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Todo acto voluntario realizado con o sin la intención de producir efectos jurídicos origina para su autor
la consiguiente responsabilidad, de manera que –dándose los otros supuestos para su generación-, las
consecuencias del acto son imputables a su autor, ya sea en cuanto a la reparación del daño que ese acto
haya podido producir por el no cumplimiento de las obligaciones contraídas (responsabilidad contractual),
ya sea por la ejecución del acto mismo (responsabilidad extracontractual) o, incluso, por la omisión de un
deber o por el ejercicio de un derecho en la formación del consentimiento que dan origen a un daño
(responsabilidad precontractual).
La responsabilidad, es uno de los principios fundamentales del Derecho en general y del Derecho Civil
en particular. En términos generales, se genera la responsabilidad con ocasión de la infracción a una norma.
Entendiendo por ésta todo precepto jurídico, sea de rango constitucional, legal o reglamentario, y aún de
carácter contractual.
Para Hernán Corral sería la necesidad efectiva o eventual, en que se encuentra una persona de hacerse
cargo de las consecuencias gravosas de un acto que se le atribuye como propio.
Siguiendo a Alessandri, “En Derecho Civil hay responsabilidad cada vez que una persona debe reparar
el perjuicio o daño sufrido por otra. Puede, pues, definírsela diciendo que es la obligación que pesa sobre
una persona de indemnizar el daño sufrido por otra”.
Hans Kelsen afirma que, desde un punto de vista lógico, la responsabilidad civil es un juicio normativo
que consiste en imputar a una persona una obligación reparatoria debido al daño que ha causado a otra
persona.
Lorenzo de la Maza expresa que “La responsabilidad civil es, en general, la obligación que contrae una
persona de indemnizar el daño causado a otra, como consecuencia del incumplimiento de una obligación de
que ésta es acreedora o que la ha hecho víctima de un delito o cuasidelito civil”.
Responsabilidad moral: La responsabilidad moral es aquella que deriva de los actos libremente
ejecutados. En otras palabras, surge de la violación de las prescripciones que plantea la ley moral en orden a
un adecuado ejercicio de la libertad, dado un supuesto específico.
Responsabilidad jurídica: aquella que implica la violación de deberes jurídicos y que genera
consecuencias de derecho.
Sancionatoria, aquella que se incurre por la violación de valores y bienes jurídicos que a la sociedad le
interesa resguardar en interés de un público general. Se diferencia de la anterior por la naturaleza del deber
incumplido, por la autoridad que impone la sanción, y por la sanción misma que se impondrá.
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Civil, aparece vinculada esencialmente al daño que sufre una o más personas individualizables y al
deber que tiene alguien de repararlo o compensarlo con medios equivalentes. Esta puede dividirse en
responsabilidad contractual, precontractual, extracontractual y post contractual.
Puede ocurrir que en virtud del no respeto del deber de información que impone la buena fe o porque se
pone fin a las negociaciones de forma repentina, se siguiese un daño, el que deberá repararse, pero al no
haberse perfeccionado contrato alguno, no podrá hablarse de responsabilidad contractual, sino que
“precontractual”.
El C.C. no contempla casos de esta especie de responsabilidad, pero se señala que en nuestro sistema son
casos de esta el establecido en el inc. final del art. 98 del C.Com., en virtud del cual debe indemnizar el
proponente que no da pronto aviso de su retractación, en el caso que el destinatario acepta en forma
extemporánea y el del art. 100 del mismo código, según el cual “La retractación tempestiva impone al
proponente la obligación de indemnizar los gastos que la persona a quien fue encaminada la propuesta
hubiere hecho, y los daños y perjuicios que hubiere sufrido”.
Sin perjuicio de lo anterior, se indica que la responsabilidad precontractual encontraría base en sede civil
en el art. 1546, que exige que los contratos se ejecuten de buena fe, exigencia que debe abarcar todas las
etapas del iter contracual, incluida, la etapa de preparación del contrato.
Responsabilidad post contractual: Es aquella que se origina con posterioridad al término del contrato,
ya que la buena fe exige que una vez extinta una relación contractual se respete el deber de reserva, de
forma tal que, aquella parte que tuvo acceso a cierta información privilegiada no debe proceder a su
divulgación, en caso contrario, y si de ello se sigue la causación de perjuicios, deberán éstos ser
indemnizados.
La Responsabilidad legal: Es aquella que se genera a raíz del incumplimiento de la ley. Debe
indemnizarse porque la ley señala que procede la indemnización. Por ejemplo, el Art. 2125 prescribe una
forma especial de reparación, en virtud de la cual la ley otorga valor al silencio considerándolo aceptación,
sin perjuicio de que además se deban resarcir los perjuicios que correspondan.
- Una primera posición sostiene que las normas de derecho común están dadas por las de la
responsabilidad contractual, así opinan, Claro Solar y Alessandri.
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Responsabilidad Civil Extracontractual
La responsabilidad civil extracontractual es aquella que proviene de los perjuicios causados por la
perpetración de un hecho ilícito, ya sea delito o cuasidelito, cometido por una persona en perjuicio de otra,
que no constituye la violación de una obligación contractual. O, aquella que se genera a raíz de la comisión
de un delito o cuasidelito civil, de ahí que también se le denomine responsabilidad delictual y cuasi
delictual.
Funciones
Reparar el daño causado, dejar a la víctima indemne. En este sentido se dice que tiene una función
compensatoria, pues supone compensar el desequilibrio que a consecuencia del daño se ha producido en el
patrimonio de la víctima.
Cuando se produce la violación del deber de no dañar a otro, el deber de prevención del daño muta en el
deber de reparar el perjuicio causado. Las normas de la responsabilidad propenden a la reparación de todo
el daño causado, salvo que el autor de este pueda acreditar una causal eximente o atenuante, que lo libere
íntegra o parcialmente de responder.
Pero, si bien, esta es la más clara función de la responsabilidad extracontractual, no puede dejarse fuera
otras como la preventiva, declarativa de derechos, punitiva, y de demarcación o fijación de límites de la
conducta.
De demarcación
Esta responsabilidad cumple la función de limitar las conductas. Nadie tiene derecho a actuar si con ello
causa perjuicio a otro que no debe soportar el daño.
Función preventiva
El sistema normativo de la responsabilidad impone a todas las personas, sean naturales o jurídicas, de
Derecho Público o Privado, tienen el deber de evitar causar un daño a otra persona; adoptar de buena fe y
conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca un daño o si ello es
inevitable hacer lo pertinente para disminuir su magnitud; y no agravar el daño ya acaecido.
Especial es aquella que opera respecto de la persona que ya ha sido condenada con anterioridad al pago
de una indemnización de perjuicios, de forma tal que, dicha condena, la disuadirá en el futuro de la
comisión de nuevos ilícitos civiles, en virtud del perjuicio económica que el desembolso de indemnización
le provocó.
Función punitiva
Se critica que esta función es propia de épocas remotas en las que aún no se había consolidado la
distinción entre responsabilidad civil y penal.
En atención a su fundamento, la responsabilidad delictual o cuasi delictual civil puede ser subjetiva u
objetiva.
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Sistema de responsabilidad subjetiva: es un sistema que se centra en la culpabilidad del autor del daño,
por tanto, se debe actuar con dolo o con culpa para que proceda la obligación de resarcir perjuicios, este es
el sistema acogido en nuestro código.
Según el art. 2329 inc. 1º “Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de
otra persona, debe ser reparado por ésta.” Los 2314 y 2284 también se refieren a este sistema. En efecto,
según la primera norma “El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro es obligado
a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito”, mientras
que la segunda norma también hace referencia a los delitos y cuasidelitos.
Se critica a esta teoría la dificultad que puede representar para la víctima del daño soportar el onus
probandi, y la consecuente indefensión que de ello se pudiese seguir.
Sistema de responsabilidad objetiva: En virtud de este sistema, la sola ocurrencia del daño y la presencia
del respectivo nexo causal hará nacer la obligación de resarcir perjuicios, al margen de cualquier
consideración basada en la culpa. También se le denomina responsabilidad estricta.
Criticas de Planiol:
Ventajas: Facilita a las víctimas el pago de las indemnizaciones, al no tener que soportar el onus
probandi respecto a la culpabilidad del agente; Resulta ser una responsabilidad justa, porque si un
hombre libremente decide ejercer una actividad peligrosa en su provecho, justo es que deba reparar los
daños causados.
En CC: Daño causado por animal fiero del que no se reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio,
art. 2327, no interesa la culpa o el dolo del que tiene esta clase de animales; Daño causado por cosas que se
arrojan o caen desde la parte superior de un edificio, art. 2328 establece un caso de responsabilidad estricta
de todos los que habitan dicha parte del edificio, debiendo indemnizar los perjuicios provocados, salvo que
se prueba la culpa de un persona en forma exclusiva, caso en el que, sólo ésta deberá responder.
En leyes especiales:
1. Decreto Ley 2222, daños causados por derrames de hidrocarburos y sustancias nocivas.
2. Código Aeronáutico, Ley Nº 18.916, art. 143 y siguientes establece la responsabilidad estricta del
explotador de una aeronave respecto la muerte o lesiones causadas a los pasajeros en el embarque, a
bordo del avión y durante el desembarque, se limita la indemnización a 4.000 UF, es un supuesto de
responsabilidad contractual. Además, se establece la responsabilidad objetiva del explotador de una
aeronave por los daños causados en la superficie a terceros, art. 155, este es un caso de
responsabilidad extracontractual.
3. Ley Nº 18.290 de Tránsito, responsabilidad del propietario y del tenedor del vehículo por los daños
que se causen con el vehículo. Es un caso de responsabilidad por el hecho ajeno, pero se admite
probar que se usó el vehículo en contra de la voluntad del dueño. Enseña la doctrina que se trata de
un caso de garantía legal de daños.
4. Daños causados por la aplicación de plaguicidas, art. 36 del DL Nº 3.557 de 1980 Ley sobre
protección agrícola, el que aplica plaguicidas responde objetivamente por los daños que ello genere.
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5. Daños causados por el uso de instalaciones nucleares, Ley 18.302 sobre seguridad nuclear,
responsabilidad objetiva que pesa sobre el explotador de una planta, instalación, centro, laboratorio
o establecimiento nuclear. El art. 56 establece una excepción; no se responde si el accidente se
produce por hostilidades de conflicto armado exterior, insurrección o guerra civil.
Garantiza la reparación de la víctima estableciendo el deber legal respecto de quien realiza la actividad
susceptible de causar daño o de quien corre el riesgo de accidente, de contratar un seguro de
responsabilidad. Este sistema se rige por las normas de los contratos, no responde a principios de
responsabilidad civil extracontractual. No es un modelo de ARC, sino una forma de trasladar el daño,
porque si bien la víctima sufre el daño se lo traslada a la compañía de seguros. Es una manera de garantizar
que el riesgo de determinada actividad será asumido por un tercero (asegurador), cualquiera sea su causa.
Hay que dirimir la concurrencia de la acción del seguro, y la acción de indemnización de perjuicios. En
el derecho nacional son compatibles, con la salvedad del enriquecimiento sin causa. El asegurador que paga
se subroga en las acciones que la víctima tenga contra el autor del daño, y esta solo puede demandar la
indemnización de daños no cubiertos por el seguro.
Comprende la acción y omisión. Por regla general comprende la acción, entendida como la existencia de
un deber general de conducta consistente en la abstención de lesionar intereses jurídicamente protegidos.
Excepcionalmente la omisión constituirá un hecho ilícito, y esto sólo ocurrirá una vez que se transgreda un
deber de conducta previamente establecido por el ordenamiento jurídico.
- Omisión impropia: Ocurre debido a una conducta que inicia el curso causal que lleva a la comisión del
ilícito. Su origen se encuentra en la acción misma, como operar con instrumentos que no están
higienizados conforme a la lex artis, o chocar por no encender las luces. Ejemplo: Médico que no
consulta si es alérgico a X medicamento.
- Omisión propia: Existe una omisión de conducta jurídicamente exigible sin necesidad que intermedie
una acción de por medio, por ejemplo, el salvavidas que decide no ir en busca de quien se ahoga en el
mar. Respecto a este tipo de omisión hay un problema de causalidad, por lo mismo, para que funcione
debemos entenderlo como la regla excepcional, aplicable únicamente cuando hay un deber de conducta
positiva. Es decir, tengo el deber de actuar en virtud de la ley, pero lo omito.
Se requiere que la acción u omisión del agente sea el resultado de su voluntad libre, en otras palabras, la
conducta debe poder imputarse al agente. Así, la capacidad es definida como la aptitud de discernir aquello
que es correcto de lo incorrecto y precaver ciertos cursos causales (2319).
La regla general en esta materia, como es tradicional, es la capacidad; todas las personas son capaces,
salvo aquellas que la ley declara incapaces.
i. El Demente
Alessandri lo define como aquel que al tiempo de ejecutar el hecho está privado de la razón por causas
patológicas. La doctrina, en general, se refiere a cualquier persona privada del uso de la razón esté o no
declarada en interdicción.
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En primer lugar, debemos señalar que el concepto jurídico de demencia no coincide con los conceptos
técnicos de la psiquiatría, y, en segundo lugar, si se analiza la legislación más moderna, puede apreciarse
que se está dejando de lado las anacrónicas denominaciones de “demente o loco” y en su lugar, se están
empleando voces más adecuadas y correctas, como “enajenado mental”.
La demencia, para eximir de responsabilidad, debe ser total, no imputable al ofensor (alcoholismo o
drogadicción - 2318) y contemporánea a la ejecución del hecho. Por ello, la demencia sobreviniente, es
decir, originada con posterioridad a la ejecución del hecho ilícito, no exime de responsabilidad.
Por otra parte, se ha sostenido que a diferencia de lo que ocurre en materia contractual, el demente que
ejecuta un hecho ilícito en un “intervalo lúcido”, será responsable, aun cuando se encuentre bajo
interdicción. Pero, si seguimos a Orrego, esto no sería así, ya que el demente lo sería en todo momento, y,
por ende, carecería de responsabilidad**.
¿Se aplica el 465 en materia extracontractual? “Los actos y contratos del demente, posteriores al decreto
de interdicción, serán nulos; aunque se alegue haberse ejecutado o celebrado en un intervalo lúcido. Y, por
el contrario, los actos y contratos ejecutados o celebrados sin previa interdicción, serán válidos; a menos
de probarse que el que los ejecutó o celebró estaba entonces demente”.
La mayoría, entre estos Alessandri y Ramos Pazos, sostienen que el artículo no se aplica en sede
delictual, porque la propia norma alude a la celebración de actos y contratos. Otros, como Pablo Rodríguez
Grez sostienen que no hay dificultades en aplicar el art. 465 en materia delictual, es más, sería
contraproducente no hacerlo, ya que si el demente está declarado en interdicción su representante no deberá
soportar el onus probandi si existe decreto de interdicción.
Ahora, si la causa de la inconciencia no se encuentra en un acto voluntario del autor del daño, sino que
proviene de un tercero o una causa externa que lo obliga, existe una causa de inimputabilidad. Por ejemplo,
una persona a la que drogaron, sonámbulo, hipnotizado y epiléptico.
El menor será inimputable por incapacidad en la medida que haya obrado sin discernimiento. Prescribe
el art. 2319 inc. 2º “Queda a la prudencia del juez determinar si el menor de dieciséis años ha cometido el
delito o cuasidelito sin discernimiento; y en este caso se seguirá la regla del inciso anterior”, es decir, si se
determina que el menor obró sin discernimiento deberá responder civilmente la persona a cuyo cargo esté,
si puede imputársele negligencia.
Es juez competente para pronunciarse sobre el discernimiento aquel que conoce del juicio de
responsabilidad. En materia criminal, cuando estaba vigente el discernimiento, era juez competente el
tribunal de menores.
El Art. 2319 en su inciso primero consagra la denominada responsabilidad del guardián, “No son
capaces de delito o cuasidelito los menores de siete años ni los dementes; pero serán responsables de los
daños causados por ellos las personas a cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles negligencia”.
El fundamento de la responsabilidad del guardián es su propia negligencia, en otras palabras, por su falta
de cuidado el incapaz ha causado un daño el que, de haberse respetado el debido deber de cuidado, no se
hubiese producido. Luego, el guardián carece de acción de reembolso sobre bienes de incapaz (2325).
A. Responsabilidad simple: Es la que se origina de un hecho personal, o sea, de un ilícito civil cometido
por sus órganos.
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Alessandri explica que el ilícito civil debe cometerse en ejercicio de las facultades del órgano respectivo,
por tanto, en la situación contraria, no surge responsabilidad para la persona jurídica, como si el director se
una SA golpease a una persona. Si el consejo de administración de una sociedad anónima acuerda hacer una
competencia desleal a un competidor, registrar como propia una marca de fábrica ajena, destruir la
propiedad del vecino para ensanchar sus locales, acuerdos que el gerente o el presidente cumplen, la
persona jurídica será personal y directamente responsable del daño que así se cause. El delito o cuasidelito
del órgano es el delito o cuasidelito de la persona jurídica.
3. EL DOLO Y LA CULPA
El hecho no sólo debe ser un hecho ilícito, sino también culpable, en el sentido de que ha de poderse
dirigir un juicio de reproche personal al autor. Este juicio de reprochabilidad puede fundarse en la comisión
dolosa o culposa.
Cuando el hecho ilícito es cometido con dolo, estamos frente a un delito civil. Cuando no hay dolo, pero
si negligencia o culpa, habrá un cuasidelito civil.
El Dolo
La definición legal del dolo la encontramos en el inciso final del Art. 44 del Código Civil, que señala;
“El dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro”. Esta es una
concepción estricta que sólo corresponde al dolo directo.
a. Directo y Eventual;
En Derecho Penal se distingue, señalando que directo es aquel en que se ha obrado con la clara intención
de producir un daño. Y eventual es aquel en que se realiza una acción sin ánimo de causar un daño, pero el
agente se representa la posibilidad de que se pueda producirse y acepta su eventual causación.
El dolo directo tiene como propósito de la acción precisamente dañar y, por ello, la conducta es
considerada per se ilícita y genera siempre responsabilidad para su autor.
- Alessandri opina que no, porque el autor del daño no ha querido provocarlo, o sea, aunque haya podido
preverlo, no se configura el dolo. Por tanto, no basta la conciencia de que se pueda causar un daño, es
menester que exista la intención de causarlo. La mera representación y aceptación del daño no son
constitutivos de culpa per se, sino en la medida que se incurre en contravención con un estándar de
cuidado debido.
- En contra opina Pablo Rodríguez Grez, señala que el dolo, en cuanto intención positiva de inferir injuria
a la persona o propiedad de otro, se satisface siempre que el autor del daño se encuentre en situación de
prever el resultado dañoso, a lo menos como probable; y debe aceptar tal posibilidad y estar en la
situación de realizar una conducta que excluya al daño.
El dolo debe apreciarse inconcreto, es decir, deberá tomarse en consideración las circunstancias
personales del autor del daño y determinar si en realidad, en la especie, tenía la intención de actuar
provocando un daño, ello a diferencia de lo que ocurre con la culpa, la que, según veremos, se aprecia
inabstracto.
Personas que responden por el dolo: Deberán responder por el dolo, y por tanto indemnizar los
perjuicios, el autor del dolo, sus cómplices y los que han obtenido provecho del dolo. En este último caso,
no es necesario que se tenga conocimiento del dolo, basta el enriquecimiento injusto originado en el dolo.
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Prueba del dolo: Debe aplicarse el ya conocido art. 1459, por lo tanto, el que alega el dolo deberá
soportar la carga de la prueba, ya que el dolo no se presume, salvo los casos en que el propio legislador ha
establecido la presunción en contrario.
La Culpa
Teoría tradicional: Enfoca la responsabilidad desde el punto de vista del sujeto que causa el daño,
considerando que la función de la indemnización era análoga a la pena.
Teoría contemporánea: Enfoca la responsabilidad en el cómo debió actuar una persona cualquiera en
esas circunstancias (sin considerar como actuó el sujeto atendidas sus circunstancias personales). La
culpabilidad aparece como un juicio normativo respecto a la acción u omisión consideradas en abstracto, de
modo que son irrelevantes los aspectos psicológicos o sociológicos del sujeto específico.
Alessandri, basándose en los art. 44, 2319 y 2329 del C.C. la define como la falta de aquella diligencia o
cuidado que los hombres prudentes emplean ordinariamente en sus actos y negocios propios.
La culpa no intencional o negligencia puede ser concebida como la inobservancia del cuidado debido en
la conducta susceptible de causar daño a otros. Así, la responsabilidad por culpa es objetiva, toda vez que
no supone un juicio de reproche personal, sino la comparación de su conducta con un patrón general y
abstracto. Esto se ve reflejado en la definición de esta del art. 44.
Por ser un criterio general, se usa la regla general, es decir, culpa leve.
Determinación de la culpa
La culpa ha de apreciarse en abstracto, esto es, comparando la conducta del agente con la que habría
observado un hombre prudente, el “buen padre de familia”, que es el paradigma del hombre medio
cuidadoso que utiliza el art. 44.
Ahora, si bien el examen no es en concreto (análisis de las circunstancias particulares y personales), este
de todos modos debe ser relativizado para ponerlo acorde con el nivel de especialización de las actividades
riesgosas. Así este “hombre prudente”, ha de serlo en virtud del prototipo de la actividad misma.
Para el agente causante del daño debe haber sido previsible el peligro de que su conducta sea capaz de
producir un daño. Esta posibilidad de previsión debe darse siempre en el contexto del modelo del hombre
medio u hombre prudente.
a. Prueba: la culpa se aprecia de forma objetiva, pero se valora en abstracto, el dolo se valora en
concreto.
c. Cláusulas de exoneración: 1465 no se puede exonerar el dolo, en el caso de la culpa si se hace una
interpretación literal del CC si se podría.
Ahora, para los efectos de construir responsabilidad extracontractual no importa si es atribuible el daño a
dolo o culpa ya que en ambos casos se debe indemnizar todo daño.
Al igual que el dolo, la culpa debe ser probada por quien la alega, y serán admisibles todos los medios de
prueba, sin existir limitaciones (testimonial). Sin embargo, en atención a la difícil carga de la prueba de la
culpa o dolo del agente, se han establecidos algunas presunciones simplemente legales de culpa:
Responsabilidad por el hecho ajeno; Responsabilidad por el hecho de las cosas; y Responsabilidad por el
hecho propio.
2329 – Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona debe
ser reparado por ésta. Son especialmente obligados a esta reparación:
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1° El que dispara imprudentemente un arma de fuego;
2° El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones
necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche;
3° El que, obligado a la construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un camino
lo tiene en estado de causar daño a los que transitan por él”.
Inicialmente, la doctrina consideraba que el art. No era más que una repetición de la norma del art. 2314,
cuya única peculiaridad consistía en citar algunos ejemplos del principio de responsabilidad por culpa.
Carlos Ducci en 1936, concluyó que la norma establecía una presunción de culpabilidad cuando el daño
proviene de actividades caracterizadas por su peligrosidad.
Los 3 casos que enumera esta disposición en su inciso 2°, constituyen presunciones de culpabilidad, y,
por ende, la víctima no debe probar la culpa, sólo tendrá que acreditar la comisión del hecho,
presumiéndose la culpa del autor.
De forma excepcional se responderá por los hechos ajenos, cuando una persona debe responder por el
“el hecho de aquellos que estuvieren a su cuidado” (2320 inc. 1).
2320 – Toda persona es responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que
estuvieren a su cuidado. / Así el padre, y a falta de este la madre, es responsable de los hechos de los hijos
menores que habiten en la misma casa. / Así el tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo
que vive bajo su dependencia y cuidado. / Así los jefes de colegios y escuelas responden del hecho de los
discípulos, mientras están bajo su cuidado; y los artesanos y empresarios del hecho de sus aprendidos o
dependientes, en el mismo caso. / Pero cesará la obligación de esas personas si con la autoridad y el
cuidado que su respectiva calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho.
Esto se fundamenta en el deber de vigilancia que se tiene respecto de determinadas personas. La persona
que tiene a otra a su cuidado sujeta a su control o dirección, debe vigilarla para impedirle que cause daños.
Y si este se causa, quiere decir que no empleó la debida vigilancia.
¿Es el Art. 2320 una norma taxativa? En realidad, no, existen otros casos, por ejemplo: El adoptante
responde por los hechos del adoptado; responsabilidad del naviero por los hechos de la tripulación; y el
propietario del vehículo responde por los daños que causa el conductor.
No existe regla general que haga responsable a una persona por los daños causados por objetos que le
son propios o que han sido puestos bajo la órbita de su vigilancia. Se trata sólo de casos específicos
enumerados por la ley, que no pueden extenderse a situaciones diversas a las descritas.
2326 – El dueño de un animal es responsable de los daños causados por el mismo animal, aun después
que se haya soltado o extraviado.
- Dueño:
El dueño del edificio es responsable a terceros de los daños que ocasione su ruina (2323), y en el caso
de ser una copropiedad, cada uno responderá por su cuota no existiendo solidaridad.
Este daño debe haberse producido por la ruina de un edificio, la que debe provenir de la omisión de las
necesarias reparaciones, o de haberse faltado de otra manera al cuidado de un buen padre de familia o a
un vicio de construcción.
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Bravíos o salvajes: los que viven naturalmente libres e independientes del hombre, como las fieras y peces (608).
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Pero para exigir la indemnización de perjuicios, será necesario que la víctima, cuando sea vecino del
edificio ruinosos, interponga y notifique la querella de obra ruinosa.
- Profesionales de la construcción:
- Municipalidad:
Cuando alguien sufre un daño por efecto de una cosa que es arrojada o que cae desde un lugar elevado,
responden todos los que habitan la parte del edificio desde la cual se ha arrojado o caído (sin
solidaridad). Salvo que se acredite culpa de una persona determinada, quien será el único responsable.
Existe una acción preventiva (acción pública) para que se remuevan de la parte superior de un edificio
objetos que amenacen caída y daño.
En virtud de este requisito, para que surja la responsabilidad extracontractual es necesario que exista una
relación causa-efecto entre la conducta del autor y el daño.
Según la Corte Suprema “entre un acto ilícito y un determinado daño hay relación causal cuando el
primero engendra el segundo y éste no puede darse sin aquel, en otros términos, existe relación de
causalidad cuando el hecho doloso o culposo es la causa directa y necesaria del daño.”
Dentro del ámbito extracontractual, este requisito se exige en los sistemas objetivo y subjetivo de
responsabilidad, al igual que el daño y a diferencia de la culpa.
En nuestro código no se encuentra estipulación expresa del principio, pero si en la legislación especial,
entre ellas:
a. La Ley Nº 18.287 sobre Procedimiento ante los Juzgados de Policía Local señala en su art. 14 inciso
1º “El solo hecho de la contravención o infracción no determina necesariamente la responsabilidad
civil si no existe relación de causa a efecto”.
b. La Ley de Tránsito (Nº 18.290) señala en el art. 171; “El hecho de la mera infracción no determina
necesariamente la responsabilidad civil del infractor, si no existe relación de causa a efecto entre la
infracción y el daño producido por el accidente”.
c. La Ley Nº 19.300 sobre bases Generales del Medio Ambiente, en el art. 52, inciso segundo prescribe;
“solo habrá lugar a la indemnización, en este evento, si se acreditare relación de causa a efecto
entre la infracción y el daño producido”.
En efecto, una persona podrá no ser condenada a pagar una indemnización de perjuicios debido a no
darse el nexo causal entre su conducta y el daño, aunque hubiese actuado con dolo o culpa, Alessandri, para
ilustrar esta situación nos propone el siguiente ejemplo: el que envenena a una persona, pero ésta no alcanza
a morir por el veneno, sino porque una persona, acto seguido, le dispara.
Por otro lado, la irresponsabilidad civil de una persona puede fundarse en la no existencia de dolo o
culpa, aunque sí exista relación de causalidad entre su conducta y daño, como en los daños accidentales.
En la actualidad la doctrina todavía intenta dar una respuesta definitiva a toda la problemática que nos
plantea la causalidad. En contra se ha dicho que la causalidad es problemática sólo en casos excepcionales,
y ello lo demostraría la desproporción entre los variados análisis del tema hechos por la doctrina y los casos
en que ha sido un verdadero problema para los tribunales.
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La dificultad no se presenta cuando ha sido una sola la causa del daño, en tal caso, es evidente que aquel
a quien puede atribuirse dicha causa será el único responsable civilmente. Pero la realidad es mucho más
compleja. En efecto, lo normal será que en la producción de un determinado resultado dañoso se presenten
concausas, es decir, no una, sino varias causas, de ahí se deriva el problema que debemos analizar, ¿deben
responder todos los autores de las causas o sólo algunos?, en definitiva ¿cómo determinamos qué causas
han sido las responsables de la producción del perjuicio?
Lo anterior ha sido muy bien ilustrado e ironizado por Binding, que señala el siguiente ejemplo, el
culpable del adulterio: aplicando la causalidad, se puede concluir que es responsable, además de los
adúlteros, el carpintero que hizo la cama en la que se perpetró el hecho.
Dentro de las teorías que han estudiado la relación de causalidad, podemos distinguir entre las empiristas
(equivalencia de las condiciones, causa adecuada, causa próxima, causa eficiente) y las normativas (teoría
de la causalidad como relevancia jurídica, teoría de la imputación).
Formulada por el filósofo John Stuart Mill y traída al derecho por un penalista alemán, Von Buri.
Se debe entender que todas las causas son equivalentes, indispensables para la producción del daño, de
forma tal que, si alguna de ellas no hubiese ocurrido, el resultado simplemente no hubiese acaecido.
Cada condición puede considerarse una causa del resultado final y, por tanto, todos sus autores deben
responder. Esta teoría utiliza el método de la supresión mental hipotética que consiste en una eliminación
mental de una condición, y si el resultado desaparece, debe concluirse que esa condición es causa del
resultado.
Críticas: Si bien es utilizada por la jurisprudencia, es también muy criticada por la doctrina, pues puede
llevar a conclusiones que van en contra de la razón y de la justicia. Recuérdese lo que decía Binding en
relación con el adulterio.
Esta teoría se basa en el pensamiento de Francis Bacon, según quien basta con considerar la causa
inmediata o próxima, no siendo necesario remontarse a un grado más distante. Por tanto, será causa el
hecho más próximo, aquel que es inmediato en relación con la producción del daño.
Esta teoría también ha sido criticada ya que no siempre el antecedente temporal más próximo es lo
determinante de un resultado, y para ello se plantea el siguiente ejemplo: hay un enfermo en una clínica
que es atendido por dos enfermeras, la primera quiere matarlo y para ello llena con droga una jeringa. La
otra enfermera, de buena fe, inyecta al enfermo estos medicamentos alterados por la primera enfermera.
Según esta teoría seria culpable la enfermera diligente.
Se debe considerar como causa aquella condición que es la más activa o eficaz en la producción del
resultado dañoso. Se critica que es difícil el establecimiento de criterios que fijen la jerarquía, prioridad o
la eficacia de las condiciones.
Según esta teoría, no todas las condiciones que general un resultado deben considerarse como causas de
este, sino que debe considerarse como causa sólo aquella condición capaz, por sí misma, de provocar el
resultado dañoso, en otras palabras, según esta teoría, sólo será causa aquella adecuada para la
producción del daño.
Pero no queda exenta de críticas: Confunde causalidad con la culpabilidad, ya que identifica la
adecuación con la previsibilidad; y no explica en forma correcta lo que sucede en los casos en que se
permiten conductas peligrosas y en las que el resultado dañoso es previsible, ej. el intento de desviar la
bala dirigida a un órgano vital.
Esta teoría intenta resolver el problema de la causalidad considerando no sólo los factores empíricos,
sino también los normativos, a diferencia de las teorías que acabamos de estudiar.
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Una vez que se llega al ámbito normativo se dice que sólo será causa aquella condición que sea relevante
en la producción del daño, aplicando lo establecido por la teoría de la causa adecuada.
Esta teoría es una mezcla entre la teoría de la equivalencia de las condiciones y la teoría de la causa
adecuada.
Esta teoría exige que el hecho y sus consecuencias sean previsibles y dominables. Por tanto, exige que el
sujeto se encuentre en condiciones de prever el resultado de la acción. El sujeto debe, además, tener el
dominio del resultado y en base a ello se determina la responsabilidad.
Prueba
Los hechos que den lugar a la relación causal deben ser probados por el demandante, porque se trata de
aquellos invocados para dar por probada la obligación indemnizatoria (1698).
La carga de la prueba se extiende a la demostración de que el hecho es condición necesaria del daño
(causa en sentido estricto) y a las circunstancias de hecho que permiten calificar el daño como directo.
5. DAÑO
Requisito fundamental, puede ser que se cometa un hecho con intención de dañar, pero si no se produce
perjuicio, no surge la responsabilidad civil, por ello se afirma que no hay responsabilidad sin daño.
La jurisprudencia lo ha definido como todo menoscabo o detrimento que una persona experimente, por
culpa de otra, sea en su persona, bienes o cualquiera de sus derechos extrapatrimoniales.
Nuestro C.C. no lo define, por lo que debemos recurrir a la doctrina, algunos autores definen al daño
como la lesión a un derecho subjetivo.
Para Alessandri el daño es “todo detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o molestia que sufre un
individuo en su persona, bienes, libertad, honor, afectos, creencias, etc”.
El daño resarcible será la lesión o afectación, sea de un derecho subjetivo reconocido formalmente, sea
de un interés en la satisfacción de necesidades o bienes humanos de carácter privado.
Es evidente que la protección que otorga el ordenamiento jurídico está dirigida a la protección de
intereses lícitos, aquello que es ilícito no es merecedor de los resguardos del Derecho. Así, el daño para que
sea indemnizable, debe afectar a un interés lícito o legítimo.
En principio, es lícito todo interés, salvo que sea contrario a las leyes o a las buenas costumbres.
Las víctimas que se encuentran en una situación ilícita, pero que han sufrido un daño, por ejemplo, el
que viaja en un medio de transporte sin haber pagado el correspondiente pasaje y sufre un daño a raíz de un
accidente de tránsito o el que ha cometido un hurto falta y es agredido por los guardias de un
establecimiento determinado. En estas situaciones, no obstante, la evidente ilicitud de la conducta de la
víctima, ésta ha sufrido un daño y podrá reclamar la correspondiente indemnización de perjuicios. Pero
podrá aplicarse el art. 2330 del C.C. y disminuir el monto de la indemnización basándose en la propia culpa
de la víctima, pero sin llegar a excluir su derecho a ser indemnizada.
Este requisito se desprende de ciertas formas verbales utilizadas por el legislador, por ejemplo; la voz
“inferido” que se utiliza en el art. 2314; la forma verbal “irroga” que aparece en el art. 2315; la forma
verbal “causado” del art. 2318, la que también se utiliza en el art. 2319, 2325 y en el art. 2328, entre otros.
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Que el daño sea cierto implica que debe ser real y efectivo, pudiendo ser futuro si su causa generadora ya
existe. No se indemniza por tanto el daño hipotético, incierto o eventual.
Son ejemplos de daño eventual citados por la doctrina, y, por lo tanto, no indemnizables; los ingresos
que podrían haberse recibido durante el ejercicio de una carrera que recién se está empezando a estudiar, el
riesgo de adquirir cáncer por parte de aquel que ha estado expuesto a una contaminación.
El menoscabo, pérdida, perturbación o molestia debe ser una consecuencia directa y necesaria del hecho
que lo provoca, es decir, debe estar causalmente relacionado con la acción u omisión culpable del agente. Si
no está presenta dicha relación de causalidad, el daño causado no deberá ser reparado, ya que se trata de un
daño indirecto.
Esto no ocurre si el daño es reparado por la propia víctima o por un tercero no responsable como una
agencia de seguros.
La doctrina discute sobre que ocurre en el caso de que el daño traiga consigo a la vez un beneficio (caso
ovejas). Se plantea que en aquél caso debe aplicarse una compensación entre lucro y daño reduciéndose el
monto de la indemnización. Para la doctrina moderna, es necesario que además el lucro provenga de igual
hecho ilícito y no de otro acontecimiento desconectado directamente del daño o que tiene título propio.
No se deben indemnizar todas aquellas molestias y daños de ínfima entidad connaturales de la vida en
sociedad, el daño indemnizable deberá poseer una magnitud o entidad apreciable.
Es misión del poder judicial estar atento y desechar toda acción de indemnización que, basándose en
daños de ínfima entidad, pretenda, de mala fe, convertir dichas molestias en fuentes de riquezas para los
presuntos afectados.
Vía recurso de protección se ha establecido qué debe entenderse por normal y tolerable, y no es tolerable
el ruido de gran intensidad proveniente de las autopistas, el ruido generado por la sede de un club deportivo
hasta altas horas de la madrugada.
Sabemos que en sede contractual si el incumplimiento obedece a culpa se indemnizan los daños directos
previstos, si existe dolo, se agrava la responsabilidad del deudor, el que pasa a responder, además, de los
daños directos imprevistos.
En sede extracontractual, tradicionalmente se dice que del art. 2329 se concluye que debe indemnizarse
tanto el daño previsible como el imprevisible, ya que tal norma habla de “todo daño”.
Pero la doctrina moderna ha matizado la afirmación anterior; debe recordarse que la previsibilidad es un
requisito de la culpabilidad, luego se es responsable sólo de los riesgos previsibles, además, la
previsibilidad juega un rol en la determinación de los daños causalmente conectados con la conducta
dañosa, es decir, es importante la previsibilidad a propósito del nexo de causalidad.
Daño directo es aquella consecuencia inmediata de la acción u omisión en que ha incurrido su autor. En
relación con este daño se cumple con el requisito de la relación de causalidad, por tanto, el daño directo es
un daño indemnizable.
Daño indirecto es aquel que no es consecuencia inmediata de una acción u omisión. Como no se cumple
con el requisito del nexo causal el daño indirecto no es indemnizable.
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2) Daño previsible y daño imprevisible
Se distingue entre daño previsible e imprevisible según si, es posible o no anticipar su producción.
DAÑO PATRIMONIAL
Daño patrimonial o material es aquel que consiste en una pérdida de índole pecuniaria, o sea, implica un
detrimento o disminución del patrimonio. Dentro de este encontramos el daño emergente y lucro cesante.
El daño emergente puede consistir en la destrucción o el deterioro de cosas que poseen valor económico,
en los costos en que ha de incurrir la víctima a causa del accidente, o bien, en un perjuicio puramente
económico.
En el caso del lucro cesante y por tratarse de un daño futuro, es difícil establecer el quantum, según
Corral, “lo indemnizable es el lucro frustrado en cuanto renta líquida, es decir, descontando los recursos
que el perjudicado hubiera debido invertir para producir la ganancia”.
La determinación del quantum es competencia exclusiva de los órganos judiciales, que deberán
desempeñarlo, caso por caso, valorando las pruebas practicadas y evitando la arbitrariedad. Para esta se
parte de lo que el reclamante haya alegado o deducido sobre el monto del resarcimiento y a resultas de las
pruebas efectuadas, quedando, en última instancia, a la prudencia y discrecionalidad del juzgador.
En este caso (patrimonial), la prudente decisión viene limitada por las valoraciones que los peritos
judiciales aporten a la causa.
- Multiplicador: Multiplicar las remuneraciones por el período de tiempo durante el cual se extiende
la incapacidad productiva. El problema estriba en que, la aplicación del mecanismo en examen importa fijar
una indemnización única y total. No es lo mismo recibir mensualmente una suma de dinero que obtener
inmediatamente el total de la reparación.
- Modelo matemático-financiero: debe establecerse un capital que genere una renta equivalente a la
remuneración que la víctima no podrá percibir debido al accidente. El problema es que dicho capital va a
formar parte del patrimonio de la víctima, configurándose un enriquecimiento injusto.
- Otro sistema, consiste en establecer un capital al cual se le realiza una deducción periódica que
incluye los intereses que genere, de manera tal que dicho capital se extinga completamente con el pago
íntegro de la indemnización por lucro cesante. Se trata de un cálculo financiero que la jurisprudencia, hoy
por hoy, no efectúa.
DAÑO MORAL
Se entiende por daño moral aquel sufrimiento o aflicción psicológica que lesiona el espíritu y se
manifiesta en inquietudes espirituales y pesadumbres. Esta concepción del daño moral ha sido
tradicionalmente aceptada por nuestra jurisprudencia, así la Corte Suprema ha sostenido que “el daño moral
existe cuando se ocasiona a alguien un mal, perjuicio o aflicción en lo relativo a sus facultades
espirituales; un dolor o aflicción en sus sentimientos”.
La doctrina moderna ha criticado este concepto clásico de daño moral, se ha señalado que se trata de una
noción sumamente restringida. Por tanto, se ha reformulado y ampliado a aquel que no afecta al ámbito
patrimonial de una persona, sino que un interés extrapatrimonial jurídicamente protegido.
La indemnización derivada de este daño no es reparatoria, sino que busca minorizar el daño causado por
el acto u omisión.
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Avaluación del Daño Moral
Lo primero que debemos decir es la inexistencia en nuestro Código de criterios objetivos para
determinar el quantum, de ahí se origina este problema que es uno de los aspectos de mayor difícil solución
que nos plantea el daño moral. A falta de este, la apreciación definitiva del daño moral queda entregada a la
discrecionalidad del sentenciador; así lo ha resuelto la jurisprudencia.
Los criterios que usa la jurisprudencia para la determinación del quantum indemnizatorio son las
circunstancias que rodean el caso, las que pueden ser:
a) Entidad, naturaleza y gravedad del suceso o acto que constituye la causa del daño: Debe tratarse de
hechos susceptibles de generar un daño moral, éste no debe poder atribuirse de una especial
sensibilidad de la víctima. Este criterio es particularmente aplicable en presencia de lesiones
corporales, en las que debe tomarse en cuenta la gravedad de dicha lesión.
c) Las consecuencias físicas, psíquicas, sociales o morales que se derivan del daño causado; su
duración y persistencia que impliquen convertirlo en un perjuicio moral futuro.
f) Las condiciones personales de las víctimas: Se han considerado circunstancias tales como la edad y
la calidad de autoridad de la víctima. En casos de injuria se ha considerado la calidad de hombre
público de la víctima, el sexo en casos de lesiones cometidas en contra de una mujer, la existencia de
hijos en supuestos de lesiones al útero.
Es evidente que los dos últimos criterios son cuestionables, y así lo ha sido tanto en la doctrina como en
la jurisprudencia.
La determinación del quantum no es revisable por la Corte Suprema por la vía del recurso de casación en
el fondo, es decir, queda entregada a la prudencia de los jueces del fondo.
Para la doctrina, por tratarse de un hecho, este deberá ser acreditado mediante todos los medios legales
de prueba, se trata de otra de las tantas aplicaciones de la norma básica del onus probandi del art. 1698.
En otros fallos, todavía más cuestionables, se ha estimado que ni siquiera es necesario la aportación de
probanzas indirectas, así, por ejemplo, se ha fallado que sería “obvio” el sufrimiento de la madre a raíz de la
muerte de su hijo.
No se trata de que deba probarse exactamente el monto del daño, pero a lo menos, se debe exigir que se
aporten antecedentes a partir de los cuales se pueda dar por acreditado el daño.
En concreto, respecto al precio del dolor, se presenta como medio de prueba idóneo las presunciones
judiciales y en casos de mayor necesidad se acudirá a informes de peritos. La prueba variará conforme a la
relación entre las personas, así un padre y un hijo tendrán una carga probatoria mínima, mientras que la
relación de amistad que amerite daño moral debe ser demostrado con mayor énfasis.
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CAUSALES EXIMENTES DE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
Generalidades
Se trata de ciertos hechos en cuya virtud no nace el efecto de responder, aún cuando se haya causado un
daño el que, según las reglas generales, debería resarcirse. En el Código Penal se establece un sistema de
catálogo respecto de las circunstancias que eximen de responsabilidad penal, lo que no ocurre en materia
civil. Pero del principio general que nos indica que sólo deben repararse los daños causados cuando existe
dolo o culpa, se ha concluido que ante la existencia de hechos que indiquen ausencia de dolo o culpa, no se
incurre en responsabilidad extracontractual.
a. El caso fortuito o fuerza mayor: El código lo define como imprevisto que es imposible resistir, art. 45.
Caso jurisprudencia: A va conduciendo su vehículo por una carretera, se revienta un neumático y en virtud
de ello provocó un daño a tercero. El conductor del vehículo alega caso fortuito, pero nuestra jurisprudencia
se pronuncia en diversos sentidos, o sea, no siempre aquel hecho va a ser constitutivo de caso fortuito. No
procede el caso fortuito, por ejemplo; cuando los neumáticos se encuentran en mal estado.
El autor del daño no está obligado a probar el caso fortuito para eximirse de responsabilidad, basta con
probar la ausencia de culpa, esto es, que, no obstante, el cuidado empleado, de todos modos, el daño se
produjo.
b. Orden de ley o de autoridad legítima: Aquel que ejecuta un acto ordenado por la ley o por la autoridad
no debe reparar el daño causado, su conducta no es culpable, porque el buen padre de familia acata las
reglas, obedece a la autoridad.
c. La violencia, que puede ser física o moral: Según la doctrina debemos remitirnos a las normas de la
fuerza vicios del consentimiento, por tanto, debe ser grave, injusta y determinante, habrá que aplicar el
art. 1456 y 1457.
d. La legítima defensa: Obviamente esta circunstancia ha sido tomada del Derecho penal. La doctrina
civil se refugia en el Derecho penal, por tanto, se exigen los siguientes requisitos: Agresión ilegítima,
falta de provocación suficiente por parte del agente, y la proporcionalidad entre el ataque sufrido y el
medio de defensa.
e. El estado de necesidad: El objeto debe ser salvaguardar un bien jurídico superior, para ello se sacrifica
un bien jurídico de menor entidad. Se exige que el daño sea inminente y que no exista otro medio
menos perjudicial para impedirlo.
f. La culpa exclusiva de la víctima: Se exige que el accionar del dañado sea exclusivamente lo que causa
el daño, en tal caso, se ha fallado que no hay culpa y tampoco estaría presente el nexo causal.
Caso jurisprudencia: un individuo que, intentando suicidarse, se arroja bajo las ruedas de un automóvil que
corre a una velocidad superior a la reglamentaria: la causa ha sido única y exclusivamente la culpa de la
víctima y no la velocidad del automóvil, porque el daño se habría producido de todos modos, aunque la
velocidad hubiese sido menor.
g. El hecho de un tercero: Se requiere que la única causal del daño sea el hecho de un tercero. En este
supuesto se utiliza a una persona como objeto o como medio, por tanto, existe ausencia de culpa.
Caso jurisprudencial: un individuo, casual o intencionalmente, empuja a otro que cae contra una vidriera y
la rompe: éste último no es responsable.
h. Inmunidades de que gozan ciertos individuos: Se trata de ciertas personas que son irresponsables por el
daño causado, incluso, si ha existido dolo o culpa. Por ejemplo, diputados y senadores por las
opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos en el hemiciclo y la de los funcionarios
diplomáticos.
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EL JUICIO DE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
En este juicio se deduce la acción indemnización de perjuicios, que es aquella que tiene por objeto la
reparación del daño causado por el hecho ilícito o la adopción de las medidas pertinentes con el fin de
impedir o hacer cesar un determinado daño.
Formas de reparación
Sabemos que el que ha sufrido un daño proveniente de dolo o culpa de un tercero tiene el derecho de
solicitar la correspondiente reparación del daño. Ante esto la víctima tiene la facultad para elegir en la
demanda la forma de reparación que prefiera, de manera que podría hablarse de un cierto derecho de la
víctima a exigir la supresión del ilícito por medidas no patrimoniales. Pero, existe la limitación de exigir la
reparación en especie solo cuando ella sea posible y siempre que no cause daño desproporcionado y
excesivamente gravoso al demandado.
Si el demandante no exige determinada forma de reparación, queda a la prudencia del actor, sin
perjuicio de aquellos casos en que la reparación en especie es imposible, en los que, sólo podrá pedirse la
reparación en equivalente.
No existe inconveniente en pedir en forma conjunta ambas especies de reparación, caso en el que deberá
probarse un daño que amerite ambas reparaciones.
Reparación en especie
Ejecución de actos o adopción de medidas que hagan desaparecer el daño, cuando ello sea posible.
Denominada igualmente, in natura.
No basta que se trate sólo de hacer cesar un cierto estado de cosas, se requiere algo más, “Y así la
restitución del objeto robado, hurtado o retenido injustamente, la extinción de una servidumbre usurpada
… no son propiamente reparaciones en especies. Lo son, en cambio, la pérdida para el incapaz del derecho
de alegar la nulidad del acto o contrato si, para inducir al otro contratante, se valió de dolo (art.1685) …
el reembolso de los gastos originados por la curación de la víctima o invertidos en la reparación del objeto
destruido, porque éstos sí que tienden a hacer desaparecer o a evitar el daño por otros medios que la mera
cesación del estado de cosas ilícito creado por el delito o cuasidelito”.
Reparación en equivalente
Viene a compensar el daño sufrido con un sustituto que normalmente consistirá en una cantidad de
dinero, pero puede, además, pedirse la publicación de la sentencia que declara la existencia del delito de
calumnia. Pueden acumularse la indemnización de perjuicios y la referida publicación.
La reparación debe ser completa, en el sentido de que debe indemnizarse, en especie o por equivalencia,
todo el daño que sea consecuencia directa del hecho ilícito. Por lo tanto, el respeto a este principio exige
que a la víctima se le indemnicen tanto los perjuicios patrimoniales como los no patrimoniales, entre los
primeros, se incluye al daño emergente y al lucro cesante, y en relación a los segundos, el daño moral, pero
no limitado al precio del dolor, sino que, considerando la noción moderna de dicho daño que lleva a reparar
las lesiones a los intereses de naturaleza extrapatrimonial.
Este principio en realidad es utópico, porque sabemos que no es posible indemnizar realmente todos los
daños, por lo que, en la realidad, se sujeta a una valoración previa, cual es la de qué daños son en el preciso
supuesto, y según el régimen de responsabilidad aplicable, los susceptibles de ser objeto de resarcimiento.
Extensión de la reparación
Limitaciones legales:
El art. 2331 señala que las imputaciones injuriosas contra el honor o el crédito de una persona no dan
derecho para demandar indemnización pecuniaria, salvo que se pruebe el daño emergente o lucro cesante.
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Otro caso de limitación legal de la responsabilidad está contenido en el art. 115 del estatuto
Administrativo, ley 18.334, que establece que el funcionario público destituido que después es absuelto y
que no es reincorporado tiene derecho a una indemnización única por los daños y perjuicios que la medida
disciplinaria le haya irrogado, que ascenderá a la remuneración que le habría correspondido percibir en su
cargo durante el tiempo que hubiere permanecido alejado de la Administración, hasta un máximo de 3 años.
2330 – en el hecho dañoso puede haber tenido parte la misma negligencia de la víctima, produciéndose
así una suerte de compensación de culpas, al disponer la ley la posibilidad de reducir la indemnización
frente a la exposición imprudente de la víctima al daño causado.
Se señala que la víctima debiera actuar, en la medida en que no le represente una exigencia
desproporcionada o lo exponga a nuevos peligros, para moderar, paliar o extinguir las consecuencias
dañosas de la conducta nociva. Los daños que resulten de la falta de este deber no se comprenderán en la
indemnización.
Necesidad de compensar el lucro con el daño o de la no subsistencia del daño resarcible en el monto del
lucro.
El juez puede condenar al pago de intereses, si así se pide en la demanda. A él corresponderá fijar la tasa
y fecha desde que comenzarán a correr, siempre con posterioridad a la perpetración del hecho. Pero estos
deben ser moratorios, ante el retardo en el pago.
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