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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

La definición de literatura infantil ha cambiando con el tiempo, y la podemos sintetizar como: el


conjunto de obras literarias destinadas a los niños y a los jóvenes. Algo que puede parecer
ingenuo en un principio, en realidad es un tema complejo, puesto que la definición de literatura
infantil ha fluctuado entre aquella que tenía un claro objetivo didáctico y la que se entiende como
arte literario lleno de fantasía, de mundos maravillosos que se contienen a sí mismos, sin faltar el
aspecto lúdico.

Están quienes incluso niegan la existencia de la llamada literatura infantil, por ejemplo, Rafael
Sánchez Ferlosio (escritor español -novelista, ensayista y lingüista) rechaza la existencia de la
literatura infantil, porque para él, cualquier intento de adecuación lingüística, supone una
degradación.

Ahora bien, volvamos al planteo del comienzo y tengamos presente que la conformación de un
género literario para la infancia es relativamente nuevo. Éste comenzó a consolidarse junto con
la concepción de la definición de la figura del niño en el siglo XIX en Europa. Situación que
requirió, al mismo tiempo, que se pensase en materiales y productos específicos para este sector
de la sociedad, así como el planteamiento de nuevas exigencias de contenidos curriculares para
el sistema educativo. He aquí que surgen historias y relatos exclusivamente hechos para ellos,
aunque con una gran carga didáctica y moralizante.

Aunque todavía en nuestros días se discute sobre cuándo y cómo surge la literatura infantil y
juvenil, estas dudas en gran parte se deben a la ambigüedad que su nombre encierra. Por un
lado, la definición de literatura como tal ya es controvertida, pues a menudo se la considera como
aquel conjunto de obras literarias de un país, de una época o, aquellas obras consagradas por los
críticos o estudiosos; o bien se le aplica la clásica definición de que la literatura es la expresión de
la belleza a través de la palabra escrita. En todo caso, nos vamos a encontrar con respuestas
muy variadas a lo largo de la historia de la literatura a la pregunta de ¿qué es literatura?, pues
como nos dice Carlos Velásquez (1998:13), “Cada corriente histórica, cada tipo de pensamiento
genera su propia definición”.

Un texto será literario en la medida en que logre construir nuevas formas de interpretar el mundo
y que, por lo tanto, lleve al lector a reaccionar ante él. Volviendo a la literatura infantil hay que
resaltar que su origen y desarrollo ha sido un proceso, donde como tal se ha ido afianzando a
partir de la segunda mitad del siglo XX. En este tiempo se ha tratado de explicar ¿qué es la
literatura infantil? desde diversos campos de estudio: literario, psicológico y pedagógico,
principalmente. Cada uno de ellos trata de dar cuenta de una respuesta que satisfaga a quienes
están involucrados, por ejemplo, escritores, lectores, bibliotecarios, editores, etcétera.
Asimismo, la necesidad social de formar lectores niños y jóvenes, ha hecho con que la literatura
infantil se expanda en sus posibilidades de representación. Por eso, además del discurso, la
tendencia de los últimos treinta años ha sido la de incorporar a los textos para la infancia
imágenes y elementos gráficos. En esa nueva propuesta representacional, los elementos
plásticos y literarios se articulan creativamente para dar un sentido más amplio a lo leído y para
estimular la lectura, contribuyendo al acercamiento del niño al libro, consecuentemente, de ese
modo, despertando el gusto por la lectura. Por eso, proporcionar el encuentro de la palabra y la
imagen puede ser una gran experiencia para el receptor como hecho artístico.

Planteos como: ¿Cuál es el origen de la literatura infantil y juvenil? ¿Para qué sirve? ¿Quién es
su lector? ¿Qué es lo que éste prefiere leer? ¿Cómo hacer para que se interese por leer más?
son algunas de las preguntas a las cuales han tratado de responder estudiosos, investigadores,
académicos, etc. desde que el género aparece en el siglo XIX.

Para comenzar se sabe que la literatura infantil son relatos que, a lo largo de los tiempos,
seducen y cautivan al niño, aunque a veces no sean destinados al público infantil (el libro
“Robinson Crusoe”, de Daniel Defoe, es un ejemplo).

El libro infantil, como modalidad artística, posee las características estéticas que envuelven la
literatura de una forma general. El adjetivo que lo especifica no disminuye su valor, ni significa la
pérdida de cualidad. Según Regina Zilberman (escritora brasilera y licenciada en letras) sostiene
que aunque sea un tipo de texto literario que trae la peculiaridad de definirse por su destinatario,
la obra infantil tiene su dimensión artística asegurada cuando rompe con lo normativo, con lo
didáctico, en fin, con el punto de vista del adulto y, a través de un ejercicio de cualidad con el
lenguaje, lleva al lector a una comprensión amplia de la existencia.

La misma preocupación con la aprobación del niño por obras no siempre destinadas a él, es uno
de los planteos que realiza el Maestro Jesualdo Sosa, cuando define el género. Este pedagogo,
estudioso del tema, afirma que la literatura infantil es una forma literaria escrita, en un léxico
especial, que busca estar de acuerdo con las características psíquicas del niño y responder a sus
exigencias intelectuales y espirituales. Pero, como no todos los libros son del agrado del pequeño
lector (que puede preferir otros no escritos para él), Jesualdo apunta para dos tipos de obras
infantiles: las que pecan por la puerilidad y por el tono moralizador con que se dirigen al receptor
y las que agregan nuevos aspectos del conocimiento, satisfaciendo la necesidad de experiencia
del lector y ampliando su campo imaginativo. Son esas según él, las aprobadas por el niño y las
que realmente merecen el título de literatura infantil.

Otra mirada importante sobre la literatura infantil, que ayuda en la comprensión de su valor y de
su importancia para el niño, es la ofrecida por Bruno Bettelheim (escritor y psicólogo infantil
austríaco) cuando, a partir de un estudio sobre los cuentos de hadas, afirma que la obra infantil es
aquella que, en cuanto divierte al niño, ofrece esclarecimientos sobre él mismo, favoreciendo el
desarrollo de su personalidad. El libro infantil, así, presenta significados en varios niveles
diferentes, enriqueciendo la existencia del niño. A través de la lectura, él ve representados en el
texto, simbólicamente, conflictos que enfrenta cotidianamente, y encuentra soluciones en la
propia historia. En otras palabras, el cuento de hadas otorga a la infancia la seguridad de que los
problemas existen, pero pueden ser resueltos.

Cualquiera que sea, por lo tanto, la perspectiva a partir de la cual buscamos definir y delimitar el
concepto de literatura infantil y juvenil, tenemos siempre como parámetro la posibilidad de
identificación del lector con el texto.

Al reflexionar sobre esas peculiaridades, tengamos en cuenta que aunque el texto sea consumido
por el niño, es el adulto que, a partir de su interés y de su experiencia, elabora la obra que va a
destinarse a la infancia. Se puede, entonces, preguntar: ¿Qué adulto habla al niño y sobre que
punto de vista él habla? ¿Qué es lo que el adulto entiende sobre la responsabilidad de presentar
el mundo al niño? ¿A qué niño ese adulto habla?

Además de las a adaptaciones de obras destinadas a adultos para el público infantil, existe otro
tipo de adaptación, la cual ya está presente en la creación de obras nuevas para los niños. Eso
sucede porque cuando escribe, el autor siente la necesidad de superar la distancia que lo aleja de
su lector, es decir, la asimetría que se produce entre el adulto y el niño, porque el universo infantil
posee características y vivencias que lo diferencian de aquel del adulto.

En todo caso, cuando el niño comienza a ser diferenciado del adulto, que se desenvuelve de
acuerdo a necesidades y capacidades relacionadas al desarrollo progresivo y es tomado en
cuenta por la sociología, la psicología y la educación, es que comienzan a surgir obras destinadas
a la infancia. En este sentido, el proceso de formación de la literatura infantil conlleva a tomar en
cuenta los siguientes aspectos:

1. Literatura ganada. Algunos la llaman recuperada empleando una mala traducción del
francés -derobée- robada-; está claro que no puede ser recuperado lo que nunca
perteneció al niño. En esta literatura ganada se engloban todas aquellas producciones
literarias que no nacieron para los niños, sino que con el tiempo los niños se las han
apropiaron o ganaron, o los adultos se las destinaron, previa adaptación o no. Aquí cabe
adaptar todos los cuentos tradicionales, relatos folclóricos, romances o canciones
utilizados en juegos, etc.
2. La literatura creada para los niños. Es la que se ha escrito directamente para ellos,
bajo la forma de cuentos o novelas, poemas y obras de teatro. Se ha producido y se
sigue produciendo actualmente. De una u otra forma, esta literatura infantil tiene en
cuenta, según los cánones del momento, la condición del niño. Evidentemente en ella se
reflejan muchas tendencias y concepciones de la literatura infantil que la hacen
particularmente viva e interesante.

3. Literatura instrumentalizada. Dentro de esta clasificación se pueden colocar varios


libros que se producen sobretodo para los niveles de educación inicial. Son libros que
suelen aparecer bajo la forma de series en las que, tras escoger un protagonista común,
la hacen pasar por distintos escenarios y situaciones. En estas producciones predomina
la intención didáctica sobre la literaria. La creatividad es mínima, por no decir nula.
Toman un esquema muy elemental y lo aplican así a varios temas monográficos que
pretenden convertir en centros de interés. No son literatura, aunque a veces así les
llamen. (Cervera, 1992:18)

Literatura infantil y juvenil y la lectura

Al decir que la obra literaria es una forma de comunicación lingüística porque se vale de la lengua
para su creación y expresión, implícitamente estamos activando la figura del lector como receptor,
y no como simple destinatario, que debe interpretar una visión de mundo de las muchas que el
texto le ofrece. Eso significa que la lectura no podría existir sin la escritura y, esta a su vez, sin su
material de soporte: el libro. Son elementos intrínsecos que hacen posible la transmisión y
conservación de pensamientos y de la memoria de las civilizaciones humanas.

Según Luis Garagalza (Profesor Titular del Departamento de Filosofía de la Universidad del País
Vasco), el ser humano posee dos formas de captar la realidad: una directa a través de los
sentidos y otra, indirecta que hace posible la representación en su conciencia de una realidad
ausente por medio de signos y símbolos. Entre ellos figura el lenguaje verbal, no considerado
éste como una mera copia de la realidad, sino como la recuperación/representación de la misma,
donde no se obtiene el sentido literal de la palabra sino su sentido figurado, siendo así una
representación simbólica de lo real que queda siempre sujeta a la interpretación y que
necesariamente pasa por el filtro de las metodologías de interpretación de otros lenguajes, como
por ejemplo: los mitos, el arte, la literatura, productos culturales que, a su vez, son pasivos tanto
del lenguaje oral como del escrito.
Sin embargo, como la historia nos lo muestra, las limitaciones físicas y temporales que presenta
el lenguaje oral dificultan la transmisión y conservación del pensamiento y de la memoria, por esta
razón, el hombre ha trabajado en la creación e invención de métodos de fijación cultural que han
ido desde los más rudimentarios como cuerdas con nudos, objetos simbólicos hasta desenvolver
verdaderos sistemas de signos gráficos que han evolucionado desde los simples dibujos,
ideogramas pasando por los pictogramas y jeroglíficos hasta constituirse en el alfabeto que hoy
día empleamos para escribir.

El lenguaje escrito desde entonces ha evolucionado tanto en su aspecto formal como funcional y
al consolidarse como práctica social, no sólo permite registrar los acontecimientos históricos,
culturales, económicos y afectivos, sino que además, incrementa y facilita las posibilidades de
expresión y comunicación humanas. Por otro lado, la escritura en la medida de su empleo y
difusión ha generado en su trayecto de evolución racional el surgimiento de nuevos
comportamientos y de relaciones entre los elementos que intervienen en su construcción,
principalmente entre el libro y el lector.

Si por un lado la cultura oral se caracteriza por los actos de habla, la escrita, por otro lado, se
caracteriza por los actos de escribir y de leer. La comunicación del discurso en una, es hablada;
en la otra, está escrita. Por lo tanto, la función de comunicación que ésta última establece se
realiza a partir de los documentos escritos palpables, concretos y de los sujetos lectores. En este
contexto, entonces, el libro se reafirma como bien cultural que fija en los textos, por la vía de la
escritura, el pensamiento y las vivencias humanas.

En la actualidad escribir y leer son prácticas sociales que se implican una a la otra. Ambas son
prerrequisito de ambas. En este marco, para la comprensión del discurso escrito, se impone
necesariamente un acto de lectura.

Ahora bien, si concebimos la relación lector - libro desde esta perspectiva, encontraremos
consecuentemente en un primer plano al libro con su correlato lectura; en un segundo plano,
aparecen los mediadores que sirven para la difusión de este acto de lectura y para la formación
de niños lectores.

En términos generales entendemos que la formación del lector se inicia desde muy temprano de
forma gradual y que poco a poco se va consolidando por medio de la práctica constante de la
lectura que, como dice Freire (1984:95), es primero la lectura del mundo; después la lectura de la
palabra (...) y la lectura de ésta implica la continuidad de la lectura de aquel. Pero, al mismo
tiempo estas lecturas están impregnadas de lenguaje, sobretodo de la palabra que permite no
sólo la transmisión de pensamientos y deseos, sino que condiciona la relación para llegar al
diálogo, a la coexistencia y a la cooperación. (Cervera, 1992: 316).
Por lo que, crear el gusto por la lectura en los niños implica un reto que debe ser asumido desde
la primera infancia. Teniendo presente que el niño antes de los cinco años puede absorber una
fantástica suma de información y desarrolla la capacidad para retenerla. Aprender en esta etapa,
se convierte para el niño en una necesidad vital, pues todas las personas que le rodean y el
medio ambiente en el que se mueve le enseñan a entender el lenguaje y en donde también la
función simbólica juega un papel importante para esta fase de la adquisición del lenguaje, porque
permite no sólo que el niño actúe sobre las cosas, que las concretice, sino que interiorice estos
esquemas en acciones que posteriormente representará o manifestará. Pero también, esta
función cognitiva primaria hará emerger otras funciones más complejas que son de igual manera
necesarias (observación, atención, comprensión, memoria). Ya que una vez identificados los
sonidos y asociados al objeto, el niño desarrollará la capacidad de asociar el objeto al concepto,
considerando como concepto, la representación de un conjunto de rasgos característicos que
distinguen y relacionan entre sí un objeto de otro. Así el niño va asimilado una gran cantidad de
conocimientos sobre sí mismo, su familia, su mundo y sus relaciones con él, accediendo poco a
poco a la etapa lingüística de integración social.

Por lo tanto, la lengua se convierte en la puerta que invita al niño:

“… A entrar en contacto con una cultura, que implica un conjunto de representaciones


organizadas por un código de relaciones y valores. La literatura infantil, como parte de
dicha cultura, le llegará al niño inicialmente, a través del cuento oral y reforzará así la
asociación simbólica de determinados signos con determinados significados.
Posteriormente, mediante la lectura, se prolongará esta situación, en la medida en que
significantes y significados sean comprendidos entre autor y lector”. (Cervera, 1992:316).

La literatura es el arte de crear belleza a través de la palabra hablada y escrita, y ocupa el


espacio de la cultura y dentro de ella es espacio del arte. El lenguaje es su material como lo es el
bronce para la escultura o el óleo para las artes visuales. En síntesis, la literatura es creación
humana cargada de herencia cultural.

Distinguimos:

a) Lenguaje coloquial: son los actos de habla que dependen del contexto extraverbal.

b) Lenguaje científico, filosófico : busca la precisión, aspira a la expresión racional y lógica.

c) Lenguaje literario: es aquel en el que el contexto extraverbal y la situación dependen del


lenguaje mismo, lenguaje que posee multiplicidad de significados. Predomina la función
poética. Pretende emocionar a través de los matices connotativos, por lo cual las obras
literarias no admiten una interpretación unilineal, según cada lector serán las múltiples
significaciones.

d) Metalenguaje: es el lenguaje hablando de sí mismo (la gramática, por ejemplo)

LITERATURA PARA NIÑOS Y JÓVENES

Fue evolucionando del didactismo a la recreación. En sus inicios el libro para niños tenía el
objetivo de instruir, pero hoy acordamos que todo lo estético es didáctico en sí mismo.

¿Qué es la Literatura Infantil?

 ¿la que escribe el niño?

 ¿la que escribe el adulto para el niño?

 ¿la que dice “para niños”?

 ¿la que sin estar dedicada a ese público se ha convertido en un manantial de


vivencias? (por ej. Gulliver, Platero y yo)

Concluiríamos que la literatura infantil no es la que los escritores escriben para los niños
sino la que los niños leen, eligen y hacen propia.

“El arte no tiene edad y sólo es tal cuando logra conmover al hombre, cualquiera sea su tiempo
cronológico.

La literatura infantil como toda gran literatura, debe convertir a la palabra en instrumento válido
que genere el fenómeno literario. El arte no es un receptáculo de ideas, sino un manantial de
expresiones que logra recrear todos los valores de la vida” Efraín Subero (poeta, ensayista,
periodista y crítico literario venezolano)
FUNCIONES DE LA LITERATURA INFANTIL

“La literatura infantil y juvenil contribuye al desarrollo de la inteligencia y es el medio idóneo para
la formación del gusto estético literario…La literatura logra esas dos finalidades porque ella dilata
el campo de la experiencia humana, transfiere el bagaje cultural de las gentes de uno a otro
pueblo, trasciende la realidad del universo, recrea la espontaneidad de lo real y de lo imaginativo
en su fondo y en su forma, y comunica la magia de lo sensorial y anímico y la significación de los
sentimientos.

Contribuye al cultivo del gusto, a la elevación de los intereses, a la penetración de la cultura, a la


comprensión del pensar humano, al amor a la belleza, a la apreciación de los valores sociales”
(Ponencia presentada por A. J. Jaén Castillo y L.A. Tejada, en el II Congreso Internacional de Literatura
Infantil en Español)

De esta extensa definición podemos desprender las funciones fundamentales de la literatura


infantil- juvenil que se enmarcarían en diversos objetivos que no evaden el hecho pedagógico:

Desarrolla el sentido estético

Estimula esferas intelectuales y emotivas

FUNCIÓN ESTÉTICA Enriquece el vocabulario expresivo y comprensivo

Despierta la fantasía y la creatividad

Incide en el desarrollo sicoemocional

Transmite el bagaje cultural

Transmite valores

FUNCIÓN ÉTICA Enseña a oponerse valerosamente a la violencia

Lejos de moralizar, habla de la vida real con

sinceridad, educando sin que nos demos cuenta


Expande el campo de la experiencia humana

Permite participar del sentimiento de los prota-

FUNCIÓN SOCIAL gonistas , contribuyendo a la comprensión del

pensamiento de otros

Permite identificarse con algunos personajes lo

cual genera la posibilidad de catarsis

Promueve la fantasía

Transmite conocimientos

Enriquece el vocabulario

Desarrolla el sentido estético

FUNCIÓN DIDÁCTICA Estimula la creatividad

Permite ejercitar la capacidad de asombro

Desarrolla la inteligencia, aumentando la concen-

tración, cultivando el sentido estético, a la vez

que lo integra al proceso cultural

Aspecto central porque el juego es parte de

la formación integral del niño

FUNCIÓN LÚDICA Invita al juego intelectual

Desarrolla el espíritu lúdico


“Como educadores tenemos que contar con la ayuda del arte para llegar al mundo del niño…
Ese es el camino para llegar a la esencia del ser humano. El ser humano se reconoce en los
protagonistas porque ellos son la historia interna de su ser, de su inconsciente; por otra parte,
involucran toda la personalidad. El arte es lo único que se ha inventado en este planeta para
ejercer una influencia de transmisión programada, simbólica, seria y global de una
personalidad entera, de un ser humano y otro” (N. Pickouch, Simposio de Promoción de
Lectura, 1989)

Para que el arte llegue pleno de sugerencias al niño, debemos seleccionar lo mejor.

“El niño tiene derecho a recibir lo bello, merece nuestro respeto, porque de la mediocridad no
surgirá la superación…El acceso a la literatura infantil permite entrenar el pensamiento,
aumenta la agudeza perceptiva, y estimula la posibilidad de ser un creador solidario con su
comunidad…descubriendo que el lenguaje no es sólo un acúmulo de signos, sino una forma
de posesión del mundo” (S. Puentes de Oyenard, 1991)

Bibliografía

Cervera, Juan.(1992) “Teoría de la literatura infantil”. Bilbao; Mensajero.

Sosa, Jesualdo (1959) “La literatura infantil” Buenos Aires; Ed. Losada

Zilberman, Regina. (1981) “Literatura infantil: transitoriedad del lector y del género”. Buenos
Aires, Lectura y vida.

Puentes de Oyenard, S. (1991) “El libro, el niño. Apuntes y Reflexiones” Montevideo, Ed. Dana

Subero, E. (1977) “La literatura infantil venezolana, estudio y bibliografía” Aragua, Centro de
Capacitación Docente.

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