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Facultad de Humanidades
Escuela de Psicología
Profesor
Nataly Cristina Corporan Melo
Asignatura
Psicología Contemporánea
Tema del Trabajo
Tarea Unidad 3: Psicoanálisis y Cognitivo conductual
Nombre del Alumno
Denisse Altagracia Cabrera Chalas
Matricula
100553181
Sección
01
Fecha
13/10/2022
Introducción.
En esta asignación hablaré del capítulo 4, que trata sobre Sigmund Freud, el
psicoanálisis, sus postulados básicos, la organización de la personalidad, los
sueños y su interpretación, teoría del desarrollo psicológico, técnica psicoterapéutica
y avances recientes, y del capítulo 5, que trata sobre terapia cognitivo-conductual,
sus antecedentes, técnicas, modelos, aplicaciones y avances recientes.
Desarrollo.
Luego de estudiar y leer los capítulos 4 y 5 del libro base: Psicologías
Contemporáneas, de Luis Oblitas, se proponen las siguientes actividades:
1. Describe en una página quien fue Sigmund Freud y cuáles fueron sus aportes
más relevantes a la psicología.
Sigmund Freud:
Este médico y neurólogo austriaco de origen judío nació un 6 de mayo de 1856,
dedicó su vida a descubrir y explicar el origen de distintas enfermedades mentales
bajo la observación de patrones de comportamiento en sus pacientes y poco a poco
sus estudios lo llevaron a ser un personaje representativo de esta disciplina.
Sigmund Freud fue uno de los intelectuales más reconocidos del siglo XX, tenía una
gran pasión por el ámbito neurológico, pero con el paso del tiempo su camino
profesional se dirigió hacia la psicología, generando polémicas teorías en su época
y dejando grandes aportaciones que perduran en la actualidad. Aquí algunas de las
más importantes:
El psicoanálisis: Freud creó el término de psicoanálisis (1896) para referirse al
método de investigación con el que se exploraba el inconsciente de las personas
bajo la asociación libre, un método que consistía en lograr un estado máximo de
relajación en las personas para que ellas pudieran expresar sus traumas sin ningún
tipo de restricción.
La interpretación de los sueños: En su libro más popular, “La interpretación de los
sueños” (1900) define los sueños como ese mundo inconsciente donde las fantasías
y deseos infantiles se buscan cumplir. Es decir, mientras una persona duerme, su
actividad mental se ve motivada por el inconsciente y este busca satisfacer aquello
que no ha sucedido en la vida real.
El desarrollo psicosexual: La líbido es el impulso sexual que se manifiesta desde la
infancia y va dejando rastros en el inconsciente que aparecen en la vida adulta.
Freud en esta teoría explica las cinco etapas de desarrollo psicosexual: oral, anal,
fálica, latencia y genital; las cuales expresan a través de acciones la líbido de una
manera satisfactoria o traumática.
La teoría de la personalidad: Para Freud la personalidad es el resultado de los
impulsos destructivos y la búsqueda del placer y para explicar el aparto psíquico
empleó la metáfora de un iceberg que se divide en: el ello, la parte más primitiva del
ser humano constituida por los impulsos; el superyó, conformada por las normas
sociales y restricciones aprendidas y el yo, la parte que intermedia que equilibra los
impulsos y las reglas.
2. Presenta en un esquema la teoría del desarrollo psicológico planteada por
Sigmund Freud con sus diferentes etapas.
Una región del cuerpo en que los procesos excitantes e irritantes (tensiones) tienden
a concentrarse, y cuyas tensiones pueden ser eliminadas mediante alguna acción
sobre tal región, como puede ser chupar o acariciar, recibe el nombre de zona
erógena.
Las tres principales son la boca, el ano y los órganos genitales, aunque cualquier
parte de la superficie del cuerpo puede convertirse en centro excitatorio que
demande alivio y proporcione placer. Cada una de las principales zonas se asocia
con la satisfacción de una necesidad vital: la boca con el comer, el ano con la
eliminación y los órganos sexuales con la reproducción.
El placer proporcionado por la zona erógena puede ser, y a menudo es,
independiente del placer que se deriva de la satisfacción de una necesidad vital.
Por ejemplo, chuparse el pulgar o masturbarse reducen la tensión, pero el primero
no satisface el hambre y el segundo no sirve para la reproducción.
Las zonas erógenas tienen gran trascendencia para el desarrollo de la personalidad,
pues son las primeras fuentes importantes de las excitaciones y aportan las
primeras experiencias placenteras significativas.
Además, las acciones que entrañan las zonas erógenas conducen al niño a
conflictos con los padres, y las frustraciones y ansiedades resultantes estimulan
adaptaciones, desplazamientos, defensas, transformaciones, transacciones y
sublimaciones (Hall, 1983).
Cada zona tiene predominancia durante una fase del desarrollo.
1. La fase oral. Corresponde aproximadamente al primer año de vida. Se
caracteriza por dos formas de placer: chupar (placer oral erótico) y morder
(placer oral agresivo, que por lo regular tiene que esperar a la aparición de la
dentición). La boca tiene por lo menos cinco modos de funcionar: incorporar,
retener, morder, escupir y cerrar.
2. La fase anal. Sucede aproximadamente durante el segundo año de vida. La
zona erógena predominante es el ano. Durante esta etapa ocurre el control
de esfínteres. Por lo común, esta educación determina la primera experiencia
seria de disciplina y autocontrol.
3. La fase fálica. Se presenta aproximadamente entre los tres y los cinco años
de vida. En ella, adquieren importancia placentera los órganos sexuales. Al
mismo tiempo, existe una intensificación del anhelo sexual del niño por sus
padres, que inicia una serie de cambios y conflictos importantes. Sin
embargo, dado que los órganos reproductivos masculinos y femeninos son
estructuralmente diferentes, es necesario examinar los acontecimientos de la
etapa fálica por separado:
La fase fálica masculina: antes de la aparición del periodo fálico, el niño ama a su
madre y se identifica con su padre.
La fase fálica femenina: al igual que en el caso del niño, el primer objeto amoroso de
la niña es la madre. Pero, a diferencia de lo que ocurre con el niño, no hay muchas
probabilidades de una temprana identificación con el padre.
4. La fase de latencia. La fuerza de las pulsiones sexuales declina durante este
periodo debido, sobre todo, a que el superyó ha adquirido un fuerte
predominio y parece mantener dominadas las presiones pulsionales. Al
mismo tiempo, el yo se desarrolla más ante la realidad externa. Se consolida
el lenguaje (lo cual brinda solidez a la función anticipatoria, puesto que se
puede planear con palabras), se incrementa la gratificación intelectual por
medio de una mayor capacidad para la identificación, se adquieren intereses
e ideales, etcétera.
5. La fase genital o adolescencia. Con el despertar de la pubertad, las pulsiones
sexuales reviven y ocasionan las tensiones y vehemencias características de
esta etapa. Durante esos años adolescentes, ocurren nuevas adaptaciones y
transformaciones que, finalmente, culminan en la estabilización de la
personalidad.