Está en la página 1de 3

Metáfora de la rana en la olla

¿Por qué toleramos situaciones que nos afectan?


Si se pone una rana en una olla con agua hirviendo. la rana salta para escapar
inmediatamente.

Pero si la olla está al fuego y lleno de agua fría, la rana poco a poco ajusta su temperatura
corporal a la del agua, manteniéndose en una cierta comodidad que le impide darse
cuenta de que el agua está calentándose.
Cuando el agua está a punto de hervir, la rana no puede aumentar más su temperatura e
intenta salir, pero como ha gastado todas sus energías adaptándose al agua, ya no le
quedan fuerzas suficientes y suele ser demasiado tarde.

Meterse en la olla

La manera más fácil de eludir nuestra responsabilidad en el asunto es culpar al agua, o a


quien enciende el fuego, o al propietario de la olla.

Así, nos situamos como víctimas sufrientes de lo que “nos ha tocado” vivir o de lo que
“nos hacen” los que calificamos como personas tóxicas (el papel de víctima suele ser
bastante agradecido y facilita enormemente la evitación de las responsabilidades).

Sin darnos cuenta, muchas veces nos metemos en la olla y ponemos nosotros mismos el
agua a calentar: la anestesia interna en forma de falsa paz y tranquilidad, el “hacer la vista
gorda”, permanecer en lo que nos daña y el abandono de lo que realmente necesitamos o
sentimos, es lo que nos va hirviendo poco a poco dentro de nuestra propia agua.

Acabamos por desconectarnos y hacer invisibles nuestras necesidades, deseos y


emociones reales.

Creemos que el síndrome de la rana hervida, que se presenta en adaptación a elementos


externos, también se puede aplicar a elementos internos tales como actitudes, creencias y
conductas que tenemos hacia nosotros mismos.

Algunas veces por ser inconscientes, otras por no saber cómo cambiarlas, otras por
comodidad o por los beneficios más o menos ocultos que nos suponen… seguimos a
pesar de todo repitiendo una y otra vez aquellas actitudes que nos resultan dañinas.
¿Y qué emociones son las que nos hacen permanecer dentro de la olla? El miedo, la
inseguridad, la incertidumbre, la baja autoestima, la resignación y la comodidad de lo
conocido.

Si bien es cierto que hay situaciones externas que no podemos cambiar, muchas veces la
excusa “las cosas son así” es una salida fácil para escabullirnos de nuestra
responsabilidades, por lo que se hace necesario aprender a distinguir las ollas de las que
podemos saltar de las que no.
Aunque no sea posible cambiar las circunstancias porque a veces no dependen de
nosotros, siempre podemos comprometernos en la parte que sí debemos asumir: en la
elección de cómo enfrentarnos a ellas, tomar conciencia de cómo nos influyen y adoptar
las medidas necesarias para vivirlas de la forma más sana y consciente posible.

 Minimizar, no dar la importancia necesaria al malestar o excusarse en que los


enfrentamientos “no valen la pena” o “no sirven para nada”.
 No darnos cuenta o no querer ver cómo es la realidad por las expectativas que
hemos creado sobre algo/alguien.
 La esperanza de que la situación cambiará con el tiempo (o la persona / actitud,
etc…).
 La resignación del “más vale malo conocido…” con la que pensamos que no nos
llegará nada mejor.
 La falta de contacto interno y de autoconocimiento que nos impide saber qué
nos perjudica, qué queremos o cuáles son nuestras necesidades reales.
 La creencia de que no tenemos suficientes recursos o más opción que la de
permanecer en esa situación.
 Cuando las cosas se transforman de manera muy paulatina y es complicado
detectar el momento en el que empiezan a cambiar.

Los pequeños
malestares, sin darnos cuenta, van ejerciendo
su efecto acumulativo, lo que, unido a la pérdida
de sensibilidad y de vitalidad, determina
que no reaccionemos frente a ese debilitamiento
inadvertido de nuestra salud.

Muchas parejas viven también una degradación


Progresiva. La descomposición de unas relaciones
que no se cultivan, ocurre lentamente.
Los silencios, las incomprensiones, los rencores
se acumulan, sin recibir tratamiento, sin haber
sido comentados con franqueza para ponernos
juntos a buscar soluciones.

El gran peligro del principio de la rana en la


cazuela es que, conforme se deteriora la situación,
las facultades que nos permitirían darnos
cuenta de ese deterioro se alteran también

¿cómo evitaremos
caer en la trampa de la rana en la cazuela,
tanto en lo individual como en lo colectivo?
No dejando de ampliar y de acrecentar nuestra
conciencia, por una parte. Ejercitando
nuestra memoria para que ella conserve los elementos
de comparación entre lo pasado y lo
presente. Por otra parte, acudiendo a patrones
fiables para la evaluación de los cambios,
patrones que tendremos buen cuidado de elegir
entre los menos sujetos a las fluctuaciones de
las modas, de las épocas y de las tendencias

🔸Si la situación perdura en el tiempo 👉🏼se acaba normalizando.

🔸Si se agrava de forma muy sutil y progresiva 👉🏼podemos adaptarnos a ella y no percibir
los cambios.

🔸Cuando somos conscientes de sus efectos negativos 👉🏼es demasiado tarde.

También podría gustarte