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Denisse Altagracia Cabrera Chalas 100553181

Sección: 18
Aprendizaje
Comente sobre los aspectos que más le llamaron la atención sobre esta clase.

El sentido del tacto es aquel que permite a los organismos vivos percibir
cualidades de los objetos y medios como la presión, temperatura, textura y
dureza. El tacto es el sentido mediante el que un organismo puede percibir
ciertas cualidades de un objeto cuando se establece un contacto del objeto con
la piel, causando placer o dolor.

En la piel se encuentran diferentes clases de receptores nerviosos que se


encargan de transformar los diferentes tipos de estímulos del exterior
en información susceptible para ser interpretada por el cerebro. Los principales
receptores nerviosos del tacto son los corpúsculos de Golgi, de Meissner y de
Pacini; todos localizados en la piel y en las mucosas, especialmente en las
manos. La piel se divide en tres capas: epidermis, que es la capa superficial, la
dermis y la hipodermis que es la capa más profunda. La epidermis está
constituida por tejido epitelial y en su estrato basal o germinativo encontramos
la denominada melanina, que es el pigmento que da color a la piel, y la dermis
por tejido conjuntivo. En esta capa encontramos los anejos cutáneos que son
las glándulas sebáceas, las glándulas sudoríparas, el pelo y las uñas y la
hipodermis formada por tejido conjuntivo adiposo.

Debemos tener en cuenta que aunque principalmente el sentido del tacto se


encuentra en la piel, también lo encontramos en las terminaciones nerviosas
internas del organismo, pudiendo percibir los altos cambios de temperatura o el
dolor. Por lo que es el más importante de los cinco sentidos permitiéndonos
percibir los riesgos para nuestra salud tanto internos como externos. La parte
que gobierna el tacto en el cerebro es el lóbulo parietal. Cuando nos
describimos como seres sensibles, lo que queremos decir es que somos
conscientes. El significado más literal y amplio es que tenemos percepción
sensorial.
Los pliegues tactilares sirven para detectar el calor, el frío, el dolor o cualquier
otra sensación; y la sensación es una de las funciones que la conciencia utiliza
para orientarse en el espacio exterior, en su ambiente, como en el espacio
interior. Para entender, tenemos que usar la cabeza, es decir, la mente. En
general, se piensa en la mente como algo localizado en la cabeza, pero los
hallazgos en psicología sugieren que la mente no reside necesariamente en el
cerebro sino que viaja por todo el cuerpo en caravanas de hormonas y
enzimas, ocupada en dar sentido a esas complejas maravillas que catalogamos
como tacto, gusto, olfato, oído y visión. El tacto pertenece al sistema
sensorial cuya influencia es difícil de aislar o eliminar. Un ser humano puede
vivir a pesar de ser ciego, sordo y carecer de los sentidos del gusto y el olfato,
pero le es imposible sobrevivir sin las funciones que desempeña la piel. El tacto
afecta a todo el organismo, así como a la cultura en medio de la cual este vive
y a los individuos con los que se pone en contacto.
En muchos aspectos, el tacto es difícil de investigar. Todos los demás sentidos
tienen un órgano clave que puede ser estudiado; para el tacto, ese órgano es
la piel, y se extiende por todo el cuerpo. La función de la piel es vital para el
organismo: emite señales hasta el sistema nervioso informando sobre cualquier
agresión mecánica, térmica o química. Sin este sistema de alarma, los
organismos correrían el peligro de no darse cuenta de que están siendo
atacados. Estos estímulos los captan receptores repartidos por la dermis y la
epidermis, que generalmente están especializados en uno o varios tipos de
sensaciones.
Las enfermedades del tacto pueden presentarse en momentos puntuales y
desaparecer, pueden prolongarse en el tiempo o bien convertirse en problemas
crónicos. Sus causas pueden ser de diversa índole: desde una mala postura
corporal, secuela de alguna intervención quirúrgica o traumatismo, hasta una
enfermedad grave.

El tacto es uno de los cinco sentidos que tiene el ser humano, el cual le permite
tener información del mundo que lo rodea en cuanto a las cualidades y
características de los objetos, así como la percepción de ciertos elementos del
medio ambiente como temperatura, presión, etcétera.

El sentido del tacto está directamente relacionado con la piel, que es el órgano
más grande de nuestro cuerpo (ya que lo reviste totalmente) y es el
responsable de percibir, gracias a los múltiples receptores nerviosos que
contiene, los estímulos del mundo exterior. Esta percepción se realiza cuando
estos receptores nerviosos, repartidos en la epidermis y en la dermis de la piel,
reciben una señal externa y la envían al cerebro, gracias a la conexión del
tálamo con el lóbulo parietal, donde la información es procesada y reenviada a
la piel en forma de calor, frío, presión, dolor, placer, etc. Sin embargo, este
proceso como cualquier otro del ser humano es susceptible a sufrir trastornos
de diversa índole que pueden llegar a causar enfermedades o incapacidades. A
continuación describiremos algunas de las más comunes.

Principales trastornos del sentido del tacto

Analgesia: Ante daños provocados o estímulos dolorosos, existe ausencia total


de molestia o dolor.

Agrafoestesia: El término tiene que ver con la ausencia de grafoestesia, que es


la capacidad del individuo para reconocer letras o números que se escriban en
forma imaginaria (o real, pero sin que el individuo lo vea) sobre la piel de
alguna parte del cuerpo.
Astereognosia: Se relaciona con la ausencia de estereognosia, que es la
capacidad de identificar objetos a través del tacto.

Anafia: La anafia es la ausencia total o parcial del tacto; es decir, la


incapacidad para percibir ningún tipo de sensaciones por medio de la piel.

Alodinia: La alodinia es una percepción exagerada de dolor ante estímulos


que en situaciones normales y para el común de las personas no son
dolorosos. Puede ser estática, cuando el dolor se produce por un estímulo
puntual y único, como la presión con un dedo, o dinámica, cuando el dolor es
causado por un estímulo repetitivo.

Hiperestesia: La hiperestesia es una hipersensibilidad de la piel que hace que


la sensación ante el estímulo externo, así sea éste de baja intensidad,  se
intensifique a niveles que resultan desagradables (exageración de la
sensibilidad).

Hipoestesia: la sensibilidad disminuye y el estímulo se percibe en forma


débil(disminución de la sensibilidad).

Anestesia: En este caso, el estímulo no es percibido en absoluto (ausencia


total de sensibilidad).

Hiperafia: Es el aumento de la capacidad para percibir estímulos, una


sensibilidad exagerada.

Hipoafia: Es lo contrario de la Hiperafia, o sea, la disminución de la capacidad


para percibir estímulos, una sensibilidad apocada.

Hiperalgesia: La hiperalgesia es la exacerbación del dolor. Es decir, estímulos


que en general son dolorosos, se sienten aún más dolorosos.
Hipoalgesia: Por el contrario: estímulos que en general son dolorosos para el
promedio de las personas, se perciben con poco dolor.

Parestesia: La parestesia es la sensación de hormigueo de alguna extremidad.


Se debe casi siempre a la presión de algún nervio, producto de una mala
postura del cuerpo o cuando se golpea el codo con relativa fuerza. Con menos
frecuencia, puede deberse a la ingesta de algún medicamento. Suele durar
segundos o pocos minutos.

Causas de los trastornos de la sensibilidad

Los trastornos de la sensibilidad se pueden deber a múltiples causas: desde


motivos pasajeros como el pinzamiento de algún nervio que produce
hormigueo momentáneo, hasta infecciones del sistema nervioso, quemaduras,
alergias, etc.

Trastornos temporales: Aprisionamiento de nervios por malas posturas,


picaduras de insectos venenosos o infecciones bacterianas que puedan afectar
los nervios o terminaciones nerviosas. Irritación nerviosa por punciones o
pruebas médicas. Alergias. Efectos secundarios por la ingesta de ciertos
medicamentos.

Lesiones nerviosas o daños neurológicos: Generalmente las lesiones  se


deben a tumores o hernias que pisan ciertos nervios y producen alteraciones
en la sensibilidad. Suelen resolverse con intervención quirúrgica para su
extirpación. En el caso de daños o enfermedades de tipo neurológico, los
síntomas a nivel del tacto son consecuencias secundarias de las mismas, que
suelen desaparecer cuando se tratan correctamente. Enfermedades más
complejas como la esclerosis múltiple, requieren un tratamiento médico de
largo plazo para disminuir este tipo de síntomas.

En situaciones de neuropatías o infarto cerebral, por ejemplo, uno de los


síntomas que se puede presentar es un trastorno momentáneo de la
sensibilidad. En este caso la atención debe ser inmediata para resolver la
causa del problema y minimizar el riesgo de secuelas.
Quemaduras y cirugías: Las quemaduras producen daños severos a la
epidermis y, según la gravedad, también pueden penetrar a la dermis,
modificando toda la estructura de las terminaciones nerviosas, pudiendo
producir trastornos pasajeros o más o menos permanentes en la zona. Lo
mismo puede ocurrir en áreas de cicatrices producidas por cortes o cirugías, en
donde la sensibilidad suele modificarse durante tiempos prolongados o de
forma permanente.

Enfermedades neurológicas: La esclerosis múltiple o el Parkinson pueden


llegar a producir trastornos de sensibilidad.

Disfunciones sanguíneas: Anemias, arteriosclerosis, enfermedad arterial


periférica e incluso la diabetes pueden producir trastornos del tacto.

Disfunciones psicológicas: Ciertas disfunciones anímicas o patologías como


fobias, ataques de pánico, etc., podrían causar este tipo de trastornos.

Otras patologías de la piel

Además de las enfermedades que afectan directamente la capacidad táctil,


existen otras patologías que afectan la piel y que también pueden dificultar o
modificar la sensibilidad y el normal desempeño de las capacidades de este
órgano sensorial.

Escabiosis o sarna: Enfermedad cutánea causada por ácaros que se internan


debajo de la piel y depositan allí sus huevecillos, produciendo mucha picazón y
puntitos o líneas rojas en la piel. Es altamente contagiosa, sobre todo por
contacto directo de piel infectada con piel sana. Existe la creencia de que la
sarna es transmitida por los animales; sin embargo, estos tienen otro tipo de
sarna que no contagia al humano.
Psoriasis: Es una enfermedad crónica de la piel en la cual van apareciendo
manchas escamosas y pústulas de cierto grosor y de color rojo o púrpura
intenso. Aparece principalmente en codos, rodillas, pecho y cuero cabelludo,
pudiendo extenderse hacia otras zonas del cuerpo.

Urticaria: Alergia cutánea que se manifiesta con aparición de ronchas o


manchas que se inflaman y producen picazón. Es la reacción natural del
organismo a la exposición de un antígeno, ya sea por contacto, inhalación o
ingestión.

Dermatitis: Inflamación de la dermis que se manifiesta con enrojecimiento,


supuración y/o descamación de la piel.

Micosis: Infección de la piel producida por hongos microscópicos. Afectan


diferentes zonas de la piel y existen diferentes tipos de hongos, tomando
diversos nombres según cada caso: tiña, pitiriasis, candidiasis, onicomicosis,
etc.

Lepra: Es una enfermedad crónica y contagiosa, producida por una bacteria


que afecta principalmente la piel y los nervios de pies y manos; en algunos
casos también afecta la piel que recubre la nariz. Produce nódulos y lesiones
de cierta envergadura. Esta enfermedad está prácticamente erradicada en la
mayoría de los países desarrollados. Demora muchos años en manifestarse y
otros tantos en curarse.

Generalmente es sabido que, con la edad, se va perdiendo la visión y audición,


y no es raro que la gente acuda a los médicos a pedir ayuda. Sin embargo, no
somos tan conscientes de la pérdida del sentido del tacto y de los efectos que
ello tiene. Cuando se trata de nuestros sentidos, el tacto es tan importante
como el oído o la vista. No sólo asegura que seamos capaces de juzgar las
temperaturas y sentir dolor. También nos ayuda a mantenernos erguidos al
sentir el suelo debajo de nuestros pies. Y nos permite establecer conexiones
emocionales con otras personas.
Debemos prestarle tanta atención a nuestro sentido del tacto como a los otros
sentidos. Si perdiéramos la vista o el oído, iríamos al médico inmediatamente.
Así mismo debería ser con el tacto.

La ciencia ha demostrado lo que intuitivamente hemos sabido durante mucho


tiempo: el contacto humano es primordial.

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