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Responsabilidad extracontractual de Jorge Peirano Facio (1981)

Noción de responsabilidad civil:

La responsabilidad extracontractual es la reparación de un daño que la actividad de un hombre


causa a otros hombres, basado en el principio de que quien causa un daño debe repararlo. No
se es responsable por sí y ante sí, sino que se es responsable solo frente a otra persona, o
respeto de algo que no somos nosotros. Por ello la responsabilidad lleva, como carácter
esencial, la dependencia o sujeción de un sujeto respecto de otro, el cual, en razón de dicha
dependencia o sujeción, esta autorizado para sindicar pedir cuenta de la acción o incuria en
obrar del primero, llamado responsable. Por lo tanto, hay responsabilidad cada vez que un
sujeto esta obligado a reparar el daño sufrido por otro. Supone una relación entre dos sujetos
que se resuelve en una obligación de reparación.

El legislador oriental aborda el punto de la responsabilidad extracontractual al tratar las


fuentes de las obligaciones, en cuya oportunidad considera que los delitos y los cuasidelitos
son una de las fuentes generadoras del hecho obligacional.

Ahora, en este punto, corresponde diferenciar los términos responsabilidad e imputabilidad.

La imputabilidad es una característica de los actos que realizan las personas, es la posibilidad
de referir un acto cualquiera a la actividad de una persona. Para que propiamente se pueda
hablar de responsabilidad se requiere, además de los sujetos de la imputabilidad, que ocurra la
violación de algún deber con respecto a otro sujeto.

Por otro lado, corresponde señalar la diferencia entre responsabilidad moral y jurídica. La
diferencia radica, especialmente, en que la responsabilidad moral radica en la creencia divina o
la conciencia del ser, no somos responsables ante otros sujetos sino ante uno mismo o aquello
en lo que se cree. La responsabilidad jurídica se configura cuando un sujeto de derecho se
encuentra en la situación de responder por su conducta ante otro sujeto en razón de que esa
conducta causa perjuicios violando normas que debía observar. Es una situación que se tipifica
principalmente pos sus efectos, que pueden ser de carácter propiamente reparador o de
carácter específicamente penal. La reparación civil tiene por objeto remover el daño causado
con el hecho que creó la responsabilidad, en tanto que la pena tiene por objeto someter al
autor del hecho que engendró la responsabilidad a un castigo afectivo.

La responsabilidad civil tiene un carácter esencialmente reparador, no penal; de donde resulta


que en el campo puramente civil la responsabilidad se define por la obligación de reparar el
perjuicio causado por un sujeto de derecho. Se trata, pues, en ultima instancia, de la idea de
transferir el perjuicio de la víctima al ofensor.

La responsabilidad se vincula íntimamente con el problema de la legalidad, o dicho de otra


manera, con el problema de la ilicitud. La determinación del campo de lo mío y de lo tuyo, que
deben ser amparados por el derecho, va ínsita en el problema fundamental de la
responsabilidad civil, pies en tanto estaremos obligados a reparar un daño en cuanto no
hayamos dañado algo que nos estaba vedado afectar. En el elemento de la ilicitud se
encuentra el fundamento ultimo de la responsabilidad civil.

El derecho positivo debe sancionar el principio de la responsabilidad civil, ya que si la ley no


obligara a reparar el daño causado por una conducta ilegítima, el propio derecho estaría
autorizando el uso de conductas injustas que crean desequilibrios patrimoniales injustos.
Si no se recibiera en el ordenamiento positivo el conjunto de normas de la responsabilidad
civil, el derecho estaría aceptando aquello que por definición lo rechaza y tiende a destruir. Al
sancionar la responsabilidad civil como uno de sus institutos fundamentales, el derecho no
hace, pues, sino adoptar una elementalísima y necesaria medida de autodefensa contra la
injusticia.

En este punto corresponde señalar que son varios los elementos que diferencian la
responsabilidad civil de la penal, estos son: las personas que son sujetos pasivos de la
responsabilidad, a la naturaleza y extensión de las sanciones que de la responsabilidad derivan,
al tribunal competente para entender en los procesos que pueden surgir, al régimen de
apreciación de la culpa, etc.

Debemos, entonces, considerar que un hecho ilícito puede, o bien ser un delito o cuasidelito
civil (esto es, obligar a la reparacion), o bien ser un delito o una falta penal (esto es, obliar a su
agente a sufrir las consecuencias de la pena expresamente previstas por la ley penal), o bien,
obligar – acumulativamente – a la reparación y a la pena. La responsabilidad civil de reparación
siempre va a surgir si se enmarca dentro de las circunstancias previstas en el art. 1319 CC, el
que tiene, como único fin, la restitución del equilibrio patrimonial desvirtuado por la
producción de un daño injusto.

Responsabilidad y pena – (pena, garantía y orden público):

La responsabilidad sipone siempre la existencia de una obligación del responsable (ofensor) en


razón del daño inferido a la victima (ofendido), pero la obligación que lo supone puede
perseguir dos distintas especies de finalidad que son, a su vez, las dos formas específicas del
concepto de sanción: la restitución y la pena.

La clave de la distinción entre la reparación y la pena radica, por lo general, en la ecuación


económica establecida entre el daño causado por la infracion y la entidad cualitativa o
cuantitativa de la sanción que se establece entre el daño causado al titular del derecho violado
por la infraccion, y aquel daño que para el infractor debe nacer de la infraccion misma, surge
pues, la distinción entre reparación y pena.

La diferencia esecial entre yno y otro concepto radica en que la reparación supone el
restablecimiento de la situación existente con anterioridad a la inobservancia del precepto. La
pena se impone para reparar la culpa del delincuente; la indemizacion para reparar el daño del
perjudicado. La restitución es una sanción de eficacia mas bien satisfaciente y mira antes
quenada por el bien del titular del interés protegido cuyo bien trata de restablecer. En tanto
que la pena e de eficacia mas bien aflictiva y mira sobre todo al titular de la infraccion, esto es,
al titular del interés que la misma pena sacrifica. La restitución se realiza para que se remueva
la violación, en tanto que la pena se infringe porque la violación se ha producido.

Respecto a la distinción entre responsabilidad civil y garantía, menciona Peirano Facio que, en
virtud de la actual corriente que sigue a Starck, se consideran sinónimos, ya que la
responsabilidad civil se ha reestructurado a fin de perseguir la reparación de la totalidad de
daños a través de la garantía.

Por ultimo cabe señalar la distinción entre responsabilidad civil y orden publico, ya que si
integran la esfera del último, la responsabilidad civil no sería pasible de modificarse por
acuerdo de las partes. No es el caso de lo dispuesto en los arts. 1319 y ss. Del CC, ya que no
son de orden público, siendo pasibles de modificarse y realizar acuerdos tendientes a
satisfacer la restitución patrimonial del ofendido.

Ámbito de validez del régimen de responsabilidad civil:

Toda la materia de la responsabilidad esta regulada por principios generalísimos que dominan
por entero todo el campo del derecho, y que hacen surgir – al producirse la incidencia de lo
ilícito en sus diversas ramas – situaciones concretas de responsabilidad (responsabilidad civil,
penal, comercial, procesal, financiera, etc.).

La responsabilidad civil solo surge cuando se produce un ilícito en el ámbito de la legislación


civil, aún cuando las normas que inspiran su régimen positivo puedan ser aplicadas a otras
responsabilidades nacidas en otros campos del derecho.

RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL:

Muchas teorías que creo no van

Régimen de los cuasicontratos y de las obligaciones legales: la importancia de esta cuestión es


muy relevante en nuestro ordenamiento atento a que existiendo diferencias de régimen
positivo entre el sistema de la responsabilidad contractual y el sistema de la responsabilidad
extracontractual, es obvio que no resulta indiferente somerter la obligación de reparar a uno u
otro régimen.

3 posisiones: a) si la obligación que se ha violado deriva de un cuasigontrato, es preciso aplicar


las normas de la responsabilidad contractual; si la obligación violada emerge directamente de
la ley es preciso aplicar aquellas de las responsabilidad extracontractual. Esta posición es
obsoleta.

b) la tendencia dominante en la doctrina sostiene que en los casos de violación de una norma
de origen cuasicontractual o legal deben aplicarse las disposiciones previstas por el CC para los
casos de comisión de delitos y cuasidelitos, normas que vendrían así a constituirse en el
derecho común en la materia. Nuestro código, según lo estipulado en los arts. 1319 y ss, por su
propia generalidad, parecen estar destinadas a constituir el régimen común de
responsabilidad.

c) el tercer grupo sostiene que las situaciones de responsabiliad emergente de la violación de


obligaciones de origen legal o cuasicontractual, deben ser reguladas por las normas propias de
la responsabilidad contractual, aportando varios argumentos en favor de esta solución aunque
de un valor jurídico bastante desigual.

En nuestro ordenamiento, para el caso de los cuasicontratos y las obligaciones legales,


primeramente debe establecerse si existe una norma expresa en la cual el legislador haya
indicado el régimen por el que dicha infraccion debe regirse. En caso contrario, de no existir tal
norma, hay que determinar si corresponde regirse por las normas de responsabilidad
contractual o extracontractual. Para Peirano Facio corresponde aplicar la responsabilidad
contractual ya que la otra es solo derecho de aplicación común y porque las normas del título
sobre responsabilidad contractual así lo dan a entender al disponer el art. 1344 que “la
obligación, aunque regulándose por un solo proncipio, es más o menos extensa según la
naturaleza del contrato o el conjunto de circunstancias en los casos espcialmente previstos por
este código”
Si procede la responsabilidad aquiliana en los contratos: la responsabilidad contractual y
extracontractual poseen dos campos de aplicación distintos, que no pueden concurrir respecto
de una misma situación jurídica, y que, por tanto, la cictima no posee opción para elegir entre
la aplicación de uno y otro régimen, ni menos aún, para acumular ambos. La presencia de la
una excluye, respecto del mismo vinculo y de la misma personas, la presencia de la otra.

FUNDAMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL: esto es, indagar la razón o motivo por el que
se está obligado a repara el daño.

Primeramente se debe analizar el concepto de la culpa. La teoría de la culpa afirma que no


basta que un sujeto de derecho sufra un daño en su patrimonio o en sus bienes, para que el
autor del mismo llegue a esta obligado a repararlo, es menester que ese dalo provenga de un
hecho doloso o culpable: sin dolo o culpa no hay responsabilidad, solo mediante la culpa
estamos frente a un acto humano; si no hay culpa, el acto del hombre es similar al efecto de
las fuerzas de la naturaleza; se es culpable cuando, a pesar de ser previsible el daño, se realiza
de igual forma el acto. Esto se relaciona con la autonomía de la voluntad. Los actos humanos
que no son voluntarios no engendran daños que puedan ser tomados en cuenta por el
derecho.

Esta teoría, si bien aún conserva su aplicación practiva, se ha visto menoscaba y ha dejado de
ser el principio rector de la responsabilidad extracontractual en virtud de las nuevas
necesidades jurídicas que conlleva la evolución social. Su aplicación practica ha presentado
inconvenientes como son la prueba (que siempre queda a carga de la victima, de acuerdo al
principio general de que quien alega un hecho debe probarlo). A fin de agiornar los conceptos
se han estructurados teorías como la de la responsabilidad objetiva y la de garantía.

Se llama responsabilidad objetiva a los sistemas que se oponen al sistema de responsabilidad


subjetiva basada en la culpa. Se alude, en particular, a la teoría del riesgo y demás
concepciones similares. Expresan sus exponentes que la obligación no es, ni en el plano
contractual ni en el plano extracontracutal, un conculo jurídico que liga al acreedor y al
deudor; en consecuencia, la responsabiliad debe dejar de lado el factor psicológico y personal
y debe costituirse explusivamente sobre la base de una relación puramente objetiva,
patrimonial. Cuando se ha dañado un patrimonio en razón de la expansión de la actividad de
otro patrimonio, no tiene sentido hablar de culpa, lo único que procede es restablecer el
equilibrio objetivo entre ambos ordenes económico-patrimoniales.

En nuestro ordenamiento, al margen de la aplicación del Código Civil, que ha normatizado la


responsabilidad en base a la culpa, el legislador también ha dictado leyes como son las de
accidentes de transito o el código de aeronavegación, donde se recoge los postulados de la
teoría del riesgo.

Cabe mencionar que la responsabilidad emergente de los hechos ilícitos se trata en nuestro
código civil a propósito de las fuentes de la obligación, en el titulo I, del libro IV. Conforme con
las directivas de la escuela del derecho natural, Narvaja estima que existe un paralelismo entre
las diversas fuentes de la obligación, y estudia primero, en general, los contratos, y luego los
hechos no contractuales que pueden dar irgen a obligaciones, y que son hechos licitos
(cuasicontratos) o hechos ilícitos (delitos y cuasidelitos).

ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL: La enunciación de estos elementos permite


descurbri si en cada uno de tales casos concretos se da realmente una hipótesis de
responsabilidad civil. Estos son aquellas circunstancias o condiciones de existencia
normalmente necesarias y suficientes para configurar el nacimiento, en un caso dado, de la
obligación de reparar que está en la base de la responsabilidad civil. Todas ellas deben
formalmente concurrir para que nazca la obligación de reparar, aunque la falta de alguna no
excluye el nacimiento de la obligación, siempre que dicha excepción se encuentre
contemplada en la ley.

Es importante señalar que la enumeración de estos elementos solo es valida en un


ordenamiento y tiempo determinado en atención a que depende exclusivamente del concepto
de responsabilidad imperante en el lugar y época en que se encuentre el análisis de los
mismos, y esto depende siempre de la evolución social y las necesidades legales de época.

Por un lado, Amenzaga establece que los elementos de la responsabilidad civil son cuatro: la
violación al derecho ajeno, el daño o perjuicio causado, la imputabilidad (que es el elemento
subjetivo de la culpa) y el nexo causal. Por otro lado, Delle Piane lo reduce a tres elementos: el
hecho ilícito, el daño y el dolo o la culpa. Por ultimo, Peirano Facio, al analizar el art. 1319,
establece cuatro elementos: el hecho ilícito, el perjuicio (daño a otro), el dolo, culpa o
negligencia y el nexo causal.

EL HECHO ILICITO: Peirano no ofrece una definición de lo que la norma considera el hecho
ilícito, no l limita a tal o cual cosa, simplemente realiza el análisis de la norma en virtud de
cualquier hecho ilícito. El hecho ilícito es un supuesto básico para que surja la obligación de
reparar. No obstante, explica que la doctrina uruguaya expone dos conceptos distintos sobre
este elemento. El primero, y dominante, asimila los términos licito y legal y afirma que es licito
todo lo que no esta prohibido expresamente por la ley, e ilicto, todo aquello que ella prohíbe.
La segunda concepción entiende la palabra ilicto en un sentido mucho mas amplio. Dice que si
bien la ley puede prever todos los ataques al orden social que por su gravedad merecen
represión (penal), ella, por el contrario, se encuentra en la imposibilidad de prever todos los
actos dañosos o perjudiciales respecto de los particulares, y de determinar por adelantado, a
los efectos de adecuar a ellos la reparación consiguiente, el daño que de ello eventualmente
emergerá. De acá se deduce que en viertas oportunidades pueden existir acciones que no
siendo ilícitas en sí mismas den, sin embargo, origen a daños qe constituyan cuasidelitos que
engendran responsabilidad, esto es, hay hechos que la ley no prohíbe y, que sin embargo, son
ilícitos.

En nuestra doctrina, dice Peirano Facio, Amenzaga expresa que no basta que un acto no esté
prohibido expresamente por la ley para afirmar su carácter ilícito, considera que si bien la ley
establece que es esencial que exista un acto ilicto para que surja la responsabilidad, no es
menos cierto que la ley no proporciona un criterio exacto de ilicitud. Por otro lado, Delle Piane
se inclina por el criterio dominante afirmando que la ilicitud en el sentido que debe otorgarse
al art. 1319 CC, se configura cuando se viola un precepto legal.

En cuanto al concepto de hecho ilícito según el CC, dice Delle Piane que ni el sentido actual de
la palabra ilicitud ni el contexto del CC, ni sus antecedentes, permiten afirmar que a los efectos
del art. 1319, el único criterio de ilicitud es el de la ilegalidad del acto, y, como lo ha
interpretado la jurisprudencia nacional, se refiere no solo a lo que no es legal, sino también a
lo que es contrario al orden público, a las buenas costumbres o a la moral.

Prueba de la ilicitud: de acuerdo a nuestro régimen y aun cuando el CC no lo diga


expresamente, los actos humanos se deben presumir licitos, lo que coincide con el principio de
materia probatoria por el cual corresponde probar los hechos a quien los alega, esto es, que
quien invoca un hecho ilicto de otra persona le ocasiono un daño, debe probarlo.
El hecho humano: ahora corresponde establecer que con hecho ilícito no solo se refiere a algo
contrario a la ley, al orden público, a las buenas costumbres o a la moral, sino que un hecho es
un acto u omisión, algo que se hizo o algo que debería de haberse hecho y no fue así.

LA CULPA: En nuestro ordenamiento la culpa es, en general, un supuesto básico de la


responsabilidad y sigue constituyendo el fundamento básico de la misma. La culpa en sentido
amplio, como elemento de la responsabilidad civil comprende los conceptos de dolo, culpa (en
sentido estricto) y negligencia. A diferencia de la ilicitud que es un elemento de carácter
jurídico, o del daño o del nexo causal que son elementos de carácter material u objetivo, la
culpa es un elemento de la responsabilidad civil puramente psicológico que tiene relación con
requisitos o circunstancias internas, subjetivas del agente que comete el evento ilícito dañoso.

Ahora cabe analizar la exigencia de capacidad que dispone el CC en el art. 1320 a fin de poder
considerar que un sujeto es capaz de actuar con culpa y ser pasible de responsabilidad civil, si
no reúne dichos requisitos, la persona será jurídicamente incapaz de responder por
responsabilidad extracontractual. A dichos efectos lo que establece el mencionado art. Es que
no son capaces de delito o cuasidelito los menores de 10 años ni los dementes.

En este punto es necesario ahora analizar los conceptos englobados dentro del vocablo culpa
generica), esto es: dolo, culpa (estricto) y negligencia. En cuanto al dolo es la misma norma que
lo define diciendo que existe siempre que el hecho ilícito se ha cumplido con intención de
dañar, para que exista dolo debe reunirse dos elementos: la conciencia del acto que se esta
ejecutando y de sus resultados, y la voluntad, no solo encaminada a cumplir dicho acto, sino a
perseguir con el mismo las consecuencias dañosas que caracterizan el delito civil. Por lo que
se refiere a delitos civiles el dolo debe ser apreciado in concreto, esto es, debese analizar el
acto ilícito en cuestión y aclarar si en ese determinado acto la conducta especiica fue
impulsada por la voluntad deliberada de dañar, el juez debe examinar la conciencia del autor
del hecho ilícito, ya que la intención a la que hace mención la norma solo puede conocerse
analizando los móviles que guiaron la conducta del ofensor.

Se debe destinguir el elemento dolo en el delit y en el cuasidelito. Será delito si el agente actuo
con dolo, esto es, si deseo el daño ajeno, si tuvo intención de perjudicar; será cuasidelito si el
agente actuo solo con culpa o negligencia, esto es, si el daño no fue querido en si mismo
aunque haya sido deseado el hecho que lo produjo.

Respecto a la culpa (en sentido estricto) expresa Peirano Facio que el art. 1319 se refiere a la
culpa como causación moral de un hecho, esto es, cuando el hecho es imputable (moralmente)
a la persona que lo ha cometido con intención de dañar estamos frente al dolo; cuando el
hecho es imputable (moralmente) a una persona que lo ha cometido sin intención de dañar,
estamos frente a una hipótesis de culpa o de negligencia. Entonces, hay culpa cuando una
persona, además de ser autora material de un hecho, es, a los ojos del derecho, autora moral
del mismo, o sea, es autora psicológica de dicho hecho, por haber actuado respecto de él con
conciencia y voluntad, pero siempre que no se haya perseguido la finalidad de dañar a otro
sujeto, es una imputación psicológica de determinada acción a determinado individuo.

De acuerdo a lo antes dicho respecto a que la culpa es un acontecimiento evitable, debe ser
acreditada para que se configure la responsabilidad extracontractual, correspondiendo la
carga de la misma al damnificado que invoca en su favor el surgimiento de la obligación de
reparar.
Por ultimo, la negligencia, según Delle Piane, alude a que los hechos ilícitos pueden ser
cometidos por omisión. El CC al emplear la palabra negligencia estaría haciendo referencia a
aquelos hechos culpables que se realizan con la omisión de actitudes impuestas por un deber.

EL DAÑO: Es el tercer elemento que integra la configuración de la responsabilidad civil ya que


donde no hay interés no hay acción.

El estudio del daño en orden a la responsabilidad extracontractual puede ser encarado desde
dos puntos de vista principales; según el primero se enfoca el daño como un elemento
constitutivo de la responsabilidad civil, apreciando su concepto, naturaleza formas y
caracteres; según el segundo punto de vista, no se estudia el daño en s{i mismo considerado,
sino en cuanto a las cuestiones que suscita su reparación, analizando tanto la extensi{on de
ésta (daños directos e indirectos, previsibles e imprevisibles, etc.) cuanto las modalidades de la
misma (reparación en natura, por equivalencia, etc.).

El daño debe, indudablemente, ser considerado como elemento integrande de la


responsabilidad extracontractual, esto es válido tanto desde el punto de vista doctrinario, de la
norma y de la jurisprudencia.

Nuestro código no posee una definición expresa de daño. El art. 1319 exige para la
configuración de la responsabilidad extracontractual que exista un daño pero no dice en que
debe él consistir, y el art. 1323 da idea de la extensión del mismo pero tampoco ilustra acerca
de su propia naturaleza. De acuerdo a la tenencia dominante se incluye en la idea de daño el
concepto de antijuridicidad. El daño es la disminución o sustracción de un bien jurídico o la
lesión de un interés legalmente tutelado, son los perjuicios que in individuo sufre en su
persona y en sus bienes jurídicos, con excepcon de los que se irrogue a si mismo el
perjudicado.

Por lo tanto, el concepto de daño se integra de dos elementos: con un elemento de hecho, el
perjuicio, y con un elemento de carácter jurídico, el atentado o la lesión de un derecho.

Dice Peirano Facio que en nuestro derecho debe aceptarse la idea del daño como simple
perjuicio de hecho en virtud de tres argumentos principales: el primero deriva del texto de la
norma cuya letra exige simplemente la existencia de un daño, sin requerir que se trate de un
daño antijurídico. El segundo argumento expresa que no es necesario que el daño afecte un
derecho de la víctima sino meramente que produzca a ésta un perjuicio de carácter factico o
material. El último argumento refiere al proyecto de CC de Acevedo el cual posiciona al daño
configurado por el solo perjuicio material, sin que sea exigida la lesión de un derecho.

Entonces, se puede afirmar que daño es la diferencia, perjudicial para la víctima, entre su
situación antes de sufrir el hecho ilícito y después del mismo.

Para que el daño de lugar al surgimiento de la obligación indemnizatoria debe reunir ciertas
características, aunque no están precisadas por la ley. Estos son: que el daño sea cierto,
personal a la víctima, el monto de lo reclamado, los daños futuros si los hay, que no haya sido
reparado y que sea antijurídico y directo, etc.

Que sea un daño cierto significa que el perjuicio sea real y efectivo, no meramente hipotético y
eventual. A de tenerse en cuenta que un daño no deja de ser cierto por el hecho de que su
cuantía sea incierta, indeterminada o de difícil apreciación, o porque resulte más o menos
dificultoso acreditarlo. Esto es lo que suele pasar cuando el perjuicio que sufre la victima
consiste en la pérdida de una oportunidad (chance) más o menos probable de realizar una
ganancia o de evitar una perdida. La certeza del perjuicio se configura con absoluta
independencia del monto del mismo.

Sin perjuicio de lo antes dicho, en la práctica y jurisprudencialmente, se requiere que el


perjuicio sea serio y apreciable, traducido a un monto monetario concreto. El daño esta y el
perjuicio existe, el monto del daño solo será una cuestión de hecho que le permitirá a la
víctima resolver sobre si accionar o no judicialmente.

Respecto al daño futuro, por el contrario del lucro cesante (es una privación de la ganancia que
se refiere al daño que se realiza con posterioridad al hecho ilícito), refiere a un daño cuyas
consecuencias perjudiciales todavía no se han realizado al tiempo de entablarse la demanda de
responsabilidad, aún cuando su existencia sea desde ya cierta. El problema más importante
que plantean los daños futuros es el de su valoración.

El daño eventual equivale al daño que no es cierto, o sea, el daño meramente fundado en
suposiciones o conjeturas. Este tipo de daño no se admite en nuestra jurisprudencia.

Para que se configure el daño a los efectos de la responsabilidad extracontractual es preciso


que èl no haya sido reparado. En caso de que un tercero haya realizado tal acto reparador, es
este quien se subroga en el derecho de la víctima para reclamar al ofensor el pago del daño.

A los ya mencionados caracteres del daño la doctrina suele agregar el que se expresa diciendo
que él debe ser personal a quien demanda la reparación y apoya este requisito en el
tradicional aforismo “donde no hay interés no hay acción”.

En cuanto al daño antijurídico y daño directo expresa Peirano Facio que la mayoría de la
doctrina suele exigir que el daño lesione no simplemente un interés material del ofendido sino
que además lesione un derecho del ofendido. En cuanto al daño directo esto se relaciona con
que el daño este en estricta vinculación con el hecho ilicito, lo que se vincula con el nexo
causal, otro elemento de la responsabilidad extracontractual.

Respecto al daño moral, nuestro derecho es favorable a su reparación. De acuerdo al principio


de reparación que constituye la base de nuestro sistema de responsabilidad extracontractual,
la norma es que aquel que produce un daño a otro debe cargar con la remoción de los efectos
de dicho daño, sea cual fuera la naturaleza del daño de que se trata. El daño moral debe estar
sometido a las prescripciones generales relativas al daño en el sentido de su certeza,
extencion, etc. Incluso debe también estarlo en lo que se refiere a la prueba, aunque es obvio
que en esta materia no podrá exigirse una prueba de carácter directo, sino que ella deberá
producirse fundamentalmente por medio de presunciones. (hoy en dia, por los avances
tecnológicos, el daño moral es factible de prueba documental).

NEXO CAUSAL: es la necesaria relación entre la existencia del daño y la conducta del ofensor
responsable, señala la necesidad de un ligamen de causa a efecto entre la acción humana y el
daño producido. Lo mas importante a este respecto es la caucion del daño, esto es, que se
haya causado efectivamente el daño, sin importar si éste es mediato o inmediato. Hay causa
cuando una cosa ocurre después de la otra, pero de modo tal que sin la primera no hubiera
sucedido la segunda.

La correcta expresión del principio de causalidad es “todo lo que llega a ser tiene su causa”, y
la causa es el influjo proveniente de otro ser que hace que una cosa sea lo que es. De este
modo la relación de causalidad puede ser definida como el lazo que se establece entre dos
fenómenos cuando uno de ellos debe sy existencia al otro.
Aplicada esta nocion al mundo jurídico podemos afirmar que entre dos fenómenos existe
relación de causalidad cuadno uno de ellos existe o subsite en razón de la existencia del otro.

Corresponde ahora distinguir la causalidad de la culpabilidad. La nocion de culpa responde a la


idea de un quid subjetivo, se analiza los motivos que tuvo el sujeto; la nocion de causalidad,
por el contrario, nos brinda la idea de un fenómeno rigurosamente objetivo, que no entrea, en
absoluto, en el ámbito de la psicología y de la mente humana. Existe entre culpa y causalidad
una diferencia esencial que se funda en un diferente criterio de su imputación, pudiendo
existir independientemente la una de la otra.

El punto central de la teoría de la causalidad es cuando existe un daño por la particupacion de


pluralidad de causas, hay que determinar cual de las causas que aparentemente han incidido
en la producción del daño es realmente causante del mismo. También la teoría se encuentra
con el problema de determinar cual de todos los eventos o sucesos que provocan el daño es la
causa real del mismo; a esto se le llama perjuicios directos e indirectos.

En cuanto a la pluralidad de causas, todas las causas que acompañan un hecho e inciden en su
producción se denominan concausas y lo que hay que averiguar es cual de las concausas es la
verdadera productora del daño o si el daño resulta de la conjunción de todas ellas.

A fin del planteo que se viene de hacer, surgen 2 grandes posiciones para determinar el
problema de las concausas: a) equivalencia de las condiciones o condictio sine qua non,
sostiene que todas las concausas, puesto que concurren para la producción del daño, deben
ser consideradas causas del mismo sin que haya lugar a distinguir entre ellas en razón de su
importancia; b) constituido por doctrinas que parten de la base de que es preciso, y aun
necesario, proceder a dicha distinción.

La teoría de la equivalencia de condiciones fue formulada inicialmente por Von Buri, autor
alemán, cuya idea central es que todas las fuerzas de que se compone una consecuencia
jurídica reprimida son igualmente esenciales para ésta, de un evento dado todas las concausas
o condiciones peerxistentes tienen el mismo valor. Nuestra norma, en atención a lo dispuesto
en el art. 1323 en concordancia con el art. 1331 del CC, rechaza la tesis de la equivalencia de
condiciones en cuanto dispone la responsabilidad proporcional de todas las personas que
intervengan en la causa de un cuasidelito. El CC, por el contrario, ha seguido el criterio opuesto
ordenando una jerarquización entre las conductas de los diversos autores del hecho ilícito, a
cuya jerarquización, precisamente, manda adecuar la responsabilidad en razón del hecho
ilícito cometido.

Respecto a la segunda posición para determinar el problema de la concausa encontramos dos


teorías dominantes. La primera es la causa adecuada y la segunda la teoría de la causa
eficiente.

Con respecto a la teoría de la causa adecuada la misma expone que es preciso llegar a deducir
de ese conjunto de condiciones una que posea la calidad de causa y a la cual podamos
atribuirle la producción del evento. Para ello se deberá analizar el hecho de forma abstracta y
determinar cuál de las condiciones produce igualmente el resultado obtenido.

La teoría de la causa eficiente que tiene como máxime expositor a Stuart Mill, el cual dice que
deben considerarse causas todos los antecedentes que concurren a la producción de un
evento; en cambio, según el concepto tradicional, solo debe considerarse causa, en el sentido
que aca nos interesa, la que propiamente denomina la filosofía como causa eficiente, esto es,
aquella que por su propia acción es productora de un efecto dado. Se trata de averiguar cual
de las causas ha contribuido más poderosamente a que el efecto del daño sea logrado.

Nuestro CC recoge este principio de la causalidad eficiente ya que sostener que el daño debe
ser reparado por varias partes coautoras del mismo en la proporción en que cada una ha
contribuido a la producción del daño, importa aplicar el criterio de las condiciones mas o
menos eficientes, y por ende, de la causa eficiente.

Corresponde ahora analizar la situación que se plantea cuando incide sobre el nexo causal
alguna de las situaciones que se denominan caso fortuito o fuerza mayor. En tales
circunstancias, puesto que el perjuicio no proviene de la acción de persona alguna, no se
podría plantear un problema de responsabilidad. Respecto al caso fortuito, para que el mismo
concurra, debe reunir tres características esenciales: la irresistibilidad, el no haber sido
causado por el presunto ofensor, y la imprevisibilidad, si no concurren estos tres requisitos,
aun cuando la causa del accidente sea desconocida, no estaremos ante caso fortuito.

FUENTES DE LA RESPONSABILIDAD: Circunstancias o hechos que por su propia naturaleza


hacen surgir la responsabilidad extracontractual.

El hecho propio: Tradicionalmente suele decirse que la responsabilidad por hecho propio
edictada por el art. 1319 CC constituye el régimen común y básico de la responsabilidad, por lo
que se le suele llamar “responsabilidad simple”. De acuerdo a tal concepción el principio
matriz del cual derivan todas las otras responsabilidades específicas que se encuentran en la
ley (incluso las del art. 1324 CC) está dado por el art. 1319 CC. Y el intérprete, siempre que se
encuentre frente a casos de los cuales no existe norma legal expresa, debe acudir a él a fin de
solucionar la situación jurídica planteada. La principal consecuencia práctica de este criterio
radica en considerar que salvo la disposición del art. 1319, todos los textos de responsabilidad
son de carácter puramente excepcional, por ende, de interpretación estricta, correspondiendo
que en caso de duda sobre la norma que debe aplicarse, se haga regir el texto del art. 1319,
con todas las considerables consecuencias prácticas respecto de la carga de la prueba, de la no
existencia de presunciones de culpa, etc.

Suele destacarse por los autores que el art. 1319 debe ser aplicado en los casos en que el daño
ha sido causado por un hecho propio del hombre, destacando asi la necesidad de que el hecho
ilícito de que se trata sea consecuencia directa de la actividad psico física del sujeto de
derecho.

La jurisprudencia ha decidido que para que se aplique el 1319 es menester que el hecho
doloso culpable o negrligente que ha causado el daño sea propio a la persona del ofensor, esto
es, que le pueda ser referido directamente.

La responsabilidad simple o por hecho propio es aquella que exige la producción directa o
personal del daño, sin intermediarios, ya sean éstos personales o reales. Corresponde anotar
que dicho artículo rige aun cuando la persona causante del daño no es el ofensor principal y
haya actuado solo a título de coautor o cómplice.

En esta situación de responsabilidad deben concurrir aquellos cuatro elementos (hecho ilícito;
dolo, culpa o negligencia; daño ; nexo causal), y la existencia de todos ellos debe ser acreditada
por el que invoca en su favor el surgimiento de la responsabilidad.

Hecho ajeno: es una de las “responsabilidades complejas”. En principio debe entenderse que
el hombre solo responde por los daños que causa directamente con su hecho persona, y que
para que responda de otro modo es preciso una razón jurídica especifica. Esta razón puede
hallar su origen en la voluntad particular (garante), pero también peude tener su origen con
independencia de toda convención, en un mandato expreso de la ley, lo que ocurre
justamente con la responsabilidad por hecho ajeno.

Los arts. 1324 y 1325 son el foco de la responsabilidad por hecho ajeno, aunque en específico
se aplica el art. 1324.

La jurisprudencia uruguaya ha interpretado que el art. 1324 señala una solución de carácter
excepcional y que por ello sus disposiciones son de interpretación estricta, no pudiendo
extenderse a otros casos que no sean los expresamente mencionados por la ley. La misma
solución corresponde aceptar si se tiene en cuenta que el mencionado artículo establece una
presunción, y que éstas deben ser interpretadas con criterio restrictivo; que las normas legales
relativas a la responsabilidad indirecta derogan el derecho común y deben, por tanto, limitarse
a los casos expresamente establecidos por ley; que la responsabilidad por hecho ajeno es
excepcional, puesto que el principio general establece que la culpa no debe perjudicar sino a
su autor.

Por el contrario, parte de la jurisprudencia y doctrina, y posición que toma Peirano Facio,
manifiesta que el art. 1324 contiene una norma de carácter general, no debiendo interpretarse
dicho artículo de manera restrictiva ya que el inc. 1° tiene una acepción muy extensa al
mencionar “todas las personas que tienen a otra bajo su dependencia” estableciendo que en
estos casos hay también una presunción de culpa y no limitándose, así, a las situaciones que el
mismo artículo menciona posteriormente.

La idea básica que preside la regulación que formula la ley acerca de la responsabilidad por el
hecho de otro en el art. 1324, radica en que el orden jurídico impone a ciertas personas que
disponen de autoridad de derecho o de hecho sobre otras, el deber de emplear esa autoridad
para impedir que estas personas provoquen un daño, y en caso de que así no lo hiciera, las
sanciones por el daño que puedan cometer dichas personas que de las primeras depende. No
obstante, el art. 1326 establece expresamente que las personas responsables de acuerdo art.
1324 pueden repetir lo que han debido pagar a terceros por concepto de indemnización
(acción de reversión), sobre los bienes del autor del hecho ilícito, salvo que éste último no
fuera capaz de delito o cuasidelito, o que hubiera actuado por orden, o cuando menos con
conocimiento del civilmente responsable.

A este respecto conviene señalar que los casos que el art. 1326 indica como excluyentes de la
acción de reversión no pueden considerarse verdaderas excepciones a lo que se acaba de
decir. N efecto, en estos casos se excluye la posibilidad de la reversión porque en los mismos,
propiamente hablando, no se responde del hecho ajeno, sino del hecho propio. Si la persona
que comete el hecho ilícito actua con conocimietno, o mejor aun, por mandato del vivilmente
responsable, debe entenderse que en realidad el hecho ilícito no es un hecho ajeno, sino que
es un hecho del propio responsable, puesto que deben excluirse de las hipótesis de daños
causados por hecho ajeno, los daños que, aunque materialmente realizados por una tercera
persona, deben jurídica y moralmente ser imputados a la propia persona que se tiene por
responsable. Lo mismo puede decirse del daño causado por la persona que es incapaz a los
efectos de la responsabilidad delictual o cuasidelictual, puesto que desde el punto de vista de
este mecanismo de la responsabilidad, su acción debe ser asimilada al caso de los seres
irracionales o de las cosas. Siendo asi, es claro que estas dos situaciones que pueden aparecer
como excepciones al funaciomiento de la acción de reversión, no están constituidas por
hipótesis de hechos ajenos, sino por casos de hechos propios.

Por otra parte, el fundamento del art. 1324 no se encuentra en la culpa en la elección o la
cupla en la vigilancia, sino en un mero deber de garantía, afin, pero no idéntico a la idea de
responsabilidad, y cuyo deber ha sido impuesto por la ley al guardian de la persona que ha
cometido el acto ilícito.

Para que surja esta responsabilidad deben configurarse los siguientes elementos: el primero es
la existencia de un hecho ilícito (delito o cuasidelito) en la persona por la cual se debe
responder; el segundo es la necesidad de un lazo de dependencia entre esa persona y el
presunto responsable.

Corresponde señalar que el hecho ilícito de la persona por la cual se responde debe ser
cometido, como es obvio, frente a un tercero, es decir, frente a una persona diversa del patrón
o de aquel por el que se responde.

En cuanto al lazo de dependencia, cabe aclarar que, según nuestra ley, existe obligación de
reparar el daño causado por los demás siempre que exista una relación de dependencia entre
el causante material del daño y el presunto responsable. La dependencia es un concepto que
se ofrece con dos caras: por un lado implica en una persona (la del presunto responsable)
cierta nocion de autoridad, y por el otro supone (en el eventual causante del daño) un deber
de obediencia respecto de aquella persona.

En cuanto al vocablo “relación de dependencia” que utiliza en art. 1324, no da la idea de


subordinación pranente propia de una relación de trabajo, sino de una mera sujeción
ocasional, temporaria, o parcial para uno o varios asuntos determinados. Basta la mera
posibilidad de dar ordenes para que se configure el elemento del lazo de dependencia.

Corresponde ahora entrar al estudio de la presunción de la responsabilidad, que es el


elemento típico de esta responsabilidad por hecho ajeno y que se configura cuando se
acreditan el hecho ilícito de la persona por la cual se responde y la relación de dependencia.

La norma dice que para que no se impute el pago del daño a la persona responsable de su
dependiente, éste debe probar que ha actuado con las debidas diligencias tendientes a evitar
la ocurrencia del hecho ilícito. Hay una inversión de la carga probatoria. La culpa del hecho
ilícito se presume, no se debe probar. Es el civilmente responsable quien debe probar que no
existio culpa de su parte.

Por ultimo, es importante señalar que la responsabilidad por hecho ajeno es exclusivamente
civil en exclusión del derecho penal, la persona es civilmente responsable por lo que no debe
soportar mas que condenaciones de carácter civil. Además, ella no impide la subsistencia de
las restantes responsabilidades basadas en el art. 1319 CC, sino que se superpone a él. La
victima puede, si lo desea, actuar o bien contra el civilmente responsable, o bien contra la
persona que en forma directa causo el daño. Frente a la victima existen dos personas
responsables y ella puede elegir entre actuar contra una o contra otra, pero no puede hacerse
indemnizar sucesivamente.

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