Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ley Federal de Derechos de Autor, Título VI De las Limitaciones del Derecho de Autor y de los
Derechos Conexos, Capítulo II De la Limitación a los Derechos Patrimoniales, Artículo 148
Apartado V:
El Colegio de Michoacán
EL ESPACIO Y OTROS ACTORES DE LA HISTORIA
La historia -se dice- tiene sus dos ojos: uno de ellos es la cronología y otro
la geografía. En esa visión, el objeto de la historia no es ni el tiempo ni el
espacio sino el hombre en cuanto se coloca en un tiempo y lugar determina
dos. A pesar de su importancia parece que tales coordenadas no dejan de ser
circunstancias de la historia; no pertenecen a su esencia. Parecen reducirse al
escenario en que figura el personaje como lo sustancial. El escenario puede
cambiar, sin que cambie el personaje y su drama.
Sin embargo, un análisis más detallado muestra la complejidad del
asunto. En cuanto al tiempo señalo que no puede ser sólo circunstancial al
objeto de la historia, que sin duda es el hombre, pero el hombre en cuanto
proceso temporal, no precisamente como el simple pasado del hombre. En
relación con el espacio, hoy trataremos de ponderarlo como algo mucho
más complejo que una mera coordenada de lugar, tanto más si abordamos
otros cuatro conceptos afines: la región, el territorio, el paisaje y la historia
ambiental.
El espacio
L a r e g ió n
Pedro Pérez Herrero aplica ambos esquemas al México del siglo XVIII
y pondera otras variables como la demografía, la fuerza de trabajo y la renta
bilidad. De tal suerte distingue alrededor de diez regiones; en una de ellas, la
del noroeste, aprecia cómo la minería, vinculada con la economía externa, se
constituyó en motor de arrastre para conformar la región, según el proceso
siguiente:
1. Entrada en el nuevo territorio;
2. fundación de misiones;
3. descubrimiento de yacimientos mineros;
4. desarrollo de los cinturones agroganaderos y establecimiento del
comercio a larga distancia;
5. fuerte inmigración;
6. formalización de la administración;
7. expansión territorial de la producción agroganadera con las consi
guientes tensiones con las comunidades indígenas;
8. desestructuración de las comunidades indígenas, mestizaje de la
población y monetización de su economía;
9. agotamiento del yacimiento minero y hallazgo de otro más al norte
con la consiguiente repetición del ciclo {ibid.: 224-225).
... no parece claro poder afirmar que la articulación regional de México a finales
de la época colonial y comienzos de la vida independiente fuera esencialmente den-
drítica o solar, ya alrededor de los reales de minas o ya en torno a los centros urba
nos ... Tendríamos así una trama general con el epicentro en la ciudad de México
como centro administrativo-político, recaudador de impuestos, mercado aglutina
dor de metales preciosos para su exportación y receptor de mercancías de importa
ción y regionales para su redistribución ... y otras tramas regionales más reducidas
con epicentros en reales de minas y en núcleos urbanos ... por donde discurrían
mayoritariamente mercancías de producción agroganadera (ibid.: 235-236).
Llama la atención que Pedro Pérez Herrero en varios casos (Mi-
choacán, Guadalajara, San Luis Potosí, Oaxaca, Puebla, Veracruz) asume
como guía de la regionalización, la división política de las intendencias,
bien que algunas veces señala la vinculación de algunas de sus partes con
otras regiones. Conserva pues, como pauta general, la del territorio político,
dando por supuesta, algunas veces, una identificación de tal o cual intenden
cia con una realidad regional económica y detectando, otras veces, dentro de
algunas intendencias, lo que llama “zonas”, que en realidad serían regiones.
En otras palabras, el autor no aprovecha suficientemente sus datos consisten
tes y sus consideraciones plausibles para una franca redefinición del espacio
novohispano y novogalaico donde por encima de la división territorial se
privilegie, de entrada, esa hipotética división regional, no territorial, en tér
minos de producción y de comercio, con los señalamientos ulteriores, claro
está, de relacionar las regiones con la división territorial y de considerar que
las fronteras de las regiones no son impermeables. El estudio de Pedro Pérez
Herrero nos lleva al concepto de territorio.
Te r r it o r io
Los geógrafos han elaborado una tipología de las formas de territorio, distin
guiendo formas yuxtapuestas, reticuladas y satelizadas a partir de un centro pero
sin yuxtaposición. Y los antropólogos han mostrado que el proceso de organiza
ción territorial debe analizarse en dos niveles distintos ligados uno con otro según
una lógica que pertenece en propiedad a cada sociedad: el de la acción de los hom
bres sobre los sustentos de su existencia y el de los sistemas de representación. El
territorio es a la vez objeto organizado y culturalmente inventado (Bourgeot 1991:
704-705).
El p a i s a je
¿Pero la historia regional es una disciplina con sus propios métodos y conceptos?
Está claro que no es fundamentalmente el conocimiento histórico de una sociedad
localizada en un espacio determinado. En este caso muchos de los métodos denen
que ver con los de la historia y segundo con los de la economía, dejando lo regional
como un marco espacial secundario en donde se ubica y nada más [...] no es que
las regiones no existan, lo que no existe es la región como método para reconstruir
procesos absolutamente sociales (Miño 2002: 28, 42).
Historia am biental
Aunque es frecuente que en estos días se empleen como sinónimos los términos de
“historia ecológica” e “historia ambiental”, será útil hacer entre ellos una distinción
... la ciencia de la ecología ha tendido a enfocar el estudio de la naturaleza como
el mundo no humano y a evitar un enfoque antropocéntrico; se ha propuesto
identificar y explicar la interrelación de todas las formas de vida y de no privilegiar
el factor humano ... En contraste, la historia ambiental suele entenderse como la
historia de la relación humana con el mundo físico, con el ambiente como objeto,
agente o influencia en la historia humana. Aquí la naturaleza figura desvergonza
damente como hábitat humano... (Arnold 2000: 11).
B ibliografía