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La estructuración del mercado de trabajo en el mundo, de alguna u otra manera exige, un retorno
sobre los paradigmas y la fragmentación de las dimensiones de la movilidad operada por una
aproximación estricta economicista y a dos diferentes escalas; Ya sea la Macro de los marxistas
frente a la escala Micro de los neoclásicos. Esto da paso a un entendimiento de las implicaciones
migratorias de la división social del trabajo y de las implicaciones estructurales a largo plazo de la
migración internacional.
La gran variedad de estudios migratorios laborales que se realizaron de los años 60´s hasta los 80
´s, se han centrado condiciones y los determinantes de la inserción en ciudades; en los años
siguientes, los estudios sobre las migraciones temporales y circulares, se han basado en referencia
a los lugares de salida y llegada, y anteriormente se han centrado sobre las redes sociales
migratorias y sus espacios reticulares, particularmente sobre los actores transnacionales.
La construcción de los espacios migratorios entre las entidades de las zonas secas en México y las
Zonas agrícolas de Estados unidos durante el programa Bracero (1942-1964). El programa Bracero
no afecto más que ciertos estados de la zona tropical seca del centro-oeste, del oeste y del sur de
México. Son efecto las condiciones ecológicas de producción agrícola las que permiten estos
movimientos organizados de manera fluctuante, con duraciones relativamente cortas, donde el
retorno permanece inscrito en el movimiento. Para el caso de las regiones tropicales húmedas del
golfo y el sur-este permanecen al margen de este espacio migratorio hasta fines de los años 80.
Debido a las políticas de integración regional del TLC, las zonas tropicales húmedas son a su vez
afectadas, y la duración de la ausencia será más largas, y por su puesto la retención de una parte
de los flujos más importantes.
La articulación de las actividades económicas a través del desplazamiento de la población se
considerada como constituyente de un sistema migratorio en referencia a la organización
económica donde ellos tiene lugar, un ejemplo de esto es, la economía agrícola de las zonas secas
de México descritas en los párrafos anteriores. Se revela que este sistema se dirige hacia la
entropía máxima, con la necesidad de ampliar la zona de reclutamiento de la mano de obra. Esta
es la manera en la que se ve así a los actores de la migración abrir nuevos espacios desde antiguos
lugares de asentamiento, generando nuevos espacios desde los antiguos lugares de asentamiento,
generando nuevas formas migratorias que se yuxtaponen a las viejas.
Al identificar los determinantes de escala, que en otras palabras son, los elementos de la
movilidad que sostienen las lógicas propias de cada uno de los niveles considerados. En los cuales
se consideran tres niveles denominados como: macro, maso, micro; con estos se habla del
contexto histórico y económico de la movilidad y de las migraciones laborales, el nivel institucional
comunitario y familiar, por último el nivel individual.
El proyecto migratorio en relación con la localidad y con la familia, permite abordar la autonomía
del migrante en términos de deberes y obligaciones. A la par de esta idea esta noción permite la
identificación de las familias que han recurrido a la migración para su reproducción material y
social, exigiendo así la puesta en marcha de dispositivos de control y gestión de la movilidad de sus
miembros.
Las migraciones de poblamiento o de colonización agrícola han dado paso a las migraciones tanto
de las zonas de explotación de productos para el mercado como a las metrópolis urbanas con
temporalidades variables. La des-territorialización de las actividades económicas de las más
jóvenes generaciones de estas sociedades se están acentuando en el tiempo, llevando a una
diversidad de movimientos migratorios, con temporalidades y modalidades diferenciadas.
Los movimientos migratorios nos invitan de una forma a reconsiderar las relaciones de movilidad-
territorio, para esto es necesario no solamente volver a introducir la cuestiones relacionadas con
el espacialidad de la movilidad, que de manera conceptual se conoce como Campo migratorio
(Simón, 1995), si no también restituir tanto las relación sociales que crean por y en los lugares
vividos, así como los intercambios que se perpetúan respecto al lugar de origen y con otros
actores de diferentes lugares.
Los territorios del Archipiélago son esos territorios-piraguas metafóricamente hablando, estos
designan a la vez un espacio, sus rutas y las gentes que lo habitan. Cada lugar es un nudo, una red
más o menos estable que existe sino por una relación estructural que relaciona cada nudo con
otros lugares, cita de Bonnemaison.
La figura del archipiélago se ve como una propuesta para una herramienta de análisis que va a
permitir poner en evidencia los dispositivos colectivos implementados a nivel de lugares y
territorios, ¿por quienes? Por los actores institucionales y los individuos, que son las nuevas
generaciones, y dependerá de la manera en que estos se inscriben en el corto o largo plazo, entre
el anclaje o la desvinculación y desafiliación.