horas muy largas.


Mierda.
—Supongo que me iré entonces. Escuché que le gusta pasar el
rato en Wildflower Falls. Hasta luego, Linc. — dice, molestándome.
—Hasta luego, Deke. — respondo. Estoy tan irritado que me paso
el resto del turno preguntándome qué demonios me pasa. Realmente
creo que debo estar perdiendo la cabeza. Ni siquiera acepto la
invitación en los ojos de la rubia.
Cuando salgo del trabajo, me voy directamente a mi casa.
Necesito descomprimirme y poner la cabeza en orden. Cuando abro la
puerta de mi apartamento, mi nariz se arruga. Cuando hasta yo me
doy cuenta de la suciedad, significa que está mal.
Me paso una hora recogiendo mierda y echando algo de ropa en
la lavadora. Luego voy a mi cama y frunzo el ceño. Llevo un mes sin
cambiar las sábanas, lo cual es bastante normal. Solo las cambio sí

Sotelo, gracias K. Cross


creo que una mujer va a volver conmigo e incluso eso es solo si me
apetece. Nunca me había molestado. Esta noche, sin embargo, sí. No
he tenido una mujer en mi cama desde Jodie, y esa fue la última vez
que se cambiaron esas sábanas.
—Eso se acaba esta noche. — murmuro. Quito el edredón
plateado y, tras llevármelo a la nariz, decido lavarlo también. Lo arrojo
al suelo y empiezo a quitar la sábana de abajo; nunca me meto con la
de arriba. Frunzo el ceño cuando veo que hay sangre en ella. No he
notado ningún rasguño ni nada, pero quién sabe. Últimamente he
estado navegando mucho en mis ratos libres. Termino de arrancarla,
antes de tirarla encima del edredón. Luego, miro fijamente el colchón
y digo que a la mierda y me acuesto en él sin sábanas. Cierro los ojos
y, maldita sea, si Jodie Jones no flota en mi mente.

¿Qué demonios me pasa?

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 3
JODIE

—Deke, esto es muy bonito. — murmuro, deseando estar en


cualquier sitio que no sea donde estoy: en una cita con Deke Littleton.
No estoy segura de cómo ha sucedido. Lo he estado evitando
como la peste. Ni siquiera sé por qué. Es un buen tipo y también es
guapo. Tiene algo de acción de sal y pimienta y bonitos ojos azules.
Mide alrededor de 1,70 m. Eso lo hace más alto que yo y eso es algo
que siempre he querido de los hombres con los que salgo. Mamá y
papá lo adoran, lo que también es bueno, y todos vamos a la misma
iglesia. El problema es que no hay chispa.

Ninguna en absoluto.
Para ser justos, nunca he tenido chispa con nadie más que con
Linc y después de cómo resultó, no me importa si alguna vez la tengo.

—Lo que sea por mi mejor chica. — dice, y frunzo el ceño. ¿Su
mejor chica? ¿Qué es eso?
Estamos en el Fireside Bar and Grill. El dueño, Caleb, es un
buen tipo pero un poco solitario. Es tranquilo y reservado. Tiene
músculos por todas partes y parece que podría haber sido un boxeador
profesional o un luchador de jaula; definitivamente tiene ese aspecto.
Era más amigable y hablaba más, pero se vio envuelto en un divorcio
complicado hace un tiempo, y desde entonces, ha cambiado. Ahora
mismo, está hablando con Wren Walters. La conozco de la iglesia. Es
un poco más joven que yo, pero dulce. Enseña a esquiar a los niños
más pequeños en la pista de esquí de Sugarbush. No me había dado
cuenta de que conocía a Caleb, pero está claro que ahora mismo están
en una intensa discusión, y Caleb parece enojado.
— ¿Has oído lo que he dicho?— pregunta Deke, atrayendo de
nuevo mi atención hacia él.

Sotelo, gracias K. Cross


—Lo siento. Solo estaba mirando a Wren. — murmuro. —Parece
que está discutiendo con Caleb y me preguntaba si debería ir a
intentar rescatarla.
Deke mira a la pareja y se encoge de hombros. —Puede que a
Caleb le guste ella.
—Esa conversación no tiene pinta de gustarle. Parece que podría
masticar uñas. — respondo, sin bromear realmente.
—Quién sabe. Así es como el sheriff Larson mira a Faith Bridges.
—Vaya, ¿qué dices?
— ¿No lo sabías? Lleva un tiempo intimando con Faith, pero por
la razón que sea, no se han juntado.
— ¿Tal vez ella está nerviosa por su carrera? Quiero decir, Faith
es una madre soltera. Es lógico que sea cautelosa. — argumento.
—Tal vez. — responde Deke. —Por eso me gustas tanto Jodie.
— ¿Qué quieres decir?— Pregunto confundida.
—No tienes equipaje. Las relaciones son lo suficientemente
difíciles sin eso.
—Difícilmente llamaría a un niño equipaje, Deke. Logan es un
niño precioso.
—Lo es, pero siempre estará entre Faith y el sheriff Larson.
— ¿Lo siento?— Susurro porque no puedo recuperar el aliento.
Siempre pensé que Deke era un gran tipo. Empiezo a darme cuenta de
que es un imbécil.
—Nunca le pertenecerá. Además, si el sheriff y Faith tienen hijos,
siempre favorecerá a sus hijos por encima de Logan.
—Vaya. Eso es triste.
—Así son las cosas. Por eso el sexo debe esperar hasta que te
cases.
—Yo...
—Así, si hay niños de por medio, los padres están juntos.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Y si se divorcian?— Pregunto. Lo que realmente me gustaría
hacer es volcar mi vino sobre su cabeza. Me gusta mucho Faith, y
Logan es un niño inteligente y sorprendente. ¿Y Deke? Bueno, Deke
es un maldito imbécil.
—Por eso eres perfecta para mí, Jodie.
— ¿Lo soy? No lo entiendo. — le digo, pensando que cualquier
cosa que diga no me va a gustar.
—Eres una buena chica. — dice.

Dios, odio cuando dice eso.


Quiero decir, lo digo de mí misma, claro. Mis padres incluso lo
dicen de mí. Cuando Deke lo dice, quiero golpearlo.
— ¿Qué significa eso exactamente?— Pregunto, con la voz tensa.
—Significa que eres el tipo de chica con la que un hombre se
casa y lleva a casa de sus padres. — responde.
Dejo caer el tenedor con demasiada fuerza. — ¿Significa eso que
Faith no lo es?— Pregunto porque, realmente, esto se está volviendo
un poco ridículo. Me gusta Faith. Somos buenas amigas. Es mi mejor
amiga, en realidad. Quiero decir, no soy el tipo de chica que habla
mucho con otros, pero cuando lo hago, siempre es Faith.
—Mis padres tendrían una vaca si trajera a casa a una mujer de
moral relajada, Jodie. — se ríe. Me acerco y bebo un trago de mi vino,
con la mano apretada en el tallo.
—Faith no tiene una moral relajada, Deke. Tiene dos trabajos y
acude a todas las actividades de su hijo. Es una buena madre y,
además, va a la iglesia todos los domingos. No creo que puedas decir
que tiene la moral relajada. — digo.
—Cálmate, Jodie. No quiero montar una escena. Sé que tú y
Faith son amigas. Estoy seguro de que ella es perfectamente
agradable.
—Lo es.
—Pero no es alguien que querría en mi vida a largo plazo. — dice.

Sotelo, gracias K. Cross


—No sé por qué no. Creo que cualquier hombre sería afortunado
de tener a Faith, especialmente tú. — murmuro.
—Eres lo que quiero. Puede que te emociones un poco más de la
cuenta…
—Yo...— dejo de hablar porque no sé qué decir.
—Pero puedo lidiar con eso. — añade rápidamente, y siento que
los ojos se me van a salir de la cabeza.
—Bueno, menos mal. — respondo con sarcasmo.
—Descubrirás que soy una persona muy fácil y comprensiva,
Jodie. — dice, y hay tantas cosas que podría decir en respuesta, pero
no me da la oportunidad. —Supe de inmediato que eras exactamente
la mujer que quería para mi futuro.
Evidentemente, el ayudante del sheriff, Deke, es un desastre con
las charlas en la primera cita.
— ¿Cómo lo supiste?— Pregunto, sin la menor curiosidad,
porque ahora ya sé que probablemente solo me cabreará. ¿Cómo pude
pensar que era un buen tipo? Podría hacer que Lincoln Locke pareciera un gran tipo
en este momento.
—Porque eres una buena chica. — repite.
Se me frunce el ceño y hago lo posible por no perder la cabeza.
Casi siempre fracaso.
— ¿Qué me hace ser una buena chica?— Pregunto, con la voz
tensa y tranquila, porque ahora mismo es difícil hablar por encima de
todas las palabras de reproche que me gustaría gritarle desde los
tejados.
—Bueno, para empezar, no te acuestas con nadie.
—Yo... ¿Cómo sabes eso?
—Jodie, Cherry Falls es un pueblo pequeño, aunque seamos una
trampa para turistas. La gente habla. Es ampliamente conocido que
eres virgen.
Parpadeo.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¡¿Has hablado de mi virginidad con todo el maldito pueblo?!—
chillo, olvidando que estamos en medio del Fireside Bar and Grill con
la mayoría de los residentes de Cherry Falls a nuestro alrededor.
Bueno, de cuerdo, no la mayoría, pero sí una buena parte.
—Jodie, baja la voz. — dice Deke, reprendiéndome como lo haría
con un niño malcriado que hace una rabieta. —Estás llamando la
atención.
— ¡Pregúntame si me importa, Deke!
—Jodie...
— ¿Estás sentado ahí y me dices que has hablado de mi actividad
sexual con gente del pueblo?
—No. — dice de inmediato, pero antes de que pueda tomar un
respiro de alivio, lo arruina. —Los chicos del trabajo estaban hablando
de ello.
—Los chicos...
—Jodie…
— ¿Hablaste con los hombres con los que trabajo sobre mi
actividad sexual?— Pregunto, atragantándome con las palabras,
incapaz de creer que esté teniendo esta conversación.

—Tú falta de actividad, en realidad. No sé por qué te molesta.


Todo el mundo tiene una buena opinión de ti. Es solo otra razón por
la que sabía que serías la novia perfecta.
—No sabes por qué estoy molesta. — susurro, incapaz de
entender toda esta conversación.
—Exactamente. — respira. —Ahora siéntate antes de que llames
más la atención sobre nosotros.
Hasta que lo mencionó, no me di cuenta de que estaba de pie.
Por otra parte, estoy tan molesta que apenas puedo recuperar el
aliento. — ¡¿No sabes por qué estoy molesto?!?— Grito como si no hubiera
hablado.
—Jodie…

Sotelo, gracias K. Cross


— ¡No me jodas! ¿Hablaste de mi falta de vida sexual con los
hombres con los que trabajo para saber si era buen material para
esposa?
—Bueno, obviamente, eso no funcionó. Estás llamando la
atención, Jodie. Tienes que sentarte ya. — dice, mirando a su
alrededor cohibido.
— ¡Imbécil pomposo!— Gruño y luego cojo mi vino y se lo tiro a
la cara. —No soy material de matrimonio para ti.
—En eso podemos estar de acuerdo. — murmura, tomando su
servilleta y limpiándose la cara.
—Tienes toda la razón en que podemos estar de acuerdo en eso.
Te diré algo más, Deke Littleton, si vuelves a respirar cerca de mí, lo
lamentarás. — Empiezo a alejarme cuando Deke empeora las cosas.
—Eso no será un problema. Eres demasiado emocional.
— ¡Y tú eres un idiota! Y para tu información, no soy virgen.
Descubrí que me gusta el sexo. Acabo de darle mi virginidad a Lincoln
Locke y no dejaría su cama para meterme en la tuya ni por un millón
de dólares, ¡y lo detesto!— Me despido.
Me doy la vuelta para ver a todos los presentes en el restaurante
riéndose o intentando evitar mi mirada y me doy cuenta de lo que
acabo de hacer. Cierro los ojos mientras maldigo en voz baja. Cuando
los vuelvo a abrir, la primera cara que veo es la de Lincoln Locke, que
está de pie junto a la barra donde están Wren y Caleb.

Mierda. Mierda. Mierda.


Respiro hondo y salgo pitando.
Las consecuencias de esto no van a ser divertidas, pero ya me
preocuparé de eso mañana.
Maldita sea.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 4
LINC

Veo a Jodie salir, con la espalda recta y la cabeza alta. Su larga


melena negra fluye en ondas por su espalda y lleva un pequeño vestido
blanco que abraza sus curvas. El vestido la cubre por completo y le
cae justo por encima de las rodillas, pero es más sexy que cualquier
cosa que haya visto en una mujer. Oigo reír a Caleb detrás de mí, pero
lo ignoro.
Deke se levanta y me acerco a la comadreja.
—Linc, no hagas ninguna estupidez. — dice el sheriff Larson
desde detrás de mí, pero la advertencia cae en saco roto, porque ya he
llegado hasta Deke y solo tengo una cosa en mente, y ser racional no
lo es.
—Maldita sea, Linc. Podrías haberme dicho que le habías
reventado la cere...
Antes de que pueda terminar, mi puño le golpea la cara. La
sangre brota de su nariz, y cae de espaldas contra su silla, haciendo
que ésta se deslice estrepitosamente contra el suelo de baldosas. El
peso de Deke al caer contra la silla, la levanta. Cuando cae de lado,
Deke se deja caer al suelo, sujetándose la nariz, con los ojos muy
abiertos.
—Sheriff, ya sabe dónde encontrarme si este imbécil intenta
presentar cargos.
—No lo hará. — responde el sheriff, pero no creo que Deke sea
tan inteligente.
—Linc, ¿qué pasa con ese trabajo?— Caleb, el dueño del Fireside
Bar and Grill, me llama. Lleva tiempo intentando que deje Reef. No me
veo dejando a Daphne en la estacada, pero conseguir unas horas extra
no sería mala idea.
—Lo pensaré y te lo haré saber. — prometo, sin darme la vuelta.

Sotelo, gracias K. Cross


Salgo justo a tiempo para ver a Jodie saliendo del
estacionamiento. Sonrío al recordar cómo le tiró el vino a la cara a
Deke y luego le dijo lo mucho que le gustaba el sexo, antes de anunciar
que me había dado su virginidad a todo el mundo en el maldito lugar.
Estuvo preciosa. Lo único que no me gustó fue cómo anunció que no
me soportaba. Joder, la palabra que dijo fue detesto. No me gusta eso,
y realmente no sé cómo combatirlo.

No sé por qué quiero hacerlo.


Pero, por alguna razón, lo hago.
Me dirijo a mi Jeep y me meto, sintiéndome más que un poco
asqueado de mí mismo. Bueno, alterno entre eso y estar irritado con
Jodie Jones por hacerme sentir así. Una cosa es que, después de esa
noche, la noche tan caliente que compartimos, será transmitida por
todas partes. Quizá eso debería enojarme, pero no lo hace.
Pasé el viaje a casa pensando en toda la situación. Mi instinto
me decía que debía ir a ver a Jodie y tratar de arreglar las cosas entre
nosotros. ¿Era realmente virgen? Dios mío. No podía serlo, ¿verdad?
Entonces, recuerdo el rastro de sangre en mis sábanas. Joder. Si era
virgen, eso explicaría por qué estaba tan enojada a la mañana
siguiente.

Tal vez ella no sabía el resultado después de todo. Tal vez pensó que era algo
más que una conexión.
Sin embargo, cuanto más lo pienso, decido que lo mejor que
puedo hacer es alejarme. No puedo arreglar lo que pasó entre
nosotros, y está claro que los dos no combinamos. Necesito alejarme
de ella. No es como las otras mujeres con las que he tonteado. Pensé
que ella conocía el juego, que sabía lo que estábamos haciendo.
Después de esta noche, no estoy tan seguro. Ninguna mujer con la
que he tratado habría reaccionado así ante ese imbécil. Es demasiado
emocional. No me gusta que me odie, pero por mucho que quiera
cambiarlo, me imagino que no puedo. No soy el tipo de hombre con el
que una mujer como Jodie estaría satisfecha, y ella tampoco es mi tipo
de mujer.

Sotelo, gracias K. Cross


Es mejor que termine como lo ha hecho, con Jodie odiándome.
Ambos seguiremos adelante, dejaremos atrás nuestra única noche
juntos y todo irá bien.

Mejor que bien.


Todo volverá a la normalidad y Jodie Jones no será más que un
recuerdo lejano. Ese pensamiento me hace sonreír por primera vez
desde que vi a Jodie en la gasolinera. En todo caso, toda esta
experiencia me ha enseñado que debo tener más cuidado cuando
acepto una oferta de una mujer. Está claro que interpreté mal a Jodie
por completo, lo cual es una mierda, porque me habría encantado
tener más de ella.
Me siento cada vez mejor sobre mi decisión a medida que avanza
la noche. Durante todo el tiempo que armo la cama y me acuesto en
ella, respiro mejor. Es temprano, pero por la mañana tengo que
trabajar en el primer turno para ayudar a Daphne a hacer el
inventario, así que decido irme a la cama. A partir de mañana, Jodie
Jones será un recuerdo. Hay muchos peces en el mar. Eso es lo bueno
de ser un surfista sin ataduras y sin ganas de hacer ninguna.

Lástima que la cara de Jodie sea la primera que aparece en mi memoria cuando
cierro los ojos para dormir.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 5
JODIE

—Vas a llegar tarde al trabajo esta mañana, Jodie. — dice mamá,


con tono de censura. Contengo un suspiro. No quiero contarle lo que
pasó anoche. Cherry Falls es un pueblo pequeño y me imagino que mi
anuncio de anoche en el Fireside se ha extendido por todas partes. Lo
único que me salva es que mi madre y mi padre no salen mucho.
Mamá trabaja en Syn City, hecho que, como esposa de diácono en
nuestra iglesia, desprecia, y, por suerte, hace la mayoría de sus
compras ahí. Tengo la esperanza de que se queden en la oscuridad.
Es una esperanza escasa, pero necesito algo a lo que aferrarme.
—Hoy no tengo trabajo. — le digo en cambio, medio mintiendo,
pero medio no. —En realidad, estoy pensando en buscar un nuevo
trabajo. Me estoy estresando un poco trabajando en como
despachadora. Estaba pensando en encontrar algo menos estresante.
Hasta ese momento, mi padre ha mantenido la nariz metida en
su periódico, pero con mis palabras, lo deja caer y esos ojos de águila
que tiene me miran fijamente. Hago todo lo posible para que no cunda
el pánico y para no saltar cuando mamá deja caer un cuenco sobre la
encimera.
— ¿Que estás qué?— jadea. —Pero Jodie, tú amas tu trabajo y
no hay muchos trabajos en Cherry Falls en estos días, a menos que
sea temporada turística.
—Grace Gilroy mencionó que podría haber una vacante en
Secret Garden Bookshop. Creo que podría solicitarlo ahí. Sería menos
estresante y no tendría que trabajar hasta altas horas de la noche. —
murmuro, y sé que estoy apelando a sus instintos protectores, pero
estoy desesperada. No me atrevo a decirles por qué quiero dejarlo.
Tampoco quiero hablar de mi anuncio de anoche en el Fireside Bar
and Grill. Si el destino es misericordioso, mis padres nunca lo sabrán.
—Eso podría ser mejor. — dice mamá, de mala gana. Papá suelta
un suspiro de fastidio, pero eso significa que me he librado del

Sotelo, gracias K. Cross


problema por ahora, así que lo acepto. Suena el timbre y mamá frunce
el ceño. — ¿Quién vendría a llamar tan temprano por la mañana?
¿Crees que es una emergencia?
— ¿Qué clase de emergencia sería, Marge? Estamos todos aquí.
— refunfuña papá.
—Bueno, ¿entonces quién podría ser, Stanley?— pregunta
mamá, con la voz llena de fastidio.
—Vaya, Marge, no lo sé. Quizá deberías abrir la maldita puerta.
— refunfuña papá, que sigue mirando el periódico.
Cierro los ojos. Juro que mamá y papá se quieren, pero a veces
estoy convencida de que no se quieren en absoluto.
—Estoy ocupada. Podrías ir a contestar, ya sabes. Podría ser
alguien que viniera a robarnos. Deberías intentar proteger...
—Contestaré a la puerta. — le digo a mamá antes de que
empiecen otra discusión de todo el día.
— ¿Y si viene alguien a robarnos?— grita mamá.
—Le avisaré antes de que me mate. — le grito mientras llego a la
puerta.
— ¡Eso no es gracioso Josephine Jones!— grita mamá,
haciéndome dar un respingo. Siempre sé que estoy en problemas
cuando saca mi nombre completo.
Cuando abro la puerta me salta el estómago. Ahí, de pie frente a
mí, está el sheriff Larson. —Buenos días, Jodie. — dice.
Tomo aire, deseando que el suelo me trague. —Buenos días. —
susurro, sintiéndome incómoda.
—Me preguntaba si podría hablar contigo.
— ¿Qué pasa?— Pregunto, haciendo mi mejor esfuerzo para que
las palabras suenen como si no tuviera ninguna preocupación o
alguna idea de por qué está aquí. Es una tontería, porque ambos
sabemos que sí la tengo.
—Quería hablar contigo sobre el ayudante Littleton. — anuncia,
pareciendo extremadamente incómodo.

Sotelo, gracias K. Cross


— Sheriff, realmente prefiero no hablar de Deke.
—Creo que tenemos que abordarlo. Sobre todo porque mi mejor
despachadora no se presentó a trabajar esta mañana.
—Llamé que estaba enferma. — me siento obligado a señalar. —
Además, me aseguré de que hubiera alguien ahí para cubrirme.
—Tienes derecho a un día de enfermedad. Seguro que tienes
varios acumulados, ya que nunca te tomas un día libre. — dice, y me
encojo de hombros. —Solo me pregunto si piensas volver al trabajo.
Me mira fijamente con esa mirada impenetrable. No sé qué
contestarle, así que decido decirle la verdad.
—Realmente no lo sé. Quiero ser sincera con usted, sheriff
Larson...
—Graham. — me corrige.
—Es que no sé si quiero volver a trabajar. No me hace sentir muy
bien saber que los hombres con los que trabajo cada día han estado
hablando de si tengo o no sexo.
—He tenido una charla con mis hombres. Jodie, tienes que...
—Eso no ayuda realmente, Sheriff. Quiero decir, que hablar con
ellos hace que parezca que estoy siendo un gran bebé. Estoy segura
de que estas cosas suceden en otros lugares de trabajo. Es solo que
me pasó a mí.
—Jodie, ¿qué quieres que haga? Dímelo. No quiero perderte
como empleada. Eres la mejor despachadora que tengo, y trabajas
mejor que cualquiera. Eres importante para nuestro equipo.
—No estoy segura de que puedas hacer nada. Estoy tratando de
resolverlo, sheriff. Por eso me he tomado el día libre. No estoy segura
de cómo me siento trabajando ahí y no estoy segura de cambiar de
trabajo.
—Escucha, tengo una chica nueva contratada. Es joven y está
verde, pero parece tener ganas de aprender. ¿Considerarías venir a
entrenarla? Solo tendrás que trabajar tres turnos de mediodía a la
semana y te pagaré como si trabajaras la semana completa.

Sotelo, gracias K. Cross


—Sheriff, el Departamento de Policía de Cherry Falls tiene un
presupuesto muy reducido. No puede permitirse el lujo de pagarme si
no trabajo por ello. — digo en voz alta. Realmente desearía que no
hubiera aparecido esta mañana. Es un halago, pero me confunde más.
Me gusta el sheriff Larson. Sé que me dice que le llame Graham, pero
no puedo obligarme. Aun así, como me gusta tanto y sé que quiere que
siga trabajando en el departamento de policía, hace que mi decisión
final sea aún más difícil.
—Deja que yo me preocupe por el dinero. Solo necesito que
vengas. Tal vez si ves que la gente no te trata de forma diferente y no
se comportan como imbéciles...— Se encoge de hombros y me dedica
una pequeña sonrisa. —Tal vez te quedes.
—Eso es un montón de tal vez. — me río, sin encontrar realmente
humor en nada de esto, pero sin querer que se sienta mal. Después
de todo, esto no es culpa suya.
—Jodie, creo que te darás cuenta de que Deke está lleno de sí
mismo. Los chicos del trabajo no toman parte en sus tonterías.
—Sheriff...
—También lo he puesto en licencia administrativa. No tendrás
que enfrentarte a él cuando vuelvas al trabajo. Si no cambio de
opinión, nunca volverá a vestir un uniforme de Cherry Falls.
—No se puede despedir a alguien por hablar de otro empleado.
— le digo.
—No solo ha hablado de un empleado, sino también de un
miembro respetado de esta comunidad. Faith Bridges ha tenido una
vida dura. Lo último que necesita es que alguien que lleva un uniforme
que representa a nuestra ciudad diga estupideces sobre ella. Creo que
ambos podemos estar de acuerdo en eso.
—Podemos. — admito. Lo miro fijamente un minuto y trago
saliva con nerviosismo. He sido realmente sincera al decir que no sé
lo que voy a hacer. Sin embargo, veo la importancia de formar a un
nuevo empleado. La oficina del sheriff está escasa, y realmente le debo
mucho al sheriff Larson. No quiero dejarlo en la estacada. —Necesito
un par de días libres. Puedo ir a entrenar a tu empleada el jueves. Pero

Sotelo, gracias K. Cross


si no estoy cómoda o si me molesta, tendré que irme. No necesito ese
tipo de estrés en mi vida.
—Me parece justo. — dice con una sonrisa. —Espero verte de
nuevo en la oficina. — Se quita el sombrero. Pongo los ojos en blanco,
pero le devuelvo la sonrisa. Luego, me doy la vuelta y entro en la casa.
Cierro la puerta y oigo cómo se pone en marcha su coche de policía.
Por un lado, me hace sentir bien que me necesiten en el trabajo
y que el sheriff se haya preocupado lo suficiente como para salir. Pero
mentiría si dijera que estoy ansiosa por volver al trabajo.
Sinceramente, me da pavor volver a la ciudad, y punto. Decido que no
voy a pensar en ello hoy. Voy a tomarme el día libre de todo, incluidas
las preocupaciones por mi explosión de anoche en el Fireside y los
pensamientos sobre el ayudante del sheriff y Lincoln Locke.

Ese es el único plan que tengo en este momento.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 6
LINC

—Si no es el cazador de vírgenes en persona. — dice Jake


mientras se acerca a la barra. Hoy vuelvo a trabajar al aire libre,
gracias a Dios. Necesito despejar mi mente. Han pasado tres días
desde la explosión de Jodie en el Fireside y tres días desde que decidí
dejarlo pasar. El problema es que también han sido tres días en los
que no he hecho más que pensar en Jodie. No lo entiendo, y seguro
que no puedo explicarlo.
Empiezo a pensar que mi tío Dragon tenía razón cuando decía
que algunas mujeres tienen un coño vudú. Jura que el de su esposa
Nicole lo es. Dice que lo atrapó desde el primer día. Realmente no
necesitaba oír eso, pero Dragon suele decir lo que se le pasa por la
cabeza. Es el presidente de un club de motociclistas en Kentucky. No
siempre viví en Cherry Falls. En realidad crecí en Tennessee. He
estado por mi cuenta desde que tenía diecisiete años y tropecé con el
capítulo de Savage Brothers MC ahí. El vicepresidente, Crusher, me
tomó bajo su ala. Él y su esposa Dani son realmente las únicas
personas con aspecto de padres que he conocido. Dani no podía tener
hijos, así que acogieron a unos cuantos y adoptaron a varios. Son
buenas personas y quizá habría tenido una buena vida en Tennessee.
Crusher me instó a convertirme en un prospecto, es decir, a entrenar
para convertirme en un miembro de la tripulación Savage. Lo pensé,
pero aunque me encantaba estar a lomos de una moto. No había lugar
para mi tabla de surf en Tennessee. Aun así, hay partes de esa vida
que echo de menos. Crusher me preguntó si estaría interesado en
ayudar a un amigo suyo a montar un MC en Carolina del Norte. Ha
estado buscando hombres de confianza. Le dije que estaba bastante
asentado en Cherry Falls, pero no lo descarté del todo. Hay playas en
Carolina del Norte donde vive Beast, que es el amigo de Crusher. Me
he encontrado con él un par de veces. Beast es definitivamente una
descripción adecuada. Definitivamente no me gustaría terminar en el
lado equivocado de él.

Sotelo, gracias K. Cross


Me deshago de mis pensamientos y me concentro en Jake. Jake
es uno de mis mejores amigos aquí. Eso no es decir mucho, porque
soy un solitario de corazón. Aun así, Jake va a surfear conmigo de vez
en cuando y salimos de vez en cuando.
— ¿De qué demonios estás hablando?— le pregunto, poniendo
una cerveza en la barra porque es lo único que bebe.
— ¿No te has enterado?— dice, aparentemente sorprendido.
— ¿Enterado de qué?— Pregunto, limpiando la barra mientras
hablamos.
—Todo el pueblo está hablando de cómo Jodie Jones le gritó a
Deke Littleton la otra noche.
—Joder, este pueblo a veces me mata. — refunfuño.
—Te están llamando Linc el Cazador de Vírgenes. — se ríe Jake.
—Hijo de puta.
—Jodie es como un unicornio, Linc.
— ¿Qué?— Pregunto, preguntándome si Jake estará borracho,
porque lo que dice no tiene ningún sentido.
—Es la hija del diácono de la Iglesia de Dios de Cherry Falls.
Tiene veintiséis años y nunca ha tenido novio. ¿Descubrir que se ha
estado acostando contigo y que lo ha admitido en medio de un
restaurante lleno de gente? Por no hablar de que le ha dicho a todo el
mundo que le encanta el sexo y que tú eres la razón, aunque te odie.
Maldita sea, hombre.
—Mierda. — siseo. — ¿De verdad están hablando de esta mierda
en la ciudad?— Le pregunto.
—En todas partes.
—Hijo de puta. — refunfuño, haciendo reír a Jake mientras da
un trago a su cerveza. Las cosas se acaban de complicar muchísimo.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 7
JODIE

Ir al supermercado es un infierno diferente. Puedo sentir los ojos


de todo el mundo sobre mí. Me gustaría pensar que todo está en mi
cabeza, pero sé que no es así. En este momento, si Thomas Miller me
mira más de cerca, es probable que me queme espontáneamente por
la curiosidad. Lo mismo ocurre con su mujer, Clementine. Me dirijo al
mostrador para poner mi pequeña cesta de la compra en la cinta
transportadora y pagarla. Por suerte, no son ninguno de los dos los
que se acercan a verme. Es su hijo Charlie en su lugar.
—Hola, Jodie. — dice, y a diferencia de sus padres, evita mi
mirada.
Me gusta Charlie. Fuimos juntos al colegio y es un año mayor
que yo. Siempre es amable. Esa es una de las razones por las que ha
tenido éxito dirigiendo el mercado con sus padres.
—Hola, Charlie. Parece que están muy ocupados hoy. —
respondo, entablando una pequeña charla y contando los minutos que
faltan para salir de la tienda.
—Todo el mundo se está preparando para las tormentas que se
prevén. Va a ser una temporada de huracanes dura, creo.
—Quizá. — respondo, y mi mirada se dirige a la madre de
Charlie. La anciana mueve la cabeza en señal de censura, mientras
hace un ruido de asco por la nariz. Lo hace en voz baja, pero sigue
sonando fuerte para mis oídos. Luego, se marcha dando pisotones.
Doy un pequeño respingo cuando da un portazo.
—Ignórala. — dice Charlie sorprendiéndome.
— ¿Eh?
—Mamá, todo el mundo en realidad. Se calmará.
— ¿Se calmará?— Pregunto, pensando que tal vez debería haber
ido a Syn City a comprar comida.

Sotelo, gracias K. Cross


—Sí. — dice, dándome lo que creo que se supone que es una
sonrisa tranquilizadora.
— ¿Qué se calmará?
—Todo lo que se ha hablado de tu pelea con Deke Littleton la
semana pasada. — explica, y hago una mueca. Me imaginaba que
todas las miradas se referían a eso, pero esperaba equivocarme.
—Mierda. — siseo.
—Deke es un imbécil. — dice Charlie, y me río.
—Sí, más o menos lo es.
— ¿Escuchaste que trató de emitir una orden judicial contra
Lincoln?
— ¿Qué?— Jadeo, con el corazón latiendo rápido. — ¿Por qué
demonios?
—Mi hermano Duke estaba en el Fireside después de tu pelea.
Dijo que después de que te fuiste, Linc estaba tan enojado que le dio
un puñetazo a Deke.
— ¿Le dio un puñetazo?— Jadeo.
—Sí. Dijo que fue épico. Linc le rompió la nariz a Deke.
—Dios mío. — susurro. —No tenía ni idea.
—Sí, Deke trató de emitir una orden judicial contra él. El sheriff
Larson le dijo que si lo hacía, Faith Bridges emitiría una orden judicial
por difamación en su contra.
—Mierda. Faith no haría eso.
—Podría hacerlo si el sheriff se lo pidiera. Creo que se están
haciendo amigos.
— ¿Faith y el sheriff Larson?— Pregunto, completamente
sorprendida. No he hablado con Faith en un par de semanas. Parece
que debería rectificar eso y pronto.
—Sí. De todos modos, si sirve de algo, siento que las cosas no
hayan funcionado para ti y Lincoln.
—Eh, gracias, Charlie. — murmuro.

Sotelo, gracias K. Cross


—A veces las cosas suceden para bien. — dice.
—Sí, supongo que sí. — respondo.
—A veces, cuando la gente rompe, solo significa que hay algo
mejor ahí afuera…
—Jodie y yo estamos bien. — dice Linc viniendo a mi alrededor
y cogiendo las bolsas de comida que Charlie tiene preparadas en el
mostrador.
—Yo... Tú... Nosotros...— Tartamudeo, sin saber qué decir.
Al parecer, eso no le importa a Linc, porque me pone la mano en
la espalda y casi me empuja fuera de la tienda de comestibles.
— ¿Dónde está tu vehículo?— pregunta Linc, y quizás eso es lo
que me saca de mi estupor.
—No es asunto tuyo. ¿Qué estás haciendo aquí?— Le digo con
brusquedad.
—Necesito hablar contigo. — dice, y me alejo para mirarlo.
Realmente odio que sea tan sexy. Debería tener un aspecto
horrible. Si tuviera como dos narices en la cara, o sus labios fueran
gordos y de color verde, eso me haría sentir mejor.

¿Y qué pasa con su pelo?


Los hombres no deberían tener un pelo más bonito que el de una
mujer. El suyo cae a media espalda cuando está suelto. Hoy, lo tiene
recogido en un moño desordenado, pero sigue siendo muy sexy. Parece
oro hilado. Es tan malditamente suave que sentirlo contra mi piel
desnuda es tan bueno que todavía sueño con él por la noche, incluso
después de todo este tiempo.
Esa es también otra parte del problema. Me siento como si
acabara de salir del apartamento de Lincoln Locke esta mañana. La
vergüenza y el dolor aún están tan frescos.
Hago todo lo posible por reunir mi ingenio y lo miro fijamente
como si hubiera perdido la cabeza.
—No creo que tengamos nada que decirnos, Sr. Locke.

Sotelo, gracias K. Cross


—Teniendo en cuenta que todo el pueblo me llama cazador de
vírgenes, creo que sí tenemos.
—Cazador... todo el pueblo...— Me detengo porque siento que no
puedo respirar. — ¿Por qué harían eso?— Jadeo, casi sin poder hablar.
—Quizá porque le dijiste a todo el pueblo que eras virgen cuando
nos acostamos. — suelta y mi corazón tartamudea en mi pecho porque
su tono suena acusador.
—No se lo dije a todo el pueblo. — niego.
—Lo anunciaste en el Fireside. Has vivido en Cherry Falls mucho
más tiempo que yo, así que no finjas que no sabes cómo habla la gente
por aquí. Antes de que te fueras esa noche, veinte personas estaban
hablando por teléfono con sus amigos sobre lo que habías dicho y
luego sus amigos llamaban a sus amigos y...
— ¡Para! Estás haciendo que parezca que quería soltar esa
mierda.
— ¿Y no lo hiciste?— se burla.
—No lo hice.
—Bueno, eso es exactamente lo que pasó, y ahora todo el mundo
por aquí se está divirtiendo a mi costa. Jesús, nunca te habría tocado
si hubiera sabido que eras virgen, de todos modos.
—Oh, Dios mío, eres tan egocéntrico. ¿Crees que me gusta saber
que todo el pueblo está hablando de mí? Y si hubiera sabido que solo
eras un estúpido, ¡nunca habría dejado que me sedujeras!
—Oh, por favor, no hubo seducción. Estabas encima de mí.
Además, si no querías que la gente hablara de ti, deberías haber
mantenido la boca cerrada.
—Mantener mi boca cerrada...
—Así es. — dice. —Eso es lo que hacen los adultos. — añade. En
ese momento, no estoy segura de haber odiado a nadie más que a él.
No pienso. Solo reacciono. Doblo la pierna, la echo hacia atrás y
me muevo para golpear sus pelotas. Grita y se agacha al instante.
— ¡Puedes besar mi trasero, Lincoln Locke!

Sotelo, gracias K. Cross


—Maldita sea, mujer. — gime.
—Pero sigue hablando porque cuanto más lo haces, menos
caliente me pareces. Ahora, te estás convirtiendo en un completo
imbécil que odio. Y realmente odio haberte dado mi tarjeta V. Prefiero
dársela a Tommy el Desdentado. — Grito. Entonces, me doy la vuelta
para trotar de vuelta a mi coche. Es entonces cuando veo que hay una
pequeña multitud alrededor de la tienda de comestibles tomándolo
todo, incluido Tommy el Desdentado, que pesa más de cuatrocientos
kilos, se mantiene borracho el noventa y nueve por ciento del tiempo
y probablemente lo esté ahora y tiene una peineta que, una vez que la
deja caer, le llega hasta el codo. Me lanza una mirada risueña que
demuestra que no tiene dientes, y en su expresión hay una clara
invitación.

Genial. Simplemente genial.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 8
LINC

Me reclino en mi silla, viendo cómo las olas chocan contra la


orilla de arena, sintiéndome como una mierda. Una botella de cerveza
está entre mis piernas, el frío se siente bien contra mis bolas doloridas.
Una cosa es que Jodie Jones tiene una patada de infierno en ella.

En más de un sentido.
—Parece que estás contemplando el universo. — dice Zeke,
acercándose por detrás de mí. Zeke Williams no ha estado en Cherry
Falls desde hace mucho tiempo. Es un vagabundo, supongo. Hace surf
y trabaja como manitas para ganar dinero. Siempre se está moviendo
para encontrar la próxima gran ola. Además de Jake, es
probablemente mi único amigo cercano.
—Cerca. Estoy contemplando a una mujer.
—Maldición, pensé que te había enseñado mejor que eso. — se
ríe, acomodándose en un asiento a mi lado. Esta vista del océano, la
arena bajo mis pies y el aire salado es la razón por la que alquilo mi
apartamento de mierda. Doy un trago a mi bebida y sacudo la cabeza.
—No puedes enseñarme una mierda. — murmuro.
—Te he enseñado que las mujeres son como las olas. Te subes a
ellas todo lo que puedes, pero siempre hay una más grande y mejor
que se dirige hacia ti.
—Sí, bueno, esta última ola me ha enviado por encima de las
cataratas, hombre. — le digo sin apartar la vista de la orilla.
Por encima de las cataratas, es básicamente un término surfista
que dice que la ola te ha jodido mucho y que, si sobrevives, vas a
necesitar atención médica. En este momento, parece que eso describe
a Jodie Jones como una puta T.

Sotelo, gracias K. Cross


—Ninguna chica merece una paliza. — dice Zeke, y busco a
tientas en la pequeña nevera que tengo a mi lado y cojo una cerveza
fría y se la lanzo, todo ello sin dedicarle una mirada.
—La he jodido mucho, Zeke.
—Lo he oído. Amigo, evita las vírgenes a toda costa. Ya lo sabes.
—No sabía que era virgen en ese momento. En realidad no me
enteré de esa parte hasta semanas después, cuando todo el pueblo se
enteró.
Zeke suelta un silbido y un susurro: —Maldición.
—Esa no es la peor parte. — confieso.
— ¿Cuál es la peor parte?
—No me habría detenido si lo hubiera sabido.
— ¿Te gusta? Porque por lo que se dice en la ciudad...
—La he cagado. Sí, lo sé. Pensé que podía darla por perdida, pero
sigo pensando en ella. Esta mierda no pasa.
—Nunca he tenido una virgen, tal vez sea eso. Fuiste el primero
en entrar ahí, así que ahora tienes ese sentido de propiedad. — razona.
—Eres un imbécil. Ella me odia. Estoy bastante seguro de que si
le digo a Jodie que soy el dueño de su coño ahora, me entregaría mis
pelotas en bandeja de plata.
Zeke se ríe y le doy otro trago a mi cerveza para evitar que le
aplaste el puño en la cara.
—Bueno, demonios, Linc, si te gustaba, ¿por qué no hiciste un
pequeño esfuerzo antes de echarla de tu cama al día siguiente?
— ¿Qué te hace pensar que la eché de mi cama?— refunfuño.
—Porque ese es tu modus operandi, amigo. Te las embolsas y
sigues adelante. — dice. Por el rabillo del ojo, veo que se encoge de
hombros.
—Últimamente no. — murmuro.
— ¿Qué significa eso?

Sotelo, gracias K. Cross


—No he estado con una mujer desde Jodie. — admito con un
suspiro de disgusto.
—Vaya. ¿De verdad? ¿Qué hay de Bella Carver? Siempre está
dispuesta a pasar un buen rato y esa chica tiene un cuerpo de infarto.
—No he querido a otra mujer desde Jodie, especialmente a Bella.
— ¿Por qué especialmente a Bella?
—Porque cometí el error de dejar que Bella fuera a mi
apartamento a por unas mierdas que se dejó ahí.
— ¿Y?
—Aparentemente, Jodie todavía estaba en mi cama cuando llegó
ahí.
—Oh, maldición. Eres un estúpido hijo de puta, Linc.
—Sí, empiezo a verlo. — admito, soltando un suspiro triste.
—Entonces, ¿qué vas a hacer?— Pregunta Zeke después de un
rato.
—He estado pensando en ello.
— ¿Y?
—No creo que haya nada que pueda hacer. Ella me odia, y
honestamente, me he comportado como un imbécil cada vez que estoy
cerca de ella, así que no puedo culparla. Creo que lo único que puedo
hacer es sentarme aquí y ver las olas chocar en la orilla y
emborracharme.
—Emborracharse con cerveza va a llevar un tiempo, sobre todo
con la lentitud con la que estás amamantando la que tienes.
—Está bien. — murmuro. —No tengo más que tiempo.
Zeke se calla después de eso, pero no hay mucho más que decir.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 9
JODIE

Estoy muy segura de que he tenido pesadillas que han acabado


así. Aun así, lo último que esperaba cuando entré por las puertas de
la estación esta mañana era ver a Bella Carver.

Bella Carver, la nueva aprendiz de despachadora.


Realmente me gustaría saber cómo hice enojar al destino. Quiero
decir, en serio, ¿qué he hecho para merecer esto?
— ¿Tú eres la que me está entrenando?— Bella parlotea
emocionada. — ¡Eso es increíble!
—Sí, increíble. — respondo, sin molestarme en ocultar mi
disgusto. No importa. Bella no lo capta, lo que me hace suspirar.
Hago lo único que puedo, que es entrenar a Bella. Espero poder
acabar con ella rápidamente y luego escapar. No quiero estar aquí,
aunque los chicos están siendo muy amables conmigo. El hecho de
que Bella sea mi aprendiz se siente como una gigantesca señal de neón
que me indica que huya.
—Hola Jodie y Bella. — dice Austin Oakley. Pasa junto a
nosotros entrando en la comisaría.
—Hola, Austin. — murmuro. Es el nuevo en el cuerpo, pero
parece un gran tipo. Su madre dirige la cafetería de Rosewood Ranch.
—Joder, me gustaría tocar eso y ver si es tan grande como indica
su apodo. — murmura Bella.
— ¿Cuál es su apodo?— Pregunto, algo despistada. No estoy
segura de lo que dice de mí que Bella apenas haya trabajado aquí y
conozca el apodo de Austin y yo no tenga ni idea.
—Roble, y si eso no dice ancho, grueso y largo, no sé qué lo dice.
— canturrea Bella. No me molesto en ocultar que estoy poniendo los
ojos en blanco.

Sotelo, gracias K. Cross


—Tranquila, Bella. Austin es un tipo de una sola mujer, y se dice
que le gusta mucho Selina Blackmore.
—Bueno, maldita sea, eso es un fastidio. — murmura.
—Si tú lo dices. — respondo encogiéndome de hombros.
—Oye, ¿estás bien? Hoy has estado muy callada. ¿Tienes resaca?
Hombre, ¿has trasnochado con Linc? Tenía mucha resaca, nunca lo
había visto así. — dice Bella.
Estamos en nuestro descanso para comer fuera. La animé a ir a
comer a la ciudad, pero no me hizo caso. En su lugar, cogió un paquete
de patatas fritas y un refresco de la máquina expendedora. Luego, sin
invitación, procedió a sentarse y a arruinar mi momento de
tranquilidad con mi sándwich de atún y mi manzana.
—Realmente prefiero no volver a oír hablar de Lincoln Locke
nunca más. — murmuro, tomando un trago de mi agua.
— ¡Caramba! ¿Han roto? Supongo que eso explicaría por qué se
emborrachó tanto. Quiero decir, Linc bebe de vez en cuando, pero
nunca lo había visto borracho.
—No hemos roto. Nunca estuvimos juntos. Estoy segura de que
pasas más tiempo con Lincoln que yo.
— ¿En serio? Las chicas de la playa dicen que tienes a Linc
anudado a ti. — dice Bella, sonando realmente sorprendida.
— ¿Anudado?— Pregunto, tosiendo porque casi me ahogo con el
agua.
—Sí, ya sabes, como hacen los perros cuando fo...
Levanto la mano, impidiendo que hable.
—Sí, lo sé. Es que no entiendo por qué piensas eso de mí y de
Lincoln Locke.
—Oh, porque no se ha acostado con ninguna de nosotras.
— ¿Perdón?
—El resto de nosotras, las conejitas del surf. Nos pusimos ese
nombre, por cierto. Nos gusta vivir la vida en la playa y calentar un
cuerpo de playa caliente cada noche también es divertido.

Sotelo, gracias K. Cross


—Yo... eh... ¿puedo preguntar cuántas conejitas de playa hay?
—Somos cuatro, en realidad, incluyéndome a mí. Mi amiga
Katie, sin embargo, está a punto de ser sacada de la rotación.
— ¿Y eso por qué?
—Se quedó embarazada de su cuñado. No es un surfista. Estaba
enojada con su hermana.
—Yo... Parece encantadora. — murmuro, envolviendo el resto de
mi sándwich de atún, de repente no tengo hambre.
—Es una zorra. De todos modos, Linc no ha dejado que ninguna
de nosotras comparta su cama, y como todas nosotras lo elegiríamos
a él antes que a cualquiera de los otros surfistas de la ciudad, y eso
incluye a los semi profesionales, eso es una gran noticia.
—Yo... ¿hay surfistas semi profesionales en Cherry Falls?
—Por supuesto. ¿Vives bajo una roca?
—Supongo que sí. — murmuro. —De todos modos, no sé por qué
tú o las otras conejitas piensan que Lincoln Locke y yo tenemos una
relación, pero puedo asegurarte que definitiva e inequívocamente no
la tenemos. — anuncio. —De hecho, no tendría a Lincoln Locke ni
aunque me lo sirvieran con una guarnición de helado rocky road. —
añado por si acaso.
— ¡Hola, Jodie!
Levanto la vista para ver a Poppy O'Henry de pie junto a la mesa
de picnic en la que estamos sentadas. Está justo al lado de la entrada
de la comisaría, así que no es que me sorprenda ver a Poppy ni nada
parecido. Lo que ocurre es que sostiene un gigantesco jarrón de flores
tan alto que apenas puedo ver su cara entre las flores rosas, melones,
lavandas y blancas.
—Hola, Poppy. ¿Saliste a hacer entregas?
—Sí, y estas son para ti.
— ¡Dios mío! ¡Son tan bonitas!— Bella grita.

Dios, es tan molesta.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Para mí?— Pregunto, mirándolas como si temiera que una
serpiente pudiera saltar de ellas. No es que me den miedo las flores,
es que el único tipo que probablemente me envíe flores es Deke
Littleton y hasta eso es una posibilidad remota ahora. Si son de él, es
muy posible que las haya envenenado.
— ¡Sí! ¿No son preciosas?
—Sí... Uh... déjame darte una propina...
— ¡No es necesario! Solo salí a ver a un amigo y me ofrecí a dejar
las flores aquí. Hasta luego, Jodie. Adiós, Bella C.
—Adiós. — dice Bella. —Un montón de gente del pueblo me llama
Bella C., ya que hay una Bela que es dueña de la panadería del pueblo.
Claro que ella deletrea su nombre con una l, no con dos como yo. De
todos modos, no sé por qué nos confundirían. No es que nos
parezcamos mucho.
—Sí. — murmuro, escuchando solo a medias su cháchara.
— ¿No vas a ver de quién son las flores?— pregunta.
—Eh... no creo que quiera saberlo ahora mismo. — respondo.
— ¡O-M-D! Tienes que mirar. Lo haré por ti. — grita mientras
coge la tarjeta del soporte con entusiasmo. Ni siquiera tengo la
oportunidad de detenerla.
— ¡No! Puedo mirar más tarde...
—¡¡¡Son de Linc!!!— grita interrumpiéndome. Mis ojos se dilatan
y, si fuera posible, mi cabeza daría vueltas.
— ¿Linc?— Jadeo, la respiración se agita en mi pecho tan
superficialmente que siento que mi corazón está a punto de explotar.
— ¡Dice que lo siente y que le gustaría que fueras a cenar a su
casa esta noche! ¿No es romántico? No creo que Linc haya invitado
nunca a nadie a cenar a su casa. ¡Esto es increíble! ¿No crees que es
increíble?

No le contesto. No puedo.
— ¡Te lo dije!— dice, y me obligo a mirarla, casi arrebatándole la
tarjeta de la mano.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Me dijiste qué?— Pregunto, todavía sin aliento.
—Que está anudado en ti.

Mierda, mierda, mierda...

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 10
LINC

Bajo un Bloody Mary virgen, Tylenol, y me vuelvo a tumbar en el


sofá. Mi cabeza está mejor después de un día de descanso en el trabajo
y en la vida, pero sigue siendo un rugido sordo. No me emborracho.
Me gusta demasiado tener el control, pero ayer bebí más allá del punto
de no retorno. Hoy me arrepiento de todo, pero bueno...
No estaba bromeando cuando hablé con Zeke. La he jodido y no
sé cómo mejorarlo. He hecho daño a Jodie y lo he hecho sin darme
cuenta, al menos la primera vez. Si hubiera sabido que era virgen,
habría sido más suave con ella; definitivamente habría manejado la
mañana siguiente de manera diferente. Y en lugar de tratar de
compensar todo, la acuso de anunciar todo al pueblo a propósito, lo
que yo sabía que no había hecho. Es como si cuando estoy cerca de
ella, mi cerebro entrara en cortocircuito.
Tampoco estaba mintiendo a Zeke. Todavía la quiero. La quería
después de haberla tenido... bueno, estaba deseando volver a verla.
Entonces, la mierda se fue al sur. Ahora, de alguna manera hice que
lo malo fuera aún peor.
Me sacan de mi miseria cuando alguien llama a mi puerta.
Definitivamente no tengo ganas de compañía. Zeke mencionó que
podría venir esta noche, pero maldita sea, no estoy de humor para
tener compañía. Otro golpe, este más insistente, hace que me mueva.
Me pongo de pie, ignorando cómo me duele la cabeza con el
movimiento. Hago una mueca de dolor cuando llego a la puerta, y mis
ojos se cierran contra el sol de afuera. No sé cuánta cerveza bebí
anoche, pero aparentemente, fue una jodida cantidad.
—Escucha, Zeke...
—Entrega de Virgin Street Diner. — dice la alegre mujer,
sosteniendo una bolsa para llevar.
—Yo... no pedí la entrega...

Sotelo, gracias K. Cross


—Eres Lincoln Locke, ¿verdad?
—Bueno, sí, pero no pedí comida.
—Dice que lo hiciste. — se encoge de hombros.
—Bien, ¿cuánto te debo?— Hago la pregunta a la espalda de la
chica porque ya se ha dado la vuelta.
—Se pagó por adelantado, ¡incluso la propina!
Frunzo el ceño pero cierro la puerta y pongo la bolsa en la mesa
barata que hay en la esquina de mi pequeño apartamento. Mi teléfono
empieza a sonar y lo cojo, echando un vistazo al identificador y viendo
que aparece el nombre de Zeke.
—Amigo...
— ¿Qué demonios estás haciendo? Lo último que quiero es
comida ahora mismo. — refunfuño.
— ¿Cómo sabes que era de mi parte?— Zeke se ríe.
—Porque si no lo fuera, no me estarías llamando ahora mismo.
—Podría ser una coincidencia. — se ríe.
—Y tú podrías ser un gran tipo y no un imbécil, pero...
—Ouch. Bien, fui yo. Pensé que te gustaría tener comida de
verdad en lugar de cerveza esta noche.
—Ya lo veo y del Virgin Street Diner.
— ¿Entendiste eso, verdad?— se ríe.
—Sí, lo entendí, cabrón. — me quejo, lo que solo hace que se ría
más.
—Tengo una sorpresa más reservada para ti esta noche. Así que,
si aparece, sígueme la corriente y sé el buen chico que sé que puedes
ser.
— ¿Qué clase de sorpresa?— Pregunto, seriamente preocupado
ahora.
—Ya lo verás. Solo asegúrate de seguirle la corriente y de no
cortarte la nariz para fastidiar la cara.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Qué coño significa eso?
—Ni idea, pero mi abuela lo decía siempre.
—Jesús.
—Hasta luego, Linc. — dice Zeke, y cuelga antes de que pueda
responder. Tiro el teléfono sobre mi cama, que en realidad es un sofá
plegable. Si voy a quedarme en Cherry Falls, tengo que buscar un
lugar mejor. La playa es genial, pero un apartamento más bonito sería
mejor a largo plazo.
Miro la comida, preguntándome si debería intentar comer. Ahora
mismo parece miserable, pero quizá dentro de un rato...
Llaman de nuevo a la puerta y agacho la cabeza y me pellizco el
puente de la nariz. Casi me da miedo ver lo que ha hecho Zeke ahora.
Ha sido demasiado impreciso para mi gusto. Me dirijo lentamente a la
puerta y no sé qué esperaba, pero no era Jodie Jones la que estaba de
pie en mi puerta. Es preciosa, con el pelo largo y oscuro liso que le cae
por la espalda. Lleva unos vaqueros y una camiseta púrpura que le
ciñe perfectamente los pechos. No lleva maquillaje, pero Jodie no lo
necesita. Intento encontrar mi voz para poder hablar con ella, pero no
me da esa oportunidad.
— ¡No estás anudado dentro de mí!— resopla.

¿Qué demonios?

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 11
JODIE

— ¿Siempre tienes que dejar escapar las cosas?— Linc gruñe,


mirando a la gente que está fuera de su apartamento. Puedo ver a más
de uno, pero los ignoro.
—Parece que lo hago cuando tú estás involucrado. — digo
bruscamente mientras cierra la puerta.
Se estremece al instante con el cierre de la puerta. Supongo que
Bella no mentía cuando hablaba de que Linc tenía resaca. Se lo merece.
— ¿Qué he hecho para molestarte ahora?
— ¡Me enviaste flores!
Parece sorprendido. Su cara se queda en blanco y me mira
fijamente.
— ¿Me has oído?— le pregunto cuando no dice nada.
—Cariño, te he oído. Estoy segura de que mis vecinos también
te oyen.
— ¡No tenías derecho!
—Jodie, cariño, pensaba que a las chicas les gustaba recibir
flores.
—Sí les gusta si se las dan de corazón. — le digo, pero dudo que
lo entienda. —Y no me llames cariño. — añado, odiando que pueda
usarlo como un cariño desechable, y aun así me hace temblar por
dentro. Debe haber algo malo en mí para que reaccione ante él,
especialmente después de todo esto.
—Tienes que aprender a soltarte el pelo y a relajarte, Jodie.
—La última vez que lo hice se convirtió en el mayor error de mi
vida.
Me mira fijamente y luego solo suspira.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Tienes hambre?
—Solo porque me hayas invitado a cenar no significa que esté
aquí para comer de verdad.
—Te he invitado a cenar. — repite, mirándome fijamente.
—Acabo de decir eso.
—Bueno, tengo hambre y tú estás aquí, y tengo la comida del
restaurante del pueblo. Así que, ¿por qué no comemos?
— ¿Me invitaste a cenar y solo es comida para llevar?
—Créeme, chica Jodie, prefieres la comida para llevar que
cualquier cosa que yo pueda cocinar. — dice, y tengo que decirle que
deje de llamarme con ese apodo. Lo usó cuando nos conocimos, y
pensé que era dulce. Ahora, descubro que me sigue gustando y no lo
hago parar. Estoy segura de que eso es una prueba de que debo hacer
todo lo posible por mantener las distancias con Lincoln Locke.
Eso significa que es realmente sorprendente cuando abro la boca
para decirle que de ninguna manera y, en cambio, estoy de acuerdo.
—Supongo que tengo hambre.
Sonríe y me doy una patada mental. Está claro que no se puede
confiar en mí con este hombre.
—Bien. Toma asiento y yo traeré la comida. — dice, y no puedo
creer lo que estoy haciendo; de hecho, quiero darme una patada, pero
miro alrededor del apartamento y me dirijo a la pequeña mesa de
bistró de la esquina. —Mierda, no te sientes ahí. — dice, e
inmediatamente dejo de moverme. —No puedo estar seguro de que
uno de esos asientos te sostenga. — añade. Mi cuerpo se tensa
inmediatamente y siento que se me calienta la cara. —Aquí. — dice y
empieza a moverse hacia su cama.
—Eh, no. Creo que me iré. — murmuro mientras me giro hacia
la puerta.
Me mira sorprendido. Supongo que se sorprendería. Al parecer,
no muchas mujeres rechazan la oportunidad de estar en su cama.
Ojalá lo hubiera sabido antes de pasar la noche con él.

Sotelo, gracias K. Cross


—Espera, solo me refería al sofá. — dice, y lo dobla para
demostrarlo.
—No soy una talla cero como tus mujeres habituales, pero dudo
seriamente que rompa un sillón. — murmuro, preguntándome por qué
demonios no me voy sin más.
—Jesús, sé que he sido un idiota cuando se trata de ti, pero no
te estaba llamando gorda. El casero, que tiene ochenta años si es un
día, los puso juntos y casi se deshacen cuando sacas uno.
—Oh. — murmuro, aun sintiéndome incómoda.
—Ha pasado un tiempo, pero todavía recuerdo cada curva de tu
cuerpo, Jodie, y está todo jodidamente bien.
No debería sentir el calor dispararse por mi cuerpo y centrarse
entre mis piernas. Realmente no debería. Pero lo siento. Alejo la
sensación. En su lugar, nos recuerdo a los dos por qué no puedo
permitirme volver a ir ahí con él.
—Me sorprende que te acuerdes de algo con la constante fila de
mujeres que entran y salen de tu puerta. — le respondo, con rabia,
mientras me siento. Gruñe y coge una vieja mesa auxiliar y la pasa
por el suelo de baldosas, haciéndome estremecer. La mesa auxiliar
está vacía, salvo por una montaña de polvo. Miro alrededor y
encuentro un rollo de toallas de papel en el suelo. Desenrollo un par
de ellas y las tiro al suelo, porque no puedo estar segura de dónde han
estado. A continuación, desenrollo unas cuantas más y las amontono
en mi mano, utilizándolas para limpiar el polvo. Linc llega con la bolsa
de comida para llevar y me quita las toallas de papel, tanto las limpias
como las sucias. Las tira en una silla, que parece que ya tiene
demasiadas cosas dentro.
—Tienes una gran opinión de mí. Supongo que me la he ganado
hasta cierto punto. Tal vez debería sentirme halagado de que me hayas
observado tan de cerca. — dice, abriendo la bolsa rasgándola por la
mitad.
—No te halagues. No lo he hecho. Mi compañera de trabajo te
conoce y es una fanática. Habla de ti incluso cuando le pido que no lo
haga, cosa que hago a menudo. — murmuro.

Sotelo, gracias K. Cross


Me da una hamburguesa envuelta en papel de pergamino blanco
y la cojo. Luego, coloca una orden de papas fritas en la bolsa rasgada.
Abro mi hamburguesa y la inspecciono, quitando con cuidado los
pepinillos, la lechuga y la cebolla.
—Entonces, ¿toma nota para la próxima vez? ¿Hamburguesa
simple excepto mostaza y tomate?
—Lo más probable es que no haya una próxima vez, pero
normalmente es tomate, mostaza, kétchup y cebolla.
—Pero le has quitado la cebolla. — señala.
—Casi nunca como cebolla cuando salgo con otra persona. — le
digo, abriendo las bolsitas de kétchup y haciendo un charco de
kétchup junto a mis papas fritas.
— ¿Así que esperas que nos besemos y nos enrollemos esta
noche? Es bueno saberlo. — dice con una sonrisa.
Lo miro fijamente un minuto, pensando que ha perdido la
cabeza. Entonces, me apresuro a poner la cebolla en mi hamburguesa,
haciéndole reír.
Comemos en silencio durante un rato. No es exactamente
incómodo, pero el aire que nos rodea se siente pesado.
— ¿Quién es tu compañera de trabajo?— pregunta por fin, e
inmediatamente deseo que no lo haya hecho.
—Bella Carver.
—Ay. — dice con una mueca de dolor, y asiento.
—Más o menos.
—La he cagado de verdad, ¿no?
Suspiro porque esto es algo que lleva un rato dando vueltas en
mi cabeza.
—Creo que he sido yo. Me acosté contigo y no te conocía. No
puedo culparte exactamente. Fue una noche y lo normal para ti. Fue
cualquier cosa menos para mí.
—Lo siento Jodie. No eres mi tipo de chica habitual.

Sotelo, gracias K. Cross


No sé por qué, por mi vida, esas palabras deberían doler como lo
hacen, pero maldita sea, lo hacen. Debería alegrarme de no ser su
elección normal de mujeres. Dejo mi hamburguesa, de repente no
tengo hambre.
—Escucha, por alguna razón, Bella cree que todavía te gusto. En
realidad solo accedí a venir aquí esta noche para pedirte que, por
favor, les digas a tus conejitas de surf que no lo haces.
— ¿Conejitas de surf? Bella ha estado hablando. — dice y
claramente no está contento con ello.
—Sí. Así que, si pudieras hacerle saber que definitivamente no
te gusto y que ya no estamos, te lo agradecería. Ella, por desgracia,
estaba ahí cuando recibí tus flores, así que no me creerá. Tal vez
también podrías añadir que las flores fueron solo un gesto amable por
nuestro....
— ¿Por nuestro? ¿Le digo que te compré flores para celebrar la
noche de sexo caliente que compartimos?— pregunta, y tengo la
sensación de que está molesto conmigo, aunque no entiendo en
absoluto por qué.
—Solo dile la verdad. — refunfuño.
— ¿Y cuál sería la verdad?
—Que los dos estábamos en páginas diferentes esa noche y que
nunca debería haber ocurrido. Obviamente, las flores fueron tu forma
de disculparte. Fue un bonito gesto, la verdad. Sin embargo, para ser
honesta, desearía que no lo hubieras hecho. Solo hizo que los chismes
en el trabajo comenzaran de nuevo.
— ¿Y si no lamento lo que pasó esa noche, Jodie?
—Entonces, yo… espera, ¿qué?
—No lamento que esa noche haya sucedido. Disfruté muchísimo
de esa noche, y no me arrepiento en lo más mínimo.
—Yo... entonces eres un tonto. — jadeo. Tal vez esté realmente
loco.
—Tal vez. Pero tengo una sugerencia para ti.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Qué es?— Casi tengo miedo de preguntar, pero como soy una
idiota cuando se trata de Lincoln Locke, lo hago.
— ¿Qué tal si olvidamos cómo terminaron las cosas después de
nuestra noche juntos y empezamos de nuevo?
—Eh... me temo que me has perdido. — le digo, mirándole sin
comprender.
—Es decir, olvidamos cómo Bella entró a buscar su mierda que
dejó...
— ¿Y se desnudó delante de mí? Eso es algo difícil de olvidar,
Linc.
—Oye, ¿al menos tuviste un buen espectáculo?
Pongo los ojos en blanco. —Creo que es mejor que esta
conversación termine. — Voy a levantarme y Linc me detiene
agarrando mi mano.
—Tú y yo no tenemos sentido, Jodie Jones. Creo que nunca lo
tendríamos en ningún universo.
—Definitivamente, ahora lo entiendo, Linc. Por eso digo que
tenemos que olvidarnos de todo, y asegúrate de decirle a tus conejitos
del surf que definitivamente no te gusto y que las flores fueron solo un
bonito gesto.
—Conejitas de surf.
—Eso es lo que he dicho. — suspiro.
—Dijiste conejos. — me corrige, sonriendo de una manera que
hace brillar sus ojos azules.
—Un conejo es un conejo.
—En el mundo animal, claro. Pero Bella es de la variedad
humana.
— ¿Tiene algún sentido todo esto?— Resoplo, poniéndome
nerviosa.
—Eres muy linda cuando te frustras, chica Jodie.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Podemos volver a la parte en la que fuimos un error que
nunca debería haber ocurrido?— Pregunto, exasperada.
—He dicho que no tenemos sentido, no que hayamos sido un
error. Creo que estoy empezando a entender algo. — dice,
crípticamente.
—Creo que tengo miedo de preguntar qué.
—No pasa nada, te lo voy a decir de todas formas. — dice. —Creo
que nos necesitamos mutuamente.
Me río. No puedo evitarlo. Estoy totalmente convencida de que
está haciendo una gran broma. Cuando no se une a mi risa, me
detengo.
—Eso es muy gracioso, Linc. Ahora, ¿podemos...?
—No estaba bromeando. Nos necesitamos mutuamente.
—Creo que necesitas una camisa de fuerza. — respondo,
sacudiendo la cabeza. Necesito más cafeína si voy a tratar con él.
—Estás demasiado tensa. Tienes que aprender a relajarte, a
disfrutar de la vida y a dejarte llevar.
—No estoy tensa. Me divierto bien. — ladro en defensa.
—Jodie, estás tan tensa que me da miedo que puedas estallar en
cualquier momento. Aquella noche que estuvimos juntos, hizo falta
vino y trabajar constantemente en ello para que te ablandaras.
—Vaya, siento haberte hecho tan duro el seducirme. — gruño.
—Lo único que hiciste duro fue a mí, bebé.
—Oh Dios, déjate de bromas juveniles.
—Esa es la cuestión. Creo que necesitas algo de eso en tu vida.
Por otro lado, creo que necesito que me recuerdes que hay áreas de mi
vida a las que tengo que empezar a prestar más atención.
— ¿Es esa tu forma indirecta de decir que necesitas crecer?—
Pregunto sarcásticamente.
—Tal vez pueda soportar cambiar algunas cosas, pero tú
también. Somos jóvenes. Estamos aprendiendo quiénes somos, ¿no?

Sotelo, gracias K. Cross


—No somos tan jóvenes. No conozco a otro hombre de tu edad
que pase por las mujeres a diario.
—Entonces estás protegida. En el mundo en el que crecí, eso es
algo normal, chica Jodie.
— ¿En qué tipo de mundo creciste?
—En las calles mucho, pero después, en el mundo de las motos.
— ¿Cómo Sons of Anarchy?— Pregunto, sin entender del todo.
—Eso es la televisión, pero el club hacía cosas buenas y no
buenas, seguro.
—No sé muy bien de qué me hablas porque nunca he visto la
serie, solo he visto la promo. El actor principal está algo bueno, pero
no lo suficiente como para querer verlo.
Sacude la cabeza. —Realmente eres linda.
—Gracias. Creo que será mejor que me vaya. Necesitas dormir
tu resaca, porque no tienes nada de sentido.
—Ya no me duele la cabeza. No he sentido resaca desde que
entraste por la puerta. — canturrea. —Sal conmigo mañana por la
noche, Jodie.
—Eh...— respondo, la sorpresa me deja momentáneamente sin
palabras.
—Vamos. Sal conmigo. — instiga.
—Tú y yo no tenemos sentido y...
—Danos una oportunidad. Creo que podríamos equilibrarnos
mutuamente. — sugiere.
—Escucha, Linc. Quiero decir, claro que me atraes. — Dejo de
hablar cuando miro para ver que me sonríe. — ¿Por qué sonríes?
—Acabas de admitir que te atraigo. — presume, como si eso
fuera algo genial.
—Oh, por favor, estoy bastante segura de que has demostrado
que toda la población femenina de Cherry Falls se siente atraída por
ti.

Sotelo, gracias K. Cross


—Tú eres la única que me preocupa en este momento.
—Entonces, necesitas despreocuparte. No sé realmente cuál es
tu juego, pero...
—Sin juego, Jodie. Bueno, no estoy en contra de jugar algunos
contigo, pero te prometo que los disfrutarás.
—De acuerdo, ahora sí que me voy. — murmuro, sintiendo mi
cuerpo enrojecido. Camino rápidamente hacia la puerta, dándome
una patada mental por haber venido esta noche. Giro el pomo y
empiezo a abrir la puerta cuando la empujan para cerrarla.
—Quédate, veremos una película. Te prometo que me portaré
bien. — dice. Mentiría si dijera que no quiero, pero sé que no es así.

Lo sé bien.
—No creo que sea una buena idea, Linc.
—Podrías descubrir que no soy tan malo como esa bonita mente
tuya cree que soy, Jodie.
—No creo que seas una mala persona, Linc. — le digo, porque
no lo creo... no realmente.
—Entonces, ¿por qué no te quedas?
—Porque puedes ser un buen tipo, pero somos demasiado
diferentes. Eso hace que no seas un buen tipo para mí.
—Jodie...
—Y yo no soy una buena mujer para ti, Linc. Necesito a alguien
más estable, incluso confiable.
—Tal vez...
—Y necesito un hombre en el que pueda confiar para
entregarme. Nuestra última vez fue culpa mía por no interpretar la
situación correctamente y pensar que te gustaba tanto como a mí,
pero ahora veo lo que fue y no soy la chica adecuada para ese tipo de
relación. Serías más feliz con una de tus conejita del surf. Bella te
adora… — añado, poniéndome de puntillas y besando su mejilla.
Luego, vuelvo a abrir la puerta y salgo.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 12
LINC

—Yo, imbécil, gracias por el montaje de anoche.


Me recuesto en el sofá, con el teléfono pegado a la oreja,
llamando a mi amigo Zeke. Sé que fue él quien organizó mi semi cita
con Jodie anoche.
— ¿Cómo sabes que fui yo?— se ríe.
—Eres el único que podría. De todas formas, ¿qué tipo de flores
le pediste?— pregunto.
—Una mierda que la floristería llamó su Ramo de Delicias de
Primavera. Les dije que había hecho el ridículo y que necesitaba algo
para pedir perdón. Ah, y dejé una gran propina.
— ¿Cuánto te debo?— le pregunto, tratando de no reírme.
—Nada de nada. Te lo he facturado a ti. No quería que te estallara
después si se enteraba de que no las habías enviado.
—Vaya, gracias. — murmuro. —No sé qué te hizo intervenir, pero
me alegro de que lo hicieras. — le digo, y no miento.
—Intervine porque tú no lo habrías hecho, y estás colgado por
esa mujer. — dice, y de acuerdo, ahora se está volviendo molesto.
—Yo no lo llamaría colgado. — me quejo.
—Mentira, estabas borracho por una chica. No puedes decirme
que has hecho eso alguna vez.
—De acuerdo, bien, no lo he hecho, pero eso no significa que esté
colgado.
—No has tenido una mujer desde Jodie. Si no te das cuenta de
lo que eso significa, entonces eres más estúpido de lo que te doy
crédito.

Sotelo, gracias K. Cross


—Bien, estoy un poco colgado. Pero odio decirte, Zeke, que tu
plan no funcionó.
—Me estás jodiendo. ¿Lo arruinaste?
—Admitió que se siente atraída por mí. — murmuro, sonando
como un niño.
—Vaya, Linc...
—Bésame el culo. — me río. —Eso es todo lo que tengo. La he
jodido mucho con Jodie. Tendré que trabajar para que me perdone.
—Maldita sea. ¿Vas a hacerlo?
— ¿Trabajar por ella?
—Sí, Linc. No quiero faltar al respeto, pero trabajar por una chica
no es tu fuerte.
—No lo ha sido, pero lo va a ser.
Zeke silba en el teléfono y lo alejo de mi oído, poniendo los ojos
en blanco.
— ¿Cuál es tu siguiente paso?— pregunta.
—Voy a tomar una página de tu libro. — le digo con una sonrisa.
—Lo dudo. No persigo a las mujeres, amigo. Ellas me persiguen
a mí.
—Sí, lo que sea. Hablamos luego, hombre.
—Hasta luego, Linc. — dice.
—Oh, ¿y Zeke?
— ¿Si?
—Gracias, hombre. Te lo agradezco mucho.
—Solo haz que cuente. — dice, colgando.
Miro fijamente la pantalla de mi teléfono, esperando como el
infierno que sepa cómo hacer que cuente. Entonces, encuentro mis
pelotas y llamo a la floristería.

Sotelo, gracias K. Cross


— The Flower Patch, ¿cómo podemos plantar tu semilla de
felicidad hoy?

¡Ay!
—Pedí flores para mi novia ayer y quiero repetir el pedido hoy,
solo que más grandes.
— ¡Oh! Lincoln Locke, ¿verdad?

Jesús. Vivir en un pueblo pequeño puede apestar.


—Sí. ¿Crees que puedes engancharme?
—Jodie no se derritió, ¿verdad? Sabes, podrías haber tenido más
suerte si hubieras pedido su flor favorita.
—No la conozco. — admito con tristeza.
—Eso no es bueno. Un hombre debería saber siempre la flor
favorita de su novia. — me reprende la mujer.
— ¿Puedo ser sincero contigo?
— ¡Claro!
—Jodie aún no sabe exactamente que es mi novia.
—Ohhh...
—Realmente podría usar algo de ayuda aquí. No tengo
exactamente experiencia cuando se trata de perseguir a una mujer.
—Entonces sí que vas por ella. Las chicas han estado hablando
de ello.
Me paso la mano por el pelo y cierro los ojos. Entonces, me lanzo.
—Sí, creo que me he enamorado de ella.
—Entonces, te diré que su flor favorita son las Margaritas.
— ¿Margaritas? ¿Estás segura? Me habría imaginado que le
gustaban las rosas o algo clásico.
—No. Margaritas.

Sotelo, gracias K. Cross


—De acuerdo, ¿entonces puedes engancharme y enviarle algo
aún más especial que lo que le enviaste ayer, pero esta vez con
margaritas?
—Puedo hacerlo. ¿Sabes qué podrías querer comprobar?
— ¿Qué es eso?
—Echa un vistazo a Bela's Bakery. Jodie es muy golosa.
—Gracias, lo haré. — le digo. —Pasaré mañana para pagar la
factura y hacer otro pedido.
—Totalmente perdido. — se ríe, colgando el teléfono.

A veces, vivir en un pueblo pequeño es molesto.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 13
JODIE

Tres días después…


— ¡OH, DIOS MÍO! ¿Más flores? ¡Está totalmente anudado a ti!
— ¿Puedes bajar la voz?— Siseo, mirando alrededor a todos los
que me miran. Agarro la tarjeta del arreglo de margaritas más hermoso
que he visto. Eso es decir algo, ya que ayer recibí uno bastante
espectacular. Alcanzo la tarjeta, pero la molesta Bella la coge antes
que yo. — ¿Te importa?— Gruño. Aparentemente no le importa,
porque ni siquiera parpadea.
— ¡Dios mío, Dios mío!— chilla. — ¡Va a pasar por tu casa esta
noche a buscarte para cenar!
— ¿Qué?— chillo, mi corazón deja de latir mientras el pánico me
inunda.
— ¡Mira!— dice, mostrando mi tarjeta delante de mi cara.
Alargo la mano rápidamente y se la arrebato, y es entonces
cuando el verdadero pánico empieza a cundir. — ¡No puede ir a mi
casa!
—Va a ir. — canta Bella y en serio, es jodidamente molesta. Lo
peor es que empieza a gustarme. ¿Qué pasa con eso?
—No. Esto no puede pasar. No puede ir a mi casa.
— ¿Por qué? Oh, mierda, ¿vives en un refugio o algo así? No
deberías avergonzarte. A Linc no le importará. No es de los que te
juzgan. Además, no es como si viviera en una mansión. — dice y eso
es definitivamente algo en lo que podemos estar de acuerdo.
—No puede ir a mi casa porque no quiero que conozca a mis
padres. — murmuro.
— ¿Por qué no? Linc es un gran tipo…

Sotelo, gracias K. Cross


—Mi padre no pensaría lo mismo. — me quejo literalmente.
— ¿Por qué no?
—Porque no es médico ni abogado. Estarían dispuestos a pasar
por alto eso si fuera contable, o tuviera algún otro trabajo respetable
de nueve a cinco, con traje, del tipo.
—Oh, vaya. Quiero decir, eso es un poco duro, Jodie.
—Lo sé. No dije que me sintiera así, pero mis padres son muy
directos y tienen sus costumbres. Todo es bastante blanco y negro
para ellos, no hay grises, y Lincoln Locke definitivamente cae en la
zona gris.
—No sé, yo pienso en Linc más bien como un fucsia varonil. —
dice pensativa.
— ¿El fucsia puede ser varonil?— Me detengo y pregunto.
—Por supuesto. La cuestión es que Linc es todo color. El mundo
es brillante cuando estás cerca de él.
Suspiro. —Sí, excepto que es más bien acuático. Definitivamente
es de color agua. — murmuro.
— ¡Oh! ¿Quieres decir que porque hace surf? Sí, ya lo veo.
—Más bien porque vive salvaje y libre. Lo envidio un poco.
—Deberías. — dice. Por primera vez, Bella suena algo triste. La
miro y frunzo el ceño.
— ¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que tienes como treinta años. ¿Todavía vives en
casa y te preocupa lo que piensen tus padres? Eso no es bueno Jo-Jo.
— ¡No tengo treinta años!— chasqueo, y le diría que dejara de
llamarme Jo-Jo pero no serviría de nada.
—Me lo imaginaba, pero no estaba segura de que fueras sensible
o no. He oído que algunas mujeres se lo toman mal cuando cumplen
treinta y cinco años. — dice, dándome una palmadita en el hombro.
— ¡Tampoco tengo treinta y cinco años!
— ¿Más? Bueno, en ese caso lo llevas totalmente…

Sotelo, gracias K. Cross


— ¡Por el amor de Dios! ¡Solo tengo veintiséis años!
—Vaya, ¿en serio?

— ¡Sí, en serio!
—Genial. Entonces, eso es mucho mejor. Porque si estuvieras
mirando a los cuarenta a los ojos y siguieras viviendo en casa, eso es
totalmente triste. Quiero decir que no es hora de comprar gatos, pero...
— ¿Podemos dejar de hablar de esto?— murmuro, dándome
cuenta de que probablemente vivir en casa a mi edad tampoco es lo
ideal, aunque sea un apartamento encima del garaje. Aun así, puede
que tenga razón. ¿Por qué me importa lo que piensen mis padres
cuando se trata de que salga con alguien? ¿O tener sexo? Quiero decir,
puede que no quiera que lo sepan, pero no es nada de lo que
avergonzarse... ¿no?
Oh Dios, ¿soy tan lamentable como Bella me hizo sonar? ¿Estoy
en el camino de ser la loca de los gatos? Entra una llamada y le hago
una señal a Bella para que la coja.
¿Yo? Me siento aquí sintiendo pena por mí misma y
preguntándome qué voy a hacer esta noche...

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 14
LINC

“¡No vengas a mi casa! Lo último que necesito es que mis padres te vean.
Aléjate. Te he dicho que somos demasiado diferentes. Y me han encantado las fresas
de Bela, pero a partir de ahora te devuelvo todo lo que me mandes. ¡Deja de acosarme!”
Reproduzco el mensaje de Jodie una vez más y no puedo evitar
sentirme aún más disgustado. Lo he reproducido diez veces desde que
lo recibí hace una hora y cada vez es como una patada en las tripas.
Le preocupa que sus padres me vean. Dios, sé que he cometido
muchos errores, pero nunca pensé que sería el pequeño y sucio
secreto de Jodie. Miro alrededor de mi apartamento, que he limpiado.
Incluso he comprado una cama de verdad y uno de esos separadores
portátiles para separar un dormitorio en la esquina. ¿Por qué pensé
que eso la impresionaría? ¿Cómo diablos pensé que podría
impresionarla? Ella estaba en los barrios bajos cuando llegó conmigo.
Todo lo que he averiguado sobre Jodie en la ciudad me dice que sus
padres tienen dinero; ella siempre lo ha tenido y vive una vida de
colores. La quiero. Está bajo mi maldita piel, pero no podría vivir así.

Ni siquiera querría hacerlo.


Vuelvo a llamar al número de Jodie, pero me sale el buzón de
voz.
—Soy Linc. He recibido tu mensaje alto y claro. No te preocupes.
Ya he terminado.
Entonces, apago el teléfono y lo tiro por la habitación. Se golpea
contra la pared y no sé si se rompe... realmente me importa una
mierda.
Me dirijo a la nevera y saco una cerveza, arrancándome la
camiseta mientras avanzo. Parece que esta noche no voy a llevar a
Jodie al Fireside. Voy a pedir una pizza. Bueno, si mi teléfono
funciona, pediré una pizza.

Sotelo, gracias K. Cross


Jodie Jones puede besar mi trasero. Está buena, seguro, pero si
ella y sus padres son tan críticos, no necesito su trasero. Le vendría
bien que fuera a su casa y les dijera a ella y a sus padres que me
besaran el culo. Incluso podría orinar en su casa en la colina. Me
pregunto si a la pequeña señorita Deja de acosarme le gustaría esa
mierda. Cuanto más pienso en la idea, más me gusta.
Me dirijo a la puerta, con la cerveza en la mano y busco mis
chanclas. Prácticamente abro la puerta de golpe y me detengo en seco
cuando veo a Jodie ahí.
— ¿Qué quieres?— gruño. No responde, solo se queda ahí,
mirándome fijamente. — ¿Y bien? ¿Quieres decirme que deje de
acosarte en persona? No te preocupes, bebé. He recibido el mensaje
alto y claro. No te molestaré más.
—No me gustan los gatos. — dice, con la cara fruncida como si
estuviera confundida.
—De acuerdo. — respondo, porque ahora me ha confundido
como la mierda.
—Y acabo de cumplir veintiséis años. No estoy en la treintena.
—Creo que ya lo sabía, Jodie. ¿Hay alguna razón por la que me
dices esto después de advertirme que deje de acosarte?
—Soy totalmente mayor para tener sexo con quien quiera. Podría
tener todo el sexo y hacerlo con un tipo diferente cada noche y sería
mi elección. — anuncia.
—No vas a hacer eso. — le advierto, sin que ni siquiera me guste
la idea en su cabeza.
—Pues no, porque eso sería asqueroso y antihigiénico. ¿Qué
pasa si te quedas embarazada si te acuestas con tantos hombres?
— ¿Perdón?— Pregunto, preguntándome qué había en esa
cerveza que abrí, entonces, me doy cuenta de que realmente no he
tomado un trago todavía.
—Bueno, quiero decir, no lo sé porque no tengo un perro.
Siempre quise uno, pero mi madre es alérgica.
—De… acuerdo.

Sotelo, gracias K. Cross


—Tampoco vivo con mis padres. Vivo en su garaje, pero es como
un apartamento y separado y sí, sé que suena tonto.
—Jodie…
—Pero he oído que los perros pueden aparearse con más de uno
al mismo tiempo y los cachorros pueden tener todos padres separados
-o papás perrunos, supongo...
—Uh... Jodie...
— ¿Puede ocurrir eso en los humanos? Sé que dicen que no
puede, pero quién sabe realmente, ¿sabes?
—No estoy seguro de saberlo.
—Como, si me acuesto contigo y luego todos tus amigos surfistas
y yo tenemos trillizos. ¿Serás tú el padre y luego otro hombre será el
padre y luego aún, otro más? Como, ¿es eso posible?
—No te vas a acostar con mis amigos, chica Jodie.
—Bueno, sé que no lo estoy haciendo. Mi punto era que podría,
pero no lo estoy haciendo. No parece divertido. Aunque Bella dice que
lo es. ¿Sabes que en realidad se acostó con dos chicos al mismo
tiempo? Hizo que sonara divertido, aunque...
—Tal vez deberías dejar de hablar con Bella.
—Oh, sí, olvidé que probablemente eres uno de los dos tipos con
los que se acostó al mismo tiempo.
—No lo soy, y en serio, Jodie, creo que tienes que dejar de hablar
tanto con Bella.
—Hombre, he pensado en hacer eso mismo. Ni siquiera sé por
qué me gusta. Lo hago, pero no debería. Es raro, ¿verdad?
—Empiezo a pensar que toda esta conversación es rara, cariño.
Vas a tener que ser más específica.
—Es raro que me guste una mujer que se acostó con el hombre
con el que yo me acosté y con el que quiero volver a acostarme...
— ¿Quieres volver a acostarte conmigo?— Pregunto, porque de
todo en esta conversación eso es lo que suena más prometedor.

Sotelo, gracias K. Cross


—Tal vez tengas razón. — murmura. —Tal vez sí necesito más
equilibrio. Tal vez el hecho de que vivas salvaje y libre como dice Bella
es lo que me atrajo de ti en primer lugar.
—Jodie, ¿por qué estás aquí?
—Me has roto el corazón, Lincoln Locke.
—Joder. — siseo.
—No me aferraba a mi virginidad por ninguna razón.
Simplemente nunca encontré a nadie más que me hiciera sentir sin
aliento, tal vez hermosa, y cuidada. Al menos, no hasta ti.
—Jesús, Jodie. Eres hermosa y me importas, pero...
—Pero no como lo hice contigo. Lo entiendo. Fue una noche, y
tenía estrellas en los ojos y en lugar de despertarme contigo
diciéndome que sentías lo mismo, me desperté con una de tus
canguros desnudándose y hablando de lo genial que eras en la cama.
No debería reírme, porque puedo ver el dolor en su cara, pero no
puedo ocultar la sonrisa.
—Conejitas, cariño.
—Da igual, saltan de cama en cama, así que probablemente los
canguros sean una mejor descripción.
Sacudo la cabeza, pero lo dejo pasar.
—Fui un idiota, Jodie. En mi defensa, no estaba preparado para
ti. Sabía que quería más de ti, pero no tenía ni idea de que con solo
probarte, todo lo que siempre había encontrado como verdadero
cambiaría. — confieso.
— ¿Por qué me envías ahora flores y cosas, Linc? ¿Por qué
intentas volver a despertar todos los sentimientos que tengo por ti y
que estoy intentando matar?
—Porque no quiero dejarte ir, Jodie. Tal vez no soy lo
suficientemente bueno para ti, pero creo que podría ser bueno para ti.
—Eso es una tontería; eres lo suficientemente bueno para
cualquier mujer.

Sotelo, gracias K. Cross


—No sonó así. Sonaba como si te avergonzara tenerme cerca de
tus padres, chica Jodie.
—Bueno, sí, pero eso no es por ti, Linc. Es por ellos. Quiero a
mis padres, pero definitivamente pueden ser... difíciles.
—Entonces, ¿no te avergüenza haberte acostado conmigo?
—Bueno, quiero decir que me avergüenza que todo el pueblo lo
sepa. — matiza.
—Vaya, gracias. — suspiro.
—Pero estaría así si fuera cualquier otra persona con la que me
acostara, incluso Deke Littleton, no, tacha eso, especialmente si fuera
Deke Littleton.
—No creo que eso siga siendo un problema. — murmuro.
— ¿Por qué? ¿Porque le diste un puñetazo? ¿O porque ya no me
quiere porque soy una no-virgen sobre-emocionada?
—Porque a partir de ahora, o supongo que solo porque, soy el
único hombre con el que te vas a acostar.
— ¿Eh?
— ¿Puedes entrar, Jodie?
—No. Estoy confundida en cuanto a por qué está bien que te
acuestes con marmotas…
—Conejitas...
— ¡Lo que sea!— murmura. — ¿Cómo es que está bien que te
acuestes con ellas y conmigo, pero yo solo puedo acostarme contigo?
—Dios, acabas de decir que me quieres, Jodie.
— ¡Y lo hago! Pero si tú puedes acostarte con otras mujeres,
entonces yo debería poder acostarme con otros hombres. — razona.
— ¿Y podrías vivir con eso?
—No lo sé, pero no dejas de enviarme flores y chocolate y sé que
no voy a poder resistirme para siempre, porque realmente quiero ceder
ya. No tengo experiencia en este tipo de cosas, pero creo que
probablemente eres muy bueno en el sexo, Linc.

Sotelo, gracias K. Cross


Entonces me río, y lo hago mientras la levanto y la llevo adentro,
sobre todo porque todos mis vecinos están escuchando a Jodie, y ya
me he cansado de proporcionarles entretenimiento.
— ¿Qué estás haciendo?— grita.
—Te estoy llevando adentro y luego voy a desnudarte y
recordarte lo bueno que soy en la cama.
—Oh, de acuerdo. — dice, sonando perfectamente tranquila.
Cierro la puerta de una patada tras nosotros, sacudiendo la
cabeza, preguntándome si alguna vez voy a entender a Jodie Jones, y
estoy bastante seguro de que la respuesta es no.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 15
LINC

—Vaya. — susurra.
— ¿Qué?— Pregunto, mirando hacia abajo.
—Ni siquiera parece el mismo lugar. — dice mientras observa mi
apartamento. Me detengo y miro a mí alrededor.
—Quería demostrarte que merecía una segunda oportunidad. —
le digo, estudiando su cara.
— ¿Limpiando tu apartamento?— pregunta, acercándose para
deslizar sus dedos por mi pelo.
—Demostrándote que no soy solo un niño gigante. Soy el hombre
que conociste aquella primera noche, Jodie. Puede que no me diera
cuenta de que eras una mujer en busca de la eternidad y voy a ser
sincero contigo y puede que te duela un poco...
—De acuerdo. — susurra, su cuerpo se tensa ligeramente entre
mis brazos.
—Si hubiera sabido que eras ese tipo de mujer, puede que te
hubiera evitado.
—Oh. — dice suavemente, y joder, puedo oír el dolor en su voz.
—No porque no te quisiera, sino porque simplemente no me veía
preparado para sentar cabeza.
—Lo entiendo. — dice, evitando mis ojos.
Me agacho y pongo mis dedos bajo su barbilla y atraigo su
mirada hacia mí. —El caso es, Jodie, que a pesar de lo que pudiera
parecer, ya entonces sabía que eras especial.
—Linc, no tienes que decir eso. Está bien, de verdad.

Sotelo, gracias K. Cross


—Es la verdad. Te eché de menos. Cambié después de esa noche.
No he tocado a otra mujer desde que te tuve, Jodie. No quiero a nadie
más. Ni siquiera he mirado a nadie más.
—Linc...
—Tampoco cambiaría eso, Jodie. Tienes que saberlo. Aquí
mismo, contigo en mis brazos, es donde quiero estar.
—Me gusta tu apartamento, Linc. — dice, sonrojada.
—Todavía no has visto la mejor parte. — Le sonrío y se muerde
el labio inferior y me observa atentamente.
— ¿Cuál es la mejor parte?— pregunta.
—La nueva cama. — respondo, mientras la llevo a la “habitación”
recién dividida.
—Has hecho un dormitorio. — se ríe, mientras la vuelvo a colocar
en el suelo. Nos ponemos frente a frente, y me encanta la felicidad que
veo en su cara.
—Te quería en una cama de verdad, Jodie, en mi cama.
— ¿Lo querías?
—Dios, sí.
—Bueno, ya estoy aquí... ¿Y ahora qué?
—Desvístete para mí, Jodie.
Se lame los labios y juro que puedo ver su corazón latiendo
contra su pecho. Su nerviosismo llena el aire que nos rodea.
—Ha pasado mucho tiempo...— dice.
—Demasiado tiempo. — admito. —Estás a salvo conmigo, Jodie.
Dame tiempo y te lo demostraré.
—No es eso. Me siento segura... solo estoy... nerviosa.
— ¿Qué tal si nos turnamos?— Sugiero, besándola ligeramente
en los labios, sin poder evitarlo.
— ¿Turnarnos?
—Tú te quitas una prenda y yo me quito otra.

Sotelo, gracias K. Cross


—Oh... de acuerdo, creo que puedo hacerlo. — dice. —Pero...
¿Puedes ir tú primero?
Me alejo medio paso de ella y me quito las chanclas. Asiente y
hace lo mismo, lo que me hace sonreír. Me desabrocho los pantalones
y la miro fijamente. Hace lo mismo. Continuamos nuestro pequeño
juego hasta que estamos de pie el uno frente al otro y ella está en ropa
interior y yo en calzoncillos.
—Creo que ahora es cuando tomo el relevo. — le digo
suavemente. Deja escapar un suspiro y asiente.
—Creo que me gustaría. — Muevo mis manos por sus hombros
y por sus brazos, dejando que se acostumbre a la sensación de mi
tacto. —Había olvidado lo bien que se siente tu tacto. — dice.
—No he olvidado lo bien que te sientes. Pienso demasiado en ti.
—Me gusta eso. — murmura, pero las palabras terminan en un
jadeo cuando arrastro mis dedos contra su pezón. Incluso a través de
la tela de su sujetador, noto cómo se estrechan aún más contra mi
contacto.
—Dios, eres perfecta, Jodie. — alabo, tomando su boca en un
beso. Quiero distraerla mientras termino de desvestirla, porque ahora
está más nerviosa que en nuestra primera noche juntos. La animo a
seguir con su lengua y la beso mientras le quito el sujetador. Una vez
liberados sus pechos, le acaricio los pezones y la beso para distraerla
y porque no quiero renunciar a sus labios. Sabe a miel y azúcar, tan
dulce que me duele la polla.
—Linc. — jadea cuando me inclino para pasar la lengua por la
carne oscura de su pezón.
Joder, había olvidado lo bonitas que son sus tetas. Me llenan la
mano y son de un rosa intenso que brilla cuando las chupo. No
recuerdo nada tan bonito. Pero tampoco recuerdo nada desde Jodie.
Me ha sorprendido y ahora es como un fuego que arde lentamente
dentro de mí, una chispa que puede convertirse en un incendio con
solo tocarla. Sé que alimentarla solo me hará más adicto a ella, pero
me importa un carajo. La quiero.

La necesito.

Sotelo, gracias K. Cross


Soplé sobre sus húmedos pezones y vi cómo respondían. Los
dedos de Jodie me muerden el bíceps y sonrío ante la pizca de dolor
que provoca. Es una gata salvaje y lo mantiene oculto, pero Dios,
recuerdo cómo se entregó a mí y dejó libre esa parte de ella. He soñado
con ello constantemente.
—Linc. — gime.
—Súbete a la cama, Jodie. — le ordeno, con la voz más pesada,
hilvanada por el hambre.
La punta de su dulce y pequeña lengua rosa sale para
humedecer sus labios, tentándome. Traga y observo cómo se mueven
los delicados músculos de su cuello. Me apetece pasar mis dientes por
ellos y raspar su delicada piel, antes de mordisquearla y marcarla.
Una marca para demostrar a todos que es mía y que esta vez no la
dejaré marchar.
Se aleja de mí, con su mirada centrada en mí todo el tiempo.
Cuando la parte posterior de sus piernas empuja el colchón, pone las
manos sobre él y se desliza hacia arriba, con los ojos todavía clavados
en mí. Es una de las cosas más eróticas que he visto nunca. Ver la
necesidad que está escrita claramente en su cara, y saber que está
dirigida a mí, hace que mi corazón se apriete en mi pecho.
Se apoya en los codos y sonrío mientras me subo a la cama. Me
cierro sobre su cuerpo y vuelvo a acercar mi boca a sus pechos. Las
manos de Jodie se dirigen a mi pelo, tirando de él, exigiendo que
continúe, pero también haciéndome saber que quiere más. Chupo uno
de sus tentadores pezones en mi boca, provocándolo con mi lengua.
Lo suelto suavemente, con nuestras miradas fijas.
—Eres mía, chica Jodie. Fui tan estúpido como para dejarte
escapar, pero será mejor que creas que eso no volverá a suceder,
cariño.
—No digas nada que no quieras decir, Linc. Esto no tiene que
significar nada más que sexo. — dice.
No se da cuenta, lo sé, pero eso es una prueba para mí de que
no confía completamente en mí. Demuestra lo mucho que la he herido
sin querer antes. Tengo que arreglar algunas cosas con ella, algunas
heridas que todavía tengo que reparar, pero voy a hacerlo. Tengo que

Sotelo, gracias K. Cross


hacerlo, porque sé sin lugar a dudas que no quiero vivir sin Jodie en
mi vida. He luchado durante demasiado tiempo y entonces, perdí la
esperanza. Esa noche que la vi en la gasolinera y sentí su odio, me
marcó. No quiero volver nunca más ahí. No quiero volver a ver esa
mirada en su cara.
—Tienes que darte cuenta de algo, Jodie. — le digo, mirándola
fijamente a los ojos, dejando que lea la emoción en mi rostro... aunque
pueda dudarlo.
— ¿De verdad?
—No voy a dejarte ir, Jodie. Lo que empezó entre nosotros fue
jodidamente mal, pero me he arrepentido desde entonces. Me estás
dando otra oportunidad y estás sellando tu destino. No voy a dejarte
ir.
No dice nada, pero está bien. No esperaba que lo hiciera, aún no.

Pero pronto.
Beso la delicada carne de su vientre, mordisqueando,
provocando a medida que avanzo. Las caderas de Jodie empujan hacia
mí, exigiendo más. No es algo que haga a propósito. Se ha dejado llevar
por la pasión y eso significa todo. Engancho mis dedos a ambos lados
de sus bragas y las deslizo con cuidado para quitarlas de su cuerpo.
Se me hace agua la boca al descubrir su cuerpo por completo. Me
parece que hace toda una vida que no se desnuda ante mí. Dejo las
bragas en el suelo y miro su cuerpo. Observo la lujuria en sus ojos, la
forma en que su pelo se esparce por mi almohada, su respiración, que
hace que su pecho suba y baje, las sedosas gotas de sudor que ya
cubren su cuerpo, hasta que, finalmente, mi mirada desciende hasta
su dulce coño. La evidencia de su deseo recubre el exterior de sus
labios, y me inclino, presionando mi boca contra su dulce coño. El
sabor de ella es una bondad recubierta de miel en mis labios y chupo
su carne hinchada, aspirando sus jugos, tragándolos como un hombre
hambriento... y lo soy.

Hambriento de ella.
Presiono mi cara aún más en su centro, tirando de sus piernas
sobre mis hombros, exponiéndola completamente y dejándola a mi

Sotelo, gracias K. Cross


merced. Mi nariz se introduce entre sus labios y respiro su aroma,
zumbando mientras chupo su clítoris.
—Oh, Dios. — gime, y sus manos se enredan en mi pelo con
mayor intensidad.
Aplico mi lengua, arrastrándola contra su coño, recogiendo su
crema y tragándola. Su cuerpo se estremece debajo de mí y entonces
me pongo a comerla como el caramelo adictivo que es. Pronto me la
estoy follando con la lengua, y mis dedos se unen a ella para encender
un fuego que nos consuma a los dos.
Trabajo su dulce coño, los talones de sus pies presionando
contra mi espalda mientras tira del dorso de mi mano y se empuja
hacia arriba, machacándome. Está temblando y sé que pronto se va a
correr en toda mi cara, así que continúo comiendo, sin dejar que se
aleje de las sensaciones que la invaden. Lo va a tomar todo, va a tomar
todo lo que le dé. Voy a hacer que lo desee.

Que me anhele.
Está tan mojada que dos de mis dedos se deslizan fácilmente en
sus profundidades, las paredes de su coño se aprietan
inmediatamente. Los separo, estirándola, mientras los enrosco en su
interior para darle placer. La follo con ellos, comiéndola
continuamente, lamiendo y chupando su clítoris. Sigue dándome más
y más hasta que grita mi nombre, el sonido como un largo y bajo
gemido mientras su clímax la inunda, asolándola. Sigo con ella,
llevándola al límite.
—Por favor, Linc. Por favor... Oh Dios, por favor...— Sonrío, aún
enterrado en lo más profundo de su dulce coño y cubierto de sus
jugos. No sé si está suplicando más o pidiendo clemencia, pero le doy
las dos cosas.
Utilizo mi lengua para lamer su coño, retirándome lo justo para
no darle la fricción que la lleve al límite de nuevo, pero permitiéndome
lamerla, calmando lentamente su cuerpo.
—Esa es mi bonita. — canturreo.
Tiene los ojos cerrados y me tomo un momento para contemplar
su belleza. Con mis palabras, abre lentamente los ojos, que brillan con
las secuelas de su placer.

Sotelo, gracias K. Cross


—Linc. — susurra, lamiéndose los labios.
Dejo que sus piernas caigan con cuidado sobre el colchón
mientras me muevo sobre ella y la beso con toda el hambre que siento.
Devoro su boca, sabiendo que puede saborearse a sí misma y
deseando que lo haga. Quiero que pruebe la evidencia de su hambre,
el hambre que solo yo he despertado en ella.
Mis malditas pelotas están tan apretadas que me duele
moverlas, y mi polla está hinchada y el semen gotea sobre la cabeza.
Estoy tan cerca de correrme, y aún no he estado dentro de ella.
—Te necesito, Jodie. No puedo esperar más.
—Por favor. — gime, mientras me bajo los bóxers.
Apenas recuerdo haberme liberado, lo único que me importa es
que estoy colocado entre sus piernas. Bombeo mi polla bruscamente
en mi mano, apretándola y casi gruñendo por la sensación. Chorros
de pre-semen cubren mi polla y mi mano mientras presiono la cabeza
contra su entrada.
—Mírame, Jodie. — le insisto, queriendo que me mire mientras
la penetro. Quiero ver su cara mientras me toma.
—Linc...
Con mi nombre en sus labios, me introduzco dentro de ella, sin
parar hasta que estoy lo más profundo posible. Cuando estoy
enterrado dentro de ella, me obligo a no moverme, dándole tiempo
para que se acostumbre a mí.
—Dios, te he echado de menos. — admite. Las palabras son
silenciosas, pero llenas de placer. Envuelven mi corazón y se
intensifican con cada maldito latido.
—Voy a hacer que me ames, Jodie.
—Tal vez haga que me ames, Linc. — replica, y la beso mientras
empiezo a moverme, marcando un ritmo que ambos necesitamos.
—Puedo garantizarlo, Jodie. Eres una parte de mí. — admito, y
no tengo ni idea de si ella sabe lo que estoy diciendo, pero tenemos
tiempo.
Tenemos tiempo.

Sotelo, gracias K. Cross


—Hazme el amor, Linc. — suplica, su cuerpo se mueve
perfectamente con el mío.
Estamos hechos para encajar, nunca ha habido nada mejor.
Somos arte juntos. La cabalgo con fuerza, inclinándome sobre ella
para chuparle los pechos, mordiéndole los pezones y alegrándome
cuando su cuerpo se estremece contra mí y siento que empieza el
clímax. Sigo haciéndolo, prometiéndome a mí mismo que no me
correré hasta que ella se rompa debajo de mí, y cuando se corre,
gritando mi nombre, me corro dentro de ella.

Y se siente como volver a casa...

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 16
JODIE

Me estiro, con todo el cuerpo caliente, mientras abro lentamente


los ojos. Los brazos de Linc me rodean, su larga melena me cubre los
hombros y desciende hasta mis pechos mientras me abraza por
detrás. Sonrío, sintiéndome segura y querida.
—Buenos días, cariño. — murmura contra mi oído, con una voz
que suena rasposa y llena de sueño.
Me doy la vuelta sobre la espalda cuando me deja espacio para
hacerlo. Al instante, su mano sube y sus dedos recorren mi mejilla.
Me acomoda un poco de pelo detrás de la oreja y creo que nunca he
visto a nadie tan hermoso como él.
—Buenos días. — murmuro. Se inclina y toma mi boca,
besándome tan profundamente que solo puedo gemir de placer.
—Podría acostumbrarme a tenerte en mi cama todas las
mañanas, Jodie Jones. — dice, continuando el beso a lo largo de mi
cuello.
—Tengo que admitir que me gusta más cómo va esta mañana
que la última vez. — digo riendo.
Gime contra mi cuello, el sonido se amortigua, su aliento caliente
me hace sentir escalofríos de placer.
—La he cagado mucho.
—Quizá un poco, pero estábamos en páginas diferentes, y de
alguna manera seguimos aquí, así que eso no puede ser malo. —
razono.
—Seguimos aquí. — repite.
—Sabes, si te dejaste llevar anoche, no quiero que pienses que
yo...

Sotelo, gracias K. Cross


—Eres mía, bebé. No voy a compartirte, y tampoco espero que lo
hagas. No quiero ese tipo de relación contigo. — No respondo y me
mira fijamente. — ¿De qué te ríes?— pregunta. —Estoy hablando en
serio.
—Lo sé, solo estoy feliz, así que no sé realmente qué decir.
—Puedes decir que me amas y que vamos a hacer que esto
funcione.
— ¿No es demasiado pronto para el amor?— Pregunto, sabiendo
que sí lo amo, pero también sabiendo que no soy el tipo de chica que
se lanza sin probar las aguas a mi alrededor.
—Te demostraré que no lo es. Solo dame tiempo, Jodie. Solo
dame tiempo. — ronronea, su mano se desliza entre mis piernas.
—Eso sí que puedo hacerlo. — ronroneo, abriéndome a él,
mientras bajo para rodear con mi mano su ya dura polla.
—No estás actuando de forma muy virginal. — gime, mientras lo
sitúo en mi entrada. Ya estoy mojada y preparada para él, no quiero
esperar.
Su mano pasa de trabajar conmigo a deslizarse sobre la mía.
Juntos, sujetamos su polla justo antes de que se deslice dentro de mí.
Entonces, nuestras manos unidas suben y él las presiona contra el
colchón mientras empieza a montarme.
—Eso es porque soy una víctima del cazador de vírgenes. —
murmuro, nuestros cuerpos ya empiezan a moverse juntos.
—Cállate y bésame, chica Jodie. — gruñe, y hago lo que me dice
porque Dios sabe que deseo su beso más que mi próximo aliento.
Puede que Linc y yo hayamos empezado de forma difícil y poco
ortodoxa, pero sé en mi corazón que esto es lo correcto. Lo amo... y
eventualmente... hasta se lo diré.

Sotelo, gracias K. Cross


Epílogo
LINC

Un año después…
—Estas tranquilo. ¿En qué estás pensando?
Miro a Jodie y está de pie junto a la puerta con una de mis
camisas, con el pelo oscuro suelto y brillante porque se lo ha cepillado.
El corazón se me aprieta en el pecho. Es preciosa. Nunca soñé con lo
mucho que cambiaría mi vida en un corto año, pero lo ha hecho y todo
para mejor. Jodie y yo hemos estado viviendo juntos en mi
apartamento. Sus padres no están contentos con ello, pero eso no
parece molestar a Jodie. Nos presionan constantemente para que nos
casemos, pero por alguna razón no lo hemos hecho. Para mí un trozo
de papel no equivale a un compromiso y Jodie tampoco parece tener
mucha prisa. Estoy acostumbrado a vivir en un mundo en el que
reclamas a tu mujer y definitivamente he reclamado a Jodie. La forma
en que me mira, sonriendo como si fuera todo lo que quiere, me hace
sentir jodidamente reclamado también.

Y me gusta.
—Acabo de hablar con Crusher otra vez. — le digo, y se acerca a
mí. Le he contado cómo Crusher y Dani me tomaron bajo su ala, y nos
fuimos a Tennessee durante una semana hace unos meses. Estaba
preocupado, no puedo mentir. Jodie no se rige por las reglas como yo
pensaba al principio, le encanta colorear fuera de las líneas, pero me
preocupaba que la vida en el club fuera un poco difícil de adaptar para
ella.

Me preocupé por nada.


Jodie se desliza en mi regazo, me besa la frente mientras la
aprieto y se acurruca contra mí.
— ¿Sigue intentando convencerte para que vayas a Carolina del
Norte a ayudar al hombre de Hayden?

Sotelo, gracias K. Cross


—Beast, sí.
—No entiendo ese nombre. Parece un tipo tan feliz. — murmura,
haciéndome sonreír. —Algunos de esos nombres de carretera son
simplemente extraños, ¿cómo Fury? Quiero decir, en serio Linc,
estaba rodando por el suelo dejando que los niños se le subieran
encima.
—Los viste con sus familias, Jodie. Créeme, si alguien hace daño
a alguien que le importa, verás un lado totalmente diferente.
—Supongo. — bosteza. — ¿Estás pensando en ir a Carolina del
Norte?
— ¿Quieres tener hijos, Jodie?
Su cuerpo se pone rígido entre mis brazos y me mira con
sorpresa.
— ¿Quieres tener hijos?
—Sí, quiero decir, no tiene que ser de inmediato, pero me
gustaría tenerlos.
—Bueno, estoy tomando la píldora por la menstruación, pero sí,
también me gustaría tenerlos... con el tiempo. — susurra,
sonriéndome con tanta felicidad que juro que su cara realmente brilla.
—Pero no estoy seguro de querer criarlos aquí en Cherry Falls.
Creo que los niños deben tener una familia a su alrededor. Nunca tuve
ese tipo de vida y quería algo diferente para mis hijos.
—Yo...
—Sé lo que estás pensando, y tus padres son buenas personas,
no digo eso, pero no están precisamente llenos de amor y felicidad.
—Supongo que nunca lo noté tanto hasta que me mudé, pero
tienes razón. Probablemente no querrían tener nada que ver con un
nieto hasta que tuviera la edad suficiente para ocuparse.
—Exactamente. — respondo, dando un apretón a su cuerpo.
— ¿Crees que sería diferente en Carolina del Norte?
—Creo que sí. Solo puedo guiarme por el par de hombres que
conocimos, pero creo que sería un ambiente familiar similar a lo que

Sotelo, gracias K. Cross


es el club de Diesel. No conozco a muchos de los miembros del Devil's
Blaze, pero los que he conocido han sido buenos hombres.
—Parece que lo has pensado bien. — susurra.
—Lo he hecho. Sin embargo, necesito saber cómo te sientes al
respecto. Si no quieres dejar Cherry Falls, por mí está bien, más que
bien. Todo lo que necesito para ser feliz eres tú, chica Jodie.
—No estoy segura, y no quiero que te enojes conmigo, pero,
quiero decir, recién me estoy acostumbrando a estar con un tipo
surfista con el que las ardillas coquetean constantemente…
—Conejitas. — me río, pero sé que ella lo sabe. Es una broma
recurrente entre nosotros, una que creo que le gusta demasiado.
—Lo que sea. — dice con una sonrisa. —Sinceramente, no sabría
decirte cómo me sentiría al formar parte del mundo de los moteros.
Me encantó Hayden y algunas de las otras mujeres, pero es un estilo
de vida muy diferente al que imaginaba para mí.
—Le diré que no. — la tranquilizo, dándole un apretón y
besándola.
—Tampoco quiero que lo hagas.
Frunzo el ceño, la arruga de mi frente se hace más profunda
mientras trato de entender de qué está hablando.
—Entonces, ¿qué quieres, Jodie?
— ¿Y si lo probamos?
— ¿Probarlo?— Me río.
—Sí. Vamos ahí durante seis meses. Si lo odiamos, podemos
mudarnos a la playa y convertirnos en un chico surfista con su novia,
que está buenísima. Carolina del Norte tiene playas, ¿no?
—Sí, cariño. — me río. —Tienen playas.
—Entonces, hacemos eso. Sé que te compraste una moto hace
un tiempo, pero no montamos tan a menudo, ¿y si la odias más que
yo?
—Bien, lo probaremos. — me río.

Sotelo, gracias K. Cross


—Bien. Ahora que eso está resuelto, ¿sabes lo que estoy
pensando?— pregunta, y al instante niego.
—No, cariño, no tengo ni idea. Dime qué estás pensando.
—Estoy pensando que ya es hora de que mi hombre me muestre
lo anudado que está en mí. — se ríe.
— ¿Ya has dejado de hablar con Bella?— Juego a gruñir,
manteniéndola en mis brazos mientras me levanto y la llevo hacia la
cama.
—Probablemente lo haré pronto. ¿Quizás le gustaría convertirse
en una mascota motera?
—Dios mujer, vas a ser mi muerte. — murmuro, tirándola en la
cama.
—Te amo y me amas. — dice, el tono de su voz me demuestra
que no tiene ni una duda.
—Definitivamente te amo, Jodie. Siempre lo haré. — juro.
—Muéstrame, Linc. Demuéstramelo y no dejes de hacerlo. —
dice, abriendo los brazos para hacerme señas de que baje a la cama.
—Siempre. — le prometo, y encuentro su boca y la beso con todo
el amor que siento, todo el amor que ella ha dado a mi vida durante el
último año y que aún no es suficiente para demostrarle lo
verdaderamente agradecido que estoy de que me haya dado una
segunda oportunidad.

Fin…

Sotelo, gracias K. Cross


Sotelo, gracias K. Cross

También podría gustarte