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6/8/2020 Clase 9. Niños y niñas de papel.

La infancia en la literatura infantil

Clase 9. Niños y niñas de papel. La infancia en la


literatura infantil

Sitio: FLACSO Virtual Impreso por: TAMARA GABRIELA TEVEZ


Educación inicial y primera infancia - Cohorte Día: jueves, 6 de agosto de 2020, 09:58
Curso:
22
Clase 9. Niños y niñas de papel. La infancia en
Clase:
la literatura infantil

Descripción

Hilda Mar Rodríguez Gomez

Tabla de contenidos

Presentación
Literatura infantil. Literatura para niños y niñas
Infancia y literatura. Infancia en la literatura
Pedagogía y literatura infantil
La literatura: una experiencia debida y de-vida
Referencias
Páginas web sugeridas

Presentación

Rodríguez Gómez, Hilda Mar*

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No es que las cosas emerjan de las páginas, al ser contempladas por el niño, sino que éste mismo entre en
ellas, como celaje que se nutre del policromo esplendor de ese mundo pictórico. Ante su libro iluminado,
practica el arte de los taoístas consumados; vence el engaño del plano y […] sale a un escenario donde vive el
cuento de hadas. Benjamín (1989, p. 73-74).

La forma como miramos a infantes y adolescentes parece estar en extremos: idealización o satanización;
imágenes que se contraponen, que no se equilibran, extrapolan las ideas, los ideales, y, quizá, las esperanzas.
Extremos que no se encuentran y marcan polos de las acciones sobre estas poblaciones. Larrosa (2000)
sostiene que la infancia es “algo que nuestros saberes, nuestras prácticas y nuestras instituciones ya han
capturado”; han puesto en un orden específico que nos otorga el “poder” de nombrarla, de explicarla, de
intervenirla, de juzgarla, de retenerla a través de la palabra. Sin embargo, esta reducción, esquemática,
analítica o descriptiva de la infancia, no es suficiente para asirla, para descubrirla. Solo nos deja con un enigma
mayor que, a veces, es inasible a través de la teoría. Por ello, la literatura (infantil) es una vía para cuestionar
los saberes, instituciones, descripciones y fórmulas para comprender la infancia.

En esta clase buscamos imágenes de infantes en libros, como una manera de generar preguntas y otras
miradas sobre la infancia, desde la infancia. Pues como dice Marina Colasanti (2013), retomando una expresión
del literato chino del siglo Ling Mong-tch’ou: “Es más fácil pintar demonios que un perro o un caballo”; esto es,
que es más fácil enseñar lo maravilloso donde es más obvio, que hacerlo visible en las cosas más sencillas”. Y
esta es la propuesta, hacer visible la infancia, de otra manera: no para el gobierno, no para la expansión o la
expresión, sino para verla.

Literatura infantil. Literatura para niños y niñas

Libros para chicos y chicas, libros sobre chicos y chicas; libros con chicos y chicas. Vaya confusión. Por eso lo
mejor será decir con Molist (2008):

Me gusta la imagen de la literatura como un espejo que refleja y absorbe todo cuanto le pasa por delante,
para mostrarlo más tarde en forma de historia, a través de unos personajes y de unas peripecias. Cuando
nos detenemos ante él y leemos lo que nos muestra, a veces refleja lo que vivimos, lo que soñamos, lo que
sentimos, lo que nos preocupa, lo que deseamos y tantas cosas más. (p. 13).

De eso se trata este espacio, de un espejo, la literatura infantil, para explorar las imágenes de niños y niñas que
pasan por las letras y la tinta.

Libros para chicos y chicas. Los libros para la enseñanza. Los primeros libros. Comenio y el Orbis Pictus.

Iniciar este apartado con una referencia al Orbis Pictus de Comenio tiene una razón simple. Podríamos decir
que es el primer libro ilustrado para niños y niñas, en 1658. Un libro de imágenes para enseñar, para transmitir
conocimientos. Se trataba de un libro didáctico, tal como lo señalan Runge, Piñeres e Hincapié (2007):

En el Orbis Pictus la relación entre texto e imagen cumple un papel muy importante. Para los estudiosos de
la hipermedia, este libro se constituye, sin lugar a dudas, en un referente histórico imprescindible. Sin
embargo, la importancia del libro no radica sólo en la mejora que procura en la memorización y aprendizaje
de los Realiay las palabras, sino también en el papel motivador que desempeña. El Orbispictus apela a la
“sed de imagen” del niño (formación estética) y al aprendizaje como autoactividad. Se trata de avivar los
ánimos, de hacer que el niño se concentre y que no sufra con el aprendizaje. Además, con dicho libro, el
niño ha de poder llevar a cabo un viaje sin igual por lo existente en el mundo. Un acercamiento cuidadoso a
esta obra muestra que sus pretensiones no son sólo las de ayudar al aprendizaje del latín; se trata también

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del aprendizaje de las cosas del mundo y del reconocimiento de la existencia de un creador. Dicho de otra
manera, el Orbispictusse encuentra al servicio de la pansofía y al proyecto de restitutio del hombre y del
mundo. Tiene por tanto un carácter formativo. (p. 77).

Si bien es cierto que este no es un libro infantil es un libro para la infancia, dirigido a ella, y se la entiende como
sujetos de la formación, sensibles a las imágenes, pues como señala Leo Lionni*, escritor e ilustrador:

el niño tendrá su primer encuentro con una fantasía estructurada, reflejada en su propia imaginación y
animada por sus propios sentimientos. Es allí donde, a través de la mediación de un lector adulto, descubrirá
la relación entre el lenguaje visual y el lenguaje verbal. Luego, cuando esté solo y repase las páginas del
libro, una y otra vez, las ilustraciones le harán recordar las palabras del texto" (Lionni, L., 1985, p. 30).

Esto que expone Lionni sobre imagen y recuerdo, imagen y memoriam, fue el principio inspirador de Comenio; y
un elemento que permanece en la literatura infantil, por ejemplo a través del Libro álbum. Así lo entiende Fanuel
Díaz cuando indica que “El aporte fundamental de la iniciativa de Comenius (…) estriba en el hecho de que
allanó el camino para una serie de imitaciones que sentarían la génesis del libro ilustrado de nuestros días” (p.
20).

El de Comenio no es el único inicio de la literatura infantil, o para la infancia. Es uno de los inicios, en su
vinculación con la formación y la educación de niños y niñas. Otros comienzos son: “(…) la historia de la
gramática y la enseñanza” (Lerer, 2009, p. 34), la tradición oral, ligada a las historias ejemplarizantes o las
fábulas de Esopo Fedro y La Fontaine; la catequización, los manuales de buenas maneras y, con las
transformaciones de la familia, las canciones de cuna. El mismo Díaz señala antecedentes al Orbis Pictus, entre
muchos menciona:

- “Un papiro que reposa en la Pierpoint Morgan Collecction de Nueva York. (….)
- Algunos códices iluminados, como las páginas sueltas de un pergamino del siglo XIV, introducen escenas de
cacerías. (…)” (p. 23-24).

Estos comienzos sirven además, para indicarnos que la literatura infantil es anterior al libro, precede a las
publicaciones; y en ese sentido podremos hablar de un uso de relatos, cuentos historias y narraciones para la
infancia. Lerer (2009), dice:

La literatura infantil ha existido desde que existen los niños. Mucho antes de que Jhon Newbery fundara la
primera imprenta dedicada a la publicación de libros para niños, ya se contaban y se escribían relatos para
los más jóvenes, y numerosos libros destinados en principio al lector adulto fueron cuidadosamente
refundidos o resumidos para un público juvenil. Las tradiciones educativas de Grecia y Roma se basaban en
la lectura y la recitación de poemas y obras de teatro. A lo largo de dos milenios, las fábulas de Esopo se
han mantenido vivas en las aulas de escuelas y en los estantes de las librerías familiares. Y muchos
pensadores, desde Quintiliano hasta Jhon Locke, desde San Agustín hasta el Dr. Seuss, han especulado
sobre las distintas maneras con las que, gracias a la literatura, adquirimos conocimientos de nuestra lengua
y de la vida. (p. 9).

La literatura infantil, entonces, empieza como un encuentro entre generaciones, como un compartir entre
criadas, sirvientes y ayas o ayos, y niños, niñas, señoritos y amos; emerge de las pretensiones formativas de
maestros e instructores; viene de la mano de la religión. La literatura infantil es la palabra que inaugura una
relación, una mirada, una propuesta.

En 2013 la biblioteca pública de Nueva York inauguró The


ABC of it: why children’s books matter (“El abecedario de eso:
por qué los libros para chicos importan”), una muestra
interactiva sobre literatura infantil y su relación con la filosofía
iluminista, la identidad nacional, el arte y otras esferas de la
historia y de la praxis social.

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La muestra incluyó una


copia de Chao yang
hua duo (en su
traducción al ingles
Morning Sunflower/
Girasol de mañana), un
libro chino de 1973 que
se propuso instruir a los
niños durante la
Revolución Cultural, libros censurados alrededor del mundo e
ilustraciones originales de El Mago de Oz, entre otros tesoros.

En sintonía con las discusiones de esta clase, una frase de


W.H. Auden acompaña la exhibición: “Detrás de cada libro
para chico hay una visión de la infancia, una concepción
común de todo lo que significa crecer”.

Un inicio diferente está marcado por la publicación de las obras de Charles Perrault (hacia 1700); sus clásicos
Caperucita Roja, Barba Azul, el Gato con botas, recrean la tradición oral campesina, y dan inicio a los cuentos
de hadas, pues como dice Lerer (2009) “El cuento de hadas como género literario, surgió a partir de los cuentos
populares del pasado europeo. Queremos creer que no tienen autores reales, que fueron transmitidos
oralmente, y que sus detalles y su manera de contar las cosas son flexibles” (Lerer, p. 329). Como los
conocemos en la actualidad, “(…) los cuentos de hadas son en realidad creación de compiladores, editores y
autores cultos”. Poco a poco estos relatos conquistaron el tiempo de las familias y se convirtieron en parte de la
literatura infantil*. A este autor, se suman los nombres de los Hermanos Grimm que con “cuentos para niños y
sus familias” descubren un mundo de fantasía e imaginación que muestra otra sociedad, otros problemas, otras
situaciones. Pues como lo dice Marina Colasanti (2013) “La literatura no quiere relatar la realidad. Lo que sí
quiere es utilizar la representación de la realidad como vehículo de una idea, de una crítica o de una posición
filosófica del autor”. En este campo también hay que mencionar a Andersen (Ref: Hans Christian Andersen
(Odense, 1805-Copenhague, 1875). En una nota en el Diario Clarín (Argentina) Allen (2001), muestra algunos
elementos de la vida este escrito danés. Puede consultarse la nota en
https://edant.clarin.com/suplementos/cultura/2001/07/22/u-00311.htm), no por su aplicación a la estructura del
cuento de hadas; sino por las transformaciones que hizo a este para convertirlo en un reflejo de su vida, de sus
lamentos y tristezas. Al respecto Víctor Montoya (2005), dice:

En la extensa producción de Andersen no se encuentran cuentos que hagan reír, sino cuentos que plantean
la crueldad y la ternura de un modo sutil. Ahí tenemos El patito feo, cuyo tema, que refleja el fuero interno de
su autor, es una suerte de alegoría autobiográfica. Los cuentos de Andersen son tristes, a veces demasiado
tristes, pero el hondo lirismo de su prosa, más su capacidad para recrear atmósferas de gran intensidad
poética, tornan mansamente suave ese dolor que, así depurado, culmina casi siempre en un final feliz, como
suelen terminar los cuentos infantiles.

Los cuentos de Andersen muestran familias, modos de relación, conductas morales deseables, cambios en la
sociedad.

En la primera edición de Kinderund Hausmärchen “Hansel y Gretel” aparece como un cuento de un padre y
una madre con sus hijos; pero en la cuarta edición se convierte explícitamente en la historia de un padre
casado con su segunda esposa. La malvada madrastra –personaje que hemos tomado actualmente como
figura emblemática de la mala familia de cuentos de hadas– se desarrolla a partir de la mezcla de cambios
sociales que afectan la formación del niño europeo. (p. 334).

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Estos cuentos de hadas, también abren la puerta a niños y niñas como público, como personas a quien se
dirige la escritura; ya sea la escolarización de la lectura, por leyes que exigen la alfabetización, o porque padres
desesperados ante la falta de libros adecuados para sus hijos, deciden convertirse en escritores, y romper la
lógica instruccionista de las letras; de modo que se inaugure una literatura dispuesta a mostrar el mundo, a
hablar de las historias infantiles, a romper moldes y esquemas. Galeano sostiene que

En su influencial libro,
Psicoanálisis de los
cuentos de hadas
(1975), el educador y
terapeuta de niños
Bruno Bettelheim
analiza clásicos como
“Los tres cerditos” o
“Hansel y Gretel” y los
considera una entrada
privilegiada al
universo infantil.

Los relatos que usan los más pequeños para


aprender a leer, nos dice, están lleno de normas y
reglas y son en sustancia superficiales: “Lo que se
ha aprendido a leer no añade nada importante a la
vida de uno”. En contraposición, los cuentos de
hadas no solo entretienen sino que enriquecen la
vida y el desarrollo de las emociones y el carácter
de los niños, al mismo tiempo que les sugieren
soluciones (imaginarias) a los conflictos de la vida
real.

“El pescador y el genio”, por ejemplo, uno de los


cuentos de Las mil y una noches, “presenta a un
gigante en conflicto con una persona normal y
corriente”, un tópico que para el autor se
corresponde con el temor que sienten los niños al
poder de los adultos: “Los niños saben que al no
cumplir lo que los adultos les mandan, sólo hay una
manera de poner a salvo su ira: el engaño”.

La literatura infantil es una literatura terrorista, destinada a sembrar el miedo desde la infancia. El mundo
vive sometido a una dictadura —a veces visible; a veces invisible—, que es la dictadura del miedo. Y los
niños no escapan a esa dictadura que les enseña a obedecer, y que si no obedecen serán castigados. Si
ves todo lo que es la literatura infantil en los últimos 4 siglos —la más difundida, la más famosa—, es
siempre una literatura donde hay desobediencia y hay castigo. Y los castigos son terribles, para aterrorizar a
los niños. Entonces, es una literatura que puede ser aplaudida desde el punto de vista artístico pero que es
enemiga de la libertad.

Así es importante dar paso a otra literatura que no conduce, solamente, que no orienta o dicta normas de
conducta; en fin una literatura que no pretende educar que no desea instruir. Por ello diré, con María Teresa
Andrueto (2008), que a partir de este momento la literatura infantil pasa de ser un instrumento pedagógico a
develar rasgos de la sociedad en que se ubica, porque:

- El lugar de quien escribe: su postura, perspectiva, compromiso, develan una orientación, una comprensión,
una manera de ver el mundo:
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La discusión en torno al rol de los escritores divide la cuestión en por lo menos dos bandos: los que piensan
que la literatura es una actividad exclusivamente individual, privada y los que piensan que lo importante en la
literatura es lo moral, lo social o lo político. Realismo, idealismo, compromiso, evasión, utilitarismo… (…) La
discusión sobre lo edificante, lo político o lo social de una obra no es nueva e implica a la calidad literaria. La
pregunta es si la obra debe ser vehículo de enseñanzas o denuncias y si esta característica alcanza para
justificar su calidad literaria.

- Los temas elegidos, dan cuenta de su “compromiso”, de la vivencia del exterior, del afuera:

¿Debe un escritor ocuparse en su escritura de lo social, de lo político, de los valores? ¿Debe escribir sobre
la miseria, sobre la violencia social, sobre la violación de los derechos, sobre la preservación del planeta? En
países como los nuestros, es de esperar que un escritor, como también un docente, un editor, un mediador,
personas todas privilegiadas cultural y socialmente, no sea indiferente con su tiempo y con su gente.

- Lo que presenta a través de su mirada, con sus palabras, quien escribe, son pedazos de la realidad puestos
bajo la lupa de la literatura:

Lo que se descubre en un verdadero escritor es una sociedad, un tiempo, una geografía, una cultura. Se
trata de lo particular, de lo más profundamente propio, no en el sentido estereotipado del término sino en su
sentido más profundo, el que hace que eso sea de ahí y no de otra parte. Pero ese “de ahí” no es
necesariamente un país, es más bien una zona de lo humano que de tan particular, no puede menos que
percibirse como verdadera.

Con estos tres puntos que explora Andrueto, resumo algunas tensiones que existen sobre la literatura (infantil),
o sobre la literatura infantil, o sobre la literatura-infantil:

- La escriben niños y niñas/Está dirigida a niños y niñas.


- Tiene una finalidad aleccionadora, ejemplarizante, moralizante/Carece de finalidad, es inocente.

Y la aclaración es necesaria, porque en el apartado siguiente deseo mostrar la manera cómo esta literatura
presenta imágenes de niños y niñas; cómo podemos, a través de las letras, reconocer una infancia que
desborda los moldes de la psicología o la pedagogía, que supera los designios de la sociología que, al modo de
un espejo, proyecta otras imágenes.

Infancia y literatura. Infancia en la literatura

…El niño que se deleita en cuentos y canciones aprende que no todo en la vida humana tiene una utilidad.
Adquiere un modo de encarar el mundo que no se concentra exclusivamente en la idea de uso, sino que
también es capaz de valorar las cosas por sí mismas. Y el niño traslada esta actitud a su relación con otros
seres humanos. No es sólo la capacidad para dotar una forma de vida lo que hace moralmente valiosa la
imaginación metafórica, sino la capacidad de encarar los productos de la fantasía como algo que no tiene un fin
más allá de sí mismo, que es bueno y deleitable de por sí. El juego y la diversión no son meros aditamentos o
suplementos de la vida humana, sino paradigmas para encarar los elementos centrales de la vida. En este
sentido, el deleite del lector cobra otra dimensión moral, como preparación para las actividades morales de todo
tipo en la vida” (Nussbaum, 1997, pág. 72).

Como hemos visto en el apartado anterior, la literatura para la infancia tiene una historia amplia, vinculada con
diversas expresiones de la cultura y la educación, con el propósito de configurar un espacio cercano a nuestros
intereses, nos valdremos aquí de la literatura infantil para mostrar algunas imágenes de niños y niñas,
diferentes a aquellas que preconizan una perspectiva idealista.

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La exhibición La
centuria del niño 1900-
2000, que inauguró el
Museo de Arte
Moderno (MoMa) de
Nueva York en 2012,
dedicó una sección a la
literatura infantil. La
muestra reserva
especial atención a las
imágenes de niños que ofrecen las publicaciones en épocas
de guerra, donde abundan chicos vestidos en uniformes
militares en libros que buscaban desarrollar el patriotismo y
sus deberes civiles.

En la imagen, un extracto de Mi alfabeto, una publicación


francesa de 1940, durante la segunda Guerra Mundial.

Los libros explorados marcan las fronteras de este país de las infancias y las adolescencias, muestran el
quiebre de las concepciones románticas o fatalistas, dan cuenta del agotamiento de las metáforas para nombrar
estas edades, así como de las consecuencias de las intervenciones y las regulaciones que provienen del
Estado, de otros organismos o de las familias.

Estas fronteras indican los lugares oscuros, olvidados de niños, niñas y jóvenes educados/as, protegidos/as,
judicializados/as, lanzados/as hacia el cumplimiento de mandatos y leyes de la calle para ser expulsados/as de
las instituciones, marginados/as de las políticas o beneficiarios/as de planes y programas.

Por ello, propongo 4 consignas para explicar o justificar el uso de la literatura como una lupa, para mirar la
infancia.

1. La literatura devela nuevos órdenes, la literatura (infantil) es heredera de una época; recoge un espíritu y las
demandas de información. Por ello, como dice Ana María Machado en una entrevista para el diario argentino
Página 12. (Ref: www.pagina12.com.ar)

Creo que se puede contar casi todo a los niños, depende más del lenguaje, del tratamiento, que de un tema
vedado. Hasta del suicidio, como lo ha hecho Astrid Lindgren. Personalmente creo que las historias para
niños siempre deben tener algo de esperanza, ésa es mi visión. Pero, después, podemos hablar de todo,
porque la vida consiste en todo. En la vida tenemos que contar a los niños situaciones dolorosas, muertes,
separaciones, cosas que no nos gustan. Yo tuve un cáncer, mi hija tenía ocho años. Tuve que contarle que
iba a operarme, que iban a sacarme el seno, que iba a perder todo el pelo, a tener náuseas. Porque ella no
podía verlo por primera vez cuando ocurriera, tenía que contarle esa historia que estaba por vivir. Cuando se
la conté, ella me preguntó: ¿Tú me prometes que no vas a morir? Eso no te lo puedo prometer, le dije, pero
sí te puedo prometer que voy a hacer todo lo que pueda para no morir. Lo vivimos juntas. Si uno puede
hablar de eso con sus hijos, entonces la literatura puede hacerlo también.

Así, la literatura nos sirve, en tanto maestros y maestras, para poner en escena situaciones, condiciones, temas
y perspectivas. Tal es el caso del cuento La historia de Julia la niña que tenía sombra de niño, de Christian Bruel
y Anne Bozellec; en el cual se da cuenta de lo dilemas del reconocimiento personal, de las miradas externas
sobre los comportamientos de niños y niñas, que llevan a encajarlos/as en modelos, en esquemas que, a veces
no corresponden. Veamos un fragmento de este cuento

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Julia se siente incómoda, a veces no se acepta, otras tantas se interroga por lo malo que hay en ella.
Finalmente encuentra a alguien como ella, que no encaja, que es señalado, que está marcado; y juntos
descubren que tienen derecho a ser como son:

-¿Sabes? A mí todo el mundo me dice que soy como un muchacho… La gente dice que las niñas deben
portarse como niñas y los niños deben portarse como niños. No tenemos derecho a hacer cosas diferentes.
Mira, ¡es como si estuviera cada uno en su frasco!

-¿Cómo los pepinillos?

-Sí, como los pepinillos… Las pepiniñas en un frasco, los pepiniños en otro. ¡Nadie sabe dónde meter a los
niñoniñas! Yo creo que se puede ser niño y niña, los dos a la vez, si uno quiere. Me importan un comino las
etiquetas… ¡Tenemos derecho!

Este cuento nos muestra los dilemas de la infancia, las limitaciones que impone el sistema categorial dual, y la
necesidad de comprender de otro modo lo que ocurre a niños y niñas (Ref: Sobre esta vivencia de la
identificación de género se han dado algunas noticias que muestran, también, las luchas de la familia para
lograr mejores condiciones para niños y niñas. Presento dos notas. La primera, un video que circula a través e
https://www.upsocl.com/diversidad/esto-es-lo-que-sucede-cuando-los-padres-aman-incondicionalmente-a-sus-
hijos/, y que muestra la forma como estos padres asumen la demanda de su hija. La segunda, la nota de una
disputa legal en Argentina. Un niño que se identifica como niña. https://www.clarin.com/sociedad/Piden-
cambien-sexo-DNI-anos_0_999500101.html ).

2. Los buenos libros (infantiles) expresan una realidad, son ventanas a través de las cuales observar lo que
pasa; enseñan las vicisitudes de la cotidianidad, de la existencia.

Especialmente, nos muestran niños y niñas (reales). Tal como lo propone la escritora colombiana Irene Vasco,
en un entrevista en el diario El Espectador:

Pero es que los niños están en la guerra. Los niños la viven. Puede que muchos no vivan las bombas y las
minas en su cuerpo, pero todo el tiempo están oyendo los noticieros, están oyendo del paro y no hay colegio
porque los campesinos están peleando por sus derechos. Nada es ajeno a ellos. Y ellos quieren saber. Y la
literatura es una muy buena manera de entablar diálogos, de iniciar conversaciones más simbólicas sobre la
vida y la muerte, la violencia y la paz, la libertad y el secuestro.

En este caso también la literatura nos ofrece una vía de (re)conocimiento de las otras realidades a las que se
enfrentan niños y niñas, que los constituyen, definen y orientan. Tal es el caso del cuento La composición de
Antonio Skármeta, en el que el trasfondo de la dictadura militar (como la vivida en algunos países de América
Latina), modifica el entorno y convierte a la familia en un refugio de protección. La trama del cuento es sencilla:
un militar (que “sonreía con sus bigotes de cepillo de dientes bajo los lentes negros”) acude a la escuela para
pedir a los chicos una composición que lleve por título: “Lo que hace mi familia por las noches”. El militar se
asegura que los chicos entiendan el mensaje y explica a continuación: “¿Comprendido? Es decir, lo que hacen
ustedes y sus padres desde que llegan de la escuela y del trabajo. Los amigos que vienen. Lo que conversan.
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Lo que comentan cuando ven la televisión. Cualquier cosa que a ustedes se les ocurra libremente con toda
libertad.”

Pese a que no se explica, desde la perspectiva adulta qué está ocurriendo, qué significa la dictadura, Pedro, el
protagonista, comprende la situación, intuye el peligro y escribe “una composición” que no devela las
actividades de su familia: el cuidado a las noticias, las reuniones con vecinos; pues atento a los acontecimientos
cotidianos de su barrio entiende que algo pasa. La composición de Pedro dice:

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3. Literatura y el juego de la vida.“A veces, en las novelas se filtran fragmentos de realidad que dejan manchas
de humedad, como una gotera en la pared de una habitación" (Millás, 2007: 136). Y esas manchas ayudan a
reconstruir o reconfigurar la realidad, a movernos hacia otras formas de relación con la infancia, como dice
Beatriz Robledo sobre Gianni Rodari.

(…) en el movimiento permanente de esa conjunción binaria entre el lenguaje y la realidad surge la
posibilidad de una alteración. Al cambiar esa relación al azar, pero cuidando que el binomio sea lo
suficientemente sugerente como para desatar una historia, surge una nueva realidad. Pero esa realidad nos
pertenece porque la hemos creado. La pedagogía de la creación se vuelve activa, el niño deja de ser pasivo
y se vuelve creador. Involucra su realidad y la transforma.

Para este caso, un libro como Yo seré tres mil millones de niños, de Alain Serres y Judith Gueyfier, nos ofrece
imágenes y palabras para reconocer la situación de los derechos de niños y niñas en el mundo. Es un
testimonio, a 20 años de la Convención sobre los Derechos el niño; “nace este libro de rabia, de poesía, de
esperanza”.

4. Esta selección que propongo no hace parte de un canon, en el sentido de Bloom; esto es de una voluntad
seleccionar en un corpus limitado a los mejores escritores y de relegar a los autores incompetentes (1995, p.
25). Más bien, obedecen a encuentros, hallazgos de un oficio: el de lectora. Oficio que comparto con ustedes
para dar cuenta de una nueva imagen que se abre a mis ojos, de una representación de la infancia que muta,
cambia, se transforma. De una infancia que es otra a través de los tiempos. Por ello, los libros a los cuales me
aproximo me permiten (re) conocer otra infancia; una que es heredera de una época, y que se exhibe a través
de la literatura infantil, con ella podremos percibir los cambios; identificar las mutaciones de una sociedad, las
configuraciones familiares, subjetivas, económicas y sociales. La literatura devela nuevos órdenes.

Los libros son hospitalarios y nos permiten soportar los exilios que marcan todas las vidas, pesarlos, construir
nuestras casas interiores, inventar un hilo conductor en nuestras historias, reescribirlas día tras día. Y algunas
veces nos empujan a atravesar océanos, al otorgarnos el deseo y la fuerza para descubrir paisajes, rostros
nunca vistos, tierras en las que tal vez serán posibles otras cosas, otros encuentros. Abramos pues las
ventanas, abramos libros.(Petit, 2009:277).

Pedagogía y literatura infantil

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De veras que somos desgraciados nosotros, los niños; todos nos atrapan, todos nos dan lecciones; todos nos
dan consejos…Es como si a todos se les hubiese metido en la cabeza que son nuestros padres o nuestros
maestros, a todos, hasta a los grillos parlantes”, (Pinocho)

“El país de la infancia”, como dice María Elena Walsh, escritora argentina fallecida a principios de 2011, es una
buena forma de nombrar esta temática que fascina por lo actual, lo múltiple, y preocupa por lo común, lo
gastada, lo compleja. El país de la infancia está hecho de letras y preguntas, de reflexiones y afirmaciones, de
constataciones y temores, se declara dependiente de los sujetos que nombra; y, por ello, se afirma en la mirada
a niños, niñas y jóvenes. Este país de la infancia tiene los sonidos que ponen esas letras ordenadas y rigurosas,
esas letras que definen tonos, melodías, susurros o carcajadas sobre las imágenes, los imaginarios, las
relaciones, las difusiones, las diluciones, las miradas, las formas de nombrar y ver a infantes y adolescentes.
Este país de la infancia, que no es el país de origen, del nuestro, es un país declarado para permitirnos
comprender, hoy, de qué hablamos y qué decimos con estas palabras: infancia y adolescencia.

Hay infantes y adolescentes famosos que copan las páginas de los libros; niños, niñas y jóvenes cuentan, a
través de las voces de sus autores y autoras, las aventuras de su crecimiento, las vicisitudes de la construcción
de su yo, las relaciones con el mundo, los apuros de su deseo, las preguntas por las instituciones, los dilemas
del mundo adulto. Tom Sawyer, Huckleberry Finn, Oliver Twist, Heidi, Pipi Calzaslargas, Harry Potter, el lazarillo
de Tormes, la cándida Eréndira, Peter Pan, Alicia, Ana Frank, Ana la de las tejas verdes, Bastian Baltazar Bux,
e incluso Momo. Nils Holgersson (héroe infantil de Karl Popper), Josephine March, el sufrido Pelo de Zanahoria,
o el intrépido Mowgli. El mar trae ecos de piratas, capitanes y ayudantes: Jim, en La isla del Tesoro; Dick Sand,
un capitán de quince años. También está Meggie, la hija de Lengua de brujo, que vive con el don de dar vida a
los personajes de los cuentos que lee en voz alta; y está Paloma, de La elegancia del erizo, consciente de su
inteligencia y dispuesta a pasar desapercibida:

Hay quien podría pensar que resulta fácil hacerse pasar por alguien con una inteligencia normal […] Hay que
esforzarse mucho por parecer más tonto de lo que se es (Barbery, 2007: 19).

Incluyo a los infantes y adolescentes de Roal Dahl: Matilda, Jorge y su medicina, Charlie y el chocolate, Jim y el
melocotón. Imposible mencionarlos a todos, dar cuenta de la riqueza de las letras o de los perfiles y los modos
de ser de infantes y adolescentes. Esos nombres que he recuperado, son mi pasaporte a este país de la
infancia, a esta revista temática que recoge producciones, investigaciones, reflexiones sobre niños, niñas y
jóvenes, sobre su condición o lugar. Esos nombres que habitan las líneas de este país, me conducen a una
calle poblada de seres marcados por la vida constante que se desplaza en una línea de tiempo que transforma
la ciudad en un paisaje interior habitado por recuerdos. Esos nombres de novela están plenos de realidad como
señaló Millás.

También recupero infantes y adolescentes de la pedagogía, aquellos que, bajo diversas formas, aparecen en
Juan Amós Comenio, Johann Heinrich Pestalozzi, Jean Jacques Rousseau, Friedrich Froebel o Johann
Friedrich Herbart. Eloísa, Emilio, los hijos de Gertrudis, los que aparecen veladamente en cartas, indicaciones o
sugerencias. Incluyo a niños, niñas y adolescentes que llegan al escenario metódico con la escuela nueva, que
ocupan el lugar de la realeza, el espacio de las centralidades, las preocupaciones y las propuestas. La infancia
que preconiza María Montessori con su mente absorbente, la que aprende a partir de sus intereses con Ovide
Decroly, la que se organiza en grupos a partir de Roger Cousinet o Gustav Wyneken. Infantes y adolescentes
que recuperan el juego de la mano de las hermanas Olga y Leticia Cossettini, se vinculan con el arte en la clase
de la señorita Olga, aprenden con la imprenta Freinet o se descubren en Summerhill.

Aquellos niños, niñas y adolescentes, al igual que los de carne y hueso que transitan este mundo en busca de
sí mismos, cargan con gran cantidad de calificativos: indiferentes, perezosos/as, desorientados/as,
superficiales, desmotivados/as, distraídos/as. También reciben otros apelativos, ¿más generosos?: angelicales,
el futuro de la humanidad.

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¿Eso serán ellos y ellas? ¿O estas palabras son la manera como las personas adultas les miramos? ¿O son
sus modos de estar en el mundo? Difícil saberlo o pensarlo. Ahora somos otros, adultos, diferentes de los y las
adolescentes que fuimos. Hemos escapado de esa época, hemos salido (¿triunfantes?) de allí y no recordamos,
muy bien, cómo es eso de ser, de estar construyéndonos. Por eso, como dice Walter Benjamin:

¿Qué ha experimentado ese adulto? ¿Qué quiere demostrarnos? Ante todo, una cosa: él también ha sido joven,
también él quería lo que queremos nosotros; él tampoco quería a sus padres, pero la vida le ha enseñado que
los padres tenían razón. Y muestra su sonrisa de superioridad, pues a nosotros nos sucederá lo mismo. De
antemano desvaloriza nuestros años, los convierte en una época de simpáticas necedades, en una infantil
embriaguez que precede a la larga sobriedad de la vida formal (1989: 41).

Las ciudades de papel, esas de los libros y los autores, parecen, a veces, un espejo de la realidad. En
ocasiones, un espejo fiel; en otras, uno de esos que deforman las imágenes, que presentan una suerte de
monstruos o engendros que no reconocemos. Algo así como una imagen grotesca de infantes y adolescentes
que, confrontada con la realidad, a veces parece coincidir, ya sea por la distorsión exagerada o por la
idealización absoluta. Cualquiera de estos dos estados desconoce, no reconoce, las infancias y las
adolescencias por lo que son, sino por lo que el sentido común instala en los discursos e imágenes que circulan
de manera absoluta en cada época, borrando las particularidades de cada una de ellas. Esto lo muestra el
escritor argentino Martín Kohan en Ciencias morales (2008), cuando regresa al Colegio Nacional de Buenos
Aires, mismo en que Miguel Cané (2005) describe la vida de Juvenilia. Cané en 1884 y Kohan en 2007, dan
cuenta de una juventud irreverente, entristecida, que sufre los dolores de la vida, que participa de las
actividades escolares de diversas maneras: entusiasta, resignada, disciplinada.

Lo que propongo en esta clase a través de los textos de literatura infantil que marcan las fronteras de este país
de las infancias y las adolescencias, es el quiebre de las concepciones románticas o fatalistas, dan cuenta del
agotamiento de las metáforas para nombrar estas edades, así como de las consecuencias de las intervenciones
y las regulaciones que provienen del Estado, de otros organismos o de las familias. Estas fronteras indican los
lugares oscuros, olvidados de niños, niñas y jóvenes educados/as, protegidos/as, judicializados/as, lanzados/as
hacia el cumplimiento de mandatos y leyes de la calle para ser expulsados/as de las instituciones,
marginados/as de las políticas o beneficiarios/as de planes y programas.

Un corpus dentro de la
literatura infanto-juvenil
particularmente
interesante para
explorar concepciones
de infancia alternativas
a la imagen romántica
o fatalista de los niños
son los libros con temáticas vinculadas a la guerra de Malvinas
o la dictadura militar en Argentina.
En Nadar de pie (2010), de Sandra Comino, Mavi, hija y nieta
de soldados muertos en la guerra le escribe una carta a su
padre ausente. El libro pone énfasis en la realidad de un grupo
de huérfanos que tiene puntos en común pero también
diferencias con la experiencia de los hijos de desaparecidos
durante los años negros de la Argentina.
En Quien soy: relatos de identidad, nietos y reencuentros
(2013), una serie de narradores como María Teresa Andruetto
y Paula Bombara, ficcionaliza los relatos de niños que
crecieron en dictadura. Como el libro de Comino, los cuentos

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de este volúmen ofrecen así imágenes de una infancia


histórica, anclada en un contexto determinado, y atravesada
por los acontecimientos de su tiempo.

Esta clase, como país de infancias y adolescencias, brinda un pasaporte a maestros y maestras para mostrar
las posibilidades pedagógicas de una relación que desmarque, acoja, mire, escuche a niños, niñas y
adolescentes, para abrir el saber que los quiere unificar, totalizar, petrificar en explicaciones o formas de ser que
producen infantes y adolescentes sobreexpuestos a las consideraciones. El pasaporte para maestros y
maestras ofrece espacios, herramientas, encuentros, silencios para mirar a, hablar con, e invitar a habitar otros
escenarios, a limitar las intervenciones y las acciones de los adultos.

El país de la infancia, este país, es una patria: una que nos da el origen, que nos constituye; de la que
emigramos, en algún momento, para dar cuenta de lo que fuimos, de lo que conservamos, de lo que somos. A
ella regresamos a través de nuestros recuerdos o de la infancia de otros. Pensamos en nuestra patria.

A veces la vida es así, como Las mil y una noches, o como Los cuatrocientos golpes del diablo, una obra de
magia que había visto en el Châtelet, pero también y cada vez con más frecuencia, como los cuentos de
Andersen más tristes, los menos agradables, y mi padre, cuando nos llevaba al Bois, hacía sonriendo
alusiones a Pulgarcito: “y sobre todo no olvidéis los guijarros blancos”. Para tranquilizarnos, agregaba que
era posible también, que al llegar, y como por obra de magia, encontráramos sobre la mesa una comida
mágica y pantagruélica, servida sobre un mantel bordado en oro y que se podía vender enseguida (Prévert,
1979: 38).

La literatura: una experiencia debida y de-vida

En la invitación a explorar estos territorios dos consignas son necesarias. De un lado, la afirmación de Michele
Petit sobre la hospitalidad de los libros, como centros de acogida para nuestros desvaríos sobre el tema; y
también como brújula para nuevas travesías.

Los ilustradores de los


cuentos infantiles,
como los artistas
ingleses Walter Crane o
Kate Greenaway,
ofrecen su propia visión
de la infancia y son a
menudo testimonios
visuales de su época. El estilo esteticista de Greenaway, por
ejemplo, nos permite adquirir cierto conocimiento sobre la
moda y costumbres de las madres y niños del siglo dieciocho.

Los libros son hospitalarios y nos permiten soportar los exilios que marcan todas las vidas, pesarlos,
construir nuestras casas interiores, inventar un hilo conductor en nuestras historias, reescribirlas día tras día.
Y algunas veces nos empujan a atravesar océanos, al otorgarnos el deseo y la fuerza para descubrir
paisajes, rostros nunca vistos, tierras en las que tal vez serán posibles otras cosas, otros encuentros.
Abramos pues las ventanas, abramos libros. (Petit, 2009:277).

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La segunda consigna es de Teresa Colomer, y debe funcionar como una invitación, como un propósito, como
una marca, una huella, una impronta de esta clase. Puede ser una mirada posible, una pretensión que nos
despoje de los idealismos e idealizaciones sobre la infancia.

Los buenos libros hacen saber cómo son los humanos y no cómo deberían ser” (Colomer, 2014).

También quisiera que funcionara como una inscripción, en letras de molde; debe ser el lema de alguna
campaña, de nuestra cruzada por comprender las otras configuraciones de la infancia; por eso lo repito:

Los buenos libros hacen saber cómo son los humanos y no cómo deberían ser.

T. Colomer

Y este es, realmente, nuestro pasaporte al país de la infancia.


Propongo, entre muchos destinos, 4, como los cuatro puntos cardinales.

La infancia y la guerra. La infancia y la política

Álvarez, Blanca, 2012, Aún te quedan ratones por cazar, Madrid, Anaya, ilustraciones de Laura Catalán.

Grobérty, Anne-Lisse, 2005, Tiempos de palabras en voz baja, Madrid, Anaya. Ilustraciones de Esperanza
León.

Jiang Hong, Chen, 2008, Mao y yo, Barcelona, Corimbo.

Reyes, Yolanda, 2005, Los agujeros negros, Bogotá, Alfaguara.

Silei, Fabrizio, 2011, El autobús de Rosa, Bárbara Fiore. Ilustraciones de Mauricio A. C. Quarello.

Buitrago, Jairo, 2011, Camino a casa, México, FCE. Ilustraciones de Rafael Yockteng.

La infancia y el fracaso escolar

Bradman, Tony, 2010, Lucas, Madrid, Océano. Ilustraciones de Tony Ross.

Finne, Anne, 2009, Cómo escribir realmente mal, Madrid, SM.

Willis, Jeanne, 2009, Malvado conejito, Madrid, Océano. Ilustraciones de Tony Ross.

Zepeda, Monique, 2003, El cuaderno de Pancha, Madrid, SM Ediciones, Tercera edición.

La infancia y los sentimientos

Buitrago, Jairo, 2011, Camino a casa, México, FCE. Ilustraciones de Rafael Yockteng

Oram, Hiawyn, 2004, Fernando furioso, Caracas, Ekaré. Ilustraciones de Satoshi Kitamura.

Agur Meabe, Miren, 2005, Cómo corregir a una maestra malvada, Barcelona, Edebé.

Zepeda, Monique, 2009, Toda la verdad, México, Océano. Ilustraciones de Ixchel Estrada.

Carrier, Isabelle, 2011, Detrás del muro, Barcelona, Juventud. Ilustraciones de Elsa Valentín.

La infancia y las diferencias

Buitrago, Jairo, 2009, Eloísa y los bichos Bogotá, Babel libros. Ilustraciones de Rafael Yockteng

Jiang Hong, Chen, 2008, Mao y yo, Barcelona, Corimbo.

Winter, Jeanette, 2010, La escuela secreta de Nasreen, Barcelona, Juventud.


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Bruel, Christian, 2008, La historia de Julia. La niña que tenía sombra de niño, Bogotá, Babel libros.
Ilustraciones de Anne Bozellec.

Díaz, Gloria Cecilia, 2000, Óyeme con los ojos, Madrid, Anaya. Ilustraciones de Chata Lucini.

Referencias

Andrueto, María Teresa, 2008, Los valores y el valor se muerden la cola, disponible en

Benjamin, Walter( 1926), 1989, Panorama del libro infantil (1926). En: Escritos. La literatura infantil, los niños
y los jóvenes. Editorial Nueva Visión, Buenos Aires, 1989 (p.73-74).

Bruel, Christian y Bozellec, Anne; 2008, La historia de Julia la niña que tenía sombra de niño, Bogotá, Babel
Libros.

Colasanti, Marina, 2013, Formas del realismo y el territorio de lo fantástico en la literatura infantil y juvenil,
disponible en https://www.cuatrogatos.org/docs/articulos/articulos_557.pdf

Eduardo Galeano: “La literatura infantil es una literatura terrorista”. Entrevista, disponible
en https://www.fundacionlafuente.cl/eduardo-galeano-la-literatura-infantil-es-una-literatura-terrorista/

Garralón, Ana, 2005, Clásicos infantiles: Leo Lionni, disponible en

http://revistababar.com/wp/los-valores-y-el-valor-se-muerden-la-cola/
https://revistababar.com/wp/clsicos-infantiles-leo-lionni/ (24/07/2020)

Lionni, Leo: Ante las imágenes, Revista Parapara, No 11, Caracas, junio de 1985.

Micheletto, Karina, 2014, Entrevista a la notable autora brasileña Ana María Machado, Página 12, disponible
en https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/11-31540-2014-03-09.html

Montoya, Víctor, 2005, Hans Christian Andersen, un cisne de alto vuelo, disponible en
http://revistababar.com/wp/hans-christian-andersen-un-cisne-de-alto-vuelo/

Navone, Susana, 2012, Los cuentos de Charles Perrault, ¿cuentos maravillosos o documentos históricos?, En
Imaginaria, revista quincenal sobre literatura infantil y juvenil, disponible
en https://www.imaginaria.com.ar/2012/12/los-cuentos-de-charles-perrault-cuentos-maravillosos-o-documentos-
historicos/

Nussbaum, Martha, 1997, Justicia Poética, Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile.

Robledo, Beatriz Helena, Gianni Rodari, un defensor de la vida, disponible en https://www.cuatrogatos.org/


docs/articulos/articulos_147.pdf

Roffo, Analía, 2003, Graciela Montes a fondo. Desde chiquito, todo lector es un rebelde, un insatisfecho"

Runge Peña, Andrés Klaus, Juan David Piñeres, Alexander Hincapié García, “Una mirada pedagógica a la
relación entre imagen, imaginación y formación humana, tomando como ejemplo el Orbissensualiumpictusde
Juan Amós Comenio”, Revista Educación y Pedagogía, Medellín, Universidad de Antioquia, Facultad de
Educación, vol. XIX, núm. 47, (enero-abril), 2007, pp. 71-90.

Serres, Alain y Gueyfier, Judith, 2009, Yo seré tres mil millones de niños, Edelvives.

Torres, Juan David, 2013, "La literatura entabla diálogos" entrevista a Irene Vasco, disponible en
https://www.elespectador.com/noticias/cultura/literatura-entabla-dialogos-articulo-444463

https://virtual.flacso.org.ar/mod/book/tool/print/index.php?id=949461 15/17
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Páginas web sugeridas

1.- (Ref: Fundación Cuatrogatos es una organización con sede en Miami, Estados Unidos, que desarrolla
proyectos culturales y educativos con énfasis en la formación de nuevos lectores. Su plataforma digital de
información, de acceso gratuito, contiene artículos sobre temas...)Fundación Cuatrogatos, literatura infantil y
lectura (Ref: ). (Ref: Fundación Cuatrogatos es una organización con sede en Miami, Estados Unidos,
que desarrolla proyectos culturales y educativos con énfasis en la formación de nuevos lectores. Su
plataforma digital de información, de acceso gratuito, contiene artículos sobre temas...)
https://cuatrogatos.org/blog/?page_id=1489
(consultado el 15 de agosto de 2018).
Fundación Cuatrogatos es una organización con sede en Miami, Estados Unidos, que desarrolla proyectos
culturales y educativos con énfasis en la formación de nuevos lectores. Su plataforma digital de información, de
acceso gratuito, contiene artículos sobre temas...

2.- Anatarambana.

Cuando los "grandes" como Vargas Llosa,


Pérez-Reverte, Marías, Vila-Matas, etc.
escriben para los "pequeños": gracias
pero mejor no.

Literatura infantil.
https://anatarambana.blogspot.com.ar/2014/07/cuando-los-
grandes-escriben-para-ninos.html?
utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Fe
(anatarambana) (consultado el 15 de agosto de 2018).

3.- Las historias infantiles que asustaban a los adultos.


https://cultura.elpais.com/cultura/2014/06/04/babelia/1401903762_686095.html.
Sendak, el gran autor de álbumes infantiles, hablaba a los niños de cosas terribles en un lenguaje que ellos
adoran. (consultado el 15 de agosto de 2018).

4.- El narrador del cuento tiene dos mamás.


https://elpais.com/diario/2011/01/31/sociedad/1296428405_850215.html
El narrador del cuento tiene dos mamás. Los libros infantiles enseñan a abordar con naturalidad realidades y
asuntos familiares minoritarios o tabú. (consultado el 15 de agosto de 2018).

5.- ¿Quién dijo que no se les podía hablar de eso?


https://www.revistaarcadia.com/impresa/periodismo/articulo/quien-dijo-no-podia-hablar-eso/31353.
A propósito del Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil que se realizó en Bogotá del
pasado 5 al 9 de marzo. (consultado el 15 de agosto de 2018).

6.- 13 libros para niños escritos por genios literarios.

13 libros para niños escritos por


genios literarios

Eliot, Tolstoi, Woolf, Wilde y muchos


otros brillantes autores que amamos
dedicaron un poco de su tiempo a
escribir maravillosos relatos
infantiles.

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http://www.lacajatonta.es/libros-2/libros-para-ninos-escritos-
por-genios-literarios/

7.-Las palabras contra la guerra: Irene Vasco.


https://www.letraslibres.com/revista/dossier/el-jardin-secreto (consultado el 15 de agosto de 2018).

8.- El jardín secreto. Letras Libres. https://www.letraslibres.com/revista/dossier/el-jardin-secreto (consultado


el 15 de agosto de 2018).

9.- La mente de un niño se parece más a un concierto punk que a otra cosa. Letras Libres.
https://www.letraslibres.com/revista/dossier/la-mente-de-un-nino-se-parece-mas-un-concierto-punk-que-otra-
cosa (consultado el 15 de agosto de 2018).

https://virtual.flacso.org.ar/mod/book/tool/print/index.php?id=949461 17/17

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