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Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

Facultad de Humanidades
Escuela de Psicología
Profesor
Liris Castillo de Mir
Asignatura
Psicología Clínica
Tema del Trabajo
Importancia del Diagnóstico :Tarea 2.1 Ensayo
Nombre del Alumno
Denisse Altagracia Cabrera Chalas
Matricula
100553181
Sección
W04
INTRODUCCION
Existen varios aspectos que se hacen importantes a la hora de realizar un
psicodiagnóstico en terapia. Durante la terapia tenemos una serie de señales que
nos van indicando como puede ir mutando el diagnóstico durante el proceso.
Desde los tiempos más primitivos, cuando la psicoterapia comienza a dar unos
primeros pasos, aún sin llamarse así, y sin parecido en las técnicas y tratamientos
que se ofrecen en la actualidad, se la relacionaba con chamanes, hechiceros y
magia. La enfermedad era tomada como un fenómeno de posesión, un alma extraña
ocupa el lugar del alma del paciente y se emplean rituales para el retorno del alma
del paciente y la expulsión del alma posesiva.
Con el pasar de los años en Grecia Antigua, personajes, como Platón o Aristóteles,
siguen las aproximaciones al mundo psicológico por medio de la filosofía o la
medicina. En esta época se produce una gran transición desde el animismo hasta
llegar al pensamiento racional, del cual salen algunas teorías sobre lo que significa
salud mental en esos momentos y qué es enfermedad o conducta anormal.
Aristóteles, por ejemplo, ofrece el concepto de virtud, ésta era la forma de
establecer el justo término medio entre dos extremos viciosos. También en la
medicina da su aportación al pensamiento racional Hipócrates, apoyando la
existencia de cuatro “humores” (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra) que se
localizan en determinados órganos (corazón, cerebro, hígado y bazo) y que a su vez
se asocian a temperamentos específicos (sanguíneo, flemático, colérico y
melancólico). La salud dependería de tales humores y la enfermedad de su
desequilibrio.
En la era de la Edad Media y el Renacimiento, se tenía el modelo galénico como
base de tratamiento y diagnóstico y aunque sobrevivió a esa época fue la Iglesia la
que jugó el papel decisivo al considerar los trastornos mentales como voluntad del
diablo. Ante el “pecado” que suponía estar enfermo en este período surgieron dos
posturas de tratamiento a la problemática. Una era la inquisitorial, que consistía en
perseguir a los herejes y brujas y aplicarles el “tratamiento”, que podía ser desde la
tortura hasta la quema; la otra era la que promovieron figuras como Ignacio de
Loyola o Melchor Cano, los cuales animaban a alejarse del pecado de un modo más
personal y humanitario.
La hipnosis fue el punto de partida de las investigaciones que se desarrollaron
durante el siglo XIX por las escuelas de formación en neurología, tales como la
escuela de Nancy o la escuela de Salpetriere. Cada uno tenía métodos y puntos de
vista diversos a la hora del uso y desarrollo de las técnicas hipnóticas, se
comenzaba a descubrir el concepto de sugestionabilidad en los pacientes
hipnotizados. Veremos a continuación cuales fueron los puntos más importantes
que marcaron y reconocieron la importancia que tiene el análisis del diagnóstico y
su clasificación.
DESARROLLO
Diagnóstico y clasificación de los problemas psicológicos.
La psicología clínica con el pasar de los años ha avanzado más allá de las
opiniones primitivas que definían a la enfermedad mental como una especie de
posesión de demonios o espíritus. Está claro que las opiniones contemporáneas de
los psicólogos clínicos son más complejas que los psicólogos de aquel momento.
Esos enfoques y perspectivas de tratamiento están ligados a las formas en que los
psicólogos clínicos deciden quien necesita evaluación, tratamiento o intervención,
así como el fundamento para proveer los servicios; dichos juicios son influidos por
las etiquetas o diagnósticos aplicados con frecuencia a las personas.
El comportamiento anormal es definido como aquellas todas conductas que son
distintas de la mayoría, es decir, que va completamente contraria a normas
culturales o patrones grupales. Cuando el comportamiento de una persona tiende a
conformarse con las normas sociales prevalecientes o cuando este comportamiento
particular se observa con frecuencia en otras personas, no es probable que el
individuo llegue a la atención de los profesionales de la salud mental. Además,
cuando el comportamiento de una persona llega a ser desviado, o que no se adapta
a las normas sociales establecidas, entonces es más probable que sea clasificado
como “anormal”.
El no contar con la información suficiente sobre lo que la persona está viviendo
puede generar en el paciente una especie de vacío terapéutico el cual en algún
momento puede favorecer al psicólogo pues le permite hacer un trabajo de
exploración sin la “preocupación” de caer en el error ante el paciente y que esto
genere un descrédito con lo que el psicólogo pierda su cliente. Esta práctica es
totalmente antiética pues un derecho esencial de los pacientes es ser informados
sobre lo que el clínico está observando y qué consecuencias puede tener el manejo
clínico o la ausencia del mismo.
Las razones para que esto ocurra son muy diversas, sin embargo, las más
frecuentes son relacionadas a la falta de preparación del profesional de la salud
mental en psicodiagnóstico, tema esencial durante la formación profesional que
requiere de muchas horas de práctica con los pacientes y lectura de los manuales
diagnósticos de trastornos mentales DSM y CIE además que el aprendizaje es
necesario que sea supervisado pues es una guía plena para el que aprende.
Es responsabilidad de cada profesional el poder comunicarse con su paciente de un
modo comprensible, si no, la información cae en saco roto. El diagnóstico debe
ayudar al paciente a comprender qué le sucede y, sobre todo, poder normalizar su
situación. Si no cumple estos criterios es que el profesional está fallando y no está
siendo capaz de captar las necesidades reales de su paciente.
En función de la corriente de terapia desde la que trabaje cada psicólogo, las
entrevistas pueden tener un formato más abierto o más estructurado, pero siempre
tendrán el objetivo de conocer en la mayor profundidad el funcionamiento y entorno
de la persona que se tiene delante.
Existen muchos tipos de evaluaciones sobre las que se apoya el psicodiagnóstico
final. Desde la propia entrevista personal, en donde se analizan las circunstancias
personales y familiares del paciente, tanto en el ahora como en su pasado, al uso de
tests, tanto psicométricos como proyectivos en donde puede apreciarse la
naturaleza y dinámica interna del problema que trae a la persona a consulta.
Para realizar el proceso del diagnóstico, existe una serie de normas o hábitos que
todo buen profesional debe seguir:
 La recogida inicial de información, la cual se recolecta mediante la entrevista
con el individuo en cuestión, y de ser necesario, también su familia.
 La evaluación, se llega a ella a través del uso de los tests psicológicos,
pruebas de diversa naturaleza, y demás requisitos según lo amerite el caso.
 La devolución y entrega de los resultados, esta inicia donde se programa y
decide el plan de intervención terapéutica con el paciente.
La fase de evaluación nos puede permitir establecer un diagnóstico si existe
trastorno, ya que algunas de las dificultades que se presentan en consulta, no se
engloban en los manuales de diagnóstico debido a que se consideran situaciones
críticas o cambios en el ciclo vital más que trastornos mentales como, por ejemplo,
casos de insatisfacción matrimonial, casos de separación, dificultades de conducta.
En el caso de que exista un trastorno, en la fase de evaluación se puede establecer
la sintomatología, el transcurso y la evolución del estado del paciente, así como
ponerle un nombre a la experiencia que está viviendo. El diagnostico final entonces,
permite de manera útil saber con qué dificultad nos estamos relacionando y
establecer el modo de tratamiento más adecuado para cada persona, de manera
que abordemos la problemática de la forma efectiva y eficiente posible.
Por la interrogante de muchas personas acerca de que nos puede servir realizar un
diagnóstico psicológico el escritor Martín Camacho en su texto sobre “Diagnóstico y
DSM-IV” (2006), nombra funciones tanto positivas como negativas. Entre algunas de
las positivas se nombran las siguientes:
1. Establecer una terapéutica particular en función del cuadro que el paciente
presenta, esto requiere que contemos con tratamientos específicos para patologías
específicas.
2. Tener un lenguaje común, un código común consensuado, que permita unificar
criterios y diagnósticos.
3. Permitir tomar decisiones relacionadas con campos específicos, en muchas
oportunidades se realizan psicodiagnósticos o entrevistas para evaluar a una
persona, ya sea a pedido de la escuela, la justicia o una empresa. En estos casos
los diagnósticos, no tanto en el sentido de circunscribir a un cuadro determinado,
sino en el de conocer ciertos rasgos de personalidad o problemáticas específicas
pueden ser útiles para áreas particulares.
Los fines negativos que un diagnóstico puede ofrecer son:
1. Rotular a las personas, tomando a las mismas por el diagnóstico en sí,
tratándolas como meras patologías, esto es no sólo un mal uso del diagnóstico, sino
una forma de discriminación. Esta cosificación, es frecuente en la práctica de la
psicología y la psiquiatría, fundamentalmente con los pacientes con patologías
crónicas, a veces surge por mala formación profesional, en otros casos por
deformación profesional debido al burnout y en general por una deshumanización de
la práctica clínica en donde se privilegia la técnica y la teoría por sobre el genuino
encuentro humano.
2. Explicar los hechos, respuestas o situaciones mediante los diagnósticos. Esto
hace que los diagnósticos obturen la posibilidad de pensar, entender y reflexionar ya
que se justifica todo en función de un diagnóstico, en vez de ampliar la mirada se
establecen círculos cerrados que nada explican.
3. Atribuir sentidos o rótulos que funcionan como profecías auto cumplidoras. Esto
ocurre con frecuencia, en cuanto a alguien se lo encasilla en un lugar, se lo trata de
esa manera y obviamente la persona tiende a responder a esa atribución
significativa con un patrón que responde a la adjudicación previa.
Así como los criterios diagnósticos que se ofrecen a estudio de los profesionales en
terapia como en los instrumentos de medición y evaluación utilizados, existe un
carácter estático que puede dar la sensación de que al tener conocimiento de ello se
puede llegar a la clave de la explicación de cualquier conducta de las personas que
demandan un proceso terapéutico. Caer en esa idea puede ser un error en tanto en
cuanto el profesional no valore lo dinámico que hay en las conductas, emociones,
sentimientos y sensaciones humanas. Es decir, es importante no perder el sentido
de que los pacientes (las personas), van a antes que cualquier, síntoma, patología o
criterio diagnóstico.
Otro punto que es importante tener claro respecto del psicodiagnóstico es que no
busca explicar. Con frecuencia se comete el error de considerar los resultados o las
conclusiones obtenidas, como explicaciones de ciertos hechos. Un sujeto presenta
alucinaciones. Se le hace un examen psicológico y resulta diagnosticado como
esquizofrénico. Se dice entonces que presenta alucinaciones porque es
esquizofrénico. Aunque en realidad, se ha diagnosticado como esquizofrénico
porque presenta alucinaciones y otros signos o síntomas propios de ese cuadro y en
ningún caso se ha explicado el por qué presenta esos síntomas.
Esto no significa que el psicodiagnóstico no sea útil a la hora de buscar posibles
explicaciones o la comprensión de la conducta del paciente. Es cierto que este
punto ha sido también objeto de controversias, pero si situamos los términos en un
contexto científico, desprovisto de las implicaciones filosóficas, el problema se
reduce a una cuestión de matices, por cuanto la comprensión se deriva de la
explicación. La explicación es un hecho lógico, la comprensión un fenómeno
psicológico.
El diagnóstico no debe limitarse al inicio de la terapia, sino que debe estar en
continua evolución y de la mano del tratamiento, la persona, el terapeuta y la
relación que se va estableciendo entre ellos. Los diagnósticos procesuales, no son
solo esenciales en la terapia, además tienen un carácter medidor de la eficacia de la
misma o la oportunidad de ir limando actuaciones poco adecuadas que hayan
podido realizarse.
Es sumamente importante en psicoterapia el tener en cuenta, cuidar y entrenar esta
tipología de pensamiento ya que desprende de ella unas funciones muy
beneficiosas, ya no en la terapia, sino en nuestra vida cotidiana o en cualquier otro
ámbito profesional. Entre los beneficios que se podrían considerar aparecen: la
compresión de la limitación natural de los recursos, la compresión de la infinidad de
necesidades y, como consecuencia inmediata de las dos primeras, la priorización de
las necesidades del hombre y el desarrollo de una teoría de decisiones destinada a
impulsar el liderazgo entre los núcleos humanos y la capacidad de medir las
consecuencias en las decisiones.

CONCLUCION
Se podría decir que el psicodiagnóstico es un proceso por el cual, a través de los
métodos propios de la psicología, el terapeuta llega a una conclusión acerca de las
características de una persona, de un grupo de personas o de un hecho psicológico
en sí, con el fin de comprender de manera holística a la persona, su trastorno y
orientar sus acciones para el tratamiento, todo ello adaptándolo durante el proceso
terapéutico al carácter no-estático implícito en el ser humano.
En la sociedad actual hay una exigencia sumergida de que los terapeutas lleguen
rápidamente a un diagnóstico preciso y luego prosigan con un plan de terapia, a ser
posible lo más breve y puntual, que se ajuste a este diagnóstico particular.
Para poder abordar correctamente una patología el primer paso es lograr un
correcto diagnóstico, y lo que es más importante, lo que se conoce como
diagnóstico diferencial: no sólo saber qué es lo que le sucede al paciente sino
también qué es lo que no le sucede. Muchos trastornos comparten una serie de
síntomas bastante inespecíficos, por lo que es importante distinguir bien ante qué
nos encontramos.
La psicopatología está preparada para realizar varios descubrimientos importantes,
gracias a los progresos básicos en disciplinas aliadas. Podemos mencionar los
avances recientes en la obtención de imágenes neurológicas (TEP, IRMF)
proporcionan las herramientas para entender mejor los mecanismos cerebrales que
subyacen en ciertas formas de pensamiento y comportamiento anormales.
La habilidad para tener buenos diagnósticos es algo que se va desarrollando poco a
poco y solo con paciencia y mucho empeño se llega a los detalles finos del proceso
diagnóstico, estas “finuras” son las que dan la diferenciación diagnóstica y que
hacen una brecha enorme entre un trastorno y otro o bien el manejo de una
situación emocional solamente.

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